4 / Cosechando tempestades
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rebeliones abiertas, a partir de la imposición de nuevas autoridades surgieron los primeros resentimientos, los primeros aliados campesinos de las FF.AA., "soplones" en la terminología senderista. El nuevo orden Hacia 1980, el gran escenario "semifeudal" en el cual SL imaginaba librar sus épicas batallas, estaba en realidad en escombros, destruido por la acción del mercado, el estado, la presión campesina, las grandes migraciones y la Reforma Agraria. Inspirándose en Mao, SL programó para 1980-1981 "levantamientos de cosechas" e invasiones de tierras. Los resultados fueron magros, pues sólo tomaron algunas haciendas supérstites (Gorriti 1990, Tapia 1995). En 1982, en la única acción que, aun cuando bajo banderas radicalmente diferentes, recuerda por su masividad a las movilizaciones por la tierra de la década de 1960, arrasaron Allpachaka, fundo experimental de la Universidad. También afectaron algunas cooperativas surgidas de la Reforma Agraria, como relata Coronel. Pero aparte de los policías ahuyentados en los primeros años a dinamitazos de sus puestos rurales, sus blancos más importantes fueron más bien comerciantes abusivos, abigeos, jueces corruptos, maridos borrachos. Todos ellos constituían sin duda problemas muy reales para el campesinado. Sin embargo, para enfrentados no era necesario construir una "máquina de guerra" y menos montar el desmesurado tinglado de horror que ensangrentó la región. Lo prueban las rondas de Piura y Cajamarca, que enfrentaron con significativo éxito problemas similares prácticamente sin violencia (Starn, ed., 1993, Huber 1995). Pero SL tenía tres rasgos que lo diferenciaban de las rondas norteñas: una ideología que absolutizaba la violencia; una estrategia "molecular" de construcción de un contrapoder; y un proyecto político totalitario. La ideología senderista llevaba la violencia más allá de los clásicos confines maoístas de la guerra popular. La senderista era, además, una violencia purificadora, donde lo viejo (el mal) tenía que ser extirpado de raíz a sangre y fuego. Y el celo ideológico de los militantes era alimentado de manera constante por la dirección y el líder máximo, propenso a caer en verdaderos arrebatos en torno a la violencia purificadora12. Ante la ausencia de blancos regionales importantes, grandes terratenientes
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que vamos a ganar la guerra, que vamos a quitarles sus helicópteros, que no se preocupen que armas va a haber para todos". Y añade: "yo creo que depende de la zona, en otras zonas habían buenos elementos". Esta anotación es importante porque nos hace concientes de la amplia variedad de situaciones concretas que se presentan. Hablando sobre quienes sostenían posiciones opuestas a iniciar la lucha armada dentro de Sendero Luminoso, Guzmán (1989), afirma: "Desarraiguemos las hierbas venenosas, eso es veneno puro, cáncer a los huesos, nos corroería; no lo podemos permitir, es putrición y siniestra pus, no lo pode-