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Consecuencias de los nuevos cultivos
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Modificaciones del paisaje
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Las modificaciones introducidas por el pastoreo son considerables, no en las punas ya apacentadas por los camélidos y que constituyen un geosistema relativamente estable, sino especialmente en los medios o sitios donde hasta entonces no se había practicado ningún pastoreo de grandes mamíferos. Es el caso de los Andes del norte donde el pastoreo ha sido el gran agente para desbrozar las vertientes boscosas. El uso de hachas y machetes permite un mayor volumen de tala, que a continuación se quema. En estos casos el uso de instrumentos de hierro es superior al lítico. Permite también la explotación de selvas ralas, espinosas y más fácilmente de las sabanas. Es decir que los diversos medios se han explotado directamente (como en las sabanas) o después de su transformación, como en los bosques que al talarse se reemplazaron por pastos. Los pastizales hacen posible la explotación extensiva de amplias áreas con una mano de obra limitada y han sido base de numerosos latifundios. Pero esas talas reemplazadas por pastos, iniciadas en la época colonial, y que modificaron profundamente el paisaje de las vertientes de la cordillera, continuaron en los siglos XIX y XX.
En el piso quechua de los Andes tropicales el pastoreo origina diversas consecuencias sobre el medio y las sociedades locales. En loque respecta al medio el recorrido de las landas arbustivas durante la estación seca modifica la composición de las flores por el consumo vegetal y el pisoteo. Los bosques se degradan muy rápidamente y se transforman en landas con plantas leñosas, periódicamente taladas pa. ra proceder de 2 a 4 años a cultivos de secano. En las tierras cultivadas, en cierta medida el pastoreo libre después de las cosechas permite restituir la fertilidad del suelo. Sin embargo, en los Andes secos del piso templado al frío existe una alternativa para el aprovechamiento de las deyecciones de los animales domésticos: se le emplea como combustible (takia, excremento de llamas) o como abono para restituir la materia orgánica al suelo.
El ganado provee con sus deyecciones. Los animales sirven para el transporte (caballos, asnos, mulas) junto con las recuas de llamas, mejor ambientadas en los pisos fríos. Ocasionalmente su carne
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sirve de alimento. En menor medida se consume la poca lechede las vacas y también se hila la lana de los ovinos.
El valor mercantil del ganado se convierte en un medio de acumulación de capital y, en consecuencia, en un elemento de enriquecimiento y poder. En una sociedad rural, originalmente agrícola, donde las diferencias de riqueza están limitadas por la cantidad de tierras disponibles, la mano de obra familiar, a la que se suman las alianzas matrimoniales, el capital que representa el ganado puede llegar a ser un elemento de diferenciación económica y social, sobre ter do si la colectividad dispone de grandes extensiones de tránsito de fácil accesibilidad a los rebaños.
Debido a las reglas impuestas por las condiciones de explotación de los pastos, se modifican las reglas de juego de las sociedades originalmente agrarias (salvo en las sociedades de puna). Por las fiestas vinculadas al ganado (marca, rodeos, etc.) se transforman las relaciones sociales de producción, tanto a nivel local como a escala andina, dando lugar al comienzo del sistema de la gran propiedad de ex plotación extensiva, a la vez que contribuyen a la oposición - que no dejará de incrementarse desde fines del siglo XVI -entre la pequeña propiedad familiar, inserta o no en reglas comunitarias, y la gran propiedad, sea privada (hacienda) o colectiva (cooperativa).
Sobre el particular cabe lamentar la carencia de un estudio global del pastoreo andino a partir de la Colonia. Es un vacío importante en nuestro conocimiento, al igual que el de los paisajes a fines de la época prehispánica y durante la Colonia. Está pendiente la arqueología de los paisajes andinos. La necesidad es tanto mayor por cuanto los Andes rurales a fines del siglo XX son herederos directos de las estructuras y prácticas de la época colonial.
