Lucky Me
La palabra “víctima” se define como “persona que padece daño por culpa ajena o causa fortuita” (RAE), a su vez “victimario” es “aquella persona que le inflige un daño o perjuicio a otra en un momento determinado”. Ahora bien, en este proyecto el concepto de víctima adquiere una connotación más amplia: se considera que la víctima puede ser a su vez el victimario. Este proyecto surge a partir de una situación vivencial en la que un grupo de sujetos entran a la propiedad de otra con el fin de hurtar un número considerable de pertenencias, entre las cuales se encontraba un iPad, el cual contenía en su memoria registros íntimos de la persona que sufre el hurto. Estas personas mantuvieron en su posesión el aparato robado haciendo uso cotidiano del mismo y capturando diversas imágenes de su propia vida. Posteriormente pasados 40 días del hurto, el propietario del aparato realiza un rastreo satelital del mismo, el cual fue conectado a la red. En este momento se identificó la localización exacta del dispositivo, trasladándose al lugar de los hechos, específicamente un locutorio en Vallecas, Madrid. Una vez ahí, se identificó que el aparato en cuestión era el artículo robado, mediante la intervención de la policía. De este modo, el aparato fue recuperado. Una vez en casa al dueño le fue imposible acceder al sistema operativo, dado que se encontraba bloqueado por una clave que los mismos perpetradores habían creado, símbolo del grado de apropiación del objeto. Una vez conectado el iPad al ordenador se reveló el contenido del mismo: 191 imágenes y videos capturados por los ladrones durante el periodo de su cautiverio. Este hecho adquiere una especial significación para este proyecto. En este sentido no solo es victima el sujeto robado sino que aquí los victimarios devienen en víctimas, puesto que el propietario legítimo puede acceder a la cotidianeidad de esas otras vidas. Esto evidencia un traspaso en el poder: tú robas mi intimidad, yo robo la tuya.