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La Verdad presenta a los candidatos que serán ordenados ministros de Cristo

El Periódico La Verdad, uniéndose al regocijo de la Diócesis de Cúcuta por los preparativos para ordenar próximamente a los nuevos diáconos y presbíteros, incluye este espacio para conocer las posiciones frente a algunas realidades, de quienes serán sacerdotes, y un breve perfil sobre los nuevos diáconos, quienes también responden a una pregunta donde darán a conocer su punto de vista, evidenciando su capacidad de discernimiento.

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DIÁCONO SAMUEL DARÍO GARCÍA GÓMEZ

“La inteligencia artificial, según dicen algunas personas, tiende a reemplazar al hombre en algunas tareas y podría desplazar la creencia en Dios” ¿Cómo aceptar estos avances tecnológicos desde una mirada cristiana?

Es necesario redescubrir en la sociedad actual, el valor y la dignidad de la persona humana, considerando que Dios, desde el principio pone al hombre en la creación para que administre las maravillas de su obra, “¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder?” (Salmo 8); y esta necesidad surge precisamente en este contexto de post-pandemia, que nos ha hecho preservar más la vida, el cuidado y la dignidad de la persona.

Es admirable y merece todo nuestro reconocimiento, frente a los grandes y rápidos avances tecnológicos, ciertamente que están, no para sustituir a los seres humanos, sino para destinarlos como instrumentos, como recursos o como herramientas de gran utilidad, para facilitar los procesos en zonas industriales y para que dando un buen uso de los mismos, logremos experimentar que todos los dispositivos, medios, y aparatos electrónicos nos permiten manifestar también la grandeza de nuestro Creador, quien nos concede la libertad, la sabiduría y el entendimiento, para continuar en dichos avances tecnológicos. Por consiguiente, el Papa Francisco nos invita en el numeral 33 de su Encíclica ‘Fratelli Tutti’ (todos hermanos), “a no dejarnos distraer por estos instrumentos, incluso a no saciarnos de conexiones, que nos conducen al individualismo, hacia una cultura del descarte como lo ha repetido en varias oportunidades; para sentirnos libres realmente libres dentro de la virtualidad y así, disfrutemos de la realidad, gozando del sabor de la fraternidad” , de la misma manera, a repensar nuestros estilos de vida, nuestras relaciones humanas y no virtuales, la organización de nuestra sociedad y sobre todo el sentido de nuestra existencia.

Di Cono Jorge Enrique Higuera Guerrero

¿Cómo trazaría el camino de la cultura del cuidado en una comunidad que ha perdido la esperanza?

Alo largo de la historia, pero especialmente en el transcurso de estas últimas décadas han surgido acontecimientos que han marcado no solamente la dimensión humana del hombre, sino también el entorno social, cultural y religioso. Es doloroso constatar que, lamentablemente, junto

Di Cono Clement Jaimes Sep Lveda

En medio de las múltiples creencias y/o sectas, se experimenta una pobreza espiritual, es esto ¿una angustia existencial?

a numerosos testimonios de caridad y solidaridad, están cobrando un nuevo impulso diversas formas de nacionalismo, racismo, xenofobia e incluso guerras y conflictos que siembran muerte y destrucción.

Estos y otros eventos que han marcado el camino de la humanidad en los últimos años nos han llevado a fomentar la preocupación, a cuidar y proteger no solo a las personas de quienes debemos hacernos cargo, sino también a preocuparnos por el cuidado de la Casa Común.

La cultura del cuidado como ruta que el hombre está llamado a trazarse en medio de una comunidad que desea erradicar no solo la desesperanza en la que ha caído sino también la indiferencia, el

Considero que esta situación depende de factores como la motivación, su conocimiento acerca de Dios y de la Iglesia, y sus necesidades particulares. Visto esto entonces desde la motivación, el ser humano, en búsqueda de una satisfacción emocional, ha caído en el error de convertir su experiencia de fe, en algo superficial y sentimentalista, lo que degrada el propio concepto de fe y experiencia religiosa, reduciéndolo a simples rechazo y la confrontación que hoy en día prevalecen, deben tener como punto de partida la construcción de una sociedad basada en las relaciones fraternas.

Este tipo de relaciones se dan solo entre personas que buscan un mismo fin, aun cuando cada uno tenga sus propias creencias e ideales. Esta relación de fraternidad permite al hombre ofrecer una nueva perspectiva de la vida, para que no hayan personas necesitadas en la comunidad.

