Escuela para padres cristianos “forjando generaciones con sólidos valores” año 3 no 6

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Rosemary Gutiérrez Directora del Ministerio Infantil Internacional Sandra Sunza Editora Directora del Departamento de Hogar Infantil

Maquir Sarao Diseño y Distribución Isabel Silva Diseño de portada Autores Karla Chan Betty Sunza Sandra Sunza Hiddekel Canul James Sarao


4 Educando la madurez emocional

6 Historias con ense単anza

10 Tips para formar ni単os sanos

11 Educando la mente

14 Aportaciones de los lectores

15 Tu espejo

17 Construyendo fundamentos Cristianos

20 Un vistazo a la literatura infantil


Mensaje del Editor Estimados lectores: Con gran esfuerzo y venciendo varios obstáculos, nos complacemos en poner ante ustedes un ejemplar más de nuestra revista electrónica Escuela para Padres Cristianos, confiando en que este trabajo pueda ser de ayuda para algunos padres hasta donde sus alcances lo permitan. Hemos decidido dedicar este número a un tema de actualidad y gran impacto: La resiliencia. Ésta es una palabra derivada del francés “résilience” y es definida como la “capacidad para resurgir a la vida” cuando se ha atravesado alguna situación adversa. Nos parece que, al vivir en un mundo plagado del mal, la resiliencia se convierte en una característica necesaria para todos, por lo cual requerimos empezar a trabajarla desde la niñez. Deseamos de todo corazón y oramos para que los niños de nuestra Iglesia crezcan sanos y felices, llenos del amor de sus familias y de sus hermanos en Cristo, pero también para que sean capaces de sobreponerse al mundo y los sufrimientos que de él se derivan, siempre fundados en la Roca Inconmovible de los Siglos, nuestro Dios, quien también nos ha prometido que algún día, si permanecemos en él, iremos a morar a un lugar en el que el llanto, la tristeza y el dolor no tendrán cabida.

Sandra Sunza Editora

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EDUCANDO PARA LA MADUREZ EMOCIONAL Con todo lo que les sucedió en su vida, pueden llorar por su suerte o tomar lo que les ocurrió como una circunstancia favorable. Todo lo que ocurre puede considerarse como una posibilidad de crecimiento o como un obstáculo para su desarrollo. En definitiva, son ustedes, y nadie más, quienes eligen.

Si

lo pensamos detenidamente, todos conocemos por lo menos a una persona que puede ser ubicada dentro de la descripción de “resiliente”, aquellos valientes que logran convertir circunstancias adversas en oportunidades para despuntar a partir del sufrimiento. Veamos… se me vienen tantas historias oídas u observadas a la mente. Una niña maltratada por sus padres que logra salir adelante gracias al apoyo de una de sus profesoras y logra graduarse médica convirtiéndose en una exitosa profesionista y, más aun, en una persona capaz de perdonar a los que le hicieron daño. Un niño que afronta la muerte de su madre a causa del cáncer y que, de grande, se convierte en fundador de un centro de apoyo a personas de escasos recursos que enferman de cáncer.

Wayne Dyer Un niño huérfano de madre y maltratado por un padre alcohólico que conoce a un pastor de la Iglesia y sale adelante para convertirse en un predicador, pastor y poderoso instrumento en las manos de Dios.

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Pobreza, abandono, maltrato, abuso, violencia, pérdida de un ser querido… son algunos de los problemas que inevitablemente amenazan a la niñez de hoy. Parecen realidades tan grises y extremas, pero son más comunes de lo que muchos quisiéramos aceptar. Estos y otros factores negativos son como buitres que acechan con destruir la alegría, la inocencia y la pureza que son parte de la naturaleza de la niñez.


