Relatos Costeños

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ALTA DIRECCIÓN Carlos Malpica Faustor Ministro de Educación Juan Chong Sánchez Viceministro de Gestión Pedagógica Nidia Puelles Becerra Viceministra de Gestión Institucional

PROYECTO HUASCARÁN Ing. César Espinoza Soto Director Ejecutivo

Mar co Briones Gutiérr Marco Gutiérrez ez Coordinador de Educación Secundaria a Distancia

Diseño gráfico e impresión: Gráfica Técnica S.R.L.

Copyright, Ministerio de Educación, 2003. Derecho Editorial Reservado. Hecho el Depósito Legal Nº 1501032003-3345


A LUMNOS

DE LOS CENTRO PILOTO DE EDUCACIÓN A AR TAMENTOS DE DE LA ZONA COSTEÑA DE LOS DEP EPAR ART PIURA, LAMBA YEQUE Y AREQUIP A AMBAYEQUE REQUIPA TOS DE EST A SELECCIÓN: QUE RECOPILARON LOS RELA ELATOS ESTA

Y

TUTORES

DIST ANCIA ISTANCIA

Piura: Alumnos: Percy Alexander Jaramillo Virazábal, José Bringas Fiestas, Natividad Vite Pingo, Maricarmen Purisaca Vite y Cinthia Fiorella Sánchez Llenque (La Islilla, Tutores: Marilú del Socorro Fiestas Zevallos y Yessenia Rosa Medina Gallo) y alumna Patricia Sánchez Lazo (Ejidos del Norte, tutores Edit Flor Castañeda Aponte y Juan Daniel Peña y Peña). Lambayeque Lambayeque:: Alumnos: Luis Alberto Sánchez Morales, Juan Jhony Larrea Seclén y Dolores Roxana Rodríguez Bueno (La Garita, Pimentel, Tutores: José Wilder Alburuqueque Villanueva y Elvia Rosa Alvarado Abanto). Ar equipa Arequipa equipa: Alumnos: Jasón Paul Galdós Funes y Kesia Jael Kuong Ramos (Alto Huarangal, Tutores: Óscar Germán Llerena Vivanco, Paola Chara Coaguila y Juan Ernesto Huamaní Tomaya.), Luis Miguel García Dávila, David Puma Infa y Julián Huamaní Girón (Pumacoto, Tutores: Miguel Ángel Lizárraga Miranda, Rosario del Carmen Jiménez Pinto y AnaMaría Lazo Álvarez ) Otr os autor es y rrecopilador ecopilador es Otros autores ecopiladores es: J OSÉ WATANABE: El Trapiche (Trujillo, La Libertad) E LSA FLORES CERNA: Los plátanos de oro (San José, La Libertad, en versión de O. Polo B.) J UAN SOTO: El compactado (San Pedro, Pacasmayo, en versión de O. Polo B.) E LMO LEDESMA ZAMORA : Filoque Grande y Filoque Chico (Lambayeque) y Lunahuaná (Lima) G ENARO MAZA: El canto del Guacabó, Las cabras encantadas, La viuda y mi abuelo, La leyenda de Mec-Nom y Ñari Wallac (Piura) J ACINTO CHURA: Leyendas de Tacna (Pampa Morón) C ARLOS ESTELA VILELA : El Señor del Mar (Callao) y La Prisión del Diablo (Lambayeque) T EODORO ROQUE: versión de leyendas tacneñas El tesoro del Cerro de La Cruz (Pago Aimara), El Cerro Chalpón y El Cerro Rajado, Cruz de Dios y Cruz del Diablo (Pago Aimara) Ver Jacinto Chura. O CT AVIO POLO BRICEÑO: Origen de Pacasmayo, La carreta del penitenta, La campana encanCTA tada, El globo de luz, El tesoro encantado, La calle del fantasma, El cura sin cabeza, La chancha encantada, La Bruja, La casa de la calavera negra, Cuando los perros aúllan, El barco perdido, La casa del ahorcado, La novia del Diablo, El cerro Pitura, El tren encantado, Los tambores del Diablo, El tesoro de Cupisnique, El carbunclo, La rubia del Cerro Chilco, La pata de oro y sus patitos. (Pacasmayo, La Libertad) EQUIPO DE PLANIFICACIÓN Y PRODUCCIÓN

C OORDINACIÓN GENERAL: ELMO LEDESMA ZAMORA INVENT ARIO DE LAS GRABACIONES MAGNETOFÓNICAS: Julia Cristel Silva León NVENTARIO TRANSCRIPCIÓN DE LAS GRABACIONES EN CASTELLANO: Miguel Hermenegildo Coletti S ELECCIÓN Y NORMALIZACIÓN DE LOS TEXTOS: E. Ledesma Z., Carlos Estela V ilela y Ricar do Oliver os Mejía Vilela Ricardo Oliveros NOT AS SOBRE LOS CPED,TOPONIMIA Y GLOSARIO: Leonidas Casas Ballón y E. Ledesma Z. OTAS C ORRECCIÓN DE ESTILO: Pedr o Sanz Elguera Pedro C OORDINACIÓN PEDAGÓGICA: A NA AYALA FLORES


Estimada Tutora o Estimado Tutor:

E

l PROYECTO HUASCARÁN, a través de su UNIDAD DE EDUCACIÓN A DISTANCIA, te presenta los libros RELATOS ANDINOS, RELATOS AMAZÓNICOS Y RELATOS COSTEÑOS, que contienen ejemplos de la riqueza literaria popular de nuestro país. Son ejemplos recopilados por los alumnos y alumnas de los 101 Centros Pilotos que desde el año 2000 ofrecen esta modalidad educativa en áreas rurales de diecisiete regiones. Para formar esta serie de obras invitamos a fines del año 2001 a ustedes, como tutores y tutoras de los 101 CPED, a que ayudasen a sus alumnos y alumnos a iniciar una recopilación de relatos orales tradicionales de sus comunidades. En esa labor de recopilación, de acuerdo con las orientaciones enviadas por la internet, los ayudaron a registrar en grabaciones magnetofónicas los cuentos, leyendas, fábulas, mitos y tradiciones. Para ello debían escuchar y escoger las mejores versiones que les contasen sus padres, los ancianos y otras personas, identificadas como conocedoras y buenas narradoras. Esa labor de recopilación fue asumida con entusiasmo por los alumnos, y en el primer semestre del 2002 comenzamos a recibir decenas de cassettes con grabaciones, unas en castellano y otras en quechua. Iniciamos entonces la ardua labor de transcribir y en algunos casos traducir las recopilaciones, debiendo lamentar que en muchos casos las grabaciones no fueran lo suficientemente nítidas, por lo cual no pudieron utilizarse. Como muchos relatos aparecían en diversas versiones con distinta riqueza de detalles, optamos por seleccionar las mejores. Procedimos luego a la normalización o estandarización de su habla, corrigiendo los inevitables y comprensibles errores que ocurren en toda expresión oral, pero, al mismo tiempo, procurando mantener su tono coloquial y sabor regional. Por esa razón no aparecen en estos libros todos los relatos enviados, pero guardamos las grabaciones originales, como un archivo para futuros estudios o tratamientos editoriales. Queremos destacar, asimismo, que en la preparación de estas tres obras han participado al lado de todos ustedes y con gran entusiasmo centenares de informantes adultos y de estudiantes de los CPED de las diecisiete regiones atendidas. A esa valiosa labor recopiladora se ha sumado el tratamiento de los originales por parte de los consultores del equipo de Educación Secundaria a Distancia del Proyecto Huascarán. Se trata, pues, de una obra colectiva, dentro del mejor espíritu cultural andino, y de la cual todos con justicia podemos sentirnos partícipes y orgullosos. Como sabes, estas obras tienen una finalidad pedagógica, que responde a las exigencias curriculares de las áreas de COMUNICACIÓN y de REFORZAMIENTO DEL CASTELLANO COMO SEGUNDA LENGUA. De modo específico, apoyan el desarrollo de las habilidades de los alumnos y alumnas en cuanto a comprensión de los textos que leen, y les ofrecen variados ejemplos de expresión escrita en castellano estándar. En tal sentido, los tres libros están estrechamente relacionadas con los contenidos y metodologías de aprendizaje desarrollados para dichas áreas en los libros TELESABER y CONSTRUYENDO 1, 2 y 3 así como CHASKA, respectivamente. Por tal razón, hemos agregado algunos relatos recopilados por diversos autores en ambientes rurales similares, así como algunas obras de creación personal ambientadas en contextos rurales . Los libros tienen además una finalidad de política cultural: buscar el rescate, revaloración y desarrollo de los elementos culturales propios de las comunidades rurales. Los relatos seleccionados fortalecen una de las características de la peruanidad: la pluriculturalidad. No mantener viva la riqueza creada durante siglos por nuestros antepasados sería imperdonable. Sería como arrasar un templo, una fortaleza o un barrio prehispánico o colonial para injertar justamente ahí un edificio moderno, rompiendo la unidad histórica y estética del lugar. En este sentido, aspiramos a coadyuvar a que nuestros colegiales tomen conciencia de cuánto pueden ellos hacer para que esta riqueza en vez de perderse no sólo permanezca sino que se goce, difunda, se mantenga vigente y crezca. Tus amigos y amigas del equipo de Educación Secundaria a Distancia del Proyecto Huascarán.


Querida alumna o querido alumno: Tienes en tus manos tres libros —R ELATOS ANDINOS,R ELATOS AMAZÓNICOS y RELATOS COSTEÑOS— que contienen cuentos, fábulas, leyendas, mitos y tradiciones que se relatan en las comunidades rurales de nuestro país. Se trata de narraciones creadas por nuestros antepasados a lo largo de muchos siglos. Son relatos que constituyen un tesoro cultural que debes respetar, como se debe respetar un templo, una fortaleza o una huaca, porque fueron construidos y utilizados por la gente de tu comunidad desde mucho antes de cuando vivían los bisabuelos de los abuelos de tus bisabuelos. Pero no son lecturas sólo para respetarlas por ser obra de nuestros antepasados. También son obras para gozar leyéndolas, para aprender sobre lo que sentía, experimentaba y pensaba la gente de tu comunidad, sobre sus dudas, temores, inquietudes, intereses, creencias y valores. Por otra parte, estos relatos pueden ser utilizados para que mejores de modo ameno tus habilidades de comprensión de lo que lees. Asimismo, encuentras ahí múltiples ejemplos de lo interesante, curioso y hermoso que son los relatos populares de tradición oral. No olvides que estos libros son, en gran parte, obra tuya y de tus padres, tus abuelos, los ancianos de tu comunidad y los tutores de tu CPED. Por ello, este tesoro cultural debes difundirlo y no sólo dejar que no se pierda sino que debes también procurar mantenerlo vivo, mejorarlo y aumentarlo. Es nuestra esperanza que muy pronto puedas ayudarnos a rescatar —con tu activa participación— muchos de los tesoros culturales de tu comunidad, que apenas se conocen sólo en forma oral, y que para su conservación, desarrollo y difusión deben estar registrados por escrito.

Tus amigos y amigas del equipo de E DUCACIÓN SECUNDARIA A DISTANCIA del PROYECTO HUASCARÁN


ÍNDICE EL GATO FASTIDIOSO ...................................................... 10 EL ÁRBOL ENCANTADO ......................................................11 EL SEÑOR DEL MAR .......................................................... 12 EL CAMPOSANTO ............................................................. 13 HISTORIA DEL PESCADOR Y LAS OLAS .................................. 14 CERRO AZUL ................................................................... 15 HISTORIA DEL BARCO LUCKY STAR QUE SE VARÓ EN LA ISLA ....... 16 EL ENCANTO EN LA ISLA .................................................... 17 EL HUACO ...................................................................... 18 CABALLO DE ORO ............................................................ 19 EL CERRO ENCANTADO .................................................... 20 LOS CERROS PUMACOTO Y QUICHIN ................................... 22 FILOQUE GRANDE Y FILOQUE CHICO ..................................... 24 QUICHIN Y PUMACOTO ..................................................... 26 LA PRISIÓN DEL DIABLO ....................................................27 EL TRAPICHE ................................................................. 28 EL ACCIDENTE A LA MEDIANOCHE ........................................ 31 LA LEYENDA DE TAMPU LEROC ............................................ 34 LA LEYENDA DE MEC-NOM Y ÑARI WALLAC .......................... 36 LUNAHUANÁ ..................................................................... 37 ORIGEN DE PACASMAYO ................................................... 40 LA CARRETA DEL PENITENTE .............................................. 42 LA CAMPANA ENCANTADA ................................................. 43 EL GLOBO DE LUZ ............................................................ 44 EL TESORO ENCANTADO ................................................... 45 LA CALLE DEL FANTASMA .................................................. 46 EL CURA SIN CABEZA .........................................................47 LA CHANCHA ENCANTADA .................................................. 48

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LA BRUJA ..................................................................... 49 LA CASA DE LA CALAVERA NEGRA ...................................... 50 CUANDO LOS PERROS AÚLLAN ............................................ 52 EL BARCO PERDIDO .........................................................53 LA CASA DEL AHORCADO .................................................. 54 LA NOVIA DEL DIABLO ...................................................... 55 EL BECERRO DE ORO (JEQUETEPEQUE) .................................56 LOS PLÁTANOS DE ORO (SAN JOSÉ, LA LIBERTAD) ................. 57 EL CERRO PITURA (SAN JOSÉ) ...........................................58 LA GALLINA Y EL ZORRO ..................................................59 EL TREN ENCANTADO ...................................................... 60 LOS TAMBORES DEL DIABLO ............................................... 61 EL TESORO DE CUPISNIQUE (SAN PEDRO) ............................. 62 EL CARBUNCLO (SAN PEDRO) ............................................ 64 EL COMPACTADO (SAN PEDRO) ..........................................65 LA RUBIA DEL CERRO CHILCO (SAN PEDRO) ......................... 66 EL CANTO DEL GUACABÓ ................................................... 67 LAS CABRAS ENCANTADAS .................................................70 LA VIUDA Y MI ABUELO ..................................................... 71 EL HIJO DEL ESTANQUE LIMA (HUACATAMBO, NEPEÑA) ............72 EL BATÁN DE LA PICANTERÍA ............................................. 73 EL TESORO DEL CERRO DE LA CRUZ .....................................74 LA PATA DE ORO Y SUS PATITOS .......................................... 75 EL GALLINAZO, LA GAVIOTA Y EL LOBO MARINO ...................76 EL LOBO Y EL PELÍCANO ................................................... 77 “COMO AYUDAN LOS HIJOS A SUS PADRES PARA IR A LA PESCA” .. 78 LA AVARIENTA ................................................................ 79

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EL GATO FASTIDIOSO Había una vez un gato al que le gustaba asustar a los perros disfrazándose de león. El gato decía: —Soy el león. Y los perros escapaban. Un día, un perro le siguió y vio que el león se metió a un cuarto y que se le caía la piel. Dentro de la piel vio al gato riéndose. El perro fue y les avisó a los demás. Un día, el gato disfrazado regresó para asustar a los perros, pero ningún perro corrió. Un perro se disfrazó de elefante y dijo: —Te voy a aplastar. Y el gato disfrazado de león huyó y huyó maullando «miau, miau». Entonces el perro disfrazado, al escuchar la voz del gato gritó: —Mira, ese león es un gato. Así, por haber hecho esa broma, el gato fue castigado muy bien por los perros y nunca volvió a hacer sus bromas. Pasaron ocho meses y un día se apareció un circo que traía leones, monos y un perro. La jaula del león se había abierto. El león se escapó y se encontró con los perros. Los perros no se movieron y se rieron: —Es el tonto gato otra vez disfrazado de león. Y el león dijo: —Yo no soy ningún gato. —Miren, ahora imita la voz de un león— dijo uno de los perros—. Oye, gato, parece que no escarmientas con el castigo que te dimos. Vamos, muchachos, hay que castigarlo. Y otro perro que sabía dijo: —Esperen. Él no es el gato disfrazado, es un león de verdad. —¿Cómo lo sabes?—le preguntaron. —Yo he visto cuando se escapó de su jaula. Los perros se detuvieron y huyeron de ese lugar. El león regresó a la jaula.

