El evangelio explícito

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Evangelio explícito

“Un mapa y un llamado a despertar nuestra generación para entender y apropiar la completa historia del evangelio.” Brad Lomenick, Director Ejecutivo, Catalyst

Aunque usted vaya a la iglesia, no significa que usted esté expuesto al evangelio “explícitamente”. Aunque muchos hablen de Jesús y de hacer el bien y evitar el mal, el mensaje del evangelio no está presente, al menos no en forma explícita y en su plenitud. Matt Chandler, impulsado por el abandono del evangelio explícito dentro del cristianismo, escribe este desafiante tratado para recordarnos sobre nuestra primera prioridad, el evangelio. Este libro encontrará un llamado al verdadero cristianismo,¡conocer el evangelio explícitamente y unificar a la iglesia sobre la plataforma de las buenas nuevas de Jesús! Matt Chandler es pastor de The Village Church, en Dallas, Texas con más de 10.000 personas. Sus mensajes están entre los más escuchados podcasts de iTunes, y enseña en conferencias alrededor del mundo acerca de la gloria de Dios y la hermosura de Jesús. Jared Wilson es pastor de Community Church en Middletown Springs, Vermont. Es un premiado autor cuyos artículos han sido publicados en un gran número de revistas y periódicos Teología/Evangelismo ISBN-13: 978-158802-687-3

Matt Chadler con Jared Wilson

“Matt Chandler siente mucha pasión por presentar clara y bíblicamente el evangelio. La vida es breve. La eternidad es prolongada. Que este libro los impulse a tener una mayor claridad para predicar el evangelio redentor de Jesucristo.” James MacDonald, pastor de Harvest Bible Chapel, Chicagoland; maestro radial en Walk in the Word.

explícito, ta. (Del lat. explicítus). 1. adj. Que expresa clara y determinadamente una cosa

el Evangelio explícito

“Matt Chandler es uno de los mejores predicadores de la Biblia en la tierra y uno de los hombres más piadosos que conozco. Estoy deleitado de ver la publicación de este libro. Léanlo. Y compren algunas copias adicionales para regalar.” Mark Driscoll, pastor de la Iglesia Mars Hill, Seattle; presidente de Resurgence y de Acts 29 Church Planting Network [red de siembra de iglesias Hechos 29].

“Si usted lee solo un libro este año, que sea éste. Es así de importante.” Rick Warren

“Si usted lee un solo libro este año, que sea este. Es así de importante.” Rick Warren, autor de Una vida con propósito; pastor de la Iglesia Saddleback, Lake Forest, California.

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Evangelio explícito Matt Chandler con Jared Wilson

“Este libro, como el evangelio en sí, aclara, convence, consuela e impulsa, todo a la misma vez. Con todo mi corazón, los invito a que lo lean y que se sorprendan ante la misericordia y majestad de Dios en el evangelio. Luego los invito a que se pasen la vida haciendo que el evangelio sea explícito en todas las facetas de su vida y en todos los rincones de la tierra.” David Platt, autor del bestseller Radical; pastor principal de The Church en Brook Hills, Birmingham, Alabama. “Matt Chandler lanza un fuerte llamado a hacer que el evangelio sea una parte central y explícita de nuestros sermones y se esfuerza por mostrar qué aspecto eso tiene.” D. A. Carson, profesor de investigación del Nuevo Testamento, Escuela de Teología Evangélica Trinity.


El evangelio explícito

© 2013 The Village Church Publicado por Editorial Patmos, Miami, FL EUA 33169 Todos los derechos reservados. Publicado originalmente en inglés por Crossway, Wheaton, Illinois, con el título The Explicit Gospel. © 2012 The Village Church A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas se toman de la La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1999 by Biblica, Inc.® Usada con permiso. Todos los derechos reservados. Traducido por Silvia Cudich Diseño de portada por Leonardo Francia ISBN: 978-1-58802-687-3 Categoría: Doctrina Impreso en Brasil Printed in Brazil


Índice Introducción...................................................................................9

Primera parte: El evangelio en el suelo 1. 2. 3. 4.

Dios............................................................................................19 El hombre..................................................................................39 Cristo.........................................................................................53 La respuesta..............................................................................63

Segunda parte: El evangelio en el aire 5. 6. 7. 8.

La creación................................................................................88 La caída....................................................................................110 La reconciliación.....................................................................134 La culminación.......................................................................155

Tercera parte: Las implicaciones y aplicaciones 9. Los peligros en un evangelio que ha estado durante demasiado tiempo en el suelo...............................................176 10. Los peligros en un evangelio que ha estado durante demasiado tiempo en el aire..................................................191 11. El moralismo y la cruz...........................................................204 Apéndice...............................................................................................224 Notas.....................................................................................................226


Introducción

El evangelio es el corazón de la Biblia. Todo en las Escrituras es la preparación para el Evangelio, la presentación del Evangelio o la participación en el Evangelio.1 DAVE HARVEY

Mis preocupaciones comenzaron un sábado por la noche en un “Fin de semana de celebración” varios años atrás. Nuestra iglesia, The Village, estaba bautizando a una gran cantidad de hombres y mujeres que habían públicamente confesado su fe en Jesucristo como su Señor y Salvador. Al entrar en nuestro pequeño auditorio, me saludó un muchacho robusto de unos veinte años. Me dio un abrazo y luego comenzó a decirme que había traído a una joven para que escuchara los testimonios. Con un poco de nerviosismo en la voz, me informó que esa joven era una bruja, y que él no le había dicho de antemano a dónde la estaba trayendo. Con una sonrisa en su rostro, me dijo que ella estaba muy enojada y que él quería que yo supiera todo esto “en caso de que algo sucediera.” Me senté en la primera fila y con un poco de ansiedad le pedí a Dios que me diera sabiduría en caso de que todo esto se convirtiera en una escena de Harry Potter: The Unrated Version [Harry Potter: la versión no clasificada]. Soy un buen intérprete de las Escrituras y «« 9


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un hombre apasionado en lo relacionado al evangelio, pero cuando se trata de hechizos y maldiciones y la manifestación de demonios, tengo la suficiente experiencia como para saber que no sé lo suficiente y que necesito más oración, estudio y discipulado (pero esa es otra historia para un libro diferente). En ese momento, el telón que obstruía el bautisterio fue levantado y, de pie en el agua, había dos mujeres de unos treinta años. Karen comenzó a compartir su testimonio.2 Nos dijo que durante los últimos quince años de su vida había estado profundamente involucrada en el ocultismo y la brujería, y comenzó a enumerar todas las razones por las que Cristo era mejor, más poderoso y más cariñoso que todo o todos, en especial comparado con aquello que ella había contemplado y participado en el ocultismo. Yo suspiré con alivio sabiendo que Dios estaba obrando en medio de nosotros. A continuación vino un joven de unos veinte años. Habló de ateísmo, alcohol, budismo, drogas y dudas y luego relató cómo mediante la paciencia y persistencia de un amigo, el Espíritu Santo le había abierto los ojos a la verdad de la vida en Cristo y al perdón mediante la cruz. Pero los siguientes cuatro bautismos me molestaron. Una tras otra, esas personas agitaron el agua y relataron alguna variante de la misma historia: “Me crié en la iglesia; íbamos todos los domingos a la mañana y a la noche, incluso íbamos a la oración de los miércoles, escuela bíblica de vacaciones y campamento juvenil. Si las puertas estaban abiertas, allí estábamos. Me bautizaron cuando tenía seis, siete u ocho años, pero yo no entendí lo que era el evangelio y, después de un tiempo, perdí todo mi interés en la iglesia y Jesús y comencé a vivir en pecado. Recientemente, alguien se sentó conmigo y me explicó o invitó a The Village donde escuché el evangelio por primera vez. Quedé anonadado. ¿Cómo no lo había visto antes?” O decían: “Nunca nadie me enseñó eso.” Yo había escuchado todo eso antes, pero esa noche era la víspera del nacimiento de nuestro hijo, Reid. Mi hija tenía tres años y tomé conciencia en ese momento de que mis hijos iban a criarse »» 10


