Oso quiere mostrarle sus habilidades como malabarista a Liebre. Pero sufre una caída y se golpea la cabeza. Entonces su personalidad parece cambiar por completo. Se vuelve parecida a la de una niña que conocemos bien... Entonces Masha y Liebre deberán correr por el bosque para sacarlo de los problemas en los que se mete.
ISBN: 978-84-17019-68-6
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© Animaccord LTD, 2008 - 2017 www.mashabear.com Título original: Trading Places Day Serie creada por: O. Kuzovkov Director de arte: I. Trusov © 2017 versión en español por Luppa Solutions S.L. a 1 edición: noviembre de 2017 Desarrollo editorial: almaceneditorial.com
Un día, Oso invita a Liebre a su casa y le muestra los trofeos que ganó haciendo malabares sobre un monociclo. Liebre duda, ¿estará entendiendo bien? ¿Este Oso es el mismo de los carteles y los premios? No puede ser... Oso le muestra los pósters donde está fotografiado, pero Liebre solo se ríe. ¡Qué rabia tiene Oso! Le hará una demostración de que lo que dice es verdad.
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Oso sale con su monociclo al jardín y empieza a dar vueltas y vueltas. Pero Liebre sigue sin estar muy convencida. Así que Oso decide mostrarle lo que es bueno. Sube el asiento de su monociclo y vuelve a pedalear. Y otra vez lo sube. ¡Qué alto está!
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Liebre quiere sumar algo más al espectáculo. Mira a su alrededor y ve una regadera, un balde y una pelota. Los lanza y Oso los atrapa con gracia y hace malabares con ellos. ¡Ahora sí Liebre está emocionada! ¡Esto es el circo en vivo! Oso se entusiasma y sube aún más su asiento. No contento con eso, le pide a Liebre que le arroje algunas zanahorias que ve en su huerta.
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Oso lanza todo por el aire y hace malabares a las mil maravillas. Pero de repente el monociclo tropieza con una zanahoria que quedó tirada. Oso cae de cabeza desde las alturas, se balancea y se desmaya sobre la tierra. ¡Ay! Liebre se acerca y lo mueve..., pero no pasa nada. Desesperada, sale corriendo a buscar a Masha.
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Masha está en su casa, pasando la aspiradora en la alfombra de su cuarto, cantando alegremente: —Si los niños limpian todo como ves, todo brilla de la cabeza a los pies. Pasa el plumero sobre los estantes y sigue entonando su canción.
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Un ruido la sobresalta: alguien golpea la puerta de su casa. Es Liebre. ¿Qué pasará? —¿Es Oso? ¿Qué le ha sucedido? –pregunta Masha. Cuando Liebre imita la forma en que Oso se ha caído, Masha no lo duda y le grita: —¿Qué esperamos? ¡Corre! ¡Y rápido!
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Oso ha quedado tirado en el jardín. Cuando se despierta, se levanta algo mareado y corre hasta su casa. Al llegar, Masha y Liebre solo ven la huella de su cuerpo en el suelo. ¿Dónde se habrá metido? ¡Pin, pan, crash! Escuchan ruidos extraños que vienen desde adentro. Abren la puerta y no pueden creer lo que ven: ¡está todo revuelto!
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Suben rápidamente las escaleras hasta la habitación. Oso tiene un pañuelo igual que el de Masha sobre la cabeza y está saltando arriba de la cama, dando volteretas y riéndose como un loco. —¡Oso! ¿Qué estás haciendo? —pregunta Masha.
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Oso no contesta, solo los mira con los ojos dando vueltas y sale corriendo de la casa. Masha y Liebre lo siguen enseguida. Lo encuentran subiendo a un manzano. —¡Oso! ¡¿Adónde vas?! —le dice Masha, asustada.
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Pero Oso no le presta atención y trata de tomar una fruta con sus zarpas. En el intento, pierde el equilibrio y se cae desde la punta del árbol. Al sentarse, parece volver a ser el Oso de siempre... hasta que una manzana cae sobre su cabeza. Otra vez abre sus ojos bien grandes y vuelve a hacer locuras.
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—¡Oso! ¡No puedo creer que esté pasando esto! —grita Masha, mientras lo persigue otra vez por el bosque. Esta vez lo encuentra sacudiendo el pino donde la ardilla tiene su casita. Ella no está dispuesta a dejarse molestar, así que le tira unas piñas para sacárselo de encima. Oso corre y Masha lo encuentra quitándole una canasta con manzanas a Osa. ¡Ah, no! Osa no va a permitirlo: le da un golpe con su sombrilla sobre la cabeza.
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Oso se da cuenta de que hizo algo mal y le devuelve su canasta. Finalmente, parece que todo está resuelto... Pero la ardilla, desde una rama alta, tiene una piña en la mano y está apuntando directamente sobre Oso. —¡No! —grita Masha. Pero ya es tarde: la ardilla da justo en el blanco. Otra vez Oso pone una cara extraña, se ríe y sale corriendo.
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Masha sigue las huellas de su amigo. Las pisadas la llevan por el camino, cruzando las vías, hasta su propia casa. ¿Y qué ve cuando entra a su habitación? ¡Está todo dado vuelta!
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Oso está sentado en su cama, acunando varios peluches. —¡Ya! ¡Estás enfermo! —dice Masha, muy enojada. Es momento de hacer algo. Masha se sube a su triciclo y carga a Oso sobre sus hombros. —¡Un doctor! ¡Un doctor! —grita. Buscan la ayuda de los lobos, pero Oso se sube a la ambulancia donde ellos viven y la estrella contra una piedra. ¿Y ahora?
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De nuevo en su casa, Oso se despierta sentado en su sillón. Los lobos, Liebre y Masha lo miran fijamente. —¿Y...? ¿Estás bien? —le pregunta Masha, preocupada. Oso dice que sí con la cabeza. —¡Dinos quién eres! ¿Te acuerdas? —consulta Masha. Oso le muestra el póster donde se lo ve haciendo malabares sobre el monociclo y los trofeos, y luego se señala a sí mismo. ¡Eso es! —¡Uf! —dice Masha, aliviada. ¡Todo ha terminado bien!
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