ALTA DIRECCIÓN Carlos Malpica Faustor Ministro de Educación Juan Chong Sánchez Viceministro de Gestión Pedagógica Nidia Puelles Becerra Viceministra de Gestión Institucional
PROYECTO HUASCARÁN Ing. César Espinoza Soto Director Ejecutivo
Mar co Briones Gutiérr Marco Gutiérrez ez Coordinador de Educación Secundaria a Distancia
Diseño gráfico e impresión: Gráfica Técnica S.R.L.
Copyright, Ministerio de Educación, 2003. Derecho Editorial Reservado. Hecho el Depósito Legal Nº 1501032003-3344
A LUMNOS
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TUTORA DEL CENTRO PILOTO DE EDUCACIÓN A DIST ANCIA ISTANCIA A TIGRE (CHANCHAMA YO, JUNÍN) DE PAMP AMPA HANCHAMAYO QUE RECOPILARON LOS RELA TOS: ELATOS
Del Primer Grado Grado:: Katipsa Ayala Cachique, Florentino De la Cruz Rabel, Julián Luis Castillo Góngora, Ener Castillo Navarro, Nilton Condezo Sánchez, Vanesa Acosta Aldana y Jovana Gonzales Villena
Del Segundo Grado Grado:: Junior Valverde Caja, Óscar Acosta Aldana y Jámilton Aguirre Villena
Del T er cer Grado Ter ercer Grado:: Isaac Inga Ortiz, Diana Cusi Dávila y Marilín Cusi Dávila
Tutora Recopiladora: M ARIVEL LUZ CARHUALLANQUI ALVARADO
Otr os autor es y rrecopilador ecopilador es: Otros autores ecopiladores José Luis Jor dana (Mitos e historias aguarunas) Jordana Róger Rumrill (Amazonía Mágica) cel D’Ans (La Verdadera Biblia de los Cashinahua) André Mar Marcel P. Ricar do Álvar ez O.P Ricardo Álvarez O.P.. (Los Piros: Mitos, cuentos y leyendas) Hérbert H. Arévalo Bartra (Lecturas Amazónicas) Elmo Ledesma Zamora (leyendas machiguenga y pira) alerio, Julio Gaspar M. V Valerio, Gaspar,, Miguel Martín (autores) y Raúl Sinacay (traductor): Relato amuesha. Hipólito Rojas Curimoza (informante) y Gloria Soto (recolectora): Relato chayahuita, de Cahuapanas, Alto Amazonas. Juan José Salas (narrador) y Olinda Adauto (recopilador) de Pamashto. Luis Augusto Silva (Cajamarca) José Roque (recopilador): Leyenda Conibo-Shipiba. Bautista Pisango Sande Sande: Relato del grupo Achual del río Corrientes.
E QUIPO DE PLANIFICACIÓN Y PRODUCCIÓN C OORDINACIÓN GENERAL: E LMO LEDESMA ZAMORA I NVENT ARIO DE LAS GRABACIONES MAGNETOFÓNICAS: Julia Cristel Silva León NVENTARIO TRANSCRIPCIÓN DE LAS GRABACIONES EN CASTELLANO: Miguel Hermenegildo Coletti SELECCIÓN Y NORMALIZACIÓN DE LOS TEXTOS: E. Ledesma Z., Carlos Estela V ilela y Ricar do Oliver os Mejía Oliveros Vilela Ricardo N OT AS SOBRE LOS CPED,T OPONIMIA Y GLOSARIO: Leonidas Casas Ballón y E. Ledesma Z. OTAS C ORRECCIÓN DE ESTILO: Pedr o Sanz Elguera Pedro C OORDINACIÓN PEDAGÓGICA: A NA AYALA FLORES
Estimada Tutora o Estimado Tutor:
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l PROYECTO HUASCARÁN, a través de su UNIDAD DE EDUCACIÓN A DISTANCIA, te presenta los libros RELATOS ANDINOS, RELATOS AMAZÓNICOS Y RELATOS COSTEÑOS, que contienen ejemplos de la riqueza literaria popular de nuestro país. Son ejemplos recopilados por los alumnos y alumnas de los 101 Centros Pilotos que desde el año 2000 ofrecen esta modalidad educativa en áreas rurales de diecisiete regiones. Para formar esta serie de obras invitamos a fines del año 2001 a ustedes, como tutores y tutoras de los 101 CPED, a que ayudasen a sus alumnos y alumnos a iniciar una recopilación de relatos orales tradicionales de sus comunidades. En esa labor de recopilación, de acuerdo con las orientaciones enviadas por la internet, los ayudaron a registrar en grabaciones magnetofónicas los cuentos, leyendas, fábulas, mitos y tradiciones. Para ello debían escuchar y escoger las mejores versiones que les contasen sus padres, los ancianos y otras personas, identificadas como conocedoras y buenas narradoras. Esa labor de recopilación fue asumida con entusiasmo por los alumnos, y en el primer semestre del 2002 comenzamos a recibir decenas de cassettes con grabaciones, unas en castellano y otras en quechua. Iniciamos entonces la ardua labor de transcribir y en algunos casos traducir las recopilaciones, debiendo lamentar que en muchos casos las grabaciones no fueran lo suficientemente nítidas, por lo cual no pudieron utilizarse. Como muchos relatos aparecían en diversas versiones con distinta riqueza de detalles, optamos por seleccionar las mejores. Procedimos luego a la normalización o estandarización de su habla, corrigiendo los inevitables y comprensibles errores que ocurren en toda expresión oral, pero, al mismo tiempo, procurando mantener su tono coloquial y sabor regional. Por esa razón no aparecen en estos libros todos los relatos enviados, pero guardamos las grabaciones originales, como un archivo para futuros estudios o tratamientos editoriales. Queremos destacar, asimismo, que en la preparación de estas tres obras han participado al lado de todos ustedes y con gran entusiasmo centenares de informantes adultos y de estudiantes de los CPED de las diecisiete regiones atendidas. A esa valiosa labor recopiladora se ha sumado el tratamiento de los originales por parte de los consultores del equipo de Educación Secundaria a Distancia del Proyecto Huascarán. Se trata, pues, de una obra colectiva, dentro del mejor espíritu cultural andino, y de la cual todos con justicia podemos sentirnos partícipes y orgullosos. Como sabes, estas obras tienen una finalidad pedagógica, que responde a las exigencias curriculares de las áreas de COMUNICACIÓN y de REFORZAMIENTO DEL CASTELLANO COMO SEGUNDA LENGUA. De modo específico, apoyan el desarrollo de las habilidades de los alumnos y alumnas en cuanto a comprensión de los textos que leen, y les ofrecen variados ejemplos de expresión escrita en castellano estándar. En tal sentido, los tres libros están estrechamente relacionadas con los contenidos y metodologías de aprendizaje desarrollados para dichas áreas en los libros TELESABER y CONSTRUYENDO 1, 2 y 3 así como CHASKA, respectivamente. Por tal razón, hemos agregado algunos relatos recopilados por diversos autores en ambientes rurales similares. Los libros tienen además una finalidad de política cultural: buscar el rescate, revaloración y desarrollo de los elementos culturales propios de las comunidades rurales. Los relatos seleccionados fortalecen una de las características de la peruanidad: la pluriculturalidad. No mantener viva la riqueza creada durante siglos por nuestros antepasados sería imperdonable. Sería como arrasar un templo, una fortaleza o un barrio prehispánico o colonial para injertar justamente ahí un edificio moderno, rompiendo la unidad histórica y estética del lugar. En este sentido, aspiramos a coadyuvar a que nuestros colegiales tomen conciencia de cuánto pueden ellos hacer para que esta riqueza en vez de perderse no sólo permanezca sino que se goce, difunda, se mantenga vigente y crezca. Tus amigos y amigas del equipo de Educación Secundaria a Distancia del Proyecto Huascarán.
Querida alumna o querido alumno: Tienes en tus manos tres libros —RELATOS ANDINOS, RELATOS AMAZÓNICOS y RELATOS COSTEÑOS— que contienen cuentos, fábulas, leyendas, mitos y tradiciones que se relatan en las comunidades rurales de nuestro país. Se trata de narraciones creadas por nuestros antepasados a lo largo de muchos siglos. Son relatos que constituyen un tesoro cultural que debes respetar, como se debe respetar un templo, una fortaleza o una huaca, porque fueron construidos y utilizados por la gente de tu comunidad desde mucho antes de cuando vivían los bisabuelos de los abuelos de tus bisabuelos. Pero no son lecturas sólo para respetarlas por ser obra de nuestros antepasados. También son obras para gozar leyéndolas, para aprender sobre lo que sentía, experimentaba y pensaba la gente de tu comunidad, sobre sus dudas, temores, inquietudes, intereses, creencias y valores. Por otra parte, estos relatos pueden ser utilizados para que mejores de modo ameno tus habilidades de comprensión de lo que lees. Asimismo, encuentras ahí múltiples ejemplos de lo interesante, curioso y hermoso que son los relatos populares de tradición oral. No olvides que estos libros son, en gran parte, obra tuya y de tus padres, tus abuelos, los ancianos de tu comunidad y los tutores de tu CPED. Por ello, este tesoro cultural debes difundirlo y no sólo dejar que no se pierda sino que debes también procurar mantenerlo vivo, mejorarlo y aumentarlo. Es nuestra esperanza que muy pronto puedas ayudarnos a rescatar —con tu activa participación— muchos de los tesoros culturales de tu comunidad, que apenas se conocen sólo en forma oral, y que para su conservación, desarrollo y difusión deben estar registrados por escrito. Tus amigos y amigas del equipo de EDUCACIÓN SECUNDARIA A DISTANCIA del PROYECTO HUASCARÁN
ÍNDICE LA LEYENDA DE PAMPA TIGRE ..................................................................... 10 EL OSO HORMIGUERO Y EL MONO ............................................................... 11 EL CERRO SACHAVACA ............................................................................... 12 EL GENEROSO PÁJARO CARPINTERO ............................................................. 14 LOS CAZADORES Y LOS DOS TIGRES .............................................................. 16 EL MIEDO ................................................................................................ 17 LA ACONSEJACIÓN ................................................................................... 18 EL AYAYMAMAN BUSCA A SU MADRE EN EL BOSQUE .......................................... 20 LOS HUAIRUROS ........................................................................................ 23 EL CHULLACHAQUI, DIOS ECOLÓGICO DEL BOSQUE AMAZÓNICO ........................... 24 EL TIGRILLO Y EL CHANCHO DE MONTE ......................................................... 28 EL TIGRE Y EL OSO HORMIGUERO ................................................................ 29 LA CUCHARA MÁGICA DE LOS SAPOS ........................................................... 30 EL MONO CHORO ..................................................................................... 32 ISHYAN, EL HOMBRE PEZ ............................................................................ 35 EL AÑUJE Y EL CAMPESINO .......................................................................... 36 LA CULEBRA VENENOSA ............................................................................. 37 LA LECHUZA UKUTUNKI ............................................................................... 38 EL PÁJARO DORMILÓN ............................................................................... 41 CÓMO FUE DESCUBIERTA LA GIMEKA (LEYENDA DE LA APARICIÓN DE LA YUCA) ......... 42 EL PUMA Y EL SOLDADO ............................................................................. 44 EL PICURO O MAJÁS, LA HUANGANA Y EL RONSOCO ......................................... 46
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EL TIGRE NEGRO Y EL MONO BLANCO ........................................................... 48 EL OSO Y EL CAZADOR .............................................................................. 49 LA LEYENDA DE LOS CUATRO HOMBRES ......................................................... 50 LOS DOS TIGRES Y LOS DOS COMPADRES ........................................................ 52 EL TIGRE Y EL MONO ................................................................................ 53 EL ENCANTO DE LA SIRENA .......................................................................... 54 EL CORAZÓN DEL TIGRE ............................................................................. 55 EL FUEGO (EL ORIGEN DEL USO DEL FUEGO POR LAS MUJERES Y HOMBRES PIROS) ...... 56 LAS SIETE DIABLAS ................................................................................... 58 PERRO Y GATO ........................................................................................ 60 EL ZORRO Y EL HUANCAHUI ......................................................................... 61 LA HISTORIA DEL TUNCHI VAGABUNDO DEL TERRABONA .................................... 62 EL PICAFLOR Y EL PAUJIL ............................................................................ 64 EL MAL CAZADOR AL QUE ICARÓ EL TIGRE (CUENTO CHAYAHUITA) ...................... 65 LA GARZA BLANCA ................................................................................... 66 EL RINAHUI Y EL UCUHUASHERO ................................................................... 68 TSUNKI, LA SIRENA DEL ALTO MARAÑÓN ........................................................ 69 AUJU, EL PAJARO NOCTURNO ...................................................................... 73 EL TUCÁN Y EL PÁJARO CARPINTERO SE HACEN AMIGOS .................................... 74 EL ZORRO Y EL TIGRE APRENDEN A MATAR ANIMALES ....................................... 76 EL ARMADILLO QUE APRENDIO A VOLAR ......................................................... 79
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LA LEYENDA DE PAMPA TIGRE Hace muchos años, en los tiempos salvajes, un grupo de personas que no conocían la selva llegaron en busca de terreno. En la caminata pensaban encontrar tierras vírgenes para poder habitar. Muchos de ellos vieron animales salvajes, así como también plantas curativas y venenosas. Después de tanto caminar, cuando la tarde llegó, vieron que el terreno era muy plano y decidieron quedarse. Cuando dormían al pie de un gran árbol, escucharon muchos sonidos aterradores, pero el más aterrador era el del tigre muy hambriento. En ese momento se asustaron y uno de ellos dijo: “Prendan la fogata que vienen los tigres”. Y los tigres al ver el fuego, huyeron. Al día siguiente decidieron cazar al tigre y vender su piel. Y así los años transcurrieron y la selva se transformó en terreno de cultivo y la gente decidió ponerle un nombre al lugar que habitaban y entonces quisieron ponerle Pampa Tigre, porque allí vivían muchos tigres. Nota: El aumento de población y la falta de tierra, empujó a mucha gente andina hacia la selva. Los andinos no sabemos que el tigrillo no come gente, ni siquiera animales domésticos. Matarlo por miedo acabó con este hermoso felino, divinizado y venerado por los nativos Asháninka.
Isaac Inga Ortiz 3er grado Pampa Tigre (Chanchamayo - Junín) Pampa Tigre: es uno de los doce centros piloto de Educación Secundaria a Distancia-CPED que tiene el Programa Huascarán en el departamento Junín. Está en el distrito Perené. Es una pequeña localidad rural con clima, paisaje, producción y estilo de vida propios de la selva alta peruana. Está ubicada en el centro de caseríos vecinos como Pampa del Oso, Alto y Bajo Kimarini y Villa Moretti, de donde proviene la mayoría de sus cien alumnos.
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EL OSO HORMIGUERO Y EL MONO Cierta vez un oso hormiguero se encontraba comiendo hormigas. De pronto se apareció un mono que le hacía la vida imposible para que él no pueda comer a las hormigas. Pero el pobre oso se puso triste y le dijo: “¿Por qué no puedo subir yo también a los árboles al igual que ese mono infeliz?” El mono lo escuchaba atentamente y le dijo: “Porque eres muy pesado y todos los días comes hormigas, más hormigas, por eso estás muy gordo”. -Te propongo un trato, dijo el mono. -¿Cuál es?, preguntó el oso. -Hagamos una competencia entre los dos. -Como tú quieras, amigo. Antes de empezar la competencia, el mono cruzaba de rama en rama, y llegó de pronto a un panal de hormigas. Entonces el mono dijo: “Quien llega último será castigado”. Y el oso aceptó, pero pidió a sus amigos que lo entretengan al mono con miel y plátanos. Les dijo: “Así lograré ganar la competencia”. El día llegó e hicieron todo como lo habían planeado; el oso ganó al fin. El mono, por querer ganar, salió perdiendo y recibió su castigo.
Junior Valverde Caja 2do grado Pampa Tigre (Chanchamayo Junín) Pampa Tigre: Igual que todos los caseríos y pueblos del valle de Chanchamayo, produce café, piña de exportación, cítricos y yuca. También produce miel de abeja. La TILAPIA, es un pez nativo que se cría en pozos de lodo, donde los alimentan con termitas o comejenes. En menor escala se cultiva el maíz amarillo duro o morocho. Todas las familias crían animales menores como cuyes, gallinas, patos, pavos y chanchos, que les sirven para su alimentación como para venderlos.
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EL CERRO SACHAVACA
Katipsa Ayala Cachique 1er grado Pampa Tigre (Chanchamayo - Junín) PROYECTOS PRODUCTIVOS: El CPED de Pampa Tigre desarrolla una serie de proyectos productivos, que cumplen varios objetivos pedagógicos y sociales, tales como: poner en práctica los conocimientos adquiridos, experimentar con técnicas productivas innovadoras, contribuir al mejoramiento de la producción, economía, alimentación y nutrición de la familia, desarrollar iniciativas y capacidades empresariales, adquirir hábitos de trabajo en equipo, aplicar criterios de equidad, etc. Dichos proyectos son: crianza del pez tilapia, abejas, pollos de carne y gallinas de monte, así como el cultivo de café orgánico, piña y maíz morocho. El ingreso económico por la venta de estos productos es repartido en forma equitativa entre los alumnos, con lo que ellos solventan la mayor parte de sus gastos de alimentación, útiles, etc.
En el camino que une la vía del Perené a Pampa Tigre se encuentra un cerro denominado Sachavaca. Se llama así porque antiguamente en esa zona abundaban las sachavacas. Había tantas, que eran un peligro para los viajeros que querían pasar por ahí. Las sachavacas podían atropellarlos corriendo en manada contra ellos y además podían morderlos por intrusos. Las sachavacas son animales grandes, más grandes que un chancho, su cara es pequeña, pero su nariz se prolonga como una trompa gruesa, aunque no tan larga como la del elefante. Viven agrupados en manadas. Comen plantas, pero tienen una dentadura poderosa y son muy desconfiados y, al darse cuenta de un peligro, huyen todos juntos, produciendo gran ruido con sus pezuñas. Los caminantes conocían el peligro a que se exponían al pasar por una zona habitada por estos animales. Por eso cuando pasaban por esos lugares lo hacían agrupados y armados con palos, machetes y lanzas. Los colonos que recién se habían instalado en Pampa Tigre vivían de cultivar café, yuca, maíz, cacao, pituca, naranjas, plátano, papaya, bijao, cocona, maracuyá, entre otros productos de panllevar. Cierta vez unos colonos, después de una faena de limpieza de trochas, caminaban presurosos por llegar temprano a sus casas, porque ya estaba anocheciendo. Para asombro de todos, de pronto se les apareció una sachavaca. Sorprendidos, por la oscuridad creyeron que se trataba de un toro bravo y entonces huyeron corriendo, pero grande fue su sorpresa al toparse de pronto con una colpa donde estaban reunidos muchos de esos animales. Uno de los colonos, el más valiente, animó a sus compañeros para cazar una de las sachavacas, y fue con varios de ellos y les dieron
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muerte a dos de esos enormes animales, a punta de golpes con palos y machetes. Al día siguiente, llamaron a todos los lugareños para que realicen un gran festín y cocinaron carne de sachavaca, de gallina, de pituca y yuca en una gran pachamanca, imitando la costumbre y la comida típicas de la sierra central. Pasaron muchos años y poco a poco el exceso de caza furtiva de sachavacas, la destrucción de su habitat, la ampliación de las tierras de cultivo y el poblamiento de la zona hicieron desaparecer de la zona todas las sachavacas, así como muchas otras especies. Hoy en día, de toda esa abundancia sólo queda en el recuerdo el lugar denominado Cerro de las Sachavacas, que ahora la gente llama simplemente Cerro Sachavaca.
