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1. A tener en cuenta
La intención de este capítulo es presentar y explicar cómo fue el proceso de reingreso o reintegración de miles de inmigrantes orientales (los exculíes y las siguientes olas de emigrantes) a la sociedad peruana a fines del siglo xix y comienzos del xx; indicar por cuál destino optaron o tuvieron luego de que habían transcurrido, finalizado y cumplido los años que tenían que trabajar obligatoriamente para sus patrones, y cómo enseguida fueron creando sus comunidades étnicas. En realidad, fue una dinámica social-cultural-económica-demográfica en la que un conjunto de chinos de ultramar que habían salido de obligaciones contractuales con sus patrones y que de manera libre ingresaban y se instalaban en algún centro poblado, y entre ellos con mayor libertad se organizaban y asumían sus tradiciones culturales y su lenguaje. Y por ser tan notorios e integrados eran vistos por los lugareños como una «sociedad menor» dentro de la «sociedad mayor». Un enclave social algo abierto.
Cuando decimos reingreso o reintegración queremos indicar que hubo antes un primer ingreso. Este ocurría al momento que por primera vez un chino desembarcaba en un puerto peruano, generalmente el Callao; en ese instante ya tenía firmado un contrato que lo obligaba a trabajar para un patrón con mutuas obligaciones. Finalizados los años de trabajo obligatorio decidían por su propia cuenta quedarse en el Perú, obligados, por supuesto, por las condiciones y evaluando las posibilidades. De esta manera ocurría el reingreso o reintegración.
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1. A tener en cuenta
Muchos de los semiesclavos no pudieron desligarse por bastante tiempo de sus primigenios nexos con las haciendas. En ellas murieron, otros envejecieron y frecuentemente cayeron en la drogadicción con opio o en la dipsomanía con el alcohol de caña o pisco que muy fácilmente podían conseguir de esos mismos latifundios puesto que los producían; otros más se fueron desligando poco a poco de su nueva condición de peones agrícolas (diferente a la de semiesclavos en cuanto a las condiciones de trabajo); algunos pocos más se enriquecieron como enganchadores de chinos libres; y los mismos chinos enganchados por sus hermanos de raza se fueron alejando de las haciendas de manera y con características similares a las de los peones agrícolas chinos; algunos otros se quedaron en las haciendas pero en condición de arrendatarios o yanaconas. Sobre todo lo anteriormente dicho ya hemos escrito y no deseamos ser redundantes en esta ocasión (Rodríguez, 1989a).
Conforme estos orientales iban dejando definitivamente las grandes haciendas costeñas, aquellos que lo hicieron y que fueron una buena cantidad, iban instalándose en los pequeños pueblos o en las ciudades del litoral peruano, aunque la mayor parte de chinos prefirió Lima para recomenzar