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en la iglesia. Esa noche, por primera vez, hice la pregunta: “¿Cómo puede uno criarse yendo a la iglesia todas las semanas y no escuchar el evangelio?” Rápidamente decidí que esa gente había escuchado el evangelio pero no había tenido los oídos espirituales para verdaderamente escucharlo, recibirlo. Afortunadamente, el Espíritu Santo no iba a abandonar este asunto con facilidad. La pregunta comenzó a obsesionarme. Decidí tener algunas conversaciones y entrevistas con hombres y mujeres que concurrían a The Village y que nosotros llamábamos los “desiglesiados”. Unos pocos confirmaron que mi intuición era correcta. Ellos podían ir y leer diarios y notas de los sermones de la época en que eran adolescentes o estudiantes universitarios y ver que en realidad habían escuchado el evangelio. Sin embargo, lo que me alarmó fue la cantidad de hombres y mujeres que no lo podían hacer. Sus antiguos diarios y Biblias de estudiantes estaban repletos de lo que Christian Smith en su excelente libro Soul Searching denominó “deísmo terapéutico moralizador cristiano.”3 La idea detrás del deísmo moral y terapéutico es que somos capaces de ganarnos el favor de Dios y justificarnos delante de Dios por medio de nuestra conducta. Esta manera de pensar es religiosa, incluso “cristiana” en su contenido, pero tiene más que ver con la realización personal y la autosatisfacción. Ella presupone un Dios que, más que intervenir y redimir, está tras las bambalinas, alentando a nuestro yo y teniendo la esperanza de que entendamos las pistas que dejó atrás para que podamos convertirnos en las mejores personas posible. El deísmo moralizador y terapéutico disfrazado de cristianismo de muchas de las iglesias en las que se habían criado estos jóvenes adultos incluía charlas sobre Jesús y sobre la necesidad de ser buenos y evitar el mal —en especial el sentirse bien con uno mismo— y Dios como parte de toda esa ecuación. Pero el mensaje del evangelio estaba ausente. Lo que descubrí era que para muchos jóvenes de veinte y treinta años, el evangelio había sido sólo algo supuesto, no algo que les habían enseñado o que había sido proclamado como lo más importante. No había sido explícito.4 «« 11


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Nada nuevo Esta suposición tiene antecedentes históricos. Podemos leerlo en las páginas de las Escrituras y en crónicas de la historia de la iglesia. Consideremos estas palabras de Pablo en 1 Corintios 15.1-4: Ahora, hermanos, quiero recordarles el evangelio que les prediqué, el mismo que recibieron y en el cual se mantienen firmes. Mediante este evangelio son salvos, si se aferran a la palabra que les prediqué. De otro modo, habrán creído en vano. Porque ante todo les transmití a ustedes lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, que fue sepultado, que resucitó al tercer día según las Escrituras. Pablo les recuerda a los cristianos el evangelio. Dice: “¡No se lo olviden! Fueron salvos por él, serán sustentados por él y, actualmente, se mantienen firmes en él.” Por alguna razón, concretamente, nuestra corrupción, nos inclinamos a pensar que la cruz nos salva de los pecados del pasado pero que, después de haber sido redimidos, tenemos que asumir el control y mantenernos limpios. Esta manera de pensar es devastadora para el alma. A esto lo denominamos el “evangelio supuesto” y prospera cuando maestros, líderes y predicadores con buenas intenciones se embarcan en la tarea de lograr que, por encima de todo, nuestras vidas se conformen a un patrón de conducta (religión) en vez de que sean transformadas por el poder del Espíritu Santo (evangelio). El apóstol Pablo vio que estas malas enseñanzas y prácticas ocurrían a menudo, de modo que las atacó: Me asombra que tan pronto estén dejando ustedes a quien los llamó por la gracia de Cristo, para pasarse a otro evangelio. No es que haya otro evangelio, sino que ciertos individuos están sembrando confusión entre ustedes y quieren tergiversar el evangelio de Cristo. Pero aun si alguno de nosotros »» 12


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o un ángel del cielo les predicara un evangelio distinto del que les hemos predicado, ¡que caiga bajo maldición! Como ya lo hemos dicho, ahora lo repito: si alguien les anda predicando un evangelio distinto del que recibieron, ¡que caiga bajo maldición! (Gálatas 1.6-9) He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí. No desecho la gracia de Dios. Si la justicia se obtuviera mediante la ley, Cristo habría muerto en vano. ¡Gálatas torpes! ¿Quién los ha hechizado a ustedes, ante quienes Jesucristo crucificado ha sido presentado tan claramente? Sólo quiero que me respondan a esto: ¿Recibieron el Espíritu por las obras que demanda la ley, o por la fe con que aceptaron el mensaje? ¿Tan torpes son? Después de haber comenzado con el Espíritu, ¿pretenden ahora perfeccionarse con esfuerzos humanos? ¿Tanto sufrir, para nada? ¡Si es que de veras fue para nada! Al darles Dios su Espíritu y hacer milagros entre ustedes, ¿lo hace por las obras que demanda la ley o por la fe con que han aceptado el mensaje? (Gálatas 2.20-3.5) La idolatría que existe en el corazón del hombre siempre desea alejarlo de su Salvador para regresar a la autosuficiencia, no importa cuán patética sea esa autosuficiencia ni cuántas veces lo haya traicionado. La religión es con frecuencia la herramienta que usa el hombre santurrón para exaltarse a sí mismo. Les repito, esto no es nada nuevo. En Filipenses 3.4-9, Pablo expone su linaje religioso y su práctica como un ejemplo de lo que puede lograr un hombre con disciplina y esfuerzo. En ese pasaje, Pablo declara que todo su esfuerzo religioso, incluida una lista exhaustiva de todos sus logros, no vale nada comparado con la incomparable grandeza de Cristo. Avanza un paso más y lo llama incluso “basura” o “estiércol.” «« 13


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Pensemos en esto: toda nuestra concurrencia a la iglesia, incluso nuestras actividades religiosas, nuestras medallas de asistencia a la escuela dominical, nuestros diarios, nuestros “momentos de reflexión”, nuestra lectura de las Escrituras, todo es en vano si no tenemos a Cristo. Cuando leemos los textos de Pablo en su conjunto, podemos comprender mejor su ataque al deísmo cristiano, moralizador y terapéutico de su época. Somos redimidos, santificados y sustentados por lo que Jesús realizó por nosotros en la cruz y mediante el poder de su resurrección. Si agregamos o sustraemos de la cruz, aun cuando sea para incluir prácticas religiosas ordenadas por la Biblia como la oración y la evangelización, le quitamos a Dios su gloria y a Cristo, su suficiencia. Romanos 8.1 nos dice que no hay ninguna condena para nosotros, no por todas las cosas extraordinarias que hayamos hecho, sino porque Cristo nos ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Mi pecado en el pasado: perdonado. Mis luchas actuales: cubiertas. Mis fracasos futuros: pagados por completo por la maravillosa, infinita, incomparable gracia que encontramos en la obra de expiación de la cruz de Jesucristo.

