Número quinto
De fuegos en Latinoamérica Analgésico inmunizante para la causa, el movimiento y el colectivo, hoy especial hermandad transocenánica
¡Bienvenida a otra efervescencia!
HAN PARTICIPADO EN ESTE NÚMERO Ilustración de portada y diseño Nacha López Fuentes Ilustraciones Nacha López Fuentes, Ana Claudia Nájera Ávila, Andrea Sandoval Flores, Andreia Falqueto y Elsa Montoya Fotografías Diana Alejandra Resendiz Luna y Vita RCT Textos Andreia Falqueto, Sara Sandoval Flores, Ana Claudia Nájera Ávila, Begoña Martínez y Camila Álvarez Maquetación y edición de textos Beatriz Álvarez Montoya Disponible digital Patreon Edita Pildorita fanzine es un proyecto fundado en noviembre de 2019 por dos compañeras que decidieron expresarse y crear en Tarancón (Cuenca)
Pildorita Fanzine
ISSN 2660-8502
@pildoritafanzine
Julio, 2020
pildoritafanzine@gmail.com
Se
prende el... Fuego en Brasil
Fuego en México
Fuego en Perú
Fuego en Chile
Episodio de Martina y su viaje astral
¡Hasta pronto!
El patriarcado es un juez que nos juzga por nacer, y nuestro castigo es la violencia que no ves. El patriarcado es un juez que nos juzga por nacer, y nuestro castigo es la violencia que ya ves.
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El violador eres tú El violador eres tú El violador eres tú El violador eres tú
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Fragmentos de la obra Un violador en tu camino; performance LASTESIS, colectivo interdisciplinario de mujeres, Valparaíso, Chile
FUEGO EN BRASIL
TÁPESE ,
no vaya a CONSTIPARSE… Escribe e ilustra ANDREIA FALQUETO
Sin título, serie Transición, carboncillo y grafite en papel cartón blanco, 2020
A
veces es difícil asumir nuestro papel. Es decir, para preguntarnos, ¿cuál es nuestro papel en el mundo, en nuestra sociedad? El simple acto de reflexionar sobre cómo nuestro entorno nos permite o nos impide percibir una faceta de la realidad. Para mí, el cuerpo, la historia y la representación se han convertido gradualmente en elementos que, en cierto modo, resumen mi práctica artística, mi forma de reflexionar sobre las cosas que veo y las cosas que hago. La posibilidad de creación está intrínsecamente vinculada al entorno del artista. De esta manera, lo que nos rodea abre una ventana para nuevas ideas y reflexiones. En base a este contexto, decidí escribir sobre mi visión como mujer, brasileña, sudamericana, ante las imágenes de España, país donde viví durante los últimos dos años.
Pero mi imaginario no fue cambiado por el de España, sino mezclado. Esto me hizo reflexionar sobre mi papel en el mundo y en la sociedad. Soy artista, soy investigadora, pero también soy mujer, aunque durante mucho tiempo no viera la importancia de asumir esso en el lugar de discurso. Hoy el cuerpo de la mujer se reclama cada vez más por sí mismo. El tema del abuso, el acoso, todo esto recientemente ha ganado una gran fuerza de denuncia. En Brasil, las personas están acostumbradas a mostrar sus cuerpos en el carnaval. Hay un accesorio llamado “tapa-sexo” que sirve solo para cubrir una pequeña parte, dejando expuesto el resto de tu cuerpo. En la playa, lo más tradicional es estar casi desnudo, usar bikinis muy pequeños, que dejan poco trabajo a la imaginación del espectador. Pero no siempre fue así. La verdad es que, al igual que en España, Brasil pasó por una dictadura que duró desde 1964 hasta principios de 1985. Soy hija de la dictadura, porque nací en agosto de ese año. Mi madre era moderadamente conservadora entre las costumbres, pero siempre apoyaba el feminismo y los derechos de las personas trans. Sin embargo, crecí con el mensaje velado de que mostrar mi cuerpo era malo, negativo y despectivo. Autoestima, bien, pero debes aplicar modestia, el cuerpo debe ser privado y no mostrarse de forma gratuita. En el país del carnaval, incluso después de ser adolescente, no fui a la playa con hilo dental.
