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Efectos de la epidemia de COVID- 19 en la enseñanza universitaria: el caso de la UMAR

Efectos de la epidemia de COVID-19 en la

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Pedro González Olvera

Licenciado en Relaciones Internacionales (FCPSUNAM), con Maestría en Relaciones Internacionales (FCPS-UNAM). Profesor durante más de 25 años en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, tanto en el Sistema Escolarizado, como en el Sistema de Universidad Abierta y a Distancia (SUAyED). Actualmente se desempeña como Profesor-Investigador de la Universidad del Mar (Campus Huatulco) pedrogolvera@gmail.com

Uno de los sectores más afectados por la epidemia de COVID-19 es el de la educación.1 Eso lo saben, directivos escolares, profesores, alumnos y las sociedades enteras del mundo pues sus efectos han sido extraordinariamente profundos, trastornando los sistemas tradicionales desde el momento en que el virus obligó al cierre de las aulas2 a fin de evitar su propagación, pero, sobre todo, como si hiciera falta, hizo más pronunciada y visible la desigualdad económica y social reinante en el mundo. Ninguna institución educativa estaba preparada o totalmente preparada frente a esta situación.

De este modo, la enseñanza se transformó de la noche a la mañana, pero esta transformación trajo consigo dificultades impensables hace apenas un año. Los profesores, la mayoría, sin la capacitación adecuada debieron improvisar en el cumplimiento de los programas de sus asignaturas y en la búsqueda de materiales complementarios adecuados en relación con las metas de la enseñanza-aprendizaje.

1. Un análisis general de los efectos generales de la epidemia se encuentra en Centro de Investigación Internacional/IMR. CovID-19: Las consecuencias de una pandemia moderna. México, Instituto Matías Romero, junio de 2020, 16 pp. En: https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/556994/Nota_de_ana_lisis_7-_ COVID-19-_Las_consecuencias_de_una_pandemia_moderna.pdf. Consultada el 10de julio de 2020. 2. 1,184,126,508 estudiantes afectados, 67.6% del total de alumnos matriculados 143 cierres a nivel nacional. Cifras proporcionadas por la UNESCO en: https://es.unesco. org/covid19/educationresponse

La educación formal presencial se vio de pronto sustituida por diferentes formas, casi todas elementales, de educación “en línea”, es decir por medio de las herramientas tecnológicas al alcance de los docentes, particularmente la computadora y, junto a ella, las llamadas redes sociales. Estas notas se centran en las instituciones de educación superior, pues la experiencia, objeto de estas notas, se refiere a una de ellas, la Universidad del Mar, Campus Huatulco.

De entrada, debe decirse que no todas las instituciones de educación superior fueron afectadas de similar intensidad, por razones bien conocidas. No es lo mismo una institución privada en la cual la mayoría de sus alumnos son de un nivel económico medio o elevado, mientras una pública, con mayoría de clase media, o creen serlo, y bajo. En las primeras, sus estudiantes poseen computadora propia (laptop) moderna y de capacidad suficiente en el almacenamiento de grandes cantidades de información, y teléfonos modernos de acceso ilimitado a internet. En las segundas, lo normal

kinGa CiChewiCz es que, si las poseen, las laptops sean antiguas (en el sentido entendido hoy de lo moderno y lo antiguo en el campo de la electrónica), las computadoras en el hogar sean compartidas y sus teléfonos tengan acceso a internet por compras limitadas (datos).

Lo anterior regularmente sucede también en los hogares de los profesores, particularmente los de asignatura, cuyos salarios son raquíticos, motivo por el cual se ven obligados a saltar de una institución a otra como forma de garantizarse la supervivencia (otra evidencia de la desigualdad).

Varias universidades poseen sistemas de enseñanza abierta o en línea, pero limitadas a cursos, diplomados o posgrados, y pocos alumnos por sus costos de inscripción y matrícula. Una excepción puede ser el Sistema de Educación Abierta y a Distancia (SUAyED) de la UNAM, mediante la cual se imparten licenciaturas y maestrías en varias de sus facultades y escuelas.

