Relatos Andinos

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educaci贸n secundaria a distancia


ALTA DIRECCIÓN Carlos Malpica Faustor Ministro de Educación Juan Chong Sánchez Viceministro de Gestión Pedagógica Nidia Puelles Becerra Viceministra de Gestión Institucional

PROYECTO

HUASCARÁN

Ing. César Espinoza Soto Director Ejecutivo

es Ana A yala Flor Ayala Flores Coordinadora de Educación Secundaria a Distancia

Diseño gráfico e impresión: Gráfica Técnica S.R.L.

Copyright, Ministerio de Educación, 2003. Derecho Editorial Reservado. Hecho el Depósito Legal Nº 1501032003-3343


Y

A LUMNOS R ECOPILADORES T UTORES D E LOS C ENTROS P ILOTOS

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E DUCACIÓN

A

D IST ANCIA ISTANCIA

Alumna Daysy Kely Gamarra Rivera (Pampán y Tutores Percy Ebert Jara Alva y Néstor Enrique Hilario Paulino) Apurímac: ma, Tutores Luz Marina Huamán Bravo y Juan Alumna Brígida Aguilar Cahuana (Cotar Cotarma, José Huamán Pipa) Ar equipa: Arequipa: Alumnos Javier Rossi Ascuña Cárdenas, César Ricardo Cárdenas Corahua y Álvaro Fredy Fernández Apaza (Pinchollo, Tutoras Diana Luz Puma Rivera y María Maritza González Conde) Cajamar ca: Alumno Marín Bocanegra Romero (Kilómetr o 81-San Felipe, Tutores Solano Lizana Cajamarca: Kilómetro López y José Mario Constantino Obregón) Cusco: Alumnos Gladys Quispe Nina y Richard González Villavicencio (Chiara, Tutores Mercedes Montejo Linares y Luis Risal Montesinos Lima), alumnos Daniel Enrique Quipe Luna, Fernando Apaza Flores, Alfredo Quispe, José Chiloani, Cirilo Chiloani y Elías Mamani ca, Tutores Delia Quispe Paccha y Aurelio Fernández Quispe), alumQuispe (Lauramar Lauramarca, obamba, Tutores Rosa Aurelia Yábar Deza y Julia Taipe no Celestino Mayo Tapara (Par Parobamba, Vilca) y alumnos Zenaida Alejo Mamani, Wilfredo Gaspar Ramos, Rufo Acho Huillca y Verónica López Waraya (T intinco, Tutores Luz Gladys Calderón Díaz y Mirtha Silvia Samochuallpa Huarcaya) Huancavelica: Alumno Raúl Sánchez Quispe (Mantacra, Tutores Olga Cayetano Mulato y Dante Carvajal Cangalaya) y alumnos Hubert Huamán Villalba, Ruth Mary Huamán Villalba, Flor de umi, Tutores Marianela Ávila Acevedo María Sinchi Ramos y David Sinchi Ramos (Paltar Paltarumi, y Teodosio Huamán Cunya) Junín: Alumno Miguel Darío Casado (Collpa, Tutoras Paola Liz Avellaneda Aguirre y Nussel Anen Sánchez Aliaga) La Libertad: Alumnos Yóver Lucas Flores, Wilton Vega Eustaquio y Élder Mercedes Flores (San José de Salo Bajo, Tutores Damer Noé Toledo Muncibay y Santos Emiliano Rubio Varas) Lima: Alumna Mercedes Yessenia Ascacíbar Manuel (Cárac, Tutores Elsa Célica Eugenio y Gerardo Luis Ríos de los Ríos), alumnas Medalid Máxima Flores Rivera y Vanesa Benavente López (Cochas, Tutores José Manuel Márquez Quispe y Adelina Gaddy Ríos Clemente), alumnas Analí Alegre Valeriano, Edalita Alegre Valeriano y Angélica Sejil Olivares (Quinocay Quinocay,, Tutores Rosa Amalia Tito Caquiamarca y Neisser Rafael Román Chochoca), una, Tutoalumnos Freddy Ronald Melo Pomacaja y John Advíncula Pío (Santiago de TTuna, res Betzabé Violeta Bendezú Pinaud y Elton Barrientos Torres) y alumnos Éder Jesús Mellado Alberto y Andrés Quintana Retuerto (V ichaycocha, Tutora Liz Karina Olórtiga Torres) Pasco: Alumna Myriam Romero Ticlla (Acopalca; Tutores Benito Ricardo Cancapa Hancco y Nancy de la Cruz Escalante) y alumnos Vladimir Verástegui Ccasa y Miguel Ángel Santillán Rivera (Pacoyán, Tutores Jesús Miky Cristóbal Ermitaño y Luz Doris Serrano Cuéllar) Piura: Alumno Idelso Jiménez Jiménez (Succhil, Tutores Mercedes Labán Velazco y Edgar Neira Neira) Otr os autor es ecopilador es: Carmen Esperanza Calderón-Gamarra Jurado (Tarma) y E. Ledesma Otros autores o rrecopilador ecopiladores: Z. (Lambayeque) Ancash:

EQUIPO INVENTARIO

DE LAS GRABACIONES MAGNETOFÓNICAS :

DE

EDICIÓN

Leonidas Casas Ballón y Julia Cristel Silva León T RANSCRIPCIÓN DE LAS GRABACIONES EN CASTELLANO : Miguel Hermenegildo Coletti S ELECCIÓN Y N ORMALIZACIÓN DE LOS TEXTOS : E. Ledesma Z., Carlos Estela V ilela, y Ricar do Oliver os Mejía Vilela, Ricardo Oliveros T RANSCRIPCIONES DEL QUECHUA , N OTAS SOBRE LOS CPED,T OPONIMIA Y V OCABULARIOS : Leonidas Casas Ballón ilela y Pedr o Sanz Elguera CORRECCIÓN DE ESTILO : Carlos Estela V Vilela Pedro C OORDINADOR DE LA PRODUCCIÓN Y CUIDADO DE LA EDICIÓN : Elmo Ledesma Zamora


Estimada Tutora o Estimado Tutor:

E

l PROYECTO HUASCARÁN, a través de su UNIDAD DE EDUCACIÓN A DISTANCIA, te presenta los libros RELATOS ANDINOS, RELATOS AMAZÓNICOS Y RELATOS COSTEÑOS, que contienen ejemplos de la riqueza literaria popular de nuestro país. Son ejemplos recopilados por los alumnos y alumnas de los 101 Centros Pilotos que desde el año 2000 ofrecen esta modalidad educativa en áreas rurales de diecisiete regiones. Para formar esta serie de obras invitamos a fines del año 2001 a ustedes, como tutores y tutoras de los 101 CPED, a que ayudasen a sus alumnos y alumnos a iniciar una recopilación de relatos orales tradicionales de sus comunidades. En esa labor de recopilación, de acuerdo con las orientaciones enviadas por la internet, los ayudaron a registrar en grabaciones magnetofónicas los cuentos, leyendas, fábulas, mitos y tradiciones. Para ello debían escuchar y escoger las mejores versiones que les contasen sus padres, los ancianos y otras personas, identificadas como conocedoras y buenas narradoras. Esa labor de recopilación fue asumida con entusiasmo por los alumnos, y en el primer semestre del 2002 comenzamos a recibir decenas de cassettes con grabaciones, unas en castellano y otras en quechua. Iniciamos entonces la ardua labor de transcribir y en algunos casos traducir las recopilaciones, debiendo lamentar que en muchos casos las grabaciones no fueran lo suficientemente nítidas, por lo cual no pudieron utilizarse. Como muchos relatos aparecían en diversas versiones con distinta riqueza de detalles, optamos por seleccionar las mejores. Procedimos luego a la normalización o estandarización de su habla, corrigiendo los inevitables y comprensibles errores que ocurren en toda expresión oral, pero, al mismo tiempo, procurando mantener su tono coloquial y sabor regional. Por esa razón no aparecen en estos libros todos los relatos enviados, pero guardamos las grabaciones originales, como un archivo para futuros estudios o tratamientos editoriales. Queremos destacar, asimismo, que en la preparación de estas tres obras han participado al lado de todos ustedes y con gran entusiasmo centenares de informantes adultos y de estudiantes de los CPED de las diecisiete regiones atendidas. A esa valiosa labor recopiladora se ha sumado el tratamiento de los originales por parte de los consultores del equipo de Educación Secundaria a Distancia del Proyecto Huascarán. Se trata, pues, de una obra colectiva, dentro del mejor espíritu cultural andino, y de la cual todos con justicia podemos sentirnos partícipes y orgullosos. Como sabes, estas obras tienen una finalidad pedagógica, que responde a las exigencias curriculares de las áreas de COMUNICACIÓN y de REFORZAMIENTO DEL CASTELLANO COMO SEGUNDA LENGUA. De modo específico, apoyan el desarrollo de las habilidades de los alumnos y alumnas en cuanto a comprensión de los textos que leen, y les ofrecen variados ejemplos de expresión escrita en castellano estándar. En tal sentido, los tres libros están estrechamente relacionadas con los contenidos y metodologías de aprendizaje desarrollados para dichas áreas en los libros TELESABER y CONSTRUYENDO 1, 2 y 3 así como CHASKA, respectivamente. Por tal razón, hemos agregado algunos relatos recopilados por diversos autores en ambientes rurales similares. Los libros tienen además una finalidad de política cultural: buscar el rescate, revaloración y desarrollo de los elementos culturales propios de las comunidades rurales. Los relatos seleccionados fortalecen una de las características de la peruanidad: la pluriculturalidad. No mantener viva la riqueza creada durante siglos por nuestros antepasados sería imperdonable. Sería como arrasar un templo, una fortaleza o un barrio prehispánico o colonial para injertar justamente ahí un edificio moderno, rompiendo la unidad histórica y estética del lugar. En este sentido, aspiramos a coadyuvar a que nuestros colegiales tomen conciencia de cuánto pueden ellos hacer para que esta riqueza en vez de perderse no sólo permanezca sino que se goce, difunda, se mantenga vigente y crezca. Tus amigos y amigas del equipo de Educación Secundaria a Distancia del Proyecto Huascarán.


Querida alumna o querido alumno: Tienes en tus manos tres libros —RELATOS ANDINOS, RELATOS AMAZÓNICOS y RELATOS COSTEÑOS— que contienen cuentos, fábulas, leyendas, mitos y tradiciones que se relatan en las comunidades rurales de nuestro país. Se trata de narraciones creadas por nuestros antepasados a lo largo de muchos siglos. Son relatos que constituyen un tesoro cultural que debes respetar, como se debe respetar un templo, una fortaleza o una huaca, porque fueron construidos y utilizados por la gente de tu comunidad desde mucho antes de cuando vivían los bisabuelos de los abuelos de tus bisabuelos. Pero no son lecturas sólo para respetarlas por ser obra de nuestros antepasados. También son obras para gozar leyéndolas, para aprender sobre lo que sentía, experimentaba y pensaba la gente de tu comunidad, sobre sus dudas, temores, inquietudes, intereses, creencias y valores. Por otra parte, estos relatos pueden ser utilizados para que mejores de modo ameno tus habilidades de comprensión de lo que lees. Asimismo, encuentras ahí múltiples ejemplos de lo interesante, curioso y hermoso que son los relatos populares de tradición oral. No olvides que estos libros son, en gran parte, obra tuya y de tus padres, tus abuelos, los ancianos de tu comunidad y los tutores de tu CPED. Por ello, este tesoro cultural debes difundirlo y no sólo dejar que no se pierda sino que debes también procurar mantenerlo vivo, mejorarlo y aumentarlo. Es nuestra esperanza que muy pronto puedas ayudarnos a rescatar —con tu activa participación— muchos de los tesoros culturales de tu comunidad, que apenas se conocen sólo en forma oral, y que para su conservación, desarrollo y difusión deben estar registrados por escrito. Tus amigos y amigas del equipo de EDUCACIÓN SECUNDARIA A DISTANCIA del PROYECTO HUASCARÁN


ÍNDICE INOCENCIA Y LAS CALABAZAS ........................................ 10 LA VIRGEN DE ARAKWIRE ............................................ 12 LA BRUJA Y LOS TRES HERMANOS ................................. 14 YANA ALLQU ............................................................. 16 EL HERMANO POBRE Y EL HERMANO RICO .......................17 LOS TRABAJOS DEL DIABLO .......................................... 18 LA HISTORIA DEL AUSANGATE .......................................23 LA ZORRA Y EL GALLO ...............................................24 EL JOVEN DE LAS GRANDES LAGUNAS ...............................26 LA HISTORIA DE LA LAGUNA SIRIRINA .............................28 LAGUNA DE QANQAWA ................................................29 EL PEZ SOÑADOR ........................................................30 SATANÁS CONSTRUYE UNA ACEQUIA .................................32 EL HOMBRE Y LOS TRES HUEVOS .....................................33 EL LEÓN, EL VENADO Y EL HOMBRE .................................36 LA CUEVA DE MATAMINA .............................................. 38 EL HIJO DEL OSO ....................................................... 39 EL ZORRO, EL YANAPISCO Y EL PUCASONCO .......................43 EL CÓNDOR FAMOSO ................................................... 50 DON PANTA Y SU MEJOR AMIGO .................................. 51 CACHIYACU, LA LAGUNA DE LAS LÁGRIMAS ..................... 52

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CHUNCHUR. AGUA MINERAL DE CARAC ............................ 56 LA VICUÑA DE DOS CABEZAS ........................................ 57 PAGO AL VOLCÁN HUALCA HUALCA ................................ 58 HERMANOS CERROS .................................................... 59 LOS CERROS ENCANTADOS ............................................60 EL CERDO ENCANTADO ................................................. 61 EL CABALLITO DE SIETE COLORES ...................................62 LA LEYENDA DEL APÓSTOL SANTIAGO .............................63 LOS TRES FUGITIVOS ...................................................64 LA PERDIZ Y LA HUACACA ............................................. 65 MI COMUNIDAD .........................................................66 RETRATO DE UN CABALLO ............................................ 67 HISTORIA DE UN ÁRBOL ...............................................68 GALLINA .................................................................. 69 WARMI WARKU ........................................................ 70 CERROS CELOSOS .......................................................71 LA CAMPANA ENCANTADA ............................................. 72 EL RÍO CAUDALOSO ................................................... 73 GARBANCITO ............................................................ 74 LOS ENCANTOS DEL DISTRITO DE QUINOCAY ..................... 76 LUCERITO, LA PEQUEÑA VICUÑA ...................................... 77

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INOCENCIA Y LAS CALABAZAS Había una vez en el pueblo- de Cochas una niña llamada Inocencia. Ella vivía en compañía de sus hermanitos, huérfanos de padre con su madre que era una pobre inválida postrada en un pellejo de vaca en una humilde choza. Cierto día el profesor del sexto grado de la escuela dijo a todos los alumnos: —Vamos a realizar una excursión al lugar del Tinku y cada uno tiene que llevar su fiambre. Y la niña se puso muy triste porque no tenía nada para comer. Al día siguiente, ella iba triste y se lo contó a sus compañeros. Una de ellos se compadeció y le invitó su fiambre. Ella comió desesperadamente como si no hubiera comido en varios días. Una vez en Tinku, por el camino vio unas lindas calabazas. Inocencia dijo: —Qué ricas calabazas. Las voy a llevar para mis hermanitos y mi pobre madre. Así les calmaré el hambre y dejarán de llorar por lo menos un día. Dicho y hecho, se llevó las calabazas a su casa y todos regresaron al pueblo de Cochas. Al día siguiente se presentó el señor Érico en la dirección de la escuela de Cochas para quejarse, porque habían desaparecido las calabazas de su chacra. Entonces, la directora enojada fue al salón del sexto grado y llamó al profesor y a todos los alumnos. La directora preguntó a todos los alumnos, uno por uno, hasta que llegó el turno a Inocencia. Ella se asustó mucho y tuvo que ir a la dirección. Allí estaba esperando el señor Érico, bien sentado en una de las sillas. La directora dijo: —Inocencia, tú has cogido esas calabazas del señor Érico. La niña respondió:

