todas las cosas; la iglesia es su cuerpo, plenitud de todo lo que existe”. Efesios 1, 17-‐22. Cuando niña, mi mamá acostumbraba a despertarnos a las 8:00 a.m. los domingos para “ir a la Iglesia” y yo volaba de la rabia y pensaba para mí: “¿por qué no nos dejan dormir hasta tarde el único día que se puede?” Tener que ir a pararnos en ese templo a oír al cura hablar eternidades y a aguantar frío; pues en ese entonces vivíamos en la Calera, (Cundinamarca), es más, vivíamos más allá, en un lugar llamado la Siberia, y sí, parecíamos en Rusia, por que hablábamos y salía vapor del frío, antes que salieran nuestras palabras; nuestra nariz permanecía roja e intocable, y los cachetes colorados y tostados por el viento.
“Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda espíritu de sabiduría que les revele un conocimiento profundo de él; que ilumine los ojos de su corazón, para que conozcan cual es la esperanza de su llamada, cuál la riqueza de la gloria de su herencia otorgada a su pueblo y cuál la excelsa grandeza de su poder para con nosotros, los creyentes, según la fuerza de su poderosa virtud, la que ejerció en Cristo resucitándolo de entre los muertos, sentándolo a su derecha en los cielos por encima de todo principado, potestad, autoridad, señorío y de todo lo que hay en este mundo y en el venidero; todo lo sometió bajo sus pies y a él lo constituyó cabeza de la Iglesia por encima de
Y qué decir del tormento de estarnos una hora quietos en un mismo lugar. ¡Ay! de nosotros si nos movíamos; mi madre era una experta en esos pellizcos a los que en ese tiempo se llamaban “de monja”, que nos dejaba ver toda la película de nuestra vida, mientras nuestra piel de los brazos o del lugar donde las manos de mi enojada madre alcanzara, daba cien vueltas en cuestión de segundos. Puntos de interés: ¿Para qué la Iglesia? • La Iglesia cuerpo de Cristo • La Iglesia edificada sobre un humano, Pedro • Nuestras diferencias punto de encuentro • Es más fácil criticar que comprometerse.
1 Por: Diana Fernanda Vásquez S. Tel: 315 309 9114 Escríbenos: periodicoyosoy@hotmail.com *Ilustraciones: Cortesía de Fano Visita Nuestra página web: www.periodicoyosoy.com
Un día decidí volver a cantar en la Iglesia y comencé a vincularme más a sus actividades. Descubrí que me encontraba con todo tipo de temperamentos, gustos, egos y lo peor que yo ya no era la misma. Estaba llena de rencores, envidias, y una serie de defectos que jamás había notado. Ya no era ni alegre, ni sociable como antes, deseaba que me estuvieran aplaudiendo por todo lo que hacía, pretendía que todo se hiciera como yo pensaba y querìa, pero no. Me estrelle. Resulta que todos los que colaboramos en la Iglesia son como yo… Humanos.
Si la ida a la Iglesia era por la noche, peor. Nos sacaban en lo mejor del programa “el Súper agente 86”, y el comienzo de Yo y Tú. Por donde lo miráramos era malo. Así que para mí de niña nunca fue agradable ir a la iglesia. Formé parte del coro navideño y terminé cantando con un grupo las Eucaristías. Me entusiasmaba compartir, ensayar, y ser la protagonista en aquellos momentos. Y no tuve problemas de ninguna índole. Ya de joven me olvidé de todo; otros eran mis intereses, y tenía tiempo para todo menos para el Señor. Por muchos años, ni siquiera me acordé de él y menos de ir a la Iglesia a nada, ni por equivocación. Luego mi vida dió un vuelco total, ya no era el reir por todo y todo alegría y despreocupación. Era víctima de todos mis errores. Y los errores se pagan. Pero Dios a la ovejita que ama no le quita el ojo. En el fondo de mi corazón no tenía paz, sentía desasociego, ansiedad y nostalgia de algo, pero no sabía de que. Pensé: si ya lo hice a mi manera y no funcionó, lo haré a la manera de Dios.
Hace poco tuve que investigar sobre el tema de la “Iglesia” y encontré hermosas respuestas que quiero compartir. Estoy segura que será un aporte importante a su vida cristiana.
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Cristo cabeza de la Iglesia
“Y a él lo constituyó cabeza de la Iglesia por encima de todas las cosas” Efesios 1, 17-‐22. ¿Por qué Cristo es la cabeza de la Iglesia? Porque fue el único ser humano que superó todas las tentaciones, y supo vivir como Dios quiere que vivamos en la tierra. Convirtiéndose en el ejemplo de vida. Y además de eso se sometió a la muerte de la cruz, siendo inocente y sin tener pecado alguno, aceptando su dolor en obediencia a su Padre y por amor a nosotros. Haciéndonos partícipes de su gloria; siempre y cuando lo imitemos en todo. Eso quiere decir que si llegamos a alcanzar algún grado de santidad, (recordemos que santidad es hacer la voluntad de Dios), también Dios nos premiará eternamente.
