La lucha es una grieta en el muro del sistema

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LA LUCHA ES UNA GRIETA EN EL MURO DEL SISTEMA Selección de textos sobre Los muros, La tormenta, y las grietas de abajo y a la izquierda (como método zapatista)

Subcomandante Moisés Subcomandante Marcos Subcomandante Galeano EZLN

pensaré 3


El texto ha sido maquetado utilizando software libre usando las tipografías Linux Libertine y Jauría (de Pablo Marchant). Textos publicados originalmente en enlacezapatista.org.mx Parte del dinero obtenido a través de esta edición está dedicada a la lucha de los pueblos originarios y los colectivos migrantes. Los grabados fueron cedidos por Mario Martínez. Maestro, compañero y luchador del Taller Grieta Negra (México)

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Huixtan Planeta tierra Marzo 2017

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1994. Chiapas: el sureste en dos vientos, una tormenta y una profecĂ­a/7 + 2017. Los muros arriba, las grietas abajo (y a la izquierda)/35 + 2015. El Muro y la Grieta. Primer Apunte sobre el MĂŠtodo Zapatista/49

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CHIAPAS: EL SURESTE EN DOS VIENTOS, UNA TORMENTA Y UNA PROFECÍA 27 enero 1994 Muy estimados señores: Ahora que Chiapas nos reventó en la conciencia nacional, muchos y muy variados autores desempolvan su pequeño Larousse ilustrado, su México desconocido, sus diskets de datos estadísticos del Inegi o el Fonhapo o hasta los textos clásicos que vienen desde Bartolomé de las Casas. Con el afán de aportar a esta sed de conocimientos sobre la situación chiapaneca, les mandamos un escrito que nuestro compañero Sc. I. Marcos realizó a mediados de 1993 para buscar que fuera despertando la conciencia de varios compañeros que por entonces se iban acercando a nuestra lucha. Esperamos que este material se gane un lugar en alguna de las secciones o suplementos que conforman su prestigiado diario. Los derechos de autor pertenecen a los insurgentes, los cuales se sentirán retribuidos al ver algo de su historia circular a nivel nacional. Tal vez así otros compañeros se animen a escribir sobre sus estados y localidades esperando que otras profecías al igual que la chiapaneca también se vayan cumpliendo. Departamento de Prensa y Propaganda, EZLN Selva Lacandona, México, enero de 1994

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Viento primero El de arriba Que narra cómo el supremo gobierno se enterneció de la miseria indígena de Chiapas y tuvo a bien dotar a la entidad de hoteles, cárceles, cuarteles y un aeropuerto militar. Y que narra también cómo la bestia se alimenta de la sangre de este pueblo y otros infelices y desdichados sucesos. Suponga que habita usted en el norte, centro u occidente del país. Suponga que hace usted caso de la antigua frase de Sectur de “Conozca México primero”. Suponga que decide conocer el sureste de su país y suponga que del sureste elige usted al estado de Chiapas. Suponga que toma usted por carretera (llegar por aire a Chiapas no sólo es caro sino improbable y de fantasía: sólo hay dos aeropuertos “civiles” y uno militar). Suponga que enfila usted por la carretera Transístmica. Suponga que no hace usted caso de ese cuartel que un regimiento de artillería del ejército federal tiene a la altura de Matías Romero y sigue usted hasta la Ventosa. Suponga que usted no advierte la garita que el Servicio de Inmigración de la Secretaría de Gobernación tiene en ese punto (y que hace pensar que uno sale de un país y entra en otro). Suponga que usted gira a la izquierda y toma decididamente hacia Chiapas. Kilómetros más adelante dejará usted Oaxaca y encontrará un gran letrero que reza “BIENVENIDO A CHIAPAS”. ¿Lo encontró? Bien, suponga que sí. Usted entró por una de las tres carreteras que hay para llegar al estado: por el norte del estado, por la costa del Pacífico y por esta carretera que usted supone haber tomado, se llega a este rincón del sureste desde el resto del país. Y la riqueza sale de estas tierras no sólo por estas tres carreteras. 8


Por miles de caminos se desangra Chiapas: por oleoductos y gasoductos, por tendidos eléctricos, por vagones de ferrocarril, por cuentas bancarias, por camiones y camionetas, por barcos y aviones, por veredas clandestinas, caminos de terracería, brechas y picadas; esta tierra sigue pagando su tributo a los imperios: petróleo, energía eléctrica, ganado, dinero, café, plátano, miel, maíz, cacao, tabaco, azúcar, soya, sorgo, melón, mamey, tamarindo y aguacate, y sangre chiapaneca fluye por los mil y un colmillos del saqueo clavados en la garganta del sureste mexicano. Materias primas, miles de millones de toneladas que fluyen a los puertos mexicanos, a las centrales ferroviarias, aéreas y camioneras, con caminos diversos: Estados Unidos, Canadá, Holanda, Alemania, Italia, Japón; pero con el mismo destino: el imperio. La cuota que impone el capitalismo al sureste de este país rezuma, como desde su nacimiento, sangre y lodo. Un puñado de mercaderes, entre los que se cuenta el Estado mexicano, se llevan de Chiapas toda la riqueza y a cambio dejan su huella mortal y pestilente: el colmillo financiero obtuvo, en 1989, una captación integral de un millón 222 mil 669 millones de pesos y sólo derramó en créditos y obras 616 mil 340 millones. Más de 600 mil millones de pesos fueron a dar al estómago de la bestia. En las tierras chiapanecas hay 86 colmillos de Pemex clavados en los municipios de Estación Juárez, Reforma, Ostuacán, Pichucalco y Ocosingo. Cada día succionan 92 mil barriles de petróleo y 516.7 mil millones de pies cúbicos de gas. Se llevan el gas y el petróleo y dejan, a cambio, el sello capitalista: destrucción ecológica, despojo agrario, hiperinflación, alcoholismo, prostitución y pobreza. La bestia no está conforme y extiende sus tentáculos a la selva 9


Lacandona: ocho yacimientos petrolíferos están en exploración. Las brechas se abren a punta de machetes, los empuñan los mismos campesinos que quedaron sin tierra por la bestia insaciable. Caen los árboles, retumban las explosiones de dinamita en terrenos donde sólo los campesinos tienen prohibido tumbar árboles para sembrar. Cada árbol que tumben les puede costar una multa de 10 salarios mínimos y cárcel. El pobre no puede tumbar árboles, la bestia petrolera, cada vez más en manos extranjeras, sí. El campesino tumba para vivir, la bestia tumba para saquear. También por el café se desangra Chiapas. El 35% de la producción nacional cafetalera sale de estas tierras que emplean a 87 mil personas. El 47% de la producción va al mercado nacional y el 53% se comercializa en el extranjero, principalmente en Estados Unidos y Europa. Más de 100 mil toneladas de café salen del estado para engordar las cuentas bancarias de la bestia: en 1988 el kilo de café pergamino se vendió en el extranjero a un promedio de 8 mil pesos, pero al productor chiapaneco se lo pagaron a 2 mil 500 ó a menos. El segundo saqueo en importancia, después del café, es el ganado. Tres millones de vacas esperan a coyotes y un pequeño grupo de introductores para ir a llenar los frigoríficos de Arriaga, Villahermosa y el Distrito Federal. Las vacas son pagadas hasta en mil 400 pesos el kilo en pie a los ejidatarios empobrecidos, y revendidos por coyotes e introductores hasta en 10 veces multiplicado el valor que pagaron. El tributo que cobra el capitalismo a Chiapas no tiene paralelo en la historia. El 55 por ciento de la energía nacional de tipo hidroeléctrico proviene de este estado, y aquí se produce el 20 por ciento de la energía eléctrica total de 10


México. Sin embargo, sólo un tercio de viviendas chiapanecas tienen luz eléctrica. ¿A dónde van los 12 mil 907 gigawatts que producen anualmente las hidroeléctricas de Chiapas? A pesar de la moda ecológica, el saqueo maderero sigue en los bosques chiapanecos. De 1981 a 1989 salieron 2 millones 444 mil 700 metros cúbicos de maderas preciosas, coníferas y corrientes tropicales con destino al Distrito Federal, Puebla, Veracruz y Quintana Roo. En 1988 la explotación maderera dio una ganancia de 23 mil 900 millones de pesos, 6 mil por ciento más que en 1980. La miel que se produce en 79 mil colmenas del estado va íntegramente a los mercados de EU y Europa. 2 mil 756 toneladas de miel y cera producidas anualmente en el campo se convierten en dólares que los chiapanecos no verán. Del maíz, más de la mitad producida aquí va al mercado nacional. Chiapas está entre los primeros estados productores a nivel nacional. El sorgo, en su mayoría, va a Tabasco. Del tamarindo el 90 por ciento va al DF y a otros estados. El aguacate en dos tercios se comercializa fuera del estado, el mamey en su totalidad. Del cacao el 69 por ciento va al mercado nacional y 31 por ciento al exterior con destino a EU, Holanda, Japón e Italia. La mayor parte de las 451 mil 627 toneladas anuales de plátanos se exportan. ¿Qué deja la bestia a cambio de todo lo que se lleva? Chiapas posee 75 mil 634.4 kilómetros cuadrados, unos 7.5 millones de hectáreas, ocupa el octavo lugar en extensión y tiene 111 municipios organizados para el saqueo en nueve regiones económicas. Aquí se encuentra, del total nacional, el 40 por ciento de las variedades de plantas, el 36 por ciento 11


de los mamíferos, el 34 por ciento de los anfibios y reptiles, el 66 por ciento de las aves, el 20 por ciento de los peces de agua dulce y el 80 por ciento de las mariposas. El 9.7 por ciento de la lluvia de todo el país cae sobre estas tierras. Pero la mayor riqueza de la entidad son los 3.5 millones de chiapanecos, de los cuales las dos terceras partes viven y mueren en el medio rural. La mitad de los chiapanecos no tienen agua potable y dos tercios no tienen drenaje. El 90 por ciento de la población en el campo tiene ingresos mínimos o nulos. La comunicación es una grotesca caricatura para un estado que produce petróleo, energía eléctrica, café, madera y ganado para la bestia hambrienta. Sólo las dos terceras partes de las cabeceras municipales tienen acceso pavimentado, 12 mil comunidades no tienen más comunicación que los centenarios caminos reales. La línea del ferrocarril no sigue las necesidades del pueblo chiapaneco sino las del saqueo capitalista desde el tiempo del porfirismo. La vía férrea que sigue la línea costera (sólo hay dos líneas: la otra atraviesa parte del norte del estado) data de principios de siglo y su tonelaje es limitado por los viejos puentes porfiristas que cruzan las hidrovenas del sureste. El único puerto chiapaneco, Puerto Madero, es sólo una puerta más de salida para que la bestia saque lo que roba. ¿Educación? La peor del país. En primaria, de cada 100 niños 72 no terminan el primer grado. Más de la mitad de las escuelas no ofrecen más que al tercer grado y la mitad sólo tiene un maestro para todos los cursos que imparten. Hay cifras muy altas, ocultas por cierto, de deserción escolar de niños indígenas debido a la necesidad de incorporar al niño a la explotación. En cualquier comunidad indígena es común 12


ver a niños en las horas de escuela cargando leña o maíz, cocinando o lavando ropa. De 16 mil 58 aulas que había en 1989, sólo mil 96 estaban en zonas indígenas. ¿Industria? Vea usted: el 40 por ciento de la “industria” chiapaneca es de molinos de nixtamal, tortillas y de muebles de madera. La gran empresa, el 0.2 por ciento, es del Estado mexicano (y pronto del extranjero) y la forman el petróleo y la electricidad. La mediana industria, el 0.4 por ciento está formada por ingenios azucareros, procesadora de pescados y mariscos, harina, calhidra, leche y café. El 94.8 por ciento es microindustria. La salud de los chiapanecos es un claro ejemplo de la huella capitalista: un millón y medio de personas no disponen de servicio médico alguno. Hay 0.2 consultorios por cada mil habitantes, cinco veces menos que el promedio nacional. Hay 0.3 camas de hospital por cada mil chiapanecos, tres veces menos que en el resto de México; hay un quirófano por cada 100 mil habitantes, dos veces menos que en el país; hay 0.5 médicos y 0.4 enfermeras por cada mil personas, dos veces menos que el promedio nacional. Salud y alimentación van de la mano en la pobreza. El 54 por ciento de la población chiapaneca está desnutrida y en la región de los altos y selva, este porcentaje de hambre supera el 80 por ciento. El alimento promedio de un campesino es: café, pozol, tortilla y frijol. Todo esto deja el capitalismo en pago por lo que se lleva. Esta parte del territorio mexicano que se anexa por voluntad propia a la joven república independiente en 1824, apareció en la geografía nacional hasta que el boom petrolero recordó a la nación que había un sureste (en el sureste está el 82 por 13


ciento de la capacidad instalada de la planta petroquímica de Pemex); en 1990 las dos terceras partes de la inversión pública en el sureste fue para energéticos. Pero este estado no responde a modas sexenales, su experiencia en saqueo y explotación se remonta desde siglos atrás. Igual que ahora, antes fluían a las metrópolis, por las venas del saqueo, maderas y frutas, ganados y hombres. A semejanza de las repúblicas bananeras pero en pleno auge del neoliberalismo y las “revoluciones libertarias”, el sureste sigue exportando materias primas y mano de obra y, como desde hace 500 años, sigue importando lo principal de la producción capitalista: muerte y miseria. Un millón de indígenas habitan tierras y comparten con mestizos y ladinos una desequilibrada pesadilla: aquí su opción, después de 500 años del “encuentro de dos mundos”, es morir de miseria o de represión. El programa de optimización de la pobreza, esa pequeña mancha de social democracia que salpica ahora al Estado mexicano y que con Salinas de Gortari lleva el nombre de Pronasol es una caricatura burlona que cobra lágrimas de sangre a los que, bajo estas lluvias y soles, se desviven. ¡¡Bienvenido!!… Ha llegado usted al estado más pobre del país: Chiapas. Suponga que sigue usted manejando y de Ocosocoautla baja usted a Tuxtla Gutiérrez, capital del estado. No se detenga mucho; Tuxtla Gutiérrez es sólo una gran bodega que concentra producción de otras partes del estado. Aquí llega parte de la riqueza que será enviada a donde los designios capitalistas decidan. No se detenga, apenas toca usted los labios de las fauces sangrantes de la fiera. Pase usted por Chiapas de Corzo sin hacer caso de la fábrica que Nestlé 14


