Laureano Fueyo necrológica maq._OPMachinery 31/3/22 13:53 Página 20
PIONEROS
Ha muerto laureano fueyo
Fundador de la revista «Rocas y Minerales» y veterano de la prensa técnica
Quisiera ser un mago y tener poderes. Gozar de la sabiduría de los sumerios. Ser depositario de secretos ancestrales: la piedra filosofal, el elixir de la eterna juventud... Saber de alquimia para trasmutar elementos y disponer de ungüentos y pócimas milagrosas. Ser arúspice y escudriñar las entrañas de los animales. Leer el futuro gracias a los viejos arcanos. Dar vida a los minerales y que hablen las estrellas. Y rescatar de la muerte a las personas que adoro. El santo grial del conocimiento. El vellocino de oro de la vida eterna. La panacea universal. Si hubiese sido un mago, mi amigo y maestro Laureano Fueyo seguiría vivo. Con mi varita mágica le hubiera curado el cáncer de pulmón con el que llevaba peleando cuatro años, y le habría quitado su pena gi-
gante impidiendo que su mujer, a la que tanto quería, se muriera 24 días antes de otro cáncer terminal, siendo diez años más joven que él. Falleció Laureano el 18 de febrero y fueron inhumados sus restos al día siguiente en el cementerio de Guadalajara. En la madrileña parroquia de San Juan de la Cruz, con las sentidas palabras de su nuera Mafe y sus nietos Carolina y Sergio, el testimonio de sus hijos Luis y Rocío y la homilía de mosén Francisco, entre cánticos y aleluyas del coro de Radiotelevisión Española y los acordes del minueto en sol menos de Haendel y el Adagio de Alessandro Marcello, fue despedido en solemne ceremonia por doscientos amigos y familiares el sábado 26 de febrero de 2022. Mes y medio antes de cumplir los 87 años.
2 Primitivo Fajardo
S
I hubiera sido mago habría impedido que a mi amigo y maestro Laureano Fueyo se lo llevara la niebla. Pero no soy mago. Ni tengo poderes. No pude hacer nada. Y ahora no tengo más que un inmenso vacío causado por su ausencia, que me duele como un navajazo en las tripas y trato de rellenar con sus recuerdos. Las vivencias de tantos momentos compartidos durante tres décadas. ¿Pero por qué, Laureano? No deberías haber muerto. Ni haberte dejado morir. En su postrero aliento, le dice Sancho Panza a don Quijote: “¡Ay! No se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie le mate ni otras manos le acaben que las de la melancolía”. Emulando al bachiller Sansón Carrasco, apostado ante la tumba del caballero de la triste figura, leo mi epitafio para Laureano: Yace aquí mi querido amigo Laureano Fueyo Cuesta, el hidalgo fuerte que a tanto extremo llegó de valiente, que se advierte que la muerte no triunfó de su vida con su muerte. Se ha muerto mi ilustre amigo Laureano Fueyo, el maestro, como yo le llamaba con todo el cariño y la
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admiración del mundo. Porque lo era. Se murió el hombre justo que en la jungla de la industria editorial abrió a golpes de sudor y machete la gran senda que con la luz de los días muchos otros habríamos de recorrer tras su noble e inconfundible
Laureano Era íntegro, moderado, discreto, afable, modesto y de una entereza moral envidiable. El vivo paradigma de la sabiduría, el equilibrio y la sensatez.
rastro. Laureano se ha muerto habiendo hecho realidad el sueño de los valientes: alcanzar la ansiada orilla de ese mar azul que es el triunfo profesional, social y familiar, el auténtico premio que los dioses tan solo otorgan a quienes distinguen. Crónica sentimental Laureano fue siempre el decano, prácticamente el fundador, el más veterano de los informadores de nuestro sector y el más venerado de nuestra especie. Era el gorila blanco, el macho alfa y la memoria viva de la prensa técnica de maquinaria, mundo del que lo sabía todo. Su autoridad resultaba indiscutible, su prestigio abrumaba. Era un pionero vocacional, humilde y ejemplar que se entregó de los pies a la tonsura, durante más de tres de las cinco décadas del grupo Fueyo Editores, a la discreta labor diaria, tan noble como esclava, de levantar acta notarial de cuanto aquí acontecía. Siento una admiración inacabable por Laureano. Para mí ha sido el compañero de viajes y aventuras ideal. Era un hombre íntegro, moderado, discreto, afable, modesto y de una entereza moral envidiable. El vivo paradigma de la sabiduría, el equilibrio y la sensatez. Y un apasionado de la cultura, preocupado a todas horas por satisfacer
Laureano Fueyo Cuesta, en una fotografía del año 2013.