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Sendero Luminoso en Ayacucho / Carlos Iván Degregori
rebeliones abiertas, a partir de la imposición de nuevas autoridades surgieron los primeros resentimientos, los primeros aliados campesinos de las FF.AA., "soplones" en la terminología senderista.
El nuevo orden
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Hacia 1980, el gran escenario "semifeudal" en el cual SL imaginaba librar sus épicas batallas, estaba en realidad en escombros, destruido por la acción del mercado, el estado, la presión campesina, las grandes migraciones y la Reforma Agraria. Inspirándose en Mao, SL programó para 1980-1981 "levantamientos de cosechas" e invasiones de tierras. Los resultados fueron magros, pues sólo tomaron algunas haciendas supérstites (Gorriti 1990, Tapia 1995). En 1982, en la única acción que, aun cuando bajo banderas radicalmente diferentes, recuerda porsu masividad a las movilizaciones por la tierra de la década de 1960, arrasaron Allpachaka, fundo experimental de la Universidad. También afectaron algunas cooperativas surgidas de la Reforma Agraria, como relata Coronel. Pero aparte de los policías ahuyentados en los primeros años a dinamitazos de sus puestos rurales, sus blancos más importantes fueron más bien comerciantes abusivos, abigeos, jueces corruptos, maridos borrachos.
Todos ellos constituían sin duda problemas muy reales para el campesinado. Sin embargo, para enfrentados no era necesario construir una "máquina de guerra" y menos montar el desmesurado tinglado de horror que ensangrentó la región. Lo prueban las rondas de Piura y Cajamarca, que enfrentaron con significativo éxito problemas similares prácticamente sin violencia (Starn, ed., 1993, Huber 1995).
Pero SL tenía tres rasgos que lo diferenciaban de las rondas norteñas: una ideología que absolutizaba la violencia; una estrategia "molecular" de construcción de un contrapoder; y un proyecto político totalitario. La ideología senderista llevaba la violencia más allá de los clásicos confines maoístas de la guerra popular. La senderista era, además, una violencia purificadora, donde lo viejo (el mal) tenía que ser extirpado de raíz a sangre y fuego. Y el celo ideológico de los militantes era alimentado de manera constante por la dirección y el líder máximo, propenso a caer en verdaderos arrebatos en torno a la violencia purificadora12. Ante la ausencia de blancos regionales importantes, grandes terratenientes
que vamos a ganar la guerra, que vamos a quitarles sus helicópteros, que no se preocupen que armas va a haber para todos". Y añade: "yo creo que depende de la zona, en otras zonas habían buenos elementos". Esta anotación es importante porque nos hace concientes de la amplia variedad de situaciones concretas que se presentan. 12 Hablando sobre quienes sostenían posiciones opuestas a iniciar la lucha armada dentro de Sendero
Luminoso, Guzmán (1989), afirma: "Desarraiguemos las hierbas venenosas, eso es veneno puro, cáncer a los huesos, nos corroería; no lo podemos permitir, es putrición y siniestra pus, no lo pode-
por ejemplo, SL terminó concentrando todo ese celo purificador en la dinámica del micropoder, en la vida cotidiana y en la “limpieza social”13. Por otra parte, la estrategia de SL era ir "batiendo del campo" y liberando zonas donde construir no sólo un nuevo estado sino una nueva sociedad controlada por el partido hasta en sus más mínimos detalles.
Celo ideológico, estrategia militar y proyecto totalitario se conjugaron en el IV Pleno del Comité Central de SL, celebrado en mayo de 1981, donde Guzmán abordó el tema de "la cuota" (de sangre) necesaria para el triunfo de la revolución y advirtió sobre la necesidad de prepararse para el "baño de sangre" que inevitablemente se produciría. Los militantes debían estar dispuestos a cruzar "el río de sangre" de la revolución "llevando la vida en la punta de los dedos". La IV sesión plenaria acordó entonces "intensificar radicalmente la violencia" (Gorriti 1990: cap. x), justificando esa escalada en los siguientes términos: "ellos (la reacción) forman lagunas (de sangre), nosotros empapamos pañuelos". (Ibíd.).
Es sobre ese trasfondo que hay que ubicar la decisión de "batir el campo", tomada en 1992. "En Batir, la clave es arrasar. Y arrasar es no dejar nada". Había que: “descoyuntar el poder de los gamonales, descompaginar el poder de las autoridades y golpear las fuerzas vivas del enemigo...limpiar la zona, dejar pampa”14 .
Los dos siguientes testimonios, de las provincias de Huancasancos y Cangallo respectivamente, se refieren a los "juicios populares" senderistas, en los cuales la estrategia de "batir" se concretó con resultados desgarradores:
Entonces a la mujer castigaron con cincuenta latigazos porque había hablado quejándose de la mala distribución de las cosechas. Era una familia pobre y le echaba también su traguito. Y le han cortado su pelo todo cachi y al otro también le han tiradocincuenta latigazos y le han cortado una oreja con tijeras, hasta ahora está qoro rinri (mocho). ―Yla gente, ¿qué dijo? Nada pues: "castiga pero no mates", eso nomás han dicho (Juvenal, campesino, adulto).
Ahora la gente esta descontenta porque los de SL han hecho muchas cojudezas. Han matado a la gente inocente diciendo son soplones. Yo pienso, ¿no?, que si han cometido error le hubieran castigado nomás, le hubieran tirado con látigo, le hubie-
mos permitir... comencemos a quemar, a desarraigar esa pus, ese veneno, quemado es urgente". Sobre el discurso senderista y la violencia purificadora en la coyuntura previa al inicio de la lucha armada, véase Degregori 1996. Sobre la necesidad de intensificar la violencia para el avance de la revolución hacia 1982, véase Gorriti 1990: cap. viii. 13 "Sobre la línea, nos hablaban de que había mucha burocracia en el Perú y muchos delincuentes, muchos rateros, violadores y el objetivo de SL era hacer desaparecer a todo eso" (Nicario). 14 En Gorriti 1980:283. Gorriti cita el documento del PCP-SL: "Pensamiento militar del partido", de diciembre de 1982.