tiene ahí, y empiece a ascender la sierra. ¿Qué ve? Está en lo cierto, entró usted a otro mundo: el indígena. Otro mundo, pero el mismo que padecen millones en el resto del país. Este mundo indígena está poblado por 300 mil tzeltales, 300 mil tzotziles, 120 mil choles, 90 mil zoques y 70 mil tojolabales. El supremo gobierno reconoce que “sólo” la mitad de este millón de indígenas es analfabeta. Siga por la carretera sierra adentro llega usted a la región llamada los altos de Chiapas. Aquí, hace 500 años el indígena era mayoritario, amo y señor de tierras y aguas. Ahora sólo es mayoritario en número y pobreza. Siga, lléguese hasta San Cristóbal de las Casas, hace 100 años era la capital del estado pero las pugnas interburguesas le quitaron el dudoso honor de ser capital del estado más pobre de México. No, no se detenga, si Tuxtla Gutiérrez es una gran bodega, San Cristóbal es un gran mercado: por miles de rutas llega el tributo indígena al capitalismo, tzotziles, tzeltales, choles, tojolabales y zoques, todos traen algo: madera, café, ganado, telas, artesanías, frutas, verduras, maíz. Todos se llevan algo: enfermedad, ignorancia, burla y muerte. Del estado más pobre de México, ésta es la región más pobre. Bienvenido a San Cristóbal de las Casas “Ciudad Colonial” dicen los coletos, pero la mayoría de la población es indígena. Bienvenido al gran mercado que Pronasol embellece. Aquí todo se compra y se vende, menos la dignidad indígena. Aquí todo es caro, menos la muerte. Pero no se detenga, siga adelante por la carretera, enorgullézcase de la infraestructura turística: en 1988 en el estado había 6 mil 270 habitaciones de hotel, 139 restaurantes y 42 agencias de viaje; ese año entraron un millón 58 mil 98 turistas y dejaron 250 mil millones de pesos en manos de hoteleros y restauranteros. 15


¿Hizo la cuenta? ¿Sí? Es correcto: hay unas siete habitaciones por cada mil turistas, mientras que hay 0.3 camas de hospital para cada mil chiapanecos. Bueno, deje usted las cuentas y siga adelante, libre con cuidado esas tres hileras de policías que, con boinas pintas, trotan por la orilla de la carretera, pase usted por el cuartel de la Seguridad Pública y siga por entre hoteles, restaurantes y grandes comercios, enfile a la salida para Comitán. Saliendo de la “olla ” de San Cristóbal y por la misma carretera verá las famosas grutas de San Cristóbal, rodeadas de frondosos bosques ¿Ve usted ese letrero?. No, no se equivoca, este parque natural es administrado por… ¡el ejército! Sin salir de su desconcierto siga adelante… ¿Ve usted? Modernos edificios, buenas casas, calles pavimentadas… ¿Una universidad? ¿Una colonia para trabajadores? No, mire bien el letrero a un lado de los cañones, y lea: “Cuartel General de la 31 Zona Militar”. Todavía con la hiriente imagen verde-olivo en la retina llegue usted al crucero y decida no ir a Comitán, así se evitará la pena de ver que, unos metros más adelante, en el cerro que se llama del Extranjero, personal militar norteamericano maneja, y enseña a manejar a sus pares mexicanos, un radar. Decida mejor ir a Ocosingo ya que está de moda la ecología y todas esas pamplinas. Vea usted esos árboles, respire profundo… ¿Ya se siente mejor? ¿Sí? Entonces mantenga su vista a la izquierda porque si no, en el Km. 7, verá usted otra magnífica construcción con el noble símbolo de SOLIDARIDAD en la fachada. No vea, le digo que voltee para otro lado, no se dé cuenta usted de que este edificio nuevo es… una cárcel (dicen las malas lenguas que son ventajas que ofrece Pronasol: ahora los campesinos no tendrán que ir hasta Cerro Hueco, cárcel en la capital del estado). No hombre, no se desanime, lo peor está siempre 16


oculto: el exceso de pobreza espanta al turismo… Siga, baje a Huixtan, ascienda a Oxchuc, vea la hermosa cascada donde nace el río Jataté cuyas aguas atraviesan la Selva Lacandona, pase por Cuxuljá y no siga la desviación que lleva a Altamirano, lléguese hasta Ocosingo: “la puerta de la Selva Lacandona”… Está bien, deténgase un poco. Una vuelta rápida por la ciudad… ¿Principales puntos de interés? bien: esas dos grandes construcciones a la entrada son prostíbulos, aquello es una cárcel, la de más allá la iglesia, ésa otra es la Ganadera, ése de allá es un cuartel del ejército federal, allá los judiciales, la Presidencia Municipal y más acá Pemex, lo demás son casitas amontonadas que retumban al paso de los gigantescos camiones de Pemex y las camionetas de los finqueros. ¿Qué le parece? ¿Una hacienda porfirista? ¡Pero eso se acabó hace 75 años! No, no siga por esa carretera de terracería que llega hasta San Quintín, frente a la Reserva de los Montes Azules. No, llegue hasta donde se juntan los ríos Jataté y Perlas, no baje ahí, no camine tres jornadas de ocho horas cada una, no llegue a San Martín, no vea que es un ejido muy pobre y muy pequeño, no se acerque a ese galerón que se cae a pedazos y con láminas oxidadas y rotas. ¿Qué es? Bueno, a ratos iglesia, a ratos escuela, a ratos salón de reuniones. Ahorita es una escuela, son las 11 del día. No, no se acerque, no mire dentro, no vea a esos cuatro grupos de niños rebosando de lombrices y piojos, semidesnudos, no vea a los cuatro jóvenes indígenas que hacen de maestros por una paga miserable que tienen que recoger después de caminar las mismas tres jornadas que usted caminó; no vea que la única división entre un “aula” y otra es un pequeño pasillo 17


¿Hasta qué año se cursa aquí? Tercero. No, no vea esos carteles que es lo único que el gobierno les mandó a esos niños, no los vea: son carteles para prevenir el Sida. . . Mejor sigamos, volvamos a la carretera pavimentada. Sí, ya sé que está en mal estado. Salgamos de Ocosingo, siga admirando estas tierras… ¿Los propietarios? Sí finqueros. ¿Producción? Ganado, café, maíz… ¿Vio el Instituto Nacional Indigenista? Sí, a la salida ¿Vio esos espléndidos camiones? Son dados a crédito a los campesinos indígenas. Sólo usan gasolina Magna-Sin, por aquello de la ecología… ¿Que no hay Magna-Sin en Ocosingo? Bueno, pues esas son pequeñeces… Sí, usted tiene razón, el gobierno se preocupa por los campesinos, claro que dicen las malas lenguas que en esa sierra hay guerrilleros y que la ayuda monetaria del gobierno es para comprar la lealtad indígena, pero son rumores, seguramente tratan de desprestigiar al Pronasol… ¿Qué? ¿El Comité de Defensa Ciudadana? ¡Ah sí! Es un grupo de “heroicos” ganaderos, comerciantes y charros sindicales que organizan guardias blancas para desalojos y amenazas. No, ya le dije a usted que la hacienda porfirista acabó hace 75 años… Mejor sigamos… en esa desviación tome usted a la izquierda. No, no vaya usted a Palenque. Mejor sigamos, pasemos por Chilón… bonito ¿no? Sí Yajalón… muy moderno, hasta tiene una gasolinera… mire, ese de allá es un banco, allá la Presidencia Municipal, por acá la judicial, la ganadera, allá el ejército… ¿otra vez con lo de la hacienda? Vámonos y ya no vea ese otro gran y moderno edificio en las afueras en el camino a Tila y Sabanilla, no vea su hermoso letrero de SOLIDARIDAD embelleciendo la entrada, no vea que es… una cárcel.

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Bueno, llegamos al cruce, ahora a Ocosingo… ¿Palenque? ¿Está usted seguro? Bueno, vamos… Sí, bonitas tierras. Ajá, finqueros. Correcto: Ganado, café, madera. Mire, ya llegamos a Palenque. ¿Una visita rápida a la ciudad? Bueno: ésos son hoteles, allá restaurantes, acá la presidencia Municipal, la Judicial, ese es el cuartel del ejército, y allá… ¿Qué? No, ya sé qué me va a decir… no lo diga, no… ¿Cansado? Bueno, paremos un poco. ¿No quiere ver las pirámides? ¿No? Bueno. ¿Xi’Nich? Ajá, una marcha indígena. Sí, hasta México. Ajá caminando. ¿Cuánto? Mil 106 kilómetros. ¿Resultados? recibieron sus peticiones. Sí, sólo eso. ¿Sigue cansado? ¿Más? Bueno, esperemos… ¿Para Bonampak? Está muy malo el camino. Bueno, vamos. Si, la ruta panorámica… ése es el retén del ejército federal, éste otro es de la Armada, aquél de judiciales, el de más allá el de Gobernación… ¿Siempre así? No, a veces topa uno con marchas campesinas de protesta. ¿Cansado? ¿Quiere regresar? Bueno. ¿Otros lugares? ¿Distintos? ¿En qué país? ¿México? Verá usted lo mismo, cambiarán los colores, las lenguas, el paisaje, los nombres, pero el hombre, la explotación, la miseria y la muerte, es la misma. Sólo busque bien. Sí, en cualquier estado de la República. Ajá, que le vaya bien… y si necesita un guía turístico no deje de avisarme, estoy para servirle… ¡Ah! otra cosa. No será siempre así. ¿Otro México? No, el mismo… yo hablo de otra cosa, como que empiezan a soplar otros aires, como que otro viento se levanta…

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Capítulo segundo Que narra hechos del gobernador aprendiz de virrey, de su heroico combate contra el clero progresista, y de sus andanzas con los señores feudales del ganado, el café y el comercio. Y que narra también otros hechos igualmente fantásticos. Érase que se era un virrey de chocolate con nariz de cacahuate. El aprendiz de virrey, el gobernador Patrocinio González Garrido, a la manera de los antiguos monarcas que la corona española implantó junto con la conquista, ha reorganizado la geografía chiapaneca. La asignación de espacios urbanos y rurales es un ejercicio del poder un tanto sofisticado, pero manejado con la torpeza del señor González Garrido alcanza niveles exquisitos de estupidez. El virrey ha decidido que las ciudades con servicios y ventajas sean para los que ya todo tienen. Y decide, el virrey, que la muchedumbre está bien afuera, en la intemperie, y sólo merece lugar en las cárceles, lo cual no deja de ser incómodo. Por esto, el virrey ha decidido construir las cárceles en las afueras de las ciudades, para que la cercanía de esa indeseable y delincuente muchedumbre no perturbe a los señores. Cárceles y cuarteles son las principales obras que este gobernador ha impulsado en Chiapas. Su amistad con finqueros y poderosos comerciantes no es secreto para nadie, como tampoco lo es su animadversión hacia las tres diócesis que regulan la vida católica en el estado. La diócesis de San Cristóbal, con el obispo Samuel Ruiz a la cabeza, es una molestia constante para el proyecto de reordenamiento de González Garrido. Queriendo modernizar la absurda estructura de explotación y saqueo que impera en Chiapas, 20


Patrocinio González tropieza cada tanto con la terquedad de religiosos y seglares que predican y viven la opción por los pobres del catolicismo. Con el aplauso fariseo del obispo tuxtleco, Aguirre Franco, y la muda aprobación de el de Tapachula, González Garrido anima y sostiene las conspiraciones “heroicas” de ganaderos y comerciantes en contra de los miembros de la diócesis sancristobalense. “Los equipos de Don Samuel”, como les llaman algunos, no están formados por inexpertos creyentes: antes de que Patrocinio González Garrido soñara siquiera con gobernar su estado, la diócesis de San Cristóbal de las Casas predicaba el derecho a la libertad y a la justicia. Para una de las burguesías más retrógradas del país, la agrícola, estas palabras sólo pueden significar una cosa: rebelión. Y estos “patriotas” y “creyentes” finqueros y comerciantes saben cómo detener las rebeliones: la existencia de guardias blancas armadas con su dinero y entrenadas por miembros del ejército federal y policías de la Seguridad Pública y la judicial del estado, es de sobra conocida por los campesinos que padecen sus bravatas, torturas y balas. En meses pasados fue detenido el sacerdote Joel Padrón, párroco de Simojovel. Acusado por los ganaderos de esa región de incitar y participar en tomas de tierra, el padre Joel fue detenido por autoridades estatales y recluido en el Penal de Cerro Hueco, en la capital del estado. Las movilizaciones de miembros de la diócesis de San Cristóbal (las de Tuxtla y Tapachula brillaron por su ausencia) y un amparo federal lograron la liberación del párroco Padrón. Mientras miles de campesinos marcharon en Tuxtla Gutiérrez para exigir la liberación del padre, los ganaderos de Ocosingo enviaron a sus flamantes guardias blancas a 21


