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Lunes 4 de julio de 2011 5
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HIRAM BINGHAM Y LUIS E. VALCÁRCEL Un duelo sin espadas
PIONERO. Desde 1913, Luis E. Valcárcel visitó innumerables veces la ciudadela de Machu Picchu. Fue uno de sus primeros investigadores.
¿Cuál es la importancia del indigenista Luis E. Valcárcel en el descubrimiento de Machu Picchu? ¿Qué relación tuvo el autor de Tempestad en los Andes con Hiram Bingham?
ESCRIBE: JOSÉ VADILLO VILA FOTOS: ARCHIVO DE LUIS E. VALCÁRCEL
Lo primero que Hiram Bingham hizo cuando se preparaba para volver al Perú, treinta y siete años después de su "descubrimiento" de Machu Picchu para el mundo, fue escribirle una carta al doctor Luis E. Valcárcel, anunciando su deseo de, aprovechando su retorno, visitarlo junto a su esposa. "Espero visitar los lugares que usted ha descubierto y explorado desde que yo estuve en la Tierra de los Incas en 1915", le escribe en inglés, en la carta redactada a máquina y fechada el 31 de agosto de 1948.
Otra escena muy distinta en la relación entre el famoso historiador norteamericano y el indigenista moqueguano sucedió casi tres décadas antes: Valcárcel persigue a Bingham y el larguirucho gringo le hace un irónico "adiós" con la mano, mientras su embarcación parte por el lago Titicaca rumbo a la isla del Sol. El estudioso peruano se queda en el muelle. Es una situación "embarazosa", que, de acuerdo con Christopher Heaney en el libro Cradle of gold (La cuna del oro. La historia de Hiram Bingham), nunca Valcárcel recordó en sus memorias.
La de Bingham (1875-1956) y Valcárcel (1891-1987) es una historia hecha a retazos. Luego de muchos años de ambos encuentros, Valcárcel devolverá la visita a Bingham en Estados Unidos. Ahí vería que un retrato de Simón Bolívar ocupaba un lugar privilegiado en el estudio del académico y político norteamericano.
Bingham llegó al Cusco invitado por su compatriota Albert Giesecke, quien acababa de hacerse rector de la universidad del Cusco y pasaría como el gran reformador de este centro de estudios y a cuya sombra se formarían los primeros indigenistas cusqueños. Él le facilitaría in-
MACHU PICCHU / 100 AÑOS
6 VARIEDADES
CONCEPTO. Para Valcárcel, desde un inicio, Machu Picchu tuvo un carácter predominantemente mágico-religioso.
formación sobre la zona donde supuestamente se ubicaba la ciudad perdida de los incas, que Bingham descubriría el 24 de julio de 1911.
El profesor norteamericano retornaría al frente de una expedición financiada por la universidad de Yale para seguir estudiando y excavando Machu Picchu. Tenía la carta blanca del gobierno de Augusto B. Leguía para hacer sus trabajos, pero a lo largo de los meses fueron creciendo los rumores y las denuncias en los periódicos, donde se hablaba de excavaciones en zonas no autorizadas, de venta de momias, cosas que hicieron movilizar a los cusqueños y el Estado conformó un grupo para que supervise los trabajos.
Así, a los 22 años de edad, Luis E. Valcárcel, quien ya era un estudioso de la cultura inca y había sido uno de los líderes de la famosa huelga estudiantil cusqueña que duró un par de años, se convertía en el Inspector de Instrucción Departamental del Cusco. Tendría que supervisar la misión encabezada por Bingham.
