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Desarrollo en transición: propuesta de concepto y medición para una cooperación renovada...
Introducción
La cooperación internacional ha sido y es una fuerza impulsora fundamental para el avance económico y social de los países. Durante décadas se ha ido precisando el enfoque analítico en el que se basa, sus mecanismos operativos y las dimensiones institucionales de su accionar. Así, por ejemplo, a partir de la década de 1970 fue incorporando perspectivas y modalidades que respondían a los cambios que iban experimentando las economías y las sociedades, como se refleja en los conceptos de cooperación Sur-Sur y cooperación triangular. En ese contexto, la cooperación ha conjugado, con diferentes grados de éxito, las necesidades y la soberanía de los países receptores con los intereses y perspectivas de los países donantes. Lograr ese equilibrio no ha sido siempre fácil y ha exigido una permanente actualización de sus métodos e instituciones. La necesidad de adecuar la cooperación a realidades que se modifican rápidamente ha ganado premura en el contexto de los grandes cambios, de diferentes signos, que ha experimentado el mundo en las últimas décadas, como la marcada reducción de la pobreza y el aumento de la esperanza de vida promedio; la aceleración de la revolución tecnológica, fundamentalmente en el área digital y en la biológica; las crisis, en muchos casos catástrofes ambientales, y la creciente disconformidad, expresada de diversas formas, de amplios grupos de la población ante la persistente, y a menudo creciente, desigualdad en la distribución de la riqueza y de los ingresos. Una respuesta para adecuar la cooperación a las nuevas realidades es el enfoque de desarrollo en transición. Este concepto considera que el proceso de desarrollo es un continuo evolutivo en el que, a medida que algunos problemas se van solucionando —como la lucha contra el hambre—, surgen otros —como el creciente rezago tecnológico, la desconfianza en las instituciones, el deterioro ambiental o las dificultades para avanzar hacia Estados de bienestar —. En última instancia, ese proceso evolutivo busca superar la trampa de los países de ingreso medio en la que se encuentran muchos países en desarrollo y, en particular, la mayoría de los países de América Latina y el Caribe. Ese entrampamiento (lock-in) se manifiesta en un amplio conjunto de brechas estructurales en las dimensiones económicas, sociales, de género y ambientales, entre otras. El enfoque de brechas estructurales sostiene que no existe una clasificación única y uniforme (basada en una sola brecha) que capture adecuadamente los niveles de desarrollo. Distintas brechas darán lugar a diferentes ordenamientos de países. En particular, no se puede equiparar el nivel de ingreso per cápita con el nivel de desarrollo, ya que un aumento de ese ingreso y, por ende, la reducción de la brecha correspondiente, no implica una mejora en los restantes pilares del desarrollo.
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