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P.80 LA PRESENCIA INCA EN EL VALLE DE LURÍN
lA presenciA IncA lA presenciA IncA en el vAlle en el vAlle de Lurín de Lurín
GiAncArlo GiAncArlo MArcone f lores MArcone f lores
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Si buscamos los indicadores más claros de la presencia inca en el valle de Lurín, estos serían el Camino Inca o Qhapaq Ñan y las diversas construcciones incas en Pachacamac. Se ha propuesto que la ocupación del valle por los incas estaba centrada, no en motivos políticos o económicos, sino en garantizar la comunicación principalmente entre el santuario de Pachacamac y el importante santuario de Pariacaca. El valle se vuelve, así, una de las principales rutas de peregrinación durante el incanato.
Sin embargo, este lugar estaba ocupado por una población con fuertes tradiciones locales, fruto de una larga secuencia cultural que presenta evidencias de una rica complejidad social e intrincadas relaciones intercomunales. En el momento en que los incas arriban al valle y establecen su dominio sobre él, los diversos grupos de la sociedad local se vieron obligados a incorporarse a esta hegemonía cusqueña, sin perder de vista sus dinámicas propias. En especial, los líderes locales y jefes comunales se vieron inmersos en medio de dos frentes: uno hacia arriba, buscando
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anexarse al nuevo orden estatal, y otro hacia abajo, manteniendo sus vínculos locales sobre los que se sostenía su poder y prestigio.1
En el presente capítulo proponemos una lectura alterna de la ocupación tardía del valle bajo y medio de Lurín, así como de su contacto con los incas. Dentro de esta interpretación no se priorizarán las fuentes etnohistóricas, en las cuales prevalece lo inca, sino que se generará una imagen basada en la arqueología, que otorga prioridad a la visión y a las tradiciones culturales locales.
La reconstrucción de la ocupación tardía del valle (circa 1100-1500 d.C.), así como el impacto de la presencia de los incas en la misma, se realizará a través de la combinación de las fuentes etnohistóricas con los númerosos datos arqueológicos, que se han recuperado en los últimos años en diversos sitios del valle, como por ejemplo Panquilma,2 Pampa de las Flores,3 Huaycán de Cieneguilla,4 Molle5 y Nieve Nieve.6 La mayoría de estos hallazgos se ha producido como resultado de los trabajos correspondientes al Proyecto Qhapaq Ñan del Ministerio de Cultura.
En este artículo proponemos que la presencia inca no estuvo referida a un dominio territorial, sino que procuró garantizar el movimiento entre los santuarios, aunque terminó trastocando las estructuras de poder en el valle. Si bien se mantuvo el prestigio de las élites locales, la presencia inca abrió nuevas oportunidades para los distintos grupos, benefi ciados por su inserción en redes de intercambio más amplias.
Los ychsma y la ocupación tardía de Lurín
El periodo Intermedio Tardío en esta región se caracteriza por la aparición de una nueva formación social: los ychsma. Sin embargo, a diferencia de los estudios referidos a los periodos anteriores, esta cultura ha sido caracterizada, no sobre la base de la cerámica sino en función de las crónicas y otras fuentes documentales coloniales.7 Según estas fuentes, en el momento de la conquista inca del valle de Lurín esta región se encontraba poblada por un grupo costero llamado Ychsma.8 Los ychsma en las crónicas
Tradicionalmente, se ha entendido la naturaleza y la organización social ychsma, en relación con el centro religioso de Pachacamac. Este grupo posiblemente también ocupó el vecino valle del Rímac.9 María Rostworowski, a partir del análisis de las fuentes etnohistóricas, sugiere que esta sociedad estaba compuesta por una serie de grupos ligeramente integrados a nivel socio-político, que “aunque políticamente independientes compartían su devoción a Pachacamac”.10 De hecho, muchos relatos de los conquistadores indican que, cuando los incas conquistaron la región, la importancia y el prestigio del oráculo en Pachacamac eran tan grandes que permitieron a los sacerdotes ychsma continuar con su culto, manteniendo el uso de su templo principal hasta la caída del imperio Inca en 1535.11 Este relato etnohistórico, centrado en el papel predominante que tanto el culto como el sitio de Pachacamac tuvieron en
Fig. 1. Tres Ventanas orientadas hacia el apu tutelar de la zona en el palacio inca de Huaycán de Cieneguilla.
