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LIBRO DE LOS METALES DE ALEJANDRÍA POEMAS DE CARLOS TRONCOSO

LIBRO DE LOS METALES DEALEJANDRIA

Carlos Troncoso

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ColecciónEratode Poesía, Bogotá, 1994

Forjados a partir de la aleación de metales de diversa procedencia se antojan los versosdel primerpeomariode Carlos Alberto Troncoso (Santa Marta, 1962), Libro de los Metales de Alejandría. En efecto, en ellos se amalgaman elementos cuyo origen se rastrea en el parcial conocimiento que poseemos por una parte, de las mitologías orientales y de las tradiciones herméticas emanadas del Trismegisto, así como de las grandiosas fáb ulas de la teogonía griega y de los momentos nodales de las aparatosas historias del mundo latino y cristiano.

En medio de hadas, príncipes, caballeros y reyes, se pasean Osiris, Hércules, Zeus, Ulises,el Rey Salomón, algunos faraones, varios magos de la China, y también un Chaman sioux,junto a serpientes, dragones, uroboros, cerberos y otras criaturas terribles y maravillosas, en una suerte de conjunción mística que se revela al amparo de los fulgores del encantamiento.

Inquieta en definitiva, por lo inusual que resulta en nuestro estrecho ámbito, la fascinación que experimenta Troncoso poresadimensión esotérica-para algunos por completo ajena pero para otros no tanto-a partir de la cual nos quiere habl aren todo caso de ese carácter intemporal e ilimitado que es propio de los universos de ficción que el hombre elabora cuando busca en lo oculto y desconocido una manifestación enigmática de los poderes de lo divino.

John FitzgeraúJ Torres SanMiguel

POÉTICA

Sabido de aquella paciencia Con que el cojo Vulcano Fraguara en el yunque de su cerebro Inventos para el deleite De los cielos y la tierra Coge una fina pluma de alas Del raudo mensajero de los cielos Y escribe lo que sientas Pero no ambiciones ser parte Del banquete de los dioses.

CONJURO CONTRA EL SEÑOR DE LA REGIÓN BOSCOSA

Señor de la esfera opacada, de la región boscosa Por los sellos del sol por los sellos de la luna Os conjuro: no más el halcón en mi ventana Los rigores de las siete panteras Dejadme recordar mis veintemil muertes El tiempo en que fui pájaro Las mujeres que hendieron mi corazón No más la magra magia, los destellos de sus soles negros Que cesen sus iras que cesen sus temores Valedme y dadme la paz.

LANEPENTA

"Me duele el corazón, y 1111 lánguido rorpor invade mis sentidos, como habiendo hehido cicuta o apurado hasta las heces un oscuro narcúrico rodase ya camino al Leteo".

JohnKeats

Tomaría de la mágica bebida Que nos ofrece ese dios bienhechor Que mora entre los muertos Y olvidarme de los designios Y caprichos de Eros De la acritud de sus dardos Del veneno que aloja en el corazón Pero se hace presente Erato Como el alba después de la noche Con su fresca risa y su joven belleza A deleitarme con su lira A juguetear bajo las sábanas Mientras Cupido lanza una risotada Como dardo que sale de su arco En su vuelo como de colibrí.

INEDITOS DE ELKIN RES TREPO

IIABITAT

Las aves tienen un modo, el resto de animales otro y una estación en que enfebrecen .Y copulan hasta agotarse. Igual sucede con los árboles, que se doblan cuando el viento los abraza, y las flores que también tienen su manera y los astros que, en el cielo, saben cómo multiplicarse. Para peces, tortugas y lagartos, el río y el mar son un buen lecho y el aire basta para las cientos de mariposas que revolotean, magnificando el espectácul o. En el corral, el gallo caza con premura a la gallina y, por la calle, trastornado, el perro arrastra por la cola a la perra. En una margarita, mientras chupa el néctar, la abeja deposita el polen necesario y la descarga la siente la naturaleza entera.

Pasa igual cuando el caballo, el tigre, la gacela, hacen lo propio y cuando el hipopótamo, la luciérnaga y el león, para no decir más, arman su deleite.