Sin embargo, los casos de éxito narrados al inicio, son una luz de esperanza, no todo está perdido y, aunque vivimos en un mundo plagado de mal, el ser humano tiene la capacidad de enfrentarlo y sobreponerse a él. En todos los casos de resiliencia, existe por lo menos una persona que sirve como agente de cambio y como modelo a seguir: padre, madre, educador, pastor… quienes son usados como instrumentos para ayudar a un alma a salir de las tinieblas del sufrimiento y emprender el vuelo hacia un puerto de paz. Es verdad que, aunque nuestros seres queridos tuvieran que sufrir, generalmente estaríamos dispuestos a hacer cualquier cosa por ayudarlos en su dolor. Si alguno de tus hijos tuviera que sufrir inevitablemente algún dolor o pérdida, se esperaría que, como padre cristiano, estuvieras allí para socorrerlo. Sin embargo, este llamado va más allá, no se limita a tus seres queridos. Como cristianos, hijos de un Dios amoroso y compasivo, estamos invitados a ser agentes de consuelo para quienes sufren, especialmente si son niños. Tal vez en tu calle, en tu lugar de trabajo, cerca del templo al que asistes hayas visto a algún niño en sufrimiento. Te invitamos a que no pases de largo, no voltees la mirada como el sacerdote y el levita, detente como el buen samaritano, ayuda como lo haría Cristo, tú puedes ser el instrumento que propicie un cambio, ayude a un corazón a sanar y rescate un alma para el reino.

Sandra Sunza

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Historias con enseñanza ¡Cuánto pueden enseñar los niños con sus actitudes y comportamiento puramente cristiano! En ocasiones, minimizamos la importancia de los pequeñitos como ejemplo al mundo que se pierde, olvidándonos de que ellos también han sido llamados por Dios para alumbrar la senda oscurecida de este siglo. Considerando esto, es importante formar en ellos esos valores cristianos bíblicos que les ayuden en su misión en la tierra. Otros niños, que crecerán y formarán familias, deben ser alcanzados por la gracia de Dios, a través de quienes, dijo Cristo, también es el reino de los cielos. Con esta bella historia sencilla, acerca de la oración por los alimentos, a veces tan olvidada, es mi deseo instarlos a la reflexión que nos haga a todos retomarla y realizarla a partir de hoy y por todos los días de nuestra vida. Creo fielmente que de esta manera agradamos a Dios.

Una familia transformada por Dios Dar gracias a Dios por los alimentos a la hora de sentarse a la mesa, no era una costumbre en casa de Meli. Por el contrario, sus hermanos y padres comían cada uno a una hora diferente, según como fueran desocupándose. Sus padres nunca se habían preocupado por establecer una hora fija para compartir el pan, sino que habían permitido que sus hijos mayores tomaran sus alimentos cuando sentían el deseo de hacerlo. La educación había sido un poco libre en el seno de la familia. Meli tenía en la escuela unos amiguitos cristianos que siempre le contaban las cosas que hacían en la iglesia y por supuesto, de las costumbres que tenían en su casa. Una de estas costumbres, impactó a la pequeña niña de 9 años.

Por el contrario, sus hermanos y padres comían cada uno a una hora diferente, según como fueran desocupándose

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Una de sus amiguitas le contó que, en su casa, cuando se sentaban a la mesa para el desayuno, el almuerzo y la cena, daban gracias a Dios por los alimentos; oraban para que Dios los limpiara y les quitara todo lo que pudiera contaminarles; le pedían a Dios que los hiciera buenos para consumirlos y por supuesto que no se olvidara de los pobres y necesitados, de tal manera que hubiera también pan en su mesa. En fin, con todo lo que su amiguita le contó, Meli estaba tan emocionada que cuando llegó a su casa se lo platicó a su mamá. Su mami estaba por esos días recibiendo estudio bíblico de una de sus vecinas y había comenzado a comprender algunas cosas de la Biblia y de las prácticas cristianas. Así que, cuando Meli le platicó acerca de lo que sus amiguitas le decían, y al ver en sus ojitos reflejada la emoción de sus palabras, tomó una muy buena decisión: hacer como esa familia hacía. Ese fue el primer día de una vida llena de gratitud y reconocimiento a Dios por el bien recibido. Meli, cuyo nombre completo era Melissa, les pidió a sus compañeritos de clase le enseñaran a orar por los alimentos tal como ellos lo hacían. Y un día, al salir de la escuela, los niños se reunieron con ella a las puertas de la escuela y tomándose de las manos oraron juntos. Meli, sintió algo muy especial ese día y cuando llegó a su casa le enseñó a su mami cómo hacerlo. Por la noche, reunidos todos a la mesa, con la cena servida, la mama de Meli les dijo a sus hijos que, a partir de esa noche, todos los días darían gracias a Dios por lo que les había concedido. Los hermanos de Meli se rehusaron los primeros días, pues ellos no habían comprendido la importancia de ese acto realizado por la familia junta. Sin embargo, un día su pequeña hermana, protagonista de esta historia, les habló con todo su corazón y les pidió que lo intentaran, que se dejaran guiar por su mamá, pues habían descubierto una de las fuentes del bienestar de la vida. Ellos, Kathy y Joel, accedieron a hacerlo.

