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La necrópolis deth Harò de Garòs (Naut Aran, Val d’Aran

la necrópolis del harò de garòs naut aran, val d’aran

Garós es una población que pertenece al término municipal del Naut Aran. La necrópolis paleocristiana llamada “deth Harò”-nombre que proviene de la antigua tradición pagana consistente en quemar un tronco clavado en el suelo el día del solsticio de verano, es decir, para San Juan- está situada en una pequeña elevación en el margen derecho del río Garona. Se puede acceder al yacimiento desde la vecina población de Garós, que se encuentra a unos 150 metros por el Camin deth Calvari –Camino del Calvario–. Desde su parte más alta, a una altitud máxima sobre el nivel del mar de 1.122 m, se dominan los núcleos de Casarilh, Escunhau, Betren y Vielha, así como un área bastante extensa del valle del Garona. Se encuentra rodeada, al norte, por los huertos de los vecinos y la Sarrada d’Espiargo; al sur, por el Camin deth Calvari que motivó en su momento la excavación con urgencia ya que en la extracción de tierras para ensancharlo y bastir un acceso para los prados de la parte superior fue cuando se descubrieron las primeras tumbas al ser éstas seccionadas por la excavación; por el este está flanqueada por la población de Garós y finalmente por el lado oeste y completando la delimitación, el barranco de Cal por donde en invierno baja una de las aludes más importantes del Valle.

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El yacimiento

Los primeros trabajos llevados a cabo el año 1993 fueron motivados por el descubrimiento hecho por el arcipreste del Valle de Aran, el sacerdote Jusèp Maria Amielh, a finales del mes de junio, de una gran cantidad de huesos y de tres tumbas en un margen donde hubo extracción de tierras durante las obras de mejora del Camin deth Calvari. Esto pasó casualmente ya que el sacerdote seguía los trabajos de los operarios con el objetivo de encontrar la base de la última cruz de este camino, es decir, la catorceava estación de este recorrido que ha mantenido la mayoría de las estaciones del Vía Crucis, consistentes en piedras cilíndricas de mármol con una cruz gravada en el centro de todas ellas y, según la tradición popular, la última estación contemplaba la existencia de una peana de las mismas características, más una cruz de grandes dimensiones encima. Esta base, al final de la campaña, apareció en el centro de la necrópolis, a pesar de que unos desaprensivos la tumbaran y la hicieran rodar por la pendiente de la cara sur del yacimiento, hasta hacerla llegar al fondo del Garona. Las excavaciones realizadas con índole de urgencia comenzaron el día 10 de Julio y finalizaron el día 5 de Agosto. Se excavó una cala que formaba un rectángulo imperfecto de 11 x 5 metros, sin dejar ningún testigo, que ya venían marcados por los laterales norte y oeste. Se

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empezó en el lugar donde habían quedado interrumpidas las obras de la excavadora y continuaron ahondando en extensión hasta llegar a un total de 47 m 2 . Se rebajó el espacio entre 10 y 140 cm hasta llegar al nivel natural de los márgenes, que era el que mostraba los recortes hechos en bastir las tumbas. Se pudo comprobar que la llamada necrópolis estaba vertebrada en fosas, todas ellas orientadas hacia la salida del sol. Al excavar la zona hallaron 21 sepulturas de buena factura (de las que tan sólo se abrieron 14 por falta de tiempo). Estos entierros corresponden a cronologías que pueden ser situadas entre el siglo V y la VIa centuria, según los resultados extraídos a partir del material cerámico encontrado. Esta datación es producto de la aparición de un vaso de terra sigillata clara D paleocristiana naranja (forma 15ª de Rigoir) de producción aquitana bajo una de las tumbas infantiles. Esta cerámica es una clase que se distingue por su barniz bastante degradado anaranjado y por la pasta del mismo color. La decoración es a ruedecilla y formada por una seriación de círculos de línea simple, unidos dos a dos a través de unos temas vegetales verticales; el acabado es bastante elemental y está constituido por una línea de medias lunas. El número de fosas localizadas no indicaba la densidad total de la necrópolis, ya que el aspecto general del yacimiento nos hacía pensar que las tumbas halladas tan sólo representaban una muestra del conjunto sepulcral que tuvo lugar en otro tiempo. Este cementerio, podemos asegurar, tenía una extensión bastante más grande por el lado oeste y la parte norte.