¿El evangelio? Me ha alentado y animado la cantidad de súplicas por un ministerio centrado en el evangelio que resuenan en el evangelicalismo. Desde libros a blogs, conferencias a DVD, hay un llamado a regresar a lo que es de “suma importancia” (1 Corintios 15.3). Pero deseo pasar tiempo con ustedes para estar seguro de que cuando usamos la palabra evangelio, estamos hablando de lo mismo. Por desgracias existen, como ya lo han visto aludido en los escritos de Pablo, falsos evangelios. Deseo estar seguro de que todos concordamos aquí, o sea, que concordamos con Dios, y que hablamos de lo que él está hablando cuando se menciona al evangelio en las Escrituras. La Biblia establece dos marcos de referencia para el mismo evangelio. A estas ventajosas perspectivas las denomino el “suelo” y el “aire” y, en este libro, veremos juntos cómo ellas constituyen el evangelio explícito. En la primera parte, “El evangelio en el suelo”, »» 14


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delinearemos la historia bíblica de Dios, el hombre, Cristo y la respuesta. Aquí veremos el poder de la gracia en la transformación humana. Comenzando con la autosuficiencia de Dios y culminando con la respuesta a las buenas nuevas por parte de los pecadores capacitada por el Espíritu, veremos cómo la gloria de Dios reina con supremacía sobre todos los argumentos en el plan de Dios para el hombre. Cuando consideramos el evangelio desde el suelo, vemos claramente la obra de la cruz en nuestra vida y en la vida de aquellos que nos rodean, el atrapar y resucitar los corazones muertos. Vemos el evangelio extendido de esta manera cuando Jesús y sus profetas llaman a la gente a arrepentirse y creer. Cuando lleguemos a la segunda parte, “El evangelio en el aire”, veremos cómo conecta el apóstol Pablo la salvación humana con la restauración cósmica en Romanos 8.22-23. Aquí observaremos la frecuentemente olvidada metanarrativa de la historia de la redención de la Biblia. Pablo escribe: Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Si el evangelio en el suelo es el evangelio al menor nivel, el evangelio en el aire es la historia al más alto nivel. Aquí encontramos la hazaña de la creación, caída, reconciliación, consumación: el gran despliegue de la gloria de Dios en sus dominantes propósitos de someter todas las cosas a la supremacía de Cristo. Cuando examinemos el evangelio en el aire, veremos a partir del testimonio bíblico de la obra expiatoria de Jesús que el evangelio no es sólo personal, sino también cósmico. Cuando consideramos el evangelio desde el aire, la obra expiatoria de Cristo culmina y nos revela el panorama general del plan de Dios de restauración desde el principio de los tiempos «« 15


hasta el final y la redención de su creación. Podemos tal vez ver el evangelio extendido de esta manera en la declaración de Jesús en Apocalipsis 21.5, de que él está haciendo “nuevas todas las cosas.” En Romanos 8.22-23, vemos estas dos perspectivas juntas. En este pasaje, vemos que el evangelio es la culminación del anhelo de toda la creación caída, pero también (y principalmente) la culminación de todo el anhelo de la humanidad, la única criatura hecha a la imagen de Dios. Un evangelio, dos perspectivas. Ambas son necesarias para comenzar a vislumbrar el tamaño y el peso de las buenas nuevas, la maravilla que abarca toda la eternidad ante la obra terminada de Cristo. Ambas son necesarias para que no caigamos en el reduccionismo cuando definimos lo que Dios está haciendo en nuestro corazón y en el universo que nos rodea. Si reducimos el evangelio debido a nuestras preferencias o malentendidos, quedamos expuestos a herejías y a atacar a nuestros compañeros de armas. La mayoría de las veces percibimos la misma verdad gloriosa desde una perspectiva en particular. Quizás nos ayude pensar cómo alguien que está caminando por una calle de la ciudad de Nueva York ve la ciudad en comparación con alguien que la está sobrevolando a 30 000 pies de altura. Ambos podrían decir: “Esta es Nueva York”, y ambos tendrían razón. Qué tonta discusión tendrían ambos si trataran de negarle al otro el derecho de hablar y proclamar la grandeza de la ciudad. Comenzaremos nuestra cobertura con el evangelio en el suelo, porque sin la comprensión del suelo y la fuerza de la gravedad espiritual hacia él, podríamos fácilmente girar por el aire y salir disparados al espacio exterior.


PRIMERA PARTE

EL EVANGELIO EN EL SUELO



Dios 1 Sólo nos impacta y nos llena de asombro la obra de Dios en la cruz de Cristo cuando nos ha maravillado primero la gloria de Dios. Por lo tanto, si vamos a hablar del alcance de la cruz, tenemos que hablar primero sobre quién es Dios. ¿Cómo es? ¿Cuán grande es? ¿Cuán ancho y profundo es su poder? La cruz nos da el acceso para poder relacionarnos con Dios, pero siempre tenemos que relacionarnos con él a la luz de quién es él, no quien nosotros pensamos o esperamos que sea. Según James Stewart: “Detrás del Calvario está el trono del cielo.”1 Si esto es cierto, cuanto más profundamente nos adentramos en la gloria de Dios, tanto más profundamente nos encontramos en la preciosa obra de Cristo en la cruz, y viceversa. Por cierto, los ángeles anhelan contemplar el evangelio de la obra expiatoria de Cristo (1 Pedro 1.12), porque la gloria de Dios está allí en profunda y brillante exposición. El gran mensaje que llamamos el evangelio comienza, entonces, no con nosotros, o nuestras necesidades, o incluso satisfaciendo esas necesidades, sino con el escritor de las buenas nuevas y con el que envió a sus mensajeros: Dios mismo. Esto lo vemos vívidamente demostrado en Romanos 11 cuando, en los versículos 33-36, encontramos un magnífico manual básico sobre la gloria de Dios. El apóstol Pablo, con el poder del Espíritu Santo, escribe: ¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Qué indescifrables sus juicios e impenetrables sus caminos! “¿Quién ha conocido la mente «« 19


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del Señor, o quién ha sido su consejero? ¿Quién le ha dado primero a Dios, para que luego Dios le pague?” Porque todas las cosas proceden de él, y existen por él y para él. ¡A él sea la gloria por siempre! Amén. En este pasaje, Pablo está básicamente citando una canción, y esta clase particular de canción conocida como “doxología”. (La palabra doxología proviene de dos palabras griegas que juntas esencialmente significan “palabras de gloria”.) Si usted conoce algo del trasfondo de la iglesia posiblemente haya cantado alguna vez la Doxología, “A Dios, el Padre celestial al Hijo, nuestro Redentor; al eterno Consolador, unidos, todos alabad. ”, en el culto. Permítanme que les diga por qué es tan interesante encontrar la doxología en este lugar de parte de este autor. El apóstol Pablo no era un hombre dado a la poesía. Este no es el Pablo del famoso trío Peter, Paul y Mary. Este Pablo es un increíble intelectual que puede confundirnos. Hasta incluso la Biblia dice que es difícil leer a Pablo. Si vamos a 2 Pedro 3.15-16, por ejemplo, Pedro dice: “Sé que han estado leyendo las cartas de Pablo. Les deseo buena suerte”. (Claro que esta no es más que mi paráfrasis.) Por toda la Biblia, encontramos toda clase de poemas y canciones, siendo los salmos el ejemplo más evidente, pero por lo general Pablo no escribe de esa manera. Con frecuencia, sus escritos son extáticos, con largas oraciones y el amontonamiento de frases, pero él no es de esos cantarines. Por lo tanto, qué interesante que de repente, al final del capítulo once de Romanos, se largue a cantar esta canción: “¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios!” ¿Qué fue lo que encontró en el evangelio de Jesucristo, tan épica e intelectualmente explayado en esta carta a los romanos, que lo impulsó a ponerse a cantar?

