n ú m e r o
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m a r z o
Dirección Elisabet Comité editorial Boris Rudeiko, Elisabet, Esther, pepsi Editores Boris Rudeiko, Elisabet, Esther, Gabi, Gothian, pepsi Diseño e imagen pepsi y Plásido P ubl ic id ad y comu n ic ac ión Esther
Secciones Hu mor Gr á f ico Nelo Se a bu e n A l b a ñ i l Boris Rudeiko Liter atur a y Tecnología digital zoquete
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Colaboradores Artículos Margarita Holzwarth, Melusina, Rosa Gil, Xavier Carrascosa Crónica Mariano Mandil (Randal) Cuentos y Poesías Ángel Vela Rodríguez, Antonio Romero Montilla (Harvey), Azucena Izquierdo, Beatriz Alonso Aranzábal, Daniel A. Franco, Delia Aguiar, Dolors Arró, Dolors Cruells Burón, Edgardo Benítez (Edgardo), Edwin E. Figueroa-Acevedo, Janet Guerra, Javier G. Valverde, Jesús García Lorenzo (clarinete), María Belén Ziade, Mónica Sánchez, Natalia Rubio Losada (Natts), Pablo Martínez Merino (Depresiv), Rui Caverta, Vanessa Navarro Reverte (Madelyne Blue), Xavier Carrascosa Fotografía Cesare Croci (CesareOne), Daniel Seller Suárez, José Luis Jaime Cortés, José Manuel Solana, Mayca Cruz Pedraza (Mycure11), Manel Llopart Roviró, Sergio José Martínez Valls (Valls) Agradecimientos
S obr e l a L i t er at u r a Elisabet © Prosofagia, 2013
Guillermo Martínez, Julio Maruri, Juan Eslava Galán, Laura Gallego, Pepe Martínez de Sousa
Se prohíbe la reproducción de las imágenes y los contenidos publicados sin el consentimiento de su autor. Para la reproducción total o parcial de algún texto o imagen, se ruega contactar con la Redacción en: prosofagia@prosofagia.com La Redacción no se hace responsable de las opiniones expresadas por los colaboradores.
Ed itorial En Prosofagia, para celebrar los cuatro años de publicación, vamos a imprimir este número diecisiete, gracias al patrocinio de José María Lafuente y Ediciones La Bahía. Los lectores dispondrán como siempre de los habituales formatos electrónicos con descarga gratuita desde nuestra web. Esta edición contiene una muestra de poesías y cuentos de nuestros colaboradores y una selección de los artículos y entrevistas publicados en los números trece a dieciséis, selección que no ha sido nada fácil dados el reconocido prestigio y cantidad de autores, que con sus artículos y respuestas a nuestras entrevistas nos han ofrecido una visión particular sobre la literatura, distintas maneras de leer y entender la escritura, las tecnologías actuales en relación con la edición y algunas de las reglas ortográficas que publicamos en nuestra sección Sea buen albañil, que tanta aceptación han tenido a juzgar por los comentarios recibidos de nuestros lectores. Sin más, les deseamos que disfruten de este nuevo número de Prosofagia.
L a R ed a cc ió n
índice
de
contenidos
Dossier La Tribu 11 por Esther
Pág. 7
Secciones
Pág. 21
Sea Bu en A lba ñ il
De sintagmas, oraciones y otras yerbas por Elisabet
Pág. 23
La coma, ese infierno tan temido II por Esther
Pág. 27
Las comillas y el punto por pepsi
Pág. 33
Los diálogos en narrativa por Fernando Castellano Ardiles (Gothian)
Pág. 37
El leísmo, el laísmo y el loísmo por Boris Rudeiko
Pág. 41
Hu mor Gr á fico
Las viñetas de Nelo por Manuel Pérez Recio (Nelo)
G r ag e a s L i t e r a r i a s
por Elisabet, Esther, pepsi, Plásido y zoquete
L i t e r at u r a
y
T e c n o l o g í a D i g i ta l
Gadgets Anti-Literarios: La Nube de Palabras por zoquete
Sobr e
la
L i t e r at u r a
Págs. 46 - 47
Págs. 48 - 49
Pág. 51
La preparación de una conferencia por Guillermo Martínez
Pág. 55
Leyendo a Barthes: Análisis del relato III por Elisabet
Pág. 61
Ent rev istas y A r t ícu los
Pág. 65
Juan Eslava Galán por Elisabet
Pág. 67
Laura Gallego por Elisabet
Pág. 77
Pepe Martínez de Sousa por Boris Rudeiko
Pág. 85
Leer es vivir muchas vidas II por Margarita Holzwarth
Pág. 93
La lectura tiene una historia por Plásido
Pág. 99
Se admiten adultos por Rosa Gil
Pág. 103
Cómo engañar a un lector editorial por Xavier Carrascosa
Pág. 107
Por qué escribir ciencia ficción por Elisabet
Pág. 111
En casa de Fernando Arrabal por Melusina
Pág. 117
Crón ica
Crónicas mínimas por Mariano Mandil (Randal)
Pág. 123
índice
de
contenidos
Poesías y Cuentos Julio Maruri: «Estar aquí» y «La canción que va más allá»
Pág. 129 Pág. 131 Págs. 132 - 133
Poema íntimo en defensa del contacto visual por Delia Aguiar
Pág. 135
Geometria corpórea por Edwin E. Figueroa-Acevedo
Pág. 137
Desamparo por Azucena Izquierdo
Pág. 139
Ay niña por Dolors Arró
Pág. 141
Galería nocturna por Rui Caverta
Pág. 143
La Habana en celo por Janet Guerra
Pág. 145
La noche antes por Vanessa Navarro Reverte (Madelyne Blue)
Pág. 147
Réquiem por una cigarra. Cien años por Edgardo Benítez
Pág. 149
La niña en la oscuridad por Daniel A. Franco
Pág. 151
Unos pantalones vaqueros por Pablo Martínez (Depresiv)
Pág. 153
El bedel por Beatriz Alonso Aranzábal
Pág. 155
A que te futuro por Antonio Romero Montilla (Harvey)
Pág. 157
Serjilla por Xavier Carrascosa
Pág. 159
El buen amo por zoquete
Pág. 161
El mirador del cielo por Ángel Vela Rodríguez
Pág. 163
Soledad por Jesús García Lorenzo (clarinete)
Pág. 165
Llora, viejo por Natalia Rubio Losada (Natts)
Pág. 167
Acá, nada por María Belén Ziade
Pág. 169
Extraterrestres por Boris Rudeiko
Pág. 171
Deshielo por Esther
Pág. 173
El momento por Javier G. Valverde
Pág. 175
Cuentos seleccionados de La Escola d’Escriptura del Ateneu Barcelonès:
Pág. 177
«Especies de luz» por Mónica Sánchez
Pág. 179
«Habrá que sincronizar el tiempo» por Dolors Cruells Burón
Pág. 181
a i P r
o s o f a
g Realmente me gusta todo lo relativo a la creatividad, sobre todo el tema constructivo y de diseño, creo que no se necesita ser un gran poseedor de conocimientos para tener tu propio criterio. No siempre lo que le gusta a la mayoría tiene que ser lo mejor (aquí podríamos poner el siempre claro ejemplo de «La mierda es maravillosa, cien mil millones de moscas no pueden estar equivocadas», pero no es muy adecuado, mejor lo tachamos). *Nota de edición: José Manuel Solana, a pesar de sus expresiones es una persona muy humilde (quizá por eso). Es un virtuoso en el arte del origami. 6
PROSOFAGIA - NÚMERO 17 - MARZO 2013
F o t
Mis objetivos preferidos suelen ser paisajes y edificios, aunque también me gustan los animales. Con relación al «hombre», muchas veces me quedo con las ganas de sacar algún gesto, expresión, mirada..., pero no me atrevo si no es un familiar o amigo, ya que creo que estaría invadiendo la intimidad de las personas.
o g
r
Mi afición a la fotografía es tardía y surge a raíz de que un amigo me regala una cámara digital (Nikon D80). Es un hobby sin ningún tipo de aspiración profesional (bastante tengo con mi actividad actual). No he publicado nada en medios, siempre ha sido en enteros; mi «obra» solo ha sido expuesta en Prosofagia. Los retoques que realizo cubren el amplio espectro de «recortar, enderezar y retocar brillo y color», eso sí, tengo una amiga (Pepsi) que sí sabe retocarlas y dejarlas de verdad bonitas.
e n
Nacido en el lejano año de 1968 (muchos cambios en el mundo, el más importante «mi nacimiento»), cántabro, con los suficientes estudios para sacar una ingeniería (nunca serán los necesarios). Atesoro muchos premios: mi familia y mis amigos, y el más importante de mi vida: Óscar, mi hijo.
a
Solana
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José Manuel
a f
Fotos seleccionadas para el tema gráfico de Prosofagia n.o 15, «Arquitecturas singulares»
Bebés cocodrilo
Fotografía seleccionada para el tema de portada de Prosofagia n.º 14- diciembre 2011
Dossier La Tribu 11
NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 7
¿Quién es Monki? http://monki-town.blogspot.com
Es un langur de François (‘mono de la hoja’, de ahí su afición a los libros). Generalmente, estos monos son negros con mechones blancos pero algunos nacen pelirrojos, y son muy revoltosos. Su procedencia exacta es un misterio y aparecen en cualquier lugar del mundo sin explicación, pero solo allí donde eligen su hogar, de por vida, al que aportan su número afortunado. Cada langur pelirrojo posee un número «mono» [propio, único, compuesto por unos]..
Arribamos a sus puertas desde dos continentes, convencidos de que la Literatura es un arte y también un oficio a aprender, que lleva tiempo, dedicación y esfuerzo. Al caer la noche, nos reunimos en la plaza, alrededor de las fogatas, con un vaso de buen vino, y escribimos nuestras historias, valoramos y criticamos textos propios y ajenos, armamos talleres y otras actividades literarias. Así fue como retomamos la publicación de Prosofagia (setiembre 2011), editamos nuestra primera antología, Necroslogía (enero 2012) y ahora la segunda, Del Miedo y otras Islas (enero 2013). Desde nuestro Portal de navegación:
DOSSIER
La Tribu 11
es un colectivo literario virtual, un lugar de encuentro creativo, una encrucijada compartida por los senderos de sueños y proyectos de cada uno de sus integrantes.
http://latribu11com.blogspot.com se puede acceder a las páginas de nuestros libros, de Prosofagia, Facebook y de un blog recién iniciado que promete ser un verdadero cajón de sastre; en él, revolviendo un poco, cada quien podrá hallar material acorde con sus intereses literarios. Desde enero de 2013 colaboramos con la Fundación ADEMO, a la cual se destinan íntegramente los beneficios obtenidos con Necroslogía (formato Kindle) y Del Miedo y otras Islas (formato papel). Fundación ADEMO: http://www.ademo.org/fundacion La Redacción NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 9
Manuel Navarro Seva (Boris Rudeiko) Nació en Callosa de Segura, Alicante, España, en 1947. Es ingeniero de Telecomunicaciones y escritor. Ha publicado cuentos en los foros literarios Ventanianos, Bibliotecas Virtuales y Prosófagos; en las revistas Panace@ y Prosofagia y en su propio blog. Es coautor de los libros de cuentos Atmósferas, Necroslogía, una Antología de la muerte y Del Miedo y otras Islas; y autor de Cosas que nunca confesé a nadie y Sobre la sangre derramada, publicados en Amazon. Terminó su primera novela Avenida Nevsky, diario de un expatriado, no publicada. Es cofundador y miembro del equipo de redacción de la revista literaria Prosofagia. Blog: http://manuelnavarroseva.blogspot.com / Email: mdnseva@hotmail.com
Publicaciones recientes: Cosas que nunca confesé a nadie Libro de cincuenta relatos breves y microcuentos en el que se abordan temas tan variados como la familia, la amistad, el amor, el odio, el deseo, el miedo, la salud, la muerte, la venganza… Un libro para disfrutar de una prosa sobria, precisa y elegante, que con muy pocas palabras dice mucho y aún evoca más.
Sobre la sangre derramada Libro de cuatro cuentos de mayor extensión que los publicados en Cosas que nunca confesé a nadie. Aunque los temas que aborda en ellos son diferentes entre sí, hay una ciudad que los une: San Petersburgo, Rusia. Y un denominador común: la infidelidad en sus diversas formas de manifestarse.
Punto de venta en A mazon:
Punto de venta en A mazon:
http://www.amazon.es/dp/B009RKD5FG
http://www.amazon.es/dp/B00A X9YCIY
Jesús García Lorenzo (clarinete) Valencia (España). Me atrae lo desconocido e incomprensible. Aficionado escritor y amante de la música. Intento expresar con el lápiz lo que mi imaginación me hace sentir. Soy coautor de la antología Necroslogía, una Antología de la muerte (2012), del libro de relatos Leyendas de la caverna profunda (2012), publicado en beneficio de Save the Children, y de Del Miedo y otras Islas (2013). Premios: 1.er premio en el concurso de relatos de El Coloquio de los Perros (2010). Mención de Honor en el 1.er Concurso de Cuentos del Foro Prosófagos (2010). Finalista en el Certamen de narrativa corta Carmen Martín Gaite (2011). Blog: http://luzy papel.blogspot.com Leyendas de la caverna prof unda En la Caverna de los secretos se guarda el cofre con los pergaminos que esperan ser leídos. Así inicia Leyendas de la caverna profunda, colección de 18 relatos de género fantástico, cada uno escrito por un autor diferente y convocados por Javier G. Valverde para crear una obra solidaria en beneficio de Save the Children. Los cuentos, cautivadores y con finales sorprendentes, introducen al lector en mundos en los que prima la imaginación y donde lo fantástico no siempre se diferencia de lo real. Relato de Jesús García Lorenzo: «El extraño caso de Antonio». Punto de venta: http://www.1libro1euro.com
Montse de Paz (Elisabet) Nació en Lérida en 1970. Licenciada en Filología Inglesa, trabaja en la dirección de la Fundación ARSIS. Su vocación literaria arranca desde la infancia y se ha nutrido de diferentes experiencias, como cuenta en su blog. Tras una época muy activa en algunos foros literarios, se unió a un grupo de compañeros del foro Prosófagos para fundar la revista Prosofagia. Ha escrito varios libros de ficción, poesía, relatos y dos ensayos. Ha publicado Cómo curar los sentimientos negativos (2008) y Mujeres de Dios (2009), las novelas Estirpe Salvaje (2008) y El heredero del clan (2011). En 2011 obtuvo el VIII Premio Minotauro por la novela Ciudad sin estrellas. Blog: http://comollegarapublicar.blogspot.com El heredero del clan es una novela de aventuras, amor, guerra y traiciones ubicada en el agreste país de los fiordos. Una mañana de primavera, tres jóvenes amigos abandonan el poblado vikingo de Sunnskate para ir a cazar ciervos. Aquel que consiga matar al jefe de la manada ganará su cornamenta, un símbolo que otorga prestigio y distingue a los líderes de su pueblo. Randver y Egill, ávidos de gloria y reconocimiento, rivalizan por conseguir el trofeo, pero será Harald, último varón de un olvidado clan a punto de extinguirse, quien logre abatir al ciervo. Ante el cadáver del animal, los tres muchachos tomarán una decisión que, sin ellos saberlo, marcará el resto de sus vidas. http://www.planetadelibros.com/el-heredero-del-clan-libro-50316.html
Ciudad sin estrellas es una distopía situada en una megalópolis del futuro que no se aleja mucho de nuestro presente. Siguiendo la tradición de la novela clásica de ciencia ficción, nos ofrece un relato sobre la pérdida de la inocencia y la búsqueda de la libertad. Ziénaga es un paraíso de cemento y neón, bajo un cielo invariablemente gris durante el día y anaranjado por la noche. Pero en los foros de los cazadores de antigüedades se habla de otro mundo fuera de los muros de la ciudad. Un mundo muy diferente al de las versiones oficiales, según las cuales un desierto inhóspito rodea las escasas zonas habitables del planeta. Un atardecer, a la hora entreluz, mientras se dirige con sus amigos al burdel de lujo más afamado de la metrópoli, Perseo Stone tomará una decisión que hará tambalear su mundo. http://tienda.cyberdark.net/ciudad-sin-estrellas-premio-minotauro-2011-n39568.html
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PROSOFAGIA - NÚMERO 17 - MARZO 2013
P U B L I C A C I O N E S D E I N T E G R A N T E S D E L A T R I B U
P U B L I C A C I O N E S D E I N T E G R A N T E S
Fernando Castellano Ardiles (Gothian) Nació en Lima, Perú, en 1975. Participó en el foro literario Prosófagos y ha publicado relatos y artículos en la revista Prosofagia. Es miembro del Colectivo Literario La Tribu 11; coautor de las antologías Necroslogía, una Antología de la muerte y Del Miedo y otras Islas; autor de la antología de relatos Lectofobia y de las novelas Hondo vacío y Verónica. Actualmente trabaja en una nueva novela que publicará a mediados de 2013. Hondo vacío El asesinato del detective Andrés Pedraja lleva a que Carlos, su hijo adolescente, sea internado en un instituto secreto donde se relacionará con hijos de delincuentes del programa de protección a testigos. Mientras tanto Roberta —ex pareja sentimental de Andrés y también policía— intentará esclarecer el crimen. En Japón, el exitoso empresario Yori Shiraoka, que fue amigo de Andrés Pedraja en su juventud, recibe la noticia del homicidio y decide emprender un viaje arriesgado a México. Novela ágil, dinámica, casi cinematográfica; con tres enfoques que entretejen la trama y dan profundidad a los protagonistas: la historia que se remonta treinta años en el pasado, explicando los antecedentes; la historia actual que inicia con el asesinato de Andrés Pedraja; e introspecciones del mismo Carlos (la voz más íntima), plasmando su sentir en su diario personal. http://lectofobia.blogspot.com/p/publicaciones.html
Verónica Sergio se obsesiona con el rostro de una mujer que aparece en una antigua fotografía. Durante meses vivirá únicamente para descubrir quién es. En el camino se desgranan sucesos y situaciones extraordinarias que desembocan en un final inesperado. La búsqueda de la muchacha influencia y transforma a Sergio y a quienes lo rodean y, al mismo tiempo, en su entorno se producen cambios que le afectan y que no dependen de la fotografía o la búsqueda. De esa forma se construye una trama que no es usual en historias de esta naturaleza: la fotografía, con su atmósfera fantástica, se convierte en un elemento clave en la maduración interna del personaje, aunque, pese a su importancia capital, no deja de ser un elemento más entre otros, cotidianos y realistas, que obligan a Sergio a involucrarse en ese proceso de crecimiento. http://lectofobia.blogspot.com/p/publicaciones.html
Manuel Pérez Recio (Nelo) Valencia, 1970. Técnico en Electrónica Industrial de profesión. Aficionado a la lectura, el cómic y el dibujo creativo, dedico gran parte de mi tiempo libre a escribir libretos, letras de canciones, artículos de opinión, relatos, novela, ilustrar textos narrativos, didácticos... y plegar bragas y calcetines. Entre otras, colaboro con las revistas culturales La Taifa y Prosofagia (en esta última en el apartado Humor Gráfico). Publicaciones: Cuyabeno, la sangre de la Tierra. Novela de viajes y aventura, basada en un viaje real del propio autor. Bohodón Ediciones, 2008 (2.ª edición, oct. 2009). Nunca en las cenizas del olvido. Relatos. Textos de 5 autores seleccionados por Novaltea Ediciones para su anuario de 2008. Tarta de manzana. Relatos (prologuista y coautor). Textos seleccionados en el concurso de relatos organizado por Bohodón Ediciones, en 2009. Cuentos para sonreír. Microrrelatos (coautor). Textos seleccionados del concurso con el mismo nombre. Editorial Hipálage, 2009. Cachitos de amor. Microrrelatos (coautor). Textos seleccionados del concurso organizado por la Ed. ACEN en 2011. Necroslogía, una Antología de la muerte. Relatos (coautor). Antología de relatos de quince autores pertenecientes al Colectivo Literario La Tribu 11, 2012. Conseguir los sueños. Microrrelatos (coautor). Editorial Hipálague, 2012. Del Miedo y otras Islas. Relatos (coautor). Antología de relatos de catorce autores pertenecientes al Colectivo Literario La Tribu 11, 2013. Premios: Ganador del Concurso nacional de cómic epla, 1989 (Esta reseña corresponde a mi etapa como dibujante). Finalista en el certamen Más cuento que Calleja, 2007, con el relato El tranvía de la luna. Finalista en el concurso de relatos El Turistilla.com, 2011, con el relato El paraíso perdido. http://www.neloescribe.blogspot.com / http://sites.google.com/site/manuelperezrecio Cuyabeno, la sangre de la Tierra Escapando de un mundo gobernado por la estética, el materialismo, la macroeconomía y las nuevas tecnologías, dos jóvenes amigos deciden realizar un viaje de comunión con la naturaleza por uno de los lugares más fascinantes del planeta: la selva amazónica. Acompañados por un guía local de sangre quechua, con el que contactan de forma casual en una de las tantas tabernas que invaden la ciudad de Lago Agrio (oriente de Ecuador), se adentran en la región amazónica de Sucumbios, donde pretenden establecerse durante unos días para explorar la jungla y visitar algunas comunidades indígenas. Pero de forma inesperada, un terrible e inquietante suceso les hará vivir una de las experiencias más extraordinarias de sus vidas, que pondrá en jaque sus instintos y abrirá nuevos y farragosos caminos ante ellos que nunca antes hubieran soñado atreverse a recorrer, obligándoles a reflexionar sobre el sentido de su propia existencia y el inminente final de esta...
D E
Puntos de venta: http://ebooks.elcorteingles.es/detalle.aspx?isbn=9788492775316 y https://sites.google.com/site/manuelperezrecio
L A T R I B U
zoquete Nacido en Santa Cruz de Tenerife (España). Ha publicado cuentos en los foros literarios el-recreo y Prosófagos. Ha participado en tres antologías publicadas en papel: Tiempo de Recreo, Necroslogía, una Antología de la muerte y Del Miedo y otras Islas, y es colaborador habitual de la revista Prosofagia, con relatos varios y artículos sobre tecnología y literatura. Tiempo de recreo es el primer libro publicado exclusivamente por autores colaboradores de esta web, El Recreo. com, cuyos trabajos, aparecidos primero en Internet, se plasman finalmente en el formato clásico de libro a modo de autoedición. 26 autores, algunos con más de una publicación, otros más noveles, participan en este libro común. La mayoría son españoles, aunque el libro tiene cariz internacional, contando con autores de Chile, Polonia y Argentina. Libro coral, ya que se han decidido todos y cada uno de los puntos de forma democrática entre los participantes y se ha llevado a cabo el trabajo entre los mismos. Punto de venta: http://www.el-recreo.com/modulos/prodDet.asp?id=405 http://www.el-recreo.com/modulos/mdle.asp?id=40&mod=Bibliotecas (Bibliotecas)
NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 11
Necroslogía
«Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar.» Eduardo Galeano
En mayo de 2011 iniciamos, en La Tribu, un nuevo proyecto: un libro de cuentos tribales. En enero de 2012 fue publicado, con el título Necroslogía, una Antología de la muerte. Los meses que insumió este proyecto quedaron reflejados en el número 15 de Prosofagia, en el reportaje «Necroslogía, the making of», cuya introducción cuenta que: Hacer un libro es una empresa ardua que compromete a un buen número de profesionales; si hablamos de un grupo de escritores que se lanzan, no solo a escribir, sino a corregirse mutuamente, hacer fotos, dibujar, maquetar, dar forma, escoger el soporte, publicar..., estamos hablando de una labor artesanal plena, al modo de los antiguos talleres de gremio de los que hoy en día apenas queda un recuerdo. Si agregamos que nuestro «pueblo artesano» es además virtual, y en él nos reunimos d esde México, Argentina, El Salvador y España y con las herramientas que nos brinda Internet, ¿creerán que estamos locos? Sí, lo estamos. Y también damos testimonio de que el trabajo en equipo, la comunicación, el aprendizaje y el compañerismo conforman la más satisfactoria de las redes sociales. Y estas son las verdaderas claves para acometer cualquier proyecto: no hay fórmulas mágicas. En nuestro caso, en el reconocimiento de esas claves, hemos preparado el siguiente reportaje d onde mostramos nuestro «banco de trabajo».
En el universo de Necroslogía, los integrantes de la tribu nos reunimos alrededor del f uego, en una noche de solsticio, a escuchar las palabras del Chamán y las historias que generación tras generación debían ser recordadas. A medida que transcurrían las horas los cuentos se fueron sucediendo, relatando la humanidad de la muerte: el temor a que llegue o su espera, la muerte como suceso y como símbolo, la telaraña que entrelaza la vida, la muerte, lo real y, a veces, también lo fantástico. Desconfiando de la memoria tribal, llegado el amanecer decidimos conservar los cuentos de Necroslogía escritos en papel y también en caracteres digitales. Nuestro primer lector fue el escritor Francisco Javier Illán Vivas, quien accedió, generosamente, a prologar el libro. En La Tribu, como se sabe, la economía se basa en el trueque y no circulan monedas de uso legal. Así que Necroslogía está disponible en papel a precio de costo. No es el caso de la versión digital; los beneficios obtenidos por su adquisición en la Tienda Kindle de Amazon se donan íntegramente a la Fundación ADEMO. Por último, abrimos un blog. Allí, además de hallarse información sobre los autores, se encontrará el registro de lo sucedido en un año de Necroslogía, y, por supuesto, cómo adquirir el libro: http://necroslogia.blogspot.com La Redacción 12
PROSOFAGIA - NÚMERO 17 - MARZO 2013
Necroslogía
Alex Antonio Romero Montilla (Harvey) Edgardo Benítez (Edgardo) Esther González (Esther) Fernando Castellano Ardiles (Gothian) Jesús García Lorenzo (clarinete) Manuel Navarro Seva (Boris Rudeiko) Manuel Pérez Recio (Nelo) Montse de Paz (Elisabet) Pedro pepsi Plácido Fernández González (Plásido) Rafael Homar Ferragut (Rafa) Sergio José Martínez Valls (Valls) zoquete
En: http://necroslogia.blogspot.com se encontrará más información sobre los autores, sus páginas personales y otras publicaciones.
DOSSIER LA TRIBU
15 fuimos los integrantes de La Tribu 11 que nos reunimos esa noche de solsticio:
Francisco Javier Illán Vivas nace el 20 de octubre de 1958 en Molina de Segura. Criminólogo. Escritor y editor. Director de la revista de creación literaria Acantilados de papel. Ha publicado varios libros de poesía, literatura fantástica y relatos. http://diariodruida.blogspot.com http://acantiladosdepapel.blogspot.com NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 13
Del Miedo y otras Islas
«Las islas son malvadas y nadie lo sospecha.» Roberto Valero
Con estos versos inicia el prólogo la escritora Teresa Dovalpage, y continúa: Con autores de México, España, Argentina y El Salvador como compañeros de navegación, el lector emprenderá el recorrido por un archipiélago de islas desconocidas. Verdad es que algo asustan, ya lo anuncia su título, pero tampoco hay que aterrorizarse en extremo: la colección trae un compás que, a manera de mapa, guiará a los navegantes por esta circunvalación que a menudo se hace a merced de olas enfurecidas. No podría tener más razón: en nuestra segunda incursión en la publicación de antologías nos lanzamos a la mar; aunque los vientos de la crisis azotaron las aguas, nuestra canoa demostró ser buena marinera y al fin llegamos a las playas de Circinus, un archipiélago desconocido hasta entonces, al que cartografiamos pacientemente, miedo sobre miedo, relato tras relato. Del Miedo y otras Islas contiene catorce historias que se desenvuelven en un archipiélago imaginario —las Islas Circinus—, a veces en el pasado, otras en el presente o en el futuro, realistas o fantásticas, y en las cuales el miedo es el entramado explícito o secreto donde los personajes construyen sus vidas y sus muertes, sus esperanzas o sus desesperanzas, sujetos —muchas veces— a la intromisión del azar, que los precipita en sus terrores o los salva de ellos. Fragmento de la contracubierta.
Al igual que con Necroslogía, publicamos Del Miedo y otras Islas en diversos formatos. Puede descargarse gratuitamente en formato pdf y epub en su página: http://islascircinus.blogspot.com O adquirirse en papel en Amazon; los puntos de venta también pueden hallarse en la página recién mencionada. Los beneficios obtenidos se destinan a la Fundación ADEMO.
La Redacción 14
PROSOFAGIA - NÚMERO 17 - MARZO 2013
Del Miedo y otras Islas 14 integrantes de La Tribu 11 naufragamos en las costas de Circinus:
En: http://islascircinus.blogspot.com se encontrará más información sobre los autores, sus páginas personales y otras publicaciones.
DOSSIER LA TRIBU
Antonio Romero Montilla (Harvey) Edgardo Benítez (Edgardo) Esther González (Esther) Fernando Castellano Ardiles (Gothian) Jesús García Lorenzo (clarinete) Manuel Navarro Seva (Boris Rudeiko) Manuel Pérez Recio (Nelo) Montse de Paz (Elisabet) Natalia Rubio (Natts) pepsi Plácido Fernández González (Plásido) Rafael Homar Ferragut (Rafa) Sergio José Martínez Valls (Valls) zoquete
Teresa Dovalpage nació en La Habana y ahora vive en Taos, Nuevo México. Tiene un doctorado en literatura y enseña en la Universidad de Nuevo MéxicoTaos. También escribe para el periódico local, Taos News, donde tiene una columna semanal. Esta autora bilingüe ha publicado seis novelas, cuatro en español y dos en inglés, y tres colecciones de cuentos. Teresa Dovalpage, Ph. D. http://teresadovalpage.com http://teredovalpage.wordpress.com http://www.facebook.com/dovalpage NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 15
Del Miedo y otras Islas
Situado en el corazón de la Macaronesia, el archipiélago Circinus se encuentra a unos 600 km al noroeste del de Madeira y 1600 km al oeste del estrecho de Gibraltar. Está constituido por nueve islas y dos islotes, todos de origen volcánico y cuya superficie varía entre 2 km 2 (islote menor) y 1500 km 2 (isla Vulcanus). El clima es subtropical y el régimen de lluvias de moderado a abundante según la isla. La belleza de sus playas y de sus paisajes interiores, en parte todavía agrestes, ha convertido a estas islas en verdaderos paraísos turísticos. La diversidad cultural, resultante de la caótica mezcla de corrientes inmigratorias, es otro de los atractivos para visitarlas y sumergirse en su rica historia y mitología. ¿Cómo llegar a Circinus? Existen solo dos formas: ser arrojados a sus costas por un tsunami o bien leer Del Miedo y otras Islas. La segunda opción es menos riesgosa que la primera. Apenas menos riesgosa.
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PROSOFAGIA - NÚMERO 17 - MARZO 2013
Del Miedo y otras Islas
Todos ven lo que pareces pero pocos comprenden lo que eres. Fundación A demo
Nunca tanto como en tiempos de crisis el pensamiento y la acción solidarios constituyen una forma de seguir creyendo que existe un futuro.
ADEMO es una Institución de extensa trayectoria —cuatro décadas— que tiene como misión: «Defender los derechos y mejorar la calidad de vida de todas las personas con discapacidad intelectual en el ámbito territorial de la Comunidad de Madrid y de sus familias».
DOSSIER LA TRIBU
Fundación ADEMO
Asumiendo que las personas con discapacidad intelectual son sujetos de derechos y deberes, y por lo tanto que pueden —y deben— ser consideradas personas cuya dignidad y valor humano y social son equivalentes al de otros individuos, ADEMO se ocupa desde la atención temprana hasta el sostenimiento de centros ocupacionales y viviendas tuteladas, así como en la atención de la familias. http://www.ademo.org/fundacion http://www.facebook.com/ademofundacion
NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 17
Sobre la sangre derramada
«Imaginaba que alguien me seguía o me observaba en cada esquina. El cielo estaba negro.» La maleta, Manuel Navarro Seva
E
ste volumen de cuentos, el segundo publicado por Manuel Navarro Seva, nos es muy cercano al equipo de redacción de Prosofagia. Manuel Navarro Seva no es otro que Boris Rudeiko, cofundador de la revista e integrante del comité editorial durante estos cuatro años. Pero, además, nos invitó a los otros miembros del staff editorial a participar en la revisión, escritura del prólogo y composición de portada, honor que aceptamos gustosos.
Así, para nosotros Sobre la sangre derramada es obra de Manuel y, simultáneamen te, forma parte de la experiencia literaria y de vida que ha significado —y sigue significando— Prosofagia.
Elisabet, Esther y pepsi
Punto de venta en Amazon.es: http://www.amazon.es/dp/B00AX9YCIY En Amazon.com: http://www.amazon.com/dp/B00AX9YCIY Las primeras páginas están en descarga gratuita. Blog del autor: http://manuelnavarroseva.blogspot.com 18
PROSOFAGIA - NÚMERO 17 - MARZO 2013
Sobre la sangre derramada Reseña de Esther, publicada en su blog
Los personajes viven en San Petersburgo, o llegan, se van o recuerdan a San Petersburgo. Ciudad mágica. Ciudad donde la sangre puede ser derramada y ha sido derramada a lo largo de cuatrocientos años. Ciudad atravesada por la historia grande desde sus inicios, que sobrevivió a guerras y revoluciones y hasta a un feroz sitio de más de dos años en un siglo xx en el que ya parecía que sitiar ciudades era una táctica obsoleta. Pero estas historias poco tienen que ver con esa otra. La violencia es íntima, personal; la sangre puede derramarse sin que los personajes pierdan una gota de ella, y a veces el no hacer resulta ser la mejor forma de hacer. Es posible comprender a los protagonistas, husmear en su interior, seguirlos en sus pensamientos y acciones porque, en definitiva, son como usted o como yo o como cualquiera. Aunque nunca nos haya tocado vivir sus particulares aventuras o conocer Rusia. Luego de terminar el libro me dije que había algo curioso en él. San Petersburgo es otro personaje más, pero lo es con una cualidad casi fantasmal: está pero no necesariamente se advierte que está, a veces solo se lo observa con el rabillo del ojo y uno cree que lo ha olvidado y, sin embargo, sigue estando allí, justo en la periferia de la visión. Ahora me desvela el intentar averiguar cómo Boris logró este efecto. Para copiarlo, of course. Esa es la ventaja de compartir espacios literarios con los que son realmente buenos escritores.
Tuve la suerte de leer Sobre la sangre derramada antes de que se publicara. Boris me pidió una mirada crítica. La tarea más fácil del mundo: revisar los cuentos de Boris no es tarea, es una fiesta. Así que no presten atención a los créditos: mi condición de «redactor» es, más que nada, la de haber disfrutado antes que otros lectores de estos cuatro magníficos cuentos.
DOSSIER LA TRIBU
Manuel (Boris) ha publicado su segundo volumen de cuentos. Esta vez, relatos más extensos que los de Cosas que nunca confesé a nadie. Y más extensos que aquellos a los que nos tiene acostumbrados a nosotros, sus lectores-seguidores. Lo que no cambia es la excelencia de su prosa, la solidez en la narración… Y esa particular mirada sobre el mundo que el Homo creó a su imagen y semejanza.
Mejor no continúo. En el blog de Boris uede leerse el prólogo, escrito por Montse de p Paz. Elisabet dice todo lo que vale la pena decir y lo expresa con una calidad literaria insuperable. Callo la boca, entonces, y me remito al prólogo. http://manuelnavarroseva.blogspot.com/2013/01/ sobre-la-sangre-derramada.html NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 19
g o s o f a P r e n F o t
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Hay dos momentos importantes a la hora de hacer fotos. Uno es el momento en el que sales a hacer la foto, en el que disfrutas apre tando el disparador, el momento en que el auto-focus enfoca el obje to. El otro es el momento en que entras en el cuarto de revelado (el ordenador), y comienzas colocando primero la foto dentro del rango de su histograma, regulando el balance de blancos, luego la tempera tura, para terminar con la saturación y contraste. Esta parte de la producción fotográfica es muy eficiente. Aquello que saliste a foto grafiar aquí termina de hacerse realidad. Luego en Photoshop me gusta solo aprovechar aquellas herramientas que ayuden a terminar la foto, como encuadrar, niveles de colores básicamente. No me gustan los efectos que no has logrado obtener a la hora de disparar la cámara.
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a Temas favoritos: paisaje, arquitectura, paisanaje… Ahora bien, con lo que más disfruto es con encontrar aquel objeto digno de ser captado, sin importarme el tema.
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Mi afición a la fotografía surgió en la era digital, pero tengo un buen amigo, magnífico fo tógrafo, con quien solía ence rrarme en el cuarto de revelar, y no olvidaré nunca cuando expu simos el papel fotográfico a la acción de la luz. Para mí, la fotografía es un hobby, aunque tengo aspiraciones profesionales. He publicado en Prosofagia.
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Soy un «homo digitalis», para mí hay un antes y un después de aquel día que encendí un computador.
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Plácido Fernández González (Plásido)
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Foto s de l autor q ue i lu s t r a n s u a r t íc u lo «Foto g r a f í a y Hole m a ». P ubl ic ado e n P r o s of ag ia n . o 1 6 , s e p t ie mbr e 2 0 1 2
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PROSOFAGIA - NÚMERO 17 - MARZO 2013
Portadas Prosofagia 13 , 14 , 15 y 16. Diseños de pepsi y Plásido
Secciones
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Dos mujeres. Diego Rivera
A r t íc u lo publ ic a do en P r os ofa g i a n .º 13 - s e pt iembre 2 011
sintagmas, oraciones
y ot ras yerbas Elisabet
M
e piden mis amigos de Prosofagia que escriba algo sobre los sintagmas y demás. Recuerdo mis deberes escolares, desempolvo mis apuntes universitarios…, y pienso, ¿cómo escribir sobre un pétalo sin hablar de la flor, y cómo hablar de las flores sin referirme a la planta; y qué sentido tiene una planta fuera de su prado? Así que hoy no me limitaré a hablar de sintagmas, sino también de otras yerbas curiosas que conforman esa pradera enorme y variada que forma el lenguaje humano.
SEA BUEN ALBAÑIL
De
En otros artículos de esta sección hablamos de la gramática como ese conjunto de reglas del juego que nos permiten articular el discurso del lenguaje. Si la gramática o la sintaxis son las reglas, esto implica la existencia de unas unidades que forman cadenas lingüísticas: las piezas del juego. Siguiendo con la comparación del Lego, podríamos decir que la gramática dicta las normas que nos permiten dibujar el plano de un castillo. Este castillo forma una unidad completa y coherente: vendría a ser un discurso, un cuento, un poema o una novela. Esta gran unidad está formada por partes que tienen una función en sí: la muralla, el patio, las cocinas, los establos, los salones, los dormitorios... Cada una de estas partes no se entiende sin el todo que forma el edificio, pero también es verdad que tienen una completitud y una unidad interna entre sí. En el discurso, poema o cuento serían un párrafo, estrofa, capítulo o secuencia. A su vez, cada dependencia del castillo está formada por unidades menores: techos, paredes, puertas y ventanas, un puente levadizo, unas escaleras… Estas unidades vendrían a ser, en el lenguaje, las oraciones o lo que vulgarmente llamamos frases. Una oración es la menor unidad gramatical capaz de expresar un enunciado o lo que tradicionalmente se llamaba «un significado completo». En un escrito, aparece normalmente entre dos puntos u otros signos de puntuación, como los de interrogación y admiración. NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 23
De sintagmas, oraciones y otras yerbas Finalmente, nos encontramos con que una escalera está formada por peldaños; el tejado, por el entramado de vigas y la techumbre; una puerta, por un conjunto de jambas, bisagras y hojas de madera… ¿Cómo se llaman en lingüística estas unidades menores, que conforman una oración o frase? ¡Hemos llegado a los sintagmas! Por último, cada una de estas partes se constituye de otras unidades menores, las básicas: el bloque de piedra, la viga de madera, la teja, el azulejo, la losa del pavimento… En el lenguaje, esta unidad mínima que en sí tiene significado es la palabra. Sí, nuestro Lego está formado por muchos bloquecitos ―palabras― que se combinan formando sintagmas; que a su vez forman frases; que se reúnen para convertirse en párrafos o secuencias que, finalmente, construyen la obra: sea poema, relato, novela o discurso. Existen unidades menores, que solas ya no tienen significado: son los morfemas, que añaden información o matizan el significado de una palabra (por ejemplo, las desinencias que marcan el género y el número de un nombre, o el tiempo y la persona de un verbo). Y finalmente, la unidad atómica del lenguaje sería el fonema, que es la representación de un sonido. Una palabra es una amalgama de fonemas y puede estar formada por uno o varios morfemas.
Las partes de la oración Los sintagmas son los componentes básicos de una oración y tienen funciones específicas en ella. Sintagma es una palabra griega que significa agrupación ordenada, coordinación, unión de varios. Un sintagma es un conjunto formado por una sola o varias palabras, pero siempre existe una que es su núcleo y determina la función de las demás. En el sintagma nominal, el núcleo es un nombre; en el verbal un verbo, y así con todos. Los sintagmas pertenecen al nivel morfológico, o de la forma. Las partes principales de la oración, en castellano y, en general, en las lenguas indoeuropeas, son el sujeto y el predicado. Según la lógica aristotélica, el sujeto es aquello de lo que se puede decir algo; el predicado es lo que se dice del sujeto. Cada uno de ellos puede llevar uno o más complementos. Sujeto y predicado designan funciones sintácticas, pertenecen al nivel gramatical o sintáctico ―el de las reglas de juego. Los sintagmas se agrupan para formar frases, y cada idioma, en su gramática, contempla una serie de combinaciones posibles, limitadas y en cierto orden. Son sus reglas del juego. En español, lo más habitual es que una frase completa esté formada por sujeto y predicado con sus complementos. Un ejemplo:
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De sintagmas, oraciones y otras yerbas
Tarde para qué, me pregunto. La verdad es que lo ignoro. Es sólo que cuando alguien muere, pensamos que ya se ha hecho tarde para cualquier cosa, para todo —más aún para esperarlo—, y nos limitamos a darlo de baja. También a nuestros allegados, aunque nos cueste mucho más y los lloremos, y su imagen nos acompañe en la mente cuando caminamos por las calles y en casa, y creamos durante mucho tiempo que no vamos a acostumbrarnos.
