Prosofagia18

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n ú m e ro

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Dirección Elisabet

o c t u br e

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Colaboradores

Comité editorial Boris Rudeiko, Elisabet, Esther, pepsi

Artículos A. B. Quintana (Alex), Ainhoa Segura Zariquiegu, Antonio Romero Montilla (Harvey), Francisco Gijón, José Martínez de Sousa, Laura Michel, María Belén Ziade,

Editores Boris Rudeiko, Elisabet, Esther, pepsi, zoquete

Crónica Alejandro Marzioni

Diseño e imagen pepsi y Plásido P ubl ic id ad y comu n ic ac ión Esther

Cuentos y Poesías Alejandro Laurenza, Alejandro Marzioni, Daniel A. Franco (Dan), Edgardo Benítez (Edgardo), Elizabeth Larrañaga, Felipe Fernández Sánchez, Jesús García Lorenzo (clarinete), José Luis Palma, Juan Carlos Vázquez, Lola García de luna, María José Moreno, Omar Palermo Torres, Sidney Fortes Summers, Vanessa Navarro Reverte (Madelyne Blue)

Secciones Hu mor Gr á f ico Nelo Liter atur a y Tecnología digital zoquete S obr e l a L i t e r at u r a Elisabet

© Prosofagia, 2013

Fotografía Daniel Seller Suárez, Edwin E. Figueroa Acevedo, José Luis Jaime Cortés, José Manuel Solana, María Belén Ziade, Sergio José Martínez Valls (Valls) Agradecimientos: María José Moreno, Mercedes Pinto, David de Pedro, Josep Capsir Prosofagia 18 es un número especial, que por la selección de temas, artículos, reportajes, dosieres y obras cuenta con un tamaño mayor del habitual. Buscando la proporción adecuada de compresión para la vista en Web y equilibrio en la lectura hemos prescindido, por esta vez, de la sección Sea buen albañil. Recomendamos, para ampliar su disfrute, descargar la versión en alta calidad. Se prohíbe la reproducción de las imágenes y los contenidos publicados sin el consentimiento de su autor. Para la reproducción total o parcial de algún texto o imagen, se ruega contactar con la Redacción en: prosofagia@prosofagia.com La Redacción no se hace responsable de las opiniones expresadas por los colaboradores.


Editorial Nos hacemos eco en nuestra portada del intenso trabajo que supone sacar un libro a la luz. Un libro no incumbe solo al escritor. Si bien es este el que pone en marcha la máquina de la edición esta debe estar bien engrasada. La primera regla para una correcta edición es el conocimiento escrupuloso de las reglas de la sintaxis y la ortografía. La segunda es ponerse en manos de un «corrector de estilo». Si bien algunos escritores no creen necesaria tal ayuda, discutiendo la conveniencia de expresarse de una u otra manera, nosotros sí consideramos que es fundamental porque el texto gana valor y solidez. La tercera concierne al maquetador, persona encargada de colocar el texto sobre la hoja. Este debe conocer la ortotipografía que Martínez de Sousa define como «el conjunto de reglas de estética y escritura tipográfica que se aplican a la presentación de los elementos gráficos, como bibliografías, cuadros, poesías, índices, notas de pie de página, citas, citas bibliográficas, obras teatrales, aplicación de los distintos estilos de letra (redonda, cursiva, versalita, así como las combinaciones de unas y otras)». Y por último el editor, ese grupo de personas o persona que cree en el libro final. En esta edición número 18 de Prosofagia traemos un dossier sobre Tolkien y el 50 aniversario de la publicación de El Señor de los anillos, un artículo crítico-constructivo de José Martínez de Sousa a la Ortografía de la lengua española, 2010 (una reflexión impres­cindible que tan amablemente nos regala el maestro Martínez de Sousa) y, por último, para recordar que se cumplieron los 50 primeros años de la publicación de Rayuela exponemos de forma concisa lo que ha significado esta novela para algunos de nuestros colaboradores.

L a R ed a cc ió n


índice

de

contenidos

Secciones

Pág. 7

Hu mor Gr á fico

Esos encantadores frikies por Manuel Pérez Recio (Nelo)

G r ag e a s L i t e r a r i a s

por Elisabet, Esther, pepsi, Plásido y zoquete

L i t e r at u r a

y

T e c n o l o g í a D i g i ta l

Más allá de la Moleskine por zoquete

Sobr e

la

L i t e r at u r a

Pág. 9

Págs. 10-11

Pág. 13

Leyendo a Barthes: Análisis del relato iv por Elisabet

Pág. 19

La melancolía amorosa en la literatura (Parte i) por Ainhoa Segura Zariquiegui

Pág. 25

A r t ícu los

Pág. 33

La ortografía académica del 2010: cara y dorso (datos para una recensión) por José Martínez de Sousat

Pág. 35

Anécdotas de Honoré de Balzac por Francisco Gijón

Pág. 56

Reportaje • Agrupación de Escritores Independientes (aei) por Boris Rudeiko • Incluye la charla-entrevista con María José Moreno, Mercedes Pinto, David de Pedro y Josep Capsir

Pág. 61

50 años de Rayuela • Rayuela en la voz de sus lectores por María Belén Ziade, Plásido y A. B. Quintana (Alex)

Pág. 73

Dossier Tolkien • Fragmentos, reflexiones y poemas por Antonio Romero Montilla (Harvey) • La naturaleza del poder en Tolkien y El Señor de los Anillos por Elisabet • Cosmovisión religiosa en El Señor de los Anillos por Elisabet • Las obras menores de Tolkien: una invitación a la lectura por Laura Michel

Pág. 79

Crón ica

Ginebra y Borges por Alejandro Marzioni

Dossier La Tribu 11 por Monki

Pág. 111

Págs. 120-121


índice

de

contenidos

Poesías y Cuentos

Pág. 131

A Miguel Hernández (in memoriam) En la casa del poeta por José Luis Palma

Pág. 133

Aforismos Hojas por Alejandro Marzioni

Pág. 135

Post Mortem por Sandra Fernández Jurado

Pág. 139

Nocturno por Omar Palermo Torres

Pág. 141

La fiesta por Juan Carlos Vázquez

Pág. 143

Hubo un amor por Alejandro Laurenza

Pág. 145

Supernova por Vanessa Navarro Reverte (MadelyneBlue)

Pág. 147

Sentido común por Sidney Fortes Summers

Pág. 149

El cazador cazado por María José Moreno

Pág. 151

La villa de los maestros por Lola García de luna

Pág. 155

Naturales, enteros, irracionales e imaginarios por Felipe Fernández Sánchez

Pág. 157

Tzimol por Elisabeth Larrañaga

Pág. 159

El hipnotizador por Jesús García Lorenzo (clarinete)

Pág. 161

Tremendus por Plásido

Pág. 165

No te corras de un perro por Edgardo Benítez (Edgardo)

Pág. 169

La perpendicular del vacío por Daniel A. Franco (Dan)

Pág. 171

Passé Compossé por pepsi

Pág. 175


REVISTA LITERARIA PROSOFAGIA


Secciones NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 7


REVISTA LITERARIA PROSOFAGIA

ESOS ENCANTADORE S FRIKIS

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PROSOFAGIA - NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013


HUMOR GRÁFICO Manuel Pérez Recio (Nelo) Escritor. O el sueño de un idiota con un lápiz en la mano. NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 9


Pe q ueñ a s pi ldor it a s l iter a r i a s , encont r ad a s aqu í o a l l á , e sc r it a s p or l a ma no de autore s de pre st ig io reconoc ido, en su s nov e l a s , ens ayos , con ferenc i a s .

Te x tos

bre ve s complement ados

p or

u na

ref le x ión

t a mbién bre ve de qu ien ha s elecc ionado/e scog ido l a g r a g e a l iter a r i a

«Aquel calla, que escribe lo que nadie lee, y es peor que el silencio escribir lo que no puede acabarse de leer; y más reprehensible acabar de escribir lo que cualquiera se arrepiente de acabar de leer.» Historia y vida de Marco Bruto. Francisco de Quevedo Y queda dicho todo lo que hay que decir sobre el noble arte de la escritura. Plásido

«La lluvia continuaba. Era una lluvia dura, una lluvia constante, una lluvia minuciosa y opresiva. Era un chisporroteo, una catarata, un latigazo en los ojos, una resaca en los tobillos. Era una lluvia que ahogaba todas las lluvias, y hasta el recuerdo de las otras lluvias. Caía a golpes, en toneladas; entraba como hachazos en la selva y seccionaba los árboles y cortaba las hierbas y horadaba los suelos y deshacía las zarzas. Encogía las manos de los hombres hasta convertirlas en arrugadas manos de mono. Era una lluvia sólida y vidriosa, y no dejaba de caer.» «La lluvia», en El hombre ilustrado. Ray Bradbury O cómo repetir obsesivamente sustantivos, verbos y conjunciones y, más aún, estructuras sintácticas, adjetivar incluso de a dos adjetivos por sustantivo…, y lograr que el párrafo adquiera, justamente por violar ciertas reglas que solemos creer fundamentales en la escritura, belleza y profundidad. No se trata de establecer normas rígidas: se trata de saber cómo utilizar las herramientas del lenguaje escrito. Esther

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«ESA HORMIGA odiaba aquel león. Tardó diez mil años pero se lo comió todo, poco a poco, sin que él se diera cuenta». Veintitrés palabras y: Las hormigas odian. ESA HORMIGA en particular odia a un león (aquel) en particular. La hormiga se lo come. Vive por lo menos diez mil años, que es el tiempo que pasa hasta que se lo come todo. El león también debe de haber vivido diez mil años o poco menos. La hormiga se lo come sin que el león se dé cuenta. Habría resultado más natural, realista, convincente, hablar de un virus, una bacteria, pero el autor elige una hormiga, que ahonda en lo absurdo y, al mismo tiempo, en una conciencia con determinación difícil de asociar a los microorganismos. En apenas veintitrés palabras el micro plantea un sinnúmero de ideas que desestabilizan al lector y originan otras tantas preguntas (¿Por qué la hormiga odiaba al león?, ¿cómo hizo para comerlo?, ¿cómo podía NO darse cuenta el león?). A la postre, me dice que David vence a Goliat justamente porque Goliat ni siquiera sabe que David anda por ahí. O que el león se dejó hacer, víctima quizás de una severa depresión y porque en la selva no estaba bien vista la eutanasia. Esther y zoquete

Libros leídos, de Borges: «Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído». Cuántos de nosotros, escritores jóvenes o casi noveles, no hemos dicho en alguna ocasión «escribo el libro que me gustaría leer». Contrasto este deseo con las palabras de Borges y la recomendación que me hizo Juan Eslava Galán, cuando lo entrevisté, dirigida a los escritores con una carrera incipiente: «una escritora como tú debería leer tres veces más de lo que escribe». Elisabet

GRAGEAS LITERARIAS

Max Aub en Crímenes Ejemplares escribió:

Invitamos a los lectores de Prosofagia a hacernos llegar sus aportes a esta sección a través del cor reo electrónico de la revista: prosofagia@prosofagia .com

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REVISTA LITERARIA PROSOFAGIA


moleskine zoquete

H

ay incontables escritores que dicen no precisar nada para ejercer su noble oficio salvo una libreta, preferentemente Moleskine, y una pluma, mejor si es Montblanc. Hay otros, entre los que abundan los noveles, que continuamente están buscando gadgets y herramientas que les ayuden a mejorar, a ser más productivos, más precisos en su vocabulario, más creativos y, a menudo quizás involuntariamente, más tendentes a procrastinar. Sin embargo, dada la sacudida que está sufriendo la cadena de valor del libro, quizás no sea del todo dañino recorrer algunas de las aplicaciones informáticas vinculadas con el proceso de escribir, lo que podríamos esperar de ellas y qué nos sugieren sobre los cambios que se están produciendo en el rol del escritor. Pongamos por caso esa aplicación para móvil desarrollada en Japón que está secuestrando el corazón, por lo tanto el tiempo, la atención y el dinero, de no pocos cientos de miles de adolescentes, también de sus padres y de algunos (pocos) de sus hijos. Hablamos de Iコンビネータ文字,1 promocionada a nivel internacional como ­iCharacterCombinator, que viene a ser algo así como «combinador de personajes». Es terriblemente adictiva y ya ha generado centenares de Fan Pages. ¿Qué pasaría si Scheherezade escapara de sus Mil y Una Noches para encontrarse con Mr. Hyde, cuya personalidad alternativa no fuera la del Dr. Jekyll, sino la de un tal Humbert Humbert, protagonista de Lolita, y se adentraran juntos en el mundo de Oz? —reza el eslogan. La aplicación contiene fichas que detallan los rasgos de miles de personajes de obras célebres, incluyendo algunos recientes superventas, y cifra que crece cada día, sobre todo gracias a las aportaciones de los propios usuarios. Estas fichas pueden entremezclarse para tejer una nueva y bizarra personalidad, o caracteres que evolucionen con el tiempo, de aguerrido a timorato, o de pulcro a descuidado. Una vez se tienen los protagonistas, deben seleccionarse determinados escenarios predefinidos (el mencionado mundo de Oz, Roma o el espacio sideral) y el tipo de historia (intriga, romance, ciencia ficción…).

LITERATURA Y TECNOLOGÍA DIGITAL

más allá de la

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Más allá de la Moleskine Et voilà !, el usuario ya tiene su propio cuento, que puede seguir personalizando tanto como desee, desde la descripción de los lugares, pasando por los detalles de la acción que se produce e incluso los diálogos, que se alimentan en su mayoría de reconocibles guiones cinematográficos. Ahora, una noticia sorprendente: una de estas historias, Diario de la traición de mi mejor amiga, se ha colado en el Top 100 de libros más vendidos en Kindle Amazon. Ambientada en la época actual, en un barrio de Naha de la Isla de Okinawa, sus protagonistas se basan en Jo March y Mikage Sakurai, de las obras Mujercitas y Kitchen, respectivamente. Aunque la obra está firmada por una tal Chie Sô, ya ha empezado a generar cierta controversia sobre Katharine Hepburn como Jo March a quién corresponderían los derechos de autor. en la adaptación al cine de Mujercitas (Mujercitas, George Cukor, 1933) Bueno, mientras esperamos a que algo así ocurra realmente, pasemos a auténticas herramientas (contrastables, vaya). La mayoría de ellas se encuentra en inglés, por lo que si se escribe en español encontraremos casos en que este cambio de idioma es irrelevante (básicamente los repositorios de contenidos) pero otros en que invalida su uso (como diccionarios y analizadores de contenido). No obstante, he optado por mantenerlas para priorizar sobre su uso el otro objetivo de este artículo, que es ofrecer una visión panorámica de las tendenAyako Kawahara como Mikage Sakurai cias tecnológicas en cuanto al soporte para los en la adaptación al cine de Kitchen (Kitchen, Yoshimitsu Morita, 1989) escritores. En primer lugar citaré, a modo de indicio exculpatorio de esta gamberrada fake del iCharacterCombinator, Storify, «un sitio web para crear y almacenar historias, crónicas, relatos y cronologías utilizando el contenido de medios sociales como Twitter, YouTube, Flickr o Facebook, entre otros».2 Esta experiencia pone el énfasis en la elaboración de contenidos a partir de otras fuentes, de las implicaciones legales que tiene y, sobre todo, de la dimensión social en la re-creación de historias. En segundo lugar nos encontramos con aquel conjunto de recursos que son justamente los que uno esperaría encontrar cuando hablamos de herramientas para escritores: diccionarios, procesadores de texto ¿especializados?, herramientas de difusión, etcétera. De entre la multitud de ellos, me interesa destacar: 1. yWriter[3], procesador de textos gratuito diseñado por Simon Haynes, un escritor de novelas de ciencia ficción y programador informático. La aplicación incluye funcionalidades tales como herramientas de visualización del progreso, clasificación de lo escrito, incluyendo personajes, objetos, lugares y, atención, escenas, pues el creador remarca la necesidad de estructurar la historia a partir de sus escenas. De hecho, el programa está adaptado a una particular secuencia de elementos propios de la escena (meta, conflicto, desastre) y de su correspondiente secuela (reacción, dilema y decisión) teorizados en el muy recomendable artículo «Cómo escribir la escena perfecta»4 14 PROSOFAGIA - NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013


Más allá de la Moleskine

LITERATURA Y TECNOLOGÍA DIGITAL

de Randy Ingermanson, quien, por cierto, también promociona su propio software denominado Snowflake Pro Software; 2. Scrivener,5 similar al yWriter pero con un acabado más profesional (y un ­precio de unos 40 usd), un procesador de textos enriquecido con funcionalidades a priori propias de los escritores, tales como un «panel de corcho», facilidades para clasificar y reorganizar el material, tanto el generado para la propia obra como el de búsqueda; 3. WriteItNow,6 considerado por el espacio web toptenreviews7 como el mejor paquete de escritura creativa que puede comprarse (a un precio de unos 60 usd) para crear novelas, además de diccionario incorporado (en inglés), fichas de personajes, visualización de conflictos, incluye funcionalidades tales como un generador de ideas o asignación de rasgos a los personajes; 4. Visuwords8 es una herramienta online tipo diccionario gráfico de inglés que muestra las relaciones semánticas entre la palabra introducida y todo un árbol de términos que genera a su alrededor; 5. Evernote,9 una aplicación generalista que vendría a sustituir al bloc de notas o servilletas garabateadas que todo escritor suele llevar encima, con todas las prestaciones añadidas de los dispositivos móviles (incluir fotos, enlaces, metadatos como la localización y momento de preparar la nota) y un potente sistema de clasificación (vinculándolo a eventos en el calendario, por ejemplo); 6. Cliche Finder,10 aunque parece más un experimento a medias que una auténtica herramienta en producción, se trata de lo que su nombre sugiere, un localizador de clichés, ya sea porque el escritor los busca como por si desea evitarlos; 7. Gender Guesser,11 una herramienta online cuyo propósito es identificar el género de quien ha escrito el texto (en inglés); 8. Sigil,12 un editor de código abierto para generar libros en formato electrónico (ePub).

Diagrama de funcionamiento de WriteItNow NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 15


Más allá de la Moleskine En tercer lugar tenemos un sorprendente y masivo grupo de aplicaciones, sobre las que pasaremos muy rápidamente, empeñadas en evitar la tendencia a procrastinar del escritor. Muchas de ellas se encuentran muy bien descritas por Yolanda González en su blog Tinta al Sol13 que justamente lleva como lema «Procrastinando en vez de escribir». En ese mismo espacio la autora también analiza en profundidad algunas de las otras herramientas ya mencionadas. Distinguimos dos subgrupos: 1. aquellas aplicaciones destinadas a monitorizar, motivar o espolear al autor mediante algún tipo de contabilidad del progreso de su trabajo, la mayoría de las cuales de título autoexplicativo (750 Words,14 Write or Die,15 Kapow Punch Clock,16); 2. los programas diseñados para evitar que el autor se disperse, mediante procesadores de texto minimalistas o bloqueando lo que podrían ser fuente de distracciones (Keep writing,17 Anti-Social,18 OmmWriter,19 FocusWriter,20 WriteRoom,21 Q10,22). Las distracciones, no obstante, parecen razonables cuando estamos en tiempos en los que no están claras las tareas que debe realizar quien desee publicar. ¿Cuántos de los eslabones en la cadena del libro debe asumir el autor?, ¿la edición?, ¿la promoción? Además del término «prosumidor», acuñado con la explosión de la web 2.0, que alude al cada vez más borroso límite entre el productor del contenido y su consumidor, ahora surge «ediautor»23 como muestra de la diversificación de los quehaceres del escritor, que necesariamente se hace cargo de una mayor responsabilidad en el recorrido comercial de su obra. Bajo ese rol de editor resulta sin duda muy interesante la nota de prensa publicada por la Universidad de Granada que anuncia pretel, «un nuevo sistema informático que permite predecir qué ventas tendrá un libro si se publica» (sic),24 lo cual hace bastante innecesario todo el software presentado en este artículo. De hecho, bastaría con añadirle a esta novedosa herramienta estadística otro módulo, afortunadamente de carácter también estadístico, lo que debería simplificar su diseño, que reproduzca fielmente el célebre Teorema del mono infinito.25 El anuncio de esta milagrosa tecnología no aclara si las redes neuronales en que se basa serán entrenadas a prueba de reseñas o valoraciones fraudulentas, aquellas que parecen emplear no pocos autores para situar sus obras en lo más alto de los rankings de Amazon,26-27 por decir el escaparate de moda. El 24 de noviembre de 2012, el Berliner Zeitung publicaba en una entrevista realizada al fundador de Amazon, Jeff Bezos. [...] Hay una cosa sobre la que estoy seguro: en veinte años no habrá más periódicos impresos. Quizás sí como artículos de lujo que se permitirán algunos hoteles, como un servicio extravagante para sus clientes. Los periódicos impresos dejarán de ser normales en veinte años.28

Jeff Bezos, fundador y director ejecutivo de Amazon.com 16 PROSOFAGIA - NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013

El 5 de agosto de 2013, The Washington Post, uno de los tres diarios más importantes de Estados Unidos, anuncia su venta a Jeff Bezos por 250 millones de dólares en efectivo.29


Más allá de la Moleskine

zoquete

notas

1. http://icharactercombinator.jp/es (a consultar el 8 de agosto del 2017). 2. Storify: http://storify.com

«Aplicaciones Web», Observatorio Tecnológico:

3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30.

http://recursostic.educacion.es/observatorio/web/ca/internet/aplicaciones-web/1051-storify

yWriter: http://www.spacejock.com/yWriter5.html Writing The Perfect Scene: http://www.advancedfictionwriting.com/articles/writing-the-perfect-scene Scrivener: http://www.literatureandlatte.com/scrivener.php WrteItNow: http://www.ravensheadservices.com TopTenReviews: http://creative-writing-software-review.toptenreviews.com/writeitnow-review.html Visuwords: http://www.visuwords.com Evernote: http://evernote.com Cliche Finder: http://cliche.theinfo.org Gender Guesser: http://www.hackerfactor.com/GenderGuesser.php Sigil: https://code.google.com/p/sigil Blog Tinta al Sol: http://www.tintaalsol.com 750 words: http://750words.com Write or Die: http://writeordie.com Kapow Punch Clock: http://gottcode.org/kapow Keep writing: http://keepwriting.boxjar.com Anti-Social: http://anti-social.cc OmmWriter: http://www.ommwriter.com FocusWriter: http://gottcode.org/focuswriter WriteRoom: http://www.hogbaysoftware.com/products/writeroom Q10: http://www.baara.com/q10  El Cultural.es: «Los 'ediautores' piden paso», 8-7-2013. Secretaria General Universidad de Granada: «Desarrollan un nuevo sistema informático que permite predecir qué ventas tendrá un libro si se publica», 29-4-2013. Wikipedia: Teorema del mono infinito. Miguel Ángel Moreno, Bitácora de un soñador: «Autopublicar en Amazon. Oro parece, plátano es», 20-9-2012.  Lecturalia: «Vendiendo reseñas al por mayor », 13-9-2012.  Berliner Zeitung Magazin: «Gedruckte Zeitungen lese ich nicht mehr », 23-11-2012.  The Washington Post: «Washington Post to be sold to Jeff Bezos, the founder of Amazon», 5-12-2013.  Business Insider: «Amazon Has An Estimated 10 Million Members For Its Surprisingly Profitable Prime Club», 11-3-2013. Webs consultadas el 8 de agosto del 2013.

LITERATURA Y TECNOLOGÍA DIGITAL

¿Qué pinta un tipo como Bezos en un artículo sobre herramientas para escritores? Bueno, si tenemos en cuenta que es el fundador de la que probablemente sea la plataforma editorial más grande del mundo para la autopublicación y sin duda la mayor tienda virtual del universo, que cuenta con más de diez millones de usuarios Premium30 y algo más de un orden de magnitud de clientes con todo lo que ello comporta, es decir, la información cruzada de productos —en particular libros— e históricos de las preferencias (imborrables) de sus compradores, entonces parece que su irrupción en el mundo de la prensa de más alto nivel, de los contenidos, de los forjadores de opinión, será realmente disruptiva. Como catalizador de tendencias y revulsivo de nuevas cadenas de valor, yo no pienso perdérmelo. ¿Cuál será el nuevo rol del escritor?

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Página y siguientes

En Viena (Austria) Fotos de José Luis Jaime Cortés


análisis del relato iv Elisabet

Repasando Para refrescar un poco la memoria, resumo muy brevemente lo que he tratado en los anteriores artículos de esta serie. Hemos seguido a Barthes en su Análisis del relato, desmenuzándolo hasta sus partes elementales y partiendo desde el nivel más básico hasta el superior. Así, hemos repasado: —— Las unidades básicas o funciones son los hechos. Los bloquecitos del Lego. —— Las acciones, vinculadas a los personajes. Elementos constructivos de la trama. —— El relato como unidad, el edificio, donde juegan un papel clave el narrador y el código utilizado. El relato o narración forma parte del acto de la comunicación: es el mensaje entre un emisor ―el narrador― y un receptor ―el lector―. Y el relato siempre está vinculado a un contexto: el mundo.

SOBRE LA LITERATURA

l e y e n d o a barthe s:

Llegados al relato, hay que cambiar de nivel de nuevo. Pues ya no nos movemos en el sistema del discurso en sí, sino en otros sistemas que conforman el entorno o contexto donde se da el relato: la sociedad, la economía, las ideas. Pues bien, ahora vamos a…

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Leyendo a Barthes: Análisis del relato iv El sistema del relato Aquí ya tomamos una perspectiva más aérea del tema. Comienza Barthes con una afirmación sobre la lengua que me parece básica (resumo un poco): La lengua puede ser definida por dos procesos fundamentales: la articulación que produce unidades (es la forma) y la integración que reúne estas unidades en un orden superior (es el sentido). Volviendo a la analogía con la arquitectura: la articulación o forma son las unidades, los bloques, los elementos de construcción. La integración o sentido es la arquitectura: el plano que organiza los elementos sueltos para convertirlos en un edificio. Para construir un relato la lengua se vale de ambas cosas. Sintetizando, en términos lingüísticos: —— la articulación corresponde a la morfología, —— el sentido corresponde a la sintaxis.

Distorsión y expansión ¡Dos conceptos interesantes! El relato, continúa Barthes, se caracteriza por estos «dos poderes» o «desvíos». Vayamos a la distorsión. Se trata de romper el orden lógico o normal de una frase: «la linealidad lógica se ve alterada». En un relato, esto también sucede. Barthes utiliza una imagen musical muy sugerente y precisa: «[…] la estructura del nivel funcional tiene forma de “fuga”». Es decir, que una unidad se encabalga sobre otra; se imbrican, interfieren, aún no termina una y ya comienza otra, «cada punto del relato irradia en varias direcciones a la vez». El relato es como una serie de hilos musicales trenzados. Cito de nuevo: «la unidad está apresada por todo el relato, pero el relato solo se sostiene por la distorsión y la irradiación de sus unidades». Y aquí la estructura del relato se me antoja como un campo estrellado de neuronas, nudos conectados con finas ramificaciones que irradian y se entrelazan unas con otras… Un tejido. Y en este tejido, la textura peculiar la da justamente el tipo de distorsión: «La distorsión generalizada da a la lengua del relato su sello propio». ¿Ejemplos de distorsión? El suspenso sería un caso extremo que mantiene una secuencia abierta, retarda, enfatiza, confunde… Y «es esta confusión la que se consume con angustia y placer (tanto más cuando que al final siempre es reparada); el "suspenso" es pues un juego con la estructura destinado a arriesgarla y a glorificarla: constituye un verdadero "thrilling" de lo inteligible… realiza la idea misma de la lengua: lo que aparece como lo más patético es también lo más intelectual. El suspenso atrapa por el ingenio y no por la emoción».

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Leyendo a Barthes: Análisis del relato iv Y ahora, hablemos de películas

El relato, algo vivo Hablemos de la integración, la que une y da sentido a las unidades de cada nivel. Barthes esgrime un concepto de Greimas, isotopía. La isotopía es «la unidad de significación (por ejemplo, la que impregna un signo y su contexto»). La integración, entonces, es una forma de isotopía, o sea, de dar significado a las unidades que componen cada nivel. ¡Y por fin el profesor nos habla de arquitectura! Cito:

SOBRE LA LITERATURA

He aquí por qué cuando vemos una adaptación al cine de una novela o relato suele defraudarnos o dejarnos con la sensación de que nos ha sabido a poco… La escritura, nos explica el profesor Barthes, «tiene posibilidades de diéresis —y, por tanto, de catálisis— muy superiores a las del filme». Es decir, un filme carece de ciertos recursos que nos aporta el escrito. Por diéresis y catálisis entendamos descripciones, discurso interno, reflexiones, emociones sugeridas o explícitas. Entre acción y acción, se pueden rellenar los huecos con infinidad de catálisis. Esto tiene consecuencias y nos lleva a otra característica del relato: puede ­resumirse y pueden eliminarse partes sin que la historia pierda su significado. «El poder catalítico del relato tiene como corolario su poder elíptico». «El relato se presta al resumen… es trasladable (traducible), sin perjuicio fundamental…». En palabras llanas, un relato escrito puede adornarse, podemos enriquecerlo, intensificarlo, añadir enfoques personales, signos de narratividad, introspecciones, distorsiones, etcétera. Pero también podemos quitarle todo eso, resumirlo hasta el puro esqueleto de la trama y sigue siendo ese relato, esa historia. En cambio, en un filme la cosa se complica. Como se complica —ejemplo de Barthes— en la poesía. Nadie resume un poema, a menos que sintetice en dos palabras su sentido. Las imágenes de una película y las de un poema son tal cual. Si se recortan, quedan mutilados. Acaba Barthes con una observación que abre puertas al análisis de diferentes formas narrativas: si distinguimos y clasificamos los elementos intraducibles de un relato, llegaremos a percibir «la existencia actual de semióticas diferentes y rivales (literatura, cine, tiras cómicas, radiodifusión)…». Y así llegaremos al punto en que podemos plantearnos la pregunta: ¿qué me ofrece un relato escrito que no me pueda ofrecer otro medio, como el cine, la radio o el cómic?

[...] la integración narrativa no se presenta de un modo serenamente regular, como una bella arquitectura que condujera por pasajes simétricos de una infinidad de elementos simples a algunas masas complejas; muy a menudo una misma unidad puede tener dos correlatos, uno en un nivel y el otro en otro nivel [...] [...] hay una suerte de cojear estructural, como un juego incesante de potenciales cuyas caídas dan al relato su «tono» o su energía; cada unidad es percibida en su aflorar y en su profundidad y es así como el relato avanza: por el concurso de estas dos vías de estructura se ramifica, prolifera, se descubre —y se recobra—: lo nuevo no deja de ser regular. NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 21


Leyendo a Barthes: Análisis del relato iv El relato no es una bella arquitectura, es más bien una fuga… o mejor aún, un ser vivo, que se mueve y se desarrolla. Tiene ritmo, cadencia. Evoluciona. Hay [...] una libertad del relato [...] pero esta libertad está literalmente limitada: entre el fuerte código de la lengua y el fuerte código del relato se abre [...] un vacío: la frase. El límite del mensaje lo imponen los mismos medios de que se vale para expresarse… [...] la creatividad del relato [...] se situaría así entre dos códigos, el de la lingüística y el de la translingüística. Es por esto que se puede decir que el arte (en el sentido romántico del término) es asunto de enunciados de detalle, en tanto la imaginación es dominio del código. La creatividad es, pues, cuestión de aunar fondo y forma, imaginación y arte. Veamos una cita de Poe: En suma, veremos que el hombre ingenioso está siempre lleno de imaginación y que el hombre verdaderamente imaginativo nunca es más que un analista...

Mímesis y creación ¡Y ahora, tomad nota! Esto es un revés a la clásica definición del arte como imitación o mímesis de la realidad: Hay, pues, que oponerse a las pretensiones de «realismo» de un relato [...] la imitación es contingente; la función del relato no es la de «representarse», sino el montar un espectáculo que nos sea aún muy enigmático, pero que no podría ser del orden mimético; la «realidad» de una secuencia no está en la sucesión natural de las acciones, sino en la lógica que en ellas se expone, se arriesga y se cumple; podríamos decir de otra manera que el origen de una secuencia no es la observación de la realidad sino la necesidad de variar y superar la primera forma que se haya ofrecido al hombre, a saber, la repetición: una secuencia es esencialmente un todo en cuyo seno nada se repite... La ficción se aleja de la realidad para montar su propio mundo, con su propia lógica interna. No es imitación del mundo real, sino creación de otro nuevo, que 22

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Leyendo a Barthes: Análisis del relato iv

El relato no hace ver, no imita: la pasión que puede inflamarnos al leer una novela no es la de una «visión»[...], es la del sentido, es decir, de un orden superior de la relación, el cual también posee sus emociones, sus esperanzas, sus amenazas, sus triunfos: «lo que sucede» en el relato no es... literalmente, nada; «lo que pasa» es solo el lenguaje, la aventura del lenguaje, cuyo advenimiento nunca deja de ser festejado... El relato, así, se convierte en un juego, una «aventura de lenguaje», que crea y recrea sus propios mundos ejerciendo una reflexión sobre sí mismo. Sigue Barthes con una alusión al mismo nacimiento de la literatura: [...] el relato es contemporáneo del monólogo, creación, al parecer, posterior al diálogo [...] puede ser significativo que sea en el mismo momento (hacia los tres años) cuando el niño «inventa» a la vez la frase, el relato y el Edipo. El teatro es anterior a la narrativa. Primero vino el diálogo, la relación. Después, el monólogo, la reflexión y la autoconciencia. Se pasa del ritual colectivo —diálogo, drama— a una dimensión más lúdica: se comienza a jugar con el lenguaje, apartándose de la realidad para crear otra nueva. Así nace el relato, la creación de otro mundo paralelo, ¡un mundo virtual! Pasamos de la palabra funcional a la palabra creadora y creativa. En definitiva, a la literatura. N. B.:Todas las citas pertenecen al ensayo de Barthes: Análisis del relato, en su edición del Centro Editor de América Latina, 1977.

Montse de Paz (Elisabet) Licenciada en Filología Inglesa. Escritora de ensayo y ficción.

SOBRE LA LITERATURA

escapa a repeticiones y monotonías. Quizás de ahí venga parte de la magia del relato: aunque nos parezca natural, es artificial en el sentido más genuino de la palabra.