La creatividad trascendente de Dios En el primer siglo, cuando Pablo les escribió a los romanos, los fieles habrían citado un poco de esta poesía en el templo para comunicar »» 20


Dios

las riquezas de Dios y su posesión soberana: “Pues míos son los animales del bosque, y mío también el ganado de los cerros” (Salmo 50.10). Esta manera de bosquejar las “riquezas” tenía sentido en el templo, porque los que allí adoraban provenían de una sociedad construida sobre la agricultura y la ganadería. Yo nací en Seattle, luego me mudé a San Francisco, y después a Houston. Luego Dios se enojó y me llevó a Abilene por siete años. Finalmente terminé en Dallas. Por lo tanto, soy un hombre de ciudad. No es mucho lo que sé sobre la labranza y agricultura, pero esto es lo que sí sé: el dueño de las vacas maneja a la comunidad agrícola. No podemos labrar la tierra sin ellas; no podemos fertilizar sin ellas. Así que, en las sociedades agrícolas, como en las de todos los períodos bíblicos, el decir “Los cerros y todo el ganado sobre ellos le pertenecen al Señor” es una manera de comunicar la contínua expansión de las riquezas de Dios. Hoy día, por supuesto, en la metrópolis, las vacas son algo que compramos para ponerlas en propiedades por las que no queremos pagar impuestos.2 De modo que es posible que esta clase de lenguaje no cuadre demasiado bien con nosotros. Hoy día, la mayoría de la gente en la iglesia no tiene los antecedentes como para realmente comprender la importancia de saber que Dios es el dueño del ganado sobre los cerros. Podemos darles algunos obsequios como jarros de café y camisetas, pero en realidad, el Salmo 50.10 es un texto que los cristianos modernos tienen que luchar por comprender, ya que vivimos en una época donde podemos lanzar objetos al espacio y ver cosas que están a años luz de distancia. Todos los animales del bosque le pertenecen a él. El ganado sobre los cerros le pertenece al Señor. Esto significa que él es el dueño de todas las vacas. Y de todos los cerros. Él los creó a ambos. Aun así, es posible que el ganado no sea su tema. Vastas aún más son las riquezas de Dios. Deuteronomio 10.14 dice lo siguiente: “Al SEÑOR tu Dios le pertenecen los cielos y lo más alto de los cielos, la tierra y todo lo que hay en ella”. Léanlo por segunda vez y vean si pueden escuchar lo que está diciendo. Según las Escrituras, todos los «« 21


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cielos de todos los planetas de todos los sistemas solares de todos los rincones del universo le pertenecen a Dios. Él es el dueño y creador de todos ellos y es soberano sobre todos ellos. No hay nada que exista que no le pertenezca a Dios. Como dijo famosamente Abraham Kuyper: “No hay una sola pulgada cuadrada en toda la esfera de la existencia humana de la que Cristo, que es soberano sobre todo, no exclame: ¡Mía!”3 Suponiendo que podemos reconocer esta verdad, aún tenemos que hacerlo a un nivel más profundo que el de un simple hecho. Esto es lo que quiero decir: ustedes y yo estamos estancados en nuestra propia creatividad. Sólo podemos crear como subcreadores, y aún en ese caso nuestra mejor obra no es más que una mera subcreación. La mente humana imagina de una manera fenomenal y las manos humanas han demostrado ser asombrosamente talentosas. Pero no podemos crear los materiales en bruto. Si somos escritores, sólo podemos escribir en la medida en que entendamos el lenguaje, la dicción, la gramática y el arte general de la escritura. Si deseamos pintar un cuadro, sólo podemos pintar a medida que hayamos desarrollado nuestro talento, usando las pinturas que estén a nuestra disposición, en únicamente los colores y combinaciones que ya existan. (¿Comprenden a lo que quiero llegar?) Si deseamos construir una casa, nos limitará el crédito que tengamos disponible, el equipo que podamos pagar y los materiales básicos que ya estén allí. Sabemos muy bien cómo crear, pero nuestra creación es siempre dependiente. Esto no ocurre con Dios. Dios crea todo lo que desea y en la cantidad que desea, y todo lo hace de la nada. No necesita materiales en bruto. Él crea los materiales en bruto. Dios no está limitado como nosotros. Nosotros estamos siendo limitados por lo que está disponible y siempre dependemos de las consideraciones y trabas externas. Cuando Dios creó el universo, no fue que los ángeles se le acercaron y le dijeron: “Mira, Dios, hay montañas por todas partes. Hay planetas y cabras y avestruces y rocas. Sácalos de aquí; no tenemos lugar para jugar »» 22


Dios

al fútbol”. Así que Dios dijo: “Bien, ¿dónde podría almacenar todas estas cosas? Ya sé: el universo.” Ahora nos estamos acercando al impulso que hizo que Pablo cantara: “¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios!” De su propia creatividad trascendente y autosuficiente, Dios les dijo a las huestes celestiales: “Voy a crear el universo”. Y, por supuesto, las huestes celestiales dijeron: “¿Qué es un universo?” Y después de que Dios les informó sobre el nuevo espacio creativo que albergaría las nuevas obras de la creación, ellos le dijeron: “Eso suena asombroso, ¿pero de qué lo vas a hacer?” A eso, Dios les respondió: “Lo haré de mi mismo diciendo: ‘Universo’”. Y el universo fue formado. Quizás entonces Dios dijo: “Ahora voy a crear algunos planetas”. Y los ángeles dijeron: “¿Planetas? ¿Qué es un planeta?” Y Dios dijo: “Planeta” y puf, aparecieron los planetas. La creatividad de Dios es tan rica, tan expansiva y tan por encima de nosotros que él simplemente dice: “Quiero esto” y allí está. Esta es apenas la punta del témpano de las cosas de Dios que están más allá de nosotros. Nosotros estamos limitados por lo que está a nuestro alcance, lo que podemos recoger y lo que ya ha sido creado. Quizás hayan escuchado que hay científicos que intentan crear vida en un laboratorio, pero eso no ocurrirá jamás. Ningún científico ha podido jamás, ni podrá jamás, mirar una placa de Petri vacía y desear que la nada que contiene se convierta en algo. Sea lo que sea que hacen los científicos, lo hacen con materiales en bruto que ya han sido creados. Nada confina a Dios. Su creatividad es trascendente porque su misma esencia es trascendente. Todo lo que existe le pertenece, y él puede crear más de lo que desee a partir de la nada. No hay categoría humana alguna para esta clase de riqueza. Hace que Bill Gates sea un pobre; Rockefeller, un mendigo y uno de esos jeques del Medio Oriente propietarios de islas, un vagabundo. No sé qué hace de nosotros, pero ciertamente nos coloca en la perspectiva del asombro que merece Dios. Ahora podemos vislumbrar qué fue lo «« 23


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que impulsó a Pablo a cantar desde su alma: “¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios!”