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la organización de la sociedad Ychsma, ha sido utilizado como punto de partida para la mayoría de las interpretaciones arqueológicas.12 El más popular de estos modelos fue propuesto durante los años ochenta y noventa por Bueno13 y Jiménez Borja.14 Ellos señalan que las pirámides con rampa de Pachacamac eran embajadas religiosas que representaban las diferentes políticas ychsma que adoraban a Pachacamac. Las élites gobernantes de ychsma en el sitio actuaban principalmente como sacerdotes, quienes realizaban los rituales y administraban los recursos necesarios para el mantenimiento del culto, sin ejercer mucho control político o económico sobre la población local.15
En un modelo alternativo, Eeckhout propone que las pirámides con rampa no eran embajadas religiosas sino palacios de los gobernantes seculares de Ychsma.16 Desde este punto de vista, aquellas pirámides de Pachacamac fueron construidas y ocupadas sucesivamente.17 Por lo tanto, el poder político en la sociedad de Ychsma estaba básicamente centrado en el sitio de Pachacamac que, a través de una red de administradores rurales, controlaba las tierras bajas de los valles de Lurín y del Rímac.18 Por su parte, Makowski19 ha propuesto un tercer nuevo enfoque al argumentar que el papel central de Pachacamac en la organización del valle de Lurín fue consecuencia del control inca. Por lo tanto, la importancia del santuario durante el Intermedio Tardío no se debería a la ascendencia religiosa o política, sino a la intervención inca.20
Es así que, siguiendo las reconstrucciones etnohistóricas planteadas desde Pachacamac, tendríamos tres escenarios de organización socio-política Ychsma: 1) El valle estaba compuesto por comunidades independientes, que mantenían un vínculo simbólico y real con el santuario, pero sin mayor centralización política. 2) Que Pachacamac sirvió de centro o capital de las comunidades Ychsma dispersas por el valle. 3) Los ychsma de Lurín tenían una organización política simple e igualitaria, hasta el arribo de los incas. Estos dominaron el valle y crearon nuevas jerarquías, donde antes no existían. Si este escenario es correcto, en ausencia de un gobierno supra-regional que controlara el centro religioso de Pachacamac, el desarrollo de grupos de élite rurales en los sitios circundantes fue producto de una combinación de dinámicas políticas indígenas y procesos sociales a nivel comunitario.21
Los ychsma desde la arqueología
Para los periodos tardíos, la parte baja de Antioquia muestra una ocupación distintiva que se identifi ca con los estilos cerámicos Ychsma y con las poblaciones llamadas yungas en los datos etnohistóricos. Mientras que, por encima de ella, los
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asentamientos son de tradición serrana, asociados posiblemente a los grupos yauyos. Esta división es, sin embargo, relativa, puesto que hay referencias que señalan la presencia de grupos yauyos tan abajo como en el área de Chontay hacia fi nales de la secuencia prehispánica.22 La visita de Sisicaya confi rma esta versión.23 Estas diferencias también son claras en la arquitectura de los sitios. En el valle bajo, las edifi caciones se ubican por lo general en las quebradas secas, mirando el fondo del valle, a ambas márgenes del río. En general, las estructuras presentan plantas rectangulares.24
Sitios como Pampa de las Flores y Quebrada de Golondrinas, en la parte baja del valle, o Tijerales, Villa Toledo, Panquilma, Huaycán de Cieneguilla, Río Secoy Chontay, en la parte más alta, son sitios donde la arquitectura monumental y la doméstica coexisten. La arquitectura monumental en estos sitios, especialmente desde el litoral hasta Panquilma, está compuesta en su mayoría por los edifi cios identifi cados como pirámides con rampas, que fueron los palacios de las élites locales.25
Las pirámides con rampas tuvieron probablemente una función económica, religiosa y política, ya que en ellas residían las élites gobernantes de cada comunidad. Los límites de estas comunidades estarían, a su vez, marcados por canales que se propone funcionaron como límite intercomunal.26 Sin embargo, en algunos de estos sitios, especialmente en la zona de Cieneguilla, aparecen en algunas estructuras decoraciones hechas en bajo relieve, también conocidas como “cenefas”, que han sido propuestas también como marcadores de identidades comunales. La presencia de estas decoraciones y arquitectura monumental, así como la ausencia de las referidas pirámides en el área ubicada por encima del sitio arqueológico Panquilma, sugiere una posible división política entre los habitantes del valle bajo y el medio.27 A su vez, las áreas domésticas son complejas aglomeraciones de estructuras en conjuntos residenciales cerrados, correspondientes a grupos familiares extensos que vivían alrededor de las élites. Además, los sitios presentan otros elementos como terrazas- tendales y áreas de cementerio.
