VOZ DE VOCES: Ed. # 27 - 35 años de Coordinadora Paz para las Mujeres

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C R É D I

Revista Voz de Voces

Edición #27 septiembre 2024

Editora:

María Cristina Muñoz Vega maria.munoz@pazparalamujer.org

Coordinación:

María Cristina Muñoz Vega Alana Feldman Soler, Especialista en Coordinación del Centro Paz Para Ti

Arte Gráfico:

Julizco- Juliemar Orozco julizco1@gmail.com

Esta publicación es posible gracias al auspicio de la propuesta DOJ-15JOVW22-GG-00923-MUMU. Las opiniones expresadas en esta publicación son de lxs autorxs y no reflejan comentarios del Departamento de Justicia de los Estados Unidos.

Coordinadora Paz para las Mujeres, Inc.

Coalición Puertorriqueña contra la Violencia Doméstica y la Agresión Sexual P.O. Box 193008

San Juan, PR 00919-3008 787-281-7579

Redes sociales: @pazmujer Página web: pazparalasmujeres.org

Nota: La letra “x” es utilizada en el lenguaje de esta edición para incluir a todo género. Por ejemplo, en vez de niños y niñas, escribimos niñxs.

¡Son 35 y vamos por más!

Esto también es Salud

Puente hacia la Paz

Modelo comunitario para la promoción de vidas libres de violencias

Annie Pérez, Promotora Comunitaria

Edith Ortiz Aquino, Promotora Comunitaria

Emprendedoras de la Montaña

“A veces me pregunto… ¿somos una huerta o un huerto?”

Aprendiendo en comunidad

La violencia sexual: hablarlo es el inicio del proceso de sanación

T A B L A D E C O N T E N I D O

EDITORIAL

Celebrando lo 35 años de Coordinadora Paz para las Mujeres: resaltando el trabajo desde la montaña

Al celebrar el 35 aniversario de la Coalición puertorriqueña contra la violencia doméstica y la agresión sexual, Coordinadora Paz para las Mujeres, honramos a una organización que ha sido pilar de lucha la lucha feminista contra la violencia de género en Puerto Rico. En el corazón de este esfuerzo se encuentra el proyecto del Centro Paz para Ti, ubicado en el pueblo de Adjuntas, un ejemplo vibrante de cómo el feminismo comunitario transforma vidas y que cumple cinco años desde su creación.

El Centro Paz para Ti, se sostiene en que para prevenir la violencia de género se requiere más que una respuesta reactiva a los actos de violencia reportados. El enfoque feminista y proactivo se centra en crear las condiciones y facilitar los recursos que permitan a la comunidad satisfacer sus propias necesidades de manera colectiva.

El miedo a ser juzgadas y la falta de privacidad son barreras significativas para muchas sobrevivientes de violencia de género en áreas rurales. El temor a que su situación sea conocida por la comunidad y la dependencia económica de los terrenos familiares del agresor perpetúan su incertidumbre. Enfrentar estas realidades desde una perspectiva feminista implica no solo brindar apoyo, sino también trabajar para desmantelar las estructuras patriarcales que sostienen estas dinámicas de poder. Estos asuntos son trabajados desde el Centro con servicios de orientación legal y el proyecto de Respuesta, Equidad, Solidaridad, Prevención e Intervención Rápida ante la Violencia Sexual.

La promoción comunitaria, arraigada en la salud pública, es una herramienta poderosa para abordar los problemas que afectan a las comunidades. Con esto en mente, se implementó en el Centro un proyecto de Promotoras Comunitarias que actúan como agentes de cambio en la prevención de la violencia de género, a través de redes de apoyo que son cruciales para la resistencia colectiva.

Proyectos como el Mercado de Mujeres Empresarias de la Montaña y el Huerto Comunitario, reconocen que la independencia económica es un pilar fundamental para romper con las dependencias económicas que perpetúan la violencia y que en el proceso de siembra y cosecha, las mujeres experimentan un intercambio profundo con la tierra, cultivando no solo alimentos, sino también relaciones de apoyo mutuo y resistencia.

La labor de Coordinadora Paz para las Mujeres y su proyecto Centro Paz para Ti es un testimonio de la fuerza del trabajo comunitario. Al celebrar estos 35 años, reafirmamos nuestro compromiso de continuar la lucha por un mundo donde todas las personas puedan vivir libres de violencia. En estos 35 años, hemos avanzado mucho, pero el trabajo continúa. Seguiremos trabajando, desde una perspectiva feminista y de justicia social, para garantizar que cada persona tenga el poder y el apoyo necesarios para construir un futuro libre de violencia y lleno de posibilidades.

¡SON 35 Y VAMOS POR MÁS!

