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Yirama Castaño

Yirama Castaño [Socorro, Santander, 1964]

La silla del parque

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Ocupas este espacio, que descansa tu espalda. Antes de ti, otros vinieron y aunque no lo creas, tengo memoria. Cuando te vayas habré guardado de ti, la pequeña historia que relató el instante. Sé que no te llevas nada de mí y yo, afortunada, he contenido la esencia de tu espíritu. Este parque es mío, como yo le pertenezco, y el tornillo que cayó no me ha quitado la fuerza. Tengo la suerte de habitar los cuerpos, más no la virtud del movimiento. Pero mi vejez es de roble y, al final, puedo encender la hoguera.

Embriaguez de viento

La desnuda hora cicatriza la grieta y la venganza.

Un áspero silencio provoca la fiebre, la delgadez de las cenizas.

Basta un soplo para iniciar el sacrificio de las máscaras.

Fuego inicial

¿Para qué explicarte el sentido de este verso?

Ahora tu piel muda y sorda, más que instante menos que agujero.

Yo soy la cuota del receso inútil.

Esperar es concederte la posibilidad del fin.

El silencio de los bosques

A lo lejos, un pájaro canta en honor del dios de los árboles. Nadie, entre aquellos que conversan, se ha dado cuenta de la mudez que mueve sus alas.

Lección de vuelo

Si algo que no dije te persigue. Entonces, todo tendrá sentido.

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