Otro de los pasos a seguir ha de ser la confirmación de la dignidad como un derecho inviolable de la persona, sabiendo que es obra creada a imagen y semejanza de Dios. La Sagrada Escritura presenta a Dios no solo como Creador, experiencias emotivas, que producen en cierta forma, una frustración espiritual, debido a que no se encuentran razones concretas y claras sobre el por qué y el para qué de su fe. Ahora bien, en el mundo de hoy, donde existen las llamadas verdades subjetivas, (incluso en el ámbito religioso), esto genera en muchas ocasiones, incertidumbre e impotencia en el ser humano, que busca respuestas a sus grandes interrogantes existenciales, pero se equivoca sino también como Aquel que cuida de sus criaturas, y este restablecer de la dignidad humana debe ir acompañado de la igualdad donde se escuche una voz en favor de la justicia para los pobres, quienes, por su vulnerabilidad y falta de poder, son escuchados sólo por Dios, que los cuida. al intentar encontrar dichas respuestas, debido a que desconoce en últimas lo básico y central de su fe.

Esto es posible en la realidad si existe en el hombre el deseo por el cuidado del bien común sabiendo que cada aspecto de la vida social, política y económica encuentra su realización cuando está al servicio del bien común, es decir del conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección.

Como último aspecto, existen carencias que pueden ser factores motivadores para que una persona, en su afán de sentirse valioso, digno y autosuficiente, pueda cambiar de credo un sinfín de ocasiones, cada vez que sus expectativas no satisfacen sus necesidades personales.

DIÁCONO JHON FREDDY MEDINA CUERVO

¿Cómo se inserta un sacerdote en la vida de los hombres, sin contagiarse del mundo?

“Padre… no te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo” (Jn 17, 15)

El sacerdote, que vive y celebra el ministerio del orden actuando ‘In Persona Christi Capitis’ (en la Persona de Cristo Cabeza) (CEC 1548), se inserta en la vida de los hombres, en la sociedad actual, con sus dimensiones humanas, sociales, físicas, comunica- tivas, emocionales, racionales, espirituales y de decisión mediante la ética y la moral, tal como Jesús ha llamado a sus discípulos; con la misteriosa particularidad de que, es el mismo Señor, quien prepara a los llamados (cf. 2 Cor 1, 21-21).

El sacerdote no se contagia del mundo, en la medida que utiliza las herramientas que el mismo Dios ha otorgado a quienes llama sus amigos, a quienes les recuerda que están en el mundo, pero no son del mundo y a quienes dice que darán testimonio de Él (cf. Jn 15). La oración, la celebración de los sacramentos, el sentir de las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) y la vivencia de los concejos evangélicos (obediencia, pobreza y castidad), son algunas de las herramientas que se viven dentro del ministerio de la Iglesia, que fortalecen el ministerio del orden para insertarse en medio de los hombres, sin contagiarse del mundo.

DIÁCONO VÍCTOR ALFONSO NORIEGA PORTILLO

En un mundo con inestabilidades (familiares, laborales, emocionales…), ¿cómo asume el sacerdote ser un modelo de madurez?

Quiero extender un abrazo en Cristo Jesús a todos nuestros queridos lectores del Periódico La Verdad.

El mundo contemporáneo, es un mundo de retos; que exige del hombre un proceso de adaptación acelerada: el avance tecnológico, las filosofías de vida, la deconstrucción de los conceptos; han volcado al hombre a un mar de información hasta el punto de sacarlo de su eje y provocar cierta inestabilidad en muchos aspectos de la vida.

El Señor llama a hombres desde su realidad personal, Él no exige que los llamados a formarse como sacerdotes vivan en una sociedad perfecta; en el proceso de seminario Jesús los llama a “estar con Él” y en esa relación íntima con el Señor, “van haciendo propios los sentimientos de Cristo”, manteniendo el objetivo: “formarse como pastores, según su corazón”.

El sacerdote maduro es aquel que asume para sí la dimensión soteriológica de Cristo: la salvación de las almas; y

Di Conos

SEMINARISTA RAFAEL DARÍO APARICIO RUBIO

Soy hijo de Zoraida Rubio G. y Manuel de Jesús Aparicio C. (Q.E.P.D) el octavo de once hijos, nacido el 18 de septiembre de 1994, soy originario del municipio de Gramalote, más específicamente de una vereda llamada el Triunfo, lugar donde transcurrí mis primeros años de vida. Finalicé mis estudios de bachillerato en el colegio Técnico Carlos Ramírez París del barrio Antonia Santos en la ciudad de Cúcuta, ingresé al Seminario Mayor San José en el año 2012 y allí realicé mis estudios de filosofía, fui enviado a estudiar a Roma en el año 2016 donde cursé mis estudios de teología en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, poste- riormente inicié una especialización en teología bíblica en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Actualmente realizo mi servicio pastoral en la parroquia Nuestra Señora de la Esperanza, del barrio la Primavera en la ciudad de Cúcuta. En una línea podre decir que mi vocación nace como la búsqueda llena de fatiga de un hombre que espera responder con un poco de bien a la obra de Dios en su historia.