Sachavaca: Literalmente, significa vaca del bosque. Es el mamífero más grande de la selva peruana, pues mide hasta metro y medio de largo y 1 metro de alto, con un peso de hasta 320 kilos. Es un paquidermo que pertenece al orden de los ungulados, suborden perisodáctilos, con una pequeña trompa como elefante. Se le conoce más por el nombre de tapir. Hay también un tapir de altura, más pequeño, que vive en las provincias de Ayabaca y Huancabamba, del departamento de Piura, y en las provincias de Jaén y Cutervo, de Cajamarca. Ambas especies están legalmente protegidas por el Estado.
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EL GENEROSO PÁJARO CARPINTERO
Leyenda aguaruna (Recopilador: José Luis Jordana L.)
Ésta es una historia que nos cuentan nuestros abuelos. El pájaro carpintero es una de las aves más trabajadoras. Siempre está trabajando, golpeando con su durísimo pico árboles y palos secos, haciendo huecos para construir sus nidos y también para buscar insectos con qué alimentarse. Una mañana, cuando apenas el sol estaba levantándose, el pájaro carpintero dijo: —Voy a construirme una casa en un nuevo árbol. Y diciendo estas palabras, se fue volando y se detuvo en un alto palo, agarrándose con sus uñas. Y con su pico golpeaba y golpeaba y golpeaba haciendo hueco. Cuando terminó su casa, se metió dentro y la probó. Y vio que estaba muy bien. Mirando arriba y abajo, a izquierda y derecha, dijo: —Sí, está bien. Aquí me quedo. Y se quedó a vivir allí. Apenas había comenzado a descansar en su nueva casa, llegó volando el tucán chico Kejua y habló diciendo: —Cuñado, quisiera que me regales tu casa. Yo no tengo casa. Necesito una casa. Y yo no sé construir casa. Tengo pico grande y grueso, pero no me vale para hacer hueco. Y como tú sabes bien hacer casa, por eso te pido que me regales tu casa. Tú puedes hacerte otra. El pájaro carpintero al principio mezquinaba, no quería dar su casa. Mucho trabajo le costaba hacerla. Pero después el pájaro carpintero se animó y le dijo al tucán chico: —Bueno, toma, te la regalo. Y el pájaro carpintero se fue volando alto y pasó a otro tronco que era mejor y allí empezó otra vez a hacerse su casa a golpe de pico. Y mientras golpeaba y golpeaba se decía: —De aquí no me saca nadie. Ya no voy a mudarme a ninguna parte. Aunque me pidan otra vez, no voy a dar. Y terminó de huequear el palo. Y metiéndose dentro se puso a
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descansar y a dormir. Muy pronto se presentó un tucán grande, llamado Tsukanká, que le dijo: —Cuñado, por favor, dame tu casa. Tú sabes siempre construir tu casa y nunca te falta, en cambio yo no sé hacer casa. Entonces el pájaro carpintero tuvo pena en su corazón y respondió al tucán grande: —Bueno, te la dejo para que la uses. Yo me voy a buscar otro árbol para hacer casa para mí. Y le entregó su casa y el pájaro carpintero se fue volando y pasó a otro palo que estaba a orillas del río Marañón. Era un árbol muy alto. Y decía el pájaro carpintero: —Aquí voy a construir mi casa. Porque desde aquí arriba puedo ver bien las aguas del río Marañón y las gentes que pasan con sus balsas y canoas. Y empezó a golpear la corteza del árbol. Golpeó duro hasta que tuvo su casa terminada. Y metiéndose dentro dijo: —Aquí me quedaré a vivir. Esta casa no la voy a regalar ni tampoco la voy a cambiar. Ésta es una hermosa casa. Y diciendo esto, como estaba cansado de tanto golpear con su pico, se echó a dormir. Y cuando estaba durmiendo, en ese momento sobrevino un viento muy fuerte y derribó el árbol. Y el árbol cayó en medio del río Marañón. El tronco flotaba, pero la casa del pájaro carpintero se había quedado bajo el agua y no podía salir. Y pensó: —Tengo que hacer otro hueco por la parte de arriba para poder salir y no ahogarme. Y comenzó a golpear con todas sus fuerzas. Tenía que trabajar incómodo echado de espaldas. Golpeando, golpeando, consiguió hacer una ventanita. La hizo más grande. Y pudo salir afuera con grandes esfuerzos. Y como estaba bien mojado por el agua del río Marañón no podía volar, así que se quedó en el tronco que flotaba y se puso a secarse al sol, sacudiendo sus alitas. Cuando quedó bien seco, el pájaro carpintero se fue volando muy triste. Y se fue muy lejos internándose en la selva. Y construyó su nueva casa lejos del río. Y por eso, desde entonces, nunca más se ve al pájaro carpintero cerca de las orillas de los ríos y quebradas de la selva. Hay que caminar bastante por la trocha para encontrarlo y escuchar el golpeteo de su pico contra la corteza de algún árbol.
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Aguaruna: (Forma castellanizada de la voz nativa awajún) Nombre castellano que se da a los miembros del grupo étnico amazónico más numeroso del Perú (más de 40 000 hablantes) y por extensión, llámase así también a su lengua. Los aguarunas se llaman a sí mismos “awajún”, y mayormente habitan el territorio de selva alta del Alto Marañón, en las provincias de Bagua y Condorcanqui, del departamento de Amazonas, así como en la provincia de Jaén, en Cajamarca. El aguaruna es lengua hermana del huambisa y el achual, y las tres, por su origen, pertenecen a la familia lingüística jíbara. Cultural y socialmente, los miembros de esos tres grupos étnicos se reconocen como integrantes de la “jibaría”.
LOS CAZADORES Y LOS DOS TIGRES Había una vez un ganadero que tenía más de treinta vacunos. Según la leyenda que me contó mi abuelo, había dos tigres, hembra y macho, de gran tamaño. Los tigres se habían comido cinco vacas y el dueño se sintió triste. Con la ayuda del pueblo buscaron buenos cazadores, pidieron coca, cigarro, y después de una hora de caminata llegaron al sitio. Los cazadores hicieron su tarima en el árbol y se alistaron, uno a la derecha y el otro a la izquierda, y ahí esperaron la venida de los tigres. A eso de las 10 u 11 de la noche, aparecieron los tigres con sus ojos brillantes y se acercaron. Los cazadores alistaron sus armas y se comunicaron en voz baja: “Tú a la hembra y yo al macho”, y les dispararon. Uno de los tigres murió y el otro escapó herido. Al día siguiente los cazadores bajaron del árbol y comenzaron a seguir al tigre herido, guiándose por la sangre que había dejado entre los arbustos y lo encontraron al tigre refugiado en una cueva y ahí lo remataron. Volvieron cargando al tigre amarrado por las patas a un palo largo. El dueño se sintió alegre e hizo pachamanca y fiesta. Oscar Acosta Aldava 2do grado Pampa Tigre (Chanchamayo - Junín) Crianza de pollos de carne y gallinas de monte: Al hablar de la crianza del pez tilapia hemos hecho referencia a los comejenes o termitas que abundan en el monte. Estos insectos, engordados con agua, más el maíz morocho que ellos también cultivan, y con buenas porciones de hojas tiernas de yuca y otras hierbas que abundan en la zona, los alumnos del CPED de Pampa Tigre tienen todo lo necesario para criar dos tipos de aves de corral: el pollo de carne y la gallina de monte. El primero se vende en pollerías a la brasa y la segunda es muy apreciada para caldo, tanto en el hogar como en los restaurantes. Como las demás actividades, este trabajo se asume por grupos.
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EL MIEDO Había una vez en los tiempos antiguos un niño y un joven. —Vamos a robar aquel maizal, dijeron muy contentos y seguros. Después de transcurrir el día, llegó al noche y fueron al maizal que acordaron robar. Cuando estaban cosechando rápidamente el maíz, vieron que venía de un cerro una luz muy blanca, como si fuera una bola de candela que poco a poco se acercaba hacia ellos. Al ver esa luz se aterrorizaron y los dos sin poder hablar se escondieron detrás de una roca. Cuando ya se había acercado esa cosa con fuego, el niño y el hombre pudieron ver de cerca que era una caballito muy lindo pero que todavía le salía por la boca gran cantidad de fuego. El joven sabía que una cosa así era diabólica, que era un condenado y que los condenados comían a la gente, pero también sabía el joven que estando con un niño el condenado no podría acercarse. Entonces el condenado volteó su cabeza y miró hacia abajo, donde estaba el río, y se fue huyendo como una bola de fuego que rodaba y se desbarrancaba. Así fue, por suerte, que el joven y el niño se salvaron. Se preguntarán tal vez dónde sucedió esta historia. Este caso pasó aquí, amigos, en el lugar de San José, y que fue contado por mi abuelito.
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Junior Valverde Caja 2do grado Pampa Tigre (Chanchamayo - Junín) Cultivo de maíz morocho: Esta variedad de maíz, llamado también amarillo duro, tiene muchos usos, desde la fabricación de sémola y alimentos balanceados para aves, hasta los tamales. Pero, en lo que seguramente se utiliza más el maíz morocho producido por los alumnos del CPED de Pampa Tigre debe ser en la preparación de la rica chicha de jora, tan nutritiva e inseparable para asentar un cuycito, un chicharrón, o un rocoto relleno, así como para apagar la sed en los duros trabajos de la chacra, para la tinka a los apus y wamanis y para los pagos a la Pacha Mama.
LA ACONSEJACIÓN “No seas rabioso, hijito. Has de entender, has de escuchar. Para que vivas, hijito. La abuelita, el abuelito, todos los miembros de la casa le aconsejan. Así, antiguamente se aconsejaba a nuestros hijos. De igual modo, hoy se aconseja a los hijos, para que realicen los trabajos de la comunidad. “Las pretinas de los hombres has de pensar para que no compres, has de pensar, hijita, has de trabajar duro para que hiles la pretina para tu marido. “Para que no seas un haragán, hijito. No has de ser perezoso, hijito. En mi hablar no existe esa palabra. Sólo bizarro existe. Para que no seas mentiroso y no vivas engañando a los demás, debes trabajar. Así, con el trabajo puedes obtener muchas cosas. Para cuando tengas un hijo, para encontrar comida, para poder comer, para tener dinero, hay que trabajar. Aunque seamos pobres, no hay que abandonarnos, hay que trabajar. Así se debe hacer. Quizá algún día nosotros tendremos algo, hijito. Así es, hijito. Has de trabajar, hijito. “Vete, hijito, a trabajar en nuestra chacra. Vete a traer nuestro choclito. Anda con tu padre a traer el maíz. “Las mujercitas van a traer agua. Ellas van a traer el agua. Así te digo: las mujeres, las esposas, las madres tienen que mandar a sus hijos para que trabajen y que hagan todo. Las mujercitas, que aprendan a cocinar. Los hombres mandan a sus hijos y les enseñan a trabajar en la chacra. Las mujeres tienen muchas cosas que aprender, tienen que limpiar la casa, embarrar sus ollas, platos, las tinajas, luego tienen que tejer los cinturones de diferentes formas. Las que saben urdir, ellas solas hacen las pretinas para su esposo e hijos.
Juan José Salas (narrador) y Olinda Adauto (recopiladora) (Lugar: Pamashto)
“Los hombres además de poner leña, llevar los plátanos, pueden tener un oficio, pueden ser carpinteros. Si tienes el cogollo de la shapaja, puedes hacer tu estera, tus canastas. Después ya quedas libre, desocupado. En cambio, las mujeres tienen más cosas que hacer. Ahí también se aconseja, la madre, la madre aconseja a los hijos: ¡Hijito, hijito! ¡Quiéreme, quiéreme! Hijito, prepara tu pretina, también tu chumbe. “Las muchachas tienen que hilar, tienen que hacer su chumbe, su pretina. No hay dinero para comprar, y si lo hay no alcanzaría para comprar otras cosas. Por eso, las madres enseñan a sus hijos para que aprendan y hagan sus propias cosas. “En este tiempo los jóvenes ya no quieren hacer nada. Quieren tener todo, pero todo comprado. Eso es lo que observo. Los jóvenes ya no
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hacen chumbe, no embarran, sólo desean comprar. No quieren hilar ni tejer. “Por ejemplo, mi mujer sabe urdir, confeccionar el chumbe. Pero ahora la gente no desea aprender. Yo tengo dos hijas casadas, una tiene dos hijos, la otra cinco y yo aquí tengo cuatro hijas. Ellas hacen chumbes, pretinas, tinajas, ollas, en fin todo trabajo que saben las mujeres. Pues, claro, la mamá les dice, la mamá les enseña: “Esto tienes que hacer, hija. Esto tienes que hacer, hijo. Alguna vez cuando ya no estés en mi poder, en verdad te han de servir estos consejos. Eso es una verdad. Todo el tiempo no se vive con el padre, ni con la madre. Así, nosotros les enseñamos a nuestros hijos, varones y mujercitas. Tampoco nuestros hijos van a vivir en la casa sin hacer nada. Los hijos tienen que aprender algo. “La juventud de ahora son malcriados, parece que no tuvieran padre ni madre. No les corrigen, no les aconsejan. Son malcriados e igualados. Se igualan con los mayores. “Yo tengo dos jovencitos, yo siempre los corrijo, siempre los aconsejo, tal como me aconsejaron mis padres. De la misma manera nuestros hijos tienen que aprender a no olvidar todo aquello que se le aconseja. Tienen que aprender a escuchar, a obedecer, no vaya a ser que le entre por una oreja y le salga por la otra. Hay que tratar de que lo graben en la cabeza, para que se acuerden y digan: Papá me ha enseñado, mi mamá me ha enseñado todo. Nosotros no sabíamos nada, pero nuestros padres nos han enseñado. “Algunos problemas de la vida, como es la vida del agricultor, cómo se siembra la raíz del plátano. Así se siembra, hijo, para que alguna vez vivas con algo, para que tengan plátanos, yuca, maíces, frijoles. Algo que puedan encontrar y comer, así nos aconsejan nuestros padres. Es la pura verdad. Así hemos aprendido de ellos. Primero hemos hecho nuestra casa. Yo me he casado a los 22 años, después de regresar del servicio militar. Yo he servido hace treinta años. Yo serví en el año 1950. Soy de la clase 50. Después de regresar, a los 22 años, me he casado. Después de venir del servicio. Tengo 30 años de casado.
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EL AYAYMAMAN BUSCA A SU MADRE EN EL BOSQUE El sol, que hace poco era como un incendio, se apagaba lentamente en las aguas del Amazonas. —Queremos escuchar la historia del ayaymaman—pidió Gabriela, a quien le decían la Pacuchita por el color castaño de sus cabellos. —Bien, les contaré del ayaymaman— aceptó el viejo Oroma y, curiosa y coincidentemente, en ese mismo momento el ayaymaman cantaba en el cercano bosque del pueblo.
Roger Rumrrill (De Amazonía Mágica)
El narrador miró a los niños, sorprendidos, los calmó y dijo: —Las aves en el bosque amazónico han sido bautizadas por el pueblo por la forma de su canto. Sus nombres son onomatopéyicos. El pájaro “Victordíaz” se llama así porque en su canto dice: víctor díaz, víctor díaz, víctor díaz. El huancahui, que come serpientes, se llama así porque cuando canta dice: huancahuiii, huancahuiiii. El ayaymaman, al cantar, dice su nombre: ayaymaman, ayaymaman. Los pájaros y todas las aves conocen el secreto de la naturaleza y son anunciadores de buenas y malas nuevas para el hombre del bosque. La garza rosada para los sharanahuas anuncia el verano y el retorno de un ser querido. El huancahui cuando canta está anunciando alguna mala noticia para el que lo escucha. Puede ser un accidente o la muerte de un familiar o de un amigo muy querido. El picaflor es un buen y mal mensajero entre los aguarunahuambisas. Si vuela con alegría, como bailando y danzando suspendido en el aire, significa buena y abundante cacería. Si pasa como una flecha, huyendo vertiginosamente del peligro, algo malo va a pasar. El martín pescador, conocido también en la Amazonía como catalán, avisa a los ribereños y pescadores si la creciente del río, en el invierno, será alta o baja. Cuando la creciente se anuncia alta y habrá inundación, el catalán traslada su casa de la parte baja a la parte alta del acantilado y el barranco. Es una señal infalible que los ribereños esperan para tomar sus previsiones. Para los shipibo-conibo-shetebo, el martín pescador es un tótem, un dios protector. Ellos han vivido por milenios en las orillas de los grandes ríos, sobre todo en el Ucayali, mirando los cielos y viviendo del río. Este es su fuente de vida, y el martín pescador les avisa, tanto en el verano como en el invierno, dónde están los bancos de peces o los
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mijanos, como se dice en la Amazonía. El martín pescador y los shipibo-conibo-shetebo son los mejores pescadores de la Amazonía. El canto del ayaymaman es uno de los más tristes que es posible escuchar en la Amazonía. Es más triste aún porque el ave canta en el crepúsculo, cuando el sol se ha puesto y el bosque y los hombres sucumben a la fatiga del día. Los ayaymaman cantan casi siempre en pareja. Antes, ellos fueron dos niños que vivían en un pueblo del Amazonas, felices; pero, un día, la madre murió, mordida por una serpiente shushupe, mientras recogía agua en su cántaro, en una quebrada de aguas claras y profundas. El padre, que era un mitayero o cazador, se casó por segunda vez con una mujer que había venido de la ciudad y nadie sabía quién era ni qué había hecho durante su vida. Tenía un carácter violento y amargo. Ni bien se hizo cargo de la casa, la madrastra empezó a mirar con cólera a los niños. Por quítame estas pajas los castigaba, especialmente a la niña de nueve años, sobre quien había descargado prácticamente todas las obligaciones de la cocina. Flor de Belem, que así se llamaba la niña, era despertada a las cuatro de la mañana para prender el fogón, lavar las ollas y los platos, traer el agua en un cántaro grande y pesado para su edad y tamaño y, luego, cocinar la yuca, el pescado y preparar la mazamorra de plátano, que tanto le gustaba al padre; mientras tanto, la mujer dormía a pierna suelta hasta las seis de la mañana. Por su lado, Santiago o Shanti, como le decían al niño que era un año mayor que su hermanita, tenía también que madrugar a cortar leña para el fogón, revisar las trampas para sachacuyes y quirquinchos que su padre colocaba, al atardecer, en el bosque, a buena distancia de la casa. El padre miraba con indiferencia el maltrato que la mujer daba a los niños. Es más, lo alentaba cuando decía: —Hazlos trabajar duro. Que coman con el sudor de su frente. Y, si haraganean, castígalos y auméntales las tareas. La madrastra odiaba tanto a los niños, que no quería verlos un día más en su casa. Así que tramó un plan. Aprovechando que el padre había ido al pueblo a vender el producto de su cacería —carne y pieles de cerdos salvajes, huanganas y sajinos— les dijo con una falsa y aparente bondad y ternura: —Hijitos, hoy quiero que descansen de tanto trabajo. Vamos a ir al monte a buscar frutos de sachamangos que le gustan tanto a su papá. Con ésta y otras tretas llevó a los niños lejos de la casa, monte adentro. Cuando tuvo a los niños en un lugar distante,
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ROGER RUMRRILL GARCÍA: Fecundo y prolífico ensayista, narrador, poeta y periodista amazónico. En 1963 fundó, animó y dirigió en su natal Iquitos el grupo cultural “BUBINZANA”. Ha publicado quince libros. Entre sus ensayos destacan: Reportaje a la Amazonía (1973), Amazonía hoy, crónicas de emergencia (1982), Los condenados de la selva (1984), Narcotráfico y violencia política en la Amazonía (1987), Pioneros de Loreto (1995). Como narrador sobresale con: Vidas mágicas de tunchis y hechiceros (1983 y 1985), El venado sagrado (1992), La anaconda del Samiria, narraciones para niños (1997), Amazonía mágica, Ediciones CHIRAPAQ (2000). Como poeta publicó: Magias y canciones (1971), Axpikondiá (1972), Memorias desde un otoño (1975).
