Género, sexualidad, racialidad y capacitismo. Manual para profesionales de la comunicación

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MANUAL

PARA PROFESIONALES DE LA COMUNICACIÓN, PUBLICISTAS, PERIODISTAS, DISEÑADORES, ARTISTAS Y CREADORES

GÉNERO, SEXUALIDAD, RACIALIDAD Y CAPACITISMO

toras: u A

Yarlenis Mestre Malfrán Sandra Abd´Allah-Álvarez Ramírez

periodismodebarrio.org

afrocubanas.com


Manual para profesionales de la comunicación, publicistas, periodistas, diseñadores, artistas y creadores. Género, sexualidad, racialidad y capacitismo (2021) Autoras: Yarlenis Mestre Malfrán Sandra Abd'Allah-Álvarez Ramírez Edición y textos complementarios: Ivet González Lemes. Ilustraciones y diseño: @miguel_monkc Dirección de fotografía: Grethel Morell Corrección de estilo: Gilberto Padilla

Auspician:


INDICACIONES DE USO

Para las personas débiles visuales, se recomienda revisar este documento en vista de pantalla grande. Se aspira en próximas ediciones hacer de este manual un producto multimedia, que sea accesible a todas las personas.

Este manual está concebido para la lectura en dispositivos móviles. Te recomendamos activar el Desplazamiento vertical para un mejor provecho de los contenidos.


ÍNDICE PÁG. 7 INTRODUCCIÓN 8 PARTE 1: Género y sexualidades 10 1.1 Género. Pistas para entender el concepto 12 1.2 Algunas consideraciones sobre “sexo biológico” como construcción discursiva y cultural 18 1.3 El concepto de género desde una perspectiva feminista crítica 22 1.4 ¿Cómo funciona el género en la vida cotidiana? Entre la norma y la desobediencia de la norma: comprendiendo la diversidad sexual y de género 26 1.5 ¿Qué significan las siglas LGBTQIA+? Relación entre la norma y las disidencias sexuales y de género 37

1.6 ¿Qué significa usar una perspectiva de género? Algunas sugerencias para su aplicación crítica e inclusiva en los medios de comunicación

40 1.7 Algunas buenas prácticas a ser consideradas en los medios de comunicación


ÍNDICE PÁG. 42 PARTE 2: Violencias de género: criterios para su definición y tipologías 43 2.1 Ideas introductorias 45 2.2 Definiendo las violencias de género y sus tipologías 55 2.3 La ideología de género: una narrativa que promueve la violencia de género 56 2.4 Monogamia y violencia de género 60 2.5 Sugerencias para abordar comunicativamente la violencia de género 61 2.6 Análisis de una campaña sobre las violencias de género en los medios de comunicación 67 2.7 Otras recomendaciones al realizar productos comunicativos 71 PARTE 3: “Raza”, racismo y discriminación racial 72 3.1 Qué es la “raza” 74 3.2 Qué es el racismo 76 3.3 Qué es la discriminación racial


ÍNDICE PÁG. 82 3.4. Discriminación positiva, acciones afirmativas 84 3.5 “Racismo al revés” 85 3.6 Victimismo 87 3.7 White tears y fragilidad blanca 89 3.8 Privilegios 92 3.9 Rol del lenguaje en el racismo y la discriminación racial 95 3.10 Recomendaciones para la representación de las personas afrodescendientes en los medios 100 PARTE 4: Capacitismo 101 4.1 ¿Qué es el capacitismo? 103 4.2 ¿Cuáles son los tipos de discapacidad? 105 4.3 Uso del lenguaje 110 4.4 La accesibilidad universal, en especial la accesibilidad a la información y la comunicación


INTRODUCCIÓN ¿Eres periodista, artista, profesional del diseño o la comunicación? ¿Te interesa que tus producciones aporten a la dignidad de las personas? Si tu respuesta es positiva, entonces este Manual es para ti. De una manera sintética y práctica, hemos listado temas que te ayudarán a responder las preguntas que tienes, además de brindarte herramientas para reconocer cuándo un contenido es sexista, transfóbico, capacitista y por qué. Género, sexualidades, racismo, violencia de género, capacitismo, entre otros, son los temas sobre los cuales este Manual reúne conceptos y ejemplos de buenas prácticas, así como explicaciones que te van a orientar en tu actuar profesional para contribuir con la erradicación de prácticas discriminatorias y la construcción de mundos más justos y equitativos. Encontrarás infografías, algunos consejos y palabras señaladas para motivarte a buscar más sobre estos temas Sin más, aquí está el Manual, que fue hecho para ti, para que tus preguntas tengan una respuesta. ¡Qué lo disfrutes!

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GÉNERO Y SEXUALIDADES


Los conceptos de género y sexo son confrontados y revisados en la actualidad. (Foto: Evelyn Sosa).


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1.1 Género. Pistas para entender el concepto. Algunos de los usos más recurrentes sobre el género lo definen como “la construcción cultural que realizan las sociedades, a partir de la diferencia sexual/genital de los cuerpos, estableciendo roles y funciones diferenciados para hombres y mujeres”. Esa comprensión del género ha prevalecido durante bastante tiempo tanto en la literatura científica como en los movimientos sociales y el saber popular. No obstante, esta visión presenta algunas limitaciones cuando es confrontada con las perspectivas más críticas sobre el asunto, provenientes principalmente de los movimientos y la teoría feministas.

AL RESPECTO, TE COMPARTIMOS ALGUNAS IDEAS CLAVE:

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Si el género es tomado como “la construcción cultural realizada a partir de la diferencia sexual”, entonces se está presumiendo que la diferencia genital/sexual es un hecho de la naturaleza o de la biología.

Contrario a lo que esa presunción indica, la división del cuerpo humano en dos sexos, dos genitales, es una operación que es realizada por seres humanos pertenecientes a una cultura y determinada época histórica.

No existe una división genital anterior o fuera de una cultura. La división en dos sexos es ya, en sí misma, una construcción discursiva de género. Por ello, el género no es algo que se sobrepone a una división sexual previa. Es el sistema simbólico que crea esa propia diferenciación y le adjudica un estatus de “natural”. La idea de “naturaleza” es parte de ese universo simbólico que también establece divisiones entre: lo natural y lo artificial, lo público y lo privado, entre otros conceptos.

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1.2 Algunas consideraciones sobre “sexo biológico” como construcción discursiva y cultural

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Comenzaremos por afirmar que sexo biológico no es una creación de la biología. Es preciso decir que la separación y diferenciación del cuerpo humano en dos sexos, con base en los genitales como parámetros para establecer esa diferencia, es una intervención de la cultura, es una lectura del cuerpo en clave binaria de género. Como bien alertaba la filósofa francesa Simone de Beauvoir (1908-1986) en su conocida obra El segundo sexo (1949), “no se nace mujer: se llega a serlo”. Eso significa que, cuando observamos un cuerpo de un recién nacido con pene y otro nacido con vagina y los designamos automáticamente como pertenecientes a un “sexo biológico masculino” o a un “sexo biológico femenino” y, por ende, mutuamente excluyentes, fijos e inmutables, eso es ya una operación, una intervención del sistema de género1. En ninguna instancia biológica del cuerpo se definen esas clasificaciones, mucho menos las posibilidades sexo-eróticas de dichos cuerpos.

1. Algunas personas y fuentes bibliográficas usan el concepto de “sistema sexo-género”, acuñado en 1975 por la antropóloga estadunidense Gayle Rubin. Sin embargo, una de las principales críticas a este concepto radica en que establece una dualidad entre sexo y género, en la que el primero se entiende como “natural” y el segundo del orden de la cultura, una cuestión errónea pues el sexo es también un producto cultural. Diversas autoras como Judith Butler, la académica nigeriana Oyeronkè Oyewumí y las propias autoras de este Manual, se distancian de esta comprensión de Rubin.

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Por ejemplo, no está inscrito en el cuerpo nacido con vagina que sus deseos deben orientarse hacia cuerpos con pene. Por tanto, cuando se habla de “sexo biológico femenino/masculino” para prescribir y restringir las posibilidades (sexuales, reproductivas, erótico-afectivas) de esos cuerpos, se trata de una acción cultural, no de índole natural o biológica. A partir de aquí puede entenderse cómo esa construcción discursiva -del sexo biológicosirve para delimitar lo que esos cuerpos pueden hacer y desear. Ninguna de esas restricciones es del orden de lo natural. Natural es respirar. “Sexo biológico” es una construcción cultural. La diferencia sexual que se presume existe entre los cuerpos humanos no es un resultado directo de variaciones genitales (pene y vagina), sino del modo en que estas variaciones son dotadas de significado, simbolizadas como inherentemente femeninas o masculinas, como si tales construcciones simbólicas estuviesen dadas en la naturaleza. Tomemos como ejemplo otros elementos de la naturaleza, digamos dos frutas: una piña y un plátano. Aun cuando ellas puedan ser visualmente diferentes y en varias culturas y lenguas se clasifican de femenina (la piña) y masculino (el plátano), no los entendemos como mutuamente excluyentes, opuestos o complementarios. Sin embargo, cuando adoptamos la categoría “sexo biológico” entendiendo este último como un hecho de la naturaleza, entran en juego un conjunto de restricciones que no están presentes en otros casos en los que también operamos con esta misma premisa de “lo biológico y lo natural” y “lo femenino o lo masculino”.

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Cuando se invoca la noción de “sexo biológico”, se está presuponiendo que “sexo femenino” implica la negación del “sexo masculino”. De acuerdo con esta regla, si un cuerpo es adjudicado a uno de estos dos lugares, automáticamente es retirado del otro. O se es una cosa, o se es la otra. Al mismo tiempo, un cuerpo (femenino) no existe sin el otro (masculino). No solo se entienden como diferentes (como la piña y el plátano y un sinfín de ejemplos) sino que, cuando se trata de sexo, se conciben como excluyentes. Si el “sexo femenino” es tan natural como la piña: ¿por qué no pensamos que quien come piña no puede comer plátano? ¿Por qué esta regla de oposición/ exclusión no funciona de la misma manera para estos otros elementos de la naturaleza? He aquí la más nítida evidencia de que “sexo biológico femenino” no es apenas biológico, es sobre todo una invención cultural humana. Otra muestra de que “sexo femenino” versus “sexo masculino” no son hechos de la naturaleza está en que usamos esas categorías (femenino/ masculino) para diferenciar y clasificar otros elementos de la realidad, como fue ilustrado con el ejemplo de las frutas. Se trata de construcciones simbólicas. ¿Por qué “sexo femenino”, “sexo masculino”, “genital femenino” y otras construcciones semejantes son entendidos y absolutizados como hechos de la naturaleza o de la biología? ¿Por qué los genitales asumen un papel central en el proceso de diferenciación de los cuerpos dentro de algunas culturas? ¿A los fines de qué sirve esto?

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Otorgar un estatus de natural a la diferencia sexual, sirve para reforzar su carácter de verdad irrefutable. Entonces noten que el sistema simbólico no solo clasifica, organiza, separa y diferencia elementos, además produce sus mecanismos de reforzamiento y de reproducción continua de sus ideas. Uno de esos mecanismos es la noción de “sexo biológico”.

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Venus is a boy

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(Foto: Lucy Gmorell)

Cuando realices campañas u otros productos que aspiren a ser inclusivos, evita usar el pene como símbolo de todos los hombres y la vagina como representativo de todas las mujeres, pues esto dejaría fuera a un amplio grupo de identidades. Si decides usar los genitales externos en la gráfica, piensa en formas creativas y que no reproduzcan el dimorfismo sexual.

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El hecho de que el pene y la vagina sean vistos como dos realidades opuestas, excluyentes y complementarias, corresponde a lo que ha sido denominado como dimorfismo sexual, una construcción de la medicina occidental que surgió en determinado momento histórico para establecer como verdad “irrefutable” la existencia de dos sexos, dos cuerpos y dos géneros: hombre/mujer. A partir de este dimorfismo sexual se establece una continuidad entre genitales/sexo y construcciones identitarias de género. Estas últimas son entendidas bajo esa misma premisa dualista, una cuestión que ha sido designada como binarismo de género. El binarismo de género es la premisa esencialista según la cual existirían solo dos géneros opuestos, excluyentes, complementarios entre sí y equivalentes al genital con que se nace: hombre y mujer. Por ello, se espera que todos los seres humanos construyan y vivan sus identidades de género a partir de esta norma reguladora binaria. A lo largo de la historia no siempre se entendió que eran dos sexos, pese a las variaciones morfológicas y de otra índole que existen entre un pene y una vagina. El pensamiento binario o dual se consolidó en el período de la Ilustración dentro de las ciencias modernas occidentales. Este registro simbólico binario fue impuesto a las personas de los territorios colonizados, quienes no necesariamente operaban con esta cosmovisión. Puedes ampliar información buscando sobre numerosos ejemplos en la Historia como la comunidad de muxes, que data de la etapa precolombina y se mantiene hasta hoy en el estado mexicano de Oaxaca.

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Si se observan cuerpos nacidos con pene y con vagina, también podrían ser considerados como semejantes, dependiendo del parámetro que se esté usando. Al final, estamos frente a un aparato genital que tiene (potencialmente) funciones reproductivas distintas, las cuales no son inmutables, pues pueden ser modificadas con intervenciones tecnológicas, como por ejemplo, la píldora anticonceptiva (una tecnología biomédica que regula los procesos de reproducción e interviene en procesos hormonales). Las fronteras entre lo que es “natural” y “artificial” son cada vez más difusas. No existe un cuerpo sin intervención de la cultura, a la par que la cultura instaura significados sobre dimensiones físicas del cuerpo que no significan nada per se. El establecimiento de una diferencia sexual como un hecho de la naturaleza, es un mecanismo a través del cual se controlan los cuerpos. Esta construcción de la diferencia sirve a los fines de naturalizar que, al ser pertenecientes a dos universos sexuales distintos, serían “naturalmente heterosexuales”, es decir, el “sexo femenino” solo se puede atraer por su “opuesto”, que sería “el sexo masculino”. La diferencia sexual es una construcción discursiva que sirve para sustentar la heterosexualidad como un destino “natural” de los seres humanos. Todos estos presupuestos que reafirman la existencia de una diferencia sexual determinada biológicamente, están presentes en la definición del género que presentamos al inicio de esta sección, por lo que es conveniente distanciarnos críticamente de este entendimiento del género que

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presume un determinismo biológico del sexo. Cuando decimos que la diferencia sexual es una construcción, ello no significa que es mentira que pene y vagina tienen variaciones entre sí. Tampoco implica negar que las funciones reproductivas varían de un cuerpo a otro, si bien actualmente, por ejemplo, asistimos a prácticas de inducción de lactación en cuerpos designados como masculinos, así como en travestis y mujeres trans, con lo cual las fronteras entre la biología y la cultura se tornan cada vez más difíciles de establecer. 1.3 El concepto de género desde una perspectiva feminista crítica

Como instituciones, los medios de comunicación y el arte reproducen el sistema de género patriarcal y heteronormativo, por ello deben 18 trazarse políticas y estrategias para subvertirlo en sus ámbitos. (Foto: Lucy Gmorell).


