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10. Respuesta china a las autoridades
Por fumadores de opio y vagos. Han sido conducidos a la Intendencia 18 chinos con 24 cachimbas que se les ha encontrado en la calle del Capón. Se les ha dado el castigo de detención y el de ponerse a limpiar la subprefectura. Aplaudimos esta medida porque así pronto veremos desterrado este vicio en los asiáticos.48
No habían pasado muchos meses y el mismo diario colocaba una noticia muy similar: «El señor comisario del cuartel segundo ha sorprendido el día de ayer a 28 chinos, los cuales han sido remitidos a la Intendencia […] Alabamos el celo de dicho señor comisario por el gran interés que se toma en destruir ese perniciosos vicio»49 .
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Y este estupefaciente no solo se consumía también, sin ser nada frecuente en esos años, se elaboraba. Una nota periodística de un diario limeño nos refiere:
ESTANQUILLO DE OPIO. El intendente [actual prefecto] dócil a las insinuaciones del periodismo bien intencionado [...] ha sorprendido ese depósito de opio, ese taller público de veneno que elaboraban unos chinos en la calle de Judíos [al costado de la catedral, pocos metros de la Plaza Mayor], dando tan nociva y pestilente vecindad a los moradores de dicha calle. Hemos visto el barril lleno de opio fétido y a los tres esqueletos vivos que lo confeccionaban.50
Y ante un consumo que debe haber sido preocupante de muchas maneras, se proponía soluciones improcedentes. Una de ellas, vista desde los actuales tiempos, por su irrealismo resulta algo humorística:
A LAS PERSONAS QUE TIENEN CHINOS QUE FUMEN OPIO. Acaba de llegar a esta Capital un específico con el cual se cura a los chinos para que no tomen opio. El autor garantiza el resultado. Ha sido administrado en el departamento de La Libertad a 150 de ellos y a más de curarlos radicalmente los robustece. El medicamento cada botella vale $ 8.4 (ocho pesos y cuatro reales) y se cura con ello a cuatro chinos. El específico se vende en la calle de Santa Rosa de las Monjas N°128 [actualmente es la 5ta. cuadra del jirón Ayacucho, en Lima] en cuya casa queda depositado el dinero hasta que los compradores se convenzan de la verdad.51
10.Respuesta china a las autoridades
Ya para el año 1875 algunos chinos —seguramente comerciantes que en algo o en mucho se habían enriquecido— estaban integrados y organizados en las denominadas casas de beneficencia asiáticas, de esta manera ayudaban a sus connacionales en desgracia o en su vejez. Los que dirigían esas casas se sentían representantes de la colonia china, y es muy posible que muchos chinos cercanos aceptaran como correcta y conveniente esa autodelegatura. Ante una serie de críticas permanentes que recibían los miembros de la colonia a través de los periódicos, de las disposiciones gubernamentales y muni-
48 La Opinión Nacional, Lima, jueves 25 de junio de 1874, año I, N.º 159, p. 2. 49 La Opinión Nacional, Lima, miércoles 28 de octubre de 1874, año I, N.º 260, p. 3. 50 El Comercio, Lima, 23 de abril de 1856. 51 El Comercio, Lima, miércoles 25 abril 1866.
cipales, y, particularmente, del comportamiento hostil de la policía y hasta de mucha gente, dieron respuesta a un conjunto de permanentes recriminaciones publicando un comunicado de la colonia asiática [sic] en un diario limeño que estaba firmado por los jefes de casas de beneficencia asiática, que en seguida resumiremos52 .
Los jefes de casas indican que los diarios publican artículos en los que hacen referencia a los asiáticos residentes en esta capital en asuntos tales como uso del opio, juegos de envite, aglomeración en habitaciones estrechas, crecido número de vagos que pululan por los alrededores de la Plaza del Mercado; de cada uno de ellos no solo los comentan, también proponen soluciones. Y lo hacen porque las cuestiones esas son delicadas y se pueden cometer males irreparables si es que se dan medidas mal estudiadas, poco premeditadas: «por lo tanto nos atrevemos á indicar los medios que sin daño de tercero podrá adoptarse al objeto indicado». – En cuanto a la prohibición del uso del opio. «Nada más sencillo que [a partir] de [dar] un decreto supremo, que impida la introducción de opio […], como se hacía antes; puesto que una vez concluido el poco que existiera en aduana y en los almacenes de comercio, los chinos no tendrán donde conseguirlo, no lo fumarán y he aquí extinguido el vicio». – En relación con la persecución de vagos. Sugieren que «se forme comisiones en cada casa de agencia de asiáticos, nombrar entre ellos un jefe con la responsabilidad que persiga y entregue a la policía a todo aquel que se encuentre en esa condición [de vagancia]; para el cumplimiento de esto se debe proveer al jefe de esas comisiones, un número competente de boletos para ser repartidos entre los chinos [que sirvan] como credencial de estar ocupado y no ser vago. Con esta medida se obtiene también la fácil captura de los que se hallen prófugos de sus patrones, estando estos obligados a dar a cada uno de sus asiáticos, una papeleta que conste el permiso y destino con que salen á la calle, con esta medida se conseguirá también que los chinos viéndose perseguidos por esas comisiones compuestas de sus paisanos, no se fugarán, temerosos de ser tomados presos en el acto». – En cuanto a la extinción del juego. Hacen recordar que hay reglamentos vigentes conducentes a la extinción de ese vicio. Lo que queda es que el Prefecto establezca exacto cumplimiento de lo que ya está legalmente dispuesto, pero lo que enseguida queda por hacer es «persecución y más persecución con doble fuerza de policía y buena voluntad por parte de los subalternos encargados de llevar á cabo los artículos 115 y 119 ya citados, y el juego se extinguirá de entre los asiáticos y los que no lo son». – En relación con la aglomeración de chinos en estrechas habitaciones. Los jefes de las casas apuntan a que se elabore un padrón de los asiáticos que ocupen esos cuartos, conociendo el número conveniente de personas que deben ocuparlo, debe prohibirse y se multe a quien admita a otro individuo de acuerdo al número correcto que se le tiene señalado. Así también se participará en la extinción de vagos, pues es sabido que muchos de estos vagabundos son los que ocupan esos cuartos facilitados por amistad, paisanaje o lenidad del dueño.
Como desde esos años ya en medios del poder gubernamental o municipal rondaba deseos de erradicar de la ciudadela china a todos los inmigrantes; en el mismo comunicado, asumen una actitud defensiva ofreciendo una variedad de razones: lo que era inconveniente era atacar sus propiedades pues
52 El Nacional, Lima, sábado 13 de marzo de 1875, año X, N.º 2994, p. 3 (edición de la tarde).