La explotación minera
Desde mediados del siglo XVI el oro de las vertientes de las cordilleras del Ecuador (Cordillera Oriental, con las ciudades mineras de Zamora, Occidental con Zaruma), de la Cordillera Oriental del Alto Perú (Carabaya, Larecaja) dio lugar a la creación de una serie de centros mineros, de los cuales unos continuaron la explotación de las minas incaicas (Carabaya), otros son producto de la actividad
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española (ciudades mineras alrededor de Zamora). La actividad minera muy pronto drena el servicio de mitayos, absorbiendo la población indígena de ciertas regiones (por ejemplo Loja). Esta producción desapareció, como ocurrió en Zamora en 1599 después del ataque de los Shuar: un Dorado se desvaneció bajo las flechas indígenas. Por el contrario, la explotación aurífera prosiguió en Colombia, en el valle del Cauca y en los Andes de Antioquia, donde la práctica de la "tonga" favorece la erosión de las pendientes. Consiste en cortar un arroyo, y después, al romper la compuerta, provocar un efecto de caída de agua que erosiona los coluviones auríferos, los deposita más abajo en un badén donde las arenas se lavan en bateas. Para las minas de Carabaya, Berthelot ha descrito detalladamente las consecuencias regionales de la explotación aurífera colonial que sucedió a la explotación inca.
Sin embargo, a fines del siglo XVI el gran polo minero de América española fue Potosí con su Cerro Rico. La explotación de los minerales de plata, tratados por amalgama gracias al mercurio obtenido de las minas de cinabrio de Huancavelica, a 1,500 km. al NNW, originó el primer gran "complejo" minero de los tiempos modernos. Hizo posible el surgimiento, a 4,300 m.s.n.m. de una de las grandes ciudades del mundo de la época. Potosí, a fines del siglo XVII, tenía 150,000 habitantes, mientras París de 200 a 300 mil. Las actividades mineras (en los socavones, fundición de metales, servicios urbanos)concentraron a los mitayos en el Alto Perú. Los historiadores, especialmente Taendeter, describen el funcionamiento de ese polo minero y sus efectos regionales. Para las poblaciones del altiplano aumentó la presión de la mita hasta el límite de lo soportable, obligó al campo a desprenderse de los excedentes de víveres para abastecer la aglomeración, tanto mediante la comercialización del chuño, trigo y maíz, como por su transporte por los mismos mitayos para su alimentación. La fundición de los metales exigía cantidades importantes de combustible. En un medio en el que a causa de la altura la madera es escasa y se utiliza principalmente como vigas para el apuntalamiento de las galerías, la fundición funcionaba en gran parte gracias a la combustión de la takia. A comienzos del siglo XVII, 600,000 cargas de llamas llevaban a la ciudad la takia de las llamas para quemada. Las recuas de DUllas transportaban el mercurio de Huancave
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lica y la plata fundida hasta el puerto del Callao, que ejercía el monopolio comercial de la exportación. Se tiene así un ejemplo, único por su amplitud, de un verdadero polo que atraía los recursos regionales, tanto humanos como de consumo, y cuya producción, la plata, enriquecía tanto a los propietarios de las minas como a la corona española. El caso de Potosí se ha tomado como el de una actividad cuyo producto servía, a la distancia, la gran política que España conducía en Europa, si bien algunos estudios recientes tienden a disminuir la importancia que tuvo Potosí.
Es mediante el esfuerzo de impulsar las actividades mineras, a fines del siglo XVII y a lo largo del XVIII, que la corona de España intentó re activar en su beneficio la actividad económica del Perú de fines del siglo XVIII, alterada por los levantamientos indígenas.
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CRISIS Y DESVALORIZACION DEL ESPACIO ANDINO
a. Similitud y diferencia de situaciones.
EN LOS ÚLTIMOS 150 años, es decir, aproximadamente desde el establecimiento de los nuevos Estados, con la desaparición del Imperio Español de América, los Andes no tienen el mismo papel en la vida de los diferentes países andinos.
En toda su extensión el hecho principal es el fuerte crecimiento demográfico, acompañado por el crecimiento urbano. El Estado independiente de Nueva Granada, que en 1885 pasó a ser la República de Colombia, en el momento de su Independencia había recuperado la cifra de población de fines de la época inmediata a la Colonia, es decir alrededor de un millón de habitantes. Sin embargo, su composición estaba profundamente modificada: la población autóctona había pasado a ser minoritaria. Había grupos importantes de españoles en las ciudades como en los campos de piso frío y templado, donde se establecieron los campesinos castellanos en el siglo XVIII. Población negra esclava en las haciendas cálidas o en la costa con núcleos de negros cimarrones. La población se triplicó en el siglo XIX. Su aumento se acelera en el siglo XX; en tres generaciones, de aquí a 80 años, la población será siete a ocho veces mayor.