SEA BUEN ALBAÑIL
― El sujeto en este caso es un sintagma nominal: Mi amiga, el núcleo es «amiga». ― El predicado suele ser un sintagma verbal: escribió ayer una carta a su abuelo, el núcleo es «escribió». ― Los complementos pueden ser sintagmas nominales, preposicionales, adverbiales o de adjetivos: ayer es un complemento circunstancial de tiempo, sintagma adverbial; una carta es el complemento u objeto directo, sintagma nominal; a su abuelo es el complemento indirecto, sintagma preposicional. Pero, atención, este esquema básico no debe hacernos olvidar que el lenguaje es mucho más flexible. Recordemos que en el estudio del lenguaje hay dos niveles: el de la forma y el de la función. Una palabra, o un sintagma, pueden desempeñar funciones diferentes. No podemos concluir: todos los sujetos son sintagmas nominales, porque no es verdad. Podemos encontrarnos sujetos que sean sintagmas preposicionales, adverbiales, o frases enteras. Y no todos los predicados siguen la fórmula verbo + complementos. El lenguaje literario, especialmente, admite muchas variantes y combinaciones, estructuras complejas e imbricadas entre sí ―oraciones compuestas―, hipérbatos y, a menudo, elipsis que complican el panorama. Para un escritor que comienza bueno es recordar que, por muy originales, rompedoras y complejas que sean sus frases, la gramática debe permanecer impecable. Es decir, un lector, que conoce instintivamente las reglas del juego, ha de poder descifrar las partes, comprenderlas en un todo lógico y captar el sentido de la frase, párrafo o secuencia sin malentendidos ni ambigüedades. La complejidad de la estructura no ha de entrañar un caos. Pues el caos, normalmente, suele ser lo más opuesto a lo estético. Y en literatura, finalmente, perseguimos despertar la emoción estética del lector. Dejo como reto a los lectores que intenten analizar o, al menos, buscar el sujeto, el predicado y los complementos, en las frases de este párrafo de Javier Marías (Los enamoramientos, Alfaguara, 2011).
Puede ser más complicado que resolver un sudoku… Ahí queda, para quienes hayan tenido el valor de llegar al final de este artículo.
Elisabet Licenciada en Filología Inglesa. Escritora de ensayo y ficción. NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 25
¿Estilos literarios? Muchos. Pero sospecho que todas esas páginas que nos hacen sentir el puro placer estético de, simplemente, leer, tienen algo en común: sus autores manejan con maestría las reglas de juego de las que habla Elisabet. Incluso para saltárselas: la condición sine qua non para poder saltarse una regla es conocerla muy bien. Por lo tanto, si las comas se utilizan para delimitar fronteras sintácticas o semánticas, deberíamos conocer las reglas y no guiarnos exclusivamente por las pausas orales: emplear los procesos de la escritura y no solamente los proce sos del habla. Así que acomodé una pila de hojas, lápices y biromes, abrí la Ortografía, preparé un buen mate amargo, suspiré profundamente y me lancé de cabeza contra las benditas comas.
A r t íc u lo publ ic a do en P r os ofa g i a n .º 13 - s e pt iembre 2 011. C or re sp ond iente a l a s er ie de do s «L a c om a : e s e i n f ier no t a n tem ido», publ ic a d a í nte g r a mente en e l m i smo nú mero.
Lo que el viento se llevó. V i c t o r F l e m i n g , G e o r ge Cu ko r, S a m Wo o d , 1 9 3 9
Esther
Francamente, querida, me importa un bledo … dice Clark Gable en Lo que el viento se llevó, da media vuelta y se pierde en la niebla, dejando atrás a una Scarlett sumida en la desesperación y a generaciones de espectadores embobados. A riesgo de cometer un crimen de lesa majestad, me atrevo a gramaticalizar una de las frases más famosas del cine: querida oficia de vocativo.
SEA BUEN ALBAÑIL
La coma: ese infierno tan temido II
Con respecto a los vocativos la Ortografía nos dice: 3.4.2.2.1.3 Vocativos Se aíslan entre comas los sustantivos, grupos nominales o pronombres personales que funcionan como vocativos, esto es, que se refieren al interlocutor y se emplean para llamarlo o dirigirse a él de forma explícita.
Uno de los frecuentes errores en el uso de la coma viene de la mano de los dichosos vocativos porque, siguiendo el código oral, omitimos una coma. O las dos. Si usted googlea esa frase encontrará una y otra vez: Francamente querida, me importa un bledo. (Lo cual vendría a querer decir algo así como: él la quiere con franqueza, con sinceridad. Scarlett lo hubiera preferido...). También suele omitirse la coma en casos como: Hola, María. Claro, ¿quién hace, en el lenguaje oral, una pausa antes del nombre? Yo, nunca. Sin embargo, la norma indica que los vocativos siempre deben aislarse con comas. La Real Academia Española no nos deja otra opción; no hay clemencia, excepciones o perdón. Aunque se trate, como en este ejemplo, de un brevísimo enunciado de dos palabras. NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 27
La coma: ese infierno tan temido II La regla no es arbitraria. La ausencia de coma puede llevar a confundir un vocativo con el sujeto de la oración. Por ejemplo: a. b.
María, corrió antes de que pudiese detenerla. María corrió antes de que pudiese detenerla.
En a) se le dice a María (vocativo) que alguien corrió. En b) es María (sujeto) quien corrió. El contexto de un enunciado en el discurso escrito difiere significativamente del contexto en el discurso oral. Aunque Clark Gable no separe con pausas su «querida», ni Scarlett ni los espectadores confundirán el significado de sus dichos: la escena, el ambiente, el lenguaje corporal permiten identificar ese significado. De la misma forma, el interlocutor no dudará si el que habla utiliza a «María» como sujeto o como vocativo, porque el interlocutor sabe si él es María o no es María. Leer las normas acerca del uso de la coma me asusta. Me digo, ¿podré aprender todo esto? Me pregunto si alguna vez me enseñaron estas normas en la escuela. Lo dudo. Recuerdo haber olvidado las reglas ortográficas referidas a la palabra. No recuerdo haber olvidado nadita de nada acerca de las normas de puntuación. Pienso, antes de que el pánico me paralice, que soy lectora empedernida. Leer buena literatura publicada por buenas editoriales hace que uno se dé cuenta, instintivamente, de muchas cosas. No hay que desesperarse. También pienso que lo que mata es la calor, no el estudiar. (El mate ya está frío y lavado. Hago una pausa, preparo otro, regreso a la tarea, abro los libros de nuevo.)
Permiso, señora oración, le pondré una coma en el medio La Ortografía nos dice que una de las funciones de la coma es: 3.4.2.1 La coma como signo delimitador La coma aísla unidades lingüísticas inferiores al enunciado, como la oración (Aunque no te guste, tendrás que hacerlo) o el grupo sintáctico (David, el contable, no ha venido hoy). Frente al punto, principal separador de las unidades discursivas y, por tanto, fundamental en el plano del texto, la coma adquiere su mayor protagonismo en el plano del enunciado y sus constituyentes. 3.4.2.2.2 Como regla general, la puntuación no debe romper la dependencia que se establece entre los grupos sintácticos más fuertemente vinculados desde el punto de vista sintáctico y semántico, con independencia de que, en la pronunciación, esos grupos se separen del resto del enunciado mediante una pausa o una inflexión tonal. Esta regla es la que determina que sea incorrecto escribir coma entre el verbo y los grupos sintácticos que este necesita para que la oración tenga sentido y sea gramatical —como el sujeto, el complemento directo, el complemento indirecto, etc.— o entre un grupo nominal y un complemento preposicional que lo especifica (un complemento partitivo, por ejemplo).
Concepto fundamental: no separar con coma el verbo de aquellos grupos sintácticos (sintagmas) fuertemente relacionados con él. ¿Es lógico? Sí. Mientras los sintagmas son unidades estructurales, las funciones sintácticas (sujeto, complementos, etc.) son unidades 28
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La coma: ese infierno tan temido II
Caso I: Los relatos, novelas y poesías, constituyen su verdadera vida. La primera coma reemplaza a la conjunción «y». La segunda coma es incorrecta: separa el sujeto del verbo. La puntuación correcta es:
Los relatos, novelas y poesías constituyen su verdadera vida. Se trata de un error frecuente. Cuando el sujeto está constituido por varios núcleos (relatos, novelas, poesías) tendemos a colocar una última coma, justito antes del verbo. Podríamos reemplazar la conjunción «y» por una coma:
Los relatos, novelas, poesías constituyen su verdadera vida. Pero... ¡Oh... ! ¿No le parece que esa coma previa al verbo, que decíamos incorrecta, está ahora haciendo falta? No sé, me suena que debería ser:
Los relatos, novelas, poesías, constituyen su verdadera vida. ¡No, no! ¡Fuera de mi cabeza, pausas orales! ¡Es incorrecto, es incorrecto! La puntuación correcta es la inicial: Los relatos, novelas, poesías constituyen su verdadera vida. (Tarea para el hogar: Escribir cien veces no separar el sujeto del verbo con una coma no separar el sujeto del verbo con una coma no separar el sujeto…).
SEA BUEN ALBAÑIL
relacionales: una lo es en relación a otra. Por ejemplo, el sujeto. El sujeto, sin el verbo, ¿qué es? Una nada, una idea no esbozada, una tenue bruma que se deshace al menor soplo. Las oraciones sencillas no presentan problemas: no hacemos una pausa oral entre el sujeto y el verbo, y al escribir nos damos cuenta de que «la coma no va». Pero muchas veces, si el sujeto es extenso o complejo, hacemos una pausa al hablar…
¿Excepciones? Obvio. ¿Creía usted que iba a salvarse de las excepciones? No. Hay varias. Citaré una: la presencia de incisos explicativos u otros elementos que siempre se aíslan con comas (¡cómo los vocativos!).
Caso II María, la menor de las hermanas, era una niña silenciosa. Un inciso explicativo requiere dos signos de puntuación, uno al inicio y otro al final. Será incorrecto, entonces:
María la menor de las hermanas, era una niña silenciosa. NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 29
La coma: ese infierno tan temido II Y si escribiéramos:
María, la menor de las hermanas era una niña silenciosa. Habríamos transformado el sujeto María en un vocativo; le decimos a María que existe una niña, que esa niña es la menor de sus hermanas y es silenciosa. Pero esa niña es otra, ya no es María, hemos cambiado el significado del enunciado. La coma puede interpretarse como correcta sintácticamente, pero no lo es por razones semánticas.
Caso III: Si regresamos al primer enunciado (Caso I), que habíamos analizado como incorrecto:
Los relatos, novelas y poesías, constituyen su verdadera vida. Nos encontramos que sí puede ser correcta la puntuación desde el punto de vista sintáctico..., siempre y cuando consideremos que novelas y poesías es un inciso explicativo, siendo la oración principal: Los relatos constituyen su verdadera vida. Pero otra vez aparecerá un problema de naturaleza semántica. El significado es otro: estamos afirmando que existe una categoría llamada relato, y que esa categoría incluye a las novelas y poesías. No seré yo quien afirme tal cosa delante de un poeta. Estimo mi vida en alto grado.
Caso IV: Su risa, espléndida como pocas, y su mirada, chispeante, agradaron a los concurrentes. ¿Correcta la coma antes del verbo? Sí, porque chispeante, encerrado entre comas, funciona como un inciso que explica cómo es la mirada, de la misma forma que espléndida como pocas es un inciso que explica cómo es la risa. En cambio, en:
Su risa, espléndida como pocas, y su mirada chispeante, agradaron a los concurrentes. La situación es muy distinta. La coma detrás de chispeante es incorrecta. Al igual que a ntes, la mirada se califica como chispeante, pero esa calificación no aparece como inciso, sino como un simple adjetivo; estamos ante el mismo caso de: El árbol viejo se secó.
Caso V: A veces equivocamos las fronteras de los incisos a la hora de colocar las comas. Los gramáticos de la Ortografía nos hacen un guiño cómplice y nos cuentan cómo superar el problema: un inciso contiene información incidental; por lo tanto, si se elimina, la oración resultante debe mantener su gramaticalidad. Tomaré un enunciado de la parte I de este artículo:
Intentamos reproducir gráficamente y, de la forma más fiel posible, el discurso hablado. Intentamos reproducir gráficamente y el discurso hablado.
a.
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La coma: ese infierno tan temido II Intentamos reproducir gráficamente, y de la forma más fiel posible, el discurso hablado. Intentamos reproducir gráficamente el discurso hablado.
b.
Epílogo (provisorio) Obsérvese que al tratar la función de la coma como signo delimitador surgió, en los ejemplos y de forma natural, que la coma es clave a la hora de diferenciar significados. Su uso incorrecto, ya sea por omisión o por presencia inadecuada, puede alterar drásticamente el sentido del discurso; confiar en las pausas orales como única regla a la hora de puntuar un escrito puede llevarnos a resultados indeseados. Una moneda tiene dos caras. ¿Podemos fabricar monedas de cuatro, seis, veinte caras? Sí. Pero no podemos fabricar una moneda de una cara: una lámina, por más fina que sea, presenta dos superficies; si existe una, existe la otra. Si la coma puede ser ese infierno tan temido (una cara de la moneda), también puede ser ese cielo tan deseado (la otra cara de la moneda). Después de todo, a la hora de escribir el número de grados de libertad crece a medida que nos movemos desde la unidad menor (el morfema) hasta la mayor (el texto). El uso de la coma —signo delicado a la hora de establecer relaciones entre sintagmas y oraciones— es complejo; pero es en esa complejidad donde encontraremos mil y una variaciones que, en combinación con otros elementos propios de la escritura, nos permitan inventarnos a nosotros mismos a la hora de escribir. Bienvenido sea, entonces.
SEA BUEN ALBAÑIL
En a) el resultado de la eliminación pone la piel de gallina: es feo, ¡feísimo! En b) el resultado de la eliminación deja una oración intachable. La puntuación es correcta. (Dado que los incisos explicativos pueden, también, encerrarse entre rayas o paréntesis, otra forma de resolver las dudas es «jugar a cambiar» las comas por rayas o paréntesis, que permiten visualizar con mayor facilidad los límites de estos sintagmas.)
Esther
Nota del Autor: El proyecto inicial consistía en escribir un artículo. Ese artículo se desdobló y luego volvió a desdoblarse. Queda, entonces, el verdadero epílogo de este infierno tan temido a la espera de ser publicado en Prosofagia 14, diciembre. bibliografía consultada , partes
I y II: Ortografía de la lengua española (2010), Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Ed. Espasa. Nueva gramática de la lengua española. Manual (2010), Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Ed. Espasa. «Hacia una visión integrada de la ortografía: comunicativa, cognitiva y lingüística» (2000), Mario Pujol Llop. Tabanque: R evista pedagógica, N.º 15.
Perdón imposible. Guía para una puntuación más rica y consciente (2004), José Antonio Millán. Ed. rba , Barcelona. «Comas sin pausas y pausas sin comas: dos problemas de escritura y de lectura» (2010), Miguel Ángel de la Fuente González. spéculo. Revista de estudios literarios, N.º 45. Universidad Complutense de Madrid. E bibliografía que, lamentablemente , no pudo ser consultada:
Ortografía y ciencia del lenguaje (1974), José Polo. Ed. Paraninfo, Madrid.
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Tiene la página del libro una imagen, esa mancha mágica que podemos leer. Nuestro hábil cerebro es capaz de extraer del negro de la tinta y de los blancos del papel todo el color de las historias que imagina el escritor. Y la belleza de sus letras, de su arte de escribir nos llega a través de los mínimos letragramas que pican cada línea y que generan esa ficción proyectada en nuestra mente. Letras que se abren, suben o rascan la línea inferior, se unen y luego juntas se alejan, ponen comas de por medio o puntos que envalentonan y hacen crecer a la siguiente letra que buscará también su palabra. Algunas de estas palabras son tan discretas que se refugian en los paréntesis, o porque no son plenamen te aceptadas por las que las preceden, a otras les gusta ser destacadas en las comillas o decirnos, a veces ellas mismas, que vienen de diferente lugar, quizá de un periódico local o de un exótico libro, o de alguien que dijo por ahí… Sin dudar, al leer lo sabremos de la misma forma que identificamos un cambio de escena por su fundido en negro, perdón, de párrafo por su sangre en blanco, o sea: por lo que no vemos. Mejor dicho, por lo que no reparamos en ver pero está. Y es cuando escribimos cuando se nos plantean las mil y una preguntas sobre lo que tantas veces hemos visto.
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El Capricho de Gaudí, Comillas, Cantabria (España). Foto de Daniel Seller Suárez
pepsi
¿Cómo cierro esa frase entrecomillada al final de un enunciado? Parece casi el título de un thriller. ¡Y yo que quería escribir una historia de amor! Rebobinando en la memoria, visionaremos frases finales entrecomilladas que terminan con su punto dentro y otras, no menos finales, con el punto fuera. Nada mejor que someter mis oraciones a un careo en modo plano/contraplano para captar sus diferencias. Os propongo resolver conmigo el extraño misterio de los pomelos rosados:
Llamé esta mañana a Lucas y le dije: «Cuando vengas a casa, no te olvides de traerme las recetas de la farmacia. También un kilo de naranjas para zumo». Frente a:
SEA BUEN ALBAÑIL
Las comillas y el punto
Ana me llamó a la oficina, cree que soy su esclavo: «Cuando vengas a casa, no te olvides de traerme las recetas de la farmacia. También un kilo de naranjas para zumo» (yo también había pensado en comprar, no naranjas, sino pomelos rosados que me gustan más que las putas naranjas). «Pero no piensas volver.» De lo primero que podemos echar mano es de la socorrida comisaría, o de la Ortografía de la lengua española (2010), en la que nos toparemos con este cartel en el capítulo del uso del punto con los signos dobles: Advertencia: Nunca debe escribirse un punto de cierre de enunciado delante de un signo de cierre de comillas, paréntesis, corchetes o rayas.
Pero como buenos investigadores privados o escritores habituados a documentarse no podemos conformarnos, y buscamos también en las funciones de los signos dobles: «Los paréntesis son un signo ortográfico doble que se usa generalmente, aunque no de manera exclusiva [indicio de algo más que deberíamos investigar, la rae en su ortografía nos está acostumbrando a no leer de corrido]1, para insertar en un enunciado una información complementaria o aclaratoria».
Parece que la ortografía usual se nos queda escasa. Podríamos sumergirnos en la gramática, a buen seguro encontraremos cumplida respuesta a nuestras dudas, aunque también NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 33
Las comillas y el punto es cierto que la gramática no se puede ver en un capítulo sino como un estudio continuado de todos los elementos del lenguaje y sus combinaciones. Algo así como acudir con nuestras comillas al Tribunal Supremo a repasar toda la jurisprudencia. ¿No podrá existir alguna técnica aplicada de la ortografía para exculpar mis frases? Entonces me acordé de la ortotipografía. Una especie de csi de los libros. Capaz de diseccionar todas sus partes, desde el mismo soporte físico a la clasificación y separación de sus partes tipográficas y gráficas. Marchemos, pues, tal vez por Horatio Caine… Mejor en pos de José Martínez de Sousa (v. Wikipedia) y hagamos un resumen de su informe oficial sobre la situación de las comillas y el punto (lo mismo que el paréntesis o el corchete y el punto). Cotejando con el drae y la orae (ib.) nos encontramos: • Una teoría sostenida por algunos tratadistas ti-
• La Academia en la ortografía trata el tema por prime-
artínez Sicluna pográficos (Melús y Millá [1940], M
ra vez en orae99 y mantiene en la actual (orae2010)
[1945], Mejía [1973]) según la cual si el punto «es
que el punto se coloca siempre detrás de las comi-
de la copia», debe ir dentro de las comillas, cual-
llas, corchetes o paréntesis, puesto que son signos
quiera que sea la forma en que estas comienzan.
delimitadores de inciso o segundo discurso, pero no
• Que el punto que utiliza el citador nunca es de
contempla esos signos dobles como signos autóno-
la copia (Melús y Millá, Martínez Sicluna, Ramos
mos en esa concreta determinación sobre el punto.
Martínez, Mejía, Lasso de Vega, Martínez de Sousa). • Lasso de Vega (1976): Si las comillas comienzan
• La Academia determina el punto como el signo or-
en párrafo, han de terminarlo y, por lo tanto, el
tográfico con el que se indica, entre otras cosas, el fin
punto ha de ir dentro de ellas; si no lo comienzan,
del sentido gramatical y lógico de un período o de una
tampoco han de terminarlo y las comillas se colo-
sola oración, tanto en su definición (desde drae92)
can antes del punto.
como en sus normas de escritura.
[…] con lo cual, si el texto entrecomillado no forma una oración por sí mismo sino que es parte de otra oración, o si, formándola, es parte de un período, este no queda cerrado si el punto no va después de las comillas, puesto que el texto entrecomillado no es el todo (el período), sino una parte del todo. Por ello cuando el texto en trecomillado o colocado entre paréntesis es independiente o autónomo (empieza y termina dentro de las comillas, los paréntesis o los corchetes), el punto va dentro de los respectivos signos de cierre (J. M. de Sousa).
Las reglas prácticas para poner el punto dentro o fuera, serían:
a. si el texto entrecomillado comienza a principio de párrafo o después de punto o signo que haga sus veces, el punto ha de colocarse dentro de las comillas (es decir, que estas abren y cierran el texto); b. si el texto entrecomillado comienza después de dos puntos, coma, puntos suspensivos (no equivalentes a punto) u otro signo que no ejerza funciones de punto o en ausencia de signos de puntuación, el punto ha de colocarse después de las comillas de cierre (es decir, que estas no han abierto el período o la oración y, por lo tanto, tampoco lo cierran) (J. M. de Sousa). Del interrogatorio a las frases se desprenderá la declaración anterior de Sousa:
«No quiero volver a verte.» Después cerró de golpe la puerta de su casa. (Creo que estaba muy enojada.) —¿Es usted una oración independiente? —Sí, vengo sola, y aunque me dijo Ana al pie de la letra no me confundan con: «No quiero volver a verte», me dijo Ana. —Bien, firme aquí que se declara texto entrecomillado a principio de párrafo, que ha abierto y cerrado su propio período, le garantizamos que no perderá sus derechos de cita textual. 34
PROSOFAGIA - NÚMERO 17 - MARZO 2013
Las comillas y el punto
—¿Y usted? —Yo vengo con Sus palabras fueron estas: —Para que conste, la oración sospechosa declara: «Que siendo entrecomillada comenzó después de dos puntos», y que su mayúscula inicial es propia de su naturaleza de cita textual. Prueben a interrogar igualmente a los paréntesis.
Para completar y resolver otro problema que puede plantearse con el uso de las comillas, paréntesis y corchetes en concurso con los signos de puntuación: ¿debe añadirse punto si el texto entrecomillado termina con un signo de entonación (interrogación o exclamación)?
Naturalmente, el punto debe colocarse, además del que ya llevan estos signos, ya que, aun que estos normalmente ejercen oficio de punto final, pierden esa cualidad cuando después de ellos aparece otro signo que neutraliza esa función. De hecho, si ese punto no se colocara, la ora ción o el período así puntuados carecerían de punto final, razón por la cual, aunque a algunos les parezca redundante (no lo es), debe colocarse el punto final (J. M. de Sousa). Veamos el caso con el que Martínez de Sousa nos lo esclarece: Aquel texto lo expresaba así: «¿Se acuerdan de las pintadas que decían “¡Basta ya de ‘pintadas’!”?».
Si, como en este caso, el entrecomillado con comillas latinas comienza después de dos puntos, el punto debe ponerse, ya que ni el punto de la exclamación ni el de la interrogación ejercen funciones de punto, al haber sido neutralizados, el primero por las comillas inglesas, y el segundo por las latinas. Es indudable que se da una acumulación de signos poco habitual, pero cada uno de ellos cumple su función y ninguno es eliminable (J. M. de Sousa). Respecto al misterio de los pomelos, caso resuelto:
SEA BUEN ALBAÑIL
Sus palabras fueron estas: «No quiero volver a verte». Después cerró de golpe la puerta de su casa (creo que estaba muy enojada).
«Es que había mucho tráfico y todas las farmacias estaban cerradas», me dijo y no le creí («¿por qué habrá vuelto siquiera?»). Así que le contesté: «Pues te quedas fuera como el punto de estas comillas». (Los pomelos rosados sí entraron con el punto.) Recomendamos a Lucas que sustituya las comillas por unos diamantes, como signo doble no tienen parangón.
pepsi notas
1
La minimización de una forma estricta (frente a la que pueden usar otros idiomas) predispone, muchas veces, a una inter pretación particular, a errores (algunos sostenidos en el tiempo), incluso a una «rebeldía» del usuario cuando no encuentra una regla tajante establecida. La nueva Ortografía de la lengua española [Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, 2010] da un paso al frente, con una «ortografía razonada».
referencias bibliográficas
Martínez de Sousa, José: Ortografía y ortotipografía del español, 2.a ed., corregida. Ediciones Trea, Gijón, 2008. Ortografía de la lengua española. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, Espasa Libros, Madrid, 2010 Diccionario de la lengua española, 22.a edición, versión en línea (http://buscon.rae.es/draeI/), Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, 2011.
NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 35
Escalera, Palacio de Carlos V, La Alhambra, Granada (España). Foto de José Manuel Solana
A r t íc u lo publ ic a do en P r os ofa g i a n .º 15 - a br i l 2 012
Escribir diálogos es un reto, todo escritor lo sabe. Hay quienes los evitan como a la peste negra y otros que abusan de ellos. Una narración impecable se empa ña si los diálogos son forzados, inverosímiles, no se entiende quién interviene o todos los personajes hablan igual. Una línea mal dicha, perdón, escrita, rompe la dinámica de la lectura y el castillo de naipes se viene abajo. El buen escritor de diálogos consigue con una simple frase lo que en na rración podría llevar párrafos enteros. No es sencillo. Muchas veces se requiere construir diálogos que sobrepasan a la experiencia personal del autor. ¿Cómo voy a interpretar a un personaje con desequilibrio mental si no padezco dicho mal ni soy psicólogo, por poner un ejemplo? O bien, ¿cómo voy a interpretar al miembro de una tribu africana si nunca he conversado con uno? La puerta tra sera, y el mejor aliado de los escritores, es la imaginación. Pero la imaginación no siempre es suficiente: invariablemente habrá psicólogos y trotamundos para desenmascararnos. El buen dialoguista debe ser capaz de interpretar a cual quier persona sin importar su clase social, nivel educativo, edad o condición mental y salir bien librado; y con salir bien librado me refiero a tres cuestiones: 1. Coherencia con el perfil del personaje. Mejor aún: potenciar ese perfil. 2. Verosimilitud con el entorno y la escena descrita. Y aquí considero importante aclarar algo. Muchos de ustedes habrán escuchado que la realidad supera la ficción. Es cierto y, hasta cierto punto, las cosas deben seguir así, por nuestro bien. Una persona que cae desde una altura de diez pisos puede sobrevivir; no obstante, si sucede en una novela no creo que sean muchos los lectores que lleguen al final. 3. Realidad Virtual. Sí, usted leyó bien, realidad virtual: ningún diálogo puede ser exactamente como lo es en la vida real. Necesitamos construir diálogos fluidos que no empantanen la lectura y que ayuden al lector a la mejor in terpretación de lo que queremos expresar.
Gothian
(Fernando Castellano Ardiles)
Esto es un diálogo real:
—Hola, José, ¿cómo te va? —Muy bien, ¿y a ti? —También. —¿Qué has hecho? —Nada, ¿y tú? —Tampoco. —Bien. —Bien. —¿Y la familia? —Bien, gracias.
El día que encuentre en una novela un diálogo con estas características dejo de leerla al instante. Sin embargo, he mantenido conversaciones similares muchas veces. ¿Y quién no? So far, so good. Afinemos la criba. Existe una herramienta para ajustar hasta la tuerca más fina del diálogo: el inciso del narrador. Aquello que escapa a los parlamentos en sí mismos, todo lo que sucede y que el narrador nos hace conocer. El qué y el porqué, es decir, la intención del autor, sobrepasa por mucho los límites de este artículo, así que me limitaré a dar algunos ejemplos que, espero, constituyan un buen marco de referencia. El buen dialoguista puede expresar con un gesto o acción lo que siente, piensa o hará el personaje. No es necesario explicar que alguien está enojado o asustado, basta con mostrarle al lector que lo está. Ejemplo de un diálogo desnudo:
SEA BUEN ALBAÑIL
Los diálogos en narrativa
—Julio, ¿qué pasó anoche? Me cansé de llamarte, tenías el móvil apagado. —No pude ir. —Ya sé que no pudiste ir. —Lo siento. El diálogo no deja entrever con claridad las emociones o sentimientos del amigo de Julio. El único indicador que encuentro, que revela molestia, es: «Me cansé de llamarte». Algo es algo, pero ¿es suficiente? El amigo de Julio, por ejemplo, ¿estará molesto o furioso? Con ese diálogo no podemos asegurarlo. Agreguemos un inciso del narrador: NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 37
Los diálogos en narrativa —Julio, ¿qué pasó anoche? Me cansé de llamarte, tenías el móvil apagado. —No pude ir. —Ya sé que no pudiste ir —dijo Manuel, apretando los dientes. —Lo siento. Ahora sabemos que Manuel está más que molesto y no fue necesario que el narrador lo explicitara; nos limitamos a describir una acción que expresa, por sí misma, el enojo. No está mal: hemos creado una imagen que acompaña al sonido; una imagen que, aunque simple, aporta volumen. Y utilizando apenas tres palabras. En literatura es importante la eficiencia y eficacia de las palabras, pero cuidado: la economía de palabras no es un fin y puede ser contraproducente. Me explico. Economizando todavía más: —Julio, ¿qué pasó anoche? Me cansé de llamarte, tenías el móvil apagado. —No pude ir. —Ya sé que no pudiste ir —dijo Manuel, enojado. —Lo siento. Repitamos: no debo usar adjetivos... Ya me zumban los oídos. Está bien, podemos usarlos, pero con el mismo criterio que los paramédicos aplican un torniquete: solo si no hay otra opción (a menos que pretendamos conseguir un efecto muy específico). Para quitar el mal sabor del ejemplo anterior: —Julio, ¿qué pasó anoche? Me cansé de llamarte, tenías el móvil apagado. —No pude ir —Julio miraba el suelo, con las manos en los bolsillos. —Ya sé que no pudiste ir —dijo Manuel, apretando los dientes. —Lo siento.
O bien:
—Julio, ¿qué pasó anoche? Me cansé de llamarte, tenías el móvil apagado. —No pude ir. Julio miraba el suelo, con las manos en los bolsillos. —Ya sé que no pudiste ir —dijo Manuel, apretando los dientes. —Lo siento.
Mucho mejor. El show don’t tell aplicado al diálogo. ¡Bravo! Existen escritores que abogan por no incluir ningún inciso del narrador (Rubio, Natalia [Natts]; «El jardín de Demócrito», Prosofagia N.º 5, diciembre de 2009 [p. 28]); sus argumentos son sólidos y he leído algunos diálogos desnudos excelentes. Abogo por la versatilidad, el buen artesano tiene una herramienta específica para cada labor, y encuentro un punto débil: algunas frases, o incluso palabras, pueden ser interpretadas de diferente manera por diferentes personas de diferentes nacionalidades de diferentes culturas de diferentes épocas de... Afinemos la criba un poco más: uso correcto de la raya en los diálogos. Según el dpd la raya es: Signo de puntuación representado por un trazo horizontal (—) de mayor longitud que el correspondiente al guion (-), con el cual no debe confundirse.
No, no deben confundirse, son signos diferentes y usarlos indistintamente equivaldría a intercambiar la «ñ» con la «n» según el humor. Aclarado el punto, contiñuemos. Para escribir la raya, pues no hay una tecla para hacerlo a diferencia del guion, basta con pulsar: alt+ 0151 Lo primero a tener en cuenta es no dejar espacio entre la raya de apertura del parlamento y la primera palabra de este. Por ejemplo, es incorrecto escribir: — No te creo, ayer me llamó por teléfono. Vendrá al anochecer. 38
PROSOFAGIA - NÚMERO 17 - MARZO 2013
Los diálogos en narrativa La forma correcta es:
—No te creo, ayer me llamó por teléfono. Vendrá al anochecer.
—No te creo —dijo Manuel—, ayer me llamó por teléfono. Vendrá al anochecer. El inciso del narrador se aísla entre dos rayas, tal que el lector no confunda qué expresa el narrador y qué dice el personaje. La única excepción es cuando el inciso del narrador se encuentra al final; en este caso no es necesaria la raya de cierre y, por lo mismo, se omite: —No te creo, ayer me llamó por teléfono. Vendrá al anochecer —dijo Manuel. Obsérvese que en el parlamento se omitió el punto final y que el inciso inicia con minúscula. Cuando, como en este caso, el inciso del narrador empiece con un verbo de habla (decir, preguntar, susurrar, mentir, gritar, afirmar, añadir, terciar, etc.) siempre se escribirá con minúscula. En cambio, cuando el inciso del narrador no tiene relación directa con el parlamento debe iniciar con mayúscula. El parlamento finalizará con punto o signo equivalente al punto. Ejemplo: —No te creo, ayer me llamó por teléfono. —Se detuvo en seco y lo miró a la cara—. Vendrá al anochecer. Lo tercero: ¿qué hacer con los signos de puntuación del parlamento cuando el inciso del narrador se inmiscuye justo donde deberían aparecer? Tomemos uno de los ejemplos anteriores: —No te creo —dijo Manuel—, ayer me llamó por teléfono. Vendrá al anochecer. Si eliminamos el inciso la frase es: «No te creo, ayer me llamó por teléfono». Al quedar interrumpida por el inciso, la coma se colocará después de la raya de cierre. Esto es válido para todos los casos: coma, punto, punto y coma o dos puntos se escriben luego de la raya de cierre del inciso y pegados a ella. ¡Nunca antes! Tip:
Una buena forma de saber si estamos utilizando correctamente los signos de puntuación es quitar el inciso de la frase. Si la frase permanece gramat icalmente correcta vamos por buen camino.
Sin embargo, hay dos excepciones a esta sencilla regla: a) —No te creo, ¿estás seguro? —dijo Manuel—. Pensé que vendría al anochecer. El signo de interrogación es uno de los signos que equivale al punto. No obstante, igual se coloca el punto detrás del inciso para afirmar que el parlamento está constituido por dos oraciones independientes. Por supuesto, si eliminamos el inciso, nos queda una expresión incorrecta gramaticalmente:
SEA BUEN ALBAÑIL
Lo segundo:
«No te creo, ¿estás seguro?. Pensé que vendría al anochecer.» b) Retomando un ejemplo anterior: —No te creo, ayer me llamó por teléfono. —Se detuvo en seco y lo miró a la cara—. Vendrá al anochecer.
Si eliminamos el inciso del diálogo el resultado también será incorrecto: «No te creo, ayer me llamó por teléfono.. Vendrá al anochecer.» En este caso el primer punto se coloca porque el inciso iniciará con mayúscula (no inicia con verbo de habla). El verdadero punto final de la oración se coloca, como dijimos antes, detrás de la raya de cierre del inciso. Ahora que tenemos algunas herramientas para escribir diálogos podemos decidir qué h acer con ellas. Para pintar la fachada de una casa puedo usar una brocha, un rodillo, un cepillo de dientes, puedo arrojar la pintura o usar las manos. Depende de qué quiera lograr. ¿Quiero rapidez, estética, acabado rústico o solo matar el tiempo? En cada caso habrá que tomar una decisión. Gothian NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 39
Pa r que Yue x iu , C a ntón (C h i n a). Foto de José Manuel Solana
A r t íc u lo publ ic a do en P r os ofa g i a n .º 16 - s e pt iembre 2 012
Boris Rudeiko
S
uno vive, pongamos, en Madrid, no debe extrañarse si oye en el autobús, en el supermercado, en la cola del cine, en la retransmisión de un partido de fútbol, etc., expresiones como la pegó, la dijo, le vio u otras similares en las que se usan de manera incorrecta los pronombres personales átonos. En las páginas que siguen intento explicar, aun cuando no me parece tarea sencilla, con la ayuda del dpd (Diccionario Panhispánico de Dudas) y de la Gramática de la Lengua Española, cómo han de usarse los citados pronombres. i
SEA BUEN ALBAÑIL
El leísmo, el laísmo y el loísmo
Los pronombres personales átonos A diferencia de los pronombres personales tónicos (yo, tú, él, ella, nosotros, vosotros…), que pueden funcionar como sujeto (Tú sabrás), como atributo (Los culpables son ellos) o como término de preposición (Mi hermano vendrá con nosotros), los pronombres personales átonos (me, nos, te, os, lo, los, la, las, le, les, se) son aquellos que funcionan como complemento verbal no preposicional (Ya te lo he dicho) o como formante de los verbos pronominales (Ahora me arrepiento). Precisamente por su carácter átono, se pronuncian necesariamente ligados al verbo, con el que forman una unidad acentual. Estos pronombres carentes de independencia fónica se denominan, en general, «clíticos»: cuando anteceden al verbo (me encanta; lo dijo; se fue) se llaman «proclíticos»; cuando siguen al verbo (ayúdame, díselo, vete) se llaman «enclíticos». Con cierta frecuencia nos encontramos con un uso inadecuado de los pronombres personales átonos de tercera persona (lo, los, la, las, le y les). Existen diferentes normas que producen en muchos hablantes confusiones de género y número gramatical de la palabra a la que se refieren y de la función sintáctica que desempeñan los citados pronombres. Esto da lugar a los fenómenos conocidos con los términos de leísmo, laísmo y loísmo. NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 41
El leísmo, el laísmo y el loísmo La norma primitiva, o uso etimológico, les asigna los valores y funciones que se indican en el siguiente cuadro: singular
Tercera persona
complemento directo
masculino femenino neutro
complemento indirecto
plural
lo (también le los cuando es referente a un nombre)1 la las lo — le (o se ante otro les (o se ante otro pronombre atóno) pronombre atóno)
1 [Dada la gran extensión en el uso de los hablantes cultos de ciertas zonas de España de la forma le cuando el referente es un hombre, se admite, únicamente para el masculino singular, el uso de le en función de complemento directo de persona: ¿Has visto a Jorge? Sí, le vi ayer en el parque.]
Es el uso más extendido en el dominio del español: predomina en Asturias, Aragón, Andalucía, Canarias y América (salvo en parte de Ecuador, en Paraguay y en la Guayana venezolana). La Real Academia Española lo recomienda en el uso culto. Dicho de manera sencilla, el empleo de esta norma sería así: —— Cuando el pronombre desempeña la función de complemento directo, deben usarse las formas lo, los para el masculino (singular y plural, respectivamente) y la, las para el femenino (singular y plural, respectivamente). Veamos algunos ejemplos:
¿Has visto a Juan? Sí, lo vi ayer. ¿Has visto a Juan y a los niños? Sí, los he visto en el parque. Compré la medicina y se la di sin que nadie me viera. ¿Has recogido a las niñas? Sí, las recogí antes de ir al taller. —— Cuando el pronombre desempeña la función de complemento indirecto, deben usarse las formas le, les (singular y plural, respectivamente), cualquiera que sea el género de la palabra a la que se refiere. Ejemplos:
Le pedí disculpas a mi madre. Le dije a su hermana que viniera. Les di un regalo a los niños.
Definiciones y usos Leísmo. Se denomina leísmo al uso de las formas de complemento indirecto le, les en lugar
de las de complemento directo lo, los (para el masculino o neutro) y la, las (para el feme nino), como en le mataron, les contrataron. Laísmo. Consiste en utilizar las formas femeninas de complemento directo la, las en lugar de las de complemento indirecto le, les, como en la dije que esperara. Loísmo. Es el uso de las formas masculinas de complemento directo lo, los en lugar de las de complemento indirecto le, les, como en los dije que me esperaran.
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PROSOFAGIA - NÚMERO 17 - MARZO 2013
El leísmo, el laísmo y el loísmo
Existen tres tipos de leísmo: Leísmo de persona masculino. Uso del pronombre le con sustantivos masculinos de persona, como: A Luis le castigaron en el colegio. Es el más frecuente y no se considera incorrecto por la Academia, como ya se ha dicho. Leísmo de persona femenino. Uso del pronombre le con sustantivos femeninos de persona, como: A Julia le castigaron en el colegio. Está menos extendido, carece de prestigio y se considera incorrecto. Leísmo de cosa. Uso del pronombre le con sustantivos de cosa, como: Te devuelvo el abrelatas porque ya no le necesito. Se considera incorrecto tanto en singular, más frecuente, como en plural. Una variante de los dos primeros tipos es el llamado leísmo de cortesía que consiste en limitar el leísmo a los usos en que le, les concuerda con las formas usted, ustedes, como en Le saludo atentamente. Esta forma de leísmo está aceptada y se ha constatado en hablantes que no practican otras formas de leísmo. He aquí algunos usos correctos (de uso frecuente en Hispanoamérica) que suelen sustituirse en España por el «leísmo de cortesía»:
Lo/La felicito por su triunfo en el partido. (Es correcto también el uso de le.) Los/Las informamos de que sus revistas han llegado. (Es correcto el uso de les.) De todas formas, la valoración del leísmo está en función de las alternancias entre dativo (complemento indirecto) y acusativo (complemento directo). Unos hablantes construyen ciertos verbos (ayudar, creer, escuchar, obedecer, pero no solo estos) con complemento directo, mientras que otros lo hacen con complemento indirecto. Los primeros consideran leístas expresiones como ayudarles o creerles, que resultan naturales para los segundos. Por ejemplo, en la mayor parte de los países americanos se construye creer con complemento indirecto de persona (creer a M aría, o creerle), pero con complemento directo de cosa (creer una historia, o creerla).