En el sitio de Panquilma, por ejemplo, López-Hurtado28 ha llegado a identifi car nueve conjuntos residenciales que representaban grupos familiares relativamente autónomos bajo el liderazgo de las élites en las pirámides con rampa.29 Estas élites menores mantenían su poder sobre los grupos familiares a través de acciones rituales llevadas a cabo en las pirámides que contribuían a reforzar su posición de prestigio.30
Las relaciones entre los sitios parecen imitar esta segmentación interna, descartando Pachacamac, que tiene un tamaño superior. Solo Pampa de las Flores es ligeramente mayor que los demás sitios, además de poseer una mayor cantidad de pirámides con rampa, mientras que el resto parece ser del mismo tamaño.31 Más aún, entre los sitios se presentan variaciones en las formas de sus pirámides, lo que refuerza la idea de una falta de centralización política.
Esto nos muestra una sociedad segmentada al principio; sin embargo, en Pampa de las Flores encontramos evidencia de que, al fi nal de su secuencia, tuvo una mayor cohesión política. En este sitio se han defi nido hasta trece pirámides con rampa siendo, después del santuario, el lugar con más edifi caciones de este tipo. Capriata y Zambrano32 sugieren que varias de estas pirámides fueron construidas durante el Horizonte Tardío, lo que representa una expansión del sitio a la llegada de los incas. Este suceso parece haber incrementado la centralización de una sociedad hasta entonces fraccionada.
Fig. 2. Chontay, sitio ychsma del valle medio de Lurín. El uso de piedra y barro caracterizan su arquitectura conformando agrupamientos aglutinados. Siglo XIV-XVI.
El Qhapaq Ñan, la construcción territorial y la empresa imperial Inca
El imperio de los Incas estableció el control en gran parte del área andina, mediante estrategias que directamente intervenían en las organizaciones sociales y económicas de las diversas poblaciones que se iban incorporando al estado imperial. Este proceso, que se da en dos direcciones, toma diferentes formas de acuerdo tanto a las necesidades de las sociedades locales como a las expectativas de la Metrópoli. Pero estas trasformaciones también dejaron sus impactos en los sistemas culturales e ideológicos, locales e incas.
La intervención en el paisaje y la reformulación de territorialidades son algunos de los mecanismos que muestran cómo los incas consiguieron imponer su hegemonía continental. En esta dinámica, el Qhapaq Ñan (o camino inca) se erigió en la herramienta que permitía no solo la administración efi ciente y la centralización política, sino que directamente replanteaba los territorios al transformar el paisaje local para incorporarlo dentro del paisaje imperial. De este modo, los nuevos territorios se inscribían conceptualmente en el territorio inca, como parte de los cuatros suyos que conformaban el Tahuantinsuyo.