desalojar a campesinos posesionados del predio. El Momonal: 400 hombres armados por los finqueros golpearon y destruyeron, quemaron casas, chicotearon a las mujeres indígenas y asesinaron de un tiro en el rostro al campesino Juan. Después del desalojo, los guardias blancas, en su mayoría compuestas por vaqueros de las fincas y pequeños propietarios orgullosos de compartir correrías con los mozos terratenientes, recorrieron las carreteras de la región en las camionetas pick-up facilitadas por los amos. Mostrando sus armas ostensiblemente, borrachos y drogados, gritaban: “¡La ganadera es la número uno!” y advertían a todos que era sólo el comienzo. Las autoridades municipales de Ocosingo y los soldados destacamentados en la cabecera contemplaron impávidos el desfile triunfal de los pistoleros. En Tuxtla Gutiérrez cerca de 10 mil campesinos desfilaban por la libertad de Joel Padrón. En un rincón de Ocosingo, la viuda de Juan enterraba solitaria a la víctima del orgulloso finquero. No hubo ni una marcha, ni un rezo, ni una firma de protesta por la muerte de Juan. Este es Chiapas. Recientemente, el virrey González Garrido protagonizó un nuevo escándalo que salió a la luz pública porque las víctimas cuentan con los medios para denunciar las arbitrariedades. Con la anuencia del virrey, los señores feudales de Ocosingo organizaron el Comité de Defensa Ciudadana, el intento más acabado de institucionalizar las guardias blancas neoporfiristas que resguardan el orden en el campo chiapaneco. Nada hubiera pasado seguramente, si no es descubierto un complot para asesinar a los párrocos Pablo Ibarren y a la religiosa María del Carmen, además de a Samuel Ruiz, obispo de la diócesis. A los párrocos y religiosas se les daba un plazo para abandonar el municipio, 22


pero los más radicales del Comité clamaban por una solución drástica que incluyera al obispo Ruiz. La denuncia del complot corrió a cargo de la prensa chiapaneca honesta, que la hay aún, y llegó a los foros nacionales. Hubo retracciones y desmentidos, el virrey declaró que sostenía buenas relaciones con la Iglesia y nombró un fiscal especial para investigar el caso. La investigación no arrojó resultado alguno y las aguas volvieron a su cauce. En las mismas fechas, agencias gubernamentales daban a conocer datos escalofriantes: en Chiapas mueren cada año 14 mil 500 personas, es el más alto índice de mortalidad en el país. ¿Las causas? Enfermedades curables como: infecciones respiratorias, enteritis, parasitosis. amibiasis, paludismo, salmonelosis, escabiasis, dengue, tuberculosis pulmonar, oncocercosis, tracoma, tifo, cólera y sarampión. Las malas lenguas dicen que la cifra supera los 15 mil muertos al año porque no se lleva el registro de las defunciones en las zonas marginadas, que son la mayoría del estado.. . En los cuatro años de virreinado de Patrocinio González Garrido han muerto más de 60 mil chiapanecos, pobres en su mayoría. La guerra que contra el pueblo dirige el virrey y comandan los señores feudales, reviste formas más sutiles que los bombarderos. No hubo en la prensa local o nacional una nota para ese complot asesino en acción que cobra vidas y tierras como en tiempos de la conquista. El Comité de Defensa Ciudadana sigue su labor proselitista, realiza reuniones para convencer a ricos y pobres de la ciudad de Ocosingo de que deben organizarse y armarse para que los campesinos no entren a la ciudad por que lo destruirán todo, sin respetar ni a ricos ni a pobres. El virrey sonríe con beneplácito. 23


Capítulo tercero Que narra cómo el virrey tuvo una brillante idea y la puso en práctica y que narra también cómo el imperio decretó la muerte del socialismo y, entusiasmado, se dio a la tarea de difundirlo, para regocijo de los poderosos, desconsuelo de los tibios e indiferencia de los más. Narra también cómo Zapata no ha muerto, dicen. Y otros desconcertantes acontecimientos El virrey está preocupado. Los campesinos se niegan a aplaudir el despojo institucional que ahora está escrito en el nuevo artículo 27 de la Carta Magna. El virrey está rabiando. Los explotados no son felices explotados. Se niegan a recibir con una servil caravana las limosnas que el Pronasol salpica en el campo chiapaneco. El virrey está desesperado, consulta a sus asesores. Ellos le repiten una vieja verdad: no bastan cárceles y cuarteles para dominar, es necesario domar también el pensamiento. El virrey se pasea inquieto en su soberbio palacio. Se detiene, sonríe y redacta… XEOCH: Rap y mentiras para los campesinos Ocosingo y Palenque, Cancuc y Chilón, Altamirano y Yajalón, los indígenas están de fiesta. Una nueva dádiva del supremo gobierno alegra la vida de peones y pequeños propietarios, de campesinos sin tierra y empobrecidos ejidatarios. Ya tienen una estación local de radio que cubre, ahora sí, los rincones más apartados del oriente chiapaneco. La programación es de lo más adecuada: música de marimba y rap proclaman la buena nueva. El campo chiapaneco se moderniza. XEOCH transmite desde la cabecera municipal de Ocosingo, en los 600 megahertz en amplitud modulada, 24


desde las 4:00 hasta las 22:00 horas Sus noticieros abundan en piedras de molino: la “desorientación” que religiosos “subversivos” predican entre el campesinado, la afluencia de créditos que no llegan a las comunidades indígenas, la existencia de obras públicas que no aparecen por ningún lado. El soberbio virrey también se da tiempo de trasmitir por XEOCH sus amenazas para recordar al mundo que no todo es mentiras y rap, también hay cárceles y cuarteles y un código penal, el más represivo de la república, que sanciona cualquier muestra de descontento popular: los delitos de asonada, rebelión, incitación a la rebelión, motín, etc., que están tipificados en los artículos de esta ley son la muestra de que el virrey se preocupa de hacer las cosas bien y punto. No hay para qué luchar. El socialismo ha muerto. Viva el conformismo y la reforma y la modernidad y el capitalismo y los crueles etcéteras que a esto se asocian y siguen. El virrey y los señores feudales bailan y ríen eufóricos en sus palacios y palacetes. Su regocijo es desconcierto entre algunos de los escasos pensadores independientes que habitan en estos lares. Incapaces de entender, se dan a la desazón y los golpes de pecho. Es cierto, para qué luchar. La correlación de fuerzas es desfavorable. No es tiempo… hay que esperar más… tal vez años… alerta contra los aventureros. Que haya sensatez. Que nada pase en el campo y en la ciudad, que todo siga igual. El socialismo ha muerto. Viva el capital. Radio, prensa y televisión lo proclaman, lo repiten algunos ex socialistas, ahora sensatamente arrepentidos. Pero no todos escuchan las voces de desesperanza y conformismo. No todos se dejan llevar por el tobogán del desánimo. Los más, los millones siguen sin escuchar la voz del poderoso y el tibio, no alcanza a oír, están ensordecidos 25


por el llanto y la sangre que, muerte y miseria, les gritan al oído. Pero cuando hay un momento de reposo, que los hay todavía, escuchan otra voz, no la que viene de arriba, sino la que trae el viento de abajo y que nace del corazón indígena de las montañas, las que les habla de justicia y libertad, la que les habla de socialismo, la que les habla de esperanza… la única esperanza de ese mundo terrenal. Y cuentan los más viejos entre los viejos de las comunidades que hubo un tal Zapata que se alzó por los suyos y que su voz cantaba, más que gritar, ¡Tierra y Libertad!. Y cuentan estos ancianos que no ha muerto, que Zapata ha de volver. Y cuentan los viejos más viejos que el viento y la lluvia y el sol le dicen al campesino cuándo debe preparar la tierra, cuándo debe sembrar y cuándo cosechar. Y cuentan que también la esperanza se siembra y se cosecha. Y dicen los viejos que el viento, la lluvia y el sol están hablando de otra forma a la tierra, que de tanta pobreza no puede seguir cosechando muerte, que es la hora de cosechar rebeldía. Así dicen los viejos. Los poderosos no escuchan, no alcanzan a oír, están ensordecidos por el embrutecimiento que los imperios les gritan al oído. “Zapata” insiste el viento, el de abajo, el nuestro.

Viento segundo El de abajo Capítulo Cuarto Que narra cómo la dignidad y la rebeldía se emparentan en el sureste y de cómo los fantasmas de Jacinto Pérez y 26


mapaches recorren las sierras de Chiapas. Narra también de la paciencia que se agota y otros sucesos de ignorada presencia pero presumible consecuencia. Este pueblo nació digno y rebelde, lo hermana al resto de los explotados del país no el Acta de Anexión de 1824, sino una larga cadena de ignominias y rebeldías. Desde los tiempos en que sotana y armadura conquistaban estas tierras, la dignidad y la rebeldía se vivían y difundían bajo estas lluvias. El trabajo colectivo, el pensamiento democrático, la sujeción al acuerdo de la mayoría, son más que una tradición en zona indígena, han sido la única posibilidad de sobrevivencia, de resistencia, de dignidad y rebeldía. Estas “malas ideas”, a ojos terratenientes y comerciantes, van en contra del precepto capitalista de “mucho en manos de pocos”. Se ha dicho, equivocadamente, que la rebeldía chiapaneca tiene otro tiempo y no responde al calendario nacional. Mentira: la especialidad del explotado chiapaneco es la misma del de Durango, el Bajío o Veracruz; pelear y perder. Si las voces de los que escriben la historia hablan de descompás, es porque la voz de los oprimidos no habla… todavía. No hay calendario histórico, nacional que recoja todas y cada una de las rebeliones y disconformidades contra el sistema impuesto y mantenido a sangre y fuego en todo el territorio nacional. En Chiapas esta voz de rebeldías se escucha sólo cuando estremece el mundillo de terratenientes y comerciantes. Entonces sí el fantasma de la barbarie indígena retumba en los muros de los palacios gobernantes y pasa todo con la ayuda de plomo ardiente, el encierro, el engaño y la amenaza. Si las rebeliones en el sureste pierden, como pierden en el norte, centro y occidente, no es por desacompañamiento temporal, es porque el viento es el fruto 27


de la tierra, tiene su tiempo y madura, no en los libros de lamentos, sino en los pechos organizados de los que nada tienen más que dignidad y rebeldía. Y este viento de abajo, el de la rebeldía, el de la dignidad, no es sólo respuesta a la imposición del viento de arriba, no es sólo brava contestación, lleva en sí una propuesta nueva, no es sólo la destrucción de un sistema injusto y arbitrario, es sobre todo una esperanza, la de la conversión de dignidad y rebeldía en libertad y dignidad. ¿Cómo habrá de hacerse oír esta voz nueva en estas tierras y en todas las del país? ¿Cómo habrá de crecer este viento oculto, conforme ahora con soplar en sierras y en cañadas, sin bajar aún a los valles donde manda el dinero y gobierna la mentira? De la montaña vendrá este viento, nace ya bajo los árboles y conspira por un nuevo mundo, tan nuevo que es apenas una intuición en el corazón colectivo que lo anima…

Capítulo Quinto Que narra cómo la dignidad indígena se dio en caminar para hacerse oír y poco duró su voz, y narra también cómo voces de antes se repiten hoy y de que volverán los indios a caminar pero con paso firme, y junto a otros pasos desposeídos, para tomar lo que les pertenece y la música de muerte que toca ahora sólo para los que nada tienen, tocará para otros. Y narra también otros asombrosos acontecimientos que suceden y, dicen, habrán de suceder. La marcha indígena Xi’Nich (hormiga), realizada por campesinos de Palenque, Ocosingo, y Salto de Agua, viene a 28


demostrar lo absurdo del sistema. Estos indígenas tuvieron que caminar mil 106 kilómetros para hacerse escuchar, llegaron hasta la capital de la República para que el poder central les consiguiera una entrevista con el virrey. Llegaron al Distrito Federal cuando el capitalismo pintaba una tragedia espantosa sobre los cielos de Jalisco. Llegaron a la capital de la antigua Nueva España, hoy México, en el año 500 después de que la pesadilla extranjera se impuso en la noche de esta tierra. Llegaron y los escucharon todas las gentes honestas y nobles que hay, y las hay todavía, y también las escucharon las voces que oprimen hoy sureste, norte, centro y occidente de la patria. Regresaron otros mil 106 kilómetros llenos los bolsillos de promesas. Nada quedó de nuevo.. . En la cabecera municipal de Simojovel, los campesinos de la CIOAC fueron atacados por gente pagada por ganaderos de la localidad. Los campesinos de Simojovel han decidido dejar de estar callados y responder a las amenazas cumplidas de los finqueros. Manos campesinas cercan la cabecera municipal, nada ni nadie entra o sale sin su consentimiento. El ejército federal se acuartela, la policía recula y los señores feudales del estado claman fuego para volver al orden y el respeto. Comisiones negociadoras van y vienen. El conflicto se soluciona aparentemente, las causas subsisten y con la misma apariencia, todo vuelve a la calma. En el poblado Betania, en las afueras de San Cristóbal de las Casas, los indígenas son detenidos y extorsionados, regularmente por agentes judiciales, por cortar leña para sus hogares. La judicial cumple con su deber de cuidar la ecología, dicen los agentes. Los indígenas deciden dejar de estar callados y secuestran a tres judiciales. No conformes 29


con eso, toman la carretera Panamericana y cortan la comunicación al oriente de San Cristóbal. En el crucero a Ocosingo y Comitán, los campesinos tienen amarrados a los judiciales y exigen hablar con el virrey antes de desbloquear la carretera. El comercio se empantana, el turismo se derrumba. La noble burguesía coleta se mesa sus venerables cabelleras. Comisiones negociadoras van y vienen. El conflicto se soluciona aparentemente, las causas subsisten, y con la misma apariencia todo vuelve a la calma. En Marqués de Comillas, municipio de Ocosingo, los campesinos sacan madera para sobrevivir. La judicial los detiene y requisa la madera para provecho de su comandante. Los indígenas deciden dejar de estar callados y toman los vehículos y hacen prisioneros a los agentes, el gobierno manda policías de seguridad pública y son tomados prisioneros de la misma forma. Los indígenas retienen los camiones, la madera y a los prisioneros. Sueltan a estos últimos. No hay respuesta. Marchan a Palenque para exigir solución y el ejército los reprime y secuestra a sus dirigentes. Siguen reteniendo los camiones. Comisiones negociadoras van y vienen. El gobierno suelta a los dirigentes, los campesinos sueltan los camiones. El conflicto se soluciona aparentemente, las causas subsisten, y con la misma apariencia todo vuelve a la calma. En la cabecera municipal de Ocosingo marchan, desde distintos puntos de las fuerzas de la ciudad, mil campesinos indígenas de la ANCIEZ. Tres marchas convergen frente al Palacio Municipal. El presidente no sabe de qué se trata y se da a la fuga, en el suelo de su despacho queda tirado un calendario señalando la fecha: 10 de abril de 1992. Afuera los campesinos indígenas de Ocosingo, Oxchuc, Huixtlán, 30


