Evaluacion de malestar

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Volumen 7, número especial, junio 2013

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Evaluación de malestar emocional a estudiantes de licenciatura de nuevo ingreso a la uaz

ediTH aLeJandra deLGadO COnTreras Unidad Académica de Psicología Universidad Autónoma de Zacatecas

edithale_54 @hotmail.com

Resumen Los objetivos de este estudio fueron identificar las diferencias de género respecto al malestar emocional en estudiantes de licenciatura de nuevo ingreso durante el 2011, así como realizar la validación y confiabilidad del instrumento aplicado. Se contó con mil 184 estudiantes (749 mujeres y 435 hombres). Se hizo un estudio confirmatorio, con un diseño no–experimental, el muestreo fue no probabilístico intencional. El instrumento utilizado fue la Escala de Salud Personal (esp) elaborada originalmente por Mezzich, Caldera, y Berganza (1996), adaptada a la población mexicana por Váldez y Salgado de Snyder (2004). En los resultados más relevantes se encontró que la media en la escala emocional de los hombres fue de 17.14 y en las mujeres de 17.68. Las diferencias no fueron significativas; sin embargo, de la muestra total un 14.7 por ciento presenta malestar emocional. Respecto a la confiabilidad del instrumento la esp se obtuvo un valor de alpha de 0.80, por tanto, se cuenta con un instrumento válido, confiable y sencillo de aplicar. Palabras clave: malestar emocional, género, estudiantes, universidad, escala.

Abstract The objectives of this study were to identify gender differences in relation to distress the new students in

2011, as well as perform validation and reliability of

the instrument used in this study. This research was 1184 students, 749 women and 435 men. There was a confirmatory study with a design is non–experimental, non-probability sampling was intentional. The instrument used was the Personal Health Scale (esp) originally developed by Mezzich, Caldera, and Berganza (1996) and adapted to the Mexican by Valdez and Salgado de Snyder (2004). In the most relevant results than the average found in the emotional scale of men was 17.14 and 17.68 in women, no significant differences, however the total sample 14.7 per cent presented emotional distress. Regarding the reliability of the instrument was obtained esp alpha value of 0.80, therefore, it can be concluded that there is a valid and reliable instrument, which is very simple to implement. Keywords: emotional distress, gender, college students, university scale.

Introducción La salud mental es un fenómeno complejo determinado por múltiples factores que se han agravado en los últimos tiempos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMs) «es el bienestar que una persona experimenta como resultado de su buen funcionamiento en los aspectos cognoscitivos, afectivos y conductuales, y, en última instancia el despliegue


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óptimo de sus potencialidades individuales para la convivencia, el trabajo y la recreación» (Sandoval, 2005, p. 5). A lo largo de la vida del ser humano la salud mental es esencial. Ruiz menciona que la juventud es un periodo crítico lleno de cambios, inseguridades, desequilibrios, presiones de parte de los padres, coetáneos, sociedad de consumo. De acuerdo con Rice (1997) en esta etapa deben de resolverse retos importantes, como por ejemplo alcanzar la intimidad, elegir carrera y lograr el éxito vocacional. Los jóvenes adultos enfrentan también el matrimonio, la elección de pareja y la posibilidad de convertirse en padres. La edad promedio oscila entre los dieciocho y los veinticinco años; si bien el individuo se encuentra más tranquilo respecto a su adolescencia, todavía no ha llegado al equilibrio de la adultez. El joven es capaz de orientar su vida e integrarse a los cambios progresivos de cualquier aspecto de su personalidad (Dueñas, s.f.). El ingresar a la universidad es uno de los retos más grandes, de ahí la preocupación por ofrecer una enseñanza de calidad que considere todas las variables implicadas en el proceso. Con el fin de evitar estrés o un estado emocional negativo es importante identificar los obstáculos y facilitadores que los estudiantes encuentran en el cumplimiento de sus tareas, su relación con el bienestar psicológico y desempeño académico (Salanova, 2005). En la actualidad las universidades buscan una educación integral, tendiente al fortalecimiento de una personalidad responsable, ética, crítica, participativa, creativa, solidaria y con capacidad de reconocer e interaccionar con su entorno para construir su identidad cultural. De igual modo, busca promover el crecimiento humano mediante un proceso que supone una visión multidimensional de la persona, y tiende a desarrollar aspectos asociados con la inteligencia emocional, intelectual, social, material y ética–valoral (Ruiz, s.f.). Algunos investigadores han intentado identificar los factores más característicos y frecuentes de la vida universitaria que contribuyen al desarrollo de problemas de salud mental en los estudiantes. El interés se ha centrado en identificar qué tan a menudo y con qué intensidad los jóvenes se sien-

