Heteropatriarcado y los Tres Pilares de la Supremacía Blanca Repansando la organización de las mujeres de color
ANDREA SMITH
“... para poder colonizar a las persons cuyas sociedades no están basadas en jerarquías sociales, los colonizadores deben primero naturalizar la jerarquía instituyendo el patriarcado. A su vez, el patriarcado descansa en un sistema binario de género en el que sólo existen dos géneros, uno dominando al otro.”
colección HEMOS DECIDIDO DEJAR DE IGNORAR ESTE HECHO / 4
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HEMOS DECIDIDO DEJAR DE IGNORAR ESTE HECHO / 4
es una frase de Frantz Fanon en Los condenados de la Tierra. Partimos de la necesidad de dejar de obviar ciertas dinรกmicas histรณricas y culturales en nuestras sociedades.
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El Heteropatriarcado y los Tres Pilares de la Supremacía Blanca Repensando las organizaciones de las mujeres de color.
Primer escenario Un grupo de mujeres de color se juntan para organizarse. Surge un debate sobre si las mujeres árabes deben o no ser incluidas. Algunas argumentan que las mujeres árabes son “blancas”, pues así han sido clasificadas por el censo en EEUU. Otro conflicto estalla sobre si las mujeres latinas son consideradas “mujeres de color”, ya que muchas de ellas son consideradas “blancas” en su país de origen, o “pasan” por blancas dentro de los Estados Unidos. Segundo escenario En una discusión sobre el racismo, alguanas personas argumentan que las personas nativcas sufren menos racismo que otras personas de color debido a que èstas no viven en barrios segregados dentro de los Estados Unidos. Además. Discute sobre cómo es posble que ahora se le permita a las tribus las apuestas basándose en la soberanía tribal. Tercer escenario Se desarrolla una campaña multiracial que involucra a distintas comunidades de color. Algunxs participantes dicen que se debe terminar el binarismo blanco/negro, y la hegemonía negra sobre las políticas sobre la gente de color, y caminar hacia un marco más “multicultural”. Sin
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embargo, esta campaña continúa utilizando estrategias y motivos culturales desarrollados en el movimiento negro por los derechos civiles en Estados Unidos. Estos incidentes, que suceden bastante a menudo dentro de las organizaciones de luchas políticas de mujeres o personas de color, generalmente se explican como una consecuencia de las “olimpiadas de opresiones”1. Esto es, un problema que tenemos es que estamos demasiado ocupadxs peleando por ver quien está más oprimidx. En este ensayo, quisiera argumentar que estos incidentes no son tanto el resultado de la “olimpiadas de opresiones”, sino que surgen del inadecuado marco de pensamiento desde el cual analizamos y trabajamos la política de “las mujeres de color” o de “la gente de color”. De manera general, la premisa detrás de la organización de “las mujeres de color” es que las mujeres de diversas comunidades, victimizadas por la supremacía blanca, deberían unirse alrededor de una opresión compartida. Este marco de pensamiento puede ser representado por un diagrama de cinco círculos que se superponen, como un digarama de Venn: mujer nativa, mujer negra, mujer árabe/musulmana, mujeres latinas, mujeres asiáticas, Este esquema ha mostrado ser limitado para la organización de mujeres y personas de color. En primer lugar, presupone que nuestras comunidades han sido impactadas por la supremacía blanca de la misma forma. Consecuentemente, asumimos que todas nuestras comunidades compartirán estrategias similares de 1 N. del T. “Opression olympics” es un término frecuentemente utilizado en inglés. Se refiere a lo que parecería una competencia por ver quién o quiénes están más oprimidxs, simplemente sumando factores de opresión e ignorando la interseccionalidad como metáfora.