Jason Paul Galdós Funes 2do grado de secundaria Alto Huarangal (Arequipa)

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EL ÁRBOL ENCANTADO Había una vez un árbol encantado. En él vivían siete gnomos muy malignos. Muchas personas que dormían al lado del árbol, desaparecían y aparecían medio loca. Un día, un niño decidió ir a ver si era cierto eso. Así que una noche se echó al pie del árbol haciéndose el dormido. De repente salieron los siete gnomos y cuando quisieron agarrarlo para meterlo al árbol, él se levantó y les dijo: —¿Qué están intentando hacer? Los gnomos contestaron: —Estamos metiéndote al árbol para que no sientas frío. Pero el niño no les creyó, porque ellos ponían loca a la gente. Por eso echó a correr. Otro día, el papá del niño necesitaba leña y salió a cortar un árbol junto con su hijo. El niño le dijo, refiriéndose al árbol encantado: —Papi, corta ese árbol. Es grueso y de buena madera. Así, su padre cortó el árbol en leña y los gnomos murieron.

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Kesía Jael Kuong Ramos 3er grado Alto Huarangal (Arequipa) Alto Huarangal: Lugar donde abundaba el árbol de warango. Sus habitantes fueron peones andinos en temporadas de siembra y cosecha de arroz, así como del excelente frijol y frutales de costa: sandía, pacae, plátano, uva, higo. Ubicada cerca de Camaná, está unida a Arequipa y a Lima por la carrterea Panamericana Sur. Tutores: Óscar Germán Llerena Vivanco, Paola Chara Coaguila y Juan Ernesto Huamaní Tomaya.


EL SEÑOR DEL MAR Fue hace muchísimos años, el 28 de octubre de 1746, cuando la gente estaba ya durmiendo y los que quedaban por las calles eran los serenos y los palomillas. Serían las diez o las once de la noche en el Callao cuando el suelo empezó a temblar por algunos minutos que parecieron horas seguro. Todo era desconcierto, pena, preocupación, todos los vecinos salieron a las calles, otro buen tanto de ellos encontró la muerte en el acto. Pero cesó. El movimiento cesó como cesa el bramido de una bestia que promete otro zarpazo. Cuando la gente empezó a tranquilizarse un sonido aterrador anunció la tragedia inimaginable. Una inmensa ola se levantó sobre el Callao; luego otra igual. Los barcos chocaron en el puerto, algunos se empotraron en tierra; muchas de las pocas casas de esa época cayeron. Se perdieron muchas vidas de mujeres, hombres, ancianos, niños y animales también. Entre el esqueleto de uno de los barcos que el mar dejó en tierra, en una hacienda que se encontraba en lo que hoy es el distrito de Bellavista, los curiosos encontraron un Cristo tallado, enterito, sin un sólo rasguño. Creyeron que fue un milagro, del Cristo de madera y le empezaron a llamar “El Señor del Mar”. Hasta el día de hoy los chalacos le prenden incienso en procesiones, velitas misioneras en las iglesias y el Señor, a cambio, protege los días de los porteños.

Versión de Carlos Estela (El Callao)

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EL CAMPOSANTO Hace muchos años, Pimentel era un pueblito pesquero y pobre pero su gente era muy dedicada a la palabra de Dios. Los pobladores construyeron una pequeña caseta donde adoraban a Dios. Compraron una pequeña imagen de Cristo. Pero en el año mil ochocientos noventa ocurrió un maretazo. El mar se salió varios kilómetros. Pero lo que sorprendió a la gente es que la caseta construida de adobe no se destruyó y las casas más reforzadas se cayeron. La gente cree que ese campo es santo y por eso en ese sitio está construida la iglesia de la Virgen del Carmen, en honor a la gente creyente de Pimentel.

Luis Alberto Sánchez Morales 2do grado La Garita – Pimentel La Garita: Caserío de Pimentel, ChiclayoLambayeque. Los alumnos son hijos de peones agrícolas y de pesca artesanal. El CPED funcionó dos años y medio en aulas prefabricadas de triplay, sin luz eléctrica, agua, baños, patio ni seguridad. En el 2003 le prestaron el local comunal. Este año tendrá dos aulas propias de material noble, con apoyo del municipio distrital de Pimentel. Tutores: José Wilder Alburuqueque Villanueva y Elvia Rosa Alvarado Abanto.

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HISTORIA DEL PESCADOR Y LAS OLAS Cierta vez un pescador salió a pescar con su anzuelo. Este pescador llegó a la orilla del mar, se puso de pie y escuchó que las olas del mar venían con mucha frecuencia, a gran velocidad y altura. Esto lo hacía tener miedo para pescar. Sin embargo, el pescador se arriesgó a pescar y entró al mar. Llegando a lo profundo del mar empezó a mariscar, metió su mano debajo de la peña y sintió que un cangrejo le estaba mordiendo la mano y para colmo la piedra se había movido y había aplastado su mano. En una de esas vio que venía una ola muy grande. El pescador, que no podía sacar su mano, movió la piedra muy fuerte y sacó su mano ensangrentada. El pescador no pudo hacer nada. Llegó la ola y lo tapó. Entonces la ola lo arrastró hasta la orilla del mar. El pescador estaba tirado en la orilla, muriendo de dolor y nadie lo auxiliaba. Entonces el pescador llegó a su casa y se curó de su mano. Luego de unas semanas el pescador fue a la orilla del mar y comenzó a nadar hasta irse al fondo del mar de tal manera, dice la gente, que fue tragado por las olas del mar y nunca más apareció por la orilla.

Juan Jhony Larrea Seclén 3er grado La Garita – Pimentel

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CERRO AZUL La historia que voy a contar trata acerca del Cerro Azul. Me la contó mi tío. Dicen los pobladores de La Islilla que en las entrañas del Cerro Azul hay muchas riquezas y que los que han tratado de internarse en ellas no han regresado para contarlo. Una vez se internó en las entrañas don Jacinto Nunura, un hombre muy querido por el pueblo por su gracia y amenidad. Él tenía para contar miles de anécdotas. Desde que entró a Cerro Azul no se le volvió a ver. La gente se escandalizó: —Es un encanto. —rumoreaban. —Vayan a traer un cura para que devuelva a don Jacinto que está encantado. El gobernador del pueblo llevó al cura de Paita, aduciendo que a lo lejos, de la cumbre se alcanzaba a ver a don Jacinto. Lo llamaban y no podía regresar. Desde aquel entonces, empezó a hacerse famoso el encanto del Cerro Azul y las riquezas que posee. Unos paiteños codiciosos, interesados en adentrarse en los cerros con el único fin de regresar con un buen cargamento de oro, dijeron que iban a desencantar a los que habían quedado en las entrañas de Cerro Azul. Se fueron trepando las colinas, avanzaron hasta el cerro y tampoco regresaron. Con el transcurso del tiempo nuestro famoso Cerro Azul se hizo temeroso. Ya nadie intentó curiosear sus quebradas. Por eso los islillanos insisten en que tal cerro es morada de Satanás, quien de vez en cuando, se dice, por las noches se deja ver bailar en lo alto del cerro del centro, con sus cachos, cuerpo y cola de color rojo como fierro incandescente.

Percy Alexander Jaramillo Virazabal La Islilla (Piura)

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HISTORIA DEL BARCO LUCKY STAR QUE SE VARÓ EN LA ISLA Había una vez un barco que tenía como puerto una playa rocosa. Un día llegando a la playa, los tripulantes se quedaron dormidos. Pasaron horas, llegaron a la playa y se chocaron con la isla. El barco se hizo pedazos. Un día, otro barco vino a recoger a los tripulantes, los rescataron. Todos los que vivían en la caleta iban a la isla a traer cosas, como fierros y otros materiales. Una vez algunos buzos fueron a traer fierros y los trasladaron a la playa. Desde ese entonces la playa quedó con el nombre del barco, Lucky Star.

José Bringas Fiestas La Islilla (Piura) La Islilla: Lugar paradisíaco, de puestas de sol de belleza inefable, es una caleta de Paita, puerto, distrito y provincia de Piura. Las 200 familias radicadas allí combaten la pobreza con la pesca artesanal en el mar. El CPED venció muchas dificultades como la falta de aulas, luz eléctrica, carpetas.Las tutoras trabajaron en dos turnos por falta de aulas. Tutoras: Marilú del Socorro Fiestas Zevallos y Yessenia Rosa Medina Gallo.

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EL ENCANTO EN LA ISLA Esto sucedió treinta años atrás, cuando mi papá tenía dieciséis años... Cuentan que un día laborable, mi papá se fue a la playa para alistar sus aparejos de pesca en su balsilla. Eran más o menos la una de la mañana. Acostumbraba ir temprano a las faenas de pesca porque estaban en temporada de cachema. Fue en mayo. Estaba llegando a la casa del señor Hilario Vite —ya fallecido— y miró hacia su izquierda, más o menos por donde da el colegio inicial. Vio una luz como si fuera que alguien andaba con una linterna de mano. La luz era amarilla. La verdad, no le dio importancia, miraba el faro que está en la isla y meditaba sobre la luz que había visto. Pasado como un minuto, volvió la mirada hacia su izquierda y vio de nuevo la luz pero ya no con el mismo color sino con un color verde. Estaba preocupado y pensaba qué podía ser esa luz. Miró otra vez el faro de la Isla. Ya se estaba poniendo nervioso y estaba solo a esa hora. Entonces volvió por tercera vez a mirar hacia su izquierda y estaba la luz pero con otro color, ahora era roja y como una luz intermitente de carro. Ya no sabía que hacer porque ya estaba muy nervioso. Notó que los perros ladraban muy feo, otros lloraban. Miró hacia el frente, a La Isla. Ya con cierto temor (porque la verdad la noche estaba pesada, muy oscura) volvió la mirada hacia su izquierda y vio que la luz se había transformado en una llamarada con lenguas de fuego de unos tres metros de altura. Ya no soportó más y comenzó a caminar de regreso a su casa rezando y persignándose a cada momento. La madrugada parecía muy fea, muchos perros llorando. Ya estaba con mucho temor porque nunca antes había visto algo semejante. Una vez que estuvo cerca de la casa de sus padres, corrió tan duro que hasta le dio una patada a su puerta para abrirla rápido ya que el temor lo había hecho presa. Con el sonido del golpe que le dio a la puerta, sus padres despertaron y le preguntaron qué tenía, por qué entraba de esa manera. Él les contó lo sucedido y ellos le dijeron que muchas personas habían visto eso, antes y que según ellas era el huaco que siempre había por esa zona. Él, como no sabía, se puso nervioso. Desde aquella vez, nunca más lo volvió a ver.

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Cinthia Fiorella Sánchez Llenque La Islilla (Piura)


EL HUACO Voy a contar lo que me contó mi abuelito... Contaban los pescadores antiguos que, por donde está la iglesia, oían que tocaba una banda. Eso fue a las once de la noche. Un señor, llamado Hilario, fue a ver si era cierto eso de la banda y vio un hueco muy hondo. El señor Hilario dijo que era el huaco. Corrió a decirle a sus compañeros que era el huaco.

Natividad Vite Pingo La Islilla (Piura)

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CABALLO DE ORO

Me cuenta mi papá que le contó mi abuelito que un primo llamado José Vicente que tenía veintidós años de edad, se fue a la carnada a La Isla, a tirar su atarraya para la liza. Un día no encontró nada y se quedó en La Isla hasta las doce de la noche a esperar que entre la liza. Descansando sintió que venía un caballo. Fue a mirar y vio un caballo color de oro y un hombre montado con ropa blanca, con cachos. Cuando se le acercó se tiró al suelo y el caballo pasó por encima de él y no lo vio. Cuando pasó, bajó su balsilla y se vino a la caleta de miedo. Avisó al pueblo y le dijeron que era el diablo que siempre por siempre se aparecía a las doce de la noche.

Maricarmen Purisaca Vite La Islilla (Piura)

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EL CERRO ENCANTADO Cierto día don Carlos se encontraba regando su carreta, de pronto se dio cuenta que el agua que venía de las acequias había dejado de venir. Don Carlos, malhumorado por lo ocurrido, decidió ir acequia arriba para ver qué impedía el paso del agua. Al ir, se dio con la sorpresa de que delante suyo se abría una inmensa puerta ubicada justamente en el cerro, por la cual ingresaba el agua hacia dentro del cerro Pumacoto. Sorprendido por lo sucedido, don Carlos comenzó a temblar y sentir un gran dolor en los huesos que lo estaba haciendo caer. Pero don Carlos era una persona fuerte y decidió acercarse. Al hacerlo vio que dentro había un gran huerto que contenía todos los árboles frutales que uno podía imaginar y aun fue mayor su sorpresa cuando vio que los frutos de esos árboles no eran comunes y corrientes, sino grandes frutos de oro y plata, cosechados por personas que parecían que no saber lo que hacían, o sea personas que estaban encantadas. De pronto salió de entre los árboles un pequeño hombrecillo, un enano, un duende, con grandes ojos largos y orejas puntiagudas, que vestía un hermoso traje tejido con finos hilos de oro y plata. Este hombrecillo se acercó hasta don Carlos y le dijo: —Disculpe, señor… ¿por qué está tan enojado conmigo? Don Carlos, muy, pero muy nervioso, le contestó: —Estoy muy enojado contigo porque me has quitado el agua con la que estuve regando. Por ello te ordeno que me la devuelvas.

Luis Miguel García Dávila 2do grado de secundaria Pumacoto (Camaná, Arequipa)

El hombrecito, en disculpa le dijo: —Señor, siento mucho haberle quitado el agua con la cual estuvo regando, pero hace doscientos largos años que no regaba mis plantas. En disculpa por lo ocurrido le voy a regalar unas cuantas “lumbas”. Para ello deme su sombrero y se las daré. Don Carlos sin contestar ni una sola palabra le entregó su sombrero y el hombrecito, al tenerlo, ingresó al huerto y al regreso trajo en él cinco grandes lumbas comunes y corrientes y se las dio a don Carlos, quien las recibió sin ningún reproche. Al momento, el pequeño hombrecillo ingresó al huerto y éste se cerró. Entonces don Carlos se fue a su casa con sus cinco lumbas pero le pesaban mucho y le incomodaban, por eso se decidió a botar cuatro de ellas en un gran pozo y a guardar una, la más grande y hermosa, la cual guardó en un baúl al llegar a su casa. Al pasar los días, don Carlos se enfermó. No podía ir a trabajar y no tenía qué comer. En eso, don Carlos se acordó que había guardado

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una lumba en el baúl y mandó a su hijo menor, Juancito, para que la sacara. Éste, al ir, se llevó con la sorpresa de que la lumba no era una lumba sino una gran bola de oro. Esto significó para don Carlos y su familia, salir de la pobreza para convertirse en personas dignas y respetables, pero también mucha tristeza ya que botaron cuatro de las cinco lumbas que tenían, las cuales les hubieran dado más felicidad de la que ya tenían.