SEA BUEN ALBAÑIL
Los tres fenómenos afectan a la forma de los pronombres, pero no a la función sintáctica que desempeñan en la oración.
Los verbos llamados «de influencia», aquellos que expresan acciones que tienen como objeto influir en una persona para que realice una determinada acción, como animar, autorizar, convencer, forzar, incitar, obligar, etc., se construyen con un complemento directo y uno preposicional (lo obligaron a asistir a clase). Muestran también la alternancia dativo-acusativo, sobre todo con pronombres en masculino. Originariamente, estos verbos se construían con dativo en latín, y en español se conservó esta función. En algunas zonas, la construcción con le original pasó a lo/la con el tiempo, por lo que ahora conviven las dos formas. La construcción con le suele darse en el norte de la Península Ibérica; y con lo/la, en el sur de España y en América. Según algunos gramáticos, no se trata de un caso de leísmo y, por ello, hablan de un leísmo aparente. Los verbos llamados «de afección psíquica», aquellos que designan procesos que afectan al ánimo o producen acciones o reacciones emotivas, como afectar, asustar, asombrar, impresionar, divertir, molestar, ofender, etc., admiten la alternancia en el uso de los pronombres de complemento directo lo, los, la, las, y de los de complemento indirecto le, les, dependiendo básicamente de si el sujeto es o no agente activo de la acción y del grado de voluntariedad que tiene o se le atribuye con respecto a la acción designada por el verbo: NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 43
El leísmo, el laísmo y el loísmo si el sujeto es animado, es decir, persona, animal o ser considerado viviente, y se concibe como agente de la acción, el complemento verbal suele considerarse directo (A mi madre la asombro cuando como mucho), si el sujeto es inanimado, o sea, carece de vida animal, el complemento se considera indirecto (A mi madre le asombra mi apetito). También se percibe la alternancia dativo-acusativo con los verbos atender y telefonear. El laísmo puede ser, como el leísmo, de persona (La dije la verdad) o de cosa (No te puedes poner esta camisa porque tengo que pegarla un botón). El segundo tipo es algo menos frecuente que el primero. Alcanzó cierta difusión en los siglos xvii y xviii, incluso entre escritores notables. En la actualidad pervive en ciertas regiones de España (parte de Castilla, Cantabria y Madrid). Se recomienda evitar ambos tipos. El laísmo es especialmente frecuente con los verbos que pueden construirse bien con un complemento indirecto de persona, bien con este complemento indirecto más un complemento directo de cosa, como en Ábrele a Ana, Ábrele la puerta a Ana; A mi mujer le robaron, A mi mujer le robaron la cartera. El cruce de estas estructuras puede producir secuencias con laísmo: Ábrela a Ana; A mi mujer la robaron, si bien en algunas áreas este uso de robar se considera transitivo. En cuanto al loísmo, es un fenómeno paralelo al laísmo, de modo que puede ser de persona (No lo dieron tiempo a reaccionar) o de cosa (El asunto es como es y no hay que darlo más vueltas). En la actualidad se registra especialmente en España, en ciertas zonas de Castilla. Aunque se atestiguan usos loístas en escritores clásicos de prestigio, el loísmo no penetró en la lengua literaria, a diferencia de lo que ocurrió con el leísmo y, en menor medida, con el laísmo. Está fuertemente desprestigiado, por lo que se recomienda evitarlo en todos los niveles de la lengua.
Algunas reglas básicas Como hemos visto, existen casos excepcionales dentro de la norma, ciertas ambigüedades y una enorme variedad en los usos efectivos en las distintas zonas hispanohablantes. De modo que es normal que a veces nos asalten las dudas. En ese caso, es útil recurrir a las reglas básicas tradicionales que aprendimos en la escuela para determinar en una oración cuál es el complemento directo y cuál el indirecto. Una de ellas consiste en preguntarle al verbo ¿qué? (para el directo) y ¿quién? o ¿a quién? (para el indirecto). Pero no siempre obtendremos una respuesta satisfactoria así que tendremos que convertir la oración activa en pasiva y comprobar si el complemento directo se ha convertido en sujeto paciente, que recibe o padece la acción del verbo. Otras fórmulas sencillas a tener en cuenta podrían ser las siguientes: —— Cuando nos referimos a la persona se emplea lo o la, pero si nos referimos a una parte de su cuerpo o a algo que posee, se emplea le. Esta fórmula es aplicable en los verbos: ver, tocar, limpiar, coger, agarrar, fotografiar, dar… Como en: Lo vi cuando salió de su casa; Le vi el traje cuando salió de su casa. —— Cuando las acciones se hacen sobre una persona se emplea lo o la, si se hacen sobre algo que afecta o beneficia a una persona, se emplea le. Esta fórmula es aplicable en los siguientes verbos: dejar, dar, traer, comprar, aplaudir, enviar, colocar, 44
PROSOFAGIA - NÚMERO 17 - MARZO 2013
El leísmo, el laísmo y el loísmo
Y, en todo caso, si con esas reglas o fórmulas no hubiéramos conseguido resolver la ambigüedad, podemos consultar el dpd. Veamos un ejemplo sobre el uso del verbo pegar. En las retransmisiones deportivas, como dije en la introducción a este artículo, suele ser frecuente oír la expresión La pegó. Nunca estuve muy seguro de si esto era un laísmo hasta que fui al dpd, introduje la palabra pegar y encontré la respuesta a mis dudas: pegar(se). 1. Cuando significa ‘dar [un golpe o una serie de ellos] a alguien’, es transitivo; además del complemento directo, lleva un complemento indirecto de persona: «Se volvió el ex boxeador hacia Charo y le pegó dos bofetadas que la tiraron al suelo» (Vqz. Montalbán, Soledad [Esp. 1977]). A menudo se omite el complemento directo, por quedar implícito o sobrentendido; en ese caso, el complemento de persona, en la lengua culta de la mayor parte del ámbito hispánico, sigue considerándose indirecto: «No es caso insólito que a un santo cualquiera sus devotos le peguen y lo castiguen hasta que acceda al milagro que se le pide» (Ortiz, Música [Cuba 1975]). No obstante, en estos c asos, es normal que los hablantes de ciertas zonas de España interpreten el complemento de persona como directo: «Nos dijo que su padre la pegaba» (El País@[Esp.] 9.7.94); este uso, influido además por el régimen del verbo sinónimo golpear, que rige complemento directo de persona, solo se da en zonas laístas, por lo que se desaconseja en el habla culta. Lo mismo cabe decir si lo que recibe el golpe es una cosa: «Creo que le pego bien a la pelota» (Clarín [Arg.] 16.1.79). 2. Con el sentido de ‘pelear a golpes’, se usa en forma pronominal y lleva un complemento precedido de con: «Los inspectores se pegaron con él para quitarle la bomba» (Abc [Esp.] 17.2.87).
SEA BUEN ALBAÑIL
esperar, curar, alabar, pintar, preparar, desear, alcanzar, consultar, conocer, citar, entender, perdonar, contagiar… Como en: La besó; Le dio un beso; Lo trajo en el coche; Le trajo la maleta en el coche.
Boris Rudeiko
referencias bibliográficas
Diccionario panhispánico de dudas (dpd) 1.a edición, octubre de 2005. Manual de la nueva gramática de la lengua española, Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, Espasa Libros, Madrid, 2010. Gramática de la Lengua Española, Emilio Alarcos Llorach. Espasa Libros, Madrid, 1999. «Leísmo», Wikilengua. «Complemento directo», Wikipedia.
NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 45
REVISTA LITERARIA PROSOFAGIA
P u b l i c a d o e n P r o s o f a g i a n .ยบ 13 - s e p t i e m b r e 2 011
P u b l i c a d o e n P r o s o f a g i a n .ยบ 14 - d i c i e m b r e 2 011
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PROSOFAGIA - Nร MERO 17 - MARZO 2013
HUMOR GRÁFICO
P u bl ic a d o e n P r o s o f a g i a n .º 15 - a br i l 2 012
P u bl ic a d o e n P r o s o f a g i a n .º 16 - s e pt ie m br e 2 012
Manuel Pérez Recio (Nelo) Escritor. O el sueño de un idiota con un lápiz en la mano. NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 47
Pequeña s pildor it a s lit erar ia s, encontrada s aquí o allá, escr it a s por la mano de aut ores de prest i g io reconocido, en sus novela s, en sayos, c o n f e r e n c i a s . Te x t o s b r e v e s c o m p l e m e n t a d o s p o r u n a r e f l e x i ó n t a m b i é n b r e v e d e q u i e n h a s e l e c c i o n a d o /e s c o g i d o l a g r a g e a Las tres primeras grageas fueron publicadas en Prosofagia n.º 16 - septiembre 2012
literaria
A n a M a r í a M at ute , d i s c u r s o de a c e pt a c ión de l Prem io C er v a nte s: « Q u ien no i nvent a , no v ive ». O h, D i os ... Elisabet « Mujere s d ieron a R om a lo s re ye s y lo s qu it a ron. Diolo s S i lv i a , v i r g en, de s hone s t a ; qu itolo s L uc re c i a , mujer c a s a d a y c a s t a . Diolo s u n de l ito; qu itolo s u n a v i r t ud . E l pr i mero f ue R ómu lo; e l p o s t rero, T a rqu i no. A e s te s e xo h a debido siempre e l mu ndo l a p érd id a y l a re s t au r a c ión, l a s queja s y e l a g r a de c i m iento.» Vi d a d e Ma r co B r u t o. Fr a nc i s c o de Q ue ve do ¡ Q u é f u e r t e ! F u e r a d e l o a t r e v i d o d e l a s e n t e n c i a q u e v e d in a , e n c u e n t r o t a l e l a r t e y u s o d e l a l e n g u a q u e a n t e ce d e e l o r d e n e st é t i co a l é t i co. Pl á sido Umb er to E c o, en su s Apost il l a s a E l Nom b r e d e l a R osa , e s c r ib e: « E l n a r r a dor no deb e f a c i l it a r i nter pre t a c ione s de su obr a , si no, ¿p a r a qué h a br í a e s c r ito u n a nove l a , que e s u n a m á qu i n a de g ener a r i nter pre t a c ione s? Si n emba r g o, u no de lo s pr i nc ip a le s ob s t á c u lo s p a r a re sp e t a r e s e s a no pr i nc ipio re side en e l he c ho m i smo de que to d a nove l a deb e l le v a r u n t ít u lo. Por de sg r a c i a , u n t ít u lo y a e s u n a c l ave i nter pre t at iv a . E s i mp o sible su s t r a er s e a l a s su g erenc i a s que g ener a n R o jo y Ne g r o o G u e r r a y Pa z ». C u e n t a , t a m bi é n , q u e e l t ít u l o pr o v i si on a l d e s u n o v e l a f u e L a a b a d í a de l c r i men, t ít u l o q u e , sin d u d a s , c i e r r a ca m in os in t e r pr e t a t iv os , m i e n t r a s q u e e l d e f in it iv o, E l Nombre de l a R o s a , l os a b r e ca si ha st a e l inf in it o. No t o d a s l a s n o v e l a s q u e h e l e í d o s on m á q u in a s d e ge n e r a r in t e r pr e t a c i on e s; m u cha s con d u ce n a in t e r pr e t a c i on e s a cot a d a s . Ut il i z a n d o e l r a z o n a m i e n t o y l a s pa l a b r a s d e E co, ¿ s u s t ít u l os d e b e r í a n re g i ment a r i d e a s e n v e z d e c on f u nd i rl a s? E s t her
B u i ck 8 , u n co ch e pe r v e r s o. Stephen K i n g E st a a post il l a a l r e f r á n a pa r e ce e n v a r i os l ib r os d e S t e ph e n K in g , sa bi d a e s s u a d m ir a c i ón po r l a v a l e n t í a y pe r s e v e r a n c i a d e l os fe l in os ( L o s ojo s de l g ato) — o s u s t a r e a s r e s u c it a n t e s ( Pe t S eme t a r y) — , pe r o m á s a l l á d e l sim pl e cha sca r r il l o e s u n a b u e n a r e f l e x i ón: l a v a l e n t í a d e e nf r e n t a r n os a l a v e r d a d , m u cha s v e ce s , r e po r t a d ol o r, a u n q u e t a m bi é n l ib e r a c i ón . p e p si « — E n e l l ibro e s u s te d qu ien n a r r a su h i s tor i a u s a ndo e l « yo», K em a l B e y. Yo h a blo p or u s te d . E s to s ú lt i mo s d í a s me e s toy e s for z a ndo m uc ho en p oner me en su lu g a r, en s er u s te d .» E l m u s e o d e l a in o ce n c i a . Orh a n Pa mu k [...] y e n t on ce s com pr e n d í q u e l a v o z , l a s on o r a v o z e s ca pa z d e r e f l e ja r s e e n l a r e a l i d a d y d e v ol v e r n os l a v i d a e n fo r m a d e a r t e , sin d i s m in u i r, e st a , e l a r t e , l a f u e r z a d e l a ot r a , l a v i d a . Pl á sido G onç a lo M . Tav a re s en E l se ñ o r B r e cht e s c r ibió: « E r a u n a l ibrer í a que vend í a u n s olo l ibro. H a bí a c ien m i l ejempl a re s nu mer a do s de l m i smo l ibro. C omo en c u a lqu ier ot r a l ibrer í a , lo s c ompr a dore s s e demor a ba n, dud a ndo s obre qué nú mero e s c og er ». S u pe r a d o e l a s om b r o d e l o in u s u a l y a b s u r d o d e l a sit u a c i ón , s e d e s c u b r e q u e l a f u e r z a d e l m i c r o n o r a d i ca e n t a l a b s u r d o sin o e n l a p o d e r osa i d e n t i f i ca c i ón d e l os ge st os cot i d i a n os d e l os com pr a d o r e s d e l ib r os . L o in s ól it o e s e x c u sa pa r a r e t r a t a r con d u c t a s h u m a n a s . L a pr of u n d i d a d d e e st a pe r s pe c t iva l it e r a r i a se ha ce e v i d e n t e c u a n d o u n a n ot i c i a e n e l pe r i ód i co n os r e c u e r d a q u e , a m e n u d o, l a r e a l i d a d s u pe r a , o a l m e n os pa r e ce im it a r, a l a f i cc i ón: «Un escritor abre una tienda en la que vende sólo un libro», e n L a Va n g u a rd i a , m a r z o 2 013 . z o que te
GRAGEAS LITERARIAS
«L a c u r io sid a d m ató a l g ato, p ero l a s at i s f a c c ión lo re suc itó.»
Invitamos a los lectores de Prosofagia a hacernos llegar sus aportes a esta sección a través del correo electrónico de la revista: prosofagia@prosofagia.com NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 49
En términos económicos, la irrupción de toda nueva tecnología suele buscar una intensificación de la producción o bien un abaratamiento de los recur sos, que en definitiva viene a ser lo mismo: sacar mayor provecho con menos esfuerzo. No es de extrañar, por tanto, que los cambios tecnológicos de calado vengan de la mano de fuertes polémicas y de una nada velada oposición por dos sectores sociales no necesariamente excluyentes: el tradicional y el de los artis tas, que pueden verse amenazados en su estatus, prestigio o modelo económico. Para algunos fanáticos, a juzgar por el detallado desglose de recursos que describen,1 las herramientas informáticas pueden permitirnos exhibir un am plio bagaje intelectual mediante un simple clic, desde una cuidada ortografía y amplio vocabulario hasta la capacidad de dar con la rima perfecta. Para otros, los célebres correctores ortográficos de los procesadores de texto pueden ser cancerígenos porque parecen liberar de la responsabilidad de interiorizar la ortografía sin muletas, como aquel amigo que me confesaba que desde que tiene el gps en el coche se siente infinitamente más torpe pues, aunque le simpli fica enormemente la vida en sus no poco habituales viajes al extranjero, echa de menos la habilidad que había desarrollado para orientarse en ciudades extrañas.
A r t íc u lo publ ic a do en P r os ofa g i a n .º 14 - d ic iembre 2 011
Rana común, Zamora (España). Foto de José Luis Jaime Cortés
zoquete
E
s cierto. En términos generales, una tecnología que permita el acceso de mayor volumen de gente a un arte o negocio, necesariamente vulgarizará tal disciplina, en el sentido extenso de las cuatro acepciones del término, según la rae:2
1.tr. Hacer vulgar o común algo. 2. tr. Exponer una ciencia, o una materia técnica cualquiera, en forma fácilmente asequible al vulgo. 3. tr. Traducir un escrito de otra lengua a la común y vulgar. 4. prnl. Dicho de una persona: Darse al trato y comercio de la gente del vulgo, o portarse como ella.
Así es, traducir Crimen y Castigo es liberar al lector del esfuerzo de aprender ruso para oder leerla, pero también contemplar la obra de Dostoievski como merecedora de un público p más vasto o basto, escojan la acepción que prefieran, y que, incluso, justamente podrá adquirir mayor cultura o formación gracias a su lectura. Igualmente cierto es que uno de los rasgos más definitorios de los best sellers es su obsesión por acumular lenguas a las que son traducidos. Pasamos de un sano elitismo de mérito por una competición mediática a la captura de masas. De forma simplista, he llegado a aventurar que Gutenberg arruinó la vida de muchos copistas, imaginando que se sentirían humillados al descubrirse sustituidos por máquinas que, además, no podían llegar al preciosismo de sus filigranas, casi originales para cada ejemplar reproducido. Una especulación no muy convincente cuando descubro que muchos de ellos no sabían ni leer ni escribir. Sirva esta introducción para proponerles, apreciadas lectoras y lectores de Prosofagia, un breve experimento, travesura relacionada con nuevas herramientas en Internet, que espero les resulte ameno. También puede hacernos reflexionar sobre cómo esos utillajes virtuales, en principio muy sencillos y cómodos, pueden abocarnos por senderos indeseados. La premisa o hipótesis de partida es que disponemos de algunos gadgets virtuales que son antiliterarios. El juego consiste en recoger evidencias que lo demuestren o, por el contrario, que lo desmientan. ¡Que ustedes se diviertan!
LITERATURA Y TECNOLOGÍA DIGITAL
Gadgets Anti-Literarios: La Nube de Palabras
NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 51
Gadgets Anti-Literarios: La Nube de Palabras Nubes de palabras3 Precedente: las nubes de palabras son una manera excelente de captar de forma rápida y simplificada el contenido general (o global) de un sitio web o documento. Indicios: • no es lo mismo la creación de una nube de términos a partir de las etiquetas (tags) de un blog, justamente escogidas para caracterizar el significado clave del contenido, que el uso directo del contenido en cuestión; • existe una aparente contradicción entre las «nubes de palabras» y la herramienta «Detector de repeticiones»4, que pretende advertir sobre el exceso de un mismo término en un documento; • la literatura se caracteriza por un vocabulario rico y preciso, por imágenes metafóricas y elipsis, lo que hace sospechar que una herramienta basada en la repetición de palabras no puede ser muy fiable en cuanto a la interpretación del espíritu del texto. Hipótesis: el abuso de las nubes de palabras nos puede conducir a la malinterpretación del mensaje del autor o autores de un texto. Experimento propuesto: • escojan uno de sus textos favoritos (preferentemente un cuento o relato corto),5 disfruten de su lectura y, al terminarlo, intenten escribir una lista de cinco a diez términos que lo representen («palabras clave»); • por otro lado escojan una herramienta generadora de nubes,6 introduzcan el texto seleccionado y construyan la nube correspondiente; • comparen ambos resultados. Ejemplo. Resultados de un experimento de esta naturaleza: Las dos siguientes figuras corresponden a los cuentos El Beso, de Anton Chejov, cuyas palabras clave podrían ser, por ejemplo: «oficiales, baile, cortejo, hipocresía, beso, ensoñación, fantasía», y Los ojos verdes, de Gustavo Adolfo Bécquer, para el que he seleccionado los términos: «cacería, superstición, misterio, mirada, locura, hechizo, mujer».
A la vista de todo esto (y de sus propios experimentos, claro), ¿qué conclusiones podríamos extraer? 52 PROSOFAGIA - NÚMERO 17 - MARZO 2013
Gadgets Anti-Literarios: La Nube de Palabras
Llegado este punto, vale la pena detenerse a reflexionar sobre las diferentes posibilidades (buenas o malas) que presenta una herramienta informática tan sencilla como esta en la expresión literaria, y a la que solemos brindarle una mirada distraída, quizás encerrada en la utilización automática del gadget que brinda un blog, y sin detenernos a analizar los resultados o su potencial (negativo o positivo). Cabe, entonces, preguntarse qué sucede con otras tecnologías, tan a mano hoy en día. Por ejemplo, con los traductores automáticos, que nos remiten a determinadas extrañezas en la traducción de los títulos de célebres películas, a los programas de reconocimiento y síntesis de voz, que nos pueden ayudar a apreciar el valor de la puntuación o, por el contrario, arrastrarnos a la más vil pereza. También, sabiendo aquello de que el imaginario colectivo es más poderoso que la verdad, como ilustra Eligio R. Montero en su delicioso texto Citas falsas II - errores que mejoran el original,10 podemos comprobar qué nos ofrecen los buscadores de imágenes ante determinadas frases literarias, demasiado a menudo utilizadas fuera de contexto y, por lo tanto, víctimas de diferentes niveles de tergiversación. Si desean participar, por favor, envíen sus contribuciones a: prosofagia@prosofagia.com
zoquete
notas
1.— El diccionario oculto. Gloria y desaparición del diccionario en la era digital; Millán, José Antonio. También disponible en: Biblioteca Virtual (consultado el 20/11/2011). 2.— vulgarizar, del drae. versión online (consultado el 20/11/2011). 3.— «Una nube de palabras es una representación visual de las palabras que conforman un texto, en donde el tamaño es mayor para las palabras que aparecen con más frecuencia», de la Wikipedia (consultado el 20/11/2011). 4.— «Repetition Detector es un software que permite detectar repeticiones en los textos» (consultado el 20/11/2011, cortesía de Gothian). 5.— Existe una excelente colección de relatos disponibles de forma gratuita en el espacio Ciudad Seva (consultado el 20/11/2011). 6.— Por ejemplo, Wordle, extremadamente sencilla de emplear y disponible en línea, sin necesidad de descargas (consultado el 20/11/2011). 7.— «Poesía Visual 2009», El figuero@ (consultado el 22/11/2011). 8.— «Entrevista a Juan Eslava Galán», por Elisabet. Prosofagia N.º 13 (consultado el 22/11/2011). 9.— «Poesía experimental: enunciado e introducción», por José María L afuente. Prosofagia N.º 10 (consultado el 22/11/2011). 10.— «Citas falsas II - errores que mejoran el original», Psicología y Cine; R. Montero, Eligio; (consultado el 20/11/2011).
LITERATURA Y TECNOLOGÍA DIGITAL
En principio, que una nube de palabras, tanto para un texto literario como para una página web literaria puede no ser la forma de interpretación más adecuada de aquello que queremos expresar. Sin embargo, también se puede señalar una antítesis: Antítesis: las nubes de palabras se están apoderando del lenguaje poético, como representación visual, además de textual, de la expresión.7 Juan Eslava Galán afirmaba, en el anterior número de Prosofagia, que: «El crecimiento tiene que empezar por la poesía, que es la que realmente nos hace valorar las palabras».8 Para los niños y adolescentes de hoy, que crecen en una cultura de imágenes, la poesía visual, de larga trayectoria dentro de la poesía experimental,9 puede constituirse en un género literario que los lleve, justamente, a valorar las palabras. No es de extrañar, entonces, que las nubes de palabras generadas por Wordle constituyan parte del «paquete básico» actual en enseñanza de la literatura (educación 2.0) y se usen en la escuela desde primaria para que los alumnos se aproximen a la poesía como poesía visual, armando sus nubes, con colores, cambiando la disposición de las palabras y usando distintas tipografías.
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Cuando contactamos con el escritor Guillermo Martínez, solicitándole una colaboración suya para iniciar la sección Sobre la literatura, no imaginábamos que pudiera, con esa sencilla generosidad difícil de hallar, ofrecernos nada más y nada menos que el poder publicar, en carácter de inéditos, algunos fragmentos de su última novela, en ese momento aún en proceso de edición. Estos fragmentos constituyen un ensayo sobre crítica literaria, al que el personaje denomina como una «Teoría de los refinamientos dicotómicos», y el autor explica que surge de sus reflexiones sobre la obra de Wittgenstein, Todorov y Calvino. La novela, Yo también tuve una novia bisexual, fue publicada mientras preparábamos este número de Prosofagia, y confieso que esperaba que apareciera en las librerías, curiosa por conocer cómo se inserta un ensayo de teoría literaria en una novela cuyo título parece ser o un guiño irónico o un encabezamiento casi frívolo para un relato acerca del sexo en las relaciones humanas. Interesantemente, los fragmentos que publicamos se integran con verdadera naturalidad a la trama y a los personajes. Sin embargo, al finalizar la novela me quedó una suerte de inquietud, de desasosiego íntimo: me pregunté qué pasaría si la leyera de nuevo (o la recreara de nuevo), esta vez considerando el ensayo como el núcleo desde el cual interpretar la novela como hecho literario y a la historia que cuenta como historia humana. Una segunda dimensión que subyace debajo de la superficie de la breve y fulgurante relación entre un escritor argentino que llega como profesor a una universidad de Georgia y Jenny, una de sus alumnas. Esther
A r t íc u lo publ ic a do en P r os ofa g i a n .º 13 - o c t ubre 2 011
E x t r a c t o s d e l a n o v e l a Yo t a m b i é n t u v e u n a n o v i a b i s e x u a l , de G u i l le r m o M a r t í n e z , E d . P l a n e t a , ju l io de 2 011
Guillermo Martínez
6 de setiembre. Por la tarde: Apuntes mentales para la charla en Savannah. Usé por primera vez el carnet de la biblioteca y me traje varios libros. Quizá conviene empezar con la frase inicial de Seis propuestas para el próximo milenio, de Ítalo Calvino. Después de todo, esas conferencias fueron pensadas y escritas para su viaje a los Estados Unidos, supongo que este libro lo conocerán en las universidades. (¿Será así? Preguntar a Rachel.) «Dedicaré la primera conferencia a la oposición levedad-peso y daré las razones de mi preferencia por la levedad. Esto no quiere decir que considere menos válidas las razones del peso...».
Ya en esta aclaración, que parece a primera vista sólo un acto de cortesía, está en germen toda la cuestión, que Calvino es demasiado agudo para pasar por alto. La cuestión que es el tormento y la desesperación de cualquier crítica de valores (hacer aquí un recuadro):
SOBRE LA LITERATURA
La preparación de una conferencia
Cualquiera sea la afirmación de un término y sus razones no pueden considerarse menos válidas las razones del término opuesto.
Calvino argumenta a favor de la levedad, tanto en el estilo —por una «agilidad nerviosa y punzante» para la escritura— como en lo estructural: «He tratado sobre todo de quitar peso a la estructura del relato y al lenguaje». Y lleva incluso esta preferencia al plano existencial, como elección filosófica: «la búsqueda de la levedad como reacción al peso del vivir» (a la inercia, a la opacidad del mundo). NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 55
La preparación de una conferencia
Pero en la quinta conferencia, sin que ni siquiera parezca advertirlo, bajo el nombre más benévolo de «multiplicidad» hace reaparecer una por una las obras más paradigmáticas y las razones del «peso». La vieja dialéctica contraataca y lo que se echa por la puerta con un adjetivo descalificativo vuelve por la ventana bajo otro adjetivo más amable. Habla de la vocación de la novela contemporánea por representar el mundo «sin atenuar su inextricable complejidad», un mundo en el que «cada mínimo objeto está visto como el centro de una red de relaciones que el escritor no puede dejar de seguir, multiplicando los detalles de manera que sus descripciones y divagaciones se vuelvan infinitas». Y así, ya estamos de regreso en el territorio de los paréntesis incesantes, de la densidad programática, del ladrillo monumental. Una tras otra, entre signos de admiración, reaparecen las obras más paradigmáticas del «peso», desde La montaña mágica, de Thomas Mann, hasta Bouvard y Pécuchet, desde El hombre sin atributos, de Musil, hasta el edificio abrumador de Perec. En cada una la ambición megalómana y recurrente de encontrar una forma literaria capaz de contener el universo, una ambición siempre amenazada por «el demonio del coleccionismo» (dice Calvino) y el tedio del índice (diría Borges). E incluso, para completar la simetría, también aquí da Calvino una razón «existencial» para defender esta clase de novelas: «Cada vida es una enciclopedia, una biblioteca, un muestrario de estilos donde todo se puede mezclar continuamente y reordenar de todas las formas posibles».
Lo mismo ocurre con cada uno de los otros términos que propone. Cuando habla de la rapidez —segunda conferencia— tiene que reconocer que la velocidad no es un valor en sí, y que el tiempo narrativo puede ser también “retardador” o cíclico, o inmóvil. Porque, por supuesto, de inmediato se alzarían a protestar las novelas de la espera, de las postergaciones infinitas: Tristam Shandy o El desierto de los tártaros, La bestia en la jungla, de James, o El castillo, de Kafka. Cuando expone a favor de la exactitud —tercera conferencia— dice en un momen to, de la manera más explícita: «queda por ver si con argumentos igualmente convincentes no se puede defender también la tesis contraria». Y cita a uno de sus poetas más admirados, precisamente Leopardi, para quien el lenguaje es «tanto más poético cuanto más vago, impreciso».
Y lo mismo, exactamente lo mismo (generalización abrupta, pero que no puedo evitar si sólo tengo una hora) ocurriría con cualquier otro término que se propusiera para valorar o juzgar, para decir sí o no sobre una obra: cualquiera sea la afirmación que se quiera sostener, la negación siempre podrá reclamar sus propios derechos, sus encantos y credenciales. («Cada libro contiene su contralibro», diría Novalis.) Más aún, despojada de las partes puramente descriptivas, de citas de autoridad, del juego circular y vacío de las comparaciones, toda crítica valorativa puede reducirse a una sucesión de términos en pares dicotómicos, de los que el crítico escoge —o ya escogió a priori— uno o su opuesto según su preferencia, su formación, su prejuicio. (Puedo mencionar aquí el programa de computación que me mostró mi director al llegar a Cambridge: la reducción de un texto crítico a la sucesión lacónica de sus pares dicotómicos y el esqueleto lógico de la argumentación.) 56
PROSOFAGIA - NÚMERO 17 - MARZO 2013
La preparación de una conferencia
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7 de setiembre. Por la tarde: Más apuntes y notas para la conferencia en Savannah. ¿Cuánto decir, entonces, de mi tesis? Les ahorraré, por supuesto, la parte del «peso» (el peso desgraciadamente necesario): la recolección y revisión, en los primeros tres años, junto con el grupo de becarios, de todos los pares dicotómicos que aparecen en trabajos críticos, desde los primeros ejemplos en la antigüedad (Aristóteles, Demetrio, Cicerón, Horacio) hasta la crítica contemporánea. La agrupación en clases, la cuidadosa separación de solapamientos y ambigüedades, la distinción de esferas (los filosóficos, los estéticos, los técnicos, los ideológicos), la depuración de los que llevan ya en sí una carga de valoración o prejuicio y su reemplazo por otros equivalentes pero puramente descriptivos. Todo esto (la limpieza del establo, lo llamábamos) lo reduciré a una sola imagen, el cuadro final en power point, con el centenar de pares que quedaron en pie. Sobre la idea principal de la tesis, quizá lo mejor sea mencionar la primera inspiración, el libro de Todorov que apareció en esos años, Crítica de la crítica, que vi casi por casualidad en una librería, cuando ya desesperaba de encontrar un desfiladero en el marasmo de los relativismos. Podría leer la frase del principio, que copié en el pizarrón de mi oficina, y que tuve como lema para el resto de mi trabajo: «La posibilidad de oponernos al nihilismo sin dejar de ser ateos». Y de allí, ir directamente a la línea crucial de su conversación con Paul Bénichou, cuando Todorov intenta resumir la posición crítica de Bénichou «como una tentativa, primero de poner en evidencia, luego de articular un cierto número de antinomias». A lo que Bénichou responde con una pequeña precisión invalorable (tercer recuadro): «Usted tiene razón en decir que articulo antinomias, pero es después de haberlas constatado, o para decirlo mejor, experimentado». Este fue el hilo oculto en la madeja, del que sólo tuve que tirar poco a poco, con cuidado, hasta sacarlo enteramente a la luz. En efecto, en vez de la práctica habitual frente a las antinomias: lo uno o lo otro, la elección de bando, las escuelas críticas contrapuestas, la argumentación ofensiva-defensiva, la antinomia es mucho más reveladora —y productiva— en el momento de vacilación en que se experimenta en el propio sistema, cuando los dos términos opuestos conviven a la vez con toda su tensión en la misma mente (como contradicción, como incoherencia, como crisis de postulados que se tenían por firmes, como conciencia en el pensamiento de sus oposiciones, diría Hegel). Porque
SOBRE LA LITERATURA
¿Significa esto que la crítica de valores, la crítica que opina y que juzga y que pretende establecer jerarquías, está en un callejón sin salida? ¿Significa que no se puede salir ni avanzar más allá del gusto personal, de la moda académica, del prejuicio, de la mera preferencia? Esa fue justamente (segundo recuadro) la pregunta que me propuso mi director como problema para mi tesis de doctorado. ¿Cuánto contaré de la tesis en sí? Esto debo pensarlo con cuidado. (Y recordar lo que me dijo Rachel, que aquí en los Estados Unidos, aunque hayan dejado atrás el New Criticism, entre los estudios culturales y las teorías de género, pueden ser un poco hostiles a cualquier posibilidad de un regre so a la crítica de valores.)
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La preparación de una conferencia
este momento de suspensión fuerza al crítico a volver sobre sus pasos, a inclinarse otra vez hacia el texto para releer (para leer de una manera desnuda, despojado transito riamente de sus aparatos, con sus reflejos condicionados por un instante desactivados). Es el momento raro, infrecuente, en que se invierte otra vez la relación: ya no es el sistema cristalizado el que va hacia el texto para doblegarlo como «otro ejemplo» bajo sus requerimientos y sus preconceptos, sino que el texto, lo que está ahí escrito, vuelve a ser lo primordial, lo que revela la insuficiencia de la maquinaria. Lo genérico tiene que volver a lo concreto y refinar la dicotomía que dio lugar a la contradicción, sustituirla por otro par de términos que permitan incorporar dentro de la preferencia el ejemplo aparentemente díscolo o contradictorio. Ya no es lo uno o lo otro, sino quizá no todo lo uno y algo de lo otro, y los nuevos términos dicotómicos deben hablar ahora de proporciones, de mezclas necesarias, o establecer otra clase de división, una partición más sutil, que permita calibrar de nuevo las diferencias. De aquí al programa de mi tesis hay un solo paso: convertir en práctica consciente y deliberada, puesta por escrito, la exploración y resolución de estos momentos de incertidumbre, de colisión de aparentes contrarios. Pensar a la crítica como búsqueda introspectiva, como experimentación individual, personalísima, apegada al texto, al ejemplo concreto, del límite y extensión de cada término, y como una sucesión (un ahondamiento) de refinamientos dicotómicos. Ya no importarán tanto entonces los presupuestos iniciales de cada crítico (sus preferencias, sus prejuicios, sus axiomas), que el crítico con honestidad intelectual tomará siempre como puntos de partida provisorios —y como estado de relativa ignorancia—, sino la puesta a prueba de estos axiomas con los ejemplos «contradictorios», y los refinamientos dicotómicos a que puedan dar lugar uno u otro sistema. La mera preferencia —siempre algo aplastante y ciega— se reemplazará así por una preferencia fundada, que se diferencia de la pura arbitrariedad del gusto en que ha sido puesto a prueba, desplegada y refinada —incluso a veces convertida— frente a las tesis opuestas. (interrumpido) ………………………………………………………………. Pasé en Savannah sólo un día con su noche. Di mi conferencia a las tres de la tarde, para un grupo distraído y adormilado de profesores. Imaginé los esfuerzos que seguramente tuvo que hacer mi anfitrión para reclutarlos uno a uno de sus oficinas y reunirlos después del almuerzo, con la promesa modesta de café y galletitas al termi nar. Aún así, había un alumno de doctorado joven y despierto —los alumnos, esa última esperanza inextinguible— que me hizo al final una pregunta interesante. Quiso ver otra vez el cuadro con la lista completa de todos los pares dicotómicos esenciales. Del mismo modo que yo había mostrado ejemplos parcialmente «contradictorios», donde dos términos dicotómicos de la lista se aplicaban a la vez (y esto, según mi teoría, debía dar lugar a un refinamiento de esos términos y a una nueva dicotomía), uno podría pensar, de manera hipotética, en una novela lo suficientemente compleja, lo suficientemente ambivalente, como para que convivieran en ella todas las dicotomías de la lista. Pero si esa lista era de verdad exhaustiva, ya no habría modo de encontrar nuevas dicotomías para aplicar: ¿cómo proseguiría entonces mi juego crítico? Aquella lista era exhaustiva sólo hacia atrás, expliqué. Y de ningún modo definitiva. Contemplaba todos los términos dicotómicos que se habían empleado en la crítica 58
PROSOFAGIA - NÚMERO 17 - MARZO 2013
La preparación de una conferencia
Guillermo Martínez
Guillermo Martínez
nació en 1962, en Bahía Blanca, A rgent ina.
En 1982 obtuvo el Primer Premio del Certamen Nacional de Cuentos Roberto Arlt (categoría juvenil) con el libro La jungla sin bestias. Su cuento Infierno Grande (del libro homónimo, 1989, Premio del Fondo Nacional de las Artes) ha sido publicado en The New Yorker (2009), distinción que solo obtuvo otro único escritor argentino, Borges. Interesado en la filosofía, doctor en Ciencias Matemáticas y escritor, es autor no solo de cuentos y novelas de ficción sino también de ensayos.
SOBRE LA LITERATURA
hasta ahora. Era algo así como un resumen brutal, pero no desleal, de la historia de la crítica. Lo que mi tesis proponía, justamente, era desarrollar, frente a los casos «contradictorios», nuevos conceptos dicotómicos, nuevos refinamientos, que pudieran prolongar esa lista cuanto fuera necesario. La tarea crítica debía ser también siempre actual, y no menos infinita que la escritura de obras. En el viaje de regreso me entretuve pensando un poco más en la pregunta de ese chico. ¿No sería una magnífica contrainte, digna del propio Calvino y sus compañeros de Oulipo, concebir una novela que pudiera atravesar indemne, sin ser apresada del todo en el centenar doble de brazos, la lista íntegra que yo había expuesto? Una novela que fuera a la vez objetiva y lírica, intimista y social, privada y política, realista y simbólica, clásica y rupturista, irónica y dramática, conceptual y terrena. Que fuera exploración del lenguaje y reinterpretación del mundo, asimilación de una tradición y vuelta de tuerca original, representación de una época y mundo ficcional autónomo. Una novela al mismo tiempo intensa y leve, sutil y contundente, exuberante y despo jada, lineal y laberíntica, transparente y cifrada... ¿Qué clase de monstruo informe resultaría de un experimento así?
Novelas y ensayos publicados: Acerca de Roderer (novela, 1992, Ed. Planeta); La mujer del maestro (novela, 1998, Ed. Planeta); Borges y la matemática (ensayos, 2003, Ed. Seix Barral); Crímenes imperceptibles (novela, 2003, Premio Planeta Argentina y Premio Mandarache, España); La fórmula de la inmortalidad (ensayos, 2005, Ed. Seix Barral); La muerte lenta de Luciana B. (novela, 2007, Ed. Planeta); Gödel (para todos) (ensayos, 2009, Ed. Seix Barral), coautor: Gustavo Piñeiro; Yo también tuve una novia bisexual (novela, 2011, Ed. Planeta). Pág i n a web: http://guillermomartinezweb.blogspot.com/
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S’Hort del Rei, Palma de Mallorca (Islas Baleares), España. Foto de Sergio José Martínez Valls
Artículo publicado en Prosofagia n.º 16, septiembre 2012. Correspondiente a la serie «Leyendo a Barthes: Análisis del relato», números 14, 15 y 16
La comunicación narrativa En los dos artículos anteriores vimos cómo Roland Barthes analiza el relato a partir de varios niveles: el más básico es el de las funciones ―los hechos en sí―, el segundo es el de las acciones ―los personajes que actúan― y el tercero el de la narración. Subimos al tercer nivel. Barthes nos sitúa el relato como objeto en un acto de comunicación: es lo que se intercambia entre el dador y el destinatario. El «mensaje» en el esquema tradicional de la comunicación. «No puede haber relato sin narrador y sin oyente (lector).» Nuestro profesor constata que hay abundante teoría sobre el emisor y en cambio muy poca sobre el receptor.
Emisor
ñ
Mensaje
ñ
Receptor
Código Canal Contexto
Pero lo que aquí nos interesa es «describir el código a través del cual se otorga significado al narrador y al lector a lo largo del relato mismo». Y este código se descubre a través de signos de lectura: «Cada vez que el narrador, dejando de representar, narra hechos que conoce perfectamente pero que el lector ignora, se produce […] un signo de lectura».
Elisabet Pero… ¿quién es el narrador? Buena pregunta. Barthes repasa tres concepciones que se han dado en la literatura occidental acerca del narrador: —— Es el mismo autor: el individuo que escribe se identifica con el narrador. —— Es un yo externo a la historia e impersonal, esa especie de Dios omnisciente, que es a la vez exterior e interior a sus personajes, «el punto de vista de una farsa superior» que preconiza Flaubert. —— Es un narrador objetivo que «debe limitar su relato a lo que pueden observar o saber los personajes», posición defendida por Henry James y Sartre, entre otros. Barthes nos deja muy clara su posición: «Desde nuestro punto de vista, narrador y personajes son esencialmente seres de papel; el autor material de un relato no puede confundirse para nada con el narrador de ese relato». Esto parece obvio: el narrador es un elemento del relato, como lo son las funciones y los personajes. Pero no lo es tanto cuando descendemos al mundo «real». Sin ir más lejos, nuestros lectores pueden buscar el N.º 15 de Prosofagia y releer la entrevista a Hernán Casciari. Fíjense en la pregunta sobre qué diferencia hay entre él, como autor, y la voz que narra sus historias, y en su respuesta. No será el único autor cuya personalidad late detrás de cada una de sus líneas. Recuerdo que, en su primer día de clase, mi profesor de literatura rusa comenzó con una frase lapidaria: «Todo escritor, en el fondo, escribe sobre sí mismo». No puedo dejar de contrastar estas posturas con otro comentario de Juan Eslava Galán (ver entrevista en Prosofagia, n.º 13): «El lector no te ve a ti. Cuando cierra la novela, le queda un buen sabor de boca; solo entonces se da cuenta de que está bien escrita. La sombra del hortelano molesta en la huerta». ¿Debe o no debe verse la sombra del hortelano? Este es un viejísimo debate en literatura. Vamos adelante con él.