completamente desconocido para ellos, un lugar desolado del bosque, les dijo con voz acaramelada, fingida: —Voy un ratito a hacer mis necesidades. Espérenme aquí y no se muevan —y diciendo esto se internó en el bosque y, utilizando otro camino, se alejó del lugar y regresó a la casa. Los niños, creyendo a la madrastra, se pusieron a jugar mientras esperaban que regresara; pero el tiempo pasaba, las horas corrían, se acercaba la noche y la mujer no regresaba. Cuando la noche llegó, Flor de Belem y Shanti comprendieron que habían sido abandonados. Muchos días vagaron por el bosque, hambrientos, heridos por las espinas y las zarzas, picados por las alimañas. En las noches, los niños trepaban como podían por el tallo de un árbol hasta llegar a la copa, huyendo de los tigres y las serpientes, y lloraban clamando por su madre: —Ayaymaman, huishchurhuarca. Después de escuchar durante tantas noches este lamento que significa: “Nuestra madre ha muerto y nos han abandonado”, la madre del bosque se compadeció de los dos niños y los convirtió en pájaros, en aves nocturnas, de plumaje marrón oscuro, que se mimetizan y se confunden con las hojas de los árboles donde duermen. Así, la madre naturaleza los protege de los cazadores. —Estos dos ayaymaman que ahorita están cantando en el bosque son los dos niños de nuestra historia —concluyó su relato el viejo Oroma. Los niños habían enmudecido con la historia. Estaban sumergidos en el silencio cuando éste, súbitamente, se rompió con un silbido próximo que heló de miedo a todos los niños. —¡El tunchi, el tunchi! —gritaron los niños y todos se agolparon alrededor del viejo Oroma, buscando protección. —Tranquilos, muchachos, tranquilos. Es un tunchi vagabundo que está de paso por el pueblo —clamó Oroma, con voz sosegada y segura. Nelly, a quien llamaban con cariño Negrita por el hermoso color caoba de su piel, se atrevió a romper la temerosa atmósfera de silencio, preguntando tímidamente: —Don Oroma, ¿existe de verdad el tunchi? Oroma paseó sus ojos pequeños, húmedos y vivaces sobre los niños. Luego miró al exterior, a la noche del bosque, por encima de la baranda de la casa construida sobre pilotes de la dura madera de huancapu para escapar de las inundaciones en las grandes crecientes del río Amazonas. —Les contaré la historia del tunchi, brevemente, porque ya es hora de la merienda y tienen que volver a sus casas —dijo.
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LOS HUAIRUROS Una vez, mi amiga Albertina se fue al monte a buscar semillas para hacerse un collar. Machete en mano, se abrió paso entre las ramas. Deteniéndose de rato en rato, recogía semillas de diferentes formas, tamaños y colores: unas negras, redondas y brillosas como ojos de buey, otras blancas y pequeñas como dientes de leche, algunas amarillas en espiral y... ¡ahí!, en el suelo de un claro del bosque, de donde un guacamayo acababa de volar, vio unas semillas negras con una mancha roja... ¡eran huairuros! Albertina recordó entonces que las viejecitas de su pueblo decían que el rojo y el negro representan la noche y el día, la muerte y la vida, el amor y la pena, y que por eso los huairuros dan suerte a quien los lleva. Al recordar la ingenua creencia, sonrió y se detuvo al pie del árbol de huairuros. Las hermosas semillas habían saltado de sus vainas y no había más que recogerlas. Tiempo después encontré a Albertina en la plaza del pueblo. Era la fiesta de San Juan y había ahí mucha gente. Mi amiga llevaba puestos unos hermosos aretes rojinegros y vendía pulseras y collares de diversas semillas, pero, sobre todo, de huairuros. —¿Y...? ¿Te dieron suerte los huairuros?— le pregunté, bromeando. —¡Claro, claro, mucha suerte! Me han dado trabajo. Ahora los junto para hacer adornos que vendo. Así me gano la vida, ¿ves?— me contestó apurada, mientras volteaba para atender a unos turistas que se acercaban con curiosidad a mirar sus adornos.
Luis Augusto Silva (Cajamarca)
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EL CHULLACHAQUI, DIOS ECOLÓGICO DEL BOSQUE AMAZÓNICO
Roger Rumrrill (De Amazonía Mágica)
Don Oroma dio inicio a su relato de la siguiente manera: —Así como los cerros tienen sus dioses, que son sus guardianes y protectores, los muquis, los bosques de la Amazonía también tienen sus dioses, sus protectores y sus guardianes, son los sacharuna, chullachaquis, yashingos, shapshicos, shapingos, shatucos, shitacos, shollacos. Les contaré sobre los chullachaquis. Los chullachaquis son de pequeña estatura, por lo que pueden moverse mejor en el bosque. Son de color oscuro y tienen una cabeza desproporcionada para su tamaño; pero más que por su pequeña estatura, su cabezota y su color oscuro, el chullachaqui tiene una característica muy especial en sus pies. Éstos son desiguales y de ahí viene su nombre en el idioma de los incas, chulla, desigual, y chaqui, pie. Uno de sus pies apunta hacia delante y el otro, hacia atrás. Y en sus pies está la clave de su secreto, el enigma de su existencia y el misterio de su relación con los hombres. Muchas veces, los hombres y las mujeres, caminando en el bosque y en la orilla de un arroyo, encuentran las huellas de un pie que ha caminado en una dirección. Si están desorientados, puede ser que sigan la dirección de esas huellas que no conducen a ninguna parte; pero también puede ocurrir que sigan las huellas en dirección contraria y ocurra que vuelvan y retornen al punto de donde partieron. Entonces, los hombres y mujeres, siguiendo estas huellas, van y vienen en una ida y un retorno sin término, circulando, girando como es el tiempo y la vida en el bosque, que no tiene principio ni fin. El chullachaqui tiene buen humor, le gusta jugar y es un ser sonriente. Le encantan los niños. Cuando éstos están solos en sus chozas, porque los padres se han ido a la chacra, de pesca o de cacería, se acerca y juega con ellos. Para no asustarlos con su
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cabezota y sus pies desiguales, se transforma en el padre, la madre, el hermano o hermana, el tío o el amigo. Cuando decide irse, porque supone que los padres de los niños están por llegar, el niño, la niña o los niños le siguen por el bosque, confundidos por la apariencia del chullachaqui; por eso muchas veces se han encontrado niños perdidos en el bosque, llorando y abandonados. El chullachaqui se enoja mucho cuando los hombres talan los árboles del bosque en exceso, más allá de sus necesidades, sobre todo no le gusta que corten las grandes lupunas, las catahuas y los renacos, es decir, los árboles que tienen madre porque, en el bosque, los árboles, los ríos, las cochas, el arco iris, todos los seres tienen madre. Para evitar que los hombres destruyan el bosque, el chullachaqui usa todas sus artes. Lanza truenos y rayos que asustan a los hombres, hace llover copiosamente para apagar el fuego del bosque, avisa a las isulas, las grandes hormigas venenosas, para que ataquen a los taladores; también, a las huairangas, las avispas gigantes, para que piquen y produzcan fiebre. El chullachaqui castiga a los hombres que son enemigos de los animales del bosque, a los cazadores que matan con crueldad y demasía a la fauna de sajinos, huanganas, venados, tapires, ronsocos, majases, añujes, carachupas, otorongos, monos, aves como paujiles, trompeteros, pavas, pucacungas y perdices. Para castigar a un cazador, el chullachaqui se transforma en venado, la pieza de caza más apetecible y más buscada del cazador. Convertido en venado, se deja ver por el cazador a tiro de arma, luego rápidamente se aleja y, después, se detiene, esperándole. Cuando éste le da alcance y otra vez lo tienen en la línea de mira de su escopeta, el venado se aleja otra vez y así prosigue con este juego hasta llevar al cazador al interior del bosque donde lo deja, finalmente, perdido. Lo mismo hace con los cazadores de monos. Se transforma en un hermoso mono choro o un maquisapa y se hace perseguir por el cazador hacia el interior del bosque. Ahí desaparece de la vista de éste que, al final, pierde no sólo al mono sino también la trocha para regresar. El chullachaqui también puede transformarse en un paujil, la gran ave del tamaño de un pavo que vive en el corazón de la selva, para engañar a los cazadores ambiciosos y llevarlos a lo más profundo del bosque y dejarlos perdidos. El chullachaqui también hace su chacra en medio del bosque. Muchas veces se puede escuchar, en plena selva, un golpe seco de
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Chullachaqui: De quechua chulla (uno, único) y chaki (pie, pata). Es un ser mítico-religioso de la selva peruana, equivalente a los apus y wamanis andinos, protector de los bosques y animales de la Amazonía, magistralmente pintado por Róger Rumrrill en su relato de la página 22. Otros nombres del chullachaqui son: sacha runa, shapshico, yashingo, shatuco, shollaco, etc.
machete o de hacha como de alguien que está trabajando en el bosque. Es el chullachaqui que está haciendo su chacra. —Don Oroma, ¿usted ha visto alguna vez un chullachaqui? — preguntó Camuchín, interrumpiendo el relato del viejo, sin poder contener su curiosidad. Los demás muchachos estaban muy atentos, imaginando estar en el bosque, siguiendo las huellas de los pies desiguales. —Sí, he visto no sólo una sino varias veces al chullachaqui. Les voy a contar sobre aquella vez que me encontré con él y que se transformó en mi hermano Otoniel. Vengan todos conmigo —dijo y comenzó su relato—. Era el mes de enero de un año que recuerdo muy bien, que se ha quedado fijo en mi memoria, porque ese año el río Amazonas se desbordó, creció como no lo había hecho en mucho tiempo, inundando las chacras y las casas en todos los pueblos. Con la naturaleza que cambia y se transforma, también cambia la vida de los hombres porque, como ustedes saben, la vida del hombre en el río y en el bosque tiene dos etapas muy marcadas, el invierno y el verano, las dos únicas estaciones que conocemos del clima y que también son estaciones de nuestras vidas. En ese mes de enero, sólo conocíamos el agua y el bosque inundado. Sólo había tierra en la restinga, una parte alta del boque donde los animales habían buscado refugio. Tomé mi canoa y me dirigí a la restinga para buscar tortugas motelos y huevos de perdiz. Desde que puse los pies en la restinga, mientras caminaba por la hojarasca húmeda del monte, presentí que algo extraño me iba a pasar. El primer aviso fue el canto de la chicua, el pájaro de mal agüero. Luego una serpiente loro machaco se cruzó en mi camino. La serpiente también es un mal anuncio. Súbitamente escuché voces a mi espalda. Giré rápidamente el rostro y, asombrado, vi que mi hermano Otoniel avanzaba hacia mí. —¿Qué haces aquí? ¿Cuándo has retornado de Tapira? —le pregunté. Él había viajado al pueblo de Tapira recién el día anterior y tenía previsto regresar el fin de semana. —Llegué esta mañana y como me enteré que has venido a la restinga, he venido a darte alcance —contestó con naturalidad. —Pero no has traído tu escopeta. ¿Con qué vas a balear? —le dije, sorprendido de que estuviera en la restinga sin su arma. —Te voy a ayudar a cargar lo que tú mates —respondió prestamente. El bosque, que hacía sólo unos instantes era un concierto de cantos de pájaros, de aullidos de monos, de la estridencia de las cigarras y de algún lejano rugido del tigre otorongo, se había quedado
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extrañamente en silencio. El silencio se quebró con las palabras de Otoniel: —Estoy escuchando el canto de un paujil —me dijo apuntando en la dirección de una hilera densa de palmeras tagua. —Ven, sígueme —dijo y caminó con gran agilidad y destreza debajo de las palmeras. En ese instante volvió a cantar la chicua y tuve miedo. Empecé a correr detrás de Otoniel y grité: —Espérame. Se detuvo para mirarme y fue, en ese momento, en que pude ver sus pies desiguales en la hojarasca. —¡El chullachaqui! —grité aterrorizado y emprendí una loca carrera con dirección a mi canoa. Después de ese susto, abandoné la cacería de animales para siempre.
Puma: Nombre quechua del llamado león americano, felino más largo que el otorongo, pero más esbelto y de menor peso, que vive en los bosques andinos cálidos, templados o fríos, así como en la selva alta. Su presa preferida son los venados o tarucas, aunque devora también muchos mamíferos pequeños y aves. Sólo cuando está viejo ataca ovejas, cabras, gallinas, etc.
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EL TIGRILLO Y EL CHANCHO DE MONTE Hace mucho tiempo había muchos tigrillos, que se comían a todos los animales que encontraba en el monte y también en las casas. Por eso nosotros siempre estábamos bien alertas. Si nos descuidábamos ya se perdían las gallinas. Y al tigrillo le gustaban más las gallinas que otros animales y el tigrillo no se comía toda su carne de la gallina, sino sólo bebía su sangre y se comía su cabeza con toda su cresta y su pico. Pero una vez lo vi al tigrillo comiendo a un chancho de monte. Al verme ese gato no sabía qué hacer, pero conmigo estaba yendo un perro y el tigrillo al ver al perro se escapó, pero el chancho de monte ya estaba bien muerto y destrozado. Mi abuelo, todas las noches iba a cazar al monte y mataba a los tigrillos. Así desaparecieron los tigrillos. Ahora ya no se ve ni uno.
Florentino de la Cruz Rabel 1er grado Pampa Tigre (Chanchamayo - Junín) Cultivo de café orgánico: El valle de Chanchamayo produce un café exquisito, muy apreciado en el el mercado internacional. Pero ahora los consumidores exigen un café orgánico, producido sin fertilizantes ni pesticidas químicos, tanto porque atentan contra la ecología, como por ser cancerígenos. Los alumnos del CPED de Pampa Tigre, ecologistas y emprendedores, han asumido el reto de conducir una hectárea de café orgánico, cuyo precio en el mercado es casi el triple. La diferentes tareas las asumen organizados en grupos y por turnos.
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EL TIGRE Y EL OSO HORMIGUERO Un día se encontraron el tigre y el oso hormiguero, y el primero dijo al segundo: —¿Adónde vas, compadre? —Estoy yendo a pasear por allá —respondió el oso hormiguero. Entonces el tigre dijo: —Por favor, préstame tu cushma un momentito, compadre. Y el oso hormiguero inmediatamente se quitó la cushma y se la dio a su compadre tigre sin ninguna desconfianza. —En cambio, tú te vestirás con la cushma que es mía —le dijo el tigre risueñamente, al tiempo que le entregaba sus prendas de vestir, que el oso hormiguero sin darse cuenta se puso alegremente. Después de vestirse, el tigre a la carrera empezó a huir de su compadre. Al darse cuenta que ya le había robado con la astucia, el oso hormiguero corrió tras él, para alcanzarlo. Después de seguir una larga distancia a su compadre, y al darse cuenta de que ya no lo podría alcanzar, dejó de seguirlo y se puso muy triste. Según cuentan, la cushma del tigre antiguamente era puramente negra. Mientras que la del oso hormiguero era lujosa, pintada y con diseños. De esta manera se cambiaron las cushmas el uno con el otro. Ahí nació la enemistad que perdura entre estos dos animales hasta nuestros días, y por eso se pelean cada vez que se encuentran.
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Leyenda conibo-shipiba Recopilador y traductor: José Roque Shipibo-conibo-shetebo: Grupo étnico amazónico asentado en la cuenca del río Ucayali, en el departamento del mismo nombre. Cabe aclarar que los grupos conibo y shetebo han sido paulatinamente asimilados por el grupo shipibo original, aunque aún se reconocen algunas diferencias, de modo que por ello al referirse al grupo se usa este nombre compuesto. Sin embargo, para referirse a la lengua suele usarse sólo el nombre shipibo. Es una lengua hermana de lenguas como el cashinahua, amahuaca, cashibo, yaminahua, etc., con las cuales forma la familia lingüística pano.
LA CUCHARA MÁGICA DE LOS SAPOS
André-Marcel D´Ans (Relato en “La verdadera biblia de los Cashinahua”)
Cuentan los cashinahuas que, antiguamente, hubo una mujer que, llegada la noche, apenas oía el canto del sapo de verano bajaba al río y capturaba al cantor; lo llevaba a su casa y ahí lo cocinaba para comerlo. Un día, un enfriamiento repentino cayó sobre el bosque. Los sapos de verano casi no cantaban: un frío así desanimaba a cualquiera. Sin embargo, la mujer decidió ir al río e intentar capturar su presa acostumbrada. Tomó entonces una pequeña antorcha y descendió. Primero escuchó un cantito río arriba; luego, otro río abajo. Apagó su antorcha para no asustar al animal. Se acercó al sitio de río arriba donde primero había escuchado el canto del sapo. Esperaba oírlo de nuevo para poder localizar mejor al animal. De pronto, su acecho fue interrumpido por un hombre que luz en mano descendía hacia ella por el lecho del río. Todavía no se había repuesto de su sorpresa cuando vio que otro hombre, también provisto de una antorcha, venía de la misma manera, desde río abajo. Los dos hombres se encontraron justo frente a ella. —¿Has visto? —dijo uno de ellos. —Hay una mujer en la oscuridad. Y el otro la interpeló: —¿Qué haces aquí en lo oscuro? —¡Shit! ¡No hagas tanta bulla! He venido a cazar un sapo; lo he oído cantar por aquí, dijo ella. — ¡Ah! dijeron los hombres. —Justamente nosotros somos sapos . — ¡Qué tontería!, exclamó la mujer. —Sin duda ustedes también están porque quieren cazar sapos. — No—, insistieron ellos. —Somos realmente sapos y tú eres la que viene a cazarnos. Comprendemos que sufres escasez. ¿No tienes ningún hombre que vele por ti? La mujer se quedó muda, sin responder. — Bueno, poco importa, después de todo. Lo que nos interesa es no verte ya privada de alimentos para que termines de cazarnos sin piedad. Te vamos a hacer un regalo. En ese momento, uno de ellos le tendió una de esas grandes cucharas en forma de remo que nuestras mujeres emplean para remover el contenido de sus ollas. — Cuida bien este regalo y no digas una palabra a nadie. Si nuestro secreto fuese revelado un día, perdería inmediatamente su poder mágico. En efecto, bastaba sumergir la gran cuchara en el agua hirviente, pensando en un animal de la selva o en un pescado y, enseguida, jugosos trozos de la bestia imaginada aparecían en el agua. Ésta se transformaba así en el más apetitoso de los potajes. Hicieron una
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deslumbrante demostración allí mismo en la playa. Luego, tras recomendarle absoluta discreción, le entregaron la cuchara y la enviaron a su casa. Al comienzo, la mujer usaba la cuchara mágica con discreción. Daba de comer solamente a su esposo e hijos. Pero un día fue atacada por una ambición desmedida. — ¡Voy a dar de comer a todo este pueblo!, se retó. Entonces tomó un ollón enorme. Lo llenó de agua hasta el tope y trabajó todo el día ayudada por su cuchara mágica, hasta acumular una cantidad impresionante de manjares. Esa noche fue una verdadera fiesta. Todos sus paisanos se repletaron a reventar con todo lo que jamás imaginaron comer. Aunque ya no les cabía ni un bocado, los mates que tenían en la mano aún estaban semillenos. Entonces, asqueados por tanta comida, empezaron a tirarla al suelo. La mujer, ante tanto espectáculo, dijo: ¡Ah! ¿Ven cómo he logrado hacerles botar la comida? Y todo gracias a mi cuchara de sapo. ¡Soy la única en poder realizar este prodigio! - ¿De qué está hablando ésta? se preguntaron todos. No comprendemos nada. Explícanos . Entonces ella les contó la historia de su encuentro con los sapos en el río y del regalo mágico que le habían hecho. — ¡Increíble! ¡fantástico! Queremos ver. Usa delante de nosotros esa famosa cuchara mágica. Así, la mujer puso a hervir un poco de agua en una ollita. Exhibió su cuchara y la zambulló. Y bien hubiese podido seguir removiendo hasta hoy. Los sapos habían retomado su poder mágico y, naturalmente, nunca lo devolvieron.
