Orientaciones teológicas nuevo plan pastoral

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ORIENTACIONES TEOLÓGICAS PARA EL NUEVO PLAN PASTORAL DIOCESANO Instrumento de trabajo

Arzobispado de Toledo


ORIENTACIONES TEOLÓGICAS PARA EL NUEVO PLAN PASTORAL DIOCESANO1 Instrumento de trabajo A.

INTRODUCCIÓN

Partimos de tres afirmaciones de enorme importancia y trascendencia, y de un hecho histórico para nuestra diócesis: • “La iniciación cristiana como modelo de toda la pastoral”2. • “Deseo llamar la atención de modo especial sobre la relación que hay entre iniciación cristiana y familia. En la acción pastoral se tiene que asociar siempre la familia cristiana al itinerario de iniciación”3. • “el primer fundamento de una pastoral familiar renovada es la vivencia intensa en nuestra Iglesia en España de la iniciación cristiana”4, y esta renovación de la Iniciación cristiana no puede prescindir de la familia. • El hecho histórico para nuestra iglesia diocesana es la promulgación del nuevo Directorio diocesano para la iniciación cristiana. En consecuencia, el plan pastoral para el próximo trienio se inspira en el proceso existencial, 1

Braulio RODRÍGUEZ PLAZA, Carta dominical Ante un nuevo curso (13-9-2009): “Hay un trabajo a hacer en parroquias, movimientos, grupos de acción social o de Cáritas, Manos Unidas, ayuda al Tercer Mundo, misión «ad gentes», pastoral familiar, penitenciaría y de la salud, catequesis… y un larguísimo etcétera. El Consejo Diocesano de Pastoral, una vez elegido, tiene este curso que ahora empieza para preparar el nuevo Plan Pastoral, con la ayuda de unas pautas del Obispo diocesano. Gracias de antemano por vuestras personas y vuestro empuje. He oído que es grande; ahora he de verlo con mis propios ojos. Seguro que os empeñáis”.

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JUAN PABLO II, Discurso a los Obispos participantes en la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Italiana (20-5-2003), nº 2: “como habéis afirmado en las Orientaciones pastorales para este decenio, es un acierto tomar como criterio de renovación «la opción de configurar la pastoral según el modelo de la iniciación cristiana» (Comunicar el Evangelio en un mundo que cambia, nº 59)”.

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BENEDICTO XVI, Exhortación Apostólica postsinodal Sacramentum caritatis (22-2-2007), nº 19: “deseo llamar la atención de modo especial sobre la relación que hay entre iniciación cristiana y familia. En la acción pastoral se tiene que asociar siempre la familia cristiana al itinerario de iniciación. Recibir el Bautismo, la Confirmación y acercarse por primera vez a la Eucaristía, son momentos decisivos no sólo para la persona que los recibe sino también para toda la familia, la cual ha de ser ayudada en su tarea educativa por la comunidad eclesial, con la participación de sus diversos miembros”. 4

LXXXI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en España (21-11-2003), nº 22; cf. LXX ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Instrucción Pastoral La iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones (27-11-1998), nº 18. 2


catequético y sacramental de la iniciación cristiana y se propone suscitar en nuestra diócesis de Toledo un proceso capilar de maduración cristiana que lleve a renovar, en las realidades presentes de la diócesis, la vivencia gozosa y comunitaria del tesoro del Evangelio, centrada en la Eucaristía dominical y en la celebración anual de la Pascua del Señor. En este momento, nuestra diócesis, unida a la Iglesia universal, ha de celebrar el trigésimo aniversario de la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio5, y es importante que “reconozcamos las palabras proféticas del papa Juan Pablo II que entonces expuso en este importante documento”6. Ciertamente estamos viendo cumplidas sus enseñanzas cuando afirmaba que el futuro de la humanidad y de la Iglesia se fragua en la familia7. Por ello, nuestro Plan Pastoral ha de prestar especial atención a las familias y a la vida en la Nueva Evangelización8, así como a la vivencia fructuosa de la vida cristiana en grupos de familias que puedan reforzar el entramado de vida y de testimonio cristiano en el seno más amplio de la iglesia diocesana y de la comunidad parroquial. Para fomentar este proceso, se aprovechará la ocasión propicia que suponen los frutos de la Jornada Mundial de la Juventud y de la palabra del Papa Benedicto XVI en sus visitas recientes a España9. Recordemos a este respecto la siguiente reflexión de nuestro Arzobispo: “Me van a permitir llamar su atención sobre el gran acontecimiento eclesial que España va a vivir en el mes de agosto de este año 2011, en Madrid: la Jornada Mundial de la Juventud, con la presencia del Santo Padre Benedicto XVI. Toda la Archidiócesis de Toledo se está preparando para este magno evento. Podemos preguntarnos qué tiene que ver este evento con lo que venimos comentando y con esta mirada fugaz sobre la familia. Estoy plenamente convencido que la justicia y la caridad invocada por el Papa en su discurso del año pasado, así como los principios que manan de la Exhortación apostólica Familiaris consortio, junto con la labor pastoral de los ministros de los tribunales eclesiásticos cuando imparten justicia, tienen un común objetivo y una única finalidad: el Reino de los Cielos y el bien de los hombres. Por ello, todos debemos poner nuestro esfuerzo especialmente en la formación

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JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Familiaris consortio (22-11-1981).

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Braulio RODRÍGUEZ PLAZA, Apertura del Año Judicial 2011 (20-1-2011), nº 2.

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Cf. JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Familiaris consortio (22-11-1981), nº 86: “¡El futuro de la humanidad se fragua en la familia! Por consiguiente es indispensable y urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar y promover los valores y exigencias de la familia”. 8

Cf. JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Familiaris consortio (22-11-1981), nº 51-54: “La familia cristiana: comunidad creyente y evangelizadora”; ID., Exhortación Apostólica postsinodal Christifideles laici (30-12-1988), nº 34; LXXVI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Instrucción pastoral La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad (27-4-2001), nº 165: “La promoción de la familia debe realizarse también en la pastoral de la Iglesia. Si el camino de la Iglesia es el hombre, hemos de tener en cuenta que este hombre vive su existencia concreta en el marco de una familia, por lo que entre los numerosos caminos como la Iglesia se acerca al hombre, el primero y el más importante es el camino de la familia. Con ello queremos indicar que el trabajo pastoral con la familia no es un modo alguno una “pastoral sectorial”, sino una dimensión esencial de toda evangelización”. 9

Cf. BENEDICTO XVI, Carta al cardenal Alfonso López Trujillo con motivo del encuentro mundial de las familias en Valencia (17-5-2005): “La familia cristiana tiene, hoy más que nunca, una misión nobilísima e ineludible, como es transmitir la fe, que implica la entrega a Jesucristo, muerto y resucitado, y la inserción en la comunidad eclesial. Los padres son los primeros evangelizadores de los hijos”. 3


y preparación de los jóvenes, basada en aquellos valores auténticamente evangélicos que les haga ser en un futuro auténticos esposos y padres de familias, constituyéndose en protagonistas de una nueva sociedad más justa, más fraterna, más solidaria. En esto nos jugamos mucho, nos jugamos nuestra supervivencia”10.

B.

DESAFÍOS DEL MOMENTO PRESENTE “El tema [...] «La transmisión de la fe en la familia» se impone a la atención de la comunidad eclesial de modo relevante y urgente. En efecto, la Iglesia se encuentra hoy frente a sociedades cada vez más secularizadas y complejas, que ya no están estructuradas sobre los valores religiosos sino que, más bien, están marcadas —especialmente en algunas naciones— por un notable indiferentismo”11.

Partimos del análisis social y de las líneas pastorales marcadas en la Instrucción Pastoral de la Conferencia Episcopal Española La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad, en la que se explica cómo vivimos en la aceptación legal y social de graves distorsiones éticas, cómo se educa en la ideología de género y se considera cualquier actividad sexual como un “derecho”, la cultura anti-vida, etc.12 Hemos de ser conscientes de que se trata de un verdadero “desafío por parte de la cultura dominante”, como dice el Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en España13. Más aún, dentro de la Iglesia, muchos matrimonios han renunciado a la primacía de los valores morales y no son conscientes del don recibido, de modo que las relaciones familiares se deshumanizan, como explicó a comienzos de 2011 nuestro Arzobispo: “Es evidente que, a lo largo de estos treinta años, nuestra sociedad ha cambiado en muchos aspectos. No entramos ahora a juzgar lo bueno y lo malo de estos cambios; no obstante, resulta triste comprobar que prácticamente hemos aceptado social y culturalmente (por no decir que nos hemos resignado) modelos de convivencia que, por mucho que nos empeñemos, nunca serán equiparables a la familia. [...] En efecto, hoy constatamos las situaciones dolorosas que muchos matrimonios viven como resultado de la clamorosa renuncia a la primacía de los valores morales de la persona en cuanto tal, llegando a minar el fundamento sobre el que se edifica el amor conyugal (cf. Familiaris Consortio, nº 8). Por otra parte, muchos matrimonios entre católicos no son conscientes de que el sacramento que han contraído representa el misterio de la Encarnación de Cristo y su Alianza, con las graves consecuencias que esto tiene para los hijos (ibid., nº 13), pues éstos no son mirados como un don que convierte a los padres en signos visibles del amor de Dios (ibid., nº 14), sino como una carga que hay que “planificar” (y en algunos casos, “evitar”) en función de criterios económicos o conquistas de la sociedad del bienestar a las que difícilmente se renuncia por amor al prójimo y, en este caso, a los propios hijos. La facilidad con la que las leyes civiles propician la disolución del matrimonio incide igualmente en el bien de los hijos y, en conse-

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Braulio RODRÍGUEZ PLAZA, Apertura del Año Judicial 2011 (20-1-2011), nº 3.

