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Entrevista: El molino de Senet y de Aneto: ¡una utopía hecha realidad
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Desde los tiempos más remotos, el ser humano, al sedentarizarse, aprovechó racionalmente los recursos naturales originales para su supervivencia cotidiana. Mucho antes de la aparición del hombre en la Tierra, la naturaleza con su paisaje primitivo y indómito era la primera, con sus montes y bosques, manantiales y ríos, mares y costas, etc. Al mismo tiempo que la tecnología se iba desarrollando, el hombre amansó y dominó la energía salvaje de algunos elementos naturales para canalizarla y explotarla en beneficio propio. El agua necesaria e imprescindible para la vida fomentó no sólo la agricultura i la ganadería sino también la artesanía y la industria incipiente, lo que generó riqueza en una zona pirenaica del Alto Aragón y Cataluña: la cabecera de la Noguera Ribagorzana. El molino de Senet i de Aneto, vulgarmente llamado la Mola y las dos serrerías colindantes han ido sembrando a lo largo de la Noguera Ribagorzana, en la zona del Salencar de Senet, un perfil arquitectónico de tres edificios industriales, construidos con piedras, maderas y pizarras del mismo terreno, e integrados armoniosamente en el paisaje. Las tres actividades industriales funcionaron hasta finales de la primera mitad del siglo XX. En aquellos tiempos, se explotaba la naturaleza sin dañarla, al contrario, valorando con la labor humana, la creación de paisajes naturales o culturales. En esta entrevista se pretende, primero, recordar una actividad tradicional del valle de Barravés: la molienda de cereales, que antaño tuvo una gran relevancia económica y social, con un uso razonable del agua que discurría libremente por barrancos y ríos. En efecto, la fuerza del agua movió, primero, la piedra para hacer harina y luego las sierras para cortar madera. Un recurso ofrecido gratuitamente por la naturaleza que se utilizó después, alrededor de los años veinte, discreta y en sabio equilibrio para producir los primeros kilovatios para iluminar las casas y algunas calles de los pueblos de Aneto y Senet. En una época, en que se valoraba el uso de los recursos naturales sólo con criterios de factibilidad y productividad, de técnica y economía a nivel local. Está claro entonces que a principios del siglo pasado, se utilizaron los recursos naturales como una herramienta de medida de las necesidades vitales básicas para superar la gran precariedad socioeconómica i las malas condiciones de vida en áreas de bienestar tan deseado. Para sacar del olvido y dar a conocer a las jóvenes generaciones una actividad artesanal del siglo pasado, actividad hoy en día obsoleta y abandonada por razones de crecidas de la Noguera Ribagorzana, avances tecnológicos y desidia humana, hemos entrevistado a Àngel Puyol Peguera (+ 2009), del pueblo de Aneto. Un testimonio fehaciente, de primera mano, ya que ha conocido y participado en primera persona, del funcionamiento de molienda y producción de electricidad de la Mola de Senet y de Aneto.
Ángel, ¿usted ha conocido la antigua Mola de Senet?
Ah!! Ya lo creo. Viví y trabajé allí durante cinco años.
¿Y qué hacía?
Pues mi padre llevó y se ocupó del funcionamiento y del mantenimiento durante cinco años, pero no seguidos, un año sí, otro no.
¿Toda la familia vivía en la Mola?
Allí estábamos todos. Mi padre, Manel, mi madre Isabel, mi hermano, Pepito, y mi hermana, Pilar.
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¿Dónde estaba situada esta mola?
A la salida del pueblo de Senet; a la izquierda del camino que iba als Plans y al Hospital de Vielha.
¿Qué había a sus alrededores?
Pues, a levante, había prados El Tou de casa de Mosenjuan, otro prado de ca de Chumbringué, otro de Lafont y de Marieta. Ah! Había también una acequia con un badívol que llevaba el agua, cuando la Mola estaba cerrada.
Pero, tocando a la Mola… a su lado.
Había una tierra, el Campet, cultivada por el molinero, se hacían allí, patatas, coles, remolachas... El que estaba allí de arrendador solía criar algún bicho: gallinas, cerdos, conejos... Se cultivaba un huerto que estaba allí, en la puerta de la misma Mola.
Y al otro lado, hacia poniente.
Nada, un salencar! Ah sí, un poco más arriba, la serradora de Senet y no lejos de allí la serradora de Casa Bernaduco de Aneto.
¿Y el edificio de La Mola, cómo era?
Como una casa tradicional, un edificio de piedra de dos plantas. En la planta baja estaba la piedra de moler accionada por un rodete de madera que iba rodando y la mola funcionaba de esta forma y así se molía el trigo, el centeno, la cebada o lo que fuese.
Entonces tenía un uso exclusivamente agrícola...
Al principio sí, pero en el año 1925, se transformó, se puso una turbina con un transformador y dinamo para hacer luz para los dos pueblos.