Campaña de 2008

La campaña se inició por la parte superior del yacimiento, debido a que la parte inferior quedó agotada en la primera campaña de hace ya 15 años. Se abrió una extensión de 10 x 6m, es decir 60m 2 . En primer lugar se rebajaron todos los niveles tanto orgánicos como los materiales arrastrados por el alud que cae del barranco de Cal que afectaba al área de actuación. Estos trabajos se efectuaron mediante una máquina retroexcavadora mixta aprovisionada de pala de limpieza y pala cargadora. Tan sólo se rebajaron entre 63 y 68 cm a máquina, ya que a partir de esta profundidad empezaron a aparecer los restos de las primeras cubiertas de las tumbas situadas en este lugar elevado. Cuando afloraron los niveles arqueológicos se paró la actuación de la acción mecánica para

poder iniciar la actuación arqueológica de forma manual. Al mismo tiempo que se rebajó el terreno, empezó a derribarse el muro de grandes piedras construido por los payeses. En total se desmontaron 11 metros. Cuando se terminó el trabajo con ayuda de la retroexcavadora, el resto se hizo de forma manual, rebajando a la parte superior del lugar entre 63 y 1,40 metros para dejar al descubierto la parte superior de todas las cubiertas de las tumbas de losas situadas en esta parte de la necrópolis, así como también una estructura construida con posterioridad donde se dejó de enterrar. Por lo tanto en la parte superior del lugar se localizó una estructura de época intermedia construida con la técnica de piedra seca hecha con barro verdoso que contenía en su extremo sur elementos reutilizados (basa de columna y piedras trabajadas). Ésta se asienta por encima de otra pared con orientación norte-sur más antigua. Ambas son posteriores a la necrópolis ya que se asientan sobre una tumba y tallan tres más. Asimismo, a medida que se desarrolló la campaña observamos, cuando iniciamos los trabajos de la parte baja del yacimiento, que esta estructura estaba asentada encima de más sepulturas, éstas ya correspondientes a la fase Paleocristiana. De esta fase del Alto Medieval hemos localizado 24 tumbas, de las cuales hemos excavado 21. Hay que decir, no obstante, que además de éstas nos han quedado marcadas en el corte de la campaña un total de 4 tumbas más, demostrándonos que la fase medieval se extiende en dirección norte, este y oeste. Frente a la extensión del yacimiento y de las prioridades marcadas por nosotros mismos en el inicio de la campaña, se ha decidido que estas tumbas queden como una reserva arqueológica, ya que el día de mañana las técnicas se habrán desarrollado más y cuando sea de interés para la comunidad científica se podrán excavar para poder extraer información de los cadáveres cosa que hoy en día es inviable debido a los costes (ADN) y al estado actual de las técnicas de laboratorio que aún no están lo suficientemente desarrolladas. Podemos diferenciar esta fase de enterramiento de la localizada hace ya 15 años ya que entre los dos estadios hemos localizado un estrato muy oscuro formado por piedras de considerable tamaño que las separa. Éste posiblemente sea producto de algún desprendimiento de piedras y tierra producido con posterioridad a la utilización de este paraje como lugar de entierro en época Paleocristiana (siglo V-VI