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Una vez cuestionadas estas presuposiciones: ¿qué es el género o cómo definirlo entonces? Es un sistema simbólico que organiza las relaciones sociales que inciden sobre el cuerpo, principalmente en las relaciones implicadas en la arena sexual y reproductiva2. A continuación, explicamos cada uno de los elementos de este concepto. • Al ser un sistema, el género molda, da base y sustento a las diferentes esferas de la vida social tales como la economía, el campo jurídico, político, entre otros. A razón de ese sistema simbólico, se estipula desde el punto de vista económico qué cuerpos pueden ser las fuerzas productivas para llevar adelante determinados trabajos. El trabajo de limpieza es, por ejemplo, un trabajo altamente feminizado y racializado. Otra muestra sería la designación jurídica de qué cuerpos, de forma prioritaria, pueden suscribir la licencia laboral para cuidar de hijes. • Como sistema simbólico, el género instaura formas de clasificación, organiza nuestra mirada sobre el mundo. La forma en que leemos los cuerpos está moldeada por ese sistema simbólico. Inclusive el asombro o desconcierto que alguien puede experimentar frente a un cuerpo que no confirma nítidamente los mandatos de gé2. Esta sistematización del concepto de género dentro de una perspectiva feminista crítica es fruto de las reflexiones de la socióloga brasileña Marília Moschkovich, tanto en sus cursos de postgrado, sus tesis de maestría y doctorado y los diferentes contenidos que produce en sus redes sociales. Dicha sistematización sigue sobre todo el trabajo de la socióloga australiana Raewyn Connel y la filósofa judeo-estadounidense Judith Butler.

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nero (por ejemplo, un hombre con barba y falda) se deriva de ese sistema simbólico que condiciona formas de ver e interpretar el mundo. • Es un sistema de regulación del cuerpo porque establece un conjunto de restricciones normativas acerca de cómo los diversos cuerpos pueden habitar el mundo. La clasificación genital en el acto del nacimiento es una de las primeras acciones regulatorias del sistema de género sobre el cuerpo. • Regula las arenas sexuales y reproductivas porque son estas las instancias privilegiadas de control de este sistema de género. A modo de ejemplo, comúnmente escuchamos: “fulana es una mujer seria de su casa, tuvo un solo hombre en su vida”. ¿Por qué será que, a diferencia de las mujeres, la seriedad o integridad moral de los hombres no está asociada a su sexualidad? Sirva este caso para ilustrar el modo en que la sexualidad es un dispositivo de control de determinados cuerpos, especialmente de aquellos asignados al género femenino. Cuando de niñas se nos “elogia” diciéndonos “si cocinas tan bien ya te puedes casar”, esa es otra forma de control de la sexualidad de las mujeres, pues asocia una habilidad que, en primer lugar, garantiza el propio autocuidado (poder elaborar nuestros alimentos y cuidar de sí), con el matrimonio, una institución por excelencia de control de la sexualidad femenina, por-

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que según reza la tradición “una mujer seria, casada, tiene un solo hombre”. Noten como esa frase contiene la suposición de que “una mujer seria” es heterosexual, porque nadie dice “una mujer seria se casa con otra mujer” o “una mujer seria puede desear mujeres y hombres” (poliamor y bisexualidad). Resumiendo, la heterosexualidad es un mecanismo de control entre tantos provenientes del sistema de género. También, en el ámbito de la atención en salud, hemos escuchado la frase “leche materna” o “lactancia materna”, lo que implica un esencialismo si tenemos en cuenta que hombres trans también pueden tener un embarazo, amamantar y reconocerse dentro de la categoría de padres. Por tanto, a los fines de deconstruir esa mirada esencialista, podría decirse “lactancia humana”, “persona lactante, gestante” en vez de “leche/lactancia materna”. No todo el que gesta y amamanta es mujer y madre; también puede ser un hombre y padre trans. Se incluyen aquí las experiencias de gestación de los “vientres solidarios” en las que la persona que gesta no es la madre necesariamente. Ni todas las mujeres que se reivindican madres gestaron, parieron y amamantaron, teniendo en cuenta que aquellas que adoptan también lo son. O sea, ninguna condición biológica define a la maternidad, teniendo en cuenta también a las mujeres que viven con VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida) u otras con determinadas condiciones médicas, que se les recomien-

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da no amamantar a sus bebés y no por ello su maternidad es cuestionada. Reiteramos que no existe nada que biológicamente defina a la maternidad, siendo ella también una construcción cultural, que apela a la biología para deslegitimar a una multiplicidad de posibilidades de ser madres y padres. A partir de este ejemplo de un hombre trans gestante, defendemos la relevancia de adoptar una perspectiva crítica de género como un instrumento útil para deconstruir los esencialismos y biologicismos propios de un sistema hegemónico de género, que implica violencias hacia diversos cuerpos. 1.4 ¿Cómo funciona el género en la vida cotidiana? Entre la norma y la desobediencia: comprendiendo la diversidad sexual y de género

Nos socializamos en los estereotipos y roles de género desde que nacemos, con el uso de determinados colores en ropas y hasta de juguetes. Estudios feministas muestran la presión que históricamente 22 se ejerce sobre niñes por medio de diversas imposiciones de género. (Foto: Aimara Fernández).


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Si tomáramos una metáfora de ejemplo para ilustrar cómo funciona cotidianamente el sistema de género, una imagen útil puede ser la de un aparato electrónico cualquiera, un dispositivo como un reloj, un teléfono celular, un televisor. Cuando algunos de estos dispositivos son encendidos, se despliegan una serie de mecanismos en su interior que garantizan su funcionamiento. Imaginen que la puesta en marcha de esos mecanismos de acuerdo “lo esperado”, equivale al funcionamiento normativo del sistema de género. Podríamos pensar que existe un margen de funcionamiento de cualquiera de estos dispositivos que está fuera de lo previsto y, por tanto, puede ser considerado un funcionamiento “errado” o distinto a la manera en que fue concebido por quienes lo crearon. Un caso sería cuando la parte trasera de un refrigerador es usada para secar ropa. Estamos ante un uso o funcionamiento “no normativo” de ese aparato, pero que sirve a los propósitos de quien lo usa. Obviamente este ejemplo tiene sus límites para explicar todo lo concerniente al sistema de género, pero podemos tomarlo como un punto de partida. El actual sistema de género, de raíz occidental, impuesto por medio de los procesos de colonización, funciona a través de un dispositivo normativo que Judith Butler designa como matriz heterosexual. La matriz heterosexual consiste en un conjunto de normas que organizan las relaciones sociales de género. El resultado esperado, a partir del funcionamiento normativo de este dispositivo, es producir al “hombre y la mujer de verdad”.

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Para ello, esa matriz opera o incide en tres dimensiones: 1. La clasificación genital, realizada comúnmente antes del nacimiento y ratificada en ese momento, a través de una apreciación visual de los genitales. Esa clasificación genital, responsable por inscribir a un cuerpo en una u otra categoría de género: ¡es una niña! o ¡es un niño!, se vale de la ficción del “sexo biológico” para emitir ese veredicto. Los cuerpos son clasificados a partir del presupuesto de que esos genitales ya están dotados de una feminidad o masculinidad (como únicas posibilidades), cual si fuera una esencia interior que emana de ellos. En ese momento, nadie sabe si aquel cuerpo nacido con vagina se identificará o deseará ser reconocida como mujer, hombre o alguna otra posibilidad dentro de las identidades de género. La enunciación del personal de la salud o parteras tradicionales en el momento del nacimiento es el primer engranaje de la matriz heterosexual. A ello siguen otras marcas de género como el nombre, las ropas, etc. Noten que dentro de esta ingeniería de producción de seres humanos generizados, es necesario reiterar estas tecnologías de género (ropas, zapatos, un ideal estético femenino/masculino, etc.) para reforzar la identidad/expresión de género. 2. De acuerdo con el funcionamiento previsto por la matriz heterosexual y en correspondencia con su primer designio (la clasificación

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genital), existen dos identidades de género opuestas y mutuamente excluyentes: mujer u hombre. De un cuerpo nacido con vagina, se espera que se reconozca como mujer y se prevé que un cuerpo nacido con pene se reconozca dentro de la identidad masculina. A su vez, a cada identidad corresponden determinadas expresiones. De las mujeres se espera que usen maquillaje, sean delicadas y cumplan con toda una estética idealizada para ese cuerpo. Igualmente ocurre con las expresiones de género que se presumen como las “correctas” para la identidad de género masculina, como tocarse los genitales insistentemente, entre otras. Basta que un sujeto asignado al género masculino no reproduzca la perfomance esperada y se sospechará de su “verdadera masculinidad” como de su heterosexualidad. Noten como la matriz exige dar prueba constantemente de que se está en uno u otro lugar. 3. Deseos y prácticas sexuales. De acuerdo con los designios de la matriz heterosexual, los deseos y prácticas sexuales deben estar orientados heterosexualmente, de ahí que todo lo que se coloque fuera de ese espacio normativo es rotulado como desvío. De estas tres dimensiones se espera un funcionamiento alineado y “coherente”, que prescribe que esas tres esferas se expresen en una relación de continuidad o correspondencia. Esta expectativa de coherencia compulsoria entre cuerpo (genitales)-género-deseos y prácticas sexuales, es

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una de las características esenciales del funcionamiento cotidiano del sistema de género, en su expresión dominante o normativa. Sin embargo, el género no es solamente aquello definido por un conjunto de normas que se reproducen a través de estereotipos y roles tradicionales de género, también es subversión y transgresión de lo estipulado. En el terreno de las desobediencias de género y sexualidad, tienen un lugar protagónico las identidades de lesbianas, gays, bisexuales, travestis, trans, queer, intersexuales y asexuales (LGBTQIA+). 1.5 ¿Qué significan las siglas LGBTQIA+? Relación entre la norma y las disidencias sexuales y de género Trans

Intersexuales

Queer Lesbianas

+ LGBTQIA Bisexuales Gays

Asexuales Hay muchas más identidades

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Aunque muchas de estas agendas ganan visibilidad en los últimos años, sigue siendo un reto que los medios de comunicación mantengan temas de género más allá de fechas señaladas como el 8M o el Día del Orgullo LGBTQIA+. 27 (Foto: Ismario Rodríguez).


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Así como la norma construye un lugar idealizado como “natural” y “verdadero”, que es encarnado por la heterosexualidad, la cisgeneridad y la familia monogámica reproductiva, la propia norma también delimita una zona exterior adonde son expulsadas todas las existencias que no se conforman con lo establecido. Tales disidencias sexo-genéricas han sido históricamente definidas por medio de las siglas LGBTQIA+. Es importante entender la relación constitutiva entre la norma y las expresiones e identidades no conformes a la misma. La heterosexualidad y la cisgeneridad, (términos que explicaremos en las siguientes líneas) mantienen una relación parasitaria con todas las posiciones sociales que se sitúan al margen de la norma, pues para afirmarse como “positivas” y “saludables” precisan demonizar, patologizar otras formas de existir en el mundo. Perciban que se trata de relaciones jerárquicas que niegan la posibilidad de coexistencia. Heteronormatividad y cisgeneridad requieren de un contraste con el Otro, donde aquello que no se reconoce dentro de la norma heterosexual y cisgénero, es definido como exótico, falso, enfermo y aberrante. Antes de pasar a caracterizar las identidades normativas y disidentes, es importante subrayar algunas distinciones entre género y sexualidad. Cuando nos referimos al género como un tipo de identidad, estamos aludiendo a formas de reconocimiento colectivo e individual establecidas culturalmente. La identidad de género normativa está asociada a las formas de reconocimiento que son legítimas y esperadas de acuerdo con el sistema

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de género propio de cada sociedad. Estas formas de reconocimiento se organizan en las categorías binarias Mujer y Hombre, las que corresponden a las identidades de género hegemónicas o dominantes. El género, como construcción identitaria de sí en base a referentes compartidos culturalmente, implica la imagen corporal, posturas corporales, ropas y otros códigos estéticos (maquillaje, etc.), junto a formas de establecer relaciones sociales. El modelo binario de género considera apenas la existencia de dos géneros, mutuamente excluyentes, opuestos e inmutables. Este modelo se torna insuficiente para abarcar la multiplicidad y variabilidad de expresiones e identidades de género, por lo que distintos movimientos sociales a nivel global, así como abordajes teóricos críticos, reivindican la comprensión del género como un espectro de posibilidades, que puede ser vivenciado de forma fluida y no circunscrito necesariamente a uno de los polos (femenino o masculino). Estas expresiones e identidades han sido tipificadas como no binarias, un espectro que contempla múltiples posibilidades de vivir y experimentar el género que escapan a la norma binaria y a una idea de pureza y separación entre un universo femenino y masculino. La sexualidad, comprendida como conjunto de prácticas y deseos, contempla el modo en que cada quien se identifica en relación a sus intereses sexuales, eróticos y románticos. Las prácticas sexuales están asociadas a todas las formas en que buscamos placer sexual, tanto aquellas que implican relacionarse con otras personas, como