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liberación. La realidad es, sin embargo, que nuestras estrategias muchas veces se contraponen y entran en conflicto. Por ejemplo, una estrategia que muchas de las comunidades de color nacidas en Estados Unidos adoptan para poder avanzar económicamente y salir de las comunidades empobrecidas es apuntarse al servicio militar volviéndose así cómplices de la opresión y colonización de comunidades en otros países. Mientras tanto, algunas personas de otras nacionalidades utilizan como estrategia mudarse a los Estados Unidos para avanzar económicamente, sin considerar su complicidad en los asentamientos en las tierras de las personas indígenas que fueron y aún son colonizadas por los Estados Unidos y otros países. Por lo tanto, adoptar otros esquemas o marcos de pensamiento puede resultar útil. Propongo un esquema diferente, al que llamo“Los Tres Pilares de la Supremacía Blanca”. Este marco no presupone que el racismo y la supremacía blanca se construyen y materializan de una sola manera; en cambio, la supremacía blanca se construye sobre lógicas separadas y distintas, aunque entrelazadas. Imagínense tres pilares, uno nombrado Esclavitud/Capitalismo, otro Genocidio/Colonialismo, y el último Orientalismo/Guerra, así como flechas que conectan estos tres pilares, manteniéndolos juntos y fuertes.
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ESCLAVITUD/CAPITALISMO Un pilar de la supremacía blanca es la lógica de la esclavitud. Como Sora Han, Jared Sexton y Angela P. Harris mencionan, esta lógica considera a las personas negras como inherentemente esclavizables – como nada más que una propiedad. Bajo esta lógica, la negritud se convierte en el equivalente a la posibilidad de esclavizar. Las formas de esclavitud pueden cambiar, y lo han hecho – ya sea por medio del sistema formal de esclavitud, la aparcería, o por medio del actual complejo industrial carcelario – pero la lógica misma continúa consistente. Esta lógica es el pilar del capitalismo. El sistema capitalista ultimadamente mercantiliza a todxs lxs trabajadorxs – la persona misma se convierte en un bien que uno debe vender en el mercado laboral mientras la ganancia que la persona genera se la lleva alguien más. Para mantener este sistema capitalista – que finalmente termina por mercantilizar a la mayoría de la gente – la lógica de la esclavitud aplica una jerarquía racial al sistema. Esta jerarquía les informa a las personas que mientras no sean negras tienen la oportunidad de escapar de dicha mercantilización impuesta por este sistema de muerte. Lo anterior lleva a las personas no negras a aceptar su suerte en la vida porque pueden sentir que al menos no se encuentran en la parte más baja de la jerarquía racial – al menos no son propiedad; al menos no son esclavizables. La lógica de la esclavitud puede ser vista claramente dentro del actual sistema industrial penitenciario (PIC) 2. Mientras que la PIC encarcela de manera general principalmente a personas de color, parece estar 2
N. de T. Por sus siglas en inglés: Prison Industrial Complex.
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estructurada primordialmente sobre un racismo antinegro3. Esto es, antes de la guerra civil la mayoría de las personas encarceladas eran blancas. Sin embargo, después de que aprobaran la tercera enmienda -que prohibía la esclavitud, exceptuando a las personas encarceladas – las personas negras anteriormente esclavizadas por medio del sistema de esclavitud fueron re-esclavizadas a través del sistema penitenciario. La gente negra que había sido propiedad de esclavistas se convirtió en propiedad del Estado, a través del sistema de gestión de conflictos. De tal manera, podemos ver la criminalización de lo negro como la extensión de la lógica de lo negro como propiedad.
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N. de T. Más del 60 por ciento de las personas en prisión en los Estados Unidos son ahora las minorías raciales y étnicas. No hay que olvidar que la cifras de nativos americanos ha incrementado significativamente en los últimos años (alrededor de un 27%). En South Dakota, el cuarto Estado con mayor población nativa, son el 60% de casos y sólo el 8.5% del total de la población. Sin embargo, las cifras y la estructuración del sistema industrial penitenciario tiene como centro a los cuerpos negros. Angela Davis menciona que el complejo carcelario se presenta como prueba de la institucionalidad del racismo. Presenta un evidente hilo rojo que conecta la historia de la institución de la esclavitud, la segregación racial y el sistema industrial-penitenciario como parte de la persistente estrategia desplegada desde la dimensión colonial del poder moderno. Sabemos que tras la abolición de la esclavitud el sistema carcelario sirvió para restringir legalmente la libertad de los ex-esclavizados.