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En Viena (Austria) Fotos de José Luis Jaime Cortés


en la

(parte i) Ainhoa Segura Zariquiegui

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a melancolía es una noción que ha recorrido toda la historia de la humanidad. Se encuentra apegada al ser humano porque forma parte de él, de su esencia. En tiempos presocráticos era un término que hacía referencia a enfermedades tanto mentales como físicas. Así, el significado etimológico de la palabra se compone de melas, término griego que significa negro y kholé que quiere decir humor o bilis. La medicina griega, con Hipócrates a la cabeza, entendía que al ingerir los alimentos se producían sustancias que el cuerpo debía desechar, pero si no las expulsaba, se quedaban en su interior produciendo enfermedades. Como señala Starobinski: «Los escritos hipocráticos atribuyen los síntomas neuropsiquiátricos (depresión, alucinaciones, estados maníacos, crisis convulsivas) a un origen somático y humoral: exceso o corrupción de los humores, calentamiento, estorbo u obstrucción de ciertas vías que deberían estar despejadas. Todas las causas son físicas». Y las causas que llevan a la desestabilización humoral son la dieta, el clima, el aire, el ejercicio físico extenuante. Hipócrates afirmaba que:

SOBRE LA LITERATURA

la literatura

mel ancolía amorosa

Quien quiera estudiar perfectamente la ciencia médica debe hacer lo siguiente: en primer lugar, ocuparse de los efectos que pueden ocasionar cada una de las estaciones del año, pues no se parecen en nada mutuamente, sino que difieren mucho no sólo entre sí, sino también en sus cambios. Después, ha de conocer los vientos, calientes y fríos, especialmente los que son comunes a todos los hombres, y, además, los típicos de cada país. También debe preocuparse de las propiedades de las aguas. NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 25


La melancolía en la literatura (Parte I) La enfermedad melancólica, entonces, era causada por la bilis negra y presentaba dos síntomas específicos: tristeza y miedo. El humor negro o melancolía era el humor más dañino. Pero este concepto asociado en principio solo a la enfermedad extendió su significado. Se puede observar ya esta ampliación en Sócrates, Platón y sobre todo Aristóteles. Estos filósofos dieron a la melancolía un carisma diferente: el ser melancólico era una persona que tenía, por naturaleza, una cantidad mayor de humor negro o melancolía en su ser, por lo tanto, era propenso a enfermedades mentales o físicas determinadas, pero, como reverso y compensación a esta faceta morbosa, poseía una conexión especial con las divinidades. El ser melancólico era un ser tocado por los dioses, pero, a la vez, maldecido por ellos. Sabemos que Sócrates nunca escribió pero Platón dejó lo dicho por este gran filósofo en varias de sus obras. En Fedro, Sócrates habla acerca de la locura (melancolía) y la subdivide en dos: «Una producida por las enfermedades humanas, y otra por un cambio de nuestros valores habituales provocado por la divinidad». A su vez, el filósofo divide esta inspiración divina en cuatro melancolías, perteneciendo a cada cual una divinidad: la profética (Apolo), la mística (Dioniso), la poética (las Musas) y, por último, la erótica o amorosa (Afrodita y Eros). Los dioses se relacionaban con los humanos a través de estas cuatro fuerzas que se transformaban en locura cuando habitaban en el ser humano. La locura que nos atañe y que vamos a tratar es la melancolía amorosa. Esta inspiración divina en relación con el amor ha tenido muchas expresiones en la medicina. El ser enamorado puede caer en la enfermedad del amor. Galeno, el médico más importante de la época clásica, curtido en la cura de gladiadores tras las festividades romanas, reflexionó sobre el mal de amor. Midió el pulso de una joven con este trastorno y se dio cuenta de que estaba secretamente enamorada de un bailarín ya que cuando aparecía el ritmo del pulso se acrecentaba. Médicos bizantinos como Pablo de Egina u Oribasio fueron los primeros en describir sus síntomas: frecuencia del pulso, ojos hundidos y parpadeo continuo, tristeza, falta de apetito. Uno de los libros

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La melancolía en la literatura (Parte I)

Vayse meu corachón de mib: Ya Rab, ¿sise me tornarád? ¡Tan mal meu doler li-l-habib! Enfermo yed:¿cuánd sanarád? (Rico, 1996:12)

SOBRE LA LITERATURA

más importantes de la Edad Media fue el Canon de Avicena. Jackson señala que este gran médico definió así la melancolía: «Una desviación del estado natural acompañado por el miedo y una malignización de la bilis negra, en la que sus vapores suben al cerebro y asustan al paciente con su lobreguez». Avicena incluyó en su libro una sección titulada «Enfermedades de la cabeza», donde hay un capítulo sobre el amor en el cual se dice que es una enfermedad mental similar a la melancolía caracterizada por la excitación continuada de la mente. Ya en el siglo xvi, Robert Burton, médico inglés, cuyo tratado Anatomía de la Melancolía le haría conocido en toda Europa, incluía un capítulo entero acerca de la melancolía amorosa. Señala: «Es preciso que aleje de sí la causa de la enfermedad “que parte sus pensamientos de tan penoso objeto” valiéndose de medios contrarios, con arte e industria, y que “relaje su ánimo” con entretenimientos honestos». El concepto del amor parece una noción inamovible, pero la realidad es que ha ido cambiando a lo largo de los siglos y eso se ve reflejado en los textos escritos. Aunque si bien es verdad que los griegos consideraban el amor apasionado como una enfermedad, este amor, al buscar al mismo tiempo el bien y la belleza, mejoraba y embellecía de manera efectiva la totalidad de la existencia. Pero el cristianismo transformó este amor pleno y lo escindió: «Con el ocaso de la Antigüedad desapareció la posibilidad del amor griego; el mundo escindido entre lo sensual y lo espiritual modificó el amor. No llegó a escindirlo porque el amor se mantuvo unido e independiente, sino que sólo cambió su posición. El amor cristiano no busca una alianza del amante con los poderes terrenales, sino más bien una boda con el cielo a través del enamorado» (Földényi: 253). Somos fruto de esa escisión amorosa. El cristianismo vuelve pecaminoso el contacto corporal. El único amor posible era el amor «ágape». Señala Denis de Rougemont en su obra El amor y Occidente: «Para el Ágape no hay fusión ni exaltada disolución del yo en Dios. El Amor divino es el origen de una vida nueva cuyo acto creador se denomina comunión». Y todo esto se ve reflejado en el arte. Respecto a la literatura, se puede señalar que al ser expresión de sentimientos, la melancolía producto de esta escisión, movilizó una parte muy importante de las temáticas artísticas de cada época. La melancolía aparecía como enfermedad amorosa. En España la primera expresión literaria aparecida está totalmente impregnada de amor melancólico; se trata de las Jarchas, que considero son canciones provenientes de la poesía sufí. En ellas, una mujer contaba a un confidente, que solía ser la madre, su dolor melancólico por la ausencia del amado:

Otra expresión de la melancolía que se encuentra en la literatura es el amor cortés que Denis de Rougemont comenta en su obra antes citada. El amor cortés nació en Provenza, en la corte de Leonor de Aquitania. Su hija María de Champaña continuará la obra cortesana de su madre. Andreas Capellanus, clérigo de Leonor de Aquitania, escribió De amore, que viene a ser un tratado de cómo debe comportarse un caballero. El libro se encuentra influenciado por el Ars Amandi de Ovidio, pero adaptado a los tiempos medievales. El caso es que el hombre debe estar enfermo de amor por su dama, debe sufrir y suspirar de amor por ella. No puede dormir, ni comer, ni sentir ningún tipo de placer. Solo el recuerdo de su amor hace aparecer la esperanza. NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 27


La melancolía en la literatura (Parte I) El Roman de la Rose es el gran poema francés que codificará la compleja trama de lo que se llamará el amor cortés y se trata de una gigantesca alegoría sobre las vicisitudes por las que pasa el amante para conseguir a su dama. El mundo escindido entre lo sensual y lo espiritual es observado en este amor melancólico porque la dama es caracterizada con todos los rasgos de la divinidad. ¡Cualquier cosa haría porque fuese mía, Por graves peligros que me sucedieran, Si alguien me ofreciera la oportunidad o que, en todo caso, no se me opusiera! Me propuse entonces hacerme devoto De aquellas reliquias que os estoy citando; Y, si Dios me ayuda, las conseguiré En cuanto que tenga lugar y momento, Pues iré a rezarles como peregrino.

El amor cortés alimentó la poesía occidental durante muchos siglos. Podemos encontrar varios ejemplos en la Celestina. La obra de Francisco de Rojas recoge todos los lugares comunes de la lírica cortesana, pero no para exaltarlos sino para parodiarlos. Sempronio pregunta a Calisto: «¿Tú no eres cristiano?». A lo que contes­ta el joven: «¿Yo? Melibeo só, y a Melibea adoro, y en Melibea creo, y a Melibea amo» (Rojas, 2000: 93). Calisto sufre, es un hombre enfermo que padece melancolía amorosa. En el primer auto de la tragicomedia hace a su enfermedad melancólica e incluso menciona al gran Galeno: «Cierra la ventana y dexa la tiniebla acompañar al triste y al desdichado la ceguedad. Mis pensamientos tristes no son dignos de luz. ¡O biena­ venturada muerte aquella que deseada a los afligidos viene! ¡O si viniéssedes agora, Crato y Galeno, médicos, sentiríades mi mal!» (Rojas, 2000: 88).

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La melancolía en la literatura (Parte I)

La belleza que ves en verdad está en ella pero crece al subir hasta un lugar mejor Y por los ojos mortales viene al alma. Ahí divina se vuelve, honesta y bella, Pues semejante a sí es todo lo inmortal: Y esta, no aquella, se llega hacia tus ojos.

Vemos cómo el amado puede observar, a través de la belleza de los ojos de la persona amada, el alma, lo divino, lo inmortal. Pero este amor no deja de ser melancólico, muy al contrario, se vuelve profundamente enfermizo porque se instala en el campo de lo ideal: «El amor moderno no interviene en el curso del mundo ni contribuye a su configuración. Condena al enamorado a la soledad: el amor no puede concretarse y sólo puede existir como deseo» (Földényi, 2008: 254). Y el deseo solo existe cuando careces de algo. Una vez saciado, ya no hay deseo. Por eso, para eternizar el deseo, será siempre un amor insatisfecho que se retroalimentará con el sufrimiento. Ya no será como el amor cortés, que después de mucho sufrir el amante obtenía la recompensa de verse amado por su dama; aquí no existe ni siquiera esa satisfacción. La dama llega a hacerse intocable desde un principio: ha muerto, o está casada con otro hombre. El gran padre de este dolce stil nuovo es Petrarca y su amada idealizada, Laura. En España se encuentra Garcilaso de la Vega, sangrando versos para su idealizada Isabel Freire en este soneto xxv:

SOBRE LA LITERATURA

Con la influencia neoplatónica que llega de Italia este amor, todavía medieval, se trasforma en neoplatónico. Ficino, médico y filósofo florentino, tradujo varias obras clásicas, entre ellas las de Platón y las reinterpretó creando una nueva forma de concebir el arte. Ficino fue, por tanto, el impulsor de la filosofía neoplatónica. En su obra De amore mostraba la base del funcionamiento del amor neoplatónico. Al respecto Földényi comenta: «De amore de Ficino es un ejemplo característico de cómo cambiaron los valores respecto al amor entrelazado con la melancolía». Nos encontramos en los tiempos premodernos del Renacimiento italiano; el amor escindido entre lo sensual y lo espiritual por el cristianismo, mantenido en esta ruptura por los cánones medievales del amor cortés y su literatura, se van a escindir un poco más. En este amor se trata de ver a la divinidad a través del amado. Pero este canto a lo divino produce desazón, produce melancolía, al encontrarnos siempre un ser de carne y hueso. Por eso, los poetas neoplatónicos cantan a amadas construidas de forma artificiosa en su mente. En el soneto X del gran artista del Renacimiento italiano, Miguel Ángel Buonarroti, podemos observar este amor platónico:

En poco espacio yacen los amores, y toda la esperanza de mis cosas, tornados en cenizas desdeñosas y sordas a mis quejas y clamores.

La melancolía surge de la visión de la amada como un ser al cual nunca se podrá acceder. El poeta se regodea en la idea del sufrimiento por amor, porque este sufrimien­to hace nacer en él la esencia de la creatividad. No debemos dejar de señalar la melancolía amorosa en la obra cumbre de las letras hispánicas: el Quijote. Vemos la locura por amor en Gardenio, que termina dando fin a su propia vida, y más interesante para nuestro análisis, el Curioso impertinente, cuya enfermedad NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 29


La melancolía en la literatura (Parte I) melancólica son los celos. Esta melancolía renacentista se tiñe de mayor dramatismo en el Barroco. Ciertamente es el período Barroco el que muestra sumergida a la literatura en la expe­riencia profunda de la melancolía. Los grandes poetas Quevedo y Góngora van a poetizar el reverso de la ilusión amorosa: «Déjame en paz, Amor tirano, / Déjame en paz», de la letrilla gongorina, o del soneto de Quevedo que dice: «Aguarda, riguroso pensamiento,/ no pierdas el respeto a cuyo eres». Esta tristeza melancólica la volveremos a ver en el Romanticismo, donde un joven como Werther de Goethe se encuentra sumido en un estado de locura melancólica por culpa de un amor no correspondido que le hace llegar al suicidio. El modernismo tiene gran influencia del Romanticismo en todo lo que respecta a la búsqueda del ideal, más concretamente, el ideal amoroso. Recoge, como señala Aníbal González, además del decadentismo finisecular de Huysmans, otros lugares comunes provenientes del simbolismo, y propone su propia estética en concordancia con los tiempos que le tocan vivir.

Ainhoa Segura Zariquiegui

bibliografía buonarroti, Miguel Ángel. <http://buonarroti-miguelangel.blogspot.com> 27-11-2010, Web. burton, Robert: Anatomía de la melancolía. Alianza, Madrid, 2006. de cervantes, Miguel: Don Quijote de la Mancha. Evergráficas, León, 2005. de la vega, Garcilaso: Poesía completa. Cátedra, Madrid, 1989. de lorris, Guillaume: Roman de la Rose. Cátedra, Madrid, 1987. de rougemont, Denis: El amor y Occidente. Círculo de Lectores, Barcelona, 1978. földényi, László: Melancolía. Galaxia Gutemberg, Barcelona, 2008. góngora, Luis de: Obras de don Francisco de Quevedo Villegas. Atlas, Madrid, 1946. hipócrates: Juramento hipocrático. Tratados médicos. Planeta de Agostini, Madrid, 1995. jakson, Stanley. Historia de la melancolía y la depresión. Turner, Londres, 1986. martí, José: Amistad funesta. <http://www.edu.ar> 27-11-2010, Web. platón: Fedro. Introducción, traducción y notas de Luis Gil Fernández, Alianza Editorial, Madrid, 1998. starobinski, Jean: Historia del tratamiento de la melancolía desde los orígenes hasta 1900. Geigy S. A., Basilea, 1962. rico, Francisco: Mil años de poesía española, Planeta, Barcelona, 1996. rojas, Fernando de: la Celestina. Cátedra, Madrid, 2000.

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La melancolía en la literatura (Parte I)

SOBRE LA LITERATURA

Foto de Sergio José Martínez Valls (Valls)

Dr. Ainhoa Segura Zariquiegui Nacida en Pamplona (España). Diplomada en Turismo por la uned (2001), licenciada en Periodismo por la Universidad del País Vasco (2004), licenciada en Humanidades por la Universidad de Burgos (2005), licenciada en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad de Valladolid (2007), Master of Arts en Western Michigan University (ee. uu., 2011), doctora cum laude por la Universidad Autónoma de Madrid (2012) con un trabajo de investigación realizado en la Universidad Católica de Perú durante 2008. He trabajado para diversas empresas e instituciones. En mi labor como profesora se puede poner de relevancia mi periodo como docente de español en Western Michigan University (2009-2011). He publicado artículos sobre literatura en diversas revistas literarias como Tonos Digital o Delirium Tremens. Actualmente soy profesora en el departamento de español de la Universidad de Tianjin, China. NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 31


REVISTA LITERARIA PROSOFAGIA


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Centro de Arte Pintura Mural de Alarcón Antigua iglesia de San Juan Bautista (desacralizada), en Alarcón, Cuenca, (España) Foto de José Manuel Solana


LA

(datos para una recensión)

ARTÍCULO

ortografía académica del 2010: cara y dorso José Martínez de Sousa

Este artículo se publica con la autorización del Autor. © José Martínez de Sousa, 2011

0.  Antecedentes.  En el año 1999 publiqué una recensión de la Ortografía de la lengua española, obra que la Academia acababa de publicar («La “nueva” ortografía académica», Acta [Madrid], 1999). Pese a que se trataba de un texto razonable, la docta casa no estaba acostumbrada a que alguien criticase su trabajo, por lo que algunos académicos y otras personas cercanas a la Academia se alzaron contra mí, aquí y en Latinoamérica. Otras, por el contrario, acogieron el texto con serenidad, reconociendo que ni la Academia es sagrada ni le hace ninguna falta serlo. Aquella reacción me recordó la que se había producido en 1984, cuando juzgué el contenido de la edición del Diccionario de la lengua española, también de la Academia, aparecida en ese año («¿Limpia, fija y da esplendor?», El País, 04/11/1984, 8/Libros). En aquella ocasión fue Pedro Laín Entralgo, a la sazón su director, quien se encargó de mostrar en público y en privado el disgusto académico (al menos el suyo) por la crítica publicada, pese a que esta era de lo más inocuo que pueda darse. Con estos antecedentes, me sorprendió que en el 2004, con motivo de una invitación para conocer de primera mano la opinión que nos merecía a algunos autores de libros de estilo periodísticos el contenido del Diccionario panhispánico de dudas, el entonces director de la institución, Víctor García de la Concha, dijera en presencia de todos los invitados que yo era persona muy querida en la Academia (¡Dios mío, cómo han cambiado los tiempos!). NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 35


La ortografía académica del 2010: cara y dorso En la ocasión actual, y para no perder comba, me propongo enjuiciar mo­ destamente la reciente edición de la Ortografía de la lengua española, publicada en diciembre del 2010. No es fácil. Como digo en el texto que sigue, la Academia se ha sobrepasado al pretender realizar un trabajo completo y definitivo. La compleción redunda en complejidad y no favorece al lector de esta obra, que de pronto se siente envuelto en un texto farragoso y denso, con pocas posibilidades de dominarlo con la serenidad que merece. Por otro lado, una publicación de estas características reque­ riría por parte del recensor un análisis mucho más profundo que el que se puede hacer sin entrar a juzgar el contenido de cada una de las 800 páginas que la forman. En una obra como esta, los análisis globales tienen escaso valor, pero uno hecho punto por punto, que es el ideal, resulta prácticamente imposible. Con estos mimbres he compuesto, pues, el siguiente cesto, no sin renunciar a la exposición completa y exhaus­tiva del contenido de la obra. 1.  El comienzo. El hecho de que la Academia haya publicado esta nueva ortografía solamente once años después de publicada la anterior nos da a entender claramente que esta última no era una buena ortografía. Sin duda es innecesario hacer mayores esfuerzos para convencer al lector de que nos hallamos ante una realidad incontrovertible. Nada más poner aquella a disposición del público, los expertos en la materia advirtieron que lo que necesitábamos los hispanohablantes era un texto distinto, un trabajo más sólido, una obra que, si no definitiva, sí estuviera mejor preparada para resistir el paso del tiempo. La ortografía que se nos presentó a mediados del mes de diciembre del 2010 era, ciertamente, otra cosa. No se puede ignorar el esfuerzo realizado para presentarnos una ortografía distinta, y lo es. Pero han ido más allá. Ciertamente, muchos de los textos añadidos en esta edición son perturbadores de la atención que un texto así requiere. La Academia se ha olvidado de que una ortografía, la suya con más razón, debe ser esencialmente normativa, porque el lector al que se supone dirigida no va a buscar en ella, por poner un ejemplo, la historia de la escritura ni otros textos, cortos o largos, sobre cuestiones del mismo tipo que se hallan aquí y allá por toda la obra. Por no buscar, tampoco tiene por qué indagar qué dice aquí la Academia acerca de la ortotipografía. Sin embargo, Víctor García de la Concha, su anterior director, anunció una y otra vez que la Academia prestaría atención a la ortotipografía. Afortunadamente, no lo ha hecho ni tenía por qué hacerlo. La ortotipografía, como su propio nombre indica, atañe a los tipógrafos, no a los académicos. Pese a ello, la obra está sembrada de datos o apuntes de ortotipografía, datos o apuntes que solo sirven para distraer la atención y cuyo contenido normalmente es innecesario o irrelevante (muchas veces solo contribuye a hacer el texto más amazacotado). 1.1.  En poco más de una década hemos pasado de una ortografía raquítica e insuficiente (la de 1999) a una ortografía pletórica y rebosante. De 162 páginas más bien pequeñas compuestas con cuerpos más bien grandes se ha pasado a 800 páginas más bien grandes compuestas con cuerpos más bien pequeños. La densidad de lectura es ahora mucho mayor, con los inconvenientes a que ello da lugar en obras de estas características. Esto plantea el primer problema de esta ortografía: ¿para quién la han hecho?; ¿quién es el posible lector?; ¿será capaz este, sea quien fuere, de asimilar tanta información en plazos razonables y con provecho? Es obvio que el llamado hombre de la calle nada tiene que ver con semejante obra, y que no solo no es su destinatario, sino que no es su posible lector ni es capaz de asimilar en plazos razonables y con provecho toda la información contenida entre sus tapas. 36

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La ortografía académica del 2010: cara y dorso

ARTÍCULO

1.2.  Esta ortografía, tan esperada como si de un hijo se tratara, es, con mucho, más extensa que la anterior, de la que la separan no solo once años, sino también muchas virtudes que aquella no tenía. Una simple mirada a su contenido nos indica que en esta edición abundan los estudios y análisis de que careció su predecesora. Sin embargo, los titubeos académicos de última hora antes de su publicación en diciembre del 2010, con la eliminación del capítulo dedicado a la ortotipografía (probablemente un acierto), han hecho que la obra publicada se resienta y recoja aquí y allá textos, reglas y notas esporádicos y deslavazados, más relacionados con la ortotipografía que con la ortografía, con lo que las dudas sobre el destinatario cobran mayor vigor al tiempo que surgen serias sospechas sobre el rigor en el trabajo de redacción. Por ejemplo, véase la página 373, donde se define la raya (—) diciendo que es «un trazo horizontal cuya longitud suele equivaler [?], en tipografía [¿y en otros ámbitos?], a un cuadratín (blanco tipográfico cuyo ancho mide en puntos [¿qué es un punto?] lo mismo que el cuerpo o tamaño de la letra que se está utilizando [¿y si no se está utilizando?])». Que levante la mano quien, no siendo tipógrafo, haya entendido algo. Con cierta frecuencia también se mencionan a lo largo de la obra la letra redonda, la versalita, los espacios y otros términos igualmente tipográficos cuyo significado no entienden todos. 1.3.  A diferencia de las obras académicas anteriores editadas en esta década (por ejemplo, el Diccionario del estudiante, 2005; el Diccionario panhispánico de dudas, 2005, y el Diccionario esencial de la lengua española, 2006), donde queda meridianamente claro que son normativas, en la presente la Academia solo se refiere a este hecho como de pasada. En efecto, dice en su página 9: «[...] la paleografía es puramente descriptiva, mientras que la ortografía es esencialmente normativa»; y en la página 10: «La ortografía comparte su carácter normativo con la ortología [...]». Sin embargo, en páginas anteriores afirma: «Esta edición de la Ortografía de la l­engua española presenta unos caracteres que la hacen más sólida, exhaustiva, razonada y moderna [que la edición anterior, la de 1999]» (p. xl), y a continuación añade: «Es una ortografía coherente, exhaustiva y simple [...] Es una ortografía razonada [...] Es una ortografía didáctica [...]», y, finalmente, «es una ortografía panhispánica». Sabemos, pues, según lo declara la Academia, que la presente ortografía es normativa, sólida, exhaustiva, razonada, moderna, coherente, simple, didáctica y panhispánica. No es poco, si consigue cumplir satisfactoriamente todos estos cometidos. Para empezar, lo de didáctica flojea mucho. La densidad del texto (le faltó a la Academia decir que esta ortografía es también densa) dificulta sobremanera la asimilación de los conocimien­ tos que encierra, con frecuencia minuciosos y descriptivos hasta extremos que, en comparación con la edición anterior, son excesivos. Incluso la normatividad del texto se pone en entredicho en la misma obra. Por ejemplo, en la página 466 se nos dice que «a continuación se exponen las normas o recomendaciones de uso de mayúsculas y minúsculas [...]»; es decir, que a veces exponen normas, y a veces, recomendaciones, que no es lo mismo.

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La ortografía académica del 2010: cara y dorso 2.  Rebelión de los académicos.  Se ha dado, con esta ortografía, un fenómeno notable: ante ella se han rebelado varios académicos, creando una situación insólita. En efecto, podemos empezar por el más venerable por su edad, Francisco Rodríguez Adrados, quien en medios de comunicación escrita (Abc, 24/11/2010) manifestó su oposición a la nueva Ortografía. En los días previos a la reunión de Guadalajara (México), Rodríguez Adrados dio a entender que había posibilidades de que la reforma, que le parecía innecesaria, no alcanzase su fase final (es decir, la aprobación), fase que, finalmente, alcanzó. 2.1.  Por su lado, Arturo Pérez-Reverte, también académico, con su estilo irreflexivo, reclama su libertad de escribir como quiera, quitar o poner tildes, escribir Qatar e Iraq, sólo y guión con tilde y llamar i griega a la ye (La Voz de Galicia, 07/11/2010). Como esas son propuestas académicas (es decir, de académicos), unos y otros sabrán en qué jardines pasean y con qué compañías. 2.2.  El académico Javier Marías echa asimismo su cuarto a espadas en esta cuestión (El País Semanal, 30/01/2011, 06/02/2011, 06/03/2011). Una de las primeras cosas que nos dice en relación con la nueva Ortografía es que «algunas de sus decisiones me parecen discutibles o arbitrarias, o un retroceso respecto a la claridad de nuestra lengua». Como se apunta anteriormente, esta obra es excesivamente densa teniendo en cuenta el que se supone su destinatario. Aludiendo a la h de truhán, Marías le dice a la Academia que si le suprimen la tilde, deberían haberle quitado también la h, y se pregunta: «¿qué pinta ahí si, según ella, se dice truan y es un monosílabo?». En parecidos términos se refiere a la obligatoriedad de escribir guie, crie, guio, crio, riais, fiais, hui, sin tilde, en lugar de guié, crié, guió, crió, riáis, fiáis, huí (véase más adelante). El académico dedica también unas líneas a las palabras solo y este, ese, aquel, palabras que prefiere con tilde. Es lo cierto que, para ser académicos, las posturas de estos tres personajes son la mar de chocantes. Uno creería que, si no es posible presentar un frente común sin fisuras, al menos sí se guardarían las formas de cara al exterior. Pues ni eso. ¿Qué hemos de hacer los miembros de la tropa? Ante esta situación, el académico Salvador Gutiérrez Ordóñez, coordinador de la obra, publicó (El País, 06/02/2011) un artículo para tratar de justificar los cambios introducidos y la interpretación que de ellos cabía hacer. Se supone que los destinatarios ya sabían qué opinaba el coordinador, pese a lo cual publicaron sus criterios. Muy probablemente se le ha hecho a la Academia (y a las academias, corresponsables con la Española de todo lo bueno y lo malo de esta obra) un flaco favor al poner de manifiesto, sin rubor, posturas personales poco meditadas. ¿En eso consiste la esencia del academicismo? ¿Para eso se nombra académico a una persona, la cual sin duda va a exprimir todas las posibilidades que el hecho ofrece? Se supone que, bien utilizada, «De la Real Academia Española» no es una frase huera.

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La ortografía académica del 2010: cara y dorso 3.  La edición de la ole10.  Hay que apresurarse a poner de manifiesto que la Academia ha omitido algo a lo que el lector tiene perfecto derecho: el índice alfabético al final del libro. Ninguna obra que pretenda aplicar métodos científicos puede ­prescindir de un trabajo en el que se recojan todos los términos relativos a los conceptos y tecnicismos que se manejan en ella, con remisión a la página en que se tratan. Esta omisión, incomprensible hoy día, multiplica las dificultades para el aprovechamiento de los datos que la obra contiene, que son muchos (demasiados, me atrevería a decir). A su lado, una vez más, también ha omitido la Academia la nómina de los autores y obras que los académicos y redactores han tenido a la vista a la hora de componer la presente. Hace mucho que pasaron los tiempos en que la Academia presentaba sus textos como si los hubiera recibido directamente del cielo y los hubiera trascrito por inspiración divina. Hoy sabemos que la sabiduría es fruto del esfuerzo personal y que nada se nos da gratuitamente. Somos cada uno, autores personales o instituciones, quienes debemos responder de nuestro propio trabajo. Esto es aplicable a la obra que criticamos, porque ni la forma, ni la distribución del texto, ni el contenido pueden evitar que se adivinen al trasluz otras obras de autores no académicos. Estas dos omisiones son tanto más graves cuanto que la involucrada en ellas es la mismísima Real Academia Española. 3.1.  En general, como era de esperar, la Academia ha aplicado correctamente la norma de que cuando se mencionan una palabra o frase de metalenguaje, estas se escriben con cursiva, pero no lo cumple siempre con acierto. En algunos casos no emplea la cursiva, sino que, impropiamente, deja el término en redondo; por ejemplo, en la página 5 escribe «[...] de ahí que este modelo primigenio suela recibir la denominación singular de alfabeto semítico», en lugar de «[...] de ahí que este modelo primigenio suela recibir la denominación singular de alfabeto semítico»; en la página 8: «—que vienen a coincidir con lo que llamamos letras en el habla común—», en lugar de «—que vienen a coincidir con lo que llamamos letras en el habla común—»; en la misma página: «[...] denominación genérica de signos ortográficos», en lugar de «[...] denominación genérica de signos ortográficos»; y en la misma página: «[...] y los denominados signos auxiliares», en lugar de «[...] y los denominados signos auxiliares». En la página 60 escribe «Definición de grafema», en lugar de «Definición de grafema», tal como hace, acertadamente, en la página 61: «Grafema, sinónimo de letra». En la página 513 escribe «La llamada mayúscula diacrítica», en lugar de «La llamada mayúscula ­diacrítica». Podemos encontrar otros malos ejemplos a lo largo de la obra. 3.2.  La Academia esquematiza bien el contenido de los capítulos, pero a veces tiene fallos. Por ejemplo, muestra las tres partes en que se divide el capítulo ii (p. 189), cuando en realidad es un capítulo que solo tiene una parte, ya que la división en tres es impropia. El título de este capítulo es «La representación gráfica del acento: el uso de la tilde», y, según la Academia, se divide en estas partes: 1  El acento prosódico y su representación gráfica. 2  El acento prosódico. 3  El acento gráfico o tilde.

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1 El acento prosódico y su representación gráfica.    1.1  El acento prosódico. 1.2  El acento gráfico o tilde. 3.3.  El sistema de remisiones internas de la obra es confuso e incómodo. Con frecuencia remite al capítulo y, dentro de él, a un apartado. En un caso como en otro, el lector se las ve y se las desea para acertar sin demasiada pérdida de tiempo, porque no es fácil saber en qué capítulo nos hallamos. Las líneas de folio (folio explicativo), donde debería estar el número del capítulo, no registran este dato. En la mayor parte de los casos, para hallar la información que nos permita ir al lugar remitido hay que acudir al índice general situado al principio del libro y, en un alarde de paciencia muy notable, buscar el apartado al que nos remiten desde las honduras del texto. 3.4.  En las páginas 298, 368, 378 y 401 hay textos repetidos. Podría arreglarse mediante una remisión desde las páginas 298, 368 y 378 a la 401, puesto que en esta ofrece la Academia una forma elaborada del fenómeno al que se refiere en las otras tres páginas, relacionado con los signos de carácter tipográfico con que se pueden sustituir las letras o números por topos, bolos o boliches.

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Fácilmente se echa de ver que el apartado 1 comprende a los otros dos, de manera que la forma apropiada de dividir el contenido de ese capítulo debe ser:

3.5.  Como toda obra bibliológica y tipográfica que se precie, esta también contiene erratas y algún que otro error. Por ejemplo, en la página 214 asegura la Academia que la imprenta llega a España en el año 1475, cuando desde hace unos cincuenta años (trabajos de Romero de Lecea, 1965) se sabe que fue en 1472 con la publicación de la Sinodal de Aguilafuente, impresa en Segovia en dicho año. Aunque me propongo no hacer constar las erratas concretas, sí quiero indicar que algunas no deberían haberse producido. Me refiero, por ejemplo, a la que aparece en la página 467, línea 11, donde se ve que la abreviatura D.ª no tendría que haber quedado a final de línea, sino al principio de la siguiente. Algo parecido sucede en la página 408, donde se deja a un lado (v. §, que debería haber pasado al comienzo de la línea siguiente. 3.6.  La Academia ejemplifica suficientemente sus disquisiciones teóricas, pero a veces cae en una minuciosidad innecesaria. Es lo que le sucede en las páginas 296 y siguientes, donde ejemplifica aspectos que están al alcance intelectual de cualquier lector. Es de una ingenuidad conmovedora la ilustración que consiste en un dibujo en el que aparecen dos trompos (p. 297) y debajo dice: «Trompos». Le hubiera bastado a la Academia (y a cualquier autor) con decir que se omite el punto en los epígrafes de imágenes o ilustraciones, ocupen una línea o más de una. Por lo demás, los ejemplos extratextuales no se escriben con letra cursiva, como dice la Academia en la página 381 y practica en casi toda la obra, sino con redonda dos puntos menor que la letra del texto. Son asimismo chocantes (como mínimo) las ilustraciones de las páginas 438 y 439, la primera un panel indicador de la dirección que se debe seguir y la segunda una reproducción de un texto antiguo en el que aparece un signo de párrafo. Podríamos pedirle a la Academia, ya que tan exacta es, que reprodujera las señales de tráfico.

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La ortografía académica del 2010: cara y dorso 3.7.  Algunos ejemplos son, a mi entender, incorrectos. Verbigracia, el que reproduce en la página 382, dedicado a los pensamientos de los personajes reproducidos de forma directa: «“¡Oh, a él, a don Álvaro Mesía le pasaba aquello! ¿Y el ridículo? ¡Qué diría Visita, [...] qué diría el mundo entero! ”Dirían que un cura le había derrotado. ¡Aquello pedía sangre! Sí, pero esta era otra”. Si don Álvaro se figuraba al Magistral vestido de levita, acudiendo a un duelo a que él le retaba..., sentía escalofríos». Si se observa bien, al comenzar el segundo párrafo deben colocarse también comillas latinas invertidas (llamadas comillas de seguir, aunque la Academia no lo diga), puesto que el texto reproducido comienza en el primer párrafo y al doblar lo hacen los dos, el principal (comillas latinas) y el secundario (comillas inglesas): «“¡Oh, a él, a don Álvaro Mesía le pasaba aquello! ¿Y el ridículo? ¡Qué diría Visita, [...] qué diría el mundo entero! »”Dirían que un cura le había derrotado. ¡Aquello pedía sangre! Sí, pero esta era otra.” Si don Álvaro se figuraba al Magistral vestido de levita, acudiendo a un duelo a que él le retaba..., sentía escalofríos». 3.8.  Es asimismo inaceptable el ejemplo que coloca en la página 400: —¿Viste a ese Sr....? —Sí, el Sr. González estuvo aquí ayer. El uso de las dos abreviaturas es incorrecto en nuestra lengua, especialmente el primero. Los textos normales no usan abreviaturas, sino texto corrido, y solamente entre paréntesis pueden aparecer en algún caso. —¿Viste a ese señor...? —Sí, el señor González estuvo aquí ayer. En este uso, solamente se tolera la aparición de la abreviatura etc. (etcétera), aunque actualmente, debido a los muchos problemas que presenta durante la composición y compaginación de los textos, se sustituye la abreviatura etc. por la palabra etcétera, sobre todo en los periódicos y revistas (pero también en los libros). La Academia admite y a veces recomienda el uso de la grafía etcétera, aunque siempre menciona la posibilidad de escribir la abreviatura etc., abreviatura que aquí rechazamos por las razones dichas.

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La ortografía académica del 2010: cara y dorso 4.  Casuística ortográfica

La editorial ha publicado este año varias obras del autor —todas ellas de su primera época—. Esta segunda raya debe eliminarse no por razones ortográficas o gramaticales, sino por razones de estética del texto. Si el lector la observa, se dará cuenta de que esa segunda raya se halla en equilibrio inestable, como amenazando con venirse abajo de un momento a otro. Sin embargo, se contradice cuando en la página 375 de la obra asegura: «No se escribe raya de cierre si tras el comentario del narrador no sigue hablando inmediatamente el personaje», y pone este ejemplo: —Espero que todo salga bien —dijo Azucena con gesto ilusionado. A la mañana siguiente, Azucena se levantó nerviosa.