Creo que la madurez individual está motivada por el colectivo y por los gestos de terceros, lo que puede conducir a la liberación de los vínculos impuestos por la sociedad. De esta manera, tratando de entender España a través de mi propia experiencia como individuo brasileña, me quedé muy perpleja al ver, en un libro que narra en fotos la transición del franquismo a la democracia, la foto de una mujer mostrando un seno. El subtítulo la describió como “Susana Estrada, musa de la transición”. 1978. El momento se registró durante la entrega de un premio a Susana, el premio al “personaje del año”. Ser mujer y mostrar su cuerpo fue lo que la convirtió en el personaje del año. Susana llevaba poco más de una década trabajando en programas eróticos, en películas que hoy se llamarían softporn, pero en ese momento se las conocía como Cine de destape. Lo curioso es que esta ola de los setenta para lo prohibido / cómico fue casi universal, teniendo su versión en Brasil, con las películas llamadas pornochanchada. La diferencia es que aquí en Brasil, estas películas no fueron una respuesta al final de la dictadura, como en España:
¡fueron filmadas y mostradas durante la dictadura! Pero, ¿cómo era posible si existía la censura?
Lo que sucede es que las películas fueron tratadas con la llamada vista grossa, porque fueron marginadas por la sociedad misma, izquierda o derecha, cada grupo tenía sus razones para el desprecio, y apoyadas necesariamente por el estado, cuyo objetivo era promover el contenido cultural nacional. Lo curioso es que algunas de estas películas
utilizaron el lenguaje implícito para enseñar al espectador temas como el aborto, las críticas a la propia dictadura, la homofobia, el machismo. Algunos directores eran traviesos y vanguardistas, y entre un seno y el otro, se tocó la herida, incluso si no se notó, porque el dolor y el placer van de la mano… Entonces, me sorprendió lo controvertida que podía ser una tetina; más tarde entendí, leyendo la historia de Susana Estrada, que su trabajo no se limitaba a un pecho en el premio. Aunque no lo sabía en ese momento, Susana era una militante por la liberación de las mujeres.
Hoy ella dice:
“Estoy en la historia de este país”
El activismo de Susana fue decirle a su generación: este es mi cuerpo, me siento sensual y lo mostraré. Ella afirma que las mujeres la odiaban y los hombres la deseaban. Ciertamente, muchas mujeres tenían el deseo, como ella, de mostrar sus cuerpos, sentirse libres, explorar su sexualidad, pero una sociedad impregnada de ideas misóginas no les permitía decir o hacerlo. Sin embargo, las acciones de Susana se han hecho eco a lo largo de los años, allanando el camino, cada vez más, para el derecho de las mujeres a usar lo que quieran.
Mi trabajo actual, que incluye una interpretación de esta imagen, es una serie de dibujos que reflejan estas escenas de España en transición, un período de cambios que parecen resonar en la actualidad en diversas partes del mundo. Todavía estamos lejos del momento en que una
mujer puede usar lo que quiera y no habrá voz para culparla. Pero estamos en el camino correcto…
Hice un dibujo que tiene esta foto como fuente visual. El gran detalle, creo, es que es una imagen omnipresente. Hoy, en el año 2020, la mujer todavía no puede mostrar el seno, o mejor dicho, el pezón. Mi dibujo deconstruye parte de la imagen, se reconstruye a partir de mi reflejo y forma de expresión, pero lleva consigo la mezcla de figuración y abstracción necesaria para dejar el camino abierto a la libre interpretación del espectador.
Que todos seamos como Susana, quien, al recibir el premio de manos de Tierno Galván, al escuchar la desaprobación en forma de falso celo, contestemos con una sorisa provocativa a su:
“Señorita, tenga cuidado, tápese, no vaya a
constiparse..”