Vanessa Benavente López 3er Grado Cochas (Yauyos, Lima)

—Sí, señora directora. Yo he cogido esas calabazas para que coman mis hermanitos y mi pobre madre. Perdóneme señor Érico, no lo volveré a hacer. Desde ahora dejaré la escuela para pagarle sus

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calabazas. El señor Erico, que era muy bueno, la perdonó. Esa noche la niña no pudo dormir bien y, en un bello sueño, una ranita le decía: —Inocencia, prométeme que ya no vas a volver a robar. Inocencia —también en su sueño— se comprometió a ello, a no obrar mal jamás. Entonces la ranita le contó un gran secreto, una leyenda muy antigua. En Lucumacancha, a la izquierda de una cueva, existe un cantarito repleto de oro y plata. —Tú eres la escogida porque quieres mucho a tu familia y luchas por ella —dijo la ranita. Entonces la niña se despertó muy temprano para ir a trabajar a su chacra en Lucumacancha. Comenzó a trabajar hasta que se cansó. Agotada por el trabajo se sentó y de pronto se acordó de aquel sueño. Se fue a una cueva que parecía la del sueño y se puso a excavar al pie de ella, al lado izquierdo tal como lo había soñado. Cuando excavó un metro de profundidad, encontró el cántaro con el tesoro de muchas monedas de oro y plata. Regresó a su casa contenta y dijo a su pobre madre que el bello sueño se había hecho realidad. Y contó lo sucedido a su madre. Pudieron devolver las calabazas al señor Erico y también hicieron una gran tienda, la mejor de Cochas. Inocencia siguió estudiando, sus hermanitos también. Su madre se curó y fueron muy felices por el resto de sus días.

Cochas Deriva del quechua qucha,, que significa laguna. Efectivamnte, en esta parte de Yauyos, zona andina de Lima, una sucesión de lagunas forma un escenario natural muy bello, ideal para turismo ecológico. Sin embargo, hay mucho que hacer para mejorar servicios como la carretera, la comunicación, aumentar la producción agropecuria, las artesanías, etc.

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LA VIRGEN DE ARAKWIRE Había una vez una mujer que tenía un hijo llamado Pascualito. Él acostumbraba salir de su casa llevando su fiambre cuando pastaba sus ovejas todos los días en la pampa de Arakwire. Un día, mientras andaba con sus ovejas, se encontró con un niño con quien jugaba y recogía flores. Al tiempo, todos los días, pastaban juntos las ovejas y cuando tenían hambre, el niño traía panes para que comieran. Todas las tardes Pascualito volvía feliz a su casa cargando de vuelta su fiambre y su madre le preguntaba: —¿Por qué no has comido? El niño le respondía: —Yo como todos los días panes. Y su madre le volvía a preguntar: —¿Qué pan comes si tú sólo llevas comida? El niño no quiso contar a su madre que un niño le invitaba pan todos los días. Al día siguiente, su madre lo siguió para ver qué pasaba con su hijo. Apenas llegó a la pampa, su madre vio un niño brillante, hermoso, con rostro angelical, vestido de oro.

Brígida Aguilar Carhuana 3er. Grado Cotarma (Apurímac)

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La madre de Pascualito se asombró y se preguntó quién era el niño con quien jugaba su hijo. Regresó la madre asombrada a su cabaña y al día siguiente vino a la comunidad de Cotarma para avisar a las autoridades de lo ocurrido en la pampa de Arakwire. Entonces, los comuneros fueron a traer al niño, a quien encontraron jugando como de costumbre con Pascualito. Al notar la presencia de otras personas, el niño despareció por el monte. Este niño era el Niño Jesús, hijo de la Virgen María. Los comuneros de Cotarma trajeron a la Virgen de la pampa de Arakwire. Como la Virgen no quería permanecer en la comunidad de Cotarma, hicieron un cambio con el santo San Francisco de la comunidad de Lukuchanga. Al encontrarse en ese pueblo, la Virgen lloraba lágrimas de verdad y al instante llovía. El día menos pensado, la Virgen regresó por el camino por donde había sido llevada y llegó a la pampa de Arakwire, donde se encantó en una roca donde permanece hasta la actualidad. Los comuneros la visitan llevando flores, velas y dinero para recibir su bendición.

Cotarma Ubicada en Pichirhua, AbancayApurímac, su nombre puede derivar del quechua kutaq rumi= = piedra de moler (batán y mortero); pero también es posible que provenga del aymara quta=laguna, y aruma= = amanecer, día, que significaría laguna por donde amanece el nuevo día. Esta zona estuvo poblada por mitimaes del Qullasuyu, que fueron deportados del altiplano por no someterse a la autoridad inca. Esto explica también el nombre de la actual provincia Aymaraes, ubicada precisamente en ese ámbito. Bien organizada, progresista y trabajadora, Cotarma cuenta con carretera, electricidad, teléfono, puesto de salud y educación inicial, primaria y secundaria.

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LA BRUJA Y LOS TRES HERMANOS Había una vez tres hermanos jóvenes que caminaban por cuatro cerros, buscando trabajo. Ellos llegaron a una choza donde preguntaron al dueño: —¿Dónde podemos encontrar trabajo? El señor respondió: —Aquí no hay trabajo, mas al contrario, oren por mí, yo les salvaré del peligro que encuentren. Entonces los jóvenes se fueron caminando y pasaron un cerro. Más allá encontraron una hacienda en la que vivía una bruja; la encontraron sentada en una silla. Los jóvenes se acercaron y le preguntaron: —Señora, ¿dónde podemos encontrar trabajo? La señora respondió: —Justamente aquí necesito trabajadores. Les hizo pasar a su casa y les dio de comer. Después de comer se quedaron dormidos. A la medianoche se despertó el hermano menor y se dio cuenta que la bruja estaba afilando su cuchillo para matarlos. El hermano menor empezó a orar y se le apareció el señor que encontraron antes, convertido en un caballo, y les dijo a los jóvenes: —Traigan tres piedras y tres troncos.

Richard González Villavicencio Chiara (Cusco)

Todo esto lo pusieron dentro de la cama de la bruja, vestido con la misma ropa de ella, mientras había salido a afilar su cuchillo. La bruja fue a buscar a los jóvenes llevando tres sacos y un tambor, mientras ellos se encontraban bajo la sombra de un árbol, felices.

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De pronto se les apareció la bruja como un viento. Los tres jóvenes se subieron al árbol y luego la bruja dijo: —Que el joven mayor se caiga a este saco—, y tocó su tambor. Enseguida dijo: —Que caiga el otro. Y cayó al saco. Luego le tocó al hermano menor que era muy inteligente, este se amarró con su correa al árbol y la bruja dijo: —Que caiga el último. Como este joven no cayó, la bruja subió. Cuando estaba por atraparlo, el joven se tiró y dijo: —Que la bruja caiga. Y ella cayó, luego el joven amarró el saco con la bruja dentro y lo colgó del árbol. Después sacó a sus hermanos de los otros sacos y así se libraron de la bruja.

Chiara: Del aymara ch´iara: negro,oscuro. Comunidad quechua ubicada en Combapata, Canchis-Cusco. Su clima benigno, sus tierras fértiles y su abundante agua propician la producción de maíz, trigo, hortalizas, miel de aveja y cerdos, apreciados en los cercanos mercados de Sicuani y Cusco, unidos por ferrocarril y carretera asfaltada a Puno, Bolivia y Arequipa.

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YANA ALLQU Cuando yo era pequeño, me obsequiaron un perrito muy gordito. Al verme, este empezó a ladrar: —¡Guau, guau, guau! Así ladraba alrededor de mí. No estaba tranquilo, corría de aquí para allá dando saltitos, meneando la colita a cada rato. Se caía de panza, pero inmediatamente se levantaba, corriendo y girando velozmente con la lengua afuera. Le puse por nombre Yana Allqu. Yana significa negro y allqu, perro. Era como el carbón. Me seguía a todas partes, me lamía la cara y le gustaba morderme los dedos. También sabía pararse en dos patas. Cuando salíamos al campo, yo tiraba una piedra lejos, él iba corriendo en busca de ella. Nunca se equivocaba de piedra. Era un perro inteligente y me asombraba de las cosas que hacía. Muchos lo envidiaban. Un día, después de regresar del colegio, no lo encontré. Lo busqué por todas partes. Cansado de buscar, me senté a las orillas del río. Y vi su cuerpo flotar sobre el río. Miguel Darío Casado Collpa (Tarma - Junin) Collpa Antiguo ayllu, que está en Acobamba, Tarma-Junín. Qullpa, en quechua se refiere a tierra o agua salada, muy buscada por los animales domésticos y silvestres para su alimentación. Ubicada muy cerca de Tarma y en un pequeño desvío de la gran carretera asfaltada que une el valle de Chanchamayo con Lima. Los hijos de Collpa quieren vencer la pobreza y construir el progreso. Su arma es la unión, el trabajo y la educación.

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EL HERMANO POBRE Y EL HERMANO RICO Había una vez un hermano pobre y otro rico. El pobre no tenía nada que comer. Un día subió al cerro para recoger hierba para hacer mate. En ese momento, apareció un señor montado en un caballo y le preguntó: —Hijo, ¿qué cosa estás buscando? El pobre contestó: —Papa, no tengo nada para qué comer. El jinete le dio un plato y dijo: —Hijo, a este plato le dices: Quiero comida y él te va a dar lo que quieras. Tú sólo tienes que pedirle comida. El abuelo le dijo: —Gracias, señor. Luego, el pobre regresó a su casa. Se sentó pronto a la mesa y le dijo al plato: —¡Quiero comida! Y en el plato apareció comida; el pobre se desmayó. Otro día hubo una fiesta. El pobre no tenía dónde dejar su plato. Fue donde su hermano rico. Le tocó la puerta y salió su mujer: —Puedo dejar mi plato, señora. —dijo. Salió su hermano y le dijo: —¿Qué cosita quiere usted? Y el hermano pobre dijo: —¿Puedo dejar mi plato aquí? ¡Pero no le digan quiero comida a mi plato. —No le voy a decir. Yo soy rico, tengo bastante comida. Gladys Quispe Nina 2do Grado Chiara (Cusco)

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LOS TRABAJOS DEL DIABLO En el caserío Kilómetro 81, provincia de Jaén, departamento de Cajamarca hubo un verano muy triste por cuatro años consecutivos. Todos los valles y quebradas mostraron su silencio y los días, un triste anochecer. Allí se observaban los campos desolados, sin verdor y el sol radiante, con su potente calor, sonreía en el despejado cielo. Toda clase de animales morían por falta del alimento necesario para sostener sus vidas. Las tierras secas sienten dolor por no producir más alimento y agua para todos. En estos tiempos de dolor, en un campo de nostalgia, en este caserío Kilómetro 81, vivía una humilde familia. El padre se llamaba Gervasio, la madre Felipa y los hijos: Manuel, José y Pedro. Durante esta temporada de terror, la familia tuvo que afrontar la escasez de alimentos. Don Gervasio y sus tres hijos se buscaban la vida, salían muy temprano con sus escopetas en busca de venados para aprovechar antes que se mueran todos. Felipa preparaba carne de venado seca, la cocinaba todos los días por no haber otro alimento que comer. Así pasaban los días de hambruna. Gervasio y sus tres hijos tuvieron que salir a cazar, cada vez más temprano que de costumbre. Un día, cada uno se dispersó por su lado en un imponente cerro llamado Para, porque juntos iba a resultar difícil. Al no encontrar nada, Gervasio subió a lo más alto del cerro, donde la nieve cubría su cima. Gervasio, cubierto por la nieve, no se percataba que era tarde, en su mente estaba la idea de hallar un venado. Anocheció en el cerro y Gervasio no pudo regresar a su casa. Su familia, preocupada, lo esperaba. Pasaron dos días y Gervasio no regresaba. Sus hijos estaban tristes y temían lo peor; ya no querían ir a cazar, pensando que a ellos también algo malo les podría pasar. Pero Felipa animaba a sus tres hijos diciéndoles:

Marín Bocanegra Romero 3er grado Kilómetro 81 (Cajamarca)

—Hijos, no se acobarden, sigan adelante. Nuestra meta es hasta que Dios nos recoja. El mismo día de su pérdida, Gervasio encontró un hombre montado en un mulo negro, cubierto de puro oro y plata. Gervasio se asustó por aquel desconocido que le preguntaba: —Hijo, ¿qué haces aquí?

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Gervasio respondió: —Busco trabajo. Soy pobre. —¡No tengas miedo! —Le dijo el hombre extraño—. Yo me llamo Satanás. Te daré trabajo por un mes y serás millonario. Gervasio pensó un rato y aceptó aquel trabajo. Luego, Satanás lo hizo montar en su mula y ya en el camino le preguntaba en qué consistía aquel trabajo. Satanás respondió: —Allá te lo muestro. Así seguían conversando y en un momento, Satanás le dijo a Gervasio: —Yo sé bien que a causa del verano tú estas acabando con mis venados. —Sí, es verdad —respondió Gervasio—-, yo los cazo porque de otra manera no podría sobrevivir mi familia. —Está bien, te perdono —le dijo Satanás— pero otra vez no vuelvas a hacerlo. Así siguieron galopando por el cerro Para. Cruzaron varias montañas y cuando llegaron a lo más alto, Satanás le dijo a Gervasio que cerrara los ojos. Al instante se escuchó el gran estruendo de un abrir y cerrar de puertas. Luego, Satanás le pidió a Gervasio que abra los ojos. Gervasio los abrió y ya estaba en otra vida. Miró a su alrededor y se dio cuenta que había perdido su arma. Aquel lugar era como una ciudad muy grande, donde habían personas satánicas.

Kilómetro 81: Caserío de San Felipe, JaénCajamarca. Comunidad agrícola, de clima cálido, vive del cultivo del arroz, panllevar y crianza de caprinos. Los alumnos han conquistado los siguientes lauros: 1er. puesto en Matemática entre seis colegios convocados por Petro Perú, 2001; 1er. puesto en Matemática y Ortografía el 2002, en Huantapampa.