Pensando el Qhapaq Ñan: de una red administrativa a expresión en el paisaje del movimiento
Desde los trabajos pioneros de Alberto Regal33 y John Hyslop,34 se ha caracterizado al Qhapaq Ñan como una red vial construida por el imperio Inca, reutilizando parcialmente caminos anteriores. Esta red permitió el manejo administrativo y político efi ciente de un territorio cultural y políticamente diverso. Dentro de esta visión, la red vial inca resume una serie de intervenciones en el espacio, siguiendo una lógica que facilitase el fl ujo de información, acortara distancias y permitiera el manejo efi ciente de recursos humanos y materiales. Es así como el camino fue pensado a modo de enlace entre centros dentro de una jerarquía de sitios que refl ejaban la administración política inca. Esta jerarquía garantizaba el fl ujo de información y, por ende, la correcta administración del Tahuantinsuyo.35 Este mismo modelo explica, a su vez, la caída del sistema. Al caer la organización política inca en manos de los conquistadores, los sitios administrativos se desocupan, los enlaces (es decir el camino) carecen de sentido y la red (y todo el sistema) desaparece básicamente de la noche a la mañana.
Estas explicaciones, basadas en el sobre énfasis de los sitios y de una lógica administrativa, impidieron a veces entender otros significados de la presencia de construcciones incas, como el Qhapaq Ñan en el paisaje, en cuanto al rol de las percepciones del espacio, y la reconstrucción territorial de las comunidades a la hora de establecer relaciones interregionales. La red de caminos inca no solo debe ser entendida como una red administrativa y de intercambio comercial, sino también como una manera de relación con el medio ambiente, con mucho más contenido que el de establecer una administración burocrática efi ciente. Es así como hoy se reconoce que el hecho de que el camino pasara por determinado espacio en cercanía a un nevado, tenía repercusiones en cómo se establecían relaciones sociales entre grupos y al interior de los mismos. La localización de los santuarios parece haber sido tanto o más importante, para la sociedad inca, que llegar a un centro administrativo o a un tambo, como es el caso del tramo Xauxa-Pachacamac, que estaba orientado a unir los santuarios de Pariacaca y Pachacamac, además de cumplir funciones comerciales y administrativas, que pensamos no eran prioritarias.
En esta visión alterna, entonces, los caminos no son solo herramientas administrativas estatales, sino que también están presentes en la vida diaria y en la interacción del hombre con su medio ambiente. A nivel de red, signifi ca que el enlace (es decir el camino) es tanto o más importante que el nodo/sitio para la sobrevivencia del sistema. Al caer los centros administrativos, algunas de las funciones del camino como enlace entre centros y tambos se acaban, pero las poblaciones locales continuaron su uso, lo que mantuvo el camino vigente, al menos como axis del movimiento en los Andes. Es la visión de un Qhapaq Ñan que, una vez construido, se convierte en parte del paisaje y actor continuo en nuestra historia. Incluso hemos propuesto en otros trabajos36 que estos mismos axis o caminos continuaron marcando el paisaje, y fueron
Fig. 3. Camino inca que conduce al santuario de Pachacamac. Tramo Chontay, en la margen derecha del valle medio de Lurín.
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espacios donde se dieron los movimientos de las tropas de los conquistadores, los procesos independentistas del siglo XVIII y hasta (en ciertas áreas) el tráfi co vial del presente.
Siguiendo el camino, podemos entender un proceso de expansión inca que es diacrónico, contándonos una historia de cómo los incas y sus interacciones se transforman, conforme el imperio se expande. Por ejemplo, Catherine Julien37 propone que la expansión hacia el Chinchaysuyo corresponde a un momento inicial, cuando los gobernantes incas, más que una empresa imperial, todavía guiaban el proceso de acuerdo a sus agendas personales. Eso explicaría cómo en este sector los sitios inca tienen un carácter de palacio o fi nca privada. Este camino fue construido al terminar la primera etapa de expansión, cuando traspasaron las barreras de la región Cusco y comenzaron a tener una proyección pan-regional. Para el momento en que la expansión llega a Ayacucho, los incas tienen ya un proyecto imperial. Las evidencias arqueológicas indican que Vilcashuamán constituyó un nodo importante en la red vial inca,38 donde confl uían tanto el Qhapaq Ñan de la sierra como el camino transversal que llevaba a los poderosos reinos costeños de Ica y Chincha. A lo largo de este camino encontramos sitios de fi liación inca que presentan una fi na mampostería, comparable solo con la arquitectura imperial. Alrededor de aquellos sitios, los incas construyeron un gran sistema de andenería, lo que nos hace pensar que estos podrían corresponder a palacios de una nobleza inca en expansión que buscaba acumular riqueza y poder, similares a los reportados para el tramo del camino del Chinchaysuyo.39 La construcción de este camino cambió las dinámicas geopolíticas regionales de la costa, reformulando el balance político de la región e incorporándola al imperio Inca. Las guerras entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro tuvieron como teatro de operaciones este camino que recorre el valle de Pisco, el cual evidentemente seguía teniendo importancia y constituía una puerta a la capital del Tahuantinsuyu. La reutilización de la ruta y la leva que los conquistadores hacían de las poblaciones indígenas para sus batallas terminó por despoblar el área. De nuevo, la presencia del camino y su utilización cambió la geopolítica regional tal como había ocurrido años atrás.