El conocimiento soberano de Dios ¿Cuán profunda es la sabiduría y el conocimiento de Dios? Dios sabe cada palabra en cada idioma en cada oración en cada párrafo en cada capítulo de cada libro que se haya escrito jamás. Él conoce cada hecho de la historia pasada y futura, cada pizca de verdad descubierta y sin descubrir, y cada prueba de la ciencia conocida y desconocida. En nuestra época, la ciencia y la fe se contraponen, como yin y yang, como si no se superpusieran, como si tuviéramos que elegir una o la otra. Sin embargo, esa no es la manera en que las Escrituras presentan la verdad. Dios es el dueño de todo y está tan por encima de nuestras mentes más inteligentes que, en comparación, ellas parecen tener daño cerebral. En 1 Corintios 3.18-23 leemos: Que nadie se engañe. Si alguno de ustedes se cree sabio según las normas de esta época, hágase ignorante para así llegar a ser sabio. Porque a los ojos de Dios la sabiduría de este mundo es locura. Como está escrito: “Él atrapa a los sabios en su propia astucia”; y también dice: “El Señor conoce los pensamientos de los sabios y sabe que son absurdos.” Por lo tanto, ¡que nadie base su orgullo en el hombre! Al fin y al cabo, todo es de ustedes, ya sea Pablo, o Apolos, o Cefas, o el universo, o la vida, o la muerte, o lo presente o lo por venir; todo es de ustedes, y ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios. Esto significa que la verdad no es nunca nuestra enemiga, jamás. De modo que no nos tenemos que asustar cuando la gente dice haber descubierto la verdad. Si es la verdad verdadera, Dios es el »» 24


Dios

dueño y ya la tomó en cuenta, y mientras que nada que sea verdad contradice la palabra revelada de Dios en la Biblia, la verdad descubierta a veces contradice las palabras de los cristianos. No tenemos que temer esto, porque Dios lo sabía antes que todos nosotros y, de todas maneras, ese descubrimiento depende de su soberanía. La verdad es que la verdad es nuestra; toda la verdad es nuestra verdad porque somos de Cristo y Cristo es del Dios soberano. Mediten un rato en esto, porque es más explosivo de lo que creen: Dios sabe todo. Dios sabe todo en el nivel macro. Sabe cuál es la temperatura en la que arden ciertas estrellas. Conoce las líneas orbitales de los planetas. Conoce cada montaña en cada cadena de montañas en este planeta y otros. Conoce las profundidades de cada océano. Conoce todo en el máximo nivel. Pero también conoce todo en el nivel micro. Conoce cada átomo y cada molécula. Sabe cuáles son sus posiciones, sus lugares, sus funciones. Ve y gobierna cada instancia de mitosis que, en caso de que no hayan ido a la escuela desde hace mucho tiempo, es cuando una célula se convierte en dos. Tenemos un Dios que conoce todo en su nivel máximo, pero que también conoce todo en su nivel mínimo. Además de la profundidad exhaustiva de su conocimiento existe la amplitud exhaustiva de su conocimiento. Dios está consciente de cada acontecimiento que ha sucedido y que jamás sucederá, y sabe por completo cómo cada acontecimiento afecta a otros acontecimientos que crean aún más acontecimientos que evolucionan en otros acontecimientos y así hasta el infinito. Desde la velocidad de cada aleteo de las alas de cada mariposa en cada segundo a la cantidad exacta de magma en microgramos que fluye de cada volcán por encima y por debajo del nivel del mar, Dios todo lo abarca de manera precisa y simultánea. Si un árbol cae en el bosque cuando no hay nadie allí, ¿hace ruido? No lo sé. Pero Dios sí lo sabe. Dios todo lo sabe sin pequeñas notitas adhesivas o cordeles atados en el dedo. Él todo lo sostiene, todo lo ve y todo lo sabe, todo solamente de la realidad de que desea que así sea. Esto es, al menos, lo que significa ser Dios. «« 25


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Si todo esto es cierto, ¿por qué acaso nosotros, con nuestra ínfima existencia en la tierra, aún presumimos juzgar la manera en que Dios opera? El clamor de Pablo, “¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios!” sostiene (como digna de alabanza) la imperecedera realidad del misterio divino. El tratar de entender a Dios es como tratar de atrapar un pez en el océano Pacífico con una pulgada de hilo dental. Es un tonto acto basado en la sobrestima del intelecto y habilidad humana. En los 50 y 60, el racionalismo comenzó a erosionar la erudición evangélica, de lo académico en adelante, lo que dio como resultado una teología liberal que se introdujo sigilosamente en las iglesias y seminarios. Como maniobra de defensa, los conservadores se apoderaron del péndulo y lo lanzaron completamente hacia la derecha, deseando creer que lo habían reducido a “Dios” a una ciencia, pudiendo explicar sus pensamientos y caminos como matemáticos. Romanos 11.33 nos dice en cambio que Dios es incomprensiblemente inmenso, completamente expansivo y eternamente poderoso. Y de tal manera que, vez tras vez, nuestra respuesta a muchas de las cosas de Dios tendría que ser “no lo sé”. En vez de responder a su incalculable divinidad con nuestras reglas de cálculo y organigramas, sería mejor que lo adoráramos con reverencia y sobrecogimiento. ¿Cómo puede Dios ver, saber y hacer todo lo que hace? No lo sé. En la dimensión de la eternidad, nuestra vida no es más que un parpadeo. Santiago escribe: “Ustedes son como la niebla, que aparece por un momento y luego se desvanece” (Santiago 4.14). Esta verdad crucial está en la base misma de la confesión llena de asombro de Pablo en Romanos 11.33: “¡Cuán inescrutables sus caminos!” ¿Cómo podría alguien escudriñar a Dios? ¿En base a qué pensamos que escudriñar a Dios es un acto legítimo? Cada vez que vemos algo que se acerca al escrutinio de Dios en las Escrituras, la respuesta de Dios es una reprimenda con un tono de incredulidad. Mientras Job intentaba comprender todo lo que Dios estaba haciendo a través del sufrimiento en su vida, Dios dice: »» 26


