Dani Umpi revista Quid

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GRACIA CHARRÚA por Florencia Goldsman

Se ríe de todo, hasta de sí mismo. Le gustan las historias románticas y fantasea con escribir una novela “chic lit”. Las ciudades lo marean, por eso prefiere Montevideo,

que se parece a un barrio. Dani Umpi acaba de publicar Miss Tacuarembó, que será llevada al cine y la protagonizaría su compatriota Natalia Oreiro


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Dani Umpi es escritor, cantante, artista plástico y fanático de los fotologs. Oriundo de Tacuarembó, Uruguay, su segunda novela será reeditada por Interzona. Aquella historia que en sus orígenes circuló de manera artesanal y alternativa, se inspira en la iconografía de la niñez del autor. Con una risa a flor de piel, nos confirmó además una primicia: su compatriota Natalia Ore i ro, podría protagonizar la versión de Miss Tacuarembó en celuloide. “A mí me gusta mucho el barrio, de hecho Montevideo a veces me parece muy barrio. Y cuando estoy en una ciudad y me siento muy anónimo, me mareo un poco.”

–¿De qué tipo de literatura se nutre actualmente? –Siempre fui muy inculto, en el sentido de lo que debía leer para formarme. Era el típico estudiante de comunicación que tenía intereses que iban un poquito más allá de lo que se daba en clase, pero no mucho más. Soy de la ge n e ración que vio mucha más tele de lo que leyó. Pero para mí no fue una traba, sino una inspiración. Siempre leí cosas contemporáneas o escritores que eran muy fetiches. Soy muy fanático de Neil Gaiman, que es un autor muy importante de cómics, autor de Sandman. Y después leí a todos los autores que estuvieron en boga en los 90: Banana Yoshimoto, Douglas Coupland… Siempre digo que soy como una señora con cartera, porque compro libros y a los cuatro meses están en oferta (se ríe). ¡Me da una rabia! También me gusta Lorrie Moore, y mu cha cosa yanqui en el límite entre lo literario y el best seller. Tuve el fanatismo por Aira, Silvina Ocampo y Carson McCullers. –¿Qué le llama la atención de esos autores? –Me pasa que tengo una tentación constante de escribir una novela de “ chic lit”, romántica, con seudónimo de mu j e r. Y no lo hago porque veo que puedo hacer algo parecido y más libre. Pero me seduce mu cho todo ese género. Siempre tuve ese criterio como de lectura de ve rano. No sé si lo que más me influenció fue eso o las telenovelas que veía cuando era chico en la tele. Cristal, por ejemplo, como en Miss Tacuarembó se puede ver un poco ese mundo. Que a veces era más la vida de mis amigas que de mí mismo. Porque antes era de esos que vivía más la vida de mis amigos que la mía. Por eso me influencian las charlas telefónicas con amigos, los problemas de los novios. –¿Cómo es su relación con los personajes que crea? –Siempre los personajes de mis novelas son antihéroes pero a la vez se redimen: ¡siempre ganan! Lo que escribo se limita al mundo afectivo, tiene algo de novela rosa mezclado con autoayuda y el final si no es feliz, es de redención. Yo no soy así, es como que paso de costado por las cosas a veces. Tengo muy idealizado el tema del enamoramiento o de la sensualidad extrema. Me seduce mucho pero ya después soy re “Pocha”, me preocupan las cosas hogareñas. Los personajes son mu cho más divertidos o más tristes que yo. Tengo muy idealizada la adolescencia, me gusta la visión “romanticoide” del adolescente que va creciendo. –¿Cómo fue el aprendizaje de ver “crecer” esta novela desde su edición artesanal hasta la reedición? –Aprendí de todo, sobre todo porque fui variando la novela. Eso fue muy enriquecedor porque aprendí a ser más humilde; tengo mucho prejuicio con la gente arrogante. A través de fotocopias, hay varias versiones de mis novelas, la fui

mejorando. Entonces mu cha gente puede ver los cambios que hice. Hay cosas de la primera edición, fotocopiada y que leían mis amigos, que ya no están: eran muy horribles. La novela fue creciendo también. Eso enriquece porque no la terminé cuando la edité. Cuando canto también soy así: siempre mostré todo, entonces se ve una cierta evolución técnica. –¿Cree en la inspiración o es de los que apuestan todos los días por el trabajo creativo? –Soy de los que creen que está sobrevalorado el tema de la inspiración. C reo más en el trabajo. Igual, sé que van de la mano, me gusta creer que van de la mano. Pe ro yo escribo de mañana, entonces es un estado muy iluminado, es re hogareño y matutino: pantuflas y despeinado. C reo en ese momento. Al principio, mis dos primeras novelas fueron muy estructuradas en el sentido de que hacía esquemas, muy de colegio secundario, a c e rca de lo que iba a pasar en la novela y después escribía. En la tercera cambié. Me dejé llevar un poco más por esto de la inspiración. Tiene que ve r, también, creo con la confianza en uno, aunque no tengo tantas novelas, todavía estoy aprendiendo. –Las protagonistas de sus novelas son mujeres a las que les cuesta mucho estar en compañía de otros, parejas, amigos, novios ¿hay algún mecanismo de identificación con esa forma de ser? –Viene de mí, pero lo observo mucho afuera. Es un drama que me interesa mucho, incluso a nivel estético, porque ge n era una serie de lugares comunes, de expresiones que se repiten, que no sabes si realmente son producto de la soledad o de si uno aprende cómo debe ser realmente la soledad. Soy medio solitario, tal vez no tan extremo como ellos, pero tal vez sí tengo eso de ser medio personaje neurótico. Tienen como mu cho ronroneo de cabeza. Y eso es lo que me intere s a porque tienen tipos de conflictos que son muy ricos a nivel de inspiración. Por eso, creo que el drama de amor, teleteatral, siempre se retuerce; es muy difícil que se expanda, se aliviane, se resuelva. Y ese rollo a mí me envuelve muy fácil, me parece muy rico. Las canciones de amor son geniales, por ejemplo. Ahora estoy muy copado con los libros de autoayuda, narrativamente son incre í bles. Y aparte ¡hay gente que se sana! –¿Es cierto que le gusta pensar que lo leen las señoras en sus vacaciones? –¡Es que me dijeron que esto realmente ocurría! (se ríe), según los de la editorial. Cuando digo eso, me doy cuenta de que hay una conexión con las señoras pero también con el público joven. Hay un tipo de mujer que me encanta por su personalidad: es la señora divorciada, es como que vive como una segunda juventud. S i e m p re y cuando salgan invictas, ilesas. Entonces, ese estado de redención a mí me fascina. –En una revista de un diario argentino, se comenta que Natalia Oreiro protagonizaría una película basada en “Miss Tacuarembó”: ¿está preparado para la masividad? –Hay un proyecto de llevarla la novela a cine, es un proyecto de un videasta que se llama Martín Sastre y lo protag onizaría Natalia Ore i ro. Pero no participo de la producción, estoy re copado igual. No tengo ni idea de cómo es ni cuanto tiempo, pero sí existe. Está bueno el efecto de relectura que el cine le va a dar. Y estoy seguro de que cuando la estrenen voy a estar en primera fila mirando, con todas mis amigas.

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