RECUERDOS DE LA SAFA

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RECUERDOS DE LA SAFA. Por: Pepe Toral Almagro Ha pasado mucho tiempo, tal vez demasiado tiempo, ahora cuando uno invoca a la memoria, esta se vuelve traicionera, nos hace dudar y al final trataremos de escribir los episodios pasados, aun cuando no se ajusten a la realidad pero de seguro que se parecerán mucho a los hechos vividos. Empiezo a escribir esto a raíz de leer el libro editado en el primer cincuentenario de los alumnos de oficialía y maestría de la SAFA. Es una satisfacción ver como el tiempo ha mantenido el recuerdo y las vivencias tenidas en un tiempo futuro pasado. Cincuenta años y ahí están manteniendo las vivencias y los recuerdos y sobre todo la camaradería que hace y permite una reunión anual que todos esperan con ilusión. Hay una foto del curso 60/61 del curso de 6º grado, en la que estamos muchos de los que entramos en la Safa por aquellos años, esta foto no se corresponde con la realidad ya que en ella hay algunos que eran de cursos inferiores y al mismo tiempo faltan otros que si eran de este curso. Esta foto me la proporcionó Jorge Expósito Expósito, no hace mucho tiempo estuve en Úbeda y sin saber de ninguno de aquellos compañeros localicé a Jorge través de Gabriel Quesada, que trabaja en el ayuntamiento y era también compañero de clase. Este me indicó donde trabaja y ni corto ni perezoso tomé el camino hacia su almacén de fontanería, cuando llegué allí había dos personas hablando en la puerta, pregunté quién era Jorge y me respondió uno de ellos, huelga decir que después de más de cuarenta años no lo reconocí pero en el momento en que dijo, yo soy, reviví toda nuestra infancia, le respondí que yo era Pepe Toral y nos fundimos en un abrazo leal y sincero, al momento llamó por teléfono y se presentó Juan Garrido Urbano, amigo y compañero de escuela de maestría industrial. Resulta que estos son amigos de muchos años y yo no lo sabía por lo que nos pusimos a hablar como si hubiésemos estado siempre juntos y no hubiera pasado el tiempo, huelga decir que nuestra conversación era en pasado pero llena de felicidad. Entré en los jesuitas aun cuando no lo recuerdo muy bien, sobre el año 1954 ó 55, procedente de la escuela de Marialao. En el parvulario que había, teníamos que ir con un mandilón o baby, de color azul ribeteado en blanco, mi camino para ir a la escuela era subiendo por la calle Chirinos, se torcía hacia la izquierda por el callejón de los cuatro esquinas los cortijos y enfilaba la calle S. Cristóbal, en aquella época llena de arboles a cada lado hasta la escuela a la que se entraba por lo que vulgarmente se conocía como la puerta de abajo o la de los talleres. Mis primeros profesores fueron Dª Lourdes y D. Miguel que eran matrimonio y vivían en las casas que había a la izquierda de la puerta principal, recuerdo a un pasante que se llamaba D. Fernando y que nos causaba asombro porque escribía con la mano izquierda y esto estaba mal visto en aquella época (hasta estas imbecilidades te las prohibían), no recuerdo a mas profesores del parvulario, luego ya en la primaria y pre aprendizaje, aun haciendo alguna omisión, estos fueron algunos de ellos, D. Juan Pascuau, D. Doroteo Ocaña, D. Florentín, D. Mateo, D. José Latorre Salmerón, luego en profesionales estaban D. Bernardo (bendito sea mohete, ó eres más tonto que tres veces un pepino) eran sus epítetos cuando se enfadaba, también estuvieron como pasantes D. Antonio Montoya y D. Joaquín Mora Altarejos sin