Dios

¿Quién es éste, que oscurece mi consejo con palabras carentes de sentido? Prepárate a hacerme frente; yo te cuestionaré, y tú me responderás. ¿Dónde estabas cuando puse las bases de la tierra? ¡Dímelo, si de veras sabes tanto! ( Job 38.2-4) Dicho en otras palabras: “¿Quién te piensas que eres?” Este es uno de los ejemplos más impresionantes de Dios poniendo a un interrogador en su lugar. “¿Acaso piensas que eres tan inteligente? ¿Estabas allí cuando yo creé el mundo? ¿No? Así me parecía. Hijo, ubícate y entiende cuál es tu lugar”. Y me encanta todo ese asunto de “prepárate a hacerme frente”. Es como si Dios dijera: “¡Ah, qué adorable eres! Ahora, ponte la protección adecuada, porque ha llegado la hora de hacerse hombre.” Cuando Pablo proclama las difíciles pero gloriosas verdades relacionadas con la predestinación en Romanos 9, él anticipa la preocupación de sus lectores en cuanto a la ecuanimidad de Dios, así que les escribe: “¿Quién eres tú para pedirle cuentas a Dios? ¿Acaso le dirá la olla de barro al que la modeló: ‘¿Por qué me hiciste así?’” (Romanos 9.20). Cierta vez, viajé con mi familia desde Dallas a la zona de San Antonio para el cumpleaños de mi esposa Lauren. Durante el viaje de ida, mi hija Audrey que tenía entonces cuatro años me dijo desde el asiento de atrás: “¿Sabes a dónde estás yendo?” Yo me sentí insultado. Lauren soltó una risita. Sólo se reía, pero luego me preguntó: —Bueno, ¿lo sabes? Yo le respondí: —Por favor, estoy en la autopista 35. Sólo hay que ir derecho por aquí.Luego Audrey anunció: —Pienso que estás perdido. Yo le dije: —Pienso que estás por recibir una buena paliza. (Estaba sólo bromeando.) Todo fue bastante cómico. La Audrey de cuatro años se perdía en «« 27


EL EVANGELIO EXPLÍCITO

nuestra casa. Se los digo en serio. Y no tenemos una casa grande. Esta es la niña que se asustaba si terminaba sola fuera de la casa. Esta es la niña que no tiene ningún sentido de la dirección, que no tenía idea qué camino tomar para llegar a algún lugar, y estaba en el asiento de atrás presumiendo preguntarme: “ —¿Sabes a dónde estás yendo? Pienso que te has perdido. Yo le dije: —Bueno, tú no puedes deletrear tu nombre. Así que ese es el fin del asunto. Bueno, en realidad tampoco dije eso. Pero eso es más o menos lo que ocurre cada vez que presumimos poner a Dios bajo el microscopio de nuestro escrutinio, nuestra lógica o nuestros preconceptos de cómo tendría que ser o qué tendría que hacer. “¡Qué insondables son sus juicios y qué inescrutables sus caminos!” es la forma de Dios de decir por medio de Pablo: “¿En serio? ¿Vas a escudriñar cómo gobierno? ¿Acaso sabes cuán pequeño eres? ¿Sabes acaso cuán inadecuado eres para siquiera comenzar a comprender tu propia vida? No puedes comprender y entender tus propios defectos, tus propios fracasos, por qué te atrae el pecado y por qué hay cosas que te dominan, y sin embargo tú me escudriñas a mí?” Nosotros somos esos niños de cuatro años en el asiento de atrás que le dicen a su papá que no sabe a dónde está yendo. El omniciencia de Dios está tan por encima de nuestro control y conocimiento, que actuar como si fuéramos su GPS (sistema de posicionamiento global) o su asistente personal no sólo es ridículo, sino también pecaminoso. En Romanos 11.34, Dios suena aterrorizante: “¿Quién ha conocido la mente del Señor, o quién ha sido su consejero?” La respuesta es nadie. A nosotros nos aterroriza este aspecto de la soberanía de Dios. Con frecuencia desearíamos que fuera como un hada que derrama sus encantos y brilla como una preciosa estrellita, sólo dispensando bondades, como una especie de mezcla entre Campanilla (de Peter Pan) y el genio de la lámpara de Aladino. Pero el Dios de la Biblia, el »» 28


Dios

Dios de Abraham e Isaac y Jacob, es un pilar de fuego y una columna de nube. Su gloria es enceguecedora. Deshace a la gente. Elimina a la gente. “¡Terrible cosa es caer en las manos del Dios vivo!” (Hebreos 10.31). Es maravilloso y absolutamente aterrorizante. El dios del evangelicalismo puede ser manso y estar a veces cansado, pero el Dios de la Biblia es poderoso. Porque, “¿quién ha conocido la mente del Señor, o quién ha sido su consejero?” Ahora, hasta un cierto grado, tenemos revelación de Dios, de modo que conocemos algo de la mente del Señor. Él nos dio las Escrituras. Nos habla en sueños y en visiones y en palabras de conocimiento, pero jamás de alguna manera que contradiga las Escrituras. La Biblia dice que Dios nos habla a través de la creación (Salmo 19.1-2; Romanos 1.20). De modo que, en cierto sentido, Dios nos revela quién es, pero no de una manera tal que podamos alguna vez aconsejarlo. Ha revelado lo suficiente de su carácter y atributos como para salvarnos, o para imposibilitarnos el usar excusas para justificar nuestra irresponsabilidad de no ser salvos, pero no nos ha dado la suficiente información como para que alguna vez, con incluso un ápice de integridad, podamos cuestionarlo a posteriori. Nadie puede aconsejar a Dios. Nadie puede darle consejos a Dios. Nadie puede enderezar su camino. Nadie.

La autosuficiencia perfecta de Dios En Romanos 11.35, Pablo continúa diciendo: “¿Quién le ha dado primero a Dios, para que luego Dios le pague?” Si todo le pertenece a Dios, no tenemos nada para darle que ya no posea. Esto significa que no podemos ponerlo en deuda con nosotros. Y, a la vez, esto significa que Dios no le debe nada al hombre. Nuestra existencia misma es un obsequio mediante su gracia. Cuando nos lamentamos de la aparente injusticia del dolor y el sufrimiento, ¿cuán a menudo nos olvidamos de que todas las cosas buenas en un mundo caído son por completo el obsequio de la misericordia y la gracia de Dios? Cuando se derrumba un puente, pensamos en cuestionar a Dios, pero no nos sorprendemos de su «« 29


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gracia cuando todos los demás no se caen. Cada risa, cada sabroso bocado de comida y cada sonrisa son el resultado de su misericordia y su gracia; y él no nos debe nada. Ahora permítanme decirles por qué esto es tan aterrorizante. Si esto es verdad, no tenemos nada con qué negociar con él, nada con qué regatear. Pero mi experiencia ha sido que la mayoría de los evangélicos creen que los cristianos están en una posición de regateo. Llevamos ese insidioso evangelio de prosperidad en nuestro oscuro, pequeño y altanero corazón. Nos acercamos al trono y decimos: “Yo haré esto y tú harás aquello. Y si hago esto para ti, entonces tú harás esto para mí”. Al final Dios dice: “Tú sigues insistiendo en pagarme con cosas que ya me pertenecen”. Algunos de nosotros tratamos de negociar con nuestra vida. Pero Dios dice: “Por favor. Yo tomaré esa vida si deseo. Yo soy Dios”. Nos vanagloriamos de nuestro servicio. “¡Dios, yo te serviré!”, le decimos. Pero Dios nos responde: “Yo no soy servido por manos humanas, como si necesitara de algo (Hechos 17.25). ¿Qué harás tú, me darás algo para comer? ¿Qué harás, pintarás mi casa? ¿Qué me darás, como si algo me faltara?” El beneficioso resultado de estos intercambios es la revelación de la idolatría y el orgullo que tenemos dentro de nosotros. Deseamos vivir como si la vida cristiana fuera un proyecto a medias que emprendemos con Dios, como la fe en una especie de máquina expendedora cósmica. Y los malos predicadores, los ministros que no respetan las Escrituras, aquellos charlatanes que nos enseñan a partir de su emoción y no de los textos, que nos dicen lo que queremos escuchar sin temor al Dios que maldice a los que traen otros evangelios distintos (Gálatas 1.8-9) refuerzan esta idolatría. Dios no nos debe nada. Y nosotros no tenemos nada que darle que ya no posea completamente. La respuesta acostumbrada a esto, por supuesto, es preguntar qué lugar tiene seguir a Dios y servir su causa. Hay mucho de »» 30


