René Descartes

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NATALIA CASAÑ NATALIA CUBA JORGE RAGA HÉCTOR SANTOS


PREGUNTAS DE LA ENTREVISTA 1. ¿Qué es, para usted, la filosofía? Para mí, la filosofía es el estudio de la sabiduría. Considero la filosofía como un gran árbol que reúne todas las ciencias, tanto la medicina como la mecánica, la moral, la física y la metafísica. Espero haber aliviado tu duda con mi respuesta. 2. ¿Qué expresa la frase de ''Cogito, ergo sum''? La frase expresa uno de los principios filosóficos fundamentales de la filosofía moderna: que mi pensamiento, y por lo tanto mi propia existencia, es indudable, algo absolutamente cierto y a partir de lo cual puedo establecer nuevas certezas. Es imposible cuestionar mi propia existencia, en la medida en que verdaderos o falsos, algunos pensamientos se están produciendo y, por tanto, debe existir alguien que los produzca. Esta idea la planteé en 1596-1650 en Meditaciones Metafísicas y en el Discurso del Método. 3. He estado leyendo y... con esta expresión, usted designa tanto la primera verdad absolutamente indudable ("pienso luego existo"), como la realidad a la que se refiere dicha creencia: la mente, ¿no es así? Mi pregunta es la siguiente: ¿qué papel juega la mente en la filosofía? En efecto joven, en la filosofía cartesiana la mente o "res cogitans" es una substancia caracterizada esencialmente por el atributo del pensamiento, y se opone radicalmente al cuerpo o "res extensa". Sólo los hombres poseen mente y cuerpo, el resto de seres, incluidos los animales, son sólo cuerpo. Es habitual señalar la influencia de esta concepción de la subjetividad en la psicología cognitiva, por ejemplo al entender, los dos modelos, que las cogniciones o conocimientos son la dimensión fundamental del ser humano, antes que las emociones, deseos, pasiones o instintos. 4. ¿Por qué dejas atrás la idea del genio maligno? ¿En qué consistía este? Verás, el genio maligno consiste en la hipótesis de que tal vez nos ha creado un ser que busca engañarnos aún en aquellos conocimientos que nos parecen más evidentes, las matemáticas; que nos haya hecho de tal forma que cuando nos parezca vivir en la verdad más manifiesta no estemos en la verdad sino en el error. A partir de este argumento se deduce que, yo que dudo soy una cosa que piensa, por lo tanto existo. Gracias por tu pregunta.


5. Buenas tardes señor Descartes, soy Jorge Raga, periodista. Estoy trabajando en una sección sobre filosofía, y quería formularle una pregunta a un escéptico metódico, y a quien mejor que a usted. ¿Usted nos recomienda que nos fiemos de lo que podemos encontrar en los libros? ¿Nos dicen siempre la verdad? Como he dicho en mi famosa obra "El Discurso del método", concretamente en la segunda parte, puedo decir que las ciencias expuestas en los libros, al menos aquellas compuestas y progresivamente engrosadas con las opiniones de muchos y diversas personas, no están tan cerca de la verdad como los simples razonamientos que un hombre de buen sentido puede naturalmente realizar en relación con aquellas cosas que pueden estar tan carentes de prejuicios o que puedan ser tan sólidas como lo hubieran sido si desde nuestro nacimiento hubiésemos estado en posesión del uso completo de nuestra razón, y nos hubiéramos guiado exclusivamente por ella, pues como todos hemos sido niños antes de llegar a ser hombres, ha sido preciso que fuéramos gobernados durante años por nuestros apetitos y preceptores, cuando con frecuencia los unos eran contrarios a los otros y probablemente ni los unos ni los otros nos aconsejaban lo mejor. 6. Buenas noches Descartes. Soy especialista en David Hume y, como especialista del mismo, me ha surgido una pregunta para usted. Dicho filósofo empirista afirma que todo conocimiento deriva en última instancia de la experiencia sensible, siendo esta la única fuente de conocimiento y sin ella no se lograría saber alguno, ¿en qué se basa usted para afirmar que hay ideas morales primarias que son innatas en la especie humana? Mmmm mi querido Hume, cómo explicarle... Yo desconfío de los conocimientos que provienen de los sentidos. Los sentidos son engañosos y, es por ello, que empiezo a dudar de todo, del colegio, de mi familia, de la experiencia y hasta del mismo conocimiento. He descubierto que dormido o despierto puedo soñar lo mismo, y también he hecho la suposición de que un genio maligno nos haya engañado eternamente poniendo en duda las matemáticas. Pero fíjese, después de todas estas dudas he llegado a la conclusión de que hay ideas innatas. Cuando utilizo el concepto de idea innata me refiero de un modo genérico a todo lo que hay en la mente, tanto las sensaciones como los objetos de la memoria, de la imaginación, los del pensamiento e incluso las emociones. Nuestras ideas claras y distintas de las naturalezas simples son innatas, y también lo es nuestro conocimiento de los principios universales y ciertos, y las leyes de la física. Yo, en ningún momento he considerado que las ideas innatas están en nuestra mente de forma actual o como un saber siempre a nuestra disposición, cuando me refiero a lo innato en nuestra mente, quiero indicar que la experiencia empírica o percepción no puede justificar ciertos contenidos mentales y, si los tenemos, es porque descansan en la propia naturaleza de nuestra mente. Hay en nosotros una potencialidad innata por la cual conocemos a Dios; la idea de Dios es innata en el sentido de que es producida por una capacidad natural de la mente, es innata de una manera potencial, no actual.