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Ahora Gervasio se lamenta de haberse ofrecido a trabajar, pero él solo se consolaba y decía para sí mismo: —Dios mío, ayúdame en todo esto. Satanás lo llevó a su casa. Allí le presentó a su mujer y a su única hija llamada Lucero. Luego le habló sobre el trabajo y le dijo: —Trabajarás aquí un mes. Las dos primeras semanas le darás de comer a unos patos hambrientos. La tercera semana le darás de comer a unos pavos para engordarlos y la última semana irás al campo a picar y cargar leña en el mulo hasta la casa. Si cumples todo el mes, tendrás libertad. Dicho esto, Satanás desapareció. Entonces a Gervasio se le apareció Lucero para ofrecerle su ayuda, pues le había caído bien. Ella le dio tres consejos: —No duermas en todo el mes, si no, mi padre te devorará. Ten mucho cuidado cuando hagas cada uno de los tres trabajos porque los patos, los pavos, la leña y el mulo son mi padre, Satanás. Si te descuidas, te comería. Al día siguiente Gervasio empezó a trabajar dando de comer a los patos. Cuando hacía la comida, aquellos animales querían devorarlo. Entonces con un palo los golpeaba hasta que comían y así fue todos los días, sufriendo, hasta que terminaron las dos primeras semanas. Al término de esto se le apareció Satanás y dijo: —Bien, muchacho. ¡Sabes trabajar! Mi cuerpo está adolorido y no puedo ayudarte. Ahora seguirás con el segundo trabajo. Durante la tercera semana, los pavos también quisieron devorarlo mientras desgranaba al maíz. A ellos también los golpeó. Así pasó esta semana y nuevamente se le apareció Satanás y dijo: —¡Bien, muchacho, sigue trabajando! Yo no puedo ayudarte porque estoy enfermo. Gervasio conversaba con Lucero todos los días, acerca del trabajo. Ella siempre lo animaba y le decía:

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—Esto tiene que pasar, todo tiene su tiempo y su fin. Gervasio empezó a trabajar la última semana. Todos los días llevaba su hacha y jalaba su mulo, picaba y traía leña. Un día vio los leños convertidos en culebras. Volvió a casa muy asustado. Le contó lo sucedido a Lucero y ella le aconsejó que, mientras pique la leña, grite y silbe, haciendo sonar al mismo tiempo el hacha en las piedras. Cuando volvió al trabajo, hizo lo que le dijo Lucero y otra vez los leños fueron culebras. A partir de ese momento, tuvo mayor cuidado al picar la leña. El último día de cargar leña, el mulo mañoseó para cargar la leña y quiso estrujarlo. Gervasio se encolerizó y le dio un garrotazo en el ojo dejándolo ciego. Así el mulo cargó la leña y volvieron a casa. Al llegar, Gervasio —preocupado por la rotura del ojo del mulo—miró nuevamente a la bestia, pero ya se había sanado. Al terminar su trabajo se apareció el patrón, quien dijo: —¡Bien muchacho! ¡Supiste trabajar! Yo no te ayudé porque estuve enfermo. Hasta me dolió el ojo, pero ya ha sanado. Después, Satanás dijo: —Gervasio… has ganado. Ahora toca el pago y tu despedida. Mientras Satanás iba a sacar plata del pueblo, Lucero aprovechó para decirle a Gervasio que le pidiera a su padre que le pague en oro y no bronce. También le dijo que cada moneda de oro que reciba debía teñirla con carbón y dibujar una cruz. Al llegar Satanás, le preguntó a Gervasio: —¿Cómo quieres que te pague? Gervasio le respondió: —¡Oro! Satanás preguntó por qué no bronce. Gervasio insistió que no, él quería oro. Satanás no habló más y empezó a pagarle en monedas de oro. Además, cada moneda que recibía era marcada con una cruz. Llenaron tres canastas de monedas. Para cuando terminó de pagarle Satanás, Lucero había ensillado el mulo para darle libertad a Gervasio. Después de despedirse de Lucero y su madre, salió de la casa acompañado por Satanás.

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Cuando llegaron al cerro, Satanás le dijo a Gervasio: —¡Enséñame tu plata! Gervasio le enseñó las monedas marcadas con una cruz. Satanás dijo asombrado: —¡Me ganaste! Ándate a tu casa y llévate este consejo: “Cien almas menos una”. Cuando estés en prisión, a punto de morir clama: ¡Patrón, patrón! Gervasio llegó a su casa. Su familia, muy sorprendida, lo recibió y él les contó lo que había pasado. Ese día hicieron una fiesta. Al día siguiente, se dirigieron a Jaén y compraron muchas cosas. Luego pusieron una tienda de venta de carros en la misma provincia. Al ver esto, la gente envidiosa que conocía su pobreza, lo denunció, lo acusaron de ladrón y criminal. Lo querían condenar a cadena perpetua. Su familia clamaba: —¡No lo sentencien! Pero los malditos gritaban: —¡Senténcienlo! ¡Mátenlo! ¿Cómo un hombre pobre vende carros? ¿No será que ha robado?. Cuando iban a dictar la sentencia, se reunieron cien personas malas. Luego se presentó un verdugo para cortarle el cuello. Entonces, Gervasio gritó: —¡Patrón, patrón! Un gran estruendo se produjo, un remolino se levantó y aquella prisión donde Gervasio estaba se llenó de polvo como humo espeso. De pronto desaparecieron todas las cien almas, mientras Gervasio quedó en libertad en medio de la alegría de su familia y de las personas buenas que estaban en ese momento. A partir de ese día Gervasio, su familia y sus amigos vivieron felices el resto de sus vidas.

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LA HISTORIA DEL AUSANGATE Cuentan los comuneros de Lauramarca que dentro del nevado Ausangate existe una ciudad perdida, rica en oro y plata. Cierto día, un hombre que se llamaba Pedro y que caminaba por las faldas del Ausangate, vio salir a cuarenta hombres vestidos de blanco y sombreros negros que se montaron en hermosos caballos blancos. Estos hombres, después de un rato, volvieron y se acercaron a una gran roca y en voz alta dijeron: —¡Ábrete! Y la roca se abrió. Ellos entraron. Al ver esto, Pedro tuvo mucha curiosidad de saber qué había dentro. Luego que los cuarenta hombres se fueron, Pedro dijo a la roca con voz alta: —¡Ábrete! Y nuevamente se abrió la cueva. Al entrar, Pedro se sorprendió al ver tanto oro y plata. Pedro, por ese entonces, tenía a su esposa muy enferma y necesitaba dinero para hacerla curar. Pensó sacar un poco de esa riqueza en sus bolsillos. Sacó todo el oro que pudo, se acercó a la roca y dijo: —¡Ábrete! Y se abrió. Salió y al volver a su casa, su vecino, un hombre ambicioso, le preguntó de dónde había sacado ese oro. Pedro le contó lo ocurrido, el vecino quiso hacer lo mismo, entró al Ausangate, pero al salir repleto de oro grito: —¡Ábrete! Y los habitantes de esta cueva, que estaban escondidos, lo detuvieron. Ahora él esta encantado y a veces se oye su voz que sale de allí dentro, pidiendo ayuda. ¿Por qué a Pedro no lo detuvieron dentro del Ausangate? Dicen que el Ausangate es el Apu más poderoso, que es el máximo vigilante de toda esta zona. Él conoce bien a la gente y sabe a quién ayudar.

Co-autores: • Alfredo Quispe • José Chiloani • Cirilo Chiloani 1er Grado Lauramarca (Cusco) Lauramarca: Antiguo latifundio, hoy comunidad quechua de Ocongate, Quispicanchi-Cusco. Situada frente al mítico Ausangate, nevado tutelar de los incas, cuenta con una gigantesca maqueta de piedra, posiblemente de la época inca, labrada con figuras y signos misteriosos cuyo significado todavía espera ser descifrado.

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LA ZORRA Y EL GALLO Una vez que se paseaba la Zorra cerca de unos corrales, se encontró con un gallo, el cual, al ver a la Zorra, tuvo no poco susto y se encaramó al instante en la rama de un árbol. El gallo se llamaba Cantaclaro, porque le gustaba mucho cantar y lo hacía bastante bien. La Zorra, que lo había visto ya otras veces y sabía que era vanidoso, lo empezó a adular hablándole así: —¿Cómo te va, Cantaclaro? ¿Por qué no cantas hoy? —Porque no tengo ganas. Estoy cansado. —¡Cómo! Si no tienes cara de cansado. Yo te veo como siempre, rebosando salud, y tan guapo, qué envidia has de dar a todo el gallinero. Creo que te intimida mi presencia. —Algo —contestó el gallo, y lo miró con cierto recelo. —Pero dime por qué, criatura de Dios —prosiguió con voz suave la astuta Zorra— ya olvidaste que somos parientes? ¡Soy tu primo!… ¡Tu primo hermano! …y me gusta mucho oírte cantar. Tienes una voz tan agradable… Cantaclaro se sintió muy ufano con esos piropos, y cantó. —¡Ah, primo, qué bien cantas! —exclamó la Zorra—. Sin embargo, si quieres que te hable con franqueza, tu padre tenía mejor voz, porque cantaba con los ojos cerrados. El vanidoso Cantaclaro volvió a cantar su qui-qui-ri-quí; pero desconfiando un tanto de la Zorra, no cerrró más que un ojo. La Zorra llevaba el compás con las patas delanteras y aplaudía. Ruth Mary Huamán Villalba 3er Grado Paltarumi (Huancavelica)

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—¡Qué primor! —añadió la muy ladina—. Cantaste mejor esta vez, primo. Pero lástima que no hayas cerrado los dos ojos. Si así lo hicieras, segura estoy que saldría tu voz más límpida y más sonora, y tu canto sería tan melodioso, que todos los gallos del vecindario se morirían de envidia, o ellos mismos suplicarían que los echaran a la olla, de pura cólera por no poder cantar como tú. El imprudente y vanidoso Cantaclaro, que ya no cabía en su pellejo, se dejó engañar y cerró los dos ojos para empezar a cantar; pero ya no volvió a abrirlos, porque la aduladora y pícara Zorra, dando un salto, lo cogió con sus dientes por el pescuezo y se lo llevó arrastrando por el campo, hasta su cueva en donde se lo comió a sus anchas. Caro le costó al pobre gallo su vanidad.

Paltarumi: Comunidad quechua de Salcabamba, TayacajaHuancavelica. Significa piedra plana. Célebre por la expresividad de sus canciones quechuas dedicadas al ganado, a la trilla y los carnavales. También apreciada por sus danzas costumbristas, el colorido de sus trajes y la música tocada en waqrapukus (cornetas de cacho) y llunqur (clarines gigantescos).

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EL JOVEN DE LAS GRANDES LAGUNAS Había una vez un joven llamado Javier. El placer más grande de este joven era pasear por las orillas de las lagunas grandes que existían cerca de su pueblo. Un día, mientras Javier paseaba, se encontró con una chica muy bonita de cabellos rubios y ojos azules, de nombre Lucy. A partir de ese día, ambos jóvenes se encontraban interdiario para pasar el día jugando, olvidándose de sus preocupaciones. Un día, la hermosa joven le regaló un anillo y le dijo que ella ya no podía ir a esa laguna. El joven se puso triste, porque él ya estaba enamorado de ella. La hermosa joven, al apartarse, solamente dijo: —Si me quieres, búscame en el lugar de los cerros azules y las verdes pampas. Después de un tiempo, Javier empezó a buscar. Al no tener noticias de ella, se adentró en lugares que no conocía, llegó a las montañas más altas y allí se encontró con un cóndor y un águila. El joven les preguntó:

Co-autores: Daniel Enrique Quispe Luna Fernando Apaza Florez 1er Grado Lauramarca (Cusco)

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—¿Saben ustedes dónde puedo encontrar los cerros azules y las verdes pampas? El águila le respondió: —Pide y ruega al señor Cóndor que te lleve a ese lugar de cerros azules y verdes pampas. De aquí, es el único que conoce. Y así fue. El joven suplicó al cóndor, y este aceptó llevarlo. Después de un largo viaje, el joven por fin llegó al lugar de los cerros azules y las verdes pampas, donde encontró la casita de la hermosa joven, que estaba prisionera de sus padres, que eran personas malvadas. Javier tocó la puerta de la casita de Lucy, ella salió rápido y le preguntó cómo había llegado hasta allí. Él le contó las experiencias de su viaje. Después de escucharlo, ella lucía muy triste y le dijo que no podía entrar, porque sus padres no iban a permitirlo. Entonces Javier decidió ir donde el padre de Lucy y luego de una lucha, el padre perdió y aceptó el matrimonio. Al verse derrotado, el padre de Lucy se alejó y los dos lograron vivir felices en ese lugar de cerros azules y verdes pampas, llamado después Lauramarca.

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LA HISTORIA DE LA LAGUNA SIRIRINA Al costado del nevado de Ausangate hay un lago muy grande llamado Siririna. Antes, el lago no existía, era un pueblo llamado Marcapata. En ese pueblo hubo una vez una fiesta de matrimonio. Esa vez, apareció una persona pobre y mocosa; ese hombre no era persona, era el apu Ausangate. Así, el hombre pobre estaba en la fiesta de matrimonio donde habían señoras que vendían chicha. El hombre se acercó a una de ellas y le dijo: —Sírveme un poco de chicha, quiero tomar. La señora respondió: —Para ti, hombre mocoso, no hay chicha. Otra mujer se acercó al hombre pobre y lo limpió. El hombre pobre le dijo a la señora: —Gracias por limpiarme. Ahora, alístate y vete a otro pueblo, porque este va a destruirse. Cuando escuches un sonido fuerte, no te vayas a voltear. Y así hizo la señora, se alistó y se puso a caminar. Cuando estaba volteando el cerro, escuchó un sonido muy fuerte y la señora se volteó para mirar qué estaba pasando con su pueblo, y vio que se convertía en un lago. La señora también se convirtió en piedra por no hacer caso al hombre pobre.

Elías Mamani Quispe 2do Grado Lauramarca (Quispicanchi, Cusco)

Así apareció el lago Siririna. En este lago hay bastantes peces y otros animales.

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LAGUNA DE QANQAWA Antiguamente —contaban los abuelos— en esta comunidad existía un pequeño pantano que tenía al lado una iglesia adornada con dos hermosas campanas de oro. En este pantano vivía una sirena que cantaba cuando la luna llena aparecía tras de los cerros. Con el tiempo el pantano creció. Y creció tanto, que la iglesia se cayó. Siguió creciendo el pantano, y se formó la laguna de Janjagua. Algunas noches, la sirena sale de la laguna cantando y tocando. Los pobladores pueden escuchar estos cantos, dulces como voces, que salen de la profundidad. En tiempos de lluvia, algunas personas que no conocían la historia de Janjagua, pasaban por ella para tomar agua; pero el agua era muy poderosa. Estas personas murieron luego de tres días, con dolores en todo el cuerpo. Por eso los pobladores echaron sal a la laguna. Ahora la laguna es mansa. Sus aguas mantienen al pueblo y los animales, dándoles de beber.

Raúl Sánchez Quispe 3º Grado Mantraca (Huancavelica) Mantacra: Antigua hacienda, convertida en comunidad con la Reforma Agraria de Velasco. Ubicada poco antes de Kichuas, la gran represa del Mantaro que genera los dos tercios de toda la electricidad que se utiliza en el Perú. Pertenece al distrito Pampas, capital de la provincia TayacajaHuancavelica, Está al bode de la carretera que va de Lima a Huancayo y Ayacucho.