olvidar a los profesores de taller ya que de aquel tiempo además de los trabajos de ajuste de la cola de milano y la doble cola de milano, así como el aprendizaje que obtuvimos que siempre nos sirvieron para saber algo tan simple como mantener la postura correcta tanto para limar como para utilizar el arco de sierra, o tan sencillo como saber poner la hoja de sierra en el arco. Aun conservo de aquellos tiempos una pequeña espada que hice. Este D. Antonio Montoya, tenia influencias musicales y formó un conjunto musical que nos hacíamos llamar “Los niños del Pireo” cantábamos canciones como, moliendo café, los niños del pireo, y algunas mas que no recuerdo, por aquel tiempo cantamos en la radio en donde D. Valentín era locutor oficial y hubo una actuación en el teatro Ideal Cinema. Cuando uno hace mención a estos momentos, no es ni más ni menos para que otros con mejor memoria continúen refrescando los momentos vividos y así formar una serie de textos que nos permitan comparar aquellos tiempos con estos y ver la gran diferencia de vida por la que hemos pasado en la esperanza de que otros puedan aportar fotos de aquellos tiempos y de estos cursos tanto de primaria como de 1º y 2º de preaprendizaje. Tratando de rememorar a los compañeros de la foto, observo que falta Molina que posteriormente fue mozo de espadas de Carnicerito, Padilla que vivía por la Cruz de Hierro, David que vivía por la Torrenueva, Andrés Codes, Felipe Fernández (hijo del director D. José Antonio Fernández Pastor) tal vez habrá alguno más que espero que algún compañero con mas memoria amplíe. De aquella época uno recuerda lo bueno y lo malo que el paso del tiempo tonifica y suaviza sin darle más importancia que la que en ese momento tuvo, así recuerdo un comentario escrito que leí en donde se alababan las cualidades didácticas de magnifico profesor, me sonreí, porque para este profesor había dos clases de alumnos, los que iban a las permanencias (clases privadas que daba en su casa) y el resto, era a este resto a quien de continuo vejaba calificándolo y poniéndole sobrenombres por el que después éramos llamados, a mí me apodó como “el chaquetilla” y “el caballero de la triste figura”. Recuerdo un dia en que me sacó a la pizarra y como le teníamos pánico, no recuerdo cual fue su pregunta, pero lo que si recuerdo es que no le supe contestar, por lo que me dijo que pusiera la mano, era el castigo normal, poner la palma de la mano hacia arriba y con el compas de tiza darte un palmetazo, cuando descargó el golpe yo quité la mano girándome, momento que aprovechó para darme una patada en el culo entre la hiliaridad del resto de los compañeros, en estos tiempos lo quisiera yo haber visto, esto no solo fue conmigo éramos mas de uno los marcados. Este profesor era de los que la letra con sangre entra y por lo oído y leído hubo más de uno de estos en nuestra querida SAFA. De D. Juan Pascuau, recuerdo su bondad, algunos decían que era por buena persona, otros porque bebía más de la cuenta, nosotros cuando terminamos la primaria le hicimos el regalo de una pluma estilográfica que compramos entre todos. Siempre lamenté no haber continuado en la SAFA, cuando terminamos la primaria pasamos todos a profesionales en los cursos de preaprendizaje aun cuando los llamados externos no éramos bien vistos en esos años, la razón la desconozco pero era verdad, narrare el porqué ni yo y otros más nos pasamos a la escuela de maestría industrial para hacer la oficialía y la maestría. Estando en segundo de preaprendizaje, hicimos una excursión a la ermita de la Virgen de Guadalupe, partimos por la mañana y llegamos a Santaolalla, una vez allí el profesor dijo que los que quisieran bajar a la ermita podían hacerlo, pero puso una hora determinada para reunirnos en el arroyo que hay


entre Úbeda y Santaolalla, cuando llegó la hora de la reunión hubo dos compañeros que no aparecían, eran Granero (de Úbeda) y Maqueda (interno). El profesor empezó a inquietarse y estaba muy nervioso por no saber que podía haber pasado, pasada más de una hora aparecieron tan tranquilos sin darle mayor importancia al hecho (esto era causa de la edad) el profesor así que le dijimos que ya habían aparecido se fue para ellos y le dio una bofetada a Granero que empezó a sangrar por la nariz, le lo dijimos al profesor que Granero estaba sangrando y nos respondió, haber si se muere. Éramos niños de doce o trece años pero en nosotros asomó la rebeldía del sentirnos vilipendiados por ser de Úbeda o externos, a la mañana siguiente fuimos todos los de Úbeda a hablar con el padre prefecto (padre