VÍA CRUCIS DIOCESANO CUARESMA. 8 DE MARZO DE 2014
ARZOBISPADO DE TOLEDO PLAN PASTORAL 2013‐2014
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El Plan pastoral 2013-2014 programó la celebración de un Via Crucis diocesano en la tarde del sábado, 8 de marzo, comenzando a la 16,30 h., con la participación de todos los diocesanos. Como todos sabemos, bajo el lema “Hemos encontrado al Mesías”, el objetivo de este año es la santidad, y el Sacramento destacado es el de la Reconciliación. En el desarrollo del Via Crucis se realizará una celebración comunitaria de la Penitencia, que comenzará en el Arco de la Sangre (Pz. de Zocodover), siguiendo por la calle del Comercio, calle Martín Gamero y Plaza de Rojas, hasta la Catedral, entrando por la Puerta Llana. En cada estación se ofrecerá la meditación correspondiente y un pequeño examen de conciencia. Al final del Via Crucis, dentro del recinto de la Catedral, los sacerdotes estarán disponibles para confesar a los fieles asistentes que así lo deseen. El Via Crucis lo presidirá a lo largo de todo el camino la imagen del Sto. Cristo del Beato Juan de Palafox, que custodian los hermanos carmelitas de Toledo, representando así a los miembros de la Vida Consagrada. Pero también están presentes varias imágenes de nuestras hermandades que representan a las diferentes zonas pastorales de la Archidiócesis, a saber: el Cristo Nazareno Cautivo de la Parroquia de San José Obrero de Toledo; Ntro. Padre Jesús Nazareno de Quintanar de la Orden; el Santísimo Cristo Crucificado de Belvís de la Jara; y Ntra. Sra. de la Soledad de Fuensalida. ¡Vivamos con autenticidad el camino cuaresmal para llegar a gozar plenamente de la Pascua del Señor!
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Primera estación: Jesús en el Huerto de los Olivos (Mc 14, 32‐36) Llegan a un huerto, que llaman Getsemaní y dice a sus discípulos: “Sentaos aquí mientras voy a orar”. Se lleva consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir espanto y angustia, y les dice: “Mi alma está triste hasta la muerte. Quedaos aquí y velad”. Y, adelantándose un poco, cayó en tierra y rogaba que, si era posible, se alejase de él aquella hora; y decía: “¡Abba!, Padre: tú lo puedes todo, aparta de mí este cáliz. Pero no sea como yo quiero, sino como tú quieres”. (Hombre mayor) Yo no soy como esos que están todo el día metidos en la iglesia. Creo mucho en Dios. Incluso he sido presidente de mi hermandad. Me llenaba de orgullo cuando recorría las calles aferrado a una vara dorada. Sin embargo, cuando llegaba la hora de dar testimonio de mi fe, prefería quedarme como los apóstoles, dormido. Dormido tranquilamente mientras tu nombre, Señor, es despreciado. Dormido para no sufrir ningún sobresalto. Quizá tras la fachada que ofrezco a los demás mi corazón está duro y muy lejos de Dios. El primer mandamiento nos invita a amar a Dios sobre todas las cosas. Examinemos nuestra conciencia ¿He admitido alguna duda contra las verdades de fe? ¿He desesperado de mi salvación, o abusado de la confianza en Dios para pecar más tranquilamente? ¿He hablado sin reverencia de las cosas santas, de la Iglesia, los sacramentos o de los ministros sagrados? ¿Soy supersticioso, leo los horóscopos, practico el espiritismo? Padrenuestro, Avemaría y Gloria 4
Segunda Estación: Jesús es traicionado por Judas y arrestado (Mc 14,43‐46) Todavía estaba hablando, cuando se presenta Judas, uno de los Doce, y con él gente con espadas y palos, mandada por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles: “Al que yo bese, es él: prendedlo y conducidlo bien sujeto”. Y en cuanto llegó, acercándosele le dice “!Rabbí!”. Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo prendieron. Soy una persona muy respetuosa con todos los que me rodean. Sin embargo cuando escucho hablar mal de las cosas sagradas, o blasfemar contra el nombre de Dios, prefiero hacer como que no he escuchado nada. Por dentro siento mucho dolor. Pero los respetos humanos me frenan. Yo jamás daría un paso al frente para defender tu nombre. No vaya a ser que con un simple gesto de amor quede yo señalada delante de los demás. El segundo mandamiento nos dice no tomarás el nombre de Dios en vano. ¿He blasfemado? ¿He hecho algún voto o juramento y he dejado de cumplirlo? ¿He pronunciado el nombre de Dios sin respeto? ¿He jurado sin verdad o por cosas sin importancia? Padrenuestro, Avemaría y Gloria