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LOS CERROS PUMACOTO Y QUICHÍN

Julián Huamaní Girón 2do grado de secundaria Pumacoto (Camaná)

Había dos hermanos, uno era rico y el otro pobre. Un día el hermano pobre se vio necesitado y fue donde su hermano para decirle, es más, suplicarle que por favor le preste dinero. Y el hermano le respondió: —¡Estás loco! ¿De dónde me vas a pagar? Y él le respondió: —Aunque sea te pago con trabajo. El otro le dijo : —¡No! ¡Lárgate de mi casa! —Está bien, me voy. Pero ojalá que tu riqueza te dure mucho. Se fue a casa y no hallaba qué hacer. Y dijo: —Estoy pensando ir donde mi hermano para que me preste tres burros para ir donde mis padres. Así fue donde su hermano y le dijo: —Ya que no me has prestado el dinero que te pido, entonces préstame un burro. Y el hermano le dijo: —¿Para qué? —Para ir donde mis padres. Y él dijo:

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—No. ¿Cómo se te ocurre? ¿En qué cabeza? ¿Que yo puedo prestarte uno de mis burros...? Lo puedes maltratar. —No, por favor, te lo suplico, préstame ese burro. —No, porque tú vas a ir donde mis padres a pedirles dinero. Y el hermano pobre se prestó tres burros de sus vecinos y logró ir donde sus padres. Su esposa le había preparado una gran comida porque era muy largo el viaje. Entonces partió, llegó al cerro Pucun y dijo: —Mejor voy a descansar y dar de comer al burro. También voy a comer yo. Amaneció y nuevamente partió, llegó donde sus padres y ellos se pusieron alegres. Mataron un cordero y hubo mucha comida, entonces el hijo le dijo a su padre: —Papá, he venido para que me prestes dinero. Y el papá le prestó el dinero inmediatamente. Amaneció y el hijo le dijo: —Papá, me voy porque he dejado solos a mi esposa y a mis hijos y temo que les pase algo. Entonces el hijo partió. Caminó y caminó, noche y día, y llegó a los cerros y entonces comenzó a oscurecer y dijo: —Como ya estoy para llegar, me voy a quedar a dormir aquí hasta mañana. Entonces escuchó unas voces. Las voces venían de los cerros de Pumacoto y Quichín, y de escuchar las voces se desmayó. Entonces Quichín dijo: —Yo tengo un cuerno de toro para darle, ¿y tú? —Yo, dos naranjas. Entonces amaneció y el hombre asustado levantó sus cosas. Fue a casa y sus hijos desempaquetaron sus cosas. Ellos encontraron un cacho de plata y dos piedras de oro. El hombre se asustó, pero utilizó estos bienes para hacer su casa. El hermano de este hombre era ambicioso, fue también a ese lugar pero su suerte fue mala porque los cerros le quitaron sus riquezas y le dieron dos enormes cachos, El miró su sombra y se fue maldiciendo a los cerros. Llegó a su casa. Se miró en el espejo y se dio cuenta que tenia dos cachos y los cortó, pero fue en vano porque le volvieron a crecer y eso le sirvió de escarmiento.

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Pumacoto: En quechua significa garganta de puma con bocio. Barrio del distrito de Ocoña, CamanáArequipa, ubicado cerca del mar y al borde de la carretera Panamericana Sur. Sus habitantes viven principalmente del cultivo del arroz, panllevar y frutales, así como de la pesca marina y la extracción de camarones en el río Ocoña. Tutores: Miguel Ángel Lizárraga Miranda, Rosartio del Carmen Jiménez Pinto y AnaMaría Lazo Álvarez


FILOQUE GRANDE Y FILOQUE CHICO

Elmo Ledesma Zamora Olmos (Lambayeque)

Quien conozca las pampas de Olmos, mejor dicho, quien las haya conocido hace medio siglo, recordará que formaban una enorme llanura sin río que la regara y sin que en ellas cayeran regularmente lluvias suficientes para cultivarlas. En cierto modo, la zona era y sigue siendo un desierto, pues en ella no se halla agua. Por eso, antiguamente los arrieros y los viajeros que tenían que cruzarla a lomo de bestia debían llevar consigo su provisión de agua en botijas, odres o cantimploras. Ahora mismo, los excursionistas que van a recorrerla en vehículos de tracción en las cuatro ruedas se apertrechan previa y prudentemente de algunas botellas o latas de gaseosas. Sin embargo, las pampas de Olmos no eran propiamente un desierto, pues en ellas abundaba entonces la vida animal y vegetal. En efecto, en primer lugar, toda la zona estaba cubierta de trecho en trecho por gruesos y altos algarrobos, cuya amplia copa era como una sombrilla o ramada que protegía de los abrasadores rayos del sol norteño. Los abundantes frutos de esos árboles gigantes son unas vainas que contienen las semillas, rodeadas de una pulpa oscura, dulce y pegajosa muy nutritiva, de la cual se prepara la algarrobina. Esos frutos son el alimento natural de las cabras, vacas, burros e iguanas, así como del cañán, un lagarto grande cuya gruesa cola es de una carne blanca que, debidamente asada o guisada, no desdeñamos muchos norteños desde los tiempos prehispánicos. Abundaba también ahí el espino o guarango, árbol de enjuta y retorcida estampa, y cuya madera nunca se apolilla. A ésta mucho se la usa mucho en los ranchos para labrar vigas, columnas y cabos de herramientas. Una mesa o una alacena hecha con madera de guarango es un mueble que sin mayor desgaste o deterioro dura tanto como para que la hereden hasta los biznietos. No faltaban tampoco algunos aislados guayacanes. Son éstos unos árboles de madera dura como piedra y bellísimo color amarillo oro con anchas vetas negras o marrones. Con ella, los artesanos hacían hermosos platos, tazas, azucareros, joyeros, pisapapeles, figuras talladas y muchos otros objetos útiles o de simple adorno y tan finamente pulidos que despedían brillos. Abundan también los zorros, los venados de cola blanco, y hermosos pájaros como tordos, chiscos, chiroques, huanchacos, jilgueros y gorriones, aparte del gallinazo de cabeza colorada, dos clases de lechuzas y un enorme búho de lúgubre canto. He oído decir que ahora esas pampas están en gran parte semidesiertas porque durante siglos los leñadores y carboneros

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talaron sus bosques sin sembrar nuevos arbolillos. Resulta increíble que tantos millones de árboles hayan sido convertidos en el carbón con que funcionaron las cocinas de todos los hogares de las ciudades costeñas desde la conquista española. Es cierto que desde hace cincuenta años ya nadie cocina con “carbón de palo”, pero también lo es que desde hace décadas con él arden millares de hornos y barbacoas donde a diario se asan pollos a la brasa, anticuchos y parrilladas. ¡Cómo, pues, no han de estar semidesiertas esas pampas, si aún continúa la tala y quema de espinos y algarrobos! En cuanto a los guayacanes, según me cuentan, de ellos no queda sino el recuerdo. En esas pampas, no muy lejos del pueblo viejo de Olmos, había entonces ––ignoro si aún existen–– dos puquios o manantiales. Jagüeyes, los llaman en el castellano de la zona. Esas aguas, surgidas misteriosamente del subsuelo, son escasas, pero preciosas porque gracias a ellas podían vivir cerca de ahí algunos agricultores que cultivaban unas pocas parcelas de maíz, frejol, camote, zapallo, plátanos y yuca. En esos manantiales abrevaban algunos pocos toros y vacas, los piajenos o burros (omnipresentes en los paisajes lambayecano y piurano) así como movedizos y arrasadores rebaños de cabras que conducían pastores trashumantes. Ambos manantiales se llamaban Filoque, y por su desigual extensión se les diferenciaba como Filoque Grande y Filoque Chico. Sobre el origen de esos manantiales y de su extraña denominación he escuchado varias versiones. Todas ellas se refieren a dos hermanos así llamados, uno mayor que el otro, que se convirtieron ––o fueron convertidos–– en sendos manantiales. Hasta ahí llega el parecido o coincidencia entre las muchas versiones de esta leyenda que he escuchado a mis parientes mayores y a algunas gentes de esa región norteña.

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QUICHÍN Y PUMACOTO Cuentan que hace mucho tiempo, cuando todavía no existían pobladores en mi pueblo, salieron del mar dos niños que eran hermanos: Quichín y Pumacoto. Los hermanos vivían muy felices en la playa, jugaban con todos los animales y las olas y eran muy buenos pescadores. A ellos el mar los había mandado a habitar estas tierras que estaban áridas y solas. Cierto día, cuando Quichín se hallaba pescando se le apareció una hermosa mujer y le dijo: —Siempre te estuve observando. Tú eres mejor que tu hermano y por ello te escogí para que seas mi esposo. Para ello debes acabar con tu hermano y así viviremos felices por el resto de nuestra vida. Quichín, algo asustado, le respondió: —Pero, él es mi hermano, ¿cómo podría yo hacer eso? La mujer le respondió: —Él te odia, nunca te quiso. Si no cumples lo que te dije, jamás volverás a verme. Siguiendo las indicaciones que le dio la mujer, fue en busca de su hermano y al encontrarlo, lo insultó y lo golpeó tanto que lo dejo moribundo. Desde entonces se odiaron y no se podían ver. Entonces el mar, quien los había mandado a poblar esas tierras y vivir en paz y armonía, los castigó. Produjo torrenciales lluvias, truenos, muchos rayos, terremotos hasta que se convirtieron en dos cerros llenos de pasto. En el centro de los dos había un valle hermoso y un río que serpenteaba entre ellos hasta perderse en el mar. Los primeros habitantes del valle sentían por las noches, voces fuertes, bramidos que asustaban a la gente, por eso decidieron bautizarlos y pusieron una cruz en cada cerro. Desde entonces ellos son los protectores del valle de Cocha (Ocoña).

David Puma Infa 2do grado de secundaria Pumacoto

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LA PRISIÓN DEL DIABLO Allí donde termina Lambayeque y empieza Cajamarca o donde termina Cajamarca y comienza Lambayeque, se alza un cerro, el cerro Mulato. Fue en este cerro donde cuentan que los ángeles encerraron al diablo luego de perseguirlo y darle una dura batalla. El diablo quiso pasar este encierro, que sabía sería muy muy largo, de la mejor manera posible, a sus anchas (que son muy anchas pues es el diablo, nada menos). Para esto consiguió algunas gallinas, hizo un par de jardines y organizó una orquesta a todo dar porque, claro, al diablo le gusta muchísimo bailar y lo hace muy bien. Los animales los sacó de debajo de las piedras, las flores de su jardín las formó con la materia de las nubes y les dio color con su saliva; pero lo mejor de todo era la orquesta porque estaba hecha de tormentas. El cacarear de las gallinas, el agua del río que riega el jardín (porque el diablo hizo también un río) y la tormentosa orquesta hacían una bulla tremenda alrededor del Mulato, del cerro Mulato. Pero no sólo podía quedar sordo aquel que pasaba por el cerro Mulato, también podía quedar convertido en piedra si llegaba a escuchar el ruido del diablo. Se podía salvar la vida, por supuesto, pero a cambio de perder el alma, entregándola al diablo. El diablo también ganaba con esto porque había hecho una apuesta con los ángeles que cuidaban la entrada de su prisión: si el diablo conseguía un alma, le dejaban dar un pequeño paseo. ¿Que si conozco a alguien que haya pasado por la prisión del diablo? No, no conozco a nadie. ¿Cómo? ¿Dices algo? Habla más fuerte. Soy un poco sordo porque hace muchos años caminaba por un cerro cerca de Lambayeque... Carlos Estela Vilela Lambayeque

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EL TRAPICHE

José Watanabe (La Libertad)

Cuando el trapiche se agita y se juntan los engranajes para triturar la caña, es la molienda. Cuando, al final de la molienda, las ruedas ya sin aceite del trapiche ásperamente friccionan, es el chirrido y el miedo. Y cuando el trapiche chirría, salen hombres a robar niños para aceitar los engranajes. (Sólo el aceite de los niños en las calles es el silencio. No hay ronda. No hay canción. Molienda. Odiada molienda. Se agitan las entrañas del dragón de acero. Gimen ruedas y engranajes. A dentelladas la caña se hace azúcar. Un rumor sordo sale a veces del ingenio y termina en un pito largo y agudo. Y chirría. (¿Dónde nace la noche? ¿En la cueva de qué cerro despierta su sombra? No lo sé. Pero ya está aquí, oscura y triste). Dos niños, sentados junto a una puerta vieja, miran el humo del trapiche que se levanta retorciéndose por sobre las casas. Humo blanco. Resuello blanco. Y chirría. (Y esta calle polvorienta y larga dentro de esta hora, cuando es inevitable la confusión de las cosas con los sueños. Todo es tenue como el polvo que estuvo jugando hacia la tarde y que, al aparecer la noche, se tendió mansamente a lo largo de la calle). —¿Crees que Javier está durmiendo? —No. No viene porque tiene miedo. (Tampoco sé dónde nace el viento, pero también ya está aquí, camina la calle oscura y regresa temblando en su propio frío). —¿Miedo de qué?