Mensaje de la directora ejecutiva Vilma González Castro

Con inmenso orgullo y gratitud, celebramos los 35 años de Coordinadora Paz para las Mujeres (CPM). Este hito es un testimonio del arduo trabajo, la pasión y el compromiso inquebrantable de todas las personas y organizaciones que han sido parte de nuestra coalición desde su fundación en 1989.

Durante más de tres décadas, CPM ha sido una fuerza vital en la lucha contra la violencia de género en Puerto Rico. Como coalición, hemos unido a diversas organizaciones y personas que, desde diferentes trincheras, se han comprometido a defender los derechos humanos, promover la equidad de género y prevenir la violencia en todas sus manifestaciones. Nuestro enfoque interdisciplinario ha permitido la colaboración entre albergues, la academia, feministas, organizaciones gubernamentales y comunitarias, fortaleciendo así nuestra capacidad para abordar la violencia de género desde múltiples perspectivas.

En los últimos cinco años, el Centro Paz para Ti ha sido un pilar fundamental en nuestra misión de empoderar a las mujeres rurales y prevenir la violencia de género. Nuestro esfuerzo ha sido constante para crear un entorno seguro y de apoyo, donde lxs participantes puedan atender sus necesidades de manera colectiva y alcanzar la autosuficiencia económica. El Centro simboliza nuestra dedicación a la justicia social y al feminismo, siendo un espacio de crecimiento para todas las personas que acuden allí a buscar servicios. Para Coordinadora Paz para las Mujeres, el Centro Paz para Ti representa el corazón de nuestra lucha y la promesa de un futuro más justo y equitativo.

Nuestro compromiso con la diversidad y la inclusión ha sido el pilar de nuestra labor. En estos 35 años, hemos trabajado incansablemente para construir un Puerto Rico inclusivo, equitativo y libre de violencias, difundiendo mensajes transformadores a través de medios de comunicación y redes digitales. Hemos proporcionado apoyo, asistencia técnica y educación a numerosas organizaciones de servicio, aportando a su conocimiento para enfrentar la violencia de género.

Hoy, renovamos nuestro compromiso con la misión de CPM. Seguiremos trabajando juntxs para cambiar las normas y valores que perpetúan la violencia y la discriminación de género. A todas las personas y organizaciones que han sido parte de este viaje, les agradecemos profundamente y les invitamos a continuar construyendo, codo a codo, un futuro más justo y seguro para todxs.

ESTO TAMBIÉN ES SALUD

El

Centro Paz Para Ti (CPPT)

es el primer proyecto comunitario de servicio directo de Coordinadora Paz Para las Mujeres. CPPT ubica en la antigua escuela Juan Garrastegui de Paso Hondo en el Barrio Yahuecas de Adjuntas y nuestra meta es fortalecer los factores de protección de las mujeres rurales ante la violencia de género. Los factores de protección son aquellos elementos en nuestras vidas que nos exponen a alternativas y facilitan que podamos aprovechar las oportunidades que se nos presentan. En el caso del CPPT, nos hemos enfocado particularmente en:

Desarrollar un espacio seguro en el que las mujeres rurales puedan desarrollar redes de apoyo entre sí.

Fortalecer la independencia económica de las mujeres rurales, en especial las de Adjuntas y Castañer.

La situación económica y las relaciones sociales son determinantes sociales de la salud que afectan no solo nuestro acceso a servicios de salud física y emocional, sino también nuestro sentido de bienestar y agencia para enfrentar y sobrellevar los retos que se nos presentan. Desde el CPPT afirmamos que, para prevenir la violencia de género, nuestro esfuerzo no debe solo responder a actos reportados de violencia, sino que debe ser el trabajo constante de crear las condiciones y facilitar los recursos a través de los cuales las mujeres de la ruralía podamos satisfacer nuestras propias necesidades de manera colectiva. Porque esto, también es prevención. Esto es salud.

Alana Feldman Soler ella Especialista en Coordinación del Centro Paz Para Ti y residente de Adjuntas alana@pazparalamujer.org ESCRITO POR:

PUENTE HACIA LA PAZ

Enel centro de nuestra isla, entre montañas y ríos, suele hallarse más fácilmente la paz. Ese sagrado estado anímico en el que nuestro ser se unifica con la grandeza de la Madre Naturaleza y del Universo. Allí reina la calma, el sonido de la brisa en los árboles y el canto de las aves y del coquí. No fue por equivocación que nuestros ancestros taínos eligieron tan sublime lugar para celebrar sus más solemnes rituales y ceremonias. Nuestra tierra adentro también ha servido, por generaciones, como escenario principal de cultivos y cosechas de preciados frutos. Los siglos han pasado y nuestra cordillera continúa siendo fuente de inspiración y de alimento para el cuerpo y para el alma.