Ese fue el primer día de una vida llena de gratitud y reconocimiento a Dios por el bien recibido.

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Cabe mencionar, que a pesar de que al principio no realizaban ninguna práctica cristiana, los jóvenes de ese hogar, no eran rebeldes ni malos, pues habían sido enseñados con la mejor educación, pero no tenían ninguna costumbre cristiana, pues sus padres no los habían llevado nunca a la iglesia, ni les habían exigido que ellos fueran.

Al día siguiente, cuando la mamá de Meli tuvo que salir por una emergencia a casa de la abuela, Kathy, Joel y Meli se quedaron solos justo a la hora del almuerzo. Esa era la oportunidad que la niñita había estado esperando para enseñarles a sus hermanos cómo orar antes de comer. Así que, extendió sus manitas y tomó las manos de sus hermanos e inclinando su rostro y cerrando sus ojitos comenzó a dar gracias. Primero pidió perdón por sus errores, luego dio gracias a Dios y le pidió que limpiara los alimentos para que fueran una bendición para ellos, luego, expresó a Dios su deseo de que se acordara de los pobres y necesitados y por Mientras Kathy último dio gracias por enjugaba sus lágrimas, su familia, Joel le preguntó a Meli especialmente por sus quién le había enseñado hermanos que habían esa forma de accedido a expresarse. acompañarla. Lo hizo todo, tal como sus amiguitos le habían enseñado. Para cuando Meli terminó la oración, su hermana Kathy tenía sus ojos llenos de lágrimas, pues había sentido algo especial durante la oración de su hermanita. Por otro lado, Joel, estaba sorprendido de la elocuencia con la que su pequeña hermana se había expresado y sintió una punzada en el corazón. Pero no era una mala señal, al contrario, era una rara sensación que tenía, como que necesitaba escuchar más de aquellas lindas palabras; algo como una ansiedad que debía ser aliviada. Mientras Kathy enjugaba sus lágrimas, Joel le preguntó a Meli quién le había enseñado esa forma de expresarse. Ella les contó la historia de cómo Dios había tocado su corazón y el de su madre a través de los niñitos que iban con ella a la escuela y de la vecina que venía a su casa a hablarles de Dios por la tarde. Ellos estaban sorprendidos, y le dijeron a Meli que aprendiera otras oraciones y que también les enseñara a ellos a orar de esa manera tan linda. Meli ansiaba que su padre llegara de viaje para contarle esta bella historia. Pero para eso todavía faltaban varios días. Sin embargo, ella no se desesperó, sino que comenzó a orar más, pues deseaba enseñarle también a su papá eso tan lindo que había aprendido de sus amiguitos cristianos. Pasaron los días, y los cuatro, Kathy, Joel, Meli y su mami, pasaban más tiempo juntos aprendiendo de la Biblia en el estudio que les daba la vecina y comiendo juntos después de orar como nunca antes lo hacían.