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GENOCIDIO/COLONIALISMO Un segundo pilar de la supremacía blanca es la lógica del genocidio. Esta lógica sostiene que las personas indígenas deben desaparecer. De hecho, deben estar siempre desapareciendo para dar paso a que las personas no-indígenas puedan reclamar justamente sus tierras. A través de esta lógica, las personas no-indígenas pueden heredar justamente todo lo que era indígena – la tierra, los recursos, la espiritualidad o la cultura. Como Kate Shanley menciona, las personas nativas son una permanente “presencia ausente” en el imaginario colonial de Estados Unidos, una “ausencia” que refuerza a cada instante la convicción que las personas nativas están de hecho desapareciendo y que la conquista de las tierras nativas es justificable.4 Ella Shoat y Robet Stam describen esta ausencia como “un mecanismo represivo ambivalente que disminuye la ansiedad frente a lo indígena, cuya mera presencia es un recordatorio de lo precario de la base inicial del estado nación estadounidense... En una paradoja 4
N. de T. En muchos territorios de Argentina se ha generalizado la idea de que “no hay indios”. “Dispositivos estatales y científicos construidos sobre prejuicios civilizatorios, nacionalistas y racistas confluyen en una formación discursiva según la cual dicha extinción fue resultado de un proceso de mestizaje degenerativo (Rodriguez, E.)”. En el 2010 resonó una marcha por toda Argentina que llegó hasta Buenos Aires. Un compañero indígena menciona: "Los pueblos originarios queremos demostrar que no somos pasado, que existimos y hemos resistido más de 500 años y seguiremos resistiendo por nuestro derecho a ser" . En algunos países la negación de la existencia indígena resulta imposible. Un ejemplo de ello podría ser Bolivia. En este caso las feministas comunitarias hablan de la identificación con lo mestizo y ya no con lo indígena como una forma de perpetuar esta desaparición.
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temporal, los indios, vivos, fueron inducidos a “hacerse los muertos” para así presentar una narrativa de destino manifiesto en la que su papel era justo desaparecer.” Rayna Green desarrolla más esta idea y argumenta que el actual fenómeno “aspirante a indígena” está basado en una lógica genocida: las personas no-nativas se imaginan a sí mismas los herederas legítimas de todo aquello que antes pertenecía a los indios “desaparecidos”, así otorgándose la propiedad de la tierra.5 “La representación viviente del papel de indio por no-indios depende de la eliminación física y psicólogica, incluso de la muerte, de la población indígena real.6 En este sentido, la performance realizada, supuestamente desde un amor implícito por la población indígena, es realmente el anverso de otro fenómeno cultural bien conocido, “el odio al indígena”, que muy a menudo se expresa en otro performance moral llamado “genocidio”. Después de todo, por qué necesitarían los no-nativos hacer el papel de indígena -que muchas veces incluye actos de apropiación espiritual y robo de tierras – si pensaran que los indígenas aún están vvos y que son perfectamente capaces de representarse ellxs mismxs. El pilar del genocidio sirve como anclaje del colonialismo – es parte de lo que permite a las personas no-nativas sentirse con el derecho de tomar las tierras de los pueblos originarios. Está bien tomar sus tierras pues éstos han desaparecido.7 5
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N. de T. Es importante también tomar en cuenta que la presencia y cosmovisión indígena plantea modos de uso y apropiación de la tierra que no permiten la explotación que es base del sistema capitalista. La interacción entre cuerpo-territorio y la comunidad plantean otra forma de relacionarse con el consumo y la tierra. N. de T. Estas representaciones se llevan a cabo especialmente en día de acción de gracias. N. de T. Aquí se puede ver la interacción de estos pilares. La