Chilón, Yajalón, Sabanilla, Salto de Agua, Palenque, Altamirano, Margaritas, San Cristóbal, San Andrés y Cancuc, bailan frente a una imagen gigantesca de Zapata pintada por uno de ellos, declaman poemas, cantan y dicen su palabra. Sólo ellos se escuchan. Los finqueros, comerciantes y judiciales se encierran en sus casas y comercios, la guarnición federal parece desierta. Los campesinos gritan que Zapata vive la lucha sigue. Uno de ellos lee una carta dirigida a Carlos Salinas de Gortari donde lo acusan de haber acabado con los logros zapatistas en materia agraria, vender al país con el Tratado de Libre Comercio y volver a México a los tiempos del porfirismo, declaran contundentemente no reconocer las reformas salinistas al artículo 27 de la Constitución Política. A las dos de la tarde, la manifestación se disuelve, en orden aparente, las causas subsisten, y con la misma apariencia todo vuelve a la calma. Abasolo, ejido del municipio de Ocosingo. Desde hace años los campesinos tomaron tierras que les correspondían por derecho legal y derecho real. Tres dirigentes de su comunidad han sido tomados presos y torturados por el gobierno. Los indígenas deciden dejar de estar callados y toman la carretera San Cristóbal Ocosingo. Comisiones negociadoras van y vienen. Los dirigentes son liberados. El conflicto se soluciona aparentemente, las causas subsisten, y con la misma apariencia todo vuelve a la calma. Sueña Antonio con que la tierra que trabaja le pertenece, sueña que su sudor es pagado con justicia y verdad, sueña que hay escuela para curar la ignorancia y medicina para espantar la muerte, sueña que su casa se ilumina y su mesa se llena, sueña que su tierra es libre y que es razón de su gente gobernar y gobernarse, sueña que está en paz consigo 31


mismo y con el mundo. Sueña que debe luchar para tener ese sueño, sueña que debe haber muerto para que haya vida. Sueña Antonio y despierta… ahora sabe qué hacer y ve a su mujer en cuclillas atizar el fogón, oye a su hijo llorar, mira el sol saludando al oriente, y afila su machete mientras sonríe. Un viento se levanta y todo lo revuelve, él se levanta y camina a encontrarse con otros. Algo le ha dicho que su deseo es deseo de muchos y va a buscarlos. Sueña el virrey con que su tierra se agita por un viento terrible que todo lo levanta, sueña con que lo que robó le es quitado, sueña que su casa es destruida y que el reino que gobernó se derrumba. Sueña y no duerme. El virrey va donde los señores feudales y éstos le dicen que sueñan lo mismo. El virrey no descansa, va con sus médicos y entre todos deciden que es brujería india y entre todos deciden que sólo con sangre se librará de ese hechizo y el virrey manda matar y encarcelar y construye más cárceles y cuarteles y el sueño sigue desvelándolo. En este país todos sueñan. Ya llega la hora de despertar…

LA TORMENTA… …la que está Nacerá de choque de estos dos vientos, llega ya su tiempo, se atiza ya el horno de la historia. reina ahora el viento de arriba, ya viene el viento de abajo, ya la tormenta viene… así será… 32


LA PROFECIA… …la que está Cuando amaine la tormenta, cuando la lluvia y fuego dejen en paz otra vez la tierra, el mundo ya no será el mundo, sino algo mejor. Selva Lacandona, agosto de 1992.

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LOS MUROS ARRIBA, LAS GRIETAS ABAJO (Y A LA IZQUIERDA). Febrero del 2017.

La tormenta en nuestro caminar Para nosotras, nosotros, pueblos originarios zapatistas, la tormenta, la guerra, lleva siglos. Llegó a nuestras tierras con la patraña de la civilización y la religión dominantes. En ese entonces, la espada y la cruz desangraron a nuestra gente. Con el paso del tiempo, la espada se modernizó y la cruz fue destronada por la religión del capital, pero se siguió demandando nuestra sangre como ofrenda al nuevo dios: el dinero. Resistimos, siempre resistimos. Nuestras rebeldías fueron suplantadas en la disputa entre unos contra otros por el Poder. Unos y otros, arriba siempre, nos demandaron luchar y morir para servirlos, nos exigieron obediencia y sometimiento bajo la mentira de liberarnos. Como aquellos a quienes decían y dicen combatir, vinieron y vienen a mandar. Hubo así supuestas independencias y falsas revoluciones, las pasadas y las por venir. Los de arriba se turnaron y se turnan, desde entonces, para mal gobernar o para aspirar a hacerlo. Y en calendarios pasados y presentes, su propuesta sigue siendo la misma: que nosotras, nosotros, pongamos la sangre; mientras ellos dirigen o simulan dirigir. Y antes y ahora, olvidan ellos que no olvidamos. 35


Y siempre la mujer abajo, ayer y hoy. Incluso en lo colectivo que fuimos y somos. Pero los calendarios no sólo trajeron dolor y muerte para nuestros pueblos. Al expandir su dominio, el Poder creó nuevas hermandades en la desgracia. Vimos entonces al obrero y al campesino hacerse uno con nuestro dolor, y yacer bajo las cuatro ruedas del carromato mortal del Capital. Conforme avanzó el Poder en su paso por el tiempo, más y más crecía el abajo, ensanchando la base sobre la que el Poder es Poder. Vimos entonces sumarse a maestros, estudiantes, artesanos, pequeños comerciantes, profesionistas, los etcéteras con nombres diferentes pero idénticos pesares. No bastó. El Poder es un espacio exclusivo, discriminatorio, selecto. Entonces las diferencias fueron también perseguidas abiertamente. El color, la raza, el credo, la preferencia sexual, fueron expulsadas del paraíso prometido, siendo que el infierno fue su casa permanente. Les siguieron la juventud, la niñez, la ancianidad. El Poder convirtió así a los calendarios en materia de persecución. Todo el abajo es culpable: por ser mujer, por ser niñ@, por ser joven, por ser adulto, por ser ancian@, por ser human@. Pero, al expandir la explotación, el despojo, la represión y la discriminación, el Poder también amplió las resistencias… y las rebeldías. Vimos entonces, y ahora, levantarse la mirada de muchas, muchos, muchoas. Diferentes pero semejantes en la rabia y la insumisión.

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El Poder sabe que sólo es lo que es sobre quienes trabajan. Los necesita. A cada rebelión respondió y responde comprando o engañando a los menos, encarcelando y asesinando a los más. No teme sus demandas, es su ejemplo el que le causa horror. No bastó. De dominar naciones, el Poder del Capital buscó poner a la humanidad entera bajo su pesado yugo. Tampoco fue suficiente. El Capital pretende ahora manejar a la naturaleza, domarla, domesticarla, explotarla. Es decir, destruirla. Siempre con la guerra, en su avance destructor el Capital, el Poder, demolió primero feudos y reinos. Y sobre sus ruinas levantó naciones. Luego devastó naciones, y sobre sus escombros erigió el nuevo orden mundial: un gran mercado. El mundo entero se convirtió en un inmenso almacén de mercancías. Todo se vende y se compra: las aguas, los vientos, la tierra, las plantas y los animales, los gobiernos, el conocimiento, la diversión, el deseo, el amor, el odio, la gente. Pero en el gran mercado del Capital no sólo se intercambian mercancías. La “libertad económica” es sólo un espejismo que simula acuerdo mutuo entre quien vende y quien compra. En realidad, el mercado se basa en el despojo y la explotación. El intercambio es entonces de impunidades. La justicia se transformó en una caricatura grotesca y en su balanza siempre pesa más el dinero que la verdad. Y la estabilidad de esa tragedia llamada Capitalismo depende de la represión y el desprecio. 37


Pero no bastó tampoco. Dominar en el mundo material no es posible si no se domina en las ideas. La imposición con religiones se profundizó y alcanzó a las artes y las ciencias. Como modas de vestir, surgieron y surgen filosofías y creencias. Las ciencias y las artes dejaron de ser lo distintivo de lo humano y se acomodaron en un estante del supermercado mundial. El conocimiento pasó a ser propiedad privada, lo mismo que la recreación y el placer. El Capital, así, se consolidó como una gran máquina trituradora, usando ya no sólo a la humanidad entera como materia prima para producir mercancías, también a los conocimientos, a las artes, … y a la naturaleza. La destrucción del planeta, los millones de desplazados, el auge del crimen, el desempleo, la miseria, la debilidad de los gobiernos, las guerras por venir, no son producto de los excesos del Capital, o de una conducción errónea de un sistema que prometió orden, progreso, paz y prosperidad. No, todas las desgracias son la esencia del sistema. De ellas se alimenta, a costa de ellas crece. La destrucción y la muerte son el combustible de la gran máquina del Capital. Y fueron, son y serán inútiles los esfuerzos por “racionalizar” su funcionamiento, por “humanizarlo”. Lo irracional y lo inhumano son sus piezas claves. No hay arreglo posible. No lo hubo antes. Y ahora ya tampoco se puede atenuar su paso criminal. La única forma de detener la máquina es destruirla. En la guerra mundial actual, la disputa es entre el sistema y la humanidad. 38


Por eso la lucha anticapitalista es una lucha por la humanidad. Quienes todavía pretenden “arreglar” o “salvar” al sistema, en realidad nos proponen el suicidio masivo, global, como sacrificio póstumo al Poder. Pero en el sistema no hay solución. Y no bastan ni el horror, ni la condena, ni la resignación, ni la esperanza en que ya pasó lo peor y las cosas no harán sino mejorar. No. Lo cierto es que se va poner peor. Por esas razones, más las que cada quien agregue de sus particulares calendarios y geografías, es que hay que resistir, hay que rebelarse, hay que decir “no”, hay que luchar, hay que organizarse. Por eso hay que levantar el viento de abajo con resistencia y rebeldía, con organización. Sólo así podremos sobrevivir. Sólo así será posible vivir. Y sólo entonces, como fue nuestra palabra hace 25 años, podremos ver que… “Cuando amaine la tormenta, cuando la lluvia y fuego dejen en paz otra vez la tierra, el mundo ya no será el mundo, sino algo mejor.” -*-

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La guerra y los muros de afuera y de adentro. Si antes el sufrimiento causado por la guerra era patrimonio exclusivo del abajo mundial, ahora ensancha sus calamidades. Sobre cada rincón del planeta, el odio y el desprecio pretenden destruir familias, comunidades enteras, naciones, continentes. No es necesario ya haber cometido un delito o ser presunto criminal, basta ser sospechoso de ser humano. Provocada por la codicia del gran dinero, la pesadilla actual pretende ser cobrada a quienes la padecen. Las fronteras ya no sólo son líneas punteadas en los mapas y garitas aduanales, ahora son murallas de ejércitos y policías, de cemento y ladrillos, de leyes y persecuciones. En todo el mundo de arriba, la caza del ser humano se incrementa y se festina en competencias clandestinas: gana quien más expulse, encarcele, confine, asesine. Como llevamos diciendo desde hace más de 20 años, la globalización neoliberal no trajo el surgimiento de la aldea planetaria, sino la fragmentación y disolución de los llamados “Estados-nación”. Llamamos entonces, y ahora, a ese proceso con el nombre que mejor lo describe: “guerra mundial” (la cuarta, según nosotr@s). Lo único que se mundializó fue el mercado y, con él, la guerra. Para quienes hacen funcionar las máquinas y hacen nacer a la tierra, las fronteras siguieron y siguen siendo lo que siempre han sido: cárceles.

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Nuestra afirmación provocó entonces, hace dos décadas, sonrisas burlonas de la intelectualidad internacional encadenada a viejos y caducos dogmas. Y esos mismos hoy tartamudean ante una realidad frenética, y, o ensayan viejas recetas, o se mudan a la idea de moda que, tras una compleja elaboración teórica, esconde lo único verdadero: no tienen ni la más remota idea de lo que pasa, ni de lo que sigue, ni de lo que antecedió a la pesadilla actual. Se lamentan. El pensamiento de arriba les prometió un mundo sin fronteras, y su resultado es un planeta atiborrado de trincheras chovinistas. El mundo no se transformó en una gigantesca megalópolis sin fronteras, sino en un gran mar sacudido por una tempestad que no tiene precedentes de igual magnitud. En él, millones de desplazados (a quienes, con rubor mediático, se les unifica bajo el nombre de “migrantes”) naufragan en pequeñas barcas, esperando ser rescatados por el gigantesco navío del gran Capital. Pero no sólo no lo hará; él, el gran Capital, es el principal responsable de la tormenta que amenaza ya la existencia de la humanidad entera. Con el torpe disfraz del nacionalismo fascista, los tiempos del oscurantismo más retrógrada vuelven reclamando privilegios y atenciones. Cansado de gobernar desde las sombras, el gran Capital desmonta las mentiras de la “ciudadanía” y la “igualdad” frente a la ley y el mercado. La bandera de “libertad, igualdad y fraternidad” con la que el capitalismo vistió su paso a sistema dominante en el mundo, es ya sólo un trapo sucio y desechado en el basurero de la historia de arriba. 41


Al fin el sistema se desemboza y muestra sus verdaderos rostro y vocación. “Guerra siempre, guerra en todas partes”, reza el emblema del soberbio buque que navega en un mar de sangre y mierda. Es el dinero y no la inteligencia artificial la que combate a la humanidad en la batalla decisiva: la de la supervivencia. Nadie está a salvo. Ni el ingenuo capitalista nacional, que soñaba con la bonanza que le ofrecían los mercados mundiales abiertos, ni la conservadora clase media sobreviviendo entre el sueño de ser poderosa y la realidad de ser rebaño del pastor en turno. Y ni hablar de la clase trabajadora del campo y la ciudad, en condiciones más difíciles si posible fuera. Y, para completar la imagen apocalíptica, millones de desplazados y migrantes agolpándose en las fronteras que, de pronto, se volvieron tan reales como los muros que, a cada paso, interponen gobiernos y criminales. En la geografía mundial de los medios de comunicación y las redes sociales, los desplazados, fantasmas errantes sin nombre ni rostro, apenas son un número estadístico que muta su ubicación. ¿El calendario? Apenas un día después de la promesa del fin de la historia, de la solemne declaración de la supremacía de un sistema que otorgaría bienestar a quien trabajara, de la victoria sobre el “enemigo comunista” que pretendía coartar la libertad, imponer dictaduras y generar pobreza, de la eternidad prometida que anulaba todas las genealogías. El mismo calendario que anunciaba apenas ayer que la historia mundial recién empezaba. Y resulta que no, que todo no era sino el preludio de la más espantosa pesadilla.