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Cuando el padre de Meli regresó de su viaje, fue imposible no notar la diferencia que había en su familia. Su esposa y sus hijos le contaron acerca de las experiencias que habían tenido durante los últimos días, y el padre, al ver tan feliz a su familia, tuvo que ceder y casi caer rendido ante las maravillas que escuchaba. Ese fin de semana, por primera vez, fueron juntos a la iglesia, no solo por la invitación que habían recibido como tantas otras veces de sus vecinos cristianos, sino porque en su corazón sentían la necesidad de acercarse a ese Dios maravilloso que les había cambiado la vida de una manera tan linda, sencilla y amorosa. Disfrutaron mucho ir al templo, escucharon los cantos de los niños, de los jóvenes y algunos ancianos, y el sermón que ese día dio el pastor, precisamente hablaba del cambio que Dios puede hacer en la vida de quienes le permiten entrar en sus corazones y en su hogar. El padre de Meli tuvo que llorar ante tal manifestación y la pequeñita al darse cuenta de eso, fue hasta su padre, y con sus pequeñas manos tocó su rostro y enjugó su llanto. Meli no cabía en alegría, su corazón casi se le salía al mirar a su familia tan feliz. A partir de ese día, nunca faltaron al templo, pues algo que les gustaba mucho era la manera en la que todos en unidad compartían, celebraban, cantaban, comían y daban gracias a Dios, como una gran familia. Hoy, esta familia es una de las más firmes en la Iglesia y esta experiencia que tuvieron la han ido compartiendo donde quiera que van. Como ustedes imaginarán, Meli y sus compañeritos, amiguitos de la escuela, hicieron lazos tan fuertes de amistad y cariño, que caminaron juntos por la vida durante muchos años, compartiendo un gran amor: el amor de Dios. Enseñanza: Ábrele a Dios la puerta de tu corazón, pues Él desea entrar, amarte, acompañarte y estar contigo a donde vayas, todos los días de tu vida. Y Jesús dijo: Dejad a los niños, y no les impidáis de venir a mí; porque de los tales es el reino de los cielos. San Mateo 19:14

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Betty Sunza


Tips Para Formar Niños Sanos ¿Cómo educar niños felices? Es

la pregunta que a menudo muchos padres nos hacemos, pues todos quisiéramos que nuestros hijos lo sean, y aunque parezca asombroso, no hacemos niños felices por lo que les podamos regalar (como juguetes y caramelos), sino por lo que les enseñamos. Usted como padre, ¿ha observado la carita de felicidad de su hijo cuando juega con él y le enseña algo nuevo y él logra realizarlo por si solo? Esa es felicidad real. Aquí le dejo algunos tips que le ayudarán estimulándolo a crecer siendo un niño feliz.

en la educación de su hijo,

1.- Diviértanse juntos. Pasar tiempo de calidad con ellos es el mejor regalo.

2.- Ínstelo a desarrollar sus talentos. Conviértase en su fan número 1 3.- Permítale expresar sus emociones, como cuando está enojado o triste, conviértase en su amigo. 4.- Déjelo resolver sus problemas por sí solo, pero hágale notar que usted estará cerca por si le necesita. 5.- Enséñele la generosidad: compartir y pensar en los demás lo harán un hombre satisfecho. 6.- Aprender a tomar sus propias decisiones lo harán independiente, pero hágale notar que todas las decisiones traen consecuencias que podrían resultar malas o buenas. 7.- Sea su modelo a seguir para bien, pues los niños aprenden mejor cuando imitan a quien admiran y aman.