ten estresados, y en reconocer cuáles son, según su apreciación, los principales estresores (Mohd, 2003). Las emociones han existido siempre en el ser humano, sin ellas no podríamos habernos desarrollado ni sobrevivir, además expresamos, desahogamos e intentamos dar respuesta a lo que sucede en nuestro entorno. Tales respuestas vienen acompañadas de sentimientos, en opinión de Palmero (1997) son la conciencia subjetiva de la emoción. La ciencia nos demuestra que una de las claves para una vida social equilibrada está en aprender a expresar nuestras emociones y no en negarlas. Los psicólogos han intentado explicarlas de diversas maneras. La mayor parte de las descripciones incluye una secuencia de cuatro componentes básicos (Rice, 1997). Estímulo. Provoca una reacción. Sentimientos. Experiencias conscientes positivas o negativas de las que cobramos conciencia. Activación fisiológica. Producida por las secreciones hormonales de las glándulas endocrinas. Respuesta conductual a las emociones De acuerdo con Barret y Campos (citado en Rice, 1997) cumplen también diversas funciones: a) Una adaptativa que asegura la supervivencia. b) Son medios de comunicación (se expresa si algo se encuentra bien o mal). c) Son de gran importancia en las relaciones sociales (ayudan a formar vínculos y apegos). d) Son motivadores poderosos (tienen una influencia significativa sobre la conducta). En la misma línea Rice (1997) plantea que son fundamentales porque afectan la conducta en las relaciones con los demás, pueden ser fuente de placer, gozo, satisfacción, pero llegan a dañar el bienestar y la salud física. La falta de emociones trae consigo consecuencias y malestar. Espíndola et al (2006) aseguran que el concepto «malestar emocional» responde a la necesidad de nombrar una serie de manifestaciones clínicas no patológicas arraigado en el carácter de la persona, que requiere de atención psicológica específica bajo el desarrollo de esquemas de tratamiento propios. Aunque el malestar emocional no es un estado patológico como tal, es la antesala a sufrir diversos padecimientos (ansiedad, estrés, depresión), reflejados mediante el aislamiento o las dificultades en la escuela.


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Para comprender mejor el malestar emocional es indispensable entender el significado de bienestar. Hablar de él implica hacer referencia a una dimensión subjetiva, porque el concepto nos remite directamente a la manera en la que nos sentimos. Es decir, hace referencia a un estado psíquico que será singular para cada ser humano, pero que en todos los casos se asocia a cierto nivel de equilibrio y de armonía. Es vital saber qué elementos conforman el término bienestar. Según Diener 1994 (citado en García, 2002) posee tres elementos característicos: su carácter subjetivo, que descansa sobre la propia experiencia de la persona; su dimensión global, que incluye una valoración o juicio de todos los aspectos de su vida; y la necesaria inclusión de medidas positivas, puesto que su naturaleza va más allá de la mera ausencia de factores negativos. Esas concepciones agrupan en torno a tres grandes categorías (Diener y Diener, 1995). La primera, relativa a la «satisfacción con la vida», describe el bienestar como la valoración del individuo de su propia vida en términos positivos. La segunda incide en la preponderancia de los sentimientos positivos, que hacen más feliz a una persona, sobre los negativos. La tercera se acerca más a los planteamientos filosófico–religiosos y concibe la felicidad como una virtud. La felicidad es un concepto que engloba el bienestar subjetivo y la satisfacción vital, por tanto, incluye las dimensiones afectivas y cognitivas del sujeto. Diversos estudios de autoinforme sostienen que universalmente los individuos se definen moderadamente felices (Myers, 2000), lo que significa que son menos autorreferentes, hostiles, abusadores y vulnerables a las enfermedades. También se encuentran aquellos que están más dispuestos a perdonar, a ser más generosos, tolerantes, confiables, energéticos, decididos, creativos, sociales y cooperadores (Myers, 1993, citado en Cuadra y Florenzano, 2003). El bienestar subjetivo ha sido relacionado ampliamente con el concepto de calidad de vida, misma que denota dos sentidos (Veenhoven 1994, citado en García, 2002). Por una parte, la presencia de condiciones consideradas necesarias para una buena vida; por otra, la práctica del vivir bien. La