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—Del trapiche, pues. —Sí. Suena. Desde anoche está sonando, pero hoy es más fuerte. ¿Crees que saldrán a buscar más niños? La calle, tiesa. Una puerta se ha abierto y un rectángulo de luz amarilla se tiende en el polvo. Es un hombre. Desde su mameluco gris mira los pequeños charcos con un reflejo de luz que no existe. Piensa en los charcos y en el verano. Y no sabe por qué lo piensa. Tampoco sabe por qué se siente vencido y largamente triste. Luego, el rectángulo de luz desaparece. Dentro, el hombre se despereza estirando los brazos abajo una lámpara de kerosene que cuelga del techo. Sus manos tocan la lámpara que queda oscilando. Se agitan y crecen y se acortan las sombras de las cosas. Después, nuevamente todo adquiere su proyección legítima, hasta la silueta del hombre, que también estuvo jugando en las paredes. —Mira, Juana, qué curioso, mi compadre Pedro hizo esta lámpara, él ya está muerto y sin embargo nos mueve. —Sólo mueve las sombras —contestaron desde el cuarto contiguo y desde la oscuridad. —No. También nos puede mover a nosotros. Y nos mueve. El viento, afuera, corre con un olor fuerte de melaza. Corre indiferente al chirrido y al miedo. Se va por los cerros negros y los cañaverales. No tiene miedo. —Mi mamá dice que el trapiche es como un hombre. —Los hombres no comen niños. —No, no es igual. El trapiche da miedo y no deja jugar. ¿Tú no tienes miedo? —Sí. —Yo también. Oye, ¿por qué no matamos al trapiche? Yo le estaría golpeando los fierros hasta que muera. —Somos pequeños y el trapiche es grande. Quizás cuando seamos mayores. —Sí, cuando crezcamos y ya no tengamos miedo. El hombre descuelga la lámpara y va hacia el cuarto contiguo y oscuro. La lámpara queda sobre una mesa junto a varias estampas de santos. Tendida en la cama, la mujer cierra los ojos ante la brusca luz, luego recuesta su cabeza en el respaldo y bosteza largamente. El hombre, en silencio, se sienta junto a la mesa. Mira sonriendo a las estampas amarillas. Quiere rezar por los muertos, pero no sabe hacerlo. Su compadre Pedro no era malo y debía estar bien; ahora muerto, no necesitaba de oraciones. Se dijo que él las necesitaba más, pero tampoco sabía hacerlo. Del bolsillo de su

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overol saca una libreta y anota unos números lentos. —Veinticinco diarios —murmura. —¿Vas a trabajar por el dominical? —Sí, necesitamos plata. Con veinticinco diarios no alcanza ni para comer. Y sólo un hijo. Peor los que tienen más. —¿Cuántos hijos ha dejado Pedro? —Cinco. El se casó cuando recién empezábamos a trabajar. Me acuerdo, ganábamos diez soles diarios. Ahora son veinticinco pero tampoco alcanza. Creo que vamos a ir a la huelga. Mañana se reúne el Sindicato. Ya es tiempo de que nos aumenten. […] Por la calle venía un hombre borracho. Sumergido en la oscuridad y el frío, pasó junto a los niños. Chirrido alucinante. Humano alucinante. Miedo. —¿Tú nunca has soñado que te llevaban al trapiche? —Sí, sí soñé que me atrapaban unos hombres vestidos de negro. Yo gritaba, pero ellos me arrojaron junto con la caña. Y me fui haciendo azúcar. Mi sangre se quedaba en los engranajes y los engranajes ya no sonaban. Se iban callando con mi sangre. Y fui un niño de azúcar. El hombre se sacó el mameluco y se puso sólo una camisa vieja. Fue hacia la cama y se sentó en el borde. Pensaba en su compadre y en él mismo. No, nada es justo, concluyó para sí mismo. Luego recostó su cabeza en el vientre suave de su mujer. —¿Cómo se va la gente, no? Hace un mes don Pancho y anteayer, mi compadre Pedro. Pobres. —Fue accidente con don Pancho, dicen. —Sí, dicen que fue accidente. Y Pedro tuberculoso. Mentiras. Fueron quince años en la fábrica, en el trapiche. Los venció la madrugada y el trabajo duro. Todavía me acuerdo cuando entramos a trabajar. Creíamos que era suerte porque en ese tiempo no había trabajo. Pero ya ves, ahora suerte es morirse.

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EL ACCIDENTE A LA MEDIANOCHE En el año mil novecientos noventa, una vez, una chica de dieciséis años de nombre Cintia vivía en una comunidad de La Garita con sus padres. Un día Cintia fue de viaje y en ese viaje sufrió un accidente. Estaba lloviendo muy fuerte; entonces de repente el chofer perdió el control del carro y volcó. Cintia cayó en la pista pero ella estaba muy herida y sangrando. Ella no podía levantarse y al hacer el intento falleció. Sus padres al enterarse sufrieron mucho. Pasaron semanas y meses y siempre en ese lugar, cuando llueve muy fuerte, la chica aparece tal como fue en el accidente pidiendo auxilio en medio de la carretera a las doce de la noche. Un chofer le dijo alguna vez: —¿Qué te pasó? Y ella le respondía: —¡Ayúdeme, ayúdeme! Por favor, lléveme a mi casa. El chofer le dijo: —Está bien, te llevaré. Pero tú me diriges por dónde, para llevarte. La chica le dijo: —Está bien, pero tengo frío, mucho frío. El chofer le dijo: —Toma mi casaca, póntela. Cómo no vas a tener frío, si estás con la ropa mojada. Entonces el chofer la llevó a su casa y la dejó en la puerta de su casa. Ella le agradeció mucho: —Muchas gracias por haberme traído. Mañana vienes a recoger tu casaca. El chofer al siguiente día fue a la casa donde había dejado a la chica para recoger su casaca. Tocó la puerta y salió un señor que le dijo: —¿Qué desea? El chofer le respondió: —Buenos días. Fíjese que anoche he traído a una chica cerca de las doce de la noche y vengo a recoger mi casaca. El señor le respondió: —Ya son varias veces que me vienen a reclamar casacas. Yo le

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Dolores Roxana Rodríguez Bueno La Garita – Pimentel


llevaré donde está. El chofer se quedó sorprendido y dijo: —¿Cómo? ¿No está acá la chica que he traído anoche? Y el señor dijo: —No, ella no está, le llevaré donde está. Entonces el chofer se quedó sorprendido y fue preguntándose: —¿Qué me quiere decir? ¿Por qué me quiere llevar a otro sitio si yo anoche he traído a la chica? Y entonces el padre le dijo: —Fíjese que en esa parte del cementerio hay una cruz. —Sí, ya la veo. —Vamos entrando. Entraron al cementerio y le dijo: —En esa tumba, a la vuelta, hay una casaca, véala. Y el chofer tuvo miedo y le dijo: —No, mejor me acompaña. Y entonces, al dirigirse vio la tumba y en una cruz vio la casaca y dijo: —Ahí está su casaca. —¿Cómo? Si la chica yo la he traído y la he dejado en la puerta de su casa. ¿Cómo es que ella está muerta? El padre le contó todo lo que le había sucedido a su hija. Le dijo: —Ella hace quince años que está muerta y siempre se aparece haciendo eso. No sé qué le pasa o qué se quiere llevar pero ella siempre aparece a la medianoche cuando llueve muy fuerte en la carretera de La Garita. Desde ahí, el chofer, muy asustado, dejó la casaca y nunca más volvió a pasar por esa ruta. Salió corriendo. La chica siempre aparecía cuando llovía. El padre dijo alguna vez: —¡Ay hija! ¿Qué pasará contigo? ¿Por qué quieres y buscas a los choferes para pedir auxilio? La chica siempre aparece a esa hora. A una señora se le apareció y le dijo: —Señora, fíjese que desde allí, desde arriba, no me quieren recoger. ¿Usted quiere acompañarme? ¿Ve esa luz? Por favor sígame, vaya conmigo. La señora le dijo: —¿Adónde me quieres llevar? Yo estoy muy cansada y quiero descansar. Quiero ir a mi casa. La chica le dijo: —Si usted está muy cansada, entonces me iré con usted. Yo la llevaré a un lugar donde pueda descansar.

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La señora muy sorprendida le dijo: —¿Adónde me quieres llevar? Mis hijos me están esperando. La chica le respondió: —Fíjese que a mí no me dejan entrar a las puertas del paraíso. El Señor me ha dicho que le tengo que llevar a alguien para poder ser recogida. Entonces yo me iré con usted. La señora le respondió: —No, tú estás loca, yo no me voy contigo. La señora dio la vuelta y se fue. Entonces, desde esa hora, desde siempre, cuando llueve muy fuerte, la chica se le aparece a los chóferes, hasta que un día se lleve a alguien.

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LA LEYENDA DE TAMPU LEROC

Haciendo un poco de historia ceñida a la tradición, diré lo que he venido escuchando, desde que tuve uso de razón, de labios de gente anciana, entre ellos, mi ascendencia paterna, sobreviviente de la raza autóctona cataquense. Por los años de 1360, luego del diluvio y tremendo maremoto que azotó las costas tallanes hasta Ferreñafe, llegó al Valle el Inca Pachacútec, luego de haber sometido tras cruenta y larga batalla a los chimú. Hubo temor ante el retumbar de los tambores y la tropa multitudinaria. Se dice que los curacas tallanes Mec-Non, Melén, Ñapicca, Colpawal, Ñari-wallac, Mecca Amo y otros, concentraron a sus súbditos en este antiquísimo pueblo para tomar medidas urgentes, en la creencia de que el inca venía en guerra, y se enteraron que era un rey del Cuzco, poderoso e invencible, y que lejos de buscar la destrucción traía un mensaje paternal de ayuda, de enseñanza y de transformación social. Es entonces que los curacas avisaron a los chasquis que el pueblo rogara al Monarca acercarse para rendirle homenaje de sometimiento y obediencia. De este modo, fueron celebradas fiestas con ritos tallanes que duraron hasta días después de que el inca abandonó la comarca prosiguiendo su marcha al norte. Se atribuye a este inca y no a Huayna Cápac el haber dado orden para la construcción de un tampu en nuestros poblados, porque el existente que conoció a su paso, y cuyas ruinas se conocen como el Genaro Maza

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“Tambolero Colorado”, que se ubica a tres leguas al este de Sinchao, aproximadamente, era de dimensiones estrechas e incómodo para albergar tropas reales. Agrega la tradición que el Inca se hospedó en el Tambo Real que ya existía. Siglos después se construyó la casa parroquial, durante el Virreinato. En este tambo celebraban reuniones los grandes curacas tallanes, que en el inicio de la conquista española sirvió también de hospedaje a Vaca de Castro y al Pacificador La Gasca, así como a otros grandes personajes de la Colonia que tenían que hacer jornadas obligatorias en Catacaos, dado que Piura, la actual, no existía por entonces. Posteriormente el tampu se edificó bastante suntuoso ante la promesa del restaurador, que ofreció volver para estrenarlo, circunstancia que no cumplió. Se tuvo noticias de que el retorno al sur lo hizo por las sierras de Huanca Pampa, causando descontento, porque el cambio de ruta se vio como un desaire a los tallanes, quienes, fieles a sus costumbres, habían preparado fastuosas fiestas para agasajarlo y rendirle honores. Incluso depositaron valiosos regalos en el tampu, tanto de oro como de plata, para el inca, los mismos que dejaron ahí en depósito para alguna nueva visita, que nunca se produjo. Confirma también la tradición citada el hecho de que entre quienes estuvieron para servir al inca en su estadía hubo una bella tallana que se ganó la simpatía del monarca, quien llegó a cortejarla. Esta guapa palla, atraída por el inca, se enamoró inocentemente, obsesionada por este amor imposible, y se convirtió voluntariamente en cuidadora del tesoro acumulado para el inca y se fue a vivir al Tampu hasta morir. Se dice que con el correr del tiempo su espíritu salió hecho sombra, para ulular en los vientos y sobre las dunas, que poco a poco fueron sepultando el Tampu Leroc, hasta que las generaciones posteriores la convirtieron en leyenda. Es así que la “Vieja Capusona” que espanta a los caminantes, se “traga” al ganado, se “come” a la gente, y que sale al medio día en pleno sol ardiente sobre las dunas, no es otra cosa que aquella hermosa palla tallana que un día se enamoró de un inca.

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LA LEYENDA DE MECNOM Y ÑARI WALLAC Por la cumbre del cerro Tunal, emergió el poderoso e imponente señor llamado Mec-Non, “El pájaro errante de voz estruendosa”, que venía emigrando del norte a través del mar, en busca de nuevas tierras y mejores horizontes para su pueblo. Mec-Non y su séquito —conformado por sus fieles mujeres, sus jóvenes capitanes y leales seguidores— contemplaron extasiados aquella región generosa y supieron que por fin el largo peregrinaje había terminado. Con júbilo radiante, Mec-Non señaló las fértiles y exuberantes tierras escoltadas por los muros de médanos reverberantes; cercano estaba el mar, caudaloso el río que desemboca allí, abundantes los frutos y animales silvestres y claro y luminoso el cielo, que hacía más favorable y propicia la benevolencia de los dioses. Todo era riqueza y generosidad por aquellos soleados y calurosos ámbitos y por eso Mec-Non y su pueblo decidieron establecer y prolongar su estirpe en aquel lugar al cual pusieron por nombre Catac Caos. Poco tiempo después, atraído por la generosa naturaleza de la región, arribó a tierras piuranas otro poderoso señor. No en vano se llamaba Ñari-Wallac que significa “El ojo luminoso que avizora la lejanía”, y había intuido la existencia de aquellas tierras propicias, acompañado de un séquito numeroso, halló también los arenales límpidos y suaves como los vergeles y bosques enclavados por aquellas tierras. Enterado por sus mensajeros de la llegada de este señor peregrino, Mec-Non acudió al encuentro de Ñari-Wallac, impregnado de la generosidad de estas tierras, lo acogió fraternalmente, y lo hizo conocer la amplitud fértil de la región invitándolo a compartir aquella naturaleza hospitalaria.

Genaro Maza www.piuranet.com

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LUNAHUANÁ Hace mucho, mucho tiempo, la gente de acá, la gente de Lunahuaná, todos vivíamos casi sólo de la agricultura. Así era hasta hace pocos años. Sembrábamos maíz, zapallos, lechugas, repollos, betarragas y otras hortalizas. También cultivábamos frutales, especialmente nísperos, manzanos, pacaes, paltos, higueras. Y uvas, por supuesto, y cuando se dice uvas también se dice vino y se dice pisco. Muy pocos se dedicaban a la ganadería. Algunos tenían una que otra vaquita, más que nada por la leche, para los niños y ancianos. Claro, también para tener carne y para hacer un poco de queso, no tanto para vender sino para comer. Pero más que nada se comía entonces mucho pavo, mucho pato, mucha gallina, y todo ello se asentaba con vino blanco, y si era vaca, cabrito o chancho con vino tinto. Se comía también mucho cabrito, que traían a vender los cabreros que bajaban por el valle y las quebradas arreando sus manadas. Esos benditos animales pasaban y arrasaban con todo lo que podían. Usted sabe cómo son las cabras, ¿no? Todo se lo comían: no sólo las plantas silvestres, sino también las ramas y hojas secas, la chamiza, la paja, los papeles, cartones, trapos y hasta zapatos viejos. Llegaban los cabreros arreando apurados sus manadas de cabras que bajan casi corriendo y al paso se comían todo lo que hallaban a su paso. Devoraban todas las plantas silvestres de los cerros y la que crece a los costados de los caminos y al lado de las acequias. Muchas veces también se metían a una chacra de alfalfa, de lechugas, de repollos, a un maizal, a un viñedo, a un parral o a una huerta. En esos casos arrasaban con todo o por lo menos hacían terribles daños y destrozo antes que los dueños de las chacras y huertas, los vecinos o los mismos cabreros se dieran cuenta. Los cabreros eran gente ruda armada con garrotes y que vivía sólo con sus perros y cabras por los cerros y dormía al aire libre, así que a la gente de acá no dejaba de darles miedo, pero de todos modos a gritos, palazos y pedradas sacaba de sus propiedades a los