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Tercera Estación: Jesús es condenado por el Sanedrín (Mc 14, 55, 60‐62,64) Los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno buscaban un testimonio contra Jesús, para condenarlo a muerte; y no lo encontraban. El sumo sacerdote, levantándose y poniéndose en el centro, preguntó a Jesús: ¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que presentan contra ti?”, pero él callaba, sin dar respuesta. De nuevo le preguntó el sumo sacerdote: “¿Eres tú el Mesías, el Hijo del bendito?” Jesús contestó: “Yo soy. Y veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha del Poder y que viene entre las nubes del cielo”. “Habéis oído la blasfemia. ¿Qué os parece?” Y todos lo declararon reo de muerte. Me cuesta poco ser amable con los demás. Con las amigas, en el colegio, tienes que dar la mejor cara. No vaya a ser que los demás te dejen de lado y te quedes sin amigos. Sin embargo cuando llego a mi casa saco mi peor cara. Discuto con mis hermanos y hago sufrir tremendamente a mis padres. Un día incluso hice llorar a mi madre. No se guardar silencio y escuchar sus consejos. Prefiero hablar aunque no tenga razón y tener siempre la última palabra. Honrarás a tu padre y a tu madre. Examinemos nuestro corazón. ¿Doy mal ejemplo a mis hijos? ¿Busco lo mejor para ellos, atender a sus necesidades materiales y espirituales? ¿He utilizado amenazas o maltratos dentro de mi familia? ¿Respeto a mis padres? Padrenuestro, Avemaría y Gloria 6
Cuarta Estación: Jesús es negado por Pedro (Mc. 14, 66‐72) Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llega una criada del sumo sacerdote, ve a Pedro calentándose, lo mira fijamente y dice: “También tú estabas con el Nazareno, con Jesús”. Él lo negó diciendo: “Ni sé ni entiendo lo que dices”. Salió fuera al zaguán y un gallo cantó. La criada, al verlo, volvió a decir a los presentes: “Este es uno de ellos”. Pero él de nuevo lo negaba. Al poco rato, también los presentes decían a Pedro: “Seguro que eres uno de ellos, pues eres galileo”. Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar: “No conozco a ese hombre del que habláis”. Y enseguida, por segunda vez, cantó el gallo. Pedro se acordó de las palabras que le había dicho Jesús: “Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres”, y rompió a llorar. Cuando era pequeño no faltaba nunca a misa. Fui monaguillo durante muchos años. Lo pasábamos realmente bien en la parroquia. Ahora paso un poco de todo eso. Tengo muchos otros entretenimientos. Creo que no me voy a apuntar a catequesis de confirmación porque así tendré más tiempo para estudiar y salir con mis amigos. Ante mis compañeros soy valiente. El primero en todo. Pero soy también el primero en negarte. ¿Jesús? Yo no conozco a ese hombre. El tercer mandamiento nos pide santificar las fiestas. Examinemos nuestro corazón. ¿Asisto a misa los domingos y fiestas de guardar? ¿Ayudo a los demás para que así lo hagan? ¿Trabajo sin necesidad los días de precepto? ¿Confieso para comulgar en estado de gracia? Padrenuestro, Avemaría y Gloria 7
Quinta Estación: Jesús es juzgado por Pilato (Lc 23, 1‐4,23‐24) Y levantándose toda la asamblea, lo llevaron a presencia de Pilato. Y se pusieron a acusarlo, diciendo: “Hemos encontrado que este anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que él es el Mesías rey”. Pilato le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?”. Él le responde: “Tú lo dices”. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: “No encuentro ninguna culpa en este hombre”. Pero ellos se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo su griterío. Pilato entonces sentenció que se realizara lo que pedían. Yo no robo ni mato. Intento no hacer mal a nadie. Pero tengo una gran facilidad para ocultar la verdad, para disimularla, para mentir. Como Pilato prefiero quedar bien delante de la multitud. Prefiero mantener las apariencias aunque para ello la verdad deba ser sacrificada. El séptimo mandamiento nos dice: no dirás falsos testimonios ni mentirás. ¿He juzgado a otras personas temerariamente? ¿He dicho mentiras? ¿He descubierto, sin causa justa, defectos graves de otra persona? ¿He revelado secretos de otros? Padrenuestro, Avemaría y Gloria 8