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EL PEZ SOÑADOR Una mañana de silencio, un pez muy dormilón llamado Jacinto se había quedado dormido. Eran las ocho de la mañana cuando, de pronto, el pez Jacinto se despertó, pero se dio cuenta que ya era muy tarde. Rápidamente se alistó y se fue corriendo a trabajar. Cuando regresó de su trabajo a la casa, estaba muy, pero muy cansado y se acostó. Estaba soñando que en una playa muy calurosa se encontraba con su amiga la Tortuga. —¡Hola, tortuga!— dijo el pez. La tortuga contestó: —¿Cómo está mi querido amigo pez? Entonces el pez decidió entrar en la profundidad del mar. —¡Chau, tortuga!— dijo el pez. —Hasta luego, mi amigo pez— contestó la tortuga. Y el pez estaba yéndose por el mar y se encontró con un viejo amigo llamado tiburón. —¡Hola, pez Jacinto! Tiempo que no te veía.— dijo el tiburón. —Yo tampoco.— contestó el pez Jacinto. Pero cuando estaban dialogando se apareció una grande e inmensa ballena. Entonces el tiburón quiso escaparse, pero no pudo. El pez Jacinto tampoco, estaba tan asustado que no podía ni moverse. Vladimir Verástegui Ccasa 3er Grado Pacoyan (Pasco)

La ballena abrió su grande e inmensa boca y se los comió a los dos.

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Ellos casi no se creían que estaban dentro de la barriga de la ballena. El tiburón, muy asustado, dijo: —Ahora cómo vamos a salir de este lugar. —El pez Jacinto muy preocupado contestó: —Yo tengo una buena idea. ¿Por qué no la fastidiamos con una pluma para que estornude y así podamos salir fácilmente? Entonces hicieron estornudar a la ballena y salieron volando por la boca de ella. Cayeron a la orilla del mar. En ese momento, el pez se despertó con el Tiburón: —Por fin salimos, dijo el pez Jacinto. Entonces los dos se fueron por otro camino, felices y contentos.

Pacoyán: En el quechua Wanka, pakuyán alude a los pajonales que adquieren un color dorado en el invierno. Pero también puede derivar de paqo, nombre quechua de la alpaca, así como de un tipo de hongo comestible muy rico en proteínas que crece en la pampa después de las tormentas de lluvia, por lo que se dice que es hijo del trueno. Está en el dist. S. Bolívar, Prov. y Dpto. Pasco.

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SATANÁS CONSTRUYE UNA ACEQUIA En un pueblo cerca de un río vivía un campesino solo en una pequeña casa. El campesino sobrevivía con la siembra de muchos tubérculos pero tenía un problema: la falta de agua para poder regar sus sembríos. Un día, mientras descansaba al lado de un camino, pasaba por ahí un hombre montado en un caballo blanco. El campesino sorprendido le preguntó: —¿Quién eres tú? El hombre le contestó: —Soy un forastero. Luego, el campesino tristemente le contó su problema de la falta de agua. Después de un largo rato de conversar llegaron a un acuerdo. El hombre —que era Satanás— le dijo: —Yo te construiré una acequia hasta tu casa pero con una condición. —¿Cuál? —dijo el campesino. —Si yo hago llegar el agua de la acequia antes de que cante el gallo… yo te llevaré a ti. Mientras dormía el campesino, Satanás trabajaba con muchas personas que eran sus demonios. Cuando dieron las cuatro de la mañana, el hombre se despertó y escuchó a los demonios trabajando y haciendo fuerte bulla. El campesino dijo asustado: —Ahora me llevará… ¿qué hago? —y se puso a pensar. Recordó que tenía un gallo. Lo trajo y lo puso frente a un espejo; el gallo empezó a cantar varias veces y Satanás desapareció en ese momento. Hubert Huamán Villalba 3er Grado Paltarumi - Tayacaja (Huancavelica)

La acequia quedó casi lista, lo necesario para que el campesino tenga agua en casa.

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EL HOMBRE Y LOS TRES HUEVOS Había una vez un hombre muy pobre que decidió ir a la orilla del río a recoger leña y, cuando estaba recogiendo la leña, vio un pez grande. Esto le causó alegría y decidió atraparlo. Una vez que lo tenía en las manos, el pez empezó a decir: —Me comerás, pero no te olvides lo que te digo. En mi estómago tengo tres huevos. Enterrarás estos tres huevos en tres esquinas de tu casa y luego de veintiún días verás el resultado. El hombre, admirado, regresó a su casa llevando el pez y la leña. Al llegar a su casa empezó a cortar el estómago del pez y aparecieron los tres huevos. Luego de sacarlos del estómago del pez, los enterró en las tres esquinas de su casa; como había dicho el animal. El hombre esperó veintiún días. De los tres huevos enterrados salieron tres jóvenes hermosos, cada uno con su respectivo árbol, espada y hacha. Al mismo tiempo aparecieron tres caballos. Desde aquel entonces los tres jóvenes acompañaron al hombre como si fueran sus hijos. Un día, uno de los hermanos decidió irse a la ciudad en busca de trabajo, pero antes de irse le dijo al hombre pobre: —Papá, iré a buscar trabajo en la ciudad para comprar nuestra ropa, comida y todo lo que nos hace falta. Después de una semana volveré a contarte los resultados, si encontré o no trabajo. En caso de que alguna vez me pase algo camino a la ciudad, tú lo sabrás, pues mi arbolito de vida a simple vista comenzará a secarse. Pasados unos días, el hombre observó que el árbol de su hijo se

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David Sinchi Ramos 3er Grado Paltarumi (Huancavelica)


marchitaba y dijo llorando: —¡Pobre mi hijo! ¿Dónde estará? Y el otro hermano, al ver llorar a su padre por su hermano, le dijo: —¡Yo iré en busca de mi hermano! Como él —si algo me llegara a suceder— mi árbol se encargará de hacerte saber. Entonces tomó su hacha y su espada, se montó en su caballo y así se fue en busca de su hermano. Después de una semana comenzó a secarse su árbol y el hombre pobre se puso a llorar mientras decía: —¡A dos de mis hijos he perdido, mejor no les hubiera permitido irse! El último de los tres hermanos, al ver llorar intensamente a su padre, decidió ir a buscar a sus dos hermanos, pero el hombre pobre dijo: —¡No vayas! ¡No quiero perderte también a ti! El muchacho dijo tercamente: —¡Yo iré en busca de mi hermano y nadie me lo impedirá! Tomó su caballo, su hacha, su espada y se fue en busca de su hermano. Cuando estaba en el camino, se encontró con una bruja que le dijo: —Juguemos una partida de casino. Aceptó la propuesta y mientras jugaban, la bruja soltó una carta y dijo:

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—Recoge la carta. Pero el joven —sabiamente— no hizo caso porque sabía que era una trampa para quedar atrapado. Luego de tanta insistencia de la bruja, empezó a levantar la carta que se había caído. El joven pudo ver un puñal en la mano que la bruja tenía bajo la mesa. Inmediatamente le dio una patada en esa mano; luego logró quitarle el puñal y le dijo: —¡Tú sabes de mis hermanos y si no quieres que te corte la cabeza, entrégamelos! La bruja —arrepentida— se comprometió a entregarlos. Apresurada abrió la puerta del cuarto donde tenía prisioneros a los hermanos y a mucha gente más. Así el joven liberó a sus hermanos. Los demás salieron del cuarto corriendo y mataron a la bruja a pisotones. Después los tres jóvenes se reunieron y regresaron donde su padre quien al verlos sonrió de alegría.

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EL LEÓN, EL VENADO Y EL HOMBRE Cierta vez había un león que vivía en el monte. Un día, al atardecer, se presentó un hermoso y fornido venado. El león, al verlo, saltó para atraparlo y poder comerlo, pero no pudo porque el venado se escapó corriendo. El león se dio cuenta de que tenía mala suerte y empezó a llorar por su vida fatal y por la presa que perdió aquel día. Cuando llegó el amanecer estuvo pensando largo rato al lado de una piedra y en aquel momento apareció el mismo venado que se le había escapado. El león al verlo dijo muy sorprendido: —¡Hola, amigo! ¡Qué gusto conocerte! Precisamente estaba pensando en ti. Al escuchar esas palabras el venado se asustó y le dijo: —¡Hola, amigo! ¿Qué haces por estos lugares? Y el león exclamó: —Tengo mucha hambre y si no quieres caer en mis manos, tráeme algo para comer en este momento. Entonces el venado no respondió nada. Después de un largo rato de estar haciendo tratos entre los dos, el

Flor de María Sinchi Ramos 2do Grado Paltarumi (Huancavelica)

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león —disimuladamente— saltó para atrapar al venado. Pero tampoco pudo esta vez, porque el venado era más veloz que él. Un día llegó en que el león ya no soportaba el hambre y el sufrimiento que atravesaba. Quiso quitarse la vida pero no pudo, porque tenía miedo a la muerte. Al anochecer, apareció un hombre que caminaba cantando y tocando su guitarra y el león —ya apenas con su vida—, al ver al hombre, se escondió al lado de un árbol muy grande. El hombre no se dio cuenta y siguió caminando por la misma ruta. Al ver que el hombre se aproximaba por el árbol, el león saltó hacia los pies del hombre y lo mordió fuertemente hasta que el hombre cayó al suelo junto con el león. El hombre se golpeó la cabeza en una piedra enorme; esto le provocó la muerte. El león decidió comerse la cabeza porque creía que sólo así podría tener más conocimiento para atrapar al venado. Fue sorpresa que el león haya pasado el resto de su vida cantando y tocando la guitarra hasta el día en que murió.

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LA CUEVA DE MATAMINA En los antiguos tiempos había un hombre que vivía en esta cueva, era el dueño de esa mina. Un día, los españoles se acercaron a este lugar y el dueño de la mina decidió prepararse para escapar porque le iban a quitar toda su plata. Cuando llegaron los españoles, el dueño les invitó un banquete para el que mataron una vaca. Mientras los españoles comían, el dueño se escapó en un caballo por el camino que va a la laguna de Ventilla. Los españoles se dieron cuenta que el dueño había escapado y salieron tras él a caballo. Cuando el dueño llegó a la laguna de Ventilla, esperó que llegaran los españoles. Cuando el dueño de la mina vio que se acercaban, se aventó a la laguna ante la mirada de los españoles. Ahora, el señor vive en esa laguna. Los españoles se hicieron dueños de la mina. En esa mina —dentro de la cueva— habían dos toros: uno de oro y otro de plata. Los españoles entraron en las profundidades de la cueva para sacar el oro, pero cuando estaban sacando con una soga el toro, éste movió su cabeza y toda la cueva se derrumbó. La gente quedó encerrada. Ellos escarbaron la tierra, pero no pudieron hacer nada porque la tierra seguía cayendo. Toda esa gente que estuvo en la cueva murió.

Daysy Kely Gamarra Rivera 2do Grado Pampán (Ancash) Pampán: Comunidad formada por pobladores de su capital distrital Huasta (provincia Bolognesi), que habían perdido sus viviendas en el terremoto de mayo de 1970, que destruyó muchas ciudades de Ancash. Famosa por su exquisito queso, sus progresistas pobladores acogieron entusistas el CPED.

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EL HIJO DEL OSO Una vez, una joven pastora se encontraba sola pastando sus rebaños en el campo. En ese momento apareció un joven muy simpático. Se le acercó preguntando si podía jugar. Mientras jugaban, el joven se la llevó a su cueva, pues el joven era un oso. La joven pastora lloraba día y noche porque no podía salir de la cueva ya que la entrada se encontraba cerrada con una piedra muy pesada, tan pesada que sólo la podía mover el oso. En la cueva, la joven pastora llegó a tener dos hijos mellizos. Uno de ellos era parecido al oso y el otro se parecía más a un hombre. Luego de varios intentos los hijos del oso llegaron a abrir la puerta de la cueva y salieron a asolearse. Un día, después de ver llorar a su madre, decidieron escaparse. Llamaron al oso pidiéndole que trajera un ganado de color negro entero, para tenerlo ocupado mientras escapaban. Cuando el oso regresaba de cazar el animal, se encontró con un picaflor, en medio del camino. Éste empezó a molestar al oso y de tanto ser molestado, el oso le dio un golpe que le rompió una pata. Luego el picaflor le dijo: —Si me curas la pata, te cuento qué es lo que está pasando con tus hijos y tu amada. Inmediatamente, el oso le curó la pata con su moco. Entonces el picaflor le contó sobre la huida de su familia. Enterado de lo ocurrido, el oso regresó de inmediato a su cueva. Al ver que no había nadie buscó las huellas de sus hijos y su amada. Al verse perseguidos, los dos hijos de la pastora acordaron quedarse para pelear

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Celestino Mayo Tapara 3er Grado (Cusco) Parobamba: Del quechua paru pampa: explanada dorada. Comunidad quechua ubicada en el distrito Challabamba, provincia Paucartambo-Cusco. Produce maíz, papa, haba, cebada; ganado vacuno y ovino. Tiene una primorosa artesanía textil (ponchos, frazadas, mantas, fajas).


contra su padre. Cuando empezó el enfrentamiento se levantó mucho humo rojo; mientras, la madre de los niños miraba preocupada desde lejos. Después de tanto pelear, se levantó humo azul, eso significó la muerte del oso y el triunfo de los dos pequeños. Después de haber vencido a su padre oso, los niños dieron alcance a su madre y se fueron a la comunidad donde vivía la pastora. En este lugar los niños vivían con sus abuelos. Después de un tiempo ellos asistieron a la escuela y fueron niñosproblema, porque de un golpe herían y capturaban al resto de los niños de la escuela. Por esto, los abuelos enviaron a estos dos niños a pastar ovejas en el campo. Pero durante el pastoreo éstos maltrataron y mataron a las ovejas. Al no soportar los problemas ocasionados por los chicos, los abuelos decidieron entregarlos al cura del pueblo. El objetivo del cura era deshacerse de los dos hijos del oso y la pastora. Para esto, el señor cura hizo que un aproximado de 50 hombres cavaran un hueco muy profundo en la tierra con la finalidad de enterrar a los jovencitos, hijos del oso. Pero ellos eran muy hábiles, enterraron a casi todos los hombres antes que ellos pudieran hacer algo. Los que sobrevivieron regresaron a contar la noticia al señor cura. Al saber esto, de amargura hizo hervir agua en ollas grandes. Después, el cura acomodó las ollas como si fueran asientos para luego invitarlos a que se sienten. Al notar uno de ellos que era trampa no quiso sentarse. El otro, el que se parecía más al oso, se sentó. De esta forma murió uno de ellos.