Lamentablemente, en nuestras montañas, además del canto de las aves y del coquí, se escucha el eco del llanto y de la desesperación de muchas personas que, sin justificación alguna, han sobrevivido continuos actos de violencia, fundamentados en ideas erróneas y sin sentido transmitidas de generación en generación. Esas personas, en su mayoría, tienen rostro de mujer. El supuesto injustificable: que las mujeres son objetos, sujetas a la merced de los hombres. Se atenta contra la dignidad, la integridad física y emocional de la mujer por el mero hecho de ser mujer. Además de los factores culturales que perpetúan dicho prejuicio, existen otros como la falta de acceso a educación, el desempleo, la pobreza, la carencia de vivienda, la escasez de servicios básicos y otros de índole económico, político y geográfico.

Es común que muchas de las sobrevivientes de violencia de género en el área rural decidan no buscar ayuda por temor a que su situación sea conocida por su comunidad y por miedo a ser juzgadas. También hay muchas sobrevivientes que viven en los terrenos pertenecientes a la familia de su agresor sin tener adonde ir, por lo que se mantienen en la relación, sufriendo continuos actos de violencia. La complicidad de la familia del agresor y la manipulación de los hijos e hijas menores de edad, son otras de las manifestaciones de la violencia de género que, penosamente, abonan a la perpetuación de los prejuicios. De otra parte, muchas de las sobrevivientes que no viven con su agresor son madres solteras que asumen las riendas de su familia, pero cuyos ingresos no le alcanza para cubrir los gastos básicos del hogar. Otra circunstancia usual es la falta de transportación, lo cual contribuye al aislamiento geográfico e impide acceder a los escasos servicios disponibles, que le permitan salir de la situación de violencia en su contra.

De la misma forma que se han transmitido los prejuicios entre las personas, también se han propagado en las instituciones de poder del Estado, que en no pocas ocasiones revictimizan a las sobrevivientes de violencia de género. Así, por ejemplo, se ven casos en los que, en lugar de aportar para que una madre sobreviviente de violencia de género no continúe atravesando por dicha situación, el Estado determina, cual si fuera poco, removerle a sus hijos e hijas.

Todas las circunstancias anteriores son ejemplos de las barreras existentes para el acceso a la justicia, las cuales son aún más patentes para las mujeres de nuestra zona rural. Cuando hablamos de “acceso a la justicia” nos referimos al conjunto de factores que viabilizan que todas las personas, sectores y grupos sociales tengan oportunidades equitativas para hacer valer sus derechos. Entre otros aspectos, se trata de un asunto de equidad. Decía irónicamente el escritor francés Anatole France que: “La ley, en su magnífica ecuanimidad, prohíbe tanto a ricos como a pobres dormir bajo los puentes". De nada

sirve reconocerles derechos a las personas sobrevivientes de violencia de género, si no se toman en consideración sus circunstancias particulares; en el caso que nos atañe, las circunstancias de las mujeres sobrevivientes de nuestra zona rural. Nuestro centro es y seguirá siendo construir puentes sobre las barreras existentes para que las personas puedan vivir una vida digna y en paz.

Félix A. Plaza-Cortés él

Abogado de profesión, con años de experiencia proveyendo asesoramiento y representación legal a personas de escasos recursos económicos y comunidades tradicionalmente marginadas. Su visión del derecho es que el mismo debe servir como herramienta de cambio social y estar a la disposición de todas las personas y comunidades por igual. Desde el Centro Paz Para Ti, Félix ofrece servicios legales en casos civiles relacionados al Derecho de Familia y la violencia de género.

ESCRITO POR:

Modelo comunitario para la promoción de vidas libres de violencias

Los modelos de promoción comunitaria surgen en la década de los 50 en Latinoamérica con el objetivo de diseminar hacer accesible información sobre salud e higiene en comunidades rurales. Una década más tarde, estos modelos se replican en Estados Unidos para compartir información sobre servicios de salud a comunidades de trabajadores agrícolas de una forma culturalmente relevante.

Enraizada en el ámbito de salud pública, la promoción comunitaria se ha desarrollado en distintos espacios para responder a una diversidad de problemas que afectan sus comunidades. Este es el caso en Centro Paz para Ti, donde se gesta el proyecto de promotoras comunitarias para la prevención de la violencia de género.

Las promotoras comunitarias son un grupo de mujeres lideresas en sus comunidades, empresarias, agricultoras, madres, amigas, y algunas de ellas, sobrevivientes de violencia. En el Centro Paz para Ti tomaron cursos para ampliar su conocimiento sobre violencia doméstica, violencia sexual y otras manifestaciones de la violencia de género. Estos fueron complementados por otros talleres sobre intervención comunitaria, seguridad en el alcance comunitario y estrategias de participación. Añadiendo estas herramientas a su caja, las promotoras se dan a la tarea de realizar actividades enfocadas en la prevención de violencia pero también acompañan sobrevivientes en sus distintos procesos de sanación. Este enfoque dual expande su alcance y se atempera a las necesidades que van identificando en sus comunidades.