Com esse e outros atos similares, Susana, llamada de musa, pretendía “luchar por las libertades, sobre todo la sexual”. La figura de la musa, aunque un poco incómoda hoy en día, puede usarse con rechazo o incluso con orgullo, por sí misma.
ยกSeamos nuestra propia musa! Permitamos, como un dibujo, darnos la oportunidad de deconstruir y reconstruir nuestra identidad y revelarla al mundo como deseamos ser vistas.
FUEGO EN MÉXICO
Feminismo en México, Elsa Montoya
SEREMOS
REGISTRO de NUESTRAS RESISTENCIAS Escribe SARA SANDOVAL FLORES Ilustra ANDREA SANDOVAL FLORES
Entonces tal vez nos vamos a volver a ver para prenderle fuego al sistema. Y tal vez vas a estar junto a nosotras cuidando que nadie apague ese fuego hasta que no queden más que cenizas. -MUJERES ZAPATISTAS, 2018
M
arcela Lagarde dice que “...las mujeres vivimos en cautiverio, pero ahí mismo vamos transformando nuestras vidas”. (Lagarde, 2005:22). La primera vez que me topé con esta declaración estaba en búsqueda de bibliografía que me ayudará a legitimar la propuesta de un proyecto cutre para un curso de la universidad. Qué iba a saber yo, que aquel día, hurgando desesperada entre los estantes polvosos de la biblioteca los cautiverios
identificados por Lagarde retumbaran hoy en nuestra/mi lucha. Monjas, putas, presas, locas y MADRESPOSAS. La síntesis de la mujer reducida en cuatro pendejos conceptos y uno inventado. La simplicidad de ésta no es contraria u opuesta a la complejidad de la misma; incluso es irónico cómo en tan poco cabe tanto: en tan poca libertad / autonomía / representación, cabe tanta lucha; cabemos tantas, cabemos todas. Una se vuelve feminista con su propia historia. “Todas las consignas feministas derivan en una sola: las mujeres no somos libres”. (Pichot,2018). Unas menos libres que otras. Desde hace ya varios años, el feminismo dejó de percibirse como singular para transformarse en la colectividad de feminismos que vivimos actualmente. Estaba claro que en el feminismo hegemónico blanco heteronormado que vivían Las Sufragistas en Inglaterra no cabíamos y no cabemos todas. Bajo esta racionalización, nosotras, feministas de América Latina comenzamos a trazar nuevos caminos desde la politización de nuestras cuerpas, enunciándonos desde los espacios que nos vulneran y resignificando las violencias que nos matan. La fuerza de nuestras voces yace en el cuestionamiento y rechazo de las categorías coloniales que obedecen a la reproducción de nuestras desigualdades capitalizadas. En nuestras trincheras las mareas verde/violetas y las consignas incendiarias se convirtieron en los vehículos de nuestra rabia histórica. Hoy, más que nunca y más que antes, desde el ombligo de la luna hasta la tierra de fuego retiemblan nuestras desobediencias. Entre todas sujetas, pero nunca más sujetadas. Todas “...en bandadas disparando al patriarcado (...) acompañándonos el vuelo”. (Korol,2018).
Las
historias
que
no contamos son las más
desobedientes
–¡No te hagas pendeja, o te bajas o te mato!– gritó exaltado Mascarilla Hospitalaria, superhéroe de las calles solas y oscuras de Pueblo Tierra. Poco le importo a Chuy la amenaza que aquel culero, quien con todas las de ganar, metió su rasposa mano entre mis piernas, pues al repetírselas ni siquiera despegó sus ojos de la pantalla de la computadora que materializaba la enorme barrera sistemática que existía entre nosotros. Al final, al igual que Chuy y el sistema, yo ya había entendido que quien la había cagado era YO. -Cómo se me
había ocurrido transitar las calles, las calles solas; manejar, manejar de noche; con medias, a media rodilla y con falda, la falda desabrochada.- Ni modo, eso NOS pasa por solas, por noches, por medias, por putas. Hundida en la incómoda silla de metal que me habían asignado como pódium interrogatorio; le pregunté a Chuy tratando de rascarle un poco de humanidad a mi tan experimentado interlocutor. –¿Cuántas denuncias llevas hoy?- volteando a ver un pequeño post-it verde fosforescente pegado a la pared de tablaroca que dividía su cubículo del ente subordinado No. 0803. – Híjole, un montón. Tú eres la quinta y todavía sobran horas– articuló Chuy con una sonrisa en su rostro.
