ANTIPODA 32
REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA | UNIVERSIDAD DE LOS ANDES | BOGOTÁ, COLOMBIA Julio-septiembre 2018 | pp. 1-204 | ISSN 1900-5407 | eISSN 2011-4273 | https://antipoda.uniandes.edu.co
FRONTERAS: TRANSFORMACIONES, REGÍMENES Y LUCHAS SOCIALES EN EUROPA Y LATINOAMÉRICA
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Editora Facultad de Ciencias Sociales
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ANTIPODA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA
Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 32, Julio-septiembre 2018 Fronteras: transformaciones, regímenes y luchas sociales en Europa y Latinoamérica ISSN 1900-5407 e-ISSN 2011-4273 https://antipoda.uniandes.edu.co Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Antropología Dirección Postal: Carrera 1 Este No. 18A – 12 - Edificio Gb, Piso 4, Oficina 417 - Bogotá D.C., Colombia Teléfono: 57 1 339 4949, Ext. 3483 Telefax: 57 1 332 4056
Radieuse Marseille, Marsella, 2013.
ANTIPODA
R E V I S TA D E A N T R O P O L O G Í A Y A R Q U E O L O G Í A A n t i p o d . R e v. A n t r o p o l . A r q u e o l . N o. 32 , J U LIO - S E P TI E M B R E 2018 FRONTER AS: TR AN SFORMACIONES , REGÍMENES Y LUCHAS SOCIALES E N E U R O PA Y L AT I N O A M É R I C A I S S N ( V . I m p r e s a ) 1 9 0 0 - 5 4 0 7 , I S S N ( V . D i g i t a l ) 2 0 11 - 4 2 7 3 ht tp://antipoda .uniandes.edu.co
E QU I P O E DI TOR IA L Directora
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C ON SE JO E DI TOR IA L Xavier Andrade Andrade, Ph.D.
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Peter Wade, Ph.D.
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ANTIPODA Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología es una publicación trimestral (enero-marzo, abril-junio, julio-septiembre y octubre-diciembre) que circula al inicio de cada periodo señalado, creada en 2005 y financiada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia). Su objetivo es contribuir tanto al avance y difusión del conocimiento antropológico y arqueológico, como al análisis crítico de temas socioculturales, metodológicos y teóricos, relevantes para los diversos subcampos de la disciplina y de otras áreas afines de las ciencias sociales y humanas. Antípoda conforma un foro abierto, crítico y plural en donde se publican artículos y trabajos inéditos en español, inglés y portugués. Antípoda tiene un interés especial en difundir las experiencias y los resultados de trabajos antropológicos y de investigación social de las antropologías del mundo, especialmente latinoamericanas. A partir del nombre de Antípoda como una metáfora de la alteridad, la Revista presenta diversas visiones. Las secciones se organizan a partir de las siguientes alegorías espaciales: • Meridianos: esta sección señala la orientación del número. Aquí se publican artículos resultados de investigaciones relacionadas con un tema central. •
Paralelos: tienen lugar en esta sección artículos relacionados con el tema central del número desde diversos enfoques y perspectivas teóricas y metodológicas.
•
Panorámicas: sección abierta que recoge escritos con temas relevantes para la disciplina.
•
Documentos: contiene escritos y entrevistas en antropología y arqueología, así como una presentación de la propuesta visual que acompaña el número. Cuando un número de Antípoda contiene en su totalidad artículos de tema libre, su estructura cambia. En ese caso se conservan las secciones Panorámicas y Documentos. Palabras clave: antropología social y cultural; etnografía; arqueología; antropología biológica; lingüística; etno-historia; cultura. Antípoda es una publicación de acceso abierto. La Revista declara que, todos los artículos que se reciben son sometidos a la herramienta de detección de plagio; los contenidos que se publican en la versión digital son de libre acceso y se pueden descargar en formato PDF; los autores deben manifestar que el texto es de su autoría, inédito, y que respetan los derechos de propiedad intelectual de terceros; y los evaluadores, señalar en el formato de evaluación que no tienen conflicto de interés con los autores y temas sobre los que van a conceptuar.