Las actividades de prevención se ven de diferentes formas; como por ejemplo, mesas informativas en ferias comunitarias, teatro-foro en salas de esperas de clínicas de salud, talleres en escuelas, entrega de desayunos en la fábrica de textiles y cine-foros en el centro. La creatividad de este grupo es inmensa, allí donde está la comunidad, las promotoras van a llegar con su carisma y dedicación por impactar las vidas a su alrededor. El acompañamiento a sobrevivientes de violencia de género también tiene distintas facetas. Reconociendo que los procesos de salir de una situación de violencia son distintos, las promotoras conectan con las sobrevivientes en “donde ellas están”. Esto se puede ver como llamadas telefónicas, visitas al hogar, acompañamiento a citas, conexión con recursos, e incluso invitarlas e incluirlas en otras actividades comunitarias. Un elemento fundamental que caracteriza este acompañamiento es la escucha activa. “Escuchar sin juzgar” es algo que constantemente las promotoras resaltan como pieza clave en su rol. Y es así como conectan con sus participantes desde la autenticidad y genuinidad. Cada acompañamiento con cada sobreviviente es diferente, pero desde esa conexión las promotoras hacen todo lo posible para apoyar a sus participantes y ser un hilo conector con otros recursos, organizaciones y servicios. Es realmente impresionante ver de cerca el trabajo que realizan las promotoras comunitarias. Como grupo mantienen cuidados colectivos, comparten, se apoyan, se celebran y trabajan sus diferencias. Entre ellas

han desarrollado una comunidad de aprendizaje donde han podido ir hilando todo lo aprendido y su sabiduría como colectivo con el trabajo que realizan en sus comunidades. Las promotoras son pieza clave en el Centro Paz para Ti, son el hilo conductor a sus comunidades y quiénes conocen de cerca las necesidades de quienes acompañan y sus familiares.

Para mí es un honor haber estado en sus reuniones y actividades, recibir sus abrazos, y que me permitieran estar y ser junto a ellas. A cada una le agradezco inmensamente su gesta, su apoyo y su dedicación, y a cada una admiro por las mujeres que son.

Con amor y en solidaridad, Marimar

Annie Pérez, Promotora Comunitaria

Cuando alguien me pregunta qué me motivó a ser promotora comunitaria le contesto que fue el hecho de la falta de conocimiento de las comunidades entre lo que son mitos y realidades de lo que significa ser víctima de violencia de género. Es por eso que acepto capacitarme en el tema para llevar lo aprendido a la comunidad. Mi mayor reto en acompañamiento a mujeres víctimas de violencia doméstica fue el atender una mujer de edad avanzada (70-80 años) en crisis. Uno puede pensar que a esa edad no exista violencia doméstica al grado por el que ella estaba pasando, eso me da fuerza para seguir luchando para erradicar la violencia de género.

El Centro Paz para Ti me brinda un espacio seguro para aprender y desarrollar conocimiento en el tema y me ayuda a tener ese espacio donde las participantes puedan sentirse seguras de ir y hablar de su paso por la violencia de género, les brinda servicios enfocados en su prioridad al momento, tanto para ellas como para la comunidad, se les enseña a autocuidarse y lo mejor de todo para ellas es que es sin costo alguno ya que muchas de ellas dependen de sus agresores .

ESCRITO POR: ESCRITO POR:

María del Mar Rivera-Martínez

ella/ elle Annie ella

Nací en Lares noviembre 1969, criada y vivo en Adjuntas PR trabajé la agricultura, cajera, construcción, actualmente trabajo por cuenta propia y como promotoras comunitarias en CPPT con mujeres en Violencia de Género. perezannie693@gmail.com

Edith Ortiz Aquino Promotora Comunitaria

My motives for becoming a Promotora were simple for me, I am a survivor of Domestic and Sexual Violence. I had been married twice and both marriages were violent and when I was in the US Army I was Sexually assaulted by MPs (Military Police). I always wanted to help other women who were or are going through Domestic and Sexual Violence so I started studying to become a counselor to get a job helping women. However, I could not finish my degree due to unforeseen circumstances.

After Hurricane Maria, I started volunteering at a rescued school in Bartolo Lares, where I began my role as a leader in my community helping those in need. Through the process, some women would talk to me about their situations, and we started finding ways to help some of these women. We brought in a female Psychiatrist, and students from Mayaguez University to help with the counseling.

I had been volunteering at Centro Paz para ti and was asked if I wanted to become a Promotora Comunitaria, I jumped at the chance because this was my chance to help other women the way I had wanted to, maybe not with the degree I wanted, but by my experience and my story. If I can help just one woman be free from the chains of an aggressor, I feel satisfied that I am doing my job right.