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d.C.). Las tumbas las encontramos dentro de un corte de planta rectangular con los extremos redondeados y de orientación este-oeste. Las cistas o tumbas de losa son construidas con losas verticales que forman una caja que puede ser rectangular o trapezoidal. Éstas están cubiertas con diversas losas situadas horizontalmente encima de la caja. Para evitar filtraciones o el acceso de animales encontramos pegotes de barro verdoso sellando las fisuras entre las piedras. Además, a ambos lados de la cabeza encontramos, de forma mayoritaria, dos piedras (que suelen ser de piedra tosca o blanda) que tienen como función que no se ladee la cabeza del difunto. En cuanto al tema del ajuar, podemos decir que tan sólo hemos localizado un objeto metálico en una de las tumbas, la función del cual hoy en día se desconoce. En lo que se refiere al ritual observamos que todas las tumbas están orientadas hacia la salida del sol con el matiz que entre estos entierros y la fase más antigua o Paleocristiana encontramos una clara diferencia en el momento de efectuar el entierro. En éstos (alto medieval) una vez se ha depositado el cadáver dentro de la cista, éste es cubierto con tierra a diferencia de la fase paleocristiana donde encontramos que los cadáveres no están cubiertos con tierra a excepción de una tumba. Una vez agotada esta fase situada en la parte más elevada del lugar, conectamos con las tumbas que hacía 15 años dejamos al corte de la actuación. Éstas se omitieron delante la imposibilidad de abrirlas, ya que nos quedamos por debajo del muro que en esta campaña hemos derribado para poder trabajar en extensión en el yacimiento. Esto nos ha permitido unificar los registros arqueológicos de las dos temporadas y recoger en una misma documentación gráfica y planimétrica ambas actuaciones. En total estas tumbas situadas en el corte eran 7. Podemos decir que en una hemos localizado un elemento material bastante interesante para poder situar cronológicamente esta fase de entierros. Se ha localizado un vaso de cerámica al lado de la cabeza de la sepultura que corresponde con la cronología del localizado hace 15 años. Seguramente relacionado con una ofrenda alimentaria (después de los análisis pertinentes podremos averiguar si era líquida o sólida). Como llevábamos un buen ritmo de trabajo decidimos abrir por debajo del camino de acceso a las fincas situadas en la parte alta del yacimiento (de hecho gracias a las obras llevadas a cabo en éste, el año 1993 se encontró el yacimiento…) y de esta manera conectar de manera definitiva las dos campañas para así completar la planta del yacimiento Paleocristiano situado en la parte baja del lugar. Como resultado de la unificación de las dos temporadas, al finalizar la de este año podemos decir que hemos localizado 42 entierros (entre las dos actuaciones) correspondientes a la fase más antigua (siglos V-VI d.C.). Esto ha representado un gran esfuerzo, debido a que hemos abierto un espacio de 8 x 5 dándonos un ámbito de 40m 2 , además de los ya abiertos en la parte alta y en la zona del corte. Hablamos de esfuerzo sobretodo porque hemos tenido que rebajar este ámbito entre 60 cm y los 1,45 m., generando un volumen de tierra ingente. El afán ha sido gratificado, ya que se han localizado más entierros antiguos y en otro también se ha localizado un vaso de cerámica de las mismas características del nombrado anteriormente. Además de los entierros localizados en la campaña de 1993, se han encontrado 12 más, de los cuales por falta de tiempo material tan sólo hemos abierto 7. Asimismo podemos constatar que por debajo de éstos aún se intuyen más pero hemos decidido dejarlos como reserva arqueológica para el futuro. Con estos primeros resultados podemos avanzar algunas conclusiones iniciales, teniendo presente que aún faltan los estudios antropológicos, las dataciones por C14 y diversos análisis para efectuar. La excavación ha permitido establecer una valoración precisa de la necrópolis. Es evidente que se trata de una zona minera enmarcada en un momento clave entre la Baja Edad Antigua y Alto Medieval, que podrá ser de vital importancia para el conocimiento de la población de esta región. Uno de los principales motivos de la presencia