Karla Chan

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Mentes fuertes, niños seguros. Se podría decir que la palabra “protector” es el común denominador que define a todo padre y madre, todos quieren tener hijos sanos y fuertes, y hacen todo lo que está en sus posibilidades para lograrlo. En general, los padres siempre protegen a sus hijos del clima adverso, de los alimentos poco saludables, de condiciones insalubres, de malas compañías, etc. Todo esto con el fin garantizar la seguridad de sus hijos. Pero… ¿De qué le serviría un niño ser fuerte, sano, bien alimentado, limpio, inteligente y con valores si no tiene fortaleza mental? ¿Cuál será su futuro si no es capaz de afrontar los riesgos y las situaciones que la vida humana conlleva con éxito? ¿Qué pasará si sus padres no han sabido protegerlo a nivel interior? Ante esto surge una importantísima interrogante: ¿Cómo proteger a nuestros niños a nivel interior? Muchos piensan que la forma de hacerlo es evitando que afronten el peligro, las decepciones, las perdidas y, en general, todas las situaciones negativas que cotidianamente se presentan, un ejemplo de esto es: “un niño juega con una pelota, la patea tan fuerte que se va al patio del vecino, el pequeño rompe en llanto, entonces papá o mamá corren a resolver el problema, pues no toleran que su pequeño llore, sobre todo si ellos están allí para resolver esa terrible situación”. A esto se le llama “sobreprotección”, pues si bien no es saludable que los niños lloren por tiempos prolongados, tampoco es correcto resolver sus problemas sin antes enseñarles a enfrentarlos con una perspectiva positiva y con control de sus emociones, ya que no siempre estaremos allí para auxiliarlos. De allí nace la necesidad de formar niños resilientes, niños con fortaleza mental. La resiliencia más que una capacidad para superar situaciones traumáticas o adversas, es un proceso que permite a una persona seguir desarrollándose plenamente aun después de haber pasado por un proceso de adversidad. Este proceso depende entrañablemente de los factores internos (que son los psicológicos, que creamos en nuestros hijos; y los biológicos, que les heredamos) y externos (que se relacionan con la sociedad y el contexto de la familia). Ya que sabemos que para superar cualquier adversidad, una persona siempre se valdrá de la fortaleza que le den los recursos que se le hayan proporcionado, podemos concluir que la infancia es el momento para proporcionar a nuestros hijos todos los recursos necesarios, para que puedan lograr con éxito el proceso de resiliencia.

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Debemos enseñar a nuestros niños que no siempre podemos controlar lo que nos sucede, pero si podemos elegir la actitud y las emociones con las que nos enfrentamos a lo que nos ocurre.

Diversos autores coinciden en que es indispensable fomentar en los niños emociones como: la alegría que previene el rechazo social y facilita la socialización positiva; la serenidad que les ayuda a concentrarse, ser asertivos, controlar sus impulsos y regular su inquietud; la gratitud y la simpatía que facilitan la integración social; y la satisfacción personal que fortalece la autoestima. También es importante que los niños desarrollen actitudes positivas a una edad temprana. Si el pensamiento positivo se convierte en un hábito será más fácil para ellos afrontar cualquier tipo de situación. Aquí les dejamos una lista de actividades que pueden realizar con sus pequeños para inculcar en ellos emociones y actitudes positivas ante las adversidades. 1- Enseña a tu hijo a controlar lo que piensa sobre sí mismo. Estas son las declaraciones que se repiten constantemente a sí mismos en sus cabezas, como "Soy muy malo en matemáticas. Nunca voy a aprobar esta clase". Ayúdale a reemplazar estas afirmaciones negativas al declarar en voz alta, o en silencio "puede que sea difícil entender las matemáticas, pero seguiré intentando y pediré ayuda a otros, como a mis profesores, padres o compañeros". 2- Recuerda a tu hijo que ser positivo o negativo sobre un evento que ha ocurrido en sus vidas es su elección. 3- Crea un ambiente positivo en tu hogar. Enseña a tu hijo que simplemente sonreír y reír puede ayudar a cambiar la química de tu cerebro y hacerte sentir mejor. 4- Provee a tu hijo mucho afecto en forma de palabras cariñosas, abrazos, besos, choque de manos o palmadas en la espalda.

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5- Ayuda a tu hijo a desarrollar pasatiempos que sean buenos para incrementar su confianza. Puedes, por ejemplo, alentar a un niño que tenga una encantadora voz a tomar clases de canto para ayudarlo a desarrollar su habilidad un poco más. 6- Alienta a tu hijo a mantener un diario y llevar un registro de sus logros y decepciones. Cuando tu hijo experimenta una decepción, en particular, haz que reflexione sobre las lecciones que puede tomar como experiencia para no repetir el mismo error en el futuro. Elógialo por demostrar madurez y aprender una lección y por tomar un enfoque proactivo ante sus errores, en lugar de lamentarse con ellos. Los momentos duros no duran, las personas duras sí. -Anónimo.