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4.1.  Cuando, en la página 374, la Academia se refiere al uso de la raya en los incisos, establece que «Tampoco debe suprimirse la raya de cierre cuando el inciso ocupa posición final del enunciado», y pone este ejemplo:

Como se puede observar fácilmente, el texto que empieza en —dijo y termina en nerviosa es un inciso tan notorio como el constituido por el ejemplo anterior, que empieza en —todas y terminada en época—. Por consiguiente, es correcto eliminar la segunda raya en ambos ejemplos por las mismas razones. Cuestión distinta es la planteada por el punto y seguido detrás de ilusionado. El texto que sigue debería formar párrafo independiente, puesto que es parte del discurso general y no del diálogo concreto: —Espero que todo salga bien —dijo Azucena con gesto ilusionado. A la mañana siguiente, Azucena se levantó nerviosa. 4.2.  El alfabeto español consta de 27 letras, a diferencia de las 29 de la edición anterior (porque la Academia, contra viento y marea, consideraba como tales la ch y la ll, que eran dígrafos). Aclarado esto, los problemas que presenta el alfabeto actual se refieren al nombre de cada uno de sus componentes. La mayor parte de ellos no plantea especiales dificultades, pero algunos se encallan en su nombre, ya que al respecto no hay justa correspondencia entre España y Latinoamérica. Esta circunstancia dio lugar a más de un desencuentro entre los miembros de las academias latinoamericanas que intervinieron en los trabajos relacionados con esta cuestión. Al final, las discusiones se reflejaron en la presentación final de la Ortografía, en diciembre del 2010. En algunos casos se llegó a pedir que la cuestión se dejase como estaba, de tal manera que en algunos países de Latinoamérica se coincidiese con la denominación española y en otros casos se respetase la tradición o el uso local. Según como se mire, el problema puede llegar a ser peliagudo, por cuanto en Latinoamérica algunas letras se designan con una terminología muy variada. Por ejemplo, tal como explica la Ortografía, la b recibe los nombres de be (España) y be larga, be grande y be alta (Latinoamérica); la v se denomina uve (España) y ve, ve corta, ve chica o chiquita, ve pequeña y ve baja (Latinoamérica); la w se llama uve doble (España) y ve doble, doble ve, doble u y doble uve (Latinoamérica); la y se conoce como i griega (España) y ye (en partes de Hispanoamérica) (la i recibe, para distinguirla de la y cuando sea necesario, el nombre de i latina), y la z, que se ha llamado ceta, ceda, zeda, NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 43


La ortografía académica del 2010: cara y dorso tiene ahora el nombre de zeta. Por lo que respecta a la r, llamada ere cuando se aplicaba a la vibración simple y erre cuando se aplicaba a la vibración múltiple, actualmente, por decisión académica en esta obra, recibirá siempre la denominación de erre para la forma sencilla (r) y erre doble para la rr. Desaparece, pues, la forma ere. Este cambio, sin duda, resultará chocante y probablemente su implantación presentará ­dificultades. Aunque al parecer la Academia pretendía imponer la unidad de designación para cada letra, de forma que los latinoamericanos debían utilizar la palabra uve para designar la letra v en vez de ve, en España se impondría la letra ye en lugar de i griega. Finalmente parece haberse impuesto el sentido común: cada cual que dé a las letras del alfabeto español el nombre que acostumbre, por cuanto en este tipo de problemas el usuario es el rey; pero sería bueno que la Academia extrajese la consecuencia de que en aquello que el uso consagra no es aconsejable introducir novedad no justificada. 4.3.  En la edición de la Ortografía de 1999 se declaró que los bisílabos con hiato (del tipo de huí, lié, guión, Sión, truhán, etcétera) eran diptongos a efectos ortográficos, si bien se permitiría la consideración como hiatos si los escribientes así los percibían. Decisión tan discutible ha sido superada por la presente Ortografía, la cual, sin paliativos de ningún tipo, establece la consideración de diptongos de estas palabras y en consecuencia su escritura sin tilde. 4.4.  La Academia reconoce que en confié hay hiato (frente al diptongo de limpié) (p. 198), pero se apresura a decir que en México, Centroamérica y partes de las áreas caribeña y andina se pronuncian con diptongo. Nos hallamos, pues, ante un fenómeno según el cual algunos latinoamericanos (México, Centroamérica y partes de las áreas caribeña y andina) tienden a pronunciar como diptongos lo que otros pronuncian como hiatos. Según la Academia, son monosilábicos, entre otros, los siguientes tiempos verbales: cié (de ciar), ció (de ciar), criáis (de criar), crié (de criar), criéis (de criar), crió (de criar), fiáis (de fiar), fié (de fiar), fiéis (de fiar), fió (de fiar), fluí (de fluir), fluís (de fluir), frió (de freír), fruí (de fruir), fruís (de fruir), guiáis (de guiar), guié (de guiar), guiéis (de guiar), guió (de guiar), huí (de huir), huís (de huir), liáis (de liar), lié (de liar), liéis (de liar), lió (de liar), pié (de piar), piáis (de piar), piéis (de piar), pió (de piar), pión (de piar), pué (de puar), rió (de reír), rué (de ruar), ruó (de ruar), trié (de triar), trió (de triar), y los siguientes sustantivos: guión, ión, muón, pión, prión, ruán, truhán, Ruán, Sión. En consecuencia, si realmente fueran monosilábicos, ninguno de los términos debería llevar tilde, pese a que deben leerse como agudos: lie [lié], hui [uí]. ¿Pero son realmente monosilábicos? Reconoce el académico Salvador Gutiérrez Ordóñez, coordinador de esta ortografía (El País, 06/02/11), que «Lo normal en la dicción pausada de gran parte de los países hispánicos es que muchas de estas palabras se articulen como hiatos. Sin embargo, en México y en una gran zona de América Central predomina su articulación como diptongo». Pese a este reconocimiento, decreta la Academia (ya no recomienda, aconseja ni permite, sino que decreta) la acentuación de estas palabras como diptongos y no como hiatos, siendo así que en la mayor parte de Hispanoamérica y España, como queda dicho, se pronuncian como hiatos. Dice la Academia (p. 236): «[...] se escribirán obligatoriamente [cursiva mía] sin tilde, sin que resulten admisibles, como establecía la Ortografía de 1999, las grafías con tilde». Es decir, que lo lógico y coherente es que todas esas palabras se escriban con tilde, pero la Academia decide lo contrario. Añade Gutiérrez Ordóñez: «Se oyen voces de que, con esta norma, la rae está proponiendo que tales palabras se pronuncien como diptongos y no como hiatos. Tampoco es cierto: al igual que la escritura sin tilde de superfluo no nos impide 44

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articularla como esdrújula [?] (su.per.flu.o) o como llana (su.per.fluo), las representaciones gráficas guion, Sion, truhan, lie, fie, liais, fiais, lieis, fieis... (no marcadas por la tilde) pueden representar tanto la pronunciación monosilábica como la bisilábica. [¿Realmente esto es así? ¿Donde se escribe lie, truhan o hui se puede leer lié, truhán o huí?] Por el contrario, la escritura con tilde de guión, Sión, truhán, lié, fié, liáis, fiáis, liéis, fiéis... sí es excluyente: nos está diciendo que son palabras bisílabas. ¿Cómo aceptarían esta escritura en México y Centroamérica?». La respuesta es fácil: de la misma manera que cuando nosotros nos vemos obligados a aceptar lo contrario. Y dado que se trata de palabras bisílabas en la mayor parte del mundo hispanohablante, creo que con mayor razón, pues lo contrario presupone convertir palabras bisílabas en monosílabas (milagro que solo es posible si se declara que ciertas palabras son diptongos aunque previamente se reconozcan como hiatos). Se añade, además, el problema representado por la lectura de estas voces. Por ejemplo, las que terminan en ui se pronuncian agudas: hui [uí], mientras que si terminan en uy se pronuncian llanas: huy [úi]. Esta cuestión es una de las más difíciles de aceptar por lo que respecta a esta obra. Uno siente un retorcimiento de tripas cada vez que, para cumplir con lo legislado, tiene que aceptar que donde se escribe hui [úi] debe leerse huí [uí]. Y así en los demás casos. Generalmente se reconoce que todas estas palabras son bisílabas y lo lógico es que, en ese caso, se escriban con tilde. Traigo a colación el criterio de Navarro Tomás (Manual de pronunciación española, 1980: 158-159): «La analogía favorece el hiato, especialmente en las formas verbales, cuando dentro del mismo verbo de que se trata hay casos en que las vocales i, u, llevan acento fuerte: fiar, fianza (fían); guiaba (guía); liamos (lías); piando (pían); criado, crianza (crían); ­acentuar (acentúo); actuamos (actúan), etc. Ocurre también entre los nombres: diario, diana, diurno, dieta (día); brioso (brío); riada (río); viaje (vía)». De aquí guión, huí, rió, truhán, crié, fié, fiáis, liéis, etcétera. Al respecto, decía Lázaro Carreter en El País (07/05/1999: 40), refiriéndose al mismo tema recogido en la edición anterior de la Ortografía académica: «Queríamos que América reconociera esta Ortografía como propia, y no podíamos obligarles a poner esos acentos». Sorprendente, cuando menos. Pero la prohibición de acentuar esas palabras, pese a reconocer su hiato, está en las páginas de la Ortografía del 2010. Por lo que yo sé, la Academia nunca se había mostrado tan taxativa y autoritaria como en este caso, cuando es tan flexible y permisiva en tantos otros, más discutibles. Ni que le fuera en ello la existencia... Este empecinamiento me recuerda el de Julio Casares en los años cincuenta del siglo pasado, cuando se empeñó en escribir sin tilde los hiatos de palabras como reír, sonreír, embaír, oír, etcétera, con la excusa de que tales palabras no podían leerse de otra manera que no fuera con hiato. A causa de ello, la edición del diccionario académico de 1956 registra, excepcionalmente, todas esas palabras sin tilde. 4.5.  Sigue la Academia registrando infinidad de palabras de doble y hasta triple acentuación (es decir, palabras con alternancias acentuales), aunque opine que «es un fenómeno de carácter excepcional» (p. 208). En realidad, el hecho de que sigan apareciendo nuevas voces con dos y tres acentos, aunque de vez en cuando se suprima alguna, es suficiente para desanimar a los profesionales de la escritura, que lo que buscan es simplificar y no complicar. En la última edición del drae (2001) se cuentan 246 voces que admiten diversas acentuaciones (salvo error u omisión), y la tendencia es seguir aumentando ese número. Las que admiten tres formas de acentuación son solamen­te dos: bue, bué o búe (voz desusada en las tres formas, salvo en Salamanca,

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La ortografía académica del 2010: cara y dorso donde se emplea en las dos primeras) y bustrófedon, bustrofedon o bustrofedón (voz que se encuentra incómoda en este grupo, por cuanto, siendo, como es, palabra casi ­desusada salvo en la primera forma, las otras dos deberían de­secharse por tratarse de tecnicismos desconocidos del gran público; no es probable que una persona no especializada pierda el oremus buscándola en un texto ordinario; la Academia justifica la admisión de bustrofedon y bustrofedón en el hecho de que son formas etimológicas [p. 208], pero, como se sabe, esta no es razón para admitir una palabra si no tiene uso). En la Ortografía del 2010 la Academia se dedica a analizar el origen de tales palabras, pero eso carece de interés para los escribientes. El gran trabajo, eliminar las no justificadas, está aún por hacer. Por lo demás, es necesario tener clara la idea de que muchas de estas palabras no son biacentuales o alternancias; es decir, que no en todos los casos son sustituibles unas por otras. Por ejemplo, la palabra futbol no se puede intercambiar con fútbol en cualquier contexto, ya que la primera se usa solo en México y el área centroamericana y la segunda solo en España y los restantes países de Latinoamérica. Por consiguiente, ambas voces (como tantas otras en el mismo caso) deben entrar en los diccionarios de forma separada y marcada con la abreviatura correspondiente. Por ejemplo: futbol Am. Cen., Méx. [Sigue la definición.] fútbol Am., Esp. futbol. Esta peculiaridad se da también entre los topónimos, algunos de los cuales admiten la doble grafía en función del acento. Por ejemplo, esto sucede en topónimos como Mali/Malí, Kósovo/Kosovo, Amazonía/Amazonia, Araucanía/Araucania. También ocurre en antropónimos, como Óscar (España) / Oscar (Hispanoamérica), Ciríaco/Ciriaco, Eliseo/Elíseo, Epifanía/Epifania, Lucio/Lucío, etcétera. La tendencia general en estos casos, por parte de la Academia, debe ser la simplificación del microsistema, eliminando de los diccionarios todas las palabras bi- o triacentuales de las que sea aconsejable prescindir. Por ejemplo, como hemos dicho, nada justifica que la palabra bustrófedon figure también en los textos académicos con las formas bustrofedon y bustrofedón. De esta manera acabaríamos de marear la perdiz... 4.6.  En el uso de las comillas, la Academia mantiene (desde 1999) la norma de que cuando el texto encerrado entre comillas es independiente, el punto va fuera de las comillas de cierre: «¿Dónde te crees que vas?». Esa pregunta lo paró en seco. Obsérvese que la aplicación de la norma (p. 386) da lugar a que el punto de cierre concuerde con el del final de la oración, que en este caso corresponde a la interrogación de cierre, dando lugar así a la aparición de dos puntos con la misma función (sobrepuntuación). Aunque la Academia se niegue rotundamente a resolver este ­problema (ella sabrá por qué lo hace), esa grafía es absolutamente inaceptable en español, como es inaceptable colocar el punto detrás del paréntesis en el mismo caso, es decir, cuando encierra oraciones cabales (v. p. 451, primer párrafo). Más bien nos parece que la Academia debería reconocer y recomendar la norma creada y aplicada en la tipografía española desde hace muchos años, es decir, que cuando la oración que aparece entre comillas, paréntesis, etcétera, sea dependiente (comience en ausencia de punto o signo que haga sus veces), el punto que ese texto necesita debe ir fuera de tales 46

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4.7.  Durante mucho tiempo, la Academia ha tratado de que escribiéramos la partícula ex separada de la palabra subsiguiente o, cuando más, unida a ella con un guión. En esta Ortografía, admite por primera vez la escritura de la partícula junto con la palabra siguiente: exministro, exprovincial, exdiputada, exmarido, exesposa, excapitán, grafía por la que hemos roto lanzas con mucha frecuencia a lo largo de los años. La Academia dice ahora que la partícula ex, como las demás partículas, se escribe unida a la base cuando esta esté constituida por una sola palabra, como hemos visto en los ejemplos anteriores. Sin embargo, como la felicidad nunca es completa, la Academia se ha encargado también de establecer una excepción que, cuando menos, crea una situación de marasmo que no va a ser entendida por todos. Esta excepción se refiere a la grafía de la partícula separada de la palabra subsiguiente cuando va seguida de una base pluriverbal: ex alto cargo, ex capitán general, ex primer ministro, ex guardia civil. A mí no me parece suficientemente justificada esta excepción. No creo que se presente problema de ningún tipo al leer frases como alto cargo, capitán general, primer ministro, guardia civil. Entonces, ¿en qué se basa la prohibición de escribir exalto cargo, ­excapitán general, exprimer ministro, exguardia civil? Sabido es que los lectores leemos una palabra o frase detrás de otra, y que, por ello, detrás de exalto leemos cargo; detrás de excapitán leemos general; después de exprimer leemos ministro; después de exguardia leemos civil, todo ello con la mayor naturalidad, sin que se nos plantee ningún problema. ¿Qué se opone a que esto sea así? Y si no ofrece ninguna dificultad de lectura y entendimiento, ¿por qué crear esa excepción que solo sirve para perturbar? ¿Acaso piensa la Academia que el escribiente o escritor se va a parar y se va a plantear si su decisión de escribirlo junto o separado en esos casos es correcta? Se presentarán incluso, para quienes pretendan seguir los dictámenes de la Academia, otros problemas que no son de resolución fácil. Podría aducirse que en Google aparecen en torno a millón y medio de casos de ex primer ministro y solo unos cuarenta mil de exprimer ministro, pero todos sabemos que esas cifras no son válidas, no solo por la prudencia con que han de acogerse los resultados de estas consultas, sino porque en el más abultado ejerce su influencia el anterior mandato académico de usar la partícula ex separada de su base. Por mi parte, seguiré escribiendo la partícula ex unida a su base, sea esta simple o compuesta. Y no me arredraré ante ejemplos como anti pena de muerte, pre Segunda Guerra Mundial, super en forma (todos académicos en su página 536), puesto que se trata de ejemplos informales. En el caso de pre Segunda Guerra Mundial (en la grafía académica), lo más adecuado sería pre-Segunda Guerra Mundial, de acuerdo con la grafía utilizada por la Academia en otros casos semejantes, aunque también sería admisible presegunda guerra mundial.

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signos, mientras que si se trata de un texto independiente (comienza después de punto o signo que haga sus veces), el punto va dentro de los signos de cierre.

4.8.  Confunde la Academia la terminología aplicable a los nombres de personas. En la página 412 dice que los nombres compuestos se escriben sin guión, y lo ejemplifica con Juan Luis y Ana Belén, que no son nombres compuestos, sino dobles (formados por dos simples). En España al menos, dice el Real Decreto 193/2000, del 11 de febrero (boe): «No se podrán imponer más de dos nombres simples o de uno compuesto. Cuando se impongan dos nombres simples, estos se unirán por un guión y ambos se escribirán con mayúscula inicial». Son los nombres compuestos, como José de Calasanz, Francisco de Asís, José Oriol, los que se escriben sin guión. La Academia, pues, circula en dirección contraria. De hecho, la ley no se cumple ordinariamente, NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 47


La ortografía académica del 2010: cara y dorso pero en un texto de procedencia académica no se debe recomendar lo contrario de lo que aquella dice. 4.9.  Para hablar del empleo de las mayúsculas y las minúsculas, la Academia necesita nada menos que 75 páginas de las 800 de que consta la obra. La Academia se remonta al origen de la distinción entre mayúsculas y minúsculas (p. 442), con ejemplos gráficos de letra elegante o cuadrada, clásica o rústica, mayúscula y minúscula cursiva, uncial, semiuncial y carolingia. En una obra de este tipo nada que se refiera a la escritura, a la letra e incluso a los soportes de escritura está de más. Sin embargo, este comienzo no nos sirve para distinguir en qué casos se usa con acierto la mayúscula y en cuáles la minúscula, que es lo que interesa al lector. ¿Qué utilidad puede tener para el lector saber qué figura adoptaba antes o después de los romanos determinado tipo de letra? A lo largo de esas 75 páginas que la Academia dedica al estudio de las mayúsculas y minúsculas se sacan a colación infinidad de ejemplos debidamente explicados. Pero si se pasa una mirada por la piel de las páginas, se descubren aquí y allá grafías con las que no se está de acuerdo. Por ejemplo, en Polo Norte y Polo Sur, así escritas en la obra a que nos referimos, no vemos la justificación de la mayúscula inicial en polo, no usada nunca en lo que alcanza mi memoria, ni siquiera cuando equivalgan, respectivamente, al Ártico y a la Antártida. En otros casos obvia la dificultad y no la menciona entre las 800 páginas, como golfo Pérsico, que sin duda presenta problemas de grafía. La Academia permite la escritura de las denominaciones de establecimientos comerciales o de espacios culturales o recreativos (p. 461) con mayúscula o con minúscula (según el ánimo del escribiente, por lo que se ve). Así, podrá escribir hotel Ritz, café Gijón, teatro Monumental, museo del Prado o parque del Retiro, o bien Hotel Ritz, Café Gijón, Teatro Monumental o Museo del Prado (no incluyo parque del Retiro porque creo que no entra en este cesto). Por el mismo procedimiento podríamos escribir, o así parece, escuela Naval, instituto Menéndez Pidal, hospital Central, academia Española, etcétera. Refiriéndose a esto, dice la Academia: «En general, aunque ambas opciones son válidas, se recomienda emplear con preferencia la minúscula». Pero a continuación, en un verdadero alarde de confusión, añade que «en el caso de los teatros o museos, cuando se hace referencia a la institución cultural que representan, y no al mero edificio donde se ubican, está plenamente justificado el uso de la mayúscula también en el sustantivo genérico». Creo que la Academia no tiene demasiado claras las ideas al respecto. En primer lugar, hay que hilar muy fino para separar una acepción de otra; en segundo lugar, ¿por qué no entran en el mismo saco, en esta ocasión (sí anteriormente), los hoteles y cafés? ¿Y qué pasa con las denominaciones de cines, cafeterías, bares, editoriales, imprentas, peluquerías, etcétera, también entidades comer­ ciales, muy probablemente registradas con todos sus elementos en el organismo oficial correspondiente? En mi opinión, menos en el caso de parque, las demás denominaciones deben comenzar con mayúscula inicial, se trate de instituciones o de entidades comerciales. Y si en algún caso nos referimos concreta y claramente al edificio, se podrá utilizar la minúscula. 4.10.  En las páginas xx, xxxviii y xxxix, la Academia escribe Departamento de «Español al día», con comillas en Español al día. No parece una grafía correcta, sobre todo si tenemos en cuenta que en la página 483 escribe, como ejemplo, Departamento de Recursos Humanos, y, en la 484, Departamento de Lingüística 48

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Computacional, sin comillas. ¿Por qué no, entonces, Departamento de Español al Día, sin comillas y con inicial mayúscula en sustantivos y adjetivos, que es la grafía que le corresponde? Precisamente en la página xx, mencionada, escribe Departamento de Tecnología de la Real Academia Española. Esta es la grafía adecuada para las denominaciones de ­departamentos o divisiones administrativas, como las que ofrece la misma Academia en las páginas 461 y 483: Departamento de Recursos Humanos, y en la 481: Departamento de Facturación del Aeropuerto de Barajas.

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La ortografía académica del 2010: cara y dorso 5.  Cuestiones de ortotipografía 5.1.  En la información adicional de la página 294 se asegura que en la tradición tipográfica española la sangría es un blanco variable que se deja al comienzo de la primera línea del párrafo. Se olvidó la Academia de decir que el párrafo al que se refiere es el ordinario, porque los demás no llevan sangría en la primera línea. Dice el texto académico a continuación: «Resulta redundante y, por tanto, desaconsejable el uso simultáneo de sangrías y líneas en blanco para delimitar los párrafos». No se sabe de dónde ha sacado la Academia esa norma, ya que es totalmente correcto sangrar los párrafos (es decir, elegir el párrafo ordinario para la composición de un texto) y además colocar una línea de blanco entre párrafos (por ejemplo, en un prólogo, para distinguirlo de los párrafos del cuerpo del libro). 5.2.  La Academia establece que si en un texto se introduce un título de obra ­independiente, este título se escribe con cursiva o entre comillas cuando aparece citado de forma aislada, y pone este ejemplo: Volvió a recitar la Oda al rey de Harlem. Volvió a recitar la «Oda al rey de Harlem». La grafía no es indiferente. Si, como dice la Academia, se trata de un texto aislado, se usa la alternancia cursiva/redonda y viceversa, como es costumbre y lógico, pero no se emplean en este caso las comillas. Así, si el texto base va en cursiva, el título citado va en redondo, y, al revés, si el texto base va en redondo, el título citado va en cursiva: Volvió a recitar la Oda al rey de Harlem. Volvió a recitar la Oda al rey de Harlem. Ahora bien: si el título citado pertenece a un texto que forma parte de un libro o publicación periódica, la grafía es entre comillas: Volvió a recitar la «Oda al rey de Harlem». A esta permuta de las comillas por el tipo de texto que corresponda es muy incli­ nada la Academia. Puede verse en la página 383, cuando establece que en los usos metalingüísticos se pueden emplear indistintamente las comillas o la cursiva: En la oración «Me gusta tu casa» el sujeto es «tu casa». En este caso, como en otros similares, la grafía correcta es el intercambio de la cursiva con la redonda, de manera que cuando el texto base está en redonda, los términos metalingüísticos van en cursiva, y cuando el texto base está en cursiva, los términos metalingüísticos van en redonda. No hay, pues, ninguna necesidad de mezclar los tipos de letra con las comillas ni estas con aquellos, como hace la Academia en la página 385 al establecer que se pueden escribir con comillas o cursiva los títulos de leyes, títulos que nunca han necesitado de unas ni de otras, sean largos o cortos, porque el contexto está para algo. También recomienda la Academia que los apodos o alias se escriban entre comillas cuando se intercalan entre el nombre de pila y el apellido, aunque a continuación reconoce que pueden escribirse también con cursiva en ese 50

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5.3.  La Academia permite (p. 404) la división a final de línea de palabras como sub- / rayar, sub- / lunar, pos(t)- / romántico, ciudad- / realeño. Admite asimismo ab- / rogar y ad- / renal, pero estas son muy dudosas. En efecto, si se admite ad- / renal, sin duda habrá que admitir ad- / renalina, ya totalmente lexicalizada y solo divisible por adre- / nalina. Caso distinto es el de la división de palabras en las que entra el grupo consonántico -tl-. Como se sabe, en casi toda España y algunos países americanos el grupo se mantiene en sílabas distintas: at- / leta, at- / lántico, pero en México, zonas de influencia náhuatl, gran parte de América, las Canarias y otras zonas de la España peninsular, el grupo es inseparable. La Academia dice que la división de estas palabras se puede hacer de dos formas, según las zonas: atle- / ta o at- / leta, y añade: «Consecuentemente, el guión de final de línea podrá separar o no estas consonantes según se pronuncien en sílabas distintas o dentro de la misma sílaba». Lo que no dice la Academia es cómo he de apañármelas para saber exactamente de dónde es quien vaya a leer mi escrito y, así, separar las sílabas según se haga en su zona. Piénsese, por ejemplo, en un autor que tiene que escribir un artículo para una enciclopedia. ¿Cómo dividirá ese tipo de palabras? Por otro lado, ¿cómo las dividirá un programa de tratamiento de textos? Creo que es mucho más sencillo escribir siempre juntas estas dos letras, -tl-, y dejar que sea el lector quien lo lea de una manera o de otra, según la zona donde resida y la forma que tenga de pronunciarlas.

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caso (v. p. 469). Esta es la única grafía aplicable a los apodos o alias que se colocan a continuación del nombre o apellido, la cursiva, mientras que en los demás casos se escriben de redondo. Por lo demás, nunca insistiremos bastante en el hecho de que en la tradición tipográfica española los usos de las comillas y la cursiva se han distinguido netamente y no son indiferentes, pese a que a la Academia se lo parezca.

5.4.  La Academia permite dividir los compuestos por sus elementos compositivos (v. pp. 406, 407), como vice- / rrector, contra- / rrevolución, menos aquellos que c­ omienzan con precomponentes como ciber-, hiper-, inter- y super-, terminados en r, y están unidos a una palabra que empieza por la misma letra: ciber- / ­romance, hiper- / resistencia, inter- / relación, super- / realismo. Dice la Academia que se hace de este modo «para facilitar la identificación del término y su lectura». Si eso fuera así, habría que ­dividir contra- / revolución, puesto que contra- / rrevolución no es identificable (la forma s­ imple ­rrevolución no existe en español). En mi opinión, las formas con ciber-, hiper-, inter- y superdeben dividirse como las anteriores: cibe- / rromance, hipe- / rresistencia, inte- / rrelación, supe- / rrealismo. No se ve por qué formas como hipe- / rresisten­cia, inte- / rrelación son menos legibles y comprensibles que hiper- / resistencia, inter- / relación. Ya es la ortografía suficientemente compleja como para que nos permitamos el lujo de colocar palos en sus ruedas. ¿Quién se plantea, de verdad, semejantes cuestiones de gabinete a la hora de dividir esas palabras? 5.5.  Dice la Academia (p. 409): «Cuando al dividir un compuesto o cualquier otra expresión formada por varias palabras unidas con guión [...] este signo coincida con el final de la línea, deberá escribirse otro guión al comienzo del renglón siguiente: léxico- / -semántico, crédito- / -vivienda, calidad- / -precio». Y añade: «Con ello se evita que quien lee pueda considerar que la palabra o expresión dividida se escribe sin guión». Como se ve, se considera al escribiente como un perfecto ignorante, puesto que tal confusión solo puede darse en contados casos, para los cuales, efectivamente, se ha creado la norma. Si el lector se para a pensar, es imposible que se produzcan NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 51


La ortografía académica del 2010: cara y dorso confusiones en ejemplos como léxico-semántico, puesto que si los dos términos debieran escribirse en uno solo, la grafía sería lexicosemántico, no léxicosemántico. Esto quiere decir que con la grafía léxico-semántico la única forma posible al dividirla por el guión es léxico- / semántico, por lo que no necesita la duplicación del guión. Tampoco crédito-vivienda ofrece ningún problema de interpretación, puesto que, si el guión coincidiera con el fin de la línea, la única forma posible sería crédito- / vivienda, nunca creditovivienda ni créditovivienda. El tercer ejemplo tampoco ofrece problema alguno, puesto que, si el guión coincidiera con el fin de la línea, la única forma de división posible sería calidad-precio, nunca calidadprecio. Hay, sin embargo, casos verdaderamente dudosos, que deben tenerse en cuenta. Por ejemplo, si escribimos franco-alemán, con guión intermedio, es menester repetirlo al comienzo de la línea siguiente, franco- / -alemán, ya que, de lo contrario, en los textos compuestos tipográficamente, al rehacer la línea con otra justificación, la grafía ­francoalemán es posible (recuérdese que la forma francoalemán, sin guión, también existe). Finalmente, quedan otros casos de guión geminado o diacrítico, utilizable cuando se quiere resaltar una interpretación determinada de una palabra que puede leerse de dos maneras. Por ejemplo, re-publicano (con sorna, el que publica dos o más veces el mismo texto), re-vista (segunda vista), re-crear (crear de nuevo), re-formar (formar otra vez). En estos casos, si el guión coincide con la división del término, tal guión debe repetirse al comienzo de la línea siguiente: re- / -publicano, re- / -vista, re- / -crear, re- / -formar. Recuérdese, de todas maneras, que siempre será posible pasar una sílaba a la línea siguiente o a la anterior para justificar el texto de otra forma y deshacer, así, la duplicidad de guiones. 5.6.  La Academia se ha llenado de valor y ha decidido decir a los lectores de la obra cómo deben partir o dividir palabras desde un punto de vista tipográfico. No lo necesitan, puesto que los destinatarios de esta obra no son necesariamente tipógrafos y raramente se van a encontrar en la circunstancia de dividir ortotipográficamente una palabra, pero se agradece la intención. Lo primero que se les ocurre es recomendar que no se dividan palabras si como resultado de esta división queda, a un lado u otro de la línea, una palabra malsonante. Por ejemplo, dis- / puta, puta- / tivo, sa- / cerdote, Chi- / cago, caga- / rruta. En los demás casos, la Academia recomienda evitar que queden a principio o final de línea dos sílabas iguales seguidas, del tipo de con con- / ciencia. Indica a continuación que después de punto y seguido se procurará no dejar a final de línea una sílaba de tres letras o menos. Hay que decir que quien ha trasladado la norma desde los tiempos de la composición manual hasta la actualidad se ha olvidado de que las sílabas de dos y tres letras son muy útiles para justificar las líneas de texto, cuestión a veces peliaguda, sobre todo si se trabaja con líneas cortas y cuerpos grandes. La Academia mantiene, asimismo, que la última línea de un párrafo no debe tener menos de cinco letras, sin contar el signo de puntuación de cierre que corresponda. Nuevamente se advierte aquí la flojedad en el conocimiento ortotipográfico de quien ha redactado este texto, por cuanto el número de letras, cinco, está también en función de la medida de la línea y del tamaño del cuerpo de composición (incluso del tamaño de la sangría de la primera línea del párrafo), de forma que muchas veces lo correcto será, en casos apurados, dos o tres letras como mínimo. Finalmente, dice la Academia que debe evitarse que terminen con guión más de tres líneas consecutivas. Esta norma debe tenerse en cuenta de forma relativa, porque si la medida de composición es corta y la letra grande, puede ser necesario flexibilizarla. En toda esta normativa debe tenerse en cuenta también un elemento siempre presente: 52

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5.7.  Los nombres propios aplicados a un animal o planta deben escribirse de cursiva, pese a que la Academia (p. 473) diga que no se escriben de cursiva ni entre comillas. Ejemplifica así su norma: Chita, Dolly, Moby Dick, Bucéfalo, Pluto, Telperion. Aunque en algún caso se pueden encontrar opiniones divergentes, en la tradición española estos nombres se han escrito siempre con cursiva, y no se ve razón para cambiar ahora de criterio (salvo en los casos de nombres literarios, históricos o de protagonistas de relatos radiofónicos, televisivos o fílmicos, en que se mantiene la escritura con letra redonda). Por ejemplo, Pinta es una becerrilla, Penélope es una loba y lo Parot es un olivo. También les niega la Academia la cursiva (y las comillas) a los nombres de objetos singularizados, y menciona la bomba Little Boy, el Big Ben, la espada Tizona, la nave espacial Soyuz, el satélite Sputnik, el superordenador Finis Terrae, el Titanic. En ambos casos mantiene la Academia que «no hay por qué escribirlos en cursiva o entre comillas». ¿Entonces debe escribirse el barco Ciudad de Valencia, el tren Virgen del Pilar, el cañón Ordóñez, la campana Montserrat, por poner unos ejemplos, sin resalte tipográfico? Por supuesto, como anteriormente, en las designaciones de elementos clásicos, como las espadas (la Colada, la Durindaina, la Joyeuse, la Excalibur), no se emplea la cursiva. En los demás casos, sí.

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el espaciado de los elementos del texto. Con frecuencia este influye en las decisiones que se han de tomar para resolver los numerosos problemas que suelen presentarse en la composición textual, ya que en muchas ocasiones deberá prestarse atención ­también a la legibilidad y otros aspectos derivados de la composición y la compaginación.

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La ortografía académica del 2010: cara y dorso 6.  Adaptación de extranjerismos y latinismos 6.1.  La palabra whisky, veterana de los libros de ortografía, lenguaje y léxico, vuelve a aparecer aquí, como no podía ser de otra manera, para dar testimonio de su existencia (aunque en realidad, como sucede en otros casos a lo largo y lo ancho de la obra, no se trata de un problema de ortografía, sino de léxico). Aunque a rega­ ñadientes, la Academia acepta que la grafía güisqui, que le encanta, no tiene aceptación por parte de los hispanohablantes, razón por la cual propone escribir wiski (p. 86), en la que se mantienen dos letras características (w y k) del original inglés, whisky. No sé por qué, tengo la sensación de que los hispanohablantes que lo piden no van a escribir wiski. Sin embargo, la idea no debe de ser tan descabellada cuando aparece en Google 392 000 veces, aunque es cierto también que la forma whisky aparece 5,5 millones de veces. 6.2.  Algo parecido podría decirse de la voz quorum, la cual, una vez castellanizada en la forma cuórum, deja abierto el flanco derecho, pues, pese a que la Academia diga que esa es la grafía plenamente adaptada (p. 610), la verdad es que esta debería ser cuorun, como de summum se obtiene sumun y no súmum. A mayor abundamiento, sabido es que en español la m no es coda silábica final de palabra, y las pocas que regis­ tra el Diccionario son casi todas de origen latino y sustituibles por formas españolas. 6.3.  La Academia ha dotado de forma española a una serie de anglicismos de uso creciente, tendencia que ya había apuntado en el Diccionario panhispánico de dudas. En general tiende a eliminar la g final en las palabras que terminan en -ing: esmoquin, mitin, pudin o pudín, campin, castin, cáterin, márquetin (para este prefiere ­mercadotecnia, pero no pasa de ser un deseo: quienes usan la palabra siguen escribiendo márquetin [o márketin o marketing, que a muchos les sigue costando apearse del inglés]), ­pirsin. Algunos presentarán problemas de adaptación, pero probablemente dentro de un tiempo la mayoría podrán ser admitidos por el uso. Aquí la Academia suele ir por delante de los escribientes, aunque solo sea porque tiene el poder, que les falta a los demás, para rechazar o aceptar. No obstante, la última palabra suele corresponder a los usuarios.

