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Formación enoficios tradicionales

Escuelas Taller en España, de la crisis a la oportunidad Escuelas Taller en Colombia, cooperación y primeras iniciativas

La formación integral como método de aprendizaje

Escuelas Taller en España, de la crisis a la oportunidad

Durante la década de los ochenta la conservación del patrimonio en España tomó un fuerte impulso que se refleja en hitos importantes como la adopción de la Convención sobre patrimonio mundial, cultural y natural de la UNESCO en 1982 y la aprobación de una nueva ley de Patrimonio Histórico Español en 1985. También se crearon el Programa de Escuelas Taller y el Programa de Patrimonio de la Cooperación Española.

La idea de las Escuelas Taller es de José María Pérez, «Peridis», quien propuso enfrentar tres situaciones problemáticas con un solo proyecto, el estado de deterioro de una buena parte del extenso patrimonio edificado, la obligación de recuperar oficios tradicionales necesarios para su adecuada restauración y la situación de desempleo de más de la mitad de los jóvenes. De la promoción y desarrollo del programa se encargó Julio Martín Casas. Así narra «Peridis» la puesta en marcha:

Donde otros encontraban problemas, nosotros veíamos oportunidades. Teníamos un patrimonio urbano y natural inutilizado y en algunos casos, en lamentable estado de abandono, viejos artesanos a punto de jubilarse o en paro, jóvenes titulados deseosos de encontrar una oportunidad para demostrar sus saberes y

▶ Monasterio Santa María la Real de Aguilar de Campoo. Fotografía: archivo FSMLR

un ejército de muchachos sin otro oficio que las ganas de disponer de un trabajo remunerado.

La idea fue apropiada por el Ministerio de Trabajo a través del Instituto Nacional de Empleo (INEM), que creó el Programa de Escuelas Taller con carácter público y ámbito nacional en 1985, disponiendo que las Escuelas Taller son instrumentos de políticas de desarrollo local para la formación profesional de jóvenes en oficios tradicionales y para la ejecución de obras públicas. Posteriormente, el Fondo Social Europeo apoyó la iniciativa en 1986 por considerar que los trabajos prácticos realizados por las Escuelas Taller en las obras de conservación, constituían el elemento central de la formación inicial en restauración y conservación del patrimonio. La extensa propagación de las Escuelas Taller en España se inició con la restauración de los monasterios de San Benito en Valladolid y Santa María la Real en Aguilar de Campoo, para incorporar servicios públicos.

▼ Monasterio de San Benito el Real de

Valladolid. Fotografía: LVC

Escuelas Taller en Colombia, cooperación y primeras iniciativas

El Programa Patrimonio para el Desarrollo de la Cooperación Española inició su trayectoria en Latinoamérica implementando una línea de trabajo relacionada con la planificación estratégica de centros históricos, a través de la cual se identificaban y apoyaban intervenciones en el espacio público y el patrimonio edificado. La segunda línea de trabajo referida a las Escuelas Taller se incorporó en el año 1991. De esa manera se cerró el círculo, partiendo de la planificación, se identificaban intervenciones donde participaban los maestros de oficios y los aprendices de las Escuelas Taller, teniendo como resultado la renovación de espacios públicos y la rehabilitación de inmuebles para ofrecer servicios al ciudadano. El programa se extendió prácticamente por todos los países de América Latina.

Para la puesta en marcha en Colombia del Programa de Patrimonio llegó a Cartagena de Indias el arquitecto Luis Villanueva Cerezo en 1991, quien venía desempeñando el cargo de director en la Escuela Taller Monasterio de San Benito de Valladolid. El arquitecto Germán Bustamante estuvo durante muchos años al frente de la Escuela Taller de Cartagena, la primera en Colombia. En ese fructífero período se capacitó un número significativo de jóvenes, la mayoría afrodescendientes. En la Escuela Taller de Cartagena

▶ Aprendices de la Escuela Taller Cartagena de Indias en el castillo de San Felipe.