Cuatro horas y cinco cautiverios Lagardianos más tarde. Desde la ventanilla, ya fuera del Reino de Burocracia Land, pude ver como mis palabras se disolvían al ser engrapadas y metidas en una carpetita amarilla, que Rey Chuy aventó al piso polvoso tal y como me aventaron a mi a las fauces del pavimento patriarcal. De nuevo, como muchas veces antes, estábamos ahí las dos con las medias rotas, la falda desabrochada, el golpe en la nuca, la histeria verbalizada y el vómito liberador de rodillas, ahora conscientemente auto-vulneradas. Chuy, Rey de la Burocracia Land, nunca sabrá que descubrí su identidad, así como él no sabrá la mía ,ni quién fui y deje de ser por aquellos días. El tan esperado fin de semana en gringolandia mexicanizada, cuando me sentía invencible, sorora, y de cagada escritora asumida, me quitaron algo que no sabía que tenía y me instauraron algo que nunca creí tener. –¿A quién le digo de mi abuso?– le pregunté al Rey Chuy. –¿Cuál?-. –El que pasó, el que me hicieron–. –¿Abuso, segura?- . –Sí.- . –¡Mch!–por primera vez desde que me instauré en el podium de la mentira Rey Chuy hizo contacto visual –Si me acabas de decir que no te acuerdas bien de todo.. –Pero sí me acuerdo. –Uy no, olvídalo. Es que como no sabes quién fue, no procede. Igual se te da el servicio, pero pues de nada te va servir–contestó su majestad, ya bastante incómodo con mi presencia y ya sin la sonrisita burlona de antes.
Mi nombre, impreso en formatos absurdos, se perderá como el de tantas otras, dentro de carpetas amarillas amontonadas en el piso. En donde por las noches, las cucarachas ávidas lectoras de las desgracias, sean quizás las únicas que empaticen con nosotras, o de última, nos tengan lástima. Lo verdaderamente incierto es que, superhéroe Mascarilla Hospitalaria, aún exaltado y cagado en tachas, se llevó mi identidad consciente, revivió los abusos reprimidos de la secundaria y materializó los más normalizados y temibles traumas al tomarse el tiempo de abusarme y de sentir lugares que yo ya no me atrevo a explorar. Aquel acto mediocre del imbécil superhéroe patriarcado removió la inercia permeada en los rincones más profundos de mi vulva y de mi mandato de género y sexo. Su chiste violento me orilló a hacerme consciente de esta dolorosa paradoja dentro de la cual, nosotras nos volcamos a la lucha feminista, y ésta se vuelca en nosotras. Condicionadas a la obediencia y aceptación de infraestructuras diseñadas y perpetradas para ejecutarnos, no hay nada más doloroso, transgresor y revolucionario que ser mujer.
Por eso “Compañeras, que el dolor se vuelva rabia, que la rabia se vuelva lucha y nuestra voz registro de nuestras resistencias, GRITO”.
Galería fotográfica 8M 2020, Guanajuato Fotógrafas DIANA ALEJANDRA RESENDIZ LUNA y VITA RCT
M Í A Escribe e ilustra ANA CLAUDIA NÁJERA ÁVILA
S
iempre ha sido difícil definir la palabra mujer en estos tiempos y en los anteriores. Yo creo la forma más apropiada de definirme es decir que soy el presente resultado de la mezcla de muchas cosas; con esta gama tan amplía puedo ir de “aquí para allá” según mis pensamientos, emociones, acciones, palabra y voz. No he sido yo únicamentequién se ha definido así, ya he escuchado estas palabras en las mujeres importantes que me han acompañado en mi vida, por ello tomo sus palabras para hacerlas también mías. Dado que ahora entiendo el significado de lo que es ser acompañada pienso en todas las mujeres que he ido buscando, que me han encontrado, que me han
seleccionado para compartir en esta vida y a las cuales yo he acompañado. Seguramente pasa con todas las personas en general, pero al pensar en ellas, pienso en las mujeres de mi familia, las mujeres que aportan a mi creatividad artística, al devenir de la vida, con las que puedo discutir sobre el ¿qué?, ¿cómo? y ¿para qué? de las cosas, con las cuales puedo pasar horas, escuchándolas para nutrirme de todo lo que aportan a mi ser.