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esto en la Biblia. Pero la realidad es que todo lo que Dios tiene que hacer es revelarse a sí mismo, y nos uniremos con gusto a la misión en servicio a su reino. Él no nos obliga a hacerlo; sólo tiene que revelarse tal cual es: poderoso, maravilloso, lleno de gracia, amor y salvación. Nadie regresa a comer mendrugos cuando tiene delante un filet mignon. Incluso esta verdad es una revelación aún mayor de la gracia de Dios, porque demuestra que él no nos necesita, sino que más bien, nos quiere. Cuando nosotros que nos llamamos cristianos nos damos cuenta de lo absolutamente autosuficiente que es Dios en sí, los tres en uno, el don de Cristo para y por nosotros se transforma en algo más asombroso aún. Y así queremos que sea. Porque Dios que está por encima de todo concentrado en su propia gloria se dedicará a restaurarnos a nosotros que somos imágenes quebrantadas de él. Su gloria lo exige. De modo que tendríamos que estar agradecidos por un Dios autosuficiente cuya autoestima es gloriosa.

La gloriosa autoestima de Dios Pablo continúa en Romanos 11.36, proclamando: “Porque todas las cosas proceden de él, y existen por él y para él”. Esta es una declaración inequívoca de que el origen ulterior de todo lo que existe y va a existir puede ser rastreado a las manos de Dios y eso es todo. A la mayoría de nosotros nos han dicho que Dios creó el universo, que creó todo lo que existe dentro del universo y que ha empleado las profundidades de su omnipotencia y omnisciencia para crear esto porque deseaba comunión con el hombre. ¿No han escuchado esta línea de pensamiento antes? Es una idea muy dulce, y sería un gran eslogan para un afiche cristiano de motivación si no fuera por lo que la Biblia enseña realmente, que es que esta idea es casi una blasfemia. ¿Debemos acaso pensar que Dios, en su infinita perfección, se sentía solo? ¿Y que la respuesta a esa soledad fue crear un montón de ladrones de gloria? ¿Es esa la infinita solución de Dios a este hipotético desequilibrio en el bienestar de sus relaciones? Esto es lo que muchos hemos sido impulsados a creer. Y debido a «« 31


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nuestra propia autoestima, nos gusta imaginarnos que un Dios santo, glorioso, espléndido, perfecto sólo dentro de su maravilla trinitaria, desea estar en una sala de colores cálidos, inundada de música romántica, donde nos dice: “Tú me completas”. No. Nosotros no fuimos creados como algún eslabón perdido en la experiencia emocional de Dios. ¡El pensar de esta manera nos convierte en el centro del rompecabezas del universo! Pero no estamos tan cerca de ese centro. Esencialmente, hay dos maneras de contemplar las Escrituras. Una manera es percibirlas como principalmente una guía para nuestra vida diaria. Tenemos preguntas. Seguramente la Biblia es un libro de consulta confiable. Así que preguntamos: ¿tendría que tomar alcohol? Bueno, averigüemos qué dice la Biblia al respecto. Preguntamos: ¿tendría que ir a ver esa película o no? Y miramos algunos textos sobre no comer carne sacrificada a los ídolos y terminamos un poco más confundidos pero sintiéndonos al menos religiosos. De repente, hemos convertido a la Biblia en nuestra bola de cristal. Por supuesto, no es eso lo que la llamamos. Le damos un título como “el mapa de ruta para la vida”. Ahora, ¿contiene la Biblia un tesoro de sabiduría para la vida práctica y diaria? Sí, absolutamente. ¿Va a responder cada pregunta específica que tengamos? De ninguna manera. Y, encima de eso, el responder a nuestras preguntas prácticas no es el sentido que tiene la Biblia. Quizás esto nos ponga los pelos de punta. Quizás tendríamos entonces que rasurarlos. O, si estamos casados, quizás podríamos preguntarnos si la Biblia nos dijo que nos casáramos con nuestro cónyuge. Cuando estábamos decidiendo qué empleo tomar o a qué colegio ir, ¿encontramos “toma ese empleo” o “ve a ese colegio” en la Biblia? Cuando hace casi una década atrás recibí un llamado de la Primera Iglesia Bautista de Highland Village preguntándome si estaba interesado en presentarles mi currículo y entrevistarme con su pastor, y yo estaba pensando y orando qué hacer, no encontré la respuesta en la Biblia. »» 32


Dios

Si estoy tratando de resolver qué hacer o a dónde ir, puedo encontrar principios generales sobre la sabiduría y guía y adoración en las Escrituras, pero no puedo encontrar: “cásate con Lauren, acepta ese puesto en The Village, compra una camioneta” en las Escrituras. Esto es lo que quiero decir: ¿qué pasa si la Biblia no tiene nada que ver con nosotros? ¿Qué pasa si nosotros no somos la historia de la revelación de Dios? Sin duda, la Biblia nos da órdenes que tenemos que obedecer y exige nuestra sumisión. Pero, al final, el leer la Biblia como un manual diario para mi vida es la manera deficiente de las dos maneras básicas a nuestra disposición. Podemos leerla como un libro de consulta o podemos ver que la Biblia es un libro que trata de Dios. Para parafrasear a Herbert Lockyer, la Biblia es para nosotros, pero no es acerca de nosotros.4 Desde principio a fin, las Escrituras revelan que el deseo principal de Dios no es nuestra salvación, sino la gloria de su propio nombre. La gloria de Dios es lo que mueve el universo; es la razón por la que todo existe. Este mundo no está presente, rotando y navegando en el universo, para que nosotros podamos ser salvos o no, sino para que Dios pueda ser glorificado en sus infinitas perfecciones. Esta es una afirmación revolucionaria, lo sé. Sacude nuestro corazón y nos inquieta. Pero eso es lo que se supone que debemos hacer con los ídolos (antes de ser destruidos y fundidos). Le tenemos alergia a la idea de que todo existe, incluso nosotros mismos, no para nosotros sino para la gloria de Dios. Esta es la razón por la cual los Divinos de Westminster comenzaron su Confesión de Fe con su respuesta radical al significado de la vida: “El fin principal del hombre es el de glorificar a Dios, y gozar de él para siempre”. Pero también podríamos decir que este es el fin principal de todo. ¿Aún no están convencidos? Según las Escrituras: ɳɳ En honor a su nombre, Dios no destruyó a Israel en el desierto (Ezequiel 20.5-9). «« 33