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A N T I P O D A I N D I C E FRONTE R A S: TR AN S FOR MAC ION E S , REG Í M E N E S Y LUC HA S S O C I A L E S E N E U R O P A Y L AT I N O A M É R I C A EDITORIAL Nota editorial | viii-ix
MERIDIANOS ‘Aquende et allende stremo’: de las productividades etnohistóricas de la fronterización iberoamericana a la apertura descolonial de Abya Yala/Quilombola | 3-31 Santiago Martínez-Magdalena – Universidad Pública de Navarra, España Fulgencio Villescas Vivancos – Universidad de Murcia, España
Procesos de formación de subjetividades migrantes por los mecanismos de poder de frontera | 33-51 Pablo Domenech – Universidad de Murcia, España
PARALELOS Movimientos migratorios en la periferia de la Europa poscolonial: imaginación política, prácticas de lucha y redes sociales en Marruecos y España | 57-79 Kristine Wolf – Humboldt-Universität zu Berlin, Alemania
Navegando y negociando la ciudad: experiencias de migrantes irregulares en los paisajes fronterizos de Madrid, España | 81-103 Laura Vásquez-Roa – Carl von Ossietzky Universität Oldenburg, Alemania
Pensando a través de la errancia: travesías y esperas de viajeros africanos en Quito y Dakar | 105-123 Jonathan Echeverri Zuluaga – Universidad de Antioquia, Colombia Liza Acevedo Sáenz – Instituto de Estudios Regionales (INER), Colombia
Alteridades, intercambio y marchantes en Codpa, extremo norte de Chile, mediados del siglo XX | 125-146 Cristhian Cerna – Universidad de Tarapacá, Chile Shirley Samit-Oroz – Universidad de Chile Leslia Véliz – Universidad de Tarapacá, Chile
D O CUMENTOS Huellas, símbolos y fotogenia: la frontera entre el poder y el territorio | 153-158 Ana Cristina Ayala – Universidad de los Andes, Colombia Viviana Peretti – Universidad de los Andes, Colombia
Aperturas onto-epistémicas: conversaciones con Marisol de la Cadena | 159-177 Marisol de la Cadena – University of California, Davis, Estados Unidos Helene Risør – Pontificia Universidad Católica de Chile Joseph Feldman – Pontificia Universidad Católica de Chile
A N T I P O D A C O N T E N T S F R O N T I E R S : T R A N S F O R M AT I O N S , R E G I M E S A N D S O C I A L S T R U G G L E S I N E U R O P E A N D L AT I N A M E R I C A EDITORIAL Editorial note | viii-ix
MERIDIANS ‘Aquende et allende stremo’: From Ibero-American Bordering Ethnoshistorial Consequences to Abya Yala/Quilombola Decolonise Opening | 3-31 Santiago Martínez-Magdalena – Universidad Pública de Navarra, Spain Fulgencio Villescas Vivancos – Universidad de Murcia, Spain
The Processes of the Formation of Migrant Subjectivities by the Border Mechanisms of Power | 33-51 Pablo Domenech – Universidad de Murcia, Spain
PARALLELS Migrant Movements at the Periphery of Postcolonial Europe. Political Imagination, Practices of Social Struggle and Networks in Morocco and Spain | 57-79 Kristine Wolf – Humboldt-Universität zu Berlin, Germany
Navigating and Negotiating the City: Irregular Migrants Experiences with Borderscapes in Madrid, Spain | 81-103 Laura Vásquez-Roa – Carl von Ossietzky Universität Oldenburg, Germany
Thinking through Errance: Journeying and Waiting among Africans Travelers in Quito and Dakar | 105-123 Jonathan Echeverri Zuluaga – Universidad de Antioquia, Colombia Liza Acevedo Sáenz – Instituto de Estudios Regionales (INER), Colombia
Alterities, Exchange, Marchantes (Merchants) in the Codpa Valley, Northern Chile, in the mid-20th Century | 125-146 Cristhian Cerna – Universidad de Tarapacá, Chile Shirley Samit-Oroz – Universidad de Chile Leslia Véliz – Universidad de Tarapacá, Chile
D O CUMENTS Tracks, Symbols and the Photogenic: The Frontier between Power and Territory | 153-158 Ana Cristina Ayala – Universidad de los Andes, Colombia Viviana Peretti – Universidad de los Andes, Colombia
Onto-Epistemic Openings: Conversations with Marisol de la Cadena | 159-177 Marisol de la Cadena – University of California, Davis, United States Helene Risør – Pontificia Universidad Católica de Chile Joseph Feldman – Pontificia Universidad Católica de Chile
A N T I P O D A I N D I C E F R O N T E I R A S : T R A N S F O R M A Ç Õ E S , R E G I M E S E L U TA S S O C I A I S N A E U R O P A E N A A M É R I C A L AT I N A EDITORIAL Nota editorial | viii-ix
MERIDIANOS ‘Aquende et allende stremo’: das produtividades etno-históricas da fronteirização ibero-americana à abertura descolonial de Abya Yala/Quilombola | 3-31 Santiago Martínez-Magdalena – Universidad Pública de Navarra, Espanha Fulgencio Villescas Vivancos – Universidad de Murcia, Espanha
Processos de formação de subjetividades migrantes pelos mecanismos de poder de fronteira | 33-51 Pablo Domenech – Universidad de Murcia, Espanha