Una doble función...
Obligado! Durante el día, se molía el trigo y por la noche se hacía luz. El sistema era tal que si molías no podías hacer electricidad y si hacías electricidad, no podía moler.
¿Por qué?
El caudal del agua no daba bastante capacidad, entiendes?
Y la vivienda para el molinero y su familia...
¡No estaba mal! En la planta de arriba, había un fuego de leña tradicional, la cocina colindante, una salita de estar que servía también de comedor, y las habitaciones.
¿Y el agua para hacer funcionar la Mola, de dónde venía?
De la Noguera Ribagorzana. Más o menos, donde hoy en día hay la subestación de la central de Moralets, se hacía un pantano con palos y fajos de boj, lo que llamábamos la Peixera, donde se recogía agua suficiente y después por una acequia de unos 500 metros la llevábamos hasta el molino. Un poco antes de llegar al molino, había un pequeño pozo para recoger los residuos, las hojas y después un depósito general llamado el Pou.
Y cómo fulano o mengano, desempeñaban el cargo de molinero?
El molino estaba administrado por una Junta de seis miembros elegidos, tres de Aneto y tres de Senet. El primero de enero, después de comer, la Junta se reunía con el molinero delante de la puerta del molino, a no ser que hiciera mal tiempo, porque en enero ya sabes, Navidad, como va la cosa! En caso de mal tiempo, se dejaba para el domingo siguiente, el día de Reyes.
Y entonces...
A pasar cuentas! El molinero presentaba los gastos e ingresos. No olvides que se cobraba una peseta por bombilla cada mes, lo que correspondía a una acción!
¿Y de moler?
Por regla general, no se cobraba en metálico, sino con una medida: el almud, más o menos un litro, o medio almud por una carga. Claro, quien no quería que le quitaran la medida de trigo, un suponer, en mi época, pagaba un duro, por moler un saco de cereal!
¿Y como se terminaba la reunión?
Con la subasta para atribuir el cargo de molinero.
Se presentaba mucha gente para este trabajo?
No creas. Era un trabajo muy obligado, no te podías mover y además no daba mucho negocio. No era un oficio muy concurrido.
¿Tenía algunas ventajas, no?
Claro, para quien no tenía casa ni oficio seguro, era una solución momentánea, esperando tiempos mejores. Para mi padre, era un complemento para salvar unos mermados ingresos de las peonadas de albañil que hacía.
¿Era un contrato para cuántos años?
Normalmente un año, pero hubo períodos, cuando no se encontraba a nadie, que igual la Junta te concedía dos o tres años. Depende.
¿En qué consistía el trabajo del molinero?
Pues era doble. Primero, la molienda de cereales: se proveía de harina a los vecinos de Senet y Aneto. Había un día de la semana fijo para moler. A suponer, el jueves. Además, había casas fuertes, que a principios del invierno, se reser
vaban todo un día para moler. Ese día era dedicado exclusivamente a esa casa.
¿Y cómo era?
El día concertado de antemano, por la mañana, llegaba el dueño de la casa con una carga (dos sacos) después iba a buscar otra carga y de vuelta ya se llevaba la harina a casa.
A partir de 1925 con la instalación de la turbina...
Oh, entonces ya se complicó el asunto. Tenías que vigilar la producción eléctrica, que no hubiera averías... Ir a menudo a limpiar la acequia, sacar las hojas y la suciedad, reparar la línea y arreglar los hilos. Cuando caía un poste tratabas de arreglarlo, si no podías, lo decías a la Junta y con la ayuda de la gente de los dos pueblos se arreglaba, claro, solo no podías. Es que en esta zona, hay mucho viento y en invierno, turberas!
Esta partida de terreno siempre ha sido peligrosa, no?
Verás, te explicaré dos anécdotas. Un año, creo que el 1939, un 25 de marzo, había caído unos seis palmos de nieve y mi padre, en paz descanse, estaba de molinero. Por la mañana vinieron los abuelos de Joanet, Casòs, Feixa y Bernaduco con un criado y nos dijeron “marchad de aquí, igual os entierra el alud!”. En efecto, a mediodía, bajó el alud y lo arrasó todo! Otra vez, en otoño, después de una fuerte tormenta, hubo una avenida torrencial. Yo he visto entrar agua por la puerta del Pou que decíamos y salir por la otra punta por la puerta de entrada del molino. A mi, me sacaron a hombros, yo era un crío, entonces!
¿Cómo la electricidad llegaba hasta los dos pueblos, el Molino estaba bastante lejos?
Había una línea general hasta la Pena y desde allí una derivación que iba, una a Aneto y otra a Senet.
¿Usted que se ha ocupado del mantenimiento de las líneas, era un trabajo difícil?