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ORIENTALISMO/GUERRA Un tercer pilar de la supremacía blanca es la lógica del orientalismo. Este término fue definifido por Edward Said como el proceso occidental de nombrarse, definirse como una civilización superior que se construye en oposición de un otro “exótico” inferior, “oriente”. (Uso el término “orientalismo” más ampliamente, no sólo para significar lo que históricamente ha sido nombado como Oriente o Asia.). La lógica orientalista marca a ciertas personas o naciones como inferiores y como amenaza constante para el bienestar del imperio. A estas personas se les ve aún como “civilizaciones” - por el hecho de que no son propiedad, ni están “desaparecidxs” - sin embargo, se verán siempre como extranjerxs que amenazan permanentemente al imperio. Esta lógica es evidente en los movimientos antimigración dentro de los Estados Unidos que tienen como foco principal a lxs inmigrantes de color. No importa cuánto tiempo vivan dichos inmigrantes en Estados Unidos, generalmente son marcados como amenaza extranjera, particularmente durante periodos de guerra. De esta manera, el orientalismo sirve como fundamento para la guerra, pues permite justificarla con la lógica de necesidad de protección contra “los enemigos” de Estados Unidos. Por ejemplo, los Estados Unidos se sienten con el derecho de utilizar esta lógica para justificar la realización posibilidad de matar vidas, de cometer este genocidio depende de la noción de una jerarquía, del poder postualar unas vidas como vidas desechables. Permite que volteemos la cabeza mientras un genodicio mundial continúa avanzando en el mar Meditárraneo, en las tierras del sureste mexicano, en Oaxaca, Honduras, Chile, Argentina y muchos otros territorios víctimas del despojo y masacre capitalista colonial.
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de perfiles raciales a árabes americanos como parte de la estrategia de la “guerra contra el terror”. El orientalismo también permite a los Estados Unidos defender la lógica de la esclavitud y el genocidio, pues estas prácticas permiten que este país sea lo “suficientemente fuerte” para luchar estas guerras constantes. Lo que queda claro, entonces, es lo que afirma Sora Han -Los Estados Unidos no están en guerra, los Estados Unidos son la guerra. Para que el sistema de supremacía blanca siga en pie, Estados Unidos debe permanecer siempre en guerra. Debido a que estamos situados bajo diferentes lógicas dentro de la supremacía blanca, es posible que no comprendamos bien la dinámica racial si de manera simplista queremos explicar una lógica con otra. Por ejemplo, pensemos en el primer escenario retratado más arriba: si simplemente descartamos a las personas latinas o árabes como “blancas”, fallamos en entender cómo la lógica racial orientalista está operando. Es decir, latinxs y árabes están generalmente situadxs en una jerarquía racial que les da privilegios sobre las personas negras. Sin embargo, mientras que la lógica orientalista puede otrogarles algunos privilegios raciales, aún así están catalogados como inferiores y como amenza de la “civilización” blanca estaounidense o europea. Su privilegio no es señal de una asimilación a la “civilización” dominante, sino marca de perpetua amenaza del orden mundial imperante.
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ORGANIZANDO LAS IMPLICANCIAS Bajo el viejo modelo dominante, aún potente, las persons de color se organizan bajo la noción de un victimismo compartido. En el modelo que se acaba de presentar, sin embargo, vemos que somos víctimas de la supremacía blanca pero, al mismo tiempo, cómplices de ella. Nuestras estrategias de sobrevivencia y resistencias a la ella están dadas por el sistema mismo de supremacía blanca. Lo que nos atrapa dentro de los pilares particulares de la supremacía que cada unx habita es que somos seducidxs con el prospecto o la idea de poder participar en los otros pilares. Por ejemplo, a todas las personas nonativas se les promete la posibilidad de unirse al proyecto colonial de ocupación de los territorios indígenas. A todas las personas que no son negras se les promete que, si acatan el orden establecido, no estáran hasta abajo de la jerarquía racial. Y a lxs negrxs, indígenas, latinxs y asiáticxs se les promete que avanzarán económica y políticamente si se unen a las guerras estadounidenses para esparcir la “democracia”. De esta manera, las personas de color deben organizarse sobre la premisa de construir alianzas etratégicas lxs unxs con lxs otrxs basadas en el lugar que ocupan dentro de la más amplia política económica. Así por ejemplo, lxs indígenas que se están organizando en contra de las prácticas coloniales y genocidas tendrán una lucha más efectiva si también se organizan en contra de la militarización gringa y europea, de manera específica en contra del reclutamiento de personas indígenas para apoyar las guerras imperiales de Estados Unidos. Si intentamos terminar con las prácticas coloniales en casa pero