Navarrete), inocentes de nosotros le dijimos al padre lo que había pasado y que si no castigaba a este profesor nosotros estábamos dispuestos a hacerle pagar lo que había pasado. Ese curso al que menos le suspendieron cinco asignaturas, lo que significaba la expulsión del colegio. Hubo un hecho significativo pues en primero nos dieron una beca de tres mil pesetas de las cuales la escuela se quedaba con el 50%, ( diré que para mí era una fortuna pues yo jamás tuve un billete de mil pesetas en mi poder, por lo que cuando me dieron el dinero en las oficinas, me metí la mano en el bolsillo agarrando el dinero y no me saqué la mano del bolsillo hasta que llegué casa y se los di a mi madre) en segundo aumentó la cuantía a cuatro mil pesetas, ahora nos tocaba pasar a 1º de oficialía y casualmente este año las becas subieron a nueve mil pesetas, por lo que recibimos una carta de la escuela diciendo que nos podíamos presentar al examen de septiembre, pero ya habíamos hablado con D. Diego Fernández Fernández que era el director de maestría industrial y nos aceptó a todos, no obstante algunos se quedaron en los Jesuitas y el resto nos pasamos a maestría. En el tiempo siempre lamente este hecho y siempre me consideré safista, porque ahora era cuando empezábamos a estudiar a tener una disciplina de aptitudes y comportamientos que en 2º de pre aprendizaje ya empezaba a marcarnos, algunos por necesidades desayunábamos y comíamos en el colegio, jamás rechacé la leche en polvo ni el queso americano, ni denigré de él, las necesidades económicas de mi familia permitieron que fuese de los llamados mediopensionistas, lo que significaba que tenía derecho a comer en el comedor de la escuela, de aquellos tiempos reviven en mi memoria las habichuelas (alubias) negras que más de una vez cuando las he comido siempre me acuerdo del comedor de la SAFA, el cocinero por aquel entonces era de Valencia y tenía, que yo sepa dos hijos a los que conocí y supongo que no nadaban en la abundancia por como vestían y demás, en estos tiempos había bastante afición taurina pues empezaba a despuntar Carnicerito de Úbeda que también hizo el preescolar en la SAFA, hago este comentario porque el hijo mayor del cocinero emprendió la carrera de maletilla y no sé si alguna vez toreó, pero lo que sí recuerdo y muchos de mi edad tal vez también lo recuerden fue cuando en un partido internacional que se jugaba en el Santiago Bernabéu, entre el Real Madrid y otro equipo, a la terminación del partido, saltó un espontáneo al campo y le dio dos verónicas al árbitro que se quedó flipando porque no entendía nada de nada, aun cuando recibió una ovación apoteósica, como decía al principio yo era mediopensionista y además eran muchas las tardes que asistía a unas charlas que daba el padre Marín y que formó un grupo juvenil en contraposición a la OJE (organización juvenil española, o paso previo para entrar en falange) no recuerdo el nombre del grupo ni sus siglas. A mi memoria viene la canción que cantábamos cuando salíamos de excursión y que se


utilizaba con un doble sentido y que decía así “OJEadores niños mocosos que con el palo hacéis el oso con la mochila y el correaje parecéis burros que van de viaje” Asistíamos por la tarde y nos daba charlas de lo más variado haciéndonos preguntas sobre lo tratado y premiándonos con ochios o tortas de azúcar con chocolate por lo que asistíamos bastantes los días de charlas. También organizaba excursiones, como no, andando y recuerdo la que hicimos a Sabiote y a su castillo, en el cual cuando lo visitamos nuestra única obsesión era ver las mazmorras, y cuando nos metieron por un pasillo pequeño y sin luz diciendo que por ese camino se llegaba a las mazmorras, tengo que decir que más de uno no zurramos y tiramos hacia atrás y como la imaginación es infinita en estas edades hubo más de uno que salió diciendo que había visto esqueletos amarrados con cadenas, luego fuimos a un lugar que se llama la Corregidora, que tenía como un chorro de agua que caía desde una altura considerable, allí comimos de lo que cada uno