7. Como usted bien sabe, Platón nació en una época en la que comienza el declive político y militar de su ciudad. Él abandonó su vocación política por la Filosofía, atraído por Sócrates. De él se conservan muchos escritos, pues por ello le vengo a preguntar. Concretamente acerca de la Teoría de las Ideas, ¿qué comparación de conocimientos hace en ella? -Platón ilustró su doctrina con la célebre alegoría de la Caverna, en el libro VII de la República, uno de los grandes diálogos platónicos que puede servir para entender e integrar algunos aspectos de su filosofía. Pues bien, Platón diferencia el conocimiento científico o la episteme (nivel superior del conocimiento) de la opinión o doxa (saber acerca de la realidad sensible y material), es decir, defiende un dualismo epistemológico. Además, también ampara un dualismo ontológico: Platón distingue el Mundo Inteligible (el mundo del ser, de lo estable, de lo eterno y permanente) y el Mundo sensible (mundo del devenir y de la multiplicidad). Las Ideas son realidades ocultas a la vista pero accesibles a la inteligencia, que constituyen la esencia o forma de las cosas, son eternas, inmutables, únicas, inmateriales, absolutas, idénticas y trascendentes. Para alcanzar el conocimiento de lo auténticamente real, habrá que dirigir nuestra alma hacia la contemplación de las Ideas eternas, apartándonos de los sentidos engañosos y de las cambiantes cosas del mundo sensible.

8. Hola, soy Héctor un alumno de primero de bachiller. Estoy trabajando sobre Platón y Aristóteles, el cual a sus diecisiete años de edad, fue enviado a Atenas para estudiar en la Academia de Platón, a causa de ello ¿tienen estos dos la misma percepción del mundo? ¿Son ambos platónicos? Como bien has dicho, Platón fue maestro de Aristóteles. Ambos partían de Sócrates y de su concepto de eidos, pero las dificultades de Platón para insertar su mundo eidético, el de las ideas, en el mundo real obligaron a Aristóteles a ir perfilando términos como «sustancia», «esencia» y «forma». Aristóteles inició su sistema filosófico fundándolo en una profunda crítica al platónico, es por ello que existen varias diferencias, te nombraré algunas a continuación: Para Platón, el alma es inmortal y se encuentra determinada desde el nacimiento, en cambio para Aristóteles, el alma es mortal y depende del aprendizaje. Mientras que para Platón las matemáticas son la cúspide de las ciencias propedéuticas y, en consecuencia, el modelo de todas las ciencias, para Aristóteles las ciencias importantes son las experimentales, y las matemáticas, no constituyen más que la antesala del saber. Por último, le expondré otra diferencia: para Platón no sólo existen dos mundos (sensible y suprasensible) sino que es el mundo inteligible y trascendente el más real. Por el contrario, para Aristóteles el único mundo que existe es el sensible, constituido por objetos singulares, únicos, concretos, externos... Espero que le haya servido para aliviar sus dudas. Au revoir!


9. Como usted ya sabrá, Pirrón de Elis era un filosofo escéptico, lo que yo quisiera preguntarle señor Descartes es, ¿comparte usted el mismo pensamiento que el señor Pirrón? Bueno, en contestación a su pregunta, en parte si que comparto el pensamiento de Pirrón ya que él, era un escéptico y el escepticismo se basa en la duda. Los escépticos creen que todo es subjetivo por lo que no se pueden emitir opiniones. La finalidad de los escépticos es decir que no existe la verdad absoluta. Para ellos no hay ninguna verdad real y, si la hay, el ser humano no la conoce. No comparto su idea, ya que mi filosofía es dudar de la existencia de todo para poder llegar así a la verdad absoluta o la verdad real. Mi objetivo es alcanzar la certeza dudando, por lo tanto es diferente a la duda escéptica, que cree imposible el conocimiento. 10. René Descartes, ¿usted afirma que hay un Dios que lo creó tal como usted es? Reflexionando, en mi libro del Discurso del Método, sobre que yo dudaba y que, en consecuencia, mi ser no era omniperfecto pues claramente comprendía que era una perfección mayor el conocer que el dudar, comencé a indagar de dónde había aprendido a pensar en alguna cosa más perfecta de lo que yo era; conocí con evidencia que debía ser en virtud de alguna naturaleza que realmente fuese más perfecta. En relación con los pensamientos que poseía de seres que existen fuera de mí, tales como el cielo, la tierra, la luz, el calor y otros mil, no encontraba dificultad alguna en conocer de dónde provenían pues no constatando nada en tales pensamientos que me pareciera hacerlos superiores a mí, podía estimar que si eran verdaderos, fueran dependientes de mi naturaleza, en tanto que posee alguna perfección; si no lo eran, que procedían de la nada, es decir, que los tenía porque había defecto en mí. Pero no podía opinar lo mismo acerca de la idea de un ser más perfecto que el mío, pues que procediese de la nada era algo manifiestamente imposible y puesto que no hay una repugnancia menor en que lo más perfecto sea una consecuencia y esté en dependencia de lo menos perfecto, que la existencia en que algo proceda de la nada, concluí que tal idea no podía provenir de mi mismo. De forma que únicamente restaba la alternativa de que hubiese sido inducida en mí por una naturaleza que realmente fuese más perfecta de lo que era la mía y, también, que tuviese en sí todas las perfecciones de las cuales yo podía tener alguna idea, es decir, para explicarlo con una palabra que fuese Dios.


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