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7.  Epílogo, o algo que se le parece.  Llegados a este punto, he decidido pararme aquí. Tal vez algún lector podría suponer que si la crítica no sigue es porque se está de acuerdo con el resto del contenido de la Ortografía. No hay tal. Lo que sucede es que, tomando de nuevo el hilo conductor que me ha guiado a lo largo de estas disquisiciones, sin duda antes o después me vería obligado a detener la exposición, salvo que me expusiera a no acabar nunca. Digamos una vez más que quienes conocen la obra de la Academia saben bien que para juzgarla debidamente, para bien y para mal, haría falta escribir otra de dimensiones parecidas. Hay que aceptar, sin embargo, que el trabajo de la Academia (o de las academias) merece reconocimiento, de la misma manera que reclamamos el reconocimiento por parte de la Academia de los trabajos que la han precedido y la han inspirado, aunque no lo diga nunca, como si no admitirlo fuera un timbre de honor. El lector sin duda conoce las intervenciones antiacadémicas de los miembros de la Academia citados al principio de este trabajo. La Academia calla, pero ese «levan­ tamiento» contra su autoridad parece preocupante a quienes, de grado o por fuerza, seguimos sus dictámenes, aunque a veces, como en esta ocasión, sea necesario declararse en rebeldía por lo que respecta a varias de las decisiones plasmadas en la Ortografía, decisiones con las que no se está de acuerdo. José Martínez de Sousa Barcelona, abril del 2011

José Martínez de Sousa nació el 25 de octubre de 1933 en San Miguel de Tabagón, parroquia de El Rosal, Pontevedra, España. Con diez años de edad se trasladó con su madre a Sevilla, donde a los pocos meses murió ella; él fue internado en un colegio regido por las hermanas de la caridad. En 1948 pasó a otro colegio dirigido por los salesianos. En octubre de 1949 comenzó sus estudios de tipografía y el oficio de cajista en un taller escuela de artes gráficas, donde realizó su primer trabajo tipográfico. Es un autodidacta, tal como él mismo se define: «Todos mis conocimientos profesionales son absolutamente autodidácticos. Aprendí por mi cuenta (y riesgo) lo que necesité cuando me hizo falta». Está considerado como una de las máximas autoridades en tipografía, ortotipografía y bibliología. Ha escrito 24 libros sobre tipografía, ortografía, lenguaje y bibliología. También es notable la cantidad de conferencias, cursos y cursillos impartidos, así como las críticas, prólogos y ­artículos escritos a lo largo de su dilatada vida profesional. Ha sido: Presidente de honor del Comité Español de la Asociación Internacional de Bibliología (con sede en París) (1991-1997). Presidente de la Asociación Española de Bibliología (aeb) (1997-2000), con sede en Salamanca. Presidente de la Asociación Internacional de Bibliología (aib) (1998-2000), con sede en París. Es Presidente de honor de la Asociación Española de Bibliología (aeb) desde el año 2000. El 23 de abril de 2007, en un acto solemne, le fueron entregadas la medalla, la placa y la insignia del Ateneo de Madrid. Más información en su web: http://www.martinezdesousa.net

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Arco de Triunfo París (Francia) Foto de Daniel Seller Suárez


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ONORÉ DE

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AL ZAC

Francisco Gijón

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ANÉCDOTA S D E

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ste hombre pequeño, gordo, nacido el último año del siglo xviii, que solo admi­raba a Beethoven, que adornaba su porte con un enorme bastón, ha pasado a ser uno de los escritores más excéntricos del siglo xix. En su ingenuidad, Balzac soñaba con ser rico, millonario. Es por ello que se dedicó a los negocios editando a autores que a nadie gustaban, lo que lo llevó a la ruina y a contraer unas deudas que no hicieron sino incrementarse en el tiempo debido a la refinanciación, y que lo determinaron a hacerse impresor. Como impresor no perdió menos tiempo y dinero que como editor. Al borde del colapso económico, decidió probar fortuna como fundidor de tipos de imprenta, empresa que terminó de arruinarlo por completo. Desde entonces, la pobreza fue su constante compañera. Trabajó el resto de su vida para restituir los capitales que había pedido y que se incrementaban más y más por los intereses usurarios y escandalosos. Vivió toda su vida para pagar y eso lo convirtió en un titán del trabajo. Sus horas creativas no conocieron la calma. Vivió encerrado, prisionero en su cuarto de trabajo; comprometiendo novelas, cuentos y artículos con editores y revistas, y así durante veinte años escribió por espacio de dieciocho horas diarias. Para evitar la tentación de la calle, Balzac se vestía con una especie de capuchón de fraile franciscano. Ponía fuera del alcance de sus ojos los trajes de salida, para así evitar que se despertaran en él deseos de pasear o visitar a amigos. A las doce de la noche empezaba su trabajo. A las doce del mediodía lo interrumpía para tomar un pequeño refrigerio y volver de nuevo a la carga, pluma en mano. A las seis de la tarde cenaba y con la «comida en el pico» —tal era su frase— se acostaba. A la medianoche de nuevo se sentaba ante su mesa y volvía a sus cuartillas. Esta vida épica tiene detalles que asombran, conmueven y sobrecogen al profano. La mesa donde escribía, y que todavía se conserva, tiene un canto gastado por el tanto correr del brazo. Tal era su dedicación que Balzac se jactaba no ya de las obras que escribía, sino de los sillones de trabajo que gastaba bajo su peso en las largas horas de creatividad. Para no desfallecer, recurría continuamente a una taza de café. NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 57


Anécdotas de Honoré de Balzac Todos los manuscritos que se conservan tienen en cada cuartilla, como una señal indeleble de aquella lucha contra el cansancio y el sueño, el redondel de la taza de café. Pero esta carga de trabajo, esta angustiosa necesidad creadora para pagar las facturas, no lo desalentaban de un futuro mejor. Balzac hacía sus libros del modo más extravagante. En muchas de sus novelas no existe para nada la unidad de acción. El método le era desconocido. Llegó a escribir novelas en tres partes empezando por la tercera, siguiendo por la segunda y terminando por la primera. En su Cura de aldea, el lector, asombrado, se pregunta al concluir la obra «¿dónde está el cura de aldea?». Cierto: tal personaje no aparece por ninguna parte. Balzac resultaba, en ese París singular y romántico del xix, un niño grande y extravagante. Todo su deseo era tener una casa y Balzac, aumentando sus deudas, consiguió en Ville d'Abreau una casa propia donde recibía a sus amistades. Pobre, pero megalómano, mostraba al visitante las habitaciones vacías de mobiliario cuyas paredes estaban llenas de leyendas escritas con carbón con frases como: «Aquí colocaré un rubens», «Sobre este piso se pondrá una alfombra persa comprada a los mercaderes de Damasco», «De esta pared penderá un cuadro de Rafael». Eran leyendas de lo que Balzac, en sus sueños de grandeza, ideaba comprar cuando fuera rico. Pero en realidad en toda la casa se encontraba únicamente una mala mesa revuelta, un viejo sillón, varios muebles modestos y un busto de él, regalo de David d'Angers, que lo tenía enamorado y que se pasaba las horas cambiando de lugar porque no le convencía la cantidad de luz que recibía la escultura. Francisco Gijón

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Anécdotas de Honoré de Balzac

ARTÍCULO Francisco Gijón (Madrid, 1973) realizó estudios de Historia en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, especializándose en Arte Prehistórico e Historia Antigua. Compaginó dichos estudios con el aprendizaje de lenguas modernas. En su faceta de divulgador cuenta con varias obras publicadas como Historia de las Españas (10 volúmenes), Europa: origen y justificación (2 volúmenes), La Segunda República y la Guerra Civil o Historia del colonialismo español en América. Como novelista cuenta en su haber con distintas obras históricas (Las cartas de Atilio, Morituri, Los cuadernos de la memoria) y otras de realismo fantástico (El Carbayón, El monstruo y el testigo), así como algunas costumbristas (Madrid, línea 5) o de columnismo (Vidas Purulentas). Colabora en la revista cultural Tarántula con una sección propia denominada Mis Clásicos Imprescindibles en la que selecciona y reseña semanalmente distintas obras de la literatura universal. También da conferencias y participa activamente en la difusión cultural dentro de su ciudad de adopción, Cartagena. Para saber más pueden visitar su web personal: http://franciscogijon.wix.com/home

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Carmen Grau, Judith Priay, Lola Mariné, María José Moreno, Mayte F. Uceda, Mercedes Gallego, Mercedes Pinto Maldonado, David De Pedro, Eduardo Perellón, Fernando Gamboa González, Francisco Gijón, José Luis Palma, Josep Capsir, Julio García Castillo, Manuel Navarro Seva, Marlene Moleon. Autores que actualmente integran AEI

REVISTA LITERARIA PROSOFAGIA


Boris Rudeiko

REPORTAJE

A G R U P A C I Ó N DE ESCRITORES INDEPENDIENTES (AEI)

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eí un artículo de Jordi Sierra i Fabra en El Tiramilla, publicación especializada en literatura juvenil, con el título «¿Autoediciones? ¡No gracias!», en el que el autor, dirigiéndose a los escritores noveles, afirma que hay dos formas de publicar un libro. Una es que un editor se interese por tu obra y la otra que recurras a la autoedición, de cuyos peligros advierte: Autoeditarse un libro, aunque la imprenta o ese «editor» sean buenas personas […], es como irse de luna de miel y besar una foto en lugar de besar a la pareja.

Y añade, sobre el oficio de escribir: Escribir es algo maravilloso, un don que se tiene o no, un placer, un oficio sin tiempo ni edad, y mucho menos prisa. Si una chica quiere ser modelo ha de empezar con 13, 14 ó 15 años, porque a los 25 le dirán que es vieja. […] Pero escribir… uno ha de formarse, leer, escribir sin parar, sin parar, sin parar, y con suerte, a los veintitantos, quizás publique un libro, y a los treinta y pocos o treinta y muchos descubrirá que, por fin, escribe medianamente bien. Y luego a los cuarenta, los cincuenta, los sesenta… se sentirá escritor. Nadie va a jubilarte. Podrás morir haciendo una novela a los ochenta o los noventa. NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 61


Agrupación de Escritores Independientes (AEI) El problema no es tanto la autoedición o la edición por una editorial, sino el saber escribir y no tener prisa en publicar. Es cierto que hay escritores noveles que darían lo que fuera por ver publicado su libro, y pequeñas editoriales que ofrecen sus servicios para hacerlo a cambio de un módico (o no) precio. Pero el mundo ha cambiado. Hoy no hay que recurrir a una imprenta o «editor» a cambio de gastarse el dinero. Con la llegada de Amazon y otras plataformas de autoedición se abren nuevas expectativas para un escritor. Estas plataformas permiten publicar un manuscrito, totalmente gratis, sin tener que pasar por el proceso de escribir a las editoriales y esperar que te contesten, normalmente, que tu libro no está dentro de su línea editorial. O después de haberte dirigido a ellas sin éxito. Así que muchos autores independientes eligen esta opción de las plataformas de autoedición para publicar sus libros. Algunos logran que una editorial convencional se fije en ellos, luego de conseguir situar sus libros en lugares destacados de las listas de ventas, y los contrate. En algunos casos los escritores que se autodenominan independientes, lo que significa que publican y promocionan sus obras por sus propios medios, al margen de que hayan publicado por una editorial o por un portal de venta electrónica, se agrupan para beneficiarse del trabajo conjunto y de la experiencia en la preparación, revisión y edición de sus obras, así como en las tareas de promoción y distribución. Utilizan las redes sociales y otros medios de comunicación a su alcance para darse a conocer y, en concreto, Facebook como base o foro de intercambio de conocimientos. Uno de estos grupos es la Agrupación de Escritores Independientes (AEI), de la que tengo el honor de formar parte, que integra a escritores que han publicado en Amazon y que consideran la calidad de sus obras, el precio justo y el contacto permanente con los lectores como sus objetivos más importantes. Hoy traemos a cuatro de sus integrantes para que sean ellos mismos quienes cuenten su experiencia. Hablamos de María José Moreno, Mercedes Pinto Maldonado, David De Pedro y Josep Capsir. Y les preguntamos: 62

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María José Moreno. Publiqué en Amazon ante el rechazo de las editoriales. Al principio puse en descarga gratuita una de mis novelas, Vida y milagros de un ex y al ver que alcanzó más de cuarenta mil descargas pensé en subir Bajo los Tilos en Amazon por un módico precio. Para mí ha sido una gran experiencia puesto que mi novela ha llegado al número 1 del Top de ventas en cuatro ocasiones y le falta muy poco para que cumpla un año entre las 100 más vendidas. Además, Ediciones B se ha interesado por ella y la va a publicar en papel el próximo año. Recientemente he subido otra a Amazon, La caricia de Tánatos, que anda peleando como una jabata para abrirse paso entre tanta novela publicada. Mercedes Pinto. La desesperación y el cansancio acarreado durante años a causa de las negativas de unas editoriales y de las mentiras de otras. Y, es curioso, luego resultó la decisión más acertada. Jamás imaginé cuando subí mi primera obra a Amazon que las editoriales que me rechazaban después me buscarían al ver el éxito de mis novelas en Amazon.

REPORTAJE

—¿Qué te llevó a publicar tus obras en Amazon? Y ¿cómo ha sido tu experiencia?

David De Pedro. En mi caso la situación actual que está sufriendo el sector editorial me empujó a la autoedición en portales como Amazon, aunque previamente ya lo había intentado en editoriales tan representativas en el mercado español como Espasa (y para aquellos que tengan curiosidad, les diré que no denegaron mi obra por no ser lo suficientemente buena, sino más bien porque consideraron que la temática no estaba de moda). ¿Mi experiencia? Positiva. He tenido la suerte de que más de un millar de personas han leído mi obra. Actualmente La r­ evelación de Qumrán se puede encontrar en cualquier formato, ya sea digital o en papel y además se vende en diferentes portales electrónicos. Dejando de lado el llegar a los medios de comunicación nacionales, dudo mucho que una editorial hubiera realizado la campaña promocional por un escritor novel que he realizado yo. Josep Capsir. Tenía una novela guardada en un cajón desde hacía más de un año y un libro de relatos de humor con mucho gancho comercial que no ­había manera de distribuir. La agencia literaria no le encontraba salida a mis obras y por eso decidí emprender la aventura por mi cuenta. Publicar de manera independiente era una lotería, cabía la posibilidad de que mis obras cayesen en el olvido de una web con más de 60 000 títulos, pero tuve suerte, ambas publicaciones empezaron a tener relevancia en los portales de venta de Amazon, especialmente la novela La herencia de Jerusalén que continúa en el Top 100 de los más vendidos trece meses después. Hace poco se abrió la posibilidad de publicar en Casa del Libro y en las primeras semanas la novela ha tenido una gran aceptación; me siento un privilegiado por ello. Poder compartir cartel con Dan Brown, Matilde Asensi, Javier Sierra y otros grandes autores representa un orgullo difícil de digerir. NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 63


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—Se dice que una diferencia entre las obras publicadas por una editorial y las publicadas por un autor independiente es la calidad. ¿Qué opinas de ello? María José Moreno. No estoy de acuerdo. Creo que el autor independiente cuida mucho su producto, busca la mejor calidad que ofrecer a sus lectores. De hecho al estar más cerca de todos los procesos consecutivos a la escritura, está más pendiente de que lo que llegue a los lectores no tenga nada que envidiar a lo que ofrecen las editoriales, ni en digital ni en papel. Mercedes Pinto. Depende de la editorial y del autopublicado. Así de simple. Yo misma publiqué La última vuelta del scaife en papel con una editorial de cierto calado y entonces tenía más erratas y defectos de forma que ahora en Amazon. Delegar la corrección en la editorial no es necesariamente una garantía y, repito, depende de la editorial. Acabo de trabajar una de mis novelas con un corrector de Tagus y sí, ha sido una corrección muy exhaustiva. Por otro lado, el criterio de los lectores profesionales que trabajan para las editoriales es muy subjetivo, contando con que lean la obra, al igual que el de los agentes. Te pongo un ejemplo muy claro: las cuatro obras que tengo en Amazon fueron rechazadas por mi propia agencia (tengo que decir que es una agencia seria con muchos aciertos), bien, dos de estas obras, Maldita y Pretérito imperfecto, ya son best seller en Amazon. No solo eso, además, estoy a punto de firmar las cuatro novelas con una gran editorial. Es claro que el hecho de que haya o no una gran firma detrás de un libro no es garantía de nada. Pero también hay que decir que muchos títulos de los que hay en plataformas de autoedición no pasarían un examen de redacción de primaria. Claro, los lectores se encargan de ponerlos en su lugar. Son estos los que garantizan la calidad de la obra. David De Pedro. Que no es cierto. Hay obras buenísimas escritas por autores independientes. Ser independiente no significa que no puedas cumplir con los requisitos de calidad necesarios. He leído obras publicadas por editoriales que dejaban mucho que desear. No voy a negar que los portales digitales hayan abierto la caja de Pandora, ya que hay muchos escritores que realizan sus sueños publicando sin ningún control de calidad…, pero el lector, al final, los acaba poniendo en su sitio. Josep Capsir. Los manuscritos llegan a las editoriales con el filtro previo del agente literario, pero por si fuera poco, tienen un equipo de editores que hace una segunda valoración. Las editoriales suelen trabajar los puntos débiles para hacer la obra más comercial, luego hacen una corrección ortotipográfica, diseñan una buena portada y la edición sale con garantía de calidad. Los autores independientes no disponemos de toda esta infraestructura, pero cada vez son más los escritores que contratan a correctores, maquetadores, diseñadores y traductores. Creo que poder competir con productos procedentes de editorial nos otorga mucho más mérito de lo que la gente piensa. 64

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María José Moreno. Lo considero crucial. El problema está en encontrar correctores decentes y que sepan hacer su trabajo a precios competitivos puesto que las ganancias que dejan los libros que publicamos son mínimas. Mercedes Pinto. Sí, sin lugar a dudas. En este sentido yo misma he cometido errores imperdonables. Nuestra herramienta de trabajo es el lenguaje, con él hacemos arte, y debe ser tratada con todo el respeto y profesionalidad. También es cierto que hay escritores con tanto oficio que no necesitan estos servicios, pero muy pocos. Y, de cualquier manera, unos ojos expertos seguro que aportan calidad a la obra.

REPORTAJE

—¿Consideras importante la revisión de tus manuscritos por parte de un corrector o experto?

David De Pedro. ¿Importante? No, importante no, lo considero imprescindible. Por mucho que uno piense que es buen escritor, necesita de ojos profesionales que le puedan corregir aquello que uno mismo es incapaz de ver. Josep Capsir. Es importante, los grandes escritores también son revisados por los correctores de la editorial. Cuando uno escribe se sumerge en la trama i muchas veces pasa por alto errores ortográficos y gramaticales de bulto. Para muestra, acabo de poner una «i latina» en esta misma frase.

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—¿Cuánto tiempo dedicas a promocionar tus obras y cuánto a escribir? María José Moreno. Dedico a la promoción más del que me gustaría. Recientemente he estado ref lexionando sobre este tema porque uno llega a quemarse con tanta promoción, incluso pierde la diversión que conlleva la escritura, y he decidido tomarme con más tranquilidad la promoción sin que me reste demasiado tiempo de lo que de verdad me interesa que es escribir. Mercedes Pinto. Desde hace un año dedico demasiado tiempo a promocionar, una locura. Ahora que creo mi principal objetivo cumplido, estoy bajando el ritmo y concentrándome más en escribir. En este momento dedico… digamos que mi tiempo está dividido al cincuenta por ciento entre la escritura y la publicidad. Pero espero que pronto promocionar no me ocupe más de una hora diaria. Me he marcado este objetivo. David De Pedro. Partiendo de que he escrito mi primera novela, la promoción ha sido muy larga e intensa. Entre otras cosas porque al ser principiante en el sector editorial he tenido que aprender por ensayo y error. Ahora que más o menos sé como funciona este mundo, espero poder dedicar 80 % a la escritura y un 20 % a la promoción (quien dice promoción dice actualización de la página web, blog, redes sociales…). Josep Capsir. No tengo una ratio establecida, considero que hay días que la promoción requiere una dedicación exclusiva, de hecho forma parte de la vida de todo autor del siglo xxi. Me gusta ser anárquico en el proceso de escritura, no se trata de escribir cuando tengas un rato para hacerlo, sino cuando tienes algo que contar. No soy partidario de escribir por obligación, aunque siempre es bueno marcarse unas pautas. 66

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María José Moreno. Escribir es un arte, pero requiere una técnica que, por ejemplo, yo desconocía. Algunos están en contra de los talleres, para mí ha sido fundamental realizar un taller de escritura y que conste que lo he llevado a cabo a posteriori de escribir las tres novelas. Me ha abierto los ojos respecto a aspectos que me resultaron muy complicados por no tener la técnica adecuada. El otro pilar importante es la lectura. Yo fui una lectora empedernida hasta que salté a la escritura, ahora tengo que repartir el tiempo. Mercedes Pinto. Creo que el escritor se forma escribiendo y, por supuesto, leyendo a los maestros. Otra cosa es que luego tenga el mínimo de talento e imaginación para ser novelista. David De Pedro. Leer es primordial ya que enriquece mucho en todos los sentidos. Otro aspecto de vital relevancia para mí sería estimular la creatividad y, finalmente, por el género que toco, ser perseverante y riguroso en la investigación.

REPORTAJE

—¿Qué elementos crees que son importantes en la formación de un escritor?

Josep Capsir. Es imposible escribir correctamente si no eres un lector, cada nuevo libro y cada nuevo estilo literario es una fuente de enseñanza. Existen talleres literarios que ayudan a conocer las normas básicas de escritura, creo que son útiles, pero nunca he participado en ninguno.

—Dinos tres de los escritores que más han influido en ti como autor. María José Moreno. Miguel Delibes, Isabel Allende y H. Mankell. Mercedes Pinto. Esta respuesta es fácil: Thomas Mann, Hermann Hesse y Miguel Delibes. Cada uno por motivos distintos: Mann por su elegancia, Hesse por su depurado estilo y profundidad y Delibes por su honestidad, imaginación y construcción de personajes. David De Pedro. Harold Robbins, Dan Simmons y Katherine Neville. Josep Capsir. Me gustan los buenos contadores de historias, independientemente de si son autores conocidos o no, de si su estilo es académico o no. El autor que marcó mi adolescencia fue Emilio Salgari y el que me sorprendió con veinte años fue Hemingway. De los contemporáneos me quedo con Dan Brown, sabe sumergirme en todas sus historias, mantiene la intriga en todo momento y documenta perfectamente cada novela. Quizá no tiene un estilo tradicional, pero la clave de su éxito radica en que sabe llegar al lector y eso es esencial. NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 67


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—¿Cuáles son las últimas obras que has leído? María José Moreno. Las últimas que he leído han sido: Elegía para un americano de Siri Hustvetd, que me ha gustado muchísimo, e Inferno de Dan Brown, entretenido. Ahora estoy leyendo Holocausto Manhattan de Bruno Nievas, La Suerte de las marionetas de Lucas Barrera y 39 cafés y un ­desayuno de Lidia Herbada. Siempre suelo llevar varias lecturas a la vez. Mercedes Pinto. Operación Maletín, de Mercedes Gallego, terminando El parque de los inocentes de José Antonio Carbonell Pla, releyendo El juego de los ­abalorios de Hermann Hesse (¡qué novelón!) y a punto de empezar La c­ aricia de Tánatos de María José Moreno. David De Pedro. Los cuatro libros de Confucio, Se sabrà tot de Xavier Bosch y El gat de Schrödinger de Jordi Dausà. Josep Capsir. En los últimos meses he abandonado un poco la lectura recreativa. Estoy en fase de documentación de mi próxima novela y estoy leyendo infinidad de cosas, muchas de ellas por fragmentos. Acabo de releer La Biblia por segunda vez, omitiendo Génesis y Apocalipsis; algunos se sorprenderían de la cantidad de información que contienen las escrituras evangélicas.

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María José Moreno. Cuando subí mi primera novela a Amazon encontré gente especial que pertenecía a grupos de Facebook que me animó en los momentos difíciles y a los que les debo casi todo; los grupos son buenos por la ayuda que se prestan sus miembros. Cuando autopublicas te encuentras muy solo y el saber que los que te rodean están como tú y que te puedes apoyar en ellos es algo impagable. Por desgracia no tuve suerte con el último en el que estuve, por lo que espero que en AEI las cosas rueden con tranquilidad y sin enfrentamientos, en pos de la calidad de nuestros escritos, promoción, divulgación…, en el marco de la amistad. Ahora, con muchos de los i­ ntegrantes del grupo esta amistad ha pasado de virtual a real y eso es muy importante. Mercedes Pinto. Básicamente, apoyo moral.

REPORTAJE

—¿Qué buscas o qué encuentras en un grupo como AEI?

David De Pedro. Busco la cohesión de un colectivo y el aprendizaje mutuo. Esos dos aspectos son vitales para el crecimiento personal y «profesional». Como narrador de historias tengo que aprender y mejorar continuamente porque el arte de dominar la lengua es un trabajo arduo y harto difícil. Ese sería un primer punto, el segundo se basa en buscar la estimulación creativa de este grupo para poder acercar a los lectores a la Agrupación de Escritores Independientes. Josep Capsir. Nos enfrentamos a un cambio brusco del mundo editorial, en los últimos años han cambiado muchas cosas: las editoriales han puesto el freno de mano y las librerías han entrado en caída libre. Los lectores han optado por nuevas formas de entender la lectura y la tecnología se ha puesto a disposición de la literatura. Los lectores se han cansado de pagar veinte euros por cada libro y poco a poco se han ido pasando al formato digital, aunque a regañadientes. Los autores independientes hemos podido comprobar que no es una quimera competir con las editoriales tradicionales, pero muchos de nosotros seguimos siendo invisibles por falta de medios. En este sentido, la unión nos hará visibles y respetados. Debemos arrancarnos urgentemente el adhesivo que llevamos pegado en la frente con el nombre de «­ autoeditado» y para conseguirlo debemos ofrecer credibilidad y calidad en nuestras obras, debemos ser nuestra propia marca y nuestro propio producto; uniendo esfuerzos será más fácil.

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María José Moreno Díaz nació en Córdoba hace 55 años. Es ­ médico‑psiquiatra y profesora Titular de la Facultad de Medicina de Córdoba (España). En 2008 se inicia en la literatura de ficción con un relato corto que o­ btiene un ­accésit en el II Premio Internacional de Relato Breve Universidad de Córdoba. Otros relatos suyos han sido premiados en concursos literarios en la Red y algunos se imprimieron en publicaciones como El Crack en 2009. En 2010 queda finalista en un concurso de Ediciones Fergutson con Vida y milagros de un ex, que en 2011 se publica en formato digital gratis, con más de cuarenta mil descargas. De venta en Amazon, ocupa los primeros puestos de novela de humor. Colaboradora habitual en la revista Terral desde su creación, participa también en su diseño digital. Ha sido ponente en diversas jornadas literarias. Recientemente ha ganado el concurso «Mis ­palabras contra la crisis» con el relato El vestido rojo que será publicado por ­Mis palabras. Tu libro. Tu mundo. En 2012 publica en Amazon su novela Bajo los Tilos. También en Amazón, en 2013, La Caricia de Tánatos, un thriller psicológico. En el primer trimestre de 2014 Ediciones B sacará a la venta en papel Bajo los Tilos.

Mercedes Pinto Maldonado nació en Granada en 1961, pero ­reside en Málaga desde hace veinte años. Estudió medicina en las universidades de Granada y Málaga, pero lo dejó para dedicarse a la literatura. Está casada y tiene tres ­hijos. Según sus propias palabras, escribe desde que aprendió; pero fue hace diez años cuando se decidió a publicar uno de sus manuscritos, El talento de Nano, novela juvenil editada en 2005. Dos años más tarde publicó la novela histórica La última vuelta del scaife y en 2012 Maldita y Pretérito imperfecto, ambas incluidas en el género trágico romántico. La novela policíaca El fotógrafo de paisajes ha sido su última publicación. En la actualidad, todas sus obras están publicadas en digital.

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Agrupación de Escritores Independientes (AEI)

REPORTAJE

David De Pedro     (Cassà de la Selva, 1972) tiene una diplomatura en Relaciones Públicas, Publicidad y Marketing y un máster en Dirección de Empresas. Su desarrollo personal en el entorno empresarial se ha basado en la apertura de ­unidades de negocio, primero en el sector de servicios y posteriormente en el ­ sector industrial. Viajero nato, ha visitado países de América, Europa, África y Asia. Con este bagaje, ha iniciado su andadura en el mundo editorial con La revelación de Qumrán, su ópera prima.

Josep Capsir,     conocido en su entorno con el ­sobrenombre de «Capi», nació en Barcelona en 1970, ciudad donde reside habitualmente. Tras ser premiado en diferentes certámenes literarios, a finales del 2009 decide hacer públicas sus obras a t­ravés de las plataformas digitales. Sus títulos más destacados han sido REC-Relatos para ensanchar costillas, el libro de humor que nació en un blog y La herencia de Jerusalén, un thriller histórico y religioso que en tan solo un año ha encontrado la fidelidad de más de 8000 lectores. Capsir se convierte en uno de los primeros autores independientes que destaca en diferentes plataformas digitales de venta sin ayuda editorial. En el verano de 2013 publica Las leyes de Hermógenes, una novela muy íntima y sin pretensiones que ­narra la historia entre un adolescente de catorce años y un viejo huraño de carácter difícil.

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REVISTA LITERARIA PROSOFAGIA


R AY UEL A

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E N L A V OZ D E S U S L E C T O R E S


Rayuela en la voz de sus lectores

De lectura corrida o con alternación de los capítulos, ­Rayuela es una síntesis de la vida misma: no importa realmente lo que se haya vivido; cuando recapitulamos nuestras propias historias para preservarlas en el baúl de la memoria, nos encon­ tramos ante la magia de la resignificación de esos acontecimientos. María Belén Ziade

María Belén Ziade Nació en Buenos Aires en 1986. Estudió Letras en la uba y Turismo en la Universidad Abierta Interamericana. Ha colaborado con las revistas literarias Fábula, Prosofagia y Deteniendo al mundo, esta última publicada por alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras de la uba. Actualmente se dedica a la redacción de artículos de viajes y turismo. 74

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Rayuela en la voz de sus lectores

50 AÑOS DE RAYUELA ¿Novela difícil? ¿Novela experimental? ¿Antinovela? Tomé la decisión de l­eerla con el interrogante de saber si lograría acabarla, con el miedo de que me venciera una historia o un lenguaje que podían superarme. La cita de César Bruto despejó toda duda de no poder resistirla por difícil: si la lectura de esa cita era delirantemente ofensiva, también era ironía, gracia, desvergüenza y, cómo no, confianza en la historia que allí se contaría. Afronté la lectura en su orden lógico y conseguí encajar la narración de principio a fin. Mas el placer de la lectura llegó cuando me encontré en el interior al hombre, al ser sensible, al héroe Horacio O ­ liveira, al argentino universal. Plásido

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Rayuela en la voz de sus lectores

En septiembre hará diez años que leí ­R ayuela. Entonces lo hice porque «la providencia» (a la que nunca estaré suficientemente agradecido) me lo puso entre las manos. Recién aterrizado al mundo adulto y sobrecargado de responsabilidades, la gente me parecía gris, el mundo insulso y la poesía mentira. Si entonces alguien me hubiera dicho que una novela puede ser antinovela, un personaje una inspiración y una ciudad una nostalgia, no lo habría creído. Si entonces alguien me hubiera dicho que si cojo un libro y pago ocho euros (porque es de bolsillo) me cambiaría la vida, tampoco. Pero Rayuela es un mensaje directo al corazón que anda necesitado de juegos. Y lo lee uno y, si lo necesita, sus páginas le arman una catástrofe en el pecho. Porque su poesía no está en las palabras sino en las ideas. En el modo en que enseña a ver y vivir «esa lluvia de renuncias y de despedidas» (que diría Oliveira, o Cortázar, o quien sea) que es todo. Dicen que hay dos formas de ver la vida: creer que nada es mágico o creer que todo lo es. Y quizás la principal cualidad del libro es que cuanto más uno se inclina a lo primero (y más peligrosamente), Cortázar aparece y reinventa —o acaso redescubre— el concepto de magia posibilitando lo segundo. Por eso, para mí, Rayuela solo hay una. Y solo la hay una vez: la primera. Uno puede buscarla en otros libros o en otras lecturas pero es difícil recobrar de forma duradera ese fuego del primer encuentro en el que uno se consume leyendo el mensaje secreto que parece que Cortázar un día le escribió a él: no pienses tanto en gerentes, títulos o matrimonios bien organizados y céntrate en mirar a tu alrededor y sentir una cosquilla de privilegio. Ahora, diez años después, no me tiembla el pulso si digo que sin Rayuela yo no sería el mismo. No habría leído tanto (buscando siempre una brasa de aquel fuego), no habría escrito nada o casi nada (tratando de atizarla) y, sobre todo, no me atrevería a considerar que mi rutina puede ser una cosa modestamente excepcional.

A. B. Quintana (Alex) A. B. Quintana Nació en 1979. Reside en Madrid, donde compagina su profesión de abogado con su pasión por la literatura. 76

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Rayuela en la voz de sus lectores

Las ilustraciones que acompañan «Rayuela en la voz de sus lectores» se realizaron con las fotografías tomadas por María Belén Ziade del Mural de Eduardo Castles y Juan Solaegui, inspirado en Bestiario. Barrio de Saavedra, Ciudad de Buenos Aires (Argentina)

50 AÑOS DE RAYUELA

Fotografías: María Belén Ziade

NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 77 REVISTA LITERARIA PROSOFAGIA


«LA NATURALEZA DEL PODER EN TOLKIEN Y EL SEÑOR DE LOS ANILLOS» POR ELISABET

FRAGMENTOS, REFLEXIONES Y POEMAS POR

HARVEY

FOTOGRAFÍAS: ALARCÓN, COVADONGA Y CUENCA, POR JOSÉ MANUEL SOLANA;

VIENA Y PRAGA, POR JOSÉ LUIS JAIME CORTÉS

REVISTA LITERARIA PROSOFAGIA

Ilustración de Alarcón realizada sobre una vista, fotografiada por José Manuel Solana, del pueblo de Alarcón, Cuenca (España) y el pantano del mismo nombre en un meandro del río Júcar


«COSMOVISIÓN RELIGIOSA EN EL SEÑOR DE LOS ANILLOS» POR ELISABET

«LAS OBRAS MENORES DE TOLKIEN: UNA INVITACIÓN A LA LECTURA» POR

LAURA MICHEL

D OSS IER TOLKIEN NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 79


Alarcón Cuenca (España) Fotos de José Manuel Solana


caría a día de hoy. No pude evitar arrimar el ascua a mi sardina. ¿Y El ­Señor de los Anillos? ¿Qué gran línea editorial apostaría por él en la actualidad? Un libro de «fantasía épica» no muy extenso para las sagas en boga, con una tramoya mitológica-lingüística de marcada naturaleza erudita, salpicado de poemas, en un inglés nada estandarizado, con contados «cliff hanger»; un libro cuya seducción estilística no se basa en la proliferación de hilos ­a rgumentales y en el vertiginoso cambio de escenarios, sino que se labra sobre la narración anda-

DOSSIER TOLKIEN

Debatían en la radio si el Ulises de Joyce se publi-

riega. Sostenida. A paso de peregrino. Un libro, en definitiva, de cuando había magos y se caminaba.

Antonio Romero Montilla (Harvey)

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LA NATUR ALEZA DEL PODER EN TO L K I E N

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ste año se celebra el cincuenta aniversario de la primera publicación de El Señor de los Anillos. Y hará unos treinta años que, por primera vez, los tres libros que forman esta obra cayeron en mis manos. Tenía doce años y la trilogía de Tolkien me acompañó en ese tiempo agitado en el que dejé de ser una niña para convertirme en una adolescente inquieta y ávida, que todavía no se acomodaba bien en su piel. Pocos libros como El Señor de los Anillos calaron tan hondo en mí, por su belleza, por su épica y por la manera en que me atraparon sus personajes. Incluso soñaba con esas historias. Ahora bien, reconozco que no soy una fan fervorosa de Tolkien como tantos otros, que han leído y releído todas sus obras y casi se saben de memoria todos sus personajes y sus hazañas. Por eso este artículo será fruto simplemente de mis impresiones como lectora poco experta en Tolkien. Después de leer la trilogía solo he leído El hobbit, un relato ágil y fantástico que se lee con gusto, y su versión comentada de La Canción de Sigurd y Gudrun. Ahora he recomenzado una lectura pausada, lenta, saboreando cada capítulo, de El Señor de los Anillos.