Copula el mundo en todo tiempo y lugar y a una divina orgía se entrega todo cuanto existe, a una amorosa fecundación.

Y un sólo espasmo en el universo cuando tú y yo lo hacemos.

Acoso

Las cosas que hay qué hacer cuando se ama a una mujer: En vista de que no respondía a mis llamadas ni se dejaba ver, estreché aún más el cerco y un lunes, después de enviarle un ramo de flores, la esperé a la salida de la oficina.

Fácil se zafó, alegando cualquier excusa, y el miércoles, cuando volví, irritada, salida de casillas, a punto estuvo de abofetearme. No quería más asedios y, la próxima vez, no respondería por lo que pasara. La próxima vez, cuando fui tras ella en el supermercado, de súbito, ante la mirada de todos, se transformó en paloma y voló al cielo, obligándome a mi vez a convertirme en águila y a iniciar una persecución, que duró una media hora y que terminó, dejándonos a ambos sin un aliento, en lugar boscoso. Allí, para confundirme, aprovechando lo enmarañado del terreno, se cambió a ardilla y luego a comadreja, a sabaleta, a mariposa y a no sé cuántas cosas más, mientras yo, a un paso, de zaino pasaba a zorro, a puma, a perro, convencido de no dejarla escapar esta vez. Pero este ir y venir se prolongó más de lo esperado y agotó un invierno y un verano y sólo después de adoptar todas las formas de lo animal y divino, de perseguirla por la naturaleza entera, tuvo, entonces, un desenlace. En efecto, en un descampado, pude al fin alcanzarla. Un corto forcejeo, unos picotazos y ¡zas!, al modo de los gansos, mía fue.

A Juan Luis Mejía

INEDITOS DE JESUS GAVIRIA

EL

Ninguna cosa recordada te recuerda

Nada tuyo recupero

Todos tus instantes se me escapan como si yo fuera el muerto y tu vivieras

AMI PADRE

Allí en medio de la algarabía la soledad que súbita cae sobre mí como un manto oscuro me protege de los otros no de ti faz que hace tanto abandonaste inmóvil sobre el respaldo de una butaca

Invasión de su rostro que sin proponérselo y sin que de ello pueda obtener victoria alguna le gana a la muerte los años que me restan.

CARTA DE LIBRE DISPOSICIÓN

Ni como te parecían tus uñas, ni la imagen que te devolvía el espejo del baiio en las casas de tus días, ni como se dejaba

afeitar tu barba, ni que odiaste de tu mujer -mi madre

Nada de todo aquello que ocupó las minucias de cada minuto llegó hasta mí y ahora que casi cumplo los años de tu tránsito sólo me queda la vana urgencia de reconstruirte con mis cosas.

No sé por qué la clase de Español es siempre a las dos de la tarde. Gerundios en un calor sofocante. Una honda tristeza entonces le revelaba al niño la maravilla de vivir y generoso o compasivo el pupitre se abre en un soneto deficiente.

Una fresca brisa arrastra hojas secas por el patio del colegio.

p AISAJE REFLEJADO EN U VIDRIO

Nítido el verde de los montes oscuros contra el cielo de la tarde. La lámpara encendida, el sillón, el periódico dominical doblado en orden a pesar de la brisa que agita las ramas de los pinos.

Trampa de pájaros . .. yde hombres si al volver la vista atrás la sal encuentran.

NUEVAS VOCES:

SONIA ÁGUIRRE DUQUE

CONTRABANDISTAS

Los marineros: negros torsos desnudos, ojos clavados en la distancia, indiferentes a la danza de las gaviotas.

Hacia babor se dibuja la joroba coralina y vegetal de la isla.

En el varadero esperan las mujeres descalzas, besos de sal y deseo, noches de madera húmeda.

N AUFRAGIO

El musgo flota hacia el estanque de tu piel, sin despertar al pez que duerme en tu pecho.

En un mar sin patria, navío milenario, naufragó tu corazón enredándose en la boca de ahogados errantes.

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