Se trata, como su nombre lo indica, de un sistema de dos modalidades, abierta y a distancia. En el primero, los alumnos deben asistir a clases vis a vis el profesor una vez a la semana o dos semanas, el resto de la enseñanza se supone, debe hacerse en una especie de tutorías (al profesor se le designa como tutor) ya sea por correo electrónico o por las redes sociales.

En cambio, la educación en línea3 funciona mediante una plataforma digital en la cual es innecesaria la vista cara a cara de alumnos y profesores; es decir, no se conocen personalmente, siguiendo guías de estudios de señalamiento de lecturas, actividades y objetivos a alcanzar durante el curso. Pero no es una plataforma de operación en tiempo real, como lo son Zoom, Google meet, Google room, Messenger, o WhatsApp, cada vez

3. Hablo de mi experiencia personal como alumno en un diplomado impartido en la Facultad de Filosofía y Letras y como profesor de Universidad Abierta y a Distancia en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales durante más de 15 años.

más populares, aunque sus limitaciones son de variada especie, pues frecuentemente la imagen se congela y el sonido se vicia debido a las limitaciones impuestas por el sistema de internet, de alto costo si se quiere tener mayor capacidad de trasmisión de datos.

No toda la UNAM ha desarrollado el SUAyED, sus métodos no han sido practicados por los profesores del sistema escolarizado incluso por los profesores de escuelas y facultades en donde está disponible y, en esta coyuntura, incluso ha tenido problemas en la generalización de esos métodos. Para estos docentes, el impacto de la epidemia, en términos académicos, significó un cambio radical en sus formas de trabajo.

Como sostiene acertadamente una carta anónima de Facebook, requirieron adaptarse de un día a otro al Home office, en español “trabajo en casa”, construir según su leal saber y entender un sistema improvisado de educación a distancia, por medio de su computadora y teléfono personales, materiales improvisados, usando su internet y su electricidad, adaptando espacios de su hogar para poder mantener vínculos con los alumnos, sin horarios reales de trabajo, pues deben atenderse sus dudas y preguntas casi a cualquier hora, multiplicando las horas laborales, respondiendo mensajes, aclarando las dudas de cada uno, pues los estudiantes se enfrentan a problemas similares impuestos por la nueva realidad.

Esta situación se repite, en menor o mayor grado, en las instituciones educativas privadas a pesar de tener más recursos tecnológicos y económicos, pues la desigualdad se configura, como en otros ámbitos, en el acceso dispar al internet.

Según el World Economic Forum, sólo alrededor del 60 % de la población mundial disponen de acceso a la red, mientras clases por medio de instrumentos como tabletas o laptops tienen un impacto menor pues muchos alumnos no las poseen, de ahí a depender de adiestramientos y tareas enviadas por WhatsApp o correo electrónico,4 hay un paso mínimo. Estamos frente a un fenómeno de moderna división de clases sociales, determinada por la capacidad de acceso a la tecnología y al internet.

El caso de la Universidad del Mar

La Universidad del Mar (UMAR) forma parte del Sistema de Universidades Estatales de Oaxaca (SUNEO)5, fue fundada en 1992 por decisión del gobernador Heladio Ramírez López bajo la coordinación del Dr. Modesto Seara Vázquez, quien funge actualmente como su rector. Tiene tres campus, Puerto Ángel, inaugurado en el año antes mencionado, Huatulco y Puerto Escondido, abiertos desde 2001.

Su alumnado proviene de todo el estado, de los estados circunvecinos y hasta de la ciudad de México. Cada campus alberga un promedio de entre 800 y 1000 alumnos. La inscripción tiene un costo, sin embargo, la mayoría de los alumnos disfruta beca por este rubro o lo pagan conforme a un estudio socioeconómico de ingresos familiares; además pueden recibir becas de alimentación, efectivas en la cafetería del respectivo campus.