During my time as a Promotora, I had one participant who tugged at my heart, just listening to her story saddened me because no one should have to live the way she did, always in fear for her life. She lived day by day taking care of her aggressor, not just physically but emotionally and financially as well. I could not go and visit her but she would call me whenever she was in her room alone. Her aggressor had a terminal condition, and she was taking care of him. I shudder to know that someone has to take care of their aggressor and still live in the same

household. She had to cook and wash him and at the same time be beaten, and listen to him belittling her. Sometimes when I spoke with her she wanted to give up her life, she would tell me she had nothing to live for, but I would not allow her to think that way.

I asked about her life, she told me she was always abused. She had never been to a restaurant or even the beach. As we spoke on the phone, I told her that I would take her to eat on the beach when everything was resolved with her and her husband. She reacted with so much happiness just like a child.

One day I got an urgent call from her. Police had been called and the court found she was no longer obligated to care for him. Transfer of care went to their children.

When things settled for her, I called her and arranged to take her to the beach. When her feet touched the sand, she was as happy as a child for the first time. She watched as the waves crashed onto the rocks and she clamored with so much glee it made me cry. I was so emotional watching this woman be happy just being at the beach for her first, something some of us take for granted that we have this freedom to do so freely. While others have to ask permission or can’t get out of their homes because they are prisoners of an aggressive individual who feels they can manipulate and keep them under lock and key.

She can now go out when she wants and doesn’t have to ask for permission. She feels free now, able to breathe that sigh of relief that her old life is over. Now to begin anew.

*Arte realizado por sobreviviente participante del programa de Promotoras Comunitarias. Para ella, aquí se representa cómo se siente ir al mar a pensar y sentir esperanza luego de tanta tormenta en su vida.

ESCRITO POR:

Edith Ortiz Aquino Nació en la isla de Guam en 1961. Desde el 2005 vive en Puerto Rico. Es activista, artesana y promotora comunitaria en el pueblo de Adjuntas. Vive en Castañer (Lares) y está casada con Ildefonso Vilar Méndez, nieto mayor de Lolita Lebrón. De Lolita recuerda y comparte sus palabras: “Yo no vine a matar, yo vine a morir por Puerto Rico.”

Emprendedoras de la Montaña

Se siente bien saber que mi negocio está teniendo una buena acogida y puedo manejar mis cuentas sin necesidad de depender de otro”.

-Lucianne Vélez Robles de Balance Aromas PR, empresaria, al preguntarle qué es para ella ser autosuficiente económicamente.

Vivir en el campo en Puerto Rico conlleva muchos retos, como por ejemplo: acceso a vivienda segura, transporte, tierras, capital, agua potable y electricidad. Sabemos que estos retos son similares en otras partes de Puerto Rico, sin embargo, por la realidad geográfica de la ruralía, atender estos retos puede tornarse más difícil. Uno de los grandes retos en la ruralía es el acceso a capital para cubrir las necesidades básicas. La tasa de pobreza en Puerto Rico es del 44%, pero esto se agrava en nuestros municipios rurales. Según los datos más actualizados, los municipios rurales de Adjuntas, Lares, Utuado y Jayuya tienen tasas de pobreza mayores al 52%, siendo Adjuntas el municipio con la tasa más alta, un 62%. Cabe mencionar que más de la mitad de la población de Adjuntas son mujeres.

Para atender estos retos tenemos que hablar de justicia social. “La justicia social es la creencia de que todas las personas de la sociedad merecen los mismos derechos sociales, económicos y políticos, los mismos privilegios y las mismas oportunidades.” Se considera un derecho humano y se logra a través de la equidad. La equidad reconoce que las personas somos distintas y propone atender nuestras necesidades de la manera más justa.

En el Centro Paz para Ti atendemos las diversas necesidades de nuestra comunidad de la manera más equitativa posible. Por ello, facilitamos espacios de capacitación y mercado para las empresarias de la montaña, ya que para muchas mujeres, es importante sentirse realizadas mientras buscan su sustento. Por lo tanto, muchas mujeres se han dado la tarea de emprender su propio negocio para acercarse a alcanzar la autosuficiencia/ independencia económica.

ESCRITO POR:

(Adjuntas/Utuado, PR) es geógrafa, promotora de salud para la prevención de violencia de género y educadora. Posee una maestría en leyes y política pública agroalimentaria. Le apasiona la agroecología, las plantas medicinales, la justicia social y ambiental. Cree en la sanación a través del baile. Actualmente ejerce como educadora y co-cordinadora en el proyecto Camp Tabonuco en Jayuya. También, ejerce como facilitadora del grupo de mujeres empresarias de la montaña en el Centro Paz para Ti en Adjuntas.