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Elisabet He tenido una sensación curiosa. A medida que leo voy recordando episodios, escenas, ¡hasta frases exactas!, nombres y versos. Es como si fuera recorriendo un sendero, largamente olvidado, pero que aún mantiene algo de frescor en mi memoria. Ha sido como un volver a casa. Creo que eso solo sucede con las grandes obras literarias, esas que, ya en su primera lectura, penetran en el lector. Releyendo, estoy captando con más profundidad algunos temas y motivos que vertebran esta obra. Especialmente quisiera centrarme, en este artículo, en el tema del poder. Porque El Señor de los Anillos, entre muchas otras cosas, es un gran relato sobre la naturaleza del poder.

DOSSIER TOLKIEN

EL SEÑOR D E LO S A N I L LO S

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NÚMERO 18 - SEPTIEMBRE 2013 - PROSOFAGIA 83


La naturaleza del poder en Tolkien y El Señor de los Anillos La perversión intrínseca del poder En muchas narraciones épicas y mitológicas aparece el tema del poder, encarnado o contenido en un objeto mágico o talismán, un fruto, una flor, una joya o una piedra. En este caso, Tolkien toma de la mitología nórdica el anillo. Este poder, que puede ser la inmortalidad, una fuerza suprema o el dominio sobre el mundo y sus habitantes, es objeto de búsqueda y puede llegar a provocar encarnizadas guerras por la posesión del talismán que lo otorga. Suele darse una dialéctica entre el bien y el mal: el poder, en buenas manos, bien utilizado, puede ser benéfico. Si cae en manos de una mente maléfica, será destructivo. Y así es como muchos relatos giran en torno a la batalla entre «buenos y malos» por poseer el poder. El final deseable es que el objeto de poder llegue a manos de los que sabrán gestionarlo para el bien. En Tolkien, sin embargo, esto no es así, y para mí este es un enfoque original y el eje fuerte de la obra. No hay poder bueno, ni benéfico, ni buenas manos en las que ese talismán pueda caer. Porque el poder de este anillo es perverso y corrompe a todos, absolutamente, buenos y malos. Tolkien describe magistralmente los sutiles y siniestros cambios que el anillo opera en sus poseedores. Ganan fuerza y longevidad, además de la invisibilidad, pero terminan esclavizados por él. Bilbo, pese a estar muy bien conservado para su edad, se siente «como estirado, no sé si me entiendes: como mantequilla esparcida sobre demasiado pan. Esto no puede ser bueno. Necesito un cambio...» (pág. 32, cap. 1). Gandalf explica a Frodo que «Un Anillo de Poder cuida de sí mismo. Puede deslizarse traicioneramente, pero su poseedor nunca lo abandona [...] fue el propio Anillo quien decidió...» (pag. 55, cap. 2). No hay persona lo bastante fuerte como para resistir ese poder, ni siquiera el mago Gandalf o los sabios elfos. La única forma de vencerlo es no poseerlo y alejarse de él. Esta idea se ve claramente en los diálogos que se entablan en el capítulo 12, «El concilio de Elrond», donde se relata la historia de los anillos y se descubre la verdadera naturaleza de este poder. Surge un debate entre los asistentes al consejo y algunos sugieren que ese anillo podría utilizarse para derrotar al gran enemigo, el Señor Oscuro. Gandalf ilustra este afán de utilizar el poder para un supuesto beneficio explicando su conversación con Saruman, el mago blanco: Un nuevo Poder se alza. Contra él, los viejos aliados y estrategias no podrán socorrernos. No hay esperanza en los Elfos o en el agonizante Númenor. Tenemos, pues, una opción ante nosotros. Podemos unirnos a ese Poder. Sería lo más sensato, Gandalf. Por ese camino hay esperanza. Nos traería la victoria, y habrá ricas recompensas para quienes lo respalden. A medida que el Poder crezca, sus amigos también crecerán, y los Sabios, como tú y yo, podremos con paciencia ir dirigiendo su curso para controlarlo. Podemos aguardar a que llegue nuestro momento, ocultando nuestras intenciones en el corazón, deplorando quizás algunos males acaecidos durante el camino, pero aprobando el noble y último propósito: Sabiduría, Ley, Orden, todo cuanto siempre hemos luchado por conseguir, estorbados más que ayudados por nuestros amigos débiles o inútiles. No habría cambio alguno en nuestros designios, solo en nuestros medios (Pág. 259). Gandalf rechaza este razonamiento. Echa por tierra la maquiavélica presunción de Saruman: para un buen fin cualquier medio es bueno y, si es eficaz, mejor. El concepto del poder como medio para un fin loable es rebatido. Todo contrapoder se convierte en un poder tan temible como el anterior. Gandalf se ve acorralado entre dos opciones y rechaza ambas: «someterme a Sauron o a ti [Saruman]. No elegiré ninguna» (pág. 260). 84

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La naturaleza del poder en Tolkien y El Señor de los Anillos Boromir es otro personaje que aboga por el uso correcto del Anillo:

La respuesta de Elrond no se hace esperar: No podemos utilizar el Anillo. Lo sabemos demasiado bien. Pertenece a Sauron y fue hecho por él solo; por tanto es malvado. Su fuerza, Boromir, es demasiado grande para que alguien pueda manejarlo a su voluntad, salvo aquellos que ya tienen un gran poder en sí mismos. Pero para ellos aún supone un peligro mayor. El mismo deseo de poseerlo corrompe el corazón. [...] Esta es otra razón por la que el Anillo debe ser destruido: mientras esté en el mundo será un peligro, incluso para los Sabios. Pues nada fue malvado en el principio, ni siquiera Sauron lo era. Temo coger el Anillo y esconderlo. No lo tomaré para utilizarlo (Pág. 267). Los personajes más sabios y poderosos, Elrond y Gandalf, rechazan el Anillo. También lo rechaza Aragorn, descendiente del último rey poseedor del Anillo, Isildur. La única opción plausible, por tanto, no es poseer el Anillo. Tampoco lo es esconderlo, o arrojarlo al mar, desentendiéndose de él. Pues el poder posee vida propia y puede abrirse camino de nuevo. La única salida es destruirlo. Y esta será la misión de Frodo, primero arropado por la Compañía, después con la única ayuda de Sam y la guía inesperada de Gollum; en su interior, librando una batalla contra sí mismo y profundamente solo.

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¿Por qué no creer que el Gran Anillo ha llegado a nuestras manos para servirnos ahora que más lo necesitamos? Con él, los Señores Libres pueden derrotar al Enemigo. […] Que el Anillo sea nuestra arma, si tiene tanto poder como decís. ¡Tomémoslo y vayamos hacia la victoria! (Pág. 267).

Acompañan a «La naturaleza del poder en Tolkien y El Señor de los Anillos» las fotografías de las casas colgantes de Cuenca (España), realizadas por José Manuel Solana

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La naturaleza del poder en Tolkien y El Señor de los Anillos ¿Hay esperanza? Ante estas reflexiones surgen muchas preguntas de índole filosófica. Uno podría preguntarse si hay fuerza alguna que pueda contrarrestar el poder perverso. ¿Existe un contrapoder que pueda derrotarlo? ¿Es posible encontrar un poder benéfico? ¿Qué precio tiene la destrucción del poder? En el libro encontramos algunas respuestas. Los Elfos también forjaron tres anillos. Gloin, el enano, pregunta: ¿Qué hay de los Tres Anillos de los Elfos? Dicen que son muy poderosos. ¿No los conservan los Elfos? También fueron forjados por el Señor Oscuro, mucho tiempo atrás. ¿Permanecen ociosos? Veo algunos señores Elfos aquí. ¿No van a decirnos algo? (pág. 268). Elrond responde: Los Tres no fueron forjados por Sauron, él nunca los tocó. [...] No están ociosos. Pero no fueron creados como armas de conquista, no es ese su poder. Quienes los forjaron no deseaban la fuerza ni el dominio ni acumular riquezas, sino conocimiento, creación, sanación, para preservarlo todo puro, sin mancilla. Y esto lo han conseguido los Elfos de la Tierra Media, aunque con dolor. Todo lo que han conseguido los que manejan los Tres se convertirá en su ruina, y sus mentes y sus corazones serán revelados ante Sauron si él recupera el Único. Sería mejor para los Tres no haber existido nunca. Este es su propósito (Pág. 268). Es interesante ver cómo Tolkien describe el poder de los anillos élficos: un poder no concebido como arma, sino como herramienta; no como dominio sino como servicio. Frente a las tres grandes ambiciones humanas: fuerza, poder y riqueza, antepone tres valores: sabiduría, creación y sanación. Frente al poseer destructivo, se antepone el dar constructivo y curador. Sin embargo, este poder, por su naturaleza no agresiva, es débil. No puede enfrentarse al poder maléfico. Como una flor, no puede resistir el paso de un tanque; como la vida, siendo tan fuerte, no puede resistir el impacto de un arma letal. La manzana podrida estropea las que están sanas, y no al revés. Y aquí Tolkien nos confronta con una realidad misteriosa y trágica que podemos palpar cada día: constatar que, en la historia humana, la ley del más fuerte parece imponerse y que el mal parece triunfar, mientras que el bien es demasiado frágil para prevalecer. Si el mal es más fuerte, ¿qué hacer? Cuando se habla de la destrucción del Anillo como única alternativa un personaje, Erestor, exclama: «Este es el camino de la deses­ peración. O de la locura...» (pág. 269). Gandalf, inquebrantable, replica de inmediato: ¿Desesperación, o locura? No es desesperación, pues esta solo es para quienes ven el fin sin lugar a dudas. Nosotros no lo vemos así. Es sabiduría para reconocer la necesidad, cuando todas las alternativas se han sopesado, aunque pueda parecer locura para aquellos que se aferran a una falsa esperanza. Bien, dejemos que la locura sea nuestra capa, un velo ante los ojos del Enemigo. Pues él es muy sabio, y sopesa las cosas con cuidado en la escala de su malicia. Pero la única medida que él conoce es el deseo, deseo de poder; y así juzga a todos los corazones. En su corazón no entra 86

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La naturaleza del poder en Tolkien y El Señor de los Anillos

Este párrafo, para mí, es nuclear en el libro. En palabras de Gandalf, Tolkien está dándonos la clave del poder y a la vez su punto débil: el deseo de poseerlo. ¿Quién será tan necio de rechazarlo, si cae en sus manos? ¿Quién resistirá la tentación de utilizarlo para su beneficio, incluso en aras de un bien mayor? La esperanza está justamente en salir de esta inercia centrípeta del poder que todo lo atrae, todo lo absorbe y todo lo devora. En el rechazo a utilizarlo está la única salida. El poder se alimenta del deseo ávido y la ambición. Si no hay codicia, la misma renuncia lo hará morir. Por tanto, no hay guerra posible, no hay contrapoder, no hay fuerza para enfrentarse al poder. No se puede combatir al enemigo con sus mismas armas, como afirma Boromir. La única salida es seguir una lógica diferente y abstenerse de utilizar la fuerza.

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la idea de que alguien quiera rechazarlo; no puede concebir que alguien que posea el Anillo quiera destruirlo. Si este es nuestro fin, escaparemos a sus esquemas (pág. 269).

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La naturaleza del poder en Tolkien y El Señor de los Anillos La marca del mal y el sacrificio Pero la destrucción del poder, como ya se apuntó antes, tiene su precio. Los elfos son conscientes de que destruir el Anillo Único puede conllevar también la extinción de los Tres. Contrarrestar una fuerza tan grande que ha dominado la tierra durante siglos traerá un orden nuevo e incierto. Dice Elrond: No lo sabemos de cierto. Hay alguna esperanza de que los Tres Anillos, que Sauron nunca tocó, puedan liberarse y sus dueños puedan curar los corazones del mundo que él ha forjado. Pero quizás cuando el Único haya desaparecido los Tres también fallarán, y muchas cosas hermosas se desvanecerán y serán olvidadas. Esto es lo que creo (págs. 268-269). La lucha contra el poder no es inocua y marca a todos los que han peleado con él. No solo Frodo; una serie de personajes, con el devenir de los años, se irán reuniendo en los Puertos Grises para emprender el gran viaje final. Abandonarán la Tierra Media, pues ya no pertenecen a ese nuevo mundo que surgirá. Este destino, que tiñe de nostalgia no el pasado, sino el futuro, impregna de un halo trágico toda la historia. Hay una serie de personajes que van a sacrificarse. Tienen en sus manos la llave de este futuro, lo aceptan y lo asumen. No se desentienden ni se retiran a una vida cómoda y apacible, sino que toman sobre sus hombros una responsabilidad, sabiendo que de su actuación dependerá el futuro de la Tierra Media. De ahí que la decisión de Frodo resulte doblemente heroica, pues no solo se enfrenta a muchos peligros, sino a algo más espantoso: la incerteza. Sus palabras son sencillas pero impresionantes: «Llevaré el Anillo —dijo—, aunque no conozco el camino».

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La naturaleza del poder en Tolkien y El Señor de los Anillos

Pero es una carga muy pesada. Tan pesada que nadie podría echarla sobre las espaldas de otro. No soy yo quien la pone sobre ti. Pero si la tomas libremente, te diré que tu elección es correcta; y que si todos los poderosos amigos de los Elfos desde antiguo, Hador, Hurin, Turin y Beren mismo estuvieran aquí, reunidos, tú tendrías un lugar junto a ellos (pág. 270-271). Casi de inmediato, Sam salta para exclamar: «Pero no lo enviaréis solo, ¿verdad?». No, el héroe no viajará solo. Nunca. Siempre tendrá a su lado a un amigo. Este es el otro gran tema que aflora y gana fuerza a lo largo de todo el relato. No hay gran misión posible sin el apoyo de una gran amistad.

Montse de Paz (Elisabet) Licenciada en Filología Inglesa. Escritora de ensayo y ficción.

Nota: Las citas están tomadas de la edición especial en un volumen con motivo del 50 aniversario de la publicación de la obra: The Lord of the Rings, Houghton Miffling Company, New York, 2012. La traducción del original en inglés es de la autora del ensayo.

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Algo interesante a resaltar, que Tolkien parece querer dejar muy claro, es que la misión de Frodo no le es terminantemente impuesta. No es un «elegido», ni un siervo obediente a una voluntad más grande. Aunque el destino y las circunstancias ponen la alternativa en sus manos le queda un margen de libertad, y Elrond así lo expresa:

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—¿Qué querrías, entonces si pudieras hacer tu voluntad? —Querría que las cosas permanecieran tal como fueron durante todos los días de mi vida, y en los días de los antepasados que vinieron antes: ser el Señor de la Ciudad y gobernar en paz, y dejarle mi sitial a un hijo mío, un hijo que fuera dueño de sí mismo y no el discípulo de un mago. Pero si el destino me niega todo esto, entonces no quiero nada: ni una vida degradada, ni un amor compartido, ni un honor envilecido. El Retorno Del Rey

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—Pero óyeme bien, Gandalf Mithrandir, yo no seré un instrumento en tus manos. Soy un Senescal de la Casa de Anárion. No me rebajaré a ser el chambelán ñoño de un advenedizo. Porque aun cuando pruebe la legitimidad de su derecho, tendrá que descender de la dinastía de Isildur. Y yo no voy a doblegarme ante alguien como él, último retoño de una casa arruinada que perdió hace tiempo todo señorío y dignidad.

Esplendoroso, hermosamente contradictorio, humano de amor, de ira, «shakespeariano» hasta los tuétanos, superado por un tiempo que ya muda de piel, que ya se cierne forastero, esencia de humanidad, de finitud. Porque ¿qué somos sino estatuas en la playa que lloran arenas, encarados al Tiempo y al Mal? Quien no ama en toda su jugosa complejidad a D ­ enethor, ¿cómo osa sostener que ama El Señor de los Anillos? Por favor, aborrezcan a Peter Jackson. Antonio Romero Montilla (Harvey)

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RELIGIOSA EN

EL SEÑOR D E LOS ANIL LOS Elisabet Algunas claves religiosas

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ucho se ha hablado de la influencia de la fe en Tolkien, católico ferviente. También se ha escrito bastante sobre la aparente falta de elementos religiosos en su novela. Y digo aparente porque lo sobrenatural impregna el relato. No hay en él dioses ni sistemas de creencias y cultos, lo cual podría llamar la atención en una historia épica y fantástica. Pero lo sobrena­t ural, lo trascendente, empapa a los personajes: desde los elfos, que para algunos podrían traer reminiscencias angélicas, hasta los telúricos enanos; desde los hombres heroicos hasta los sencillos y hogareños hobbits, sin olvidar la fascinante figura de Gandalf. El mismo mal está encarnado en un personaje mutante e inmortal, casi intangible, pero personificado: Sauron.

En todo momento lo que podríamos llamar numinoso, lo sagrado o lo sobrenatural está encarnado en los seres que habitan la novela.1 Es cierto que Tolkien nunca quiso moralizar ni catequizar a través de sus novelas, y así lo expresó en varias ocasiones. Pero, leyendo despacio y entre líneas, me parece que su fe y sus convicciones religiosas atraviesan toda la obra, a veces con una claridad sorprendente. Citaré tres temas que son esenciales en el cristianismo y también en El Señor de los Anillos: la naturaleza del mal, la tentación del poder versus la libertad, y la compasión. Las convicciones religiosas de Tolkien se traslucen en la manera que aborda estos temas. w

DOSSIER TOLKIEN

COSMOVISIÓN

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Cosmovisión religiosa en El Señor de los Anillos El mal no originario Hay una frase sencilla y corta que pronuncia Elrond en el concilio (capítulo xii, pág. 267). Pasa casi desapercibida en una lectura rápida, pero me parece fundamental: «Pues nada fue malvado en el principio, ni siquiera Sauron lo era». Es decir, el mal no existe como principio trascendente y original, sino como fruto de una degradación, de una elección errónea o de una perversión libremente asumida. Y esto me lleva inevitablemente al capítulo 1 del Génesis, donde leemos que Dios creó el mundo y que todo cuanto creó «era bueno». La responsabilidad del mal recae, pues, en el libre albedrío de los seres inteligentes. Esto se aleja mucho del dualismo de las mitologías tradicionales, para las cuales bien y mal son dos principios sobrenaturales, equivalentes en fuerza y poder y en continua pugna. El mundo es el campo de batalla entre el bien y el mal, y dioses y hombres son sus víctimas o sus instrumentos. Este es el tema de muchos relatos épicos. No es el de Tolkien, aunque pueda parecerlo en una lectura superficial. Tolkien no es un dualista ni un maniqueo, como tampoco el cristianismo original lo es. Hay un principio fundamental bueno y está en manos de la persona conservarlo, acrecentarlo o pervertirlo. Esta libertad moral acarrea consigo la responsabilidad. Los seres racionales no son víctimas ni esclavos de fuerzas duales, sino sujetos morales libres. Al igual que en el Génesis, el factor que degenera el bien primigenio es el afán de poder, ese querer «ser semejantes a dioses» que excede las capacidades personales y, lejos de potenciarlas, termina corrompiéndolas.

Acompañan a «Cosmovisión religiosa en El Señor de los Anillos» las fotografías de Covadonga, Cangas de Onís, Asturias (España), realizadas por José Manuel Solana

Santuario de Nuestra Señora de Covadonga (La Santa Cueva) 94

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Cosmovisión religiosa en El Señor de los Anillos izquierda:

Don Pelayo portando la cruz de la Reconquista

Don Pelayo (muerto en Cangas de Onís, 773), primer ­héroe de la Reconquista, está enterrado en la Santa Cueva derecha:

La campanona

Poder y libertad El segundo tema destacable es la tentación de utilizar el poder y la fuerza para un fin justo. La noción de poder en este caso es coercitiva: una capacidad autoritaria, sin límites, para influir y doblegar la voluntad ajena, tal como la he escrito en el artículo «La naturaleza del poder en Tolkien y en El Señor de los Anillos». Podríamos decir que todos los sistemas de poder del mundo, y no pocas utopías a lo largo de la historia, se apoyan en esta presunción. Saruman y Boromir hablan de usar el poder para servir a la victoria, a la ley y al orden. Confían en sus fuerzas y en su nobleza y creen ser inmunes al influjo perverso del poder. En el capítulo «La ruptura de la Compañía», cuando Boromir acecha a Frodo e intenta convencerlo de que secunde sus planes, aparece de manera explícita esta tentación. Dice Boromir:

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(de Gerardo Zaragoza, 1965) Con la leyenda: «Nuestra esperanza está en Cristo + este pequeño monte será la salvación de España» (Texto extraido de la crónica del rey Alfonso III el Magno)

Dudo si todos ellos [magos y elfos] más que sabios no serán temerosos. Pero cada cual sigue su naturaleza. Los hombres de corazón leal no serán corrompidos. Nosotros, en Minas Tirith, hemos padecido muchos años de pruebas. No deseamos el poder de los magos, solo fuerza para defendernos, fuerza para una causa justa. Y la fortuna nos ha traído el Anillo a la luz, en nuestra hora de necesidad. Es un regalo, digo: un regalo para los enemigos de Mordor. Es una locura no utilizarlo, usar el poder del Enemigo contra él mismo. Los intrépidos, los implacables, solo ellos conseguirán la victoria... (pág. 398). Esta escena nos lleva a otra muy conocida, narrada en los tres evangelios sinópticos: la de las tentaciones de Jesús en el desierto. Satanás le ofrece tres brillantes alternativas para ejercer su poder como hijo de Dios: el poder económico, el poder religioso y el poder político. ¿Cuánto bien no se podrá hacer poseyendo tales fuerzas? NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 95


Cosmovisión religiosa en El Señor de los Anillos Terminar con el hambre, imponer la justicia y la sabiduría, la ley y el orden, incluso la fe... Basta con someterse a él. Jesús rehúsa todas las opciones. Rechaza abierta y decididamente el poder. La prueba más palpable y definitiva de este rechazo será su muerte, cuando deba afrontar la última tentación: la posibilidad, no elegida, de escapar a la cruz. El cristianismo, en sus relatos fundamentales, contiene un discurso de renuncia al poder. La historia del Señor de los Anillos también. Frodo comprende muy bien el alcance de esta tentación en unos momentos de lucidez que le hacen ver el verdadero rostro de ese poder, personificado en un Boromir exaltado y fuera de sí. Y huye, aunque valiéndose de la invisibilidad del anillo. Todavía no renuncia a él, aunque sea solo para protegerse. Pero, a continuación, la novela describe una escena que culmina el tema de la tentación. Sucede en un monte alto, la cima del Amon Hen. Frodo contempla la Tierra Media. («El tentador lo llevó a un monte alto, donde le hizo contemplar todos los reinos de la tierra», dice el evangelio de Mateo 4, 8.) En ese momento Frodo percibe la sombra que se alarga desde el Este oteando la tierra, dirigiéndose hacia él. Y, en la sombra, siente el Ojo. Dos párrafos, muy breves, describen su lucha interior: la sombra lo llama. El Ojo lo mira. Una voz grita en sus adentros: ¡Quítate el anillo, loco, quítatelo! Los dos poderes lucharon en él. Por un momento, en perfecto equilibrio entre los dos extremos, se retorció, atormentado. Y de pronto fue consciente de sí mismo de nuevo, Frodo, ni la Voz ni el Ojo: libre para elegir, y con un solo instante para hacerlo. Se quitó el Anillo del dedo. Estaba de rodillas bajo la luz del sol, sobre el trono elevado. La sombra pasó como un brazo por encima de él; esquivó Amon Hen y se abalanzó hacia el Oeste, desvaneciéndose. El cielo quedó claro y azul y los pájaros cantaban en cada árbol (pág. 401). Esta escena me parece una grandiosa descripción de la tormenta íntima que se desata en el corazón tentado, a punto de ceder, y de ese impulso súbito de libertad, en el que se está solo, pavorosamente solo, pero a la vez se tiene el poder de elegir, sin coacción de ninguna clase. Y él elige. Apenas lo hace, las tinieblas se alejan y el sol brilla de nuevo. En ese momento Frodo es libre, libre quizás como en ningún otro momento del relato. Y en su libertad toma la decisión, con firmeza y sin vacilar, de dirigirse, solo, hacia su destino. Ha de cumplir su misión. Y, un poco locamente, decide partir a escondidas para no sacrificar la vida de nadie más. Afortunadamente Sam, el amigo incondicional, el único que sabe leer su corazón, lo seguirá y estará a su lado en la aventura.

Las Tres Cruces de Covadonga 96

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Cosmovisión religiosa en El Señor de los Anillos

La compasión redentora Un tercer tema que quisiera destacar es la compasión. Un valor que pocos esperan, quizás, encontrar en una novela de fantasía épica, pero que también me parece fundamental en la obra. Cuando Gandalf le explica a Frodo la historia del Anillo y cómo este pasó a manos de Bilbo, Frodo se indigna contra Gollum. Detesta al personaje y se pregunta cómo Bilbo lo pudo dejar con vida. Gandalf responde:

DOSSIER TOLKIEN

Basílica de Covadonga

¿Lástima? Fue la lástima la que detuvo su mano. Lástima y compasión: no golpear sin necesidad. Y ha sido bien recompensado, Frodo. Ten por seguro que salió tan bien librado del mal, y logró escapar al fin, porque comenzó poseyendo el Anillo de esta manera. Con compasión (pág. 59). ¿Puede un ser malvado, perverso y homicida merecer compasión? Esta es la pregunta de Frodo y el interrogante que continuamente se plantea a los seres humanos de todos los tiempos. ¿Se puede abrigar compasión hacia aquel que encarna el mal? ¿Merece perdón el impío? ¿Se puede justificar la muerte por una razón justa? Cuando Frodo afirma que ese ser inicuo merece morir, Gandalf responde: ¡Merece morir! Me atrevería a decir que sí. Muchos que viven merecen morir. Y algunos que mueren merecen vivir. ¿Puedes darles tú la vida? Entonces, no juzgues tan pronto acerca de su muerte. Pues hasta los más sabios ignoran todos los cabos sueltos... Frodo tendrá ocasión de experimentar en su propia carne esa compasión hacia la criatura desdichada. La compasión incondicional, fundamental también en otras religiones, como el budismo, es un tema clave de la teología cristiana, junto con la negativa a juzgar y condenar a nadie («no juzguéis y no seréis juzgados») y la concepción NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 97


Cosmovisión religiosa en El Señor de los Anillos sagrada de toda forma de vida, hasta la más vil y miserable. Ningún ser humano es dador de vida y, por tanto, no puede arrogarse el derecho de quitarla. El mal posee una dinámica posesiva, atrayente y devoradora: Un Anillo para ­dirigirlos, un Anillo para encontrarlos, un Anillo para atraerlos y atarlos en la oscuridad. Es una energía implosiva, un agujero negro. En cambio, la compasión es expansiva y tiene la lógica de una insólita y abrumadora generosidad. Todo ser, incluso el malvado, merece el don de la vida y merece ser compadecido. Me resuena, aquí, la misericordia incomprensible y desafiante de aquel que «es lento a la cólera, rico en piedad» (Salmo 144), aquel que «hace salir el sol sobre justos e impíos, y hace llover sobre justos y pecadores» (Mateo 5, 45). Vemos cómo Tolkien nos presenta la compasión como una gran fuerza. Una fuerza no agresiva, no arrolladora; una potencia silenciosa pero no por ello menos poderosa. La que devuelve el bien por el daño recibido. Quizás la única capaz de contrarrestar el poder del mal.

Montse de Paz (Elisabet) Licenciada en Filología Inglesa. Escritora de ensayo y ficción.

Nota: Las citas están tomadas de la edición especial en un volumen con motivo del 50 aniversario de la publicación de la obra: The Lord of the Rings, Houghton Miffling Company, New York, 2012. La traducción del original en inglés es de la autora del ensayo.

1.— Aunque en El Señor de los Anillos no aparece un sistema religioso explícito, Tolkien desarrolló una rica cosmogonía en otras obras que forman el contexto narrativo de su épica, como el Ainulindalë y el Valaquenta, incluidas en El Silmarillion. En la primera, compone un mito creacional donde el Creador, Eru, forma unos seres sagrados con pensamiento y voluntad, los Ainur. Uno de ellos, el más sabio y poderoso, Melkor, comienza a alentar el deseo de autosuficiencia y poder por encima de sus hermanos. De él surge la «discordancia» con el Creador y a partir de su ambición brotará esa noción del poder, no como capacidad creadora, sino como fuerza para dominar y someter. Melkor se valdrá de la seducción, el engaño y la fuerza para conseguir adeptos y alimentar sus anhelos. Él originará las primeras guerras con los otros Ainur con el fin de poseer la Tierra, incubando sentimientos de envidia y rencor. Sauron es un espíritu servidor de los Ainur que acaba convirtiéndose en el mayor secuaz de Melkor, tal como se relata en el Valaquenta. Así es como Tolkien explica el origen del mal, surgido de un bien inicial que de alguna manera se corrompe. Aunque la forma del mito recuerda mucho la cosmogonía nórdica, incluso en sus nombres y en la forma de sus personajes, la teología subyacente es un fiel eco del pensamiento cristiano, según el cual todo lo que Dios crea es bueno y el mal surge de un enfrentamiento a su voluntad y una ambición desmedida, por parte del ángel caído y por parte del ser humano. 98

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Cosmovisión religiosa en El Señor de los Anillos

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Puente romano de Cangas de Onís Río Sella, Asturias (España) Foto de José Manuel Solana


A los que ven lágrimas cuesta no entra fácil al ojo por lo oscuro del receptáculo y (tampoco lo disimulemos) porque el acuerdo que firmaron se lo prohíbe explícitamente y no están estos tiempos para que una multinacional te cruja con una demanda por incumplimiento de contrato pero si dejas un pequeño resquicio un pequeño resquicio antes de abrir el estuche del dvd o el menú infantil del burger king descubrirás como algo muy parecido a una condensación de humedad —yo opino que una lágrima otros la etiquetarán como menos les escueza— se derrama por el rostro de Aragorn Gandalf, Frodo…

DOSSIER TOLKIEN

A Francesc Florensa, porque ve lágrimas

perdieron (disculpa que te incluya en la pedantería: fuimos derrotados) y después de tantos esfuerzos y tantos sufrimientos —ellos lo saben mejor que nadie— el Único regresó a manos de su Forjador

Antonio Romero Montilla (Harvey) NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 101


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M E N O R E S »

DE TOLKIEN:

UNA

INVI TACIÓN A LA LECTURA Laura Michel

DOSSIER TOLKIEN

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o es lo mismo hablar de J. R. R. Tolkien ahora que hace diez años. Ya no se trata de un autor de culto, de esos que costaba trabajo descubrir en las librerías (cuando había suerte), que reunía a pequeños grupos de aficionados a discutir en cafés; uno cuya mención hacía fruncir la nariz a todo intelectual que se respetara, y a quien solía pasarse por alto, con conocimiento o no de causa, en los círculos de lectura más o menos formales. Resultó de lo más curioso que el cine, como gran elemento unificador, fue lo que mostró a Tolkien al gran público e hizo que los académicos comunes y corrientes elevaran El Señor de los Anillos a un pedestal que ya había estado ocupando, si bien casi en secreto, durante medio siglo. Las películas de Peter Jackson cultivaron a la vez apasionados fans y expertos instantáneos, y a El Señor de los Anillos se le adjudicó por fin el estatus de «clásico».

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Las obras menores de Tolkien: una invitación a la lectura ¿Qué es un clásico? No solo un libro que todo el mundo conoce y menciona pero pocos han leído, sino también uno que se estudia y del que se escribe una y otra vez. No que ello sea ningún problema. La obra de Tolkien es lo suficientemente rica y profunda como para volver, una y otra vez, a descubrirla. Pero ¿qué ocurre con el resto de su creación? No me refiero a El Hobbit (mucho habrá que decir después con respecto a su reciente y mercadologizada adaptación a cine), ni a El Silmarillion, Los Hijos de Húrin y todo el voluminoso material publicado y por publicar sobre la Tierra Media, el universo mitológico que Tolkien creó y pobló. Puesto que de ello se ha escrito y escribirá hasta el cansancio, me gustaría centrarme en tres de los injustamente considerados «trabajos menores» de Tolkien: Hoja de Niggle, Egidio, el granjero de Ham y El Herrero de Wooton Mayor, publicados hace ya más de una década en español en un volumen conjunto pero creados durante y después de su obra cumbre. Estos relatos, tan dispares uno del otro, y tan alejados de la Tierra Media, arrojan una luz inesperada sobre Tolkien, el escritor, el académico, el filólogo, el profesor, el padre de familia, el enamorado, el religioso, el humorista, el preocupado por los rumbos del mundo, el que observaba con ojo crítico su vida como subcreador. Empecemos, en orden cronológico, con Hoja de Niggle, escrita en 1939. Dos años atrás, El Hobbit había tenido suficiente éxito entre el público infantil como para que sus editores, Allen and Unwin, le solicitaran a Tolkien una continuación. El profesor de Oxford puso manos a la obra, pero la gestación de lo que más tarde se convertiría en El Señor de los Anillos no fue sencilla. Tolkien escribió y reescribió los primeros capítulos, en los que el tono del relato se oscurecía, y pronto se alejó de su objetivo como novela para niños. El autor tuvo que hacer una pausa, y en ella redactó una de las reflexiones más maravillosas sobre lo que significa ser artista en un mundo donde quienes crean suelen morirse de hambre o incomprensión, muchas veces antes de terminar una obra que trascienda. Niggle es un pintor que trabaja bajo la presión de que algún día tendrá que emprender un viaje sin retorno. Empieza por plasmar en un cuadro una sola hoja, pero la pintura va creciendo hasta convertirse en el esbozo de un árbol gigante que ocupa cada vez más lienzo. Pero, con todo y que Niggle sabe que sus días están contados, no es un trabajador práctico; se entretiene en pintar cada hoja de su árbol con detalles exquisitos en lugar de concentrarse en la pintura en general. Tampoco es constante: suele holgazanear y gasta tiempo precioso en quejarse para sí, en especial de su vecino, un jardinero llamado Parish que constantemente le pide favores a los que jamás se niega. Para Niggle, Parish es un tipo ordinario incapaz de comprender el arte; Parish, por su lado, piensa que los maderos que sostienen el lienzo de Niggle tendrían mejor uso para tapar goteras. Cuando por fin 104

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Las obras menores de Tolkien: una invitación a la lectura

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llega el momento en el que Niggle tiene que partir a lo desconocido, su pintura dista mucho de estar terminada, pero la historia continúa, y lo que el pintor descubrirá cuando esté «en el otro lado» será una lección de humildad, de aceptación y de gran consuelo, si bien, para quienes se quedan, el final tendrá un gusto amargo. El simbolismo de la obra queda perfectamente claro, y no quisiera estropear la lectura ahondando más al respecto. Pasemos a continuación a una historia mucho más ligera. Cuando Tolkien terminó El Señor de los Anillos en 1949 (el libro todavía tendría que pasar por largas pruebas antes de publicarse finalmente en 1954), sus colegas de Oxford no tardarían en preguntarle que, puesto que ya se había estado divirtiendo, cuándo se pondría a trabajar. Él tenía a la mano su respuesta: Egidio, el granjero de Ham, un cuento largo escrito en 1937 y en el que se repite el tema de «fanfarria para el hombre común» así como hizo con El Hobbit, pero con múltiples guiños a Chaucer, infinidad de bromas lingüísticas y críticas no tan veladas a los eruditos que solo repiten lo que han visto en libros, a servidores públicos que se pierden en la burocracia para fingir que cumplen con su deber y a los gobernantes que exigen que se los reconozca por lo que no hacen. Un pueblito medieval llamado Ham es invadido un día por un gigante que se ha extraviado en busca de nuevas tierras, y el único que le hace frente es el granjero Egidio, armado con un trabuco al que, a falta de balas, rellena con tepalcates, piedras y baratijas. Tras el primer disparo, el gigante se aleja, convencido de que lo atacó un enjambre de tábanos, y Egidio es aclamado como héroe. El inútil rey de su nación le obsequia como recompensa una vieja espada que durante años había juntado polvo en su bodega. Pero el gigante es solo el preludio a un problema mucho más grave: un dragón ambicioso y malévolo, Crisófilax Dives (Crisófilax el rico), que intentará apoderarse del reino. Ya que los caballeros del rey necesitan darse por enterados oficialmente de la presencia del dragón y la defensa del país implica una gran pérdida de tiempo y bastante papeleo, le corresponde a Egidio tomar esta vez su espada recién obtenida (que, por cierto, resulta ser el arma legendaria de un famoso matadragones) y enfrentar solo a la nueva amenaza. La historia, de ahí en adelante, no tiene nada de común. En especial cuando Egidio se da cuenta de que, con todo y su maldad, Crisófilax es más decente que muchos humanos encumbrados en el poder. El último relato publicado por Tolkien en 1967, El Herrero de Wooton Mayor, ­retoma la introspección sobre el artista que ya se había tratado en Hoja de Niggle, pero esta vez lleva el tema más lejos: ¿de dónde viene la capacidad de crear? ¿Qué es lo que ven los ojos de un artista y que está vedado, o al menos oculto, al resto de nosotros? El cuento formaba parte del prólogo de Tolkien a una nueva edición de La Llave de Oro, de George McDonald, pero la explicación del autor sobre los orígenes de la tierra de Fantasía (Faery, aproximadamente «el reino de las hadas» en el original en inglés) creció hasta convertirse en una novela corta.