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las de autosatisfacción. Los deseos sexuales no siempre equivalen a las prácticas y estas últimas no totalizan los deseos. Por ello la identidad sexual forma parte de las vivencias íntimas y no es atribuible por terceras personas, siendo del dominio de cada quien su autoidentificación dentro de las clasificaciones sexuales establecidas. Prácticas y deseos sexuales son independientes de la construcción identitaria de género, por lo que tanto una mujer cis, trans, travesti puede ser heterosexual, bisexual, lesbiana o asexual. Resulta clave diferenciar entre la orientación sexual de cada persona y la identidad de género. Explicaremos primero el territorio de la norma que contempla tanto la heterosexualidad como la cisgeneridad, pues ambas corresponden a lo esperado socialmente. • Heterosexualidad obligatoria o compulsoria: Esta noción ha sido usada por intelectuales feministas3 y movimientos sociales para resaltar que la heterosexualidad va más allá de una orientación del deseo erótico. Ella constituye un dispositivo disciplinar que actúa a través de la coerción y la compulsión (legislaciones, discursos religiosos, medios de comunicación y censuras), para afirmar a la heterosexualidad como el modo de vida natural, correcto y saludable, y todo lo que salga de ella como patología y aberración. Opera a través de varios mecanismos tales como la idealización del romance heterosexual como un proyecto central de vida, y la difusión de un imaginario según el cual la pulsión heterosexual masculina es

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incontrolable. Comúnmente se dice: “imagínate, es hombre, no se puede controlar cuando ve a una mujer con una ropa corta”, como si ese deseo masculino orientado heterosexualmente fuese inevitable y como si todas las mujeres del mundo fueran heterosexuales y desearan acoger estos deseos sexuales masculinos. La crítica que se propone por medio de este concepto, no pretende cuestionar a la heterosexualidad como orientación y posibilidad de vincularse afectivo-sexualmente. El cuestionamiento está dirigido a los dispositivos de poder que la consideran como la base de la sociedad, como la sexualidad saludable por definición. • Cisgeneridad o cisgénero: Los términos cisgénero, cisgeneridad y cis son una contribución fundamental de los movimientos sociales de personas trans y travestis, que señalaron la necesidad de nombrar a la norma y deconstruir de forma crítica los esencialismos y naturalizaciones que han otorgado un carácter de verdad a las identidades hegemónicas, mientras las identidades de género no normativas son tomadas como “aquellas que parecen pero no son”, un disfraz, una “copia” o una falsedad. El prefijo cis proviene del latín y significa

3. La poeta e intelectual feminista estadounidense Adrienne Rich (1929-2021) fue una de las autoras que hizo referencia a este término y desarrolló algunos trabajos al respecto.

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del mismo lado. Por ende, la cisgeneridad abarca a las personas que se identifican con el género que les fue socialmente asignado en el momento del nacimiento, es decir, todas las personas que no son trans. La cisgeneridad es así otra identidad construida. No se trata de una identidad natural, sino naturalizada e idealizada como “verdadera”. • Cisnorma/cisnormatividad: Abarca a todos aquellos discursos y prácticas que excluyen, patologizan o sancionan las identidades de género que transgreden la cisgeneridad compulsoria. Se basa en la idea de que las personas cisgénero son “naturalmente” superiores o “más normales” que personas trans. • Heterosexuales: Personas cuyos deseos y prácticas sexuales se dan en relación a personas de otro género.

AL RESPECTO, TE COMPARTIMOS ESTA INFOGRAFÍA

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Documento marco: Los Principios de Yogyakarta, que resumen cómo se aplica la legislación internacional de derechos humanos en lo relacionado con la orientación sexual e identidad de género.

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Y seguimos con aquellas identidades y orientaciones que rompen con lo establecido. • Transgeneridad, transgénero, trans: Contempla a una diversidad de cuerpos e identidades de género que quebrantan las normas, porque construyen sus identidades y expresiones de género de modo no conforme a esa expectativa de coherencia compulsoria entre género asignado al nacer y el género con el que la persona se autoidentifica y desea ser reconocida. Abarca a hombres y mujeres transexuales, a las travestis, personas no binarias, crossdresser, drag queens, drag kings, transformistas, entre otras posibilidades. Dentro del universo trans, es importante señalar que estas autoidentificaciones varían de un contexto a otro. Así, no todas las personas transformistas, crossdresser, drag queens, drag kings, se van a reconocer dentro de la transgeneridad, otras veces sí. Queremos destacar la identidad travesti que, como construcción identitaria, su emergencia está asociada a un contexto geopolítico latinoamericano. Localizada inicialmente como una identidad de género surgida en el contexto brasileño, está presente en países de la región como una identidad históricamente marginalizada por su asociación con el trabajo sexual. Travesti corresponde a una identidad de género femenina que reivindica un tratamiento social femenino, aun cuando algunas personas

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que se identifican como tal se distancian de una vivencia binaria. • Queer: No equivale necesariamente a una identidad, sobre todo atendiendo a su emergencia como postura contestataria hacia la heterosexualidad y su carácter excluyente. Sin embargo, algunas personas se reivindican queer. Siendo un término de origen anglosajón que pretendía ser un insulto (equivalente a maricón en español), fue reapropiado políticamente para quitarle al insulto su connotación negativa. Así queer o cuir es comúnmente asociado con lo extraño, raro, excéntrico, con una forma de existir que no pretende ser asimilada ni capturada por las normas sexuales y de género. Se trata de un posicionamiento político que defiende la fluidez de la sexualidad y el género, al tiempo que rehúsa la definición identitaria por medio de categorías estáticas y preestablecidas. Existen otras asociaciones con lo queer, que se refieren a formas de hibridismo que no están centradas apenas en la sexualidad y el género, sino en cuestiones raciales y geopolíticas como muestra el trabajo de la académica estadounidense de origen mexicano Gloria Anzaldúa (19422004). Esta autora utiliza la metáfora de la frontera para no definirse ni como chicana ni como estadounidense. Y defiende una forma de escribir que mezcla varias lenguas y varios géneros literarios, siendo reconoci-

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da como una de las pioneras sobre la cuestión queer. • Intersexualidad: Se refiere a una condición corporal asociada a variaciones en el desarrollo de los genitales. Cuando se realiza el examen físico de los genitales de una persona en el momento de su nacimiento, la misma es clasificada como poseedora de genitales ambiguos que no pueden ser clasificados dentro de las conocidas categorías de “sexo femenino” o “sexo masculino”. Esta sería una de entre tantas posibilidades, pues otras variantes de intersexualidad no son detectadas por medio de esa lectura visual de los genitales ni únicamente en las primeras etapas de la vida. Es fundamental que niñes intersex reciban apoyo especializado y sean las propias personas intersexuales quienes decidan, con la mayoría de edad, si permanecer así o acceder a cirugías, como una postura que se basa en la autonomía personal. También es importante respetar el modo en que quieran ser llamados, incluyendo el género neutro u otras posibilidades. • Gays y lesbianas: Personas cuya atracción, deseos y prácticas sexuales se da en relación a personas del mismo género. • Bisexuales: Son aquellas personas que se atraen simultáneamente por personas de diversos géneros. La bisexualidad presupone un distanciamiento de la norma de la monosexualidad. • Asexuales: Son personas que reivindi-

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can la no obligatoriedad de experimentar atracción erótica y/o romántica por ningún género. Las personas que se reconocen asexuales se oponen a la obligatoriedad de las prácticas sexuales, lo que no significa que, eventualmente, no practiquen por ejemplo la auto masturbación. Se trata de un espectro de posibilidades y no de algo que pueda ser definido de forma taxonómica. • Pansexuales4: Son personas que se atraen por múltiples géneros: cis, trans, travestis, agéneros, personas no binarias. Al igual que la bisexualidad, sus deseos erótico-afectivos implican una ruptura con la monosexualidad (o sea la atracción por apenas un género como en el caso de la lesbianas, gays y heterosexuales). La diferencia con respecto a la bisexualidad es que en el caso del espectro pan, el género de la otra persona no es relevante en términos de elección y deseo erótico, sexual y afectivo. 1.6 ¿Qué significa usar una perspectiva de género? Algunas sugerencias para su aplicación crítica e inclusiva en los medios de comunicación Una perspectiva o enfoque es una manera específica de abordar y tratar un asunto. 4. Estas reflexiones deben mucho a los debates al respecto de la investigadora brasileña y activista del movimiento bi-pan (bisexualidad-pansexualidad) Marília Moschkovich.

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1.7 Algunas buenas prácticas a ser consideradas en los medios de comunicación Resumimos algunas sugerencias que pueden ser de utilidad en tu trabajo profesional. • Evitar usar género como sinónimo de mujeres. • No referirse a “mujeres biológicas” pues todos los seres humanos son seres biológicos y culturales, independientemente de si sus identidades responden a las normas de género o las subvierten. • Eliminar la correspondencia entre mujer-feminidad, hombre-masculinidad. • Evitar referirse a hombres y mujeres como identidades que se definen a partir de los cromosomas XX y XY. Esta práctica constituye una violencia simbólica (violencia cisnormativa) contra aquellos cuerpos e identidades de género que no se reconocen en la linealidad o coherencia compulsoria de: cromosomas/genitales/biología o morfología de los genitales y una designación identitaria de hombre o mujer asociada a esta dimensión biológica. Esta postura estaría retirando de la condición de hombres y mujeres a un amplio grupo, en especial a personas trans y no binarias. • Promover productos audiovisuales que apoyen las causas LGBTQIA+ tales como, Día del Orgullo o de la Visibilidad Bisexual, matrimonio igualitario, cambio del nombre civil en documentos oficiales de personas trans, evitando un tono de condescenden-

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cia, o cualquier tipo de referencia a la heterosexualidad y cisgeneridad como señal de normalidad y de las existencias LGBTQIA+ como desvíos o patologías a ser curadas. • Evitar productos audiovisuales que refuerzan los finales trágicos para las existencias no conformes a las normas de género. Muchos productos audiovisuales están al servicio de denunciar las discriminaciones contra gays, lesbianas, trans, etc., pero es importante también contar otras historias porque las narrativas de “finales trágicos” refuerzan la idea de que salirse de la cisheteronormatividad, conlleva siempre un castigo o a una desgracia. • Nunca promover como fetiche a las personas trans y travestis, evitando presentarlas como cuerpos que despiertan curiosidad y escrutinio, o que se definen por un deseo compulsorio de realizar la cirugía de transgenitalización, pues no todas las personas trans lo desean. Así, al reducir sus existencias al deseo por la cirugía se está practicando la transfobia como forma de deshumanizar a la comunidad trans. • Antes de asumir la identidad de género de una persona trans, se le debe preguntar respetuosamente cómo le gustaría ser llamada o cuáles son los pronombres que prefiere.

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PAR TE 2 VIOLENCIAS DE GÉNERO: CRITERIOS PARA SU DEFINICIÓN Y TIPOLOGÍAS


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2.1 Algunas ideas introductorias La violencia de género es una expresión de las desigualdades sociales impuestas por el sistema de género, el que constituye uno de los regímenes de dominación imperantes en las sociedades actuales. Es importante tener en cuenta los siguientes aspectos: • La violencia de género afecta a mujeres cisgénero, mujeres trans y travestis aunque no de forma exclusiva, pues también podría afectar a otros sujetos que son inferiorizados por ese sistema tales como hombres trans, los gays y personas no binarias. • Existen diversas modalidades de violencia de género atendiendo a los ámbitos en los que ocurre, las personas a las que afecta, entre otros criterios que explicaremos más detenidamente en la siguiente sección. • Como existen diversas modalidades de violencia de género, no debe considerarse una única respuesta jurídica o social para erradicar las violencias de género. Se trata de múltiples relaciones de opresión impuestas por ese sistema de dominación llamado género. • No puede ser comprendida con perspectivas simplificadas de hombres-victimarios versus mujeres-víctimas, pues esa es una de las dimensiones de la violencia, pero no la única. Un ejemplo de ello es cuando mujeres cis no respetan la identidad de género de personas trans, rechazan la posibilidad de que integren los movimientos feminis-

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tas y defienden la exclusión de las mujeres trans de los colectivos de mujeres cis por entender que las primeras “no son mujeres de verdad” y que la cisgeneridad constituiría la única expresión de feminidad. En este tipo de prácticas transfóbicas, se opera con el argumento de que mujeres cis corresponden al modelo universal de mujer. Este tipo de actitudes constituye un tipo de violencia de género, específicamente violencia transfóbica. • Cuando nos referimos a violencias de género resaltamos que se trata de múltiples relaciones de opresión que se practican por diversos sujetos y afectan a múltiples personas. Por ejemplo, la cisnormatividad establece la narrativa de “la mujer biológica”, lo que se constituye en una fuente de violencias de género hacia travestis y personas trans, siendo el transfeminicidio una de sus expresiones más graves. Una Ley integral contra la violencia de género y una Ley de identidad de género, que promueva el reconocimiento de personas trans, constituyen respuestas jurídicas en la lucha contra este problema. • ¿Por qué hombres, cis, hetero, clase media, blancos, citadinos, sin discapacidades, no sufren violencia de género? No sufren violencia de género, pues aun cuando ellos son producidos (y reproductores) por ese mismo sistema de género, y pueden, inclusive, tener prejuicios asociados a este sistema (la exigencia de que los hombres no

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lloran, por ejemplo), el sistema de género les garantiza suficientes privilegios como para que sus existencias no sean impedidas, obstaculizadas o no corren riesgo de muerte en nombre de las normas de este sistema. 2.2 Definiendo las violencias de género y sus tipologías

Frases como “nació en el cuerpo equivocado” o “se realizó la cirugía de hombre para mujer” deben quedar en desuso por su sentido discriminatorio y patológico de las personas trans. (Foto: Orestes González).

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Podemos definir a las violencias de género como las acciones u omisiones que, estando basadas en el género, propician daños o sufrimiento psíquico, emocional, sexual, moral, físico, patrimonial a mujeres cis, mujeres trans, travestis, hombres trans, gays, personas no binarias. Al listar estos sujetos, estamos destacando que se trata de posiciones históricamente marginalizadas dentro de ese sistema de género. No es una lista que procura agotar todas las posibles identidades de género que pudieran ser objeto de violencias a partir de los mandatos de género, teniendo en cuenta que se trata de un fenómeno complejo, dinámico e históricamente determinado. Al mencionar estas identidades lo hacemos con un sentido didáctico. Las violencias de género toman determinadas características en función de los contenidos específicos de la misma así como del ámbito en el que se expresan. Atendiendo al área de interacciones donde se manifiesta,

LA VIOLENCIA DE GÉNERO PODRÍA SER:

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DOMÉSTICA:

tiene lugar en el hogar.