Christopher Heaney recuerda en su extenso trabajo que, a partir de 1913, el ilustre cusqueñista comprobaría que había irregularidades en las excavaciones que hacía el equipo de Bingham, que se estaban perdiendo muchas piezas (también publicaría muchos textos en contra de la expedición en el diario El Sol del Cusco). El tiempo le daría razón. Curiosamente el trabajo de Valcárcel empezó dos meses después de nombrar a Bingham como miembro honorario del Instituto Histórico del Cusco, que acababa de fundar, para evitar el saqueo de piezas arqueológicas. Valcárcel sería Inspector de la expedición hasta 1915, aproximadamente. "Ellos tuvieron su historia de cal y arena, inclusive mi abuelo ensalza y agradece la labor de Bingham, pero luego comprueba que los rumores y las denuncias de los indígenas tenían sustento: simplemente que en las más de 200 excavaciones que hizo Bingham, quien tenía como centro de operaciones Ollantaytambo, hay casos en que se arrasaba todo y no se dejaban nada para las siguientes generaciones de estudiosos", explica Fernando Brugué, nieto y celoso guardián del legado intelectual de Luis E. Valcárcel. Palabra que algunos podrían contraponer con lo que Christopher Heaney también escribe: "A los cusqueños, el descubrimiento de Machu Picchu les ayudó a investigar sobre la prehistoria peruana".
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MEDIDAS. El investigador dispuso la limpieza de la ciudadela para ponerla en valor y apreciar la belleza del monumento.
APUNTES
En la quincena de setiembre se inaugurará la
exposición Machu Picchu y Luis E. Valcárcel, en la casona del Icpna de Miraflores.
Luego se publicará en 10 países, la edición en inglés de su trabajo bibliográfico: Machu Picchu.
La historia demuestra que, como dice Brugué, "a pesar de las desavenencias que tuvieron, hubo un trato caballeroso". Valcárcel es el primer científico peruano, nos recuerda, en reconocer tempranamente que si bien antes de Bingham hubo otros expedicionarios, el norteamericano es el primero que llega seriamente a estudiar el tema junto a un equipo, que contaba con diversos especialistas y lo último de la tecnología de las máquinas fotográficas Kodak de la época.
En Machu Picchu (Buenos Aires, 1964), escribe Valcárcel: "el 24 de julio de 1911, el doctor Hiram Bingham al frente de una expedición financiada en los Estados Unidos, reveló al mundo científico la existencia de Machupicchu (sic). Como sucede con todos los descubrimientos, hubo precursores. En este caso fueron personas sin preparación para apreciar el valor de los monumentos que tenían ante sus ojos. Revela estrechez mental restar méritos a quien fuera el primero en darse cuenta del gran valor de lo que descubría, sobre todo, la cabal apreciación de su trascendencia para el hombre americano".
Ahí refuerza la idea de que Bingham se interesó profundamente en el estudio del imperio inca y estaba muy entusiasmado en dar con el último reducto de los incas, en la región gobernada por los llamados "incas del Vilcabamba"; y el norteamericano en ese camino no se satisfizo con las referencia de crónicas sino que indagó documentos de archivos y revisó toda la bibliografía que tuvo a mano.
Otro valor central de Valcárcel, pese a haber denunciado las excavaciones de Yale para salvaguardar las piezas arqueológicas, es que su obra sobre la ciudadela inca es el primer libro que escribe un científico peruano estudioso con la mirada andina sobre el monumento incaico. "En el libro Valcárcel da su interpretación de Machu Picchu como lugar mágico-religioso, que es una obra que tuvo que haber sido hecha por un constructor como el inca Pachacútec. Él da esa teoría, que hasta el momento no ha sido desvirtuada. Es su aporte de Valcárcel", explica Brugué.
Hay otro valor adicional, Valcárcel, autor de una veintena de libros y promotor de la creación de museos en el país, en 1934 es encargado de poner en valor las zonas arqueológicas más importantes del Cusco y manda limpiar de la vegetación a Machu Picchu y hace un redescubrimiento de Sacsaihuamán. "La historia reconoce a Hiram Bingham como el descubridor para el mundo de Machu Picchu, pero hubo otros personajes, como Luis E. Valcárcel, que pusieron en valor la ciudadela inca", se despide Brugué. La tarde en San Isidro empieza a caer, es momento de dejar la memoria de Bingham y Valcárcel, dialogar desde la eternidad.