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JUAN PABLO II, Mensaje a los participantes en la XII Asamblea plenaria del Consejo Pontificio para la Familia (29-9-1995): Enchiridion de la familia, nº 2369. 12

Cf. LXXVI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Instrucción pastoral La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad (27-4-2001), cap. 1: “Una mirada a nuestra sociedad y a nuestra cultura”. 13

Cf. LXXXI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en España (21-11-2003), nº 9. 4


cuencia, en el bien de la futura sociedad. La misma familia propicia la comunión entre sus miembros, convirtiéndose en la “escuela de humanidad más completa y más rica” (ibid., nº 20, cf. Gaudium et spes, nº 52), pero a la vista está que la deshumanización en las relaciones familiares que lamentablemente poco a poco va calando en nuestros hogares, son un caldo de cultivo para la violencia doméstica, el desprecio de los mayores y de los enfermos, y el abandono de los hijos cuando más nos necesitan. [...] Hoy no estamos simplemente ante una mentalidad divorcista, sino que nos enfrentamos ante una sociedad que, bajo el yugo del relativismo, ha asumido por completo que el don de la entrega irrevocable entre un hombre y una mujer, bendecida por Dios, es absolutamente imposible, por no decir inalcanzable o inexistente. Actualmente es prácticamente inaceptable socialmente una decisión que comporte la entrega absoluta hacia un bien supremo y de manera definitiva, incidiendo así en la esencia de la vocación de todo hombre al amor mediante la vida matrimonial o la vida consagrada y sacerdotal. Como digo, es urgente recuperar un nuevo corazón que mantenga firme la fe en el matrimonio y la familia, esperanza de toda sociedad; es necesario más que nunca ser testigos valientes del Evangelio de la familia; y, como decía Juan Pablo II, los esposos se conviertan en «signo» ante el mundo de «la incansable fidelidad con que Dios y 14 Jesucristo aman a todos los hombres y a cada hombre» (Familiaris Consortio, nº 20)” .

Podemos afirmar que el principal desafío del momento presente es una situación generalizada de increencia y de relativismo que provoca un aumento constante del número de los alejados y un enfriamiento progresivo del fervor en la vida de los fieles. Este ambiente contrario a la fe, difundido por la cultura global y amplificado por los medios de comunicación social, llega también al medio rural que predomina en nuestra diócesis; aunque este medio se caracteriza por una fidelidad mayor que la del medio urbano a las tradiciones humanas, culturales y religiosas, no es inmune al veneno de la increencia cultural dominante. El efecto de la situación cultural del momento presente es doble: Por una parte, se ve cada vez más a la Iglesia y a sus realidades eclesiales como una reliquia del pasado que, como máximo, es merecedora de respeto por lo que representa desde un punto de vista histórico o tradicional, pero que en la actualidad se debería centrar, en todo caso, en la conservación de su patrimonio artístico y en la actividad asistencial. Se valora la riqueza cultural y artística de la que es portadora la Iglesia, pero se considera superada, al mismo tiempo, su doctrina dogmática y moral. Se aprecia el papel que dicha doctrina pudo tener en épocas pasadas desde el punto de vista del progreso de la civilización, pero se considera excesiva la pretensión de la Iglesia de presentar dicha doctrina, en nuestros días, como portadora de una verdad absoluta. En suma, se aprecia bajo algunos aspectos la belleza y la inocencia del Evangelio, pero se concluye que sólo desde la ignorancia o desde un romanticismo excesivo, que añora épocas pretéritas, se le puede conceder el valor de verdad salvadora que la Iglesia le atribuye. Por otra parte, el ambiente cultural dominante refuerza y apuntala sin cesar los ídolos del progreso de la cultura ilustrada radical: la sociedad del bienestar y del placer hedonista desligado de toda obligación moral, fundada en el progreso técnico constante y en los avances de la ciencia experimental, que por fin se habría liberado de la rémora de la superstición religiosa para inaugurar la era final de la historia, en la que la humanidad llega a su edad adulta, caracterizada por la libertad plena del hombre y su dominio despótico sobre la naturaleza. La situación cultural dominante genera un ambiente generalizado que ejerce un influjo profun-

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Braulio RODRÍGUEZ PLAZA, Apertura del Año Judicial 2011 (20-1-2011), nº 2. 5


do incluso sobre los mismos fieles cristianos. El relativismo dogmático y moral15 y el poder de los ídolos mundanos son comparables a una lluvia finísima que, aunque casi imperceptible, tiene el poder de calar hasta los huesos incluso a los más equipados. La duda y la sospecha existencial ante la pretensión absoluta del Evangelio y la fascinación ante la abundancia material que el mundo moderno ofrece empapan también los corazones de los fieles, los hacen progresivamente insensibles ante los valores del Evangelio y los incapacitan para dar el testimonio luminoso de la fuerza divina de salvación que el mundo espera.

C. PLANES PASTORALES DE LOS ÚLTIMOS AÑOS La respuesta ante la situación cultural recién descrita, a la que no es ajena nuestra diócesis de Toledo, pide a gritos, por nuestra parte, una respuesta evangelizadora decidida. En realidad, los planes pastorales de los últimos años ya han afrontado este desafío evangelizador desde distintos puntos de vista.

1.º Curso 2004-2005: Favorecer el cultivo de la experiencia de Dios • Fomentar la vida de oración y el trato con Dios a nivel personal, familiar y comunitario en nuestras parroquias y comunidades. • Revitalizar nuestras celebraciones litúrgicas y, en especial la Eucaristía dominical en este “Año de la Eucaristía”. • Difundir el conocimiento de la Sagrada Escritura, para penetrar más en el conocimiento de Cristo. • Cultivar la espiritualidad cristiana militante.

2.º Curso 2005-2006: Hacer de Toledo una diócesis misionera • Suscitar una pastoral misionera en nuestras parroquias. • Apoyar la misión “ad gentes” de nuestra diócesis de Toledo, especialmente en Perú: Moyobamba y Lurín. • Potenciar el apostolado seglar y las iniciativas de presencia pública de nuestros seglares. • Intensificar la pastoral vocacional, tanto a la vida sacerdotal y religiosa como al matrimonio y a la vida seglar.

3.º Curso 2006-2007: Renovar y potenciar la iniciación cristiana desde las orientaciones de la Iglesia • Impulsar la catequesis, especialmente la de jóvenes y adultos en todas las parroquias.

15

Cf. Joseph RATZINGER, Homilía en la misa “pro eligendo Pontifice” (18-4-2005): “Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos”.

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• Formar a los sacerdotes y catequistas sobre el verdadero sentido de la Iniciación Cristiana y capacitarles para los retos actuales. • Revitalizar la familia como ámbito de la iniciación cristiana, enraizada en el misterio de amor que es la Trinidad.

4.º Curso 2007-2008: Hacer de la caridad el gran signo evangelizador • Impulsar y dar a conocer el ejercicio de la caridad en nuestra diócesis. • Descubrir las exigencias de la caridad cristiana a través del conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia. • Fomentar el voluntariado con identidad cristiana.

5.º Curso 2008-2009: Vivir la comunión en orden a la misión • Trabajar juntos en la diócesis desde los distintos carismas, en orden a la evangelización, desde las parroquias, arciprestazgos y movimientos. • Fomentar la comunión de fe, moral y valores cristianos y familiares. • Acoger el Magisterio eclesial como fuente de comunión con respecto a todos los carismas y movimientos de la Iglesia.

6.º Curso 2009-2010 • “Ya ha comenzado el Año Sacerdotal, convocado por el Papa para toda la Iglesia, que en Toledo se apoya además en la Beatificación del Cardenal Sancha el 18 de octubre”16. • “La Diócesis de Toledo está encargada por la Conferencia Episcopal de organizar el Congreso Eucarístico Nacional los días 27 al 30 de mayo de 2010. Es todo un reto para nosotros, no sólo desde el punto de vista organizativo, sino de vivencia de la Presencia viva de Jesucristo sacramentado, como colofón del Plan Pastoral de toda la Conferencia Episcopal. Nuestra Iglesia ha sido escogida porque tanto tiene que ver con la Eucaristía: Corpus Christi, el ejemplo de Teresa Enríquez, Adoración nocturna y permanente en ciudades de nuestra Diócesis”17. • “La Jornada Mundial de la Juventud en Madrid en agosto de 2011, con indudable repercusión entre nosotros”18. • “Tampoco hemos de olvidar la necesidad de estar presentes en esta sociedad toledana, ayudando a resolver desde nuestra fe la enorme crisis moral que nos deja ver la preocupante situación económica, que cada vez genera más parados”19. 16

Braulio RODRÍGUEZ PLAZA, Carta dominical Ante un nuevo curso (13-9-2009).

17

Ibid.

18

Ibid.

19

Ibid.

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7.º Curso 2010-201120 • Publicar el Directorio Diocesano para los sacramentos de Iniciación Cristiana. • Aprovechar el tiempo de gracia que supone que se celebre en Madrid la JMJ 2011 para trabajar en pastoral de juventud.

