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f. El espacio colonial

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BIBLIOGRAFÍA

BIBLIOGRAFÍA

2/ Espacios y sociedades 95

derles un porcentaje sobre el tributo o las otras prestaciones lograban progresivamente una fortuna. Esta reorganización de la vida local se inspiró mucho en las comunidades ibéricas. A las reducciones se les asignaba tierras colectivas, es decir tierras del común, y los términos común y comunero llegarían a ser en los Andes sinónimos de ayllu e indio.

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Los indios de las reducciones se entregaban a un "encomendero", encargado de evangelizarlos, de hacerlos trabajar y de pagar cierta suma al tesoro virreinal. En sus comienzos la encomienda fue una vigorosa adecuación de costumbres medievales y continuó prácticas heredadas de la Reconquista.

La hacienda, tipo de propiedad establecido en el derecho romano, se ubicó a menudo en las tierras que se cultivaban para el Inca o el Sol, por lo menos en los años inmediatos a la caída del Imperio Inca, a los que correspondían las mejores tierras, donde el maíz se producía bien. Posteriormente, en muchos casos la encomienda se transformaría en hacienda, el derecho sobre los hombres se ampliaría al derecho sobre la tierra y el ganado. Por su producción, la hacienda contribuía en buena parte al abastecimiento de los centros urbanos.

Es decir, la población rural autóctona recibió un status al que se vinculaban obligaciones de peso desigual, según los lugares y las épocas. De ahí que suscitara un deseo de evasión entre quienes la presión era muy fuerte; en consecuencia, proliferó la vagancia.

La reubicación de la población rural ocasionaba a veces el establecimiento de los grupos en un determinado piso ecológico; quebrando los lazos institucionales entre las diversas islas de los archipiélagos. La política española, consciente o inconscientemente, se proponía romper la lógica espacial y social prehispánica, para pasar de la filiación a la residencia, tal como lo afirma T. Saignes. Sin embargo, pese a las limitaciones los vínculos se mantuvieron entre la parte alta y baja, e incluso se renovaron. La lógica del intercambio comercial contabilizado no llegó a imponerse en todas las circunstancias a la lógica de la reciprocidad de prestaciones y del intercambio de productos mediante el trueque, cuyo sentido sobrepasa la ausencia del signo monetario.

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