Difícil no, no se tiene que exagerar, hombre, pero era una responsabilidad y una servidumbre. Cuando la luz bajaba por la noche, tenías que levantarte para quitar las hojas de la reja del canal, por ejemplo.
¿Recuerda algunas figuras del Molinero?
Yo he conocido al Comet des Cabanases de Barruera, se llamaba Tomás y su mujer, Pepeta, montó un comercio, una cantina a casa Ros de Baix de Senet. Fue uno de los que estuvieron bastante tiempo allí.
Y también su padre Manel
Claro, con Martinero de Senet, el padre de Ramón de la Martina que conoces, de joven allí aprendió de mecánico, la mecánica era su afición, lo montaba y lo desmontaba todo, el motor… Era su afición. Era en tiempo de los maquis!
¿Siempre gente del país... no?
Al final, vinieron dos hermanos Manuel y Pepito del pueblo de les Esglèsies, cerca de Xerallo. Pepito, el Musiquet, tocaba el acordeón para las fiestas de la comarca!
Y las serradoras vecinas, cómo funcionaban?
La serradora de Senet se regía con los mismos procedimientos que la Mola y la de ca de Bernaduco de Aneto, era privada .Yo, a los que más he visto trabajar en la serradora de Senet es a Mossenjuan, Guillem y Vicent. Y a la del Bernaduco, al pobre Pedro, siempre al tajo, el pobre hombre, hasta una vez, se le helaron los pies!
¿Cualquiera podía llevar un árbol a serrar?
Claro, llevabas el tronco, te hacían tablas o tablones. El serrador cobraba una tabla de cada tronco que serraba. La tabla del medio, naturalmente, era la mejor. Después, estas tablas, se iban a vender con cargas de mulas o yeguas a Vilaller o a Pont de Suert para ganar algunos cuartos.
¿Y este barrio artesanal del Salencar con las tres molas, hasta cuándo duró?
Pues, hasta la construcción de la Central de Senet (1945- 1946). Entonces, se hizo la presa, por encima de las tres molas y se quedaron sin agua. Además, la riada de octubre de 1963 se lo llevó todo, lo arrasó todo! Ahora no queda nada, todo está lleno de grabas y arenas.
Y ¿cómo la gente reaccionó después de una catástrofe de tal magnitud, se intentó...
Nada, nada de eso! La riada fue terrible, como una ola gigantesca, desplazó miles de metros cúbicos de runa, dejando un rastro de más de un metro de jarcia!. Sabes, no se pudo recuperar nada. La devastación fue total en la zona. Además, en aquellos años, no había medios ni capacidad para ayudar a esta desfavorecida comarca afectada.
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Hoy, casi nadie sabe dónde estaba la Mola y a los jóvenes no les importa un rábano! Después de 43 años y pico de su destrucción ya es hora de pasar página, ala, va, punto y parte!
Al principio pues, en el Salencar de Senet, sólo había un molino harinero, mancomunado y utilizado por los dos pueblos: Senet y Aneto. A todas luces, este molino harinero aunque funcionara de maravilla no estaba inscrito, ni de propiedad ni mercantil, es como si administrativamente no existiese. Luego, el 25 de marzo de 1926 se pasó a una etapa industrial, no sin dificultades. En efecto, a la tarea tradicional de la molienda de cereales, se le añadió una turbina para producir electricidad para ambos pueblos. Para sufragar los gastos ocasionados por la inversión del capital para la compra, el transporte y la instalación de la maquinaria, se constituyó una sociedad de 106 acciones: 30 vecinos de Senet compraron 60 acciones y 20 vecinos de Aneto 46 acciones para instalar la maquinaria adecuada, para la molienda de cereales u otras materias y para la producción de la fluido eléctrico, con destino al alumbrado de sus respectivas casas i pueblos. Valero Palacín Peguera, de Casa Blasi de Senet, abanderó la propuesta de normalizar la situación administrativa y fue encargado de establecer un expediente y escritura del edificio del Molino de Senet y Aneto, situado en Senet, partida de Peguera, de una superficie de 20 metros cuadrados, lindes con tierras del mismo molino; derecha, con comunal; izquierda, vía pública y espalda, con terreno del mismo molino. La buena acogida que tuvo entre los vecinos esta iniciativa hizo que los trámites se llevaran a cabo en seguida. En efecto el 25 de marzo de 1926, en Vilaller, ante el notario de Pont de Suert, Don Virgilio Sebastián Sanz, se levantó una escritura de 15 cláusulas que reglamentaban la administración y el mantenimiento de las instalaciones de la Mola, gracias a una Junta de tres miembros de Senet y tres de Aneto. Cabe recordar que el mismo año, la escritura se presentó al Registro de la Propiedad de Tremp y la finca fue inscrita con el número 1217 N, olvidando desgraciadamente inscribir y registrar el Salto. Unos veinte años después, se tuvo que superar otra peripecia. Efectivamente, a finales de la primera mitad del siglo XX, con el proyecto de la central hidroeléctrica de