INTRAFAMILIAR:

entre los integrantes de una familia vivan o no en un mismo hogar.

DE PAREJA:

en este tipo de relación afectiva.

LABORAL:

en el empleo o puesto de trabajo.

PÚBLICA:

en los espacios públicos, como por ejemplo, el acoso callejero.

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Teniendo en cuenta los contenidos o área afectada, aunque en general impacta la integridad de la persona, la violencia de género puede clasificarse como: • Económica y patrimonial: limitación o impedimento al acceso a los recursos, a la autonomía e independencia económica, control exhaustivo del dinero, así como apropiarse de bienes patrimoniales. Cuando se sustrae a las mujeres la posibilidad de administrar sus propios recursos financieros y materiales aludiendo que ellas “naturalmente” no saben hacerlo, se ejerce este tipo de violencia, así como cuando se le impide el acceso a estos recursos. • Psicológica: ataque a la integridad psicológica, a la autoestima, a la autonomía, independencia, invalidación de las emociones, chantaje emocional, acoso escolar o bullying. Cuando se les tilda de “inútiles porque no saben cocinar, cuidar de la casa, atender al marido”, destacando con eso que “no son mujeres de verdad”. • Sexual: abuso sexual, hostigamiento sexual, violación, violación dentro del matrimonio, acoso sexual, sexo sin consentimiento, sexo estando dormida, extorsión a mujeres cis y trans que ejercen el trabajo sexual. • Política: persecución política con sesgo de género, revisión de los genitales y partes íntimas por parte de las autoridades policiales. Sucede cuando se ejerce violencia contra activistas feministas y mujeres que

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participan en el espacio de poder de la política. Queremos resaltar el argumento discriminatorio usado contra muchas de ellas, cuando son contrarias al sistema de que se trate (socialista o capitalista) y que, por ello, no merecen protección. Entonces se actúa de forma negligente, siendo la viva expresión de una práctica violenta. Es como si hubiera que ganarse o “merecer” ser amparada, ser defendida (una lógica meritocrática). La lucha contra la violencia de género se convierte en una cuestión moral de “mujeres buenas que merecen ser protegidas” versus “mujeres malas que no lo merecen”. Y se sabe que esta lógica del merecimiento está, por ejemplo, en la propia base de la violencia de género. Muchas veces cuando se asedia a una mujer en la calle se acciona según esos criterios discriminatorios: “te lo mereces por la ropa que estabas usando”; “te lo mereces porque nadie te manda a andar sola por la calle a esta hora”, como si ese fuera el problema y no la inseguridad que sufren las mujeres en espacios públicos. No tiene que ver con la ropa, no tiene que ver con la hora, como no tendría que ver con que si son periodistas oficiales o independientes. Con esta selectividad, se está autorizando la violencia. • Obstétrica: asociada al embarazo, aborto, parto y puerperio. Cuando en momento del parto se realizan algunos procedimientos médicos agresivos, acciones sexistas o comentarios como los siguientes: “aguanta

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porque cuando estabas teniendo sexo gozaste”, estamos frente a este tipo de violencia. Esta última frase usada como ejemplo deslegitima las vivencias negativas y dolores físicos experimentados durante el momento del parto, al tiempo que condena la posibilidad del placer sexual femenino sin fines reproductivos. • Vicaria: cuando la persona que agrede maltrata, incluso hasta con asesinato, a hijes, animales, familiares u otras personas preciadas para intimidar o agredir a una tercera persona, que en el caso de la violencia de género, es una mujer. • Simbólica: abuso verbal, uso de memes, frases, chistes, etc., que son vejatorios de la dignidad humana. Cuando se usan representaciones estereotipadas como, por ejemplo, “las suegras son malas” o “las rubias son tontas”. También incluye la invisibilización de las mujeres y las agendas de género. Cuando las violencias se basan en una finalidad punitiva y correctora de las disidencias sexuales y de género, puede manifestarse como: • Transfobia: incluye aquellos actos de violencia motivados por el no reconocimiento de las identidades de travestis y personas trans. Abarca desde el irrespeto a los pronombres con los que la persona se identifica, el impedimento del uso de baños públicos que correspondan a su género, hasta la muerte motivada por odio hacia

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aquellas personas que no se reconocen con el género que les fue designado al nacer. Este tipo de violencia se concibe con una finalidad “correctora”, o sea, se busca “corregir el género” con la deslegitimación de las personas trans. Esta modalidad actúa como una pedagogía que intenta advertir a las personas trans a “no salirse de lo establecido”. Algunas autoras y autores se refieren a los asesinatos de mujeres y hombres trans, y travestis como necropolítica trans, debido a la espectacularización de las muertes y al carácter sistemático de la negligencia estatal para concebir políticas públicas que reconozcan a las personas trans como ciudadanas. Por ejemplo, mujeres cis y trans son objeto de asedio sexual en el espacio público, lo que impide su libre circulación. Esto se produce, entre otras cosas, porque el cuerpo de las mujeres es concebido como un territorio público de libre acceso y leído como compulsoriamente heterosexual, lo que motiva este tipo de prácticas. En el caso de mujeres trans y travestis, el asedio puede estar asociado a un propósito corrector y punitivo, toda vez que se trata de construcciones identitarias de género que subvierten lo socialmente impuesto. • Homofobia, lesbofobia y bifobia: Son consideradas violencias de género porque se sustentan en la narrativa de que “la mujer y el hombre de verdad” son heterosexuales. En tal sentido, personas que no vivencien

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una orientación sexual heterosexual son objeto de descrédito, humillaciones por entenderse como desvíos del ideal de feminidad/ masculinidad, en tanto construcciones de género que definen los modos aceptados de ser mujer/hombre. La “violación correctiva” de mujeres lesbianas se sustenta en la narrativa de “falta de hombres”, y constituye una modalidad de violencia sexual. Sin duda alguna, el feminicidio o femicidio es la expresión más llamativa y extrema de la violencia contra las mujeres. Al mismo tiempo es la manifestación más visible de un fenómeno de violencia y brutalidad generalizadas y sistemáticas, aceptadas culturalmente y arraigadas en siglos de discriminación y desigualdad entre hombres y mujeres. Para los casos masivos y de tipo impersonal, sobre todo en zonas de conflicto bélico o en narcoestados, se propone el término de femigenocidio, de la antropóloga argentina Rita Segato. Para conocer cuáles asesinatos de mujeres son feminicidios, hay que preguntarse si la causa del asesinato está en el hecho de ser mujer en cualquiera de sus variaciones, entiéndase mujer cis, travesti o mujer trans, para las cuales se usa el término específico de transfeminicidio. El asesinato de personas trans suele estar motivado por una concepción normativa de género, o sea, la presunción de que la construcción corporal y otras expresiones de género debe corresponder a lo que fue designado en el nacimiento. Por ello, estas muertes tienen un carácter punitivo y se muestran como una pedagogía de género o

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forma de avisar de los posibles castigos a recibir por quienes se atrevan a trasgredir lo establecido. Atendiendo a la motivación de estos crímenes y las usuales características de ensañamiento y espectacularización, son consideradas transfeminicidios5. En el caso específico de los hombres trans, también puede constituir un feminicidio, en caso de identificarse el sesgo de género. La violencia feminicida tiene un impacto en hijes, familiares y la comunidad, como lo demuestran los feminicidios asociados a mujeres que salen en defensa de la víctima y los asesinatos por motivos de género. Suelen ocurrir frente a hijes, que pueden recibir heridas o terminar siendo víctimas mortales, y cuando sobreviven necesitan intervención terapéutica y apoyos económicos.

5. Una de las autoras responsables de acuñar el término transfeminicidios es la socióloga brasileña Berenice Bento.

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La violencia de género tiene un impacto diferenciado en zonas rurales, donde se reportan más limitaciones de las personas afectadas para acceder a los servicios de ayuda. (Foto: Chris Erland).


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2.3 La ideología de género: una narrativa que promueve la violencia de género La ideología de género es una narrativa que surge en el seno de la Iglesia Católica y del Movimiento internacional que se denomina a sí mismo como Pro-Vida y Pro-familia. Su principal objetivo es impedir el avance de las transformaciones sociales promovidas por los estudios de género y feministas, los cuales han sido una base fundamental para la implementación de reivindicaciones políticas de la población LGBTQIA+, dando lugar a una ampliación de derechos en salud (vinculado a las políticas públicas para LGBTQIA+), educación, legislaciones como el matrimonio igualitario, entre otras. La ideología de género, en tanto una narrativa conservadora, distorsiona conceptos de los estudios feministas y de género. Califica tanto a estos estudios como a los movimientos sociales feministas y LGBTQIA+ de “una amenaza para la vida”. Esta tendencia conservadora entiende una vida fundada exclusivamente en la heterosexualidad y la monogamia naturalizadas como el patrón universal. Y hasta llega a alertar de “un peligro para la infancia”, toda vez que entiende a los estudios de género como un adoctrinamiento para que toda la infancia se convierta en lesbianas, gays y trans. Este último argumento desconoce la disciplina hetero sistemática a que son sometidas todas las personas (aspecto que explicamos en la sección de heterosexualidad obligatoria), como también ignora que no toda la infancia es hetero-

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sexual pues existen personas que tempranamente se identifican como lesbianas, gays y trans. En la medida en que los estudios feministas y de género deconstruyen la idea de la sexualidad y el género como fenómenos “naturales”, se convierten en una amenaza para el proyecto conservador, homofóbico y transfóbico de la Iglesia Católica y numerosos grupos religiosos, además de los movimientos antiaborto y por la familia tradicional. Es por eso que dichos estudios, así como su diseminación a través de planes y programas educativos, son objeto de un pánico moral promovido por conservadores religiosos, quienes crean la narrativa de que niñas y niños serán objeto de influencias educativas destinadas a “deformar sus identidades naturales de hembra y varón”, que distorsiona así el propósito de respeto a la diversidad sexual y de género. Es fundamental distinguir que los estudios de género no equivalen a “ideología de género”. Esta última es una narrativa tergiversada que ha sido creada para infundir un pánico moral en torno a estos debates, obstruir la ampliación de los derechos humanos a las poblaciones LGBTQIA+ y mantener los valores tradicionales que apoyan un único modelo familiar e identidades sexuales y de género normativas. 2.4 Monogamia y violencia de género La monogamia es una norma social que implica el romanticismo y centralidad del vínculo sexual-afectivo con la pareja, la exclusividad sexual y un proyecto reproductivo dentro de esta pareja.

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Al decir que es una norma social, enfatizamos que es impuesta dentro de los ideales regulatorios hegemónicos presentes en las sociedades modernas, no dando espacio o sancionando otras posibilidades de establecer relaciones afectivo-sexuales. Al ser estructural se trata de un sistema que delinea las relaciones sociales más allá del ámbito individual. Por ejemplo, desde el punto de vista jurídico, una de las formas de obtener un estatus migratorio legal es casándose con una persona del país al que se emigra, con lo cual la monogamia se convierte en una vía por excelencia de acceso a derechos de ciudadanía.

Feministas como la mexicana Marcela Lagarde califican al mito del amor romántico de clave en la sumisión de las mujeres y justificativo de la violencia contra ellas. 57 (Foto: Orestes González).


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En la estructura monogámica están presentes formas de poder y control que se constituyen en fuente de violencia de género. Un ejemplo de ello, es la forma en que las mujeres somos educadas en la ideología del amor romántico. En virtud de esta ideología nos es inoculado, como si fuera un virus, que el amor romántico, casamiento y vida en pareja son indicadores del éxito de una mujer, y “todo aquello que nos salvará”. Esto hace que vivamos como fallo el no cumplimiento de esta profecía. Otras veces hace que nos agarremos como a una tabla de salvación a cualquier relación de pareja “en nombre del amor”. Por ende, esta concepción de amor romántico se constituye en un combustible para la violencia de género porque induce formas de sumisión y sujeción a vínculos de pareja a cualquier costo. Resulta importante recalcar dos elementos del amor romántico, con vistas a no reproducir estereotipos en productos comunicativos y obras de arte. 1. Los celos como sinónimo de amor romántico: Los celos son legitimados e inclusive estimulados dentro de las relaciones monogámicas, siendo asumidos como señal de un “amor verdadero” cuando en realidad se trata de formas de control y regulación de la otra persona. Ello no significa necesariamente demonizar o ver como una enfermedad a los celos, en tanto una emoción humana posible de ser experimentada. El punto principal que queremos enfatizar es que los celos tienen en su base una concepción de la pareja en términos de pro-

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piedad. Precisamente esta característica se convierte en fuente de las más disímiles violencias “en nombre del amor”. Igualmente la aceptación social de los celos va a ser distinta dependiendo del género. Cuando las mujeres manifiestan este tipo de emociones son tildadas de histéricas, locas, perseguidoras. Ya en el caso de los hombres existe una mayor aceptación social de este tipo de actitudes de control, lo que puede desencadenar hechos de violencia de diversos tipos, incluyendo el feminicidio. 2. La exclusividad y centralidad de la vida en pareja: la monogamia compulsoria impone una jerarquía entre la relación de pareja y otras relaciones como son los vínculos con nuestras amigas y otros familiares, y el abusador cuenta con esto. Es un arma en sus manos. Cuando los abusadores despliegan toda su manipulación para alejar a sus víctimas de quienes les pudieran alertar, a las mujeres no les parece tan ilógico, pues como dicta la ideología del amor romántico, “el matrimonio es todo a lo que debemos aspirar”, lo primero y lo más importante, “un mundo para dos” donde las demás relaciones de afecto son secundarias, cuando no son hasta desechadas en nombre de esa unidad monolítica llamada pareja. Combatir la violencia de género, incluye, entre otras cosas, desmontar estas estructuras que construyen nuestra subjetividad para estar sometidas a este modelo de amor.