Su planta docente es en su totalidad de tiempo completo, asignados a diversos institutos de investigación por área de especialización -Turismo, Relaciones Internacionales, Recursos, Industrias, Ecología, Ciencias Sociales y

4. World Economic Forum. 3 ways the coronavirus pandemic could reshape education. En: https://www. weforum.org/agenda/2020/03/3-ways-coronavirusis-reshaping-education-and-what-changes-might-behere-to-stay/ 5. El SUNEO lo componen: la Universidad Tecnológica de la Mixteca, Universidad del Mar, Universidad del Istmo, Universidad del Papaloapan, Universidad de la Sierra Juárez, Universidad de la Sierra Sur, Universidad de la Costa (Pinotepa Nacional) y UNICHA (Universidad de Chalcatongo de Hidalgo). Universidad de la Cañada y NovaUniversitas. Todas están ubicadas en pequeñas ciudades turísticas, como la UMAR, o en poblados rurales. Cfr. http://www.suneo. mx/

Humanidades, Genética, y Comunicación-. Esta planta docente es la responsable de impartir las materias integrantes de los programas de estudio de carreras como Zootecnia, Economía, Actuaría, Relaciones Internacionales, Informática, Enfermería, Ciencias Marinas, Oceanología, Biología Marina, Biología, Administración Turística, Ciencias de la Comunicación e Ingenierías Forestal, Ambiental, y en Acuicultura. Además, se imparten ocho maestrías y dos doctorados, en áreas vinculadas a las licenciaturas y a los institutos de investigación.

Las bases principales de su modelo de enseñanza son: el tiempo completo tanto de alumnos como profesores, y un equilibrio entre valores de responsabilidad social y libertad de los primeros en su entorno. Sus finalidades se resumen en la formación de profesionales altamente capacitados; investigación para la independencia económica, científica y cultural estatal y nacional, creando condiciones hacia un adecuado desarrollo social; difusión cultural, mediante la promoción de actividades tendientes a preservar e incrementar el acervo cultural de los pueblos originarios, monumentos arqueológicos y lenguas autóctonas, como expresión de la vida comunitaria integrante de la nacionalidad mexicana.

Los campus tienen, además de la cafetería (como se dijo líneas arriba, esencial por las becas de alimentación), bibliotecas bien equipadas, salas de cómputo, auditorios o salas de lectura, laboratorios adscritos a las licenciaturas que lo requieren y de idiomas.

Como puede verse, la UMAR constituye un poderoso aparato de educación pública en la formación de cuadros profesionales capacitados en la atención, de las necesidades comunitarias locales y del estado de Oaxaca, formación a la que, de otra manera, no tendrían acceso.

Más allá de estos aspectos técnicos y formales educativos, la UMAR juega un papel integrador de las sociedades locales en donde se ubican los tres campus y de las comunidades aledañas; a la vez, cada uno de ellos es un polo de desarrollo por el efecto económico multiplicador de las economías, en primer lugar, por los empleos creados y dirigidos a satisfacer las necesidades administrativas, técnicas y de servicios.

varias universidades poseen sistemas de enseñanza abierta o en línea, pero limitadas a cursos, diplomados o posgrados, y pocos alumnos por sus costos de inscripción.

Son empleos de salarios pagados puntualmente y prestaciones, como el IMSS, vacaciones pagadas, aguinaldo y fondo de ahorro, con aportaciones iguales aportadas por el patrón y el trabajador. Se trata de una importante fuente de trabajo complementaria de los empleos generados por el turismo, con la prerrogativa de ser permanente, mientras la segunda esta sujeta a los vaivenes de las temporadas altas o bajas.

Profesores, alumnos y empleados representan una fuerza dinámica de las economías de las ciudades albergues de los tres campus de la UMAR; consumen en tiendas, mercados, supermercados y restaurantes; rentan casas, apartamentos y cuartos, pagando su respectivo alquiler; usan transporte público (taxis y autobuses); en síntesis, aportan los medios necesarios en apoyo al movimiento de la economía local, extendido a otras comunidades (como las productoras de mercancías agrícolas), hasta abarcar buena parte de Oaxaca.