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Braulio RODRÍGUEZ PLAZA, Carta Pastoral para el curso 2010-2011 Cristo en medio de los jóvenes (8-9-2010), nº 5. 8


D. NUEVO PLAN PASTORAL: UN IMPULSO EVANGELIZADOR RENOVADO En continuidad con los esfuerzos realizados bajo la orientación de los planes pastorales pasados, el presente plan pastoral se propone dar un impulso evangelizador renovado para las familias y desde las familias21, a lo largo de un período quinquenal, inspirado en el proceso de iniciación cristiana, y que asuma la pastoral familiar como “dimensión esencial de toda evangelización”22. Hemos de plantearnos seriamente las preguntas que nos hace nuestro Arzobispo: “¿Influye en nosotros la Iniciación Cristiana que hemos recibido? ¿Es algo sólido en nuestra vida diaria? El don que Cristo nos ha dado, ¿se hace carne de nuestra carne y hueso de nuestros huesos? ¿Nos vamos haciendo más cristianos, esto es, más parecidos a Cristo, o esta nuestra fe es un adorno que poco influye en nuestro ser más profundo, allí donde se toman las decisiones?”23. “¿Qué le pasa a nuestra sociedad española que insensatamente no defiende la familia ni invierte con generosidad los medios necesarios de cara al futuro, preocupándose de darle las bases éticas necesarias? ¿Existe alguna otra institución humana mejor para suscitar, por ejemplo, el sentido duradero de la solidaridad necesario para la armonía social en tiempos de crisis? ¿O para la educación de los jóvenes que formarán más tarde una familia? ¿Acaso para la emergencia educativa que estamos atravesando hay mejor remedio, ahora que hemos conocido el informe PISA acerca de la situación de la educación escolar? ¿Por qué, en lugar de una familia que es célula básica de la sociedad, que cumple su misión cuando es fomentada y promovida por los poderes públicos como primer lugar de aprendizaje de la vida en sociedad, nos llenan con algo tan destructor como es la ideología de género, o nos proponen un modelo de educación sexual que necesariamente rompe la armonía familiar? Miren ustedes los terribles casos de muertes de mujeres por violencia machista: en la inmensa mayoría de ellos estamos ante parejas rotas, separadas o a punto de hacerlo. ¿De qué sirven leyes de alejamientos, juzgados especiales, si no se ataja la violencia en sus raíces: la falta de verdadero amor que da una educación sexual que hace salir de sí a hombres y mujeres para buscar el bien del otro y no la mera satisfacción de una actividad sexual que no pasa del nivel de la pura genitalidad de «hacer el amor»? Estoy convencido que nuestro medio ambiente, nuestra sociedad en definitiva, que pretende liberar la sexualidad, es en realidad antisexual”24.

El impulso evangelizador que este plan pastoral propone tendrá presente en todo momento una doble orientación: hacia dentro —renovación interna de nuestras comunidades cristianas diocesanas y las familias— y hacia fuera —atención a los alejados, que esperan, aun sin saberlo, nuestro testimonio de fe—. • La orientación hacia dentro es insoslayable. No podemos dar una respuesta hacia fuera 21

Cf. PABLO VI, Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi (8-12-1975), nº 71.

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LXXXI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en España (21-11-2003), nº 3; Cf. LXXVI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Instrucción pastoral La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad (27-4-2001), nº 165. 23

Braulio RODRÍGUEZ PLAZA, Carta dominical La iniciación cristiana (28-2-2010).

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Braulio RODRÍGUEZ PLAZA, Carta dominical Familia y vida (26-12-2010). 9


si no partimos de una profunda renovación interior. Siguiendo las huellas del Concilio Vaticano II, para poder dar una respuesta al mundo moderno que siga las orientaciones de la Constitución pastoral Gaudium et spes, primero tenemos que fomentar una situación eclesial que encarne la riqueza de comunión descrita por la Constitución dogmática Lumen gentium. Sólo desde una vivencia del Evangelio más auténtica y genuina podremos afrontar el invierno de la increencia; no es esto una tentación intimista, sino la prudencia evangélica de quien pone la relación con Dios en el primer orden de prioridades, como fuente de todo dinamismo evangelizador, que brota de la unión efectiva con Cristo, Señor de la historia y Esposo de la Iglesia. • La orientación hacia fuera, por otra parte, es también necesaria y ha de estar permanentemente presente. La fe se fortalece, precisamente, dándola; por tanto, la respuesta evangelizadora no puede esperar, porque el mismo proceso de renovación interior presupone que comience cuanto antes la misión hacia los alejados. Confiando en el poder del Evangelio de la gracia de Dios, hemos de imitar la audacia de los Apóstoles y discípulos del Señor que, aun antes de haber completado su formación y de haber recibido en plenitud el Espíritu Santo, fueron dóciles para dejarse enviar por el Señor a anunciar el Evangelio.

E.

OBJETIVOS DEL PLAN PASTORAL

Para impulsar la renovación eclesial y la evangelización de los alejados, el presente plan pastoral se propone un triple objetivo, inspirado en el itinerario de la iniciación cristiana y paralelo a las tres fases principales de la misma: precatecumenado, catecumenado y una tercera fase que englobe la purificación, la iluminación y la mistagogia. • El primer objetivo es la evangelización incisiva para suscitar una respuesta de conversión, tanto en los fieles como en los alejados; • el segundo objetivo es hacer crecer la semilla sembrada por medio de la catequización y formación de los fieles, unida al apostolado activo; • el tercer objetivo es la vivencia renovada de la dimensión cuaresmal y pascual de la vida cristiana, centrada en la celebración sacramental y eucarística, en orden a una experiencia más profunda de la belleza de la vida cristiana, especialmente en su aspecto de comunión.

1.º Primer objetivo El primer objetivo es la evangelización y la conversión del corazón. Como indica el Arzobispo, esto es lo que realizó claramente el Papa Benedicto XVI en su viaje a Santiago y Barcelona, y, por lo tanto, debe ser también nuestro primer objetivo: “Hemos podido escuchar de modo vivo, en escenarios preciosos de la Plaza del Obradoiro y de la Sagrada Familia, palabras que dejan bien claros los objetivos que mueven el empeño apostólico del Santo Padre, que nos indican además la misión de la Iglesia en España. El Papa ha venido, en efecto, a hablarnos a los católicos, y a quienes quieran escuchar, ante todo de Dios. Lo ha venido haciendo de igual modo en sus encíclicas Deus caritas est, Spe salvi y Caritas in veritate. Todo en la Iglesia, viene a decir el Papa, está al servicio del anuncio de la gracia y la salvación de Dios. El Papa es especialmente consecuente con este núcleo esencial de la vida cristiana y eclesial. Nada distrae en el magisterio de Benedicto XVI el anuncio de Dios y de su misericordia: ni las incomprensiones o las manipulaciones que tantas veces llegan desde fuera, ni la diversidad de empeños apostólicos a los 10


que ha de responder la propia Iglesia. La buena noticia del amor de Dios es lo que da unidad en la parroquia, en la enseñanza, en la familia, en el trabajo; buena noticia, además, porque los ruidos del mundo pretenden acallarla o desnaturalizarla”25.

Se trata de suscitar una respuesta de conversión por medio de un anuncio claro e incisivo del Dios vivo y de Jesucristo salvador, confiando en el auxilio de la gracia que mueve los corazones. La clave de este primer objetivo está en la incisividad del anuncio; debemos anunciar... “[...] abiertamente y con decisión al Dios vivo y a Jesucristo, enviado por él para salvar a todos los hombres, a fin de que los no cristianos, al disponerles el corazón el Espíritu Santo, crean, se conviertan libremente al Señor y se unan con sinceridad a él, quien por ser el camino, la verdad y la vida, satisface todas sus exigencias espirituales; más aún, las supera infinitamente”26.

Debemos buscar, pues, con solicitud, los medios oportunos para dotar a nuestro anuncio de una fuerza análoga a la que tuvo la predicación del kerigma en la época apostólica, siguiendo el ejemplo de los Apóstoles, que predicaban la palabra “con valentía” (Hch 4,29) y “daban testimonio con gran poder de la resurrección del Señor Jesús” (Hch 4,33). Con la ayuda de la gracia divina —que acompaña siempre a los predicadores del Evangelio, pues Dios bendice la evangelización que él mismo suscita— el efecto de la proclamación valiente de la salvación realizada en Cristo es doble. • En primer lugar, hace caer en la cuenta del vacío existencial en que nos sume la cultura contemporánea al proponernos un goce idolátrico, pero desprovisto de toda respuesta a la pregunta acuciante e ineludible por el sentido de la vida; hoy se propone el bienestar material, pero se excluye la pregunta por el sentido de todo, lo cual va sumiendo al hombre en una desesperación existencial profunda, que se manifiesta en el crecimiento progresivo de actitudes irresponsables e incluso implícitamente suicidas. La fuerza del Evangelio hace que se ponga de manifiesto el abismo existencial en que se encuentra el hombre que carece de una esperanza sobrenatural, no tanto por la denuncia explícita de su situación, cuanto por el contraste que resulta entre la fuerza del Evangelio predicado y el abismo del corazón humano. Por ende, no se trata tanto de cargar las tintas sobre los males de la cultura actual, aunque la salvación ofrecida sí contenga, implícitamente, una invitación a escapar “de esta generación perversa” (Hch 2,41). • El segundo fruto del kerigma predicado con valentía es que el hombre, bajo el influjo de la gracia, puede abrir los ojos ante la belleza27 del amor de Dios que se manifiesta en Jesucristo, Evangelio vivo de salvación para todos los hombres. Como escribía

25

Braulio RODRÍGUEZ PLAZA, Carta dominical Velar por Dios y velar por el hombre (5-12-2010).

