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CASCO HISTÓRICO DE BARRANQUERAS

Nuestro pasado, es una historia vinculada a nuestra riqueza cultural y natural. Así, el Chaco comenzó a dar sus primeros pasos junto al papel preponderante que hace más de un siglo ocupaban los ríos de esta región. Es por ello, que la génesis y la historia de muchos de nuestros pueblos y ciudades están ligados a la topografía de nuestro territorio. Una de estas localidades es Barranqueras, lugar que debido a sus altas barrancas permitieron que buques de cierto calado embarquen las maderas que se extraían del lugar. Barranqueras, es la ciudad chaqueña que nació del entendimiento entre pueblos originarios del lugar y los blancos provenientes de la ya existente ciudad de Corrientes hace más de 150 años. Pues, por aquella época, se había firmado un tratado de paz entre los caciques chaqueños y el gobernador de Corrientes Pedro Ferré, que permitió el asentamiento temporal de obrajes en la costa de los ríos Negro y Paraná para convertirse en establecimientos permanentes poco tiempo después. Así, los cimientos históricos de Barranqueras están relacionados con los hacheros y obreros de estos tiempos, de quienes proviene en gran parte su idiosincrasia y peculiaridad como pueblo, mezclada en la interacción con el indio. Este, fue un asentamiento totalmente espontáneo, no planificado, por lo que hoy en día en el lugar se puede observar que no poseía plaza central, la traza de manzanas denota una forma romboidal al igual que las calles que son diagonales, diferenciándose notoriamente con la clásica estructura de cuadrícula que existe en la mayoría de los pueblos y ciudades del Chaco. Con el correr de los años, este lugar, llegó a poseer una capilla, numerosos cines, teatros, clubes en donde se practicaban deportes, numerosos bares y almacenes de ramos generales, al igual que escuelas, y algo de gran relevancia como fue la primera biblioteca del Chaco llamada “Mariano Moreno”. De esta forma, con el puerto y el ferrocarril que llegaron poco tiempo después, como pieza fundamental de la economía provincial y nacional, Barranqueras se transformó en una ciudad de gran importancia geoestratégica. Este conjunto de construcciones de gran valor socio-cultural, hoy en día está siendo gravemente descuidado por la explotación de recursos, la extraña cultura que se desinteresa del cuidado del medio natural e histórico, por


aquel modelo económico que poco tiene que ver con el cuidado de bienes culturales tangibles e intangibles que permiten proyectar un futuro a las nuevas generaciones, a través del conocimiento del pasado. Desde comienzos de este siglo, estas amenazas destructivas continúan en forma constante a través de construcciones de muros de defensa, de infraestructuras, a través del tránsito de carga pesada, etc. que amenazan con seguir destruyendo parte del patrimonio, la cultura e identidad de este pueblo. Es por ello, que para proteger, divulgar, y promover la conservación y restauración del Casco Histórico de Barranqueras, un grupo de vecinos de la ciudad se nucleó en lo que hoy es la Fundación Casco Histórico de Barranqueras, que a su vez fue artífice en el año 2010 de la sanción de la ley 6506, por la que se declara Patrimonio Cultural de la Provincia del Chaco, al conjunto de construcciones edilicias que integran el “Casco Histórico” de la Ciudad de Barranqueras. Esta ley, a su vez se ve reforzada por la Ley 1400–E (antes ley 5556) del año 2005, la cual establece el marco legal para la preservación, salvaguarda, protección y transmisión a las generaciones futuras del Patrimonio Histórico Cultural y Natural de nuestra provincia.


EL INGENIO DE LAS PALMAS y su lucha por mantenerse en pie

Alrededor del año 1870, en el marco de ocupación de tierras fomentadas por el gobierno nacional, dos hermanos irlandeses, Carlos y Ricardo Hardy, así como tantos otros empresarios extranjeros, se instalan en nuestro país en búsqueda de negocios fructíferos, aprovechando la política europeizante de la administración argentina de esta época. Después de haber pasado por la Isla del Cerrito, estos hermanos se ubican en un paraje distante a diez kilómetros del río Paraná, donde al poco tiempo instalan un ingenio azucarero y una fundición de hierro y bronce. Este lugar era conocido como Las Palmas, por la abundancia de esta especie arbórea y estaba semipoblado por obrajeros, cazadores y pescadores que en su mayoría habían tenido problemas con la justicia y buscaban esa zona para escapar de la “civilización”. La gente aquí vivía en campamentos y rancheríos aislados sobre las márgenes de los ríos y riachos siendo que más tarde, con la instalación de las maquinarias y talleres se erigió definitivamente el pueblo. Es por ello, que en esta localidad primero estuvo la fábrica y luego la población. Poco tiempo después, este ingenio azucarero se transformó en una poderosa industria, en importante centro productivo regional que contaba con mano de obra local indígena, correntina y paraguaya. Fue un Estado dentro de un Estado, ya que poseía su propia moneda; aquí por primera vez en el país se utilizó la luz eléctrica y; también en este lugar funcionó el primer ferrocarril de trocha angosta de la provincia. Además, el ingenio contaba con aserradero, desmotadora de algodón, fábrica de aceite, papelera, fábrica de alcohol, curtiembre, fundición y fábrica de tanino. Se construyeron así edificios destinados a la administración y casas para el personal, y fue necesario montar talleres de carpintería, herrería y fábrica de ladrillos. Sin embargo, esta imagen esplendorosa y deslumbrante contrastaba con la de la mayoría de los trabajadores, que vivían en la pobreza, quienes dependían y debían obedecer las directivas emanadas de los patrones de este “imperio”, los que a su vez decidían cuánto ganaban, cuánto debían trabajar e incluso dónde debían gastar lo que ganaban, demostrando este poder a través de la llamada “guardia blanca”, la fuerza de seguridad de estos jefes, que aun así no pudieron evitar las consecuentes huelgas producidas de trabajadores del ingenio.


