3 minute read
Prólogo: ¡La historia de España es absurda
Prólogo
¡La historia de España es absurda!
Advertisement
Antes de empezar con el asunto, definiremos «Historia de España».
Historia: Es aquel período de tiempo comprendido entre la primera civilización capaz de escribir y el 8 de octubre de 2012 a las 10.28, que es cuando tecleo estas palabras y, por tanto, el presente donde terminará este libro. Lo que suceda entre esta fecha y el momento en que tú leas esto no es mi problema. Ya lo incorporaremos en la segunda edición.
Cosas que necesitas saber sobre la historia: existe por sí misma, pero la describen unas personas llamadas historiadores. Un historiador es una especie de humanista pobre. Somos gente extraña, de repente nos da la perra con alguna época histórica y nos obsesionamos, nos gustaría irnos a vivir a esa época, aunque fuera una mierda. O empezamos a decorar la casa con objetos extraños, objetos que parece que molan pero que en realidad son una pesadilla a la hora de limpiar el polvo. Objetos que enseñamos a las visitas, orgullosos, «esto es un pedacito de cerámica gris medieval», y ellos «ah», y se encogen de hombros. No les importa. Solo ven una porquería de barro gris en una estantería.
Otra cosa: los historiadores hablamos mucho sobre el pasado, pero normalmente no tenemos ni puñetera idea de lo que ocurrió en realidad. Vamos, nadie tiene ni idea ni de lo que ocurrió la semana pasada. La realidad es demasiado compleja como para acumular todos los datos, ahora lo sabemos. Nuestro cerebro no lo asimila, sencillamente estamos obsoletos. Todos los historiadores deberíamos ser reemplazados por máquinas, complejas computadoras cuánticas que consiguieran hilvanar esa marea de información que es la vida. Pero esas máquinas aún no existen, así que, entre tanto, hacemos conjeturas.
España: El espacio donde se desarrolla esta historia es una península con forma de cabeza de punki de perfil situada en el extremo suroeste de Europa. Está habitada actualmente por la civilización ibérica, que suele entenderse como la civilización española. También está Portugal, pero siempre hacemos como si no existiera. No sé por qué. Dicha península está separada del continente por una cordillera montañosa conocida como los Pirineos. Eso puede sugerir cierto aislamiento, pero no: antes incluso de que llegara el Homo sapiens a Europa, ya había gente cruzando esas montañas. Está demostrado científicamente que hasta los neandertales se bajaban tabaco de Andorra (que ya existía, existía antes de que se formara el planeta, existía en la mente de Dios) así que no podemos decir que los Pirineos nos aislaran del mundo. De hecho, por aquí pasaron casi todas las razas de la antigüedad. Hacía un tiempo magnífico, la tierra era fértil, se podían abrir minas… y además, la situación estratégica de la península era un regalo, porque permitía a la civilización que la habitara controlar la frontera entre el Mediterráneo y el océano Atlántico. Un chollo.
Con tan ventajosa posición, era de esperar que la historia de España fuera una sucesión de grandes logros. Una nación avanzada que le regalara al mundo maravillas inimaginables. Pero la verdad es que la mayor parte de nuestros gobernantes fueron unos inútiles o estuvieron locos, y nuestro pueblo se alfabetizó anteayer. Nos colonizó quien quiso, y cuando quisimos colonizar algo, reventamos un continente entero para seguir igual de pobres. Solemos revestir esta situación con un sufrido orgullo patrio. Ese «qué buen vasallo si tuviera buen señor». Ese «mejor honra sin barcos que barcos sin honra». O el inconmensurable «si ellos tienen ONU, nosotros tenemos DOS».
Por mi parte, estoy harto de lamentos. También de patriotismo barato. ¿Qué más da, si solo hemos nacido aquí por casualidad? Yo me subo al carro de Cánovas del Castillo y su «son españoles los que no pueden ser otra cosa». Hay que tomárselo con humor, aunque nos duela. Especialmente si duele. Como el agua oxigenada: si pica, cura.
Dicho esto, ya podemos comenzar con esta singular aventura plagada de personajes absurdos, chalados ilustres y decisiones pésimas. Que usted la disfrute.