Sexta Estación: Jesús es flagelado y coronado de espinas (Mt. 27, 26‐30) Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo: “Salve, rey de los judíos”. Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. A veces siento lástima de la gente que no controla. Dos amigas mías ya han acabado en el centro de salud por haber bebido demasiado. Se trata de pasárlo bien y de dejarse llevar. Saber llegar al límite. Beber un poco. Algún porro cuando estamos juntos. Pero nada más. Es muy fácil sentirte importante. El centro de todo. El rey del universo. Examinemos cómo cuidamos el don de nuestra propia vida. ¿He atentado contra mi vida, o mi salud? ¿Me he emborrachado o he tomado drogas? ¿Me he dejado dominar por la gula? Padrenuestro, Avemaría y Gloria
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Séptima Estación: Jesús carga con la cruz (Jn 19, 16‐17) Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado “de la Calavera” (que en hebreo se dice Gólgota). Estoy contento con mi trabajo y con mis amigos. Pero me siento al ordenador y me transformo. Conozco a gente de la que no te encuentras por la calle. Incluso a veces he quedado con chicos o con chicas. Da igual el sexo o la edad. Se trata de probar cosas distintas y de no poner límites. Soy la persona más libre que conozco. Pero, sin embargo, a veces siento que arrastro un pesado peso que me oprime y no permite apartarme de mis pasiones. Examinemos nuestra conciencia acerca de la vivencia de la pureza. ¿Pierdo el tiempo con entretenimientos inútiles? ¿Soy perezoso en el cumplimiento de mis deberes? ¿Guardo los detalles de modestia que son la salvaguarda de la pureza? Padrenuestro, Avemaría y Gloria 10
Octava Estación: Jesús es ayudado por el Cirineo (Mc 15,21) Pasaba uno que volvía del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo; y lo obligaron a llevar la cruz. El mes que viene cumpliremos dos años de casados. Aquello comenzó realmente bien. Incluso ya vivíamos juntos antes de celebrar nuestra boda. Pero desde hace un tiempo todo cambió. No sé porqué. Los primeros meses teníamos continuos detalles entre nosotros. Ahora ella sólo tiene tiempo para ir al gimnasio y para sacar al perro a pasear. Dice que es mejor no tener hijos, que su cuerpo se estropeará. Quizá tenga razón. Traer un hijo al mundo, tener a alguien a tu cargo, es echarse a los hombros una cruz que no estamos dispuestos a cargar. Examinémonos acerca de la entrega a nuestra familia y nuestra comunidad. ¿Sacrifico mis gustos, caprichos y diversiones para cumplir con mi deber de atender a mi familia? ¿Hago lo posible por superar la rutina con mi familia? ¿Antepongo el bien de mi comunidad al mío propio? Padrenuestro, Avemaría y Gloria
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Novena Estación: Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén (Lc 23, 27‐28) Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos”. Yo jamás abortaría. Tengo muy claro que eso no es lo que quiero para mí. Pero cuando mi amiga se quedó embarazada ella lo pasó realmente mal. Su novio no quiso saber nada y sus padres la animaban para que acabara con aquel embarazo. Parecía la única salida. Yo sabía que era la peor, pero me callé. Cuando mi amiga salió de aquella clínica su vida había cambiado para siempre. Las peores lágrimas no son aquellas que se lloran. Nadie le habló del sentimiento que inundaría su corazón. Examinemos nuestra conciencia en relación a la defensa de la vida de los no nacidos. ¿He abortado o inducido a alguien a abortar? ¿He practicado o colaborado en la realización de algún aborto? ¿He maltratado, de palabra o de obra, a los demás? Padrenuestro, Avemaría y Gloria
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Décima Estación: Jesús es crucificado (Mc 15, 24‐26) Lo crucifican y se reparten sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era la hora tercia cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: “el rey de los judíos”. Conozco a varias personas que han estado largos años en la cama sin poder ni tan siquiera hablar. Cada vez entiendo menos para qué sirve la vida de estas personas. Cuando no puedes disfrutar y dependes del cuidado de los demás, ¿qué sentido tiene seguir viviendo?, ¿merece la pena hacer que otros vivan atendiéndote durante años? Cuando uno puede trabajar o valerse por sí mismo al menos no es una molestia para los demás. El sufrimiento durante tanto tiempo no sirve para nada. Jesús, cada día permaneces alzado en la cruz, pero preferimos mirar para otro lado. No queremos problemas ni sobresaltos. A la luz del Señor preguntémonos cómo es nuestra defensa de la vida humana hasta su final. ¿He contribuido a adelantar la muerte a algún enfermo con el pretexto de evitar sufrimientos y sacrificios? ¿He ayudado a los demás en su sufrimiento? Padrenuestro, Avemaría y Gloria 13
