DÉCIMA POR LA SEMILLA IV-En la Huella by Patricio Alcaino

Décimas por la semilla IV: EN LA HUELLA RELATO EN DECIMAS SOBRE LA HISTORIA DE LA FAMILIA MARTÍNEZ SÁNCHEZ ANÉCDOTAS Y VIVENCIAS CAMPESINAS

Patricio Alcaíno Martínez

DÉCIMAS POR LA SEMILLA IV: EN LA HUELLA Patricio Alcaíno Martínez - Relato en décima de cuentos y vivencias de la familia

IV: EN LA HUELLA

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INVITACIÓN

s mi cantar un saludo para la familia entera y con pasión verdadera mi vivencia le desnudo. En mi garganta hay un nudo de emoción y de ternura, sabiendo que la escritura anida cosas del alma; a la tristeza da calma aliviando la amargura. Canto historia familiar, alegrías y cantares, agonías y pesares, su trabajo y su pensar. Advertencia quiero dar a los parientes cercanos, que el relato de su mano no es la verdad duradera; es leyenda verdadera de la pluma de un humano. El relato también trata de chascarros y de mitos, de creencias y cuentitos también de la vida ingrata. Asimismo se rescata respeto por el terruño, que le imprimiera su cuño a esta familia notable; Será un viaje inolvidable con trabajo de mi puño.

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El relato se levanta desde el siglo diecinueve con historia que conmueve y que anuda la garganta. La narración también canta las historias con sabor, el detalle del amor, y los modos del vivir; lo conmino a recibir Esta sentida labor. Termino la introducción invitándole cortés a meditar otra vez en su propia evolución. No atribuyo incorrección repensar en qué quedamos, do vinimos, dónde vamos, lo que fuimos, ¿dónde irá?; ¿se esfumó o se quedará en el niño que llevamos?

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SALINAS

n su roja carretela tirada por un caballo, recorre sin un desmayo los campos, y se desvela. Don Salinas vende tela, yerba, azúcar y jabón, barato llevo el jarrón casera pa’ que aproveche; condensada va la leche tres cambio por un capón. Una jaula con gallinas cuelga atrás de la carreta, paquetes con etiqueta se divisan por encima. Así comercia Salinas, así se gana el sustento, mucho yo lo vi, le cuento, sudando por los caminos; le está ganando al destino, y solito se da aliento. Novedades por allá seguro habrá, don Salinas, se mejoró la Claudina, de mujercita, sabrá. De seguro me dirá de mi comadre Matilde, de mi vecina la Humilde y de mi compadre Chito; si descansa acá un ratito agüita hay para servirle. 4

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Ollas, pailas y sartenes, también le llevo anilina, osnaburgo y popelina, hilo, agujas y alfileres. Crema para las mujeres, yerba argentina y bombilla, hilo blanco en carretilla cuchillos y tenedores; llevo loza y coladores y pa’ los niños, pastillas. Le sale un almud de trigo la gamela de latón, pa’ otra vuelta el algodón de otro color le consigo. Llevo para los amigos licor de los Siete Hermanos, recado pa’ tal cristiano le llevo, no se preocupe; y pa’ la comadre Lupe saludos le doy temprano. Va Salinas machacando sus años y su esperanza, en rojo carruaje avanza hacia la muerte rumbeando. Una vida comerciando por poblados campesinos, por mil ranchos y caminos jugándose con la suerte; un día encontró la muerte en las vueltas del destino.

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ALMENDRAS

n Quilleco un morador en un día de tormenta, irrumpió, según se cuenta, maldiciendo al Creador. ¡Qué causa de este señor, con revólver apuntando! contra el cielo disparando hace frente al alto cielo; Almendras se bate a duelo con pistola, blasfemando. Sin importarle su suerte Almendras dispara a Dios, desafiando que entre dos hay que ver quién es más fuerte. Almendras toca la muerte en un instante de rayo, ya corría el mes de mayo cuando cayó fulminado; el sucumbir electrizado fue la suerte de este gallo. Que fue un castigo divino murmuró el vecindario, por ateo y mercenario justa muerte le provino. Tal vez sería el destino que lo puso allí en el medio, testimonio sin remedio del gran poder del Creador; su muerte grande dolor llevó a los suyos, asedio. 6

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LOS HIJOS DE JULIA

e pidieron que haga un canto para Julia y su camada, siete son en la enramada, para cada cual un tanto. Que no le sirva de espanto si hablo desde el corazón sé que me hallará razón en este resumen breve; hablaré lo que se debe también daré mi opinión. La mayor se llama Marta que estudió pa’ profesora, es respetable señora se los digo en esta carta. De sus hijos no se aparta inclusive en los aprietos, ni tampoco de sus nietos que hasta once ya llegaron; diecinueve se contaron en aquello de bisnietos. En seguida está Daniel fortaleza y rectitud, dar cariño es su virtud no habrá nadie como él. Cautiva como la miel a grandes y pequeñitos, brisqueros y compadritos, políticos y vecinos; quillecanos y afuerinos hinchas son de este gallito. 7

