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Enzia Verduchi

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Mauricio Contreras

Mauricio Contreras

Enzia Verduchi [Roma, Italia, 1967]

Del libro Tu nombre, arde. Antología personal

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Las trasterradas

Regresamos a la tierra nunca propia huella de patria imaginaria. Llevamos por dentro la casa, el árbol y el sueño.

En una pared rentada mi hermana retiene una fotografía: fragmentos mediterráneos.

Hablamos el idioma donde no existe posesión de las circunstancias. Nuestra infancia sólo son palabras.

Hermana, la alegría del viaje nos abandona. Sin geografía que nos sostenga soñamos con el árbol y la casa.

Geografía familiar

La familia sólo coincide en bodas o entierros, los parientes se reparten estrechos abrazos, retoman una conversación nunca concluida: las mismas preguntas, las mismas respuestas; como si el domingo hubieran compartido la mesa o el miércoles se prestaran el hilo dental. Nos hemos convertido en una tribu aburrida que se escandaliza cuando alguno decide ser alpinista o bailarina de cabaret. Pero siempre tenemos presente a nuestros muertos, aquellos que no harán las mismas preguntas, quizá porque no tendremos que dar las mismas respuestas.

Postal: Pabellón Ferri, sección 4, 195?

Milena, decapita un gallo en celo y con su sangre dibuja en el vientre una estrella que palpite por tu ombligo.

Empuña una piedra en el sueño, algo sólido que recuerde lo eterno y lo etéreo de nosotros.

Y en el doblez del abrigo, zurce mis mensajes, llévalos contigo en tu paso lento por el frío.

Postal: Pabellón Ferri, sección 4, 195?

Tengo un colmillo entre las manos, anoche se lo arranqué al jabalí. La fierecilla arremetió por los rincones de la habitación.

Era necesario tajar al cerdo montés, porque al cerrar los ojos, sus gruñidos espinaban los mantos de mi cerebro.

Con este diente afilado, ennegrecido por la rabia, tatuaré en la pared todas mis ausencias.

Au 79

Cinco soles no son suficientes para esta mañana ni un campo de girasoles, todo cegará el despertar de la vanidad.

Pb 82

Cae a plomo, gris y dúctil, blando en el agua, en la sangre, inhalar-exhalar, sobrevivir a la edad del plomo.

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