Celestino Mayo Tapara 3er Grado Parobamba. (Cusco)

La intención del cura era ahora cómo eliminar al hermano restante. Le tendió una trampa en una torre gigante del templo, pues el joven se encargaba de tocar la campana muy temprano para celebrar la misa. Ese día le esperaban diez hombres contratados por el señor cura para empujarlo al vacío. Pero el

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chico era muy astuto y fuerte; derribó a los diez hombres. Luego le contó al señor cura lo que pasó. Renegando el cura le llamó la atención por la muerte de los diez hombres. Otro día, el cura se enteró sobre la existencia de unos animales carnívoros hambrientos en un lugar de las montañas. El cura sin pensarlo dos veces envió al joven acompañado de diez mulas en las que debía traer leña, también le dio un casco muy pesado para que llegue al lugar indicado muy cansado y con poca fuerza y así fuera presa fácil para las fieras. Cuando llegó el joven al lugar, amarró sus diez mulas para que no se fueran mientras él hacía leña. Luego de un rato, cuando todo estaba listo para volver, encontró a las mulas muertas, comidas por las fieras. Amargado por esto, se fue a buscar a esas fieras carnívoras y luego de encontrarlas, las atrapó y cargó la leña en ellas hacia el pueblo. Enterado de este hecho, el señor cura le llamó la atención y le pidió al joven que devolviera los animales al lugar de donde los había traído. Después de haber cumplido la orden, el joven volvió al pueblo; pero el señor cura seguía con la intención de deshacerse de él. El cura tenía conocimiento de la existencia de un condenado en el templo de una comunidad lejana. El joven fue designado por el señor cura para ir a capturar el condenado. El cura le dio un cuero de ganado que le serviría para confeccionar un chicote para que pelee. El joven, después de recibir la orden, se dirigió a la comunidad lejana y cuando llegó al lugar indicado, se dirigió al templo. Al ver que estaba cerrado se fue al patio del templo y allí empezó a tejer el chicote. Llegó la tarde y empezaron a caer gusanos del cielo, luego partes de cuerpos humanos. El joven no se asustó. Un rato después

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estos trozos de cuerpos humanos se juntaron y se convirtieron en un condenado amenazante. Entonces se inició la feroz pelea que empezó en la tarde de ese día y terminó al día siguiente, en la madrugada, cuando empezó el primer canto del gallo. De esta pelea salió vencedor el joven hijo del oso. Y el perdedor, el condenado, se fue convertido en una paloma, pero antes le dio la llave de su casa para que pueda vivir en ella. Desde aquel día el joven hijo del oso perdió toda su fuerza y fue un ciudadano común y corriente.

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EL ZORRO, EL YANAPISCO Y EL PUCASONCO De pronto el sol comenzó a brillar tras los lejanos cerros azules y el zorro detuvo su trote en la cima de una baja colina. Había trajinado toda la noche acercándose a las casas, pero los perros lo habían ahuyentado. Estaba cansado y hambriento. Se mantuvo quieto en la colina, tratando de ver o escuchar algún animal al que pudiera cazar. Sólo se oía un incesante y monótono chirriar de grillos y cigarras. De pronto, el ruidoso aleteo de una paloma lo hizo levantar la cabeza, pero no llegó a verla ni a descubrir su nido con el olfato. El brillante sol naciente le hería los amarillentos ojos, pero sentía un poco de frío. Estaba viejo y flaco el zorro. Las garras se le habían desgastado, ya no oía los ruidos leves o lejanos, ni veía tan bien como antes. Estaba tan débil que ya no podía huir cargando una gallina, menos una oveja. Daba largas caminatas tratando de cazar pajarillos, pero generalmente tenía que contentarse con algún ratón o lagartija. A media mañana, el cansado y hambriento zorro se echó a dormir sobre la hojarasca al pie de un seco, ramoso y deshojado pucasonco. Es éste un árbol achaparrado y de ancho tronco cuya médula, fofa y dulce, devoran las hormigas cuando pueden llegar hasta ella a través de alguna grieta en la gruesa, dura y amarga pero quebradiza corteza. Entonces el árbol queda en pie, pero muerto, seco, y en su ahuecado tronco anidan sus asesinas. Así era el árbol al pie del cual yacía profundamente dormido el zorro. Y sucedió que una fuerte y súbita brisa derribó el seco pucasonco, sin dar tiempo al zorro para despertarse y escapar. —¡Ay! ¡Ahora sí que me fregué! —exclamó, al descubrir que el ahuecado pero pesado tronco lo aprisionaba. El viejo y flaco zorro tenía adolorido todo el cuerpo, se sentía débil y no podía abrir bien los ojos por la tierra que le había entrado y por la luz del sol que caía verticalmente en ellos. Comprendió que debía zafarse pronto. —¡Ay! ¡Me debo de haber roto las manos…! ¡Ay! ¡Creo que tengo rotas las patas…! ¡Ay… ayayay! — quejábase.

Elmo Ledesma Zamora (Relato andino lambayecano)

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De pronto sintió agudas punzadas en las zarpas, y pensó que eran causadas por las astillas de la corteza del pucasonco. Después de estarse quieto un rato pensando cómo escapar, sintió los alfilerazos en el lomo, en el pescuezo, en las patas… Fue entonces que, aterrorizado, descubrió la causa de esas dolorosas punzadas: eran picaduras de hormigas. Sí. Las hormigas, que habían sido capaces de devorar la dulce médula del pucasonco hasta convertirlo en un pesado tubo, acababan de descubrir al zorro y lo estaban picando, mordiendo. Al comprender que las hormigas se lo iban a comer vivo, el zorro ladró, forcejeó alocadamente, aulló e hizo culebrear su largo espinazo y cola, levantando las hojas secas en nubes de polvo, pero sólo conseguía cansarse, cegarse y sudar. Entre sus revueltos pelillos, brillaba húmedo el blanco pellejo del pecho que palpitaba agitadamente. Trató de calmarse para considerar su situación. Acezaba. Tenía que detener a las hormigas o escapar. Una vez más intentó zafarse, pero el peso del pucasonco era demasiado para sus debilitadas fuerzas. ¿Habrá llegado mi último momento? preguntábase acongojado. El corazón le palpitaba aceleradamente. Sentía a las hormigas abrirse paso entre los pelos de sus patas, en las costillas, la panza, las axilas, el pescuezo, la nuca, alrededor de los ojos. Su pelambre se erizó, un sudor frío lo cubrió. Temblaba y sentía secas las fauces. Entonces aulló, aulló, estridente, angustiosamente. Desde no muy lejos, un yanapisco, pajarito cantor de brillante plumaje negro, contemplaba la escena. Había descubierto dormido al zorro y entonces decidió vigilarlo. Sabía que era temible por su astucia. Y ahora aquella fiera lloriqueaba como cualquier pichón desamparado. Pensó que el zorro merecía estar asustado. ¡Que sufriera en carne propia el miedo y dolor que tantas veces había causado! El prisionero quejábase cada vez más lastimeramente. A momentos sus desesperados esfuerzos por escapar lograban mover ligeramente el tronco, pero éste volvía a caer y a aprisionarlo.

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Entonces sus aullidos se hicieron frenéticos y conmovedores. El yanapisco se preguntó si no sería su deber ayudarlo. Decidió esperar un rato más. No habría sido extraño que todo no fuera sino una farsa para atraer incautos. De ésas tenía el zorro. Subía el sol al cenit, y el yanapisco sentía un calor intenso. Esponjó su negro plumaje y se sacudió, sudoroso. Acezaba, sofocado. Hubiera querido arrancarse algunas negras plumitas para dejar al fresco la ardiente piel de su pecho. De pronto, un agudo aullido feroz, y la gran nube dorada de polvo y hojas secas que bajo el ardiente sol levantó el zorro al agitarse tratando de escapar, decidieron al pajarito negro a intervenir. Voló a otro árbol para ver osadamente de cerca la escena y decidir qué haría. Horrorizado, descubrió que cientos de hormigas llegaban a comerse vivo al pobre zorro. El cuadrúpedo, aterrorizado, se retorcía epilépticamente. Le blanqueaban los ojos, en cuyos párpados bullían los voraces insectos. El pánico ya no le dejaba aullar, y sólo un ronco gruñido subía de su abierto hocico espumeante. El yanapisco comprendió la situación tristísima del zorro, y decidió ayudarlo a escapar, salvarlo, hacer algo por él. Levantar el tronco que lo aprisionaba. Atacar a las hormigas, picotearlas, comérselas, matarlas. Nuevas y presurosas oleadas de hormigas convencieron al yanapisco de que sería suicida atacarlas él solo. ¿Qué hacer, Dios mío? ¿Qué hacer entonces? ¿Pedir ayuda? Sí, pero ¿a quién? El pajarito pensó que el zorro tenía muy pocos amigos, y esos no eran amigos suyos... ¡Quizás los demás pajaritos! Sí, ¡quizá ellos! Sin pensarlo más, voló a buscarlos y, al poco rato, comenzaron a llegar bullangueras bandadas. Entre todos atacaron a picotazos a las hormigas y las fueron matando una a una. El zorro, acezando sofocado y con la sudada pelambre erizada, contemplaba incrédulo a sus inesperados y alborotadores samaritanos, ayer nomás sus víctimas. Gordos lagrimones rodaron entonces por sus peludas mejillas, y, en cierto momento pareció que hubiera querido expresarse. Abría el hocico y bufaba, pero de su garganta no salía sonido alguno. Aún le duraba el pánico.

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Luego de matar las hormigas, los pájaros se posaron sobre el tronco. Con sus agudas uñitas se prendieron fuertemente a la rugosa corteza, y, a una voz, comenzaron juntos a batir con furor sus alas esforzándose en levantar el tronco. Tras un instante de vacilación, éste se separó un poquito del suelo, y gracias a ellos pudo deslizarse afuera el maltrecho zorro. Una vez libre, el zorro quedó quieto un rato, reponiéndose, se revisó prolijamente las manos, como quien examina guantes. Se las lamió con cuidado, lo mismo que las múltiples mordidas de las voraces y cáusticas hormigas, y ahí se estuvo, atento a sí mismo, dando la espalda a sus bondadosos prójimos que, perdonándole sus fechorías, habían acudido a socorrerlo, movidos por el buen corazón y elocuencia del yanapisco. Los desdeñados pajaritos se miraron unos a otros al ver la indiferencia y desatención del zorro. Hicieron una mueca con sus picos, menearon la cabeza, y partieron cada uno por su lado, meditando amargamente sobre cuán ingrato suele ser quien más nos debe. Sólo el yanapisco se quedó ahí, frente al zorro. Le desagradaba tan grande ingratitud, pero quiso creer que era egoísmo de enfermo. Sin embargo, ingenuamente se acercó al ingrato: —¿Te duele? El zorro paró de lamerse y deslizó su turbia mirada. Contempló en silencio un largo rato al imprudente y generoso yanapisco. Luego, al levantar la cabeza lentamente, una sonrisa mostró sus afilados colmillos. —Sí. Me duele aquí— dijo, y con la tosca zarpa se señaló la panza. —¿Te habrá golpeado una rama? —¡Yo no siento el dolor!... Lo que pasa es que…, desde hace algún tiempo…

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—¡Ah! ¡Ya sé! Estás enfermo, ¿verdad? Eso te pasa por tu pésimo régimen alimenticio. Eres muy desordenado. Muy goloso. Deberías comer más verduras, frutas. Yo, por ejemplo… —Pero —interrumpió el zorro—, ¿crees tú que un machazo como yo puede ser un vegetariano desabrido como cualquier pajarraco? Yo soy un zorro sano por mis cuatro costados. Nunca nada de lo que comí me hizo daño, para que lo sepas. —¿Entonces? —Tengo hambre. Eso es. ¡Hambre! —Ésa no es razón para mortificarse. A nadie le falta qué comer si hace algo de su parte. Tú ni siquiera necesitas trabajar. Todos los zorros son ricos y… —¡Rico! ¡Rico! ¿Habráse visto calumnia igual? No tengo un centavo, estúpido. Ni un centavo. Día a día, noche a noche, tengo que buscarme el alimento diario, y a menudo las patas me duelen. Yo soy un zorro pobre, muy pobre… —¿De veras? —¡Claro, pues, idiota! ¿Crees que si yo fuera rico y estuviera bien alimentado necesitaría estar vagando así? —Dicen que lo haces porque te gusta la carne fresca. —¡Mienten! ¿Has oído? ¡Mienten los miserables! —¡Oh! No te enfurezcas. Yo no te acuso, pero todos piensan así… ¿Quieres algo para comer? Puedo traértelo o llevar el encargo a tu pareja. El zorro no contestó. Se quedó mirándolo fijamente mientras trataba de ponerse de pie. Pero el pucasonco y las hormigas le habían malherido la yema de las zarpas, por lo cual el dolor lo obligó a

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echarse nuevamente, sin que por eso quitase del yanapisco su turbia mirada. —¿Te pasa algo? ¿Te sientes mal? Tampoco respondió. Quitó súbitamente la mirada del yanapisco, que ya había comenzado a inquietarse, y se miró pensativamente las zarpas. Después de un largo silencio, sonrió y dijo: —A propósito, ¿podrías hacerme un favor? Un favor pequeñísimo, amigo mío. ¡Verás! Ya se me pasó el hambre... Mejor dicho, no tenía hambre. Nada, nadita de hambre, hermanito. Desde hace algunos años, la carne me hace daño. Me gustaría probar tu régimen vegetariano. Ya no como carne, ¿entiendes? En realidad, hace mucho tiempo que sólo como frutas y mazamorra. La carne es un veneno para mí, querido amigo. Ni probarla puedo. Pero, dime, me harás un favor, ¿verdad, amiguito? —Buueeno… ¿De qué se trata? —Pues…, verás. Yo soy un pobre zorro casi inválido…, ¿te das cuenta? Este golpe me ha terminado de lisiar. Tengo completamente inutilizadas las manos… ¡No puedo ni moverlas! ¿Comprendes?... Soy un ser digno de lástima, ¿ves?, y me está picando terriblemente una hormiga aquí, aquí, cerca de la nariz. Me harías, pues, hermanito de mi alma, un favor si tuvieras la bondad de sacármela con tus uñas o tu piquito. —Oye…, oye… No serán mañas tuyas, ¿verdad? —¡No! ¡Qué va! ¡Ay…ay…ayayay… me está picando, me está picando más fuerte! ¡Ayayay! ¡Que me pica, hermanito, me pica, me pica! —¡Ahí voy!— dijo el yanapisco y voló a la cabeza del zorro. La bestia, que lo estaba esperando, dio un increíble salto y sus colmillos brillaron muy cerca del negro plumaje. Las hambrientas fauces se cerraron furiosas, a tiempo que el negro pajarito, encabritándose, ascendía desesperadamente hacia una rama. Una

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plumita negra bajó balanceándose en el aire, y otra se quedó pegada en los rojos belfos del chasqueado zorro. Desde lo alto, el yanapisco, acezando, acezando, acezando aún por el esfuerzo, contemplaba incrédulo a quien hacía un instante había salvado de horrenda muerte. Con cinismo, la bestia rondaba el árbol, buscaba cómo cogerlo. —¡Ahh! —gritaba— ¡Si hubiera tenido sanas mis manitos, no te habrías salvado, vil pajaruelo negro, y ahora podría subir a comerte! El yanapisco sentía latir con fuerza su corazón. El pechito le ardía más que nunca. Tanto, que se miró: sobre sus desordenadas plumitas negras brillaban dos rojas y gordas gotas de sangre. Los colmillos del zorro le habían rasgado el pecho. Empezaba a desangrarse. Moriría y comprendió que iba a caer para ser devorado por la bestia, que ya estaba lamiendo gotas de sangre caídas al pie del árbol. —¡Eres muy malo y… que Dios te compadezca! —dijo, y se murió. Y cuenta la gente que no quiso el Creador que el pajarito cayese y se lo comiese el zorro, y por eso se lo llevó al cielo. Dicen que en memoria de la infamia del zorro, condenó a éste y a su descendencia a vivir en los cerros y a vagar por el monte alimentándose de ratones y lagartijas, y que, en cambio, premió el valor y bondad del yanapisco enrojeciéndole el plumaje del pecho y rebautizándolo como Pucasonco, que en quechua significa “corazón rojo”, y al que en castellano llamamos Petirrojo.