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última considera factores dependientes en mayor medida de la actuación y percepción del propio sujeto acerca de su vida, que de las condiciones objetivas en las que se desarrolla. En torno al bienestar existe una gran diversidad de enfoques, lo que ha impedido que se llegue a un consenso para establecer un concepto o bien a una forma generalizada de medirlo. En sí, el término «bienestar» hace referencia a distintos componentes implicados en la consecución de ciertos niveles de satisfacción personal y calidad de vida. Es en esencia un concepto subjetivo y social, en la medida que remite a aspiraciones, expectativas y necesidades propias de las personas en tanto que sujetos sociales e históricos, miembros de colectividades con referentes específicos, necesidades y niveles de desarrollo determinados por su contexto social, cultural, económico e incluso el hecho de pertenecer a un género específico. El género se refiere a las características o condiciones que están causalmente vinculadas con la masculinidad o feminidad, aunque a diferencia del sexo tienen una base cultural en lugar de una biológica. Diener, Sandvik y Pavot (1991) observaron que el género explicaba menos del 1 por ciento de la varianza de las puntuaciones de felicidad, mientras que las diferencias en la intensidad de respuesta ante las experiencias emocionales representaba el 13 por ciento. En ese sentido, las mujeres son más vulnerables a padecer depresión. No obstante, en ausencia de sucesos vitales negativos, tienden a expresar mayor de felicidad que el hombre. Los estudios de prevalencia poblacional de síntomas de malestar emocional y de trastornos afectivos muestran que las mujeres satisfacen los criterios diagnósticos de trastornos depresivos y ansiosos en una proporción claramente superior a los hombres (Caro, 2001). De igual modo, hay una amplia evidencia respecto a estados emocionales negativos (Cova, 2004). Paradójicamente, diversas investigaciones reflejan mayor bienestar, emociones positivas y satisfacción con la vida. Ésta es considerada un componente más cognitivo del bienestar, en varias culturas se ha encontrado ligeramente más alta en mujeres que en hombres (Inglehart, 1990; Lee, Seccombe y Shehan, 1991; Wood et al., 1989, citado en Cova, 2004).


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Por otra parte, existen diversos trabajos enfocados al estado de salud de los universitarios. En España, la Universidad de Alicante analizó la calidad de vida y la salud de 527 alumnos a través de un muestreo aleatorio simple. El 85 por ciento califica su salud de buena, muy buena o excelente; las mujeres manifiestan mayores problemas (Reig et al., 2003). Lemos y Fidaldgo (1993) tomaron como muestra mil 184 estudiantes de la Universidad de Oviedo, España. Sus resultados demostraron que la mayoría presentaban estilos de vida positivos, aunque se obtuvieron diferencias significativas en función del tipo de carreras cursadas: los de Letras y Ciencias Sociales reflejaron mayores problemas de salud. Referente a la salud mental Micin y Bagladi (2011) recopilaron antecedentes de conducta suicida y diagnósticos según dsM–iV (ejes i y ii). Se incluyeron 460 estudiantes de la universidad católica de Chile que recibieron atención psicológica o psiquiátrica entre enero de 2006 a julio de 2008, acorde con un muestreo aleatorio estratificado. El 92 por ciento mostró trastornos adaptativos, de estado de ánimo y de ansiedad. En el caso de los hombres presentan trastornos psicóticos, de ansiedad, esquizoide, narcisista, obsesivo-compulsivo de la personalidad y aquellos relacionados con enervantes. En cuanto a las mujeres, se evidencian trastornos somatomorfos y alimentarios. Asimismo hay proporcionalmente más mujeres que hombres que presentan trastorno límite y trastorno histriónico de la personalidad. Por su parte, Solar et al. (2007) efectuaron un estudio en la Universidad de Concepción. Su propósito fue dimensionar la frecuencia de problemáticas de salud mental en una muestra de 632 estudiantes con un promedio de edad de veintiún años. Se utilizaron dos instrumentos: Inventario de Depresión de Beck, en su segunda edición (Bdi–ii) e Inventario de Ansiedad de Beck (Bai). En los resultados se encontró un 23.4 por ciento de síndrome ansioso y un 16.4 por ciento de síndrome depresivo. El estrés académico fue la sintomatología más frecuente. En cuanto a la prevalencia de un trastorno depresivo en las mujeres fue de 22 por ciento y en los hombres de 10.6 por ciento; el trastorno ansioso fue de 23.8 por ciento y 10.7 por ciento respectivamente. Se compararon también las restantes conductas