Ante tanta maldad que hay en el mundo, desde la óptica cristiana, ¿cómo se puede iluminar esta realidad?

Cualquier lector de la Biblia, lleva en su corazón la nostalgia de las palabras de

Nací el 14 de marzo de 1996 en Cúcuta. Realicé mi primaria y bachillerato en el la Génesis: “vio Dios que cuanto había hecho era muy bueno” (cf. Gn 1, 31) sin embargo, este muy bueno parece ensombrecerse en nuestro mundo, en el mundo que habitamos, porque la maldad agobia, los desastres no esperan, la violencia se abre paso decapitando los sueños de los inocentes y aún allí en medio al profundo desencanto de frente a la realidad el hombre recuerda: “que Dios ha hecho todas las cosas bellas a su tiempo” (cf. Qo 3,11), y cualquiera podría decir a su Señor lo dicho por Gedeón: “Perdón, Señor mío. Si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ocurre todo esto? ¿dónde están todos esos prodigios que nos cuentan nuestros padres, cuando dicen que el Señor nos hizo subir de Egipto? Pues ahora resulta que el Señor nos ha abandonado...” (Jueces 6.13). Cada nueva generación parece experimentar sobre sí esta ausencia de Dios, y tal vez es ese el procura ser un punto de apoyo, en una sociedad que tambalea hacia todas las direcciones. Un sacerdote maduro es el que es capaz de encarnar a Cristo en el corazón de niños, jóvenes y adultos; es el que “estando en el mundo, no se deja contaminar por este”, al contrario, ayuda a que muchos que se encuentren perdidos, direccionen su vida y le den sentido de eternidad; es aquel que no teme expresar su fe por temor o vergüenza, ante muchos que rechazan la dimensión trascendente de la humanidad. horizonte que el cristiano puede proponer una y otra vez reescribiendo en las líneas de la historia la presencia silenciosa y compasiva de su Señor Jesús. Dios está con nosotros como Jesús, Dios está con nosotros como aquel que salva. La propuesta cristiana no es una ideología, no son la lista de preceptos por cumplir que nos eximirían de la culpa de frente a la maldad que se difunde. Los cristianos viendo a su Señor saben que no dio una respuesta teórica al problema del mal, no ridiculizó el drama de los que sufren, sino que visitó y acompañó con su presencia todos los lugares donde el hombre se desfigura así mismo —dando incluso vergüenza de verlo a la cara— y desde allí gritó la misericordia infinita de un Padre que espera en sus hijos, de un Hijo que desea que sus hermanos sean capaces de reconocerse y de hacerse bien en el amor de los unos a los otros.

Si es tan importante la tradición para la Iglesia, ¿qué significa la renovación?

La tradición es importante para la Iglesia porque es el proceso de transmitir de manera oral o escrita los contenidos del mensaje divino de la salvación y no solo anunciado, sino creído, celebrado y vivido a través de la historia. Acerca de esta realidad, dice la dogmática ‘Dei Verbum’ #7: “Dios quiso que todo lo que había para la salvación de todos, se conservara por siempre íntegro y fuera transmitido a todas las edades”.

Por tanto, la Iglesia ha recibido la misión de transmitir y conservar la Revelación y debe buscar medios para adaptar la revelación a los distintos ambientes; cosa muy distinta es que la Iglesia deba adaptarse a los nuevos pensamientos contemporáneos para ser aceptada en la sociedad.

Seminarista Rub N Alonso Pe Aranda P Rez

Nací el día 12 de mayo de 1991, en el Municipio de Gramalote, Norte de Santander. Mis estudios de primaria los realicé en la Escuela Rural las Violetas del Municipio de Gramalote; los estudios de secundaria los desarrollé por medio del Proyecto Ser Humano de la Corporación Paz y Futuro.

Mi vocación nace a partir de la experiencia de fe vivida y enseñada por mis padres, quienes desde muy pequeño me inculcaron los valores de la fe y me enseñaron a vivir el amor de Dios manifestado en su Hijo Jesucristo.

¿Cuáles son los retos de la evangelización en este momento?

La Iglesia existe para evangelizar, su misión no es otra sino la de llevar la Buena Nueva del reino de Dios al mundo dando testimonio de Jesucristo, esa es su ra-

Profesión de fe: Futuro diácono, futuro presbítero… ¿qué está dispuesto a dejar?

zón de ser, su alegría y su tarea; ella vive para evangelizar y evangeliza para vivir, evangeliza porque ama y por el mismo ardor y dinamismo que recibe del Espíritu Santo que la conduce.

