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Mariana Suozzo

(San Justo, Buenos Aires, 1982)

tenemos un árbol plantaDo en un Cantero que nació guacho del desecho de un carozo en sus primeros años creció torcido sin ningún tipo de cuidado ni guía regado sólo por el agua de las lluvias en el viejo patio de baldosas coloreadas pero una historia que comienza con una planta que nace accidentalmente en un cantero corre el riesgo de terminar en cualquier cosa como este árbol, que siempre nos parecía raro porque trataba con su copa de acostarse sobre el piso no tuvimos mejor idea que atarlo con una soga tensada a un gancho en la pared después de unos años de forzarlo a estar erguido el resultado fue medianamente satisfactorio cortamos la soga y aceptamos la pequeña desviación como rasgo característico de su personalidad y esa desviación nos resultaba particularmente hermosa con un poco de atención, tampoco hemos hecho tanto más que darle una cantidad adecuada de agua y cortarle algunas ramas para que se pueda ir alto y llegara por sí mismo a este estado de madurez en el que empezó a darnos frutas y esas frutas -una especie de durazno sin pelusase nos ofrecen como la tierra prometida, parecen un premio a esta voluntariosa crianza que le hemos dado; pero no lo son tal vez la culpa sea nuestra por esperar tanto de un pobre árbol que no pidió venir a este mundo a darnos frutas en medio de un típico verano que arde como el infierno van cayendo los duraznos uno por uno en las baldosas del patio, van cayendo y reventándose contra el material como si se tratara de un suicidio en masa y cada fruta que se abre es un enchastre marrón del que salen gusanos y otros bichos aún más raros no tenemos muchas opciones para elegir hay que baldear por la tarde para disolver el enchastre tal vez podamos alzarnos en una escalera y sacarlos todos de una vez para que dejen de caer, y es inevitable pensar: -por suerte no tenemos hijospero sí tenemos un perro que es como nuestro hijo y tenemos este árbol, que no sirve para abastecernos de manjares anhelados durante el resto del año no sirve tampoco para hacernos felices porque la felicidad es nuestro asunto y tal vez deba bastarnos con tener un árbol en el cantero que al principio de la primavera nos abriga con su sombra y es un árbol que florece, y sus flores sí que son una maravilla una forma hermosa de cinco pétalos rosados un giño para los ojos que los miran a través del ventanal no vamos a deshacernos nunca de este árbol porque los padres fraternales no abandonan a sus hijos y este árbol nos convierte en una familia también nos recuerda que la vida puede ser el fruto de una situación en la que sentimos algo torcido desde el comienzo pero no nos importa igual seguimos adelante tal vez perdiendo tiempo tal vez haciendo el intento de numerosos malabares para enderezar algo.

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