26

Ritual de la iniciación cristiana de adultos, “Observaciones previas”, nº 9.

27

Braulio RODRÍGUEZ PLAZA, Carta dominical Velar por Dios y velar por el hombre (5-12-2010): “los dos grandes temas de sus discursos en Santiago y Barcelona –la peregrinación y la belleza– son lugares del encuentro con Dios: en el camino, que nos saca de nosotros, y en la belleza del lugar de culto, que nos extasía. «Que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa», dijo en Compostela; una invitación apremiante y amorosa a nuestro viejo Continente, pues «a todo hombre que hace silencio en su interior y pone distancias a las apetencias, deseos y quehaceres inmediatos, al hombre y mujer que oran, Dios le alumbra para que le encuentren y para que reconozcan a Cristo»”. 11


Juan Pablo II: “En realidad, ese profundo estupor respecto al valor y a la dignidad del hombre” — amado por su Redentor hasta la muerte de cruz— “se llama Evangelio, es decir, Buena Nueva”28.

El fruto de este asombro ante el descubrimiento de Dios y de su designio de amor se traduce en una triple convicción. La primera convicción o certeza es que existe Dios y que, por lo tanto, existe el sentido de todo. Existe Dios, y Dios es todopoderoso; y este Dios, además de todopoderoso es sapientísimo, ha creado todo con sabiduría y amor. Ésta es una primera convicción de la fe inicial, que da respuesta al desafío contemporáneo de la increencia. El hombre no es un ser débil, inerme y fugaz que se encuentra solo en los arrabales de un universo inmenso del que ha surgido por azar; el hombre es una criatura de un Dios que todo lo puede y que todo lo sostiene en su mano poderosa. Como escribía nuestro Arzobispo: “Dios es el origen de nuestro ser, subrayó el Papa, y cimiento y cúspide de nuestra libertad; no su oponente. Hay, pues, que romper «el silencio público sobre la realidad primera y esencial de la vida humana» que es Dios, manifestado en su Hijo Jesucristo. Dios existe y es Él quien nos ha dado la vida. Sólo Él es el Absoluto, el amor fiel e indeclinable, meta infinita que se trasluce detrás de todos los bienes como Luz, y la Belleza misma, que nos le revela, pura libertad que invita a la libertad y arranca del egoísmo. Esa es nuestra gran tarea: mostrar a todos que Dios es Dios de paz y no de violencia, de libertad y no de coacción, de concordia y no discordia. La Iglesia, sin Dios, sin Cristo, no tiene consistencia por sí misma y tampoco si no se dedica a esta sublime misión de anunciarle y mostrarle a los hombres y mujeres de nuestro mundo”29.

La segunda convicción es que Dios es amor30. Dios, por su misma naturaleza, responde a los deseos más íntimos del corazón del hombre, que es una criatura hecha para amar y necesitada de amor. Y si Dios es amor, entonces existe un designio amoroso de Dios sobre la historia, un designio o plan que no sólo responde a la pregunta por el sentido sino que, además, es hermoso, atrayente e, incluso, seductor. Recordemos estas palabras de la Exhortación Apostólica Familiaris consortio: “Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza: llamándolo a la existencia por amor, lo ha llamado al mismo tiempo al amor. Dios es amor y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor. Creándola a su imagen y conservándola continuamente en el ser, Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión. El amor es por tanto la vocación fundamental e innata de todo ser humano”31.

La tercera convicción es que Dios-Amor me ama personalmente en Jesucristo. El descu-

28

JUAN PABLO II, Carta Encíclica Redemptor hominis (4-3-1979), nº 1.

29

Braulio RODRÍGUEZ PLAZA, Carta dominical Velar por Dios y velar por el hombre (5-12-2010):

30

Cf. BENEDICTO XVI, Carta Encíclica Deus caritas est (25-12-2005).

31

JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Familiaris consortio (22-11-1981), nº 11. 12


brimiento del amor personal de Dios hace nacer una realidad nueva en lo más profundo del corazón del hombre: la luz de la esperanza cristiana32. Esta esperanza, alumbrada por el anuncio del kerigma, conlleva, además, una certeza ulterior: la convicción de que es posible descubrir y experimentar el amor personal de Dios en la comunidad cristiana que es portadora de la Buena Nueva de la salvación y que encarna en su mismo ser la novedad agápica del amor cristiano. Es así como al hombre se le abre, por fin, el horizonte de esperanza que puede salvarlo. “El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente”33.

En esta evangelización y conversión del corazón es fundamental presentar a Jesucristo como aquél que revela al hombre la verdad íntegra sobre la persona, el matrimonio y la familia34; es decir, la antropología adecuada e integral; la vocación al amor y la diferencia sexual35, etc... y, de esta manera, suscitar una respuesta de conversión por medio de un anuncio claro e incisivo del Dios vivo y de Jesucristo salvador36. Para Juan Pablo II, “las familias mismas tienen que realizar una tarea insustituible respecto al Evangelio de la esperanza”37, porque son “la representación viva de la caridad de Dios”38, “el santuario de la vida”39 y “el fundamento de la sociedad”40. “De la evangelización, llevada a cabo con el auxilio de Dios, brotan la fe y la conversión inicial,

32

BENEDICTO XVI, Carta Encíclica Spe salvi (30-11-2007).

33

JUAN PABLO II, Carta Encíclica Redemptor hominis (4-3-1979), nº 10:

34

Cf. LXXVI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Instrucción pastoral La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad (27-4-2001), cap 2. 35

CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y el mundo (31-5-2004), nº 8: “La sexualidad caracteriza al hombre y a la mujer no sólo en el plano físico, sino también en el psicológico y espiritual con su impronta consiguiente en todas sus manifestaciones. Ésta no puede ser reducida a un puro e insignificante dato biológico, sino que es un elemento básico de la personalidad; un modo propio de ser, de manifestarse, de comunicarse con los otros, de sentir, expresar y vivir el amor humano”. 36

LXXXI Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en España (21-11-2003), n. 3: Este Directorio plantea una pastoral familiar concebida como una dimensión esencial de toda evangelización: se trata del modo cómo la Iglesia es fuente de vida para las familias cristianas y, a su vez, cómo las familias cristianas son protagonistas de la evangelización de la Iglesia. No se reduce, por tanto, a una serie de actividades a realizar con los matrimonios y la familia. Su fin es “ayudar a la familia a alcanzar su plenitud de vida humana y cristiana”. 37

JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica postsinodal Ecclesia in Europa (28-6-2003), nº 94.

38

Ibid.

39

Ibid.

40

Ibid.

13


con las que cada uno se siente arrancar del pecado e inclinado al misterio del amor divino”41. Estas palabras del Ritual de la iniciación cristiana de adultos se refieren, en sentido estricto, a la conversión de la impiedad a la fe; sin embargo, análogamente, pueden aplicarse al movimiento de conversión que se produce en los fieles cada vez que la proposición actualizada de la Buena Nueva de la salvación cae en tierra buena, siendo acogida en un corazón humilde que da frutos de verdadera conversión. Por tanto, de acuerdo con la doble orientación a la que antes hemos hecho referencia —intraeclesial y hacia los alejados—, el primer objetivo del presente plan pastoral se desdobla en dos. • En primer lugar, que los fieles de nuestra diócesis de Toledo, tanto considerados en general como en sus diversas asociaciones, realidades o carismas, puedan experimentar de un modo renovado la gracia de la conversión que nace de un anuncio valiente de la esperanza cristiana. Este primer objetivo es crucial, dado que la eficacia de todo el plan depende de que seamos capaces de suscitar en nuestra diócesis y en el conjunto de sus realidades un movimiento de conversión análogo a la conversión inicial que se produce en quien recibe con sincero corazón el primer anuncio del Evangelio. • En segundo lugar, tal y como antes hemos expuesto, esta reevangelización intraeclesial debe ir acompañada, asimismo, de un impulso renovado en la evangelización de los alejados y de aquéllos que no tienen fe; es decir, de la evangelización en el sentido estricto del término.

2.º Segundo objetivo El segundo objetivo del plan pastoral puede resumirse en: catequización-formación y apostolado. Se trata de fomentar, en todas nuestras realidades diocesanas, un proceso profundo de formación doctrinal, crecimiento espiritual y evangelización activa que haga crecer y madurar la novedad evangélica surgida del anuncio previo. Este segundo objetivo se inspira en el proceso de maduración cristiana propio del catecumenado, que abarca la formación doctrinal, dogmática y moral, y la vida cristiana como tal, en la que dicha doctrina debe encarnarse. El primer aspecto de este segundo objetivo es, pues, profundizar en la catequizaciónformación, ordenada “no sólo al conveniente conocimiento de los dogmas y de los preceptos, sino también al íntimo conocimiento del misterio de la salvación”42. Por ello, este aspecto ha de ser integral, abarcando, como mínimo, tres grandes áreas: • la formación y educación permanente de la fe, desde un punto de vista dogmático y moral; • la vida cristiana de piedad y de oración, que sostiene a los fieles en el combate cristiano; • y la familiaridad íntima con el misterio de salvación tal y como se expresa en la Palabra inspirada por Dios, pues desconocer las Escrituras equivale a desconocer a Cristo.

a)

La catequización y la educación permanente de la fe

El primer punto es la catequización y la educación permanente de la fe, tomando como base y

41

Ritual de la iniciación cristiana de adultos, “Observaciones previas”, nº 10.