SOBRE LA LITERATURA
Leyendo a Barthes: Análisis del relato III
Dos formas de narrar Dice Barthes: «[…] la narración conoce dos sistemas de signos: personal y apersonal». El apersonal es el modo tradicional del relato, el modo del mostrar. El modo personal, que se lee desde una primera persona, sería el modo del contar. En la práctica, sin embargo, se dan mezclas de ambos modos. «La mezcla de sistemas se siente como un recurso facilitador. Este recurso, exagerado, puede llegar a utilizarse como NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 61
Leyendo a Barthes: Análisis del relato III celada: una novela policial de Agatha Christie (Las cinco y veinticinco) solo mantiene el enigma porque engaña sobre la persona de la narración.» Por eso, sigue Barthes, «es comprensible que en el otro polo de la literatura se haga del rigor del sistema elegido una condición necesaria de la obra». Pero, ¡atención!, no hay reglas estrictas: «Este rigor […] no es forzosamente un imperativo estético». En la novela psicológica se da de forma especial esta mezcla de sistemas. Véanse las novelas de Virginia Woolf: lo fotográfico, lo pictórico, lo casi visto con lupa, se alterna con lo más subjetivo, íntimo y personal. Lo que le interesa a Barthes es la persona formal, no la persona psicológica. Es decir, el narrador como función del relato.
De la literatura descriptiva a la literatura transitiva Cito de Barthes: «[El autor] se propone hacer pasar el relato del orden de la pura constatación al orden preformativo, según el cual el sentido de una palabra es el acto mismo que la profiere: hoy, escribir no es contar, es decir que se cuenta y remitir todo el referente a este acto de locución; es por esto que una parte de la literatura contemporánea ya no es descriptiva sino transitiva y se esfuerza por realizar en la palabra un presente tan puro que todo el discurso se identifica con el acto que lo crea, siendo así todo el logos reducido —o entendido— a una lexis». En otras palabras, Barthes expresa que hoy una parte de la literatura tiene su valor, no en lo que cuenta, sino en el acto de contar en sí mismo. Es decir, la palabra por la palabra, la forma por la forma, el arte por el arte. No hay tiempo, no hay historia, hay acto narrativo, y eso es el objeto de la narración. La propia narración como objeto de sí misma. Una meta-literatura.
La situación del relato Volvemos a tomar el hilo narrativo. El nivel de la narración está formado por esos «signos de narratividad». Hagamos un poco de repaso histórico. En las literaturas orales, estos signos pueden ser ciertos códigos de recitación: metros, rimas, protocolos de presentación… El transmisor del código y su habilidad cobran una importancia clave por encima del autor: se trata de llegar al público. En las literaturas escritas ya los clásicos fijaron las «formas del discurso», así como diferentes clasificaciones y modos de narración —aunque solo sea por curiosidad, es interesante repasarlas en Platón, Diomedes, Horacio y otros―. Dice Barthes: «La función [de la escritura] no es transmitir el relato, sino exponerlo». Atención a esto. Y, ¿cuál es el siguiente paso? Cito: «La forma última del relato trasciende sus contenidos y sus formas propiamente narrativas (funciones y acciones). Esto explica que el código narracional sea el último nivel que pueda alcanzar nuestro análisis sin correr el riesgo de salirse del objeto relato…». Sí, hemos llegado al último nivel. Repasemos: —— Tenemos un primer nivel: las funciones, que remiten a los hechos del relato. —— Un segundo nivel lo forman las acciones, que remiten a los personajes. —— Un tercer nivel lo forma la narración, que remite al mundo. Sí, «más allá del nivel relacional comienza el mundo, es decir, otros sistemas (sociales, económicos, ideológicos) cuyos términos ya no son sólo los relatos, sino elementos de otra sustancia…». «El análisis del relato se detiene en el discurso: inmediatamente después hay que pasar a otra semiótica.» 62
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Leyendo a Barthes: Análisis del relato III
La codificación del relato Lo que señala a continuación es curioso e interesante: «En nuestros días, solo la literatura de vanguardia piensa aún en protocolos de lectura, espectaculares en Mallarmé, quien quería que el libro fuera recitado en público según una combinatoria precisa…». ¡Como un director de orquesta dictando cómo tocar a sus intérpretes! Continúa: «[…] frecuentemente, nuestra sociedad escamotea lo más cuidadosamente posible la codificación de la situación de relato […]. La aversión a exhibir sus códigos caracteriza a la sociedad burguesa y a la cultura de masas que ha producido: una y otra necesitan signos que no tengan apariencia de tales […]. Por rutinario que sea hoy el hecho de abrir una novela, un diario o encender la televisión, nada puede impedir que este actor modesto instale en nosotros de golpe e íntegramente el código narrativo que vamos a necesitar. El nivel narracional tiene así un papel ambiguo: siendo contiguo a la situación del relato, se abre al mundo, en el que el relato se deshace (se consume); pero, al mismo tiempo, al coronar los niveles anteriores, cierra el relato y lo constituye definitivamente como palabra de una lengua que prevé incluso su propio metalenguaje». O sea, que en la narrativa de masas sucede como con el software informático o con las cámaras de fotos: todo se automatiza, se facilita y se pre-digiere para el lector. Se le introducen los códigos por defecto y el lector solo tiene que consumir el relato. Pierde aquella parte de lector activo que debía culminar la narración con su esfuerzo o su creatividad. Leer una obra codificada de esta manera y una que no lo está puede compararse a la diferencia entre hacer fotografías en modo manual o hacerlas en modo automático. Una pregunta me viene a la mente de inmediato. Esta aversión a «exhibir los códigos», este camuflaje… ¿no actúa también como una manera de formar o uniformar los gustos del mercado lector? Y la siguiente pregunta se impone. Cuando la literatura se concibe como producto de consumo masivo, ¿puede ser la codificación camuflada una forma de arte? ¿Qué entendemos por arte y por calidad artística? Son muchas preguntas en el tintero… Ahí quedan, para que el paciente lector las vaya rumiando.
SOBRE LA LITERATURA
Así es. No podemos entender un nivel sin saber que está inserto en otro superior, y este en otro… Entendiendo su imbricación, podemos comprender de arriba abajo todos los niveles y su porqué. Ese mundo en el que se mueve el relato viene a ser el contexto del acto comunicativo. Vuelvo a los símiles tomados de la arquitectura. De la misma manera que un sencillo bloque de piedra adquiere sentido en una pared, en una bóveda o en un techo, y este a su vez adquiere sentido en la totalidad de un edificio —por ejemplo, un templo—, la persona que entra en él comprende el sentido de la catedral si conoce la historia que motivó su construcción, los valores y las creencias de las gentes de esa época. Así, conociendo el mundo circundante, la dovela, la gárgola o el capitel adquieren significación en el contexto que les dio razón de ser. Léase: bloque = función. Pared u otro elemento arquitectónico = acción. Catedral = relato. Tal ciudad en la Edad Media = mundo. De ahí la importancia de esa ascensión de niveles. Veamos qué dice Barthes: «Todo relato es tributario de una situación del relato». ¡Cómo no!
N. B.: Todas las citas pertenecen al ensayo de Barthes: Análisis del relato, en su edición del Centro Editor de América Latina, 1977.
Elisabet Licenciada en Filología Inglesa. Escritora de ensayo y ficción. NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 63
a i g o s o f a P r
Oporto (Por tugal)
Luis Jaime
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José
Habitualmente publico en revistas y documentación de mi trabajo, y en Prosofagia desde 2010. Hasta 2009 utilicé cámara analógica. Mis técnicas digitales son el autozoom, disparo en ráfagas, efectos de color, escenas especiales... Mis temas preferidos son la naturaleza, paisajes/ciudades emble máticas y las personas. ¿Cuándo fotografío? En mi tiempo libre, sobre todo en mis viajes: edificios, hombres, animales, paisaje..., fundamen talmente paisaje. Aprovecho el día o la exposición nocturna, me fas cinan las diferentes luces, siempre naturales. Me gusta también dibujar (lápiz) y pintar (acrílico y acuarela), cuando dispongo de tiempo me relaja mucho. Actualmente estoy pintando en acrílico un paisaje de un pueblo a orillas del Mediterráneo: Altea. 64
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Mi afición por la fotografía surge a los 10 años, cuando en la Primera Comunión me regalan mi primera cámara fotográfica. Y aunque para mí es solo un hobby, mi sueño imposible es el de ser fotógrafo para el National Geographic.
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Nacido en Madrid (España). Estudios: Ingeniero Técnico de Telecomunicaciones. Aficiones: fotografía, viajes, cine, pintura, deporte, espectáculos. Lema: Llenar la vida de momentos inolvidables.
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Cortés
V i s t a s a l r í o Ta j o , L i s b o a ( Po r t u g a l)
Fotografía publicada en cabecera de sección en Prosofagia n.º 16 - septiembre 2012
Entrevistas y Artículos
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Ju a n E s l ava G a l á n Nació en Arjona, Jaén, en 1948. Es licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Granada y doctor en Letras con una tesis sobre historia medieval. Pasó un tiempo en el Reino Unido ampliando estudios y fue profesor asistente de la Universidad de Ashton, Birmingham. Durante treinta años se ha dedicado a la enseñanza, compaginando sus clases en el instituto con la escritura de novelas y ensayos de temas históricos. Estos últimos le han hecho un escritor muy popular, pues se caracterizan por su amenidad y por el interés de los temas que toca, desde el erotismo en la antigüedad hasta diversos enigmas medievales. Sus últimos ensayos exploran e ilustran con viveza la historia reciente de España. Ha ganado los premios Planeta (1987) con su novela En busca del unicornio; Ateneo de Sevilla (1991) con El comedido hidalgo; el Fernando Lara (1998) con Señorita y el Premio de la Crítica Andaluza (1998) con La mula. Para saber más del escritor, su vida y su obra: www.juaneslavagalan.com
ENTREVISTA
Juan E sl ava Galán
por Elisabet
Define su vocación como una amalgama de lector, novelista e historiador. Nacido en Jaén en los duros años de la Posguerra y el miedo, profesor de lengua y literatura inglesa durante tres décadas, el Premio Planeta, asegura, le abrió las puertas para poder dedicarse por completo a su pasión: escribir. Una pasión que en él se convierte en artesanía que practica a diario, con disciplinado tesón, y que se traduce en decenas de novelas y ensayos que deleitan a muchos lectores y que exploran las profundidades del ser humano, sus anhelos y sus inquietudes. Juan Eslava nos regala una prosa ágil y rica, no exenta de gracia andaluza y del preciosismo, en su justa medida, de un orfebre de las letras que busca en ellas la transparencia y la fluidez del agua.
E nt re v i s t a publ ic a d a en P r os ofa g i a n .º 13 - s e pt iembre 2 011 NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 67
Juan Eslava Galán ―Juan, ¿cómo nació tu afición a la literatura? ¿Qué primeras lecturas te marcaron? ―Mis primeras lecturas son muy simples. En mis tiempos, cuando iba a la escuela, en muchas casas no había libros. En la mía solamente había dos: el libro de familia y un recetario antiguo que todavía conservo, de un cocinero gallego. En la escuela del pueblo leíamos el Quijote, y como solo había un ejemplar, cada tarde, como un rito, todos nos poníamos en fila junto a la pared y cada uno leía un párrafo. Ese fue mi inicio. Yo lo debo todo a Cervantes, como dicen a veces las folclóricas cuando hablan de sus ídolos. Empezó por ahí la afición. Después, con doce años, descubrí a Julio Verne y a un autor hoy olvidado, Rafael Sabatini, de novelas de aventuras y espadachines, que publicaba la editorial Molino. Me inicié leyendo este tipo de cosas. ―Novelista, historiador… ¿Quién fue primero? ―No estoy muy seguro. Tengo un conflicto íntimo, porque cuando estoy haciendo una novela me gustaría estar escribiendo un ensayo, y cuando escribo un ensayo me gustaría estar haciendo una novela. Al final he llegado a un cierto acuerdo conmigo mismo, y escribo ensayos novelados. En ese género me siento cómodo. Mientras a los lectores les guste, adelante. ―También está la novela histórica… ―Sí. La última, que ahora estoy corrigiendo, es histórica pura. Pero, a pesar de esto, tiene un apéndice donde se habla de la verdadera historia de la novela. No me desprendo del prurito de historiador. Aparte de que esta última obra es del momento en que hice mi tesis doctoral sobre el siglo xiii, y tenía que hablar de este período. ―¿Por qué crees que la novela histórica está tan de moda y gusta tanto? ―Creo que ha sido un descubrimiento reciente. Antes, no había una gran afición a la novela histórica en España. Esto partió de la fama que alcanzó El nombre de la rosa, en los años ochenta. ¿Por qué? Primero, porque entonces los españoles ya tienen más acceso a la cultura. Para leer novela histórica necesitas tener un mínimo de bagaje cultural para poder entender su contexto. En segundo lugar, porque a lo mejor la novela histórica nos evade más. Antes se había impuesto la moda de la novela realista, que era un poco sórdida. Todavía leemos novelas excelsas como Tiempo de silencio, pero esos ambientes sórdidos nos están rodeando todavía hoy y quizás perseguimos un refugio, una huida de la realidad que no nos gusta. Y un tercer dato. A lo mejor buscamos, en ciertas novelas históricas, no las de acción, sino las reflexivas, como Memorias de Adriano, modelos temporales antiguos que iluminen un poco nuestro presente. Adriano vive en un momento de crisis de civilizaciones, y esto es muy actual. ―¿Crees que es posible para un historiador ser objetivo o, al menos, lo suficientemente ecuánime como para no tomar partido por ciertos personajes o filosofías? ¿Es realmente deseable esta objetividad? ―Todos los historiadores creen que son objetivos; realmente, ninguno lo es. Todos creen que lo que hacen es una ciencia. Yo creo que la historia es un arte que usa procedimientos científicos. Pero realmente no es una ciencia. De hecho, nadie escribe una obra definitiva en historia, sino que cada generación reescribe y muchas veces el discípulo le da la puñalada al maestro. Ciertos fantasmones actuales debieran tenerlo en cuenta: sus discípulos les pagarán con la misma moneda con que ellos pagaron a sus maestros. 68
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Juan Eslava Galán
―Tu primera obra publicada, ¿fue la primera que escribiste? ―La primera obra publicada fue un ensayo, La leyenda del lagarto de la Malena y los mitos del dragón. Partí de un dato local, una leyenda de Jaén muy parecida a la de San Jorge, sobre un preso a quien liberan para que mate al monstruo, que es un lagarto… Y me propuse escribir un ensayo de tipo histórico, mítico y antropológico. Eso fue lo primero que publiqué, a los treinta años. Ya tenía novelas escritas. Soy un autor precoz, empecé a los trece años, calculo. Pero no empiezo a publicar hasta los treinta. ―Vamos a tus ensayos. Te apasionan los misterios históricos, los mitos, las religiones. Son temas que nos fascinan a muchos lectores. ¿Cómo nació en tu caso la inquietud por estos asuntos? ―Creo que es por lo mismo que le interesan tanto a la gente. En cierto modo nos hemos apeado de la creencia universal, el catolicismo, que fue opresiva e hizo mucho daño a mi generación. Personalmente soy agnóstico, pero me ha gustado siempre buscar la verdad, he indagado y me interesan mucho las creencias de la gente, religiosas, folclóricas. Y uno escribe de lo que lee y observa. Tengo una actitud ante el mundo muy observadora, me gusta aprender. Y he descubierto que el mejor modo de aprender es escribir ensayos: te obliga a leer muchísimo.
ENTREVISTA
―¿Quiénes son tus maestros, en historia? ―Tengo muchos. Un referente clásico es Georges Duby, que hace una historia legible, cosa que envidian muchos historiadores españoles, que escriben unos tochos pensando en los colegas, no en la gente común. Otros: Huizinga, todo un clásico. A mí me interesa, cómo no, Graves, porque en sus novelas tiene mucho en cuenta las fuentes y las maneja bien. Entre los modernos, citaría también a José Luis Corral, que es un gran historiador y un gran novelista.
―El amor y el erotismo son otros dos temas que afloran en tus obras y ensayos. ¿Qué has aprendido tras escribir sobre el amor en la antigua Grecia, en Roma, en España… y sobre cómo mantener el amor en pareja, hoy (tu ensayo Homo erectus)? ―Eso es la salsa de la vida, claro. Una persona de sesenta y tres años tiene una experiencia erótica, en el sentido más noble de la palabra. A lo largo de una vida dilatada, un alma tiene cierta introspección, se observa y ha aprendido muchas cosas de sí. Y he leído bastante. Me ha interesado la poesía erótica y he escrito libros sobre estos temas, pero me gusta añadirles cierto gracejo, porque el asunto se presta a ello. En lugar de ver la poesía de Catulo, por ejemplo, como algo apergaminado, lo vistes, lo pones en un contexto actual, y lo que dice tiene un valor universal. Al fin y al cabo, en la vida del hombre no hay más que dos preocupaciones esenciales, el amor y la muerte. Cuando ya tenemos qué comer, solo nos preocupa ser felices en el amor y lo que ocurrirá cuando envejezcamos, cuando llegue la muerte… Todo esto lo proyecto en mis ensayos. ―Y la poesía, ¿de qué manera influye en tu prosa? ―Tengo publicado un único libro de poesía, que me lo arrancó un amigo en un momento en que había bebido de más (Ríe). Solo escribo sonetos, y lo hago como una actividad privada, vergonzante. He publicado algunos en un par de revistas y ese cuadernillo que me publicaron hace años. Aunque no escriba poesía, leo mucha. Escribí, en mi juventud. NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 69
Juan Eslava Galán ―Todos los jóvenes hemos escrito poesía… ―Lógico. Hay un cursus honorum en todo escritor. Uno empieza enamorándose, cuando es joven, y escribiendo poesía. Después pasa al relato corto, al cuento. Un día, un relato corto te sale largo y ya es una novela corta. Y de ahí pasas a la novela. Hay gente que no, que se queda en la poesía. ―Y hay gente que salta directamente a la prosa larga. ―Verás, yo creo que a estas personas les falta algo. El crecimiento tiene que empezar por la poesía, que es la que realmente nos hace valorar las palabras. En una poesía, te lo juegas todo. No tiene excipientes. La prosa, sí. Una novela es un maratón, puedes descansar. En una poesía no puedes tener un fallo, es precisa como los cien metros lisos. ¿De qué manera nos acercamos a la precisión del lenguaje? Por medio de la poesía, de su lectura y de su realización. ―Pero mucha gente podría decirte que ahora se lleva el verso libre… ¿Dónde está el límite entre el arte y lo que no lo es? ―Bueno, yo aprecio el verso libre. Pero con esto sucede como con la pintura abstracta. Muchas veces el arte abstracto es una manera de ocultar que no tienes ni remota idea. En el verso libre también ocurre esto. Escribes algo que en prosa no tiene gracia ninguna, lo partes en versos libres y queda bonito, al menos en la página. Luego lo lees y no te dice nada. Del mismo modo, para ser un buen pintor uno tiene que pasar por un cierto academicismo, y después llega un momento en que te puedes liberar, como lo hicieron Picasso y Dalí. Con el verso ocurre lo mismo. A veces, leyendo una rima, encuentras un adjetivo que puesto al lado del sustantivo te produce una iluminación. Te lo ha dado el idioma, y esto es importante. Uno no se puede saltar las etapas. Tenemos demasiada prisa. Cogemos un trozo de basura que hemos encontrado en la calle, lo pintamos de verde y eso es ya una escultura que se llama… Obsesión. ―¿En literatura pasa esto? ―Sí, por supuesto, hay libros malísimos que salen porque tienen apoyo mediático, o porque su tema es oportunista, más que oportuno. Sin embargo, a veces me critican cuando afirmo que no creo que haya que destruir El Código da Vinci. Ha iniciado en la lectura a millones de personas en el mundo que antes no leían nada, como no fueran las revistas del corazón. Algunos han seguido leyendo otras cosas. Tiene que haber de todo para todos. No desprecio nada. Obviamente, evalúo las cosas, pero tiene que haber de todo. ―Has traducido a T. S. Eliot. ¿Cómo ha sido tu experiencia como traductor de poesía inglesa? ―Muy buena. ―¿Sigue siendo un traidor, el traductor? ―Siempre. La poesía tiene un contenido y, si lo cambias de botella, lo estás modificando totalmente. Tienes que hacer una poesía nueva. Y hay muy malos traductores, hay que decirlo. A mí me enseñó mucho traducir a Eliot. Empecé porque un profesor muy inteligente que tuve en la universidad me tomó cierta afición como conversador y me dijo: en lugar de examinarte, te cambio el examen por una traducción de The Waste Land de T.S. Eliot. Que, por cierto, siempre traducen en español por La tierra baldía, cuando tenemos una palabra bellísima que es yermo. Yo la traduje por El Yermo y le encantó, me dio matrícula. Como ya estaba familiarizado con la otra poesía 70
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Juan Eslava Galán
―Y ahora hablemos de tu Premio Planeta, En busca del unicornio. ¿Cómo se logra escribir en castellano del siglo xv y a la vez cautivar al lector actual? ―Se trata de tomar el equilibrio exacto. Es como cuando cogemos una fotografía moderna y le damos un tono sepia para que parezca antigua. Es una falsificación, pero en realidad, todo lo que se escribe es una falsificación. Tomo el vocabulario antiguo pero sobre todo el sentimiento, eso es lo más importante. El protagonista tiene esa mentalidad que a algunos lectores les choca, y dicen que es una novela racista. No, es simplemente una novela del siglo xv. Un señor que está en la frontera en el siglo xv piensa así, y así lo transmito. ―Quizás un problema de algunos novelistas es el anacronismo, ¿no? Querer trasladar ideas o pensamientos actuales al pasado. ―Yo soy absolutamente enemigo de eso. A veces puedo hacer un guiño moderno, siempre que se vea bien ese guiño. Tengo una novela en la que salen elfos y otros seres imaginarios ―me pidieron que fuera fantástica―, y ahí me permití todas las libertades. Así, salía uno diciendo, a otro que lo apremiaba: «yo no soy una agencia de viajes». Es un anacronismo buscado. Pero cuando escribo novela histórica como Dios manda, me ciño a la historia, incluso en cosas que sé que el lector no va a percibir. Tengo una en la que aparecen yacimientos arqueológicos que casi nadie sabe que existen, no están documentados pero están ahí. Basta que yo lo sepa. Hago ese tipo de cosas.
ENTREVISTA
de Eliot, la traduje toda. Lo que ocurre es que no la he publicado porque todavía están vigentes los derechos de otras editoriales.
―¿Qué nos dices de tu último ensayo, De la alpargata al seiscientos? ―Es un ejemplo de ese tipo de ensayo novelístico que estoy haciendo ahora. Quiero abarcar todo el siglo xx. La primera entrega fue La Guerra Civil, que no va a gustar a nadie; después Los años del miedo, que fueron los años de la Posguerra; y este, que es de los años cincuenta. Me he saltado los sesenta, que son los más fáciles para mí, y ahora estoy escribiendo sobre la Transición. No me importa levantar ampollas, llega uno a una edad en que escribe lo que quiere y ya está. ―Cuando comienzas una novela, ¿tienes la historia entera en mente, o vas creando sobre la marcha? ―Verás, soy muy riguroso. Hago un guion. Luego, un censo de personajes. A cada personaje ―a los diez o doce principales― le invento una biografía, bien completa. En el momento en que le hago la biografía, ese personaje está vivo. Después, empiezo a escribirla siguiendo el guion. No escribo en orden. Como ya tengo el guion, dividido en capítulos, sé lo que tiene que ocurrir en cada uno. Un día me levanto y me apetece hacer el final de la novela; otro día vuelvo atrás… Primero pongo todo el material, sin mirar las costuras. En el segundo repaso, limo las incoherencias y lo hago encajar todo. Hasta entonces no me preocupo del estilo. Escribo lo que sale, como cuando le cuento una película a un amigo. Y por fin le doy un tercer repaso, cuando todo es coherente, escribiendo y reescribiendo con el estilo que quiero. ―Es un método muy estricto. ¿Lo has empleado siempre? ―Siempre. No me enseñó nadie, lo he ido desarrollando desde las primeras novelas. No dejo nunca nada al azar. Eso sí, cuando estoy metido de lleno en la novela, a veces veo que, de pronto, un personaje que tenía una importancia secundaria está creciendo. Eso es muy buena señal. Y lo dejo crecer. NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 71
Juan Eslava Galán ―¿Eso es buena señal? ―Sí, sí. Cuando dominas completamente tu material, es mala señal. Te está saliendo cartón piedra. Cuando el material empieza a dominarte a ti, hay que dar rienda suelta a los personajes. Todos tenemos cierto conocimiento de nosotros mismos, hasta una cierta profundidad. Pero cuando sale ese personaje, que brota del subconsciente, eso es lo m ejor, porque lo que está saliendo es vida, pero vida como cuando sale la lava de un volcán. ―¿Piensas en tus lectores mientras estás escribiendo? ―Sí y no. Cuando acabo una novela o un ensayo se lo doy a leer por lo menos a unas diez personas, de distintos niveles culturales, de mi entorno, y a algunos lectores que se han puesto en contacto conmigo. Siempre les digo lo mismo: no quiero que me digas que el libro es estupendo. Quiero que me señales en qué se podría mejorar, o qué fallos le ves, en qué página te aburre, o dónde le ves un bache. Desde luego, como coincidan dos, por muy convencido que esté, cambio. Y el libro siempre mejora. Puedes cambiarlo todo, y la historia permanece igual. No hay textos definitivos e intocables. Siempre hay que escuchar y aprender. La parte crítica es la que te enseña. ―Premio Planeta, Premio Ateneo de Sevilla, Premio Fernando Lara y Premio de la Crítica Andaluza…, ¿qué han supuesto estos galardones en tu carrera como escritor? ―Estoy agradecidísimo con todos los premios. Pero el Premio Planeta para mí fue absolutamente básico. Habrá muchos autores en España tan buenos o mejores que yo que no tienen posibilidad de publicar como lo he hecho simplemente porque gané el Planeta. Eso sí, a partir de entonces, he tenido que mantenerme sin aburrir, intentando mejorar siempre. Siempre digo que no hay autor que le tenga tanto que agradecer al Premio Planeta. Te abre todas las puertas. Pero las puertas, del mismo modo que se abren, se cierran. Si aburres a la gente, las puertas se cierran. Tienes que tener muy claro que escribes para ti, muy bien, pero también escribes para la gente. Si quieres que te lean no puedes aburrir. Un premio te pone en un podio. De pronto, te haces visible ante mucha gente que no te conocía. Entre muchos autores, algunos tan buenos o mejores que tú, tu cabeza destaca. Pues mantenla así de alta y no la bajes, ese es el desafío. ―¿Has escrito libros por encargo? ―Sí, algunos. De hecho, en mis primeros años, todo fueron encargos. Obviamente, en novela el encargo es escribir una novela, y no te dicen sobre qué. Pero los ensayos los he escrito por encargo, o te dan tres títulos posibles a elegir. Con el tiempo, he adquirido cierta conciencia de lo que el público pide y quiere, no pierdo del todo el punto de vista comercial, y ya no me tienen que indicar sobre qué escribir. ―¿Cuál es tu primer deseo, una vez la obra que has escrito ha sido publicada? ―Cuando acabo una novela me desprendo de ella como la serpiente de la piel. Para hacer esa novela he llenado una estantería o dos de libros, papeles de periódico, fotografías…, toda la documentación. Todo eso lo quito de en medio y pongo, el mismo día, lo que me va a servir para la obra siguiente. Tiene que ser el mismo día. Y el mismo día, también, en el ordenador, abro una carpeta con el título provisional del siguiente libro y los veinte o treinta archivos que son los capítulos que va a tener. ―O sea que no paras, escribes cada día. ―Cada día. Únicamente dejo de escribir dos o tres veces al año, cuando hago un viaje, como mucho de una semana, al extranjero o por España, y siempre a sitios que, 72
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―No puedes saturar al lector de información… ―Claro. La excesiva documentación, cuando lees cosas que ya te suenan a enciclopedia, estropea la novela.
ENTREVISTA
en realidad, me servirán para lo que voy a escribir. Es una trampa que me hago a mí mismo, o a mi mujer, aunque ella ya me conoce. Lo que no hago, que muchos escritores sí lo hacen, es documentarme con sitios, porque es una pérdida de tiempo. Por ejemplo, piensan: voy a escribir una novela que ocurre en Florencia. Voy a ir a Florencia para documentarme. No. Primero escribo la novela, obviamente con un mapa de Florencia y cierta documentación. Y cuando la tengo escrita me voy a Florencia, compruebo y corrijo. El exceso de documentación te entorpece y hasta puede matarte la novela como el exceso de abono mata a la planta. Escribir un libro es emprender un viaje. Si llevas cincuenta kilos en la mochila, no vas cómodo, vas lastrado. Hay que ir ligero de equipaje. Cuando ya tienes hecho el esfuerzo, entonces metes el equipaje necesario y no pierdes el tiempo documentándote con cosas que no te van a servir. El peligro de muchos escritores reside en que para escribir cualquier novela, sobre todo una novela histórica, levantan un andamiaje innecesario. Si antes de ponerte a escribir vas a la hemeroteca nacional y pasas cinco días investigando el escándalo del estraperlo en la época de la República y rellenas cien fichas, cuando te poner a escribir intentarás embutirlas en la novela. Para mí, la cosa no funciona así. Primero, escribe la novela. Y después documenta sus minucias para que sea creíble. Se ahorra mucho tiempo y esfuerzo.
―¿Qué consejos le darías a un escritor novel que desea ardientemente publicar? ―Que lea mucho, y que corrija. La parte más importante de un escritor es leer. Y el joven va tan apresurado que no lo tiene en cuenta. Depende de la época en que esté. Un escritor de tu edad debe leer un setenta por ciento, y escribir un treinta. Y lo que escribe, corregirlo mucho. Cuando llegas a mi edad, ¿sabes lo que nos pasa? Que ya no leemos nada. ―No puede ser. ¡No me lo creo! ―Verás, estoy metido en dos o tres jurados y leo las novelas del premio. Pero lo que hacemos los de mi edad es releer. Yo releo continuamente a Cervantes. Y crónicas medievales, eso me gusta mucho. Una de las últimas obras que he leído ha sido el Tirant lo Blanc. O Cunqueiro, o Ramón J. Sender, Borges…, algunas cosas de Galdós. Y no releo el libro entero, sino la parte que me apetece. Hay autores que me gustan, como Vargas Llosa, y cuando sacan algo nuevo lo leo entero. Pero eso es algo que nos pasa a todos los escritores. Algunos, no leen nada. Es una cuestión de la edad. Escriben, pero no leen. ―¿Cómo ves el panorama narrativo actual en el mundo hispano? ―Del mismo modo que nunca ha habido tantos lectores como ahora, a pesar de que siempre nos quejamos, y con razón, de que se lee poco, tampoco ha habido nunca tantos escritores como ahora. Y hay muchos buenos. Obviamente, el aspecto comercial quizá tiene más importancia que nunca. Y arrastra al público a leer best sellers que a lo mejor no tienen una calidad literaria descollante. A lo mejor estos libros no están educando el gusto literario del público, pero en cualquier caso el gran público también tiene derecho a que no le eduquen el gusto, si no quiere. ―Leer, de hecho, es una actividad de ocio. ―Claro. Hay que verlo también como una actividad de ocio, no solo de cultura. NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 73
Juan Eslava Galán ―La frontera entre cultura y ocio se diluye… ―Hay que procurar que la cultura invada el ocio, ese es nuestro negocio y nuestro reto. Lo ideal es hacer algo que sea ocio y a la vez cultura. Eso que dicen algunos, quiero ser un escritor de minorías… Fracasado es lo que eres, solo tienes doscientos lectores porque aburres a las ovejas. Pero claro, te sientes superior a los que venden más que tú. ―¿Y cómo crees que va a evolucionar la literatura teniendo en cuenta el auge progresivo de las nuevas tecnologías y los formatos de lectura digital? ―Esto ya nos está influyendo. El ordenador nos hace escribir más fluido. Además, no tienes que corregir continuamente, es más fácil que cuando lo haces a máquina. Soy muy partidario de las nuevas tecnologías. No me voy a apuntar a ciertas cosas, pero sé que tendré un lector digital, porque si tengo la opción de viajar con cincuenta libros metidos en una tablilla que no pesa, con la letra que quiero, no voy a renunciar a eso. Es un avance para la humanidad. A mí me sigue gustando mucho leer libros y subrayarlos, pero sé que la humanidad tiene que evolucionar, y del mismo modo que dejamos los manuscritos y el pergamino, también acabaremos adoptando este nuevo formato. ―Y esto, ¿puede modificar el estilo, la forma de hacer literatura? ―Sí. Pero de hecho, el estilo lo estamos modificando desde hace mucho tiempo. Hemingway, y ciertos autores a lo largo del siglo xx, han modificado el estilo, y ya no podemos escribir una obra como Dostoievski. No podemos describir una tormenta de nieve en cinco páginas, como hacía Tolstoi, porque todo el mundo ha visto tormentas de nieve en la tele, mejores que las de la realidad. Decía Borges: «No tengo memoria de los crepúsculos que he visto, sino de los que he leído». La literatura a veces nos influye más que la vida. Si el cine, que es un gran revulsivo para la literatura, nos indica cómo es una tormenta de nieve, pues hemos de escribir que hay una tormenta de nieve, y ya está. ―¿Desaparecerán los libros impresos? ―No, creo que no. Van a coexistir con los e-books, pero el placer de un libro impreso, de pasar las páginas… Es un gozo. Uno de los paseos que me gusta hacer cada fin de semana es ir al mercado de San Antonio. Y todos los domingos vuelvo con una bolsa llena de libros viejos. Encuentras cosas estupendas. ―Sigues leyendo, entonces. ―Sí, pero es raro que vuelva con una novela. Siempre son ensayos. Cuando era joven estuve unos años en Inglaterra y me perdí un momento en que España cambió muchísimo: la muerte de Franco, la llegada de la democracia… Ahora estoy recuperando todo esto a través de los libros que se publicaron en esa época. ―Escribir con sabor a agua… ¿qué es? ―El agua no sabe. Si vas buscando tener un estilo, lo estropeas siempre. Un estilo es un exceso. Tiene que venir sin buscarlo, absolutamente espontáneo, por el uso. Pero no busques tener un estilo. Simplemente, escribe como hablas. Y procura hablar lo mejor posible. Llegará un momento en que los lectores notarán tu estilo. Pero la escritura ha de ser como el agua. Cuidado con los adjetivos, cuidado exquisito con los adverbios, sobre todo los que acaban en -mente. Hay que podar mucho. Por eso hay que aprender de los grandes maestros. Comprueba cuántos adverbios acabados en -mente utiliza García Márquez. Tendrás que buscar mucho, siempre hay otra manera de decir las cosas. Y, en general, las palabras demasiado largas, en castellano, dan un estilo verboso. De eso 74
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―O sea, que al ego del escritor hay que mantenerlo a raya. ―Sí. Lo puedes sacar dos o tres veces al año, cuando vienen a decirte que eres cojonudo… Pero cuando te encierras con tu mismidad, tienes que pensar: soy un aprendiz y jamás seré un maestro. Puedo ser un escritor lo mejor posible. Tengo que competir conmigo para mejorar lo que yo hago. Pero no con otros. Si intentas competir con Borges, nunca lo vas a conseguir, porque Borges es Borges. Y Faulkner es Faulkner. Tienen su mundo, y tú el tuyo. Tienes que competir contigo, acrecentar aquello en lo que eres mejor. Y entonces consigues algo. No hay que imitar, ni ver por dónde soplan el viento o las modas… Tienes que ser tú mismo, natural. Cuando vas a firmar libros y no firmas ninguno…, afortunadamente ya no me ocurre, pero al principio me pasaba bastante. Eso te da una lección, te coloca en tu lugar. Si te han dado un premio, no pienses que eres nadie. Has salido dos o tres veces en los periódicos, porque tenían que cubrir un espacio cultural y tal. Pero no eres nadie y tienes que buscarte la vida, como siempre. ―Un último mensaje para los lectores de Prosofagia. ―Al lector que quiere ser escritor, le recomiendo lo que he comentado antes: que lea mucho. Esto es una profesión en la que no llegas a ser maestro nunca. Señalamos algunos maestros, pero no llegamos nunca a serlo. Esa es la belleza, la meta es el camino. Cuando llega la muerte, te retira con un grado de aprendizaje mayor o menor. Pero mientras tanto, escribir te ahonda la vida. Y leer te la ensancha. Como alargarla no podemos, más vale que pensemos en ahondarla y en ensancharla.
ENTREVISTA
hay que huir. La metáfora del agua nos sirve muy bien: voy a escribir claro y fluido. El lector no te ve a ti. Cuando cierra la novela, le queda un buen sabor de boca; solo entonces se da cuenta de que está bien escrita. La sombra del hortelano molesta en la huerta.
Elisabet Licenciada en Filología Inglesa. Escritora de ensayo y ficción.
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L au r a G a l le g o (Valencia, 1977) es una autora española de literatura juvenil, especializada en temática fantástica. Estudió Filología Hispánica en la Universidad de Valencia y en 1999 ganó el premio El Barco de Vapor con Finis Mundi, una novela ambientada en la Edad Media. Tres años después volvió a obtener el mismo galardón con La leyenda del Rey Errante. Actualmente su obra publicada comprende más de veinte novelas juveniles y algunos cuentos infantiles, y ha sido traducida a dieciséis idiomas. Sus obras más populares entre los jóvenes lectores son Crónicas de la Torre, Dos velas para el diablo, Alas de fuego y, especialmente, la trilogía Memorias de Idhún. Ha obtenido el Premio Cervantes Chico por su trayectoria como autora de literatura juvenil, y recientemente el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por su novela Donde los árboles cantan. http://www.lauragallego.com
por Elisabet ―Comencemos por tus raíces. A menudo has contado que ya de niña soñabas ser escritora. ¿Cómo nació en ti esta vocación por las letras? —Me gustaba mucho leer e imaginar que vivía algunas de las historias de mis libros favoritos. De ahí pasé a inventar mis propias historias y a escribirlas para que no se me olvidasen. Y con once años empecé a escribir un libro a medias con mi mejor amiga. Me gustó tanto la experiencia que a los trece ya tenía claro que quería ser escritora.