La importancia educativa y económica de la UMAR (como las del resto del SUNEO) es evidente. Su paralización es causa de grandes trastornos educativos, económicos y sociales. Esto está sucediendo con la suspensión de actividades presenciales de la UMAR para evitar el riesgo de contagios masivos por la epidemia del COVID-19.

El cierre de las instalaciones de la Universidad significa un rompimiento con la cadena económica descrita: induce el retorno de sus estudiantes a sus lugares de origen, quienes dejan de consumir los productos necesarios de su subsistencia durante su estancia en la universidad, suspendiendo también los contratos de alquiler. Al no poder asistir presencialmente al campus universitario, tanto docentes como estudiantes dejan de usar el medio de transporte abordado diariamente. Con ello, los estudiantes logran un ahorro de los gastos representativos de su estancia universitaria, lo cual resulta esencial para el presupuesto familiar en medio de una crisis sanitaria de extensas consecuencias económicas. Pero este ahorro crea un círculo vicioso, afectando a la economía local de las ciudades sede de los campus universitarios.

No hay Universidad, no hay consumo, no hay ingresos y el fantasma del cierre de innumerables negocios de toda índole ronda peligrosamente por las localidades, aumentando rápido la pobreza en sus índices técnicos, efectos desastrosos en las personas reales (alimentación, vestido, cuidados médicos)

pixabay

e intensificando la desigualdad reinante en nuestro país.

Respecto de cuestiones académicas, al irse los alumnos a sus comunidades, se van a encontrar ante problemas posibles de sortear estando en la universidad: ausencia de equipos de computación en sus hogares, o equipos compartidos por otros miembros de la familia, sin internet o servicios muy elementales de este; si en las pequeñas ciudades asiento de los campus suele fallar frecuentemente, en esas comunidades simplemente no lo hay o las fallas son más duraderas; por este motivo los alumnos están obligados a esperar el servicio o salir a buscarlo en algún lugar más o menos cercano y pagar por su alquiler.

El suscrito, como profesor investigador de la UMAR, durante sus actividades en línea, recibió tareas hechas a mano, luego fotografiadas y finalmente enviadas a través de un teléfono celular, además de conocer las dificultades de entrega puntual de sus tareas. Por supuesto, resulta complicado pensar en una actividad presencial en línea, en alguna de las plataformas de comunicación citadas.

Debe recordarse que las ciudades o pueblos de ubicación de las universidades son, para todo efecto práctico, extensión de los campus universitarios. Privar a los alumnos de este ambiente es quitarles las ventajas, altas o relativas, en la consecución de las metas planteadas en cada una de las carreras; significa substraerlos de las condiciones propicias de nivelación con alumnos de otras universidades, al menos las públicas; se traduce, entonces, en la profundización de la desigualdad no sólo académica sino, del mismo modo, económica, con altas probabilidades de ahondarse aún más conforme la pandemia se alargue en el tiempo y en sus efectos sanitarios.

En poco tiempo, los estudiantes se han visto sometidos (ésta es la palabra) a nuevas condiciones de aprendizaje y otros métodos de estudio. Lo han hecho sobre la marcha; lo están haciendo en escenarios extremadamente complicados. Habrá que ver como esto se trueca en deserciones. En este primer periodo constaté una tasa mínima; no obstante, es demasiado temprano para vislumbrar con seguridad el escenario futuro inmediato en este rubro.

Es cierto, visto desde otra perspectiva, la pandemia da lugar al manejo, por parte de alumnos y profesores, de otras habilidades y de nuevas herramientas de enseñanza aprendizaje. Con seguridad la UMAR se apoyará en otras universidades del SUNEO y aprovechará la experiencia que éstas poseen en materia de enseñanza-aprendizaje virtual y en línea.

Pero este es un problema de resolución técnica; las reales dificultades residen en la desigualdad económica ahondada por la crisis, ya ante nosotros. La pobreza es un obstáculo casi insalvable sin apoyo gubernamental, por más resiliencia y adaptabilidad pedida a los alumnos, como sugiere demasiado optimista el World Economic Forum.

Carlos Márquez González

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