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EL CÓNDOR FAMOSO Los antiguos pobladores contaban que antiguamente las piedras podían hablar. Por esas épocas, dicen que un cóndor enamoraba a una pastorcita y se transformaba en un hombre apuesto que vestía un pantalón blanco y un saco negro adornado con una chalina blanca al cuello, muy bonita. El cóndor era muy astuto, pues cierto día que fue a buscar a la pastorcita, la llevó en su hombro hasta las alturas. La pastorcita pidió auxilio y un cerro que estaba al frente que se llamaba Carmelo, escuchó la súplica de la joven y le dijo: —¡Oye, suéltala, si no te las verás conmigo! El cóndor sin hacer caso, volaba indiferente a la advertencia. El cerro Carmelo tenía una gran lanza. Se la lanzó al cóndor pero no le dio. El cóndor empezó a reírse. Entonces el cerro Carmelo le dijo cosas muy horribles; el cóndor se enojó y le dijo: —Tendremos que pelear. Respondiéndole, el cerro dijo: —Yo soy generoso y tú eres más hábil que yo, pero no quiero lastimarte. Mejor sería hacer una apuesta. —¿Y cuál es? —dijo el cóndor.

César Ricardo Cárdenas Corahua. 3er Grado Pinchollo (Arequipa) Pinchollo: Ubicada en Cabanaconde, Cailloma-Arequipa, es un ayllu quechua del hermoso valle del Colca. Sus andenerías incas producen maíz para mote, cancha, jora y tamales. En sus fiestas se baila el wititi, con jóvenes varones disfrazados de mujeres para burlar la vigilancia de sus padres, curas y

—Tendrás que soltar a la pastorcita desde lo alto y recogerla, en vuelo, en medio de estos cerros. Si no lo haces, tendrás que ser mi esclavo por toda tu vida; mas si logras hacerlo, te irás tranquilo y no me meteré en tus problemas —dijo el Carmelo. Así hicieron la apuesta. El cóndor soltó a la pastorcita y la recogió en el lugar que indicó el cerro. Al saberse exitoso, se fue llevándola a una casa hermosa que le daría a la pastorcita. Llegaron y el cóndor empezó a transformarse en un joven muy elegante que impresionaba a la pastorcita. Ella se enamoró de él, se casaron y vivieron en armonía.

autoridades que les prohibían divertirse con sus enamoradas.

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DON PANTA Y SU MEJOR AMIGO Don Pantaleón, conocido en Acopalca como don Panta, tenía un perrito de nombre “Como tú”. Un día don Panta, como de costumbre, fue a trabajar a la chacra. Él preparó sus alimentos: papa sancochada con su riquísimo ají y un poco de canchita al estilo acopalquino. Cuál habría sido el descuido de don Panta mientras caminaba, que sólo al llegar a la chacra se dio cuenta que no estaba “Como tú”, su mejor amigo y compañero. Don Panta quiso regresar para buscarlo ya que temía que le pasara algo. Pero el pueblo estaba a tres horas y había mucho trabajo en la chacra, así que don Panta decidió seguir trabajando, pero no dejó de pensar en su amigo. Por eso regresó al pueblo más temprano que de costumbre. Su angustia fue tal al no encontrar en su cuarto a “Como tú”, que salió desesperado a la calle, a preguntar a las personas por su amigo. Pero nadie le daba pista alguna. Todos decían que no lo habían visto en todo el día. De pronto se le ocurrió poner una denuncia en la comisaría y el general Montero le atendió y le preguntó a don Panta el nombre de su perro, el nombre de su amigo que había perdido: Don Panta le dijo: —Mi amigo y buen compañero se llama “Como tú”. Frente a eso, el general preguntó nuevamente, pero le advirtió que no estaba para bromas. Don Panta nuevamente contestó que no era ninguna broma, que su perro así se llamaba. El general se molestó mucho y lo mandó sacar de la comisaría, ya que el general pensaba que don Panta le estaba tomando el pelo. Entonces don Pantita regresó a su querida Acopalca, triste y sin ganas de vivir, ya que “Como tú” era su única familia. Entró a su casa y cuando estaba a punto de dormirse escuchó el ladrido de su amigo. Don Panta se levantó y salió más rápido que apurado. Al abrir su puerta, allí estaba “Como tú”, moviendo la cola. Se dieron un abrazo y prometieron no separarse nunca más.

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Miryam Romero Ticlla 2º Grado Acopalca (Pasco) Acopalca En quechua, aqu es arena y pallqa, bifurcación. Significa ramal de río o de camino en el arenal. Según una tradición contada por Wilder Collana Estrella, alumno del 2do. Grado del CPED, Acopalca fue fundado por una pareja de enamorados que se fugaron por oposición de sus padres. Hoy es parte del distrito Paucartambo, en la provincia y departamento Pasco, y está en la ruta hacia el ubérrimo valle de Oxapampa, en la ceja de selva.


CACHIYACU, LA LAGUNA DE LAS LÁGRIMAS

En la región andina central hay un pequeñísimo caserío llamado Pucaripampa, que parece ahora casi un conjunto de ruinas prehispánicas, pues la mayoría de sus habitantes huyó de la zona en la década de 1920, cuando fueron víctimas de repetidos ataques de bandas de abigeos. Largo tiempo cometieron éstos sus robos y eran tan crueles que con cualquier pretexto mataban a los varones y se robaban a los niños y mujeres jóvenes. Los pucaripampinos ofrecieron fuerte resistencia, pero eran muy pocos, no tenían armas, sus casas estaban muy separadas entre sí, y la zona estaba tan aislada que el pueblo más cercano quedaba a treinta kilómetros por caminos de herradura. Por eso, muchos de sus pobladores emigraron a Huánuco, Ambo, Huariaca, Huancayo, Jauja y otras ciudades y pueblos del centro. Fue justamente una anciana migrante pucaripampina que trabajaba como frutera en Cerro de Pasco quien me contó esta historia cuando, siendo aún estudiante subí con unos compañeros y compañeras a esas frías tierras para conocer la gran mina de plata que en 1630 descubrió el pastor Huari Capcha y que tanta riqueza había dado a unos pocos y tanto dolor había causado a muchos otros.

Elmo Ledesma Zamora (Relato popular recopilado en la sierra central)

Afirmaba aquella anciana, llamada Rosalbina Ricra, que no muy lejos del caserío de Pucaripampa había una pequeña laguna llamada Cachiyacu, formada por las aguas de un arroyo que nacía en un

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manantial situado en la ladera del Cerro de la Cruz de Fierro, que es el más alto y hermoso de los cerros de esa zona, y a cuya cima subían los pobladores una vez al año en el mes de mayo llevando ofrendas a la tierra. Al descender al valle, el arroyo forma varias pequeñas cascadas cuyo ruido, al combinarse con el sonido del viento en los pajonales, suena a veces un poco triste, y dice la gente que, algunas noches de luna llena, su sonido parece un lejano llanto de mujer. La historia parecía interesante y nos fuimos en grupo hasta ese lejano caserío que ahora no recuerdo si está en Pasco, Huánuco o Junín. La laguna, efectivamente, es pequeñísima, pero profunda y sin vida, pues sus aguas son muy saladas y al evaporarse por el calor y el aire seco dejan en la orilla una blanquecina y fina capa de sal, que los lugareños van juntando para su uso y para obsequiarla a quien la pida, pues dicen que venderla trae mala suerte. La gente de la zona decía que en tiempo de los abuelos de los bisabuelos de sus abuelos no existía esa laguna. Que tampoco existían las cascadas, ni el manantial que les da origen. Dicen que todo comenzó en el pueblo viejo que está en el cerro, cerca del manantial, y cuyas ruinas aún se ven. Lo curioso de estas ruinas es que no son incaicas, sino de un pueblo como los actuales, con su pequeña plaza de armas y una capillita. De todo aquello no queda sino la pila de piedra de la plaza, y de las casas no se ve sino algunos muros muy gastados por las lluvias. Pero observando con cuidado, al avanzar entre la hierba que crece en lo que antaño fue piso de las habitaciones, se ve los poyos donde se sentaban a conversar. En las paredes hay huellas del humo de las cocinas, y en algunos rincones aún yacen los viejos batanes y se encuentran fragmentos de ollas y cántaros de arcilla. Recuerdo muy bien que nosotros hallamos clavado en un muro lo que alguna vez había sido un enorme y grueso clavo de hierro con una argolla para atar en ella la rienda de alguna acémila, pero clavo y argolla estaban tan oxidados que se habían soldado y al tratar yo de soltarlos se me deshizo en las manos la argolla como una rosquilla de pan muy tostado.

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Bueno, la anciana nos dijo que de niña ella había escuchado contar a su abuelo que, antiguamente, una noche de luna llena habían llegado unos hombres extraños, vestidos de rojo y azul y tan crueles como diablos. Decía que habían secuestrado a un carpintero acusándolo de ser brujo malero que hacía daño a los campesinos. Su esposa, que era una mujer buena, trabajadora, hermosa y valiente, luchó con los raptores defendiendo a su marido y a grandes voces pedía auxilio, mientras los niños gritaban aterrorizados. Pero ningún vecino acudió en su auxilio y así ella no pudo impedir que se lo llevasen. Comenzó a llover intensamente y a caer rayos, y entonces la mujer se quedó llorando, protegiendo desesperadamente a sus cuatro pequeños hijos. Al día siguiente nadie quiso ayudarla a ir a buscar a su marido, por temor a los diablos raptores. Ella sola comenzó a buscarlo, yendo de uno a otro sitio, preguntando aquí y allá en la pampa y por los cerros y quebradas. Y un día en que ella estaba ausente, los diablos regresaron al caserío. La gente se escondió de inmediato por temor, y los diablos fueron directamente a la casa de la viuda ausente, la saquearon, la quemaron y se llevaron a los niños, que gritaban pidiendo auxilio sin que nadie acudiera a salvarlos. Cuando regresó la madre, su dolor fue terrible. Nada ni nadie podía consolarla, y llorando salió a buscar a sus criaturas y se fue nuevamente por los pueblos, por los cerros, por las pampas, por las quebradas, por los caminos, buscándolos enloquecidamente sin cesar, pero nunca jamás volvió a verlos. A los años regresó al caserío de Pucaripampa, y los habitantes, avergonzados aún de no haberla defendido de los hombres diablos, se escondieron en sus casas, para que ella no los mirase a la cara y no les preguntase por qué habían actuado de esa manera, por qué habían sido tan cobardes, por qué tan poco solidarios. La gente tenía tanta vergüenza que se quedó escondida muchos días en sus casas mientras la pobre mujer vagaba por las calles llorando, quejándose e insultándolos con gran resentimiento. Así pasaron muchos días y noches, y la seguían oyendo llorar y quejarse inconsolable y amargamente, pero notaron que su llanto y voz iban debilitándose, apagándose, hasta que una noche dejó de oírse. Al día

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siguiente, el hambre los hizo salir de sus casas y así, bajo la radiante luz del sol mañanero vieron una blanca cascada en la oscura ladera del cerro y corrieron a verla, y subiendo la cuesta del enorme cerro vieron que el agua brotaba de un pequeño manantial que antes no existía, y al borde de éste hallaron la ropa y los zapatos de la pobre mujer. La gente tenía sentimientos en conflicto. Por una parte, muchos estaban contentos por el surgimiento del agua. Pero también estaban tristes. Pensaban que la mujer se habría ahogado al ir a bañarse, o que se habría suicidado. De todos modos, se sentían culpables. Fue entonces que una anciana, que en vano había suplicado a los varones y mujeres que ayudasen a defender al carpintero y su familia, dijo: —¡Agua no es... Yo pensando que era agua para beber... la acabo de probar... Buen chasco me he dado... No había sido agua... Prueben... ¡Prueben!... Salada es... ¡Saladas como lágrimas!... Seguro que han de ser lágrimas... lágrimas de amargura... lágrimas de madre que perdió a su esposo y sus hijos a manos de los demonios... sin que sus vecinos la ayudaran a defenderlos... ¡Vergüenza debía darles!... No se compadecieron, no la socorrieron.... Y esa desgraciada mujer, de tanto llorar, la pobre se ha convertido en un manantial de lágrimas, en un manantial de aguas saladas... ¡Qué vamos a beber esta agua! Tampoco es buena para sembrar... Y ¿cómo vamos a vender la sal que puede producir...? Sería beneficiarse con el dolor de una madre... Así habló la mujer. Habló fuerte, con pena y con rabia. Los hombres y mujeres miraban el suelo sin decir nada. Desde entonces la gente poco a poco se fue de ese lugar, abandonando el pueblo, el pueblo viejo que hoy yace en ruinas cerca del manantial. Cuenta la gente que en las frías noches invernales, cuando hay luna llena y cae la helada, junto al sonido de esas cascadas de agua salada se oye el lejano y tristísimo llanto de una mujer inconsolable. Por eso, a nadie le gusta andar cerca del silencioso y oscuro manantial. Dicen que, al andar por ahí, uno siente de pronto la presencia de alguien a quien no logra ver, pero que a veces se le oye huir gimiendo entre las peñas.

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CHUNCHUR, AGUA MINERAL DE CÁRAC Existe una creencia en la comunidad de Cárac. Los pobladores dicen que si toman el agua con sabor a mineral que se encuentra en el sitio de Chunchur, todas las personas que visitan la comunidad, deciden quedarse. Por lo que he observado, no es cierto. Es por esta creencia que las personas que llegan a nuestra comunidad prefieren no tomar el agua de Chunchur, porque tienen miedo a quedarse. ¡Oh, manantial de Chunchur¡ ¿qué escondes en tus aguas? ¿Será el secreto de quedarse aquí?.

Mercedes Yessenia Ascacíbar Manuel 3er Grado Cárac (Huaral), Lima Cárac: Su nombre viene del quechua qaraq, que sirve la comida. Efectivamente, su gente es muy hospitalaria. Capital del distrito 27 de Noviembre en la sierra de la provincia de Huaral-Lima, es de muy difícil acceso. De clima cálido y tierra fértil, produce duraznos renombrados. Tiene 300 habitantes.

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LA VICUÑA DE DOS CABEZAS En el sitio de Kinwal cerro vivía un grupo de vicuñas, entre ellas había una vicuña con dos cabezas. Un día un señor llamado Jacinto Jiménez fue a cazar vicuñas. El señor vio a la vicuña y dijo: —Tengo que matar a la vicuña de dos cabezas. Le disparó un balazo en el corazón y rápidamente fue a sacar su cabeza. Mientras sacaba el cuero, se hizo tarde y decidió quedarse en la cueva. Se puso a chacchar coca y a fumar, para no tener frío. Cuando fueron las ocho de la noche escuchó un ruido, se escuchó que conversaban los dos cerros, Kinwal y Chamirán: —¿Está el matachaki? —No. —Entonces, quítale el corazón. El señor se asustó al escuchar que hablaron los cerros y bajó corriendo al pueblo de San Joaquín, para contar a las personas lo sucedido. Cuando fue con más personas, al señor no le faltaba ninguna de las cosas que dejó. La gente le dijo al señor que la vicuña con dos cabezas debía ser la madre de los dos cerros. Al poco rato pasó un temblor y la gente no sabía qué hacer de susto. Entonces el señor que mató a la vicuña con dos cabezas no recogió su carne y la botó en el cerro. Al tercer día, fueron a rezarle al sacerdote para que el cerro no volviera a temblar más. Y todo continuó tranquilo con el rezo que le dieron.