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Las obras menores de Tolkien: una invitación a la lectura

En el pueblo de Wooton Mayor se celebra, cada veinticuatro años, la Fiesta de los Niños Buenos. En esta fiesta, el Maestro Cocinero demuestra sus habilidades culinarias al preparar el mejor pastel para recompensar a los veinticuatro niños más buenos del pueblo (la elección no siempre es justa). Al principio de la historia, el cocinero es Nokes, y tanto es su afán por quedar bien que pasa meses planeando la decoración externa del pastel y no es sino hasta el final que se da cuenta de que no tiene la más mínima idea de lo que este debe llevar dentro. Es su joven aprendiz, Alf, quien se encarga de prácticamente toda la preparación, y quien logra un bello y delicioso trabajo con el tema solicitado por el cocinero: hadas y «esas tonterías que les gustan a los niños». Alf el aprendiz deposita en el pastel una estrella de un material misterioso, y uno de los niños se la come sin darse cuenta. Ese niño será de mayor un herrero y padre de familia ordinario, que en algún momento se dará cuenta de que tiene un don especial: el poder visitar el país de Fantasía (o el reino de las hadas) y regresar de ahí transformado y capaz de transformar a su vez el mundo y las vidas de quienes lo rodean. Pero Fantasía no es un lugar para tomarse a la ligera, y no está exento de peligros. El herrero tendrá que experimentar en carne propia el compromiso que carga junto con su don. A un gran hombre se le puede conocer por pequeños detalles, y en el caso de los cuentos de J. R. R. Tolkien, la percepción y el entendimiento no se quedan nada más en el autor. Los tres, junto con el cuento para niños Roverandom y la colección de poemas Las Aventuras de Tom Bombadil, aparecieron recientemente bajo el inquietante título Cuentos desde el Reino Peligroso.

Laura Michel 106

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Las obras menores de Tolkien: una invitación a la lectura

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Fotografías de Viena (Austria), realizadas por José Luis Jaime Cortés

Laura Michel Me gustan los gatos, la fantasía, los videojuegos y la historia. J. R. R. Tolkien es mi autor favorito y mi mayor influencia; sobre él he escrito varios artículos e impartido charlas y conferencias. Tengo un par de premios por mis creaciones en poesía (para la que me considero francamente mala) y teatro, pero mi especialidad es la ficción. Mis cuentos y ensayos se han publicado en diversas revistas y antologías en México, otros países de América Latina y Europa. En los últimos años, me dedico más a la escritura de guiones para medios digitales. NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 107


Viejo cementerio judío de Praga República Checa Foto de José Luis Jaime Cortés

Antonio Romero Montilla (Harvey) Me nacieron en Hospitalet de Llobregat, Barcelona, aunque no lo recuerdo. Estudié poco y mal hispánicas y fotografía, y he dado tumbos por bastantes sitios, Córdoba, Madrid, Galicia, Asturias, Girona, actualmente existo en Terrassa. «Eres una persona muy aburrida que le gusta reír», así me definió una ex. Me afeito una vez por semana. Solo creo en Mirza Delibasic. Pierdo paraguas. Me medico lo indispensable. Y como toda la buena gente le tengo cariño al Coyote y al pan con aceite. Blog: http://somosloquesemos.blogspot.com


Antonio Romero Montilla (Harvey)

DOSSIER TOLKIEN

¿Por qué caminarán los que no mueren entre la f loresta lanceada de amanecida, santa compaña que procesiona mares, y salitre, y gaviotas, y ceniza? ¿Hacia dónde no vendrán? ¡Ay, madre, no quiero ser como los elfos y que no me muera la vida!

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Jorge Luis Borges Colecci贸n particular


CRÓNICA

Ginebr a y Borges Alejandro Marzioni Parte I La universalidad de Borges dificulta cualquier intento de limitar su nombre a una tierra que lo abarque por completo, excluyente de todas las demás, incluso tratándose de Argentina, su propio país. Sin embargo, no se puede acceder a lo universal sino desde nuestra irremediable particularidad: así como Juan Rulfo llegó a su eterna Comala desde México, o García Márquez a su mítica Macondo desde Colombia, Borges ingresó en su laberinto universal por un camino que sale desde Buenos Aires. Una vez que se hubo perdido en las bifurcaciones de un universo a su medida, aquel que, por su culto a los libros, terminó confundiéndose con una biblioteca infinita, sucedió que algunos sitios le parecieron más acogedores que otros. Después de Buenos Aires, Borges entabló con Ginebra una relación tan significativa que, hoy día, es difícil recorrer las calles de esta ciudad suiza sin dar con él. En efecto, es más fácil, en Ginebra, encontrarse con Borges que con Rousseau.

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Ginebra y Borges - Parte I ¿Por qué Ginebra? Ahora que la asociación de Borges con Ginebra es un hecho consumado, sería muy complejo dar con esta respuesta que nadie más que el mismo Borges podría esclarecer. Mientras camino por Ginebra, me atrevo a calificarla con el adjetivo de borgeana pero, a decir verdad, no tengo claro si esto se debe a que Ginebra es muy borgeana gracias a Borges, o a que Borges fue muy ginebrino gracias a Ginebra. En el Parc des Bastions, frente al Muro de los Reformadores, muy cerca de donde Borges se sentó para tomarse una de sus fotos clásicas, hay enormes tableros de ajedrez; al observar el movimiento de sus piezas, me resulta inevitable murmurar versos como los de la torre homérica, el ligero caballo, armada reina, peones agresores. Más de una vez el Lago Leman, siempre altivo y cristalino, posado majestuosamente en medio de Europa, con su aristocrático caudal tan refinado y natural al mismo tiempo, me pareció un enorme espejo en el que todas las naciones del mundo asoman sus cabezas para ver, entre los patos y los cisnes, el desconcertante reflejo de sus rostros. Además, la nieve; Ginebra cuando nieva. Pocas ciudades han de lograr una atmósfera capaz de hacernos sentir fuera de la realidad. Cae la nieve, elegante, sobre los chalets y los parques, todo rodeado de un desdibujado horizonte alpino, y es difícil distinguir la materia de los sueños de la que es propia a lo que llamamos realidad; contemplando este paisaje nos volvemos sabios a la fuerza, comprendemos que este límite es difícil de visualizar porque ni siquiera se puede afirmar que existe. Pero lo peor o lo mejor de todo, lo más borgeano, es el estilo armónico con el que este conjunto de factores constituye una composición tan perfecta y etérea como cualquiera de las Ficciones. Así como en Borges no sobra ninguna coma, en Ginebra no sobra ningún árbol, no está de más ningún pináculo. Una escritora llamada Ginebra podría haber compuesto La biblioteca de Babel, y un arquitecto llamado Borges podría haber diseñado el Parc des Bastions. ¿Ginebra es borgeana o es Borges ginebrino? Ha de haber, entre ambos, una relación dialéctica que hace posible la influencia recíproca entre las partes pero, más allá de la discusión, tenemos la certeza de que Ginebra fue para Borges un sitio muy especial. Se trata de una patria íntima, elegida, al contrario de la original que, en términos borgeanos, no es más que una de las versiones posibles. Borges eligió ser ciudadano de Ginebra del mismo modo que optó, entre muchas lenguas, por estudiar el alemán. El último libro de Borges, dictado en 1984, es un poemario, Los ­conjurados. Su pieza homónima, el último poema del último libro de Borges, es una prosa poética que habla sobre Suiza: En el centro de Europa están conspirando. El hecho data de 1291. Se trata de hombres de diversas estirpes, que profesan diversas religiones y que hablan diversos idiomas. Han tomado la extraña resolución de ser razonables. En este poema Borges confiesa un deseo: quiere que el planeta entero sea como Suiza. El poema Los conjurados continúa así: En el centro de Europa, en las tierras altas de Europa, crece una torre de razón y de firme fe. Los cantones ahora son veintidós. El de Ginebra, el último, es una de mis patrias. 112

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Ginebra y Borges - Parte I

CRÓNICA

¿Por qué Ginebra es para Borges una patria? María Kodama, su viuda, cuenta que los últimos días del escritor no tuvieron más paseos que las caminatas por la orilla del Lago de Ginebra. El autor de El Aleph, que se detenía maravillado ante la presencia del Jet d'Eau, amaba Ginebra p ­ orque había encontrado en ella una forma de ética y respeto que consideraba extin­guida en el resto de los países. Si el deseo de Borges era morir con discreción e intimidad, aseguro que, más allá de dudosas virtudes éticas, Ginebra era la ciudad ideal para satisfacerlo. Sobre la muerte de Borges en Ginebra se habla más que sobre su vida en ella. La juventud y la vejez, etapas esenciales de la vida, estuvieron en la de Borges marcadas por una impronta ginebrina. La familia Borges llegó a Ginebra un abril de 1914, año muy significativo para Europa. Borges estuvo en Europa desde los trece años hasta los veinte, discurriendo su adolescencia en una de las únicas ciudades neutrales de un territorio que sufría los estragos de la guerra. En el otoño del 14 se matriculó en el Colegio Calvino, donde empezó a destacarse como la figura cultural que prometía ser. Era un ambiente austero y protestante. Junto a sus poetas, Lugones y Carriego, importados cuidadosamente desde Palermo, se concentró en los autores europeos y descubrió la lengua alemana. Entabló amistad con dos judíos polacos: Maurice Abramowicz y Simon Jichlinski. Este trío, apasionado por la literatura, se dedicaba a recorrer los cafés de Ginebra poniéndose al tanto de nuevas estéticas y corrientes líricas. Entró en contacto con el expresionismo alemán y con la literatura francesa del siglo xix. Es la etapa vanguardista de Borges, y hasta llegó a escribir unas odas a Lenin, matiz biográfico que más tarde podría resultar apócrifo porque, de tan real, parece ficticio. Hay otra anécdota según la cual Ginebra le dio a Borges no solo el inicio en el francés y el alemán. Se dice que, cuando cumplió diecisiete años, su padre decidió que ya era hora de acostarse con una mujer para algo que no sea soñar. En ese entonces, la zona de Pâquis no sería lo que es hoy, pero de todos modos sucedió que, en algún lugar de Ginebra, el pequeño Georgie experimentó su deseo y su timidez frente a una prostituta. Dicen, y yo creo que es así, que Ginebra es una mujer: la primera mujer de Borges. Palabras de Borges sobre Ginebra hay pocas, pero contundentes, como las que escribió en Atlas: Le debo, a partir de 1914, la revelación del francés, del latín, del alemán, del expresionismo, de Schopenhauer, de la doctrina del Buda, del taoísmo, de Conrad, de Lafcadio Hearn y de la nostalgia de Buenos Aires. También la del amor, la de la amistad, la de la humillación y la de la tentación del suicidio.

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Ginebra y Borges - Parte I

Borges (arriba, derecha) con Bioy Casares, Silvina Ocampo y otros amigos en Mar del Plata (Buenos Aires), y postal enviada a su madre durante esas vacaciones (1943) Colección particular 114

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Ginebra y Borges - Parte I

CRÓNICA

La segunda etapa de Borges que nos interesa tiene lugar setenta años más tarde: en el mes de mayo de 1986, Borges se casa con María Kodama y viaja a Ginebra para morir, un mes después, un 14 de junio. El último gran viaje de la vida de Borges fue al mismo sitio que el primero. Si Borges pidió —o no— ser enterrado en Ginebra poco antes de morir, solamente María Kodama y el escritor Héctor Bianciotti, únicos testigos de sus últimos días, podrían haberlo oído de su boca. Sin embargo, yo soy de la opinión de que no es un desacierto el entierro de Borges en Ginebra, y que es muy plausible que el escritor esté contento de descansar en este sitio tan tranquilo. El viernes 14 de febrero de 1986, Adolfo Bioy Casares escribe en su diario que hay en Buenos Aires preocupación por la absoluta falta de noticias de Borges. Finalmente le informan que, pese a las reticencias de su médico, Borges viajó a Ginebra y, antes de partir, había dicho a Fanny: «Ojalá que en este viaje me muera». En Límites, uno de sus más aplaudidos poemas, Borges escribe estas dos estrofas: ¿Y el incesante Ródano y el lago, todo ese ayer sobre el cual hoy me inclino? Tan perdido estará como Cartago que con fuego y con sal borró el latino. Creo en el alba oír un atareado rumor de multitudes que se alejan; son los que me han querido y olvidado; espacio, tiempo y Borges ya me dejan. Es un poema de 1964 publicado en El otro, el mismo. ¿Tenía que aparecer, justo en esa estrofa, el Ródano, el río que se funde con el lago de Ginebra? También en el poema Ceniza hay un verso sobre este río: «A nuestros pies un vago Rhin o Ródano». El lunes dos de mayo Borges llama a su amigo por teléfono. Bioy tiene que hablar alto, porque Borges casi no oye. Le dice que desea verlo pero Borges responde que no va a volver nunca más. La comunicación se corta y Silvina Ocampo, que había atendido primero el teléfono, le dice a su esposo que le pareció que Borges estaba llorando. Bioy asiente: «Creo que llamó para despedirse».

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Ginebra y Borges - Parte II

Borges firmando Fervor de Buenos Aires. Colección particular

Ginebra y Borges Parte II El mismo catorce de junio llega la noticia a Buenos Aires: había muerto en Ginebra un argentino que, entre muchas otras cosas, escribió sobre sí mismo frases como esta: Como yo descreo de toda vida, siempre me queda la esperanza de la muerte como un fin total. Y espero ser olvidado después de mi muerte. Si Borges esperaba el olvido después de su muerte, pienso que Ginebra, su patria elegida, la ciudad en donde murió con discreción, es uno de los lugares del mundo que más se esfuerzan por recordarlo. No hay, en Ginebra, un particular culto por la literatura ni por los escritores, ni siquiera para los pocos que nacieron aquí. El mismo Borges, al describir a Ginebra como una ciudad que no es enfática, observó que nadie se preocupa porque el viajero perciba las huellas de Rousseau o las de Amiel. Sin duda se hubiera asombrado de saberse, él mismo, la excepción, el único escritor que la ciudad reconoce de su interés, honrándolo con una serie de placas además de, por supuesto, la tumba más promocionada del cementerio de los próceres. Recorriendo Ginebra, mi primer encuentro con Borges fue en la Ruelle du Sautier, un lúgubre y estrecho pasaje de la Vieille Ville, el sitio más histórico de la ciudad. Hay allí una placa con las siguientes palabras de Borges: De toutes les villes du monde, de toutes les patries intimes qu’un homme cherche à ­mériter au cours de ses voyages, Genève me semble la plus propice au bonheur. Detrás de la placa hay una casa con entrada al 28 de Le Grand Rue, una de las calles principales. Esta casa ha de haber sido habitada por Borges los últimos días de su vida. Bianciotti, testigo presencial de sus últimos suspiros, refiere que el escritor dejó en su mesa de luz los Fragmentos de Novalis y una selección de la correspondencia de 116

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Ginebra y Borges - Parte II

CRÓNICA

Voltaire, libros que una enfermera, en alemán, le leía por las noches. Me pregunto qué hubiera sentido si, en lugar de la correspondencia de Voltaire en alemán, le hubieran leído, esos últimos días de su vida, y en castellano rioplatense, algunos versos suyos, como el poema de 1923 dedicado al cementerio de la Recoleta, publicado en Fervor de Buenos Aires, cuyo último verso dice, refiriéndose al cementerio porteño, «el lugar de mi ceniza». El cementerio de la Recoleta es ostentoso, esplendoroso, italiano, allí está Adolfo Bioy Casares. La tumba de Borges está en el Cimetière des Rois, de la comuna de Plainpalais, el otro lugar en donde, cada vez que vengo a Ginebra, me encuentro con Borges para pensar en estas cosas. La comuna de Planpalais está en la orilla derecha del lago Lemán, entre el río Rhône y el Arve. Es un antiguo municipio del cantón del mismo nombre, actualmente uno de los lugares más transitados de Ginebra. Probablemente haya sido su ubicación la que convirtió a esta comuna en una zona tan concurrida en donde confluyen varias escuelas, un hospital principal, edificios universitarios y la sede de la Organización mundial del movimiento scout. Dentro de su cosmopolitismo, se destaca por un mercado de las pulgas, algunas rampas de skate, varias discotecas y una explanada en la que suelen montarse los circos. Desde la sinagoga, cuando me acerco a la Rue des Rois, ya puedo divisar las puntas de los cipreses. Le Cimetière des Rois tiene 28 000 metros cuadrados y nueve zonas clasificadas por letras, de la A hasta la I. Borges está en el sector G, en la tumba número 735, a pocos pasos de la tumba de Calvino, la 707. El cementerio de Rois es precioso porque es un parque suizo. Más que un recinto funerario parece un parque de placer, ideal para pasear en bicicleta o arrojarse sobre el césped a disfrutar esa rara tarde de sol que puede darnos el clima ginebrino. Es un cementerio tradicional, el único que data de la Edad Media. Sus lápidas recuerdan destacadas personalidades de la Confederación. En este parque todo parece de una belleza natural, aunque es la naturaleza retocada por el hombre y, para colmo, por el hombre suizo, que sabe muy bien cómo hacerlo. Por supuesto que en este parque reina el orden: en Ginebra el orden trasciende a la vida, a la muerte, y ha de ordenarse hasta el acto de la agonía. Aquí la muerte no sobrecoge, no espanta, no nos estremece. Aquí la muerte es un paisaje agradable, un aplicado empleado municipal redondeando las extremidades de los árboles, un camino sin papeles ni lágrimas hacia un edificio tanatorio que exhibe un plano de simétricos apellidos ilustres, gente que ha hecho lo que debía hacerse y que descansa, también, como se debe. Esto no es una ironía: poca diferencia hay, en esta ciudad, entre el ámbito de los vivos y el de los muertos. Como las casas, los cestos de basura, el trayecto de los autobuses o los cajeros automáticos, hay entre las tumbas un espacio adecuado, amplio, que permite la exclusividad del reposo de los restos. No hay en ningún lado amontonamiento, desorden, falta de juicio. La calidad y el estilo de las tumbas son más bien eclécticos. Las hay desde las más sencillas hasta las más curiosas, prevaleciendo la humildad y la modestia, esa belleza triste, a veces parca, tan propia de los elementos funerarios. A veces me detengo ante alguna tumba curiosa, por ejemplo la del editor que tiene forma de libro o, muy cerca de Calvino, la tumba de Griselidis Real, una escritora ginebrina que, con todo orgullo, quiso estampar su oficio en la inscripción de su lápida: prostituée. Pero lo que más tiendo a mirar en este hogar de muerte es la vida de los árboles. Los árboles son hermosos, y se destacan algunos muy curiosos, muy ginebrinos, sauces llorones de ramas retorcidas cuyas hojas, y las mismas ramas, caen hasta el césped en actitud desfalleciente.

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Ginebra y Borges - Parte II Algunos dicen que la tumba de Borges es sencilla, una piedra con unas flores y unas inscripciones. Sencilla será esa gente: a mí la tumba de Borges me parece preciosa y llena de significado. Como la prosa misma de Borges, hay una aparente sencillez que encierra los más diversos pensamientos y los más complejos y profundos significados. Es la tumba de un gran escritor. Frente a ella veo tres colores: el gris, el rojo y el verde. Hay un dibujo, dos cifras y, por supuesto, palabras: héroes, alegorías, leyendas. En una sola palabra: literatura. La tumba de Borges es una piedra gris de forma irregular que no está pulida. Las cifras están debajo, sobre la izquierda, casi tapadas por las flores y una arriba de la otra: 1899 y 1986. Al lado de las cifras hay una cruz celta; estos rayos que se cortan perpendicularmente formando una cruz en el interior de un circulo, componen un signo cuya historia se remonta a más de dos mil años antes de Cristo, uno de los símbolos más importantes de la cultura europea, una imagen muy cargada de sucesos y leyendas. El nombre de Jorge Luis Borges está, más que escrito, dibujado. Embellece una inscripción que, sin perder la elegancia, parece tallada a mano de manera fatigosamente rústica, simulando una época remota. Debajo del nombre tenemos el dibujo central de la lápida; tiene un contorno circular y encierra una hilera de cuerpos que, pegados unos a otros, marchan con las armas en alto a lo que sería un destino serio y solemne que viene a ser el destino de todos: la muerte. Aquí está Irlanda, Inglaterra, la literatura y la leyenda, Borges hace alusión a la epopeya de los vikingos. Debajo del dibujo hay un epitafio en anglosajón, aquel inglés antiguo cuyo apasionado estudio entretuvo a nuestro escritor durante tantas noches: «AND NE FORHTEDON NA». Esta frase es el verso de un poema épico en donde un héroe, el guerrero Býrhtnod, arenga a sus soldados antes de correr a batirse con una partida de vikingos daneses en el año 991, la batalla de Maldon. Lo que dice la frase es lo siguiente: «Y jamás temieron». La tumba, por detrás, no podía estar vacía. En su reverso hay más palabras, más literatura. Arriba de todo, dibujando dos arcos, leemos: Hann tekr sverthit Gram ok leggr i methal theira bert Son unos versos del capítulo 27 de la Völsunga saga y se pueden traducir así: «Él tomó su espada, Gram, y colocó el metal desnudo entre los dos». Es una nueva alusión a la mitología heroica escandinava, pero lo que esta frase tiene de literariamente particular es que Borges la usa como epígrafe para uno de sus cuentos de El libro de Arena: «Ulrica». Este cuento tiene algo especial: es el único relato de amor de Borges. La frase habla del amor y de la muerte, y hace referencia a Sigurd, un héroe que tuvo que compartir su lecho con Brynhild, hermosa mujer pretendida por su cuñado. Para no tocarla, pone entre medio de ambos a su espada, cuyo nombre es Gram; tocar a la mujer era lo mismo que enfrentarse a la muerte. Años después Brynhild hace matar a Sigurd y se suicida para yacer en su tumba: entre ambos cuerpos vuelve a posarse la misma espada. 118

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Ginebra y Borges - Parte II

CRÓNICA

En la parte inferior de la tumba, debajo de otro extraño dibujo, hay otra frase: «DE ULRICA A JAVIER OTAROLA». Javier Otarola es el personaje del cuento, un colombiano que se enamora en Inglaterra de Ulrica, una extraña mujer noruega. La pareja se besa por primera y última vez en un aposento oscuro ante la inminente presencia de la muerte. Fueron muchas las tardes que pasé en este antiguo y bello cementerio, sentado frente a la tumba de Borges. La mayor parte de las veces, siempre solo, pude observarla durante oscuras tardes de invierno, cuando el verde del pasto hace esa deliciosa combinación con el blanco de la nieve. Si el clima es bueno, y hasta puedo encontrarme con algún compatriota que, de paso por la ciudad, no quiso irse sin visitar a Borges, nunca me privo de pasar largas horas en este cementerio, recostado contra un árbol, leyendo algunos de los textos de Borges. En Fervor de Buenos Aires, su primer libro de poemas, Borges escribe sobre Juan Manuel de Rosas, el líder federal que murió en Inglaterra, así como Sarmiento en Paraguay, y Alberdi en París o, más adelante, Gardel en Colombia, el Che en Bolivia y Borges, aquí, en Suiza. Escribe Borges sobre Rosas: Ahora el mar es una larga separación entre la ceniza y la patria. ¿Hay ahora otra larga separación entre estas cenizas de Borges y su patria? ¿Cuál es la patria de Borges? Nadie puede negar que, en realidad, la patria de Borges es Buenos Aires, pero ¿qué sentido tiene, hablando de Borges, lo que llamamos realidad? Mejor aún, ¿qué es lo que no formaría parte de la realidad? ¿Acaso los sueños, inconmensurables estructuras de la imaginación, algunas de ellas evidente base de nuestras leyes y constituciones, no forman parte de la realidad, a veces más sólidas y eficaces para transformar el mundo que las férreas herramientas de los albañiles? Todos los lectores de Borges sabemos que hemos soñado este mundo pero, tal como explicaría Novalis, somos tan buenos hechiceros que tomamos nuestras propias fantasmagorías como si fueran apariciones autónomas; sabemos, también, que la sustancia de toda cultura, de toda patria, de toda filosofía, hasta la de la misma historia que leemos en los documentados libros, es una sustancia imaginaria, hecha con un material similar al de los sueños. En medio de esta ciudad francófona de los Alpes, las cenizas de Borges están, tanto en Plainpalais como si fuera en Palermo, en el centro mismo de su patria, rodeadas de leyendas en todos los idiomas; descansan del universo bajo esta piedra tallada en español y sajón antiguo en donde leo, como si estuviera en un sueño, las letras que conforman su apellido y sus dos nombres, Jorge, Luis, Borges, y hace frío, nieva, cierro mi libreta y también los ojos sin comprender cómo pude llegar hasta aquí, todavía debe ser temprano pero en Ginebra ya es de noche. Alejandro Marzioni Enero del 2007

Alejandro Marzioni nació en Buenos Aires en 1980. Es poeta, profesor y licenciado en Letras. Publicó ocho poemarios en su blog personal, poemas variados en diversas antologías, ensayos literarios y crónicas de viaje. Su obra poética puede leerse en el siguiente blog: http://alejandromarzionipoemas.blogspot.ch NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 119


La Tribu 11

es un colectivo literario virtual, un lugar de encuentro creativo, una encrucijada compartida por los senderos de sueños y proyectos de cada uno de sus integrantes.

Arribamos a sus puertas desde dos continentes, convencidos de que la Literatura es un arte y también un oficio a aprender, que lleva tiempo, dedicación y esfuerzo. Al caer la noche, nos reunimos en la plaza, alrededor de las fogatas, con un vaso de buen vino, y escribimos nuestras historias, valoramos y criticamos textos propios y ajenos, armamos talleres y otras actividades literarias. Así fue como retomamos la publicación de Prosofagia (septiembre 2011), editamos nuestra primera antología, Necroslogía (enero 2012) y luego la segunda, Del Miedo y otras Islas (enero 2013). Desde nuestro Portal de navegación:

http://latribu11com.blogspot.com Se puede acceder a las páginas de nuestros libros, de Prosofagia, Facebook y de un blog recién iniciado que promete ser un verdadero cajón de sastre; en él, revolviendo un poco, cada quien podrá hallar material acorde con sus intereses literarios. Desde enero de 2013 colaboramos con la Fundación ADEMO, a la cual se destinan íntegramente los beneficios obtenidos con Necroslogía (formato Kindle) y Del Miedo y otras Islas (formato papel). Fundación ADEMO: http://www.ademo.org/fundacion La Redacción 120

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Necroslogía una Antología de la muerte

«"La muerte es esa cita que no aparece en tu agenna pero que siempre llega puntual." Necroslogía es una antología de relatos sobre la muerte y los fantasmas que la rondan: el miedo, la ternura, la tristeza, el amor, las flaquezas, los deseos, memorias y olvidos, e incluso el buen humor. En Necroslogía, la vida y la muerte comparten la misma geografía, y no siempre está claro dónde termina una y dónde comienza la otra, ni siquiera si existe una frontera entre ambas.» Fragmento de la contracubierta «[...] aunque esté construida como una mentira intencional —así se lo escuché al mexicano Jorge Volpi— la ficción no busca perseverar en el engaño, sino construir verdades distintas, autónomas y coherentes con sus propias reglas. »Estas fueron las primeras ideas que me vinieron a la cabeza cuando tuve en mis manos el manuscrito de estos quince relatos relacionados con la muerte desde cambiantes perspectivas, desde diferentes visiones, desde las desiguales facetas que cada escritor puede darle a un mismo tema cuando renuncia a la realidad para edificar otra, muchas veces tan real que cuesta trabajo discernir qué es la ficción y qué es la verdad, en el sentido que apuntábamos al principio.» Fragmento del Prólogo, de Francisco Javier Illán Vivas Este es el primer volumen de cuentos publicado por el colectivo literario La Tribu 11, cuyos integrantes pertenecen a España, Argentina, El Salvador y México. Los quince autores que escriben en Necroslogía son:

Alex, Antonio Romero Montilla, Edgardo Benítez, Esther González, Fernando Castellano Ardiles, Jesús García Lorenzo, Manuel Navarro Seva, Manuel Pérez Recio, Montse de Paz, Pedro, pepsi, Plácido Fernández González, Rafael Homar Ferragut, Sergio José Martínez Valls,zoquete Los autores también son responsables del concepto gráfico, las fotografías de cubierta y contracubierta, las ilustraciones y la maquetación. Puntos de venta detallados en la web (formatos Kindle y papel-rústica): Necroslogía (clic para ir a tienda)

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Publicaciones de La Tribu

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Del Miedo y otras Islas «Del miedo y otras islas contiene catorce historias que se desenvuelven en un archipiélago imaginario —las Islas Circinus—, a veces en el pasado, otras en el presente o en el futuro, realistas o fantásticas, y en las cuales el miedo es el entramado explícito o secreto donde los personajes construyen sus vidas y sus muertes, sus esperanzas o sus desesperanzas, sujetos —muchas veces— a la intromisión del azar, que los precipita en sus terrores o los salva de ellos.» Fragmento de la contracubierta «Advertencia al lector: esta navegación puede resultar escalofriante. Queda dicho ya desde la frontera de las Islas del Nordeste, "el miedo es un fantasma que nos acosa". Pero es un miedo muy sabroso, que no le dejará soltar el libro de las manos, o alejarse de la pantalla del ordenador.» Fragmento del Prólogo, de Teresa Dovalpage (http://teresadovalpage.com) Del miedo y otras islas es la segunda antología publicada por el Colectivo Literario La Tribu 11, cuyos integrantes provienen de España, Argentina, El Salvador y México. Los catorce autores que participan en la antología son: Antonio Romero Montilla, Edgardo Benítez, Esther González, Fernando Castellano Ardiles , Jesús García Lorenzo, Manuel Navarro Seva, Manuel Pérez Recio, Montse de Paz, Natalia Rubio, pepsi, Plácido Fernández González, Rafael Homar Ferragut, Sergio José Martínez Valls, zoquete Los autores también son responsables del concepto gráfico, las ilustraciones y la maquetación. José Manuel Solana y Cesare Croci contribuyeron con las fotografías de la cubierta y contracubierta, respectivamente. Puntos de venta detallados en la web (formato papel-rústica): Islas Circinus (clic para acceder a tienda)

Nos regalamos cuentos Es un divertimento compuesto de relatos creado por el Colectivo Literario La Tribu 11, entremezclados con dibujos y fotografías de sus mismos autores o amigos y que surgió, justamente, a partir del título. Extraído de la contracubierta Nos regalamos cuentos es la tercera antología publicada por el Colectivo Literario La Tribu 11, cuyos integrantes provienen de España, Argentina, El Salvador y México. Los once autores que participan en la antología son: Edgardo Benítez, Esther González, Jesús García Lorenzo, Manuel Navarro Seva, Manuel Pérez Recio, Montse de Paz, Natalia Rubio, pepsi, Plácido Fernández González, Sergio José Martínez Valls, zoquete Los autores también son responsables del concepto gráfico, las ilustraciones y la maquetación. MLuisa MR contribuyó con la ilustración de cubierta. Descarga en pdf y lectura online en issuu (gratuitas): Blog La Tribu / Nos regalamos cuentos (clic para acceder)

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P U B L I C A C I O N E S

Nació en Callosa de Segura, Alicante, España, en 1947. Es ingeniero de Telecomu­ nicaciones y escritor. Ha publicado cuentos en los foros literarios Ventanianos, Bibliotecas Virtuales y Prosófagos; en las revistas Panace@ y Prosofagia y en su propio blog. Es coautor de los libros de cuentos Atmósferas, Necroslogía, una Antología de la muerte y Del Miedo y otras Islas; y autor de Cosas que nunca confesé a nadie, Otras cosas que no te conté y Sobre la sangre derramada, publicados en Amazon. Terminó su primera novela Avenida Nevsky, diario de un expatriado, recientemente publicada. Es cofundador y miembro del equipo de redacción de la revista literaria Prosofagia. Blog: http://manuelnavarroseva.blogspot.com / Email: mdnseva@hotmail.com Cosas que nunca confesé a nadie Libro de cincuenta relatos breves y microcuentos en el que se abordan temas tan variados como la familia, la amistad, el amor, el odio, el deseo, el miedo, la salud, la muerte, la venganza… Un libro para disfrutar de una prosa sobria, precisa y elegante, que con muy pocas palabras dice mucho y aún evoca más. Puntos de venta en Amazon: http://www.amazon.es/dp/B009RKD5FG (formato Kindle) http://www.amazon.es/dp/1490470972 (en papel / Rústica)

Sobre la sangre derramada Libro de cuatro cuentos de mayor extensión que los publicados en Cosas que nunca confesé a nadie. Aunque los temas que aborda en ellos son diferentes entre sí, hay una ciudad que los une: San Petersburgo, Rusia. Y un denominador común: la infidelidad en sus diversas formas de manifestarse. Punto de venta en Amazon: http://www.amazon.es/dp/B00A X9YCIY

D E

Otras cosas que no te conté He aquí una selección de treinta relatos breves sobre temas diversos, escritos a lo largo de varios años y muchas horas de trabajo. En ellos he intentado poner sobre el papel ciertas ideas, recuerdos, imágenes y miedos, para ordenarlos y compartirlos. Puede que haya lectores que se sientan identificados con alguno de los cuentos y sonrían al advertirlo. Como la prosa es sencilla y los relatos son cortos, podrán leerlos en cualquier lugar, mientras viajan en el metro, autobús, tren... Pero cuidado, no conviene pasar página sin pensar antes en lo que se ha leído.