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Ricardina Solís Munive (41 años) (Recopilador: Elmo Ledesma Zamora)


dañinos animales y hacía irse lejos a los cabreros. Hubo muchas peleas por eso, entre los cabreros y los chacareros. Era una continua pelea. Hasta muertos hubo, de cabreros, por supuesto. A pesar de ello, éstos todos los años regresaban, desafiantes, como gente nómada de la antigüedad, arreando sus rebaños errantes de cientos de cabras. Eso ocurría especialmente a partir de mayo, cuando los cerros y lomas de por acá comenzaban a verdear al llenarse de pasto y de muchas plantas silvestres. ¿Usted no ha visto cómo se ponen las lomas que están al sur de acá en el invierno? ¿No ha visto qué lindas se ven? Pero en Lunahuaná la gente era buena, generosa, cristiana, y comprendió que los cabreros no eran malos, sino que la necesidad los empujaba a ir por los cerros y quebradas buscando comida para sus animalitos. Pasan su vida en el campo, señor, durmiendo al lado de sus cabras. De eso vivían los cabreros. Criando cabras y vendiendo cabritos y queso de cabra, que es muy rico, por supuesto. Pero ese queso la gente no lo compraba mucho. La gente le tenía miedo a ese alimento, porque en ese tiempo muchos se enfermaban con la fiebre malta, por comer ese queso cuando había sido hecho con leche de un animal enfermo. La gente de acá tomaba por eso sus precauciones, desde antiguo. Antes de comprar ese queso averiguaban si no había habido cabras enfermas por esas quebradas. De eso se daban cuenta porque entonces los parientes de los cabreros bajaban a la costa para ir a San Vicente a comprar medicinas para las cabras. Por eso, la gente de acá procuraba no comer crudo ese queso, sino bien cocido, especialmente en locro. Para usarlo como ingrediente de este plato lo cortaban en forma de dados y lo entreveraban con grandes tajadas de zapallo macre, papa amarilla pelada que se deshacía como puré, y también jugosos y blandos granos de choclo tierno, cuadraditos de zanahoria, muchas alverjitas y habas verdes, y por último algunas hierbas, como culantro, perejil y hierba buena, para darle mayor sazón. Para defenderse de los destrozos que las cabras causaban en los cultivos, nuestros antepasados desde entonces comenzaron a cercar sus chacras, huertos, parrales y viñedos. Primero parece que levantaron tapias pequeñas, pero al ver que las cabras las saltaban decidieron hacerlas más altas. Después hasta sembraban cactus y otras plantas espinosas sobre ellas, especialmente si eran de poca altura. También entonces los cabreros comenzaron a ser más cuidadosos, y

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procuraban que sus animales no se metieran en las propiedades, que sólo comieran las hierbas silvestres. Parece que lo lograron, y terminaron llevándose bien con la gente de Lunahuaná. Esto sucedió cuando aún no existía la carretera. En ese tiempo no venían turistas, ni visitantes. Nadie de otras partes venía entonces para quedarse por acá. Sólo llegaban de paso los cabreros. Bajaban de la sierra, en los meses que llamábamos la temporada de los quesos. También pasaban por aquí viajeros a caballo o a mula que bajaban de la sierra con rumbo a Lima, a Cañete, a Chincha o a Ica. También pasaban por aquí algunos ganaderos o traficantes de ganado y hasta abigeos, arreando reses hacia San Vicente. Pero mayormente además de los cabreros, pasaban sembradores de manzanas y melocotones, así como comerciantes que en caravana subían a las ferias de Pacarán, Chocos, San Lorenzo, Catahuasi y otros pueblos, hasta Yauyos. Toda esa gente que iba y venía al pasar por Lunahuaná, cuando se detenía, se alojaba en un modesto tambo o en la casa de un amigo, pariente o conocido. Por eso, mi último abuelo, poco antes de amanecer muerto el día de Corpus Cristo de 1985 a los 103 años, nos contaba que la vida de Lunahuaná había cambiado mucho, era muy diferente de cuando él era niño, adolescente y hasta hombre adulto. Nos hizo notar que ya en 1970 mucha gente había comenzando a vivir de dar servicio a los viajeros, turistas y visitantes que comenzaban a llegar los fines de semana y en las fiestas, y que también iba a comprar frutas y vinos. Desde entonces ha aumentado mucho la gente que ahora aquí vive de dar alojamiento en pequeños hoteles y hostales, y de ofrecer comida y bebidas en pequeños bares, cafeterías y restaurantes. A pesar de tantos cambios, Lunahuaná en el fondo sigue igual. Quiera el Señor que todo cambio que en él haya sea para bien, sin que se dañe su gente, su clima, su paisaje, sus frutas ni sus vinos.

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Lunahuaná: Nombre que deriva del quechua Wanka que se hablaba en algunas zonas de la sierra de Lima, como por ejemplo la provincia de Cañete, en cuya cabecera de costa se encuentra este pueblo. En esta variante dialectal del quechua no existe el sonido de la r (ere), por lo que runa se convierte en luna y wananan en wanáa, lo que significa lugar de escarmiento para la gente. Esto indica sin duda que el actual Lunahuaná era un lugar de castigo para los wankas rebeldes que no se sometieron a la dominación inca. Hoy es un pueblo y valle agrícola que produce excelentes frutales, especialmente duraznos, manzanas, uva y, por consiguiente, vinos y piscos de fabricación casera. Por estar a sólo dos horas y media de Lima, también prospera el ecoturismo y el canotaje (deporte de navegación en ríos torrentosos en botes de goma).


ORIGEN DE PACASMAYO

Octavio Polo Briceño www.pacasmayo.net/pacasmayo

Desde la fría puna bajaba una tribu en busca de una nueva esperanza, dejando la aridez de su suelo nativo en busca de los llanos fértiles. Abriendo la marcha van los guerreros de perfil de cóndor y corazón de puma; el viento choca contra sus cuerpos y hace templar sus fieros adornos y su airón de plumas. Entre esta grave y silenciosa comitiva se destaca Kuyac, guerrero de ojos soberbios y rostro firme y viril, su llacta ciñe la frente sobre el negro de su lacio cabello. A su lado va como frágil flor morena su amada Amankay. Es delicada y de cintura cimbrante, ojos negros, de mirada lánguida y serena. Sus cabellos están adornados por aromáticas flores y de su cuello penden hermosísimos collares de huairuros... La tribu prosigue su interminable camino, cubierto por cálida arena. De pronto la bella Amankay desfallece de cansancio, Kuyac la contempla con ansia y angustia, le ayuda a ponerse en pie y le anima a seguir la jornada... Un día ambos se ponen de acuerdo de separarse de la tribu; ésta siguiendo su ruta trazada se pierde en la distancia, ellos se quedan. Tres lunas han pasado y los amantes muy lentamente avanzan. De pronto el alma del valiente guerrero se agita al constatar que en el morral de cuero faltaba agua. Pasa un día más, el calor y el cansancio doblegan a la bella Amankay, ya sin tener una sola gota de agua. Para refrescar sus agrietados labios, cae sollozante. Kuyac la estrecha con ansia conmovida. En estado de congoja aflictiva, con fe ciega invoca a sus Huacas primitivas, pero ellas fueron sordas al llanto y al ruego. Kuyac con afán creciente busca una esperanza, cuando de pronto viene a su mente el magno Viracocha. ¡Viracocha! El dios de paz y guerra, Señor de Costa y Sierra. ¿Podría él hacer surgir un río? Kuyac, con fe anhelante se postra al suelo y levantando los brazos al cielo de su boca surgió una plegaria. ¡Extraña plegaria, mezcla de imploración y amenaza...! Solloza, maldice, grita ... y el dios tuvo piedad de él. De súbito se oyó un terrible estruendo por el espacio que se propagó por toda la llanura. Y a pocos pasos de ellos, desprendidas por fuerzas invisibles rodaron grandes masas de tierra y piedras, las cuales formaron una hondonada que iba al mar. Pasando el cataclismo y ellos de la sorpresa que les daba el gran Viracocha, corrieron hacia la hondonada y allí vieron un arrollo de cristalinas aguas. Conmovidos los amantes cayeron de rodillas al suelo y alzando sus brazos y uniendo sus voces cantaron al cielo. Después con el alma llena de alborozo, descendieron al río y ebrios de gozo saciaron su sed en el agua fresca y pura...

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El valiente Kuyac y su adorada Amankay no quisieron dejar la tierra que fuera testigo de su inesperada dicha. Y allí con amor formaron su hogar y, a aquel lugar llamaron Pacasmayo, que quiere decir “Río Escondido...”

Pacasmayo: Paso obligado entre la costa y Cajamarca. Su nombre viene del quechua pakasqa=escondido y mayu=río y significa río escondido. Es célebre por su agradable clima cálido, sus hermosas playas, su gente hospitalaria y sus exquisitos dulces y pasteles. Entre sus muchos sitios arqueológicos está Pakatnamú, con numerosas pirámides y probablemente dedicado al culto de la luna, diosa del amor y de la fertilidad.

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LA CARRETA DEL PENITENTE Muchas personas cuentan que a la media noche aparece una carreta halada por un hermoso caballo, conduciendo un cofre con un fabuloso tesoro, que al parecer nunca llegó a su destino. Muchos lo han visto, otros sólo oyen el rechinar de las ruedas del carruaje al voltear las esquinas. Se cree que la misteriosa Carreta del Penitente es conducida por un “ricacho pecador” de la provincia, quien se dirige al muelle para embarcarse al extranjero. Otros suponen que es un “penitente” que va a la iglesia a pagar las indulgencias por sus pecados y hacer la penitencia por las riquezas mal adquiridas... “La carreta sale de la calle La Campana, baja por Manco Cápac, sube por Andrés Rázuri, toma 2 de Mayo, llega hasta Junín, da la vuelta hacia la Plaza de Armas. Aquí se pierde, no se sabe dónde entra. En este sector esta la iglesia, el palacio municipal, el banco, el hotel, el Juzgado y la cantina de la esquina ¿A cuál de las casas mencionadas entrará...? También se dice que a veces parece que tuviera mucha prisa, por la rapidez con que avanza el brioso corcel. Otras se oye un caminar lento, parecería que solamente hace un recorrido de rutina...”

Octavio Polo Briceño Pacasmayo

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LA CAMPANA ENCANTADA Una familia me contó que a la media noche tenían unas llamadas misteriosas con toques de campana. Para cerciorarme de estos fenómenos fui a visitarlos. Al llegar a la casa me mostraron un tremendo zanjón que la señora había cavado la noche anterior bajo las órdenes autoritarias de una voz que le ordenaba cavar para sacar un tesoro enterrado allí. La señora me dijo que a eso de la media noche oía un cautivador tañido de una campana al pie de la pared de la casa. “Lo he oído varias veces, pero no le he hecho caso. Pero una de estas noches, además del sonido oigo una voz de hombre que me ordena cavar, porque allí hay un tesoro enterrado. El mandato es tan imperioso que me vi impulsada a obedecerle...” En vista que la campana seguía sonando y la voz se hacía más exigente, la familia tuvo que cambiarse de domicilio.

Octavio Polo Briceño

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EL GLOBO DE LUZ

Don Alberto cuenta que por la calle Manco C谩pac, de vez en cuando a altas horas de la noche se ve caer del cielo un globo de luz de diferentes colores. Al caer rebota en la calle como si fuera una pelota e ilumina toda la calle. Su duraci贸n es s贸lo de unos instantes y luego desaparece...

Octavio Polo Brice帽o Pacasmayo

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EL TESORO ENCANTADO Por la década de los años treinta en la primera cuadra de la calle “Andrés Rázuri” de este puerto entre las casas del colegio “Antonio Raimondi” (antiguo) y la Sociedad Marítima existía un descampado, y había ahí una excavación de la cual se veía asomar una escalera. El ambiente daba un aspecto de completo abandono. Se dice que un grupo de entusiastas buscadores de tesoros había escavado allí, para sacar un valioso tesoro enterrado. La buena suerte al parecer les estaba sonriendo, pero poco precavidos en cuestiones de encantos no supieron aprovecharla, y el tesoro se les escapó de las manos. En el momento que ya estaban a punto de sacarlo fuera del pozo se le rompieron las sogas y el tesoro cayó con fuerza dentro del pozo hundiéndose mucho más profundo que antes. Este percance decepcionó a los buscadores de tesoros y abandonaron la escalera, que era parte de su equipo de trabajo. Allí se la vio por muchos años, hasta que los propietarios de ese solar levantaron una pared.

Octavio Polo Briceño

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LA CALLE DEL FANTASMA Pacasmayo, por su sinuoso relieve da la impresión de ser una ciudad de “tres pisos”. Lo que relato es un hecho que ocurrió cuando una señorita acababa de ingresar al “segundo piso”. “...Estaba cerca de las dos capillas que existen en la calle Manco Cápac, cuando apareció la figura de un hombre alto y delgado, que intentó atajarme. Pensando que era algún “palomilla”, esquivo el paso, pero a donde me iba, el hombre me seguía. Entonces traté de mirarle la cara para ver quién era. ¡Sorpresa que me di: el dicho hombre era sólo una sombra...! Di un tan fuerte grito que fui oída por mis familiares ya que mi casa estaba muy cerca...! El padre de la señorita, al reconocer el grito de su hija, salió a toda carrera. El padre se abalanzó sobre el desconocido trabándose entre ellos una misteriosa lucha. Los vecinos al oír el alboroto salieron a mirar y vieron una extraña pelea, un hombre daba golpes al aire y una fuerza invisible pegaba al padre de familia. El padre estaba completamente agotado, haciendo el último esfuerzo le propinó al desconocido un tremendo “mazazo” y el intruso después de tambalearse se esfumó. El padre de familia cayó desmayado y de inmediato fue auxiliado por sus familiares...

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EL CURA SIN CABEZA El cura sin cabeza es el aparecido más popular de los pueblos del Perú. Unos dicen que el cura sin cabeza no es más que un cura que se cubre la cabeza con su capa, lo hace así para no ser reconocido, por que aunque cura no hay que pensar que está desligado de los deseos de la carne. Lo hace así cuando tiene que salir a “confesar” a alguna “beatita”, en su propio domicilio... Don Roberto cree que el cura sin cabeza es alma del otro mundo. Dice: “...desde niño he recorrido por todos los rincones de la ciudad y en más de una oportunidad he tenido “malos encuentros”. El cura sin cabeza sale de la primera cuadra de la calle Rázuri y deambula por toda la ciudad...” El lugar de donde sale el cura sin cabeza en otro tiempo estaba la primera iglesia que levantaron los pacasmayinos. Y según la costumbre de esos tiempos, la gente rica y los religiosos se enterraban dentro de la iglesia. ¡Qué miedo se siente cuando el cura sin cabeza camina en el aire y sus vestidos se bambolean por el viento! “La primera vez que lo encontré no pude dormir por varios días”.

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LA CHANCHA ENCANTADA El siguiente relato no es producto de mentes infantiles ni alucinación de gentes enfermizas, es la vivencia de personas serias y bien ilustradas...! La primera vez que oí hablar de la misteriosa chancha fue de boca del profesor Alberto, quien me dio fechas y lugares donde había tenido encuentros con dicho animal. En cierta ocasión varios amigos tuvieron la osadía de tirarle lazo logrando tenerla por unos momentos en la soga, pero la soga se rompió y el animal se largó... Los lugares que con frecuencia aparece es por la primera cuadra de Larco Herrera y 2 de Mayo. Lo que sigue es el relato de un maestro gasfitero quien vivió en carne propia una inolvidable experiencia con la misteriosa chancha. “...Hace ya varios años cuando tuve un mal encuentro con la chancha, sucedió así: “El señor Arana solicitó mis servicios para hacerle una instalación de agua. El trabajo no se podía hacer en el día, arreglé para trabajar en la noche, porque a esa hora cortaban el agua y así se podía trabajar con tranquilidad. Me demoré en el trabajo más de lo que pensé hacerlo. Sería cerca de las 3 de la mañana que regresábamos a casa yo y mi ayudante. Estábamos por la calle Leoncio Prado para dar la vuelta a la calle Ayacucho, cuando nos encontramos con una tremenda chanchaza, que al verse perturbada muy furiosa se venía a atacarnos. No pudimos correr, los pies se paralizaron, ni articulamos palabra alguna; a lo único que atiné era a defenderme con mi barretilla, la que traía al hombro. Cuando la chancha me atacó le clavé mi barretilla que quedó prendida en su cuerpo, oí que un poco más allá cayó al suelo. Nosotros nos quedamos como plantados en el mismo sitio donde nos había sorprendido. Cuando volvimos en sí fui a recoger mi barretilla.