desadaptativas evaluadas entre mujeres y hombres. Sólo el consumo de alcohol y drogas fue más alto en hombres. En la mayoría de las otras conductas la presencia más alta fue en las mujeres. Se observaron cifras alarmantes relacionadas con el deseo de muerte e ideación suicida. La importancia de fortalecer estrategias a nivel preventivo como clínico que permitan responder de mejor forma a estas problemáticas es una de las conclusiones que se derivan de los anteriores resultados. En México también se han efectuado investigaciones sobre el tema. Pérez, Ponce, Hernández y Márquez (2010) tomaron como base la región de Altos Norte del estado de Jalisco con alumnos de primer ingreso (calendario escolar 2009) a la licenciatura del Centro Universitario de Lagos. El cuestionario se aplicó por carrera a través de los coordinadores respectivos. De los 284 alumnos inscritos respondieron 243 (85.6 por ciento): 130 mujeres y 113 hombres, cuyo rango de edades osciló entre diecinueve y 45 años, con un promedio de 21.43 años. Los instrumentos empleados fueron una ficha de identificación, el Cuestionario de Necesidades Psicoeducativas de González de Rivera y Revuelta, la Escala de Bienestar Psicológico de Sánchez-Canovas (1998), y el Cuestionario General de Salud de Goldberg en su versión de veintiocho preguntas. De acuerdo con los resultados las conductas no saludables más frecuentes fueron diversas: hacer poco o ningún ejercicio (44.03 por ciento), dormir menos de ocho horas (23.46 por ciento), conductas de ansiedad (18.52 por ciento), sobrepeso (17.28 por ciento), tristeza/depresión (13.58 por ciento). Referente al bienestar psicológico, un porcentaje considerable se percibe medianamente satisfecho: Subjetivo (47.33 por ciento), Académico (52.16 por ciento) y Material (58.85 por ciento). Un 42.39 por ciento consideran tener un nivel de bienestar subjetivo alto. Dentro de la Universidad Autónoma de Zacatecas el Centro de Aprendizaje y Servicios Estudiantiles (Case) llevó a cabo un análisis vinculado con el tema en él se aplicó un cuestionario de 324 preguntas, de las cuales 160 fueron de índole personal: el 92 por ciento presenta un desajuste emocional, el 92 por ciento no tiene disposición para trabajar en equipo y


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el 69 por ciento es intolerante al estrés. Sólo el 18.81 por ciento mostró estabilidad emocional, lo que alerta que son proclives a registrar ausentismo escolar. La situación es realmente grave, puesto que de un listado de 78 jóvenes que ingresaron a la Unidad Académica de Contaduría y Administración, sólo dos presentaban «focos verdes» (Hernández, 2012). La mayoría de las investigaciones centradas en la salud mental de estudiantes universitarios se han focalizado en examinar la presencia de síntomas emocionales, en particular de sintomatología ansiosa y depresiva. La finalidad es prevenir y atacar dichas problemáticas de la mejor manera y así conseguir una educación integral que tanto se busca. En el caso de la Universidad Autónoma de Zacatecas no se habían realizado estudios que evaluaran el malestar emocional hasta ahora.

Método Hipótesis Existe una diferencia estadísticamente significativa entre hombres y mujeres respecto al malestar emocional.