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Más atrás se viene Hernán reposado y generoso, consecuente y poderoso, atractivo como imán. Agradecidos están los que fueran a su casa porque espléndido se pasa entre atención y atención; para mí es gran impresión su cariño que rebasa. Después, Mirta se aparece tan alegre y regañona, muy directa y querendona, mano firme que estremece. Sabemos que se merece como madre protectora y esmerada profesora, lindo recuerdo postrero; un homenaje yo quiero que se rinda a esta señora. Viene Doris la siguiente, cariñosa y juguetona, tan liviana y querendona tolerante con la gente. Profesora que es la fuente de alegría y formación, enseña con corazón a entregar sin recibir; no me hace falta insistir en sentida vocación.

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Más atrás viene Renato muy fortacho y racional, p’al trabajo no hay igual, corto queda este retrato. Profesor desde hace rato en escuelitas rurales, en recónditos lugares hace patria, Dios mediante; guitarrista y comediante en las fiestas familiares. Alcides el más pequeño, es palomilla y gentil, muy sensible y juvenil, y además un buen sureño. Con guitarra se hace dueño de la fiesta y concurrencia, deleita con su presencia al cantar tres mil canciones; sencillas son sus pasiones pero añora su querencia. Linda promesa esta hornada a sus mayores haría, juntarse todos un día cada un año en la morada. Y se viene como nada la fiesta que es un derroche, haciendo del día, noche, con raudales de cariño; yo recuerdo desde niño magia de amor y trasnoche.

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Suena entonces la guitarra y se suman dos o tres, las voces vienen después en un canto que desgarra. Ese cantar los amarra a la tierra en que nacieron, a los viejos que les dieron para vivir el aliento; el cantar es el sustento que de la tierra bebieron. La luz de los lamparines transfigura las facciones, y la luz de las canciones hace salir bailarines. Y en esos verdes confines la familia baila y canta, en aquella casa santa de tablón, adobe y teja; el cantar un eco deja y nos cubre con su manta. Así el canto se introdujo en la familia completa, y alimentando cuan teta a la progenie sedujo. La música con su influjo prendió en sobrinos y nietos cantando solos o en dueto a capela o con guitarra; desde allá viene la garra de ese cantor que interpreto.

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Así como el canto vino, vino una forma de vida, es la familia reunida modelo de buen camino. Lo quiso Dios y el destino que este vivir se heredara, que la enseñanza brotara en el hacer de su gente: es mi esperanza, pariente que esto jamás acabara.

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LA FIESTA DEL CARMEN

ara el Carmen es la fiesta por mi abuela preferida, llega su gente querida a saludarla muy presta. En una reunión modesta se hace derroche de amor se hace sentir el calor, la gente de buen talante; la familia y visitantes mucho brindan en su honor. Tocan cincuenta visitas los hijos, nueras y yernos que a pesar del frío invierno llegan a ver la mamita. Se ha de ver en esta cita sobrino, nieto y vecino, uno que otro santiaguino además de algún penquista; nadie faltará a la lista, sea quillecano o angelino. Llegan a hacer la mañana, vino pipeño o filtrado, con chacolí bien sellado o con chicha de manzana. Después cada cual se afana en hacer enjuague a gusto, para que el beber sea justo y se componga el humor; ya van dentrando en calor también elevando el busto.

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Señoras con delantales, cocineras en la faena, preparan sabrosa cena cuidando de los detalles. En tanto los comensales alaban y se saborean, y otros tantos se pasean probando un aperitivo; ya se notan más activos y a la santa la piropean. Prepárase el estofado, con cuero y patas de chancho, chascudo, sus buenos ganchos, más el costillar ahumado. Con orégano aliñado, ajo y trozos de cebolla, por fin se repleta la olla con aves y longaniza; el vino blanco matiza, esta comida tan criolla. Pasan todos a la mesa y con ansiedad se sientan, con sus bromas condimentan esta fiesta que embeleza. Para comer tanta presa, papas cocidas humeantes, cacho de cabra picante, o bien pebre con merquén; en menos de un santiamén desaparece flagrante.

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Bajativos en seguida, también las agüitas perras con hierbitas de la sierra para pasar la comida. La sobremesa da vida en este encuentro raíz que tiene más de un matiz de emoción por intervalos; cuando se abren los regalos todo el mundo está feliz. Ya pasado del reposo se vienen los guitarreros partiendo con los boleros con un canto tan hermoso. Tras un bordoneo afanoso la cueca pa’ los paisanos cantada por los hermanos que rematan sin pudores; ¡y sírvanle a los cantores porque también son cristianos! Entre valses y tonadas, parodias e imitaciones baile, chiste y libaciones va girando la jornada. La torta bien adornada remata en dulce bocado, mate, café y enguindado acompañan al manjar; los cantores sin menguar tocan un vals chicoteado.