Cashinahua: Grupo étnico amazónico, de cuyos 4 000 miembros la mayoría vive en territorio brasileño, y sólo la cuarta parte radica en territorio peruano, en las cuencas de los ríos Purús y Curanjá, en el departamento de Ucayali. Por extensión llámase así también a su lengua, que por su origen es hermana del shipiboconibo, formando ambas parte de la familia lingüística pano.
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EL MONO CHORO
Bautista Pisango Sande (Relato del grupo Achual del río Corrientes) Mono choro: Hermoso ejemplar de simio amazónico y peruano. El de color oscuro es más grande y corpulento, llegando a pesar hasta diez kilos, por lo que es cazado por los mitayeros, poniendo en peligro su existencia. El de color pardo es más pequeño y esbelto, pesando hasta cinco kilos. Su cola amarilla es distintiva. Se lo creía extinguido, hasta que se descubrieron sobrevivientes, hoy protegidos en el Parque Nacional del Río Abiseo y Alto Mayo, en el departamento de San Martín.
Mi padre solía contarlo. Hace mucho tiempo había mucha gente. Algunos no eran buenos cazadores. Otros eran como yo. Como cazan ahora con la pucuna, lo hacían entonces, y había un hombre casado que no era buen cazador. Entonces dijeron: —Vamos a hacer fiesta—, y se fueron a cazar. Andando por el monte, cazaron animales y ya estaban por regresar. Los cazadores que se habían ido después, ya habían cazado muchos monos choros y, algunos, habiendo cazado bastante, fueron a buscar a su cuñado. No lo encontraron. Por fin llegó él. Llegó sin haber cazado nada, aunque había tirado todos los virotes. Aunque había visto monos choros, no había cazado ni uno. Cuando él dijo: “No hay, no hay, no hay”, sus cuñados le dieron un mono choro nomás. Los otros cuñados se fueron otra vez a cazar, cuando los choros estaban más gordos. Yendo a cazar los choros gordos, llegaron al lugar donde estaban. Llevaron a su cuñado diciendo: “Ahora vamos a cazar”; pero él no cazó nada. Entonces su mujer se enojó. ¿Por qué será que mis hermanos son tan buenos cazadores, y tú no puedes cazar nada? ¿Acaso era cazador? ¿Cómo iba a cazar? Entonces, avergonzado, se fue y vio a unos monos choros. A los choros que estaban por ahí los seguía y seguía. ¿Cuánto tiempo los habría seguido? Él pensó: —Que duerman, y cuando duerman, voy a subir con un palo y pegándoles voy a matarlos. Entonces la luna no aparecía muy clara todavía. Cuando la luna brillaba, y los monos ya estaban durmiendo, se fue a la maleza grande. Entonces, ahí estaban durmiendo los choros. Yendo adonde estaban durmiendo los choros, ya había hecho una escalera amarrada con sogas, y piezándola con otra, subió por otra soga, y allí estaban los choros. Y pensando que iba a golpearlo por el cuello, pau, le falló el golpe, y derribó una galonera, que talán, talán se cayó abajo. Entonces, el dueño de esta maleza, el curaca de los choros, hablando como un hombre dijo: — ¿Quién está andando por aquí? ¿Quién está haciendo esto a mis
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animalitos? Entonces el hombre contestó: —Abuelito, yo lo hice. — ¿Por qué estás andando así? —Ya que no puedo cazar a tus hijos, estoy aquí para matarlos pegándoles con un palo— dijo. Entonces el curaca de los choros dijo: —Bájate de allí. No me tengas miedo. Lo que tengo aquí lo voy a preparar y te lo voy a dar para que lo tragues”. Porque había dicho: “No me tengas miedo”, el hombre bajó, y el choro le sopló humo de tabaco a la boca. Y le dijo: “Ahora cuando veas a una manada de choros, no los mates a todos. Cuando vayas a cazar mañana, caza tres no más. De otra manada de choros caza la misma cantidad —dijo. Entonces el hombre dijo: —Bueno—y haciendo exactamente como le había dicho, cuando amaneció vio una manada de choros y cazó tres, de otra manada de choros también tres, de otra manada la misma cantidad, y se los llevó. Y su esposa pensó “Mi esposo se habrá perdido” Y yendo a buscarlo ¡qué sorpresa! Aunque nunca había cazado así, el cazador trayendo la caza lo botó al suelo y dijo: —Aquí traigo la caza. Entonces la mujer dijo: —¿Por qué mi esposo se habrá convertido en un buen cazador?— y le preguntó: ¿cómo los has cazado? Cuando ella le preguntó cómo los había cazado, el hombre contestó: “No, no, yo solito los he cazado. Sufriendo los he cazado”. Y no quiso decirle cómo. El curaca de los choros le había dicho: “Si tú cuentas cómo te has convertido en un cazador, te vas a quedar como antes”. Por eso no quería decir nada. Entonces dijo: “Voy a ir otra vez. He dejado más choros”. Y se fue ganando a los otros cazadores. Haciendo una gran barbacoa estaba amontonando a los choros después de ahumarlos. Al día siguiente lo hizo igual. Ganando a los otros cazadores que antes habían cazado choros, él estaba haciendo montones, dicen. Él hizo cinco montones, mientras los que habían sido cazadores, desde antes solamente hicieron dos. Mientras su cuñado estaba haciendo más montones, ellos decían: “Ahora vámonos”, y se fueron. Mientras estaban regresando, una gran manada de choros estaba cruzando una quebradita. Entonces ellos dijeron: “A ver, ¿quién va a cazar el primer choro”. Mientras ellos estaban persiguiendo a los choros, él viroteó una, dos y tres veces y los mató solamente parado. Y cuando llegó su cuñado, que era tan buen cazador, él había matado sólo uno. Entonces, pensando: “¿Por qué me estará ganando mi cuñado?”, se enojó con él. Su cuñado pensó: “Está bien. ¿Por qué ha de aborrecerme?”. Entonces otra vez se quedaron en el monte. Otra vez dijeron: “Vamos a cazar bastantes animales”, y se juntaron para
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Achual o Achuar-shiwiar: Grupo étnico amazónico, asentado en la selva alta del departamento de Loreto cercana al Ecuador, entre los ríos Morona y Tigre. Llámase así también a su lengua, hablada por más de 5000 personas.
hacer fiesta. Entonces mientras se iban al monte, el guacamayo, que era brujo, le hizo daño al cuñado que se había convertido en cazador. Donde vivían los guacamayos, las crías estaban gritando en un árbol seco. Entonces este hombre, haciendo una escalera se hizo daño. Entonces el hombre dijo: “Cuñado, allá hay crías de guacamayo que se pueden agarrar fácilmente”. Y aunque el cuñado dijo: “dejémoslo”, él contestó: “De veras, cuñado, yo subo. Yo voy a agarrarlos. A tu hermana le gustan los guacamayos”. Entonces, mientras estaba haciendo una escalera para subir, ellos lo dejaron. “Tú solo, cuñado, agárralos. Y ven cuando los hayas agarrado. Yo voy a tirotear animales”. Diciendo esto lo dejaron solo. Entonces el hombre subió por la escalera. Y allá estaban los guacamayos gritando. Entonces él metió la mano al hueco. En este momento, algo como una boa agarró su mano y lo jaló a nuestro antepasado al hueco, dicen. Entonces éste tratando decir “Cuñado” dijo “Juu..., juu..., juu...” y ya se había convertido en sapo. Cuando pasó esto, sus cuñados ya se habían ido y estaban regresando a su casa. Y cuando llegaron, su hermana preguntó: —¿Qué han hecho con su cuñado? —Cuando mi cuñado dijo que fuéramos a agarrar guacamayos, yo le dije que iba a tirotear animales, y lo he dejado atrás. Tal vez venga ahora, dijo el cuñado. Pero, aunque lo esperaron hasta la noche, su cuñado no llegó. Cuando no vino al día siguiente, su mujer dijo: —Ustedes son unos malvados, y no lo dicen porque lo han matado—, y poniendo masato en una olla*, aunque su esposo quiso decir”Taa”, como se había convertido en sapo dijo “Juu..., juu..., juu...”. Entonces, cuando su mujer vio la escalera, que se había quedado arrimada a un árbol, ella pensó “aquí le ha ‘‘pasado algo a mi esposo”. Y diciendo “¿qué será?” subió. Pero él, en vez de decir “Aquí estoy” dijo “Juu..., juu...”. Entonces, botando el masato y dejándolo en el monte, llegó a donde estaban sus hermanos y les dijo llorando: “¿Por qué han hecho esto? Ustedes me han engañado. ¿Quién haría algo semejante a su cuñado? ¿Qué clase de gente son ustedes? ¿Qué ha hecho él para que ustedes le hagan tal cosa?” Así le pasó. Mi tío Tsaangku así lo contaba a sus hijos diciendo: “Así le pasó a mi antepasado”.
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ISHYAN, EL HOMBRE PEZ Había una vez un hombre llamado Ishyan que, por sobre todas las cosas, amaba anzuelear. Un día, dedicado a su pasión, lo sorprendió una lluvia torrencial. Las aguas, al subir, empezaron a cubrir los pies del pescador. Él estaba muy concentrado en su pesca y entonces el agua le llegó a los muslos, a la cintura... al pecho, ¡al cuello! ¡No hizo un solo gesto! La creciente ganó sus ojos; lo sumergió. Pronto su cabeza también desapareció bajo el agua. Entonces, el pescador se transformó en pez. Al cesar la lluvia, sus paisanos lo buscaron, pero fue en vano. Un día, uno de sus antiguos compañeros, llegando en canoa, vio un pescado que se doraba al sol, sobre una piedra chata. Al aproximarse, su sorpresa casi lo hace caer de la canoa: ¡el pez cantaba! y en él reconoció a Ishyan, el pescador perdido.
André Marcel D´DANS (de La verdadera Biblia de los Cashinahua.) Boquichico: Cierto pez comestible que abunda en los ríos amazónicos.
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EL AÑUJE Y EL CAMPESINO
Katipsa Ayala Cachique 1er grado Pampa Tigre (Chanchamayo - Junín)
Hace muchos años en Pampa Tigre aconteció que cierto día un campesino se encontraba muy molesto porque su sembrío de yuca se iba perdiendo cada día. Él pensaba que eran personas que le robaban, hasta que un día decidió cuidar y se alojó en una chocita provisional para pernoctar. En la noche, su esposa siempre le llevaba sus alimentos, hasta que una noche, cuando se estaba quedando dormido, sintió que alguien rascaba con fuerza la tierra. Las plantas se movían con fuerza. Grande fue su sorpresa al ver que se trataba de un añuje que estaba comiendo la yuca. En ese momento extrajo su escopeta y le disparó un tiro hiriéndole una pata. Arrastrándose varios metros del lugar, el campesino se le acercó para dispararle otro tiro. El añuje —dando gritos de dolor— dijo: “No me maten, no me maten. Por favor, yo solamente lo hago por hambre, no soy un ladrón”. El campesino quedó sorprendido al escuchar esa vocecita aguda que le suplicaba por su vida. Y el campesino dijo: “Ya no te voy a matar más”. Arrepentido, el campesino alzó entre sus brazos al añuje. Vio que de los ojitos del animalito brotaban lágrimas y de su patita manaba abundante sangre. Lo llevó a su casa gritando: “El cuerpecito se nos muere. Ayúdennos, por favor”. Todos los vecinos salieron de su casa para socorrer al animalito. En ese momento lo llevaron al veterinario. Pasaron varias semanas y, para superar los problemas, decidieron establecer como regla la siguiente: Siembra para el vecino, para el forastero y para ti. El campesino, conmovido por lo sucedido, con arrepentimiento hizo una promesa: “Nunca más dañaré a un animalito indefenso, porque ellos, como nosotros, también tienen derecho a vivir”. Y así todos ellos tuvieron abundante producción y vivieron felices.
Añuje: Roedor amazónico, sin cola, del tamaño de un conejo o liebre, muy apetecido por su carne, de consistencia y sabor parecidos a la del cuy. Se alimenta de yuca, por lo que es fácil cazarlo con trampas en los yucales de las chacras, donde causan grandes daños. En la selva de Cusco, Puno y Madre de Dios se le llama siwayro.
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LA CULEBRA VENENOSA Había una vez dos hombres que se llamaban Gregorio y Juan. Eran amigos y fueron a la chacra de uno de ellos, paseando, conversando, distraídos, sin fijarse bien por donde caminaban. De pronto se encontraron con una serpiente entre la hierba. Era muy grande, gruesa, de colores muy bonitos, y le picó a Gregorio en la pantorrilla y luego huyó deslizándose velozmente. Juan empezó a gritar: —¡Amigo, amigo! Con gran susto empezaron a correr a su casa gritando: —¡Auxilio, auxilio! —¡Ayúdennos, ayúdennos! Y nadie los escuchaba. Gregorio comenzó a sentirse cansado, tenía fiebre y la pierna se le comenzó a hinchar. Entonces Juan tuvo que llevarlo cargado a su casa, y luego con ayuda de la gente lo condujo a la posta médica y ahí le dieron medicinas, pero el picado seguía enfermo, estaba mal, se sentía cada vez peor. Entonces su amigo y su familia, con desesperación lo llevaron a La Merced, al hospital. Pero Gregorio no sanó. Luego de dos días murió y todos se pusieron muy tristes.
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Julián Luis Castillo Góngora 1er grado Pampa Tigre (Chanchamayo - Junín) Cultivo de piña: Como todos sabemos, la piña es una deliciosa y fragante fruta, abundante y barata hasta en ciudades de gran altura como Puno o Cerro de Pasco. Aparte de su sabor delicioso y sus propiedades nutritivas, también se utiliza mucho en la medicina natural como diurético. Por todas estas razones, los alumnos del CPED Pampa Tigre cultivan esta fruta, asumiendo por grupos y turnos las diversas responsabilidades de la plantación, deshierbe, cosecha y comercialización.
LA LECHUZA UKUTUNKI En la selva las lluvias son diarias y copiosas desde diciembre hasta febrero. En esa temporada es muy difícil y agobiante caminar por el bosque y resulta peligroso navegar en los ríos, cuyas aguas corren crecidas, turbulentas y turbias. La gente de los bosques amazónicos no sale entonces a cazar ni pescar, y se alimenta de las gallinas y patos que cría y de lo poco que cosecha de la
Relato Machiguenga Elmo Ledesma Zamora
chacra más cercana y segura. Durante esos meses, hombres, mujeres y niños permanecen largas horas bajo techo. Pero no se quedan ociosos viendo y oyendo llover. En esos días hilan, tejen hamacas, bolsos o canastas, y fabrican o reparan sus utensilios y herramientas. También producen entonces las artesanías que meses después venderán a los turistas y a los intermediarios que las llevan a revender en las ciudades. En esas ocasiones, sin dejar de trabajar, la gente de los bosques conversa largamente y los ancianos cuentan historias del lejano pasado. Historias de cuando no había radio ni avioneta, ni pequepeque, ni escuela, ni ollas de aluminio, ni fósforos, ni lámpara de querosene, ni linterna de pilas, ni escopeta, ni machetes y hachas de acero. Hablan del tiempo en que tenían que hacer hilos de algodón silvestre o usar fibras de algunas hojas para elaborar sus telas. El tiempo en que para coser sus vestidos tenían que fabricar sus agujas usando huesos y espinas. Cuando cada familia fabricaba todos los objetos que necesitaba. Para hacerlos usaban arcilla, madera, varas, semillas, fibras vegetales, piedras, huesos y aun escamas de grandes peces, y para encender fuego frotaban
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largo rato con fuerza dos palos secos, hasta que éstos se calentaban, comenzaban a humear y se encendían. Así era en los tiempos antiguos a que se referían sus relatos. Uno de esos relatos es el de la lechuza Ukutunki, que escuché una tarde lluviosa de febrero de 1986 a un anciano machiguenga en un caserío a orillas del Urubamba. Fue un relato hecho en un castellano muy interferido por la lengua indígena, pero con una gracia, naturalidad y autenticidad que no puedo reproducir, por lo cual lo escribo a mi manera: Según aquel machiguenga, en tiempo de los tatarabuelos de los bisabuelos de los abuelos de sus papás, la lechuza Ukutunki podía transformarse en ser humano. Decía que si la lechuza era macho se volvía hombre, y que si era hembra se volvía mujer. Su transformación era muy buena, casi perfecta. Sólo los brujos muy poderosos podían descubrir si una persona machiguenga era lechuza o gente de verdad. Para saberlo, el brujo primero observaba a toda la gente de la comunidad, para descubrir quiénes miraban de modo raro, quiénes tenían los ojos muy abiertos, y quiénes podían sostener su fuerte mirada. Para él, todas esas personas eran sospechosas de ser lechuzas. Pero, claro, no todas lo eran. Por eso, luego el brujo averiguaba con disimulo cuáles de ellas demoraban mucho en dormirse en las noches o si se despertaban y levantaban a medianoche. Así tenía que escoger a las siete personas más sospechosas. Después, cuando ya tenía esa información, el brujo se aislaba largas horas y al llegar la noche tomaba ayahuasca. Entonces invocaba a Ukutunki, el Espíritu de la Lechuza, para preguntarle en cuál de esas siete personas estaba convertida. El brujo, alucinado por la ayahuasca, veía y escuchaba a la lechuza Ukutunki, pero ésta no le contestaba de inmediato. Para responderle, Ukutunki le exigía que le hiciera las preguntas siguiendo ciertas reglas, que eran las siguientes: Primero: el brujo debía dividir en dos grupos los nombres de los siete sospechosos. Segundo: debía referirse a cada grupo de sospechosos, y preguntarle del modo siguiente: Ukutunki, ¿estás convertida en alguna de estas personas cuyos nombres son los siguientes...? Tercero: Al responder, Ukutunki siempre diría la verdad. Cuarto: Su respuesta siempre sería: “Entre éstas estoy” o “Entre éstas no estoy”.
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Machiguenga: Grupo étnico amazónico que se llama así mismo matsigenka, que significa gente indígena. Radica en el Alto y Bajo Urubamba ysus afluentes, y en los afluentes de la margen izquierda del Alto Madre de Dios. Por extensión, llamamos así a su lengua, aunque ellos la llaman niaganstsi, que significa precisamente nuestra lengua y palabra,la cual está emparentada con las lenguas campas, formando parte de la familia lingüística Arahuaca. Camisea, el tan mentado yacimiento de gas natural, está en su territorio. Este grupo étnico amazónico está formado por unos diez mil habitantes.