Otro gran ramal es el camino de la sierra, que recorre la zona central, convirtiéndose en el camino real o Qhapaq Ñan propiamente dicho. Es en este camino donde existen una serie de sitios planifi cados en un modelo imperial más o menos rígido, que incluye plazas de gran tamaño, ushnus, kallancas en sitios importantes como Hatun Jauja, Pumpu o Huánuco Pampa. Esta área sería entonces dedicada a proveer al Tahuantinsuyo de productos de pan llevar, convirtiéndose en la despensa del imperio.
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El tramo Xauxa-Pachacamac
El tramo Xauxa-Pachacamac se extiende transversalmente a lo largo de 230 kilómetros entre la costa central peruana y el valle del Mantaro, y recorre altitudes que van desde el nivel del mar en Pachacamac hasta superar los 4500 m.s.n.m. en la zona del Pariacaca. Por ello atraviesa una serie de regiones naturales y ecosistemas que se asocian a distintos paisajes y entornos culturales. Durante este recorrido, el Qhapaq Ñan pasa por cuatro cuencas importantes que son las de los ríos Lurín, Mala, Cañete y Mantaro. El tramo Xauxa-Pachacamac recorre todo el valle del río Lurín, desde su desembocadura en el Océano Pacífi co hasta su cuenca de recolección en la zona de Orcocoto; atraviesa los valles de la cuenca alta del Mala y el Cañete, para llegar a Jauja recorriendo el valle del río Cochas, tributario del Mantaro. En este sentido, en el tramo Xauxa-Pachacamac se han identifi cado cinco unidades de paisaje que responden tanto a criterios de orden físico como también a consideraciones referidas a aspectos sociales y culturales del territorio.40
Cabe precisar que el segmento del camino Xauxa-Pachacamac permitió reformular las relaciones sociales y el territorio de tres grupos principales, yungas, yauyos y wankas, uniéndolos en un conector vial que aprovechó rutas de intercambio que proponemos, existían desde el precerámico.41
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Fig. 4. Mapa del camino transversal sierra-costa, tramo Xauxa-Pachacamac. Programa Qhapaq Ñan.
Fig. 5. Recua de llamas en las alturas de Huarochirí.
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Figs. 6. Peregrinación al nevado de Pariacaca. a. Apu tutelar. b. Escalerayoq, escalera de piedra para ascender al nevado. c. Camino inca, tramo Chaclla-Huarochirí. d. Peregrinos de la comunidad de Tanta.
Presencia inca en el área wanka del tramo Xauxa-Pachacamac
En la parte alta de su recorrido, el tramo del segmento Xauxa-Pachacamac atraviesa la cuenca del Cochas, área bajo la infl uencia política y cultural de los wankas. Aun hoy es posible identifi car algunos de los segmentos de camino, que formaron parte de este trazo.