Fotografía: Juan Diego Duque

se aplicó literalmente el fundamento metodológico «aprender haciendo», mediante la participación en la restauración de monumentos como el Museo Naval del Caribe, la antigua Casa de la Moneda o el Palacio de la Aduana. Quizás la intervención más emblemática sea la del Claustro de Santo Domingo, que aportó una espléndida sede para el Centro de Formación de la Cooperación Española. En la actualidad la Escuela Taller administra las fortificaciones de Cartagena mediante contrato de comodato firmado en el 2012 con el Ministerio de Cultura, y tiene a su cargo la responsabilidad de la conservación, restauración y puesta en valor de las murallas y castillos situados en el centro histórico, el canal de Bocachica y la isla de Tierrabomba. Otra iniciativa fue la ampliación de cobertura en el corregimiento de Bocachica, con la implementación de módulos de formación en técnicas relativas a la carpintería de ribera y la recuperación de una antigua goleta llamada La Caracola.

En el año 1995, la segunda Escuela Taller inició sus actividades en un edificio situado en la plaza de San Francisco de Popayán, colindante con la iglesia del mismo nombre y cuya restauración culminó ese año con el apoyo de la Cooperación Española. Al frente, y también por muchos años, estuvo el arquitecto Álvaro Montilla, bajo cuya dirección se realizó una gran labor formando en oficios tradicionales y restaurando edificaciones que todavía presentaban importantes daños causados por el terremoto de 1983, como la casa Obando o las iglesias de La Merced y del Carmen, donde la restauración de la pintura mural estuvo a cargo del «taller del Silencio», constituido por un grupo de aprendices con minusvalía auditiva. Un nuevo ámbito de formación fue de interés con la apertura del taller de cocina tradicional, primera incursión desde una escuela taller en el sector de la gastronomía.

La tercera escuela taller promovida por la cooperación española se creó en Mompox en 1996 y en este caso la dirección estuvo durante un largo tiempo a cargo del arquitecto Álvaro Castro. Además de los oficios tradicionales inherentes a la restauración arquitectónica, se incorporaron al programa de formación varios oficios artesanales vinculados a la tradición momposina. Destacan

◀ Aprendices del taller de carpintería en la Escuela Taller de Popayán. Fotografía: archivo ET Popayán

▲ Filigrana momposina manufacturada por aprendices de la Escuela Taller de

Mompox. Fotografía archivo ET Mompox

▶ Aprendiz del taller de orfebrería en la

Escuela Taller de Mompox. Fotografía: archivo ET Mompox

entre ellos la orfebrería en filigrana con hilo de oro y plata, una técnica ancestral que ya no está en riesgo de desaparecer gracias al impulso renovador de la Escuela Taller. También se concluyeron obras de restauración de varios inmuebles con carácter institucional como las sedes del Cabildo y de los Juzgados. De especial interés fue la extensión de la formación en el territorio, con la creación de talleres en varios municipios del departamento de Bolívar.

La Cooperación Española ultimó su primera etapa de apoyo con el respaldo a la puesta en marcha de la Escuela Taller en Bogotá en el 2006. La dirección estuvo durante varios años a cargo del arquitecto Alberto Escovar WilsonWhite, quien dio un nuevo impulso al programa promoviendo emprendimientos y proyectos productivos. En el primero de ellos, un restaurante y una panadería, participan alumnos egresados del taller de cocina, una iniciativa transformada en referente que se replicó en varias Escuelas Taller de Colombia. La Escuela Taller de Bogotá gestiona además un inmueble en la antigua estación de La Sabana, que acoge emprendimientos relacionados con industrias creativas y oficios tradicionales.