42

Ritual de la iniciación cristiana de adultos, “Observaciones previas”, nº 19, 1. 14


como esquema orientador el Catecismo de la Iglesia Católica en sus tres primeras partes, dogmática, litúrgica y moral. Se aprovecharán asimismo los distintos recursos formativos presentes en nuestra diócesis, en especial el Instituto Teológico “San Ildefonso” y el Instituto Superior de Ciencias Religiosas “Santa María” de Toledo. Los destinatarios de esta acción catequética no han de ser únicamente los que se acercan a la Iglesia en orden a la recepción de los sacramentos; más bien se trata de suscitar en los fieles y en las diversas realidades diocesanas un deseo de profundizar en el misterio de Cristo y de ofrecerles, por nuestra parte, los medios para que dicho proceso de maduración pueda llevarse a cabo. Probablemente, en la situación actual antes descrita, este impulso catequizador no encontrará en los fieles de nuestra diócesis una acogida masiva; sin embargo, importa comprender la importancia de cumplir este objetivo incluso con respecto a grupos minoritarios. Ante el desafío de la nueva evangelización de nuestra sociedad descristianizada, debemos seguir con confianza el modelo evangélico que nos marcó nuestro Señor cuando reunió en torno a sí un grupo reducido de discípulos con quienes convivía estrechamente y a quienes les declaraba todo en privado. Por tanto, se trata de suscitar una catequización que vaya más allá de la que es obligatoria como requisito para recibir los sacramentos. • En primer lugar, en los distintos grupos o realidades diocesanas, invitándoles a que asuman, desde dentro, dicho empeño catequizador y de formación permanente. • En segundo lugar, ofreciéndoselo a los fieles que pudieran estar interesados, apuntando especialmente a los adultos y a los matrimonios y familias cristianas.

b)

La oración y la vida espiritual

Un segundo punto que hay que cuidar en este proceso de catequización y que por su importancia merece una mención aparte es la práctica de la oración, personal y comunitaria, así como el desarrollo de la vida espiritual. Se trata de completar y equilibrar la formación dogmática y moral, de carácter especulativo, con la vida interior que hace posible el combate espiritual cristiano. Para ello se tomará como punto de partida la cuarta parte del Catecismo de la Iglesia Católica, dedicada a la oración y se introducirá progresivamente a los fieles al rezo personal y comunitario de la Liturgia de las horas, según las indicaciones del Concilio Vaticano II. En fin, se promoverá la piedad eucarística, en consonancia con la Exhortación Apostólica postsinodal Sacramentum caritatis (22-2-2007). Como explica nuestro Arzobispo: “Tenemos el deber urgente de recuperar la espiritualidad matrimonial específica que mana del mismo sacramento del matrimonio y de sus propiedades esenciales; dicho de otra manera, hay que volver a conquistar social y culturalmente los conceptos de unidad e indisolubilidad propios de la unión conyugal cuya fuente es el Espíritu Santo, el cual asume, confirma, purifica y eleva la comunión de los esposos hacia su perfección (cf. Familiaris Consortio, nº 19)»43.

c)

Vivir de la Sagrada Escritura

El objetivo de la catequización quedará completo si, además de la profundización doctrinal y 43

Braulio RODRÍGUEZ PLAZA, Apertura del Año Judicial 2011 (20-1-2011), nº 2. 15


espiritual a la que nos hemos referido en los puntos anteriores, se tiene en cuenta la necesidad de acercar a los fieles más profundamente al misterio de la salvación tal y como se expresa en la Palabra inspirada de Dios, esto es, en la Sagrada Escritura, que resume la pedagogía de Dios para acercarnos a sí y que ha de ser actualizada en cada generación como fuente inagotable de vida y de frutos siempre nuevos de vida cristiana. Jesucristo, nos recordaba el Papa en su viaje a España, “nos ha enseñado también que toda la Iglesia, escuchando y cumpliendo su Palabra, se convierte en su Familia”44. Se trata de introducir a los fieles de forma progresiva en el conocimiento de las Sagradas Escrituras, introduciéndoles en el sentido espiritual de la Palabra de Dios para iluminar con ella la propia vida y para celebrarla, gozosos, de forma comunitaria, por medio de oportunas celebraciones de la palabra. Para ello, se profundizará en la Exhortación Apostólica postsinodal Verbum Domini (30-9-2010) y se seguirán con solicitud sus indicaciones.

d)

La evangelización y el apostolado

En fin, un último aspecto de este segundo objetivo es introducir a los fieles, cada vez más, en la evangelización activa y en el apostolado. Hemos de tener conciencia de que es imposible hacer madurar la fe si no se introduce a los fieles en la experiencia de lo que supone dar la vida por Jesucristo dando testimonio de su palabra sin avergonzarnos de ella ante los hombres de nuestra generación. Esta vertiente del segundo objetivo es análoga a lo que pide el Ritual de la iniciación cristiana de adultos a los catecúmenos: “los catecúmenos deben aprender también a cooperar activamente a la evangelización y a la edificación de la Iglesia con el testimonio de su vida y con la profesión de la fe”45.

3.º Tercer objetivo El tercer objetivo del presente plan pastoral se inspira en las dos últimas etapas del itinerario de la iniciación cristiana y puede, por tanto, resumirse en tres palabras: purificación, iluminación y mistagogia.

a)

Purificación e iluminación

La purificación y la iluminación hacen referencia a la preparación intensiva del espíritu para la recepción inmediata de los sacramentos de la iniciación cristiana que tiene lugar durante el tiempo de la elección y que coincide, de ordinario, con la Cuaresma. Por ello, esta etapa resume, en realidad, la dimensión cuaresmal que ha de estar siempre presente en la vida cristiana. La mistagogia, en cambio, completa la purificación y la iluminación con la vivencia gozosa de los misterios celebrados durante la cincuentena pascual, con deleite espiritual, en el seno de la comunidad cristiana renovada, representando, por tanto, la dimensión pascual que ha de estar presente, de modo transversal, en la vida cristiana, dándole una orientación decidida hacia las realidades escatológicas. Por tanto, el tercer objetivo se resume en fomentar la dimensión cuaresmal y pascual de la vida cristiana, recogiendo los frutos de la maduración espiritual previamente suscitada por un proceso de catequización profunda, para que los fieles puedan experimentar, de un modo nuevo, la alegría pascual cristiana, vivida en comunidad y alimentada por los sacramentos según el ritmo del Año litúrgico. El primer aspecto de este tercer objetivo contempla, pues, “la preparación intensiva del ánimo, que se ordena más bien a la formación espiritual que a la instrucción doctrinal de la cateque-

44

BENEDICTO XVI, Ángelus ante el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia (7-11-2010).

45

Ritual de la iniciación cristiana de adultos, “Observaciones previas”, nº 19, 4. 16


sis, se dirige a los corazones y a las mentes para purificarlas por el examen de la conciencia y por la penitencia, y para iluminarlas por un conocimiento más profundo de Cristo, el Salvador”46. En la iniciación cristiana en sentido estricto, uno de los instrumentos que se contempla para llevarla a cabo son los “escrutinios”. Mientras que el objetivo propuesto por el presente plan pastoral no implica necesariamente la utilización de este instrumento puesto a la disposición de la Iglesia, sí asume, en cambio, la finalidad a cuyo servicio está: “descubrir en los corazones de los elegidos lo que es débil, morboso o perverso para sanarlo; y lo que es bueno, positivo y santo para asegurarlo”47. Se tratará, por tanto, de encontrar los medios adecuados para hacer que la catequesis promovida en el objetivo anterior descienda realmente al corazón de los fieles para purificarlos y transformar progresivamente su vida. Este punto es quizás el más delicado y difícil de aplicar del plan pastoral propuesto, pero supone una meta hacia la que necesariamente hemos de orientarnos. Si la catequesis no desciende al corazón, permanece estéril; si no lo purifica, la doctrina permanece como un barniz superficial; si no lo ilumina, la vida de los fieles no procederá de la fe, sino de la catequesis del mundo. Para cumplir eficazmente este objetivo, es necesario que se promuevan las condiciones adecuadas que hacen posible su realización. Sólo cuando se hace efectiva la comunión cristiana y se crea un adecuado clima de confianza entre pastores y fieles y de los fieles entre sí, se verifica esa apertura espontánea y gratuita de lo que esconde el corazón para que pueda ser iluminado por la Palabra de Dios, actualizada en el presente por la mediación de la Iglesia y, en especial, por el ministerio de los pastores. El contexto ideal para poder llegar a la realización de este objetivo es el de pequeños grupos o comunidades que hayan recorrido un itinerario común, que parte de la conversión inicial, se prolonga por un proceso de maduración y culmina en una experiencia renovada de la comunión en la que tiene lugar la purificación e iluminación del corazón bajo la guía solícita, atenta y fraterna de los pastores.

b)

Mistagogia

El segundo aspecto del tercer y último objetivo es el que se resume con el término “mistagogia”, y no es otro que la renovación de la vivencia de la Eucaristía48 —y, más en general, de los sacramentos—, haciendo palpable la experiencia de la alegría pascual por medio de una participación fructuosa y activa en la liturgia que combata los efectos deletéreos del anonimato y haga posible una experiencia renovada de la comunión cristiana, especialmente en nuestras comunidades parroquiales. Este objetivo se inspira en la última de las etapas de la iniciación cristiana, cuya índole y fuerza propia “procede de [la] experiencia personal y nueva de los sacramentos y de la comunidad”49, una experiencia gustosa de los frutos del Espíritu Santo y de la suavidad del Señor Jesucristo realmente presente en la comunidad cristiana,

46

Ritual de la iniciación cristiana de adultos, “Observaciones previas”, nº 25.