Hiddekel Canul

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Aportaciones de los lectores: Todo está en tu visión Hace unos días, mi hijo de ya casi 5 años de edad me puso a meditar en lo que significa tener fe y confianza en Jesús. Papi, me dijo, acabo de medir la casa y, ¿sabes cuánto mide? Me preguntó mientras sostenía una regla de medir en su mano. No entendiendo exactamente lo que quería comunicarme, le pregunté: ¿la mediste con esa regla? y ¿cuánto mide? A lo que él me contestó: 7 pulgadas y 3 rayitas. Mi hijo había salido fuera de la casa, y de pie frente a esta, a una distancia lo suficientemente larga levantó su regla colocándola frente a su rostro horizontalmente, cerró uno de sus ojitos y midió la casa con su regla. De este modo, a una distancia regular, logró medir frente a su regla 7 pulgadas y 3 milímetros de la fachada de la casa. Quiero compartir con ustedes, usando esta experiencia con mi hijo, que los problemas que afrontamos en nuestras vidas son tan grandes o pequeños como nosotros queramos verlos. Si nuestra confianza en el Señor declina, los problemas pueden ahogarnos y estaríamos en peligro de perder la fe, pues los veríamos más grandes de lo que en realidad son. Pero si al contrario, entregamos nuestros problemas al Señor, el tamaño de ellos en realidad no importará, pues Jesús los cargará y los resolverá por nosotros (Mt. 11:28). No olvidemos que Cristo quiere que vivamos confiados en El en todo momento, para así poder enfocar toda nuestra atención y fuerzas en las cosas que en realidad lo ameritan: nuestra carrera espiritual y el Evangelio, llevar las Buenas Nuevas de Salvación a todos los que estén a nuestro alcance. En Lucas 12:25 nos dice: ¿Y quién de vosotros podrá con afán añadir a su estatura un codo? Vivamos pues sin afán, tomemos estas palabras de Cristo seriamente y pidamos a Dios que nos aumente la Fe para vivir confiados siempre frente a cualquier problema, no importando lo grande o pequeño que este pudiera ser. Que haya bendición.

Nelson Baires

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Tu espejo

¿Qué miras cuando ves a tus hijos? En esta sección que enfatiza en la importancia de las acciones y el ejemplo de los padres en el futuro de sus hijos, hoy quiero compartirles una bellísima historia de dominio popular sobre la madre de Thomas Alva Edison. Para contextualizar al lector es necesario decir que este hombre es reconocido como uno de los inventores más prolíficos que la historia ha registrado, para darte una pequeña idea se le atribuyen más de mil doscientas patentes, entre ellas la famosa bombilla eléctrica.

Se dice que un día el pequeño Thomas llegó a casa y le dio a su madre, Nancy Elliot, una nota de su profesor, quien le había dado la instrucción de entregarla únicamente a su madre. Cuando ella leyó, en voz alta, a su hijo la carta que él le trajo, sus ojos estaban llenos de lágrimas: "Su hijo es un genio, esta escuela es muy pequeña para él y no tenemos buenos maestros para enseñarlo, por favor enséñele usted". Muchos años después, cuando ya la carrera de Alva Edison como un genio de los siglos XIX y XX estaba consolidada, su madre falleció. Un día él estaba ordenando algunas cosas antiguas de la familia cuando de repente reconoció el papel de aquella nota antigua de su profesor. Él lo tomó y lo abrió, en el papel se leían las siguientes palabras: "Su hijo está mentalmente enfermo y no podemos permitirle que venga más a la escuela".

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Se cuenta que Edison lloró por varias horas y con un sentimiento enorme escribió en su diario: "Thomas Alva Edison fue un niño mentalmente enfermo, pero por una madre heroica se pudo convertir en el genio del siglo".