¿Para qué la Iglesia?
“A fin de perfeccionar a los santos para a obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Efesios 4, 12-‐13. Cuando Jesús ascendió de regreso a su Padre, le encomendó a sus apóstoles la tarea de ir a evangelizar. Sus labores no consistían en hacer todo el trabajo ellos mismos, sino en preparar al pueblo de Dios para hacerlo. Delegaron otras funciones como profetas, pastores y maestros a su cuerpo; los que ahora llamamos ministerios. Cada ministerio debía tener la misma meta: • Preparar el pueblo de Dios para las obras del servicio. • Edificar el cuerpo de Cristo. • Traer el cuerpo a la unidad de la fe. • Enseñar el conocimiento del Hijo de Dios. • Llevar a los creyentes a la madurez. • Llevar a la plenitud de Cristo.
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La iglesia el cuerpo de Cristo
“Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno por su parte es miembro de esa Iglesia”. 1corintios 12,27 Los que decidimos aceptar y recibir a Dios en nuestro corazón, y hacerlo vida en nosotros, entramos a formar parte de la familia de Dios: hijos de Dios, Hermanos y coherederos de Cristo. Y cada uno de los que formamos parte de la familia de Dios conformamos la Iglesia. “La Iglesia es su cuerpo, plenitud de todo lo que existe”. Efesios 1, 23 ¿Por qué plenitud de todo lo que existe? Porque Dios nos dio testimonio de vida con Jesús, nos alimenta con su palabra, que nos demuestra que si se puede vivir en completa comunión con el Padre. Autor de la vida.
La iglesia edificada sobre un humano: Pedro.
Recordemos lo que Jesús dijo a Pedro: “Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de Dios (…)” Mateo 16, 18-‐19. ¿Y qué hizo Pedro cuando Jesús fue detenido? Lo dejo sólo, se escondió. Y lo negó tres veces, con maldiciones y malas palabras. Y cuando Jesús resucitó no vino a decirle a Pedro que le devolviera las llaves del reino. No. Lo aceptó con sus debilidades, con sus fracasos, con su deslealtad y sobre él edificó Su Iglesia. Sobre un humano. Como tú o como yo. Porque Dios quiere que la Iglesia sea el kínder, la primaria, la secundaria y la universidad, con postgrados incluidos, de nuestra existencia. Aquí es donde somos instruidos sobre lo que le gusta y no le gusta a Dios. Aquí adquirimos conocimiento y aprendemos que nuestra salvación es individual, pero sólo si pasamos el examen de nuestra vida en comunidad. 4
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Aquí es donde aprendemos que sólo con la fuerza de Dios nos podemos levantar y sobre nuestros errores podemos construir cosas buenas. Aquí es donde descubrimos que Dios es un Dios que restituye lo que hemos perdido y que restaura lo que hemos destruido. Jesús le preguntó a Pedro 3 veces: ¿Pedro me amas?, para devolverle la confianza en sí mismo y que sintiera que Jesús también creía en él a pesar de su abandono. Dios quiere demostrarnos que él cree en nosotros, que a pesar de lo que hemos sido y lo que somos, él tiene su confianza puesta en nosotros cada vez que le decimos comencemos de nuevo. Dios quiere que le creamos que él confía en nosotros. Por eso la Iglesia se fundó sobre un ser humano, como tú y como yo. Y así como los aspirantes a médicos hacen un año rural, nosotros lo hacemos con la diferencia que no es un año sino toda la vida, de nuestro rendimiento depende que: nos devuelvan de grado, perdamos el año o pasemos al siguiente nivel.
¿Qué tenemos en común con los otros miembros de la Iglesia?
“Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una esperanza a la que hemos sido llamados. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo y un solo Dios, padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos” Efesios 4, 4-‐6. • Un solo señor: Dios. • Un solo cuerpo: la Iglesia. • Un solo propósito: crecimiento espiritual. • Una esperanza: de que algún día terminará el dolor, el engaño, la tristeza y que lo que hemos soportado, tendrá valor ante los ojos de Dios. • Un solo Espíritu: mantener la unidad de la Iglesia para ser uno solo con el Padre y el Hijo. • Una misma Salvación: Cristo. • Una misma vida: la que tenemos actualmente. • Y el mismo futuro eterno: Eternamente con Dios en su gloria, O eternamente sin él, ¡tú eliges! 5
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¿Por qué somos tan diferentes los que conformamos la iglesia?
