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Mendoza

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Se reían

Se reían

MENDOZA

Está recostada y tierna bajo un sol caliente poderoso en la parte más alta, la más celeste y blanca al sur de la América Latina. Manos Huarpes, criollas, Europeas le tejieron el valle a puro valor, con zapa y reja lograron el milagro de sacarle vegetales a las rocas y con alambres, palas, postes diseñaron esa verde simetría donde cuelgan racimos y aceitunas año tras año.

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La cueca y la tonada eran secretos, antiguos secretos de la tierra, hasta que la guitarra, un día, tuvo que abrir su bocaza. Desde entonces Mendoza canta canta su valsecito propio zamba, gato, tango y rock.

Mendoza hace del vino su sangre principal y duradera, inflama sus manzanas sonrojadas, le devuelve al sol destellos de damascos amarillos. Gigantes de metal foráneo le chupan su sangre negra. hace mucho, mucho tiempo

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que Mendoza se desangra por sus venas abiertas del vino y el petróleo.

Del oeste hacia el oriente baja el agua elemental, de sur a norte también. Industria, movimiento, maquinaria telaraña de cables, torres, murallones de bodegas y junto al cerro y el río anda la gente pobre. Trabaja, busca trabajo pobre entre tanta riqueza.

Mendoza tiene una historia no muy distinta a la historia. Aquí el lagunero Huarpe cazó guanacos y pumas. Aquí anduvo San Martín, un muchacho macanudo, y su paso libertario tuvo adhesión mendocina y un marco tan imponente de grandeza y de bondad. Mendoza tiene un futuro no muy distinto al futuro. Está recostada y tierna en la parte más alta. En la parte más celeste y blanca al sur de la América Latina.

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