Querido padre lector, quiero repetirte la pregunta del inicio de este escrito, y tu… ¿Qué miras cuando ves a tu hijo? Porque de tu respuesta depende mucho el futuro de este tesoro que Dios te regaló. Un niño puede percibir de un modo inexplicable lo que sus padres piensan, ven y esperan de él. Si al mirar a tu hijo puedes ver en él un ser maravilloso y lleno de posibilidades de un futuro exitoso en todos los planos de su vida, tal vez tu visión se acerque un poco a lo que Dios mira en él, pues nuestro Padre celestial siempre procura lo mejor para nosotros. Me parece inconcebible saber de padres que hablan y parecen esperar lo peor de sus hijos, tildándolos de “incapaces”, “tontos”, “difíciles de controlar”, “peores que otros niños”, pues su fracaso como padres afectará irremediablemente en el futuro de estos pequeños. El poder de los padres y de los educadores de niños es inmenso, la preciosa parábola de los talentos también puede ser aplicable en cierta forma a la educación de los niños, a quienes Dios dota de manera natural de diversas potencialidades, siendo labor de los padres granjear la mayor ganancia posible. Querido padre, querida madre, querido educador: el Señor te pedirá también a ti cuentas de tu trabajo. Si ya estás trabajando tu tesoro, te felicito, serás llamado un “buen siervo”; si te autoevalúas y notas que estás siendo negligente, pide perdón a Dios y comienza a cambiar hoy mismo, aún estás a tiempo.

Sandra Sunza

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En esta acostumbrada sección, la cual tiene por objetivo proveer a los padres de familia de estrategias para cultivar en sus hijos el amor por la Palabra de Dios y el interés en la doctrina cristiana que rige a nuestra Iglesia, traemos una propuesta de actividad para que sea desarrollada entre padres e hijos, invitamos al lector a realizarla, pues creemos que los beneficios pueden ser muchos. Algo que debería ser muy importante para los padres es enseñar con su ejemplo a los niños, de tal manera que no sean sus palabras las que marquen sus vidas, sino su ejemplo en acción. En esta ocasión nuestra sugerencia será elaborar un "baúl del tesoro". Ese tesoro serán versículos de la Palabra de Dios. Propóngase comenzar un día cualquiera de la semana o mes. Adorne una caja pequeña con papel de colores y la leyenda "BAÚL DEL TESORO". Corte fichas un poco más pequeñas que el baúl, con la intención de que pueda acomodarlas dentro del mismo. Escriba en la primera ficha un versículo de su elección; el que más le agrade. Deberá colocar esa primera ficha ya escrita dentro de la cajita. Será la primera pieza del gran tesoro que se irá acumulando al pasar de los días.

Deberá escribir cada día un versículo en fichas diferentes, y cada una de ellas colocarlas dentro del pequeño baúl; todas ellas son parte del maravilloso tesoro que es la palabra de Dios. La idea es que cada día temprano, por la mañana, coloque usted una pieza del tesoro para que su pequeño hijo lo encuentre durante el día. En caso de tener más de un hijo deberá hacer un baúl para cada uno; la idea es que cada uno se sienta importante.

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Para que esto funcione, deberá instruir a sus pequeños y sentar juntos las bases de la dinámica para que el objetivo se logre. Además de cada ficha puede dejarles algún dulce o galletita algunos días, si usted lo considera pertinente de acuerdo a sus posibilidades. Elija un día de la semana, puede ser sábado o domingo, para que cada ficha del baúl que durante la semana se acumuló sea explicada por usted a los niños. Trate de darles una explicación sencilla y amena para que ellos sientan interés por la enseñanza. Elija además, cualquier otro día de la semana algún capítulo completo donde algún versículo del baúl se encuentre y léalo junto con sus pequeños y el resto la familia junta. Esto puede hacerlo una vez a la semana.

Elija además el tiempo durante el cual desee realizar esta actividad. Trate de enseñar a los pequeños una buena cantidad de versículos de diferentes temas que usted considere importantes. Si se puede pídales a sus niños que se aprendan algunos de los versículos de memoria e incentívelos. Al final del periodo que usted haya elegido para realizar esta actividad, haga un balance de lo logrado y compártalo con sus hijos para que ellos se sientan motivados y satisfechos. Felicítelos y elijan seguir haciendo la actividad, tomándola como un hábito cotidiano con la finalidad de que sus hijos aprendan una buena cantidad de versículos de la Palabra de Dios.

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“Y Amarás á Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón: Y las repetirás á tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes: Y has de atarlas por señal en tu mano, y estarán por frontales entre tus ojos: Y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus portadas.” Deuteronomio 6:5-9

Betty Sunza

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A continuación ofrecemos a grandes y a chicos una historia que fue compilada por los autores Chang Shiru y Ramiro Calle.1 Esta narración transcurre en China y nos cuenta un episodio de la vida de un joven estudiante. Esperamos que nuestros lectores se puedan servir de sus reflexiones, considerando incluso la capacidad del hombre para comprender lo esencial a partir de lo que acontece en su vida cotidiana.