Décimo Primera Estación: Jesús promete su Reino al buen ladrón (Lc 23, 39‐43) Uno de los malhechores crucificado lo insultaba, diciendo: “¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía “¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo”. Y decía “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. Jesús le dijo: “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso”. La sociedad debería estarme agradecida, pues con mi negocio puedo tener empleados y mantener a varias familias. Quizá con ellos no sea del todo justo y no les pague lo que debería. Pero son momentos difíciles y uno también tiene que arreglárselas. Para eso me he ganado una posición y he creado esta empresa. Aunque engaño al pagar mis impuestos, no lo hago tanto como sería posible. ¿Quién hay que pueda cambiar un corazón endurecido como el mío? ¿Acaso Tú, Jesús Nazareno? Los mandamientos de la ley de Dios nos dicen: No robarás y no codiciarás los bienes ajenos. ¿Retribuyo con justicia el trabajo de los demás? ¿He robado en alguna ocasión? ¿He devuelto lo robado o estoy dispuesto a hacerlo? Padrenuestro, Avemaría y Gloria
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Décimo Segunda Estación: Jesús crucificado, la Madre y el Discípulo (Jn 19, 26‐27) Jesús al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego, dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. Desde que soy muy pequeña he sido devota de la Virgen. Son cosas que hay que creer porque son tradición. El día de tu fiesta es el más importante. Sin embargo, cuando regreso a mi casa no dejo que entres en ella. Te dejo fuera. No vaya a ser que de verdad te adueñes de mi corazón y tenga que cambiar de vida. En la procesión no me da ninguna vergüenza decirle vivas a la Virgen. Pero sí me avergüenzo cuando tengo que respetar la dignidad de los demás, incluso la de mi propio cuerpo. Los mandamientos nos recuerdan: no cometerás actos impuros, no consentirás pensamientos ni deseos impuros. Miremos nuestro corazón. ¿Me he entretenido con pensamientos, recuerdos o deseos deshonestos? ¿He realizado actos impuros? ¿Es el amor verdadero el fundamento de mi noviazgo o de mi matrimonio? Padrenuestro, Avemaría y Gloria
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Décimo Tercera Estación: Jesús muere en la cruz (Lc 23, 44‐46) Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”. Y, dicho esto, expiró. Mi marido y yo estamos verdaderamente angustiados. Él no es capaz de encontrar un trabajo. Ya hace dos años que le despidieron. Yo llevo ya seis meses sin cobrar. El jefe cada vez es más exigente con nosotros y no sé dónde va a ir a parar todo esto. A mi alrededor solo veo tinieblas. No sé si Dios me ha abandonado. En ocasiones, desearía morir. Examinemos nuestra conciencia a la luz del quinto mandamiento: no matarás. ¿He sido negligente o he puesto en peligro mi vida y la de los demás? ¿He llegado a herir o quitar la vida al prójimo? ¿Tengo enemistad, odio o rencor hacia alguien? Padrenuestro, Avemaría y Gloria
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Décimo Cuarta Estación: Jesús es depositado en el sepulcro (Jn 19,41‐42) Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús. Siento mucha emoción cuando se acerca la Semana Santa. Son cosas que aprendí de pequeño y que no se olvidan. Las costumbres son sagradas para mí. Pero cuando llega el Viernes Santo rodamos una pesada losa en la puerta de tu sepultura. No es necesario que resucites y que vengas a cambiar mi vida. Preguntémonos acerca de nuestro deseo de conocer mejor la fe que la Iglesia nos transmite. ¿Trato de aumentar mi fe y mi amor a Dios? ¿Creo lo que enseña la Iglesia Católica? Padrenuestro, Avemaría y Gloria
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STABAT MATER DOLOROSA 7. Fac me vere tecum flere, Crucifixo condolere, Donec ego vixero. Juxta crucem tecum stare Te libenter sociare In planctu desidero.