Tipo de estudio y diseño Se efectuó un estudio confirmatorio con la intención de confirmar o rechazar una hipótesis o aproximación teórica, y llegar a conclusiones generales respecto a ese fenómeno (Lozano, Miramontes, Sánchez y Zavala, 2002). El diseño fue de tipo no–experimental con dos muestras independientes, ya que no se pretendió (ni era posible por la naturaleza de la investigación), manipular las variables, sino solamente medirlas e inferir la posible relación entre ellas (Kerlinger y Lee, 2001).

Tipo de muestreo El muestreo que se aplicó fue no probabilístico intencional. Los criterios de inclusión de la muestra fueron los siguientes: solicitar admisión en alguna carrera perteneciente a la uaz, que asistieran a la clínica universitaria y que contestaran la esp.

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Participantes La muestra fue de mil 184 alumnos (749 mujeres y 435 hombres) que ingresaron en agosto de 2011 a las diferentes licenciaturas de la uaz. El rango de edad fue de diecisiete a veintinueve años en hombres y de dieciséis a cuarenta y nueve años en mujeres.

Definición de variables: Las variables que se manejaron fueron el malestar emocional como la variable dependiente. El cual responde a la necesidad de nombrar una serie de manifestaciones clínicas no patológicas, arraigadas en el carácter de la persona que requieren atención psicológica específica, bajo el desarrollo de esquemas de tratamiento propios (Espíndola et al, 2006). En cuanto a la variable independiente, se consideró al género, que hace alusión a las características o condiciones causalmente relacionados con la masculinidad o feminidad, cuya base es cultural, en lugar de biológica (Gentile, 1993).

Instrumento Se utilizó la Escala de Salud Personal (esp) elaborada originalmente por (Mezzich, Caldera, y Berganza, 1996) para identificar trastornos mentales, incluidos la depresión, la ansiedad y los traumas, se desarrolló como una herramienta de tamizaje rápido de problemas de salud mental en clínicas de primer nivel de atención. Posteriormente se adaptó a la población mexicana por Váldez y Salgado (2004) para una muestra de usuarios de los servicios de salud públicos, en sus resultados obtuvieron una media grupal de 16.3 y una confiabilidad alta con un Apha de Cronbach de 0.85. La escala es un instrumento breve, compuesto por diez ítems. Los primeros seis se refieren a sintomatología somática y psicológica. Los siguientes tres tienen que ver con el funcionamiento adaptativo y evalúan áreas clave del funcionamiento ocupacional, familiar y social en general, derivados de un estudio observacional concerniente al funcionamiento como un factor discriminante entre individuos con y sin enfermedad mental. El último (autoevaluación)


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maneja teorías que dan importancia a la auto–percepción del individuo acerca de la presencia de problemas y su necesidad de atención. Los ítems se califican de acuerdo con su frecuencia de presentación durante el último mes: 1= nunca, 2= pocas veces, 3= varias veces, 4= casi siempre. El puntaje total oscila entre 0 y 40. Al instrumento se le agregaron algunas variables sociodemográficas como género, edad, ocupación, estado civil, número de hijos (en caso de tenerlos), lugar de nacimiento y residencia, así como los datos sobre la licenciatura a cursar.

Consideraciones éticas La información recabada durante la investiga-

ción fue estrictamente confidencial. Los resultados obtenidos fueron utilizados para fines científicos. Los servicios, la enseñanza, y la investigación se basó en un cuerpo de conocimientos válido y confiable sustentando en la investigación científica. Las conclusiones, recomendaciones e intervenciones se fundamentaron en resultados confiables y válidos de la investigación (Sociedad Mexicana de Psicología, 2010).

Procedimiento Para la presente investigación se contó con la colaboración del responsable de la Clínica Universitaria de la uaz. La aplicación del instrumento se efectúo del 13 de junio al 9 de septiembre de 2011 en las instalaciones de la Clínica Universitaria de la uaz en un horario de 8:00 a 20:00 horas. El personal de la clínica lo hizo a todos los aspirantes a ingresar a las diversas licenciaturas de la universidad que acudían a realizarse su examen médico obligatorio. Una vez aplicados los instrumentos se procedió a su captura en el programa estadístico spss versión 17 para Mackintosh. Se utilizó estadística descriptiva para obtener frecuencias y porcentajes, así como la prueba t de Student para comparar los puntajes medios de la esp entre hombres y mujeres. Para

obtener la consistencia interna del instrumento se empleó el alpha de Cronbach.

