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Presentación
“Quedaba poco, pero el canchal se hacía eterno, por su cabeza iban pasando secuencias de aquel verano que se acababa y le había de cambiar la vida. Apenas dos meses, cortitos pero verdaderamente intensos. En su rostro, tras el sudor se sucedían sonrisas y expresiones fruto de sus pensamientos. El corazón le latía con fuerza y se iba acelerando, quedaban a penas unos metros, el último esfuerzo y llegó a la cima. A sus pies aparecieron de repente los valles, bosques, lagos y vertientes, escenarios de aquellos días que daban nuevo rumbo a su vida. Se quedó largo rato intentando fijar aquellos parajes en el negativo de su alma, eran tantas las emociones y tan fuertes que no pudo contener las lágrimas, no se resistió demasiado y empezó a llorar largamente…” Es la protagonista adolescente de un libro inacabado que escribí cuando tenía diecinueve años después de un verano en el Valle de Boí que supuso cambios importantes para mí. En este fragmento, recuerdo con fuerza la intensidad y el impacto que supusieron para mi los paisajes y el entorno del Parque Nacional. Tengo recuerdos anteriores, de estancias familiares de verano en el balneario de Caldes de Boí y también en Taüll en “Ca de Moliné”, que me transportan y sugieren verdor y frescor, pero es, posiblemente, durante esta etapa posterior cuando las emociones que me provocaron estos entornos se hacen más intensas y evidentes. Y llego a este punto para poner de manifiesto la importancia de las emociones en el visitante del parque. Las emociones son fenómenos psicofisiológicos que representan maneras de adaptarse a los estímulos ambientales y de uno mismo, el espacio que incluye el Parque trasciende por el mismo, el Parque nos produce emociones especialmente intensas que perduran en el tiempo. Emoción proviene del latín “emotio” que quiere decir “impulso que induce a la acción”. Hemos de garantizar que las reacciones a estos impulsos estén apoyadas por los que somos responsables de la gestión de este espacio. Dejando de lado conceptos de la psicología y de un modo más llano quiero decir que, como gestores, somos responsables de que las experiencias y emociones que se lleva el visitante a casa sean el resultado de la capacidad de proteger y gestionar el espacio de forma excelente. En este sentido, he de agradecer al Molt Honorable Conseller d’Agricultura, Ramaderia, Pesca, Alimentació i Medi Natural Josep Maria Pelegrí i Aixut la confianza al proponerme como Presidente del Patronato del Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici al Presidente de la Generalitat. No corren buenos tiempos, como todo el mundo sabe, pero de las dificultades surgen los retos y oportunidades. Es una tarea poco fácil de sensibilización social y ecológica con una gestión de la conservación que busca el equilibrio entre el mantenimiento de los ecosistemas, el desarrollo socioeconómico de la población del área de influencia y el uso público del espacio. Un trabajo que me motiva especialmente y que me comprometo a llevar a cabo con lealtad y eficacia para la consecución de unos objetivos comunes. Volviendo a las emociones y lágrimas del principio, pero también a los recuerdos de los pastores que han dormido tantas noches, a las vivencias de los escolares que nos han visitado, a la alegría de la gente del país celebrando la romería, a las aventuras de los niños de los pueblos durante excursiones furtivas, a la satisfacción de los deportistas subiendo una cima, a las experiencias de los profesionales que se dedican, tantas y tantas emociones conocidas y desconocidas, queremos contribuir desde la humildad a gestionar y conservar este espacio para que otras emociones futuras sean posibles.
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