ENTREVISTA
Laura G a l l eg o ―¿Recuerdas cuándo escribiste tu primera historia? —Escribí mi primer cuento a los diez años. Empecé mi primera novela al año siguiente, y la terminé cuando cumplí los catorce (exactamente ese día). ―¿Cuáles fueron tus primeras lecturas, las que marcaron tu infancia? —Recuerdo con especial cariño algunos títulos de la colección El Barco de Vapor, libros de Enid Blyton, clásicos juveniles... Todo lo que caía en mis manos. Pero el libro que más me marcó fue La historia interminable. Lo leí con ocho años y me fascinó, y a día de hoy lo he releído no menos de veinte veces y sigue siendo mi libro favorito. ―¿Qué te impactó de esta obra? ¿Por qué es un referente para ti? —La primera vez que lo leí me fascinó su desbordante fantasía, las aventuras, los personajes... Pero reconozco que me quedé atascada a mitad y estuve a punto de abandonarlo. Mi personaje favorito era Atreyu, y llegó un momento en el que parecía que había dejado de ser el protagonista, con lo cual perdí interés en el relato; pero me obligué a seguir adelante, y no me arrepentí, aunque la primera parte de la novela seguía gustándome más que la segunda, que estaba protagonizada por Bastian. Con cada relectura, sin embargo, descubría un aspecto nuevo. En mi adolescencia me gustaba la idea
E nt re v i s t a publ ic a d a en P r os ofa g i a n .º 14 - d ic iembre 2 011 NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 77
Laura Gallego de la relación entre el mundo real y el mundo imaginario de Fantasía, cómo ambos eran una sola cosa y de qué forma se podía viajar de un lado a otro. Y pasé a preferir, por tanto, la segunda parte de la novela, el viaje de Bastian explorando Fantasía y sus posteriores intentos por regresar a casa. Más tarde descubrí también en la novela una magnífica metáfora de la creación literaria, en concreto en el capítulo que trata sobre el Viejo de la Montaña Errante... y que, por cierto, fue el punto en el que estuve a punto de abandonar la lectura a los ocho años. Y ahora es uno de mis pasajes favoritos. Eso me demuestra que La historia interminable es una obra de múltiples capas y matices, y también un clásico que se puede disfrutar a cualquier edad. ―Pese a tu juventud, eres una de las autoras más publicadas y más leídas en lengua española. ¿Qué sientes cuando miras atrás y ves tantos libros publicados en tu haber, y tantísimos lectores que te siguen? —¡Que he trabajado mucho! Pero, sobre todo, me siento contenta de ver que el espíritu con el que empecé no ha cambiado, que sigo con ese afán de inventar historias que tenía cuando empecé hace más de veinte años. Y es muy bonito que se me hayan unido tantas personas por el camino. ―¿Cómo te comunicas con tus lectores? ¿Qué impresiones te llegan de ellos, y qué buscas transmitirles? —Sobre todo, a través de mi obra. Ese es el contacto fundamental y el que nunca debe perderse de vista. Todo lo demás, por mucho valor que un lector pueda otorgar a mi presencia física o a una firma mía, es secundario. Una vez aclarado esto, hay muchas maneras por las cuales un escritor puede contactar con sus lectores más allá de su obra. Los autores de literatura juvenil solemos hacerlo mucho a través de libro-fórums en colegios e institutos, y así fue como empecé yo. He dado cientos de charlas en centros de toda España, y las primeras impresiones de lectores las obtuve en estos encuentros. Ellos fueron quienes me dieron la idea de hacer una página web, por ejemplo, o de facilitar una dirección postal para quien quisiera escribirme. Hoy, por motivos familiares, ya no viajo tanto como antes, y apenas doy charlas en institutos, pero la web y el foro siguen ahí, y también la dirección postal. Y sigo contestando a todas las cartas y participando en el foro. También asisto de vez en cuando a eventos en distintos lugares: ferias del libro, presentaciones, festivales literarios... Los lectores jóvenes son muy sinceros, y también muy entusiastas. Si un libro les gusta mucho, te lo hacen saber, y te transmiten su pasión por la lectura de forma muy intensa. De la misma forma, si un libro no les ha gustado lo dejan bien claro. Y son muy tajantes al respecto. Son críticos muy exigentes. Valoran mucho el hecho de que un libro les haga sentir cosas, que les transmita emociones. Y, de la misma manera, intentan devolver al autor, con sus muestras de entusiasmo y de cariño, esas emociones que les ha despertado la lectura de su obra. Yo, por mi parte, en los encuentros que mantengo con ellos intento transmitir tres cosas fundamentales: amor por los libros, la importancia del trabajo y el esfuerzo en la profesión de escritor y el hecho de que yo no soy un ser extraordinario, sino una persona normal y corriente, cuyo trabajo es escribir libros, y que trata de hacerlo lo mejor que sabe. 78
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―¿Por qué crees que tus obras tienen tantos lectores entusiastas? —No lo sé. Creo que esa pregunta habría que hacérsela a ellos, igual que me habéis preguntado a mí por qué me gusta La historia interminable. ―¿Tienes presentes a tus lectores cuando escribes? ¿Han influido sus reacciones en tu manera de escribir, o has modificado argumentos o secuencias de tus obras según la respuesta recibida? —Cada lector es diferente, así que no puedo presuponer que les gustará más esto o lo de más allá. Yo escribo lo que me gusta a mí, sigo mi propio criterio y trato de hacerlo lo mejor que sé, y de esa manera siento que respeto a mis lectores. Si hiciera caso de sus sugerencias, en primer lugar le perdería la pista a lo fundamental a la hora de escribir, que es reflejar lo que el autor lleva dentro; y, en segundo lugar, ni siquiera sabría por dónde empezar, porque lo que a uno puede gustarle, otro puede considerarlo absurdo o aburrido. Los lectores no son todos iguales ni piensan de la misma forma. Y no se puede contentar a todo el mundo. Pero sí tomo nota de lo que yo considero errores que se me pasaron por alto. Normalmente, cuando escribo un libro mis lectores no intervienen en el proceso porque no saben lo que estoy escribiendo y, para cuando leen la novela, ya está publicada y no se puede modificar. La influencia se da más a menudo en las sagas. Según la respuesta recibida tras la publicación de cada volumen, a veces he descubierto algún detalle de la trama que no tenía sentido, un personaje que quedaba desdibujado o algún aspecto que no tenía la fuerza que yo habría esperado. Eso sí son errores que los lectores detectan y que puedo tratar de corregir en las entregas siguientes. Lo que nunca hago es llevar la historia por donde los lectores creen que debería, si tengo planeado algo diferente a lo que ellos quieren o esperan. Sobre todo debo responder ante mí misma. Y eso, creo yo, supone un mayor respeto por los lectores que escribir de acuerdo con lo que suponemos que son sus preferencias, porque escribir pensando en lo que quieren los lectores implica tratarlos como una masa de consumidores de pensamiento único, y no como personas individuales, inteligentes y con criterio propio.
ENTREVISTA
―Háblanos de tu primer libro publicado. ¿Cuál fue? —Se titula Finis Mundi. Es una novela histórica con elementos fantásticos. Se desarrolla en la Europa medieval, y tiene por protagonistas a un monje y un juglar que tratan de evitar la llegada del fin del mundo profetizada para el año 1000. Lo escribí a los veinte años más o menos; era la decimocuarta novela que escribía y la envié al concurso El Barco de Vapor sin ninguna esperanza de ganar. Pero resultó que se llevó el primer premio y salió publicada en la colección unos meses después. Es un libro que ha funcionado muy bien como lectura en colegios e institutos y que actualmente todavía sigue leyéndose mucho.
―Cuando se dice que los jóvenes no leen, ¿qué piensas? —Que debo de vivir en un universo paralelo o algo parecido; si los jóvenes no leyesen, de entrada, yo no podría dedicarme a esto. Es cierto que no todos los jóvenes leen; pero tampoco lo hacen todos los adultos, y nadie se rasga las vestiduras por ello. Repitiendo constantemente que los jóvenes no leen lo único que conseguimos es que aquellos que sí lo hacen se sientan como bichos raros. Yo estoy cansada de que se insista tanto en los adolescentes que no leen. Preferiría que empezásemos a prestar atención a los jóvenes lectores, porque existen, y merecen que se los tenga en cuenta en lugar de ningunearlos. NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 79
Laura Gallego ―¿Crees que hay una distinción clara entre literatura juvenil y de adulto? ¿Dónde está la línea de frontera? —Yo creo que es una cuestión de preferencias. Suelo decir que soy una autora de literatura juvenil no porque escriba para jóvenes, sino porque los jóvenes me leen, porque conecto con ellos de forma especial. A un lector joven le interesan, en general, cosas diferentes de las que le pueden interesar a un adulto, porque están en momentos vitales distintos. Para mí, la literatura juvenil no es tanto la que se escribe para jóvenes como la que ellos prefieren, los libros que eligen como propios, los que despiertan más interés entre lectores jóvenes que entre adultos. Y ellos tienen el mismo derecho a leer que los lectores de más edad. No es menos lector, o menos persona, alguien de 15 años que alguien de 40. ―Te he oído explicar que tus obras no son fruto del azar, sino que las planificas cuidadosamente. ¿Cómo se da en ti el proceso de gestar y plasmar por escrito una novela? —Lo primero que hago es hacer un esquema de capítulos, personajes, tramas y subtramas..., y tomar nota de todo lo que sea relevante para la historia. Esto lo hago después de meses, o incluso años, de reflexionar y darle vueltas a la historia en mi cabeza. De modo que solo me siento a hacer el esquema cuando pienso que ya está madura y que yo estoy preparada para escribirla. Sobre ese esquema compruebo si hay partes de la trama que no se sostienen, si hay personajes que no tengo claros o aspectos que debería desarrollar más. Y sigo trabajando el esquema hasta que lo tengo todo claro. Es entonces cuando empiezo a escribir y, la verdad, voy bastante rápido, precisamente porque ya lo tengo todo muy pensado. Aun así necesito concentración, encerrarme en mi despacho para trabajar durante sesiones de varias horas seguidas. Sé que hay otros escritores que son capaces de escribir a ratitos en cualquier parte, incluso en un aeropuerto o en una cafetería, pero yo no puedo; tengo que centrarme en lo que hago para poder visualizar en mi mente las escenas que quiero escribir, como si fueran una película. De modo que el proceso de escritura de un libro es para mí algo muy intenso, que no puedo compaginar con otras actividades. Cuando termino la novela la reviso varias veces, y ahí sí que intento desvincularme de la historia para ser objetiva, una correctora, más que una creadora. Esa parte es la más pesada y aburrida, y también la más fría. Pero es necesaria. ―¿Has cultivado otros géneros, poesía, relato corto, teatro? —Alguna vez, sobre todo el relato corto. Pero me siento más cómoda escribiendo novela. ―Sé que la pregunta es muy típica, pero cada autor tiene sus motivaciones. En tu caso, ¿por qué cultivas la literatura fantástica? —Porque me gusta, como lectora, y también porque, como escritora, me da una libertad creativa que no encuentro en otros géneros. La fantasía es el universo de los mundos posibles. 80
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Laura Gallego
―Personajes, trama, entorno imaginario: ¿qué tiene más peso en tus novelas? —Normalmente, la trama; después, los personajes y, por último, el entorno. Pero en algunas de mis novelas los personajes tienen más peso que la trama. El entorno me gusta cuidarlo, pero no olvido que no deja de ser el marco en el que se desarrolla la historia; no me gusta que las descripciones interminables entorpezcan la narración, ni tampoco que, en mi celo por desarrollar un mundo imaginario con detalle, me olvide de que estoy escribiendo una novela, no una guía turística.
ENTREVISTA
―¿Te has planteado alguna vez tocar otros géneros? —Ya lo he hecho. Tengo publicada una serie titulada Sara y las goleadoras que trata de unas chicas que forman un equipo de fútbol. No son novelas fantásticas, sino realistas. ―¿Se puede hablar de un leitmotiv o un tema o temas recurrentes en tus novelas? —Hay varios temas recurrentes que trabajo desde diferentes puntos de vista, como, por ejemplo, las relaciones entre seres diferentes, la percepción del tiempo, el destino, el conflicto entre naturaleza y tecnología, personajes duales (con dos personalidades o naturalezas diferentes), etc. A medida que pasan los años trato estos motivos desde distintos ángulos, o dejo de interesarme por algunos de ellos, o incorporo a mi obra temáticas nuevas. Todo esto es más fácil cuando escribes literatura fantástica, porque es un género en el que casi todo es posible.
Estambul. Foto de Cesare Croci NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 81
Laura Gallego ―Algunas de tus novelas han sido trasladadas al cómic. ¿Cómo ha sido esta experiencia? ¿Qué ha supuesto para ti, como autora, ver puestas en imágenes tus historias y a tus personajes? —La verdad es que está siendo una experiencia muy bonita, porque estoy trabajando de forma muy estrecha con el guionista y con el estudio que ilustra los cómics. Me gusta mucho su estilo y cómo están planteando los personajes, los escenarios, las criaturas... Además, superviso cada página en diferentes fases: boceto, tinta, color... A menudo tenemos que recortar algunos diálogos, ir a lo esencial, y al mismo tiempo incluir mucha información visual en el guión. También me obliga a replantearme muchas cosas que en el libro no estaban. Por ejemplo, la ropa que llevan los distintos personajes. En los libros no se describe con detalle, pero los dibujantes necesitan tener una referencia. En conjunto estoy muy contenta con el resultado. El cómic de Memorias de Idhún está quedando espectacular. Creo que hemos acertado plenamente con el tono y el estilo del dibujo, y es muy fiel a los libros originales. ―Y en cuanto a la literatura en Internet, ¿qué te parecen los foros, blogs y otros espacios como lugares para compartir lecturas? ¿Crees que, además de promocionar las propias obras, son lugares donde se puede aprender mucho sobre literatura? —Rotundamente sí. La lectura siempre ha sido un placer solitario, pero Internet hace posible que los lectores se encuentren y hablen de sus libros y autores favoritos. Se crean debates apasionantes, se le da voz a un lector que tradicionalmente siempre había sido un receptor pasivo. Esto es muy importante sobre todo cuando hablamos de lectores jóvenes que necesitan compartir experiencias. Cuando empecé con el foro y la web, la idea era que los lectores se comunicaran con el autor, pero me estoy dando cuenta de que es aún más importante que los lectores se comuniquen entre ellos. Cada vez estoy más convencida de que, una vez publicada la obra, el autor debe callar y dar la voz a los lectores. Por eso ya no valoro tanto Internet como un medio de comunicación entre el autor y los lectores, sino más bien como un enorme foro de debate donde se cede la palabra a los lectores, porque el autor ya ha dicho en su obra todo lo que tenía que decir. ―En cuanto al panorama literario extranjero, ¿qué acogida has tenido? ¿Crees que es difícil para los autores españoles abrirse camino en otros países? —Sí, es muy difícil, porque el peso del mercado anglosajón es muy grande y deja poco espacio al resto. Yo he tenido la suerte de que mi obra ha generado bastante interés en otros países, pero en un mercado editorial tan lleno de novedades es difícil abrirse paso. Mis libros funcionan mejor en países donde las editoriales que los publican han seguido una política de autor, publicando títulos míos de forma regular. Es así en Alemania, donde dtv me publica desde hace diez años, o en Francia, donde la editorial Baam ha apostado por mí y ha incluido muchas de mis obras en su catálogo. Es algo parecido a lo que ha pasado en España, donde me he abierto camino libro a libro, y no con un único título de éxito. Pero en otros países mi obra pasa más desapercibida entre toda la oferta literaria que hay. ―¿Qué te gusta leer ahora? ¿Hay algún autor o autores que te agraden especialmente? —Leo mucha literatura juvenil, fantástica y de ciencia-ficción, pero estoy abierta a todo. Y hay muchos autores que me interesan. Dado que leo muchísimo, los autores a los que sigo van variando con los años. 82
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Laura Gallego
―Como autora, ¿te has planteado ensayar algo experimental, como escribir para dispositivos portátiles, o pensando en la literatura digital? —La verdad es que no, aunque sé que otros compañeros sí lo están haciendo. Pero yo me he formado como lectora con libros en papel, y por el momento es así como imagino mis historias. Pero quién sabe... quizá dentro de unos años tenga alguna idea o trama que resulte perfecta para un dispositivo digital. De momento no me parece que los añadidos y ventajas de la literatura pensada específicamente para estos dispositivos mejoren esencialmente la obra. Quiero decir que son novelas que, en su mayoría, funcionarían igualmente bien en papel. De momento solo hay casos muy contados de historias que no se entenderían fuera de un formato digital. Quizá con el tiempo haya un cambio de mentalidad y pase al contrario con las nuevas historias que se inventen; quizá ya no sean aptas para el papel y no puedan concebirse sin la tecnología digital.
ENTREVISTA
―¿Cómo ves el futuro de los libros? ¿Crees que los formatos digitales favorecerán la lectura y una mayor difusión de las obras literarias? ¿Qué crees que pasará con los libros en papel? —Ah, esa es la gran pregunta que todo el mundo se hace. Yo creo que todo nuevo formato debería ser bien recibido. Solo es otra forma de leer; lo importante es que las historias sigan ahí para que podamos disfrutarlas. En cuanto al libro tradicional, yo creo que en principio convivirá con los formatos digitales, al menos durante un par de generaciones más, porque aún hay mucha gente que prefiere leer en papel. Lo que pase más adelante ya no lo sé. Los tiempos cambian, y las preferencias de la gente, también. Lo que no cambia es el gusto por las buenas historias.
―¿Qué aconsejarías a los escritores noveles que buscan la manera de publicar sus obras? —Que no se obsesionen tanto con publicar y que se dediquen sobre todo a escribir. La primera novela que publiqué era en realidad la decimocuarta que escribía. Por supuesto que soñaba con publicar y ser escritora profesional, pero, si le hubiera dado tanta importancia, me habría rendido mucho antes de conseguirlo, porque me rechazaron nada menos que trece novelas. Escribir requiere un periodo más o menos largo de práctica y aprendizaje, no es una cuestión de talento, sino de vocación. Así que, si te gusta escribir, simplemente escribe. Si no dejas de escribir pase lo que pase, tarde o temprano escribirás algo lo bastante bueno como para ser publicado. Pero requiere tiempo, paciencia y esfuerzo.
Muchas gracias, Laura, por tu tiempo y tu amabilidad. Que sigas escribiendo y deleitando a tantos lectores, o más, que ahora.
Elisabet Licenciada en Filología Inglesa. Escritora de ensayo y ficción. NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 83
TIPOGRAFÍA José M a r t í n e z
de
Sousa
Nació el 25 de octubre de 1933 en San Miguel de Tabagón, parroquia de El Rosal, Pontevedra, España. Con diez años de edad se trasladó con su madre a Sevilla, donde a los pocos meses murió ella; él fue internado en un colegio regido por las hermanas de la caridad. En 1948 pasó a otro colegio dirigido por los salesianos. En octubre de 1949 comenzó sus estudios de tipografía y el oficio de cajista en un taller escuela de artes gráficas, donde realizó su primer trabajo tipográfico. Martínez de Sousa es un autodidacta, tal como él mismo se define: «Todos mis conocimientos profesionales son absolutamente autodidácticos. Aprendí por mi cuenta (y riesgo) lo que necesité cuando me hizo falta». Está considerado como una de las máximas autoridades en tipografía, ortotipografía y bibliología. Ha escrito 24 libros sobre tipografía, ortografía, lenguaje y bibliología. También es notable la cantidad de conferencias, cursos y cursillos impartidos, así como las críticas, prólogos y artículos escritos a lo largo de su dilatada vida profesional. Ha sido: Presidente de honor del Comité Español de la Asociación Internacional de Bibliología (con sede en París) (1991-1997). Presidente de la Asociación Española de Bibliología (a eb) (1997-2000), con sede en Salamanca. Presidente de la Asociación Internacional de Bibliología (a ib) (1998-2000), con sede en París. Es Presidente de honor de la Asociación Española de Bibliología (a eb) desde el año 2000. El 23 de abril de 2007, en un acto solemne, le fueron entregadas la medalla, la placa y la insignia del Ateneo de Madrid .
Más información en su web: http://www.martinezdesousa.net/
ENTREVISTA
Pepe M a rt í n e z de Sousa por Boris Rudeiko
Háblenos de usted —En 1949, con 16 años, realizó su primer trabajo tipográfico en un taller escuela de artes gráficas. ¿Qué recuerdos conserva de aquellos años y cómo influyeron en su vida? —Fue una época crucial, como suele suceder. Me encontraba interno en un colegio salesiano. Todo estaba por definir, y en ese momento empecé a valorar cuanto me rodeaba. Me di cuenta entonces de que pertenecía a una sociedad y de que esa sociedad me iba a exigir, no tardando mucho, que fuera capaz de integrarme en ella totalmente. —Se declara autodidacta. Cuéntenos cómo aprendió. —Después de los años de estudio de tipografía, cuatro en total (repartidos entre Sevilla y Madrid), me trasladé a Barcelona, donde entré en Editorial Bruguera como corrector tipográfico. La época era difícil y encontrar un trabajo fijo suponía toda una hazaña (no exactamente como hoy, pero muy cerca). Ocho años después me trasladé a La Vanguardia (diario de Barcelona), donde trabajé los dos años siguientes, tras los cuales pasé a Editorial Labor. En esta editorial, en mi opinión la mejor que ha tenido España, aprendí y apliqué los elementos de la edición. Aprendí todo lo que me quisieron enseñar y enseñé todo lo que de mí quisieron aprender.
E nt re v i s t a publ ic a d a en P r os ofa g i a n .º 16 - s e pt iembre 2 012 NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 85
Pepe Martínez de Sousa —Recibió la medalla del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid. ¿Qué significó este galardón para usted? —Fue un momento de mi vida especialmente emotivo, porque pienso que no me lo merecía, lo cual agiganta su valor. Suponía, además, una especie de espaldarazo por una obra realizada a lo largo de muchos años. También valoro la presencia en aquel acto de muchos amigos que siempre han creído en mí. —Es bibliólogo, lexicógrafo, escritor, conferenciante, pero, en especial, ortotipógrafo. ¿Alguna de estas actividades le ha resultado más gratificante en el plano profesional, intelectual o humano? —Todas esas técnicas son para mí muy importantes y en todas he querido especializarme en medida suficiente como para poder realizar, apoyándome en ellas, las obras que he escrito, las conferencias, cursos y cursillos que he dado, los talleres que he dirigido, etcétera. La ortotipografía es tal vez la más moderna (curiosamente), no porque lo sea en sí, sino porque los medios modernos han ampliado increíblemente la capacidad individual para llevar a cabo la realización de un impreso por complejo que sea (con algunas limitaciones técnicas si no se cuenta con los conocimientos y los medios necesarios). Hacer un libro es hoy posible para cualquiera. Hacerlo bien es otra cosa. Aquí es donde entran en acción la bibliología y la ortotipografía, indispensables, hoy como siempre, para realizar una obra bien hecha. —¿Qué clase de literatura le gusta leer y cuáles son sus autores favoritos? —Si tuviera tiempo para dedicarme a ella, la historia. —Se dice que usted ha rechazado varias veces entrar en la Academia de la Lengua. ¿Por qué? —Hay que empezar diciendo que la Academia a mí nunca me ha propuesto para ocupar un sillón en la institución. Otra cosa bien distinta es que la Academia, por persona interpuesta, me ofreciera por tres veces la posibilidad de integrarme en ella a título de académico correspondiente en Cataluña. Como es sabido, este último nombramiento conlleva obligaciones, pero apenas reconocimientos (por no decir ninguno). La gente cree que esa designación es equivalente a la de académico numerario, y no es cierto. De aquí que al saber que lo he rechazado se pregunten unos y otros qué es lo que quiero. En el año 2004, con motivo de una visita a la Academia relacionada con el Diccionario panhispánico de dudas, Gregorio Salvador y Víctor García de la Concha, a la sazón secretario y director, respectivamente, me mostraron su extrañeza por mi rechazo al nombramiento. Les respondí que yo no rechazaba el nombramiento de académico numerario, justificado por mi producción y mi trayectoria, pero sí rechazaba el de correspondiente porque creía que no se ajustaba a los méritos contraídos por mí a lo largo de los años. La Academia no tardó en darme cumplida respuesta. Con motivo de una entrevista que me hacía la revista La Clave de la Opinión Pública (mayojunio 2006, pp. 82-84), Gregorio Salvador se refirió a sí mismo como «nosotros, los lingüistas de verdad», en maligna referencia a mi condición de autodidacta (condición de la que yo nunca he renegado). Como consecuencia de todo ello tenemos la situación actual: la Academia me considera persona non grata. Lo que no sabe la Academia es que, en justa correspondencia, yo la considero una institución que no merece ningún respeto por mi parte (y que se salve quien pueda).
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Pepe Martínez de Sousa
—Ha publicado una extensa obra sobre tipografía, ortografía, lexicografía, bibliología... En 1974 publicó sus dos primeros libros: Diccionario de tipografía y del libro y Dudas y errores de lenguaje. ¿Puede hablarnos de ellos? ¿Qué significaron para usted? —Son dos obras que nacen por mis propias necesidades en relación con su contenido. Mientras trabajaba en Bruguera echaba de menos obras que nos ayudaran a los correctores a resolver nuestros problemas. Esas obras, sencillamente, no existían. La idea fue madurando, y al ingresar en La Vanguardia decidí dar forma a los materiales, primero los del Diccionario de tipografía y del libro y después los de Dudas y errores de lenguaje. Los dos se vendieron muy bien, pero el diccionario vino a ocupar un vacío que realmente existía en la bibliografía del español. Aún hoy día algún editor ha sugerido la idea de reeditarlo una vez más, pero es preferible que quede para siempre como lo que es: un clásico. —En 1987 la Fundación Germán Sánchez Ruipérez publicó su Diccionario de ortografía técnica, que comprende la ortografía tipográfica u ortotipografía. ¿A qué tipo de profesionales va dirigida esta obra y por qué? —Se trata de un paso adelante en la descripción de la materia que empezó con el Diccionario de tipografía y del libro. Va destinado a los autores, escritores, traductores y toda persona que necesite preparar un original para la imprenta.
ENTREVISTA
Háblenos de sus libros
—¿En general, a qué tipo de lectores van dirigidas sus obras? —Está casi respondida en la respuesta anterior. Sin embargo, cada obra tiene un lector específico y el conjunto trata de enriquecer a un grupo amplio, a veces no definible de una vez, de personas que tienen necesidades concretas. Algunas de esas obras han muerto por falta de actualidad y aquellos de sus contenidos que aún son válidos se han incorporado a otros libros actualizados. A veces, como en el caso del Diccionario de lexicografía práctica, van claramente destinados a un lector concreto. Otros, como el Manual de estilo de la lengua española, a un destinatario más amplio. —¿Quién corrige sus libros? —Naturalmente, yo. No solo como autor, a lo que tengo derecho contractual, sino como corrector tipográfico y de estilo. Pero no soy el mejor corrector de mis libros. Esa función debe encomendarse a un corrector tipográfico, una persona que sea capaz de olvidarse de quién es el autor y corregir en consecuencia, con plena libertad. NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 87
Pepe Martínez de Sousa
Háblenos de la ortografía, la ortotipografía y las normativas —En su libro Reforma de la ortografía española, publicado en 1991, propone una reforma del código ortográfico. De acuerdo a la actual ortografía, ¿considera que sus propuestas han tenido eco? —No, ninguno. En su actual ortografía la Academia no se ha propuesto realizar una reforma de la ortografía española, sino introducir algo de lógica en el conjunto de normas por que se rige el código ortográfico. Otra cosa es que lo haya conseguido. Yo creo que no. Es más: su afán, no cumplido, de que esta edición tratase en extenso de ortotipografía ha perjudicado la obra, puesto que ha introducido una serie de comenta rios y normas en los que se da por supuesto que el lector conoce otros aspectos de tales normas, y no es cierto. —En ocasiones puede haber normas de ortografía que entren en conflicto (al menos en apariencia, que resulten incompletas o algo insuficientes en la ole) con las normas tradicionales de ortotipografía, por ejemplo, en el uso de los signos dobles con los signos de puntuación o de las comillas en concurso con las cursivas. A su juicio, ¿existe una norma o técnica que debe prevalecer siempre, o la norma depende del ámbito de escritura? —No, no existe esa norma unificadora en el encuentro de signos de diverso uso. Hay tendencias, como puede ser la anglosajona y la latina, y cada una trata de que se acepte su propio uso. Por ejemplo, el punto dentro o fuera de las comillas de cierre en las citas, la situación de la llamada de nota cuando coincide con un signo, la grafía de los paréntesis y otros signos cuando coinciden con la cursiva, etcétera. En general, tradicionalmente se han estado aplicando normas de origen francés, pero en la actualidad se advierte una notable influencia del inglés. Influencia que no todos aceptamos. —¿Qué opinión le merece la «sublevación» de algunos académicos frente a ciertas normas de ortografía, como por ejemplo el señor Pérez-Reverte, que continúa escribiendo con tilde «sólo»? —Creo que ha sido bochornoso el enfrentamiento entre académicos, enfren tamiento del que hemos sido asombrados espectadores. De todas formas, al parecer están muy justificadas las comillas con que algunos medios han escrito la palabra sublevación. Se ha corrido la voz de que todo fue una puesta en escena (otros lo llaman montaje) para estimular la venta de la nueva Ortografía. Yo no estaba allí En cuanto a decisiones como la de Pérez-Reverte, es impropia de un académico (y si realmente no está de acuerdo con las decisiones académicas, que dimita). Yo también me he «sublevado» y sigo escribiendo guión, con tilde, pero no soy académico. Ciertamente, en mi opinión la postura maximalista de la Academia en relación con la tilde de voces como guión, pión, Sión, etcétera, es inaceptable. —La Real Academia Española en tres siglos ha publicado diez ediciones de la ortografía, siendo la actual del año 2010 y la anterior de 1999. ¿Cree que esta menor diferencia en tiempo de las últimas revisiones pueda marcar una tendencia para más prontas actualizaciones de la ortografía por las academias o, más bien, que se haya 88
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Pepe Martínez de Sousa
—El pasado 8 de mayo se presentó la Ortografía básica de la lengua española, que en palabras del académico responsable de la edición, don Salvador Gutiérrez Ordóñez: «Es una ortografía en la que nada sobra y nada falta». Sin embargo, es un libro de 250 páginas frente a las 800 de la Ortografía de la lengua española. Parece una diferencia muy grande, ¿realmente, cree que nada falta en la Ortografía básica, o quizá es que sobra algo en la Ortografía? —Me apunto a esta última sugerencia. Precisamente una forma de encarar la edición ideal de la Ortografía sería podar en ella todo lo que en ella sobra manifiestamente. Después, entre otras cosas, organizarla mejor y dotarla de una mejor tipografía. Por supuesto, añadirle un índice alfabético y una bibliografía que ponga claramente de manifiesto quiénes o cuáles son las fuentes de las que ha bebido.
ENTREVISTA
ejecutado la sustitución de la obra de 1999, tan escueta que resultara insuficiente? ¿Le parece que las 800 páginas de la Ortografía de 2010 podrían ser indicativas de una obra concebida para perdurar en el tiempo? —Desde luego, 162 páginas pueden considerarse pocas si pensamos que se trata de la Ortografía de una gran lengua, pero, por el contrario, 800 son muchísimas en este mismo caso, especialmente si tenemos en cuenta que es una obra muy densa. Tal como usted apunta, esas 800 páginas podrían ser indicativas de una voluntad de perduración, pero hay otros elementos que nos indican que no es así. Por ejemplo, las imperfecciones con que nace esta edición. Los defectos de esta obra nos indican que pronto debería tener otra edición, que superara los defectos y errores de esta. Sin embargo, es probable que la Academia no quiera afrontar el trabajo, del que salió escaldada en 1999 y ahora en el 2010.
Háblenos de la literatura y el mundo editorial —Hoy día se utilizan mucho las nuevas tecnologías de la información y muchas personas escriben en las redes sociales, en blogs, etcétera. ¿Cómo ve la salud de la ortografía en estos medios? —Mientras podamos acercarnos a ellos con el convencimiento previo de que la que allí vamos a encontrar no es la ortografía estándar, no veo yo mucho peligro, porque son medios distintos. En el momento en que rechacemos esas grafías o bien en el momento en que esas grafías se desborden de su medio actual y «contaminen» el entorno considerado «puro» advertiremos que algo falla. De todas maneras, tampoco hay peligro: la ortografía, como el resto del lenguaje, ha cambiado siempre a lo largo de los siglos. No hay más que mirar con espíritu crítico la ortografía de hace tres siglos y compararla con la actual. —Prosofagia va dirigida a un público lector principalmente interesado en escribir y publicar literatura de ficción, en una época caracterizada por profundos cambios en cuanto a cómo y dónde se escribe, y cómo y dónde se publica. ¿Cómo ve el mundo editorial en la actualidad? ¿Qué transformaciones se están produciendo, a su juicio, ante la apertura de campos no tradicionales, como la existencia de amplias posibilidades para que un autor autopublique sus obras, o la producción de libros electrónicos? NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 89
Pepe Martínez de Sousa —En mis años de trabajo en Editorial Bruguera llegué a leer profesionalmente miles de novelitas de amor, del oeste y policiacas. Ha pasado el tiempo y las cosas han cambiado. Para bien o para mal, pocas son como antes. Ya no es necesario agotar hasta la extenuación las viejas cintas de las también viejas máquinas de escribir. Hoy existen las tecnologías que nos permiten componer un texto (por ejemplo, una novela), compaginarlo, corregirlo y enviarlo a la sección de producción de la editorial. Pero hay un peligro: si el realizador de estas funciones no posee los conocimientos precisos para ello, mejor será que se abstenga. Las cosas se hacen hoy como entonces, solo que con mayor facilidad y más aprisa. Por ello, es aconsejable que el autor novel no intente realizar por sí mismo las tareas de confección de una obra si antes no ha aprendido cuanto se necesita saber. Puede ser fácil, pero hay que saber. —¿Piensa que un escritor debe conocer bien la ortografía y la ortotipografía? ¿Cuál sería la formación ideal de un escritor? —Depende del tipo de trabajo que lleve a cabo, pero, en general, debe saber bien, con garantías, todo lo relacionado con la ortografía usual o académica. La ortotipografía corresponde a los profesionales del impreso, sea cual fuere este, y son estos los que deben dictar las normas de composición y compaginación. Si el corrector de estilo tiene, además, buenos conocimientos de ortotipografía, miel sobre hojuelas. Podrá preparar el original para la imprenta, pues, como es sabido, un original complejo requiere que un experto señale los cambios diacríticos que hay que tener en cuenta en relación con el texto general. —Usted ha sido corrector editorial. ¿Qué tiene que saber un corrector? —Si es un corrector de concepto (poco habitual), debe conocer bien la materia (el concepto) de que trata la obra; si es corrector de estilo, la gramática y el léxico principalmente, y si es corrector tipográfico, todo lo que se refiere a la tipografía, la ortografía, la gramática, la ortotipografía, etcétera. En el etcétera van englobadas una serie de habilidades difícilmente clasificables, como la atención y la búsqueda del detalle. —¿De toda su obra, qué libros recomendaría a un escritor novel y de cuáles se siente más satisfecho? —Le recomendaría el Diccionario de uso de las mayúsculas y minúsculas, el Manual de estilo de la lengua española (mele4), el Diccionario de usos y dudas del español actual (dudea) y la Ortografía y ortotipografía del español actual; si le interesara mucho la terminología del medio, le recomendaría el Diccionario de bibliología y ciencias afines, todos ellos de la Editorial Trea, de Gijón. Si quisiera conocer el campo de la realización de un libro, le recomendaría el Manual de edición y autoedición, de la Editorial Pirámide, de Madrid. En cuanto al grado de satisfacción, me gustan todos por igual, más o menos, pero cada uno tiene su campo propio y también su historia. —Y para terminar, en Prosofagia apreciamos sus manuales y nos consideramos alumnos suyos en cuestiones de ortotipografía. ¿Qué piensa de nuestra revista? —Por la calidad de las personas que intervienen en ella con distintas funciones, creo nos hallamos ante una publicación que puede tener un futuro esperanzador. ¿La fe mueve montañas? Bueno, tampoco se necesita tanto.
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Pepe Martínez de Sousa
ENTREVISTA
Muchas gracias a Pepe Martínez de Sousa por someterse a nuestras preguntas y permitirnos conocer un poco más de su persona y de sus publicaciones, que consideramos impres cindibles en el mundo de la edición y la escritura. Las gracias las merecen ustedes por facilitarme la posibilidad de asomarme al m undo de los creadores literarios. Boris Rudeiko
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Muchacha leyendo. Alfred Stevens
Margarita Holzwarth Nació y vive en Argentina. Es Profesora en Letras y desde 1984 se desempeña como tal en Institutos de Formación Docente para los niveles inicial, primario, secundario y superior. Ha realizado dos posgrados: Especialista en Lectura y Escritura (Asociación Internacional de Lectura) y Especialista en Promoción en Lectura y Escritura (Universidad Nacional de Córdoba). Desde 2001 ha formado parte de Equipos Técnicos de la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires, tanto en educación inicial como primaria, y desarrollado una intensa actividad de capacitación docente. Actualmente coordina la capacitación provincial de docentes, directivos y supervisores de Educación Primaria, en el área de Prácticas de Lenguaje. Asimismo, es coautora del Diseño Curricular para la Educación Superior en las carreras de Profesorado para Educación Inicial y Profesorado para la Educación Primaria.
Desde 2006 hasta la fecha ha sido conferencista o coordinadora de paneles en congresos tanto en el país como en el exterior, y jurado de concursos en distintos Programas referidos a literatura y educación. Es coautora de: La lectura en el nivel inicial (dgcye); Orientaciones Didácticas para el nivel inicial, Partes 1: La lengua en el nivel inicial, 2: La lectura en el jardín de infantes, 3: La escritura en el jardín de infantes, 4: Hablar y escuchar en el jardín de infantes (dgcye); Los docentes como mediadores de lectura (dgcye). Es autora de artículos relacionados con lectura, escritura y comunicación oral para distintas publicaciones, así como de documentos de trabajo en capacitación presencial, a distancia y virtual.
Margarita Holzwarth
ARTÍCULO
vivir
Leer es muchas vidas II Artículo publicado en Prosofagia n.0 13 - septiembre 2011. Correspondiente a la serie de dos «Leer es vivir muchas vidas», publicada íntegramente en el mismo número.
La selección de textos Decía que hay ciertos hábitos muy instalados en la formación escolar, algunos promovidos incluso por la industria editorial, que se basan en que los estudiantes lean un número elevado de libros. Algunos docentes, incluso, invierten muchas horas en la elaboración de cuestionarios, cuyo objetivo es comprobar que los estudiantes hayan leído y en ocasiones se incluyen algunas trampas para cazar a aquellos que no leyeron. Cuando las prácticas escolares se centran en verificar que los estudiantes leen, se deja de lado otro objetivo: promover el gusto por la lectura. ¿Cuál es el valor de comprobar que los estudiantes lean lo que les exigimos leer, si esto promueve la pérdida de un potencial lector? No se trata de correr una carrera contra el tiempo en la cual se dé prioridad a la cantidad de textos que deben ser leídos. En efecto, junto al concepto de cantidad suele aparecer también el de obligatoriedad. Ciertamente, el acercamiento a la lectura nos enfrenta al conflicto entre lo obligatorio y lo electivo. No podemos desconocer que los docentes nos situamos en un lugar de difícil equilibrio: promover ineludiblemente la lectura y, al mismo tiempo, quitarle el carácter obligatorio. En el medio de esta difícil situación, muchas veces, pareciera que dejamos de lado un objetivo central: desarrollar en nuestros alumnos el comportamiento lector. En general, cuando prevalece el concepto de cantidad, este opera en detrimento de la calidad, y las lecturas obligadas construyen no lectores, pues representan un castigo. En las historias de los sujetos no lectores siempre aparecen lecturas de este tipo, que dejan una mala experiencia y que los alejan de la lectura. NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 93
Leer es vivir muchas vidas II En definitiva, para promover la lectura es necesario invitar a leer, contagiar el gusto por la lectura. Es preciso sacudir nuestras prácticas lectoras: las personales, para recuperar, en algunos casos, al lector que somos, fuimos o deberíamos ser y también las que profesio nalmente llevamos adelante. Es necesario pensar, entonces, alternativas que superen algunos estereotipos instalados en las aulas y que, si bien nos aseguran (¿nos aseguran?) la lectura de textos, no fortalecen ese tránsito hacia la formación de lectores. Esto requiere analizar qué damos para leer, teniendo en cuenta los objetivos profesionales e institucionales, pero también contemplando los diferentes intereses que los estudiantes manifiesten o logremos interpretar a través de diversas intervenciones. Para hacerlo debemos tener en cuenta que la selección de textos no tiene tanto que ver con utilizar criterios etarios —que uniforman a los alumnos en categorías rígidas— sino con una consideración atenta y oportuna del recorrido lector de los alumnos.
Los clásicos en el aula En los últimos tiempos es común ver a alumnos de escuela secundaria leer obras clásicas como Antígona, de Sófocles. Una obra compleja, profunda, ajena para quienes no tengan un camino lector transitado. Y he visto cómo esos jóvenes se sentían ante la inconmensurable barrera que significaba abordar la obra. Me he preguntado si era justo para ellos luchar con un modo de decir que no les era cercano y también me he planteado si era justo para Sófocles. Yo no hablo de no leer a Sófocles, hablo de que para llegar a Sófocles, por ejemplo, hay que tener en cuenta las lecturas que recorrieron los jóvenes desde sus inicios como lectores y, sobre todo, el modo de ingresar en la obra. Para abordar un clásico hay que considerar situaciones didácticas que tomen en cuenta los saberes previos de los alumnos, la lectura por parte del docente, los intercambios orales acerca de lo que sucede en la obra, la relectura de fragmentos especialmente seleccionados, el anclaje con situaciones producidas en otras obras clásicas o no clásicas, asociaciones con películas o hasta telenovelas o hechos reales difundidos a través de los medios masivos de comunicación. En síntesis, a través de la utilización de estas u otras propuestas (que no prescripciones), no dejar solo a un niño-joven o adulto con una obra de alta complejidad. Considerar además si conviene o no la lectura de la obra completa, o simplemente abrir el camino. Particularmente, prefiero leer un fragmento divertido o sublime del Quijote, que despierte el interés en los jóvenes, para que en una semana, un año o cinco o diez, cuando vean el libro rememoren un buen momento de su vida lectora, recuerden a su profesor leyendo, se digan: «acá hay algo bueno» y quieran volver a él, y no que por leerlo «a la fuerza», una vez cerrado el libro no deseen abrirlo nunca más. Como una vez escuché de un estudiante al salir de su último año de escuela secundaria: «Yo ya leí todo lo que tenía que leer ¡no leo más!». Pensemos nuevamente en el riesgo de que la escuela forme no lectores. También se puede disfrutar la lectura de otros textos que no sean literarios; por ejemplo, hay alumnos que se acercan a la lectura a través de diarios, libros, revistas o enciclopedias, que tratan distintos temas tales como los deportes, la aviación, los avances en la mecánica, los autos de carrera. Hay quienes optan por libros de autoayuda, tan difundidos por estos días. Pues bien, como mediadores hay que ser abiertos y reparar en lo que se lee para aportar algo más, para poner en el camino otras lecturas que capten la atención y lleven a otros destinos. La literatura es nuestra joya más preciada. Así como leemos para saber, para actualizarnos, para hacer, para escribir, leemos para disfrutar; pues entonces respetemos los derechos que como lectores tienen nuestros alumnos. Un lector tiene derecho a sentir la 94
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Leer es vivir muchas vidas II
ARTÍCULO
literatura sin verse obligado a «dar cuenta» de lo leído. Pero eso solo es posible en un clima en que permitimos a los alumnos vivirla como arte, sin cuestionarios «de comprensión», sin re-narraciones que repetirían lo que se leyó minutos antes, sin «ilustro». No es que no debamos promover intercambios para analizar una obra o algunas preguntas que apunten al para qué o al porqué de lo sucedido (preguntar sobre qué y cómo en general solo genera repetir lo leído), pero una lectura no puede reducirse a «leer para responder». Hay cuentos que dan para opinar, cuentos que generan otros cuentos, pero, sobre todo, hay cuentos que requieren del silencio que permita al lector disfrutar hacia adentro de su emoción. Si queremos saber qué comprendieron nuestros alumnos hagámoslo sobre textos de estudio, en todo caso, pero libremos a la literatura de ser una excusa para enseñar. Es el caso, por ejemplo, de que elija un cuento que se desarrolle en el campo y en la ciudad porque deba trabajarse las diferencias entre ambos lugares. Si hiciéramos eso rebajaríamos este arte a un mero instrumento que perdió de vista su propósito fundamental: generar placer. Leamos más nosotros como profesionales formadores de lectores, y seleccionemos los cuentos proponiéndoles a los alumnos que escuchen ese cuento elegido especialmente porque nos gusta mucho. Cuando se comparte lo que a uno le gusta… se nota.