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LA BRUJA La bruja más conocida entre los pacasmayinos es doña Jacobita. Muchos aseguran haberla encontrado transformada en pata en los corrales de sus casas. Sus días favoritos para salir son los martes y viernes y en los días de luna llena; en esos días la ven transformada en una hermosa pata que llega volando a sus corrales. Otros dicen que también se convierte en chancha. Don Pablo la encontró convertida en chancha y conociendo quién era le propinó una paliza que la hizo pedir perdón. ¡Pobre doña Jacobita, no salió de su casa por muchas lunas!.

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LA CASA DE LA CALAVERA NEGRA La misteriosa Casa de Calavera Negra está ubicada en la calle Ayacucho... en Pacasmayo. Su corredor está defendido por barandas de madera tallada de donde salen unas columnas para sostener el techo. En esta casa por algunos años funcionó una escuelita para niños; todavía se ve el rótulo pintado en la pared. Gran inquietud causó en toda la población pacasmayina cuando se supo que cosas extrañas sucedían en dicha casa. Decían que cuando la gente pasaba por la vereda les arrojaban piedras, libros, cosas de cocina, etc. Los vecinos veían caer a sus corrales toda clase de objetos y animalitos pequeños y esto sucedía ya por dos años. El Sr. Director de “Últimas Noticias” personalmente fue para hacer el siguiente reportaje. “...En la casa puede uno ser golpeado en cualquier momento por una piedra, grande o pequeña. Vasos, tazas, platos aparecen volando en la sala los muebles, los colchones resultan mojados con líquidos que a veces tienen mal olor. En cualquier momento se queman las cartas o libros, resultan rompiendo las imágenes de los santos... Los animalitos aparecen muertos, los objetos son tirados a la calle. Los cajones de las cómodas aparecen llenos de agua y a veces desaparecen sin quedar huellas... .aparecen charcos de agua, arrojan piedras. Un día vimos los platos y tazas volando en el aire. Después fueron cayendo al suelo y se rompieron; esconden libros, llaves, jabones, etc. que después aparecen en el techo. Casi todo el servicio de la casa ha sido destruido. Rompen las bolsas plásticas que cubren a la Virgen María... Un libro de misa fue arrojado a la calle.. amigos han querido ayudarme Octavio Polo Briceño

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recurriendo a curanderos para hacer un rastreo en la casa. El curandero ha dicho que se le cruza una calavera. Piensa que esto sucede por haber echado orines a la calavera que tiene la familia (U.N. 2-73). Hay tres opiniones para explicar estos misterios ocurridos en Pacasmayo. Se dice que las dueñas de casa han practicado las “artes ocultas” (magia, brujería, hechicería, espiritismo, etc.) y que se les ha “volteado”. El común del pueblo piensa que seguramente esa casa está “infestada”, es decir poblada por demonios. Los estudiosos en parasicología dicen que eso es un caso de psichokinesis, fenómeno que sucede teniendo a la mente humana como “motor”. Generalmente acontece cuando la persona se encuentra en situaciones conflictivas y generalmente el conductor es un individuo en edad de pubertad. Aconsejamos a nuestros amados lectores a no enredarse en las madejas de las “ciencias ocultas”, porque el día menos pensado les moja la Calavera Negra.

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CUANDO LOS PERROS AÚLLAN ¿Por qué aúllan los perros? Parecería que ellos tienen una poderosa visión que alcanza a ver más allá de lo que los hombres podemos ver. Muchas veces los vemos correr desaforadamente en la noche oscura para luego regresar llorando como si quisieran escapar de alguien que los amenaza. Otras veces los oímos romper el silencio de la noche con sus lastimeros aullidos que penetran hasta lo más íntimo de nuestro ser y que nos escarapela el cuerpo. ¿Qué verán los perros? Cierta vez una señora con la misma inquietud que nosotros por saber lo que veían los perros, tomó las legañas de un perro y se untó los ojos. Esta imprudencia le costó muy caro a la señora. Desde ese momento comenzó a ver sombras de seres del otro mundo que iban y venían muy cerca de ella. No pudo dormir en toda la noche ni en las noches siguientes. Esto afectó tanto a su vida que se volvió loca y pronto murió.

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EL BARCO PERDIDO Personas dedicadas a la pesca, dicen que en ciertas noches emerge un barco de las profundidades de las aguas con luces encendidas. Tan luego aparece se ve en cubierta a un hombre vestido de blanco, que con un farol encendido hace señales de luces. Luego se oyen gritos y lamentos desesperados de gente que pide auxilio. Poco a poco éstos desaparecen y el barco se va hundiendo y después todo queda en completo silencio.

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LA CASA DEL AHORCADO La Casa del Ahorcado está situada en la calle Junín, cerca a la Plaza de Armas de Pacasmayo. “Mi hermana y su esposo se fueron de viaje. Me pidieron que cuidara su casa. Lo acepté sin pensar lo que me iba a suceder. La primera noche las pesadillas no me dejaron dormir. Lo pasé muy mal. Amanecí de claro en claro. Apenas cerraba los ojos oía que alguien andaba por el pasadizo, entraba al dormitorio y se venía encima. A veces me levantaba para ver quién estaba por allí, pero no había nadie. Así pasé hasta el amanecer. Al día siguiente busqué un amigo, lo invité a conversar en la casa. Estuvimos charlando hasta muy tarde. Para no sugestionarlo no le conté nada de lo que me había sucedido la noche anterior. Siendo ya tarde le dije: “Si quieres quédate, estoy solo, acompáñame, aquí hay otra cama”. Aceptó. Tan luego nos acostamos, él comenzó a dar gritos, decía que alguien se le echaba encima. Desesperado se levantó de la cama. Yo traté de animarlo a que siguiera durmiendo. Fue imposible. Tampoco esa noche pude dormir. A la tercera noche me hice el valiente y me acosté y no quise darle importancia a todo lo que oyera. Pero pasada la media noche, oí que varios hombres abrían la puerta y arrastraban a un hombre hacia un cuarto de al lado y allí lo ahorcaban. Oí con tanta claridad la agonía del ahorcado, que por primera vez en mi vida sentí miedo. No pude resistir más, a esa misma hora me fui a mi casa.

Octavio Polo Briceño

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LA NOVIA DEL DIABLO En la calle Leoncio Prado vivía una anciana con una nieta, joven muy buenamoza. No se conoce todos los pormenores íntimos de lo que sucedía entre ellas, pero llegamos a saber que la tal abuela había entregado a su nieta como novia del diablo. Cierta noche vino el diablo para llevarse a su novia. Ella tan luego se dio cuenta de la malévola intención se escapó yéndose a refugiar en la casa de una vecina en la misma calle. Esta señora era muy religiosa. La joven le contó todo lo que le sucedía. Cuando se acostaron y apagaron la luz la señora sintió que alguien le tocaba su cuerpo. Dio un grito y encendió la luz. No había nadie, además la puerta estaba bien trancada. Tímidamente abrió la puerta de la calle: en la esquina había una figura como de un hombre... de inmediato cerró la puerta llena de miedo... Al día siguiente fueron al sacerdote y le contaron lo que les sucedía. El sacerdote después de oírles preguntó a la joven si tenía novio. Ella dijo que sí. Le aconsejó que se case lo más pronto posible y que salieran de Pacasmayo. Así lo hicieron. A los pocos días del matrimonio de la joven, la abuela desapareció de su casa, fue encontrada muerta por la carretera del cruce a Cajamarca.

Octavio Polo Briceño

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EL BECERRO DE ORO

Octavio Polo Briceño Jequetepeque

Hace muchísimos años a inmediaciones del Cerro “Dos Cabezas”, vivía don Manuel... Sucedió una noche de luna cuando tocaba vigilar el riego. A eso de la media noche vio pasar un hermoso becerro, y creyendo que el animal sería del vecino intentó atajarlo y hacerlo regresar a su corral. Pero en cuanto el animal notó su presencia emprendió una veloz carrera y atravesando los cercos desapareció en el cerro “Dos Cabezas”. Don Manuel recién se dio cuenta que ese becerro no era un animal común, sino que la buena suerte le estaba tocando su puerta. A su mente vinieron todos los relatos de sus antepasados sobre el fabuloso becerro de oro, que aparece por esos lugares. Desde ese día se preparó para atrapar al becerro. Dijo dentro de sí: “Si es el becerro de oro, la buena suerte me quiere dar ese encanto...” Tomando sus precauciones se puso a esperar la próxima luna llena. Efectivamente, apareció el becerro; don Manuel, tan luego lo vio se abalanzó sobre el animal, pero este se le escapó. En vista de este fracaso confió el secreto a su compadre más íntimo. Los dos se pusieron de acuerdo, se equiparon de todos los elementos necesarios y esperaron la próxima luna. El deseado becerro apareció. Los dos hombres se acercaron con mucha cautela, estando a una distancia propicia el lazo se alzó para caer sobre el becerro. Con voz de ansiedad se oyó decir: “¡Jale, compadre, se nos escapa el becerro”! Todo intento de dominar al becerro fue inútil; el animal tenía mucha fuerza. Arrastró a los dos hombres como a lana. En la poca resistencia que hicieron, se rompió la soga y el becerro se fue corriendo hasta llegar al cerro, llevándose un pedazo de soga al cuello. Los que han logrado verlo dicen que la soga se ha convertido en oro... Al becerro sólo se lo ve de lejos...

Jequetepeque: Valle y río que lo forma. Produce excelente arroz, algodón, mango colorado. Aquí se encuentra la represa llamada Gallito Ciego y la fábrica de cemento del norte peruano.

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LOS PLÁTANOS DE ORO “...Sucedía que cada vez que nos tocaba regar, alguien cortaba el agua. Don Manuel, ordenó que vigiláramos la “toma”. Una noche, mientras cumplía mi tarea, descubrí que una señora era quien cortaba el agua. Al preguntarle por qué desviaba el agua, me dijo: “he necesitado un poquito de agua, para mis plantitas. No te preocupes, no te perjudicará en nada...” La señora era hermosísima, su voz dulce y persuasiva, sus buenos modales reflejaban entereza y dignidad de princesa, de manera que cuando me invitó a conocer su huerta no me pude negar. Caminamos un pequeño trecho, luego me dijo que cerrara los ojos sólo por unos instantes. Así lo hice; al abrirlos me encontré en una hermosa huerta regada por un agua cristalina. De los árboles pendían riquísimas frutas maduras. Me quedé completamente extasiado al contemplar tanta belleza y orden en ese lugar. Después de andar un poco quise regresar. La señora, que siempre iba a mi lado, me dijo: “quédate, aquí no te faltará nada, todo tendrás... “ Mientras esto sucedía observé que ni una sola hoja de los árboles se movía, se me escarapeló el cuerpo. Insistí en regresar. Ella volvió a invitarme. —No—, le dije—, me voy. —Entonces, en agradecimiento porque me dejas tomar un poco de agua te voy a obsequiar una cabeza de plátanos. Vi que todos los plátanos estaban sumamente amarillos. Así como entré, cerrando los ojos volví a salir. Al regresar dejé los plátanos en mi choza y seguí con mi tarea. Mi compañero vino a preguntarme dónde había estado. Le conté la historia, no me dejó acabar... dijo: “Ése es el encanto.¿le orinaste...? Se echa orines para deshacer el poder del encanto. Fuimos corriendo a la choza, cuando estábamos para llegar vimos que la cabeza de plátanos se iba volando. Nunca más volví a ver a la señora ni logré encontrar la Huerta Encantada. Relato de Elsa Flores Cerna San José (La Libertad)

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EL CERRO PITURA En la cumbre del Cerro Pitura existen restos de construcciones antiguas. Parece que los primitivos pacasmayinos tenían allí un puesto de vigilancia. También se ven esparcidos restos de cerámica de fabricación rústica y piedras negras de origen volcánico. Se dice que en tiempos antiguos, frente al Cerro, el río Jequetepeque se dividía en dos ramas. Al brazo del norte le llamaban AÑI, y al del Sur, Jequetepeque. En 1818 se produjo un aluvión que redujo a un solo ramal. Muy cerca al Cerro esta la bocatoma de la acequia de San Pedro de Lloc. Además el Cerro es la línea divisoria entre las provincias de Contumazá y Pacasmayo. La gente dice: “...que el Cerro toma el “ánima”, que allí los diablos tocan sus tambores, que allí se ha encantado un tren. Que allí en ciertas noches se abren unas ventanas y se ve trabajando a unos “gringos”, etc. etc...” Después de oír estos y otros fascinantes relatos sobre el Cerro Pitura, unas seis personas fuimos a descubrir esos misterios. El 2 de septiembre de 1972 llegamos al pie del famoso cerro. Lastimosamente la expedición no tuvo éxito; solamente tres integrantes del grupo lograron escalar y llegar a la cumbre del Cerro, los hermanos Polo Wood. El resto no pudimos a causa de uno del grupo que tuvo una alteración emocional en la que peligraba su vida; por tal motivo tuvimos que desistir de subir a la cumbre.

Octavio Polo Briceño San José

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LA GALLINA Y EL ZORRO En un corral había una hermosa y gorda gallina, su dueña la alimentaba porque todos los días le ponía un huevo. Pero un día mientras la gallina estaba comiendo su maíz bajo un zorro y le dijo: “Ahora sí boy a comer rico”, la gallina se asustó mucho y le dijo: “No me puedes comer, porque mi dueña me quiere mucho”, el zorro se burló de la gallina y contestó: “No me importa, lo que me es comerte a ti”. La dueña de la gallina salió con un palo y le dio una paliza al zorro, el zorro huyo lejos y nunca volvió a aparecer, mientras que la gallina agradeció a su dueña y desde entonces pone dos huevos diariamente.

Miriam Mercedes Vite Álvarez 4to grado de secundaria

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EL TREN ENCANTADO “...cuando las cosas están para suceder, suceden ...” Dicen que ese día el señor maquinista estaba muy afanado por regresar a Pacasmayo. El tren estaba lleno de carga y además tenía muchos pasajeros, todos prósperos comerciantes de la región. A la hora indicaba salió el tren de Chilete hacia Pacasmayo. Todo el camino se le oía hacer fuertes y prolongadas pitadas. Testigos de aquella tragedia dicen que a unos kilómetros antes de llegar al Cerro se oyeron las últimas pitadas. Era ya de noche, el tren venía a mucha velocidad y con esa fuerza se introdujo al Cerro en donde se ha encantado. Muchos lo han visto salir en ciertas noches, pero de inmediato regresa al Cerro.

Octavio Polo Briceño Tren Pacasmayo a Chilete: Hasta hace unos años, el ferrocarril PacasmayoTembladera-Chilete, corría a lo largo de este fértil valle, uniendo pueblos del sur de La Libertad con los de la cabecera de costa de Cajamarca.