Quinto: Una vez que la Ukutunki identificaba al grupo entre cuyos integrantes estaba transformada, el brujo dividiría el grupo señalado convirtiéndolo en dos subgrupos menores y volvería a hacer la pregunta Ukutunki, ¿estás convertida en alguna de las personas llamadas ....? y aquí mencionaba sus nombres. Sexto: la lechuza sólo respondería hasta tres veces. Sétimo: si entre las siete personas seleccionadas como sospechosas por el brujo ninguna era una lechuza convertida en ser humano, entonces el brujo era castigado convirtiéndose él mismo en lechuza durante siete años. Por eso, los brujos machiguengas eran muy prudentes antes de sospechar si una persona era una ukutunki disfrazada. Por eso también se fijaban mucho con disimulo en los ojos de todas las personas y siempre andaban averiguando qué hacían en las noches.
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EL PÁJARO DORMILÓN Con el nombre de tuco conocen en todo el anexo de Bajo Kimarini a un pájaro nocturno de plumaje terroso que no tiene nido. Solo cuando siente frío hace su nido y a través de su canto dice: “Mañana voy a hacer mi casa. Mañana sin falta la voy a hacer”. Sin embargo, llega el día siguiente y el tuco olvida su promesa, no hace su casa. Ni siquiera empieza a construirla. Por el contrario, se duerme en cualquier rama. Los otros pájaros le desprecian. Le dicen haragán y dormilón. Pero él se ríe de que le consideren así. Se dedica sólo a comer, a volar de aquí para allá, por gusto, vagando, canta su canción y dormita. Sólo cuando la lluvia y el frío de la noche lo afectan, el muy tío se lamenta y chilla a los cuatro vientos. Pero, cuando pasa la noche y llega el día o deja de hacer frío, el tuco bohemio se ríe de todo y de todos. Así es. Siempre ha sido así. Ya está acostumbrado a esa vida.
Ener Castillo Navarro 1er grado Pampa Tigre (Chanchamayo - Junín)
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CÓMO FUE DESCUBIERTA LA GIMEKA (LEYENDA DE LA APARICIÓN DE LA YUCA)
Los piros antiguos no conocían la yuca. Solamente se alimentaban con plátanos, preparándolos de distintas formas: asados, hervidos, crudos o disueltos como refresco o en chicha. Pero esta alimentación era deficiente. Por eso los piros tenían que salir cada día al monte a buscar frutas, hojas y raíces que remediaran esa deficiencia. En cierta ocasión, un piro salió al monte a buscar alimentos vegetales. Buscaba y rebuscaba en los árboles y debajo de la tierra, pero sin encontrar nada. Hambriento y decepcionado se sentó en la orilla de una quebrada a pensar en su desdicha. De pronto oyó un ruido que parecía articular una palabra. El piro entendió “GIMEKA”, que en castellano significa “yuca”. Miró y vio una sachavaca, que caminaba dentro de la quebrada. Quiso seguirla con las flechas. Pero, cuando iba a dispararle, la sachavaca volvió a estornudar, diciendo. “gimeka”. El piro se asustó. Pero observó que el animal movía la cabeza adelante y hacia atrás, como para indicarle que siguiera sus pasos, repitiendo “gimeka”, “gimeka”... O sea, yuca, yuca...Ya no intentó dispararle, sino que se fue detrás de ella. La sachavaca entró en una gran chacra, limpia de maleza, y en ella crecían unos palos con hojas, en forma de arbustos. Por el centro de la chacra cruzaba un camino amplio y limpio. Por este camino llegó a una casa. Era la casa de la sachavaca. Allí había varias sachavacas grandes y pequeñas, pintadas y negras... A un lado se veía un montón de yucas sin pelar, en otro lado una candela con rajas de yuca asándose y una olla en que hervían más yuca. Más allá había una tinaja con masato o chicha de yuca. La sachavaca invitó al piro a comer yuca asada y sancochada y a tomar masato. El piro comió y tomó. Le pareció muy agradable todo. La sachavaca le entregó varias yucas crudas, y una olla de masato para que las llevase a los piros; y le dio también una carga de palos de yuca para que sembrase en su chacra. El piro, muy contento, recibió los encargos, le agradeció y emprendió el viaje de retorno. Estaba así solucionado el problema de la alimentación. Plantaría yuca, la propagaría entre sus paisanos, y habría comida y bebida todo el tiempo.
Leyenda del Pueblo Piro Recopilador: Ricardo Álvarez O.P.
Mientras caminaba, iba diciendo: Gimeka, gimeka, gimeka... para que no se la olvidara el nombre de la planta. Pero al querer entrar en una quebrada resbaló, cayó y tanto volvía a recoger las cosas y a levantarse, se le olvidó el nombre de la yuca. Fue de nuevo a la casa de la sachavaca a preguntársela y vino rápidamente repitiendo el
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gimeka, gimeka. Volvió a resbalar y a caer en el mismo sitio, y también se le fue el nombre. Otra vez regresó a la chacra de la sachavaca para que le repitiera el estornudo. La sachavaca se lo dice por tercera vez. El piro quiere tomar otro camino para evitar el resbalarse, pero llega a pisar un palo húmedo y se resbala, cae y olvida el nombre de gimeka. Pero, por vergüenza, no volvió a la casa de la sachavaca. Por fin el piro llegó a su casa. Le esperaban su mujer e hijos, impacientes y con hambre. El piro les mostró los tubérculos, los palos, el masato... Les habló de cómo los adquirió y les explicó cuántas comidas se pueden hacer con ellos. La mujer, contenta y admirada, exclamó: “GIMEKA”. Entonces recordó el piro que el nombre que su mujer le puso era el mismo que estornudaba la sachavaca. Desde entonces se llamaría “gimeka”, yuca. Nadie olvida este nombre. El piro hirvió una parte de la yuca, otra la asó y de otra hizo masato. Dio de comer y de beber a su familia, e hizo probar a los demás piros del caserío. A todos les gustó. Inmediatamente plantaron los palos de yuca. La yuca creció y se propagó. Por eso en el día de hoy no les falta a los piros la yuca para comer y para el masato. Gracias a la sachavaca.
Piro: Grupo étnico amazónico llamado así por los hispanohablantes, pues sus miembros se identifican entre sí por el nombre yiné o yiné-piro. Están asentados en la boca del río Cushabatay (afluente del Ucayali, en el departamento del mismo nombre), en el Bajo Urubamba, en los departamentos de Ucayali y Cusco, en el río Manu y sus afluentes de la margen derecha, y en el río Acre en el departamento de Madre de Dios. Sus miembros suman entre 3 500 y 4 000.
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EL PUMA Y EL SOLDADO
José Luis Jordana (Mitos e historias Aguarunas)
El puma es un animal muy grande. Es del tamaño de una vaca. Mejor dicho, su cuerpo es parecido a una sachavaca. Es un animal muy inteligente. Sabe construir casa igual que los hombres. Sabe trabajar la chacra, cultivar y sembrar. Pero es un animal muy peligroso. Cuando ve un hombre, le mira entre ojos. Persigue a los hombres. Y los mata. Y los come. También sabe comer sajino y sachavaca. Corre mucho, más que ningún otro animal. Una vez había un puma que estaba echado en el suelo descansando. Este puma tenía su chacra. En la chacra del puma había toda clase de frutas sembradas: naranjas, piñas. Plátanos, caimitos y mangos. Un día llegaron varios soldados. Unos venían a cortar árboles con hacha. Buscaban cedros para después cortar tablas de madera para construir casas y botes. Otros soldados buscaban árboles de jebe para enjebar sus botas de viaje. Y un soldado se fue lejos por el boque en busca de mitayo. Y caminando, caminando, el soldado llegó a una chacra muy grande. Había abundancia de plantas y de frutas. Y el soldado tenía mucha hambre. Y, entrando a la chacra, agarró un caimito y se lo comió. Y después iba a cortar plátano de seda. Pero esa chacra era del puma. Y el puma estaba escondido, observando al soldado que agarraba caimitos. Y el soldado vio de pronto también al puma. Se asustó. El soldado temblaba de miedo. Cortó dos palos y los puso en forma de cruz clavándola en la tierra. Y en esa cruz de palo colgó su camisa y su pantalón. Y encima puso su gorra de soldado. En forma de hombre lo hizo. Igual que hombre lo dejó para que asuste al puma y no avance. Y el soldado se marchó corriendo al campamento a avisar a sus compañeros. Y les gritaba: —¡He visto a un puma! Estaba en una chacra. ¡Tenemos que marcharnos rápido! ¡Puede venir y matarnos! ¡El puma es peligroso! Y los demás soldados no le hacían caso. Y le hacían bromas: —Seguro por miedo te has regresado. No nos engañes. Y el soldado que había visto el puma les volvía a decir: —¡He visto al puma! ¡He visto al puma! ¡No los engaño! Digo verdad. Hay que ir rápido a otra parte para que nos salvemos. Si nos quedamos aquí nomás, vendrán los pumas cuando estemos dormidos y nos van a caer toditos. Y los otros soldados no le querían creer. Y le decían: —Estás mintiendo. Aquí en esta zona no se encuentran pumas. Tal vez en sueños hayas visto. Mejor vete a matar sajino para que podamos comer alguna cosa. —Si no matas nada, te vamos a castigar. Tú estás hablando por gusto. Quieres asustarnos. ¿No será que has confundido a un sajino con el puma?-le decía un sargento. Y siguieron trabajando jebe y cortando cedro sin hacer caso al soldado.
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Llegó la noche. Todos los soldados se fueron a dormir. Menos el soldado que había visto al puma, que se subió a un árbol llevando su fusil y su puñal. Y cuando los soldados dormían tranquilamente, vinieron los pumas al campamento. Eran bastantes. Entraron rompiendo el cerco que rodeaba el campamento. Y mordían en sus cabezas a los soldados. Los pumas gritaban como si fueran vacas. Y los comieron a todos los soldados. No dejaron ni los huesos. Solamente quedaron las frazadas tiradas por el suelo. Y los pumas habían contado a todos los soldados. Y se dieron cuenta de que faltaba un soldado. Y lo buscaban por todas partes. El soldado estaba subido en lo alto de un árbol. Tenía su fusil y su puñal. El soldado, cuando subió al árbol, se llevó yuca y plátano maduro. Ahora estaba haciendo su barbacoa para que pueda dormir. El soldado había visto cómo los pumas terminaban con todos sus compañeros. Y lloraba diciendo así: —Yo les había avisado. ¡Yo vi al puma! ¡Yo vi al puma! No me quisieron creer. Ahora toditos han muerto. Los pumas acabaron con todos. El puma venía buscando al soldado que faltaba. Miraba por todos lados. Ya se iba a regresar el puma, cuando vio al soldado subido a un árbol. Y el puma también sabía subir a los árboles. Y empezó a subir adonde estaba el soldado. Y el soldado, con valentía, le clavó el puñal en su garganta. Luego le disparó bala con su fusil. El primer disparo no le entró. El segundo disparo le entró y le mató. Así terminó el soldado con el puma. El puma se soltó del palo y cayó a tierra. El soldado se bajó del árbol y le cortó el rabo al puma muerto. Y se fue corriendo al río para que no le persiguiera otro puma. Llegó adonde estaba amarrado el bote de los soldados. Soltó su soga y lo empujó al centro del río. Ya estaban llegando los otros pumas a matarle. Pero el soldado se escapó con su bote salvando su vida. Y se fue a su casa y avisó a sus familias y a sus amigos que él había matado al puma. Y para que no dijesen que era mentira, les enseñaba el rabo del puma que él había cortado con su puñal. En Iquitos piensa la gente que al puma nadie lo puede matar. Que a ese animal solamente con bombas se le puede exterminar.
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EL PICURO O MAJÁS, LA HUANGANA Y EL RONSOCO
Hérbert H. Arévalo Bartra (Lecturas Amazónicas) Huangana: Especie de jabalí o cerdo silvestre, más grande y corpulento que el sajino, pero igualmente de carne magra y agradable que se come en muchas formas. Suele avanzar en piaras que arrasan cuanto de comestible hallan.
El picuro o majás había decido sembrar maíz en su chacra. Pero como la tierra estaba muy dura, le resultaba difícil abrir los hoyos. “Buscaré ayuda” —pensó, y se dirigió a la casa del ronsoco. —Amigo -le dijo—, ¿puedes ayudarme a sembrar maíz? —Claro que puedo, pero trabajaré sólo de noche. —Gracias —dijo el picuro o majás muy contento— Entonces yo trabajaré de día. En cuanto a la forma de pago, el ronsoco pidió la mitad de la cosecha. Al picuro o majás no le gustó mucho aquella condición, pero la aceptó. —¡De acuerdo! Te esperaré al anochecer. Mi chacra está junto a aquellos estoraques que ves desde aquí —le dijo—, señalándole el lugar. Y despidiéndose del ronsoco se dirigió al río, donde encontró a la huangana que, como todos los días, estaba bañándose. —Huangana —le dijo—, quiero que me ayudes a sembrar maíz. Yo trabajaré de noche y tú de día. Y como pago de tu trabajo te daré la mitad de la cosecha. La huangana aceptó la propuesta y se dirigió a la parcela, donde de inmediato comenzó a trabajar. El picuro o majás, luego de contemplar un rato el trabajo de la huangana, se retiró a su guarida, diciendo que volvería al anochecer. Cuando comenzó a oscurecer, el picuro o majás volvió a la chacra. La huangana ya se había retirado y se acercaba el ronsoco. —Te felicito por tu puntualidad. Mira cuánto he trabajado ya —dijo, dirigiéndose al ronsoco. —Es increíble —respondió el ronsoco—. No me imaginé que tú fueras capaz de abrir tantos hoyos en tan poco tiempo. —Aunque me ves tan pequeño, pero soy muy ágil y trabajador—. Y diciendo esto se retiró a dormir. Muy temprano llegó la huangana y no podía creer lo que veía. La chacra estaba casi lista. Y dirigiéndose al picuro o majás que en ese momento también llegaba, le dijo: —No entiendo cómo has podido sembrar tanto. —¡Muy fácil! Ni siquiera he tenido que esforzarme tanto —respondió
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el picuro o majás. El ronsoco y la huangana regresaron al monte para esperar la cosecha. Llegado el día, el ronsoco fue el primero en buscar al picuro o majás. —Amigo picuro o majás —le dijo—, ¿cuándo vamos a cosechar el maíz? —Discutamos primero qué vamos a hacer con la cosecha. —¿Qué? ... ¿Tal vez intentas incumplir tu palabra? —¡No! —exclamó el picuro o majás, haciéndose el ofendido.—. Si nos repartimos la cosecha en partes iguales, nos tocará muy poco a cada uno. Mejor sería que uno de los dos renuncie a su parte. —¿Y quién renunciará a su parte? —El que tenga menos fuerza. El ronsoco mirando fijamente el cuerpo pequeño del picuro o majás dijo: —¿Y cómo probaremos nuestras fuerzas? —Fácil. ¿Ves esa soga larga? Toma una punta y yo agarraré la otra y me iré lo más lejos posible. Cada cual empezará a jalar la soga con mucha fuerza. Quien jale más fuerte se quedará con toda la cosecha, ¿de acuerdo? El ronsoco, volviendo a mirar el cuerpo del picuro o majás, esta vez más fijamente, aceptó la propuesta. —Bien —dijo el picuro o majás—. Toma una punta de la soga. Y cuando yo grite “¡Listo!” comienza a jalar. El ronsoco pisó fuertemente la soga con sus patas delanteras, mientras el picuro o majás corría adonde se encontraba la huangana. Le dijo lo mismo que al ronsoco y le entregó la otra punta de la cuerda. El ronsoco y la huangana empezaron a tirar de la soga, cada uno por su lado. Mientras tanto el picuro o majás cosechó todo el maíz y lo guardó en un lugar bien seguro.
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Picuro: Roedor amazónico más grande que el añuje, pero no tanto como el ronsoco. Como estos dos, es apreciado por su exquisita carne, parecida a la del cuy. También se le conoce con el nombre de majás.
EL TIGRE NEGRO Y EL MONO BLANCO
Nilton Condezo Sánchez 1er grado Pampa Tigre (Chanchamayo - Junín)
El tigre negro, el más feo animal de la selva, buscaba un lugar para construir su casa y lo encontró junto a un río. Al mono blanco, el más tímido de los animales de la selva, le pasó una cosa igual y, por coincidencia, eligieron el mismo lugar donde abundaban árboles junto a un río caudaloso. Al día siguiente, antes que saliera el sol, el mono blanco cortó la hierba y los árboles. Después se fue y de pronto llegó el tigre negro que, al ver al mono, exclamó: —Eres un buen amigo que ha venido a ayudarme a trabajar, pues ahora trabajaremos juntos para avanzar nuestro trabajo. El tigre y el mono construyeron la casa haciendo mucho ruido. —Ahora que ya está lista nuestra casa la dividiremos en dos partes, un cuarto para ti, el otro cuarto para mí. Y el mono blanco dijo: —¿Quieres que vivamos juntos? —Sí. —Si vivimos juntos, un día irás a buscar comida y el otro día iré yo, dijo el tigre. El mono blanco se fue en busca de comida y volvió a la medianoche, cargando plátanos y los arrojó al lado del tigre negro diciendo: —Toma, tigre negro, cocina la comida. —No cocinaré tus horribles bananas. Si quieres, cómetelas tú, mono asqueroso— dijo, porque no le gustaban los plátanos y agregó: “Ahora me toca a mí. Iré en busca de comida, de verdadera comida”. El mono blanco, contento, esperaba que el tigre negro le traiga su comida preferida, pero el tigre sólo le trajo carne, como venganza porque el mono sólo trajo plátanos a casa. El mono blanco, renegando, fue a buscar comida sin esperar las ganas del tigre. Y así fue pasando todas las veces. Cansados los amigos que tanto tiempo pasaron juntos y siempre contradecían sus gustos y necesidades de ambos, decidieron vivir aparte y cada uno por su cuenta. El día que se despidieron desamarraron la casa. “Para nadie”, dijeron, para que nadie se pudiera quedar con la casa. Después de un largo tiempo se volvieron a encontrar: —Hola, querido míster mono blanco, ¿cómo te ha ido vivir solo? —Bien, aunque no acompañado por ti, pero acompañado de mi mona lo pasé mejor, ja, ja, ja. Y cada uno sabía la dirección de su casa y siempre se fueron a visitar y desde ese momento vivieron felices, cada uno en su casa.
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EL OSO Y EL CAZADOR En el año mil novecientos cincuenta y cinco llegaron los primeros pobladores a un lugar que tenía una pampa entre los montes. Talaron los árboles y sembraron plantas como maíz, yuca, plátano y café. Pasaron los meses y las plantas produjeron, pero los animales comenzaron a comerse los choclos, las yucas, los plátanos y otros productos que habían sembrado. Lo hacían muy astutamente, sin dejar huellas. Sólo arrancaban lo que les gustaba. Las personas se dieron cuenta de que algo pasaba con los frutos, porque no cosechaban nada. Pero no sabían quién se los comía. Sin embargo, poco a poco se dieron cuenta de que eran osos. Osos que comían frutas. Eran unos osos negros que tenían pelo blanco alrededor de los ojos-. Las personas se reunieron para matarlos a los osos y ni uno de los campesinos dejó de ir solo de su casa al maizal. Y un hombre llegó a su chacra y se escondió en una mata de plátano y vio que llegó un oso al maizal y comenzó a arrancar las mazorcas de maíz. Las amontonaba, las pelaba y se comía los choclos tiernos y jugosos. Era un oso enorme, negro, con pelaje blanco alrededor de los ojos. El hombre al ver al oso sacó su escopeta y le quiso matar disparándole un tiro. Pero no salió el tiro. A lo mejor el cartucho estaba pasado o mojado o el gatillo no funcionó. Entonces el oso lo oyó, volteó la cabeza y lo vio y se fue hacia él. El hombre se asustó y gritó y entonces los vecinos lo oyeron y fueron corriendo a ayudarlo a matar al oso. Corriendo y gritando, los campesinos lograron matar entre todos al enorme eso de anteojos. Desde ese tiempo la gente denominó a ese lugar con el nombre de Pampa del Oso, porque es pampa y había bastantes osos. Por eso.