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Medalid Máxima Flores Rivera 3er Grado Cochas (Yauyos, Lima)


PAGO AL VOLCÁN HUALCA HUALCA Hace mucho tiempo, el pueblo de Pinchollo era una comunidad muy pequeña. La habitaban poquísimas personas, pocas familias. Era un pueblo donde abundaba el agua. Los pobladores la usaban para regar sus cultivos como la papa, el maíz, las habas, la cebada y muchos productos más. Esa abundancia de agua se debía a un pago que ellos realizaban al volcán Hualca, Hualca quien les proporcionaba más agua. Esto se debía a que los pobladores le rendían homenaje una vez al año. Este homenaje consistía en que una niña debía ser sacrificada o entregada al señor volcán. ¿Cómo lo hacían? Primeramente, tenía que ser una niña de doce o trece años de edad, que no tenga padre ni madre y que no esté bautizada. La criaban desde muy pequeñita hasta que cumpliera la edad apropiada. Cumplida esa etapa la llevaban por el camino al volcán, bien adornada con un vestido blanco y una corona de muchas flores. La acompañaban toda la gente del pueblo con instrumentos musicales tocando música costumbrista hasta un lugar llamado “Llaycha”. Desde ese lugar la gente observaba como la niña se alejaba caminando al ritmo y compás de la música. Estando ya casi a la mitad del nevado, desaparecía como si el volcán se la hubiese tragado. Cumplida toda esta actividad, la gente regresaba al pueblo y veían que el agua del riachuelo aumentaba su caudal, el cual alegraba a la gente, ya que podía seguir cultivando sus productos.

Javier Rossi Ascuña Cárdenas 3er Grado Pinchollo (Cailloma, Arequipa)

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HERMANOS CERROS Hace mucho tiempo existían constantes luchas entre los cerros. Esta era una de las luchas entre los hermanos cerros Hualca Hualca y Coropuna. La causa era la herencia de su padre Sabancaya, que era el gran cabildo que reinaba toda la provincia de Cailloma. El conflicto empezó cuando Coropuna y Hualca Hualca ambicionaron el trono de su padre que supuestamente reinaba en ese tiempo. Ellos no esperaron más. Así que ambos hermanos se desafiaron. Quien atacó primero fue el nevado Coropuna con hondazos poderosos. El Hualca Hualca también atacaba y las piedras que lanzaba no eran pequeñas, más bien eran inmensas rocas que destruían todos los cerros que existían alrededor de estos furiosos hermanos. La batalla causaba destrozos gigantescos, los pequeños cerros se convirtieron en pampa. Sólo quedaron el Hualca Hualca y el Coropuna, hasta que llegó el momento en que el cerro Hualca Hualca cogió la roca más grande y con toda su furia la lanzó contra su adversario, quien desapareció por completo. Viéndose ganador de la lucha, Hualca Hualca reclamó a su padre que lo nombrara como único heredero viviente. La piedra que destruyó al contrincante llegó a la comunidad de Pinchollo y existe hasta estos días; se encuentra a tres cuadras de la plaza de armas y en todas las fiestas que se realizan, los pobladores la van a visitar, porque se cuenta que tiene ciertos poderes mágicos. Se dice que aquel que la desafíe, será castigado hasta que sus cosechas se destruyan por completo. En esa comunidad la llaman Hija del Hualca Hualca. Se cree que esta roca protege a Pinchollo de las malas acciones que puedan causar daños al pueblo.

Álvaro Fredy Fernández Apaza 3er Grado Pinchollo (Cailloma, Arequipa)

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LOS CERROS ENCANTADOS Hace pocos años —cuentan los abuelitos— los cerros llamados Campana y Nautivo encantaban a la gente. Una vez —dicen— un señor y su hijo iban al Potrero a las cinco de la mañana. Cuando pasaron cerca de los cerros, el señor se acordó de su machete y le dijo a su hijo: —Espérame aquí. Voy a traer el machete. Y el hijo le hizo caso de quedarse y el hombre se fue muy apurado a traer el machete y cuando llegó a casa se demoró un poco. Mientras su hijo esperaba, escuchó una voz del cerro llamado Campana que le decía al Cerro Nautivo: —¡Cómete esa carne! ¡Cómete esa carne! Y el cerro Nautivo respondió: —Ya la voy a comer.

Wilton Vega Eustaquio 3er Grado San José de Salo Bajo (La Libertad)

El chico iba enmudeciendo, no podía hablar. Cuando, de repente, llegó el hombre a ver a su hijo y lo encontró mudo, le hablaba pero no respondía. Se fue llevándolo rápidamente a su casa para curarlo. Lo curaron y se sanó. El hombre dijo: —Si me demoro un poco más, no encontraba a mi hijo.

San José de Salo Bajo: Comunidad ubicada en Julcán, provincia andina de La Libertad. Su economía es de autosubsistencia y estar considerados en extrema pobreza, no ha impedido que los comuneros construyan cuatro aulas y dos baños para su CPED y carretera a Carabamba, su capital distrital, cuyo municipio los apoya.

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EL CERDO ENCANTADO En mi caserío de San José de Salo Bajo existe una laguna que se encuentra aproximadamente a unos doscientos metros de nuestro CPED. En una oportunidad, cuando un señor pasaba como siempre muy cerca de la laguna, se le apareció un cerdo en medio del camino. El señor, sin darle importancia, siguió caminando, pero al acercarse al cerdo, éste quiso atacarlo. Parecía muy embravecido, porque daba gritos bastante fuertes. Este señor —que vivía un poco lejos del lugar— llevaba un bastón o bordón que le servía para defenderse de los perros. Con dicho bordón se defendió de los ataques del cerdo. Pero como el cerdo no se retiraba para poder pasar, el señor comenzó a tener miedo. Luego gritó a los vecinos que vivían en el lugar, gritó pidiendo auxilio. Al escuchar los gritos, los vecinos dejaron sus quehaceres y fueron corriendo en su auxilio. Al llegar cerca del lugar, el cerdo se introdujo en la laguna. Después de eso, el señor se desmayó. Los vecinos lo llevaron a una casa cercana, pero el señor iba muerto del susto. El señor era de lejos y no había ningún familiar que lo reconociera y lo llevara a velar. En su casa, unos buenos vecinos hicieron las veces de los familiares. Así, en el velorio, de noche, justo a las doce de la noche, las luces de las velas se apagaron. Rápidamente se encendieron fósforos para prender nuevamente las velas. Cuando las encendieron se dieron con la sorpresa de que el cadáver ya no estaba. Luego entraron en pánico y salieron corriendo, gritando: —¡Satanás se lo ha llevado!

Yóver Lucas Flores 3er Grado San José de Salo Bajo (La Libertad)

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EL CABALLITO DE SIETE COLORES Había un señor muy pobre que tenía tres hijos. Tenía un jardín de flores que todos los días amanecía destrozado. Por eso, ordenó a sus tres hijos que cuidaran su jardín. Primero le tocó cuidar a su hijo mayor quien dijo: —Papá, dame una radio para que haga bulla y no venga nadie. Al día siguiente, el señor se fue a revisar su jardín y lo encontró siempre destrozado. Le tocó cuidar al hijo menor y este dijo: —Papá, dame una guitarra para pasarla cantando. Al amanecer, el señor fue a revisar su jardín y encontró las flores destrozadas. Luego le tocó a su hijo más pequeño y dijo: —Papá, dame un lazo para cazarlo. El muchacho se puso a cuidar toda la noche. Escuchó un ruido y alzó la cabeza. Vio un caballito de siete colores y lo laceó, lo enlazó del pescuezo y el caballo le dijo: —¡Suéltame y cuando me necesites, yo te ayudaré mucho! Al día siguiente, el señor fue a revisar su jardín y regresó feliz y contento a su casa. Llegó y les dijo a sus otros hijos: —Miren hijos, mi hijo menor ha cuidado bien. Elder Mercedes Flores 3er Grado San José de Salo Bajo (La Libertad)

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LA LEYENDA DEL APÓSTOL SANTIAGO El apóstol Santiago fue traído de Chile por unos peruanos a la capital del Perú. Por intermedio del padre Melchor, los limeños fueron a traer al apóstol. Cuando llegó acá, toda la población se puso contenta. Los chilenos, al enterarse que el apóstol fue traído a Lima, llegaron hasta aquí en búsqueda del patrón. Los limeños les dijeron que estaba en el pueblo de Tuna, perteneciente a Huarochirí. Cuando ellos estaban a pocas horas de llegar al pueblo, se encontraron con un mareado que estaba tomando licor. Entonces los chilenos le preguntaron: —¿En dónde queda el pueblo de Tuna? Nos vamos a llevar al patrón Santiago para Chile. El mareado respondió: —Queda muy lejos y nadie va a ese destino. El mareado vio que continuaron su camino. De un instante a otro se le quitó la ebriedad. Él cortó camino con destino al pueblo y les ganó en llegar a Tuna. El mareado avisó a toda la población que venían los chilenos en busca del patrón y, de pronto, los pobladores caminaron lejos del pueblo, hacia el lugar de Kiniwa. Cuatro personas llevaron en hombros al patrón al lugar de Llushikil. Entretanto, los chilenos llegaron y destruyeron el pueblo: quemaron la iglesia y las casas, que eran de paja. Después de que destruyeron el pueblo, fueron en busca del patrón Santiago por los cerros y se dirigieron hacia el lugar donde estaba escondido el patrón. Cuando los chilenos llegaron al lugar donde estaba, todo se transformó en piedra. De tanto buscar al patrón, los chilenos se dieron por rendidos. Al no encontrarlo, se regresaron a su país sin el patrón Santiago. Tuna, finalmente, se quedó con el santo patrón y desde ese momento, el pueblo fue conocido como Santiago de Tuna.

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Freddy Ronald Melo Pomacaja 2do Grado Santiago de Tuna (Huarochirí, Lima) Santiago de Tuna: Debe su nombre a la abundancia de esta fruta, que es cultivada en laderas y colinas semidesérticas. De Lima dista sólo 90 km. y 27 km. desde la Carretera Central. La mayoría de tuneños, igual que los huarochiranos en general, viene a Lima en busca de trabajo, estudios superiores, salud, etc.


LOS TRES FUGITIVOS Tiempo atrás habían tres personas que eran de mal vivir, robaban, violaban y la población entera tenía miedo de ser atacada. Estos delincuentes tenían muy mala fama, por eso los habitantes de Santiago de Tuna dieron aviso a las autoridades de Matucana y ellos vinieron para capturarlos. Así es que se fugaron a los alrededores del pueblo, pero llego la noche y tuvieron un grave problema. Se les presentó el demonio disfrazado de una persona. Tenía una pata de gallo y la otra era una pierna de ser humano. Al verlo, los tres se asustaron y corrieron hacia el lugar de Succe. El demonio venia detrás de ellos así que se escondieron en distintos lugares. El primero se escondió en una cueva, el otro debajo de una piedra y el tercero, se subió a una cruz blanca que media cuatro metros de alto. Este fugitivo se sentó en los brazos de la cruz y se agarró duro. El demonio quiso bajarlo pero no pudo a pesar de todo intento. Ya amaneciendo, el demonio se fue. Esta persona, arrepentida de sus malos actos, fue a ver qué sucedió con sus dos compañeros. Grande fue su sorpresa al ver que en cada lugar donde se habían escondido sus amigos sólo habían huesos viejos y oxidados. Esta persona, sorprendida aún, imploró al cielo perdón: —¡Perdóname, Señor! Y así pudo vivir en paz con su familia.

Jhon Advíncula Pío 3er Grado Santiago de Tuna (Lima)

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LA PERDIZ Y LA HUACACA Había una vez una perdiz y una huacaca que eran rivales. Un día de sol, mientras la huacaca estaba volando, la perdiz comía su riquísimo trigo. De pronto, la huacaca se dirigió a la perdiz y ella se escapó ágilmente a su nido. La huacaca, muy astuta, empezó a silbarle y la perdiz salió a contestarle. Cuando la huacaca se encontró con la perdiz, ésta le dijo: —Hagámonos amigos, huacaca. —Yo quiero hacerme tu amigo, perdiz, pero cuando me dé hambre, yo te como.

Idelso Jiménez Jiménez 3er Grado Succhil (Piura) Succhil: Caserío de Huancabamba, distrito y provincia andina de Piura. Palabra derivada del quechua, significa pedregal y, según otros, carrizal. De clima frío, su escasa producción de papa, maíz, trigo y animales menores, son para autoconsumo. Su ganadería de vacunos le sirve sólo dereserva. Zona muy pobre, carente de servicios básicos, de difícil acceso.

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MI COMUNIDAD Mi comunidad es muy bonita. Tiene bastantes casas, animales, ríos, lagunas y, por supuesto, personas. Hay un colegio y en él un jardín con árboles y plantas en general. En mi comunidad hay bastantes cerros, chacras, pampas verdes como para jugar fútbol o voleibol. En mi comunidad todas las personas son trabajadoras y producen alimentos de primera necesidad; por ejemplo: papa, maíz, trigo, cebada, tarwi, quinua, olluco, oca, habas, añu. También se producen frutas: capulí,

Zenaida Alejo Mamani 2do Grado Tintinco (Cusco)

manzana, tumbo, tintín, durazno, pera, frutilla; y verduras: orégano, apio, cebolla, lechuga, perejil, culantro, huacatay, calabaza, zanahoria, repollo, acelga, beterraga, nabo, rabanito, espinaca. Esto es todo lo que tiene mi comunidad.

Tintinco: Del quechua tintín: tumbo silvestre. Antiguo ayllu quechua del distrito Kusipata (explanada del regocijo), célebre por sus molinos que abastecían de harina de trigo a todo el sur del Perú, desde la provincia cusqueña de Quispicanchi. Comunidad muy cohesionada y emprendedora, de futuro promisorio.

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RETRATO DE UN CABALLO El caballo come pasto, carga mi maíz y papas para que nosotros comamos. Los rateros se llevaron mi caballo. Hemos ido a buscarlo en todos sitios y lo hemos encontrado. También encontramos a ese ratero. Hemos traído a las rondas campesinas y se ha castigado a ese ratero.

Wilfredo Gaspar Ramos 2do Grado Tintinco (Cusco)

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HISTORIA DE UN ÁRBOL

Primero, el árbol crece muy grande, después la fruta. Luego, cuando está más viejo, ya no da más fruta; lo cortamos para la leña y sembramos otros. Así seguirán creciendo y el otro año darán frutas y leña pero el árbol, no desaparecerá para siempre.

Rufo Acho Willka 2do Grado Tintinco (Cusco)

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GALLINA La gallina es un animal. A las gallinas, las compramos barato. Cuando llego a mi casa le doy su comida: maíz, trigo y gusanos. Crecen muy rápido cuando comen bien. Cuando están crecidas, ponen un huevo. Del huevo nace un pollo. Cuando crecen los pollos tienen que comer.