Las mujeres nos nutrimos unas a otras y debemos procurarnos unas a otras. Han sucedido acontecimientos que imagino a cada persona le han podido marcar su vida, yo tengo los míos. Cuando leí “Una habitación propia” entendí en palabras de Virginia aquello que intentaba descifrar; Después de haber tenido la oportunidad de vivir en otro lugar, conocer otros espacios y regresar a mi hogar, y más con el paso del tiempo, comprendí mejor lo que para mí significa esa palabra. Mi hogar soy yo, soy la voz de la mujer que es importante y que nunca dejará que sea menospreciada. Cada mujer necesita esa habitación, ese hogar, ese planeta, ese espacio que sea nuestro y único, perceptible a nuestra realidad con todo lo que podamos añadirle, alimentarle, llenarle, para encontrar ahí nuestra fortaleza y seguridad, y así salir ante este mundo en el que vivimos, a las calles, y acompañarnos entre todas nosotras.
FUEGO EN PERÚ
PERÚ,
1990 Escribe BEGOÑA MARTÍNEZ
R
osa tiene treinta y dos años. Nació en Independencia, una pequeña localidad de Ayacucho. Solo habla quechua y es analfabeta, aunque una vecina le ha dicho que algunas tardes le enseñará a leer y a escribir. Rosa quiere poder escribir su nombre.
Se mudó a Lima huyendo. Sendero arrasaba con sus fusiles y el Ejército remataba con sus torturas y violaciones. Su casa, sin ventanas, dejaba pasar con el viento y la tierra las balas y los llantos. Cinco mil muertes entre 1983 y 1984 solo en su departamento. Rosa tenía miedo. Le dijeron que allá en la ciudad todo iba mejor. Que estaba más tranquilo. Ella se marchó en 1986. Junto a ella, otros cientos de miles de campesinos.
Cada semana, una patrulla policial confisca su mercancía. Así pierde dinero y gana golpes.
Lima no es una ciudad fácil. Rosa creía que el Perú era todito de los peruanos. Pero hay días en los que Rosa no sabe ya de dónde es. Cholos de mierda, ya váyanse. Antes Rosa dormía menos pero comía más. Rosa qué hiciste, carajo. Rosa trabaja vendiendo fruta en la calle. Cada semana, una patrulla policial confisca su mercancía. Dicen que usurpa el espacio público. Señor, los carros también. Así pierde dinero y gana golpes. Pero Rosa vuelve siempre. Siempre al mismo rincón sombreado. Ese que hace que la fruta se pudra más tarde y ella envejezca alguito más lento. El presidente, ese al que llaman ‘El Chino’, dice que quiere acabar con la pobreza. Para eso hay que reducir la natalidad, dice. Demasiados niños, demasiadas bocas, demasiada poca plata. Vamos a hacerles un favor a estas familias, dice. Programa Nacional de Salud Reproductiva y
Planificación Familiar. Se le llena la boca. También se le llenarán los bolsillos. Rosa tiene cuatro hijos. Unos enfermeros le han dicho que la multarán por cada hijo que tenga a partir de entonces. Que pueden ayudarla. Que las acompañe. Rosa no quiere. Pero los enfermeros tienen que convencerla. Vuelven a su casa todos los días. Le dicen que la llevarán a un sitio donde le darán comida. Le darán ropa. Los enfermeros consiguen engañarla. Si no, no cobran. Si no los despiden. No hacen mal. Hacen su trabajo. Rosa no quiere. A Rosa la duermen y despierta en una camilla. Le han dicho que firmó un papel. Rosa no entiende bien el castellano. Rosa aún no ha aprendido a escribir su nombre.