L A

Punto de venta en Amazon: http://www.amazon.es/dp/B00CS24UD6

T R I B U

Nevsky Prospekt. Diario de un expatriado Este libro es algo más que un diario de mi estancia de un año en la ciudad de San Petersburgo. Se trata de una autobiografía novelada. Por tanto, no todo lo que cuento responde a la verdad, no solo porque el paso del tiempo la deforma mucho más de lo que uno se imagina, sino también porque mezclo realidad y ficción en una proporción difícil de cuantificar. Empecé a escribirlo un día cualquiera del mes de marzo de 2002, cuando mi jefe me llamó para decirme que los alemanes buscaban a una persona como yo para hacer un trabajo importante en Rusia. Pero fue en la primavera de 2007 cuando comencé a redactarlo en el ordenador. Lo termi­né en el verano de 2013, luego de dejarlo y retomarlo en numerosas ocasiones. Punto de venta en Amazon: http://www.amazon.es/dp/B00E6NUT2G

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M I E M B R O S

Manuel Navarro Seva (Boris Rudeiko)

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Publicaciones miembros de La Tribu Plácido Fernández González (Plásido) Nacido en La Orotava, en Tenerife, Islas Canarias (España), en 1959. Viticultor de profesión, compagina vino y literatura, dos artes que colman cuerpo y alma. Es uno de los autores de Necroslogía y Del Miedo y otras Islas, emprendiendo un camino de aventura en común, con gentes de todas partes del mundo de habla hispana que se ilusionan con aquello que aman: La Tribu. Participa en Prosofagia, donde su pasión por la fotografía y el diseño suelen encontrarse en la composición de las portadas y los temas gráficos. Fotoblog: http://www.plasido.blogspot.com La viña y el vino en el Valle de La Orotava comprende seis artículos con los que se hace una aproximación desde distintos puntos de vista (histórico, geográfico, filosófico, cultural) al impacto que tiene en el Valle la producción de vinos. Artículo de Plácido Fernández: «Evolución histórica del cultivo de la vid y el vino en el Valle de La Orotava». http://www.liceodetaoro.es/noticias/concurso-de-vinos/libro.html

zoquete Nacido en Santa Cruz de Tenerife (España). Ha publicado cuentos en los foros literarios El recreo y Prosófagos. Ha participado en tres antologías publicadas en papel: Tiempo de Recreo, Necroslogía, una Antología de la muerte y Del Miedo y otras Islas, y es colaborador habitual de la revista Prosofagia, con relatos varios y artículos sobre tecnología y literatura. Tiempo de recreo es el primer libro publicado exclusivamente por autores colaboradores de esta web, El Recreo.com, cuyos trabajos, aparecidos primero en Internet, se plasman finalmente en el formato clásico de libro a modo de autoedición. 26 autores, algunos con más de una publicación, otros más noveles, participan en este libro común. La mayoría son españoles, aunque el libro tiene cariz internacional, contando con autores de Chile, Polonia y Argentina. Libro coral, ya que se han decidido todos y cada uno de los puntos de forma democrática entre los participantes y se ha llevado a cabo el trabajo entre los mismos. Punto de venta: http://www.el-recreo.com/modulos/mdle.asp?id=34&mod=tiempoderecreo

Edgardo Benítez Es un escritor salvadoreño que ha publicado relatos y poemas en diferentes periódicos, revistas y antologías, siendo este su primer volumen de cuentos. Blog: http://pasionporlaverdad-loboherido.blogspot.com Cuentos bajo el fuego contiene veintiún relatos breves, que oscilan entre lo real y lo fantástico y conducen a reflexionar sobre la universalidad de la problemática humana. En las historias plasmadas en este libro los personajes son dueños de sus propias vidas; es por ello que los relatos abordan la realidad de un modo muy particular y caprichoso pero, a la vez, muy serio.. Punto de venta en Amazon: http://www.amazon.com/dp/1491095563 (en papel / Rústica) pdf (descarga gratuita): en el blog del autor 124

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Publicaciones miembros de La Tribu Montse de Paz (Elisabet) Nació en Lérida en 1970. Licenciada en Filología Inglesa, trabaja en la dirección de la Fundación ARSIS. Su vocación literaria arranca desde la infancia y se ha nutrido de diferentes experiencias, como cuenta en su blog. Tras una época muy activa en algunos foros literarios, se unió a un grupo de compañeros del foro Prosófagos para fundar la revista Prosofagia. Ha escrito varios libros de ficción, poesía, relatos y dos ensayos. Ha publicado Cómo curar los sentimientos negativos (2008) y Mujeres de Dios (2009), las novelas Estirpe Salvaje (2008) y El heredero del clan (2011). En 2011 obtuvo el VIII Premio Minotauro por la novela Ciudad sin estrellas. Blog: http://comollegarapublicar.blogspot.com

Punto de venta: http://www.planetadelibros.com/el-heredero-del-clan-libro-50316.html Ciudad sin estrellas es una distopía situada en una megalópolis del futuro que no se aleja mucho de nuestro presente. Siguiendo la tradición de la novela clásica de ciencia ficción, nos ofrece un relato sobre la pérdida de la inocencia y la búsqueda de la libertad. Ziénaga es un paraíso de cemento y neón, bajo un cielo invariablemente gris durante el día y anaranjado por la noche. Pero en los foros de los cazadores de antigüedades se habla de otro mundo fuera de los muros de la ciudad. Un mundo muy diferente al de las versiones oficiales, según las cuales un desierto inhóspito rodea las escasas zonas habitables del planeta. Un atardecer, a la hora entreluz, mientras se dirige con sus amigos al burdel de lujo más afamado de la metrópoli, Perseo Stone tomará una decisión que hará tambalear su mundo. Punto de venta: http://tienda.cyberdark.net/ciudad-sin-estrellas-premio-minotauro-2011-n39568.html Estirpe salvaje es una aventura de supervivencia, lealtad y heroísmo con el sabor de las antiguas leyendas. Ruslan e Yvanka, dos hermanos de corta edad, quedan huérfanos y pierden su hogar en la guerra que asola Slavamir. Un día, una compañía de guerreros llega al pueblo y los niños deciden huir con ellos. En la tropa del rey, Ruslan luchará por convertirse en un gran caballero, mientras que Yvanka aprenderá a sobrevivir en un entorno hostil a las mujeres. Punto de venta: http://www.fantasytienda.com/producto/3193/estirpe_salvaje

Mujeres de Dios no nos presenta el retrato acabado de las mujeres de la Biblia, sino que se fija en algunos rasgos que le parecen más relevantes o significativos para nuestro tiempo. Un libro claro, sencillo y luminoso, que se lee de corrido. Punto de venta: http://www.amazon.es/MUJERES-DIOS-Agua-Viva-mensajero/dp/8427129335

Cómo curar los sentimientos negativos se fundamenta en la convicción de que los seres humanos hemos sido creados para ser felices. Todos nacemos con las capacidades y habilidades suficientes para dar y recibir amor, y es en este intercambio afectivo donde se halla la felicidad. Punto de venta: http://www.amazon.es/dp/8461151895

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El heredero del clan es una novela de aventuras, amor, guerra y traiciones ubicada en el agreste país de los fiordos. Una mañana de primavera, tres jóvenes amigos abandonan el poblado vikingo de Sunnskate para ir a cazar ciervos. Aquel que consiga matar al jefe de la manada ganará su cornamenta, un símbolo que otorga prestigio y distingue a los líderes de su pueblo. Randver y Egill, ávidos de gloria y reconocimiento, rivalizan por conseguir el trofeo, pero será Harald, último varón de un olvidado clan a punto de extinguirse, quien logre abatir al ciervo. Ante el cadáver del animal, los tres muchachos tomarán una decisión que, sin ellos saberlo, marcará el resto de sus vidas.

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Publicaciones miembros de La Tribu Jesús García Lorenzo (clarinete) Valencia (España). Me atrae lo desconocido e incomprensible. Aficionado escritor y amante de la música. Intento expresar con el lápiz lo que mi imaginación me hace sentir. Soy coautor de la antología Necroslogía, una Antología de la muerte (2012), del libro de relatos Leyendas de la caverna profunda (2012), publicado en beneficio de Save the Children, y de Del Miedo y otras Islas (2013). Premios: 1.er premio en el concurso de relatos de El Coloquio de los Perros (2010). Mención de Honor en el 1.er Concurso de Cuentos del Foro Prosófagos (2010). Finalista en el Certamen de narrativa corta Carmen Martín Gaite (2011). Blog: http://luzypapel.blogspot.com Leyendas de la caverna profunda En la Caverna de los secretos se guarda el cofre con los pergaminos que esperan ser leídos. Así inicia Leyendas de la caverna profunda, colección de 18 relatos de género fantástico, cada uno escrito por un autor diferente y convocados por Javier G. Valverde para crear una obra solidaria en beneficio de Save the Children. Los cuentos, cautivadores y con finales sorprendentes, introducen al lector en mundos en los que prima la imaginación y donde lo fantástico no siempre se diferencia de lo real. Relato de Jesús García Lorenzo: «El extraño caso de Antonio». Punto de venta: http://www.1libro1euro.com

Fernando Castellano Ardiles (Gothian) Nació en Lima, Perú, en 1975. Participó en el foro literario Prosófagos, ha publicado relatos y artículos en la revista Prosofagia. Es miembro del Colectivo Literario La Tribu 11; coautor de las antologías Necroslogía, una Antología de la muerte y Del Miedo y otras Islas; autor de la antología de relatos Lectofobia y de las novelas Hondo vacío y Verónica. Hondo vacío (2.ª edición) El asesinato del detective Andrés Pedraja lleva a que Carlos, su hijo adolescente, sea internado en un instituto donde se relacionará con hijos de delincuentes del programa de protección a testigos. Mientras tanto Roberta —ex pareja sentimental de Andrés y también policía— intentará esclarecer el crimen. En Japón, el exitoso empresario Yori Shiraoka, amigo de Andrés Pedraja en su juventud, recibe la noticia del homicidio y decide emprender un arriesgado viaje a México. Novela ágil, dinámica, casi cinematográfica, con diferentes enfoques que entretejen la trama y dan profundidad a los protagonistas: la historia actual que inicia con el asesinato de Andrés Pedraja; la que se remonta treinta años en el pasado y lo reúne con Yori Shiraoka; e introspecciones del mismo Carlos —la voz más íntima—, plasmando su sentir en un diario personal.. Puntos de venta en Amazon: http://www.amazon.com/dp/B008OCME0K (formato Kindle) http://www.amazon.com/dp/1492306401 (en papel / Rústica) Verónica Sergio se obsesiona con el rostro de una mujer que aparece en una antigua fotografía. Durante meses vivirá únicamente para descubrir quién es. En el camino se desgranan sucesos y situaciones extraordinarias que desembocan en un final inesperado. La búsqueda de la muchacha influencia y transforma a Sergio y a quienes lo rodean y, al mismo tiempo, en su entorno se producen cambios que le afectan y que no dependen de la fotografía o la búsqueda. De esa forma se construye una trama que no es usual en historias de esta naturaleza: la fotografía, con su atmósfera fantástica, se convierte en un elemento clave en la maduración interna del personaje, aunque, pese a su importancia capital, no deja de ser un elemento más entre otros, cotidianos y realistas, que obligan a Sergio a involucrarse en ese proceso de crecimiento. http://lectofobia.blogspot.com/p/publicaciones.html 126

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Publicaciones miembros de La Tribu Manuel Pérez Recio (Nelo)

http://www.neloescribe.blogspot.com / http://sites. google.com/site/manuelperezrecio Cuyabeno, la sangre de la Tierra Escapando de un mundo gobernado por la estética, el materialismo, la macroeconomía y las nuevas tecnologías, dos jóvenes amigos deciden realizar un viaje de comunión con la naturaleza por uno de los lugares más fascinantes del planeta: la selva amazónica. Acompañados por un guía local de sangre quechua, con el que contactan de forma casual en una de las tantas tabernas que invaden la ciudad de Lago Agrio (oriente de Ecuador), se adentran en la región amazónica de Sucumbios, donde pretenden establecerse durante unos días para explorar la jungla y visitar algunas comunidades indígenas. Pero de forma inesperada, un terrible e inquietante suceso les hará vivir una de las experiencias más extraordinarias de sus vidas, que pondrá en jaque sus instintos y abrirá nuevos y farragosos caminos ante ellos que nunca antes hubieran soñado atreverse a recorrer, obligándoles a reflexionar sobre el sentido de su propia existencia y el inminente final de esta... Puntos de venta: http://ebooks.elcorteingles.es/detalle.aspx?isbn=9788492775316 y https://sites.google.com/site/manuelperezrecio

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Valencia, 1970. Técnico en Electrónica Industrial de profesión. Aficionado a la lectura, el cómic y el dibujo creativo, dedico gran parte de mi tiempo libre a escribir libretos, letras de canciones, artículos de opinión, relatos, novela, ilustrar textos narrativos, didácticos... y plegar bragas y calcetines. Entre otras, colaboro con las revistas culturales La Taifa y Prosofagia (en esta última en el apartado Humor Gráfico). Publicaciones: Cuyabeno, la sangre de la Tierra. Novela de viajes y aventura, basada en un viaje real del propio autor. Bohodón Ediciones, 2008 (2.ª edición, oct. 2009). Nunca en las cenizas del olvido. Relatos. Textos de 5 autores seleccionados por Novaltea Ediciones para su anuario de 2008.Tarta de manzana. Relatos (prologuista y coautor). Textos seleccionados en el concurso de relatos organizado por Bohodón Ediciones, en 2009. Cuentos para sonreír. Microrrelatos (coautor). Textos seleccionados del concurso con el mismo nombre. Editorial Hipálage, 2009. Cachitos de amor. Microrrelatos (coautor). Textos seleccionados del concurso organizado por la Ed. acen en 2011. Necroslogía, una Antología de la muerte. Relatos (coautor). Antología de relatos de quince autores pertenecientes al Colectivo Literario La Tribu 11, 2012. Conseguir los sueños. Microrrelatos (coautor). Editorial Hipálague, 2012. Del Miedo y otras Islas. Relatos (coautor). Antología de relatos de catorce autores pertenecientes al Colectivo Literario La Tribu 11, 2013. Premios: Ganador del Concurso nacional de cómic epla, 1989 (Esta reseña corresponde a mi etapa como dibujante). Finalista en el certamen Más cuento que Calleja, 2007, con el relato El tranvía de la luna. Finalista en el concurso de relatos El Turistilla.com, 2011, con el relato El paraíso perdido.

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Publicaciones miembros de La Tribu Vanessa Navarro Reverte (Madelyne Blue) Es licenciada en Filología Inglesa, tiene el título de Community Manager y es docente en el Cuerpo de Enseñanza Secundaria. En 2002 fue seleccionada para la Exposición Colectiva de Jóvenes Poetas organizada por el Ayuntamiento de Cartagena. En 2003 ganó el Certamen de Loas Antonio Oliver Belmás y un año después consiguió el accésit en el Certa­ men Poético Pro-Mujer de Cartagena. Sus poemas han sido publicados en distintas revistas literarias, así como en las antologías VI, VII, VIII y IX Cuaderno de Profesores Poetas. Como prosista, ha participado en varias páginas web de narrativa, en la Antología de Relatos Prosadictos y en el n.0 4 de la revista El Hombre de Mimbre. En la actualidad, trabaja en su primera novela, una historia de fantasía oscura que será publicada antes de final de año. Blog personal: http://www.vainillayangora.blogspot.com/ Perfil de Wattpad: http://www.wattpad.com/user/VanesaNavarroReverte

El Cuaderno de Profesores Poetas Es una antología anual de poesía publicada por el ies Francisco Giner de los Ríos de Segovia. Los poetas y poemas incluidos en él son seleccionados entre los docentes que trabajan en territorio español. El pasado curso 2012-2013 alcanzó su noveno número.

El hombre de mimbre Es una publicación dedicada al relato de género fantástico, de misterio y de terror. Nació en formato digital, aunque próximamente dará el salto al papel. Vanessa Navarro Reverte ha participado en el número 4 con la historia de suspense psicológico «La Mancha de Sangre» y colaborará en el próximo número con un relato de fantasía oscura. Punto de venta en Amazon: http://www.amazon.es/dp/B00BWEKUXK

Antología Prosadictos «Once autores, once cuentos, todos diferentes, narrados desde once puntos de vista. Escritores de diferentes partes del mundo que, sin haberse visto en persona, se conocen más que si se hubiesen visto frente a frente porque la escritura lo hace posible.» pdf (gratis): https://docs.google.com/open?id=0B3BXg XszBkyQR k 5HNGhVOHRpdGs

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Publicaciones miembros de La Tribu Daniel A. Franco (Dan) Es uno de pocos cientos de intérpretes médicos profesionales (del inglés al español) certificado a nivel nacional; labora en uno de los mayores hospitales pediátricos de los ee. uu., reside en la región de dfw; está casado y tiene hijos; a veces escribe. Tiene una vida virtual bastante ocupada en la Internet, con miles de contribuciones en varios foros, blogs, revistas electrónicas y sitios sociales. En la actualidad es el administrador del foro de literatura en español en www.prosos.freeforums.org. Blog: http://levedesliz.blogspot.com Mister N Una novela en dos partes: «Mister N» y «El viaje en Trineo» Niklavs, el afamado Santa Clós, ha ido perdiendo la memoria cada vez más a lo largo de mil setecientos años. Teme que también vaya perdiendo la cordura. Con la insólita ayuda de McCammy, el peor de los «elfos», Mister N intentará recuperar la memoria. Pero las cosas se ponen raras cuando el Trineo también ofrece ayudar. ¿Tendrá éxito Niklavs, o será que el Trineo tiene otros planes? Blog de la novela: http://mrnnovel.blogspot.com

Alameda Central Es un soliloquio a ritmo de corriente de conciencia, que sucede mientras el protagonista se sienta en una de las bancas de la Alameda central en la Ciudad de México, tratando de comprender la trascendencia de la vida, y fallando por completo en hacerlo. Es un retrato melancólico de la Ciudad de México durante la década de los ochenta, logrado con un lenguaje defectivo y altisonante. Basado en sucesos de la vida real. Punto de venta en Amazon: http://www.amazon.com/dp/B0057ODD6W

El desperdicio El adolescente Pedro se fuga del hogar, y el joven Greg deja a su novia a media discusión. Por mala fortuna sus vidas se intersecan y orillan a los lectores decidir qué se desperdicia, y a costa de quién. Traducción del relato corto The Wasting, por el autor. Incluye la versión original en inglés, por el autor. Punto de venta en Amazon: http://www.amazon.com/dp/B0058E56AC

Antología Prosadictos «Once autores, once cuentos, todos diferentes, narrados desde once puntos de vista. Escritores de diferentes partes del mundo que, sin haberse visto en persona, se conocen más que si se hubiesen visto frente a frente porque la escritura lo hace posible.» pdf (gratis): https://docs.google.com/open?id=0B3BXg XszBkyQR k 5HNGhVOHRpdGs

Leyendas de la caverna profunda «Una colección de relatos de lujo de lo más variado y dispar que emocionará a los amantes del fantástico y lo real». Javier G. Valverde Relato de Daniel A. Franco: «sabachthani?». Punto de venta: http://www.1libro1euro.com

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Puntos de venta en Amazon: http://www.amazon.com/dp/B00E4X9AQE (novela en español) http://www.amazon.com/dp/B00E5JMV8Q (novela en inglés)

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REVISTA LITERARIA PROSOFAGIA


Poesía s y Cuentos NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 131


Foto de Esther

José Luis Palma Natural de Lucena (Córdoba). Médico, Universidad de Navarra, 1969. Especialista en Cardiología por las Universidades de Montreal y Madrid. Colaborador habitual de diversas publicaciones, radio y televisión. Finalista de los Premio Planeta (1999, novela El amor en los tiempos del chat y 2000, novela Hora y media a Manhattan) y del Premio de Novela Felipe Trigo 2010 por Hora y Media a Manhattan. Primer Premio de Literatura en verso (2012, Nostalgias del alma) y Segundo Premio de Literatura en Prosa (2012, La edad invisible) de la Asociación Española de Farmacéuticos de Artes y Letras. Ha publicado El amor en los tiempos del chat (Editorial Planeta, 2000); Con Anthina en los sueños (Fondo editorial Anroch 2004); El paciente de El Pardo. La imprevisible y larga agonía del General Franco (Editorial Rey Leal, 2004 y Editorial Real del Catorce, 2009); Conejillos de Indias (Editorial Homo Legens, 2010); Mi amor por un reino en Córdoba, Hora y media a Manhattan, El Declive, El árbol de las raíces cuadradas, Versos con anverso y reverso de estilo perverso (Amazon).


A Miguel Hernández ( i n m e m o r i am ) En

l a ca sa d el po e ta

Miguel, ¡qué pena tu casa! Sin ti parece desierta La ventana está entornada Y la puerta medio abierta. La enredadera en el patio Como un manto de protesta Proyecta una sombra espesa Sobre su pozo de piedra. Las cabras en el corral, Más allá la vieja higuera Herida por los cuchillos De la punzante chumbera Al abrigo de los cantos Que tú sembraste en su tierra. ¡Cómo amarillean las peñas! ¡Qué verde sigue la huerta! Miguel, qué blanca tu casa Y qué negra aquella guerra. Desde el palomar, en cartas, Volando salen poemas Que le cuentan a tu amor Cuánto y cómo la recuerdas.

Miguel, ¡qué pena tu casa! Sin ti es una casa muerta Tu madre está en la cocina Tu buena gente en la brecha Y en la alcoba, Josefina, Abandonada de amor Llora lágrimas de ausencia.

En el centenario de Miguel Hernández. Fue creado este poema en su casa de Orihuela el 25 de abril de 2010

José Luis Palma

POESÍA

He vuelto a verte, Miguel, En la alcoba y en la higuera En la cocina, en el patio Y entre fusiles de guerra. Y al fondo, en la puerta falsa Que da salida a la sierra, Tus verdugos te esperaban Con las escopetas negras Para aniquilar tu voz Y allí mismo darte tierra.

La España de los dos polos Sigue enredada en quimeras Como cuando tú luchabas Entre versos y trincheras. Nada ha cambiado, Miguel; ¡Qué inútil fue tu condena! Tus cabras montaña arriba, Montaña abajo, mi pena Y tus versos en tropel Navegando a la deriva Van perdiéndose en la mar Ancha como tu desdicha.

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Foto de Edwin E. Figueroa Acevedo

Alejandro Marzioni Nació en Buenos Aires en 1980. Es poeta, profesor y licenciado en Letras. Publicó ocho poemarios en su blog personal, poemas variados en diversas antologías, ensayos literarios y crónicas de viaje. Su obra poética puede leerse en el siguiente blog: http://alejandromarzionipoemas.blogspot.ch


Aforismos Hoja s Alejandro Marzioni

El aburrimiento de la eternidad es tan invasivo que no deja tiempo para nada. … Miro la luz de tu ventana como si fuese ella quien pudiera venir a mí. … Ha costado, cada nube, la labor de hacerle un cielo. … Los pájaros que vuelan por el aire no debieran parecernos menos mágicos que los que hacen salir de los sombreros. … En los bosques de mi angustia puede desmayarse un árbol. … Hay noches en las que ya caímos y no cesa la angustia de caer. … El amor conlleva el riesgo de que un corazón ajeno pueda detener el propio. …

POESÍA

No puedo saber, cuando miro la luna, si su luz abre mis ojos o los cierra.

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Aforismos - Hojas

Los lugares comunes son cenizas perennes de incendios que han sido esplendorosos. … Los aludes del pensamiento pueden helarnos más que los de las montañas. … El romanticismo es el padre de todos los géneros, incluso del romanticismo. … Ve a Venecia porque la pondrás más bella cuando temas que se hunda. … El lenguaje es esa cárcel de la que intentamos fugar abrazando sus barrotes. … La vejez es una infancia sin juguetes. … Hay poesía, también, en los poemas. … Vive en la casa de enfrente y sin embargo debes, para golpear su puerta, atravesar desiertos, mares, desiertos.

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Aforismos - Hojas

El arte es la aristocracia de los desclasados. … Hay gente tan carenciada que pasó un mes entero sin mirar las estrellas. … Duele menos estrellarse en el asfalto que pararse en la cornisa. … Es domingo y no comprendo si me alejo de todo o si todo se aleja. … La mentira no se opone a la verdad, solo intenta soportarla. … No hay escapatoria: huir de la poesía es poético. … Para invadir el palacio basta con una mariposa.

POESÍA NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 137


Foto de Edwin E. Figueroa Acevedo

Sandra Fernández Jurado Nací en 1980 y resido en Badalona (Barcelona). Estoy Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona. He escrito dos poemarios, Días de destrucción y gozo y Alucinaciones y profecías de Casandra (Bubok, 2012); un libro de haikus, Presagios, incertezas y otros presentimientos, y uno de relatos hiperbreves, Estos y otros mundos. Desde 2006 gestiono el siguiente blog: De Casandra (http://www.decasandra.blogspot.com), donde publico mis poemas y microrrelatos.


Pos t Mórtem En el plato, las migajas de la última cena. Marcas rojizas en el borde de la copa de vino. El placer de la conversación en largas sobremesas. Evocaciones de tristezas vertidas en la copa. En el estudio todo lo que fui: fotos de personas a las que estimé; postales de pueblos a los que quisiera volver; libros que desprendían un olor a mundos diferentes al mío, a personajes curiosos, a pasiones y sexo furiosos; en el equipo de música, Bruce Springsteen susurra una balada con la voz algo ronca pero cálida y cercana, como si una persona querida te hiciera una caricia. Y lo que quedaba por hacer, que era mucho: un listado de pensiones y un mapa de carreteras para hacer un viaje al sur; en un cajón, varios cuadernos: solo dos de ellos escritos y los demás en blanco, que no rellené porque pensaba que tenía tiempo. Y también los besos, abundantes, que aún guardaba mi boca para tu boca. Mis amigos me estarán esperando en el bar para azucarar el café con las charlas. En el salón mi madre se ahoga en un charco desesperado de sollozos fúnebres.

POESÍA

Sandra Fernández Jurado

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Foto de José Manuel Solana

Omar Palermo Torres (Puerto Rico, 1988) obtuvo su Bachillerato en Artes, especialidad en Estudios Hispánicos, en la Universidad de Puerto Rico, Recinto Universitario de Mayagüez (Magna Cum Laude), donde es estudiante graduado del Departamento de Estudios Hispánicos. Es creador y editor de la revista electrónica El vicio del tintero y co-editor de la revista académica Epistêmê. Ha publicado: «Paternóster» (en la revista [Id]entidad), «El peor de los dolores» (en la gaceta Parada 601) y «11:06» (en la revista [Id]entidad)».


Noc turno

Omar Palermo Torres

POESÍA

Ciudad nocturna, esquinas de sudor y semen, callejones de orín, mirada cárdena que sigue mis pasos, brazos de luz, aceras sinceras, tufo a ceniza, a cerveza, cuida mis pasos que he decidido salir. Ciudad nocturna, abre tu vientre al perro hambriento. Cubre la testa de mil estrellas, arrópalas, que mueren de frío, todas las noches. Inhala el humo de motores jadeantes. Tómate el agua podrida. Devora vagabundos. Ciudad nocturna, en esta noche de reencuentro, anúncialo con la luna. Desata el viento y mueve su cabello. Ahuyenta gatos sarnosos. Barre con lengua la basura. Expulsa la luz a tu gusto, a tu antojo. Ciudad nocturna, ¡maldita seas! Lo he recordado. Que yo no tengo vivencias, que yo no tengo recuerdos, que es imposible reencuentro. Muerte paralela, ¿por qué me instigas? Debí haberme quedado solo. Debí haberme quedado en la oscuridad.

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Foto de pepsi

Juan Carlos Vázquez (Valencia, Venezuela, 1972). Autor del libro de relatos Pedazos de Familia (Estival teatro, Venezuela 2000). Otros textos han sido publicados en diversos volúmenes colectivos y antologías en Chile, México, Estados Unidos y España; asimismo en columnas periodísticas del Diario El Impulso (Barquisimeto, Venezuela). Forma parte del proyecto Literario y artístico Mirages from an Unreal World by Laura Orvieto, Author house (New Jersey, Estados Unidos 2010). Integrante del grupo cultural Spanic Attack (New York 2004). Obtiene distinciones en los Concursos de Poesía Pro lingüístico y Multimedia Premio Nosside (Calabria, Italia), Edizione 21/2005, Edizione 22/2006. Semifinalista en el Concurso de poesía Pasos en la Azotea (df, México 2006). Ha vivido en Tampa, fl, Nueva York, San Francisco (California) y Barcelona (España). Actualmente reside en La Coruña. http://arquetiposdemiyo.blogspot.com juancarlosvasquez72@hotmail.com


La

fie s ta

En su esquina: la silla, el vino desatándose en forma de auxilio para centrar un punto y pensar mientras se filtran mis pupilas, para sucumbir al sonido con los nervios rotos y estallar de euforia. Fiesta conmigo y amanezco sin rostro, tras el latir del invierno en júbilo secreto. Todos los días con todos los matices mi habitación se inunda y un reflejo de pirotecnias me enceguece de esperanza.

POESÍA

Juan Carlos Vázquez

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Foto de Daniel Seller Suárez

Alejandro Laurenza Nació en la localidad de Florida, provincia de Buenos Aires, el 25 de abril de 1978. Vivió en San Andrés durante más de veinte años, para mudarse luego al barrio porteño de Flores y, pasado poco menos de un lustro, regresar al sitio de su infancia y adolescencia, donde aún reside. Sus estudios formales dieron como resultado los títulos de Técnico en electrónica y Analista de sistemas, otorgado este último por la utn, y una docena de certificados en relación al ámbito técnico e informático. Cuenta en la actualidad con una novela publicada, cuatro libros de poesía y dos de cuentos para niños, ilustrados estos últimos por Lucila Cardozo, con quien continúa trabajando en nuevos proyectos. Recorre cada día las calles de Buenos Aires ofreciendo sus libros, persona a persona. De esta forma, ya alejado de las computadoras como medio de subsistencia, consigue ganarse la vida con lo que hoy cree es su vocación.


Hubo

u n am o r

Hubo un amor que fue de infancia, que fue de niño y de niña como todos los amores ciertos, aunque no quisiera ella (o no supiera acaso) corresponderlo. Hubo un amor que duró mil años, que creció entre juegos de mancha y de rayuela, entre escondidas al aire libre (detrás de arbustos o edificios) o en algún cuarto que supo hacerse oscuro para saltar de un tranco la vergüenza. Hubo un amor apenas sugerido, apenas esbozado, que sin saberlo ni buscarlo se diluyó por fin de los ojos del niño.

Alejandro Laurenza

POESÍA

Pero ese amor que hubo y dejó de haber, ese amor que fue de infancia, que fue de críos, acabó dejando huella en los vaivenes de la memoria (como todos los amores ciertos).

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Foto de Daniel Seller Suárez

Vanessa Navarro Reverte (MadelyneBlue) Es licenciada en Filología Inglesa, tiene el título de Community Manager y es docente en el Cuerpo de Enseñanza Secundaria. En 2002 fue seleccionada para la Exposición Colectiva de Jóvenes Poetas organizada por el Ayuntamiento de Cartagena. En 2003 ganó el Certamen de Loas Antonio Oliver Belmás y un año después consiguió el accésit en el Certamen Poético Pro-Mujer de Cartagena. Sus poemas han sido publicados en distintas revistas literarias, así como en las antologías VI, VII, VIII y IX Cuaderno de Profesores Poetas. Como prosista, ha participado en varias páginas web de narrativa, en la Antología de Relatos Prosadictos y en el n.0 4 de la revista El Hombre de Mimbre. En la actualidad, trabaja en su primera novela, una historia de fantasía oscura que será publicada antes de final de año. Blog personal: http://www.vainillayangora.blogspot.com/ Perfil de Wattpad: http://www.wattpad.com/user/VanesaNavarroReverte


Su p e r n o va Invita a dormir a tus ojos. Reza a los que puedan (o no) escucharte. Hoy vas a aprender una lección valiosa, la única, la más importante. Muñeco de lodo y paja, ¿qué querías, qué esperabas? ¿Pensaste en diluirte en llamas, sobrevivir, nadar entre estrellas, resistir su marejada? No hay sabiduría sin besar tinieblas, ni oscuridad sin fulgor que ciegue y en territorio de nadie se desdibuja tu existencia. Si rechazas la evidencia no habrá quien perdone el engaño, no puedes eludir el fatum. Aún queda cobijo. Respira. Después añorarás hacerlo. Quien se ahogue en esa pira

Al fin has visto la luz. Al fin. En el último momento.

Vanessa Navarro Reverte (MadelyneBlue)

POESÍA

saboreará el color del infierno. Intenta rememorar. ¿Cuántos siglos, cuántos milenios desde que nació la bestia, hasta que la ígnea bestia devore el firmamento?

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Foto de pepsi

Sidney Fortes Summers Es escritor, ha publicado dos libros bajo demanda: Ratos com Asas y Prazer, Sid!, y cuenta con un tercero inédito, Para além do que não há. Tiene cuentos, poesías y ensayos publicados en diversas revistas nacionales y e internacionales. Ha trabajado como guionista en algunos cortometrajes. Estudiante del bachillerato interdisciplinario en Artes de la ufba.


Se n t i d o común

Si Descartes tuviera razón Y el sentido común fuera la cosa Mejor distribuida entre los hombres En esta mañana de lunes Que se acerca Seguiríamos el ejemplo de Hemingway Y reventaríamos nuestras cabezas.

Sidney Fortes Summers

POESÍA NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 149


Foto de Plásido

María José Moreno Nació en Córdoba hace 55 años. Es ­médico‑psiquiatra y profesora Titular de la Facultad de Medicina de Córdoba (España). En 2008 se inicia en la literatura de ficción con un relato corto que ­obtiene un ­accésit en el II Premio Internacional de Relato Breve Universidad de Córdoba. Otros relatos suyos han sido premiados en concursos literarios en la Red y algunos se imprimieron en publicaciones como El Crack en 2009. En 2010 queda finalista en un concurso de Ediciones Fergutson con Vida y milagros de un ex, que en 2011 se publica en formato digital gratis, con más de cuarenta mil descargas. De venta en Amazon, ocupa los primeros puestos de novela de humor. Colaboradora habitual en la revista Terral desde su creación, participa también en su diseño digital. Ha sido ponente en diversas jornadas literarias. Recientemente ha ganado el concurso «Mis ­palabras contra la crisis» con el relato El vestido rojo que será publicado por ­Mis palabras. Tu libro. Tu mundo. En 2012 publica en Amazon su novela Bajo los Tilos. También en Amazón, en 2013, La Caricia de Tánatos, un thriller psicológico. En el primer trimestre de 2014 Ediciones B sacará a la venta en papel Bajo los Tilos.


El cazador cazado María José Moreno

H

CUENTO

elen apaga la luz. A oscuras se sienta delante de la ventana, a la misma hora todos los días. Expectante aguarda los cinco minutos que faltan para que den las nueve de la noche. Ajusta el objetivo del telescopio y prepara la cámara de fotos. En un distante edificio, una lámpara se enciende en una de las habitaciones de un piso situado en la décima planta. La persiana subida y la claridad de la estancia dejan al descubierto a Karen. Ella está segura de que nadie la observa. No hay edificios cerca­nos, lo que ampara su libertad de movimientos. Como todos los días al llegar a casa, se quita la ropa, la tira con descuido sobre la cama y se pierde por la puerta que da al cuarto de baño. A los diez minutos, sale desnuda y se pasea sin pudor por el dormitorio, ajena a todo y a todos. Click, click, click… el ruido de los disparos llena el vacío recinto. Helen es hábil con la cámara y las fotografías recogen el bello cuerpo desnudo de Karen. De frente, de lado, de espalda, el pecho…, la colección de sus fotos crece día a día. Cuando le propusieron aquel trabajo dudó, pero su carrera como detective privada estaba en sus inicios y no podía despreciar tan buena oferta económica. Una compañera de Karen, en la empresa farmacéutica donde ambas trabajan, quería destruir su excelente reputación hurgando en su intimidad, buscando trapos sucios que sacar a la luz, ultrajando su vida personal. Y ella, por dinero, se había prestado a un mes de seguimiento. Hasta el momento no había encontrado nada con lo que poder saciar el ansia de venganza de su clienta. Aquel era su último día. De pronto, Helen observa cómo Karen se cubre con una fina bata de color blanco y descalza se encamina hacia la puerta del apartamento. Alguien debe de haber llamado, piensa Helen, mientras la sigue con el telescopio y prepara de nuevo la cámara enfocando con el zoom más potente que posee hasta que vislumbra con nitidez los rostros. Una mujer pelirroja aparece ante sus ojos, se saludan y nada más cerrar la puerta, se besan impúdicamente. Helen dispara ráfagas sucesivas de fotos, con la respiración agitada y presa de sus sentimientos advierte que unas lágrimas escapan de sus ojos empañando el visor de su cámara. —Venga, cariño, ya son las doce, deja de escribir y ven a la cama.