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2.5 Sugerencias para abordar comunicativamente la violencia de género Una cuestión crucial es comprender que se trata de violencias que se ejercen contra cuerpos y sujetos plurales, diversos, históricamente marginalizados: lesbianas, gays, bisexuales, trans, travestis, intersexuales, personas no binarias y también mujeres heterosexuales y cisgénero, entre otras identidades y expresiones de género que resultaría imposible listar exhaustivamente aquí. Aun cuando mujeres cis y heterosexuales no racializadas (es decir blancas o leídas como blancas, pues se trata de una norma social y no de un fenotipo) encarnan posiciones de privilegio respecto a otras grupos históricamente estigmatizados y subalternizados (mujeres cisgénero negras, indígenas, por citar un ejemplo), es preciso reconocer que ser mujer es estar situada en ese espacio de lo Otro (como apuntó Simone de Beauvoir) en relación con la posición hegemónica y androcéntrica que históricamente han ocupado los hombres cisgénero, heterosexuales, no racializados, citadinos, sin discapacidades, entre otros marcadores sociales de privilegio. Abordar las violencias de género actualmente sin considerar todas estas matrices de desigualdad que potencializan las discriminaciones en mayor o menor medida (raza, clase, sexualidad, entre otras), contribuye con abordajes limitados e insuficientes. Ello equivaldría a negar formas de discriminación específicas: homofobia, transfobia, lesbofobia, racismo, etarismo.

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Por ello, se debe realizar un trabajo de revisión desde el enfoque antidiscriminatorio de los mensajes de una campaña u otros materiales, que analice los textos, las imágenes y hasta los colores a emplear. Todas las formas de exclusión deben ser eliminadas, aunque el objetivo de la iniciativa sea un problema o tema en específico. 2.6 Análisis de una campaña sobre las violencias de género en los medios de comunicación

Evoluciona forma parte de la campaña global ¡Basta! Acabe61 mos con las violencias contra mujeres y niñas, de la oenegé Oxfam.


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Tomaremos como ejemplo Evoluciona. Campaña cubana por la no violencia hacia mujeres, realizada desde 2018 por instituciones estatales y paraestatales de la isla caribeña con apoyo de la cooperación internacional. La misma ha sido definida como una campaña de lucha contra este problema, que está dirigida a hombres jóvenes. En su primera etapa hasta 2020, se caracterizó por realizar numerosas actividades en espacios públicos y crear una fuerte comunidad en redes sociales, donde logró colocar en agenda el acoso callejero y denunció casos de violencia y hasta feminicidios, algo inusual en iniciativas precedentes de este corte en el país. Algunos puntos críticos que detectamos en esta campaña son: 1. El título, Evoluciona, y los efectos simbólicos asociados a ese nombre. En tanto seres humanos atribuimos sentidos y significados y esas construcciones simbólicas orientan nuestros comportamientos. En este sentido, una perspectiva evolucionista resulta complicada para sustentar una campaña contra la violencia de género, por varias razones: a. La involución fue la retórica que se usó en el contexto de la Modernidad occidental para justificar las invasiones colonialistas y establecer la cartografía geopolítica: occidente vs. oriente, civilización vs. involución/atraso. La Modernidad occidental y su supuesta promesa de civilización y progreso se basan en esa idea de “pueblos salva-

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jes y atrasados” para justificar las invasiones que se desplegaron contra los pueblos indígenas y africanos fundamentalmente. Involución/evolución es la retórica que históricamente ha sustentado políticas eugenistas y racistas, defendiendo una idea de “razas atrasadas” vs. “evolucionadas”, lo cual contribuye a reforzar imaginarios racistas. Por tanto, “evoluciona” es un término que debiera evitarse en el contexto de una campaña que trabaja justamente con violencias de género, porque el asedio es un tipo de violencia de género en la que el cuerpo de las mujeres es considerado un territorio público a ser conquistado sistemáticamente. El riesgo de colocar la violencia de género como un tipo de involución es disfrazar todo lo que una propuesta evolucionista tiene de violenta en sí misma. La violencia y toda la complejidad que ella supone queda simplificada en esta lógica de evolucionar/involucionar. b. También puede causar la impresión de que la violencia es una cuestión individual de una persona “atrasada”, con lo cual se oculta o se minimiza su carácter estructural. Eso no quiere decir que no sea importante ese trabajo con los sujetos que asedian a las mujeres en el espacio público, pero junto con eso es importante atender al sistema simbólico que condiciona esa prácti-

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ca a nivel individual. En algunas acciones de la campaña, se ha optado por experimentar con mujeres “asediando a hombres en la calle”, lo cual no solo vuelve a colocar el asunto a nivel individual, sino que “implícitamente” propone como solución a la violencia: “ahora las mujeres van a comenzar a asediar a los hombres para que ustedes vean cómo se sienten”. Ese tipo de respuestas al fenómeno del asedio no trabaja la cuestión a nivel estructural, teniendo en cuenta que existe toda una cultura que autoriza a los hombres a sentirse propietarios del cuerpo de las mujeres y el modo en que también la feminidad es construida estableciendo que sin la validación de la mirada/apropiación masculina, no se puede vivir (como explicamos en la sección de la monogamia como norma). Teniendo en cuenta esa cultura del asedio históricamente instaurada, resultaría más productivo trabajar en esa dimensión estructural del asunto, porque además las mujeres, así como otras minorías sexuales y de género (gays, personas trans), no tienen poder estructural de revertir un sistema de género misógino como el que tenemos. c. Un punto positivo de la campaña es involucrar a los hombres cisgénero en la transformación de ese práctica violenta que es el asedio, pero la forma de

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hacerlo pudiera ser atendiendo a los criterios mencionados. No se trata apenas de reivindicar una supuesta igualdad del tipo —ahora las mujeres vamos a ser igualmente asediadoras, como se propone en ese juego/experimento—, si junto con ello no se cuestionan las lógicas que hacen posibles estas desigualdades. Y precisamente una idea de superioridad históricamente naturalizada (del tipo de “evoluciona”) permea y estructura estas violencias. Luchar contra la violencia no trata de moverse de un supuesto lugar de inferioridad/ involución a otro lugar de superioridad/ evolución. Para comenzar se trata de destruir/abolir esa propia idea de superioridad, jerarquía asumida como condición natural de ciertos cuerpos: masculinos, cisgéneros, blancos, etc., porque esa propia idea de jerarquía produce violencias. Por tanto, habría que trabajar también con esa cultura que produce esas prácticas individuales. 2. La metáfora del Cromañón como figura central de la campaña. Al asociarse la violencia con el cromañón se refuerza la idea de que, nosotres, seres humanos, seríamos superiores en relación con los animales. Esta propuesta estaría afirmando una excepcionalidad y superioridad de la especie humana frente a vidas no humanas, o sea, se estaría moviendo en el terreno del espe-

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cismo con la pretensión de combatir violencias que se dan entre seres humanos. a. Hay otras producciones de sentido, igual de violentas, asociadas a esta figura del cromañón presentada en color negro. No es muy difícil derivar de aquí otra lógica racista y por ende violenta, asociada a los cuerpos negros, frecuentemente animalizados, destituidos de la capacidad de abstracción, creación y reducidos apenas a cuerpos dentro de esa perspectiva dicotómica de mente vs cuerpo, en la que la primera sería superior, blanca y una condición “excepcional” de algunos sujetos. “Hay que adelantar la raza” es parte de esa misma racionalidad, según la cual ser negro supone una condición “natural” de atraso a ser resuelta por medio del emblanquecimiento. b. Sugerimos que en lugar de una perspectiva evolucionista como la que se adopta en la campaña, es preciso inscribir este debate en una perspectiva feminista, por el potencial crítico que ofrece para tratar estas cuestiones. En uno de los videos que fueron divulgados al comienzo de esta campaña, se presentaba la cuestión del “ser mujer” aludiendo a la cuestión de los cromosomas XX y XY, con lo cual se está produciendo una violencia contra un grupo específico de mujeres, concretamente las mujeres trans, travestis y también

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personas intersexuales que se identifiquen como mujeres. Presuponemos que el sujeto mujer al que se dirige esta campaña no abarque apenas a mujeres cisgénero, pues eso sería explícitamente transfóbico. Esta es una lógica cisnormativa que se funda en la idea de mujer como “verdad biológica”. 2.7 Otras recomendaciones al realizar productos comunicativos: • Evitar reforzar y naturalizar la narrativa de los celos como sinónimo de “amor verdadero”, muy presente en telenovelas y videoclips, pues dicha narrativa está en la base de muchos feminicidios. • Abarcar otros modelos de familia, parentalidad y relaciones erótico-afectivas más allá de la familia monogámica, heterosexual, conyugal, considerando la diversidad y multiplicidad de vínculos familiares y parentales. Por ejemplo, familias y maternidades ejercidas por mujeres lésbicas constituyen una modalidad tan legítima como las demás, por lo que se debe evitar el discurso de “toda la infancia necesita de un padre para crecer sano y feliz”, pues en algunos casos la ausencia de la figura paterna no es necesariamente un problema y sí una elección. • Abordar la salida de personas trans de instituciones sociales (familia, escuela, tra-

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bajos) como formas de expulsión, y no como “abandono” pues se trata de exclusiones fundamentadas en las normas de género y no de que las personas trans abandonen porque quieren, sino porque su convivencia en muchos de esos lugares es impedida, constituyendo manifestaciones de transfobia. • Revisar la legitimidad de cada fuente respecto al tema que aborda a través de preguntas como: ¿es esta persona la adecuada para analizar este problema tan sensible? • Promover políticas de representatividad a fin de visibilizar personas históricamente silenciadas y, al mismo tiempo diversificar los debates. Por ejemplo, incluir a personas trans y otras personas gestantes (como puede ser un hombre trans) en debates sobre la lactancia materna. Al referirnos a políticas de representatividad no abogamos por tomar a la identidad como credencial que por sí sola justifique la presencia de alguien en un espacio, ni por un esencialismo (solo las personas que viven una condición determinada pueden hablar del asunto). Se trata, sobre todo, de lograr un compromiso ético y político que tenga en cuenta los procesos históricos de ocultamiento de determinados grupos y transforme estas condiciones de desigualdad. • Use las herramientas de la comunicación inclusiva y no sexista, en todos los elementos de su producto u obra.

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• Practique, toda vez que sea posible, la validación de sus productos antes de que salgan a la luz, a través de la consulta de al menos dos especialistas en género. • Tenga en cuenta no incurrir en la espectacularización, cosificación y revictimización cuando aborda a personas en alguna situación de vulnerabilidad.

TRES CONCEPTOS A TENER EN CUENTA

ESPECTACULARIZACIÓN: Es un tendencia del periodismo audiovisual sobre todo, que presenta hechos noticiosos con estilos y formatos del espectáculo, en busca de ganar audiencias pero en detrimento de un tratamiento respetuoso y ético. Violaciones y feminicidios son susceptibles a este abordaje, así como manifestaciones por los derechos LGBTQIA+ e historias de vida de personas con discapacidad. Busque otros conceptos relacionados como amarillismo, sensacionalismo y crónica roja.

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COSIFICACIÓN: Cuando se refiere a las personas, significa un trato que va en contra de la propia esencia humana, las despoja de su dignidad y las considera una “cosa”. La cosificación de las mujeres en los medios de comunicación ocurre sobre todo cuando las reducen a su cuerpo o parte de él, como trasero, caderas o senos, o las presentan como un objeto cuyo fin único es darle placer a otros. Resulta muy común en la publicidad y videosclips.

REVICTIMIZACIÓN: Sucede cuando el relato de los hechos refuerza estereotipos y falsos criterios sobre la víctima, el agresor y familiares, culpabiliza a las personas afectadas por algún hecho discriminatorio o presenta con victimismo a personas en situación de vulnerabilidad, entre otros. Un ejemplo está en la reproducción de fotos de la escena del crimen de feminicidios o contar detalles como la cantidad de puñaladas recibidas.

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PART E

3 “RAZA”, RACISMO Y DISCRIMINACIÓN RACIAL


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3.1 La “raza”

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La construcción de una idea de “raza” tiene sus raíces históricas en los procesos de colonización europea iniciados en el siglo XV, al calor de las condiciones socioeconómicas y políticas para la emergencia de estas ideas. Posteriormente, durante los siglos XVIII y XIX, se consolidaron un conjunto de teorías racistas en el seno de disciplinas como la Medicina, Antropología, Criminología y Biología. A partir de la invasión de los colonizadores europeos a territorios donde habitaban pueblos indígenas y africanos, y con el auxilio de la filosofía moderna occidental6, se creó la necesidad de establecer criterios de clasificación social que justificaran el proyecto “civilizador” de invasión, exterminio y apropiación de los territorios. ¿Cómo justificar este genocidio? Uno de los argumentos usados para ello fue la atribución de la condición de “salvajes e inferiores” a estos pueblos, tomando como criterios de clasificación el fenotipo y la cultura. Así se dieron las condiciones para la consolidación de la idea de raza, una construcción social e histórica que adopta como criterios de clasificación y jerarquización de la humanidad al color de la piel, características fenotípicas (forma de la nariz, labios, ángulos faciales y facciones en sentido general) y a la cultura. De acuerdo con esta construcción social, consoli6. Con la filosofía moderna occidental, el hombre se tornó objeto de reflexión filosófica, atendiendo a su multiplicidad: el hombre como ser vivo (biología), como ser que trabaja (economía), entre otros criterios, sin tener en cuenta tampoco a las mujeres. Dentro de este campo de debates y con el concurso de la antropología, surgió la división entre “hombres civilizados” y “salvajes”. Este período de constitución de las ciencias modernas occidentales es conocido en la literatura como Ilustración o Iluminismo.

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dada con el racismo científico promovido por las ciencias modernas occidentales, la humanidad se divide en tres razas: blanca, amarilla y negra. “Raza” es la ideología que presupone una asociación entre características biológicas7 y cualidades estéticas, morales e intelectuales de diferentes grupos de personas. En el concepto de “raza” está presente una idea de superioridad biológica y superioridad cultural encarnada en los pueblos europeos, en un contraste que define al resto de la humanidad como racialmente inferiores. Afrodescendiente

afrocubana

El concepto tiene un profundo sentido político y reivindicativo. Los países, organizaciones y ciudadanías que reconocen este término, lo atribuyen a la persona de origen africano que vive en las Américas y otras zonas de la diáspora africana, debido a esclavitud y trata sufridas sobre todo entre los siglos XVI y XIX. Post

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El término se institucionalizó en 2001 durante la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, realizada en la ciudad sudafricana de Durban, y hoy se usa en diferentes ámbitos, aunque continúa recibiendo rechazo por algunos sectores. También puedes encontrar sus localismos como: afroamericano, afrocaribeño, afromexicanos, afropanameño, afroperuano, afrocubano, entre otros.

