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FRANCISCO ROJAS
R EQUIEM PARA CÉSAR VALLEJO
César Vallejo ha muerto; repicaban por él una campana y un pan sediento. La esquina del café con su silencio en vano quedará con la esperanza de ser la confidente de Vallejo. Porque se ha muerto hoy; ahí veo la tristeza de su cuerpo más cerca ya del polvo que del frío. Nos olvidó Vallejo. ¿ Y la lluvia sangrienta en el oído? ¿ La palabra de piedra y el cincel de silencio? Todo se ha ido. Fatalmente la piedra es un olvido que desmorona el tiempo. Los ojos son de piedra, el corazón es piedra, y se los lleva el río. Rueda la pena en la caída, torna en canto rodado el esqueleto; hoy le tocó a Vallejo. Olvido es epitafio, en el mármol oscuro de sus huesos.
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LAS REVISTAS
LA MARCA DE LA URBANIDAD. Bronce a la cera perdida. 50 x 93 x 40 cm. Ciudad de México. 1989.