En las palabras de la empresaria Lucianne de Balance Aromas PR: “Para mí ser económicamente independiente significa poder cubrir gastos del hogar como la gasolina, comida, productos de aseo personal, etc. Si veo algo que quiero no tengo que depender de pedírselo a mi esposo -que antes él era la fuente principal de ingreso- sino que ya, gracias a mi negocio, cuento con los medios para hacerlo”. Sabemos que emprender un negocio en este país no es fácil y cuando eres una mujer rural, es aún más cuesta arriba. La empresaria María Yanira Mercado González de Yanilove Arts & Crafts lo explica de esta manera: “Para mí, ser económicamente independiente ha sido un trayecto de mucha disciplina. Hay que manejar y organizar el dinero, los gastos y los deberes. Administrar y manejar un negocio requiere de todo tu tiempo y dedicación”.

Por otro lado, María también nos explica que sustentar económicamente su hogar y ser emprendedora ha sido el mayor logro de su vida, ya que su pasión es el arte y crear con sus manos. En sus palabras: “que lo que hacen mis manos sea el sustento de mis hijxs significa todo para mí”. Ser una mujer rural emprendedora te da libertad y felicidad. La empresaria Iris Rivera Plaza nos cuenta que ella se siente bien “porque hago mi producto, salgo a venderlo, conozco gente nueva y esto me hace sentir ‘relax’, bien conmigo misma, libre y feliz”. Para ella, una mujer emprendedora “es una mujer que le gusta luchar por lo que quiere, por lo que ha soñado”. En su caso, ella dedicó mucho tiempo de su vida a atender su hogar, pero esto no le impidió emprender en otra etapa de la vida, “no lo hice cuando joven y lo estoy haciendo ahora que estoy mayorcita.” Para Lucianne, “ser emprendedora significa poder tener el manejo de mi horario, exponer toda mi creatividad en mis productos. Sentir seguridad y confianza de lo que puedo ser capaz y tener la oportunidad de adquirir conocimiento”.

“A veces me pregunto… ¿somos una huerta o un huerto?”

En el proceso de siembra y cosecha surgen unos intercambios bien interesantes entre la naturaleza y nuestro ser. Entendemos que no somos uno sin el otro y que el apoyo es crucial en el proceso de crecer.

Así como las plantas necesitan ciertos cuidados; agua, sol, nutrientes, espacio, alimento, composta, descanso, pequeños amigos con vida que aportan también en el proceso. Nosotrxs también, para vivir en balance con nuestra mente y cuerpo, necesitamos un apoyo en comunidad para crecer bonito y desarrollarnos a nuestro máximo potencial. De esta manera apoyar bien y en bondad nuestro entorno y sociedad.

El individualismo y la soledad causado por el exceso

de tecnología y apoyado por los procesos de la pandemia ha sido un problema social que espacios como huertas y huertos comunitarios podrían sanar.

Lograr una sana alimentación y alimentos accesibles a todxs es un proceso de indagar y descubrir el increíble aporte nutricional que proveen por ejemplo muchas “yerbas malas” o “yerbas brujas” (mencionadas así porque crecen en todas partes). Por ejemplo quien diría que la verdolaga (sí, esa planta que te llevas con el trimmer o machete pero vuelve y crece sin dificultad) , aporta potasio, hierro, fósforo, magnesio, vitaminas (A, B1, B2, B3 entre otras) y además es antioxidante, anti inflamatoria, analgésica y diurética. Bien recogida y limpia, la puedes integrar, por ejemplo, en tus ensaladas. Mejorar nuestros hábitos de alimentación viene de

la mano con un proceso de mucho desaprender y aprender.

Las plantas mismas nos enseñan sobre las relaciones cariñosas y sanas. Por ejemplo el tomate y la albahaca, o el tomate y el pimiento crecen bien juntos. La remolacha y la lechuga, o la remolacha y las berenjenas hacen buena amistad y se apoyan. Alana me enseñó que nuestros ancestros nativos nos enseñaron que la calabaza, el maíz, y las habichuelas, se ayudan mientras crecen, por lo que sabiamente le llamaron Las tres hermanas a su siembra en conjunto. El aprendizaje de sembrar y cosechar es infinito y nos conecta con nosotrxs mismxs. En el proceso entiendes tanto…

Mi nombre es Sasha Diana Maldonado Nieves, natural del espacio que en algún momento llamaron, Las Tierras Adjuntas, que más adelante pasó a ser Adjuntas, un pueblo de la montaña, La Ciudad de el Gigante Dormido (que algunxs dicen que fue giganta). Siempre he sentido que aquí se nos separo de la tierra a una o dos generaciones. Razón por la cual siempre llamó mi atención volver a ella. Como nos pasa a muchxs, en mi juventud huí buscando lo que siempre tuve aquí.