Sin embargo, como sucede siempre en la historia, todo imperio tiene su decadencia, todo imperio tiene su fin, y el fin de este “imperio” sobrevino en la nefasta década de 1990, cuando después de centenares de despidos, cerró definitivamente. Así, la fábrica fu abandonada, muchas maquinarias desaparecieron, elementos que fueron rematados, saqueados y hasta el mismo edificio sufrió un deterioro notable. Por ello, en el año 2006, por decreto provincial se protege las “Instalaciones de la Fábrica, la Casa Grande y Edificios anexos del Ex Ingenio Azucarero “Las Palmas del Chaco Austral” declarándolo Patrimonio Provincial. Aun así, la destrucción de la fábrica prosiguió y hace correr el riesgo de desaparecer materialmente los testimonios de lo que fue “el Ingenio”, como lo llaman los lugareños. Una lucha entre la permanencia del testimonio y las oscuras historias de explotación.


VILLA JALÓN: Patrimonio que merece ser conocido

En un lugar imperceptible desde afuera, un lugar en el que se alcanzan a ver solo cimientos, partes de columnas, alambres retorcidos, ladrillos dispersos, hierros, etc.; lugar escondido y rodeado por la rica naturaleza del monte chaqueño, al que hoy en día se llega cruzando malezas y alambrados, indicadores estos últimos de una propiedad particular que oculta un pedazo de nuestra historia, un pedazo nuestra identidad como pueblo; en ese lugar se encuentra: Villa Jalón. Interesante pasado, significativo fragmento de la cultura de nuestro Chaco, ligado a la riqueza natural de nuestro suelo, propicia para la explotación del quebracho y las producciones fabriles que testimonian la organización de una nación de los primeros años del siglo pasado, pero que sin embargo esperan ser rescatadas. Villa Jalón, fue un poblado próspero que como tantos otros pueblos de la provincia, nació con la instalación de una fábrica de extracción de tanino hacia el año 1916. Como ocurría en su vecino pueblo de Puerto Tirol, creció gracias a ella. Pues, gracias a esta fábrica fueron llegando al lugar centenares de trabajadores con sus familias, instalándose casas, comercios, lugares de distención como canchas de fútbol, de tenis, de bochas, formas de organización policial y de salud. A pesar de que, como tantos otros lugares fabriles del Chaco, el trato y las condiciones laborales no eran las recomendables (aunque hay testimonios que aseguran de que fue el primer establecimiento que fijó ocho horas de trabajo), sobresalía aquí un canal de transporte inmediato hacia el puerto de Barranqueras a través de trenes; y algo muy notable para la época: poseía luz eléctrica. Catorce años duró la existencia de esta fábrica, tiempo suficiente que marca un hito en nuestra historia. Tiempo suficiente que promovió en el año 1993, un decreto provincial que declara Lugar Histórico Provincial al “paraje del lote 185 conocido como Villa Jalón”. En estas mismas líneas de acción, el Instituto de Cultura de la Provincia, hoy lleva a cabo tareas necesarias para conservar una testigo todavía en pie de lo que fue Villa Jalón: la escuela rural N° 81. Esta escuela fue creada en el año 1921, debido a la necesidad de que los hijos de peones, hacheros y colonos pudieran asistir a la misma y formarse en los conocimientos básicos. Es por ello que, en la actualidad, se están realizando tareas de refacción,


preservación y mantenimiento de lo que fue el edificio educativo primigenio de esta población y que debido al pedido de muchos vecinos preocupados por el deterioro y la desaparición de estos vestigios de historia, se está logrando su conservación material y en la propia memoria colectiva de una población hoy en día dispersa y escasa, ya que con el cierre de la fábrica también desapareció buena parte de ella, la que debió buscar otros horizontes. . Hoy, esta propia escuela de casi cien años de vida, hace percibir lo imperceptible a la mirada de cualquier visitante. Hoy, este edificio es la antesala de lo que fue un pueblo creciente de principios de siglo XIX. Pues, poco más allá, se encuentran las ruinas del corazón de este poblado: la Fábrica de Villa Jalón.


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