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El capitalismo como sistema mundial colapsa, y, desesperados, los grandes capitanes no atinan a dónde ir. Por eso se repliegan a sus guaridas de origen. Ofrecen lo imposible: la salvación local contra la catástrofe mundial. Y la pamplina se vende bien entre una clase media que se difumina con los de abajo en sus ingresos, pero pretende suplir sus carencias económicas con refrendos de raza, credo, color y sexo. La salvación de arriba es anglosajona, blanca, creyente y masculina. Y ahora, quienes vivían de las migajas que caían de las mesas de los grandes capitales, ven desesperados cómo también contra ellos se levantan los muros. Y, el colmo, pretenden encabezar la oposición a esa política guerrera. Así vemos a la derecha intelectual hacer gestos de contrariedad e intentar tímidas y ridículas protestas. Porque no, la globalización no fue el triunfo de la libertad. Fue y es la etapa actual de la tiranía y la esclavitud. Las Naciones ya no lo son, aunque aún no se hayan percatado de ello sus respectivos gobiernos. Sus banderas y emblemas nacionales lucen raídos y descoloridos. Destruidos por la globalización de arriba, enfermos por el parásito del Capital y con la corrupción como única señal de identidad, con torpe premura los gobiernos nacionales pretenden resguardarse a sí mismos e intentar la reconstrucción imposible de lo que alguna vez fueron. En el compartimento estanco de sus murallas y aduanas, el sistema droga a la medianía social con el opio de un nacionalismo reaccionario y nostálgico, con la xenofobia, el racismo, el sexismo y la homofobia como plan de salvación.

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Las fronteras se multiplican dentro de cada territorio, no sólo las que pintan los mapas. También y, sobre todo, las que levantan la corrupción y el crimen hecho gobierno. La bonanza posmoderna no era sino un globo inflado por el capital financiero. Y vino la realidad a pincharla: millones de desplazados por la gran guerra llenan las tierras y las aguas, se amontonan en las aduanas y van haciendo grietas en los muros hechos y por hacer. Alentados antes por el gran Capital, los fundamentalismos encuentran tierra fértil para sus propuestas de unificación: “del terror nacerá un solo pensamiento, el nuestro”. Después de ser alimentada con dólares, la bestia del terrorismo amenaza la casa de su creador. Y, lo mismo en la Unión Americana, que en la Europa Occidental o en la Rusia neo zarista, la bestia se retuerce e intenta protegerse a sí misma. Encumbra ahí (y no sólo ahí) a la estupidez y la ignorancia más ramplonas y, en sus figuras gobernantes, sintetiza su propuesta: “volvamos al pasado”. Pero no, América no volverá a ser grande de nuevo. Nunca más. Ni el sistema entero en su conjunto. No importa qué hagan los de arriba. El sistema llegó ya al punto de no retorno. -*-

Contra el Capital y sus muros: todas las grietas. La ofensiva internacional del Capital en contra de las diferencias raciales y nacionales, promoviendo la construcción de muros culturales, jurídicos y de cemento y acero, busca reducir más aún el planeta. Pretenden crear así un mundo donde sólo quepan los que arriba son iguales entre sí. 44


Sonará ridículo, pero así es: para enfrentar la tormenta el sistema no busca construir techos para guarecerse, sino muros detrás de los cuales esconderse. Esta nueva etapa de la guerra del Capital en contra de la Humanidad debe enfrentarse sí, con resistencia y rebeldía organizadas, pero también con la solidaridad y el apoyo a quienes ven atacadas sus vidas, libertades y bienes. Por eso: Considerando que el sistema es incapaz de frenar la destrucción. Considerando que, abajo y a la izquierda, no debe haber cabida para el conformismo y la resignación. Considerando que es momento de organizarse para luchar y es su tiempo de decir “NO” a la pesadilla que desde arriba nos imponen.

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LA COMISIÓN SEXTA DEL EZLN Y LAS BASES DE APOYO ZAPATISTAS CONVOCAMOS:1 A la campaña mundial: Frente a los muros del Capital: la resistencia, la rebeldía, la solidaridad y el apoyo de abajo y a la izquierda. Con el objetivo de llamar a la organización y la resistencia mundial frente a la agresividad de los grandes dineros y sus respectivos capataces en el planeta, y que aterroriza ya a millones de personas en todo el mundo: Llamamos a organizarse con autonomía, a resistir y rebelarse contra las persecuciones, detenciones y deportaciones. Si alguien se tiene que ir, que sean ellos, los de arriba. Cada ser humano tiene derecho a una existencia libre y digna en el lugar que mejor le parezca, y tiene el derecho a luchar para seguir ahí. La resistencia a las detenciones, desalojos y expulsiones son un deber, así como deber es apoyar a quienes se rebelan contra esas arbitrariedades SIN IMPORTAR LAS FRONTERAS. Hay que hacerle saber a toda esa gente que no está sola, que su dolor y su rabia es vista aún a la distancia, que su resistencia no es sólo saludada, también es apoyada así sea con nuestras pequeñas posibilidades.

1 Hemos decidido editar en esta parte las otras convocatorias para el año 2017 del EZLN y el CNI. Les instamos a estar pendientes de los medios libres y pueden consultar las Fechas e invitadxs del Seminario, la creación del Concejo indígena, el COMparte 2 y el Conciencias “ en enlacezapatista.org.mx

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Hay que organizarse. Hay que resistir. Hay que decir “NO” a las persecuciones, a las expulsiones, a las cárceles, a los muros, a las fronteras. Y hay que decir “NO” a los malos gobiernos nacionales que han sido y son cómplices de esa política de terror, destrucción y muerte. De arriba no vendrán las soluciones, porque ahí se parieron los problemas. Por eso llamamos a la Sexta en su conjunto a que se organice, según su tiempo, modo y geografía, para apoyar en y con actividades a quienes resisten y se rebelan contra las expulsiones. Sea apoyándolos para que regresen a sus hogares, sea creando “santuarios” o apoyando los ya existentes, sea con asesorías y apoyos legales, sea con paga, sea con las artes y las ciencias, sea con festivales y movilizaciones, sea con boicots comerciales y mediáticos, sea en el espacio cibernético, sea donde sea y como sea. En todos los espacios donde nos movamos es nuestro deber apoyar y solidarizarnos. Llegó el momento de crear comités de solidaridad con la humanidad criminalizada y perseguida. Hoy, más que nunca antes, su casa es también nuestra casa. Como zapatistas que somos, nuestra fuerza es pequeña y, aunque es amplio y hondo nuestro calendario, nuestra geografía es limitada. Por eso y para apoyar a quienes resisten a las detenciones y deportaciones, desde hace varias semanas la Comisión Sexta del EZLN ha iniciado contactos con individu@s, grupos, colectivos y organizaciones adherentes a la Sexta en el mundo, para ver el modo de hacerles llegar una pequeña ayuda de modo que les sirva como base para lanzar o conti-

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nuar toda suerte de actividades y acciones a favor de l@s perseguid@s. Para iniciar, les enviaremos las obras artísticas creadas por l@s indígenas zapatistas para el CompArte del año pasado, así como café orgánico producido por las comunidades indígenas zapatistas en las montañas del sureste mexicano, para que, con su venta, realicen actividades artísticas y culturales para concretar el apoyo y la solidaridad con los migrantes y desplazados que, en todo el mundo, ven amenazadas su vida, libertad y bienes por las campañas xenofóbicas promovidas por los gobiernos y la ultra derecha en el mundo. Eso por lo pronto. Ya iremos ideando nuevas formas de apoyo y solidaridad. Las mujeres, hombres, niños y ancianos zapatistas no les dejaremos sol@s. No es todo. Hay que resistir, hay que rebelarse, hay que luchar, hay que organizarse. Desde las montañas del Sureste Mexicano. Subcomandante Insurgente Moisés. Subcomandante Insurgente Galeano. México, febrero 14 (también día de nuestr@s muert@s) del 2017

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EL MURO Y LA GRIETA. PRIMER APUNTE SOBRE EL MÉTODO ZAPATISTA. Mayo 3 del 2015. Buenas tardes, días, noches tengan quienes escuchan y quienes leen, sin importar sus calendarios y geografías. Mi nombre es Galeano, Subcomandante Insurgente Galeano. Nací la madrugada del 25 de mayo del 2014, en colectivo y a pesar mío, y bueno, también a pesar de otros, otras y otroas. Como el resto de mis compañeras y compañeros zapatistas, me cubro el rostro cuando es necesario mostrarme, y me descubro para ocultarme. A pesar de no cumplir aún el año de vida, el mando me ha asignado el trabajo de posta, vigía o centinela en uno de los puestos de observación de esta tierra rebelde. Como no estoy acostumbrado a hablar en público, y menos ante tantas y tan finas (já -perdón, debe ser el hipo del pánico de escena-), digo finas personas, les agradezco su comprensión para con mis balbuceos y mi reiterado trastabílleo en el difícil y complicado arte de la palabra. Tomé el nombre de Galeano del de un compañero zapatista, un maestro y organizador, indígena, que fue atacado, secuestrado, torturado y asesinado por paramilitares amparados en una supuesta organización social: la CIOAC-Histórica. La pesadilla que acabó con la vida del compañero maestro Galeano, inició la madrugada del 2 de mayo del 2014. Desde

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esa hora, nosotras, nosotros, zapatistas, iniciamos la reconstrucción de su vida. Por esas fechas, la dirección colectiva del EZLN decidió dar muerte al personaje autodenominado SupMarcos, en aquel tiempo portavoz de los hombres, mujeres, niños y ancianos zapatistas. A partir de entonces, el cargo de vocero del Ejército Zapatista de Liberación Nacional le corresponde al Subcomandante Insurgente Moisés. Por su voz hablamos, por sus ojos miramos, en sus pasos andamos, él somos. Meses después de ese 2 de mayo, la noche se alargó en el México de abajo y le puso un nuevo nombre a la ya larga nominación del terror: “Ayotzinapa”. Como se ha dado una y otra vez en el mundo, una geografía de abajo era así señalada y nombrada por una tragedia planeada y ejecutada, es decir, por un crimen. Ya hemos dicho, en voz del Subcomandante Insurgente Moisés, lo que para nosotros, nosotras, zapatistas, significó y significa Ayotzinapa. Con su venia y la de mis compañeras y compañeros jefas y jefes zapatistas retomo sus palabras. Ayotzinapa es el dolor y la rabia, sí, pero no sólo eso. También y sobre todo, el terco empeño de los familiares y compañeros de los ausentes. Algunas, algunos de estos familiares que no han dejado caer la memoria, nos dieron el honor de compartir junto nuestro y están aquí con nosotros en tierras zapatistas. Escuchamos la palabra de Doña Hilda y Don Mario, madre y padre de César Manuel González Hernández, y tenemos la presencia y la palabra de Doña Bertha y Don Tomás, madre

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y padre de Julio César Ramírez Nava. Con ellas y ellos tenemos el reclamo por los 46 ausentes. A Doña Bertha y a Don Tomás les pedimos que hagan llegar estas palabras a los demás familiares de los ausentes de Ayotzinapa. Porque ha sido su lucha lo que hemos tenido presente para arrancar este semillero. Creo que más de una, uno, unoa, de la Sexta y del EZLN, coincidirán conmigo en que hubiéramos preferido que no estuvieran aquí como están. Quiero decir, que sí estuvieran, pero no como dolor y rabia, sino como abrazo compañero. Que no hubiera pasado nunca ese 26 de septiembre. Que el calendario hubiera echado una mano compañera y se hubiera saltado esa fecha, y que la geografía se hubiera extraviado y no hubiera anclado en Iguala, Guerrero, México. Pero si después de esa noche de terror, la geografía se extendió y profundizó, alcanzando los rincones más apartados del planeta, y si el calendario sigue rendido ante esa fecha, ha sido por el empeño de ustedes, por la grandeza de su sencillez, por la incondicionalidad de su entrega. No conocemos a sus hijos. Pero los conocemos a ustedes. Y no es otra nuestra intención que la de que la admiración y el respeto que les tenemos sea una certeza para ustedes, aún y en los momentos más solitarios y dolorosos a los que se enfrenten. Es cierto, no podemos llenar calles y plazas en las grandes ciudades. Cada movilización, por pequeña que sea, representa para nuestras comunidades una merma importante en su economía, ya de por sí difícil, como la de millones de personas, y sostenida al límite por las rebeldías y resistencias de más de dos décadas. En nuestras comunidades digo, porque 51


nuestros apoyos no son la suma de individualidades, sino que son acción colectiva, reflexionada y organizada. Son parte de nuestra lucha. No podemos brillar en las redes sociales, ni hacer llegar sus palabras más allá de nuestros corazones. Tampoco podemos apoyarlos económicamente, aunque bien sabemos que estos meses de lucha les han golpeado en su salud y en sus condiciones de vida. Ocurre también que nuestro ser rebelde y en resistencia las más de las veces es visto con resquemor y desconfianza. Movimientos y movilizaciones que en distintos rincones se levantan, prefieren que no hagamos explícita nuestra simpatía. Aún sensibles al “qué dirán” mediático, no quieren que su causa sea asociada de manera alguna a “los encapuchados de Chiapas”. Lo entendemos, no lo cuestionamos. Nuestro respeto a las rebeldías que pululan en el mundo incluye el respeto a sus valoraciones, a sus pasos, a sus decisiones. Respetamos sí, pero no ignoramos. Estamos pendientes de todas y cada una de las movilizaciones que enfrentan al Sistema. Tratamos de comprenderlas, es decir, de conocerlas. Sabedores somos que el respeto nace del conocimiento, y que el miedo y el odio, esas dos caras del desprecio, nacen no pocas veces de la ignorancia. Aunque pequeña es nuestra lucha, algo hemos aprendido en estos años, décadas, siglos. Y esto queremos decirles: No crean en quienes les dicen que la sensibilidad y la simpatía, el apoyo, se mide en calles abarrotadas, en plazas colmadas, en grandes templetes, en el número de cámaras, micrófonos, encabezados periodísticos, tendencias en redes sociales. 52