Resultados Concerniente a la diferencia de malestar emocional entre hombres y mujeres se igualó la muestra para poder realizar el análisis estadístico, ya que en la muestra original eran 435 hombres y 749 mujeres. A través del programa estadístico spss se seleccionó una muestra aleatoria de mujeres de 441. Posteriormente se realizó una t de Student. Los resultados indican una media en la esp de 17.14 en los hombres y 17.68 en las mujeres, con un nivel de significación de p =.061, por tanto, no se encontraron diferencias estadísticamente significativas tal como se observa en la tabla 1. TaBLa 1 COMparaCiÓn

de Medias de MaLesTar eMOCiOnaL

enTre HOMBres Y MuJeres

Media / Ds hombres

Media /Ds mujeres

T

gl

p

17.14/ 4.35

17.68/ 4.24

-1,87

874

0.061

Para identificar a los sujetos que presentaban malestar emocional se identificó el punto de corte considerando la media más una desviación estándar, en el caso de los hombres fue de 21 y en las mujeres fue de 22. Para la muestra total (mil 195 sujetos) el 14.7 por ciento presentan malestar emocional, de este porcentaje el 9.1 por ciento son mujeres y el 5.6 por ciento hombres.

Fiabilidad del instrumento Para obtener la validez de constructo de la escala se procedió a realizar un análisis factorial de componentes principales, con rotación varimax. A partir de él se obtuvieron dos factores, el primero formado por ocho reactivos, con valores eigen mayores a 0.40; el segundo lo constituyen sólo dos. Cabe señalar que se requiere de al menos tres reactivos para conformar un factor, por ello se determinó tomarlos como indicadores, dado que sus valores eigen


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son mayores a 0.80. La varianza explicada por los diez reactivos que conforman la escala fue de 49.5 por ciento. De igual forma, se procedió a obtener la consistencia interna del instrumento para el factor obtenido (ocho reactivos), se obtuvo un alpha de cronbach igual a 0.79, mientras que la escala completa un valor de alpha de 0.80. Por tanto, el instrumento es válido y confiable.

Discusión El primer objetivo de esta investigación fue el identificar si había diferencias de género respecto al malestar emocional en jóvenes universitarios de licenciatura de nuevo ingreso a la uaz. El segundo fue la validación de la escala de Salud Personal (esp). Se contemplaron también algunas variables sociodemográficas como sexo, edad, situación civil, lugar de nacimiento y residencia. Respecto al primer objetivo se observó que a pesar de que las mujeres presentan una media ligeramente más alta que los hombres en malestar emocional, dichas diferencias no son significativas.La hipótesis planteada giró en torno a las diferencias significativas entre hombres y mujeres en cuanto al malestar emocional. El hecho de que no haya podido comprobarse puede obedecer a distintos factores, por ejemplo la relación entre las variables sociodemográficas incluidas en la esp. La edad promedio de los estudiantes a los que se les aplicó el instrumento fue de dieciocho años y el estado civil más frecuente fue la soltería (96.8 por ciento). Se asentaron los siguientes datos: un 1.9 por ciento tiene hijos y el 94.6 por ciento sólo estudia. Al combinar estas variables es evidente que es menor la carga a nivel emocional, puesto que no se cuenta con las mismas responsabilidades de los adultos. La mayor parte de los alumnos a los que se aplicó el instrumento fueron mujeres solteras, con una media de dieciocho años de edad que no tenían, hijos, ello las hacía menos propensas a presentar algún malestar emocional. Si bien existe un supuesto hipotético de las diferencias entre hombres y mujeres en cuanto al malestar emocional,

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aquí no se comprobó; no obstante, los resultados vertidos pueden servir como guías para futuras investigaciones. Concerniente al segundo propósito de estudio, se validó la esp (Escala de Salud Personal). De acuerdo con los resultados obtenidos se afirma que es un instrumento válido y confiable para la medición de malestar emocional. Esta escala puede ser útil para investigaciones futuras, asimismo puede ser un instrumento empleado en la práctica diaria que se realiza en la clínica universitaria. Así, se contribuye a cumplir con la educación integral que se pretende en la uaz.

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