Rosa perdió las ganas de hacer el amor con su marido. Por eso la dejó. Es culpa tuya, Rosita. Tú no cumples. Tú no eres mujer. Tú eres un trapo.
Rosa sufre dolores constantes. Hay días en los que no puede ni levantarse de la cama. Rosa no puede trabajar. Sus hijos han empezado a salir a vender por ella. Ahora nos toca a nosotros, mamita. El mayor tiene once años. A Rosa la llaman mala madre. La llaman holgazana. La llaman negligente. A Rosa le quitarían a sus hijos si alguien los quisiese. Rosa perdió las ganas de hacer el amor con su marido. Por eso la dejó. Es culpa tuya, Rosita. Tú no cumples. Tú no eres mujer. Tú eres un trapo. Su marido también pudo haber
sido operado. No quiso. Eso no es para un hombre. Y los hijos los tienen las mujeres. Que se cuiden ellas. Algunos hombres sí lo hicieron. En ellos era menos doliente. Un cortecito no más. También era más barato. Los costes reducidos en las operaciones a las mujeres por el bien del país acabaron por devastar a la nación. Rosa no está muerta, pero así se siente. Sabe que otras mujeres sí murieron de lo mismo que le hicieron a ella. De 300.000, a alguna le debía tocar. Rosa sabe que debe estar agradecida a Dios por vivir. Rosa no sabe por qué. Eso le dijo una abogada que fue a visitarla. Dice que quiere ayudarla. Que la querían ayudar también le dijeron aquel día en la posta. Y acabó doliéndole tanto. A Rosa le hablan de derechos sexuales y reproductivos. Rosa sabía que tenía esos derechos antes de saber que se llamaban así. Le vienen a contar como si no entendiera por hablar otro idioma. Le hablan de Justicia contra el gobierno. Rosa creció sabiendo que si señalas al gobierno, el gobierno te dispara. Y la Justicia… ¿Quién sabe quién inventó eso? Pero Rosa confía. Rosa camina, firma, llama y vocifera.
Hoy Rosa ha visto en la televisión de una tienda que se ha archivado la causa contra el Chino.
Que no habrá justicia.
Rosa no pierde la esperanza, aunque no sabe de dónde le salió.
La fe la mantiene por miedo.
FUEGO EN CHILE
Desde la resistencia de la mujer evasora a la búsqueda de un nuevo orden político y social
La revolución será feminista , o no será Escribe CAMILA ÁLVAREZ Ilustra NACHA LÓPEZ FUENTES
N
o es posible pensar en un estallido social sin un feminismo que impugnara la lógica patriarcal y su orden jerarquizador. El sistema neoliberal acciona como un sistema político y económico que históricamente ha dominado y precarizado la vida humana y que, por lo tanto, ha relegado a las mujeres a una falsa posición biológica y sexual respecto del funcionamiento social, político y económico.
Sin embargo, la acción política de las mujeres siempre
ha entregado a la resistencia nuevas formas de organización y ha constituido el tejido social más grande del mundo como engranaje para derribar las estructuras patriarcales imperantes, abordando las demandas transversales y constituyéndose como ente interseccional en la lucha por el fin de la violencia contra las mujeres, el reconocimiento del trabajo doméstico, la paridad de género y la autodeterminación de los cuerpos, y ha sido clave en la consolidación de los movimientos políticos y sociales de Latinoamérica. En todos los conflictos sociales del mundo el engranaje feminista ha cuestionado el orden preestablecido en pro de asegurar y reivindicar los derechos de las mujeres, asimismo en el caso del mayo feminista del 2018 en Chile, una ola transgresora que empoderó transversalmente a las mujeres y disidencias disputando los lineamientos educacionales existentes, exigiendo el fin de la violencia machista y reclamando el derecho a decidir sobre nuestras cuerpas y que el 08 de marzo del 2019, tras la alianza transgeneracional con nuestras madres, abuelas y compañeras de lucha, gestaba la huelga feminista que prendía la mecha de una lucha social unificada que en octubre socavaría la falsa estabilidad tras el modelo económico.