Senet, por parte de la ENHER, los dos pueblos afrontaron, con grandes apuros, otra fase de papeleo administrativo y de escaramuzas periciales. Al enterarse la Junta del molino, que en el Boletín Oficial se había publicado un aviso que rezaba: que si en un plazo reglamentario de seis meses todos los aprovechamientos hidráulicos situados en la cuenca de la Noguera Ribagorzana no fueran inscritos y registrados en el Registro de la Propiedad y en el Registro de Aguas, no serían considerados ni respetados. A las claras, los argumentos expuestos en el Boletín ponían en entredicho la propiedad del Molino. Entonces, la Junta compuesta por Casòs, Guillem y Mosenjuan de Senet y Bernaduco, Feixa y Puyol de Aneto, guiados por el sentido común, se reunieron, de tapadillo, para sacar pecho y contrarrestar las pretensiones de ENHER e impedirle de meter las narices en La Mola. La Junta, poco experta en asuntos de tramitaciones burocráticas, pero dispuesta a no dejarse avasallar pidió el asesoramiento de un maestro de Pont de Suert que también se dedicaba a solucionar los problemas y rompecabezas de gestoría. El maestro se dio cuenta que esta compleja cuestión no era de su competencia y dirigió el expediente a su hermano mayor, abogado en Lérida. El abogado sentenció que la única solución que el aviso del Boletín Oficial no pudiera salir a efecto y evitar así una expropiación era pedir al Presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) a Zaragoza, Fernando Fich, una prórroga y durante este período aprovechar el término para formar parte del Registro de la Propiedad de Tremp. La instancia acicalada por un abogado sagaz siguió su curso normal y al fin y al cabo, llegó a buen puerto puesto que otorgó una prórroga de un año. Con mucha diligencia la Junta acudió al notario de Pont de Suert, Antoni Seu, para realizar el acta, descuidando, en la euforia, consignar con exactitud las medidas precisas del caudal del Salto.
Pocos meses después, visto el fallo de la certificación notarial, la CHE para torpedear los planos de la Junta, programó una inspección de los aforos de todas las aguas, tanto de La Mola como de las dos serradoras. El asunto pintaba mal porque, en ese momento, todas las infraestructuras estaban en malas condiciones: una riada, como solía ocurrir se había llevado las presas y las acequias estaban secas. No obstante, la gente de ambos pueblos no estaban dispuestos a comulgar con ruedas de molino y por consiguiente, para que los derechos de La Mola y las dos serradoras no fueran deshechos, se determinó que todos juntos echarían una mano para recoger las vigas esparcidas por el Salencar y para rehabilitar las presas y acequias optimizando así los recursos de los aprovechamientos hidráulicos. En efecto, un fracaso el día de la inspección hubiera sido perjudicial para afrontar el futuro! Una vez hechas las obras, el conjunto hidráulico funcionaba admirablemente. Una mañana de verano, el 15 de julio, los inspectores se presentaron, tomaron las medidas de la serradora que funcionaba: 820 litros por segundo; y La Mola parada, 1.620 litros por segundo. A mediodía, los inspectores se fueron a comer a Pont de Suert; sin embargo, por la tarde, se presentaron de nuevo, porque les parecía que era una barbaridad el caudal de agua que allí había. Por lo tanto, la segunda verificación dio los mismos resultados que por la mañana y asistidos por la razón y la justicia se inscribieron en el Registro de aguas. Por fin, como durante las largas negociaciones con la prepotente E.N.H.E.R no se aceptó ni retoques ni rebajas; en aquella época, la gente no se dejaba despreciar y no cambiaba a blanco o negro por un plato de lentejas, pues se fue a la expropiación forzosa y urgente. El expediente, se formalizó, al final, con una concesión de 89.000 Kwh anuales. Al fin y al cabo, fue una solución airosa para la defensa probada de los derechos del Molino ya que las ambiciones de la empresa hidráulica quedaron sin gas. Sería ilusorio comparar las generaciones, dos épocas separadas por un siglo de distancia. La sociedad contemporánea se aleja mucho del respeto de tiempos atrás por los bienes comunes. Tomar ejemplo de aquellos antepasados que apostaron por la defensa de un Molino en beneficio a toda una comunidad, dispuestos a asumir, sin servilismo, la tarea de tirar adelante este proyecto, no sin vencer grandes obstáculos, demostrando que la unión puede representar una herramienta de desarrollo, progreso y bienestar. Para terminar, es hora de rendir un cordial homenaje a aquellos precursores pioneros que pusieron en marcha una importante infraestructura hidráulica que conllevó un cambio útil en la vida cotidiana de la gente de los pueblos de Senet i de Aneto. Navidad Peguera Peguera Casa Seyra (Aneto)