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LOS TAMBORES DEL DIABLO -Doña Margarita Pérez nació y vivió por muchos años en la hacienda Tecapa, vecina al Cerro. Dice: “... todo el tiempo que fui a trabajar a las chacras de la Hacienda, oía a las doce en punto sonar los tambores y clarines. Lo oía muy claro y armonioso que a veces hasta me provocaba sacar el pañuelo y bailar. En estos últimos tiempos ya no se les oye, solo de vez en cuando...” Le preguntamos a doña Margarita, ¿Quiénes piensa que tocan los tambores? Responde: “...pensamos que son los diablos que a esa hora se reúnen para bailar de alegría de haber hecho daño a la gente...”

Octavio Polo Briceño

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EL TESORO DE CUPISNIQUE

Octavio Polo Briceño San Pedro (Pacasmayo)

Corría el año 1767, el Virrey don Manuel de Amat, recibe la orden del Rey de España de expulsar a los Jesuitas del Perú y decomisar todos sus bienes. Los Jesuitas, queriendo evadir esa orden, procuran sacar sus riquezas a escondidas. Dichas riquezas consistían en monedas de oro, plata y un sinnúmero de joyas, etc... En ese afán llegan a San Pedro de Lloc. Allí reciben informes de que la justicia del Virrey les estaba siguiendo los pasos. En su desesperación para no dejarse caer en las manos de la ley, se internan por el desierto de Cupisnique, en donde entierran las vastas riquezas, matan las 40 mulas y ellos desaparecen... Desde entonces este fabuloso tesoro ha venido royendo las extrañas de los pacasmayinos. Algunos han sido favorecidos al encontrar el tesoro, palparlo y hasta echarse algunas monedas al bolsillo. Pero de allí no han pasado, de manera que el tesoro permanece intacto a la espera de quién vaya a buscarlo. El siguiente relato es de Vidal Zelada Medina. “..en una hacienda vecina a San Pedro cierto día desaparecieron una yunta de bueyes. El patrón le dijo de frente al peón. ¡Venancio...tú has vendido mis bueyes; si dentro de tres días no los haces aparecer lo hago llamar a don Collao...! Venancio al oir eso de traer a don Collao, era como considerarse hombre muerto, aunque uno sea inocente. Sin pensarlo dos veces se echó a buscar los bueyes. Movió cielo y tierra en busca de los bueyes; pero no los encontró por ninguna parte. ¡Qué ansiedad y qué promesas hacía al cielo don Venancio si encontrase los bueyes...! Toda la familia de don Venancio se puso a buscar los animales. Al segundo día, después de una intensa búsqueda por los cercanos lugares, don Venancio se encaminó por Cupisnique, pensando que tal vez por allí los podría encontrar. Cuando a eso de las cuatro de la tarde, entre dos cerrillos, encontró algo que lo dejó pasmado, no

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podía dar crédito a lo que sus ojos veían. Unos capachos de cuero llenos de monedas de oro, plata y una infinidad de joyas, etc.. Pasado de su asombro, corrió de un lado a otro, tomando un poco de aquí y otro de allí, hasta llenar sus bolsillos. Miró bien el lugar, puso unas marcas y regresó a su hogar haciéndose castillos en el aire. Al llegar a casa, su esposa le esperaba con la feliz noticia que los bueyes habían sido encontrados. Al ver que su esposo sacaba monedas y joyas de su bolsillo a duras penas pudo resistir la idea de hacer una fiesta por tan venturoso día... Don Venancio, después de considerar que había llegado el día de su buena suerte, agradeció al cielo por tan fabuloso tesoro. Alquiló una piara de burros y partió rumbo a Cupisnique en busca del tesoro. Pero al llegar al lugar que él había marcado, no encontró nada. Buscó y rebuscó por todas partes, pero de tesoro... tesoro te vuelvas.. había desaparecido como por encanto...”

San Pedro de Lloc: Capital de la provincia de Pacasmayo fue el lugar escogido por el sabio Raimondi para vivir sus últimos días. De esta ciudad liberteña venían otrora los renombrados pellones sampedranos, así como las monturas, riendas, jáquimas y otros arreos de montar para los caballos de paso.

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EL CARBUNCLO

Octavio Polo Briceño San Pedro (Pacasmayo)

Don Joseph Ignacio de Lequanda, Ministro de Hacienda y contador Interino de la Real Aduana de Lima, en su estudio “Descripción Geográfica de la Ciudad y Partido de Trujillo”, publicado en el Mercurio Peruano en Mayo de 1793 en la sección que dedica a los animales que habían en estos reinos incluye al Carbunclo, diciendo que es un cuadrúpedo nocturno. Cita a varios estudiosos que han escrito sobre este animal, entre ellos al Obispo don Baltazar Jaime Martínez de Compañón. Dice: “Brevemente haré una narración sencilla y pura refiriéndome a lo que dicen los que lo han visto, así de su figura, como de luz, brillante, que despide la piedra, o lucerna que adorna su cabeza...” “En el tránsito que sigue esta ciudad para el ameno valle de Chicama, se ofrece un cerro pedregoso, a que estos moradores llaman de la campana, en sus faldas el año de 1786 encontró a este cuadrúpedo un pasajero viniendo en su caballo.. no estaba muy oscuro, y vio caminar a paso lento a este animal, cuya figura distinguió ser poco mayor que una raposa de los comunes, quien esforzando su caballo le siguió, alcanzándolo a dar un latigazo en el lomo con las riendas del freno, al verse este animal lastimado abrió la compuerta de su frente, y llenó de luz la campiña dejando admirado al caminante...” Don Pedro Vértiz, en sus amenos trabajos sobre el folklore provincial, dice: “...se relata como ronda por la “cabecera” de las “tomas”, merodeando por las “huacas”, entre obscuras sombras de la noche y desata... el brillante resplandor de su único ojo luminoso... no es un mal augurio encontrarse con él. Todo lo contrario. Si tú sabes los recursos... para atraparlo y aprovechar la multitudinaria constelación de joyas y riquezas que guarda en su cabeza, puedes convertirte en hombre afortunado de la noche a la mañana... Cuentan los que ven a este luminoso animal nocturno, que apenas se lo divise, debe tenerse ya todos los medios para prender y conservar fuego, el que debe ser encendido de inmediato, tratando de quemar el carbunclo. Si esta operación no ha sido lo suficientemente ágil y veloz el mítico animal desaparece. Pero, si se llega a quemarlo, toda admiración es corta al contemplar la inmensidad de diamantes, piedras preciosas, turquesas, rubíes, que se ven dentro de la cabeza del carbunclo, que se abre, como un cofre de joyeles. Pues el resplandeciente brillo de su único ojo en las noches no es otro que la rutilante de las noches preciosas y diamantes, que guarda en su cabeza...”.

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EL COMPACTADO “...Sucedió hace muchísimos años... Una noche de luna llena, un peón de un fundo cercano a San Pedro salió a vigilar el agua. Llegando cerca a unos algarrobales oyó los chasquidos de un látigo y después de cada latigazo sucedían unos estridentes quejidos. Se acercó al lugar para ver lo que estaba sucediendo por allí y a esa hora de la noche. Al llegar al claro del bosque -cuál no sería su asombro-, allí vio a su patrón desnudo y amarrado a un algarrobo y un personaje con rostro infernal lo flajelaba... El peón inocente a todo lo que aquel acto significaba para su patrón, exponiendo su vida, dio un fuerte... ¡Qué pasa aquí...! al instante se produjo una fuerte explosión que llenó de humo y un fuerte olor de azufre se esparció por todo el lugar. El patrón era un “compactado”. A esas horas de la noche salía para cumplir compromisos con el “socio”. Se dice que el propósito del patrón al entregarse a esas prácticas oscuras era tener mucha plata y una laguna. Cumplió religiosamente todo lo exigido por el “rabudo”, y de la noche a la mañana apareció la laguna en su fundo y plata ni hablar... El señor patrón habló con el peón sobre lo que había visto. Pistola en mano le hizo jurar que guardaría el secreto. El peón así lo prometió, hasta que un día cuando estaba en sus copas, olvidó la promesa y me lo contó todo...”.

Juan Soto San Pedro, (Pacasmayo) (Versión de: Octavio Polo Briceño)

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LA RUBIA DEL CERRO CHILCO Desde hace muchísimos años una misteriosa rubia es el embeleso de choferes, escritores, poetas y amantes de las bellas artes. Los que han tenido la dicha de encontrarse junto a ella viven momentos de intensa felicidad, sobre todo cuando el afortunado cree que ha logrado conquistar el corazón de La rubia mas bella que ojos humanos han podido contemplar. Dicen que la Rubía es una bellísima mujer joven de cabellos de oro, ojos azules como el cielo, de tez suave como terciopelo, labios rojos como coral y de un cuerpo esbelto y lozano como el de una diosa. La particularidad de esta bella mujer es casi siempre aparecer a los choferes, por el lugar llamado el Cerro Chilco y pide la conduzcan a Pacasmayo; a veces quiere ir al cementerio. Acepta gustosa tomar alguna bebida en los restaurantes de la ciudad, pero al menor descuido desaparece dejando al galán plantado y con los “crespos hechos”. Algunos “creídos” han tenido que ser conducidos al Hospital para recuperarse de la tremenda crisis nerviosa por la cual están pasando. El poeta Jacinto Mendoza Liza, en su poemario “Tesoros y Misterios de Cupisnique”, cautivado por “La Rubia del Cerro Chilco”, derrama el néctar de su inspiración divinal al decir: “Hermosa Rubia de tez de nácar, mejillas rosas, carmín sus labios que de entreabierto cáliz de lirios hermosas perlas se ven brillar. Ojos celestes, igual que el cielo, son dos luceros que en esas noches de intermitentes luces fugaces, hacen más lindo su hermoso pelo.

Octavio Polo Briceño San Pedro (Pacasmayo)

Leve sudario, cubre sus formas excelsas curvas de gran belleza trasluce hermosa, clara belleza con su cadencia resalta más”.

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EL CANTO DEL GUACABÓ Aquella oportunidad que visitábamos a don Hortensio, el fantasma del Guacabó flotaba en el silencio de la noche. Aquejado de un fuerte dolor estomacal, don Hortensio lanzaba preocupadores gemidos desde su lecho. Había tenido la mala suerte de enfermarse repentinamente después de las tres de la tarde. Y eso por aquellos sectores fronterizos es muy lamentable, pues a esa hora los escasos camiones que llegan diariamente por esas rutas de Pampa Larga ya han emprendido el retorno a Sullana dejando aislada esa parte de la frontera. Así las cosas... mientras doña Mariana se afanaba en rezos y tisanas que esfumaran la repentina enfermedad de su esposo, varios familiares y amigos, congregados en la amplia sala de la casa de don Hortensio, esperábamos atentos los más pequeños síntomas de una leve mejoría. Era una persona muy querida y respetada por cuanto colaboraba de manera desprendida y desinteresada con las fiestas y escuelas de la frontera. Eso podía permitírselo su solvencia económica pues era uno de los pocos privilegiados que poseían una chacra de regular extensión a orillas del Chira y propietario también de una apreciable cantidad de ganado que pastoreaba por todo ese lado de la frontera. Ya era más de media noche y nadie se movía. El enfermo había dejado de quejarse, y don Martín, compadre de don Hortensio, nos entretenía con historias que hablaban de sequías concluidas y anhelos realizados. Dotado de un espíritu inventivo y poético nos hacia pasable la vida por estas tristes cerrerías. Luego nos había planteado un acertijo. —A ver, quién de ustedes podría decirme ¿cuáles son esas tres cosas que hacen que una mujer sea, verdaderamente, una mujer? —¿La pérdida de la virginidad? —¿La maternidad? Ante su negativa, aventurábamos nuevas respuestas, respuestas que fueran interrumpidas por unos gritos que provenían de cerro abajo. -¡Hortensio! ¡Hortensio! ¡Vamos a tomar una buena Mallorca... Minutos después ante la puerta de la amplia casa de tabique,

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Genaro Maza (Piura)


apareció bamboleándose por los efectos del alcohol el cabo Valdivia, el hombre de las alucinaciones y gran amigo de don Hortensio. Siempre lo escuchábamos hablar de “muertos” y fantasmas que lo asediaban periódicamente impidiéndole dormir. Cuando sufría de esas crisis bebía hasta embrutecerse. Sus compañeros del destacamento fronterizo le achacaban problemas de conciencia. Dos años atrás había capturado a tres narcotraficantes que por un pasaje secreto intentaban pasar una gran cantidad de droga al Ecuador. Y ello gracias al soplo del mismo traficante que les había proveído la droga. El cabo para apoderarse de ella y salvaguardar la integridad del narco delator con quien la negociaría, empezó a liquidar fríamente a sus prisioneros. Los sorprendidos hombres se llenaron de terror. Ante la inminencia de la muerte se arrodillaron, imploraron, hablaron de mujeres e hijos desamparados. Uno a uno fueron recibiendo su descarga mortal. Ahora su conciencia se había convertido en un fiscal implacable. Al enterarse de la enfermedad de don Hortensio, todo su entusiasmo alcohólico se apagó. Su rostro descompuesto y la mirada perdida translucían una interioridad atormentada. Se quito el kepí y se dispuso a sentarse. En aquel instante, por encima del techo de tejas y entre el sólido silencio que reinaba se expandió un canto agudo, más propiamente hablando, un graznido: —“Guá...bó... Guá...bó... Guá...bó...”. Era el tan temido y agorero canto del guacabó. Doña Mariana soltó el llanto, mientras los demás presentes se santiguaban. Se hizo un silencio hondo y reverente que testimoniaba el profundo apego de aquellos seres por sus creencias y supersticiones; maraña espesa que si bien los atenazaba también les hacia más llevadera su existencia. Fue don Martín el que se encargo de romper el desconcierto: -Bueno, bueno, no hay que tomar muy a pecho esa abución; es una creencia nomás. ¿Acaso no han escuchado el cuento del guacabó? Sin esperar nuestra respuesta empezó a narrar: Fíjense que en una cerrería como ésta vivían una viuda y sus tres hijas solteras, que se dedicaban nomás a criar sus animalitos. Un día la madre se sintió enferma y por la noche se dejó escuchar el canto del guacabó. La madre desde su lecho llamó a sus tres hijas para decirles: “Quiero que sigan unidas, como hasta ahora. El guacabó ha cantado y voy a morir”. Así fue, se murió. Pasaron algunos años, y la hermana mayor se enfermó. Nuevamente el guacabó soltó su malero canto. Y también murió. Después de algún tiempo, la segunda hermana se sintió

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indispuesta y, por tercera vez el canto del guacabó resonó por estas sólidas cerrarías. Nomás quedó la menor de las hermanas. Un día que se encontraba enferma volvió a escuchar el canto del pájaro agorero. La joven apenas lo escuchó, se levantó colérica gritando: “¡Ah, guacabó desgraciado, te has llevado a mi madre y a mis hermanas, pero a mí no me vas a fregar!” De inmediato se escuchó una gran explosión y una voz de trueno. Era la voz del Guacabó que decía: “¡Has vencido, muchacha, no te has dejado llevar por mi canto y has ganado la vida!”. Así fue, se casó después con un cerreño y vivió feliz durante largos años. Por eso no hay que dejarse llevar por esa abucion –terminó sentenciando don Martín– es una creencia nomás. Su relato tuvo la virtud de tranquilizarnos. Buen cuento, buen cuento –gangueó el cabo–. Pero esas creencias son ciertas, son como los muertos, como los fantasmas que sí existen. Yo los he visto, ¡Yo los veo! ¡Se me arrodillan! Se me... Salió gritando en una desbocada carrera. Comentábamos su extraña conducta, cuando unas palabras claras y tranquilas resonaron desde el interior: -Una bebidita, Mariana, tengo sed... Era la inequívoca voz de don Hortensio. Estaba sentado en su cama con una expresión serena. Tal como había enfermado había mejorado: repentinamente. Doña Mariana muy contenta, empezó a comentar: –El cuento de mi compadre Martín no dejó que la abución se cumplie.... Un estruendo interrumpió sus palabras y fragmentó en mil pedazos el augusto silencio que reinaba afuera. Ayudados con una linterna de mano corrimos cerro abajo. En una hondonada y enredado entre las ramas secas y crujientes de unos overales y “borracheras” se hallaba tirado el cabo Valdivia. Había descargado un balazo sobre su cabeza. Don Martín sacando a relucir esa serenidad que caracteriza a los hombres de la frontera, se santiguó para afirmar rotundo: -Bueno, después de todo, el canto del guacabó se ha cumplido.