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Sección Ipas Grande
Este segmento corresponde básicamente a la cuenca del río, tiene una longitud de 1.10 km. y abarca 1.385 has. Se encuentra ubicada en las inmediaciones de la estancia Ipas Grande, perteneciente a la comunidad de Canchapunco, distrito de Llocllapampa, Junín, entre los 4115 m.s.n.m. y 4259 m.s.n.m. El camino en esta área se inicia en la ladera media del extremo suroeste del cerro Sucuchanja y desciende hasta emplazarse en el fondo del valle, zona caracterizada por ser un área de bofedales estacionales, donde culmina la presencia de los rastros del camino.42 Sección Paccha-Hatun Xauxa
Tiene una longitud de 9.56 km. que comprende la parte inicial del recorrido hacia el santuario de Pachacamac, desde el sitio inca de Hatun Xauxa. El camino se inicia a los 3380 m.s.n.m. como una proyección del jirón 2 de Mayo del pueblo de Sausa, y asciende desde la capilla del Primer Cuartel del distrito en dirección suroeste, pasando por varios de los conjuntos de depósitos o Qolqas asociadas a Hatun Xauxa, entre los que destaca el sitio de Shushunya. Más adelante, en la zona de la llanura de Huancas, el camino pasa cerca del asentamiento local de Chucchus y del sitio de Puyhuan, para descender hacia el sitio conocido como Hatun Chaka. En este trayecto el camino exhibe escalinatas y muros de contención de piedra. En Hatun Chaka, el camino cruzaba el río Mantaro por un puente que, según la evidencia observada, tenía estructuras de apoyo de piedra canteada, que posiblemente sostenían una superestructura de material perecible como madera, con una luz de casi 11 metros.43 Qolqas de Shushunya
Las Qolqas de Shushunya forman parte del sistema de almacenaje del centro administrativo inca de Hatun Xauxa, ubicado dentro de la jurisdicción del distrito de Yauyos, provincia de Jauja, departamento de Junín.
Hatun Xauxa
Esta zona arqueológica se ubica en el pueblo de Sausatambo, distrito de Sausa, provincia de Jauja, departamento de Junín. Según registros previos, Hatun Xauxa habría sido uno de los principales centros administrativos de la época inca. Ubicado sobre los 3500 m.s.n.m.44
La presencia Inca durante la ocupación Ychsma
En tiempo de los ychsma, en el Horizonte Tardío45 con la presencia inca en la zona, Pampa de las Flores muestra un crecimiento, pero no exhibe elementos arquitectónicos inca, ni se encuentra en la ruta principal del camino inca, si no se conectaba al mismo por una vía secundaria. Por ello se descarta que su crecimiento se
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deba a una ocupación inca directa o a la construcción de estructuras administrativas en este lugar.
El sitio que sí presenta una impronta inca es Huaycán de Cieneguilla, ubicado en el curso bajo del río Lurín, donde el valle se encañona. Este lugar evidencia que los incas remodelaron los espacios, incluyendo estructuras que buscaban visibilizar la presencia cusqueña. Sobre el tramo Xauxa-Pachacamac del Qhapaq Ñan, frente a Huaycán, al otro lado del valle, se encuentra el sitio de Molle. En este lugar, junto con Huaycán de Cieneguilla, se estableció un control inca sobre el tramo previo a su entrada al valle bajo.
En el contexto de una sociedad segmentada, en la que el prestigio y la legitimidad parecen haber estado permanentemente cuestionados, el resto de los sitios
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8a Fig. 7. Huaycán de Cieneguilla. Sitio administrativo en el tramo Xauxa-Pachacamac. Siglos XIV-XVI.
Fig. 8 a. Frisos o cenefas de barro en el recinto ceremonial de Huaycán de Cieneguilla. 8 b. Portada trapezoidal en el palacio inca. Huaycán de Cieneguilla.
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muestra evidencia de que las élites aprovecharon esta circunstancia para incrementar su prestigio, asociándose en la medida de lo posible a los incas, creando así nuevos escenarios regionales. En Panquilma, por ejemplo, se ha identifi cado la clausura, el abandono e incluso la destrucción de espacios dentro de las pirámides con rampa,46 pero a la vez el incremento de actividades rituales, asociadas a materiales del Horizonte Tardío.47 Algunos mecanismos de legitimización se perdieron, dando paso a otros nuevos. Es en este contexto que Pampa de las Flores terminó siendo el más exitoso de estos sitios, logrando tener una posición central al fi nal de la secuencia prehispánica.