La Iglesia ha hecho resonar su anuncio misionero desde sus orígenes, pero salta a la vista que cada época trae sus propios desafíos y que hoy más que nunca tenemos que llevar a cabo la tarea evangelizadora en un nuevo contexto y asumiendo los distintos retos que se presentan en la sociedad. En nuestros días son muchos los desafíos que los cristianos deben afrontar para evangelizar, entre ellos:

PSS; los sacerdotes formadores y algunos presbíteros diocesanos; con la participación de los seminaristas, quienes presenciaron cómo el camino del Seminario va dando fruto en sus compañeros.

1) La concientización de que todos los bautizados estamos llamados a vivir una autentica conversión que brota de la experiencia de encuentro con Jesucristo.

2) Hoy la evangelización requiere un testimonio autentico de vida y una actitud vigilante de escucha.

3) Pasión por el anuncio, ya que estamos llamados a ser verdaderos apóstoles de Cristo, es decir, a asumir la misión y sen- tirnos enviados por Él.

En el Seminario Mayor San José de Cúcuta, realizaron en la mañana del martes 30 de mayo, la solemne profesión de fe, los candidatos al diaconado y al presbiterado.

Con la Sagrada Eucaristía, presidida por Monseñor José Libardo Garcés Monsalve, Obispo de la Diócesis de Cúcuta, los diáconos Víctor Alfonso Noriega Portillo, Jhon Freddy Medina Cuervo, Clement Jaimes Sepúlveda, Samuel Da- río García Gómez y Jorge Enrique Higuera Guerrero, así como los seminaristas Héctor Gabriel García Torres, Rubén Alonso Peñaranda Pérez y Rafael Darío Aparicio Rubio, se comprometieron públicamente a ser fieles a Cristo y a vivir como Él lo hizo, obedeciendo la voluntad del Padre.

La celebración eucarística fue concelebrada por el rector del Seminario, el padre José María Castro Almanza,

Para el señor Obispo, la profesión de fe es la clave que va preparando a los candidatos para la ordenación, sobre todo al escuchar le lectura del Evangelio del día (Mc 10, 28-31), cuando Pedro le asegura a Jesús: “Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”, y Jesús le explica cómo quien ha dejado todo, lo encuentra todo (vida eterna); por ello, Monseñor les preguntó a los seminaristas y diáconos: “¿qué están dispuestos a dejar?”, porque al ser llamados ministros del Señor, no pueden anhelar a “ninguna prebenda, a ningún estilo de vida superior, solo deben buscar servir, ocupando el último puesto… ciertamente, los últimos serán los primeros en el Reino de Dios”

Continuando con su homilía, Monseñor José Libardo afirmó que la profesión de fe “no puede ser un acto meramente jurídico, canónico o un requisito más que debo cumplir para ordenarme” profesión de fe “es la respuesta al Señor, donde mi vida, voluntad y libertad, ya no me pertenecen, sino les pertenece a Dios”. El Obispo los exhortó a cultivar esto desde este día hasta la muerte, porque “el espíritu del mal también trabaja en la vida de las vocaciones, para hacernos desistir de esa entrega total que le damos al Señor”.

Elementos que no deben faltar

El Obispo de la Diócesis de Cúcuta le planteó a los futuros diáconos y presbíteros los elementos fundamentales que no deben faltar en su vocación:

1. Oración profundamente contemplativa, de rodillas frente al Santísimo Sacramento todos los días. “Eso no da espera, no se puede postergar, porque si un consagrado por sus múltiples ocupaciones, pasa a segundo plano la oración, este comienza a perder poco a poco su sacerdocio”.

2. La confrontación diaria con la Palabra de Dios.

Felicidades en su fiesta patronal

Los medios de comunicación de la Diócesis de Cúcuta, se unen con alegría en la presentación de las comunidades parroquiales, anunciando las fiestas de su santo patrono. En esta oportunidad, felicitamos de manera especial a los bautizados que se congregan en la parroquia: Visitación de Nuestra Señora. Les animamos para que continúen creciendo en la fe y dinamismo pastoral, de la

Visitaci N De Nuestra Se Ora

Fundación: Septiembre 22, 2000

Fiesta patronal: 31 de mayo

Párroco: Javier A. Bermúdez O.

Por: Sem. Johan Camilo Bernal Paba

Hola queridos niños y jóvenes lectores del Periódico La Verdad, en esta ocasión vamos a reflexionar acerca de la tarea que todos como bautizados tenemos de anunciar a Jesucristo a las demás personas.

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