(Foto: Lucy Gmorell) 7. Es importante destacar que previo a los procesos de colonización en Abya Yala (nombre alternativo al continente americano) y en África, existieron en Europa otras construcciones de raza asociadas a la idea de “pureza de sangre”. Para profundizar en este tema, sugerimos el trabajo del sociólogo puertorriqueño Ramón Grosfoguel, que explica cómo esta idea racista de “pureza de sangre” fue usada contra poblaciones musulmanas y judías.

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3.2 ¿Qué es el racismo? De acuerdo con el abogado y filósofo brasileño Silvio Almeida, autor del libro Racismo estructural (2018), el racismo es una forma sistemática de discriminación que toma como fundamento principal a la idea de “raza” y la supremacía blanca. Se manifiesta por medio de prácticas conscientes e inconscientes que traen como consecuencias desventajas o privilegios para los individuos, dependiendo del grupo racial al cual pertenezcan. En el centro del racismo se encuentra el poder económico, político, jurídico, el cual no es compartido de manera equitativa sino que unos grupos poblaciones lo tienen por encima de otros. En la sociedad contemporánea, el racismo antinegro, antindígena y antiasiático constituyen las expresiones fundamentales de este tipo de discriminación. Ciencias como la Medicina, Antropología, Psicología, el Derecho y la Criminología han contribuido especialmente al racismo, dado que en su seno se han generado teorías, prácticas y pseudo-conocimientos que han legitimado la superioridad de unos seres humanos sobre otros. Tales ideas se consolidaron como un tipo de saber que fue denominado como racismo científico. El racismo es además sistémico en tanto la sociedad en su conjunto lo refuerza y replica a partir de instituciones como la familia, la escuela, las normas jurídicas, procedimientos, etc. Cuando hablamos del carácter estructural del racismo, significa que el mismo va más allá de la acción individual de una persona: se trata de un orden social

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que permea las relaciones políticas, económicas, jurídicas, así como otras relaciones sociales que se dan en ámbitos más micro como pueden ser las relaciones amorosas y familiares. El racismo se organiza coordinada y eficientemente, de manera de que pareciera “natural”, por ejemplo, que las personas negras pueblen mayoritariamente las cárceles, cuando en realidad se trata de un orden socio-económico y político que impide la ascensión social y reproduce su marginalización. Como ha referido la psicóloga brasileña Lia Vainer Schucman, que estudia la blanquitud desde una perspectiva crítica, el racismo estructural es un producto de la hegemonía blanca y genera desventajas sociales a todo lo que se aleje de la blanquitud. Dentro del cisheteropatriarcado racista, las personas negras e indígenas son sujetos subalternizados, racializados, discriminados, criminalizados y precarizados. el_negrito_bufo

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BLACKFACE Y BROWNFACE: PRÁCTICAS RACISTAS: Es un tipo de maquillaje teatral empleado por lo general por personas blancas para representar a personas negras (blackface) y personas indígenas, del Medio Oriente o hindúes, entre otras (brownface). También son usados en disfraces. Esta práctica reproduce múltiples estereotipos racistas, como labios gruesos y muy rojos, además que recuerda la historia de esclavitud, colonización y uso de personas racializadas como objeto de entretenimiento y burla. Representa la exclusión de personas negras de los escenarios y, por tanto, de esa fuente de empleo. Estados Unidos prohibió su uso desde 1960, por las presiones del movimiento por los derechos civiles. Una persona que lo lleve en la actualidad como un disfraz reproduce una práctica racista, sin embargo, en el ámbito artístico y cultural, su uso ha sido revisado en los contextos de los países donde se mantiene, como en carnavales y personajes tradicionales.

3.3 ¿Qué es la discriminación racial? Existen muchas definiciones de discriminación racial. De manera general, se refiere a las creencias, prejuicios, estereotipos y actitudes racistas en los cuales el racismo se expresa y que pasan, de manera acrítica, de generación en generación. A la

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persona discriminada por su identidad, pertenencia, origen étnico-racial o por su color de la piel, se le priva del disfrute de derechos, acceso a bienes y servicios, oportunidades, trato digno, o sea, se le trata desigual y discriminatoriamente. La discriminación racial implica además exclusión, marginalización y criminalización de las otras personas, grupos, comunidades o pueblos. Entre las principales características del problema, tenemos: • La discriminación no siempre es intencional: En muchas ocasiones, el objetivo no es lastimar, avergonzar ni ofender a ninguna persona, sin embargo el resultado es que le ofendemos. A veces no nos percatamos que existe un esquema de pensamiento que soporta nuestras acciones. Esas creencias no han sido puestas en tela de juicio y es por ello que podemos replicarlas acrítica e involuntariamente. Por otra parte, existen preguntas o acciones que no son discriminatorias per se sino en relación con el contexto. Por ejemplo, preguntarle la procedencia a una persona no es discriminatorio si por alguna razón, por ejemplo, la inscripción en una escuela de idiomas, necesitamos saber cuál es su recorrido lingüístico, lengua madre, etc. Sin embargo, si se va en un bus, alguien se sienta al lado, y una de las primeras interrogantes es: “¿De dónde eres?”, esta puede ser muestra de xenofobia y/o racismo, porque la pregunta ya toma como presupuesto

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que aquella persona “está fuera de lugar” o “no pertenece a ese lugar”. Ese tipo de presuposiciones suelen basarse en prejuicios sobre la apariencia de las personas. • La discriminación racial existe: Un argumento que aflora recurrentemente es que la discriminación racial está en la cabeza de quien la denuncia, crítica o reflexiona. Se dice además que quien percibe determinadas acciones o actitudes como racistas es porque es una persona racista. El racismo y la discriminación racial existen, lo queramos o no, tengamos la habilidad o no para identificarlos. Que no se viva, no quiere decir que no exista. • Naturalización de la discriminación: “Eso siempre ha sido así”, es una frase usada frecuentemente para explicar el origen de algo. Sin embargo, no es más que intentar darle una condición natural, y por tanto perpetua, a una situación de discriminación. Un buen ejemplo de ello es cuando se indaga por qué en el ballet hay menos primeras figuras negras. Hace falta hacer un esfuerzo para ir a la raíz y percatarse que ese “siempre ha sido así” es una evidencia de racismo estructural. Las escuelas de ballet, el tratamiento del cuerpo, etc., parten de presupuestos racistas que han sido validados por pseudoconocimientos provenientes de varias disciplinas como la Antropometría o Antropología Física. En pleno siglo XXI, estas creencias son cada día menos sustentables.

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• Todas las personas discriminan: La lucha contra la discriminación de cualquier índole empieza por la revisión de cada persona. Todes podemos expresar y actuar con nuestros prejuicios sobre alguien. El hecho de que experimentemos cierto tipo de discriminación no significa que no podamos discriminar a otras personas. • Interseccionalidad: El racismo y el sexismo rara vez operan solos: muchas veces operan junto a otras condicionantes como la clase social, identidad de género, procedencia territorial, etc. Las experiencias de discriminación racial varían en dependencia de si la persona es hombre cis, mujer cis, travesti, trans, no binaria, etc. De manera que el sexismo que experimentan las mujeres afrodescendientes es diferente del vivido por las mujeres blancas, como mismo la discriminación racial experimentada por los hombres cis negros difiere del sufrido por las mujeres afrodescendientes. Las mujeres negras y afrodescendientes están sujetas a un cierto tipo de racismo que a menudo recurre a los estereotipos sexuales. Del mismo modo, las personas no binarias y no conformes al género experimentan expresiones racistas y cis-sexistas diferentes que las personas cis. Hay una gran cantidad de tales combinaciones, y cada una tiene un efecto e impacto diferente, como señala la académica y jurista estadounidense Kimberlé Williams Crenshaw, que acuñó8 en 1989 el concepto de interseccionalidad.

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BREVE HISTORIA DE LA INTERSECCIONALIDAD:

Kimberle Crenshaw publicó un trabajo en 1989, donde desarrolla este concepto y fundamenta la urgencia de tenerlo en cuenta a nivel legal y, sobre todo, judicial. Analizó tres casos de las cortes estadounidenses, entre los cuales destacó el de DeGraffenreid vs General Motors, que fue presentado en 1975 y resuelto en 1976. 8. La idea de la interseccionalidad ya estaba presente en las reflexiones de pensadoras negras estadounidenses como la abolicionista y activista por los derechos de las mujeres Sojourner Truth (1797-1883), en su histórico discurso ¿Acaso yo no soy una mujer? (1851); en el manifiesto de la Colectiva del Río Combahee titulado Una declaración feminista negra (1988); y en el libro Mujeres, raza y clase (1981), de la filósofa marxista Angela Davis. Resaltamos los aportes de la socióloga peruana Marfil Francke, en su libro “Género, clase y etnia: las trenzas de la dominación” (1990).

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Entonces, cinco mujeres negras demandaron a la multinacional porque el sistema de antigüedad de la empresa perpetuaba los efectos de la discriminación pasada contra las mujeres negras. Las afroamericanas no fueron contratadas hasta 1970 por la compañía, mucho después que las mujeres blancas y los hombres negros. Por tanto, a la hora de recortes, eran ellas las más despedidas por razones de antigüedad. Sin embargo, el tribunal no aceptó la demanda porque la ley vigente de ese momento no contemplaba la posibilidad de combinar raza y género para fundar la protección antidiscriminatoria.

• Creencias racistas: Son las ideas compartidas más o menos de manera general, a pesar de que no exista basamento científico alguno que las fundamente. Por ejemplo, “los negros son buenos bailadores” o “los negros no flotan en el agua”. Muchas de estas creencias han sido argumentadas por conocimientos pseudocientíficos, las cuales han sido invalidadas posteriormente. • Estereotipos racistas: Cuando una idea es tan simplificada y recurrente que se transmite de manera acrítica, estamos en presencia de un estereotipo. Por lo general se trata de la reducción en una aseveración de un asunto mucho más complejo. Los estereotipos están muy marcados por el contexto en el que se usan. La representación de las mujeres negras con rolos en la cabeza o con el trasero grande, el presunto largo

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del pene de los hombres negros, son ejemplos de estereotipos raciales/racistas. • Actitudes racistas: Están más relacionadas con el comportamiento. Lo que se hace a partir de las creencias y los estereotipos que tenemos sobre un asunto. Cuando una persona europea viaja a África o América Latina y se toma fotos con los niños negros o niñas indígenas, en el rol de “salvadora”, estamos en presencia de una actitud racista. Los chistes, refranes, ilustraciones, memes y frases coloquiales están plenos de creencias y estereotipos racistas. Este tipo de prácticas han sido denominadas como racismo recreativo por autores como Adilson Moreira9, principalmente cuando ellas forman parte de las políticas culturales a través de las cuales se realizan programas humorísticos que adoptan los estereotipos racistas como “forma de entretenimiento”. El “blackface” y “brownface” son expresiones de racismo recreativo. 3.4 Discriminación positiva, acciones afirmativas La llamada discriminación positiva, que preferimos denominar acción afirmativa, supone la puesta en práctica de políticas públicas que favorecen a grupos poblacionales históricamente

9. Adilson Moreira es un intelectual brasileño y autor del libro Racismo Recreativo (2019).

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desfavorecidos. Dichas políticas intentan socavar la discriminación y la exclusión de determinadas poblaciones creando acciones que beneficien directamente a estas personas. En el centro de la discriminación positiva está la lucha contra el racismo estructural y tiene como meta el logro de la equidad, a partir del acceso a recursos, servicios, bienes y la distribución equitativa de estos, lo cual redundaría en la calidad de vida de las personas beneficiadas. Para lograr el establecimiento de acciones afirmativas se hace necesario establecer normas jurídicas (leyes, decretos, etc.) y replantear el uso de los presupuestos, pues por lo general las acciones afirmativas tienen un componente económico importante. En Cuba, un ejemplo reciente de acciones afirmativas fue la Universalización de la Educación Superior que permitió que jóvenes que habían dejado los estudios universitarios por distintas razones o que no pudieron acceder en su momento, se graduaran de una carrera universitaria gracias a una mayor accesibilidad a la educación superior a nivel de municipios. En América Latina existen programas, becas, etc., que otorgan plazas para ser cubiertas por personas con orígenes indígena o afrodescendiente. Con lo anterior se intenta equiparar el acceso a la educación terciaria. Si no existieran dichos otorgamientos, estas poblaciones seguirían siendo minoritarias en ámbitos históricamente emblanquecidos, lo cual es una expresión del racismo estructural.

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3.5 “Racismo al revés” BLM

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Colocar una frase identificativa de un movimiento social en otro genera deslegitimación de la causa original y puede constituir hasta un acto discriminatorio y supremacista, como el caso de White Lives Matter. (Foto: Orestes González)

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No existe lo que ha sido denominado como “racismo al revés”, “racismo inverso” o “racismo contra los blancos”, porque el racismo precisa de la hegemonía blanca y de la opresión de las otras personas para su existencia. Lo que sí existen son personas de todos los orígenes y colores de la piel posibles que hacen uso cotidiano de creencias, estereotipos y actitudes racistas. Al igual que las personas blancas, las negras e indígenas han crecido y sido educadas en la 10, hegemonía blanca es por ello que pueden reproducir actitudes discriminatorias. Sin embargo, 10. Este concepto fue ampliamente debatido por el filósofo marxista italiano Antonio Gramsci (1891-1937). La hegemonía no es equivalente a una cuestión numérica y hace referencia a una dominación cultural ejercida por un grupo minoritario, que por su vínculo por el poder económico y político, impone sus cosmovisiones a toda la sociedad. Esta hegemonía cultural puede asociarse a vectores como la raza, la sexualidad, el género, la ubicación geopolítica, entre otras cuestiones. La antropóloga Raewyn Connel acuñó el concepto de masculinidad hegemónica como una posición social de dominación frente a otras masculinidades disidentes, con base en las contribuciones de Gramsci.

