COLUMNAS EXCÉLSIOR
BITÁCORA DEL DIRECTOR
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BITÁCORA DEL DIRECTOR
PASCAL BELTRÁN DEL RÍO
WASHINGTON, DC.— “Tienen una nueva Presidenta en México. Me dicen que es una buena mujer, pero no la conozco. Tarde o temprano le voy a informar que, si no detienen este embate de criminales y drogas que están entrando a nuestro país, voy a imponer de inmediato un arancel de 25% a cualquier cosa que nos manden a los Estados Unidos”.
Ayer, en el cierre de su campaña electoral, Donald Trump hizo esta amenaza desde Carolina del Norte, uno de los estados columpio que seguramente decidirán la elección presidencial estadunidense.
“Son los primeros a los que les digo esto”, dijo a sus seguidores. “Y (el plan) tiene 100% de posibilidades de funcionar, porque, si eso no resulta, lo subiré a 50% y, si se ponen duros, a 75%; luego, lo fijaré en 100%”, agregó, ante la algarabía de la audiencia.
Es la primera vez que el republicano se refiere a la presidenta Claudia Sheinbaum, aunque no lo hizo por su nombre.
Las críticas a la situación en la frontera con México –que, ha señalado, “está desbordada por migrantes que fueron liberados de cárceles y manicomios en otros países, como el Congo”–, así como al tráfico de drogas y a la liberalización comercial, han sido algunos de los pilares sobre los que Trump ha montado su aspiración de volver a la Casa Blanca.
Durante los últimos meses, ha acusado a los migrantes indocumentados de cometer crímenes contra estadunidenses, incluso asesinatos. Ha señalado varias veces al grupo criminal venezolano Tren de Aragua y a la Mara salvadoreña de haberse infiltrado a su país y de cometer “matanzas”. En septiembre, divulgó que los migrantes estaban comiéndose las mascotas de residentes de un pueblo en Ohio, una evidente noticia falsa.
También ha amenazado de usar la fuerza contra los cárteles de la droga en México. Y ha dicho reiteradamente que el libre comercio ha afectado el empleo en EU y que China usa el territorio mexicano para aprovechar indebidamente las ventajas del T-MEC, denunciando que empresas chinas construían plantas automotrices en nuestro país, cosa que luego corrigió para decir que gracias a él esos planes se habían detenido.
Todo ello puede calificarse de retórica de campaña. No se sabe si Trump vencerá en la elección de hoy, o lo hará la demócrata Kamala Harris, pues las encuestas en los siete estados decisivos (Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Nevada, Michigan, Pensilvania y Wisconsin) no dejan ver a un claro ganador.
Lo que sí es cierto es que el comentario de ayer del expresidente no surge de la nada. La amenaza de usar aranceles para obligar a México a ordenar los flujos migratorios que buscan llegar a EU ya la usó Trump en 2019. En ese momento, le funcionó.
En mayo de ese año, declaró que impondría aranceles de 5% a todos los productos mexicanos que ingresaran a EU, a menos de que el gobierno del entonces presidente Andrés Manuel López Obrador tomara medidas para detener la migración de personas provenientes principalmente de Centroamérica.
Trump dijo entonces que el porcentaje subiría mensualmente hasta alcanzar 25% a menos de que el flujo migratorio se detuviera. La advertencia provocó el episodio de mayor inestabilidad financiera en México durante la presidencia del republicano.
En discursos y entrevistas, el hoy candidato ha relatado que el entonces canciller Marcelo Ebrard –actual secretario de Economía del gobierno de Sheinbaum– “se dobló rápidamente” ante la amenaza, aceptando la exigencia de que México pusiera miles de militares a cargo de contener a los migrantes, luego de consultarlo telefónicamente con López Obrador.
Si la mera posibilidad de que Trump gane se ha manifestado ya en una depreciación del tipo de cambio, uno sólo puede imaginar cómo pueden ponerse las cosas si se concreta ese triunfo y si el expresidente sigue hablando, con cada vez mayor detalle, de lo que hará respecto de México: imposición de aranceles, incentivos fiscales para llevarse empresas, deportación masiva de migrantes, ataques transfronterizos a cárteles, etcétera.
Por eso –como he escrito aquí– es un error calentar aún más el escenario con reformas judiciales y energéticas que atenten contra el clima de inversión.
1. Inamovible. Claudia Sheinbaum, presidenta de México, arremetió contra la Corte acusándola de exceder sus funciones al intentar invalidar parte de la reforma judicial aprobada por el Congreso. Descartó cualquier culpa en la crisis constitucional que mencionan juristas y opositores. “La Corte está cometiendo la falta”, subrayó, dejando claro que la negociación no es una opción. Para Sheinbaum, lo aprobado por el Congreso y publicado en el Diario Oficial es intocable. Criticó al ministro Juan Luis González Alcántara por hablar de “negociación”. Con firmeza, recuerda que la voluntad popular plasmada en la ley no se discute.
2. Desafiante. Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado, lanza un reto por demás grandilocuente: que “todos los juristas de la humanidad” le prueben la capacidad del Poder Judicial para anular artículos constitucionales. Un llamado más político que jurídico, diseñado para avivar la confrontación entre los poderes. Lo desagradable de esta historia es que, aunque le expliquen “con peras y manzanas”, Fernández Noroña no captará el argumento o, peor aún, lo ignorará. En el fondo, el debate no es sobre comprensión, sino sobre control y legitimidad. El diálogo institucional se convierte en un monólogo a la medida del señor al frente del Senado.
3. Exorbitante. La propuesta para elegir a 866 nuevos ministros, magistrados y jueces enfrenta una crítica lógica, el precio. Ricardo Monreal menciona que el gasto rondaría entre 3 mil y 3 mil 500 mdp, pero el INE, de Guadalupe Taddei, sube el costo hasta 13 mil millones, posicionando esta elección como una de las más caras en la historia de México. Si tomamos un promedio de estos cálculos, cada juzgador costaría alrededor de 9.53 mdp. El debate no se queda en cifras. La logística de un proceso tan masivo y la expectativa de una baja participación, inferior a 10%, alimentan la percepción de despilfarro. Estamos a tiempo de pensarlo.
4. Presupuesto en la mira. Ya que estamos, Claudia Sheinbaum, presidenta de México, con la ceja levantada, criticó al INE por su pedido de 13 mil millones de pesos para la elección de jueces y magistrados en 2025. “¿No eran 7 mil millones?”, se preguntó, y dejó claro que no dudará en enviar un reclamo formal si la cifra no baja. El INE, de Guadalupe Taddei, justificó el aumento citando bonos al personal y la creación de materiales especializados, pero Sheinbaum no se dejó convencer: “Sin financiamiento a partidos se puede hacer por menos”. En su cálculo, la austeridad es la bandera y la eficiencia, una exigencia. Se avecina otro choque entre autonomía y control.
5. Tensión máxima. A horas de que la Corte defina el futuro de la reforma judicial, diputados y jueces se presentaron en su sede con recursos de amicus curiae para respaldar las impugnaciones. Laura Ballesteros y Armando Ruiz, de MC, llevaron 7 mil firmas acusando a Morena de buscar una Corte “de adorno”. “Es momento de escuchar la Constitución”, exigió Ballesteros. Magdalena Victoria Oliva, jueza de ejecución de penas, entregó un amicus con firmas de 14 jueces nacionales e internacionales apoyando al ministro Juan Luis González Alcántara, quien propone invalidar parte de la reforma. Esto no se acaba hasta que se acaba.