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apoyamos el imperio estadounidense al unirnos al ejército, estamos fortaleciendo la habilidad del Estado para llevar a cabo sus políticas genocidas contra la gente de color en Estados Unidos y alrededor de todo el mundo. De esta manera, nuestras alianzas no estarían únicamente basadas en opresiones compartidas, sino también en aquellos casos en que somos cómplices de las opresiones de otrxs. Estos acercamientos pueden ayudarnos a desarrollar estrategias de resistencia que no mantienen el sistema en su lugar de forma inadvertida para todxs nosotrxs, sino que nos dejan a todxs con nuestras responsabilidades claras. En todos estos casos tendríamos que revisar nuestras aspiraciones y contrastarlas con las aspraciones de otras comunidades para asegurarnos de que nuestro modelo de liberación no se convierta en el modelo de opresión de otrxs. Estas prácticas requieren que estemos más atentos y vigilantes a cómo hemos internalizado algunas de las lógicas de opresión en nuestras propias prácticas organizativas. Por ejemplo, mucha de la organización por la justicia racial dentro de los Estados Unidos se ha articulado dentro del marco de los derechos civiles que buscan igualdad ante la ley. Lo que se está asumiendo, tras esta forma de organización, es que los Estados Unidos sostiene una democracia con algunas fallas pero que, fuera de estas, es admirable. A pesar de que ha esclavizado a tres quintas partes de la población, la constitución de los Estados Unidos se presenta como un documento modelo desde el cual construir una democracia próspera. Sin embargo, como remarca Luana Ross, nunca ha sido contra la ley estadoundiense cometer genocidio en contra de las personas indígenas – de hecho el genocidio es la ley del
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país. Los Estados Unidos no podrían existir sin él. En este país la democracia es, de hecho, la coartada del genocidio – es la práctica que encubre el control sobre los territorios indígenas. Nuestras formas de organizarnos pueden reflejar también racismo anti-negro. Recientemente, con el sobrecrecimiento del “multiculturalismo” han habido llamados para “ir más allá del binarismo blanco/negro” e incluir otras comunidades de color en nuestro análisis, así como fue presentado en el tercer escenario al principio de este texto. Hay un sinnúmero de fallas en este análisis. Primero, reemplaza un análisis de la supremacía blanca con una política de representación multicultural; si solo incluimos a más personas, entonces nuestras prácticas serán menos racistas. Esto sencillamente no es verdad. Este modelo no toca de ninguna manera ni alude en lo absoluto a la estructura que fundamenta la supremacía blanca por medio de estas lógicas diversas de esclavitud, genocidio y orientalismo. En segundo lugar, oculta la centralidad de la esclavitud dentro de este sistema, el cual está basado en el binomio blanco/negro. El binomio blanco/negro no es el único que caracteriza a este sistema, pero es uno que aún es central, por lo que no podemos ir “más allá” de él en nuestros esfuerzos de organizarnos por la justicia racial. Si no vemos cómo la lógica de lo esclavizable es una inflexión en nuestra sociedad y en nuestra forma de pensar, será obviada en nuestro trabajo. Por ejemplo, otras comunidades de color en muchas ocasiones se apropian del trabajo cultural y de las estrategias organizativas del movimiento de derechos civiles de los afroamericanos y del movimiento de las Panteras Negras sin asumir que debemos estar también en solidaridad con las comunidades negras.