La lectura como camino de inclusión En Argentina, también desarrollamos talleres de lectura en contextos de severas carencias, lugares donde flagelos como la droga cobran dimensión. La situación de d esamparo invade la atmósfera y se respira desazón. Allí es donde un mediador actúa para rescatar de esa nada envolvente a las personas privadas de la libertad, siembra el poder beLos libros amarillos. nefactor de la literatura que enriquece el Vincent van Gogh alma y propicia que la escritura sea una manera de decir y decirse. De dejar marca y ser. Recorremos escuelas donde los docentes, en algunos casos, bajaron los brazos y eso permite que la nada avance. Maestros que nos comentan al llegar «con estos chicos no se puede», «ni lo intenten, no pierdan el tiempo», y señalan a aquellos que han tenido ingresos en institutos de menores por haber delinquido. Sin embargo, comprobamos cada vez que el espacio de lectura puede ganar su lugar y crecer. Para eso es preciso contar con la pasión por compartir lecturas, abrir una valija de libros como cofre de tesoros, mostrar su interior, presentar aquellos libros que nos conmovieron o divirtieron y compartirlos. En esos espacios reina entonces el silencio paulatino para dar escucha a la literatura que nuevamente se manifiesta y produce la magia. No por efecto mágico sino porque se convocaron los ingredientes necesarios: niños y jóvenes + libros + mediador de lecturas. Y tenemos los seguidores de recreos, aquellos que nos piden en las pausas que sigamos leyéndoles. En estas experiencias como en otras, la lectura y la intervención de un mediador dispuesto y generoso sacuden el alma y contagian alegría. Permiten vislumbrar futuro. La lectura opera milagros, mínimos, a veces imperceptibles, cotidianos pero a su vez inmensos, imprescindibles en cada vida. NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 95
Leer es vivir muchas vidas II Sugerencias didácticas Formar lectores no es tarea fácil, pero tampoco es imposible y, sobre todo, es nuestro compromiso: hacen falta los niños, los textos y los docentes mediadores de lectura. Entonces, podríamos compartir algunas recomendaciones:
• Leer textos a los chicos, para lo cual es preciso una selección previa que tenga en cuenta tanto a los destinatarios y sus historias lectoras como al gusto del docente por esos textos seleccionados. • Leer con los alumnos en silencio y luego intercambiar o no ideas con ellos acerca de sus impresiones. • Evitar cuestionarios que lleven a dar cuenta de lo comprendido, atentos a que no hay interpretaciones únicas. Si queremos saber qué comprendieron nuestros alumnos hagámoslo sobre textos de estudio. • Narrar aquellos cuentos que permitan ser recreados con sus palabras y darles vida a los relatos a través de la voz. • Invitar a algún familiar a leer o contar alguna leyenda de su tierra, los abuelos en general son especiales para ello y se enriquecen todos con la experiencia. • Proponer la lectura de varias obras de un autor que les guste en especial a los chicos. • Seguir un tema en diferentes cuentos si los chicos muestran interés hacia algún tema en particular (cuentos de amor o de piratas o de misterio, por ejemplo). • Pensar en llevar adelante actividades permanentes, también denominadas habituales, de lectura de literatura. Por ejemplo, la hora semanal del cuento o de los narradores de cuentos, o la hora de lectura de poesía o de la novela. • Promover la lectura silenciosa. Leer en voz alta solo se justifica cuando la situación lo demanda, que es cuando socialmente se lee en voz alta. • Fortalecer, revitalizar y optimizar el funcionamiento de la biblioteca escolar como instrumento indispensable para el desarrollo curricular y como centro de animación cultural que proyecta su beneficio a alumnos, docentes y miembros de la comunidad en general. También el rol del bibliotecario como figura clave que participa de proyectos de mediación, que actúa en equipo con el grupo de docentes. • Prestar especial atención a los recorridos lectores de los alumnos; no es posible tener en cuenta solamente las prescripciones editoriales que otorgan clasificación etaria a lo que es destinado a niños, jóvenes o adultos. Solamente el docente de cada grupo sabrá qué seleccionar para cada grupo en particular.
El docente mediador de lectura debería ser un lector experto, apasionado, conocedor de los recorridos lectores, conocedor de la realidad de la escuela. Reitero entonces que no hablamos de enseñar a leer, hablamos de formar lectores…, que no es lo mismo. No hablemos de trabajar la literatura sino de disfrutarla, de vivirla. La literatura es una manifestación artística, no nace para enseñar nada, aunque enseñe tanto. 96
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Leer es vivir muchas vidas II
• ser un tiempo un investigador de la policía sueca y pensar con la lógica detectivesca de Wallander, de la mano de Mankell, y recorrer y conocer la ciudad de Ystad y otras ciudades de Suecia; • transformarme, al abrir un libro, en una adolescente japonesa y vivir una cultura tan diferente y sin embargo con sentimientos tan cercanos, acompañando a Banana Yoshimoto; • caminar temerosa por campos de batalla en la Edad Media con la protagonista de Historia del Rey Transparente, de Rosa Montero, y ser esa protagonista; • ser una experta en computadoras y muy talentosa en matemática a través de Lisbeth Salander, creada por Stieg Larsson; • acariciar París en las líneas de Cortázar; • respirar otra Buenos Aires a través de Borges; • transitar las calles de la colonia con Mujica Láinez; • o palpitar la maravillosa Macondo de García Márquez.
ARTÍCULO
Compartamos con nuestros alumnos lo que significa leer. Podemos explicar el proceso de lectura, pero no la maravilla que nos sucede al leer. En lo personal, pude y puedo, solo a través de la lectura:
Imposible recordar todas las vidas que me permitieron transitar estos y otros escritores. Ser otra persona, pensar con otra lógica; vivir la riqueza y conocer de cerca muchas necesidades; enamorarme de un amor imposible; reír, sufrir, caminar por calles increíbles, escalar montañas, nadar en medio del océano tan temido, luchar con dragones y tomar el té con una tal Alicia… Leer es eso, es la posibilidad de vivir dentro de otras pieles, con otros pensamientos, otras culturas. Es tener mucha más vida. Tengo la certeza de que ser buenos mediadores nos permite ganar la vida eterna ya que viviremos en el recuerdo de nuestros alumnos. Es una gran oportunidad que no nos podemos perder.
Margarita Holzwarth NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 97
¿C Virgen del c a n ó n i g o Va n de r P ae le (d e t a l l e). Ja n Va n Eyc k
Artículo publicado en Prosofagia n.0 13 septiembre 2011.
ha llegado la lectura a ser una herramienta tan vigorosa, capaz de acercarnos a un mundo que sin ella no alcan zaríamos, capaz de construir vidas pasadas, otras vidas? La lectura hace posible viajes inesperados, hombres magistrales, pícaros globales, infancias rebeldes, historias ocultas, y nos cualifica para burlar fronteras. La lectura es una gran aventura, nos da amigos que solo oímos y sentimos, maestros conspicuos, verdaderos instructores, y accedemos a las voces de viejos o coetáneos sabios. Es pasión, terapia, búsqueda, encuentro. Hoy forma parte sustancial de lo insustancial, de la imaginación, recurso más valioso que cualquier otro. Este «hábito de lectura», que para nosotros es cotidiano y natural, es el resultado de un largo proceso evolutivo de siglos, que la llevó, a la lectura, de ser una actividad administrativa a ser una ocupación creativa. Se inventó con la escritura, y si alguien escribió fue porque otro habría de leer y desde el momento en que, con una cuña, se dejó grabado un pensamiento, también se dejó el camino abierto a la interpretación, al relato, a la ficción. ómo
L a l e c t u r a e s a l a f i cc i ón lo que la materia a la realidad . Pl á sido
Se entendía por leer, en la cultura griega, cuna de nuestra civilización, desenrollar, distribuir, recitar, cantar, escuchar la ley. ¡Lee!, ordenaba al esclavo el jefe del ejército para que se distribuyeran entre los soldados las tareas; ¡lee!, ordenaba el aristócrata para saber quiénes eran los novios de la hija que esperaban la bienvenida. Los esclavos prestaban su voz a lo escrito cuando la escritura tenía la forma de scriptum continuo, una secuencia inacabable de letras enlazadas, sin espacios, sin puntuación. La escritura, sin frases, sin párrafos, es un continuo ininteligible, que el lector lee sin sentido, que balbucea hasta encontrar la composición correcta, quizás como hace el músico hasta encontrar el sentido musical de la partitura; claro, los lectores estaban acostumbrados a su trabajo, siendo la lectura similar a la pederastia, con un lector pareja pasiva de un oyente. Lo escrito solo servía como recordatorio de lo dicho y necesariamente había que usar el habla para leer. Escribir era trascribir lo hablado; leer, escuchar lo escrito, oír, y la lectura, por medio de la voz, era la conclusión de lo escrito, el epílogo. Con la voz se reconocía la secuencia gráfica, y dice Joseph Sbenbo en la Historia de la lectura occidental, hablando de esa época helénica: «El escritor que lograba hacerse leer, actuaba sobre el aparato vocal del otro, sirviéndose como de un esclavo aún después de su muerte». La comprensión lectora provenía del oído, de recordar por medio de lo escrito el habla. Se trataba, con la escritura, de un recordar lo que se iba a decir, para lo que el esclavo tenía, delante, lo escrito.
Plásido
ARTÍCULO
La tiene una lectura historia La lectura en la Roma Imperial toma un segundo impulso cuando pasó a convertirse, en las bibliotecas de ricos comerciantes, de políticos adinerados, a las que asistía entre otros Cicerón, en un acto íntimo, casero, por el que se conocía la historia de la Gran Ciudad, los orígenes, las virtudes de sus grandes hombres. Para facilitar la lectura de ese scriptum continuo, en la época de Quintiliano se comenzó a separar, escritura interpuntata, las palabras por un punto y también en párrafos las líneas con el mismo sentido. Seguía siendo, la lectura, para leer en voz alta y se enseñaba «dónde contener la respiración, en qué punto dividir la línea con una pausa, dónde se concluye el sentido y dónde empieza, cuándo hay que alzar o bajar la voz, con qué inflexión se debe articular cada elemento con la voz, cuándo es más lento o más rápido, cuándo se dice con más ímpetu o más dulzura»2. Y aunque la lectura podía ser un acto íntimo era una puesta en escena, con mo vimientos de cabeza, de tórax, de brazos…, y si «se observa en la iconografía de la época al lector solo con su libro o mientras lee ante un auditorio, al maestro en plena lectura en el aula, al viajero leyendo en el carruaje, al comensal leyendo un rollo que tiene en sus manos»3, la lectura era oír lo escrito, interpretar, con la voz, lo escrito. En la obscura Alta Edad Media el codex, libro de páginas, como sustituto del papiro, es un instrumento que hace más fácil la lectura, libera una de las manos, un brazo, no olvidemos que la lectura seguía siendo una performance. La lectura, en voz alta, es la que daba sentido a lo escrito aunque ya la voz interior, la lectura en silencio, era del gusto de los monjes pues ayudaba a concentrarse en la palabra de Dios, en la sacra scritura. La enseñanza de la lectura consistía en la ‘lectio’, reconocer las partes del discurso, letras, palabras, párrafos, la ‘enmediato’, mejorar los textos leídos, con la lectura en silencio como procedimiento más sencillo para volver sobre lo escrito, la ‘enarratio’, identificación de las formas del discurso, retórica, poética, la ‘iudicum’, identificación de la enseñanza moral, ética, religiosa. Entre las normas de las órdenes monásticas se encontraba la lectura en voz baja, que ayudaba a una mayor comprensión de los textos religiosos, a mayor recogimiento, y entre otras formas de lectura existían: en ‘silentio’, guiados por la voz interior, en ‘rumiato’, murmurando, como manducando palabras, y la lectura en voz alta. Los monasterios se extendieron por Europa y llegaron hasta Irlanda, y el latín comenzó a ceder terreno a las lenguas vernáculas. Los monjes, al traducir a las lenguas vernáculas, al copiar los textos de la Sagrada Biblia, para su mejor comprensión, unificaron las letras, que variaban de formas, y se identificó una unidad fonológica y gráfica para cada letra, nacieron las letras minúsculas como las conocemos hoy en día; luego con la necesidad en el
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La lectura tiene una historia discurso escrito de resaltar los comienzos de párrafos, y como llamamiento visual al sentido de lo escrito, instituyeron las letras mayúsculas como las conocemos hoy en dia. Se señala esta época como la de Word divison, cuando el discurso escrito, la scriptum continuo, dejó de existir y aparecen separadas la palabras, haciendo silencios entre ellas. Con la Word divison el significado de las palabras era más fácil de identificar, la gramática de las frases, sujeto-verbo, predicado-adjetivo, el sentido se hace más claro de construir, lo que dio mayor posibilidad tanto a la lectura como a la escritura. Era más sencillo aprender a leer al estar las frases construidas como el mismo lenguaje hablado, y la escritura al volverse cómoda ya no necesitaba del dictado a un secretario que tradujera la frase al papel, sino que el mismo escritor podía escribir y corregir lo escrito mediante notas en los márgenes de los folios. Los copistas empezaron a introducir en los textos la puntuación, guiños, paradas para que el lector entendiera mejor el significado de lo escrito. Se comentaban párrafos de otros libros que se señalaban dentro de lo escrito con letras remarcadas, o distinguidas. Los libros comenzaron a ser compendios de diferentes temas y se hicieron necesarios los índices, que, gracias al codex, pudieron implementarse dentro del texto. Con el codex era posible volver sobre lo escrito, ya que las páginas hacen posible ojear los textos. Carlomagno ordena la enseñanza sistemática de la lectura en sus centros palatinos y se extiende luego a las catedrales e iglesias, donde al maestro se le conocía como scholasticus. En las escuelas escolásticas se estableció la lectura como fundamento de la enseñanza, y «tomar la lección» deriva de la palabra lectio, lectura. La lectura, que era alimento espiritual, pasó a ser adquisición de saber. Con las opiniones de los autoritas, con fragmentos de otros textos, se constituían las guías del estudio de Dios. Los libros se instituyeron como libros de consulta que gracias al índice fueron de más fácil manejo. Las salas de lectura de los monasterios, habitáculos individuales o salas separadas por tabiques, se convirtieron en bibliotecas comunes, y, encadenados a las mesas para evitar que desaparecieran, los libros podían ser consultados por todos. Era c omún aprender a leer repitiendo más que entendiendo, hasta que maestros avanzados a su tiempo encontraron que era mejor enseñar comprendiendo, método que facilitó el aprendizaje de la escritura. En la enseñanza escolástica la pronunciación fue sustituida por la vista, era común leer mirando, aunque también era notorio que un alumno no leyera más de treinta líneas al día, claro, y es que iba acompañado de su pluma para copiar los textos de los escasos libros. La lectura, como la escritura, se convirtió en un acto personal, no se necesitaban intérpretes ni secretarios. Desde la época de la Word divison creció la posibilidad de la escritura íntima, donde el escritor se encerraba con el texto, lo corregía hasta dejarlo a su gusto, y entre otros fueron posibles los relatos eróticos. La práctica de la lectura comenzó a ser normal en los reyes, que escribían de puño y letra, y de la lectura íntima formaron parte tanto los libros de horas y meditación como los subversivos y eróticos; pero la generalización de la lectura entre los monjes y las clases alfabetizadas dio origen a una libertad de interpretación que no le gustaba mucho a la Iglesia, tachando de hereje cualquier otra interpretación distinta de la clásica. En la Baja Edad Media los grandes intelectuales escribían en Word divison y la letra informal sobre folios, la cursiva, era normal, no como la escritura delicada y cuidada sobre pergaminos, la gótica. Entre las famosas obras de impresión de Gutemberg están el diccionario Catholicon y la Biblia de 42 líneas. Después de que Gutemberg se arruinara sin poder llevar a cabo la impresión de 150 Biblias en el tiempo récord que había prometido, su sobrino las terminó y las vendió a altos cargos del clero, del Vaticano, a muy buen precio. La rápida entrega de los pedidos, que antes se demoraban años, el precio asequible y el exquisito mimo y terminado de los ejemplares hicieron de la imprenta un éxito. En Europa, gracias a ella el aumento de libros fue casi exponencial, llegando a alcanzar la cifra de 13 millones de ejemplares en el Renacimiento. El Renacimiento promovió lo auténtico, la necesidad de recurrir a las fuentes sin pasar por el filtro religioso. Surgieron nuevos formatos como los libros en octavo de Aldo Manuzio, libros de bolsillo, con los que Maquiavelo se acercaba a los plácidos riachuelos, o acompañaban a Petrarca 100
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La lectura tiene una historia
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(Las confesiones de san Agustín) en sus ascensiones a la montaña. Y fueron muchos poetas, nobles, estudiosos, que agradecieron a Aldo Manuzio su invento, entre ellos el noble y capitalista húngaro Sigismund Thurzo escribió agradeciéndole: «tan manejables que puedo leerlos mientras camino, e incluso me permiten galantear cuando se presenta la ocasión…». Con la reforma luterana, siglo xvi, predicación y lectura fueron parte de una misma evangelización. El aprendizaje de los catecismos, de los mandamientos, sería más fácil sabiendo leer, creía Lutero. En las familias debía existir un miembro que supiera leer, para que en las noches, alrededor del fuego, leyera las escrituras, los mandamientos. Luego la contrarreforma, por medio de la inquisición, puso en marcha el Index librorum prohibitorum. La revolución de la lectura, el acceso colectivo a la lectura, se produjo a finales del siglo xviii, cuando los mayordomos, choferes, cocineras, jardineros, al servicio de la burguesía, quisieron imitar a sus señores y consiguieron aprender a leer, cuando los soldados leían novelas subidas de tono que llevaban a las campañas, cuando los panfletos eran seguidos por todos, cuando en las ciudades la riqueza dio tiempo libre a sus habitantes, cuando surgió el interés por los derechos de los hombres. Esta manía lectora modernizó la distribución, el objeto del libro, el papel del autor, el escritor libre, la libertad de prensa. En las primeras ferias del libro de Leipzig surgieron catálogos, que en 1765 tenían 1384 libros; en 1775, 1892 libros; en 1790, 3222 libros; en 1800, 3903 libros, de los que eran 276 novelas; había libros de autoayuda, pedagogía, geografía, política, ciencias naturales. Los periódicos aumentaron sus tiradas hasta 25 000 ejemplares y aparecen los folletines, o en las mismas hojas del periódico, o como suplementos, publicaciones de capítulos de novelas. En el siglo xix la mitad de la población europea y norteamericana sabía leer y escribir. La reducción de la jornada laboral, más tiempo para la lectura, hizo posible, por ejemplo, que las novelas de Julio Verne llegaran a tener tiradas de 30 000 ejemplares, y fueron un rotundo éxito los folletines, novelas por entregas, publicadas en los periódicos, que hacían a las gentes esperar, agolpadas en los puertos neoyorquinos, las entregas de las novelas de Dickens. Entre otras fueron folletines famosos: Los tres mosqueteros, El conde de Montecristo, Los miserables, Madame Bovary, Flecha Negra, Sandokán, Las aventuras de Pinocho, Crimen y castigo, Guerra y paz… Aparecen las bibliotecas de préstamos y las sociedades literarias que serían pronto tuteladas por el poder, y más tarde perseguidas, la lectura era caldo de cultivo para soñadores, rebeldes, iluminados que proponían el desorden, la frivolidad, «la lectura tiene efectos narcotizantes, estimula la fantasía y produce efectos escapistas, y se decía: “la postura forzada y la ausencia de movimiento físico durante la lectura, combinadas con esa sucesión tan virulenta de ideas y sentimientos… crea pereza, hinchazón y obstrucción de las vísceras, conglutinación, en una palabra hipocondría…”».3 La ficción dio a las mujeres, con novelas como Madame Bovary, Anna Karenina, alas para rebelarse contra el orden establecido y mucho tiene que ver la liberación de la mujer con la manía lectora, que los impresionistas plasmaron con sus pinceles. También para los niños, al pensar en ellos como entidades autónomas, con sus problemas y frustraciones, se creó literatura, que en principio fue moralizadora, para pasar a ser aceptada como vía para vivir aventuras inimaginables.
Plásido
notas
1.— Las ideas de este artículo están inspiradas en dos libros: Historia de la lectura en el mundo occidental, un compendio de es tudios históricos elaborado por diferentes profesores europeos, y la Historia de la lectura, de Alberto Manguel (Ed. Lumen). 2.— Pág. 107. Historia de la lectura occidental. Editorial Taurus (Pensamiento). 3.— Pág. 459. Historia de la lectura occidental. Editorial Taurus (Pensamiento).
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Rosa Gil (Madrid, 1975) creció en Cádiz y se aficionó desde pequeña a los libros y tebeos. Estudió Periodismo en la Universidad de Navarra y ha trabajado para diversas editoriales y medios de comunicación. Redescubrió su fascinación por la narrativa juvenil gracias a su trabajo como redactora en revistas infantiles y escribió su primera novela: Bruno Dhampiro (2008, Espasa). Actualmente busca editorial para el segundo tomo de las aventuras de Bruno.
Foto Rosa Gil
A r t íc u lo publ ic a do en P r os ofa g i a n .º 15 - a br i l 2 012
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Se admiten Adultos Rosa Gil Leímos Harry Potter y nos gustó. Y no nos da pudor confesarlo. La sombra de los best seller juveniles proyecta su magia hacia los lectores adultos.
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a crítica literaria los llama libros crossover. Se trata de un término, al parecer, heredado de la música clásica, que designa a determinadas piezas que han alcanzado mucha popularidad. En el ámbito editorial se refiere a libros dirigidos al público juvenil que, sin embargo, los adultos adoran. Su estrella empezó a ascender cuando la editorial Bloomsbury, que publica la saga de Harry Potter en Gran Bretaña, se dio cuenta de que muchos adultos compraban las peripecias del niño mago y que forraban los libros para poder leerlos sin pudor en el metro y en el autobús. Pensando en ellos, Bloomsbury lanzó el quinto libro de la serie con dos portadas: una claramen te infantil y otra más sobria, que no avergonzara a los lectores «serios» en lugares públicos. La idea tuvo un éxito tremendo. El 15 % de Harry Potter y la Orden del Fénix se vendió en edición adulta; el 23 % de Harry Potter y el misterio del príncipe; el 40 % de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte. Actualmente, Bloomsbury calcula que el 60 % de los lectores de la saga son mayores de 18 años. Y el niño mago no es el único que ha logrado este efecto. El niño con el pijama de rayas, de John Boyne, o El curioso incidente del perro a medianoche (ambos de Salamandra), de Mark Haddon, son también best seller escritos para jóvenes y apreciados en todos los segmentos de edad. Incluso han surgido sellos específicos para albergar este subgénero. Seix Barral lanzó en 2010 «Biblioteca furtiva» y Siruela lleva años publicando crossover en su colección «Las tres edades». Curiosamente, el fenómeno no ha atraído especial atención de los medios, que sí se han volcado con entusiasmo en modas más centradas en el contenido (vampiros, zombis, ángeles, cuentos de hadas). Algunos críticos engloban la tendencia en el fenómeno kidult (mayores de edad que disfrutan con videojuegos, juguetes y cómics) y hablan de la infantilización de NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 103
Se admiten adultos los gustos adultos. Pero, francamente, con la misma lógica simplista podríamos hablar de la «adultización» de los gustos de nuestros niños y congratularnos porque sean capaces de disfrutar con literatura menos condescendiente de lo habitual. Por supuesto, hay libros crossover que no merece la pena leer (en el top ten de esta lista, para mí, está el fenómeno de ventas Crepúsculo). Pero los que reúnen cierta calidad combinan códigos reconfortantemente familiares con un segundo nivel de lectura más elevado que les da ese «algo más» que necesitan los adultos. La materia oscura (Ediciones B), de Philip Pullman, puede parecernos una trilogía juvenil con magia, viajes iniciáticos y universos alternativos. Pero en ella no hay nada de inocuo. Cuenta con un trasfondo furibundamente iconoclasta y una enmienda a la totalidad a cualquier religión organizada. Y ningún pelo en la lengua. Condena a todas las iglesias por reprimir cualquier impulso natural en los seres humanos, nos presenta a un Dios chocheante subordinado a un grupo de ángeles inmisericordes, y a un fanático miembro de la Iglesia absuelto preventivamente de cualquier asesinato que pueda cometer en su «misión divina». Por supuesto, la adaptación cinematográfica de la primera entrega de esta trilogía, La Brújula Dorada, omitió los aspectos más polémicos del libro. Y, por dar solo dos ejemplos, pobres de quienes aborden Nada (Seix Barral), de la danesa Janne Teller, con espíritu condescendiente, porque su existencialismo sin final feliz nos dejará clavados al asiento y listos para ponernos, acto seguido, con La carretera, de Cormac McCarthy. Seguramente, los más jóvenes no captarán toda la profundidad de estos libros y recordarán, más bien, la peripecia de los protagonistas. Pero precisamente estos libros «crecederos» son los que conservamos a nuestro lado durante toda la vida, los que releemos y redescubrimos constantemente. La historia interminable (Alfaguara) puede ser una bonita novela de fantasía, pero contiene también abundantes reflexiones sobre la identidad, el deseo, las consecuencias de nuestros actos, el amor y la amistad, todas ellas desde un punto de vista antroposófico; y la ya mencionada La materia oscura, a pesar de sus osos acorazados y sus brujas, es una reescritura a la inversa de El paraíso perdido de Milton. La crítica literaria, de hecho, no tiene reparos en premiar un libro juvenil cuando su calidad es indudable. La tercera entrega de La materia oscura fue el primer libro infantil en alzarse con el Premio Whitbread y en quedar finalista para el Booker, en 2001. Al año siguiente, por cierto, el Booker fue para Vida de Pi (Destino), de Yann Martel, un crossover con todas las letras. Y en 2008 J. M. G. Le Clézio, un autor que piensa que la literatura infantil debería jugar en el campo de la gran literatura, se alzó con el Nobel. Tal vez los que minimizan la literatura infantil piensan que las historias con niños como protagonistas tienen que ser para niños; eso es como decir que solo los desequilibrados pueden disfrutar del Quijote o que solo los enfermos de tuberculosis deberían leer La montaña mágica. Y, si logramos interesarnos por las andanzas de caballeros manchegos y enfermos filósofos, con mucha más razón deberíamos sentir curiosidad por los vericuetos de la psique infantil. Sobre todo, si el niño en cuestión es el hijo de un oficial nazi que descubre solo a medias la realidad de Auschwitz, como el protagonista de El niño con el pijama de rayas; un autista de grandes capacidades matemáticas como el que narra El curioso incidente del perro a medianoche o un joven cartógrafo obsesionado por el detalle como el de Obras escogidas de T. S. Spivet (Seix Barral). Por otra parte, por mucho que la crítica y los medios disfruten etiquetando y clasificando géneros, la literatura crossover es tan antigua como..., bueno, como la literatura en sí. Dado que el género infantil es, como corresponde, muy joven (nació en el xvii), durante siglos fueron los niños quienes hicieron el viaje hacia textos no pensados para ellos: relatos mitológicos, fábulas, cuentos de tradición oral, los textos artúricos... La cosa empezó a cambiar a finales del xviii, cuando la lectura en la infancia dejó de tener un objetivo exclusivamente educativo o moralizante y se abrió al placer de leer por leer. Grandes 104
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Se admiten adultos
Y, dicho todo esto, ¿por qué deberíamos tomarnos la molestia de acercarnos a estos libros? ¿Qué encontraremos en ellos que no tengan los textos exclusivamente para adultos? Cada uno de los libros mencionados en este artículo puede responder por sí mismo esta pregunta, pero se me ocurren dos buenas razones generales. La primera es que nos ofrecen un espacio compartido con nuestros hijos, una lectura que podemos comentar en igualdad y disfrutar sinceramente. No importa que los niveles de lecturas sean diferentes: a los adultos, estos libros nos proporcionan una reconfortante sensación de retorno al hogar; a los jóvenes, una satis facción aspiracional, la sensación de estar leyendo algo que está casi al límite de su capacidad. La segunda razón es que las novelas juveniles suelen contar con una gran virtud casi olvidada en otros géneros literarios. En ellas, lo importante no es un estilo innovador, una estructura sofisticada ni un punto de vista múltiple: prescinden de todo artificio para proporcionarnos lo primero que nos hizo enamorarnos de la lectura cuando éramos niños: una buena historia.
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a utores como Mark Twain (Huckleberry Finn, una de las primeras grandes novelas juveniles, es también un libro crossover de manual) o Lewis Carroll (solo un matemático podría haber creado la lógica absurda y atinada de Alicia en el País de las Maravillas) dieron la vuelta a tan triste concepción de la literatura. No siempre de forma deliberada, ojo: Los viajes de Gulliver se escribió pensando en adultos y El Hobbit, en niños, pero lo cierto es que ambos admiten lectores de cualquier edad.
Rosa Gil
La Noria Pla z a de la Concord ia, Pa r í s (Fra nc ia). Foto de Daniel Seller Suárez NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 105
Es t ad io Ol í mpico de Mu n ic h (A lema n ia). Foto de José Luis Jaime Cortés
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leído con interés el artículo sobre lectores editoriales escrito por Melusina en la revista Prosofagia, número 13. En él, esta lectora da buena cuenta de los entramados del oficio y lo explica desde su punto de vista profesional. Teniendo este texto melusino como guía para lo que voy a contar a continuación, advertiré que yo no soy —ni mucho menos— un lector que trabaje para editorial alguna, ni siquiera un crítico literario ni nada que se le parezca. Así pues, ¿qué puedo contar? ¡Casi nada! Pero como aspirante a escritor publicable me zambullí en sendos cursos de lector y crítico literario que me han ayudado enormemente a pulir mis propios textos, en base a lo que en ellos aprendí. Y este pequeño manual «a prueba de lectores» es lo que ofrezco en este artículo. e
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Xavier Carrascosa ¿Qué se publica? Dijo Adlai Stevenson que «un editor es alguien que separa el trigo de la paja y publica la paja». No seré yo quien le contradiga, aunque cabría matizar la frase. El editor publica lo que demanda el mercado, esto es, el grueso de los lectores. Si a la gente le ha dado por leer novela histórica, pues allá que te va, el editor publicará sucedáneos de códigos da vinci. ¿Que se pone de moda el rollo vampírico? Pues ahí ataca de nuevo el editor, publicando los devaneos bobalicones de chupasangres en plena edad del pavo. Y no solo se fija nuestro amigo en el género, la trama o el estilo; va aún más allá, también cobra importancia el sexo del escritor, que no es como el de los ángeles, sino que resulta de vital importancia habida cuenta del mayor número de lectoras que de lectores. Afortunadamente no todos son así; el escritor Enrique Vila-Matas, en su novela Dublinesca, nos presenta a ese editor devastado que abandona el mundo de las letras por no querer plegarse a los designios del mercado. Su personaje principal, Rivas, se me antoja el último editor inocente, puro, amante sincero de sus escritores. Pero vamos a entrar en materia, porque todo lo anterior no te habrá servido para pulir mejor tu obra si eres —por desgracia— un escritor novel con una novela policíaca bajo el brazo, o cualquier otra novela que no encaje según las demandas del mercado. Sabiéndose en tamaña desgracia en el mundo editorial, un escritor novel —con una novela policíaca bajo el brazo— llamado John Locke se autopublicó en Amazon y «que sea lo que Dios quiera» debió pensar. Y Dios —o el santo de turno— quiso que vendiera un millón de copias de sus libros, por lo que ahora se lo rifan en las editoriales. ¿Qué quiere decir esto? ¡Que te lances, que confíes en ti! Pero ¡ay!, si no eres vendible el lector lo pondrá en su informe; las editoriales no apuestan por alguien en balde. Por muy bien que escribas te darás contra el muro editorial si tu obra no goza de una supuesta capacidad comercial que la pueda convertir en un best seller; y el que tiene que ponerle nota a este fundamental aspecto de tu libro es el lector editorial. Luego, una vez publicado, ya te lo destripará el crítico literario, pero esa es otra raza en este mundo para la cual no tengo palabras. Depende de ti cómo quieras venderte, pero recuerda: el lector valora de forma diferente al John Locke desconocido que al John Locke del millón de ventas.
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Cómo engañar a un L e c t o r editorial
Informe del buen lector Hay distintos lectores editoriales, pero nos vamos a centrar en el peor de los casos: un lector editorial hastiado que ya solo soporta novelas cortas de final trágico. Ha leído mucho y NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 107
Cómo engañar a un lector editorial no se deja impresionar por nada, cree que en literatura todo está ya dicho y todos los estilos están ya explorados. Nuestro manuscrito será uno más de los cientos que ha leído y no le va a sorprender; de hecho, hasta es posible que lo odie antes de leer la primera página. Lo primero que hace es preparar el esquema de su informe, que es el siguiente: • • • • • • • • • • • •
Título original (añadir entre paréntesis el número de páginas). Autor. Impresión general (aquí se nos permite ser más subjetivos). Argumento y temas destacados (sinopsis, número de capítulos, tema principal y secundario). Personajes (tratamiento, personalidad, cualidades, identificación del lector). Lenguaje y técnica literaria (añadir comparaciones con otros autores si es necesario). Factores positivos que destacan. Factores negativos que destacan. Valoración literaria (puntuar del 1 al 10 y justificar). Valoración comercial (puntuar del 1 al 10 y justificar). Público objetivo (a quién va dirigido principalmente). Sugerencias para la cubierta (opcional).
El esquema puede variar mucho de un lector a otro —hay leyendas de un tal Only you que despachaba manuscritos con solo una palabra: ¡o sí o no!— pero básicamente el editor lo que pide es esto, un panorama de fácil lectura que le ponga al corriente de la obra que le han propuesto publicar. Te propongo que hagas un informe de lectura de tu novela en base al esquema anterior, y que seas lo más honesto posible. ¿Cuál sería tu valoración? Mira tu novela, léela. Otra vez. ¿La publicarías? Observa ese episodio que da el giro a la historia. ¿Cambiarías algo? Piensa sobre el sentido de tu novela. ¿Cuál es su punto fuerte? Acuérdate de las novelas que has leído que se parecen a la tuya. ¿Hay alguna sorpresa? Habla con tus criaturas. ¿Crees que los personajes principales tienen la suficiente fuerza? ¿Crees que los personajes secundarios son imprescindibles y relevantes? ¿Te sientes identificado con algún personaje? ¡No dejes que tus personajes flaqueen! Ellos son el motor que hace funcionar la historia y el lector editorial les presta especial atención, puesto que el público se identifica con ellos.
El lector, el personaje Tal vez te estés preguntando cómo hacer esos poderosos personajes capaces de engatusar a nuestro hastiado lector editorial. Lamento advertir que no hay subterfugios para ello. Como mínimo, intenta que tus personajes sean lo que hacen, no lo que dicen. Chéjov sabía mucho de esto. Encuentra la voz de tus personajes, haz que sus diálogos estén acordes a su carácter, a lo que se espera de ellos. Tus personajes tienen una vida antes y después de la novela que has escrito para ellos, sus defectos y virtudes son importantes, así como sus grandezas y flaquezas, sus matices y claroscuros. Lo de menos suele ser la historia a la que se enfrentan; la estructura básica se repite en los cientos de manuscritos que ha leído nuestro lector, esta es: un personaje tiene una dificultad, intenta resolverla y la vence (o fracasa). Si tu novela sigue esta estructura, haz que se explique algo más de lo aparente a través de los personajes. Un ejemplo perfecto de esto podría ser la actual saga de Juego de Tronos, donde los personajes son el verdadero interés de toda la trama. Esta máxima no la digo porque sí —yo no soy nadie para dar consejos—, pero mis propios textos han mejorado muchísimo cuando he tenido en cuenta las pasiones de mis personajes. 108
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Cómo engañar a un lector editorial
El lector, ni editor ni corrector Una cosa que hay que tener clara es que el lector no es en último lugar el que decide la publicación o no de tu novela. Esa tarea recae en el editor; el lector solo valora en base a las directrices de la línea editorial para la que trabaja. Un lector no dirá —o no debe decir nunca— que tal o cual novela no debe publicarse. Si lo hace, probablemente sea un mal lector (esto es lo que nos dijeron en el curso, al menos). Su influencia es enorme, pero no tiene la última palabra. Puede percatarse de tus faltas de ortografía, de sintaxis y de gramática; puede reparar en que tenemos un léxico muy pobre y abundan las repeticiones; puede notar que los personajes hablan todos igual; puede observar que cambiamos de primera a tercera persona sin razón; puede darse cuenta de que hay varios deus ex máchina inaceptables y que la novela no tiene ni pies ni cabeza. Pero no dirá al editor: «no se te ocurra publicarla»; será el editor quien lo decida y se manche las manos; pero deberías tener muy en cuenta que el lector va a ver esos gazapos y su valoración irá acorde con el tiempo que te hayas entretenido en corregir la novela y, por supuesto, en aprender a escribir. Es menester, por tanto, que en tu novela no abunden los adverbios (en especial los formados con el sufijo -mente, que tanto aburren y entorpecen el ritmo de la narración); que haya riqueza léxica (si no eres Vargas Llosa, cómprate un diccionario de sinónimos); que la riqueza léxica de la obra sea el resultado natural de la que posee el autor y no una imposición artificial (tira el diccionario de sinónimos que compraste y siéntate a leer mucha buena literatura) y que haya ricas descripciones con multitud de sensaciones, colores, sabores, olores y objetos (Umberto Eco sabe mucho de esto y por eso habla de listas). Tal vez así el hastiado lector profesional, que no se ilusiona por ningún nuevo texto, arquee una ceja y sonría con nuestra novela, tal vez logremos engancharle con nuestros personajes y sus vicisitudes, tal vez logremos —¡al fin!— engañar al lector, es decir: contarle lo mismo con distintas palabras.
ARTÍCULO
En el fondo todos ellos son partes de mi personalidad; son versiones de mí mismo que viven y mueren en un mundo cualitativamente distinto al mío; al real. Mis otros yo viven en mi otro mundo particular, formado por mi imaginación y mi experiencia, ¿podrán ser entendidos, o mejor dicho, vividos, por otras personas? Dependerá de tu paciencia y buen hacer con tu forma de escribir, tu manera de contar las cosas, en definitiva: tu literatura. No es tan importante la historia sino lo que se intenta expresar con ella y de qué manera: lo que quieres contar con esa historia, que no es propiamente la historia. Así se despierta el interés del lector; así lo hacían ya los clásicos: Ovidio, Virgilio, Cátulo, Petronio y Apuleyo, por nombrar algunos. Si no los has leído, puede que de su lectura aprendas tanto o más que con cualquier taller de escritura.
Xavier Carrascosa Fragmentos. Apostillas hipertextuales
referencias bibliográficas
Cassany, Daniel: Afilar el lapicero. Guía de redacción para profesionales. Anagrama, Barcelona, 2007. Eco, Umberto: Confesiones de un joven novelista. Lumen, Barcelona, 2011. Font, Carme: Cómo escribir sobre una lectura (Guía práctica para redactar informes editoriales). Alba [Colección Guías del escritor], Barcelona, 2007. Melusina: «El lector editorial»Revista Literaria Prosofagia, núm. 13. Septiembre 2011.
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Postdamer Platz B erl í n (A lema n ia). Foto de José Luis Jaime Cortés
Ciencia ficción: pasado, presente y más... allá
E
pasado 16 de marzo, en el Campus de letras de la Universitat Rovira irgili, de Tarragona, tuvo lugar un encuentro académico de… ¡aliens! Sí, V habéis leído bien, no es broma. Al menos así se definen algunos de los participantes, amantes de la literatura y concretamente de la ciencia ficción, bichos raros que quieren explorar y ahondar en este género desde una perspectiva académica. En un ambiente distendido y amistoso, durante varias horas se sucedieron las ponencias sobre los temas más variopintos relativos al género. Hubo intervenciones de profesores universitarios, de alumnos de postgrado y también de aficionados…, así como una pequeña charla de una escritora invitada, que se sintió de lo más privilegiada al poder estar ahí. Como dato curioso, diré que el organizador, Pere Gallardo, profesor de la Universidad Rovira Virgili y antiguo profesor mío de la Universidad de Lérida, lanzó una convocatoria a todos los departamentos de literatura inglesa de las universidades españolas, para saber quiénes estaban investigando o desarrollando algún trabajo en este campo. Obtuvo la respuesta de unas veintitantas personas —no parece mucho, ¿no?— lo cual confirma la tesis de que la ciencia ficción sigue siendo una marginada en los estudios literarios. Pero, de todas estas personas, dieciocho estuvieron presentes en la jornada. En este sentido, ¡fue todo un éxito! l
Elisabet
ARTÍCULO
Por q ué e scr i bi r ciencia f icción A r t íc u lo publ ic a do en P r os ofa g i a n .º 15 - a br i l 2 012
De dioses y hombres Me permito parafrasear el título de este largometraje para resumir algunos temas recurrentes que afloraron a lo largo de la jornada. La ciencia ficción, tarde o temprano, acaba yendo a parar a la eterna pregunta: ¿qué significa ser humano? Y alrededor de ella surgen muchas otras sobre la identidad, la existencia, o no, de un alma y de un mundo espiritual, los límites de la conciencia, la eterna juventud, la muerte, la delgada frontera entre lo humano y lo que podría serlo, ya sea animal o artificial… Una de las afirmaciones que más me llamó la atención fue la de Bill Phillips, profesor de la Universidad de Barcelona: «La ciencia ficción es una narrativa teológica». Después, en la pausa para el café, comentaba con humor que él se define como ateo, pero que siempre anda metido en temas religiosos… ¿Otra manera de reflexionar sobre los límites y el potencial desconocido del hombre?