Todos somos importantes para la Iglesia de Dios
“Dios nos ama y nos ha elegido para que seamos miembros de su pueblo. Por lo tanto seamos compasivos, bondadosos, humildes, pacientes y comprensivos. Soportémonos unos a otros y perdonémonos si alguno tiene queja contra otro”. Colosenes3, 12-‐13. Dios nos creó diferentes: de pensamientos, de gustos, de razas, de culturas, en fin, una variedad personalidades. Todos tenemos muchos defectos pero también muchas cualidades para que aprendamos a valorar y disfrutar las diferencias. Dios quiere unidad, no uniformidad. Y por la unidad no debemos permitir que las diferencias nos dividan. Los que formamos parte de la Iglesia a pesar de nuestras diferencias debemos permanecer concentrados en lo que Dios nos asignó a cada uno: • Amarlo a Él • Ser parte de su familia • Ser igual a él • Servirle a él • Y contarle a todos acerca de él.
“Del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, con ser muchos, forman un cuerpo, así también Cristo. Porque todos nosotros, judíos y griegos, esclavos o libres, fuimos bautizados en un sólo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido del mismo Espíritu. Porque el cuerpo no es un miembro, sino muchos. Aunque el pie diga: “Como no soy mano, no soy del cuerpo”, no por eso deja de ser del cuerpo. (…) ¿Si todo el cuerpo fuese ojo, dónde estaría el oído? (…) Pero Dios ha dispuesto cada uno de los miembros del cuerpo como ha querido”. 1 Corintios 12, 12-‐26. Es fácil desanimarnos por la diferencia entre lo ideal y la realidad de la Iglesia. Sin embargo debemos amar a la Iglesia con pasión a pesar de sus imperfecciones. Anhelar lo ideal mientras criticamos lo real es señal de INMADUREZ. (Por aquí pasamos todos). Debemos trabajar por el ideal de Dios. 6
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Habrá creyentes que nos defrauden y nos decepcionen; pero no es excusa para no tener comunión con ellos. También son de la familia y no podemos abandonarlos. Dios dice: “tengan paciencia unos con otros, siendo indulgentes con las fallas de los demás por amor a Dios”. “El ojo no puede decir a la mano: <no te necesito>; ni la cabeza a los pies: <no los necesito>” No podemos abandonar la Iglesia ante tropiezos, o desear que otro no esté, sencillamente porque me molesta o es mejor que yo en muchos aspectos. Nosotros nos desilusionamos con la iglesia por muchas razones: • Conflictos. • Hipocresía. • Negligencia. • Mezquindad. • Fanatismo. Etc. La lista puede ser mayor. Pero en vez de salir corriendo debemos recordar que la Iglesia está formada por pecadores como nosotros y Dios tiene cosas que quiere enseñarte y a los demás también.
Además no puedes estar de Iglesia en Iglesia ya que en todas encontrarás debilidades y problemas. Si la Iglesia fuera perfecta no podrías entrar en ella, porque tú no eres perfecto. Entre más pronto dejemos la ilusión de que la Iglesia debe ser perfecta, más pronto podremos admitir a todos imperfectos y variables como nosotros. Además es la única manera de entender que necesitamos de la gracia de Dios para cambiar y crecer espiritualmente.
OJO: Aquel que ama al sacerdote, pastor o guía espiritual más que a su Iglesia se convierte en destructor de ella.
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Es más fácil criticar que comprometerse
Recomendaciones del señor
“El trabajo del diablo es culpar, quejarse y criticar a los miembros de la familia de Dios”. Nos la pasamos disparando dardos contra los que trabajan y participan o contribuyen con la iglesia. Cuando criticas lo que otro creyente está haciendo con amor y fe, interfieres en los asuntos del Señor. Y el Señor nos dice: “¿Qué derecho tienes de criticar al siervo de otro? Sólo su Señor puede decidir si está haciendo lo correcto”. Pablo hablaba de los cristianos caníbales que se devoran unos a otros y destruyen la comunión. Cuando juzgo a otro creyente pasan 4 cosas al instante: 1) Pierdo mi comunión con Dios. 2) Saco a relucir mi propio orgullo y mi inseguridad. 3) Me coloco bajo el juicio de Dios, (Con la vara que medís, serás medido). 4) Daño la comunión con la Iglesia.
“Más aún, los miembros aparentemente más débiles son los más necesarios y a los que parecen menos indignos, los rodeamos de mayor cuidado; a los que consideramos menos presentables los tratamos con mayor recato, lo cual no es necesario hacer con los miembros más presentables. Y es que Dios hizo el cuerpo, dando mayor honor a lo menos noble, para evitar divisiones en el cuerpo y para que todos los miembros se preocupen unos por otros. Así, si un miembro sufre, con él sufren todos los miembros; si un miembro recibe una atención especial, todos los miembros se alegran”. 1 Corintios 12, 22. “Señor te damos gracias por la fraternidad que vivimos en la Iglesia en la que nos desenvolvemos. Aún allí donde no hay grandes experiencias, ni riqueza evidente, donde hay mucha debilidad, fe vacilante, y dificultades; pero donde nos formas y nos pules día a día, demostrándonos que solo la reconciliación es el camino a un carácter más fuerte y a una comunión más profunda”. Amén.
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