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Asumimos que el trabajo que se ha hecho es “propiedad” común de todos los grupos oprimidos y que podemos apropiarnos de él sin asumir la responsabilidad correspondiente. Angela P. Harris y Juan Perea debaten sobre la inutilidad del binomio blanco/negro en Critical Race Tehory (Teoría Crítica de raza). Perea argulle que este binomio no posibilita incluir las experiencias de otras personas de color. Sin embargo, Perea falla en identificar lógicas raciales alternativas al paradigma blanco/negro. Mientras tanto, Angela P. Harris argumenta que “la historia misma de la 'raza' es aquella de la construcción de la negritud y la blanquitud. En esta historia, indígenas, asiáticxs, y latinxs sí existen, pero sus roles son adicionales a este drama nacional del binomio fundamental. Como reclamo político, el excpecionalismo negro expone la desconfanza profunda y la tensiones entre grupos étnicos estadounidenses racializados como no blancos.” Hay que examinar estas afirmaciones en relación las unas con las otras. Decir simplemente que necesitamos movernos más allá del binomio blanco/negro (o quizás, del binomio negro/no negro) al pensar el racismo estadounidense ofusca y oculta lal lógica esclavisca, previniendo así que veamos que ese binomio hace constituir lo negro como el eslabón más bajo de la jerarquía racial de color. Sin embargo, este no es el único binomio que fundamenta la supremacía blanca. También existe un binarismo indígena/colono, donde el genocidio indígena es central a la lógica supremacista y otros grupos no indígenas de color tienen roles adicionales a esta lógica central. También nos enfrentamos a otra lógica que
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fundamentalmente constituye a lxs asiáticxs, árabes y latinxs como amenazas, lo que requiere que los Estados Unidos estén en constante guerra con estas poblaciones. En esta construcción, lxs negrxs e indígenas juegan papeles adicionales a esta lógica central. Es evidente que el binomio blanco/negro es central al pensamiento político y racial en las prácticas estadounidenses, y cualquier intento por entender la supremacía blanca debe tomarlo en cuenta. Sin embargo, si nos fijamos sólo en este binomio, podemos malinterpretar las dinámicas supremacistas en diferentes contextos y la profundidad desde la que actúa. Un ejemplo de esto es el análisis que hace Harris, teórico de la Teoría Crítica de la Raza (CRT por sus siglas en inglés), quien argulle que las personas blancas tienen un interés de privilegios en la preservación de la blanquitud, y buscan que aquellos “manchados” por sangre negra o indígena sean privados de estos privilegios. Harris simplemente asume que las posiciones que ocupan los afroamericanos e indígenass americanos son las mismas, fallando en considerar las políticas gringas de asimilación forzada e imposición de blanquitud en la población indígena. Estas políticas están tan encarnadas que cuando las personas nativas hacen reclamos políticos se les acusa de ser blancas. Cuando se llevó a cabo el desplazamiento forzoso de los indios cheroquis por el Sendero de las Lágrimas, ejecutado por el presidente Andrew Jackson, éste argumentaba que quienes no querían ser despalzados eran en realidad blancos. En tiempos más recientes, 1980, fui testigo del proceso que llevaron a cabo los pescadores Chippewa para lograr que se respetaran los tratados que protegen su derecho a la pesca, uno de las difamaciones más comunes que los blancos
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lanzaban contra estas poblaciones era que tenían padres o madres blancxs, o que eran en realidad blancxs ellxs mismxs. La diferencia de estatus entre negrxs y nativxs se ve en las distintas posiciones económicas que ocupan en la sociedad estadounidense. Lxs afroamericanxs han sido tradicionalmente valoradxs por su trabajo, así que el interés de la sociedad dominante es marcar a la mayor cantidad de personas posibles como “negrxs”, y mantener así una cuantiosa mano de obra barata; en contraste, lxs nativxs americanxs han sido valoradvs por sus tierras, así que el interés está en marcar como “indígienas” al menor número de personas posibles 8, y así facilitar el acceso a sus tierras. La “blanquitud” opera de manera distinta bajo la lógica del genocidio que bajo la lógica esclavista. Otra falla de la organización de gente de color en los Estados Unidos es que muchas veces caemos en el eeuucentrismo, creyendo que lo que pasa “por allá” es menos importante de lo que pasa aquí. Fallamos en ver cómo los Estados Unidos mantienen este sistema de opresión precisamente atando nuestras alianzas a los interés del imperio “por allá” 8
N. de T. Quizás sea pertinente reflexionar sobre los países cuya población indígena es mayor, mientras que la presencia afro es menos visible. En muchos países como Bolivia y México no hay una aceptación y reconocimiento abierto sobre la existencia de poblaciones afrodescendientes. Por ejemplo, Morelos, héroe nacional en México, tenía ascendencia africana y no es retratado con rasgos negros. La invisibilización de lo negro en muchos países de América Latina sería interesante de analizar. Hay que tomar en cuenta que el discurso sobre la nación se construye sobre lo mestizo, borrando lo indígena o folklorizándolo como un pasado remoto o como aquellas partes consideredas las más atrasadas. Sin embargo, en muchos países no hay ningún reconocimiento hacia las comunidades afro