No faltaron disertaciones sobre el cariz político de la ciencia ficción, un género que puede ser utilizado para reforzar cierta propaganda: desde la afirmación de la identidad nacional, algo que ha teñido la literatura y el cine norteamericano desde sus orígenes, hasta el fomento de una mentalidad de alerta y desconfianza hacia el «forastero» ―y por forastero entiéndase enemigo, extranjero, extraño, alien o adversario político o militar. Por supuesto, han surgido voces en contra de esta tendencia, especialmente entre las mujeres que han cultivado el género, como Octavia Butler, cuyos temas y obras fueron tratados por una ponente. También pude observar que la ciencia ficción inglesa europea, de la que Bill Phillips nos dio unas buenas pinceladas, parece preocuparse más por la exploración del potencial humano, la inteligencia artificial y los límites de la investigación que por los temas políticos y bélicos, que suelen ser preferidos en la imaginería norteamericana. Pero esta NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 111
Por qué escribir ciencia ficción apreciación particular puede ser errónea ya que, evidentemente, solo se trataron algunos aspectos de las mil facetas de este género que extiende sus manos hacia disciplinas múltiples. Conversando de manera informal, Pere Gallardo explicaba que la ciencia ficción en humanidades siempre ha sido y sigue siendo una hermana pobre, poco valorada. Pero en otros campos, como en ingeniería, se está desarrollando con entusiasmo, quizás desde una perspectiva mucho más tecnológica. Para los de ciencias, comentó, los de humanidades nos planteamos una ciencia ficción un poco light, o quizás demasiado filosófica para su gusto.
Cuando salí de allí, iba meditando que lo asombroso es que un género literario que aborda cuestiones tan hondas y fascinantes, y a menudo tan universales como los eternos temas de la literatura, siga siendo considerado como una especie de refugio para frikies. En este enlace podréis visitar el sitio del evento: Ciencia ficción: pasado, presente y más allá. Está en inglés, pues lo organizó el departamento de estudios ingleses. Y aquí podéis ver el resumen de varias de las ponencias. A continuación os ofrezco, traducida, mi exposición en esta jornada.
¿Por qué escribir ciencia ficción? Cuando Pere Gallardo me invitó a dar esta charla, me dijo: explica por qué escribes ciencia ficción, cuáles son tus motivaciones, por qué cultivas este género y qué te llevó a escribir tu novela Ciudad sin estrellas. ¿Por qué escribo ciencia ficción? Soy una escritora de fantasía, y considero la ciencia ficción como un género dentro de la amplia familia de lo fantástico. Y escribo fantasía por tres motivos, principalmente. En primer lugar, por la libertad. La fantasía me permite contar las historias que quiero y de la forma que quiero. En segundo lugar, porque la mayoría de mis novelas son relatos iniciáticos. Cuentan la historia de personajes que crecen, afrontan grandes desafíos en su vida y alcanzan la madurez a t ravés de experiencias duras. Y, finalmente, porque la fantasía, y más concretamente, la ciencia ficción, son géneros fabulosos para expresar algunas ideas con un trasfondo filosófico y para abordar algunos temas conflictivos de nuestro mundo.
Concretamente, ¿por qué escribí esta pequeña distopía?
Ciudad sin estrellas, Premio Minotauro 2011 112
La ciencia ficción y las distopías son fruto de una época de cambios veloces. En tiempos de crisis parece natural desarrollar estos géneros para dar cauce a las inquietudes, miedos y esperanzas de la sociedad. Cuando oímos hablar de ciencia ficción, casi de inmediato pensamos en el futuro. Los autores de ciencia ficción, se nos dice, toman tendencias y situaciones del presente y las desarrollan en un futuro imaginario, donde alcanzan un extremo.
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Por qué escribir ciencia ficción
[…] aunque la extrapolación es un elemento de la ciencia ficción, la cuestión de fondo no es esta en absoluto. Es demasiado racionalista y simplista para satisfacer la mente imaginativa, tanto la del escritor como la del lector. […] Este libro no es una extrapolación. […] Puedes leerlo […] como un experimento mental […] La finalidad de un experimento mental no es predecir el futuro, […] sino describir la realidad, el mundo actual.
Así, el fin de un autor de ciencia ficción no es convertirse en un adivino o en un agorero, sino suscitar una reflexión sobre el presente utilizando ciertos recursos literarios, como el de inventar un mundo imaginario en el futuro. Esto forma parte del tan comentado rol profético que se atribuye a algunos novelistas de ciencia ficción: explicar la «verdad sobre el mundo», como dice Le Guin, para alertar al público. Orson Scott Card, en su prólogo a la versión definitiva de El juego de Ender, dice: Pienso que la mayoría de nosotros lee todas estas historias que no son verdad porque estamos hambrientos de esa otra verdad: la verdad mítica sobre la naturaleza humana en general, la verdad particular sobre aquellas comunidades que definen nuestra identidad, y la verdad más específica de todas: nuestra propia historia personal. La ficción, al no tratar sobre alguien que ha vivido en el mundo real, siempre alberga la posibilidad de tratar sobre nosotros mismos.
ARTÍCULO
Pero, de hecho, los novelistas de ciencia ficción hablan del presente. Ursula K. Le Guin, en su introducción a La mano izquierda de la oscuridad, lo expresa bellamente:
En mi caso, es obvio que estoy hablando de un presente que podemos identificar fácilmen te. Ziénaga es similar a nuestras grandes ciudades y a nuestra sociedad urbana. Por supuesto, en mi novela hay elementos exagerados, como el aislamiento y la autarquía de estas enormes metrópolis, las zonas B, y la estrechez mental de la población, educada en un rígido sistema de disciplinas tecnológicas y convenciones morales. He tomado algunos aspectos de la sociedad occidental que especialmente me preocupan. Son estos: el materialismo, el individualismo extremo, la ausencia de vínculos duraderos entre las personas, la ruptura con el pasado ―con la historia, con las raíces―, la alienación respecto a la naturaleza, el adoctrinamiento a través de los medios de comunicación y la educación pública y la falta de libertad, inconsciente, bajo un sistema de poder que podríamos llamar «tiranía de seda», casi invisible, pero presente en todas partes. Podríamos resumir todo esto en una palabra: deshumanización.
Varios temas en Ciudad sin estrellas Recuerdo que, en su primera clase del curso de Utopía, en la Universidad de Lérida, Pere Gallardo nos explicó que los escritores de utopías trataban tres conflictos principales: —— el hombre frente a la naturaleza, —— una especulación sobre las consecuencias y los límites del progreso, —— el hombre frente al hombre. Mi novela contiene los tres ingredientes, en proporciones diversas. El hombre frente a la naturaleza. La naturaleza es excluida de las superpobladas zonas B, o bien está controlada artificialmente. No hay árboles, no hay agua natural, no hay animales ―las mascotas vivas son una rareza carísima. Las plantaciones están controladas y muy lejos NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 113
Por qué escribir ciencia ficción de una imagen rural e idílica. En la novela subyace una añoranza de la naturaleza y un deseo de recuperar los instintos naturales y el vínculo entre el hombre y la tierra. El progreso. Mi visión del futuro en esta novela va solo un poco más allá de nuestro mundo presente. Las zonas B son muy parecidas a las grandes metrópolis del planeta. La tecnología domina la sociedad. Internet y la vida virtual son esenciales. Pero también se da una involución: el conocimiento es muy limitado, no hay rastro de exploración espacial ni de la posibilidad de colonizar otros mundos. La vida está restringida a unas áreas muy concretas del planeta. El mundo es pequeño y cerrado, tanto como el pensamiento. La libertad es una ficción. En este sentido, hay un claro retroceso de la civilización humana. El hombre frente al hombre. Hay una rebelión contra una sociedad hedonista que fracasa a la hora de saciar las aspiraciones más profundas de algunos individuos: personas que anhelan conocer más sobre su pasado, sobre el mundo exterior, sobre sí mismos. No son felices en su paraíso artificial y su eterno presente. El ideal del Carpe diem no es suficiente. El rol político de los ciudadanos ha desaparecido. Son simples consumidores y, en cierto modo, vasallos mimados. Viven bajo una dictadura suave, que les permite un grado de confortable libertad mientras no amenace el orden público. Cada cual puede elegir qué hacer, qué comprar, cómo divertirse en su tiempo libre, pero nadie puede sobrepasar ciertos límites. Saber demasiado y sentir demasiado es peligroso. En Ciudad sin estrellas, quizás la nota distintiva sea el sentido religioso. Hay una lucha solapada entre el individuo y el sistema, entre la libertad y el poder, pero también hay una búsqueda espiritual, una busca de respuestas que ni la ciencia ni las doctrinas sociales pueden aportar. La cuestión religiosa es tan importante como la política. Aquí, entiendo por reli gión no tanto un sistema de creencias y de rituales, sino que la tomo en su sentido genuino y etimológico como un medio de re-ligare, de establecer vínculos: con la divinidad, con la naturaleza, con los demás, con uno mismo. En el mundo que describo el sentido de lo sagrado se ha perdido y, si asoma un poco, es reprimido. La religión en las zonas B se convierte en un elemento subversivo porque echa por tierra el individualismo y puede desafiar el orden social y los dogmas de esta cultura. Pero hay un hambre de lo sagrado, un hambre de infinito, como lo expreso en la novela. Perseo es el hombre desarraigado que busca estos vínculos perdidos. Su aventura es la historia de un anhelo, de una sed, la historia de un caminante solitario en una noche sin estrellas.
¿Hay algo nuevo bajo el sol? Jean Baudrillard afirma que, después de Phillip K. Dick y James Ballard, la ciencia ficción ha alcanzado su cima y no tiene nada nuevo que ofrecer. Tras explorar las consecuencias del progreso, la tecnología, la globalización, la explotación del hombre por el hombre, la manipulación de la realidad… ¿Qué más puede ofrecer la ciencia ficción a los lectores del siglo xxi? Y, más concretamente, ¿puede mi novela aportar a los lectores algo que no haya sido tratado por los autores clásicos? ¿Podemos los novelistas de ciencia ficción ofrecer algo nuevo? La respuesta no es fácil. Los temas que trato, concretamente, son universales y están presentes en muchas obras literarias. En este sentido, mi novela no es muy original. Pero creo que cada autor tiene su propia voz, su propia visión, su sensibilidad y sus circunstancias vitales propias. Y estas, aunque puedan parecer muy comunes, en cierto modo son únicas. Los escritores podemos aspirar a inquietar a nuestros lectores y hacerles pensar sobre el mundo. 114
PROSOFAGIA - NÚMERO 17 - MARZO 2013
Por qué escribir ciencia ficción
Montse de Paz (Elisabet) Licenciada en Filología Inglesa. Escritora de ensayo y ficción.
referencias bibliográficas
K. Le Guin, Ursula: The left hand of darkness, Introduction. Ace Books, N. York, 2000. Scott Card, Orson: Ender’s Game, Introduction. Tor Books, N. York, 1994.
ARTÍCULO
Kakfa emplea un poderoso símil: según él, un buen libro es aquel que penetra en nuestras mentes dormidas, un puñetazo en el cráneo, un hacha rompiendo el hielo. Creo que esta es la aspiración de muchos escritores. Al menos, aunque muy modestamente, es la mía: llegar a escribir un libro-hacha que remueva, emocione, provoque y cautive al lector, dejando una huella en su memoria.
Francescutti, Pablo: «Baudrillard, una sociología de ciencia ficción», Espéculo. Revista de estudios literarios, Universidad Complutense de Madrid. Núm. 47.
M u s e o b m w, M u n i c h ( A l e m a n i a) . Foto de José Luis Jaime Cortés NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 115
A r t íc u lo publ ic a do en P r os ofa g i a n .º 16 - s e pt iembre 2 012
Fernando Arrabal Melusina
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En casa de —— —— —— —— —— —— —— —— —— —— ——
Siete películas; más de una docena de novelas traducidas a numerosos idiomas; veinte obras de teatro que se representan continuamente por todo el mundo; multitud de ensayos (entre los que destacan los dedicados al ajedrez); cientos de poemarios; cinco libretos de ópera; docenas de libros de artista, bocetos, cuadros y dibujos; integrante del grupo surrealista de André Breton; fundador del movimiento pánico junto a Alejandro Jodorowsky y Roland Topor; colaborador de Salvador Dalí, René Magritte, Roland Topor, Enrico Baj, Antonio Saura; amigo de Andy Warhol, Tristan Tzara, François Mauriac, Arthur Miller, Milan Kundera, Samuel Beckett , Michel Houllebecq; —— perseguido y encarcelado por el gobierno franquista en 1967.
Es solo un somero resumen de la obra de este artista, genial, español e inclasificable. Podemos continuar diciendo que posee el Premio Mariano de Cavia de periodismo, el Premio Nadal 1982, el Premio Nabokov, dos Premios Nacionales de Teatro, el Gran Premio de Teatro de la Academia Francesa, el Espasa de Ensayo, el World´s Theater, el Wittgenstein y el Alessandro Manzoni de Poesía, el Premio Pasolini de cine, entre muchos otros. En 2005 el Presidente de la República Francesa le concedió la Legión de Honor. Cualquier país que hubiera alumbrado a tal personaje se sentiría orgulloso de él y de sus méritos, y le daría por lo menos un justo reconocimiento. Pero España no es así. En España, país envidioso y cicatero, al que triunfa en el mundo se le suele ignorar o ningunear, cuando no se le calumnia o se le denigra. Estamos ante un claro ejemplo de ese comportamiento típicamente hispano. Si se le pregunta al hombre de la calle por Fernando Arrabal, será raro encontrar a un ciudadano que lo conozca por sus obras. Quizás muchos lo recuerden por haber aparecido con unas copas de más en un programa de televisión. No importa que ese hecho ocurriera hace varios lustros, puesto que esas imágenes han sido repetidas hasta la saciedad, de tal manera que en la memoria colectiva se grabara bien la ecuación Arrabal = colgado o borracho. Los más jóvenes lo asociarán a ese video pretendidamente gracioso que nos muestra a un hombre desconcertado ante una presentadora oriental que NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 117
En casa de Fernando Arrabal hace mofa y escarnio de su figura. Y este hombre, que va a cumplir 80 años y que lleva más de 50 viviendo en París, no comprende ese humor vacuo e irritante, no está al corriente de esa televisión de escasa inteligencia, zafia e inculta. No se encuentra en su ambiente en un plató de televisión junto a personajes estrambóticos y mediáticos, como cuando coincidió con una recién casada duquesa de Alba que lo saludó muy afectuosamente con estas palabras: «¡Arrabal, soy una gran admiradora suya, conozco todas sus canciones...!». Pero Arrabal, a pesar de su brillante carrera y de su inmenso bagaje, está muy lejos de ser una persona seria, engolada o endiosada. Por eso pertenece al Colegio de Patafísica (o ciencia de las soluciones imaginarias) donde ostenta el título de «Trascendente Sátrapa»; lo VIDARRABAL mismo que otras personalidades como Marcel Duchamp, de Xavier Pasturel Barron Ionesco, Man Ray, Boris Vian, Dario Fo, Jean Baudrillard, Umberto Eco, Raymond Queneau, Enrico Baj, Jean Genet, Joan Miró o Jacques Prévert. Él, que ganó un concurso nacional de superdotados cuando era niño, es un hombre divertido, amable, juguetón, al que le gusta la gente y las bromas, un espíritu siempre joven, una persona asequible y acogedora. Así lo conocí en nuestro encuentro, que tuvo lugar de una manera sencilla, espontánea y azarosa. En febrero pasado, estaba yo pasando unos días en París y acudí a la première del documental Vidarrabal. Era en el cine Acattone, una de esas vetustas salas de arte y ensayo que abundan en el Barrio Latino, muy frecuentadas por los cinéfilos. La película narra la infancia del escritor, marcada para siempre por la desaparición inexplicable de su padre, militar republicano. Allí estaba el protagonista, Arrabal, acompañado de unos amigos y de su inseparable Lis (Luce Moreau, traductora de español, con la que lleva casado toda la vida). Tras el film improvisaron en el vestíbulo un aperitivo sencillo, pero abundante y casero. Allí mismo decidí abordarlo y pedirle una entrevista. Accedió amablemente, después de consultar con su agenda. Me pareció un hombre sumamente tímido, que escondía su timidez bajo una reserva educada y pudorosa. Me citó en su casa, el martes siguiente, a mediodía. Yo, que también soy tímida (curiosamente hemos nacido el mismo día del mismo mes, aunque en años distintos), acudí nerviosa y emocionada a su apartamento en uno de los distritos más burgueses de París. Mentalmente me iba preparando las preguntas pertinentes para lo que creía que sería una entrevista convencional. Pero no estaba preparada para la sorpresa que encontraría al traspasar el umbral de su puerta. Entrar en ese piso fue como entrar en un museo mágico: bohemio, surrealista, onírico, atestado de cuadros y objetos, de esculturas y muñecos, de sombreros y juguetes. Por lo demás no estaba sola, sino que al menos veinte personas rodeaban al dueño, que desde su mesa oficiaba de maestro de ceremonias: «Atenttion. Tout le monde doit porter des lunettes», estaba diciendo en ese momento, mostrando una caja llena de gafas de sol donde había variedad para escoger. «Y todos llevaremos un arma en la mano.» Las encontramos en otra caja rebosante de pistolas, metralletas y fusiles de plástico. Con esa guisa, rodeando al patriarca, nos hicieron una foto que colgaría luego en su blog, y que serviría para el affiche de una obra de teatro que se representaba en esos días. Entre los invitados se contaban actores y gente de teatro, pero también artistas plásticos, fotógrafos, cantantes, estudiantes y jóvenes que Arrabal acoge en sus reuniones con los brazos abiertos. Un ambiente que evocaba 118
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En casa de Fernando Arrabal
ARTÍCULO
la vanguardia histórica y que explica la efervescencia artística de esa ciudad. Un ambiente cosmopolita donde se mezclan lenguas y nacionalidades, como puede ocurrir fácilmente aún hoy en París. Tras la performance fotográfica, la reunión siguió alegremente durante varias horas; horas que pasaron veloces escuchando la charla entretenida del maestro, que iba pasando de un Grupo Pánico (Alejandro Jodorowsky, tema a otro y contando miles de vivencias y Jacques Sternberg, Fedorov, Fernando anécdotas imposibles de resumir aquí. Así pues, Arrabal, Roland Topor, Lis y Toyen). no hubo entrevista ni notas, me dejé llevar por la magia y confié solo en la memoria. Mientras, comimos, bebimos, cantamos, reímos y a veces nos emocionamos. Arrabal nos hizo brindar especialmente por estar en Martes de Carnaval. Luce, a la que él llama todavía «mi novia», con su presencia afable y despistada, provee la mesa de copas, botellas y bandejas. Me explicó que no estaba por complicarse la vida en la cocina, y que suele improvisar ofreciendo cosas que les envían de los más remotos lugares, como esos dulces llegados desde Rute, un pueblo de Córdoba donde editan una excelente revista. Pues la pareja viaja incansablemente y acude allí donde se solicita su presencia. Se los puede encontrar presentando un film en Quebec o en San Francisco, o acudiendo a un homenaje en Portugal. Lo mismo en Brasil que en Copenhague, en Roma, Valencia, Bilbao, Ciudad Rodrigo o en un centro cultural de Villanueva de los Infantes. Realmente Arrabal se hace querer. Es un hombre de una simpatía arrolladora, y sobre todo humilde. Cuando se le pregunta por el secreto de su éxito, por su habilidad para conectar con intelectuales y artistas en todas las épocas, replica que no sabe por qué pero así ha ocurrido; simplemente ha tenido la gran suerte de entablar amistad con todos. Incluso con personalidades difíciles y reservadas que rehuían el trato con los demás y con el público, como por ejemplo Beckett, Kundera o Houllebecq. En el transcurso de la reunión, Arrabal recuerda varias veces a su amigo Topor, el genial dibujante con quien creó el Grupo Pánico, fallecido en 1997. Se refiere a él como «el hombre más inteligente que he conocido», añadiendo que no pasa un día en que no eche de menos su presencia. Una joven chilena desea obsequiarnos con unos tangos, interpretados con mucho sen timiento. Arrabal ama el arte popular y comienza a perorar sobre las letras de algunas canciones, que encuentra estúpidas pero deliciosas. Recuerda una de sus películas favoritas, Escuela de sirenas, donde aparece como figurante Fidel Castro, que en esa época (1944) al parecer quería triunfar en Hollywood. Arrabal cuenta que adora el comienzo del film, con la orquesta de Xavier Cugat y el barítono colombiano Carlos Julio Ramírez cantando Muñequita linda. Algunos conocemos la canción y lo acompañamos, mientras él va riendo y traduciendo al francés las insen satas estrofas: «muñequita linda, de cabellos de oro, de dientes de perlas, labios de rubí…». Finalmente y con gran pesar, llega el momento de poner punto final a la reunión y dejar al escritor con sus muchas ocupaciones. Antes de marcharme le entrego unos ejemplares de Tocino y Velocidad, una revista casera que podría calificarse como patafísica. Lo agradece como si realmente fuera algo muy valioso. Un par de meses después, recibo en Barcelona una postal suya con una poesía impresa. De su puño y letra escribe la dirección añadiendo: «¿Hasta pronto? Ojalá…». No ocurre todos los días encontrar a una figura de primerísima fila que tenga esa delicadeza, esos detalles hacia una completa desconocida que apareció un día por su casa. Al contrario, lo normal es encontrarse con mediocres y arribistas cuyo ego se les sube a la cabeza y
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En casa de Fernando Arrabal ni se dignan bajar un segundo de su torre de marfil, si no hay intereses por medio. Es por ello que me indigna más el trato que la Madre Patria y sus hijos, tan modernos, están dando a una persona que jamás renegó de sus orígenes ni renunció a sentirse español. Ya solo me queda aconsejar a los que aún no lo conozcan que descubran la obra de este escritor. Tienen donde elegir. En el primer enlace pueden encontrar imágenes, textos y noticias, y en el segundo, una bibliografía bastante completa: La règle du jeu: «Deux interviews pataphysiques… autre arrabalesque… » Lecturalia: Fernando Arrabal (Biografía)
Melusina
Melusina Reside actualmente en Sevilla, después de haber vivido varios años en París, y largos periodos en Bélgica, Italia y Barcelona. Estudió Filosofía y Pedagogía, pero abandonó la universidad para dedicarse a las artes plásticas. Después de realizar varias exposiciones de pintura, probó también el mundo del cómic, la ilustración, la fotografía y el diseño, colaborando con algunas revistas. Mientras tanto se iba ganando la vida como secretaria, bibliotecaria y traductora, y leía compulsivamente. La vocación literaria le llegó bastante tarde y sin previo aviso. Empezó escribiendo varios poemarios y siguió después con dos e incluso tres novelas, inéditas hasta ahora: La secretaria del escritor (novela erótica), La niña astróloga (literatura fantástica) y El destino de Natacha (autoficción delirante). Ha editado el fanzine neo-dadaísta Tocino y Velocidad, y mantiene un blog llamado El Cielo Virtual. 120
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Anochecer en Oliva ( Va le nc i a) E s p a ñ a . Foto de José Luis Jaime Cortés
En casa de Fernando Arrabal Fando y Lis
ARTÍCULO
Tar existe aún si sabes buscarla, la encontrarás y cuando llegues a Tar, la gente te traerá vino y podrás jugar con una caja de música de manivela. Cuando llegues a Tar recogerás el escorpión que se oculta bajo la piedra blanca. Cuando llegues a Tar conocerás la eternidad y verás el pájaro que cada cien años bebe una gota de agua del océano. Cuando llegues a Tar comprenderás la vida y serás gato y fénix y cisne y elefante y niño y anciano y estarás aquí y allá y estarás solo y acompañado y amarás y serás amado. Cuando llegues a Tar poseerás el sello de los sellos y a medida que caes hacia el porvenir sentirás que el éxtasis te posee para ya no dejarte más. Cuando llegues a Tar conocerás el amor y te pasearás a caballo con un halcón sobre el hombro. Cuando llegues a Tar nunca más caerá la nieve sobre la calle y no morirás solo. Cuando llegues a Tar tendrás una corona de oro líquido en la frente y poseerás la llave de todos los laberintos. Clítoris (Con toda inocencia) Monte Carmelo, 2007 Ventana de la mar para la tempestad y sus olas Sol de la almendra para el dardo y sus trompetas Luna del crepúsculo para lo lascivo y sus caprichos Carne del impudor para el deseo y sus tumultos Concubina del pubis para el macho y sus males Pimentero de la fusión para la alcoba y sus tigresas Armonía de la verticalidad para el carnívoro y sus chupetones Estampilla de lefa para el creador y sus alucinaciones Joya del orgasmo para flauta y sus dedos Pleno de existencia para la intimidad y sus ritos Taller del amor para el martirio y sus brasas Corazón del espasmo para la eyaculación y la lamida Flor del furor para el sádico y sus mordiscos Molino de delicias para la pistola y sus tiros Margarita de Eros para el libidinoso y sus fervores Nicho de enigma para la penetración y sus rayos Ciprina de adoración para el tallo y sus carnavales Botón de ligue para el príapo y sus caprichos Rosa de besos para el adorador y sus puros Calibistri de locura para el bullicio y sus dilecciones Concha de seducción para lo precioso y sus himeneos Escudo de delirio para el ruiseñor y sus caprichos. Copete de ardor para la fantasía y sus nudos Mandolina de calor para la flecha y sus intrigas Fresa de diluvio para el delirium y sus tremens Nido de culto para el marqués y sus ataduras Cajón de erección para el clavicordio y sus pasiones Mechón de embrujo para la daga y sus toques Tesoro de fiebre para el falo y sus quemaduras Cetro de la llama para la ceremonia y sus frenesíes.
Fernando Arrabal
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Cr贸n ic a publ ic a d a en Pr osofa g ia n .潞 15 a br i l 2012
Mariano Mandil (Randal)
Nagakort, Nepal Foto de Mariano Mandil
CRÓNICA ARTÍCULO
Crónicas m í n i m a s Nagarkot, Nepal (2009). La excur sión tenía como destino un viejo t emplo. El guía subía y bajaba las montañas explicándonos los detalles de los cultivos, papa en la mayoría de los casos, nos enumeraba los nombres de los pueblos, y hablaba de su religión: hinduismo. Esa mañana habíamos v isto aparecer el sol por detrás de los H imalayas. Un pico muy chico, lejano, era el monte Everest. Costaba hablar por la altura, con lo cual nos limitamos a escuchar. Para preguntar, o pedir que repitiese algo que el inglés trabado no nos dejaba entender, debíamos detenernos. Cuando el guía comenzaba la respuesta los tres retomábamos la marcha. En una bajada, vimos venir a una mujer muy anciana. Aparentaba unos ochenta años, aunque en Nepal las edades suelen ser una ilusión y se confunden. Llevaba a sus espaldas una enorme bolsa de arpillera repleta que la doblaba en tamaño. Muy encorvada avanzaba por el sendero hacia nuestro encuentro. Por su postura, de cara al piso, recién nos vio cuando nos
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Crónicas mínimas
Nagarkot, Nepal c orrimos para darle paso. Se detuvo. El guía y ella cruzaron unas palabras en nepalí, rió y mostró unos pocos dientes. Me dirigió unas palabras. El guía intercedió, respondió y luego comentó que ella quería un cigarrillo. La convidé. Pidió fuego. Le acerqué la llama de mi encendedor, y al tener su cara c erca, sus arrugas se intensificaron. Fumó en silencio, salvo algún comentario al guía. Los cuatro quedamos suspendidos en el camino, junto a una ladera lista para otra cosecha como lo venía haciendo por miles de años. Finalizado el cigarrillo dijo algo corto y suave al guía. Y en unos movimientos ágiles volvió a cargar la bolsa a sus espaldas para continuar. Unos pasos más abajo giré para observarla, pero la anciana ya había desaparecido en una curva.
Makesh, Mariano y el padre de Makesh
Varanasi, India (2009). Comencé las clases de tabla siguiendo unos carteles que decían Saaz Music C enter. Cerca de Assi Ghat. Mi profesor, Makesh, tenía veintiséis años. Me costó entablar una relación con él. De hecho no lo logré. Siempre mantuvo distancia. Igualmente tuvimos unas cuantas charlas. D urante 124
PROSOFAGIA - NÚMERO 17 - MARZO 2013
la única clase que presenció mi n ovia él estuvo incómodo. Nos atendió muy bien y nos convidó el chai de rigor, pero evité hacerlo p asar por la misma situación otra vez. En las siguientes clases se refirió a ella como your wife y nunca le dije la verdad. Inventé que estábamos en nuestra luna de miel para despejar sus sospechas. Un día me animé y pregunté cuándo se casaría. Respondió que su padre ya estaba ocupándose del tema. Cuando insinué si no le gustaba ninguna compañera de la facultad (estudiaba p eriodismo) hizo como si no entendiera. Se escudó en esas confusiones que teníamos a diario por mi falta de un nivel de inglés más avanzado y por su pronunciación tan característica. Pensé en mis salidas a dolescentes, con el
Crónicas mínimas
CRÓNICA ARTÍCULO
Varanasi, India
único objetivo de encontrar una noviecita aunque fuera por esa noche. En mi primer beso. Mi primera desilusión. La primera ruptura dolorosa. Los sábados a la noche de Makesh distaban más de los que habían sido los míos a su edad que los kilómetros que separaban nuestros países. En la última clase me habló de su hermano muerto. Había sido un gran maestro de tabla en Varanasi y él seguía con la escuela en su honor. Ese día nos sacamos una foto, justo entraba su padre a la casa y salió en el fondo de la imagen mirando a cámara.
Río Ganges, Varanasi, India Fotos de Mariano Mandil NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 125
Crónicas mínimas
Chaltén, Argentina (2010). En el cruce de la Ruta 40, para entrar al camino que termina en el pueblo de montaña, levantamos a una pareja, muy joven, que hacía dedo. Él llevaba la mochila que contenía las pertenencias de ambos. Su tamaño y soledad no dejaban dudas. Subieron a la caja descubierta de la camioneta y se abrigaron ante mis advertencias. Frenamos unos kilómetros más adelante para sacar fotos del Fitz Roy y del g laciar V iedma. Ellos nos imitaron e intercambiamos unas palabras. Eran nosotros quince años atrás. Él sacó más fotos del glaciar y su blancura imposible. Yo, del pico vertical que tentaba a los escaladores de todo el mundo por su dificultad. Nuestras novias se convidaron mate. En el pueblo los volvimos a cruzar varias veces. Nos saludamos siempre, por más que fuera la segunda o tercera vez que nos veíamos en el día. Una vez los cruzamos en P oicenot. Yo había tenido una mala noche en la carpa. Había nevado, y el dolor por mi desgarro abdominal se intensificó con el frío. Ellos venían de subir el mirador del cerro Torre y pensaban subir de un tirón a la Laguna de los Tres. Era una pequeña proeza accesible. Hablamos un rato los cuatro y no nos vimos más.
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En la Laguna de los Tres, Chaltén, Argentina
Crónicas mínimas
CRÓNICA ARTÍCULO Chaltén, Argentina Fotos de Mariano Mandil
Mariano Mandil (Randal)
Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1974. Estudió Sociología y Administración de empresas, es músico y escritor. Trabaja en publicidad, actividad en la que ganó premios nacionales e internacionales. Acaba de terminar en Casa de Letras el Programa de Formación Narrativa y actualmente es parte del taller literario de Alejandra Laurencich. Los lados B de sus escritos caen en su blog: payasosblancos.blogspot.com. Los lados A siguen en cautiverio personal. NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 127
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a Esto es un reto: me gustaría llegar a hacer buenas fotos de músicos sobre el escenario y captar el ambiente de un concierto de rock, de heavy metal, de goth... No me gustan los posados salvo que estén planteados desde un ángulo ar tístico y rompedor... Admiro el trabajo de grandes fotógrafos como Bob Carlos Clarcke, Mapplethorpe, Joanne Leonard... En España me cautiva el trabajo de Mara Hernández por su habilidad para personi ficar esterotipos de fantasía y de terror. Pero mi referente, por ser él mismo un aficionado, es Nikki Six, el bajista de Mötley Crüe cuyas fotos me inquietan y me emocionan a la vez. Me encanta la fotografía en blanco y negro, extremar los colores y fusionar imágenes en co llages temáticos. Puesto que soy una afi cionada sin méritos no p uedo alegar nada más que el entusiasmo que me anima y el placer que me proporciona alinear mente, ojo y corazón en el visor de mi Nikon.
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La fotografía me da las herramientas para hacerlo: una cámara para captar la escena y la fotoedición para alterar el resultado. Soy una principiante aunque en mi fuero interno sé que llevo la semilla de un talento que desearía explotar... Por ahora solo quiero aprender, expe rimentar y dar rienda suelta a mi creatividad. Realicé un curso con el fotógrafo Rafa Ariño, a partir del cual cambié mi compacta digital por una réflex. Para mí la fotografia es más que plasmar la realidad. Sirve para comunicar y revelar algo sobre mi misma, mis estados anímicos, mis aristas y mis fantasías. A veces también el paisaje cuenta una histo ria oculta que solo me revela cuando lo transformo. Desde muy joven usé cámaras de fotos en mis viajes, excursiones, salidas... Eran recuerdos, pero desde hace un tiempo es la fotografía el motivo por el que explo ro nuevos espacios. Me gustan los lugares sórdidos y decadentes, edifi cios abandonados, paisajes tétricos y melancólicos... Cementerios anti guos, castillos, casonas, ruinas...Me gustaría fotografiar a personas con looks alternativos, con una estética y una pose vital anticonvencional.
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Mis aficiones se han centrado casi siempre en la música, literatura, cine y fotografía. Mi afición por esta última surge de un modo espon táneo ante el hecho de que «me gusta observar la realidad y cambiarla, transfor marla y transgredirla».
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Nací en Santa Cruz de Tenerife en 1963. Estudié Psicología en la Universidad de La Laguna y me he especializado en atención a la discapacidad. He trabajado en la once en Canarias, Madrid y Cataluña.
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Mayca Cruz Pedraza (Mycure11)
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Abajo, Baronía St. Öisme, Lérida, España
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La tumba del ángel (Cementerio de Lérida), España
Árbol-hombre
Fotogra fía s publicada en Prosofagia n.º 16 - septiembre 2012
Poesías y Cuentos
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a i g Daniel Seller Suárez Alicantino de nacimiento (Aspe) y cántabro de adopción (Solares). Allá por el 65 nací, muy cercano al mes de las flores. Estudié la licen ciatura de Farmacia en la ilustre ciudad de Salamanca, donde conocí a mi mujer, de Santander, claro. Por eso me cambié de mar, del calmo y caldo Mediterráneo de Serrat, al bravo y noble Cantábrico, que quizás me enseñe algún día una forma de ser. Y siempre cerca del mar...
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C r uce de c a m i no s
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Foto s publ ic ad a s e n P r o s of ag ia n . o 15 , abr i l 2 0 1 2
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Disfrutar el momento (que viene del tema Tomorrow never knows, de The Beatles), el segundo, y mantenerlo grabado así en una memoria, en otra que quizás no sea la mía propia. Por eso tengo una indiscutible aliada, la foto grafía. Es un instinto de supervivencia: tengo poca memoria.
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Disfrutar el momento es mi lema.
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r o g L a Tor r e E i f f e l, P a r í s (Fr a nc i a)
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La música es otra de mis aficiones y le pongo música a todo lo que hago. Toco varios instrumentos. He llegado a componer algo, nada serio, pero que cuando éramos más jóvenes nos ayudaba a hacer amigos.
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Solo he publicado en Prosofagia, soy amateur, no me veo como profesional. Improviso lo que veo, capto lo que no quiero olvidar, lo que quisiera trans mitir a los demás, imagino... Dentro de esto me da igual si es un árbol, un co che, un edificio o unas moscas copulando. Todo ello sin retoques, al natural, a pelo. Muy sencillo y muy práctico. Cuando voy de viaje, mi familia no me deja in terrumpir su placentero paseo con inter minables paradas. Así que no tengo otro remedio que ser eficaz. Me arreglo con una cámara digital compacta que ayer era de última generación y que mañana esta rá pasada de moda. Atención... Vivir el momento, ¿recordáis?, que mañana nunca se sabe.
Julio Maruri «La canción que va más allá» «Estar aquí» Son dos de los poemas que escribió Julio Maruri durante su retiro espiritual en el Desierto de Rigada (Cantabria) en 1959 (publicados en Algo que canta sin mí [Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes. Patronato Municipal de Servicios u. p.], 1993), y de los que hoy mostramos aquí, en primicia, su concepción original, gracias a la generosidad del poeta. Pertenecen a una colección particular sobre el artista.
Julio Maruri, poeta y pintor cántabro. Nació en Santander en 1920.
Para saber más de su vida y obra se pueden consultar: Prosofagia N.º 1 y la vídeo-entrevista realizada para ese mismo número y publicada en nuestra web.
Po em a s publ ic a do s en P r os ofa g i a n .º 14 - d ic iembre 2 011
POESÍA
Su largo periplo en el arte, pinturas y poemas, comienza en 1940 cuando escribe sus primeros versos, y en 1943 cuando conoce a Vicente Aleixandre e inicia, en 1944, su entrañable amistad con José Hierro. También en ese año publica en la revista Espadaña y forma parte de Proel. En los años siguientes llegarán Las aves y los niños (1945) y Obra poética (1957) (Pablo Beltrán de Heredia [ed.]), obtiene el accésit del Premio Adonais por su libro Los años (1947), expone (Saloncillo Alerta, con la presentación de Pancho Cossío), colabora en La Primera Semana de Altamira y en La Segunda Semana de Altamira, ingresa en el Carmelo Reformado (1951), participa en actividades culturales subversivas en Bilbao. Blas de Otero, Agustín Ibarrola, Alberto Sartoris, Ángel Ferrant, José Llorens Artigas, Willi Baumeister, Eduardo Westherdal... son algunas de las amistades que entabla durante ese tiempo. En 1958 recibe el Premio Nacional de Literatura.
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Julio Maruri
Estar aquí
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Julio Maruri
La canción que va más allá
POESÍA NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 133
Birmania. Foto de Manel Llopart Roviró
Delia Aguiar Nacida en Portugalete (Vizcaya) en 1973, aunque siempre ha vivido en Madrid. Licenciada en Filosofía por la uned. Actualmente trabaja en la tesis doctoral Sobre el concepto de verdad en Unamuno. Ha escrito los siguientes poemarios: Memorial de agravios y Auge del rodeo. Premio Antonio Villalba 2007, Premio El Planeta de los Libros 2007, Mención Especial en el II Premio de ensayo filosófico-literario María Zambrano, organizado por la ucm, 2012, entre otros. http://diariodeunafilosofaenparo.blogspot.com
oem a íntimo en defensa del contacto Visual Mujeres, vigilad que vuestros hombres os miren a los ojos cuando estéis bajo las sábanas, en el momento justo de unir vuestros cuerpos y también antes, en los comprometedores besos, hasta que la claridad se difumine en un horizonte mutuo. Los párpados bajados mostrarían puro medio, placer superfluo, vacío insincero. La esencia verdadera y el universo del alma sólo se encuentra en las pupilas, y su destino es permanecer en un diálogo constante. Apartad de un manotazo al que no lo haga, y no le expliquéis la causa, porque no la merece. Debe nacerse con ciertos saberes y, si no, escucharlos del cielo, de los espejos que nos muestran la humildad de lo que somos, y de la madre tierra que nos arrancará los ojos y la capacidad de amar. (En la muerte no se ama porque la mirada se pierde). Pero tú, querido lector, aún estás salvado, aún se te concede un respeto y un beneficio de duda. Quizá te temblaba tanto el alma que te derretías en lágrimas, y un modestísimo pudor te secuestraba; por eso permanecías escondido. Si aún no has renunciado a disfrutar de la vida por una causa mayor —pues la extrema sensibilidad huye con frecuencia del mundo—, entonces puedes aprenderlo. Yo estaré contenta de imaginarte, desde aquí, enderezando las riendas de un enfoque extraviado, retrocediendo entre túneles oscuros hasta el único posible, y arrojando el destello de tu luz sobre su luz.
Delia Aguiar
POESÍA
No se trata de una simple cuestión técnica, sino de sembrar una semilla; porque en los cuartos pequeños, allí donde los amantes se miran y se hablan sin voz, crecen las pequeñas verdades de las que el mundo se alimenta, y de las que tanto carece.
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El Astillero, Cantabria (España). Foto de pepsi
Edwin E. Figueroa-Acevedo Joven nacido en 1990 y radicado en Aguada, Puerto Rico. Es poeta, cuentista, microrrelatista y cuentista infantil. Además, en menor grado es fotógrafo, vitralista, pintor y dibujante aficionado. O sea, un explotador de las artes. Estudia un Bachillerato en Estudios Hispánicos en la Universidad de Puerto Rico, Recinto Universitario de Mayagüez. No ha publicado libros pero sí se ha dado a conocer con sus escritos en revistas electrónicas y blogs como Colectivo Literario Ó (2012), El vicio del tintero (2011) y El escritor errante (2010) y en revistas impresas como [Id]entidad; An Collaborative Non-fiction Journal (2012) y en la Revista Cultural y Literaria El Relicario (2011).
eometría corpórea
¿Y si mi boca trazara la ovalidad de tus labios brutos bajara a tu recto cuello hipersensible bifurcara en tus montañas terrosas? ¿Y si mis dedos torpes marcaran el camino entrecortado y con cierta inocencia zigzaguearan en tu planicie verdosa hasta labrar la circularidad de tu ombligo? ¿Y si mi boca y mis dedos se cansaran de formularse? Entonces mi tangente lengua embravecida tu infinita triangularidad invertida encrespe.
POESÍA
Edwin E. Figueroa-Acevedo
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Urraca. Foto de José Luis Jaime Cortés
Azucena Izquierdo (Barcelona, 1973.) Desde hace once años vivo en Badalona, ciudad que me ha acogido y ve crecer a mi familia. Formo parte, como coordinadora, del colectivo Les Anastàsies. Siempre he disfrutado de la literatura, y la poesía es mi «válvula de escape».
esamparo
Esos olivos, ahora míos, nuestros, fueron tuyos, suyos, de nadie. Esos olivos que te acogieron, te acompañaron y te cedieron su lecho, hoy me ofrecen tu dormir eterno. Sin aguantar la madrugada, escapaste. Qué liberación para ese cuerpo hundido, cuánto esfuerzo al final del camino. Tú, la incansable, la dócil, la eterna sonrisa de brazos abiertos, la hija, la hermana, la esposa, la madre, la abuela … la fértil Deméter.