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a nivel estructural las personas negras o indígenas no constituyen parte de la estructura opresora, pues no tienen el poder económico y político para imponer desventajas sociales a la hegemonía blanca. También es importante mencionar que la discriminación racial de las personas negras, hacia sí mismas, hacia otras personas negras y hacia personas de otras identidades o pertenencias raciales, nunca va a ser origen del racismo, sino una respuesta al mismo. El autoodio de personas negras, la reproducción de actitudes racistas es expresión del éxito de la ideología racista. Es importante entender que el racismo forma parte de la cultura y las personas negras forman parte de ella y construyen sus subjetividades dentro de culturas racistas, de ahí que, en ausencia de una conciencia antirracista, las propias personas racializadas reproduzcan estos aspectos de la cultura. Es por ello que cuando se dice “los negros son más racistas que los blancos” estamos diciendo que el racismo inverso existe y, como ya hemos analizado, esto es falso. 3.6 Victimismo En ocasiones, cuando una persona negra denuncia el racismo o la discriminación racial se le acusa se asumir la posición de víctima y de esta forma se desacredita e invalida lo que está expresando o sintiendo. En realidad, se trata de alguien que ha desarrollado cierto nivel de conciencia racial y es capaz de distinguir su experiencia personal de lo que significa el racismo en la sociedad

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supremacista blanca cisheteropatriarcal. Esa persona vivió un “despertar racial” equivalente al “ponerse las gafas violetas” del feminismo. Con frecuencia, las personas que observan tales situaciones lo encuentran “excesivo”, pues son muy difíciles de entender para quienes no experimentan discriminación regularmente o tienen determinados privilegios. Esta actitud que tilda de exagerada la crítica y denuncia del racismo suele operar como un mecanismo de defensa.

EL VICTIMISMO PERSIGUE

Evitar ser responsabilizado como una persona que cometió racismo.

Distorsionar la denuncia como un acto de “maldad” de las personas negras, indígenas o asiáticas.

Además es válido apuntar que el racismo no se trata de una cuestión moral sobre “personas buenas o malas”. Al ser circunscrito a una cuestión moral, se obstaculiza la búsqueda de estrategias

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antirracistas y el inicio de un proceso de deconstrucción como personas blancas beneficiadas por una estructura racista. Cuando tengamos delante a una persona negra o indígena que denuncia el racismo y la discriminación racial es importante mostrar solidaridad, empatía y no invalidarle. Que no se hayan tenido experiencias con la discriminación racial y el racismo no quiere decir que no exista. No se deben anular dichas vivencias, de las cuales muchas son profundamente traumáticas y dolorosas. Que se acuse de victimismo a una mujer negra rural que denuncia su poco acceso a la educación o a los servicios de salud, por ejemplo, y que se le diga “salir adelante depende de ti”, constituye una forma de reproducir la opresión y desconocer el carácter estructural del racismo. 3.7 White tears y fragilidad blanca Una forma en que la blanquitud invalida a las personas afrodescendientes o indígenas, que denuncian el racismo, es comenzar a relatar los propios “episodios racistas” que se han vivido siendo una persona blanca. En Cuba sería como mencionar cuando le dijeron “pomoeleche” o “blanquita de mierda”. Lo anterior ha sido llamado “white tears”, o sea, “lágrimas blancas”. Si bien es cierto que la dignidad humana se puede ver menoscabada con tales insultos generando sufrimiento humano, tal sufrimiento no es equiparable con la exclusión, marginalización y criminalización sistemática vivida por las poblaciones afro e indígenas, cuestiones instauradas a

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nivel estructural. El ideal de belleza y el referente positivo de la humanidad en todas las esferas de la vida está basado en la blanquitud. O sea, el racismo no entorpece la vida de personas blancas. Así, la blanquitud se trata de una norma o posición social privilegiada como el modelo de humanidad como apunta la profesora y conferencista británica sobre antirracismo Layla Saad en su libro Me and the white supremacy (2020). De manera frecuente cuando se debate sobre discriminación racial, aparece una persona blanca cuya intervención fundamental se centra en exponer que ella también ha sido “vístima”11. Es importante reconocer que lo anterior es un sabotaje a la discusión ya que propone nuevamente concentrarse en la blanquitud. Esto es un efecto de los procesos de construcción cultural y subjetiva que colocan a las personas blancas como protagonistas y centro de todo. Por tanto, cuando se insiste que el foco dentro de estas discusiones no son las personas blancas, esto suele ser experimentado como un ataque al ego de personas blancas acostumbradas a verse y ser el centro de todo. Del mismo modo, cuando en un debate sobre el tema racial las personas blancas recién comenzado el mismo empiezan a manifestar que están siendo violentadas, se evidencia la “fragilidad blanca”, “hipersensibilidad”, entiéndase, la poca disposi-

11. “Vístima” es una palabra de uso popular entre hispanohablantes que equivale a la frase “no te hagas la víctima” y se ha incorporado al debate racial. Comienza a ser usada luego de que en 2019 se hiciera viral una entrevista de prensa a la vendedora ambulante chilena Elizabeth Ogaz, quien dijo “vístima” en lugar de “víctima”, por lo que este término surgió rodeado de clasismo y sexismo.

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ción para discutir en profundidad el tema. No se trata de invalidar estos sentimientos, sino de entender que ellos son un efecto del racismo y del modo en que este moldea la subjetividad. Ante situaciones como las anteriores es importante hacer un alto en el debate y confrontar empáticamente a la persona en cuestión, refiriéndole que su comentario no aporta luz a la discusión, sino más bien lo limita. En muchas ocasiones, la persona blanca es aliada y no se da cuenta de la impertinencia de su comportamiento, por eso necesita que se le alerte sobre ello. En no pocas ocasiones le costará poder entender de qué se trata, sin embargo, ya se le ha abierto la puerta a una nueva forma de posicionarse y actuar de frente al racismo. Es muy poco coherente considerarse antirracista o no racista, y al mismo tiempo tratar de silenciar a quien denuncia el racismo llamándole extremista, resentido o acomplejado. Tampoco es conveniente decirle a una persona negra cómo se tiene que sentir y mucho menos cuestionarle si ha sufrido discriminación racial o no. A las personas blancas les tocaría analizar cómo contribuyen a la opresión de les otres, cómo legitiman (o no) el racismo, el clasismo, etc., y qué privilegios tienen. 3.8 Privilegios Algunas personas pertenecen a grupos sociales hegemónicos, por lo que experimentan con menos frecuencia situaciones de discriminación. Muchas de ellas tienen privilegios de una manera u

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otra, los cuales se gozan en detrimento de quienes no los poseen. De acuerdo con Lia Vainer Schucmam, los privilegios son beneficios simbólicos y materiales que las personas blancas reciben y reproducen en la estructura social. Tales privilegios constituyen un mecanismo de producción de desigualdades que reserva un lugar elevado en la estructura social a personas blancas, en la medida que inferioriza a personas racializadas. Eso significa que para transformar situaciones de injusticia social se requiere conciencia de tales privilegios, toda vez que en ellos están implicados derechos humanos. “Yo no tengo la culpa de haber nacido blanca” es una frase recurrente cuando sobre racismo se debate, pronunciarla convierte a quien la dijo de manera inmediata en cómplice de la opresión.

UN LISTADO DE PRIVILEGIOS DE LA BLANQUITUD:

-A priori, las atenciones en comercios y restaurantes tiende a ser mejor. -Nadie asume que eres marginada por ser una persona blanca. -Ante un delito, no se asume inmediatamente tu culpabilidad.

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-Puedes llevar tu cabello natural sin que nadie te considere sucio, desaliñado o poco profesional. -Los estereotipos de belleza no te hacen a un lado. -Es muy poco probable que la policía te pida el carnet de identidad, si te ve paseando con personas extranjeras. -Nadie quiere estar contigo para saber qué se siente estar con un blanco. -Nadie cruza la calle de noche si ve que vienes de frente por la misma acera. -Sales a correr y nadie piensa que estás huyendo de la policía o te has robado algo. -No estarás sometido a escuchar frases como: “es blanco pero buena gente”, “eso es cosa de blancos”, “blanco de salir”, “blanca por fuera y negra por dentro”, “blancos tenían que ser”, “cuidado, que hay un blanquito en la esquina”, “ah, pero tú no tienes el pelo tan malo”, “¡qué lástima que te dieron la libertad!”, “blanco de mierda”, etc. -No tienes problemas con la representación en los medios de difusión masiva. Y cuando sale alguien blanco no despierta la sospecha de que está ahí solo para llenar una cuota o ser políticamente correcto. -Es menos probable que no puedas acceder a un sitio y te digan “cerrado por capacidad” o que se reservan el derecho de admisión. -Nadie se sorprende si no sabes bailar. -No asumen inmediatamente que no eres capaz de realizar una tarea, trabajo o rol. -No tienes que decir cuánto has estudiado para que te crean. -No se asume que eres inmigrante. -No asombra que seas inteligente.

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3.9 Rol del lenguaje en el racismo y la discriminación racial

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A través del lenguaje se reproducen exclusiones, invisibilización y la opresión de unas personas por parte de la hegemonía blanca. Te presentamos un selecto listado de términos que te van a ayudar a reflexionar sobre el rol del lenguaje en el racismo y la discriminación racial. • Minorías12: Las personas negras, al igual que las personas indígenas, gitanos, homosexuales, trans, etc., no son “minorías”. Cuando se habla de minorías es fundamental entender que no se trata de una cuestión numérica sino de una cuestión política, o sea, de grupos que son minimizados a partir de un orden de poder blanco, heterosexual, cis-centrado y capacitista. No es posible considerarles como tal a la hora de hablar de derechos humanos pues estos son universales. En muchas ocasiones, detrás del uso de ese concepto se esconde una discriminación a nivel estructural que invisibiliza a grupos enteros de personas. El uso de este término en muchas oportunidades indica que se habla desde cierta superioridad o hegemonía. Entonces proponemos hablar de poblaciones, comunidades, pueblos, etnias o grupos. • Denigrar: En el origen de este verbo está la palabra negro y significa convertir algo en 12. Uno de los autores que contribuyó al entendimiento de las minorías como una cuestión asociada al poder político fue el filósofo francés Gilles Deleuze (1925-1995).

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negro o mancharlo. En su lugar puedes usar cualquier otro sinónimo: calumniar, desacreditar, deshonrar, desprestigiar, difamar, infamar, vilipendiar, y así ayudamos progresivamente a que “lo negro” deje de ser indicativo de desgracia. • Esclavo, esclava: Las ancestras y ancestros fueron traídos de África en contra de su voluntad, sustraídos de sus comunidades, sometidos a condiciones paupérrimas de existencia y al mayor atropello de la humanidad: la esclavitud. Hasta ahí lo que sabemos. Cuando les llamamos esclavo o esclava, los estamos reduciendo a una condición naturalizada que no escogieron y contra la cual se sublevaron y lucharon. Es importante tener en cuenta también que utilizar “esclavizado” o “en situación de esclavitud” deja claro el rol activo del esclavista, y por tanto su responsabilidad en dicho crimen. • Negroide: La terminación “oide” tiene un sentido despectivo y “blancoide” no existe en el diccionario de la Real Academia Española (RAE). • Ilegal: Ninguna persona es ilegal por encontrarse en situación migratoria irregular. Podrá quizás decirse: sin papeles o no tiene los papeles en regla. • Marginal: Dicha palabra esconde el rol del racismo y la discriminación racial en la exclusión de ciertos grupos poblacionales. En su lugar, deberíamos usar “marginalizado”, dado que esta persona ha sido exclui-

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da del centro de poder en un sistema social patriarcal, racista, clasista, que empobrece y discrimina a determinados sectores de la población. • No blanco: La definición de un concepto a partir de lo que no es, resulta un mal hábito que lamentablemente tenemos. Si le hacemos un análisis político, definir la negritud, por ejemplo, como lo “no blanco”, implica legitimar que la blanquitud es central y que lo otro -la negritud, por ejemplosería lo periférico. Definamos entonces las cosas por lo que son, con el uso de sinónimos, pero no en contraposición con algo y mucho menos en su defecto. • Mulata, mulato: Etimológicamente dicha palabra proviene de mulo/mula, el resultado del apareamiento del asno y la yegua, animal casi siempre estéril. Según la RAE, esta palabra es aplicable a cualquier persona “mestiza”. El mulo/a se deriva precisamente del cruce de especies, solo que las personas blancas y negras pertenecemos a una sola especie: Homo sapiens. • Mestizaje, mestizo, mestiza: Se suele apelar al mestizaje como la solución de la discriminación racial y para silenciar las voces de las personas afrodescendientes o racializadas. También pensando en el mestizaje se han realizado acciones de blanqueamiento a lo largo de todo el continente. Por lo general, se hace alusión al mestizaje cuando se quieren acallar cuestionamientos sobre el racismo. La sugerencia es enton-

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ces usar la palabra de manera consciente precisándose a qué estamos haciendo referencia o incluyendo entrecomillado. 3.10 Recomendaciones para la representación de las personas afrodescendientes en los medios

Tómate un momento para verificar cómo representas a grupos racializados. Analiza todos los elementos del medio que usas además del contexto en que va a salir su producto comunicativo. (Foto: Manuel Almenares)

Estos apuntes pueden ser útiles para que representes a las personas afrodescendientes de forma respetuosa e inclusiva. 1. Tratamiento digno de la condición humana: Cada material audiovisual o impreso

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debe proponer una visión justa y equitativa de todas las personas incluyendo, por supuesto, la pertenencia racial. Es importante prever si nuestra creación va a lacerar de algún modo la dignidad humana. No se trata de mostrar una visión utópica e irreal, sino de que se realice un tratamiento profundo de manera que se eviten los acercamientos superficiales, maniqueístas y estereotipados. Es importante reconocer qué aspectos compartidos en el imaginario social del país nos alejan del tratamiento digno de las personas. Si va a concebir un personaje, tenga en cuenta su pertenencia étnico-racial y cómo se relaciona con otros aspectos identitarios. Por lo regular, las personas se reconocen como parte de determinados grupos, incluyendo los raciales/étnicos, al sentir que comparten ciertos atributos. Somos seres humanos, pero además orientales/occidentales, mujeres, citadinos, personas negras o afrodescendientes, indígenas… y nuestra actuación está impactada por esas múltiples aristas de la existencia humana y particularidades que también nos diferencian. 2. Mitos, estereotipos asociados a la racialidad y en específico a la negritud: Los comportamientos son atribuibles al ser humano y no a personas específicas. Sin embargo, en el imaginario social, prevalecen ciertos estereotipos racistas y una visión racializada de la conducta, como si la identidad o pertenencia racial los explicase. Ante esta realidad, si se va a diseñar un

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personaje es necesario ser consciente de cómo las características psicológicas elegidas contribuyen a reforzar o deconstruir dichos estereotipos, por ejemplo: “el blanco flojito”, “la negra vulgar”, “el indígena bruto”, “la rubia tonta”, etc. Cambie los estereotipos, no los refuerce. 3. La presencia de los cuerpos negros en los audiovisuales: Es común la representación de cuerpos negros, sobre todo de mujeres, asociados a estereotipos como la hipersexualidad (fijémonos en el uso de la mujer negra o afrodescendiente en los videos clips), lo que contribuye a reforzar la condición de objeto sexual que se atribuye desde el patriarcado a las mujeres, y que en el caso de las negras se vincula, ontológicamente, con el sometimiento a los deseos sexuales de los amos durante la esclavitud. 4. Tratamiento de la discriminación racial de las personas negras hacia otras personas: En el abordaje de este complejo tema, debemos tener en cuenta que: a. El racismo es una ideología según la cual las cualidades positivas son privativas de la blancura y las negativas de la negritud/indigenidad, estableciendo un continuo, donde lo blanco es lo bueno, lo bonito y lo deseable y lo negro lo feo, sucio, lo detestable, etc. b. El racismo en Cuba es fundamentalmente antinegro, según múltiples investigaciones sociológicas e históricas.