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EL HETEROPATRIARCADO Y LA SUPREMACÍA BLANCA El heteropatriarcado es el pilar fundamental del imperio estadounidense. De hecho, es el pilar fundamental del estado-nación como forma de gobierno. La derecha cristiana hace estos vínculos en su análisis del imperialismo y el imperio. Por ejemplo, el activisita y fundador de “Prison Fellowship Charles Colson” hace una conexión entre la homosexualidad y el estado-nación en su análisis sobre la guerra contra el terrorismo, explicando que una de las razones del terrorismo es el matrimonio entre personas del mismo sexo: El matrimonio es la pieza fundamental de la sociedad humana, tiene la intención de unir parejas y traer niños al mundo... Hay un orden moral natural de la familia... La familia, dirigida por una madre y un padre que están casados, es la mejor estructura disponible para criar niños y para mantener una cultura saludable. El matrimonio no es una institución privada diseñada únicamente para la gratificación individual de sus participantes. Si fallamos en promulgar una enmienda federal del matrimonio, podemos esperar no sólo más divorcios y matrimonios rotos, sino también más criminales tras las rejas y caos en nuestras calles.
Colson está vinculando el bienestar del imperio estadounidense con el bienestar de la familia heteropatriarcal. Continúa, Cuando islamitas radicales ven a mujeres estadounidenses abusando de hombres musulmanes, como lo hicieron en la cárcel de Abu Ghraib, y cuando ven los titulares de matrimonios de parejas del mismo
20 sexo en los pueblos de Estados Unidos, estamos convirtiendo esta clase de libertad en algo abominable – del tipo que ven como una mancha en la creación de Alá. Debemos preservar el matrimonio tradicional para proteger a los Estados Unidos de aquellos que usarían nuestra propia depravación para destruirnos.
Como Ann Burlei argumenta en Lift High the Cross, puede ser un error pensar que la meta de la política de la derecha cristiana es crear una teocracia en los Estados Unidos. En lugar de esto, su política trabaja a través de la familia privada (la cual está codificada como blanca, patriarcal y de clase media) para crear una “América Cristiana”. Ella apunta a que la inversión en la familia privada dificulta que las personas inviertan en tras formas públicas de conexión social. Además, la inversión en los suburbios de las familias privadas sirve para ocultar la desinversión pública en zonas urbanas que hacen que el estilo de vida de los suburbios sea posible. La decadencia social en las zonas urbanas que resulta de esta desinversión, es luego interpretada como el resultado de la desviación del ideal de familia cristiana en lugar de entenderlo como el resultado de fuerzas políticas y económicas. Como antiguo líder de la Coalición Cristiana, Ralph Reed declara: “La única verdadera solución al crimen es la restauración de la familila”. Y: “La ruptura familiar causa pobreza”. Burlein concluye: “'La familia' no es una mera metáfora, sino una tecnología crucial por medio de la cual el poder moderno es producido y ejercido.” Como he argumentado en otros lugares, para poder colonizar a las persons cuyas sociedades no están basadas en jerarquías sociales, los colonizadores deben primero naturalizar la jerarquía instituyendo el patriarcado. A su
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vez, el patriarcado descansa en un sistema binario de género en el que sólo existen dos géneros, uno dominando al otro. En consecuencia, Charles Colson tiene razón cuando dice que el orden mundial colonial depende de la heteronorma. Así como los patriarcas gobiernan sobre la familia, las elites del estado-nación gobiernan a sus ciudadanos. Cualquier lucha de liberación que no reta a la heteronormatividad no puede retar sustancialmente al colonialismo o a la supremacía blanca. En lugar de ello, como sostiene Cathy Cohen, estas luchas mantendrán el colonialismo basándose en una política de marginalización secundaria donde las elites de estos grupos mantendrán y alcanzarán sus aspiraciones y “liberaciones” sobre las espaldas de aquellos más marginalizados dentro de la comunidad. A través de este proceso de marginalización secundario, la lucha por la justicia racial asume, implícita o explícitamente, el modelo de estado-nación como horizonte – un modelo de gobernabilidad en el que las elites gobiernan al resto por medio de la violencia y la dominación, así como bajo un modelo de “exclusión” de aquellos que se consideran no pertenecientes a la “nación”. Así, la política de liberación nacional es menos vulnerable a ser cooptada cuando la basamos en un modelo de liberación que reta desde la raíz la idea – concepto de nación. Necesitamos un modelo basado en relaciones comunitarias y de respeto mutuo.