La inmensa mayoría en el mundo, no sólo en nuestro país, es como ustedes, hermanas y hermanos familiares de los ausentes de Ayozinapa. Personas que tienen que pelearle al día y a la noche un pedazo de vida. Gente que debe luchar para arrancarle a la realidad algo para sostenerse. Cualquiera de abajo, hombre, mujer, otroa, que conozca la historia que les duele, simpatiza con su lucha en demanda de verdad y justicia. La comparte porque en sus palabras ven la repetición de sus historias, porque se reconocen en su dolor, porque se identifican con su rabia. La mayoría no ha ido a marchar, no se ha manifestado, no ha creado temas en redes sociales, no ha roto cristales, no ha incendiado vehículos, no ha gritado consignas, no ha usurpado templetes, no les ha dicho que no están solas, solos. No lo han hecho simple y sencillamente porque no han podido hacerlo. Pero han escuchado y respetan su movimiento. No desfallezcan. No crean que porque quienes antes estuvieron a su lado se han ido, después de cobrar su parte o después de ver que no podrían cobrarla, su causa es menos dolorosa, menos noble, menos justa. El camino que han llevado hasta ahora ha sido intenso, cierto. Pero ustedes saben que todavía falta mucho por andar. ¿Saben? Uno de los engaños de arriba es convencer a los de abajo de que lo que no se consigue rápido y fácil, no se consigue nunca. Convencernos de que las luchas largas y difíciles sólo cansan y nada logran. Trucan el calendario de abajo 53


sobreponiéndole el calendario de arriba: elecciones, comparecencias, reuniones, citas con la historia, fechas conmemorativas que sólo ocultan el dolor y la rabia. El Sistema no le teme a los estallidos, por muy masivos y luminosos que sean. Si un gobierno cae, hay en su alacena otros para reponer e imponer. Lo que lo aterroriza es la perseverancia de la rebeldía y la resistencia de abajo. Porque abajo es otro el calendario. Es otro el paso. Es otra la historia. Es otro el dolor y otra la rabia. Y ahora, al pasar de los días, este abajo disperso y plural que somos, ya no sólo está atento a su dolor y a su rabia. También estamos atentos a su persistencia, a su seguir, a su no rendirse. Créanos. Su lucha no depende del número de manifestantes, del número de notas periodísticas, del número de menciones en redes sociales, del número de giras a las que los inviten. Su lucha, nuestra lucha, las luchas de abajo en general, dependen de la resistencia. De no rendirse, de no venderse, de no claudicar. Bueno, claro, eso según nosotras, nosotros, zapatistas. Habrá gente que les diga otras cosas. Les dirán que es más importante estar con ellos, ellas. Por ejemplo, que es más importante llamar a votar por tal o cual partido político porque así encontrarán a los ausentes. Y que si no llaman a votar por tal o cual partido no sólo habrán perdido LA oportunidad de recuperar a quienes les hacen falta, también serán cómplices de que el terror siga en nuestro país. ¿Ya ven cómo hay partidos políticos que se aprovechan de las necesidades materiales de la gente? ¿Que ofrecen despen54


sas, útiles escolares, tarjetas, pases para el cine, cubetas, gorras, tortas y agua pintada en empaque tetra pack? Bueno, pues también hay quien se aprovecha de las necesidades sentimentales de la gente. La esperanza, amigos y enemigos, es la necesidad que mejor se cotiza allá arriba. La esperanza de que todo va a cambiar, de que ahora sí el bienestar, la democracia, la justicia, la libertad. La esperanza que los iluminados de arriba le arrebatan a los jodidos de abajo y luego se la venden. La esperanza en que la solución a las demandas está en el color de uno de los productos en la alacena del sistema. Tal vez es gente que sabe más que nosotros, nosotras, zapatistas. Son sabios, sabias. Es más, cobran por saber. El conocimiento es su profesión, de eso viven… o con eso defraudan. Ya ven que ellos saben más y, refiriéndose a nosotras, nosotros, dicen que estamos “perdidos allá, en las montañas, quién sabe dónde”, y dicen que llamamos a la abstención y que somos sectarios (tal vez porque, a diferencia de ellos, nosotros sí respetamos a nuestros muertos). ¡Ah! ¡Es tan cómodo decir y repetir ocurrencias y mentiras! Tan barato difamar y calumniar, y luego predicar la unidad, el enemigo principal, la infalibilidad del pastor, la incapacidad del rebaño. Hace muchos años, las zapatistas, los zapatistas no hacíamos marchas, no gritábamos consignas, ni enarbolábamos pancartas, ni levantábamos los puños. Hasta que una vez marchamos. La fecha: el 12 de octubre de 1992, cuando allá arriba celebraban 500 años del “encuentro de dos mundos”. El lugar: San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México. En vez de pancartas llevamos arcos y flechas, y un silencio sordo fue nuestra consigna. 55


Sin mucha bulla, la estatua del conquistador cayó. Si volvieron a levantarla no importa. Nunca podrán levantar de nuevo el miedo a lo que representaba. Unos meses después, volvimos a las ciudades. Tampoco esa vez llevamos consignas ni pancartas, y no llevamos arcos y flechas. Esa madrugada olía a fuego y pólvora. y fueron nuestros rostros los levantados. Meses después vinieron algunas, algunos de la ciudad. Nos contaron de las grandes marchas, de las consignas, de las pancartas, de los puños levantados. Claro, agregando siempre que si es que estos pobres inditos e inditas que somos, porque cuidaban la equidad de género, sobrevivíamos, era gracias a ellos y ellas, que en la ciudad habían detenido el genocidio de los primeros días de ese año de 1994. Las zapatistas, los zapatistas, no preguntamos si antes de 1994 no había genocidio, ni si ya se había detenido, ni si ésos de la ciudad estaban platicando algo ocurrido o estaban pasando la factura. Los zapatistas, las zapatistas entendimos que había otros modos de lucha. Hicimos después nuestras marchas, nuestras consignas, nuestras pancartas y levantamos los puños. Desde entonces nuestras marchas son un pálido reflejo de aquella marcha que alumbró la madrugada del año 94. Nuestras consignas tienen la rima desordenada de las canciones en los campamentos guerrilleros de montaña. Nuestras pancartas son trabajosamente elaboradas por batallar para encontrar equivalentes a lo que en nuestras lenguas se describe en una palabra, y en otros idiomas se necesitan tres tomos de El Capital. Nuestros puños levantados más que retar, saludan. Como si al mañana se dirigieran y no al presente. 56


Pero algo no ha cambiado: siguen levantados nuestros rostros. Años después, nuestros autodenominados acreedores de la ciudad nos exigieron que participáramos en las elecciones. No entendimos, porque nosotras, nosotros, nunca les exigimos que se alzaran en armas, ni que resistieran, ni que se rebelaran contra el mal gobierno, ni que honraran a sus muertos en la lucha. No les exigimos que se cubrieran el rostro, que se negaran el nombre, que abandonaran familia, profesión, amistades, nada. Pero los modernos conquistadores, vestidos de izquierda progresista, nos amenazaron: si no los seguíamos, nos dejarían solas, solos, y seríamos los culpables de que la derecha reaccionaria fuera gobierno. Les debíamos, dijeron, y presentaron la cuenta a pagar impresa en una boleta electoral. Nosotras, nosotros, zapatistas, no entendimos. Nos alzamos para mandarnos nosotras mismas, nosotros mismos, no para que otro nos mandara. Se enojaron. Tiempo después los de la ciudad siguen marchando, gritando consignas, levantando puños y pancartas, y ahora agregan tuits, hashtags, likes, trending topics, followers, en sus partidos políticos están los mismos que apenas ayer eran la derecha reaccionaria, en sus mesas se sientan juntos y departen los asesinos y los familiares de los asesinados, ríen y brindan juntos por la paga obtenida, se lamentan y lloran juntos por los puestos perdidos. Mientras tanto las zapatistas, los zapatistas también marchamos a veces, gritamos consignas imposibles o callamos, en veces levantamos pancartas y puños, siempre la mirada. Decimos que no nos manifestamos para desafiar al tirano, 57


sino para saludar a quien, en otras geografías y calendarios, lo enfrenta. Para desafiarlo, construimos. Para desafiarlo, creamos. Para desafiarlo, imaginamos. Para desafiarlo, crecemos y nos multiplicamos. Para desafiarlo, vivimos. Para desafiarlo, morimos. En lugar de tuits, hacemos escuelas y clínicas, en lugar de trending topics, fiestas para celebrar la vida derrotando a la muerte. En la tierra de los acreedores de la ciudad sigue mandando el amo, con otro rostro, con otro nombre, con otro color. En la tierra zapatista mandan los pueblos y el gobierno obedece. Tal vez por eso es que los zapatistas, las zapatistas, no entendimos que teníamos que ser los seguidores, y los líderes de la ciudad los seguidos. Y todavía no entendemos. Pero puede ser que sí, que la verdad y la justicia que ustedes, nosotras y nosotros, todos, todas, todoas, buscamos, se consiga gracias a la dádiva de un líder rodeado de gente tan inteligente como él, un salvador, un amo, un jefe, un patrón, un pastor, un gobernante, y todo sólo con el mínimo esfuerzo de una boleta en una urna, con un tuit, con una presencia en la marcha, en el mitin, en la lista de afiliados… o callando frente a la farsa que simula interés patriótico donde sólo hay ansia de Poder. Si sí o no, es lo que tal vez nos digan otros pensamientos en este semillero. Lo que nosotras, nosotros, zapatistas, hemos aprendido es que no. Que de arriba sólo vienen la explotación, el robo, la represión, el desprecio. Es decir, de arriba, sólo llega el dolor. 58


Y de arriba les demandan, les exigen que los sigan. Que ustedes les deben el que se conociera mundialmente su dolor, que ustedes les deben las plazas colmadas, las calles llenas de color e ingenio. Que ustedes les deben por el trabajo de policía ciudadana que señaló, persiguió y satanizó a “anarco-inflitrados-fuchi-guácala”. Que ustedes les deben las manifestaciones bien portadas, las notas periodísticas, las fotos a colores, las reseñas favorables y las entrevistas. Nosotros, nosotras, zapatistas, sólo decimos: No teman quedarse solos de quienes nunca han estado en verdad con ustedes. Son ellas y ellos quienes no los merecen. Quienes llegan a su dolor como a un espectáculo ajeno, que gusta o que disgusta, pero del que nunca serán parte real. No teman ser abandonados por quienes pretenden no acompañarlos y apoyarlos, sino administrarlos, domarlos, rendirlos, usarlos y, después, desecharlos. Teman, sí, olvidar su causa, dejar caer su lucha. Pero mientras se mantengan, mientras resistan, tendrán el respeto y la admiración de mucha gente en México y en el mundo. Gente como la que está aquí hoy con nosotras, nosotros. Como Adolfo Gilly. Esto que ahora diré, no se iba a decir. ¿La razón? Que inicial mente tanto Adolfo Gilly como Pablo González Casanova habían dicho que tal vez no estarían presentes, ambos por problemas de salud. Pero aquí está Adolfo, y a él le pedimos ahora que le cuente luego a Don Pablo esta parte.

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El finado supMarcos contaba que alguna vez alguien le cuestionó que el EZLN tuviera tantas atenciones para Don Luis Villoro, Don Pablo González Casanova y Don Adolfo Gilly. El argumento impugnador se basaba en las diferencias que, frente al zapatismo, estas tres personas mantenían, y en cambio, que no tuviera las mismas deferencias para intelectuales que eran cien por ciento zapatistas. Imagino que el Sup encendió la pipa y entonces explicó: “En primera, dijo, sus diferencias no son con lo que es el zapatismo, sino con las valoraciones, análisis o posiciones que el zapatismo asume frente a diversos asuntos. En segunda, prosiguió, yo en lo personal he visto a estas tres personas frente a mis compañeras y compañeros jefes. Acá han llegado intelectuales de gran prestigio y, bueno, algunos no tan prestigiados. Han llegado y han dicho su palabra. Pocos, muy pocos, han hablado con las comandantas y comandantes. Sólo frente a esas tres personas he visto a mis jefes y jefas hablar y escuchar de igual a igual, con confianza y camaradería mutuas. ¿Cómo lo hicieron? Bueno, pues habría que preguntarles a ellos. Lo que yo sé es que eso cuesta, que lograr la palabra y el oído de mis compañeras y compañeros jefes y jefas, en respeto y cariño, cuesta y mucho. La tercera es que, abundó el Sup, te equivocas al pensar que como zapatistas buscamos espejos, vítores y aplausos. Nosotros apreciamos y valoramos las diferencias en los pensamientos, claro, si son pensamientos críticos y articulados, y no esas chambonadas que ahora abundan en el progresismo ilustrado. Nosotros, nosotras, zapatistas, no valoramos de un pensamiento si coincide o no con el nuestro, sino si nos hace pensar o no, si nos provoca o no, pero sobre todo, si da cuenta cabal de la realidad. Estas tres perso-