Stabat Mater dolorosa Iuxta crucem lacrimosa, Dum pendebat filius. Cuius animam gementem Contristatam et dolentem Pertransivit gladius. 2. O quam tristis et afflicta Fuit illa benedicta Mater unigeniti Quae maerebat et dolebat. Et tremebat, cum videbat Nati poenas incliti.
8. Virgo virginum praeclara, Mihi jam non sis amara, Fac me tecum plangere. Fac ut portem Christi mortem, Passionis eius sortem Et plagas recolere.
3 Quis est homo qui non fleret, Matrem Christi si videret In tanto supplicio? Quis non posset contristari, Piam matrem contemplari Dolentem cum filio?
9. Fac me plagis vulnerari, Cruce hac inebriari Ob amorem filii, Inflammatus et accensus, Per te virgo sim defensus In die judicii.
4. Pro peccatis suae gentis Jesum vidit in tormentis Et flagellis subditum. Vidit suum dulcem natum Morientem desolatum Dum emisit spiritum.
10. Fac me cruce custodiri, Morte Christi praemuniri, Confoveri gratia. Quando corpus morietur Fac ut animae donetur Paradisi gloria. Amen.
5. Eja mater fons amoris, Me sentire vim doloris Fac ut tecum lugeam. Fac ut ardeat cor meum In amando Christum Deum, Ut sibi complaceam. 6. Sancta mater, istud agas, Crucifixi fige plagas Cordi meo valide. Tui nati vulnerati Tam dignati pro me pati, Poenas mecum divide!
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(Traducción) 7. Déjame llorar contigo condolerme por tu Hijo mientras yo esté vivo. Junto a la Cruz contigo estar y contigo asociarme en el llanto es mi deseo.
Estaba la Madre dolorosa junto a la Cruz, lacrimosa, mientras pendía el Hijo. Cuya ánima gimiente, contristada y doliente atravesó la espada.
8. Virgen de Vírgenes preclara no te amargues ya conmigo, déjame llorar contigo. Haz que llore la muerte de Cristo, hazme socio de su pasión, haz que me quede con sus llagas.
2. ¡Oh cuán triste y afligida estuvo aquella bendita Madre del Unigénito!. Languidecía y se dolía la piadosa Madre que veía las penas de su excelso Hijo.
9. Haz que me hieran sus llagas, haz que con la Cruz me embriague, y con la Sangre de tu Hijo. Para que no me queme en las llamas, defiéndeme tú, Virgen santa, en el día del juicio.
3. ¿Qué hombre no lloraría si a la Madre de Cristo viera en tanto suplicio? ¿Quién no se entristecería a la Madre contemplando con su doliente Hijo?
10. Cuando, Cristo, haya de irme, concédeme que tu Madre me guíe a la palma de la victoria. Cuando el cuerpo sea muerto, haz que al ánima sea dada del Paraíso la gloria. Amén.
4. Por los pecados de su gente vio a Jesús en los tormentos y doblegado por los azotes. Vio a su dulce Hijo muriendo desolado al entregar su espíritu. 5. Oh, Madre, fuente de amor, hazme sentir tu dolor, contigo quiero llorar. Haz que mi corazón arda en el amor de mi Dios y en cumplir su voluntad. 6. Santa Madre, yo te ruego que me traspases las llagas del Crucificado en el corazón. De tu Hijo malherido que por mí tanto sufrió reparte conmigo las penas. 19