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El cazador cazado —Ahora no puedo. Tengo a Helen muerta de celos y he de resolverlo —dice Marta a su marido, riendo. —¿Helen celosa? ¿No me digas que se ha enamorado de Karen? —Sí. Surgió así, sin más, ella fue tomando las riendas de esta novela y me ha llevado a ello. —Bueno, tú las creas, tú las destruyes, tú hurgas en sus vidas y las conviertes en lo que deseas. Esa es tu recompensa por tantas horas como pasas tecleando en el ordenador. No tardes, te espero despierto —le dice su marido, dándole un apasionado beso en la boca, aperitivo de lo que vendrá a continuación. Una cortina se descorre unos centímetros en la ventana de enfrente. Marta no lo advierte. Tras ella, alguien con unos prismáticos ha contemplado el beso entre ambos y espera paciente el momento de su satisfacción sexual. Acecha hasta que la escritora cierra el ordenador, se levanta y se dirige a la alcoba. Orienta los gemelos hacia la ventana contigua, y entre penumbras, sin parpadear, con la respiración agitada, intuye más que ve cómo se desnuda y se mete en la cama.

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El cazador cazado

CUENTO

Tigre «Cazado» por Plásido

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Fotos de Plásido

Lola García de luna Licenciada en Historia y máster en Formación del Profesorado en Educación Secundaria y Bachillerato, vino al mundo una madrugada de julio de 1985 para contar historias. Ha publicado cuentos en revistas literarias. Tiene un cuaderno de bitácora al que llama La aprendiz de novelista y escribe una «blognovela»: La abuela Clío. La Historia a mi manera. Cuaderno de bitácora: http://laaprendizdenovelista.megustaescribir.com Blognovela: http://laabuelaclio.blogspot.com


La villa de los maestros H

CUENTO

ace muchos años vivió en el Bosque un hombre que siendo ya viejo quiso ser maestro. Tengo una semilla que plantar, se repetía a sí mismo —entre lastimeros sollozos y enormes lagrimones— constantemente, la semilla del conocimiento. Pero como no tenía a nadie a quien enseñar porque nadie más había en esa parte de Brocelianda, y como de tan viejo las fuerzas se le escapaban del cuerpo a cada paso que daba, decidió que algo habría de hacer para cambiar su mala fortuna. Sentado a la mesa atestada de manuscritos que presidía su laboratorio, se encomendó de día al Sol y de noche a la Luna y, sin dormir nunca, se entregó a una danza frenética con don Tiempo su enemigo. Dibujaba. Dibujaba. El alzado. La planta. El perfil. Los árboles. Las nubes... Hasta que sobre el pergamino vio aparecer la más hermosa de las ciudades por ojos de hombre jamás conocida. Entonces durmió. Un siglo. Dos. Eso nunca se sabrá porque nadie contó aquellas horas y él no supo dar certeza de cuántas transcurrieron. Se sabe, eso sí, que al ­despertar tomó el trabajo realizado y salió en busca de un arroyo. Encontrando las aguas mansas muy quietas y calladas se sintió aliviado... Tenía un miedo espantoso al agua. Arremangándose, metió con cuidado las manos en el líquido y salió con ellas llenitas de gotas que fue derramando una a una sobre el dibujo, en tanto que en voz alta recitaba conjuros de muy antiguo y ya olvidados. Un puñado de tierra tomó luego. Un pelín de aire... y encendió con todo ello una hoguera que prendería sin miramientos la hermosa ciudad no creada. El fuego creció y creció auspiciado por el viento y consumió el pergamino. Corrió en busca del pobre viejo desventurado y lo hizo presa y carne quemada. Y una noche muy fría se extinguió. Al momento quedaron dispersos el humo y las cenizas. Y pudo verse a la Luna asomándose muy triste a la orilla del arroyo. Todo ese tiempo había guardado en los ojos una lágrima que calmara el dolor del viejo. Pero por más cuidado que puso en buscarlo él ya no estaba. En su lugar cien pináculos le arañaron la nariz y le provocaron sonoros estornudos. Cien pináculos. Y una ciudad desconocida, hechizada y vacía que le sonreía ­adormilada.

Lola García de luna NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 155


REVISTA LITERARIA PROSOFAGIA

Felipe Fernández Sánchez Vine al mundo en Madrid mediado el siglo veinte; por azares del destino terminé trabajando en el mundo bibliotecario. Sin motivo aparente, soy de los que disfrutan leyendo: al poco tiempo, con una chispa de ingenio a lo que soy proclive, me percaté de que eso era lo mío, aún me acuerdo cuando descubrí Bartleby el escribiente de Hermann Melville cuando lo colocaba en su lugar. Pasado el tiempo me dio por escribir, fruto de ello es el blog Inverosímil_felipe en el que consigo comentarios amables de familiares y amigos, los no amistosos los borro. IÍtem más, se me ocurrió lanzarme a Internet y han tenido a bien publicarme pequeños relatos en Sci-Fdi, Prosofagia, Planetas Prohibidos y Ariadna rc, además de un poema en esta última.


Naturales, enteros, irracionales e imaginarios N

CUENTO

o hace mucho, hubo en algún lugar una biblioteca especializada en lo irracional y lo imaginario. Las gentes que la trabajaban manipulaban los libros según técnicas arcanas transmitidas oralmente. En el depósito había una habitación recóndita donde se encerraban viejos libros en armarios, como en cárcel que evitase las fugas. Los cristales de las vitrinas devolvían reflejos que no eran propios, y el temor a lo desconocido helaba el corazón. Por ese motivo irracional, sugestionados tal vez, nadie quería pasar por allí. Algunos bibliotecarios, obligados por una petición, entraban en parejas, nunca solos. Su permanencia se reducía a lo meramente imprescindible. Un día, el más inconsciente de ellos, que se mofaba de los temores de los otros, haciendo caso omiso de advertencias y consejos de los veteranos entró solo, para ­despachar un encargo trivial: un libro-documento que se solicitaba para su consulta. Entrar y salir no debía entrañar inconveniente alguno. No se debía dejar al usuario esperando por la necedad de los supersticiosos. En cinco minutos se le vio volver, silencioso, con la barbilla pegada al pecho, sin decir palabra, extrañamente reservado. Se acercó a su mesa y se puso a mirar fijamente la pantalla del ordenador, muy rígido, clavado a su asiento. Tras varios minutos de espera el lector preguntó por su petición a otro bibliotecario, y este inquirió al absorto compañero sobre la misma. No contestó, pálido y sin moverse: su mirada presa de un punto en la pantalla, mudo. Sorprendidos lo miraron sin saber qué hacer y se dieron cuenta que ante sus ojos, paulatinamente, el pelo se le volvía blanco. El lector sin esperar respuesta se dio la vuelta para jamás volver. De aquel bibliotecario lo que hoy se sabe es que no volvió a articular palabra, que se pasa las horas sentado delante de un monitor apagado de un hospital, a las afueras de la gran ciudad, sin apartar la vista, mirándolo, obsesivamente. Una de las bibliotecarias siempre sintió las sensaciones de su entorno y entre sus raras cualidades descollaba por su condición de «médium». Sin intención hablaba a sus compañeros de los espectros de las estancias. Solo ella había ido a visitarlo y siempre volvía deprimida. Siente miedo y se pregunta si habría sido la causante de todo. Se responsabiliza de lo ocurrido, ya que se cree el puente inconsciente por donde penetra lo irreal: «Se deben extremar las precauciones al estar rodeados de lo Irracional y lo Imaginario, campando a sus anchas por la biblioteca». Cuando el silencio más atroz se enseñorea de las estanterías, ella, que antes fuera locuaz, calla, y de su boca no salen historias de aparecidos, o de esas presencias que veía. Algunos creen que, en realidad, los ve; prueba de ello es que ha pedido un cambio de destino.

Felipe Fernández Sánchez NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 157


Fotos de José Ramón González

Elizabeth Larrañaga A veces siento que el camino es un túnel e invisible me empeño en llenarlo de pájaros, quizá alguna de las voces externe y algún foráneo la lleve en su bolsillo. http://vozcautiva.blogspot.mx


Tz im o l T

CUENTO

zimol no siempre se llamó así. Su padre quiso que recibiera el bautismo cristiano y lo nombraron igual que a un señor muy fuerte que vivía en la sierra. Él sacrificaba reses con sus propias manos y tenía como amantes a las mujeres más hermosas de nuestro pueblo, incluyendo a la mamá de Tzimol; además tenía mucho dinero, usaba un anillo de oro con piedras preciosas en cada dedo y muchas cadenas en el cuello; tan solo con mirarlas sentías vértigo. No sé cómo se llamaba ese señor... Los que saben callan; porque Tzimol liberó su antiguo nombre en el acantilado, allá reposa hasta que otro que nazca lo reciba. No conocí a Tzimol joven, cuando lo llevó su papá a la sierra yo aún no había nacido; dicen que era un niño listo y con mucha suerte. Todos creían que era por el nombre que le pusieron al ser bautizado. Los maestros decían que era un niño prodigio y su papá pensó que quizá era hijo de aquel a quien copió el nombre y él admiraba. Creyendo que conseguiría muchos beneficios y favores llevó a Tzimol a la sierra. Nadie volvió a saber de ellos, pues los de aquí teníamos prohibido subir y los de allá nunca hablaron con nosotros, solo venían a comprar mercancías. Tzimol un día bajó de la sierra. Ladraba y aullaba; su cabello cenizo, su piel cuarteada por el frío lo hacían parecer mayor. Cuando lo vi por primera vez miré por instinto hacia el cielo, pensé que era un nahual, pero no había luna llena… Nadie sabe con seguridad qué pasó en las montañas y por qué bajó el hombre que ladraba y aullaba; pero esa noche el monte de la sierra ardió y dicen, los que pudieron acercarse más, que el agua del lago hervía… Nadie subió y nadie más bajó de la sierra. Allá no se sembraba maíz, como aquí, ni los dueños de las tierras eran los herederos legítimos. Había un hotel y una presa hidráulica; pero los hombres se hacían ricos con lo que plantaban. Por aquí volaban las avionetas y muchos camiones cruzaban para tomar la carretera federal y no era difícil poder ver el cargamento de hierbas cosechadas en la sierra y a veces cometían indiscreciones; pero entre nosotros nada comentábamos. Tzimol dejó de hablar, ya no camina erguido y cuando vuelve la vista a la sierra, aúlla. Nadie sabe qué pasó en aquel lugar y a su antiguo nombre, antes envidiado, ya nadie lo quiere.

Elizabeth Larrañaga NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 159


REVISTA LITERARIA PROSOFAGIA

Jesús García Lorenzo (clarinete) De Valencia (España). Atraído por lo desconocido e incomprensible. Aficionado escritor y amante de la música que intenta expresar con el lápiz lo que su imaginación le hace sentir. Coautor de los libros de relatos Necroslogía, una Antología de la muerte (2011), Del Miedo y otras Islas (2012) y Leyendas de la caverna profunda (2012, en beneficio de Save the Children). Ha participado en la revista Prosofagía con cuentos y un artículo. Premios: 1.er premio en el concurso de relatos de El Coloquio de los Perros 2010. Mención de honor en el 1.er concurso de cuentos del Foro Prosófagos 2010. Finalista en el Certamen de narrativa corta Carmen Martín Gaite 2011. http://luzypapel.blogspot.com


El hipnotizador Jesús García Lorenzo (clarinete)

—S

CUENTO

e dice que para dejar de fumar primero hay que desearlo, pero no un deseo banal, de capricho, no. Hay que proponérselo de verdad, con ganas. Claro que esto lo dicen aquellos que nunca han sido fumadores, y no han sentido el poder de la nicotina nublando la voluntad, los sentidos… El ponente, mentalista conocido como el Gran García, captó con esta breve introducción la atención del personal que abarrotaba la sala del Teatro Altear, donde mostraría que con la hipnosis se podía curar la adicción a las drogas. Tras dos horas exponiendo razones, estudios y toda clase de experimentos realizados por las más prestigiosas universidades, se dispuso a poner en práctica su teoría con una demostración que daría mucho que hablar. —¿Cuántos de ustedes quieren dejar de fumar? Entre los pocos que alzaron las manos, García escogió a tres y los hizo subir al escenario a la vez que pedía un aplauso. Sus ayudantes colocaron a dos de los voluntarios en los extremos y al tercero en el centro. Mientras tanto, él se dirigió al público. —Para que este experimento sea creíble y no se piense que es una farsa, uno de ellos no abandonará su adicción al tabaco, mientras que los otros dos vomitarán cada vez que enciendan un cigarrillo. ¿Alguien conoce a alguno de estos caballeros? Un hombre se levantó del asiento contiguo a dos de los que quedaron vacíos. —Yo conozco a dos —dijo entre risas entrecortadas. —Señáleme uno. Con una mueca señaló al situado al extremo derecho del escenario. —¿Es muy fumador? —¡Ya lo creo, se lo fuma todo! —y soltó una gran carcajada que imitaron sus acompañantes. —Muy bien, a partir de hoy no lo volverá a hacer. Pidió silencio en la sala. Se bajaron las luces, quedando solo la intensa iluminación de unos focos sobre los voluntarios. García, con la parsimonia que requería la ocasión, fue uno a uno hablándoles en voz baja y tranquilizadora, mirándoles a los ojos con fijeza y sin blandir ningún objeto frente a ellos. Al cabo de pocos minutos, los tres hombres sudaban visiblemente; ante tal situación, el Gran García pidió agua para ellos, que bebieron con avidez. Cuando el experimento acabó no parecía que hubiera pasado algo. Los voluntarios estaban de pie sin muestras de sumisión.

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El hipnotizador García los hizo bajar y ocupar sus asientos, al tiempo que se dirigía al público, invitándolos a que averiguaran quién de los tres seguiría fumando. Un gran murmullo inundó la sala; se pedía con exigencia saber si había sido exitoso el experimento. Los responsables de la sala, en previsión, difundieron por megafonía que dentro del teatro no estaba permitido fumar. Los gritos de «fraude» y «embaucador» fueron los que más se oyeron mientras las luces del escenario se apagaban y se obligaba a salir a la gente, dando así por concluido el espectáculo sin más explicaciones. En la calle, los tres voluntarios fueron rodeados por el público que salía del teatro. A uno de ellos se le ofreció un cigarrillo; lo cogió y se lo llevó a la boca. Risas y burlas se exteriorizaron, pero cuando al encender el cigarrillo el humo inundó sus pulmones, un gran vómito manchó el pecho de los que lo rodeaban. Lo mismo ocurrió con otro de los voluntarios, mientras que al tercero se le vio disfrutar del tabaco. Entre la gente comenzó una pequeña discusión. Unos pasaron a ser creyentes, mientras que otros se mantenían en su escéptica opinión de que se había llegado a un acuerdo con ellos. El atestado de la policía narraba los hechos tal y como los testigos lo relataron. El juez dio orden de arresto contra el Gran García y pocas horas después lo tuvo ante su presencia. —Dígame, ¿qué les hizo? —Nada —contestó—, en tan breve tiempo no pude hipnotizarlos, además uno de ellos me dijo que no creía en esas cosas y si alguien no está dispuesto no se le puede hipnotizar. —¿Me está diciendo que la hipnosis es un cuento? —No. Le digo que la hipnosis requiere tiempo y, sobre todo, estar preparado para ello. Por ejemplo, ¿no cree que si fuera tan fácil, no lo emplearía con usted para li­ brarme de este interrogatorio? —Entonces, ¿cómo explica los hechos? —No es difícil. Dos de ellos se habían pasado con el alcohol antes de la conferencia, el olor que emanaban los delataba, y el calor de los focos aumentó el mareo. Cuando salieron a la calle, el cigarrillo ofrecido fue el detonante. Sume usted embriaguez, mareo y añada un golpe de tos… —¿Y qué me dice del tercero? —El tercero era un delincuente, un hombre de baja estofa al que pagué para que se presentara voluntario. Siempre lo hago, por si falla el público. —¡Ya! ¿Y cómo explica que fuera el punto de mira, el objetivo? —No tengo explicación para eso. —Así que suben al escenario tres voluntarios, dos ebrios y otro pagado por usted. A sabiendas de que no podía hipnotizarlos, hace… el paripé, desaparece haciendo creer a todos que los había metido en trance, y ya está. —Correcto, señor. —Luego salen a la calle y dos de ellos después de encender un cigarrillo y vomitar se lanzan sobre el tercero y, en el furor de la riña, acaban en medio de la calzada siendo atropellados por un vehículo que no pudo esquivarlos, teniendo como resultado dos muertos y uno muy grave. ¿Y usted me dice que todo eso ocurrió así, sin más, por enajenación transitoria de personas que no se conocían de nada? —Si usted lo dice… El juez dio por concluido el interrogatorio. Al no encontrar nada que pudiera señalarlo como causante de los hechos, le permitió que se marchara, no sin antes 162

PROSOFAGIA - NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013


El hipnotizador aconsejarle que estuviera a disposición del juzgado por si necesitaba volver a interrogarlo. El Gran García fue directo al hotel donde estaba alojado. Al llegar a su habitación llamó por teléfono. Al otro lado contestó una mujer. —Hecho —dijo. —Gracias. El conductor del vehículo, ejecutor de la muerte de dos de los voluntarios, titubeaba ante las preguntas del instructor del juzgado. Sus declaraciones se contradecían a medida que avanzaba el interrogatorio. El juez concluyó que el conductor era parte activa de un asesinato, por lo que ordenó que se le detuviera, al menos, durante setenta y dos horas. Posteriormente el juez se desplazó al hospital donde se encontraba el único superviviente de los tres voluntarios. El médico de guardia permitió que fuera interrogado. El hombre herido relató que el ponente le ofreció bastante dinero para que fingiera ser un voluntario en un experimento de hipnosis. —Me dijo que no me hipnotizaría y que solo tendría que fingir. —¿Qué pasó en la calle? —No lo sé, se lo juro. De pronto se abalanzaron sobre mí y comenzaron a gol­ pearme. Estaban locos, fuera de sí. —¿Y en el escenario, qué le dijo mientras simulaba hipnotizarlo? La respuesta del herido fue el desencadenante de una operación que llevó a la detención de García. Se le acusó, junto al conductor del vehículo, del asesinato de dos personas y del intento de una tercera. El juez instructor redactó un informe en el que se detallaba cómo se preparó la venganza contra los tres hombres causantes de que una mujer fuera violada, robada y abandonada a su suerte.

CUENTO

En el juicio quedó demostrado que el acusado García buscó, encontró y pagó a los tres voluntarios para que subieran al escenario, y que una vez allí hipnotizó y drogó a dos de ellos, no solo para quitarles el vicio de fumar sino para que, cuando vieran fumar al tercero, pensaran que se encontraban en el callejón oscuro y solitario donde se perpetró la violación, debiendo entonces eliminarlo, pues tenía intención de denunciarlos por ese delito. Y que el verdugo, un sicario pagado por el acusado, debía esperar con su furgoneta el momento más adecuado, siguiéndolos si fuera preciso, para atropellarlos y matarlos simulando un accidente. Acto que realizó, al ver que en el furor de la pelea se lanzaron en mitad de la calzada. Los declararon culpables. La sentencia fue firme. Fueron condenados al máximo de pena que la ley indicaba para ese delito. Pero algo sorprendente ocurrió antes de que el juez rubricara, con su golpe de mazo, la sentencia. Al grito de «justicia», dado por uno de los acusados, el policía que los custodiaba sacó su arma y allí, delante de testigos, descerrajó dos tiros al tercer voluntario. Una mujer se abrió paso a través del tumulto organizado en la sala de lo penal número once, llegando hasta el hipnotizador y atrayéndolo hacia sí con un leve agarrón del brazo, le susurró al oído: «Ahora sí que ha cumplido el trato».

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Fotos de JosĂŠ Manuel Solana


Tremendus Plásido

LL

CUENTO

evaban seis semanas en la mar navegando y desde el puerto sevillano, río abajo, ayudados por barcas a remos atravesaron la barrera arenosa que los separaba del océano. En dos semanas alcanzaron las costas de Tenerife donde completaron la tripulación con intrépidos isleños e hicieron aguada y luego, continuando hacia el sur, hasta Sierra Leona, se enfrentaron al misterio del abismal océano. A los marineros no se les reveló la misión de la flota, un viaje al fin del mundo, por su posible no retorno; después de días y días de travesía por un mar tenebroso, dominados por el miedo y la angustia, comenzaron a avistar peces voladores, aves celestes, pájaros sin colas, fuegos luminiscentes que crepitaban en lo alto de los mástiles. Los fuegos de san Telmo le decían, destino fatal. Un fanal, colgado en la popa de la nao capitana, La Trinidad, de 120 toneladas, emitía una vaporosa luz que hacía de guía en la noche y en los días oscuros. La seguían La San Antonio, La Concepción, La Victoria, La Santiago, todas tripuladas por expertos pilotos y hombres de mar al mando de un capitán estudioso de la cartografía, de las rutas oceánicas, y que sobre un mapamundi esférico, días atrás les había mostrado el rumbo a seguir y nunca surcado. En sesenta días las cóncavas naves alcanzaron el Río de La Plata y al sur, el día de san Julián de Cesárea, fondearon en la bahía que hoy lleva su nombre. En tierras a las que le dieron el nombre de la Patagonia cuando vieron a hombres de grandes pies como el gigante Patagón, calafatearon, arrancharon las naves, repusieron las jarcias, cosieron las velas rajadas. El frío, la espera, la soledad inhóspita hicieron que los hombres se amotinaran. El capitán no tuvo escrúpulos, su confianza en el buen término de la expedición le hizo tomar medidas ejemplares: Luis de Mendoza, piloto amotinado de la nao La Victoria, fue degollado; Quesada, de La Concepción, fue colgado del palo, y ambos descuartizados; algunos fueron abandonados a su suerte en tierra, y otros en las aguas frías del océano. La San Antonio regresó a España y el capitán jefe, después de cañonear La Santiago, ordenó: «¡Rumbo sur!». Al cabo de unos días el hielo comenzó a cubrir las jarcias, imbornales, arboladuras, las peludas caras de los marineros; el agua de las bodegas se heló, el aceite… Los vientos silbaban huracanados y las naos, balanceadas por la montañosa mar, se ocultaban unas de otras. El capitán cojeaba en su cámara de un lado a otro agarrándose a las paredes cuando los pantocazos hacían saltar la cartografía, los compases, al mismo globo terráqueo sobre el que soñaba su gran hazaña. Fueron cinco días de navegación en que creyó estar en las puertas del averno.

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Tremendus Llegaron días fríos, y muy fríos, de lenta navegación avistando una costa de cumbres blanco-azulado, unos cielos surcados por enormes aves mientras otras, en tierra, caminaban erguidas, y aguas sobre las que se levantaban esforzadas ballenas o flotaban bloques de hielo de mil formas. Las naves se rencontraron y atravesaron un mar laberíntico lleno de ensenadas y pasos estrechos, hasta dar con, al que por cierta reminiscencia de paz y soledad, llamaron océano Pacífico. Siguieron rumbo norte costeado el litoral al punto que decidió el capitán: ¡rumbo oeste! La osadía los llevó hasta un mar sembrado de miles de islas después de sobrevivir comiendo ratas, galletas mohosas, serrín, cuero, beber agua podrida, de ser pinchados por pulgas y piojos que parecían proliferaban en la noche, de que parte de la tripulación perdiera los dientes y le sangraran las encías. Algunos, inertes y fríos, fueron arrojados a la mar, y otros se recuperaron cuando les ofrecieron limones y frutas frescas. De los doscientos cincuenta hombres que partieron, la marinería se había reducido a menos de un tercio y esta tripulación navegó por un dédalo de más de siete mil islas durante once meses luchando contra tribus, cristianizando en nombre de Jesús, nombrando al mayor de los reyes del mundo, Carlos I, comerciando, pero el capitán, bajo el yugo de Alá, murió cuando una cimitarra y algunos dardos acabaron con él en la isla de Mactán, antes de ver culminada su osadía. Duarte de Barbosa lo sustituyó cuando fue elegido por los sobrevivientes, que confiaron en él. Quemaron la nao La Concepción en alta mar por falta de marinería y ya solo eran dos, La Trinidad y La Victoria, y cuarenta y nueve marineros los que formaban la flota. Llegaron a las ansiadas, por comerciantes europeos, islas Molucas, de las especias, donde crecía el clavo, la canela, la caña de azúcar, el jengibre, la naranja, la pimienta…, ya ocupadas por portugueses y españoles que habían arribado por la ruta del este, mientras, el mar, seguía sembrado de islas. Abandonaron la nao La Trinidad para despistar a los portugueses, ofendidos de las hazañas de la expedición española. Después de tres años en la mar navegando, río arriba, y ayudados por barcas a remos atravesaron la barrera arenosa que los separaba del océano. El día 8 de septiembre de 1522 la nao La Victoria arribó con solo dieciocho hombres al puerto sevillano después de atravesar el Índico, pisar suelo en Madagascar, cruzar el cabo de Buena Esperanza y circunnavegar la Tierra. Sé de algunos que regresaron al océano y en el murieron, la nao La Victoria, cómo no, también.

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Tremendus

CUENTO NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 167


Fotos de pepsi

Edgardo Ben铆tez Es de El Salvador, y muere en cada instante que escribe. Esta vez no ha sido la excepci贸n.


No te corr a s d e un perro S

CUENTO

entía las piernas pesadas y creía moverse con lentitud. Las fauces del animal estaban a punto de atraparlo. Difícil avanzar, escapar. De un débil salto logró salvar la verja de la casa de los Estrada y caer en el jardín. Aún recuerda el penetrante olor que despedían las rosas. También recuerda que sentado sobre el césped, observaba al animal que ladraba y saltaba frente al enrejado. Era de tarde y el cielo se ensombrecía, lentamente. El tiempo también se detenía lentamente. —¡Esta vez casi te muerde! —dijo una voz gruesa y distorsionada. Parecía ser la voz de un hombre y venía desde el pórtico de la casa. Se acuerda de que con lentitud volteó la cabeza para ver... También se acuerda de que distinguió la silueta de un individuo que lo observaba desde el fondo del jardín, sentado en una silla. Tuvo miedo, quiso huir, pero no pudo moverse. Solo alcanzó a decir: —Maldito perro. Entonces la silueta avanzó, se acercó a él. Sin hablar, sin expresión en el rostro. Le fue imposible moverse; solo recuerda que se tiró sobre el césped y se cubrió la cabeza con las manos, hasta que el profundo silencio lo llevó a levantarse, poco a poco. El hombre estaba frente a él. Le extendió la mano. Todavía se acuerda de la mano fría, áspera. —Descansa un momento, pequeño —creyó oír. No movía la boca, la mirada perdida. Era difícil reconocer sus rasgos. Por momentos se podía apreciar sus pronunciadas arrugas, por momentos se desfiguraba. —No te preocupes por el perro, se ha marchado. Los perros son así. Si huyes, te atacan. —Siempre que paso frente a él, se abalanza sobre mí para intentar morderme. En ese momento no sé qué hacer, si quedarme detenido a esperar la mordida o correr. Entonces corro. La voz distorsionada le causaba extrañeza. Sentía los músculos entumecidos y la cabeza se le iba de un lado a otro. —¡Nunca te corras de un perro! —dijo—. Tanto la muerte como un perro siempre te darán alcance, tarde o temprano. Al escuchar esas palabras trató de huir pero sus pies continuaban pesados y lentos.

Edgardo Benítez NÚMERO 18 - OCTUBRE 2013 - PROSOFAGIA 169


Una imagen calculada con el algoritmo de Recuento Iterativo Normalizado (ilustración facilitada por Daniel A. Franco)

Daniel A. Franco (Dan) Es uno de pocos cientos de intérpretes médicos (del inglés al español) con certificación a nivel nacional; reside en la zona de DFW, en Texas, EE. UU.; está casado y tiene hijos; a veces escribe. Blog del autor: http://levedesliz.blogspot.com


La perpendicular del vacío Daniel A. Franco (Dan)

—L

CUENTO

e repito que no fue un sueño, fue una revelación. —Y yo le repito que es imposible. —Pero no, profesor. Mire, si los conjuntos de Mandelbrot representan la conjugación de números enteros con imaginarios dentro de parámetros limitados, ¿por qué no puede haber fractales de conjuntos infinitos? —Porque así funcionan las matemáticas. Así está hecho el universo. Punto final. —Pero le digo que vi… —No me interesa. Es más, en mi opinión Mandelbrot solo descubrió una curiosidad y nada más. Aparte, usted no está en ninguna de mis clases de Cálculo. Así que sugiero que estudie Matemáticas por unos cuantos años y, cuando obtenga su doctorado, entonces sabrá por qué es imposible lo que me plantea. Y la próxima vez que se le ocurra experimentar con la lisérgica sería mejor que vaya a molestar a su profesor de Filosofía con sus sandeces. Buenos días, con permiso. —¡Profesor! En vano Pablo le dirigió la palabra al profesor Morales, que ya se alejaba apresurado. Pablo Rincón, estudiante de primer semestre en la carrera de Filología, decidió faltar a clases ese día e irse a la biblioteca para buscar cuanto libro existiera en referencia a los números fractales. Estaba convencido de que allí encontraría alguna pista para llegar a entender la visión que tuvo la noche anterior. En vano Pablo buscó. Cada noche, durante el momento del sueño más profundo, se sentía volver a la lucidez y de nuevo le sobrecogía la revelación. Era una turbulencia de sensaciones que trascendía más allá de lo que cualquier humano pudiera captar con los veintidós sentidos corporales. Era indescifrable e inefable. Era una experiencia hermética incomprensible, pero irrefutable. La aceptó como la única verdad en la existencia. Se la pasaba en la biblioteca en lugar de ir a clases, y en corto tiempo reprobó todas las materias por haber estado ausente desde la primera noche de la revelación. Cuando lo echaron de la Universidad, en lugar de regresar a su hogar, comenzó a dormir a la intemperie. De día buscaba bibliotecas para intentar hallar más información. Hacía apuntes en servilletas usadas y al margen de periódicos usados. Comía cuando recordaba qué era el hambre.

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La perpendicular del vacío Unas cuantas semanas después, la policía encontró su cuerpo demacrado y pestilente acurrucado debajo de un puente peatonal. Sin poder identificar el cadáver, se registró como «desconocido» en el acta de defunción y se depositó en la fosa común del condado. Entre sus pocas pertenencias se hallaron fajos grandes de papeles sueltos, atados con sogas decrépitas. Supusieron que el desconocido juntaba papel para venderlo a las plantas de reciclaje y ganarse unos centavos. Muchos vagabundos acostumbran hacerlo así. Las notas de Pablo se fueron al incinerador sin que nadie las leyera nunca, y en cenizas terminaron las pistas de la verdadera naturaleza de la vida y de la conciencia. —Te lo dije: esta especie no podrá entenderlo jamás. —La configuración sináptica adecuada ha ido apareciendo más a menudo, ahora que la población humana ha alcanzado un crecimiento parabólico. Me gustaría seguir intentando establecer contacto, antes de que alcancen el punto de extinción repentina. —Adelante, pero pierdes tu tiempo. Siempre terminarán dementes. Es demasiado para ellos. Nunca lo van a soportar. Mientras que su compañero se prepara para intentar una nueva inoculación, él dirige sus poderosos dimensioscopios a una sección distinta de su diagrama fractal infinito, dibujado con tinta de estrellas.

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La perpendicular del vacío

CUENTO

REVISTA LITERARIA PROSOFAGIA

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Foto de Daniel Seller


Passé compossé pepsi

U

CUENTO

na mujer guapa duerme en un bosque en una época en la que no deberían existir los cuentos ni los hombres. El bosque, negro, antes fue selva negra en el tiempo de las tartas. A los bizcochos y el azúcar le siguieron la nata, el merengue y el chocolate, luego las cerezas y casi a la vez la mermelada y las aves en su desaparición masiva, sí resistió el kirsch y aunque este se hubiera extinguido —también— ­habría marras­ quino para sobrevivir a varias destrucciones mundiales, como venimos observando. Así el bosque es sabido negro más que por el fuego. Y por su aroma de almendras dulces. Cuando Dios creó a los hombres con polvo y agua ya había puesto meteorito por medio a los dinosaurios, pero los hombres expulsaron a Dios y sus meteoritos, luego retrajeron a los dinosaurios a mortero de resina, mosquitos y ranas africanas. Los dinosaurios, menos capacitados en mezclas y retortas, se comieron a los hombres. Las mujeres, como sostenedoras del esqueleto humano (flotantes, vale), heredaron la tierra. ¿Pero quién se comió las tartas? Una teoría importante —entonces— apuntaba a los dinosaurios tan certeramente que los mató a todos, erró. Pero ya era tarde, dinosaurios, hombres, tartas y otros mamíferos habían sido aniquilados y a nadie le importaba saber teorías porque solo había malos humores que dieron en dos ramas, la de los icores y la de los licores. La primera persecutora de la segunda y la segunda, a tenor de, creciendo hacia el bosque negro, enlazándose a él. Imaginen ahora que cubre el suelo del bosque un mantillo de huesos de cereza de cerezo negro, en principio para disfrute de esta humanidad sin hombres y tartas, un lugar hermoso al que acudir a intoxicarse sin peligro de que nunca nadie durmiera tanto así por los brebajes, viniéranse desde Friburgo a Baden-Baden o se llegaran de la Dalmacia. Y es que todas las cosas malas se dan cita en el bosque. Mi hipótesis es que la mujer guapa que no despierta era alguien más solo a quien le gustaba tumbarse en el núcleo de la espesura a ver el cielo de quimas negras mientras sentía la caricia de los carozos en su espalda y bebía sueños en ros solis. También gustaba de mojar picotas en orujo de guindas. Cualquiera diría que así tenía los ojos de rojos, pues no. Los huesos se quiebran y desgajan —como h ­ emos conocido—, a veces se secan, a veces se pudren: se abren y libran de su ­veneno.

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Passé compossé La joven (pues además de mujer y guapa, lo es. A saber cómo despertara, si lo hiciera) embargada en nubecillas de cianuro cierra los ojos picosos. Y se queda como una marmota de las que ya hemos estudiado en otras exposiciones. El tiempo pasa de vueltas, las mujeres van y vienen de compras y desaparecen. El vapor de cianuro, en su ascenso, ha ido copando la atmósfera y son los seres vivos rastreros, como algunos reptiles y arañas, la mujer que no despierta, el pino mugo, los ú ­ nicos que permanecen con vida. Y la prolongada e intuitiva hiedra, imaginando que la ­muerte la espera si trepa los árboles, al encuentro del sueño en la sangre de la mujer, punza una y otra vez sus venas, con buen cuidado de filetear los bordes, a la espera de un mundo mejor, tapando durmiente y lecho. Cuando se disipe el veneno del cielo habrá llegado el amanecer del cuarto reino. La hiedra preservó nuestros hallazgos: a la botella de marrasquino de ser robada (pueden comprar reproducciones en la tienda de souvenirs), y la sangre que en los cortes de hojas bajo sus microscopios nuestros más destacados duplicadores de errores genéticos han conseguido extraer, gota a gota, para clonar a las mujeres que hoy van a ver en…, sí, hemos replicado también con éxito un parque y, creo que se van a sorprender mucho con esto que les voy a decir, ¡tenemos tartas selva negra! (ahora los técnicos trabajan en conseguir la Sacher). Y es que no hemos reparado en gastos. Antes de que me lo pregunten: no, no hemos reproducido hombres, ni ranas. No hay riesgo alguno. Por otra parte, con sumo cuidado y respeto, los originales de la mujer, los réptiles, arañas, hiedra y pino mugo se encuentran intactos y dormidos en el lugar mismo del descubrimiento, una depresión de huesos en el valle del monte Belchen. El grupo de polímeros del cuarto reino disfruta de una excursión inolvidable en la que incluso tiene la suerte de ver alimentarse a las mujeres con tarta y beber kirsch. A la vuelta, falta alguien. Y quién se acuerda del plástico olvidado de un picnic. A los pies del monte Belchen una mujer guapa que duerme recibe un beso de ­celofán verde. La vida siempre se abre camino.

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Passé compossé

CUENTO

REVISTA LITERARIA PROSOFAGIA

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