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nas han mantenido, cierto, posiciones diferentes y hasta contrarias a la nuestra frente a situaciones diversas. Nunca, nunca han estado en contra nuestra. Y, a pesar de los vaivenes de la moda, han estado de nuestro lado. Sus argumentos contrarios y, no pocas veces, contradictorios a los nuestros, no nos han convencido, cierto, pero nos han ayudado a entender que hay diversas posiciones y pensamientos diferentes, y que es la realidad la que sanciona, no un tribunal autoerigido sea en la academia, sea en la militancia. Provocar el pensamiento, la discusión, el debate es algo que nosotras, nosotros, zapatistas valoramos y mucho. Por eso nuestra admiración al pensamiento anarquista. Es claro que no somos anarquistas, pero sus planteamientos son de los que provocan y alientan, los que hacen pensar. Y créeme que el pensamiento crítico ortodoxo, por llamarlo de alguna forma, tiene mucho que aprender en ese aspecto, pero no sólo en eso, del pensamiento anarquista. Por ponerte un ejemplo, la crítica al Estado como tal, es algo que en el pensamiento anarquista lleva ya mucho camino andado. Pero volviendo a los 3 malditos, cuando cualquiera de ustedes, le dijo el Sup a quien demandaba una rectificación zapatista, pueda sentarse frente a cualquiera de mis compañeras y compañeros sin que ellas y ellos teman su burla, su veredicto, su condena; cuando logren que les hablen en igualdad y respeto; que los vean como compañeros y compañeras y no como jueces extraños; que los cariñen, como se dice acá; o cuando su pensamiento, coincidente o no con el nuestro, nos ayude a descubrir el funcionamiento de la Hidra; nos lleve a nuevas cuestiones; nos invite a nuevos caminos; nos haga pensar; o cuando puedan explicar o provocar el análisis de 61


un aspecto concreto de la realidad; entonces y sólo entonces verán que tenemos para ustedes las mismas pocas atenciones que podamos brindarles. Mientras tanto, agregó el Supmarcos con ese humor ácido que lo caracterizaba, abandonen esos celos heteropatriarcales, mundialistas, reptilianos e iluminatis. He recordado aquí esta anécdota que me fue referida por el SupMarcos, porque hace unos meses, cuando nos visitó una delegación de los familiares que luchan por la verdad y la justicia para Ayotzinapa, uno de los papás nos contó de una reunión que tuvieron con el mal gobierno. No recuerdo ahora si era la primera. Nos contó este Don Mario que los funcionarios llegaron con sus papeles y su burocracia, como si estuvieran atendiendo un cambio de placas y no un caso de desaparición forzada. Los familiares estaban temerosos y rabiosos y querían decir su palabra, pero el burócrata al frente alegaba que sólo podían hablar los que estaban apuntados y los intimidaba. Cuenta Don Mario que los acompañaba un hombre ya de edad, “de juicio” dirían las zapatistas, los zapatistas. Ese hombre, sin que nadie lo esperara, dio un manotazo en la mesa y alzó la voz exigiendo que se les diera la palabra a los familiares que quisieran hablar. Don Mario nos dijo, palabras más, palabras menos, “no tuvo miedo ese señor, y pues se nos quitó también a nosotros el miedo y hablamos, y desde entonces no paramos”. Ese hombre que, encendido de rabia, se plantó frente a la desidia gubernamental, pudo haber sido una mujer, o unoa otroa, y estoy seguro que cualquiera de ustedes, hubiera hecho lo mismo o algo parecido en esas circunstancias, pero llegó que le tocó ser a quien se llama Adolfo Gilly. Compas familiares: 62


A eso nos referimos cuando les decimos que hay gente que está con ustedes sin verlos como una mercancía para comprar, vender, intercambiar o robar. Y como él, hay otras, otros, otroas, que no golpean la mesa pues porque no la tienen enfrente, que si no, pues ahí lo vean. Como zapatistas que somos, también hemos aprendido que nada de lo que merecemos y necesitamos se logra con facilidad ni rápido. Porque la esperanza para el arriba es una mercancía, sí. Pero para el abajo es una lucha por una certeza: Vamos a conseguir lo que merecemos y necesitamos porque nos estamos organizando y estamos luchando para ello. Nuestro destino no es la felicidad. Nuestro destino es luchar, luchar siempre, a todas horas, en todo momento, en todos los lugares. No importa que el viento no sea favorable. No importa que tengamos el aire y todo en contra. No importa que venga la tormenta. Porque, créanlo o no, los pueblos originarios son especialistas en tormentas. Y ahí están, Y aquí estamos. Nosotros, nosotras nos llamamos zapatistas. Y desde hace más de 30 años pagamos el costo de así nombrarnos, en vida y en muerte. Lo mucho que tenemos, es decir, nuestra supervivencia a pesar de todo y a pesar de todos los arriba que se han sucedido en calendarios y geografías, no se lo debemos a individualidades. Se lo debemos a nuestra lucha colectiva y organizada.

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Si alguien pregunta a quién le deben los zapatistas, las zapatistas, su existencia, su resistencia, su rebeldía, su libertad, dirá verdad quien responda: “A NADIE”. Porque así es como el colectivo anula la individualidad que suplanta e impone, simulando que representa y orienta. Por eso les hemos dicho, familiares de la búsqueda de la verdad y la justicia, que cuando de su lado todos se vayan, quedaremos NADIE. Una parte de ese NADIE, acaso la más pequeña, somos nosotras, nosotros, zapatistas. Pero hay más, mucho más. NADIE es quien hace andar la rueda de la historia. Es NADIE quien trabaja la tierra, quien maneja las máquinas, quien construye, quien trabaja, quien lucha. NADIE es quien sobrevive a la catástrofe. Pero tal vez estemos equivocados, equivocadas, y el camino que les ofrecen sea el que vale realmente. Si así lo creen y así lo deciden, no esperen de acá un juicio condenatorio, ni repudios, ni desprecios. Igual tendrán nuestro cariño, nuestro respeto, nuestra admiración. -*Familiares de los Ausentes de Ayotzinapa: Es tanto lo que no podemos hacer, lo que no podemos darles. Pero en cambio tenemos una memoria forjada en siglos de silencio y abandono, en la soledad, en el lugar del agredido por colores distintos, por diferentes banderas, por lenguas diversas. Siempre por el sistema, el pinche sistema que es sobre nosotros, nosotras. El sistema que es a costa nuestra.

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Y tal vez las memorias tercas no llenan plazas, ni ganan o compran puestos gubernamentales, ni toman palacios, ni queman vehículos, ni rompen vidrios, ni levantan monumentos en los museos efímeros de las redes sociales. Las memorias porfiadas sólo no olvidan, y así luchan. Las plazas y calles se vacían, los puestos y los gobiernos se terminan, los palacios se derrumban, los vehículos y los vidrios son remplazados, los museos se enmohecen, las redes sociales corren de un lado a otro demostrando que la frivolidad, como el capitalismo, puede ser masiva y simultánea. Pero llegan momentos, compas familiares de los ausentes, en que la memoria es lo único que se tiene. En esos momentos, sepan ustedes que nos tienen también a nosotras, nosotros, zapatistas del EZLN. Porque debemos decirles que la tenaz memoria de los zapatistas, las zapatistas, es muy otra. Porque no sólo lleva el apunte de los dolores y las rabias pasadas, dibujando en el cuaderno los mapas de calendarios y geografías que han sido olvidados arriba. -*-

El muro y la grieta. Como zapatistas que somos, nuestra memoria también se asoma a lo que viene. Señala fechas y lugares. Si no hay un punto geográfico para ese mañana, empezamos a juntar ramitas, piedritas, jirones de ropa y carne, huesos y barro, e iniciamos la construcción de un islote, o más bien, de 65


una barca plantada en medio del mañana, ahí donde ahora sólo se vislumbra una tormenta. Y si no hay una hora, un día, una semana, un mes, un año en el calendario conocido, pues empezamos a reunir fracciones de segundos, minutos apenas, y los vamos colando por las grietas que abrimos en el muro de la historia. Y si no hay grieta, bueno, pues a hacerla arañando, mordiendo, pateando, golpeando con manos y cabeza, con el cuerpo entero hasta conseguir hacerle a la historia esa herida que somos. Y luego pasa que alguien camina cerca y nos ve, ve a la zapatista, el zapatista, duro que dale contra el muro. Quien así pasa frente nuestro, a veces es quien cree que sabe. Se detiene un momento, mueve la cabeza con desaprobación, juzga y sentencia: “así nunca van a derribar el muro“. Pero a veces, muy de cuando en cuando, pasa la otra, el otro, lo otroa. Se detiene, mira, entiende, se mira los pies, se mira las manos, los puños, los hombros, el cuerpo. Y elige. “Aquí está bueno“, podríamos escuchar si es que su silencio fuera audible, mientras marca una seña en el muro inmóvil. Y a darle. Regresa quien cree que sabe, puesto que su camino es siempre de ida y vuelta, como pasando revista a sus súbditos. Ve ahora a lo otro en la misma necia tarea. Valora que ya hay suficientes para que le escuchen, le aplaudan, le aclamen, le voten, le sigan. Mucho habla, poco dice: “así nunca van a derribar ese muro, es indestructible, es eterno, es interminable” Cuando considera que es oportuno, concluye: “lo que deberían hacer es ver cómo administrar el muro, cambiar de guar66


dia, intentar hacerlo un poco justo, amable. Yo les prometo ablandarlo. De todas formas, siempre estaremos de este lado, Si siguen así, sólo le están haciendo el juego a la actual administración, al gobierno, al Estado, al como se diga, no importa la diferencia porque el muro es el muro y siempre, ¿lo oyen?, siempre estará ahí“. Tal vez se acerque alguien más. Observa en silencio y concluye: “en lugar de empeñarse contra el muro, deberían entender que el cambio está en uno mismo, una misma, sólo se necesita pensar positivamente, mire usted, qué casualidad, aquí tengo a la mano esta religión, moda, filosofía, coartada que le servirá. No importa si es vieja o nueva. Venga, sígame“. Para esto, quienes están duro y dale contra el muro ya están mejor organizados, se hacen colectivos, equipos, se relevan, se turnan. Los hay equipos gordos, flacos, altos y chaparros; allá están los sucios, feos, malos y groseros; los hay cabezones, los hay patones, los hay con las manos endurecidas por el trabajo, los hay de quienes, sea mujeres, sea hombres, sea otroas, echan el hombro, el cuerpo, la vida. Duro y dale con lo que pueden. Hay quien con un libro, un pincel, una guitarra, una tornamesa, un verso, un azadón, un martillo, una varita mágica, un lapicero. Vaya, hasta hay quien golpea al muro con un “pas de chat“. Y bueno, pasa lo que pasa, porque resulta que el baile se contagia. Y alguien trae una marimba, un teclado o un balón y entonces los turnos… bueno, ya se imaginarán ustedes. Claro, el muro ni en cuenta. Sigue impávido, poderoso, inmutable, sordo, ciego.

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Y aparecen los medios de comunicación de paga: toman fotos, videos, se entrevistan entre ellos mismos, consultan especialistas. La especialista tal-cual, cuya virtud es ser de otro país, declara, con mirada trascendente, que la composición molecular de la materia que le da al muro su corporeidad es tal que ni con una bomba atómica y que, por lo tanto, lo que hace el zapatismo es completamente improductivo y termina por ser cómplice del muro en sí (ya en off, la especialista le ha pedido a quien la entrevista que mencione su único libro, a ver si así se vende). Sigue el desfile de especialistas. La conclusión es unánime: es un esfuerzo inútil, así nunca derribarán el muro. De pronto, los medios corren a entrevistar a quien ofrece una administración “más humana” del muro. El tumulto de cámaras y micrófonos produce un efecto curioso: quien no tiene argumentos ni seguidores, parece tener muchos de unos y otros. Gran y conmovedor discurso. Hay la nota. Se van los medios de comunicación de paga, porque nadie estaba poniendo atención a lo que decía el candidato, el líder o el sabio, sino a sus teléfonos que, obvio, son al menos más inteligentes que el entrevistado o entrevistada, y hay un terremoto aquí nomás, y al funcionario tal le encontraron que es corrupto, y james bond ha llegado al Zócalo, y la pelea del siglo ha atraído a millones, tal vez porque pensaron que era entre explotados y explotadores. A la zapatista, el zapatista, nadie le pregunta. Si lo hicieran tal vez no respondería. O tal vez diría el por qué de su absurdo empeño: “acaso quiero derribar el muro, basta con hacerle una grieta”

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No ha sido en libros escritos, sino en los que aún no se escriben pero ya son leídos por generaciones, que las zapatistas, los zapatistas han aprendido que si paras de arañar la grieta, ésta se cierra. El muro se resana a sí mismo. Por eso tienen que seguir sin descanso. No sólo para ensanchar la grieta, sobre todo para que no se cierre. Sabe también la zapatista, el zapatista, que el muro muta en su apariencia. A veces es como un gran espejo que reproduce la imagen de destrucción y muerte, como si no fuera posible otra cosa. A veces el muro se pinta de agradable y en su superficie aparece un plácido paisaje. Otras veces es duro y gris, como para convencer de su impenetrable solidez. Las más de las veces el muro es una gran marquesina donde se repite “P-R-O-G-R-E-S-O”. Pero el zapatista, la zapatista sabe que es mentira. Sabe que el muro no siempre estuvo ahí. Conoce cómo se levantó. Sabe de su funcionamiento. Conoce de sus engaños. Y sabe también cómo destruirlo. No le preocupa la supuesta omnipotencia y eternidad del muro. Sabe que son falsas ambas. Pero ahora lo importante es la grieta, que no se cierre, que se agrande. Porque el zapatista, la zapatista, también sabe qué hay al otro lado del muro. Si le preguntaran, respondería “nada“, pero sonreiría como si dijera “todo“. En uno de los relevos, los Tercios Compas, que no son medios, ni libres, ni autónomos, ni alternativos, ni como se

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llamen, pero son compas, interrogan con severidad a quien golpea. “Si dices que no hay nada del otro lado, ¿para qué quieres hacerle una grieta al muro?” “Para mirar“, responde la zapatista, el zapatista, sin dejar de arañar. “¿Y para qué quieres mirar?“, insisten los Tercios Compas que para entonces, como todos los medios se han ido, son los únicos que permanecen. Y para ratificarlo, llevan en la camisola la leyenda “Cuando los medios se van, quedan los tercios”. Y, claro, están un poco incómodos porque son los únicos que están preguntando en lugar de darle al muro con la cámara o con la grabadora o al-fin-supe-para-qué-carajossirve-este-pinche-tripie. Los Tercios preguntan de nuevo, faltaba más. Aunque sea que llega en la cabeza, porque la grabadora ya fue, de la cámara mejor ni hablar, y el tripie ahí nomás se hizo ciempiés. Así que repite: “¿Y para qué quieres mirar?” “Para imaginar todo lo que se podrá hacer mañana“, responde el zapatista, la zapatista. Y cuando la zapatista, el zapatista dijo “mañana” bien pudo estarse refiriendo a un calendario perdido en un futuro por venir. Podrían ser milenios, siglos, decenios, lustros, años, meses, semanas, días… ¿o ya mañana?, ¿mañana? ¿mañana mañana? ¿Te cae? ¡No chingues si ni siquiera me he peinado! Pero no todos, todas, pasaron de largo. No todas, todos, pasaron y juzgaron absolviendo o condenando. 70