Verónica López Waraya 2do Grado Tintinco (Cusco)

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WARMI WARKU Cuentan los antiguos pobladores de esta comunidad, Vichaycocha, que en el lugar denominado Antacancha, había una cueva grande llamada Lucymachay, que en castellano significa: Cueva de Lucía. En ella habitaba una mujer llamada Lucía. Ella vivía sola y lejos del pueblo. Esta mujer extraía las semillas que sembraban los pobladores del pueblo de San Miguel de Vichaycocha, porque no le gustaba trabajar. Las personas que sembraban sus productos se preocupaban porque nunca crecía lo que sembraban y pensaban que otras personas venían a extraer las semillas. Cierto día ocurrió que los pobladores salieron a vigilar sus sembríos y descubrieron que la señora Lucía robaba sus semillas. Al encontrarla, los pobladores de San Miguel de Vichaycocha la ataron de las manos y la llevaron al cerro llamado Kirupallka, que significa “ diente de piedra”; y cogiéndola de sus trenzas la ataron al cerro. Desde ese día esta mujer se convirtió en piedra y a ese lugar los pobladores de Vichaycocha lo conocen como Warmi Warco. Hoy en día se puede observar la figura de la mujer en la ladera del cerro Kirupallka que es el guardián del pueblo de San Miguel de Vichaycocha. Andrés Quintana Retuerto 2do Grado Vichaycocha (Lima) Vichaycocha: Ubicada en Pacaraos, sierra de Huaral-Lima, su nombre viene del quechua wichay qucha que significa l aguna de arriba. Comunidad muy unida y emprendedora, cuida su CPED como un hito hacia el progreso. Destaca por la organización y decidida participación de las mujeres. Su gente amable y su sabroso queso son un regalo para quien va al Bosque de Piedras de Pasco.

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CERROS CELOSOS Hace muchos años, cerca al pueblo de Vichaycocha, existían dos cerros llamados Kirupallka y Umaywillka. Ambos se peleaban continuamente por proteger y resguardar al pueblo. Cierto día sucedió que el cerro Umaywillka empezó a atacar al cerro Kirukalka porque quería ser el guardián del pueblo. Ese día los pobladores que se encontraban trabajando en su “vaquería” y las mujeres que se encontraban hilando y tejiendo, escucharon muchos ruidos y la tierra de pronto empezó a temblar con mucha fuerza. Las personas al observar las montañas vieron que eran en un principio no entendieron lo que sucedió, pero pronto se dieron cuenta que los dos cerros se peleaban por estar más cerca al pueblo. La pelea era tan dura que los pobladores empezaron a huir pensando que la tierra se iba a abrir. El Kirukalka y el Umaywillka luchaban intensamente de igual a igual. Pelearon con huarakas y era tal la fuerza con que las tiraban que al caer parecían rayos. Llegó un momento en que Umaywillka se empezó a cansar. Kirupallka aprovecho este momento, agarró una piedra, la colocó en su huaraka y empezó a darle vueltas. Era tal la fuerza que le daba que parecía un fuerte viento y al lanzarla dio a un costado del cerro Yuwarwilka dejando un gran forado. Este se cayó derrotado y nunca más volvieron a pelear. Desde ese día, el Kirupallka se coronó como guardián del pueblo de San Miguel de Vichaycocha. Hasta el día de hoy se puede observar ambas montañas, monumentos del pueblo de San Miguel de Vichaycocha.

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Eder Jesús Mellado Alberto 3er Grado Vichaycocha (Lima)


LA CAMPANA ENCANTADA En un rinconcito de la provincia de Yauyos existía un pequeño pueblito llamado San Pedro de Quinocay cuyos pobladores narran que hace muchos años, en la época colonial, carecían de una campana para convocar a las asambleas o faenas u otras actividades. Un día se enteraron, por medio de un anciano andrajoso, que existía una campana botada en las faldas del cerro de Benesaña, ubicado a dos horas de Quinocay. Entonces los comuneros decidieron visitar el lugar y traerla consigo. Al llegar al sitio se impresionaron con tal campana que era muy grande y muy hermosa, pero a la vez su esplendor era tan fuerte que brillaba e impedía verla detenidamente. También pesaba demasiado; la única persona que la había observado detalladamente era el anciano.

Edalita Alegre Valeriano 3er Grado Quinocay (Yauyos, Lima) Quinocay: Es posible que este nombre derive del kauki, una lengua actualmente casi extinguida. Como Cochas, está en Yauyos, provincia andina de Lima, de donde se va por la carretera Panamericana Sur, tomando el desvío por Asia y Obas. Produce abundante y deliciosa manzana y jugosos duraznos, así como membrillo y caprinos. Eso sí, llegar allí no es fácil.

Los comuneros trataron de sacarla todos juntos, pero era en vano, por el peso y por el esplendor que irradiaba la campana. Entonces el anciano decidió sacarla por voluntad propia. A medida que iba avanzando con la campana en mano, el pobre anciano desvanecía lentamente, sin fuerza hasta que cayó sin vida en el suelo. Los comuneros acudieron para salvarle la vida pero lamentablemente fue todo en vano. De repente los comuneros no divisaron la campana, había desaparecido repentinamente. Uno de ellos vio que la campana volaba. Decidieron seguirla y capturarla con la soga de un “laceador” hasta que lo hicieron. Como pesaba demasiado tuvieron que amarrarla y llevarla a lomo de mulas y burros. Los animales tenían dificultades para llevarla, lo hacían por la insistencia de los comuneros que a golpes hacían caminar a los animales. Éstos fueron convirtiéndose en piedra. Luego, los comuneros observaron que la campana desaparecía lentamente de su vista. Hoy, en la actualidad, se puede apreciar las muestras de los animales convertidos en piedra.

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EL RÍO CAUDALOSO Hace mucho tiempo, una pastora muy anciana que pastaba sus ovejas tenía mucha sed. Caminando encontró un canal muy desolado. Como sus animales también estaban con mucha sed, ella fue a traerlos para que tomen agua con ella. Cuando regresó con las bestias, ya no estaba el canal, había desparecido misteriosamente. Ella decía que en el mes de abril, en Vendesaña, suena un canal con mucha agua, mejor dicho un río muy caudaloso que corre debajo de la tierra. Se dice que desemboca en un lugar llamado Kueyo. En ese pueblo hay un lugar llamado Patapata, ahí desemboca. La gente cuenta que en ese lugar desemboca este río que no tiene origen. Muchas personas intentan buscar el origen pero el agua desaparece misteriosamente. Sólo en el caserío de Vendesaña se halla el sonido de ese río tan caudaloso y misterioso que nunca pudieron descubrir.

Angélica Sejil Olivares 3er Grado Quinocay (Yauyos, Lima)

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GARBANCITO Había una vez un niño llamado Garbancito que vivía cerca de la laguna de Lauricocha. Un día su mamá le dijo: —Tú, cuida la gallina, que yo voy a comprar arroz para el almuerzo de tu papá. —No, mamá, mejor voy yo. —No, hijo… es lejos. Pero Garbancito fue a comprar arroz. Llegó a una tienda, tocó el mostrador y el vendedor no lo vio. Siguió tocando. Pero como Garbancito era pequeño, no pudo verlo, sólo vio dinero. El vendedor tuvo que cargar a Garbancito para venderle un saco de arroz.

Miguel Ángel Santillán Rivera 1er Grado Pacoyán (Pasco)

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Toda la gente se quedó admirada al ver a Garbancito cargar un saco de arroz. Después de hacer el almuerzo, su mamá le dijo: —Tú, cuida las gallinas y yo voy a llevarle el almuerzo a tu papá. —No, mejor voy yo. —No, es lejos —le dijo su mamá. Garbancito fue a llevarle el almuerzo a su papá. Cuando estaba llegando, cayó una granizada y Garbancito se protegió al pie de un árbol, pero vino un buey y se lo comió. Cuando el papá de Garbancito llegó a la tarde, le dijo a su esposa: —¿Por qué no has mandado mi almuerzo? —No. Pero… yo lo he mandado con Garbancito. —¿Adónde…? — dijo su padre, asustado. Los padres salieron a buscarle y pronto pasaron cerca del buey que comió a su hijo. Ellos gritaban: —¡Garbancito! ¿Dónde estás? Y Garbancito respondió: —¡En la barriga del buey! Los padres de Garbancito le dieron alfalfa al buey y lo mataron; le cortaron la barriga y sacaron vivo a Garbancito.

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LOS ENCANTOS DEL DISTRITO DE QUINOCAY Hace muchos años, cuando recién se estaba creando la comunidad de San Pedro de Quinocay, siempre había encantos en algunos lugares distanciados del pueblo. Una señora vivía en el cerro con sus animales y sus hijos y más allá vivían vecinos. Según ella, un día por la noche, escuchó un ruido profundo casi junto a la hoyada del cerro. La mujer desesperada estaba pasando con sus hijos. Poco a poco fue calmando el sonido y así pasó al día siguiente, fue igual. Continuó el sonido, a la misma hora. La señora se imaginó que era un encanto ese sonido de agua con fuerte caudal, como el sonido del río. Al tercer día fue el mismo ruido a la misma hora. La señora harta de esos sonidos decidió hacer saber a sus vecinos. Ellos, por querer descubrir eso, fueron a esperar en la casa de la señora. A las doce de la noche comenzó el ruido y decidieron ver de dónde venía. Alcanzaron ver a lo lejos una pequeña luz; el sonido era inmenso y así, poco a poco más cerca. El ruido impresionaba a la gente: —¿Qué pasa? ¡Por favor, ayúdanos!— rogaban a Dios. Cuando llegaron junto a la choza, la señora vio un caballo muy brillante acompañado de luces de colores. Las personas estaban armadas con piedras y atacaron a la bestia.

Analí Alegre Valeriano 3er Grado Quinocay (Yauyos, Lima)

Al caer la cabeza del animal vieron que cayó plata, oro, joyas y relojes de oro y así poco a poco disminuyó el sonido y lograron tener todas esas preciosas cosas que compartieron entre todos iguales.

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LUCERITO, LA PEQUEÑA VICUÑA Corría alegre saltando y haciendo sonar sus pequeñas pezuñas mientras gritaba riendo: — No tan rápido, mamá. De pronto sintió el temible sonido de balas y vio con horror que su madre caía de bruces al suelo. Se acercó temblando horrorizada. Su temor fue confirmado. Su querida madre estaba herida y le salía abundante sangre sobre su piel. Su madre, haciendo gran esfuerzo, le dijo: — Me estoy muriendo. Por favor, huye, huye hija mía. Sálvate, sálvate. Escuchó que alguien se acercaba corriendo. Ni siquiera lo pensó y corrió despavorida. Su instinto de supervivencia le urgía poner distancia. Cuánto tiempo corrió no podría decirlo. Dónde estaba, tampoco lo sabía. Se detuvo. El sol iluminaba todo. Se encontraba en una loma, el paisaje era hermoso. Miró el cielo y se dio cuenta de que era más de mediodía. Cuánta angustia le había hecho correr, sin noción del tiempo. ¿Dónde estoy? se preguntó. Era un lugar desconocido, pero tenía la paz y el silencio que necesitaba su alma. La abrumaba la naturaleza. Estaba confundida, dobló sus extremidades y se echó a descansar en el pasto. Estaba sola en el mundo. La rindieron la pena y el cansancio y se quedó profundamente dormida. Cuando despertó horas más tarde, tenía hambre y sed. No conocía ese lugar. Tenía que buscar alimento y agua. Se puso a caminar y con la ayuda de su olfato y vista descubrió una vertiente entre unas rocas muy

Carmen Esperanza CalderónGamarra Jurado (Tarma)

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blancas y a su alrededor había un pasto provocativo. Bebió y comió con avidez. Se sintió mejor y se puso a caminar siguiendo el riachuelo. Caminó bastante, hasta que llegó muy cerca de una pequeña laguna donde el riachuelo descargaba sus aguas. Se veía transparente y limpio. El cielo había oscurecido. Se podía ver las estrellas y la luna llena, que se reflejaba en la laguna como en un espejo rodeado de espejitos sobre un manto azul muy oscuro. Era una bella noche con luna llena y cielo estrellado y en el silencio sólo se escuchaba el ruido musical del arroyuelo al correr en su cauce pedregoso. Lucerito suspiró y dijo: ¡Qué maravilla es mi cielo! ¡Cómo me gustaría estar con ustedes, para verlos mejor en este día de tanta tristeza para mí! Estoy desamparada y sola sin mi mamá. Asombrada, escuchó una voz suave y profunda que venía del cielo: — Si tanto deseas conocerlo haré realidad tu deseo. Ahora mismo te enviaré un rayo de mi luz para traerte, y por favor confía en mí y no tengas miedo de venir. Todo es diferente aquí, pero te gustará. Un rayo de luz se posó a sus pies como invitándola a entrar. La vicuñita vaciló un poco; pero ingresó confiada al rayo y al ver ahí una alfombrita se echó en ella para realizar el viaje. Éste le pareció corto. — Hemos llegado, dijo una voz. Una niña de más o menos once años se le acercó. Estaba hecha de luz. Le puso al cuello una cinta y la llevó por un camino blanco, esponjoso, hasta una casa de luz azulada a cuya entrada la esperaba una señora alta, hermosa, de edad indefinida, cabello azul celeste, preciosos ojos color violeta y una voz que acariciaba. La mujer le dijo: — Bienvenida, Lucerito. Pasa sin temor a conocerme. Yo soy La Magnífica, a quien en la Tierra conocen como la Luna. Al oír que sabía su nombre, Lucerito sintió que le temblaban de miedo las patitas. Su corazón quería salírsele del pecho, pero se armó de valor y dijo: — Efectivamente, yo soy Lucerito, la pequeña vicuña de los montes más altos de la tierra, y preguntó intrigada:

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— ¿De dónde sale la luz? No veo al Sol. La Magnífica le respondió con su suave voz. — Nuestro mundo es diferente. Nosotros cultivamos valores, como la verdad, la justicia, la fraternidad y la paz. Ellos nos han trasformado en lo que somos, en lo que es nuestro mundo. Ellos nos dan la luz. — ¿Y cómo se alimentan?, preguntó Lucerito. — Nuestra vegetación está preparada para nutrirnos con su aroma, le contestó y señalando a la niña agregó: ––Anda a pasear con Nevadita, y después me dirás si deseas quedarte con nosotros o regresar a tu planeta. —Vamos—, la invitó la niña y salieron a caminar. El piso era suave y tenía luz propia. La vegetación era de múltiples colores que formaban una escala de matices y tonos del arco iris. La vicuñita dijo, admirada: —¡Esto es un poema de color! También vio deslumbrada las casitas nacaradas, los pajarillos de colores que cantaban sinfonías y muchas cosas más raras y bonitas. Y como todo, vegetales, piso, cielo, tenía luz propia que lo tornaban más hermoso. Regresaron a la casa de La Magnífica. Era de nácar azul y tenía una extraña luz propia. La Magnífica salió a recibirlas y le dijo: —¿Te gustó mi mundo? ¿Te quedas? ¿Quieres quedarte o te vuelves a la Tierra? Con convicción Vicuñita contestó: —Regreso a mi querida Tierra, donde ahora más que nunca siento que tengo mucho que hacer. La Magnífica le contestó: —Te felicito. También tú tienes valores. Te deseo mucho éxito y que te vaya muy bien. La niña la acompañó nuevamente hasta el rayo de luz y le dijo: —Hasta siempre, buena hermana. El rayo de luz la dejó en el mismo lugar de donde partió. En la Tierra era una mañana de luz. Lucerito dijo: —Tierra amada, también tú serás tan bella como la Luna porque tú también tienes valores, y llegará el día en que serás mejor. Yo tendré donde vivir con el afecto de los míos, y con una humanidad sin crueldad, por siempre superior.

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