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5. Cómo se realizaba el reclutamiento de los culíes

Oquendo de bandera española llegó a La Habana (Cuba) con 206 chinos que procedían del puerto de Amoy, y nueve días después (12 de junio) fondeó en el mismo puerto la fragata inglesa Duke of Argyle con un cargamento de 365 chinos; de esta manera se iniciaba la corriente migratoria de semiesclavos a Cuba que duró hasta el año 1874 y que alcanzó a unos 150 000 culíes.

5. Cómo se realizaba el reclutamiento de los culíes

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En 1876 una comisión elevó un informe (The Cuba Commission Report, 1993) con la finalidad de conocer la situación en esos momentos de los trabajadores inmigrantes chinos en Cuba que fue muy similar a lo que sucedió en Perú, por eso es que hemos decidido tomar (y traducir) del informe párrafos donde hay narraciones y comentarios con el afán de conocer cómo se realizaba el reclutamiento de los culíes.

Por entonces las condiciones de desorden general en China conducían a que millones de personas desearan emigrar (huir). La mayor parte de los culíes chinos en Cuba (y Perú) provenían de Macao, Amoy, Swatow y Cantón (Guangzhou, capital de la provincia Guandong) y habían sido traídos del extranjero por medios ilegítimos. La «obtención de los culíes», entendida como el acto por el cual el trabajador voluntariamente se comprometía, era algo totalmente diferente a la venta de culíes y a la manera en que se le forzaba a dar su consentimiento; era por tanto un término que no era aplicable a los chinos de Cuba (Perú), pues la mayor parte habían sido víctimas del engaño o de la imposición. No se dudaba que hubiera engaños en el enrolamiento y en el embarque, y que no a pocos se les forzó a viajar incluyendo a prisioneros de las guerras internas. Se empleaba a malhechores para llevar a viva fuerza a los culíes o se utilizaban argucias para conducirlos a los barracones, ya en el puerto, y luego ponerlos a bordo de los navíos de los que no podían escaparse ya que se les colocaba en el entrepuente, durante la travesía se los maltrataba como les parecía y llegaban a La Habana (Callao) a pesar de ellos. Ya en cualquiera de estos puertos les cortaban la coleta, les daban vestidos y luego los colocaban en el «mercado de hombres». A su llegada los culíes eran encerrados en barracones de los que no podían salir, no podían dar ningún paso en libertad, tenían guardias que los cuidaban. De otra parte su desconocimiento de la lengua castellana los imposibilitaba exponer sus reproches. Los «adelantos» que por varios motivos ellos (los culíes) declaraban haber recibido (en China) no eran sino algunos dólares y no a todos. Así pues, los primeros gastos eran insignificantes y los gastos totales por chino desembarcado en La Habana (o Callao) podían ser estimados —así lo estimaba Westminster Review— en 190 dólares, de suerte tal que el importador tenía beneficios considerables ya que cada contrata de culí era traspasada allí (en La Habana o el Callao) por una suma variable de $ 400 a $ 500 y hasta $ 1 000, lo que dejaba al importador un beneficio de $ 200 a $ 300. Además, los contratos eran hechos en China con un nombre y los firmaban otras personas. La distinción entre un trabajador a jornal y un esclavo existe cuando el primero acepta a su pleno gusto las condiciones de las tareas que le son asignadas. Pero la manera ilegal en la que la mayoría de los chinos habían sido introducidos a Cuba (Perú), el desprecio con el que se les trataba, las violaciones del contrato, la falta de consideración en los trabajos que se les imponía y las injusticias sin nombre a las que los sometían, constituían un trato que era la de un esclavo y no el de un hombre que había consentido aceptar un contrato. Los hombres que eran vendidos en La Habana (Callao) en seguida eran constantemente transferidos como mercadería de un patrón a otro.

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