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Carlos Vitale
from Ulrika 68
(Buenos Aires, 1953)
El triunfo de la muerte
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Non c’è di dolcezza che possa uguagliare la Morte.
Dino Campana
1
Alguien lloraba en el Camposanto de Pisa. Sin embargo, las tumbas vacías de los muertos guardaban la escoria de los vivos. La muerte siempre triunfa. Silencio del Camposanto y fuera. En alguna parte alguien llora.
6
Un colorido manto de sombrillas protege el sueño de plenitud de la especie. Cuerpos al sol en la tarde de agosto. ¿La tierra o el aire? ¿Los gusanos o el fuego? Abusos de la imaginación en un mar de arena y carne. Extensa mancha de horizontal destreza que en la quietud encuentra su prodigio. La ausencia es el milagro que repite.
8
Simultáneamente se vive en las ventanas. Las mujeres se entregan a un futuro cercano y el verano no encierra más que escasos deberes. No será éste tampoco el día revelado. Una mediocridad febril sustenta los objetos en su reiterada formulación pasiva. Ese que grita sólo pide un movimiento verdadero. Sabores de espuma en un cuarto vacío.
Autorretratos
Me desespero porque no puedo estar presente en todos los actos de la vida.
murilo menDes
Johnny Laguardia recibe el Oscar de 1933
Sin más humillación que la muerte futura en un Hollywood de vidas estelares bigotes y visones ganados en la dura batalla de las sábanas me muevo en el asiento de la espera hilvanando unas frases heredadas que ahuyenten el mal de ojo adversario cuando oigo acariciar mi nombre por unos labios que conozco a otra distancia y subo entre clamores sofocados al escenario de mayor gloria del mundo en converso inglés mediterráneo.
Giovanni Laguardia construye al fin su catedral
¿Logrará una construcción del espíritu burlar a las leyes de la naturaleza? ¿Podrá la obra de una vida vencer a la muerte? Una y otra vez interrogado me inclino sobre planos que fueron razón de risas e impostura y vuelvo la vista a una cúpula apoyada en los más tenaces sueños de este renacimiento mío y de las artes para afirmar contra toda cordura contra los discretos y contra los cautos para pedir y reclamar otros mil años de existencia vicaria.
Jean Laguardia pinta un autorretrato de Rembrandt
¡Oh, lo verdadero! Un puente de la nada a la nada. En Avignon, rue de la République, al fondo de un corredor que intuye el mediodía, exploro el arte de ser otro y el mismo, uno más y uno nuevo. ¿Quién duplica a quién? ¿Quién guía el pincel que en el espejo ve un rostro inmerecido? ¿Alguien responde? El desconocido de la luz pregunta por su voz más auténtica. ¿Es este eco mi voz? ¿Apenas un silencio compartido?