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CONCLUSIÓN La organización de mujeres de color centró la agenda política de género dentro de las luchas antiracistas y anticoloniales. Desafortunadamente, en nuestros esfuerzos por organizarnos en contra de la América Cristiana Blanca, las luchas por justicia racial generalmente articulan un nacionalismo heteropatriarcal racial equivalente. Es decir, este modelo de organización tiene como meta ya sea asimilare dentro de esa América Blanca o replicar la jerarquía y opresión dentro de un nacionalismo racial donde las elites de la comunidad gobiernarían sobre todxs lxs demás. Muchas veces estas luchas hacen un llamado en la importancia de preservar a la “familia negra” o a la “familia indígena” como bastión del proyecto nacionalista, la familia concebida desde términos capitalistas y heteropatriarcales. En varias ocasiones se llega a un incremento de la homofobia, y las mujeres lesbianas y los hombres homosexuales son vistxs como “amenazas” a la familia. Pero quizás lo que tengamos que hacer es cuestionar el concepto de “familia”. Quizás, en cambio, podamos reconstruir maneras alternativas de vivir juntxs en donde “las familias” no sean vistas como islas apartadas. Ciertamente, las comunidades indígenas no estaban organizadas sobre la base de una estructura familiar nuclear – esto es el resultado del colonialismo, no la respuesta a él. Al proponer este modelo, estoy hablando desde mi particular posición dentro de las luchas indígenas. Otras personas podrían desarrollar estas lógicas de manera más completa desde diferentes perspectivas – quizás posiciones más privilegiadas para dicho análisis. Otrxs argumentarán
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que faltan otras lógicas que estructuran y mantienen la supremacía blanca. Aún hay quienes podrían complejizar la forma de inter-relación de los pilares expuestos. Veo esto como un punto de partida para la organización de las mujeres de color que nos permitirá resignificar una política de solidaridad que va más allá del multiculturalismo, y así poder desarrollar estrategias más complejas que puedan realmente transformar el orden político y económico, el statu quo en su conjunto.
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Andrea Smith se define como Cherokee, es una activista nativo americana y académica de estudios culturales en la Universidad de California. Es co-fundadora del proyecto INCITE! Mujeres de color contra la violencia. Se conviritió en un personaje controvertido cuando se le denunció de no ser realmente Cherokee.
Este texto aparece originalmente como un capítulo del libro “El Color de la Violencia: la antología INCITE!” que busca cambiar el foco de la violencia doméstica y el acoso sexual hacia la violencia estatal, la vigilancia y la represión de las personas de color, incluyendo estrategias de resistencia y la construcción de movimientos. Fue traducido por las pensaré desde las montañas del sureste mexicano.
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es una frase de Frantz Fanon en Los condenados de la Tierra. Partimos de la necesidad de dejar de obviar ciertas dinรกmicas histรณricas y culturales en nuestras sociedades.