PARALELOS Movimentos migratórios na periferia da Europa pós-colonial: imaginação política, práticas de luta e redes sociais em Marrocos e Espanha | 57-79 Kristine Wolf – Humboldt-Universität zu Berlin, Alemanha
Navegando e negociando a cidade: experiências de migrantes irregulares nas paisagens fronteiriças de Madri, Espanha | 81-103 Laura Vásquez-Roa – Carl von Ossietzky Universität Oldenburg, Alemanha
Pensando por meio da errância: travessias e esperas de viajantes africanos em Quito e Dakar | 105-123 Jonathan Echeverri Zuluaga – Universidad de Antioquia, Colômbia Liza Acevedo Sáenz – Instituto de Estudios Regionales (INER), Colômbia
Alteridades, intercâmbio e marchantes em Codpa, extremo norte do Chile, meados do século XX | 125-146 Cristhian Cerna – Universidad de Tarapacá, Chile Shirley Samit-Oroz – Universidad de Chile Leslia Véliz – Universidad de Tarapacá, Chile
D O CUMENTOS Pegadas, símbolos e fotogenia: a fronteira entre o poder e o território | 153-158 Ana Cristina Ayala – Universidad de los Andes, Colômbia Viviana Peretti – Universidad de los Andes, Colômbia
Aberturas ontoepistêmicas: diálogos com Marisol de la Cadena | 159-177 Marisol de la Cadena – University of California, Davis, Estados Unidos Helene Risør – Pontificia Universidad Católica de Chile Joseph Feldman – Pontificia Universidad Católica de Chile
Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 32 · Bogotá, julio-septiembre · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. viii-ix
Nota editorial Luis Carlos Castro Ramírez* Universidad de los Andes, Colombia
L VIII
a presente entrega de Antípoda, que lleva el sugestivo nombre de Fronteras: transformaciones, regímenes y luchas sociales en Europa y América Latina, hace confluir en la palabra inicial de su título, fronteras, una noción de cardinal importancia, la cual ha guiado las apuestas de la revista a partir de su primer número en 2005. Desde sus inicios, Antípoda, al considerar las disímiles producciones de conocimientos, ha buscado situarse en los límites culturales, económicos, geográficos, históricos, políticos y sociales en su encuentro con lo(s) otro(s). Por esta vía, la producción de fronteras de las que se habla en este número deviene en espacios de des-encuentros. No solo se trata de los creados a partir de los límites geopolíticos establecidos en el papel por los Estados-nación, sino que atañe también a aquellos generados en las tensiones producto de las convergencias de subjetividades translocales, subjetividades e identidades móviles y emergentes que concurren cuando toman lugar diferentes movimientos humanos; distanciamientos epistémicos forjados en la colisión de visiones de mundo de los actores sociales, bien sean estos migrantes, locales o investigadores. Así, estas fronteras se juegan en los límites geográficos transnacionales, pero también se desencadenan en el interior de las ciudades receptoras y en la cotidianidad de quienes las habitan. En consecuencia, estas fronteras suponen para las personas, un ajuste de sus trayectorias culturales que en apariencia han quedado en el pasado, pero que van a reacomodarse en función del presente vivido y servirán de cimiento en sus proyecciones de vida a futuro. Todo un proceso de reinvención que toma lugar siempre en los bordes espaciotemporales, los cuales estarán marcados, continuamente, por la ambivalencia y la contradicción. De tal manera, las transformaciones del espacio entre fronteras se ven influenciadas por las modificaciones territoriales del afuera producidas por las dinámicas locales y globales. Es decir, no solo los procesos exteriores afectan y modifican la producción de lugar; también lo hacen las prácticas que se generan internamente y estas, a su vez, afectan el exterior. Así pues, esta entrega acoge artículos con territorios, actores, posturas teórico-metodológicas y conceptualizaciones variadas que conducirán al lector a transitar zonas geográficas, principal, aunque no exclusivamente, entre América Latina y Europa. De este modo, en “Meridianos”, “‘Aquende et allende stremo’: de las productividades etnohistóricas de la fronterización...” y “Procesos de formación de subjetividades migrantes...”, proporcionan la apertura alrededor de los conceptos de frontera(s), *
Editor de Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología. antipoda@uniandes.edu.co
Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología
*** Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología Agradece la colaboración de los autores, editores invitados, evaluadores anónimos y a todo el equipo editorial que hicieron posible este número.