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ɳɳ Dios los salvó a los hombres, haciendo honor a su nombre (Salmo 106.8). ɳɳ El corazón del faraón fue endurecido para la gloria de Dios (Éxodo 14.4, 18). ɳɳ El comienzo de la monarquía israelita tenía que ver con la gloria de Dios (1 Samuel 12.19-23). ɳɳ Salomón dedicó el templo para la gloria de Dios (1 Reyes 8). ɳɳ Israel se convirtió en grande y poderoso entre las naciones porque Dios la redimió para hacerla su propio pueblo y “para dar a conocer su nombre” (2 Samuel 7.23). ɳɳ Dios no destruyó a Israel cuando se merecía ser destruido, porque no deseaba que se blasfemara su nombre entre las naciones (Isaías 48.9-11). ɳɳ Dios decidió destruir a los israelitas porque ellos decidieron en su corazón no dar gloria a su nombre (Malaquías 2.2). ɳɳ La vida y ministerio de Jesús era glorificar a Dios ( Juan 7.18; 17.4). ɳɳ La cruz de Jesús es acerca de la gloria de Dios ( Juan 12.27-28). ɳɳ Ustedes y yo somos salvos para la alabanza de su gloriosa gracia (Efesios 1.3-6). »» 34


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ɳɳ La vida cristiana es acerca del reflejo de la gloria de Dios en nuestras vidas hacia el universo (Mateo 5.16; 1 Corintios 10.31; 1 Pedro 4.11). ɳɳ La segunda venida es sobre la culminación de la gloria de Dios (2 Tesalonicenses 1.9-10). ɳɳ La culminación de todas las cosas es para que Dios pueda ser alabado (Apocalipsis 21.23). ¿Notan la idea central aquí? Tal vez digan que simplemente estoy usando textos para respaldar el argumento que quiero presentar,5 pero esto es apenas la punta del témpano. No fue por nada los Reformadores declaraban por soli Deo gloria (gloria sólo a Dios): ¡la Biblia lo grita desde las cimas de las montañas, desde los techos hacia cada rincón de la tierra! La gloria de Dios es la visión de Dios y su plan para que se cumpla. Habacuc 2.14 promete: “Porque así como las aguas cubren los mares, así también se llenará la tierra del conocimiento de la gloria del SEÑOR”. La supremacía de la gloria de Dios está en todas partes de la Biblia porque el plan de Dios es que sea suprema en todo el mundo. Esta es la historia de la Biblia, no es la mía ni la suya. Todo es acerca de Dios, el nombre de Dios y por el bien de su nombre. El tema central es que todo fue creado para la gloria de Dios. Las riquezas, la sabiduría, el amor y la gloria sólo le pertencen a Dios No a nosotros. Este es el mensaje de la Biblia. Dios y sólo Dios es supremo. No hay tribunales a los que acudir con nuestras quejas, no hay tribunales de apelación en donde hacer que esto sea reconsiderado. De hecho, cuanto más nos adentramos en las cosas de Dios, tanto más claramente se presenta la verdad. Un dios en el horizonte puede quedar aplastado entre la punta de nuestros dedos. El Dios ante quien nos presentamos se extiende a «« 35


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límites que no podemos ver ni imaginar. John Piper lo dijo de esta manera: “Cuanto más ascendemos en los pensamientos revelados de Dios, tanto más entendemos claramente que el objetivo de Dios al crear el mundo fue exhibir el valor de su propia gloria.”6

Las raíces de la adoración Piper agrega: “Este objetivo no es más que un interminable y creciente gozo de su pueblo en esa gloria.”7 También lo vemos en la Confesión de Westminster: “El fin principal del hombre es el de glorificar a Dios”. Sí, pero también “gozar de él para siempre.” A este regocijo lo podemos llamar “adoración”. La adoración es el atribuirle el máximo valor a algo. Cuando este máximo valor le es atribuido a alguien o algo que no sea el único y verdadero Dios trino del universo, es idolatría. La raíz de la adoración cristiana es entonces reconocer, someterse y disfrutar la supremacía de la gloria de Dios. En todas las cosas. Esto significa, por ejemplo, que Dios nos da el don del sexo, y es un buen don, por supuesto, pero él no nos da ese don para que nuestro gozo sea completo en el acto sexual en sí. Nos lo da para que nos emocione su bondad. La sexualidad no es un fin en sí, ni tampoco un vehículo para nuestra gloria. Dios nos la da para que lo alabemos. De igual manera, Dios no nos da vino y alimentos para que los devoremos y nos atraquemos o para que no los disfrutemos, sino para que tomemos un bocado de buena comida o un trago de buen vino y lo disfrutemos a Dios al disfrutar la comida y la bebida que nos ha dado. Primera Timoteo 4.4 nos dice: “Todo lo que Dios ha creado es bueno, y nada es despreciable si se recibe con acción de gracias.” La adoración, cuando la percibimos de esta manera, es más que entonar algunas canciones en la iglesia un par de veces a la semana. Es una forma de vida para los que están extasiados y sienten pasión por la gloria de Dios. Adoramos a Dios cuando, al disfrutar sus buenos dones, algo sucede en lo más profundo de nuestra alma que impide que la gloria finalice en el don en sí o en nuestro gozo »» 36


Dios

al disfrutarlo, adentrándose en cambio y extendiéndose al que nos ha dado el obsequio. Aparte de entender a Dios y adorarlo de esta manera, todo se convierte en algo superficial. Todo desde la cena, el sexo, el matrimonio, los niños, el trabajo, las artes y la literatura, todo es poco profundo, todo es trivial. Pero cuando comprendemos la fuerza que lo impulsa todo, sentimos de repente que tenemos una enorme cantidad de gozo eterno a nuestra disposición, ya que todo lo que hacemos cobra luz y vida gracias a la interminable gloria del Dios eterno. No tenemos que ser profesionalmente religiosos para ver evidencias de que esto es verdad. Si yo no fuera un pastor y no me pagaran para decir cosas como estas, sino que fuera puramente un estudiante de la humanidad, no creo que podría argumentar el hecho de que todos parecemos estar programados para la adoración. Y no creo que me resultaría difícil argumentar que nuestra adoración termina en lo poco profundo y sin sentido. Se está librando una guerra, y muchas regiones del mundo están en medio del caos, la pobreza, el hambre, los disturbios y la violencia. Y, sin embargo, si miramos las noticias en los Estados Unidos es probable que de lo que se hable es sobre las actividades diarias de los actores y estrellas de la cultura popular o de cuánto dinero está ganando un deportista y con quién está en una relación romántica. No hay duda de que muchos de nosotros tenemos nuestro televisor encendido y estamos sintonizados con algunos programas ridículamente finitos. Los hombres adultos se pintan el cuerpo y navegan por un número incalculable de sitios web para seguir a su equipo deportivo, u ocupan una importante cantidad de energía emocional volcada en un juego de vídeo para niños. Simplemente, concurra a cualquier concierto y verá como la gente levanta las manos espontáneamente y aplaude y cierra los ojos y se conmueve espiritualmente con la música. Algunos salen de pesca o hacen excursiones para estar sintonizados con la naturaleza. En nuestra cultura muchos pegan afiches en la pared, calcamonías a los coches, tinta debajo de su piel, e injectan drogas en su cuerpo. Hacemos «« 37


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todo esto y otras cosas más, volcándonos automáticamente y con naturalidad a lo que se está pudriendo. En lo profundo de nuestro ser deseamos adorar algo porque la adoración es una respuesta innata que Dios mismo programó en nosotros. Pero algo funcionó mal.

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