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romana en el Valle de Aran era la necesidad de garantizar el libre tránsito por la arcaica ruta de comunicaciones, de gran interés tanto económico como militar, que unía la ciudad situada en Comenges, Lugdunum Convenarum, con la población ubicada en el Pallars Jussà d’Aeso. La eficacia de esta política se confirma con el gran desarrollo de carácter socioeconómico sufrido por esta región y que se refleja en la gran cantidad de restos de época romana, sobretodo de cronología Bajo Imperial. Sobre el terreno, las señales de esta expansión en la zona en esencia consisten en una gran densidad de elementos de condición funeraria como son los frontales de urna, las estelas y también las inscripciones. El sistema de incineración continuó y fue de un uso generalizado, subsistiendo con más exclusividad que en otros lugares del imperio. El gran número de fragmentos de frontales de urnas funerarias de mármol encontradas en el Valle de Aran, implica este rito. Vemos crecer la costumbre importada por la civilización romana de perpetuar la memoria de la personalidad del difunto con su imagen sobre el mármol funerario. La cara anterior de la caja lleva los bustos; éstos son extremadamente estilizados y a veces reducidos siendo en las fosas más rústicas groseramente esculpidos y rodeados de signos astrales. Parece ser que aproximadamente durante el transcurso del siglo III, la inhumación empieza a generalizarse y al final reemplaza la incineración en la zona de Comenges. Más tarde, cuando es la regla, los cuerpos están situados dentro de sarcófagos de mármol en forma de caja alargada, con los lados verticales o exvasados. En los pequeños cementerios de los pueblos rústicos de las regiones colindantes, los sepulcros de losa están elaborados con grandes piezas trabajadas o serradas, dispuestas variablemente según sus dimensiones. Nosotros a partir de este material cerámico aparecido en nuestra necrópolis, podemos afirmar que la fase más antigua data de finales del siglo IV o principios del V d.C. hasta el VI. Esto implica que en nuestra zona los ritos vinculados con el cristianismo (es decir la inhumación) llegaron un poco más tarde debido al emplazamiento montañoso y tal

vez lo pudiéramos relacionar con la inestabilidad que durante este periodo se vive en las llanuras de Comenges y Coserans. Esta necrópolis podría formar parte de un pequeño núcleo de población emigrada de los alrededores de Lugdunum Convenarumy emplazada en Garós, estando por este motivo el Valle de Aran influenciado por pequeños grupos cristianos en una época bastante antigua, al contrario de otras zonas donde esta religión y forma de entender la vida llegaron bastante más tarde. La presencia de estas necrópolis simples podría constituir el indicio de la existencia de pequeñas comunidades, dedicadas a la agricultura o a la ganadería, o bien a la explotación de una economía mixta de subsistencia, que con el paso del tiempo iría dando lugar a la creación de una serie de vici o villaeestablecidas durante los primeros siglos. Se planteó la hipótesis que debido a la toponimia del lugar, esta necrópolis intentara cristianizar este lugar donde se efectuaban ritos de carácter pagano, como es la crema del Hàro en el día de San Juan. Más tarde vimos que además de existir fosas infantiles, el resto era compuesto por inhumaciones de gente adulta. Cuando tengamos el estudio antropológico nos permitirá confirmar que la altura de esta gente era baja, factor que nos hizo plantear al principio del trabajo una serie de dudas sobre la identidad de la población enterrada en este lugar. En el momento de datarlo, se han tenido que descartar los paralelos tipológicos, ya que todos se sitúan en un contexto histórico y arqueológico diferente. Los datos disponibles inducen a creer en la existencia de estas pequeñas necrópolis de sepulcros de losas sin asociación topográfica posible, arrancando probablemente de un momento situado en los fines del Bajo Imperio y la época de transición al mundo medieval. La presencia de pequeños vasitos de cerámica paleocristiana nos encuadra de manera bastante orientativa esta necrópolis y nos hace plantear la posibilidad de que en este lugar se hubieran hecho libaciones rituales, cosa bastante habitual en estas comunidades. Pèir Còts e Casanha * Este proyecto ha sido subvencionado por el Parque Nacional en 2008

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