Las reformulaciones territoriales inca en Lurín
La presencia inca introdujo algunos cambios en la geopolítica de la región, como parte de la consolidación de la ruta entre santuarios. Las fuentes escritas mencionan cómo estos aprovecharon las tensiones inherentes entre las poblaciones yungas, con las de las partes altas, identifi cadas como yauyos. Privilegiando a los últimos y otorgándoles áreas de explotación previamente bajo control costeño,48 supuestamente asociadas al cultivo de coca.
Algunos arqueólogos han propuesto que los datos arqueológicos corroboran esto, proponiendo, por ejemplo, que algunos sitios en el área comprendida entre Huaycán de Cieneguilla y Antioquia, como el sitio de Chamallanca, presentan un patrón de recintos hechos de piedra que indicarían la presencia de poblaciones serranas en áreas yungas.49 Sin embargo, en nuestra opinión, los asentamientos en esta área guardan más similitud con la parte baja del valle que con asentamientos serranos.
Según Cornejo,50 el control inca de esta parte del valle, que garantizaba el fl ujo de la ruta, fue establecido principalmente desde el sitio de Balconcillo de Avillay y desde Nieve Nieve. Cornejo reporta a Avillay como sitio bajo la infl uencia directa inca. Basa esta identifi cación en función al reconocimiento de una estructura prehispánica transformada en capilla, que la identifi ca como una kallanca inca; asimismo, ubica la presencia de una plaza y de un “santuario” con restos incas y ofrendas de Spondylus.
El reconocimiento de Nieve Nieve como sitio de planifi cación inca ha seguido la línea de investigaciones anteriores,51 que propusieron que este sitio fue diseñado, planifi cado y construido por los incas para el control directo de la parte media del valle. Sin embargo, nuevas investigaciones llevadas a cabo en este lugar52 establecen dudas sobre su fi liación inca. El sitio no se asemeja a ningún lugar de planifi cación incaica o prehispánica. No existen materiales cerámicos ni elementos arquitectónicos inca, por lo que se propone que podría ser una ocupación posterior a la llegada de los españoles, quizá una misión o reducción.
Fig. 9. Nieve Nieve, centro administrativo planifi cado de inicios de la colonia. Siglo XVI. Valle alto de Lurín. Huarochirí.
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Fragmento de tapiz Lambayeque procedente de Pachacamac. Siglos XII-XIII. La presencia de textiles de procedencia norteña en el santuario de Pachacamac devela la fl uida interacción con otras regiones.
Colección Museo Etnológico de Berlín.
Discusión y comentarios fi nales fi nales
A la llegada de los incas al valle bajo de Lurín, la evidencia muestra una sociedad sumamente segmentada, en la que los grupos familiares cuestionaban el poder de los líderes comunales, pero ninguna de estas comunidades tenía la capacidad de centralizar al resto. La presencia inca cambió estas dinámicas y aparecieron nuevas evidencias de centralización local.
Los incas no establecieron una administración directa en esta zona, aparentemente estuvieron más interesados en garantizar el fl ujo por este segmento del camino, con una mirada integradora en el contexto pan-andino.
Es así, entonces, cómo la vieja discusión, en función a los tres modelos etnohistóricos discutidos con anterioridad, cambia de sentido. Los modelos de embajada, dinásticos y de centralización inca son complementarios. Las pirámides con rampa en Pachacamac pudieron ser edifi cios que mantuvieron una ligera unidad entre los grupos del valle, actividad que se incrementa durante el Horizonte Tardío y que, como consecuencia, generó una mayor centralización en el valle.
La intención del presente capítulo fue presentar una imagen de la organización socio-política del valle Lurín antes de los incas y a la llegada de estos, sobre la base de recientes investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en el valle bajo y medio del río Lurín. Creemos que esta visión alternativa complementa las versiones de organización social en función a datos etnohistóricos. Por ello, en este caso, el enfoque se ha centrado en la sociedad local y sus reacciones frente a la presencia inca, buscando entender el punto en el que los contextos panandinos se entremezclan con dinámicas regionales y tensiones comunales.
RelAciones RelAciones e intercAmbios e intercAmbios
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