La formación integral como método de aprendizaje

Uno de los fundamentos de las Escuelas Taller de Colombia es la formación integral para el empleo, el emprendimiento y el desarrollo humano. Por una parte, se forma en competencias técnicas para la inclusión laboral alternando el aprendizaje con prácticas reales (formación teórico-práctica). También se adquieren conocimientos sobre autoempleo y creación de microempresas. Por otra parte, se aportan competencias humanas desde la creatividad, que desarrollan habilidades de vida y la promoción de valores y aptitudes para el reconocimiento de la diversidad cultural y el respeto al medio ambiente, como pilares del desarrollo humano sostenible. En este sentido la Cooperación Española ha promovido iniciativas relevantes como la creación de la Caja de Herramientas Cultura de Paz y la incorporación del enfoque de Equidad de Género en las Escuelas Taller de Colombia, apoyando además el fortalecimiento de la capacidad de las mujeres egresadas de las Escuelas Taller para generar ingresos y recursos propios en torno al ecosistema de los oficios y los saberes locales. Sobre la dualidad en la formación la visión de William Ospina es absolutamente lúcida:

Toda enseñanza es un diálogo de la memoria con la creatividad: transmite saberes de la tradición y se abre a la aventura de crear nuevas formas y procedimientos. Es importante pensar en un aprendizaje que vaya más allá del adiestramiento y de la formación de operarios: que transmita técnicas y destrezas pero a la vez nos permita alcanzar una conciencia nueva de nosotros y de nuestro mundo, como individuos y como ciudadanos, que se convierta sin violencia en una reconstrucción de la comunidad.

La preservación de oficios tradicionales —algunos en riesgo de desaparición— conlleva el adiestramiento en técnicas artesanales como la orfebrería, cerámica, cocina, luthería, etcétera. Para ello se conservan y recrean los modelos autóctonos ofreciendo productos imaginativos enraizados en la cultura del lugar. Otras especialidades se refieren a la restauración del patrimonio edificado, como la albañilería, carpintería, forja de metales, pintura, cantería, jardinería, entre otras. Las intervenciones de las Escuelas Taller en el patrimonio edificado son valoradas de forma positiva por el dominio de los sistemas constructivos tradicionales. Además, las obras ejecutadas aportan un beneficio a la comunidad porque son edificios recuperados para la educación, salud, cultura, u otros usos específicos, o como espacios públicos para el encuentro y la convivencia ciudadana. La participación de la mujer en las obras de restauración contribuye a normalizar su incorporación a un sector donde su presencia aún es minoritaria. Así se refiere a su experiencia Leonor Emilce Muñoz, aprendiz de albañilería en Popayán:

▲ Mujeres aprendices de albañilería en la

Escuela Taller de Tumaco. Fotografía:

Archivo ET Tumaco

▶ José Canedo, maestro de cerámica, en la

Escuela Taller de Mompox. Fotografía: archivo ET Mompox

Al principio me daba mucha vergüenza dedicarme a esto y que me viera la gente en la obra. Incluso había personas que nos decían que le estábamos quitando el trabajo a los hombres de la ciudad, pero yo creo que las mentalidades están cambiando. Encuentro a mucha gente que me apoya y me siento muy orgullosa de hacer este trabajo y de comprobar que soy capaz de hacerlo igual de bien que los hombres. Sobre todo, es satisfactorio ver que estamos contribuyendo a mejorar el aspecto de la ciudad. Hay muchos edificios cerrados al público que llevaban mucho tiempo deteriorados y gracias al aporte de instituciones como la AECID y a nuestro trabajo se han logrado sacar adelante. En el futuro me gustaría seguir dedicándome a la albañilería, confío en que tendré suerte.

Con frecuencia, la formación técnica en los oficios es impartida por viejos maestros y artesanos, recuperados del olvido para transmitir a las nuevas generaciones el conocimiento y la experiencia acumulada durante su vida profesional.

Los beneficiarios de las Escuelas Taller son jóvenes en situación de vulnerabilidad y sin oportunidades, personas con discapacidad, víctimas de la violencia en situación de desplazamiento que se han visto forzadas a migrar dentro del territorio nacional porque su integridad física o libertad personal han sido vulneradas o se encuentran amenazadas. Dentro del colectivo de víctimas, las mujeres en especial constituyen, por el evidente y trágico impacto, un grupo afectado por el conflicto armado. También se incluyen jóvenes que abandonaron de modo voluntario su pertenencia a grupos armados ilegales.

Otro de los sectores de población al que se pretende apoyar en las Escuelas Taller es el de los jóvenes migrantes venezolanos, que se encuentran en Colombia en procura de una mejor situación laboral.

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