Azucena Izquierdo
POESÍA NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 139
Niña en la playa. Foto de Daniel Seller Suárez
Dolors Arró Nací en Valencia, donde he vivido veinticuatro años y realicé mis estudios. Ahora vivo en Badalona. Siempre me ha gustado la literatura y cursé dos años de escritura creativa, tanto poesía como narrativa. Soy asidua a los grupos de lectura.
y niña
Noches de cálida luna, cuando vagas por la playa con tu ondulante cuerpo, compitiendo con las olas, que temerosas te besan en su lamento. La luna se enreda en los rizos de azabache de tu pelo. Si tu mirada de miel se posara en mis ojos, me endulzara los sentidos, me embriagara los sesos y mis labios esperaran la rosa de dulces besos… Yo quisiera adormecerme entre tus turgentes senos. ¡Ay caracolas al viento! Mis manos en cimbreante cintura, recorriendo temblorosas los caminos de tu cuerpo, la luna envidiosa de ver como yo te quiero. Ay niña, ¡te estoy queriendo! entre olas temerosas y caracolas al viento.
POESÍA
Dolors Arró
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Dubrovnik (Croacia). Foto de José Manuel Solana
Rui Caverta Ha publicado en diversas revistas y antologías electrónicas e impresas de distintos países como Chile, Colombia, México y España: Agitadores, Bolsa de Pipas, Cuadrivio, Katharsis, Babab y otras. Publicó el libro Picodicciones en 2012.
alería nocturna
En las cortinas de la plaza, Pegaron miles de fotos del día a día. Mi madre y tíos, Que crecieron en la aguilita, Corren como niños, Tomando fotos, Y contando historias De un niño al que lo descarnó Un caldo de pollo. Allá están en la cortina. Esperan verse en algunas impresiones. Estoy yo, Niño, adulto y anciano Sin reconocerme. En este lugar, Donde ellos se criaron. Espero recordar las fotos Sería Al fin Algo mío, En esta galería nocturna.
POESÍA
Rui Caverta
NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 143
la bodeguita del medio, La Habana (Cuba). Foto de José Manuel Solana
Janet Guerra Nací en La Habana y vivo en un pueblo de Barcelona desde hace ya unos cuantos años, tantos que he dejado de contarlos. Me gusta jugar con las palabras, juntarlas y hacer que la combinación estalle. No siempre lo consigo, pero sigo intentándolo.
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abana en celo
Tras el muro del Malecón, el amor preso, remangado y urgente, constitutivo de delito. Escándalo unísono de La Habana en celo. Vuelan raudas las piernas bajo las estrellas, las manos curiosas, los labios ubicuos… Orgasmo sincronizado de todos los cuerpos que bajan al muro a descargar pasiones. El mar viene a lamer la roca mansa y encuentra el sexo abierto a la caricia, el roce pulverizado de la espuma contra la carne ardiente. Espectáculo de oleaje humano desbordándose por el mismo borde de la isla. Las luces de la noche precipitan sobre la bahía como la nieve en las ciudades más frías del norte, copitos de luces sobre el Caribe, caribeleando sobre el agua, encendidos: besos que caen al mar para apagarse.
qué grato encierro el de ese abrazo tórrido y furtivo.
Janet Guerra
POESÍA
El muro Malecón y la ciudad desnuda,
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La tumba del ángel, Cementerio de Lérida (España). Foto de Mayca Cruz Pedraza (Mycure11)
(Vanessa Navarro Reverte) Madelyne Blue (Cartagena, España, 1979), es licenciada en Filología Inglesa y se dedica a la docencia. Además estudia Psicología y Community Management. En 2002 fue seleccionada para una exposición de Poesía Joven. En 2003 ganó el Certamen de Loas Antonio Oliver Belmás y en 2004 ganó el accésit en el Certamen Pro-Mujer de Cartagena. Ha publicado en distintas revistas de creación literaria y en los Cuadernos de Profesores Poetas (vii, vii y viii). Como prosista ha colaborado en la Antología de Relatos Prosadictos y en diversos blogs. Blog : http://www.vainillayangora.blogspot.com
a noche antes
Cada noche mis gusanos reclaman su nueva cena y bailan enloquecidos hasta el frío amanecer. Al desangrarse la luna y apagarse las estrellas y explotar el sol voraz en incendios de colores, los gusanos gritan «¡Guerra!». Ejército blanco manchado se arrastra por las trincheras enlodadas de mi tierra. Mortajas de lino sucio me regalarán mis tenias a cambio de tumbas llenas y de la sangre más fresca. Entre cánticos marciales y chillidos de mis tenias, mi alma susurra «¡Vete! Escapa mientras aún puedas».
POESÍA
Vanessa Navarro Reverte (Madelyne Blue)
NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 147
Foto de JosĂŠ Manuel Solana
Edgardo BenĂtez es integrante del Colectivo Literario La Tribu 11.
équiem por una cigarr a. ien años Quiero vivir en ti, tres días, tres días nada más. El primer día que sea para salvar la noche y dejar en ti mi rastro genético, como lo deja la célula en las nuevas generaciones. El tiempo graba en mármol su poesía. En el día segundo, tras descansar, saldré al campo. Como un niño viajaré en un apasionante carrusel sin fin, luego volveré a tu remanso. Y en el tercer día, invocaré a la reina de todas las necesidades: la muerte, es un principio del cual debo aprender, una cita con el destino: resucitar. Como si hubiese vivido cien años, sin faltar a la verdad.
POESÍA
Edgardo Benítez
NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 149
Niña al piano. Foto de Daniel Seller Suárez
Daniel A. Franco Es uno de los escasos seiscientos y pico intérpretes médicos profesionales con certificación a nivel nacional (del inglés al español); labora en uno de los mayores hospitales pediátricos en los ee. uu.; reside en Dallas-Ft. Worth; está casado y tiene hijos; a veces escribe. Su sitio web de autor se encuentra en http://proseoplasia.wix.com/levedesliz
a niña en la oscuridad Para Zyanya
CUENTO
asaba las noches a solas, a oscuras, entre puertas y ventanas clausuradas por barrotes y tablones, sin entender por qué. Una procesión eterna de desconocidos la cuidaban. Han de haberla alimentado porque nunca se sentía hambrienta, aunque no recordara la última cena. Han de haberla acicalado porque nunca vestía harapos, pero no recordaba haberse bañado o vestido. Han de haberla cuidado bien, pero por más que tratara no podía recordar una sola instancia de haber compartido algo con alguien. Intuía que les repugnaba. Sentía que le temían. La detestaban y aun así la mantenían inmaculada, mas sola. Nunca había una palabra amable, ni un momento de cordialidad ni siquiera de bondad. Y no podía recordar si había pasado una noche o toda una semana o hasta un mes. Y estaba sola, siempre. ¿Qué había hecho? ¿Quiénes la guardaban? ¿Por qué proveían todo pero sin compartir nada? Se imaginó a sí misma la peor persona en el mundo para merecer semejante aislamiento. Pero se sublevaba contra la idea, intuyendo en su corazón que ella era simplemente ella, una niña de corta edad y sola. Y rechazada sin motivo alguno. Esa misma noche la memoria de un padre y una madre y unos hermanos le sobrevino, y la punzada de ese afán fue mayor que los océanos, más amarga que su soledad, y buscó el escape. Pero su habitación cerrada era poderosa, y aun cuando trató de arrancar los barrotes y aflojar los tablones, no había nada en la habitación que pudiera servir de herramienta. Se sorprendió al darse cuenta por vez primera esa noche (¿esa semana, ese mes, ese año?) que había blandas cobijas y nada más. Sorprendida quedó de encontrar sus esfuerzos por escapar reparados y reforzados. ¿No había zafado un tablón hace un momento? ¿No apenas había doblado un poco uno de los barrotes? Tal vez fue la noche pasada. O la anterior. No podía recordarlo. En lugar de intentarlo de nuevo, se esforzó en arañar los tablones del piso de poco en poco alrededor de los clavos que los fijaban. Después de una noche o de una semana o de un mes pudo extraer varios clavos, y volvió a colocarlos en su lugar, pero aflojados. Y después del tiempo que hubiera pasado para lograrlo, por fin pudo retirar la mitad del piso y reptar hacia la libertad. Vagó sin reconocer ningún sitio. No había luna; solo había extrañas estrellas. Pero al fin los pies errantes la acarrearon a un parque que le resultaba familiar. Recordó una casa en la cercanía, donde una madre y un padre y unos hermanos deberían estar esperándola. Los imaginó abatidos y con lágrimas en el rostro por no saber dónde estaría. Cuando por fin recordó cuál casa al borde del parque fue su hogar, el Sol asomó sobre la línea marcada por los techos, inundando al mundo con su roja magnificencia. Lloró. La niña cautiva de la oscuridad estalló en llamas.
Daniel A. Franco NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 151
Foto de pepsi
nos pantalones vaqueros
CUENTO
nos pantalones vaqueros Lee, un tanto gastados y sucios, con algunas llamativas manchas de grasa en la pernera derecha y los bajos deshilachados. Llegamos a la conclusión de que había un portal dimensional en los bolsillos de aquel pantalón. Me explico. Uno introducía, pongamos por ejemplo, un juego de llaves y se olvidaba de ellas durante un buen rato. Más tarde, al meter la mano en el bolsillo para recogerlas y abrir alguna puerta, descubría que las llaves sencillamente no se encontraban allí. Podíamos perder el tiempo que quisiéramos revolviendo y dando la vuelta al forro de tela, quitándonos los pantalones y recorriendo cada uno de sus diminutos orificios. Simplemente no las encontraríamos. Algo más tarde, superada la dificultad —previa llamada al compañero de piso o al amable vecino que guardaba un juego alternativo—, nos sentábamos frente al televisor a ver alguno de esos programas infectos de media tarde, cuando al volver a introducir las manos en los bolsillos sin ninguna intención en particular descubríamos que —¡oh, sorpresa!— allí estaban perfectamente intactas las llaves. Imaginamos al juego de llaves viajando en el tiempo y el espacio a algún paisaje alienígena de lunas rosadas con criaturas de muchos tentáculos y ojos amarillentos a su alrededor, para después, saciada su sed de conocimiento, regresar al confortable fondo del bolsillo. El afán juguetón de aquellos pantalones llevaba a cambiar los objetos de sitio, como cuando me encontraba la cartera en el bolsillo izquierdo aunque juraría haberla metido en el derecho, o como cuando una moneda de cinco céntimos caía inadvertida hasta el suelo, pese a que no hubiera agujero alguno por el que pudiera salir. Sentíamos simpatía por esos pantalones traviesos, y es por ello que nos entristecimos al perderlos hace ya algunos meses. Registramos cada habitación de la casa, detrás de los muebles o en los más retorcidos rincones, pero los pantalones habían desaparecido para siempre. Imaginamos que aquel portal dimensional finalmente se tragó los pantalones, y ahora puede que alguna criatura de barrocos apéndices los lleve puestos en algún mundo extraño de una dimensión paralela.
Pablo Martínez (Depresiv)
NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 153
Foto de José Manuel Solana
Beatriz Alonso Aranzábal (Madrid, 1963), es psicóloga, guionista y escritora. Ha publicado microrrelatos en las tres antologías que Alfaguara ha editado de Relatos en Cadena. Es una de las autoras incluida en Mar de pirañas. Nuevas voces del microrrelato español (Editorial Menosuarto, 2012). Ha dirigido varios cortometrajes y es la creadora de la web Cartas Sin Sellos. http://www.cartas-sin-sellos.com/bienvenidaB.htm
l bedel
l ligero mohín de sus labios es la señal de que ha terminado de leer. Y Manuel tiembla. Sabe que ha llegado el momento. Que tomará su pluma estilográfica y estampará su firma. Que después esa boca sonreirá. Que habrá quienes la seguirán viendo guapa, y la aplaudirán. Pero sus trazos sobre papel, en vez de construir, van borrando esfuerzos colectivos, desmontando vidas. Si pudiera, Manuel rompería el documento en mil pedazos, pero tiene una familia que mantener. Él solo tiene que llevarlo de un despacho a otro. Desde el ventanal observa la mañana gris, sabiendo que esa pertinaz llovizna mojará más que un diluvio rápido y pasajero.
CUENTO
Beatriz Alonso Aranzábal
NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 155
El foro romano. Foto de pepsi
que te futuro
l anciano Sócrates, reo de los delitos de no reconocer los dioses que el Estado reconoce, de introducir otros géneros o espíritus extraños y de corromper a la juventud, está siendo inmovilizado en un calabozo ateniense por Epígeno, Fedón, Hermógenes y algunos más. Sócrates forcejea desesperado pero no logra librarse de la manada de firmes y fieles discípulos. Ni tan siquiera puede gritar auxilio a sus carceleros puesto que Critóbulo y Critón le abren la boca de par en par. —¡Qué descrédito para nuestro maestro! —suspira Simmias meneando el contenido de una copa. —Queridísimo Simmias, no te preocupes por la Historia —le infunde ánimos el enfermo Platón a la par que introduce un embudo en la garganta de Sócrates—, ya la escribiremos.
CUENTO
Antonio Romero Montilla (Harvey)
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Granja abandonada. Foto de Mayca Cruz Pedraza (Mycure11)
Xavier Carrascosa Es diseñador gráfico y autor del libro Rajoy lleno eres de gracia; también escribe en su blog de Fragmentos y en la revista lúdica Token, de la que es fundador. Rajoy lleno eres de gracia: http://www.amazon.es/gp/product/B00A7AB4JO Blog Fragmentos: http://xcarrascosa.blogspot.com Revista Token: http://revistatoken.wordpress.com
erjilla
n Serjilla siempre luce un sol pálido y enfermizo. Los vientos transportan siniestras semillas pútridas de odios, rencores y traiciones; esta urbe está acostumbrada al desá nimo, la frustración y la certeza del inmovilismo. Serjilla es como una antesala del purgatorio, donde almas simples y conformistas pululan por sus calles plúmbeas, llenas de polvo y olvido; ondulantes travesías bajo un fiero sol, llenas de recovecos, por donde alimañas huidizas se introducen en las casas ajenas. En sus avenidas desfilan caravanas de esclavos, atados con cadenas invisibles, mecidos por una mano de hierro de indiferencia. Serjilla es una ciudad muerta que está esperando a ser enterrada, pero hasta el sepulturero parece haberse desentendido de ella. Esta metrópoli persiste en la memoria como un terrible aviso de lo que puede acontecerle a una ciudad próspera que renuncia a la vida.
CUENTO
Xavier Carrascosa
NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 159
Foto de Cesare Croci (CesareOne)
l buen amo
CUENTO
l buen amo se felicitó por la elección de dos tan soberbios ejemplares de corceles árabes. Fueron los que alcanzaron mayor precio de mercado por sus dotes extraordinarias. Los arrebató a un comerciante egipcio que abandonó la subasta enfurecido ante la pérdida. Había sido derrotado y humillado. El buen amo procuró los mejores cuidados para las bestias, dándoles mejor pienso que el rancho que dispensaba a sus siervos. No recibía visita ante la que no presumiera de sus adquisiciones. Tanteó las habilidades de cada uno de ellos y pronto se apercibió del rebelde temperamento del más joven, de una energía que desgastaba al más tenaz de sus domadores, de un carácter intrépido que exacerbaba su paciencia cuando pretendían someterlo. El otro, por el contrario, se mostraba sumiso y confiado, no descansaba de sol a sol en las tareas encomendadas, mostraba una potencia asombrosa siempre dispuesta a la más agotadora de las servidumbres, ya fuera llevar a su amo a vertiginoso galope bajo un asfixiante sol, o cargar con pesados carros, para los que se precisaban dos de sus iguales. ¡Qué buen caballo!, se decía su amo, ante lo que el animal inclinaba su cabeza mansamente. Pese al disfrute de ambos ejemplares, la comparación era inevitable, y pronto la ira empezó a carcomer al buen amo, quien consideraba al rebelde una adquisición demasiado onerosa para mantenerse únicamente como objeto ornamental. Su rendimiento era nulo. Decidió sacrificarlo. No quiso probarlo ni como semental, temeroso de que engendrara potrillos irrefrenables como él. Mientras, su favorito seguía arando campos y dedicando toda la jornada a amortizar hasta la última moneda que había costado. Progresivamente una especie de languidez pareció inundarlo, debilitando sus fuerzas y, pese a su empeño jornada tras jornada, haciéndolo caer al fin exhausto en una de sus agotadoras labores. El buen amo se sintió traicionado: «Ah, ruin entre los ruines, bien supiste esperar a que exterminara a tu competidor para mostrar tu pérfida naturaleza. Intentas ablandarme ahora que solo tú quedas. Más me valdría haber conservado al bravo que, aunque indomable, siempre mostró un único carácter». Así renegaba y así concluyó en que nada es lo que parece, que no son estos tiempos para fiarse de nadie y se maldijo por la compra, tanta era la ilusión que había puesto en sus bestias y tanta la profunda decepción a la que lo habían conducido. Tras ajusticiar a su segundo caballo, aquella noche se soñó corcel, poderoso, intrépido y veloz. Lo que nunca llegó a pensar es en cuál de las dos vidas que dio a los suyos hubiera preferido encarnarse.
zoquete
NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 161
Foto de Sergio José Martínez Valls (Valls)
Ángel Vela Rodríguez (Sevilla, 1976), miembro fundador de los colectivos literarios Sevilla Escribe y Málaga Escribe. Ha publicado relatos, reseñas, artículos y columnas de opinión en revistas, e-zines y páginas web. Además de ganar algunos concursos, sobre todo epistolares, y participar como jurado en otros tantos, ha publicado en antologías colectivas. Se encuentra finalizando una novela ambientada en México y escribiendo otra, de fantasía histórica (Japón, siglo xii, durante la transición entre el periodo Heian y el Kamakura). Blog: http://tenderetedepalabras.blogspot.com
l mirador del cielo omo cada sábado, te espero en el banco donde nos sentábamos a merendar desde el día en que nos conocimos, «El mirador del cielo», como terminamos llamándolo. He traído los dulces que te gustan. ¿Por qué no vienes? Mientras sigo esperando, ya bien entrada la noche, un hombre de mediana edad se aproxima, mirándome con una extraña expresión de tranquilidad y enfado. Me pregunta qué hago aquí, como si me conociera, y le comento que quedé contigo para comer pasteles. Al oírme sus ojos se llenan de lágrimas. Me cuenta que moriste hace años. Me pide que no vuelva a esperarte.
CUENTO
Ángel Vela Rodríguez
NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 163
Foto de José Manuel Solana
Jesús García Lorenzo Valencia (España). Atraído por lo desconocido e incomprensible. Aficionado escritor y amante de la música. Ha publicado relatos en Prosofagia, obtenido premios o menciones en varios concursos, y es coautor de tres libros de cuentos. Blog: http://luzypapel.blogspot.com
oledad oy, como todas las mañanas desde hace un año, se abrió la trampilla por la que me hacen llegar la comida. Un plato de lentejas con un trozo de pan duro. Observé que el pequeño agujero no se cerraba, y por él asomó un lápiz acompañando una libreta. Una palabra, solo una, pero que me pareció todo un discurso. Otra voz humana, aparte de la mía, sonaba en mi mundo. —Escóndelo. Mi mano se aferró al material de escritura. Asombrado, titubeé, y pregunté balbuceando. —¿Por qué? —Escóndelo —repitió.
CUENTO
La trampilla se cerró. Con prisas dejé el plato y la libreta en la mesa. Algo se abrió en mi interior, aquella trampilla chirriante me había traído una luz. Con mis nervios alterados, olvidé las primeras necesidades. No comí. Me obsesionaba encontrar un lugar donde esconder el regalo con rapidez. Luego, imaginé. En mi mundo existe una cama, una mesa y su correspondiente silla, un lavabo y un retrete. Del cielo, raso y negruzco, cuelga una bombilla para iluminar mi universo vacío, que aquella noche siguió iluminado aun cuando el sol colgante se apagó. Tumbado panza arriba, pude ver de nuevo el maravilloso arco iris, nubes de algodón atravesadas por los rayos del sol que jugaba al escondite. Las aves, revoloteando alrededor, inundaban mi espacio con sus afinados y rítmicos cantos. Más allá, verde. Extensiones de hierba fresca que alcanzaba a oler. Al fondo estaban, relucientes, las montañas coronadas por un color blanco. Una voz dulce y femenina me acariciaba los oídos con agradables ritmos de zorcicos. Y yo con las manos marcaba el compás de cinco por ocho acompañando al cántico. Con los ojos húmedos, apenas podía distinguir el bello rostro de mi amada acercándose más y más. Todo desapareció repentinamente cuando aquella maldita bombilla, colgada en el centro de la celda, se iluminó con más fuerza que nunca devolviéndome a la cruda realidad. Cuatro paredes que se abalanzaban sobre mí como una bestia infernal intentando devorarme. El chasquido de la trampilla al abrirse me hizo temblar, instintivamente marqué con la mirada el lugar donde, bien guardado, estaba mi tesoro. Silencio. Intranquilidad. De pronto comprendí lo que ocurría, esperaban la entrega del plato vacío. Rápidamente lo vacié en el retrete, y tuve de nuevo en mis manos la comida del día, y volví a mi soledad. Colgando por el cuello miro donde, bien escondido, reposa mi tesoro. Mientras, se me va la vida pensando qué podría haber hecho con aquel lápiz y aquella libreta.
Jesús García Lorenzo (clarinete) NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 165
Estación vieja. Foto de Mayca Cruz Pedraza (Mycure11)
Natalia Rubio Losada Siempre me ha gustado viajar. Si no puedo coger un avión, encuentro algún libro que me lleve. Y si ningún sitio me parece atractivo, lo escribo y voy allí cuando quiero. Blog: http://palabrasladrillosymuros.blogspot.com
ora, viejo hí estás. No, no te preocupes, lo que ven tus ojos es el cansancio del viaje. Tal vez me he hecho algo más viejo, sí, pero solo por fuera. Aquí me tienes, hablando sin parar apenas habiendo puesto un pie en el andén, y lo que nos queda. Es la mejor manera que se me ocurre de saludarte, de decirte que te he echado de menos en lugar de estropearlo todo con un abrazo torpe o dos besos cruzados que siempre acaban con tus gafas en el suelo y mis mejillas teñidas de bochorno. Ya te lo he dicho: ahora soy más viejo. No me harás preguntas. Será igual que cuando recibía tus cartas perfumadas de patria y de ti, hablando de cómo Callum aún atiende la barbería sin que le tiemble el pulso, o de las últimas pequeñas noticias de la comunidad. Siempre historias, nunca preguntas. Y mis cartas… No sé si algún día podré responder lo que nunca quisiste saber. Mejor así, ya te he dicho que me empieza a pesar la edad, y… demonios, para qué negarlo, tal vez no solo por fuera. Me gusta que tú también hables mucho. Sería más agradable si me dejaras rodearte los hombros y me pasaras el brazo por la cintura, aunque pensándolo bien preferiría sentir tu mano en mi piel desnuda y no sobre este uniforme que se ha convertido en mi segunda cubierta. Sangre, costuras, cicatrices. Ya no sé dónde empieza mi verdadera piel. Sé que por ahora esta me sostiene, que tendrás paciencia y que llegará el día en que puedas desnudar a este joven viejo sin miedos ni pudores. Y entonces no harán falta las respuestas.
CUENTO
Habla. Sigue contando esa historia y quédate tranquila, que el equipaje no me pesa. Ahora todo será distinto, lo malo quedará atrás como la estación y podremos vivir en paz. Ya estamos cerca de casa y parece que el uniforme aguantará, a pesar de los muchos remiendos, pero habla, habla que soy ya demasiado viejo para llorar.
Natalia Rubio Losada (Natts)
NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 167
Noruega. Foto de Cesare Croci (CesareOne)
María Belén Ziade Nació en Buenos Aires en 1986. Estudió Turismo en la Universidad Abierta Interamericana y Letras en la Universidad de Buenos Aires. Ha colaborado en las revistas literarias Fábula y Deteniendo al mundo, esta última publicada por alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras de la uba. Actualmente es redactora en el suplemento de turismo de la Revista Catalejo.
cá, nada En la lucha contra la realidad, el hombre tiene solo un arma: la imaginación. Théophile Gautier
CUENTO
uspendido en una ráfaga de ilusiones y ensueños, Alexandre juntó los pocos elementos que le faltaban. Con un gesto taciturno repasó lo que guardaría en la pequeña valija de cuero que aún conservaba en el sótano de su casa. Tomó la nota que Annette le había escrito en francés y en inglés antes de que se encontraran en ese pub de malolientes y borrachos. Aquello sí que sería evidencia para la policía y los medios. Cuando llegó su traslado, contempló, desde la ventanilla del auto, las últimas imágenes del barrio en el que residía. Quería capturar hasta el mínimo detalle, pero la velocidad sentenciaba sin piedad en su contra y observar el aturdido paisaje era como ver una película en fast foward. —¿Cuál es su historia? ¿Qué lo retiene acá? —preguntó el oficial que lo recibió. Alexandre juntó coraje para formular una respuesta que sabía vacía y sin sentido. —Acá, nada —contestó—. Solo vengo a testificar en mi contra. Sabía que para viajar era necesaria la entrega. Desprenderse de tierra firme y embarcarse en las más insólitas experiencias. Un retorno a su tierra prometida, donde recibiría indulgencia plenaria por todos sus desvaríos. Acompañado por el policía, continuó su desfile. Las voces de los presos, que le gritaban mientras atravesaba la galería enrejada, sonaban como el rompiente de una ola contra la escollera. El crujido de las puertas de hierro, como el soplido de un viento huracanado. Y la sórdida celda que lo esperaba se asemejaba al recoveco sombrío que forman los bosques de coníferas de su añorada tierra natal en Banff. Solo el intermitente recuerdo de Annette tirada en el piso, en forma de cruz latina, saboteaba su idílico paisaje. Desplegó el papelito y vociferó toujours, forever como quien recuerda los tiempos felices desde la miseria. La imaginación, así como la evocación del pasado, es un extraño aliado que, en tiempos de crisis, nos otorga la visa para ingresar a cualquier lugar del mundo. Desató su alma y voló sin desperdiciar minutos ni paisajes. Cruzó fronteras, ríos, géiseres y lagos. Paso a paso, recuerdo tras recuerdo, se fue alejando de ese infierno. —¡Hombre! ¿A dónde cree que va usted? Con el cuerpo erguido, alzó la mirada. La imagen del señor uniformado se tornaba cada vez más nebulosa y, en su reemplazo, florecía una nítida panorámica de las Montañas Rocosas. Su casa, sus padres, todo tal cual lo había dejado. Hasta la misma Annette conservaba esa frescura infantil de la que se había enamorado. Regresó a su celda y, en contestación a la pregunta del oficial, tomó una piedrita del suelo para grabar una respuesta con más sentido y colmada de promesas. «A Canadá» se dejaba leer, entre el polvillo y la hendidura de la pared.
María Belén Ziade NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 169
Cant贸n (China). Foto de Jos茅 Manuel Solana
xtraterrestres l quedarse sin trabajo, Luis se apuntó en las oficinas de empleo a un curso de Astronomía. Tanto se aficionó a las estrellas que compró, pese a la oposición de su esposa, un telescopio. Lo instaló en el balcón de la casa. Pasaba horas observando el firmamento, mientras su mujer, indiferente, veía la televisión. Pronto se convirtió en un experto en localizar constelaciones. Una noche divisó un objeto volador que emitía señales de luz intermitentes. Lo siguió hasta comprender que las luces componían un mensaje codificado. Con paciencia logró interpretarlo. Su esposa no le creyó. Es más, se burló de él. No hay seres extraterrestres, estás loco. Y sin embargo, el mensaje estaba claro: una fecha, una hora, un lugar. Su mujer no quiso acompañarlo. Ella sigue mirando la televisión, pero ahora, de vez en cuando, utiliza el telescopio.
CUENTO
Boris Rudeiko
NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 171
Cataratas de Iguazú (Argentina). Foto de José Luis Jaime Cortés
eshielo uedó detenido a unos dos metros del suelo. Un bloque diáfano suspendido en el aire, una reverberación azul de hielo que descendía del borde del risco. Magnífico al sol de una tarde de verano. Después… Las gotas comenzaron a deslizarse sobre su superficie y a caer, cada vez más gotas y con mayor velocidad. El borde inferior, antes perfecto, biselado, se deformó; hacia el final, los fragmentos de hielo se desprendieron con violencia. La pequeña cascada recuperó su forma y su identidad. La joven que la contemplaba, de pie sobre las piedras húmedas del arroyo, se abrazó a sí misma, inclinando un poco los hombros hacia adelante, como quien tiene frío y se defiende de una brisa helada. Luego levantó la cabeza, giró hacia los árboles bajo los cuales había yo acampado, y sonrió detrás de sus lágrimas. Nunca conté esa historia: nadie la hubiera creído. Regresé, durante años, al arroyo y al risco. Un día abandoné la búsqueda del milagro del agua convertida en hielo y de la muchacha. Me convencí de que había sido una alucinación. Viví.
No me molesté en explicarle que no sonreía por saber que me estaba muriendo, sino por entender —como, intuí, esa vez comprendió la muchacha— que todo milagro es posible a condición de ser fugaz.
CUENTO
Ayer mi médico apartó las radiografías y los informes, carraspeó e inició, vacilante, su diagnóstico. A medida que las palabras caían volví a ver el bloque de hielo y también cómo el borde inferior, nítido, empezaba a desdibujarse; y cada vez más palabras se deslizaban y caían, hasta que se formó un hilo de agua y el hilo de agua cavó un surco en el bloque. Una estría todavía delicada, sutil.
Esther
NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 173
Cantón (China). Foto de José Manuel Solana
Javier G. Valverde (Madrid, 1973), estudió Ingeniería en la Politécnica. Desde muy pequeño su pasión ha sido la naturaleza y la escritura. Redactor y colaborador en diversas revistas a nivel local y universitario. Ganador del concurso local de relato corto «En torno a Aranjuez» (2001). Recopilador de los relatos de la antología Leyendas de la Caverna Profunda (2013), cuyos beneficios se destinan a la plataforma solidaria «Save the Children». Actualmente tiene una novela pendiente de salir a luz. Generación del Alcoyano es su blog cultural, dedicado sobre todo a escritores noveles y principiantes. http://generaciondelalcoyano.blogspot.com
l momento
odas dispuestas. Una detrás de otra. Los nervios en cada una, incluso en las más expertas. —¿Estás preparada? Tienes que hacerlo sin dudar, y con cuidado, ya sabes. —No te preocupes, no habrá fallos. El último silencio. Tomaron carrerilla a una orden de la Clave, ya serias. Y salieron a la platea, corriendo como almas posesas pero sin tropiezos. Todo el mundo esperaba conteniendo el aliento. Se trató de unos pocos segundos, nada más. Fue perfecto. Escalaron sin dudas y se agacharon unas e hicieron el pino otras, las que debían hacerlo, todas en la malla, cada una en el lugar exacto.
Javier G. Valverde
CUENTO
Y el tema continuó, en una explosión de sentidos, catapultando los ánimos como siempre sucedía cuando se escuchaba el fragmento siguiente, marcado por su paso lento y melodía reservada, del adagio de El Concierto de Aranjuez…
NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 175
No me gusta la gente sin curiosidad, sin pasión... Ya sea escribien do, leyendo, dibujando, programando videojuegos, haciendo canciones o bailando, uno debe demostrar más apego por sí mismo mostrando interés por lo que le rodea. Siempre me ha gustado la fotografía. Una costumbre mía es salir bien tempranito de casa —a eso de las cinco de la mañana, por lo que mis amigos dicen que estoy loco y que soy un viejete— y pasar el día por la ciudad o el campo haciendo fotos. En las excursiones largas, tardo el doble que una persona normal y soy objeto de crítica por parte de mis compañeros, ¡y con razón!
Pl ate r o e n M a l lor c a 176
PROSOFAGIA - NÚMERO 17 - MARZO 2013
a i P r F o t
No descartaría darle a mi afición un uso más profesional, pero aquí en la isla estamos muy limitados en ese as pecto. Como no hay mucho que explorar, además de las fotografías de paisajes que tanto me gusta hacer, tengo varias ideas futuras con contenido crítico y de denuncia social. Por lo demás, si bien ya ha pasado un tiempo desde que adquirí mi cámara, no he tenido momen to para experimentar y aprender todo su potencial.
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Ahora, y gracias a algunos amigos fotógrafos, voy a aprendiendo el uso de una Nikon que me tiene maravillado; y es que no hay color, la diferencia en tre una cámara cualquiera y una réflex es increíble.
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Mientras tanto, sigo con Deus Ex Nuke —mi novela bizarra en cons trucción— y la fotografía, en la cual quiero introducirme más seriamente.
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Nací en Palma de Mallorca, España, tengo 27 añitos, sigo siendo un rena cuajo y si no me pilla un coche o algo dispondré del doble para escribir y, sobre todo: Aprender a hacerlo bien.
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Sergio José Martínez Valls (Valls)
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S’Hort del Rei, Palma de Mallorca (Islas Baleares), España
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Fotos publicadas en Prosofagia n.o 16, septiembre 2012
Cuentos seleccionados de La Escola d’Escriptura del Ateneu Barcelonès «Especies de luz» de Mónica Sánchez
«Habrá que sincronizar el tiempo» de Dolors Cruells Burón
CUENTO
La Escola d’Escriptura del Ateneu Barcelonès tiene como finalidad la enseñanza de las artes y los oficios de la palabra; está pensada para aquellos amantes de la lengua y la literatura que quieran convertir su pasión en un oficio o profundizar en el placer de la lectura y la escritura. Desde su fundación en el año 1998, más de 12 000 alumnos han pasado por sus aulas y muchos de ellos han iniciado una prometedora trayectoria literaria. La escuela pone a disposición del alumnado las técnicas propias del oficio de escribir, para que cada persona pueda emprender con las bases necesarias su itinerario literario personal en grupos estrictamente limitados. Se ofrece un abanico de más de 90 cursos presenciales: cursos de escritura, oficios de la edición, cursos de literatura y humanidades, cursos de comunicación y narración oral y los ciclos de conferencias Amb Veu Pròpia (Con voz propia). Además, brinda cursos virtuales de narrativa, novela y cuento (el Itinerario para narradores), para lo que dispone de la página www.campusdeescritura.com. El claustro de la escuela está formado por más de 100 profesores: escritores, críticos literarios, profesionales de las principales editoriales de Barcelona o catedráticos universitarios de renombre. Colabora también un buen número de los creadores más destacados en narración, dramaturgia, poesía y canción de autor. Con el objeto de ser un centro de difusión de iniciativas artísticas, la escuela mantiene relaciones de intercambio con numerosas entidades culturales e impulsa propuestas de gran alcance, como fue Apadrina una palabra. Junto con la Escuela de Escritores de Madrid, la Escola invitó a celebrar el día de Sant Jordi de 2007 recuperando palabras en desuso. Esta iniciativa contó con la participación de 22 000 personas de 69 países. Desde enero de 2008, la Escola d’Escriptura colabora con la European Association of Creative Writing Programmes (eacwp), formada por 15 escuelas de escritura de Europa. La Escola coordinó dicha asociación durante el curso 2009/2010.
Escola d’Escriptura del Ateneu Barcelonès Diciembre de 2012 NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 177
Foto de José Luis Jaime Cortés
Mónica Sánchez (Barcelona, 1979), tiene estudios universitarios de Historia del Arte y Humanidades. Es alumna de la Escola d’Escriptura del Ateneu Barcelonès, donde ha realizado los cursos de creación de cuento con los escritores Rolando Sánchez Mejías y Pedro Zarraluki.
species de luz
CUENTO
evaba catorce días sin dormir, los había contado. Mi madre insistía en que no podían ser tantos. Decía que, al tercero, el cerebro se apaga. Pero lo que más me preocupaba no era eso, yo sabía que sobreviviría. Lo peor era la mancha que me había salido en el costado. El sudor con olor a clorofila en las palmas de las manos y en los pies podía pasar desapercibido, era amistoso. Pero en el lado derecho, por encima de las costillas, tenía un sarpullido enorme de color marrón que cada día se extendía más. La piel se me había endurecido y se había agrietado formando pequeños surcos, como la corteza de los olmos o los álamos viejos de los parques. Ya apenas salía de casa cuando mi madre decidió concertar una visita con el doctor Fassbender, psiquiatra del seguro médico privado. Aquel día, por suerte, ella no pudo acompañarme. Las paredes de la sala de espera eran de color beige. Había un ventanal cubierto por una cortina de lona que no dejaba pasar ni un rayo de luz. No tuve que esperar mucho, la enfermera me hizo entrar enseguida. ―Y bien, ¿cómo se encuentra? —me preguntó el doctor. Al verlo por primera vez, dudé que me pudiese ayudar: nunca habría imaginado que fuese joven, y casi tan guapo como James Dean. —No duermo por las noches —le dije mientras miraba de reojo el certificado de la Facultad de Medicina que había colgado en la pared. Era el único cuadro que decoraba el consultorio. El doctor Fassbender apoyó los codos en el escritorio y entrelazó sus manos. Tenía unos ojos preciosos, brillantes como la luz de sol. —Eso ya me lo dijeron. ¿Le ha sucedido algo que la haya trastornado? —Acabó la pregunta y cogió un lápiz. En aquel instante, vi correr un par de hormigas por mi brazo que se colaron por debajo de la manga del jersey. En los últimos días los picores también habían aumentado. De vez en cuando, bajo las sábanas, aparecían aquellos pulgones diminutos, blandengues, de color verde fosforescente. Continué callada, rascándome la nuca. El doctor sacó unas hojas de papel del primer cajón. —¿Consume drogas? —me preguntó. —Nunca —contesté. Si le contaba todo seguramente me encerrarían en un sanatorio y me someterían a todo tipo de terapias. Pasados quince minutos, rellenado el formulario, el médico colocó unas cápsulas rojas y amarillas encima de la mesa. —Esto la ayudará a dormir —dijo —. Nos veremos la semana que viene. Su sonrisa también era preciosa. Al salir de la clínica, crucé la calle para caminar por la acera soleada y fui hasta el parque municipal. Me quedé allí de pie con los brazos extendidos, a plena luz, en el centro de una parcela de césped recién cortado. Cerré los ojos, respiré hondo y traté de imaginar que un manto verde me rodeaba.
Mónica Sánchez NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 179
Foto de pepsi
Dolors Cruells Burón (Barcelona, 1955) es licenciada en Filosofía y profesora. Ha publicado Històries d’una adopció internacional (E. Maikalili, 2005) y estudia en la Escola d’Escriptura de l’Ateneu Barcelonès, donde ha tenido como profesores a Teresa Martín y a Pedro Zarraluki. Actualmente está ultimando un libro de narraciones.
abrá que sincronizar el tiempo
Se despierta de golpe, con sobresalto seguido de una sensación opresiva. Se incorpora en la cama y piensa en la escena soñada, tan alegre. Como otras veces, se ha quedado dormida un par de minutos más después de apagar el despertador, soñando lo que va a hacer al levantarse. Media hora en dos minutos, como si quisiera devorar el tiempo. Sueño de comodidad, dice su psicólogo. ¿Comodidad? Tedio. Así en el sueño como en la vigilia. En ambos espejos acecha la angustia. Las arrugas se repiten simétricas en su rostro. No ve nada en sí misma que no sea repetición.
CUENTO
odos están despiertos. Es la hora en que cada cual sale de su caparazón nocturno y se topa con los demás. Las voces aún no tienen un timbre propio; se oyen Buenos días pastosos por los pasillos, algún golpe con ese mueble que sobresale unos centímetros de más, algún susurro soez. Empiezan las prisas. La puerta del baño tiene el poder de iniciar la dinámica de grupo, todos quieren alcanzarla. Empieza la lucha. Y el pacto. Hoy va primero la hija mayor, después le toca a papá. Bien, vale, después tú, dice la madre a la pequeña. Y por fin yo, se dice a sí misma; por fin, o sea, a pocos minutos de salir pitando después de haber preparado el desayuno para todos. La primera ración de tostadas sale quemada, hay que ajustar el tiempo. Siempre hay que ajustarlo, ¿quién demonios toquetea el tiempo? Por las mañanas, medio minuto de más es catastrófico. Ya se ducha el padre; se le oye cantar con brío la misma canción de cada día, su momento de gloria operística. Madamina, il catalogo è questo La madre sonríe, un asomo de ternura. Piensa que conoce a su esposo como si lo hubiera parido… Aunque empieza a no reconocer a sus hijas adolescentes, y a estas sí las ha parido. Qué raras se vuelven. Osservate, leggete con me Entra la hija mayor en la cocina vestida de punki, con cresta color panocha. Por Dios. Qué espanto. ―Nena. ―No te embales, mamá, que hoy es Carnaval. ―Ah. Aaaah. La hija se abre paso en la nevera, sin contemplaciones; la mermelada, que la quiere de fresa. ¿No hay mermelada de fresa? Cae al suelo un pack de cuatro yogures. In Italia seicento e quaranta. La madre, que está recogiendo del suelo la crema de uno de los yogures, que se ha roto, se levanta y se para a escuchar. Sonríe de nuevo; esa estrofa le encanta, le alegra el día, la pone en marcha, la llena de optimismo. In Almagna duecento e trentuna; Cento in Francia, in Turchia novantuna; Ma in Ispaaagnaa, maaa in Ispagna son già mille e tre. Mille e tre. La mujer canturrea para sí; va moviendo la cabeza y las caderas, con la bayeta en la mano. Repite. Mille e tre, mille e tre.
Dolors Cruells Burón NÚMERO 17 - MARZO 2013 - PROSOFAGIA 181