47

Ritual de la iniciación cristiana de adultos, “Observaciones previas”, nº 25, 1.

48

Cf. BENEDICTO XVI, Exhortación Apostólica postsinodal Sacramentum caritatis (22-2-2007), nº 17: “la santísima Eucaristía lleva la iniciación cristiana a su plenitud y es como el centro y el fin de toda la vida sacramental”; y aquí cita en nota: “Cf. JUAN PABLO II, Carta Apostólica Dominicae Cenae (24-2-1980), nº 7: AAS 72 (1980) 124-127; CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Decreto Presbyterorum Ordinis, sobre el ministerio y vida de los presbíteros, nº 5”. 49

Ritual de la iniciación cristiana de adultos, “Observaciones previas”, nº 39. 17


especialmente en la Eucaristía, que alimenta la vida y se profundiza sin cesar a lo largo de la misma. “La primera condición para la transmisión o la difusión de la fe en la sociedad actual es la existencia de una comunidad cristiana renovada, espiritualmente vigorosa, unida y consciente del tesoro que posee y de la misión que le incumbe. Una Iglesia misionera tiene que ser una Iglesia de santos”50. La necesidad más urgente que tiene la Iglesia en occidente y en nuestra diócesis es contar con evangelizadores creíbles, gracias a su testimonio personal y colectivo de vida santa51.

F.

APLICACIÓN DE LOS OBJETIVOS

Los objetivos del plan pastoral se aplicarán en un proceso trienal que constará de las tres fases que se describen sumariamente a continuación.

1.º Primera fase: sembrar • Suscitar la novedad en las realidades diocesanas existentes por medio de un anuncio más incisivo que nos haga redescubrir la novedad permanente y fecunda del Evangelio y del evangelio de la familia y de la vida, aprovechando especialmente el impulso litúrgico del Adviento y lo que significa acoger la “vida naciente”. • Aprovechar la acogida de los fieles que van a recibir los sacramentos para la evangelización de los alejados y el anuncio de la esperanza cristiana, tanto en la fase de preparación como en la celebración del sacramento. • Crear grupos de matrimonios o de familias, allí donde no existan, que puedan ser el germen de una comunidad cristiana viva de referencia en el proceso de evangelización y de redescubrimiento de las riquezas de la vida cristiana. La familia como iglesia doméstica y primera comunidad cristiana, que no vive aislada, sino en comunión o koinonía con otras familias, integrándose en la gran comunidad de la parroquia. • Fomentar los movimientos apostólicos y las nuevas realidades eclesiales, para que, cada uno según su carisma específico, contribuya a ser levadura en la masa, fomentando, al mismo tiempo, la unidad eclesial.

2.º Segunda fase: el crecimiento de la semilla Aprovechando la novedad suscitada, fomentar procesos de crecimiento y maduración en todas las realidades, a nivel doctrinal y espiritual. • Se promoverán catequesis, cursos, charlas y talleres de formación y de profundización en la fe, teniendo especialmente en cuenta los temas de pastoral familiar que se detallan en el apartado siguiente (VII.). • Se fomentará la vida espiritual por medio de oportunas celebraciones comunitarias de la Liturgia de las Horas, adoración eucarística, confesión sacramental, retiros espiritua-

50

CONCILIO VATICANO II, Decreto Ad gentes divinitus (7-12-1965), nº 11; cf. JUAN PABLO II, Carta Apostólica Novo millennio ineunte (6-1-2001); ID., Exhortación Apostólica postsinodal Ecclesia in Europa (28-6-2003), nº 23. 51

JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica postsinodal Ecclesia in Europa (28-6-2003), nº 49. 18


les, dirección espiritual, etc. Se introducirá progresivamente a los fieles a una participación más interior en la liturgia, con sentido de lo sagrado y espíritu de oración. • Se profundizará especialmente en la Sagrada Escritura y en la Historia Sagrada y se promoverán celebraciones de la Palabra de Dios.

3.º Tercera fase: hacer fructificar este nuevo impulso • Se hará fructificar este nuevo impulso en la vida litúrgica y comunitaria, especialmente centrada en la Eucaristía dominical y en el tiempo pascual (mistagogia). • Se procurará dar vitalidad a la parroquia por medio de grupos de familias que hayan aprendido a vivir fructuosamente la comunión cristiana, valorando la familia como el marco privilegiado de gracia para recibir, vivir y desarrollar la fe, como iglesia doméstica y primera célula de la sociedad y de la Iglesia, primer ámbito en el que se transmite la fe por medio del ejemplo de vida, la oración en común y el testimonio apostólico. • Se dará un especial énfasis a la celebración de la Cuaresma y de la cincuentena pascual desde un punto de vista litúrgico y pastoral. A partir de aquí se revitalizará también la Eucaristía dominical, como actualización semanal de la Pascua que alimenta constantemente a los fieles. • Se favorecerá la participación de los laicos en la preparación y realización de las acciones litúrgicas. Se aprovechará la celebración de los sacramentos para hacer una auténtica mistagogia, haciendo comprender a los fieles que los sacramentos no sólo suponen y expresan la fe, sino que la fortalecen y la alimentan, haciendo al hombre partícipe de la vida divina y de una experiencia sobrenatural de fe. G.

TEMAS ESPECÍFICOS A TENER EN CUENTA EN LA APLICACIÓN DEL PLAN PASTORAL

1.º El plan de Dios sobre el matrimonio y la familia52. La familia fundada en el matrimonio responde al bien de la persona. La familia, verdadera “ecología humana” Como nos recuerda nuestro Arzobispo, las familias cristianas están llamadas a dar testimonio de los verdaderos valores: “En la fiesta de la Sagrada Familia, quiero expresar mi felicitación con mayor intensidad a las familias cristianas. Sé que, tantas veces sin ayuda suficiente, estáis facilitando eficazmente armonía y cohesión social a nuestro mundo; nadie está trabajando como vosotros por el bien común. Y eso que muchas veces sois denigrados con el epíteto «familia tradicional», de la que nada se puede esperar, porque os consideran antiguos, pasados de moda. Conozco que muchos de vosotros, matrimonios cristianos, si queréis tener más hijos de lo que estipula la cultura dominante, se os mira con desdén, incluso con pena o acusándoos de desfasados. Cuando lucháis contracorriente no aceptando para vuestros hijos que el Estado o el gobierno de turno quiera educarlos según sus criterios, que no tienen que ser los buenos, en Educación para la ciudadanía, por ejemplo; cuando sois discriminados como familia numerosa; cuando protestáis por esa cultura que os arrebata a vuestros hijos, que no quieren ser ya «distintos»; cuando sufrís por la dificultad en la educación de vuestros hijos, por el tipo de

52

Cf. LXXXI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en España (21-11-2003), cap. 1. 19


educación sexual que quieren imponernos; cuando esto sucede y resistís, sois bienaventurados. Lo sois también cuando sufrís por el futuro incierto de vuestros hijos en busca del primer trabajo, pero igualmente cuando os unís con otras familias y buscáis nuevos caminos y vencéis a un pensamiento único, unos medios hostiles. María y José, con Jesús, el recién nacido estén cerca, muy cerca de vosotros, y de las familias que sufren la lacra del paro o la 53 enfermedad” .

2.º La preparación para el sacramento del matrimonio54 y su celebración55; la familia en relación con los demás sacramentos Recientemente, el Santo Padre nos ha recordado la importancia de cuidar la preparación al matrimonio: “Por una parte se observa que en los cursos de preparación al matrimonio las cuestiones canónicas ocupan un lugar muy modesto, cuando no insignificante, puesto que se tiende a pensar que los futuros esposos tienen muy poco interés en problemáticas reservadas a los especialistas. Por otra, aunque a nadie se le escapa la necesidad de las actividades jurídicas que preceden al matrimonio, dirigidas a comprobar que «nada se opone a su celebración válida y lícita» (Codex Iuris Canonici, c. 1066), se ha difundido la mentalidad según la cual el examen de los esposos, las publicaciones matrimoniales y los demás medios oportunos para llevar a cabo las necesarias investigaciones prematrimoniales (cf. ibid., c. 1067), entre los cuales se hallan los cursos de preparación al matrimonio, constituyen trámites de naturaleza exclusivamente formal. De hecho, a menudo se considera que, al admitir a las parejas al matrimonio, los pastores deberían proceder con liberalidad, al estar en juego el derecho natural de las personas a casarse. Conviene, al respecto, reflexionar sobre la dimensión jurídica del matrimonio mismo. Es un tema al que aludí en el contexto de una reflexión sobre la verdad del matrimonio, en la que afirmé, entre otras cosas: «Ante la relativización subjetivista y libertaria de la experiencia sexual, la tradición de la Iglesia afirma con claridad la índole naturalmente jurídica del matrimonio, es decir, su pertenencia por naturaleza al ámbito de la justicia en las relaciones interpersonales. Desde este punto de vista, el derecho se entrelaza de verdad con la vida y con el amor como su intrínseco deber ser» (Discurso a la Rota romana [27-1-2007]: AAS 99 [2007] 90). No existe, por tanto, un matrimonio de la vida y otro del derecho: no hay más que un solo matrimonio, el cual es constitutivamente vínculo jurídico real entre el hombre y la mujer, un vínculo sobre el que se apoya la auténtica dinámica conyugal de vida y de amor”56.