A la huerta llegué así de repente. Ya cuando comienza el proyecto de el Centro Paz Para Ti a hacerse visible en las paredes y colores de la escuela, llamó mucho mi atención pues no había espacios así en esta área , lo cual causó gran curiosidad en mí. ¿Qué es? ¿Qué hacen ahí?

De repente nos sorprende la pandemia y se retrasa todo. La incertidumbre del proceso nos tenía a todxs en el área aterrados y guardados en nuestros espacios.

Tan cerca y tan lejos, pues transitaba por Yahuecas para llegar a el pueblo. Ya cuando las mascarillas comienzan a caer y nos pudimos re-encontrar con lxs nuestrxs, fui varias veces de voluntarix a, entre otras cosas, bregar con la composta y tomar talleres de crecimiento empresarial y de destrezas que siempre había querido aprender y por falta de tiempo, espacio y economía no había podido.

La siembra agroecológica siempre fue algo que capturó mi atención, más por los ajetreos de la vida no había tenido el tiempo de prestarle atención.

El Centro Paz Para Ti se convirtió en ese espacio de enseñanza y aprendizaje que me ha hecho crecer mucho como persona, como mujer. Me ha hecho valorar mi entorno, el apoyo entre mujeres y la diversidad. La diversidad que nos arropa aún siendo Adjuntas un pueblo en la montaña, donde nos han tratado de encajonar bajo unos rigurosos prototipos de que debe ser una mujer.

Valoro todos y cada uno de los momentos y personas que este nuevo caminar ha traído a mi vida. Por más huertas, siembra agroecologica, espacios de apoyo y crecimiento en comunidad. ¡Que vivan las mujeres, sembrando y cosechando plantas y saberes, desde muchos espacios y desde el Centro Paz!

ESCRITO POR:

Sasha Diana Maldonado Nieves ella/elle

Adjuntas, Puerto Rico 1986

Aprendiz de la naturaleza. Ilustradora de momentos. Sus obras giran entre los temas autobiográficos, sociales y políticos. Ha participado en varias bienales y colectivas a nivel nacional.

Actualmente se desempeña como artista independiente y facilitadora del Huerto Comunitario del Centro Paz para Ti.

ESCRITO POR:

Ámbar Aymará Pumarada Gamboa

ella/elle

Criade en el suroeste del archipiélago. Ámbar es egresada del programa de Literatura Comparada de la Universidad de Puerto Rico - Recinto Universitario de Mayagüez. Allí fue facilitadora de grupos de apoyo, asistente de investigaciones y cofundadora de un periódico estudiantil. Actualmente es pasante de Mentes Puertorriqueñas en Acción en Centro Paz para Ti. ambar.pumarada@pazparalamujer.org

APRENDIENDO EN COMUNIDAD

El Centro Paz para Ti (CPPT) inaugura en marzo del 2019 con un taller de siembra agroecológica. Desde entonces, los espacios del Centro han servido como lugares de aprendizaje, conexión y empoderamiento para mujeres de la zona centro-oeste de Puerto Rico.

En el 2023, se ofrecieron más de 40 talleres gratuitos como Uso básico de SURI, Huerto casero y control de plagas, Cerámica creativa utilitaria, Conservas de alimentos, entre otros. Algunos duran tres horas y otros, hasta dos semestres. En mayo, tuve la oportunidad de entrevistar a dos mujeres que llevan años participando en talleres ofrecidos desde el Centro, Idarys Torres García y Betzaida Álvarez, quienes me ofrecieron una mirada a sus experiencias como participantes en los talleres del Centro.

Idarys, 46, nació en Lares y fue criada en Adjuntas. Llegó al Centro Paz para Ti porque vio en redes sociales que iban a ofrecer unos talleres de plantas medicinales. Idarys expresó que este fue ¨uno de los muchos talleres que marcan un antes y después¨ y que ahora es ¨la doña de las matas¨.

Betzaida, 66, nació en San Juan y creció en Utuado. Siempre buscando qué hacer, vió en Facebook el anuncio para el Mercado de las Mujeres Empresarias de la Montaña y junto a su excuñada, se dirigió a Adjuntas. Allí conoció más sobre el proyecto y decidió integrarse al Mercado.

Ambas han asistido a un sinnúmero de talleres donde han aprendido sobre handywork, empresarismo, pintura, composta, entre otras destrezas. Incluso,

ambas han podido facilitar talleres. Betzaida ofreció dos talleres relacionados a Tarjetería ya que vende tarjetas artesanales hechas a mano e Idarys dió un curso de computadora que duró algunas semanas.

En las entrevistas, Idarys y Betzaida mencionaron la relajación que les brinda participar en los talleres. Idarys resaltó que ¨ayuda que el público sean mujeres¨ ya que ¨[les] une la experiencia femenina¨.