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LAS CABRAS ENCANTADAS El viejo criandero había perdido ya una vez en junio su robusta cría de cien cabras. En ese mes, cuando el pasto del despoblado empieza asecarse, a media noche llega un aroma que inquieta al ganado y lo hace saltar los corrales, y caminar toda la noche y la madrugada hasta llegar al cerro Aguja, cerca al mar, en donde se quedan “encantadas”. Los campesinos en ese tiempo deben levantar los cercos y anudar un pedazo de soga de un metro entre la pata delantera y la tercera de la cabra guía a fin de que no pueda saltar ni caminar fácilmente y se lleve los animales al cerro maldito, el cual les atrae con el agradable y fresco aroma de los overales y faciales que emana y se desparrama por el poblado con la brisa. Allá en lo alto de la Aguja ven bajar a los crianderos embrujados arreando su cría, la cual bala incesantemente, los burros rebuznan sin parar y los perros aúllan y ladran igual. El viejo criandero, con tan grande pérdida de todo su trabajo de años, había empezado a recriar, y ya contaba nuevamente con doscientas cabezas. Recordaba con mucha preocupación aquella triste madrugada cuando tuvo que seguir el rastro de su ganado por dos días y dos noches. Enfermó por mucho tiempo, tirado a la pena. Comentaban que estaba medio “mento”, y siempre lo escuchaban en noche de luna llena llamar a los chivos. —Huaaachua, huacha huacha— e imitaba al león cabrero, así como hacen los pastores de las tierras duras para que las cabras vuelvan asustadas, cuando se alejan mucho. Siempre preguntaban a su mujer e hijos si no habían vuelto los animales. El mes de junio llegó rápido.

Genaro Maza

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LA VIUDA Y MI ABUELO Todo ha sido árboles por allí, ha habido una pampa grande donde ha habido un zapote. Cuánto viejo, que de viejo se había caído y quedó ahí este tronco años y años. Como en esta época había bastante leña, nadie le daba importancia a este tronco. Bueno, mi abuelito me cuenta que él estaba allí que no podía dormir a media noche. La luna —como el día— bien clarita y dice que de repente escuchó una tropelada de caballos, un ladradero de perros que aullaban, que dijo: —Ve, ahí va a venir mi yegua con los caballos. Se habrán bajado a tomar agua al río. Bueno, como estaba despierto, se salió afuera a la calle. Dice que al ver, no había nada de caballos, pero el tropel seguía. Dice que dijo : —Amigo, ¿y esto qué cosa es? No hay caballos y ¿por qué suenan las patas del caballo por allí? Y dice que de repente ve un bulto negro sentado. —¿Quién será esta mujer que está allí sentada en el tronco? Bueno, mi abuelito dice que él se va acercando más allá. De repente ve que la mujer, ya más cerca, la ve que se peinaba y peinaba. Pero grandazo el pelo, todo negro. Dice que se levantó la mujer, se paró, comenzó a caminar, entonces el pelo le arrastraba y sonaba como la piel de chivo tieso, que le arrastraba por el suelo. Comenzó a sonar bien feo. —Ni para los cojudos me quedó aquí. Es la viuda–– dijo él. Se entró corriendo a su casa, allí la dejó en la calle, ni más salió a verla en la noche.

Genaro Maza (Piura)

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EL HIJO DEL ESTANQUE LIMA (HUACATAMBO, NEPEÑA) Una anciana llamada doña Chumi vivía en Huacatambo y pastaba sus vacas en el Estanque Lima. Cierto día, al regresar a su casa, ya tarde, oyó llorar a un bebé al que habían abandonado en ese lugar. Ella lo recogió y crió como si fuera su hijo, pero el niño siempre estaba triste y no jugaba. Siempre decía: “yo no soy de aquí, soy de otro mundo y mi madre me llama”. Cuando cumplió 16 años, decide irse; entonces Chumi le contó la verdad de su origen. El joven escogió un día de luna llena para alejarse. Chumi lo acompañó y van por el callejón que conduce al estanque, pero el joven le dijo: “quédate aquí, no voltees y yo te recompensaré”. Pasa mucho tiempo hasta que a lo lejos se le ve bajar con dos llamas que tenían ojos de oro que despedían lenguas de fuego, pero como Chumi había volteado a mirar, las llamas huyen. El joven se acerca y le increpa por haber volteado. “Ya perdiste lo que te ofrecí”, dice. “Adiós” dice el joven y se sumerge en la laguna, mientras Chumi llora, y ahora tiene la certeza de que el joven era un duende hijo del estanque.

speno.org.pe/sanjacinto Nepeña (Ancash)

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EL BATÁN DE LA PICANTERÍA Hace muchos años atrás, existía en el Pago Aymara, una señora de edad avanzada, que se dedicaba a preparar picante de lo más sabroso. Por esos contornos, dicha señora tenía una moledora de tallado extraño, en el cual molía el ají todos los días para preparar el picante. Cuando la señora falleció, en las noches se escuchaba unos ruidos provenientes de la vieja casona donde había vivido la picantera. Algunas personas contaban que al pasar por el lugar sentían como si alguien estuviera moliendo. Entonces alguien vio por casualidad qué era lo que hacía ruido en las noches: era el batancito que se movía por sí solo; porque en vida la señora había querido a su batán y a su casa en forma entrañable.

Versión : Nanci Acero (Pago Aymara, Tacna) Jacinto Chura: Leyendas de Tacna, (Pampa Morón, Tacna)

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EL TESORO DEL CERRO DE LA CRUZ Cerca al Cerro de la Cruz, existe un gran fierro enclavado en tierra. Cuenta la leyenda que hace muchísimos años atrás en tiempo de la colonia, un señor que vivía por esos lugares decidió un día enterrar un tesoro; para lo cual hizo en la noche un gran foso y en él enterró su riqueza. Después de hacer esta tarea, señaló el lugar con un gran fierro; el tesoro consistía en 5 cargas de plata. Pasaron los años y murió el señor dueño del tesoro y esto quedó olvidado. Ciertas personas vieron en la noche arder unas llamitas azules. Hasta ahora nadie se atreve a sacar el tesoro por miedo a que se lo coma el antimonio.

Versión: Teodoro Roque (Pago Aimara, Tacna) Jacinto Chura: Leyendas de Tacna, (Pampa Morón, Tacna) www.upt.edu.pe/tacna

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LA PATA DE ORO Y SUS PATITOS Antes que el Virrey don Fernando de la Croix fundará el puerto de Pacasmayo, esta bahía estaba cubierta de muchos árboles y poblada de muchos charcos con patos, gallaretas y otros animalitos, todos muy felices, cantando, volando y saltando... También en más de una vez este rezumidero de la laguna del puerto había sido refugio de los piratas. Este rezumidero antes de entrar al mar daba una vuelta y cada vez que había fuertes lluvias cambiaba de ruta. Se dice que el alcalde don Roberto Tillit hizo un canal en línea recta desde la “Greda” hasta el mar. Esto benefició grandemente a toda la población. En cambio perjudicó a los animales que por siglos habían vivido en este lugar. Sólo de vez en cuando se aparecía la “madre” de la acequia, una pata de oro y sus patitos. Oigamos a don Severo: “Hace tiempo una noche salí hacia la estación del ferrocarril para ver si conseguía algún “cachuelo”. Regresaba cansado, triste y con los bolsillos vacíos. Subía por los balconcillos de madera de la calle 26 de Mayo (hoy 28 de julio). Estaba cerca a la esquina de la calle Lima, cuando oí que una pata llamaba a sus crías. Seguí mi camino, y al dar la vuelta a la esquina vi una hermosa pata blanca seguida de sus patitos. En esos momentos no pensé en encantos, sino en la necesidad de llenar la olla. Decidí apropiarme de la pata. Retrocedí silenciosamente y me oculté en la esquina y me hice de una estaca. En el preciso momento que asomó a la esquina, levanté la estaca para golpearla, pero la pata muy rápido estiró las alas y descargó sobre mí un tremendo aletazo que me derribó al suelo. Mientras me levantaba, la pata y sus patitos se tiraron al agua en donde desaparecieron. Corrí, tiré piedras; nada. Alguien se acercó y me dijo: ésa es la “madre” de la acequia.

Octavio Polo Briceño

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EL GALLINAZO, LA GAVIOTA Y EL LOBO MARINO Había una vez una gaviota que vivía en una isla llamada “Isla Foca”; era una hermosa gaviota. Un día, como de costumbre fue a buscar comida para alimentarse, cuando de repente vio un lobo marino varado en la orilla de una playa. La gaviota, interesada, fue a mirar qué le había sucedido al lobo, se acercó y le dijo: ¿Qué te pasa, amigo lobo? Pero el lobo no le contestó nada, se había golpeado con una peña y estaba muy mal. La gaviota sintió lástima y le dijo: —Espera, amigo, iré por agua—. Mientras la gaviota iba por agua, se acercó un gallinazo rápidamente y con apuro comía y comía al lobo. La gaviota regresó demasiado tarde porque vio que el gallinazo estaba comiéndose al lobo, con rabia la gaviota le dio un cabezazo al gallinazo y le dijo: ¡Qué haz hecho! ¿ Por qué tenías que hacer eso? ¡Todavía estaba vivo y ya lo mataste! El gallinazo le contestó: —Pensaba que ya estaba muerto. ¡Perdóname por favor! Con el desespero la gaviota golpeó aún más la gallinazo. El gallinazo con mucha pena le dijo a la gaviota: “¡Perdóname por favor, juro que nunca volveré a ser así!”, y se fue. La gaviota se puso a llorar y cuándo derrepente escuchó un llanto, fue muy rápido a ver de donde provenía, se acercó y vio a un lobo chiquito y le dijo: ¿Por qué lloras, bebe?. La lobito le contestó: “ Ella era mi madre”, ¡¿Por qué tuvo que matarla, ahora que más la necesitaba?!, La gaviota triste le respondió: —Así es el destino, pero no te preocupes, yo te cuidaré, te lo prometo— Y así fue. El lobito fue olvidando su pena poco a poco; la gaviota siempre fue una buena madre para el lobo y fueron muy felices.

Danny Damián Álvarez Bayona 4to grado de secundaria CPED La Islilla

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EL LOBO Y EL PELÍCANO Había una vez, un pelícano que tenía cinco hijitos recién nacidos. El pelícano con obligación tenía que ir en busca de comida; iba nadando, cuando de repente vio una sarta (*) de pescados que los traía la corriente hacia él cuando de repente se presentó un lobo y le dijo: “Ganaré esa sarta, eres muy lento pelícano. El pelícano le respondió: “ ¡Por favor!, quiero esa sarta para mis hijos que están recién nacidos y se están muriendo de hambre”. El lobo se compadeció de él y le dijo: “Mira, para no pelearnos, te daré la mitad y yo la otra porque también tengo hijos” y así fue, se repartieron y se fueron muy contentos cada uno a su habitat. (*)sarta = le llaman así al cardumen

Wilfredo Pazos Ipanaqué 4to de Secundaria CPED La Islilla

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“COMO AYUDAN LOS HIJOS A SUS PADRES PARA IR A LA PESCA”

Todos los días los pescadores de La Islilla salen a pescar. Ellos se levantan a la 4.00 a.m., levantan a sus hijos para que los vayan a ayudar a bajar las balsas, piedra, remo y rueda. Cuando la balsa está en agua el padre iza la vela y cuando sale de la laguna, sus hijos recién regresan a su casa. Los hijos ayudan a su mamá, se van al colegio y cuando regresan, esperan que sus padres lleguen de la pesca para ir ayudarlo, ellos levantan la piedra y el remo y el padre levanta la balsilla con ayuda de cataneros (*), el padre vende el pescado y a cada catanero que lo haya ayudado les da pescado, el padre raja el pescado, los hijos ensartan el pescado y lo van a lavar y llevan la caja a su hogar, la mamá cocina el pescado y toda la familia se sienta a la mesa para almorzar. Cuando termina la semana el padre lleva a sus hijos a la pesca ( los sábados) ya que en la semana estudian. (*)Personas que ayudan a desembarcar una balsilla.

José Eduardo Pingo Fiestas 2do Grado de Secundaria CPED La Islilla La página web elaborada por el CPED La Islilla (Piura) ganó la mención honrosa del “Concurso Nacional de Elaboración de Página Web” convocado por educared.edu.pe

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LA AVARIENTA A la señora Meche le gustaba vender chicha y piqueos de viernes a domingo. Esta mujer era avarienta, por lo cual peleaba con sus vecinos, para que ellos no vendieran. Ella quería ser la única vendedora del pueblo. Un día domingo un hombre vestido de blanco llegó montado en su caballo. Era un desconocido, un forastero. Pidió chicha y piqueos, y como había llegado solo, pidió a la dueña que bebiera con él. Entonces ella, como era muy avara, aceptó, para que él le siguiera gastando. Luego la invitó a bailar y así continuaron toda la noche. Unos niños que estaban jugando dentro del negocio se metieron debajo de una mesa, para mirar bailar a la pareja. Así vieron que al hombre le iba saliendo un bulto detrás y se le iba formando un rabo. Los niños intentaron decirle a la mujer, pero ella gritó para que los botaran. Cansada de bailar con el hombre desconocido, ella le preguntó de dónde era,. Entonces él empezó a reírse y le dijo que era del lugar donde ella iba a parar por mala y ambiciosa. Así estaba hablando hasta que el rabo del hombre reventó, y la señora al ver esto cayó desmayada. El resto de personas vio que el hombre desapareció. Desde aquel día la mujer iba todos los domingos a misa, antes de abrir su negocio, y pidió perdón a todos por haber peleado con ellos y les permitió vender igual que ella diciéndoles ¡Para todos amanece Dios!.

Patricia Sánchez Lazo 4to Grado de Secundaria a Distancia CPED “Ejidos del Norte” (Piura) El CPED “Ejidos del Norte” de Piura ha ganado el primer premio del “Concurso Nacional de Elaboración de Páginas Web”, convocado por educared.edu.pe

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