El Sr. Arzobispo comenta este discurso del Papa en su Carta dominical: “Este sacramento supone otro de los retos para parroquias y quienes en ellas están empeñados en una tarea tan hermosa y delicada de preparar a los cónyuges para una digna celebración que incida profundamente en los contrayentes, de manera que «nada se oponga

53

Braulio RODRÍGUEZ PLAZA, Carta dominical Familia y vida (26-12-2010).

54

Cf. LXXXI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en España (21-11-2003), cap. 2. 55

Cf. LXXXI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en España (21-11-2003), cap 3. 56

BENEDICTO XVI, Discurso a los miembros del Tribunal de la Rota Romana con ocasión de la inauguración del Año Judicial (22-1-2011). 20


a su celebración válida y lícita» (CIC, c. 1066). La Iglesia quiere sin duda que sus fieles se casen en esa celebración tan peculiar que llamamos «casarse por la Iglesia», un sacramento, además de una institución natural, que proporciona a los cónyuges gracia divina, capacidad de amarse uno al otro como Cristo ama a la Iglesia, su Esposa. Pero aquí también encontramos obstáculos que evitar. Uno de ellos es pensar que basta con querer casarse por la Iglesia para que esto suceda. Nada de examen de los futuros esposos y los demás medios oportunos para llevar a cabo las necesarias investigaciones prematrimoniales (cf. ibid., c. 1067), entre los que se colocan los cursos de preparación al matrimonio. Éstos no pueden ser un mero trámite formal, dice BENEDICTO XVI en ese Discurso, amparándose en un concepto no válido de la libertad humana y de un supuesto «derecho a casarse» (ius connubii), así como una separación entre lo pastoral y lo jurídico. «El matrimonio celebrado por los esposos, aquel del que se ocupa la pastoral y aquel regulado por la doctrina canónica, son una sola realidad natural y salvífica, cuya riqueza da ciertamente lugar a una variedad de aproximaciones, aunque sin que disminuya su identidad esencial». Estas palabras del Papa dan lugar a afirmar algunas cosas interesantes. El derecho a casarse debe ser visto en esta perspectiva. El derecho a contraer matrimonio presupone que se pueda y se pretenda celebrarlo de verdad, y por tanto en la verdad de su esencia así como lo enseña la Iglesia. «Nadie puede exaltar el derecho a una ceremonia nupcial. El ius connubii, de hecho, se refiere al derecho de celebrar un auténtico matrimonio. No se negaría, por tanto, el ius connubii allí donde fuese evidente que no se dan las premisas para su ejercicio, es decir, si faltase gravemente la capacidad requerida para casarse, o bien la voluntad se plantease un objetivo que está en contra de la realidad natural del matrimonio». Allá la responsabilidad, de comprobar o no la situación de los cónyuges, en aquél que asiste a un matrimonio no canónico en el ayuntamiento, pero la Iglesia tiene la obligación de comprobar que nada se oponga a la celebración válida y lícita de las bodas. A través del un diálogo lleno de respeto y de cordialidad, el pastor intenta ayudar a la persona a ponerse seriamente ante la verdad de sí misma y sobre su propia vocación humana y cristiana al matrimonio. «Un serio discernimiento a este respecto podrá evitar que impulsos emotivos o razones superficiales induzcan a dos jóvenes a asumir responsabilidades que después no sabrán honrar. Demasiado grande es el bien que la Iglesia y toda la sociedad esperan del matrimonio y de la familia fundada sobre él, para no comprometerse a fondo en este ámbito pastoral específico. Matrimonio y familia son instituciones que deben ser promovidas y defendidas de cualquier equívoco sobre su verdad…» Sabias palabras del Papa. Se lo agradecemos”57.

3.º El servicio a la vida y el derecho de los padres a educar a sus hijos58. Los padres son los primeros responsables de la educación afectivo-sexual de sus hijos59. De-

57

Braulio RODRÍGUEZ PLAZA, Carta dominical Seriedad con las cosas (6-2-2011).

58

Cf. LXXXIX ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, La escuela católica. Oferta de la Iglesia en España para la educación en el siglo XXI (27-4-2007); LXXXI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en España (21-11-2003), cap. 4. 59

Cf. LXXXI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en España (21-11-2003), nº 89-94; Braulio RODRÍGUEZ PLAZA, Carta dominical Las consecuencias de la ley de salud sexual y reproductiva y de interrupción voluntaria del embarazo (29-11-2009): “una injerencia en el derecho de los padres a que se respete sus convicciones en la educación de sus hijos. Algo que ya viene sucediendo en muchos materiales didácticos sobre educación para la salud donde se introducen talleres de salud sexual sin informar a los padres, vulnerando la intimidad del alumno y los derechos de los padres contenidos en el art. 27 21


nunciamos la perversa infiltración en los ámbitos educativos de la “ideología de género”, que pretende diseñar la sexualidad y su ejercicio al margen de una antropología adecuada e integral60 Recordemos unas palabras recientes de nuestro Arzobispo sobre este tema: “Ahí están los problemas de calidad en la enseñanza. Y continúan otros: sigue la imposición de la asignatura obligatoria llamada pomposamente «Educación para la Ciudadanía». Nadie estaría en contra de tal educación, si no fuera porque es un eufemismo para referirse a otra realidad: la intromisión del Estado en la educación moral de los hijos que éstos, muchísimos, no desean. Es un mal endémico de nuestro gobierno, porque no creen en la capacidad educativa de los padres, que cada año se va cegando con tantas intromisiones. Está también otra pretensión del gobierno, que participa de la misma invasión en la tarea propia de los padres: imponer, porque dicen que es buena, una formación «afectivosexual» sin la autorización de los mismos padres. Son manías u otra cosa, puesto que ya conocemos cuál es la comprensión de la sexualidad de nuestros dirigentes: bastante reductiva, sin tener en cuenta lo que es la persona y la sexualidad humana y donde casi todo vale. La guía que han preparado los Ministerios de Educación y Sanidad es un exponente de lo que está pasando: se da un paso más en el deseo de cambiar la manera de pensar de la gente en ámbitos muy importantes de la conducta humana. No me compete a mí solucionar los problemas de las aulas, pero sí digo que cercenar el derecho de los padres a educar a sus hijos conforme a sus principios filosóficos, religiosos y morales no es bueno para nuestro país. Un curso más estos padres, en muchos centros escolares, volverán a estar en vilo por esa manía de los que nos gobiernan de querer ir más allá de lo que les compete y no ir a lo más nuclear de la hermosa tarea de educar en libertad y con respeto”61.

de la Constitución”. 60

El 18 de noviembre de 2001, al finalizar el congreso nacional “La familia, esperanza de la sociedad”, promovido por el Consejo Pontificio para la Familia y organizado por la Conferencia Episcopal Española, se publicó un manifiesto en el que, ya entonces, se decía: “Con diversos eufemismos, como «libertad sexual, sexo seguro, salud reproductiva», los organismos públicos, nacionales (centros docentes estatales, ayuntamientos, gobiernos autonómicos) e internacionales (Organización de las Naciones Unidas, Parlamento europeo), propagan la promiscuidad sexual en formas aberrantes. De este modo se contribuye a una banalización de la sexualidad y, por tanto, a la destrucción de la persona misma”.

61

Braulio RODRÍGUEZ PLAZA, Carta dominical De nuevo y con renovado vigor (12-9-2010). 22


4.º La atención pastoral a las Familias en situaciones difíciles e irregulares62 5.º La familia y la sociedad63. Políticas familiares justas, necesidades y derechos de la familia. Cultura familiar y medios de comunicación64 “El recto ejercicio de la libertad personal exige unas determinadas condiciones de orden económico, social, jurídico, político y cultural que son, «con demasiada frecuencia, desconocidas y violadas. Estas situaciones de ceguera y de injusticia gravan la vida moral y colocan tanto a los fuertes como a los débiles en la tentación de pecar contra la caridad. Al apartarse de la ley moral, el hombre atenta contra su propia libertad, se encadena a sí mismo, rompe la fraternidad con sus semejantes y se rebela contra la verdad divina» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1740). La liberación de las injusticias promueve la libertad y la dignidad humana: no obstante, «ante todo, hay que apelar a las capacidades espirituales y morales de la persona y a la exigencia permanente de la conversión interior si se quieren obtener cambios económicos y sociales que estén verdaderamente al servicio del hombre» (CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción Libertatis conscientia, nº 75: AAS 79 [1987] 587)”65.