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Diana Cusi Dávila 3er grado Pampa Tigre (Chanchamayo - Junín)
LA LEYENDA DE LOS CUATRO HOMBRES
Marilin Cusi Dávila 3er grado Pampa Tigre (Chanchamayo - Junín)
Hace muchos años, cuatro hombres de la sierra habían llegado a una selva llamada Perené. En ese lugar adonde llegaron vivían dos campesinos que eran agricultores. Al llegar donde el campesino, preguntaron dónde podrían encontrar un buen terreno para trabajar. —Por ahí, no muy lejos, hay una pampa con pocos árboles—, les dijeron los dos campesinos, y uno de ellos agregó: —Cierto día yo llegué a un lugar parecido, que era una bonita pampa y crecía muy bien todo lo que uno sembraba. En esa pampa había muchos animales salvajes. Se quedaron muy pensativos los hombres de la sierra. Uno de ellos dijo: —Sería bueno que usted nos lleve a conocer. El campesino dijo: “Claro, cómo no. Vamos a llevar motosierra, y hacha para poder abrir el monte”. Entonces fueron allá. Cargando todas sus armas y herramientas pasaron montes y montes. Desde que llegaron al lugar vieron que ahí había animales salvajes. Buscaron un sitio para descansar, porque se habían hecho tarde. Cuando estaban durmiendo al pie de una palmera, oyeron gritos de animales temerosos. Ellos se asustaron, porque se dieron cuenta de que había cerca un tigre, pero éste se asustó también y se fue lejos de ellos. Se quedaron alerta y, apenas amaneció, empezaron a trabajar para limpiar el terreno. Un día rozaron tres hectáreas. Y al día siguiente, igual. Entonces, en primer lugar empezaron a sembrar. Uno de los hombres opinó: —Sembremos plátano, piña y otras frutas más. Entonces el campesino dijo:
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—Claro, vamos a hacerlo. Empezaron a sembrar. Pasó el tiempo y ya tenían sus casas y sus cultivos. Se dieron cuenta de que los esperaba todo un futuro de abundancia y felicidad. Y, a los hombres que comenzaron a llegar, ya les vendían terrenos, casas, chacras. Y así fueron aumentando los pobladores y se formó un caserío y el pueblo que ves ahora. Entonces, un día los cuatro hombres convocaron a una asamblea para ponerle nombre al lugar, porque hasta entonces sólo la llamaban “la pampa”. Uno de los hombres recordó que cuando recién llegaron a vivir ahí había muchos tigres. Siempre estaban todos con miedo de que les comiera a una de sus criaturas, como ocurrió después en dos ocasiones a familias recién llegadas. Entonces uno de los cuatro hombres dijo: —Sería bueno que le pongamos el nombre de Pampa Tigre. Todos estuvieron de acuerdo con él. Por eso, hasta hoy nuestra comunidad se ha quedado con el nombre de Pampa Tigre.
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LOS DOS TIGRES Y LOS DOS COMPADRES
Vanessa Acosta Aldava 1er grado Pampa Tigre (Chanchamayo - Junín) Crianza de TILAPIA: Este es un pez del valle de Chanchamayo, selva alta de Junín. Su carne es muy agradable y nutritiva. Su crianza es bastante fácil, pues lo único que necesita son pozos con fondo de lodo. Se alimenta de termitas o comejenes que abundan en la zona. Los alumnos del CPED de Pampa Tigre están organizados para esta actividad en cuatro grupos de cinco integrantes cada uno. Cada grupo se encarga por turnos de buscar en el bosque cercano los panales de comejenes. Luego de varios días de regar dichos nidos con abundante agua, las termitas crecen, engordan y adquieren un color blanco y textura suave, muy apetecido por los peces, igual que por los animales domésticos. Cuentan con la asesoría de técnicos del Ministerio de Agricultura.
En aquellos tiempos, a mediados de la década del 70, vivía en el anexo de Villa Moreti un señor llamado Antonio. Este señor tenía más de treinta carneros, y un día los dejó en un pastizal y se fue a trabajar a su chacra. Cerca al atardecer, fue a juntar todas sus ovejas y quedó sorprendido al notar que le faltaban tres carneros. Con preocupación y tristeza fue a buscarlos, pensando que andaban por ahí cerca. De pronto, caminando, vio rastros de sangre y huellas parecidas a las de felinos. El hombre se preguntó: “¿Qué animal podrá ser?” Estaba sorprendido y desconcertado y regresó lleno de amargura adonde había dejado al resto de su ganado. En el camino se encontró con su compadre Juan y le preguntó: “¿No habrás visto, compadre, a mis tres carneros?” Y éste le contestó: “No, compadre, no los he visto. No se volvieron a ver huellas como las de los felinos y sólo había comentarios entre los vecinos, quienes decían que sus carneros se habían perdido. Un día, los compadres Antonio y Juan echaron su ganado en el mismo pastizal, pero ellos vigilaban ocultos desde una parte alta. De pronto vieron aparecer dos enormes tigres que se acercaron rugiendo hacia el ganado. En ese momento los compadres Antonio y Juan alertaron gritando a los vecinos y todos salieron con palos y piedras. Algunos sacaron escopetas y los tigres, al ver eso, empezaron a correr. Uno de los compadres apuntó bien con su escopeta. El otro compadre también apuntó bien con su escopeta. Se oyeron dos disparos y los dos tigres cayeron muertos y todos se alegraron. Luego, todos vivieron tranquilos y felices, sin que nunca nadie más haya visto un tigre por esta zona.
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EL TIGRE Y EL MONO Había una vez un mono que estaba pescando en el río Anashirona y, de pronto, llegó un tigre y le saludó: — Hola mono, ¿cómo estás? — Muy bien, amigo. — ¿Cuántos pescados tienes?, preguntó el tigre. El mono respondió: Unos cuantos. Y el tigre preguntó: ¿Cuántos anzuelos tienes? Y el mono respondió: Dos, amigo. — ¿Me puedes prestar uno? —Por supuesto que sí. Y el mono le dio un anzuelo. Cuando el mono estaba con cinco peces, el tigre se sentía cansado al ver que él no tenía nada, así que le dijo al mono: — ¿Me puedes invitar tus pescados? O te mataré. — No, dijo el mono al escuchar lo que dijo el tigre y, rápidamente, se subió a un árbol con todos sus pescados. Desde allá arriba le dijo: —Si quieres que te invite corre con tus ojos cerrados. Al ver que el tigre estaba con los ojos vendados, el mono aprovechó para bajar rápidamente al suelo a recoger una piedra. Cuando el mono estaba en el árbol le dijo al tigre: Ahora puedes abrir tus ojos. — Apura, mono, que tengo mucha hambre—, exclamó el tigre. Y el mono le dijo sonriendo: Puedes abrir tu boca y cerrar tus ojos. Y el tigre obedeció lo que le dijo el mono. El mono contó hasta tres y soltó una piedra y así derramó por el suelo todos los dientes del tigre y el mono agarró rápidamente sus pescados y se fue saltando por entre los árboles y el tigre nunca más fue a buscar al mono.
Oscar Acosta Aldava 2do grado Pampa Tigre (Chanchamayo - Junín)
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EL ENCANTO DE LA SIRENA Había una laguna cerca del anexo de Pampa Tigre. En aquella laguna se encontraba una sirena de cabellos rubios y la mitad de su cuerpo era de un pez. Cierto día dos hermanos fueron a trabajar cerca de la laguna, entonces de repente se presentó la sirena, blanca y tan rubia que su cabello brillaba como oro y como el sol. La sirena estuvo sentada en una piedra que nacía dentro de la laguna y los hermanos viendo se quedaron admirados al verla tan hermosa. No les faltó la curiosidad y se acercaron a preguntarle: —¿Qué hace usted, señorita, en medio de la laguna? Y la sirena le respondió con una pregunta: —¿Qué curiosidad les da de preguntar a ustedes, jóvenes?. Luego agregó: — Acérquense a mi lado los dos, para que nos conozcamos mejor. Los hermanos dieron pasos para acercarse a la hermosa sirena, y ésta hizo que la tierra que pisaban los jóvenes se volviera movediza y ambos dieron un paso más y se hundieron en la laguna. Desde esa vez la tierra alrededor de esa laguna se quedó pantanosa. Por eso ahora las personas que conocen esta historia no se acercan por ahí, porque tienen temor de encontrarse con la hermosa sirena y de que ella los encante.
Jovana Gonzáles Villena 1er grado Pampa Tigre (Chanchamayo - Junín)
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EL CORAZÓN DEL TIGRE Hace tiempo, cuando mi mamá era chica y tanto mi abuelito como mi abuelita aún vivían, mi abuelito se fue al monte. Mi abuelita dijo: —Vayan al yucal a traer yuca, pues pronto vendrá papá. En ese tiempo tenían perros. Entonces mi mamá se fue con Mashoque, llevándose todos los perros. El yucal estaba un poco alejado. Llegaron y después de sacar yucas, regresaron subiendo la montaña. Los perros se habían ido adelante. Cuando mi mamá llegó a la purma, los perros comenzaron a ladrarle a un tigre. En ese momento mi mamá se fue de ahí rápidamente. De pronto sintió un olor feo y cuando ladró un perrito, miró y vio que el tigre había matado a un perro. El tigre la vio y caminó hacia mi mamá y ella corrió hacia una roca. En ese momento mi abuelito estaba asando lo que había traído del monte. Oyó el ladrar de los perros; sacó su escopeta y corrió a donde estaban. Mi mamá se había subido a la roca. Al llegar, mi abuelito gritó. El tigre oyó su grito y corrió a su encuentro. Mi abuelito se había subido a un árbol. Allí crecía bastante hierba; por eso mi abuelito no vio al tigre hasta que estaba muy cerca. Le disparó y el tigre corrió y se fue gritando; luego cayó bien echado en el camino. Mi abuelito cargó nuevamente la escopeta, siguió al tigre y lo encontró en el camino. Le disparó de nuevo y el tigre murió. Mi abuelito se lo llevó cargando hasta la casa. El tigre era grande y pesaba mucho. Cuando llegaron a la casa, le sacó el corazón y amontonó leña y la prendió. Cuando la leña ardió quemaron el tigre. Mi abuelito se quedó mirando el tigre mientras se quemaba, para asegurarse de que se quemaba bien. Cuando ya estaba seguro, mi abuelito puso el corazón del tigre en la repisa. Cuando anocheció, comenzó a relampaguear y parecía que los truenos venían de la repisa. Todos dormían. Cuando amaneció, mi abuelito quemó el corazón del tigre.
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Relato Amuesha Autores: Miguel Valerio I., Julio Gaspar V. y Miguel Martín A. Traductor: Raúl Sinacay P. Amuesha o Yanesha: Grupo étnico amazónico asentado en la selva de los departamentos de Pasco y Junín. La lengua amuesha ––hablada por 8 000 de los 10 000 miembros del grupo–– pertenece a la familia lingüística Arahuaca, por lo cual está emparentada con lenguas como el piro, asháninka y machiguenga.
EL FUEGO (EL ORIGEN DEL USO DEL FUEGO POR LAS MUJERES Y HOMBRES PIROS)
Leyenda del Pueblo Piro Recopilador: Ricardo Álvarez O. P.
Los primeros piros comían crudos los plátanos, la yuca y todos sus alimentos. La carne y el pescado los asoleaban y así nomás los comían. Pero una noche en que estaban durmiendo cayeron varios rayos sobre algunos árboles y produjeron un incendio. Los piros se despertaron y vieron con asombro que el fuego al producir luz hacía desaparecer la oscuridad, y notaron que su calor entibiaba el frío aire del invierno. Pero el fuego se apagó. Y ellos no sabían cómo encenderlo. Sólo el gallinazo conocía el secreto de encender el fuego. Él nunca dejó de comer crudos el pescado y la carne, pero le gustaba mucho la chicha, y para hervirla usaba el fuego. Cuando la chicha estaba lista, guardaba en una olla unos tizones encendidos y lo demás lo apagaba con agua. Los piros estaban ansiosos de poseer candela. La querían para cocinar. También por su luz y para calentarse cuando hacía frío. Se la pedían al gallinazo, pero él se la negaba. Varias veces fueron a la casa del gallinazo en su ausencia, para robársela, pero no pudieron encontrarla. Este gallinazo criaba como hijastro a un lorito de pico largo y blanco. Los piros rogaron al lorito que robara unas brasas y se las vendiera. El lorito, por miedo al gallinazo, se negó. Pero el gallinazo —envidioso y mal pensado— lo vio hablando con los piros y sospechó que estaban poniéndose de acuerdo para robarle la candela. Por esto se enojó y con su duro pico golpeó fuertemente a su hijastro hasta dejarlo casi muerto. Ante tan cruel e injusto castigo, el lorito no gritaba, callaba. Pero después bajó a la casa, sacó de la olla un tizón y voló con él en su largo pico. El gallinazo lo persiguió, pero no pudo darle alcance. El lorito se estaba quemando el pico y dejó el tizón en un árbol de capirona seco. La capirona comenzó a quemarse poco a poco. El gallinazo regresó a su casa sin poder quitarle el tizón al lorito y encontró que las brasas de la olla se habían apagado. Se había quedado sin fuego. El lorito abandonó a su padrastro el gallinazo y se fue a vivir al monte, pero quedó con el pico pequeño y negro a causa de la quemadura, como hasta ahora lo tiene. Días después, un piro fue al monte a cazar. Al regresar con dos maquisapas, pasó al lado de la capirona seca y vio en el suelo un palo que humeaba. Lo cogió con los dedos de su pie y se quemó. Dio un grito y un salto de susto. Pero pensó que aquello sería la candela de la que hablaban sus paisanos, y lo llevó a la casa. En su casa la mujer juntó palos y hojarasca y los colocó sobre el tizón. Aquel montón comenzó a arder. Metió adentro yuca y plátano y se
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asaron. La mujer se puso contenta. Entonces dieron la noticia a los demás piros, quienes llevaron leña, la echaron a la candela y la leña ardió. Cada piro llevó a su casa un palo encendido. Desde ahí se propagó el fuego. Desde entonces, todos los piros pudieron comer cocinados o asados sus alimentos.
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LAS SIETE DIABLAS
Elmo Ledesma Zamora Leyenda del Pueblo Piro
Aguas abajo del pongo de Mainique, el Urubamba tiene siete grandes muyunas o remolinos. Cuando los piros viajan por esas aguas en sus frágiles y veloces canoas, reman con especial fuerza, y en el instante preciso, la desvían con ímpetu del centro del río hacia la banda izquierda. Ellos saben que si la canoa se desvía hacia la derecha, la atrapará de modo inevitable la fuerte corriente circular de uno de los grandes remolinos. Estaría condenada entonces a girar acercándose hacia el hoyo central del remolino que la sorberá entera con pasajeros y carga. Dicen los piros que antiguamente el Urubamba era un río manso y que no existían muyunas. Dicen que eso fue en tiempo de los abuelos de los bisabuelos de sus abuelos. Dicen que en aquel tiempo la gente cruzaba el río nadando de una banda a otra, y que sin ningún peligro bajaban en balsas y canoas por el pongo, desde donde el río Urubamba aún se llama Vilcanota, como cuando circunda la base de Machu Picchu. Pero un día llegó desde la Tierra del Amanecer un feroz pueblo de caníbales. Dicen que aquellos salvajes atacaban a los piros de día y de noche, en sus casas, en las chacras, en el monte y en el río, para matarlos y comérselos. Entonces los piros se defendieron con sus lanzas, flechas y garrotes de caza.
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Entre los caníbales destacaban por su ferocidad siete mujeres. Eran muy fuertes, astutas, despiadadas y terriblemente feas. A esas horribles criaturas sus paisanos las consideraban diosas. En cambio, los piros, que sufrían su crueldad, les tenían terror y las llamaban Las Siete Diablas. La guerra con los caníbales de la Tierra del Amanecer fue larga y dura, pero finalmente la ganaron los piros, por su mayor inteligencia y disciplina. Entonces los caníbales huyeron río abajo y los piros los persiguieron durante días y fueron exterminándolos. Finalmente sólo quedaron vivas Las Siete Diablas, que huyeron a bordo de dos canoas negras, desde las cuales, mientras unas remaban, las otras lanzaban flechas y virotes envenenados. Al llegar al centro del pongo de Mainique, a las caníbales se les acabaron las flechas y los virotes, por lo cual hicieron embravecer para siempre las aguas de este famoso río. Ahí se ahogaron muchos piros, pero los sobrevivientes continuaron implacables la persecución. Al salir del pongo al valle, las siete diablas vieron que los piros de las orillas corrían a subir a sus balsas y canoas para sumarse a la persecución, y así se dieron cuenta de que siendo tantos ya las iban a atrapar o a matar. Entonces, lanzando terribles maldiciones contra sus perseguidores, saltaron de sus negras canoas y dando pavorosos alaridos se hundieron en las aguas, que al cubrirlas se convirtieron en remolinos que atrajeron mortalmente a las canoas de los piros. Así es como se volvió bravo el Urubamba y fue entonces que se formaron a la salida del Mainique los remolinos o muyunas llamadas ahora Las Siete Diablas, que siempre están girando, resonando y sorbiendo. Los piros y quienes viajan con ellos en sus angostas y veloces canoas callan con respeto y temor cuando por ahí pasan, mientras el caudaloso río avanza impetuoso y resonando por su lecho rocalloso, bajo el ardiente sol como una brava y gigantesca anaconda que huye ondulando entre los hermosos cerros verdes de la selva alta de Cusco y Ayacucho.
Catahua: Árbol gigantesco de madera muy dura, y cuyo tronco cilíndrico, recto y de corteza espinosa es utilizado en la Amazonía para tallar de una pieza las canoas.