Desde los inicios del estallido social en Chile las mujeres han sido motor de la censurada voz de un pueblo menoscabado en su dignidad: fue así como un 17 de octubre una alianza de jóvenes mujeres estudiantes
mediante el simbólico acto de la evasión del pasaje del transporte público entre el fervor liberador de la búsqueda de dignidad reinstalaron la emergencia de la necesidad de un estado de bienestar y garante, a través de un nuevo pacto social, una nueva constitución que asegure y reivindique nuestros derechos como trabajadoras precarizadas y que por sobre todo asegure a las futuras generaciones el compromiso con el fomento de una sociedad igualitaria.
Las brechas de género en este país cada vez se agudizaron más: ya no eran 30 pesos sino 30 años de confiar en un sistema que sepultó las habilidades de un pueblo trabajador y valiente que dotado de furia y convicción salió a las calles desde extremo norte a sur resistiendo frente a la violencia de un sistema sepultado, una fuerza policial abusadora y represora, y un estado históricamente indolente. Desde la perspectiva sanitaria este rol inactivo del estado en la garantía del acceso a salud constituyéndose como otro de los tantos bienes de consumo, sumado a la actividad en la represión de las demandas sociales en las calles, lo que en Chile resultó con más de 3000 heridos, más de 400 víctimas de trauma ocular y más de 30 muertos, sin contar los miles de traumas psiquiátricos que a la luz del sol de hoy no cuentan con la reparación pertinente, y que actualmente, en plena pandemia sufren las consecuencias
sistema negligente que se agudiza en un nuevo conflicto sanitario. de la revictimización con un
Los equipos sanitarios fuimos sistemáticamente reprimidos en las diferentes instancias de protesta social al igual que el resto del país a través de un continuo cambio de estrategias de contención desde los gases lacrimógenos usados en la primera guerra mundial hasta la pulverización con químicos, sin contar los lesionados por heridas de bala, torturados, atropellados y violentados sexualmente. Asimismo, hoy nos vemos insertos en una nueva problemática asistencial donde el estado nuevamente es el responsable del peor desastre epidemiológico en la historia sanitaria de nuestro país, siendo referente internacional de incompetencia y soberbia. El porvenir es incierto, y siendo mujer y disidente en el mundo imperante se hace cada vez más necesario propiciar espacios de discusión y organización: lo que las
pobladoras, estudiantes, trabajadoras, cuidadoras y colectivas feministas gestaron en las asambleas, concentraciones y ollas comunes de octubre debe germinar como semilla desde todos los frentes para la instauración de un nuevo orden feminista en el proceso constituyente: desde el acceso a la salud, educación, trabajo y vivienda hasta el reconocimiento del cuidado, la eliminación de las brechas de género y de la violencia política y sexual, siendo la voz de las que ya no están, exigiendo justicia y reparación por las asesinadas y asesinados en democracia y por los presos, por luchar en todos los confines del mundo.
La historieta de Martina y lo que ella vió...
Sedición lícita de incendio
ยกDesde Pildorita fanzine brindamos esta dosis de hermandad y sororidad transoceรกnicas!
ยกHasta pronto!
No podemos entender el significado de SORORIDAD sin apelar a las historias, a las circunstacias y a las vivencias de la mayor extensión de nuestras genealogías. El presente nos devuelve todas las narrativas y, gracias a la tecnología, podemos experimentarlas y escucharlas en primera persona. ¿Cómo vemos y cómo nos miramos? ¿Cómo construimos la mirada y cómo es preciso entender el reconocimiento del reflejo que observamos en el sinfín de espejos que existen en la Tierra? De fuegos en Latinoamérica no atiende a mostrar sus incendios. Aquí, su calor propicia el clamor de su lucha y germina sus semillas de resistencia, proyectando un futuro de firmeza y contundente transformación feminista.