Recordemos también el Manifiesto final del Congreso Nacional “La familia, esperanza de la sociedad” (celebrado en Madrid, del 16 al 18 de noviembre de 2001), en el que se requería la creación de un marco jurídico y socio-económico justo para la familia: • • • •

• •

legislaciones familiares congruentes con su verdadera identidad, sin asimilar al matrimonio y a la familia otras realidades que no lo son; políticas fiscales verdaderamente familiares, al nivel de los países más desarrollados de la Unión europea; una política de viviendas, evitando la especulación, etc; una política social de ayudas a las familias con especiales dificultades, como la viudedad, la separación conyugal, la discapacidad, ancianidad o enfermedad de alguno de sus miembros, favoreciendo la tutela de las familias numerosas así como la reagrupación de las familias de emigrantes; una política laboral que permita a los matrimonios jóvenes afrontar el futuro con sosiego, a las mujeres ser madres y cuidar de sus hijos pequeños, a los padres dedicar tiempo a la convivencia familiar; una política sanitaria que favorezca la atención de los familiares enfermos tanto hospitalaria como a domicilio; una política solidaria con las familias pobres del tercer mundo y con las personas sin familia, marginadas de nuestra sociedad, expuestas a degradaciones inhumanas co-

62

Cf. LXXXI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en España (21-11-2003), cap. 5; Braulio RODRÍGUEZ PLAZA, Carta dominical La iglesia ama a los enfermos y los que sufren (9-5-2010). 63

Cf. LXXXI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en España (21-11-2003), cap. 6. 64

Cf. BENEDICTO XVI, Mensaje con motivo de la XLI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, “Los niños y los medios de comunicación social: un reto para la educación” (20-5-2007). 65

PONTIFICIO CONSEJO «JUSTICIA Y PAZ», Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (2004), nº 137. 23


mo la prostitución, la drogadicción o el alcoholismo66.

En la misma línea, estas palabras de nuestro Arzobispo: “Recordamos aquellas palabras de Juan Pablo II en la ciudad congoleña de Kinshasa, en uno de sus viajes apostólicos, cuando afirmó: «El argumento es maravilloso, pero la realidad es difícil». Cualquier humano, pero de modo especial los cristianos, hemos de saber experimentalmente que la familia, en efecto, es un argumento maravilloso y una realidad difícil porque exige al hombre y a la mujer que miren cada día hacia lo gratuito, hacia lo que nos supera. Por eso necesitan de Cristo quienes están casados. Y así son libres porque habitan en su propia casa, que no se encuentra ni entre las cosas ni entre los animales, como nos dice el libro del Génesis (2,20), sino en una comunión de personas absolutamente necesaria para la humanidad. Por eso la familia es anterior al Estado, y a la misma Iglesia, cuando es entendida como mera institución, aunque la familia es comprendida también como «iglesia en pequeño», «iglesia doméstica». Es importante entender que el Estado y la Constitución Española no dan, sino que reconocen los derechos de la familia y han de velar por ellos. No debe suceder que el Estado se crea la fuente de todos los derechos y no respete así lo que es anterior a él mismo, como cuando se aboga porque haya muchos «tipos de familia», haciendo de lo que sucede en la realidad un principio jurídico que se reconoce porque se presume de querer «ampliar derechos»”67.

6.º La familia y la Iglesia, la transmisión de la fe68 y la llamada a la santidad en el matrimonio69 Recordemos unas palabras del Papa: “Las familias cristianas constituyen un recurso decisivo para la educación en la fe, para la edificación de la Iglesia como comunión y su capacidad de presencia misionera en las situaciones más diversas de la vida, así como para ser levadura, en sentido cristiano, en la cultura generalizada y en las estructuras sociales. Estas son las líneas que seguiremos también en el próximo año pastoral y, por eso, el tema de nuestra asamblea es «Familia y comunidad cristiana: formación de la persona y transmisión de la fe» [...] De todo ello deriva una consecuencia evidente: la familia y la Iglesia, en concreto las parroquias y las demás formas de comunidad eclesial, están llamadas a una estrecha colaboración para cumplir la tarea fundamental, que consiste inseparablemente en la formación de la persona y la transmisión de la fe”70.

66

CONGRESO NACIONAL “LA 2001), Manifiesto final.

FAMILIA, ESPERANZA DE LA SOCIEDAD”

(Madrid, 16-18 de noviembre de

67

Braulio RODRÍGUEZ PLAZA, Carta dominical Nuevo Centro de Orientación Familiar en Talavera, (4-10-2009). 68

Cf. LXX ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Instrucción Pastoral La iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones (27-11-1998); LXXXI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en España (21-11-2003), nº 251-261. 69

70

Cf. CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática Lumen gentium (21-11-1964), nº 41.

BENEDICTO XVI, Discurso en la ceremonia de apertura de la Asamblea Eclesial de la diócesis de Roma (6-6-2005). 24


7.º Las familias y las vocaciones Como nos recuerda el Santo Padre, el discernimiento de las vocaciones consagradas debe ir unido a la valoración del matrimonio cristiano: “Un último mensaje que quisiera dejaros atañe al cuidado de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada: todos sabemos cuánta necesidad tiene la Iglesia de estas vocaciones. Para que nazcan o lleguen a madurar, para que las personas llamadas se mantengan siempre dignas de su vocación, es decisiva ante todo la oración, que nunca debe faltar en cada familia y comunidad cristiana. Pero también es fundamental el testimonio de vida de los sacerdotes, de los religiosos y las religiosas, la alegría que manifiestan por haber sido llamados por el Señor. Asimismo, es esencial el ejemplo que los hijos reciben dentro de su familia, y la convicción de las familias mismas de que, también para ellas, la vocación de sus hijos es un gran don del Señor. La elección de la virginidad por amor a Dios y a los hermanos, que se requiere para el sacerdocio y la vida consagrada, ha de ir unida a la valoración del matrimonio cristiano: uno y otra, de maneras diferentes y complementarias, de algún modo hacen visible el misterio de la alianza entre Dios y su pueblo”71.

8.º La baja natalidad —que es la peor pobreza de nuestra sociedad— y el aborto72 Nuestro Arzobispo no ha dudado en denunciar con claridad esta lacra social: “Yo quiero pedirle a la Virgen que nos ayude a luchar bien, con imaginación e iniciativas concretas, contra las nefastas consecuencias de la Ley del aborto, que ha entrado en vigor desgraciadamente en el mes de julio. Ahora no vale lamentarse. Creo que la Iglesia Católica ha hablado, y claro, sobre la injusticia de dicha ley, que no soluciona nada, ni amplia derechos de la mujer, por mucho que lo cacareen sus partidarios. La situación es ahora peor que cuando, para abortar, se apoyaban en los tres «supuestos» despenalizados desde 1985. Sigue además el «negocio» de las clínicas abortistas, y en mayor escala. Pero ahí están las mujeres, en ocasiones casi niñas, que el entorno le impulsa a abortar. Es en este campo donde tenemos los católicos que actuar sin miedo, buscando posibilidades de acercarse a las embarazadas en peligro de abortar. Redes de todo tipo deberían aparecer para que la vida gestada no se aborte. Ese es el ámbito de actuación de los católicos, sin dejar de oponerse a esa ley con argumentos y actuaciones que nuestro estado de derecho permite sin duda. La Reina de la Vida, Santa María interceda por nosotros”73.

9.º Estructuras, servicios74 y responsables de la pastoral matrimonial y familiar75. Ne-

71

Ibid.

72

Cf. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, La vida humana, don precioso de Dios. Documentos sobre la vida (1974-2006), EDICE, Madrid 2006. 73

74

Braulio RODRÍGUEZ PLAZA, Carta dominical La Reina de la Vida (1-8-2010).

Cf. Braulio RODRÍGUEZ PLAZA, Carta dominical Nuevo Centro de Orientación Familiar en Talavera, (4-10-2009): “Centro no es un simple lugar de consultas para orientación; pretende ser el lugar del que se ha dotado la Iglesia de Toledo para cuidar del matrimonio y la familia, para enseñar a amar con dignidad, para desterrar esa idea nefasta de que vivir la sexualidad humana sea únicamente responder compulsivamente a las pulsiones sexuales que llegan al cerebro humano. Algo muy necesario para adolescentes y jóvenes, nuestros hijos, que son adoctrinados por una cultura dominante asfixiante”. 25


cesidad y urgencia de conocer y participar en los foros o plataformas de las asociaciones familiares y de defensa de la vida La Doctrina Social de la Iglesia nos recuerda cómo ha de fomentarse el asociacionismo familiar: “Se ha de reforzar el asociacionismo familiar: «Las familias tienen el derecho de formar asociaciones con otras familias e instituciones, con el fin de cumplir la tarea familiar de manera apropiada y eficaz, así como defender los derechos, fomentar el bien y representar los intereses de la familia. En el orden económico, social, jurídico y cultural, las familias y las asociaciones familiares deben ver reconocido su propio papel en la planificación y el desarrollo de programas que afectan a la vida familiar» (SANTA SEDE, Carta de los derechos de la familia, art. 8 a-b, Tipografía Políglota Vaticana, Ciudad del Vaticano 1983, p. 12-13)”76.

75

Cf. LXXXI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en España (21-11-2003), cap 7. 76

PONTIFICIO CONSEJO «JUSTICIA Y PAZ», Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (2004), nº 247. 26


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