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PERRO Y GATO En una casa del pueblo tenían un gato. Cuando hacía frío, el gato no salía de la casa. Pero, cuando brillaba el sol, el gato salía al patio y se echaba a
Jámilton Aguirre Rosales 2do grado Pampa Tigre (Chanchamayo - Junín) Crianza de abejas: La inmensa selva alta es un verdadero paraíso de flores: grandes plantaciones de cítricos, plátanos, cafetos, pacaes y papayos, cada cual un verdadero emporio de miel. Agreguemos a lo anterior los miles de especies silvestres como las achiras, orquídeas, etc. Todo es pues muy propicio para la crianza de abejas y producir cantidades importantes de miel que, como sabemos, tiene una gran demanda en el mercado por su alto valor nutritivo y sus propiedades medicinales. Los alumnos del CPED de Pampa Tigre, organizados en grupos de ocho alumnos, crían abejas en seis panales.
asolearse. En la casa vecina tenían un perro, un perro cazador, bravo, Una vez, el perro vino y empezó a corretear al gato por el todo patio. El gato huyó corriendo velozmente y se subió a un árbol. Los dueños del gato ya se habían ido a trabajar. También se habían ido los amos del perro. Entonces nadie oyó los ladridos del perro ni los bufidos del gato. Por eso ambos animales estuvieron así largo rato: el gato arriba en el árbol, y el perro al pie del tronco o dando vueltas alrededor, mirando para arriba y ladrando con furia. Pasaron unos cinco minutos y el perro se aburrió y ya estaba yéndose. Entonces el gato empezó a decir burlonamente: —No me puede agarrar ese perro viejo. El perro no le hizo caso, se hizo el que no lo había oído. Disimulando se fue nomás. Pero el perro se iba hacia su casa pensando. Se preguntaba: “¿Cómo no voy a poder atrapar a ese gato negro si yo he cazado animales más grandes? ¿Cómo no voy a poder cogerlo a ese pedazo de hueso y pellejo o será porque estoy viejo? Pero ese gato no se me va a escapar. De mañana no pasa. Regresó al día siguiente, pensando coger desprevenido al gato. Pero el astuto gato era desconfiado y estaba alerta. Al llegar el perro, el gato estaba echado en el mismo sitio donde lo había encontrado el primer día. El perro se fue directamente hacia el gato, y lo correteó por todo el patio y el gato, corriendo, iba pensando: “Voy a seguir corriendo hasta que salga mi dueño y me defienda”. Sus dueños estaban tomando desayuno. De pronto escucharon los ruidos del perro y el gato corriendo y salieron rápido para evitar la pelea. Entonces le han dicho al perro: —Fuera, perro maldito. Si vuelves a corretearlo otro día a mi gato, te mataré. Y el perro regresó triste a su casa. Llegó cansado, agitado de haber correteado al gato y se preguntaba: “Mejor voy a pedir perdón al gatito”. Y volvió donde el gato a disculparse. —Otro día no te voy a volver a corretear, amigo gato. Desde ahora hay que vivir como animalitos decentes que somos. Nos vamos a respetar el uno al otro, siempre. Desde aquel día los dos animalitos viven felices. Sin fastidiarse.
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EL ZORRO Y EL HUANCAHUI El zorro se moría de hambre. Toda la mañana buscó qué comer, pero nada. Al borde de la desesperación se tendió en el suelo, justo en el cruce de dos caminos. Casi inmediatamente un gallinazo y un huancahui se posaron en la rama de un árbol que crecía allí cerca. Al darse cuenta que el zorro yacía en el suelo, las dos aves bajaron para ver qué le ocurría. El astuto animal no daba la menor señal de vida. Las aves se le aproximaron más. El gallinazo le picoteó la pata y el atrevido huancahui se posó en el hocico, al mismo tiempo que decía: —Pobre mi amigo, ahora nos servirá de rico banquete. No bien terminó de hablar el huancahui, cuando el zorro, que simulaba estar muerto, le atrapó por las alas. —Quien servirá de banquete eres tú —le dijo. —Está bien, zorrito. Pero no te apures —le rogó el huancahui—. Como despedida te enseñaré un juego que aprendí de mis abuelos. Tráeme dos canastas de (Tamshi), una un poquito más pequeña que la otra. Curioso por saber en qué consistía el juego, el zorro trajo inmediatamente las cestas. —Ahora, méteme en una canasta, tápala con la otra y tírame al abismo. Te reirás mucho. Imaginándose cómo se revolcaría su prisionero dentro de las canastas, el zorro lo largó al vacío, pero en el aire las canastas se abrieron y el huancahui se escapó volando.
Hérbert H. Arévalo Bartra (Loreto) Huancahui: Ave de rapiña de la Amazonía peruana. Es grande y fornida, y está provista de espolones en alas y patas. Se alimenta mayormente de culebras.
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LA HISTORIA DEL TUNCHI VAGABUNDO DEL TERRABONA
Roger Rumrrill (De Amazonía Mágica)
Ante la expectativa de los niños, el anciano Oroma dijo: Los tunchis son las almas errantes de los muertos. Son las almas que recogen los pasos que los hombres y mujeres dieron cuando estaban vivos. Algunos hombres viajaron mucho, caminaron bastante por el mundo. Las almas de estos hombres tienen que viajar, recoger sus pasos que dieron cuando estuvieron vivos. Son viajes interminables. Otros viajaron menos, se quedaron en sus pueblos, caminaron por el bosque cazando y fueron a sus chacras todos los días. Los pasos de estos muertos son recogidos en poco tiempo. Los hombres y mujeres, mientras estaban en la tierra vivos, tenían todas las virtudes y los defectos de los seres humanos: eran orgullosos o humildes, sabios o ignorantes, sencillos o soberbios, violentos o pacíficos y locuaces o callados. Los tunchis expresas esas cualidades cuando silban en las noches, cuando recogen sus pasos. Silban fiiiiuuu... fiiiiuuu... Si el silbido es fuerte, estridente, largo, que hasta parece que romperá los tímpanos, seguro que era un hombre, o una mujer, orgulloso, soberbio y poderoso. Si el silbido es suave, bajo y hasta musical, se trata de alguien que en vida era pacífico, tranquilo, amable y bueno. Las almas de los muertos que en vida fueron malvados, crueles y desalmados son los malignos. El silbido del maligno estremece y paraliza. Hay que taparse los oídos y rezar para conjurar el silbido del maligno. Los tunchis, tanto de los que en vida fueron buenos como de los que fueron malos, curiosamente, recogen los pasos; pero sin pisar tierra. Caminan o viajan sobre el aire, a unos diez o quince centímetros de la tierra. No hacen ruido sino cuando silban. Son como un viento. Son visibles o invisibles. Cuando son visibles, se los ve sólo como bultos. Jamás se dejan ver la cara, porque se morirían de vergüenza por el estado en que se encuentran. Aunque algunos dicen que los tunchis no se dejan ver el rostro para no lastimar a quien los mire y también porque es un secreto que ellos guardan hasta la eternidad. El tunchi que ha silbado hace un momento es el alma de un vagabundo que llegó a Terrabona hace siete años, el mismo año que yo llegué a Terrabona procedente de Bretaña. Ustedes eran muy pequeños, por eso no se acuerdan de ese vagabundo que nadie sabe de dónde ni para qué llegó al pueblo. Tenía el pelo largo y los ojos claros, las piernas largas y flacas. Comía papayas en las huertas y cuando tenía mucha hambre, pedía comida. No hablaba. Muchas veces quise sacarle algunos secretos, pero lo único que pude saber es que venía de muy lejos y estaba buscando algo que nunca pudimos saber qué era.
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Sentado sobre los troncos del puerto se pasaba horas interminables, mirando el río como esperando la llegada de alguien por el horizonte del río. Un día lo encontramos ahogado entre los troncos de cedro del puerto. —El tunchi del vagabundo se pasea, silbando en las huertas del pueblo; luego se va al puerto y sigue silbando interminablemente. Es un tunchi que recoge sus pasos en Terrabona. Tal como era en vida es de muerto. Solitario, callado, apacible. No hay por qué tenerle miedo —les dijo. Los niños estaban apretujados entre sí, rodeando a Oroma, cuando éste concluyó la historia del tunchi. La noche, más o menos lóbrega pese a que recién eran las siete, había contribuido a crear un clima de desasosiego y temor. Este clima se rompió abruptamente con las voces y gritos que salían de las cercanas casas llamando a los muchachos: —Camuchín, pacuchita, negrita, es hora de merendar. —Selvita, Olinda, Serafina, la comida se enfría... —Muchachos, se hace tarde, no voy a quedarme toda la noche en la cocina... —Mañana será otro día y esta noche soñaré las historias que les contaré mañana. Guarden estas flores en sus bolsillos —les dijo el viejo Oroma, entregándoles pequeñas flores amarillas a cada uno de ellos. Se puso de pie y vio cómo los muchachos fueron tragados por la noche mientras caminaban en dirección a sus casas. A Chava, que fue el último en bajar las escaleritas de la casa, le dijo: —Mañana a la misma hora, avísales a todos.
Tunchi: Alma de un nativo amazónico, que anda errante para recoger los pasos que dio en vida.
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EL PICAFLOR Y EL PAUJIL
Leyenda Aguaruna Versión: José Luis Jordana Paujil: Ave amazónica de la familia de las gallináceas, muy parecida al pavo, aunque de cuerpo más pequeño que la gallina, por lo que se la conoce también como pava. En las selvas del sur se llama mana qaraku, por su canto. Existe una variedad más grande en los bosques secos de la costa norte, llamada “aliblanca”.
Cuentan nuestros abuelos que, al principio del tiempo, Jempue, el picaflor, cantaba. Su canto era hermoso y muy sonoro. Un día Jempue estaba cantando mientras iba y venía entre los árboles para chupar el néctar de las flores. Su canto se oía a larga distancia. Mashu, el pájaro paujil, al escucharlo desde el interior de la selva, se preguntó: — ¿Qué animal será ese que canta tan fuerte y tan lindo? Iré a ver quién es. Y se fue volando a buscarlo. Llegó después de un buen rato al lugar de donde procedían tan lindas melodías, pero miraba y miraba por todas partes y no lograba ver a nadie. Porque Jempue es un ave bien chiquita. Mashu, el paujil, se preguntaba: — ¿Dónde estará escondido ese pájaro que canta tan fuerte? Y siguió buscándolo, hasta que por fin encontró al picaflor que cantaba. Y Mashu quedó admirado de que un pájaro tan diminuto pudiese cantar tan fuerte. Y entusiasmado, rogó al picaflor, diciéndole: — Préstame tu canto. Yo también deseo cantar un poco. Pero Jempue, que estaba enamorado de su canto, mezquinaba y no quería prestárselo. Por esto, el paujil se enojó y quería matar al picaflor. Entonces éste, por miedo al paujil que era un pájaro bien grandazo, le prestó su canto. Y el paujil, agarrando el canto del picaflor, se fue volando bien lejos y nunca se lo quiso devolver. El picaflor quedó triste y lloroso sin sus lindas canciones. Desde aquel tiempo, el paujil canta muy fuerte y su estridente canto se oye desde larga distancia. Por el contrario, al pequeño picaflor, desde entonces, apenas se le oye silbar un poco y hasta dicen muchos que no sabe cantar.
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EL MAL CAZADOR AL QUE ICARÓ EL TIGRE (CUENTO CHAYAHUITA)
Habían ido al monte a buscar mitayo diez padres de familia y luego de estar varios días, habían cazado bastante mitayo nueve de ellos; pues el otro, cada vez que quería cazar algo, a pesar de tener el animal al frente, siempre fracasaba y no acertaba. Pues bien, sus amigos lo han dejado solo y ellos han regresado a su casa con el mitayo. El hombre estaba solo y, como ya llegaba la noche, se había sentado. En eso se le ha aparecido un tigre con forma humana y le ha preguntado por qué estaba solo en el monte. Él le ha contado su problema. Entonces el tigre le ha dicho que le va a curar. Le ha hecho echar y le ha dado de tomar. Luego le ha icarado y ya al día siguiente estaba curado y pudo cazar varios animales. Y ya regresó a su casa, mas el tigre le había advertido que no contara lo que con él había hecho y así se lo prometió. Cuando el hombre regresó, todos le preguntaban y él sólo les hablaba de la caza. Pero, por la noche, luego de tomar harto masato, contó a todos acerca de que lo había curado el tigre. Y cuando regresó al monte a cazar, de nuevo no acertaba y no lograba conseguir mitayo.
Hipólito Rojas Curimozu (Informante) Gloria Soto V. (Recolectora) Cahuapanas (Alto Amazonas, Loreto) Chayahuita: Grupo étnico amazónico de la provincia de Maynas, departamento de Loreto, radicado en la cuenca del río Paranapura y sus afluentes como el Cahuapanas, Sillay, Supayacu y Shanusi, es decir, entre la margen derecha del Marañón y la margen izquierda del Huallaga antes que éste desemboque en aquél. Por extensión, llámase también así a su lengua. El chayahuita ––hablado aproximadamente por catorce mil personas–– es lengua hermana del Jebero, y ambas por su origen pertenecen a la familia lingüística cahuapana.
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LA GARZA BLANCA Algunos de los peces más abundantes y sabrosos de los ríos amazónicos se caracterizan por su peligrosa cantidad de espinas gruesas y finas, grandes y chicas. Por ello, a los foráneos que van a saborearlos les aconsejan hacerlo siempre con mucho cuidado. Es una habilidad que requiere paciencia y estar alerta, por lo cual uno como forastero siempre se admira de que la gente de la selva — inclusive los niños tiernos— quiten rápidamente con labios y lengua esas peligrosas espinas sin detenerse mientras comen y sin dejar de hablar y reír. Para explicar esa rara habilidad, la gente de los ríos Amazonas, Napo, Huallaga y Ucayali cuenta la siguiente leyenda: Dicen que a orillas del Napo vivía un matrimonio que tenía una hija única, llamada Blanca. Haciendo honor a su nombre, gustaba mucho de vestir trajes blancos. Quería estar siempre limpia. Además, a Blanquita le gustaba mucho comer pescado, por lo cual todas las tardes después de clases iba al río a lavar su ropa, a pescar y a bañarse. Era una niña hermosa, estudiosa, trabajadora, delgada, alta, de piernas largas, de carácter muy dulce y muy bonita. Entonces, el diablo, que nunca duerme, metió su cola: algunas malas personas comenzaron a sentir envidia de que esa familia tuviera una hija así. Y la envidia fue tan grande que llegaron a desear su muerte. Por eso, una tarde, Blanquita bajó al río como de costumbre. Probablemente hizo lo de siempre: pescar, lavar su ropa y bañarse. Pero algo ocurrió porque no regresó a su casa y no volvió a saberse de ella. Su familia la buscó desesperadamente por los ríos, pensando que la habían secuestrado, que alguna banda la había robado para llevarla lejos y venderla como sirvienta o esclava. Pero nadie había visto nada extraño en la zona y entonces pensaron que la pobre muchacha se había ahogado. Pasó el tiempo y la gente se dio cuenta de que desde el día de la desaparición de Blanquita, todas las tardes una hermosa garza blanca llegaba al río y ahí se quedaba horas de horas bañándose y pescando. Muchos años después, al sentir la cercanía de su muerte, una bruja malera confesó arrepentida que, a pedido de algunos malos vecinos, ella había convertido a Blanquita en una bella garza, y que no pudiendo reconvertirla en persona, en homenaje a su memoria Leyenda Amazónica Popular Versión: De Elmo Ledesma Zamora
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habĂa dado a los niĂąos de la selva la cualidad de ser estudiosos, trabajadores y limpios, asĂ como la de comer cualquier clase de pescado con gran habilidad y mucho gusto.
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EL RINAHUI Y EL UCUHUASHERO
Hérbert H. Arévalo Bartra (Loreto) Rinahui: Ave rapaz de regular tamaño, cabeza roja, nuca clara, plumaje oscuro, patas grises y cola alargada.
Desde la rama más alta de una enorme lupuna, un rinahui contemplaba extasiado el lento discurrir de las aguas del riachuelo. Un ucuhuashero que volaba por ese lugar se le acercó y le saludó con mucho respeto: —Buenos días, señor rinahui. El rinahui al parecer no escuchó el saludo y siguió absorto en la contemplación del bello paisaje. La pequeña ave insistió: —Buenos días, señor rinahui. El rinahui, volviéndose hacia el ucuhuashero, le contestó a secas: —Buenos días. El ucuhuashero entonces le dijo: —Ojalá que todo lo que haga hoy le salga bien. —Claro —respondió el rinahui. —A mí todo me sale bien. Pero quiero decirte que tú no tienes por qué hablarme si antes no te dirijo yo la palabra. Soy mejor que tú. Y más importante. —Pero si pertenecemos a la misma familia... Puedo volar como usted. Además, mi canto y el color de mi plumaje gustan mucho a todos, mientras que usted apenas es el ave un poco más grande que nosotros y nada más. Enfurecido, el rinahui le respondió: —Insignificante y jactancioso. Podría matarte en estos instantes de un solo picotazo. El ucuhuashero, al darse cuenta de las malas intenciones del rinahui, se elevó y se dejó caer de golpe sobre el lomo de la negruzca ave y empezó a picotear sus plumas. El rinahui, al sentir los agudos picotazos, voló velozmente procurando librarse del pajarillo. Pero por más esfuerzos que hizo no lo consiguió. Se vio obligado entonces a posarse en tierra, torturado por el ucuhuashero que tenía encima. Un viejo perezoso que miraba la escena se rió a carcajadas, tanto que casi se suelta de la rama donde estaba colgado. El rinahui, mirándolo fijamente, le dijo: —Tú, el ser más lento de la tierra, ¿de qué te ríes? —Me río de verte convertido en caballo y conducido por un pajarillo— le contestó. —Mira, pelejo, no te metas en mis cosas. Éste es un asunto de familia entre mi hermano ucuhuashero y yo.