Hubo, hay pocos, muy pocos, tantos apenas que ni una mano agotan. Estuvieron ahí, callados, mirando. Ahí siguen. Apenas de vez en cuando profieren un “mmh” que es muy semejante al que expresan los más antiguos de los pobladores en nuestras comunidades. Contra lo que se pueda pensar, el “mmh” no significa desinterés o desapego. Tampoco desaprobación o acuerdo. Es más bien como un “aquí estoy, te escucho, te miro, continúa”. Ya de edad son esos hombres y mujeres, “de juicio” dicen los compas cuando se refieren a la gente mayor, señalando que los calendarios deshojados en la lucha dan razón, saber y discreción. Entre esos pocos, había uno, hay uno. En veces ese uno se suma a los partidos de fútbol que el comando anti muro organiza para seguir golpeando, aunque entonces sea un balón, y después le toque al teclado de la marimba. Como de costumbre en esos partidos, nadie pregunta nombres. Uno o una o unoa no se llama juan, o juana o krishna, no. Es la posición que tienes la que te nombra. “¡Oyes portería! ¡Pásala volante! ¡Duro defensa! ¡Dale atacante! ¡Acá delantero!“, se escucha en la algarabía del potrero, con las vacas indignadas porque el ir y venir de los equipos les arruina la comida. En una orilla, una niña inquieta hace por calzarse unas botas de hule que, se nota, le quedan grandes “Y vos, ¿cómo te llamas?“, le pregunta el hombre a la niña. 71


“Yo defensa zapatista“, dice la niña y pone su mejor cara de “si no quieres morir, retírate”. El hombre sonríe. No ríe abiertamente. Sólo sonríe. La niña, es claro, está reclutando elementos para retar al que pierda. Sí, porque acá, cuando el equipo gana, se va a darle al muro. Y el equipo que pierde sigue jugando, “hasta que aprenda”, dicen. La niña tiene ya parte del equipo y le presume al hombre. “Éste es delantero“, dice señalando a un chuchito de color indefinido por las costras de lodo y que mueve la cola entusiasmado. “Si corre, acaso para, se va y se va, hasta allá“, y la niña señala al horizonte que el muro oculta. “Falta que no se le olvide el balón“, dice casi como pidiendo disculpas, “porque luego agarra camino para otro lado; la pelota para allá y el perrito delantero para el otro allá“. “Este es portero o conserje también le dicen, creo“, dice ahora presentando a un viejo caballo viejo. “Yo mi trabajo“, explica la niña, “es que no pase el balón, porque mírelo usted, es choco, le falta un su ojo, el derecho, por eso ya sólo mira abajo y a la izquierda y si el tiro viene por la derecha, pues nomás ni en cuenta“. “Y bueno, ahorita no está todo el equipo. Falta el gato… bueno, más bien es perro. Muy otro el ése-como-se-llama, como que perro pero maúlla, como que gato pero ladra. Lo busqué en el libro de herbolaria cómo se llama un animalito así. No encontré. Dijo el Pedrito que dejó dicho el Sup que se llama gato-perro. 72


Pero no muy hay que creerle al Pedrito porque…” la niña voltea a uno y otro lado viendo que nadie esté cerca para escucharla, y le dice al hombre en secreto “ese Pedrito le va al América“, luego, ya más en confianza: “Su papá le va a las chivas y se embravece. Si pelean, su mamá los zapea a los dos y ya se están quietos, pero el Pedrito mucho alega, que la libertad según las zapatillas y no sé cuánto” “Será zapatistas“, corrige el hombre. La niña ni en cuenta, el Pedrito se las debe y ha de pagar. “Bueno, tú como te llames, el gato-perro ése, tú piensas en tu cabeza ¿será que sabe jugar?” “Sabe“, se responde ella misma. “Como el enemigo no lo ve si es perro o es gato, rápido se va por un lado y otro y ¡zás! ahí está el gol. El otro día casi ganamos, pero la pelota se fue pal monte y en eso llegó la hora del pozol y se suspendió el partido. Bueno, te digo tú, el ése gatoperro como-se-llame, sabe. Muy otro el gato-perro ése, tiene su ojo amarillo, así“. El hombre ha quedado helado. La niña ha descrito un color con sus manitas. El hombre ha rodado mundos y penas, pero no había encontrado a alguien que describiera un color con un ademán. Pero la niña no está para impartir cursos de fenomenología del color, y sigue hablando. “Pero no está ahorita, el gato-perro“, dice con pena, “creo que se fue de cura porque dicen quesque se fue a un seminario contra el pinche capitalismo cabezón. ¿Tú lo sabes cómo es su modo del pinche capitalismo cabezón? Bueno, mira, te lo voy a dar la plática política. Resulta que la pinche sistema no te muerde sólo de un lado sino que onde quiera te está chin73


gando. Todo lo muerde la pinche sistema, todo se lo zampa y si ya se engordó mucho, pues lo gomita, y de vuelta con su tragadera. O sea que para que me entiendas el maldito capitalismo no tiene llenadero. Por eso yo le dije al gato-perro ése que para qué se va de cura a un seminario. Pero acaso obedece. ¿Usted cree que va a ser cura un gato-perro? No, ¿verdad?, ni por muchos goles, ni por mucho ojo amarillo. ¿Tú lo vas a dejar que te dé un casorio un gato-perro, manque tenga su ojo amarillo, ¿verdad que no? Por eso yo, cuando nos cásemos con mi marido nada de cura, sólo con el municipio autónomo y eso por el baile, que si no, ni eso. Nomás permisados para que no anden mal hablando. Solita yo y mi ése-como-se diga, y si no muy sirve el marido pues a volar cuervos que te sacarán los ojos. Así dice mi abuela, que ya está grande ya, pero bien que combatió el primero de enero de 1994. ¿No lo sabes qué pasó el primero de enero de 1994? Ah, pues luego te lo canto una canción que lo dice todo clarito. Ahorita no, porque de repente ya nos toca jugar y hay que estar listas. Pero para que no estés con pendiente te digo que ese día le dijimos a los pinches malditos malos gobiernos que ya estuvo bueno, que hasta aquí nomás, que ya basta de sus chingaderas. Y dice mi abuela que fue por las mujeres, que viera que por los pinches maridos, pues nada, que ahí estaríamos dando lástima, como los partidistas de por sí. Bueno, no lo tengo visto todavía quién para mi marido, porque luego son muy tarugos los hombres, vieras. Y ahora estoy todavía niña. Pero ya luego lo sé que mucho me van a mirar los pinches hombres, pero yo, seria, nada de que sí, nada de que no, nada de que no sé, o sea que me voy como quien dice a dar mi lugar y si el pinche marido se quiere pasar de rosca bueno, pues por eso estoy de defensa zapatista, ahí nomás le doy su zape y anda vete, que me respete como mujer 74


zapatista que soy. Claro, no va a entender luego, así que varios zapes hasta que lo entienda la lucha de como mujeres que somos” El hombre ha seguido atento toda la perorata de la niña. No así el perrito de las costras de lodo, que a saber dónde anda. Ni el caballo tuerto que mastica con parsimonia un plástico herencia del alumnado de la escuelita. Con todo, el hombre no se ha reído, apenas si ha alcanzado a parpadear al mismo ritmo de su sorpresa. “Ya vamos a ser más“, anima la niña, “de repente dilata, pero sí vamos a ser más“. El hombre tarda en comprender que ahora la niña se refiere a su equipo. ¿O no? Pero la niña ahora estudia al hombre con mirada de cazatalentos, después de varios “mmh“, le suelta “Y vos, ¿cómo te llamas?“. “¿Yo?” dijo el hombre sabiendo que la niña no pedía el árbol genealógico, ni el escudo heráldico, sino una posición. Después de recorrer mentalmente sus opciones, el hombre responde: “yo me llamo recoge balones“. La niña se queda callada, valorando la utilidad de esa posición. Después de pensarlo un rato, le dice al hombre, no para consolarlo, sino para que se dé cuenta de lo importante: “Recoge balones, no cualquiera, eh. Ahí tiene usted, si el balón se va para allá nomás, onde el acahual, olvídate, no hay quien quiera ir, porque está muy fiero ahí, mucha espina, mucha mostazilla, arañas, de repente hasta culebra. O de repente la 75


pelota se va al arroyo y no fácil se pepena, porque el agua lo lleva, así que hay que correr para alcanzarlo, al balón. Así que recoge balones cuenta, vale pues. Sin recoge balones nomás no hay partido. Y si no hay partido, pues no hay fiesta, y si no hay fiesta pues no hay baile, y si no hay baile pues de balde me peino y de balde me pongo los prensapelos de colores, mira“, dice la niña y de su morraleta saca un montón de prendedores de muchos colores, tantos que ni los hay todavía. “Recoge balones no cualquiera“, le repite la niña al hombre mientras lo abraza, no para consolarlo, sino para que entienda que todo lo que vale la pena se hace en equipo, en colectivo, cada quién su tarea. “Yo sería, pero no. Mucho miedo me dan las arañas y las culebras. El otro día hasta soñé muy fiero por su culpa de una pinche culebra que topé en el potrero. Así nomás“, y extiende sus brazos tanto como puede. El hombre sigue sonriendo. El partido acaba, la niña no ha completado el equipo para retar y se ha quedado dormida en el suelo. El hombre se levanta y le pone su chaqueta porque la tarde ya pardea y el fresco alivia la tierra. Tal vez hasta llueva. Un miliciano está ahora regresando con las identificaciones que pidió la Junta de Buen Gobierno. El hombre espera su turno. Por fin dicen su nombre y se acerca a recoger su pasaporte que tiene al frente un grabado que reza “República Oriental del Uruguay”. En su interior hay una foto de un varón con

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cara de “¿Qué diablos estoy haciendo aquí?” y a su lado se lee “Hughes Galeano, Eduardo Germán María”. “Oiga“, le pregunta el miliciano, “¿usted se puso Galeano de nombre de lucha por el compa sargento Galeano?“. “Sí, creo que sí“, responde el hombre mientras sostiene el pasaporte dudando. “Ah“, dice el miliciano, “de por sí eso pensé“. “Oiga y su tierra, ¿dónde mero queda?” El hombre mira al miliciano zapatista, mira el muro, mira a la gente dale y duro a la grieta, mira a los niños jugando y bailando, mira a la niña tratando de hablar con el perrito, con el caballo choco y con un animalito que bien podría ser un gato, o un perro, y dice resignado: “también aquí“. “Ah” dice el miliciano, “¿y usted a qué se dedica?” “¿Yo?“, trata de responder el hombre mientras recoge su mochila. Y de pronto, como si apenas acabara de entender todo, responde sonriendo “Yo soy recoge balones“. El hombre ya está lejos y no alcanza a escuchar al miliciano zapatista que murmura con admiración: “Ah, recoge balones, no cualquiera“. Ya en la formación, el miliciano le dice a otro: “Oí Galeano, que hoy conocí a un ciudadano que se puso tu nombre“. El sargento Galeano sonríe, como de por sí, y replica “no hombre, ¿cómo crees?“. “De por sí“, dice el miliciano, “de dónde si no va a sacar ese nombre el señor ése“. 77


“Ah“, dice el sargento de milicias y maestro de la escuelita Galeano, “¿y qué es lo que hace él?“, pregunta. “Es recoge balones“, dice el miliciano y se va corriendo para alcanzar pozol. El sargento de milicias Galeano, recoge su cuaderno de apuntes y lo guarda en su morraleta mientras dice entre dientes: “Recoge balones, como si fuera tan fácil. Si no cualquiera es recoge balones. Para ser recoge balones se necesita mucho corazón, como de ser de zapatista, y para ser de zapatista no cualquiera, aunque eso sí, luego hay alguien que no sabe que es de zapatista… hasta que sabe“. -*Tal vez no me crean ustedes, pero esto que les cuento pasó hace apenas unos días, unas semanas, unos meses, unos años, unos siglos, cuando el sol de abril abofeteaba la tierra no para ofenderla, sino para que despertara. -*Hermanas y hermanos familiares de los Ausentes de Ayotzinapa: Su lucha es ya una grieta en el muro del sistema. No dejen que se cierre Ayotzinapa. Por esa grieta respiran no sólo sus hijos, también las miles de desaparecidas y desaparecidos que faltan en el mundo. Para que esa grieta no se cierre, para que esa grieta se ahonde y se ensanche, tendrán ustedes en nosotros, nosotras, zapatistas, una lucha común: la que transforme el dolor en rabia, la rabia en rebeldía, y la rebeldía en mañana. SupGaleano. México, mayo 3 del 2015. 78


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Pensar é Cartoneras es un principio de existencia, es también una apuesta. Se trata de visibilizar textos de márgenes en formatos de márgenes. El material reciclable es tanto el recipiente -la vida del cartón- como el contenido -la vida en los textos-. Las ideas pueden ser también reciclables, viajeras y se han de apropiar. Por ello los textos son reproducibles, abiertos, manipulables bajo una idea ya conocida

“texto global, tapa local”. El proyecto nace de un impulso de crítica social, divulgación e interdisciplinariedad para una práctica/teórica de la vida digna. Los textos aquí son una forma de este interés por construir conocimientos junto/ con/ para/ entre los movimientos críticos de lo social que apuestan por la autonomía. Autonomía (práctica -palabra concepto – límite), que no viene del griego si no del lenguaje común que compartimos aquellos que decimos estar “abajo y a la izquierda”.

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