La enseñanza de la abuela Li Bai, el poeta más consagrado de China, tiene mucho que agradecer a una anciana analfabeta. Cuando era niño no le gustaba ir al colegio. Muchas veces se detenía en el camino observando con curiosidad cualquier cosa, y no llegaba nunca a su destino. Sentía miedo y a la vez odio hacia el profesor severo, que castigaba a los alumnos por cualquier travesura o negligencia. Le aburrían los libros escritos en lenguaje clásico. Le parecía que nunca iba a aprender de memoria las difíciles reglas gramaticales y las pesadas enseñanzas de los filósofos antiguos. Para él era mucho más divertido observar el movimiento de las hormigas o el trabajo del herrero que forjaba herramientas y armas. Un día, camino del colegio, se distrajo viendo a una señora de avanzada edad trabajando a la orilla del río. La mujer afilaba afanosamente una barra de hierro en una rústica piedra.

1 Ver: “La enseñanza de la abuela” en 101 Cuentos clásicos de la China, Shiru, Chang Y Ramiro

Calle, eds., Madrid, España, Editorial EDAF, 2013: 144-146.

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– ¿Qué está haciendo? –preguntó el infante lleno de curiosidad. La anciana, sin levantar la cabeza, le contestó amablemente mientras seguía puliendo la barra metálica: – Mi querido hijo, quiero hacer una aguja de coser. El joven quedó totalmente desconcertado: – Pero, abuela, ¿cómo es posible hacer de una barra de este grosor una aguja tan pequeña? – Sí, pequeño. Siempre he hecho agujas con estas barras de hierro. Son mejores que las que hay en el mercado. La abuela le contestó como si fuera lo más natural del mundo, pero el niño quedó totalmente desconcertado. – ¿No se impacienta por lo penoso del trabajo? – La constancia hace milagros. Si un día no es suficiente, podré dedicar diez o cien. Pero tendré que transformarla en aguja de coser. Tarde o temprano, lo conseguiré. A partir de ese día, Li Bai siempre pasaba por la orilla del río camino del colegio. Durante varios meses encontró a la abuela trabajando constantemente con su barra de hierro, que se empequeñecía, se afilaba y se convertía en una diminuta aguja. Mientras tanto se formaba buenos hábitos en el colegio y llegó a ser el alumno más aplicado de la clase. Treinta años más tarde, entró en el Palacio Imperial con todos los honores de un poeta consagrado.

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James Sarao


Escuela Para Padres Cristianos Es una publicación independiente del Departamento de Hogar Infantil, perteneciente a la Iglesia Evangélica Internacional Soldados de la Cruz de Cristo y editada en Mocochá, Yucatán, México. Los textos aquí publicados son en su totalidad responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de los editores. Prohibida la reproducción total o parcial si se omite citar la fuente.


Estimado lector: La revista electrónica ESCUELA PARA PADRES CRISTIANOS “Forjando generaciones con sólidos valores” Te hace una cordial invitación a participar en este proyecto ¿Cómo podrás hacerlo? Envíanos historias reales que puedan ser de edificación para otros padres. O si te gusta escribir relatos, mándanos algún cuento inédito para la enseñanza de valores cristianos que se pueda publicar en “Historias con enseñanza”. También nos interesa conocer tu opinión y sugerencias para esta publicación, escríbenos y cuéntanos qué temáticas te gustaría que abordemos en el siguiente número, no olvides poner tu nombre completo y el lugar de donde nos escribes. Estaremos publicando las cartas de nuestros lectores. Puedes contactarnos a nuestras redes sociales y correo electrónico, donde estaremos contestando tus dudas, comentarios y sugerencias sobre el contenido de las revistas. Tus aportaciones serán de mucha bendición para el progreso de esta publicación. sunza.sandra@gmail.com www.facebook.com/escuelaparapadrescristianos

Ministerio infantil Internacional

Abril de 2016


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