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TSUNKI, LA SIRENA DEL ALTO MARAÑÓN Una vez un aguaruna se fue temprano al bosque a cazar acompañado de su mujer. También llevaba sus perros bien adiestrados en perseguir y acorralar a los animales de la selva. Cuando ya estaban pensando en regresarse a la casa con las manos vacías, los perros descubrieron un majaz (25). El majaz corría tratando de escabullirse, pero los perros le perseguían. Cuando los perros estaban por alcanzarle, el majaz se arrojó al agua del río Marañón (26). Los perros que no se atrevían a neterse en las turbulentas aguas del Marañón, ladraban frustrados desde la orilla. El hombre que no estaba dispuesto a perder esta presa, siguió al majaz corriendo por la playa y, cuando eI majaz se metió en un remanso, el hombre se tiró al agua, nadó con fuerza y agarrándolo por su patas traseras, lo mantuvo unos instantes debajo del agua, hasta que el majaz murió ahogado. Cuando el hombre aguaruna con su mujercita se regresaba alegre a su casa, con su majaz colgado a la espalda, encontraron una viborita que estaba colgada de un palo (27) al canto del rió Marañón. La viborita estaba atajada, por una soga vegetal. El aguaruna dijo: - Pobrecita víbora, debe estar sufriendo mucho. La voy a sacar. Y diciendo esto, ayudado de su tangana (28), la sacó del palo y la botó al agua. Pero la viborita al tocar el agua no se ahogaba, nadaba muy bien y se metió debajo del agua. Nadaba como pescado. Al llegar a su casa, al fondo del Marañón, la viborita se hizo mujer. El aguaruna llegó a su casa, peló (29) el majaz, le quitó su cuero y lo pusieron a cocinar. Después, toda la familia comió el majaz. Solamente quedaron los huesos de la cabeza. Al día siguiente, cuando el aguaruna estaba trabajando en abrir una nueva chacra y tumbaba árboles con su hacha, de pronto se le apareció una joven bien linda, y le habló así: - Mi mamá me envió para avisarle a usted si le puede mandar la cabeza del majaz, porque ella también estaba buscando ese majaz
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Relato Aguaruna Versión: J. L. Jordana Laguna
para matarle, y lo dejó porque usted con sus perros se adelantó a matarlo. El aguaruna admirado de la belleza de la joven y extrañado de lo que le decía, le contestó: - Pero yo ayer a nadie he visto mientras cazaba el majaz. Solamente encontré al regresarme a mi casa una viborita atrapada por una soga vegetal colgando de un palo. -Con la tangana la ayudé a salir y la boté al Marañón, porque me daba pena verla sufrir. - Pues esa viborita a la que usted ayudó no era una culebrita, es mi mamá. Respondió la hermosa jovencita. El aguaruna más admirado siguió preguntando: - Tu mamá, ¿cómo se llama? . - Mi mamá, se llanta Tsunki (30). Respondió la mujer. El aguaruna le preguntaba: -- Tú ¿cómo te llamas? ¿Dónde vives? . - Yo no sé cómo me llamo. Vivo con mi mamá en el fondo del río Marañón. ¿Me vas a dar la cabeza del majaz para que lleve a mi mamá? . - Ya hemos comido todo el majaz. Solamente han quedado los huesos de la cabeza. Voy a traértelos para que le lleves a tu mamá. Y el homhre se fue a su casa, recogió los huesos de la cabeza del majaz y se los entregó a la hija de Tsunki, la sirena del Alto Marañón. La hermosa jovencita se metió al río y desapareció enseguida. Antes de despedirse tocó al hombre con una hierba de piripiri . El aguaruna, aquella noche no podía dormir, acordándose de la hija de Tsunki, y por efecto del piripiri le había agarrado una pena tan grande que no podía olvidarla. Al día siguiente, el aguaruna se fue a anzuelear al río Marañón y, cuando estaba pescando, otra vez salió del agua la hermosa joven que le habló de esta manera; - Mi mamá, Tsunki, quiere que venga usted a mi casa. Quiere conversar con usted. Yo le voy a llevar. Pero el hombre tenía miedo y no quería ir a casa de Tsunki. La joven entristecida se regresó a su casa en lo profundo del Marañón. Aquella noche, el aguaruna de tanto que amaba a la hija de Tsunki, lloraba fuertemente en su cama. Al día siguiente, otra vez se le apareció la linda joven que lucía un bonito vestido de colores brillantes. Otra vez le habló así: - Vengo a llevarte a mi casa. Mi mamá quiere hablarte. Para que no tengas miedo sígueme y haz como yo. Entonces le invitó a que le siguiera. El aguaruna admirado de la belleza y de la amabilidad de la joven sirena, le siguió hasta llegar a un remanso del río Marañón. La hija de Tsunki le dijo al hombre:
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Ahora vamos a sumergirnos en el río. Tápate bien la nariz y agárrate fuertemente a mí. Si sientes que te ahogas, me pellizcas y yo te ayudaré. Se sumergieron ambos en las profundidades del río Marañón y, en un abrir y cerrar de ojos, se encontraron en una hermosa casa tallada en la roca. Todo era fantástico allí. Pero se asustó cuando la joven se sentó sobre una panki, que estaba enroscada. La joven le tranquilizó y le ofreció otra boa para que se sentase cómodamente sobre ella. Los lagartos y caimanes eran los perros que cuidaban la casa; las carachamas, buquichicos, zúngaros, y toda clase de peces eran para la hija de Tsunki cucarachas diversas. Después llegó Tsunki, la Sirena del Alto Marañón y dijo estas palabras: - Esta joven que has visto es mi hija y te la entrego por esposa. Mi deseo es que te cases con ella. Se celebró entonces una gran fiesta. Se sirvió abundante masato y, al ritmo de los tambores, se bailó hasta la madrugada. Hasta hoy día con mucha frecuencia, los aguarunas habitantes del Alto Marañón pueden oír el tam-tam-tam de los tambores de Tsunki, escuchando en silencio con la oreja pegada a la superficie del río. Cuando se oye el sonido de los tambores dicen: ¡Tsunki está hoy de fiesta! Aquel hombre aguaruna afortunado que se casó con la hija de Tsunki, quiso regresar a su casa y manifestó a Tsunki su intranquilidad y su miedo por los animales que le rodeaban. Tsunki le dijo: - Está bien. Te permito que vayas a tu casa llevándote a mi hija. Pero ¡cuidado!, porque si alguien se atreve a causar daño a mi hija, mandaré estos mismos animales que ves para que acaben con todos los aguarunas y huambisas. Así pues, el aguaruna se agarró fuertemente a su nueva esposa y tapándose la nariz, fue trasladado nuevamente a la orilla del río. Y se dirigió a su casa. Y para que su primera esposa no se percatase de la hija de Tsunki, ésta se convirtió en una pequeña culebra. Y el aguaruna la escondió en su canasta bien encerrada para que no la viesen. Y por la noche, una vez dormida la primera esposa, la hija de Tsunki recobraba su forma de mujer y jugaba con el aguaruna sobre la cama en la oscuridad, se reían y dormían juntos. Y su mamá del aguaruna se preguntaba al oír las risas: - ¿Con quien estará jugando? Y encendía su lamparin de kerosene y se levantaba a ver, pero no veía a nadie. Cuando el aguaruna se marchaba a cazar algún animal con sus perros, dejaba la hija de Tsunki, convertida en viborita, bien
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escondida en una tinaja pintadita de achiote y siempre salía de la casa diciendo: -- No han de tocar esa tinajita rojita. Si alguien la toca, lo azotaré y lo picaré con cuchillo. Así decía amenazando. Pasaron semanas y como la primera mujer ya no era cuidada como antes por su marido, sospechó algo, y un buen día, movida por la curiosidad, quiso ver qué tenía la tinajita roja, que con tanto cuidado guardaba su marido. Destapó la tinaja y encontro la viborita. La mujer se dijo: - Con esta culebrita siempre juega mi marido de noche en la cama. La voy a matar. Y diciendo esto, la tiró al suelo y con un palo la quería matar. La viborita quería escapar, pero la mujer le perseguía y le golpeaba con rabia. La víbora no moría y se escapaba al monte. Y la mujer agarró un tizón encendido de la candela de la cocina y lo arrimó al reptil para quemarlo. En ese momento el cielo se puso bien negro y empezó a llover. Llovía bastante. Se iba formando lodo. Todo se hacía cocha. Y con las lluvias, la viborita iba creciendo. Cada vez se hacía más grande. Las nubes se hacían más negras, la lluvia más intensa. Los ríos empezaban a crecer, se desbordaban. Todo se estaba inundando de agua. La hija de Tsunki desapareció hundiéndose en el lodo. El aguaruna que estaba en el interior del bosque buscando fruta de buito para la hija de Tsunki, pensaba al ver estos fenómenos: - ¿Qué estarán haciendo? ¿Habrán maltratado a mi linda esposa, la hija de Tsunki? Y sospechando lo ocurrido y viendo que las aguas seguían creciendo, corrió a la cumbre de un monte elevado y se subió a lo más alto de una palmera. Mientras tanto, Tsunki, la sirena, disgustada porque habían osado maltratar a su hija, envió a los aguarunas los terribles animales que obedecen sus órdenes: las boas, los lagartos y los bufeos. Y estos animales acabaron con todos en una gran matanza y solamente se salvó el hombre aguaruna porque las aguas que crecieron hasta cubrirlo todo, no llegaron a lo más alto de la palmera donde estaba refugiado. La boa y los lagartos no mataron a este aguaruna porque era el marido de la hija de Tsunki. Y el aguaruna, corno estaba solo sobre la tierra, se fue a vivir a lo más profundo del río Marañón. En casa de Tsunki, tallada en la roca en el fondo del río, el aguaruna se quedó a vivir con la joven sirena para siempre.
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AUJU, EL PAJARO NOCTURNO Había una vez en la selva del Alto Marañón un pájaro nocturno, llamado Auju, que comía bastante zapallo. Y el dueño de la chacra, cuando se iba a cultivar y limpiar sus terrenos, no encontraba nada de zapallo. Y se preguntaba: -¿Quién estará comiendo mis zapallos? Y se encontró al pájaro nocturno y el dueño de la chacra le preguntó: - ¿Eres tú el que come mi zapallo? Y el pájaro nocturno contestó: - ¿Cumu vuy a cumer yu tu zapallú si yu nu, tengu buca? ¿Acusu sin buca se puede cumer alguna cusa? Auju, el pájaro nocturno, hablaba así porque se había cosido la boca. Y otra vez, cuando nadie le veía, el pájaro nocturno se iba a la chacra a comer zapallo. Y el dueño de la chacra era la luna llena. Y la luna, cuando el pájaro se marchó, se subió al cielo trepando por una soga. El pájaro nocturno viendo que la luna estaba subiendo al cielo, corrió y también comenzó a subir agarrándose de la soga con su pico. La luna que subía primero llegó al cielo y viendo que detrás venía también subiendo Auju, le cortó la soga. En ese momento, el pájaro nocturno, como estaba bien gordo de tanto comer zapallo, se cayó a tierra y se reventó su barriga. Y al caer al suelo, el pájaro nocturno se convirtió en arcilla. Así murió el pájaro nocturno por estar robando zapallo. Y el dueño de la chacra de zapallo era la luna llena.
Relato Aguaruna Versión de: J. L. Jordana Laguna
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EL TUCÁN Y EL PÁJARO CARPINTERO SE HACEN AMIGOS
Relato Aguaruna Versión de: J. L. Jordana Laguna
El tucán es un ave trepadora de pico muy grueso y casi tan largo como su propio cuerpo. En la selva a todos los niños nos gusta cogerlo porque se domestica fácilmente y porque tiene un plumaje de colores muy vivos en su pecho y en su cuello. Con sus plumas hacemos adornos, como coronas para la cabeza y aretes para las orejas. También las mujeres tejen lindos collares con las plumas rojas y amarillas del pájaro tucán. El pájaro carpintero es un ave trepadora, pero tiene un pico tan fuerte que, golpeando con él, hace huecos en los palos y en los árboles. Es un pájaro que trabaja mucho. Este pájaro no sabe sentarse como los demás pájaros, si no que se prende con sus uñas y su cola en los palos. El pájaro carpintero es pequeño pero muy poderoso. Se alimenta de insectos. Con su pico rompe las cortezas de los árboles buscando los nidos de insectos y se los come uno a uno. Duerme en los huecos de los árboles que él mismo hace con su pico y sabe volar fuerte y alto. Un día, el pájaro carpintero estaba trabajando duro, haciendo un hueco en lo alto de un árbol, porque quería poner su huevo. En ese momento apareció volando un tucán. Venía a ver córno el pájaro carpintero hacía su nido, porque él también quería poner su huevo y no tenía nido, puesto que él no sabía hacer huecos en los palos. Y le habían dicho al tucán que el pájaro carpintero sabía hacer muy lindos huecos. Y los hacía rápido. Y el tucán preguntó al carpintero: - ¿Tú sabes hacer huecos? Y el pájaro carpintero le contestó: - Sí, mira cómo los hago. Y siguió golpeando fuerte en el palo. Y el tucán volvió a hablar, diciendo: - Cuñado, a mí me gustaría tener un hueco así para poder poner mi huevo y vivir tranquilo. Y el pájaro carpíntero respondió: - Mira cuñado, si tú quieres que te regale mi nido, tú regálame a mí las plumas de colores que tienes sobre tu cabeza, que son muy lindas. Y los dos se pusieron de acuerdo y dijeron: - Ya. Está bien. Y el tucán le regaló las plumas de su cresta al pájaro carpintero y éste le regaló al tucán su nido. Y desde aquel día los pájaros se hiceron muy buenos amigos. El pájaro carpíntero se fue un poco triste porque había regalado su
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nido y ahora le iba a costar bastante trabajo hacerce otro hueco para vivir dentro. Pero, por otra parte, el pájaro carpintero estaban muy alegre, porque desde entonces él y sus familiares llevan sobre su cabeza una linda cresta de colores muy vivos, rojo y amarillo. El tucán también estaba un poco triste porque había regalado las bonitas plumas de su cabeza, aunque le quedaban todavía hermosas plumas en su pecho y en su cuello. Pero, por otro lado, estaba muy feliz porque ahora tenía un buen nido y le estaba muy agradecido al pájaro carpintero por su regalo. Por eso, hasta ahora al tucán nunca le falta su nido.
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EL ZORRO Y EL TIGRE APRENDEN A MATAR ANIMALES
Relato Aguaruna Versión de: J. L. Jordana Laguna
Antiguamente, así nos cuentan los viejos, el zorro no sabía matar animales. El zorro nunca antes comía carne. Se alimentaba de hojitas, tallos verdes y frutos. Un día, el zorro estaba buscando hojas para comer. Siempre caminaba comiendo hojitas. Así era su vida. Así pasaba todos los días del año. Pero ese día, al salir de su casa, se encontró con una perdiz que estaba parada en medio del camino. - Voy a probar a matar esa perdiz y comerla. Así pensó. El zorro se acercó despacio a la perdiz. Sin hacer ruido el zorro sorprendió a la perdiz. Le cayó encima de un salto. Ahí mismo la comió. - ¡Qué rica carne! Decía el zorro. - Recién he aprendido a comer carne. Ahora tengo que matar y comer gallinas, pollos, pavos, patos ... Y de ahí en adelante el zorro siempre mataba pollos, gallinas, patos y pavos. Y se los comía. Y le gustaba mucho la carne de esos animalitos. Y luego se iba a una cueva a descansar y a dormir. Un día, al salir de su cueva se encontró con el tigre. - Hola, compadre tigre. Le saludó el zorro. - Hola, compadre zorro. Contestó el tigre. El tigre tampoco sabía comer animales. Solamente comía hojas de palos. De hongos siempre se alimentaba. Antes el tigre no sabía matar como ahora mata. El tigre saltaba ágilmente sobre los hongos como si fueran animales vivos. Saltaba haciendo ruido con su boca: - ¡Juum! ¡Juum! ¡Juum!. Con sus brazos golpeaba duramente a los hongos, los agarraba y se los comía. Al observar esto, el zorro se le acercó al tigre y le dijo: - Cuñado, ¿cómo tú, siendo tan grande, no sabes matar? ¿No te da vergüenza cómo yo tan pequeño, mato animales y tú, siendo tan grándazo,
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te contentas con comer solamente hongos? El tigre preguntó al zorro: - ¿De verdad, amigo zorro, tú sabes matar y comer animales? El zorro le decía: - Yo mato hasta por gusto. Vamos allá y te enseñaré cómo matar. El zorro llevó al tigre. Juntos se acercaron lentamente a un animal que descansaba echado en el suelo. A ese animal le llamamos sachavaca. Estaba durmiendo. El zorrito con cuidado se acercó a la sachavaca, le abrió su tremenda boca y se metió dentro mordiendo, mordiendo, hasta que mató a la sachavaca. Le sacó un pedazo de su hígado. Le dio de comer al tigre. El tigre comió con gusto. Entonces le dice el zorro: - Ahora ya sabes comer carne. También sabes cómo hay que matar. Ahora prueba tú solo. Mata algún otro animal. No tengas miedo. Mata y come. Al día siguiente, el zorro le hizo cazar al tigre un venado. El tigre sin tener miedo mató al venado. Desde entonces el tigre aprendió a matar animales sin miedo. Y los comía a todos. Después del venado, el tigre mató un añuje. Al día siguiente, mató una sachavaca. Otro día mató un majaz. Asi todos los días mataba algún animal para comer. Ya nunca más comía hojas, tampoco comía hongos. El tigre y el zorro se habían hecho muy buenos amigos. Siempre andaban juntos como hermanos. Un día, el tigre y el zorro su fueron a defecar a un árbol donde siempre hacían sus necesidades. El zorro terminó primero de defecar y se limpió con un palo. - ¡Vamos ya! dijo el zorro, pero el tigre le decía: - Espérame, que ya termino. Yo también voy a limpiarme. Búscame un palito. Y el zorro por hacer broma le dio al tigre un palo llamado sunkip, que cuando se toca da mucha comezón. - Toma, limpiate con este palo -le dijo el zorro. Y el tigre se sobó su trasero con el palo. Y le entró una fuerte comezón y se quedó raspándose el trasero. - ¿Qué te sucede, compadre? le preguntaba el zorro aguantando la risa. - Nada, que me da mucha comezón en mi trasero -decía el tigre, que se rascaba y se rascaba una y otra vez. -Si quieres yo puedo curarte. Yo tengo un buen remedio para la comezón, decía el zorro. A lo que el tigre le contestó: - Por favor, préstame tu remedio, cúrame la comezón. Y el zorro, siguiendo la broma, le dijo al tigre: - Párate y sácate la trusa.
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Y el zorro raspaba el trasero del tigre con malicia. Y de pronto el tigre malició, no le gustó lo que le hacía el zorro y dando un salto quería matar y comer al zorro. Y el zorro se metió en un hueco. Y el tigre esperaba y esperaba. Pero el zorro no salía afuera porque tenía miedo. Y el tigre se fue a una quebrada muy lejos a esperar al zorro. Y el tigre soñó que el zorro le había hecho malas cosas y más quería matar al zorro. Y de repente vio que el zorro venía a lo lejos. Y se escondió detrás de unos palos. El zorro avanzaba distraído. El tigre le saltó encima y de un zarpazo le arañó el rabo. El zorro viendo las malas intenciones del tigre, se metió en otro hueco. Y cuando, después de mucho rato, el zorro salió otra vez afuera del hueco, el tigre dio otro gran salto y de un manotazo le arañó su nariz. Es por eso que, desde entonces, el zorro quedó para siempre con su nariz blanca y con su rabo también blanco. Así lo vemos hasta hoy día. - De ahora en adelante ya no serás más mi amigo. Así le decía el tigre al malcriado zorro. Y de esta forma, el zorro en adelante siempre se escondía en su cueva y en los huecos que encontraba en su diario caminar. Pero llegó un día en que el tigre de pronto se encontró al zorro. Y el tigre, dando un enorme brinco, le cayó encima de su espinazo. Y mató al zorro. Toda su carne le comió. Puro hueso dejó. El tigre al zorro, por hacer bromas de mal gusto, como a enemigo mató.
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EL ARMADILLO QUE APRENDIÓ A VOLAR Antiguamente, al principio de los tiempos, el armadillo era como persona. Vivía como los hombres. Al armadillo, nosotros que vivimos en la selva, le conocemos mejor por el nombre de carachupa. El armadillo, antes tenia su casa como los hombres, comía como los hombres, tomaba masato entre amigos como los hombres, trabajaba como los hombres. Uno de los mejores amigos del armadillo era el gallinazo. El gallinazo, como tenía alas, sabía volar bien por el aire. Subía fácilmente a las alturas, donde no había árboles, ni palos ni raíces ni piedras y por allí podía pasear tranquilo sin tropezarse con nada ni con nadie. Viendo esto, el armadillo dijo al gallinazo: - Cuñado, yo también quiero volar como tú y pasear por arriba tranquilo, como veo que haces tu El gallinazo, respondiendo dijo así: - Está bien. Pero te voy a decir una cosa que no debes olvidar. Si tú deseas volar y pasear por arriba, no lo hagas cuando el sol está encima y calienta fuerte. Cuando el sol aprieta y te empiece a quemar, bájate a tierra. Así podrás volar y pasear como yo hago. - Estoy de acuerdo, cuñado. Enséñame, pues -contestó el armadillo muy alegre. Entonces el gallinazo fabricó unas alas y se las puso al armadillo. Con cera de abeja se las pegó a los costados. Lo empujó para que volase, y el armadillo, dando un salto y moviendo las alas, se fue volando a las alturas. Mientras el armadillo volaba tranquilo por el aire, el sol subía lentamente por el cielo y empezaba a calentar. Pero el armadillo seguía volando, volando, volando. A las doce el sol estaba bien derechito. El sol apretaba mucho, quemaba. El armadillo, olvidando lo que le había avisado el gallinazo, paseaba feliz. De pronto, la cera de las alas se derritió y las alas se despegaron. El armadillo, desde bien alto, cayó al fondo de un barranco. Al llegar al suelo, ¡túnk! resonó en el bosque y el armadillo se hundió profundamente en la tierra. Entonces, sabiendo esto, así habló el gallinazo: - En adelante, cuando los hombres tengan hambre y salgan a mitayar, al encontrar un armadillo se dirán: “Vamos a matarlo y a comerlo”. Y el gallinazo, escupiendo al suelo, aleteando, se marchó a lo alto. Por eso, desde entonces el armadillo o carachupa se esconde debajo de la tierra y huyendo pasa toda su vida. Así, nos cuentan los viejos.
Relato Aguaruna Versión de: J. L. Jordana Laguna
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