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c. Las personas negras fueron educadas bajo los mismos valores y en la misma sociedad racista que el resto de la población. Además, se construyeron identitariamente en un arduo proceso de negación y pueden reproducir, lamentablemente y tal vez en contra de su voluntad, los prejuicios de los cuales han sido víctimas. d. Al visibilizar que las personas negras también pueden tener creencias, estereotipos y actitudes racistas, lo cual es un objetivo loable, puede producirse el resultado inesperado: el resto de la población podría pensar que tienen derecho (o es natural) a ser racistas, porque “hasta los mismos negros lo son”. 5. Tratamiento de la violencia: Las investigaciones sociológicas y psicológicas apuntan que no hay una relación directa entre la pertenencia racial y socio-clasista y la violencia. Sin embargo, en el imaginario social persiste la creencia de que, sobre todo, los hombres negros son violentos o que la mayoría de los violentos son negros. De hecho en la televisión muchas veces la persona que delinque es negra. Se hace necesario conocer esto para no reforzar dicho estereotipo. 6. Roles otorgados a las personas negras: Privilegie roles protagónicos versus la pasividad o victimización de la población negra: sirvientes, esclavizados, domésticas, prostitutas, etc. Del mismo modo, es impor-

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tante distinguir cuándo estamos haciendo uso de la condición racial para darle legitimidad a un personaje o una historia; que la madrina o el santero siempre sean personas negras o afrodescendientes se sustenta en el aspecto anterior. En las telenovelas cubanas de época es muy común encontrar a las mujeres negras como sirvientas, nanas, nodrizas, y nunca como vendedoras, empleadas, costureras, etc., labores que ocuparon quienes eran libres en la etapa colonial. 7. Patrones de belleza afro: No todas las personas negras siguen patrones europeizantes de belleza. Es más, cada día un sector de la población escoge resaltar los rasgos, vestimenta, peinados, etc., que le acercan a la africanidad. Sería ideal poder mostrar la diversidad en toda su extensión, lo cual es muy poco común en nuestros medios de comunicación. 8. No hacer uso de chistes racistas: Se dice que la cubanía está muy relacionada con la capacidad de reírnos de nuestras propias debilidades. Más allá de lo discutible que pueda ser este argumento, lo cierto es que no hay razón para enorgullecerse ni reírse del racismo y la discriminación. Es por ello que se hace necesario eliminar del habla aquellas frases, refranes o aforismos que se sustenten en creencias o estereotipos racistas.

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4 E T R A P CAPACITISMO


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4.1 ¿Qué es el capacitismo?

Pregunta amablemente antes de imponer ayuda a las personas en situación de discapacidad. Inclúyelas como fuente de información. (Foto: Chris Erland).

El capacitismo es la discriminación que tiene lugar contra las personas con discapacidades, ya sean físicas (personas con baja visión o sordas), psíquicas (personas incluidas dentro del espectro autista), intelectuales o una combinación de estas. Este tipo de discriminación está asociada a la incapacidad de los entornos sociales y materiales para acoger a estos sujetos como parte de la diversidad humana.

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Dicha discriminación a veces tiene un fuerte carácter solapado, como por ejemplo en el paternalismo. El capacitismo se produce a partir de que socialmente se opera con una normatividad corporal, un ideal de cuerpo naturalizado como el referente de humanidad. No reconoce la diversidad funcional. El término surge como una visión estratégica para evidenciar los actos particulares de discriminación que sufren las personas con discapacidad, a causa de su posición de subordinación en un mundo construido, establecido y mantenido a partir de las necesidades de las personas sin discapacidad, como explica el investigador mexicano Mario Alfredo Hernández. El capacitismo, que replica en español la formulación original en inglés de ableism, se refiere de forma crítica a los procesos de opresión sistémica, por ideologías, instituciones y prácticas, que sostienen la creencia de que los cuerpos discapacitados son esencialmente inferiores a aquellos que se consideran “normales”. También se entiende en la matriz interseccional de múltiples discriminaciones como el racismo, clasismo, sexismo, especismo, homofobia, transfobia, obesofobia o gordofobia, entre otras. Menos conocido que los movimientos antirracistas, LGBTQIA+ y los feminismos, el anticapacitismo tiene su origen en el activismo desplegado desde finales de la década de 1960 por el Movimiento de Vida Independiente, que nació en la Universidad de California, en los Estados Unidos.

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Y hoy se sigue ampliando en el campo de los derechos humanos de este segmento poblacional. Podemos observar cómo toda la infraestructura y arquitectura de los ambientes está diseñada para limitar la existencia de personas con discapacidades: la ausencia de rampas que faciliten la movilidad de personas en sillas de ruedas sería un ejemplo de eso. Si tenemos en cuenta que todas las personas requieren de soportes para su movilidad y existencia vital, como por ejemplo calles asfaltadas, transporte público, entre otros, nos percatamos que se trata de un tipo de exclusión social basada en la idealización de un tipo de cuerpo que se entiende como “normal” y “universal”. En la medida que las infraestructuras de los ambientes sociales permiten el acceso a personas sin discapacidad en detrimento del resto, se trata del establecimiento de una condición de privilegio. Las discapacidades no son enfermedades porque no tienen cura ni se transmiten de una persona a otra. Y la mayoría de las personas con discapacidades realizan todas las actividades de la vida, con uso o no de aparatos para movilidad asistida y la tecnología asistida. 4.2 ¿Cuáles son los tipos de discapacidad? Los términos adecuados para referirse a este amplio grupo poblacional son personas con discapacidad, personas en situación de discapacidad o personas con diversidad funcional, con vistas a eliminar términos discriminatorios, romper con la idea de culpabilidad individual y de enfermedad, además de poner el foco en que la causa de las li-

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mitaciones son las barreras sociales y físicas preestablecidas. También se recomienda especificar el tipo de discapacidad si el contexto amerita que sea mencionado.

LES COMPARTIMOS LA SIGUIENTE CLASIFICACIÓN:

AUDITIVA:

Cuando presenta una falta, disminución o pérdida de la capacidad para oír en algún lugar del aparato auditivo.

MOTORA:

Vive con una alteración de la movilidad total o parcial de uno o más miembros del cuerpo.

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VISUAL:

Presenta cualquier alteración del sentido de la vista, puede ser total (ceguera) o parcial (deficiencia visual).

INTELECTUAL:

Con otro funcionamiento mental y en destrezas tales como de la comunicación, cuidado personal y sociales.

4.3 Uso del lenguaje El movimiento por los derechos de las personas con discapacidad ha tenido un impacto decisivo en la terminología correcta a emplear. Hace unos años llamar “inválida” a una persona que usaba un sillón de ruedas era socialmente aceptable. El hecho de que la palabra “invalidez” destine a la persona una pasividad que no necesariamente tiene

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–muchas personas en esta condición son autónomas–, habla de cómo se les ve socialmente. Además, se oculta la interdependencia que todas las personas requieren para su existencia y convivencia social, independientemente de que vivan con discapacidades.

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Cuando interactúes con una persona con discapacidad evita usar eufemismos y trato paternalista. (Foto: Evelyn Sosa).

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Del mismo modo, el tomar padecimientos reales, como pueden ser los trastornos psiquiátricos, para normar conductas humanas que nada tienen que ver con una enfermedad mental es otra de las maneras en las que el capacitismo opera.

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EL CAPACITISMO SE PUEDE EXPRESAR DE MÚLTIPLES MANERAS:

Uso de las capacidades para designar comportamientos humanos, por ejemplo llamarle “loca” a una persona de la cual no aceptamos sus comportamientos o ideas.

El paternalismo que reduce a estas personas a la condición de su discapacidad, cuando se les despoja de alguna manera de su autodeterminación.

Chistes, refranes, frases coloquiales pueden contener creencias y estereotipos capacitistas.

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A las personas con discapacidades sólo se les representa cuando se habla sobre el tema. Por lo general, ellas no aparecen cuando se tratan otros temas. Véase cualquier campaña publicitaria.

A continuación listamos algunas frases capacitistas, que no debes usar porque refuerzan el lugar privilegiado de la normatividad corporal y la marginalización de las personas con discapacidades: • “No te hagas el loco” • “No te hagas el ciego, el sordo” • “Ceguera racial”. • “Eres un retrasado mental, un demente” • “Insano” • “Se comió un camión de locos” • “Minúsvalidos” • “Inválidos” • “El cieguito” • “Eres una maniática” • “Deficiente” • “Mongo, mongolito, mongólico” • “Defecto de nacimiento” • “Anormal”

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FECHAS SEÑALADAS SOBRE DISCAPACIDADES

ENE

Día mundial del Braille

MAR

Día Internacional de la Audición

ABR

MAY

4

3

2

ÚLTIMO MIÉRCOLES

FEB

18

Día internacional del Asperger

MAR

Día Mundial del Síndrome de Down

Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo

ABR

Día Mundial del Parkinson

Día Mundial de la esclerosis múltiple

JUN

Día Mundial de la Sordoceguera

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11

27

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SEP

Día mundial de la enfermedad del Alzheimer

SEP

Día internacional de las personas con discapacidad auditiva

OCT

Día Mundial de la Visión

21

26

SEGUNDO JUEVES

DIC PRIMER SÁBADO

SEP

Día Internacional de las Lenguas de Señas

SEP

Día mundial de la retinosis pigmentaria

DIC

Día internacional de las personas con discapacidad

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29

3

Día de la familia de la persona con discapacidad

4.4 La accesibilidad universal, en especial la accesibilidad a la información y la comunicación Una perspectiva anticapacitista promueve la accesibilidad universal, que es la característica a cum-

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plir por los entornos, bienes, productos y servicios para garantizar a todas las personas su acceso, comprensión, utilización y disfrute de manera normalizada, cómoda, segura y eficiente. Significa eliminar todas las barreras que afectan a las personas con discapacidad.

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La accesibilidad es fundamental para el desarrollo en sociedad de las personas con discapacidad. (Foto: Evelyn Sosa).

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Este concepto abarca todos los ámbitos de la realidad, pero cuando nos enfocamos al campo del acceso a la información y la comunicación, encontramos numerosos retos en la gestión, formatos de los contenidos y hasta de participación de las personas con discapacidad en el gremio mediático. La accesibilidad pone el foco, en el caso de la comunicación, en los formatos a emplear con vistas a que las personas con discapacidades puedan acceder. Incluso algunos países ya regulan por ley que la información pública debe ser accesible a todas las personas. Entonces periodistas, comunicadores, publicistas, diseñadores y artistas tienen como deuda una mayor y mejor representación de las personas con discapacidad, pero también la de reducir las brechas en el acceso. Te resumimos algunos consejos a seguir en este sentido a la hora de que realices productos y obras accesibles: • Ten en cuenta las diferentes discapacidades a la hora de elaborar tus productos. En el caso del texto, usa letras grandes en fondos con colores adecuados, además de versión en audio o al menos para ser incorporada en aplicaciones de lectura. Promueve la lectura fácil. • En los videos, incorpora audios, subtítulos e interpretación a la lengua de señas, pues mientras más opciones de formato incluya un mismo producto, más accesible resulta. En caso de mostrar gráficos, estos deben ser descritos oralmente para las personas invidentes. • Las nuevas tecnologías de la información

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y la comunicación brindan la posibilidad de diseñar multiplataformas, que incluyan funcionalidades en dependencia de cada perfil de usuario y elimine hasta las gamas cromáticas, algo favorable para las personas con diferentes tipos de discapacidad visual. • Cuando realices una actividad para el público, como exposiciones de arte o programas televisivos en vivo, revisa que el lugar previsto cumpla con las normas de accesibilidad estipuladas, sobre todo que esté libre de barreras arquitectónicas. Como parte de la organización de eventos, destina a una persona que atienda solicitudes específicas de acceso de los públicos. • Ten en cuenta los formatos y lenguas necesarias: braille, letra grande, contraste, formato electrónico, textos alternativos en logos e imágenes, lengua de señas, audio, formatos fáciles de leer y entender, entre otros.

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FIN

Nuestro equipo desea que este manual te haya servido de mucha ayuda y, sobre todo, que podamos haber aportado nuestro granito de arena en estos temas tan importantes para tu vida y profesión. ¡Gracias!

COMPARTE ESTE MANUAL: De seguro a muchas personas les agradará. HAZNOS SABER QUÉ TE PARECIÓ: contacto@periodismodebarrio.org

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