Betzaida comentó sobre la importancia del trabajo del Centro Paz para Ti, expresando que ¨en el campo, hay muchas mujeres que le tienen miedo al marido¨. Similarmente, Idarys recalcó que la cultura en Adjuntas es muy diferente a otros municipios ya que ¨la mujer vive tímidamente ̈; en cambio, piensa que talleres como los que se ofrecen desde el Centro, atienden su necesidad de ser escuchadas y de soltar esa timidez inculcada.

Sobre lo que desean para el futuro del Centro, Betzaida contestó que quiere que más gente se beneficie de los programas y talleres. Por su parte. Idarys sueña que ¨la meta y misión del Centro se expandan a otras áreas de Adjuntas¨ ya que el acceso a actividades educativas en la ruralía es limitado.

Personas como Idarys y Betzaida son algunas de las personas que hacen más cálido y colorido el espacio del Centro. Varias veces Idarys me comentó que, para ella, el Centro era ¨un oasis, un sitio mágico por la calidad de gente que lo habita¨. Luego de casi un año de trabajar allí, puedo decir que estoy totalmente de acuerdo.

LA VIOLENCIA SEXUAL: HABLARLO ES EL INICIO DEL PROCESO DE SANACIÓN

Desde la ruralidad conectadxs para la erradicación de la violencia sexual. Alcance comunitario y sanación

Decía el pedagogo y teólogo de la liberación integral: el brasileño Paulo Freire: “para transformar nuestra realidad, es fundamental nombrarla en nuestras propias palabras”. Es aquí, donde se inicia el proceso de toma de conciencia. La transformación social/ personal requieren: entender nuestra realidad, aceptarla y nombrarla para poder actuar sobre ella.

Es importante que en nuestras comunidades las personas, puedan estar expuestas al tema de la violencia sexual (temas generativos de su realidad). Tener la oportunidad de hablarlo y hablarlo y hablarlo de todas las maneras posibles y que deseen. Tomarse el tiempo necesario y requerido a su propio ritmo, para entablar este dialogo y saciarlo. De esta forma, entonces, se permiten integrarlo a su cotidianidad y en su ser. Eso es tomar conciencia. Una vez se gana perspectiva del tema que se está dialogando, -que es lo que Freire se refería como “temas generativos”los integrantes de la comunidad toman conciencia. La comunidad reafirma que tiene “con qué”: sienten las fuerzas y la voluntad de poder actuar sobre su realidad para así transformarla. ¡Confían en su sabiduría interna! ¡Abrazan la esperanza! Lo mismo ocurre a nivel individual con cada ser humano.

Algo que no se habla, tiene pocas oportunidades de ser entendido, algo que no se expone tiene pocas posibilidades de ser escuchado. ¡Apalabremos nuestra realidad! ¡Seamos protagonistas principales de nuestra sanación! A menudo escuchamos a

muchas personas que han vivido una experiencia de agresión sexual, expresar que siente “que no pueden respirar…” Y de inmediato observamos, que tan pronto tiene la oportunidad de hablar de lo sucedido, van recuperando su voz, su ritmo de respiración comienza a aquietarse. Poco a poco fluye una conversación serena, de entendimientos, coincidencias, empatía y esperanzas. La persona de pronto, deja de sentirse aislada, señalada o incomprendida. Entiende que no se trata de culpas o pecados y reconoce, que sigue estando a tiempo para restaurar su vida. Recuperada la memoria, se dan cuenta que son muchas las personas que, en su entorno, han atravesado por este tipo de situación tan injusta. Inclusive, que probablemente en su círculo familiar hay más integrantes sufriendo o en riesgo de ser víctimas. Conectan, que tal vez en su historial familiar hubo más gente agredida (historia ancestral). Todxs lamentablemente marcadxs con la herencia del silencio.

Fomentar el diálogo colectivo, franco y continuo sobre el tema de la violencia sexual es fundamental para facilitar los procesos de sanación de cualquier persona víctima. Precisamente, la intención del Proyecto R.E.S.P.I.R.A es garantizar espacios comunitarios de sanación integral a cualquier persona adulta agredida sexualmente. ¡Rompamos las barreras del silencio! ¡Apalabremos nuestra verdad! ¡Apoyémonos mutuamente! ¡Respiremos en paz!

ESCRITO POR:

Onelia Pérez Rivera

Mujer jibara, natural de Aibonito. Hija de Poncio y Mode, madre de Oniel J. Hernandez Pérez. Promotora Educativa Comunitaria. Convencida de que: se aprende sintiendo, nos transformamos cuando sanamos y nos corresponde ser fiel a un@ mismo. oneliacpm2022@gmail.com

Abierto de lunes a sábado desde las 9:00 am hasta las 5:00 pm.

Para participar de actividades y/o recibir orientación, llámanos al 787-266-7252, (787) 380-6106.

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