llevaba y estuvimos jugando hasta que llegó la hora de la vuelta, alguien comentó y por eso lo recuerdo, aunque luego te das cuenta de que son bulos que se cuentan de los pueblos que nos decían que en aquella fuente iban en peregrinación con el Santo patrón del pueblo haciendo rogativas para que lloviera y decían “ S. Ginés agua nos des y si no, en el pilón te ves”. La vuelta se nos hacía más pesada pues éramos de corta edad, pero siempre había conductores que se paraban por si alguno necesitaba ayuda o venia más cansado de la cuenta y lo montaban en el coche para envidia del resto de compañeros. Fuimos también a la Fuente la Peana y a la Yedra. El camino a la Fuente de la Peana ( se llamaba así porque en la base del tronco de un árbol estaba el manantial) estaba entre Úbeda y Baeza y había un arroyuelo creo de santo Domingo que servía de medianía entre los dos pueblos, el sitio era estupendo para jugar que al fin y cabo fue lo que hicimos durante todo el dia, como decía nos encaminamos hacia este lugar y venían con nosotros como profesores D. Joaquín Mora y un sacerdote sudamericano de Paraguay y de nombre Francisco Ayala Benítez, con el que pasábamos las horas muertas escuchándole contar historias de su país y del cual aun guardo en mi memoria la dirección que era “casilla 346”, Asunción, Paraguay) esto de casilla era el equivalente al apartado de correos, así que avanzábamos por el camino, había una caravana de los llamados zíngaros, quincalleros o vaya usted a saber cuál era el apelativo del momento, con toda una tropelía de gente entre mujeres, ancianos y niños y bestias con sus carromatos, hospedados en un majano se dedicaban sobre todo a la reparación de la quincalla, a lañar cantaros, orzas y tinajas y cuando se vinieron hacia nosotros teniendo en cuenta las historias que se contaban de estas personas, rápidamente nos agrupamos y cuando acudió D. Joaquín estuvo hablando con ellos y le pidieron tabaco y este les dio el paquete, luego ya en el sitio hicimos dos bando y nos dedicamos a jugar haciendo dos bandos, situándose cada uno a un lado del riachuelo, teniendo que conquistar el trofeo que cada grupo había situado en el fuerte, para distinguirnos un bando de otro nos pusimos unos pañuelos atados al brazo, el capitán de nuestro bando, o se llamaba Vilches o era de Vilches, de el recuerdo que nos contaron que una vez terminada la oficialía le salió un contrato como tornero en Suiza, como para el juego teníamos que usar santo y seña este ideó una que era “habichuelas” cuya repuesta era “peos calientes”. Pero hubo un viaje especial que fue a Jaén, en el camión que


había en la escuela con la caja llena de sillas, (igual que hoy) y tanto a la ida como a la vuelta paramos en una finca que estaba junto al rio Guadalbullón, en donde comimos y merendamos, aquí fue donde por primera vez vi una bomba extractora de agua a la cual había que agarrarse a la palanca y haciendo subir y bajar el brazo iba saliendo el agua. En Jaén fuimos al campo de futbol de la Victoria para participar en unas tablas de gimnasia y también hubo una interpretación a la guitarra del sitio de Zaragoza interpretado por el hijo de Cuadra (quiero recordar que era portero de la escuela en la puerta de arriba) que fue magnífica. Los Cuadra más conocidos como los “catafalcos” eran varios hermanos y todos tocaban instrumentos musicales. Un poco tiempo después diré que yo trabajaba en un bar que estaba en el callejón enfrente del teatro Ideal “Bar el Cordobés” y ocurrió que este chaval dio un concierto de guitarra en el teatro y cuando terminaron se fueron al bar a tomar unas cervezas, el padre también estaba y en un momento en que fue a tomar una patata frita del plato, le dio un infarto y cayó fulminado mortalmente, no llegó a caer al suelo, lo sentamos en una silla y tras el gran desconcierto, se avisó a los municipales y estuvimos esperando a que viniese el juez para levantar el cadáver. Un dia que tenía que haber sido de satisfacción se convirtió en dolor.


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