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Feliz se siente mi abuela con serena sencillez, que actúa sin pequeñez sirviendo a su parentela. Con esto ella se consuela por ausentes y viajeros, y prodiga sus esmeros a quienes hoy han venido; manteniéndolos unidos al calor de su brasero.

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DÉCIMA DE LA LUNA

a luna con su derroche, viene en camino de estrellas, arriando delante de ella la negrura de la noche. Pasado la medianoche se sumerge en el estero, y el camino carretero en el silencio ya se hunde; la luna redonda se funde con el cántico postrero. Entonces se agranda queda la soledad del camino, lo majestuoso del pino que vigila en la vereda. El agua fluye en la greda con apagada inquietud y bebe con gratitud el vegetal su frescura; y allí, en la noche madura se agiganta la inquietud. Se muere el alma un segundo y el silencio sobrecoge, el alma cansada acoge intacto, el peso del mundo. Es el momento fecundo de repensar los espinos, de soñar nuevos caminos y desafiar el tormento; la noche es justo momento de superar al destino. 16

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DÉCIMA POR UNA CHIQUILLA

n una linda capilla enflorada y natural, en un ambiente rural se casó linda chiquilla. De felicidad le brilla la mirada y el corazón, con razón o sin razón de amar se le va la vida; es una rosa prendida a la imagen del varón. Flor escondida Morena flor Y en la capilla enflorada ambos sonríen y asienten, por la vida que presienten se cubren con sus miradas. Ella, por él hechizada y él, por ella embrujado y ambos, tan enamorados, que se brindan mundo y ser; embriagados de placer del mundo se han olvidado. Flor escogida Morena flor

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EL APRENDIZ

os recuerdos que yo tengo de aquella infancia en el campo, más que laguna que entrampo, es el tiempo que retengo. Yo lo encarno y lo contengo y voy formando mi mundo, el vivir sólo es fecundo en el vivir la experiencia; la vida no es una ciencia, es arte de vagabundo. Vino inefable el destino pegado al tiempo, volando y en su correr fue dejando secuelas en los caminos. Huellas de lo que devino, evidencias de un vivir, experiencias que al parir nos dejarán otras huellas; tal vez hoy alguna de ellas acompañe mi existir. ¿Será que el tiempo vivido no pasa ni se detiene? ¿No será que se mantiene en nuestro ser, escondido? ¿Será con hojas barrido? ¿O será que el devenir nos termina por confundir más allá del infinito?; A ese espacio me remito, al pasado porvenir. 18

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“Por áhi hay uno coloreando” sentencia Lucho Salgado, yo me mantengo callado mientras me estoy amarrando. El dolor está sangrando pero me aguanto impasible, mi tío es ojo invisible que protege desde lejos; de cortar trigo no dejo bajo aquel cielo apacible. Yo demostré mi contento si le di sal a los bueyes, y cuando conocí las leyes que gobiernan a los vientos. A los sonidos voy atento y del canto de las aves, de animales y sus claves, y de árboles, su nombre; no hay nada que no me asombre ni su por qué no recabe. Mi felicidad completa llegó ese día en que a los bueyes enyugué y los uncí a la carreta. Esa habilidad secreta de manejar las coyundas, y la importancia profunda del retorcido cabresto; fue mi iniciación en esto, que mi recuerdo redunda.

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A escondidas de mi abuelo prendo la fragua y caliento un fierrito que me encuentro enterrado por el suelo. Ya al rojo lo modelo en el yunque a martillazos, la emoción rige mi brazo y el apuro, mi razón; palpitante el corazón me hago una argolla p’al lazo. También trabajé madera con el hacha y la escofina, alimenté a las gallinas, y leché a la vaca overa. Aprendí la primavera y los senderos del puma, cómo usar el cortaplumas también respetar la tierra; y la gravedad que encierra si la familia se esfuma. Tuve una feliz infancia entre tíos y parientes, desengaños y deleites que abonaron la ganancia. Y a pesar de la distancia hoy yo miro desde lejos, y mi pensamiento dejo fluyendo cuan torbellino; desenredando el destino que, maduro, desmadejo.

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¿Qué aprendí de aquellos tíos? ¿qué aprendí de los parientes? ¿qué, que en mí no esté presente, ni sea de este mundo mío? Como alegre desafío soy producto y productor, eterno y obligado actor de mil causas circulares; como ave con sus trinares soy tonada y soy cantor. Tal como templa el acero templé alegre mi vivir, como arroyo, mi existir se agrandó bajo ese alero. Hoy, siempre aprendiz, libero asombro y también quietud, por mi infancia y juventud y mi callada adultez; al borde de mi vejez, a los míos, gratitud.