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los cuales se encuentran íntimamente articulados a los de territorio y territorialidad. Asimismo, se discute acerca de los mecanismos de poder que toman lugar en las fronteras, que influyen en los procesos de subjetivación individual y colectivos de los actores involucrados en los diferentes escenarios fronterizos. En consonancia, los artículos de “Paralelos”, “Movimientos migratorios en la periferia de la Europa poscolonial...”; “Navigating and Negotiating the City...”; “Pensando a través de la errancia...” y “Alteridades, intercambio y marchantes en Codpa...”, hacen emerger, a partir de los estudios de caso, los enfoques etnográficos y narrativos, inspiradoras argumentaciones conceptuales sobre las implicaciones de quienes habitan las fronteras. Precisamente, son nociones como las de “errancia” y “navegar la ciudad” las que nos transportarán a través de las voces, miradas y emociones de los migrantes y los etnógrafos; creación de huellas que se presentan simultánea y paradójicamente como efímeras e indelebles en los confines territoriales. Por último, “Documentos” trae consigo el ensayo visual “Huellas, símbolos y fotogenia...” y la entrevista “Aperturas onto-epistémicas...”. El primero nos aproxima a las fotografías que atraviesan a Antípoda 32, instantáneas que capturaran, por medio del lente, esas fronteras de las que aquí se habla, y las muestran en un perpetuo movimiento que conectan el afuera-adentro territorial. El segundo es una argumentación de los entremundos engendrados en el encuentro del universo fenoménico que experimentamos, y los que se re-producen desde las diferentes formas de conocimiento que intentan aprehenderlo. Forjamiento de nuevos territorios, a partir de las disímiles formas de habitar el lenguaje, que no hacen otra cosa que señalar las tensiones internas-externas de los investigadores con el trabajo de campo. Por esta vía, las fronteras en cada uno de los textos de esta entrega devienen mapas y no calcos unas de otras; antes bien, son sistemas abiertos a ser cartografiados una y otra vez. En ese sentido, cartografiar, trazar los mapas de los márgenes fronterizos, posibilita conocer las interconexiones entre diversas dimensiones: culturales, sociales, políticas, económicas y estéticas, entre otras; pero siempre comprendidas dentro de condiciones de posibilidad, dinámicas e inacabadas. Finalmente, el presente número emerge como la frontera de un proceso académico, que recibo de manos de mi colega y amigo, Santiago Martínez Medina, y de los editores que lo precedieron. Final y comienzo de una nueva etapa en Antípoda —y para mí como editor— la cual espera como siempre seguir brindándoles a nuestros lectores una publicación de calidad e interés, acorde con las cambiantes dinámicas socioculturales y las diversas discusiones y posturas transdisciplinares en el mundo contemporáneo.
Colombia: A Mass Grave, flying above Colombia, 2013. (No hay un lugar preciso, estaba en un vuelo Bogotรก-New York).
Vidas Urbanas, Bogotรก, 2014.
M E R I D I A N O S ‘Aquende et allende stremo’: de las productividades etnohistóricas de la fronterización iberoamericana a la apertura descolonial de Abya Yala/ Quilombola | 3-31
Santiago Martínez-Magdalena Fulgencio Villescas Vivancos
Procesos de formación de subjetividades migrantes por los mecanismos de poder de frontera | 33-51 Pablo Domenech
Radieuse Marseille, Marsella, 2014.
‘Aquende et allende stremo’: de las productividades etnohistóricas de la fronterización iberoamericana a la apertura descolonial de Abya Yala/Quilombola Santiago Martínez-Magdalena* Universidad Pública de Navarra, España Fulgencio Villescas Vivancos** Universidad de Murcia, España https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.01 Cómo citar este artículo: Martínez-Magdalena, Santiago y Fulgencio Villescas Vivancos. 2018. “‘Aquende et allende stremo’: de las productividades etnohistóricas de la fronterización iberoamericana a la apertura descolonial de Abya Yala/Quilombola”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 32: 3-31. https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.01 Artículo recibido: 05 de abril de 2018; aceptado: 09 de mayo de 2018; modificado: 11 de mayo de 2018.
Resumen: se presenta una revisión del concepto frontera(s) desde una mirada etnohistórica, abordando el debate desde las fronterizaciones ibéricas y las diferentes formas de ocupación por desocupación como instrumento jurídico, y la posterior proyección de dicho modelo a América. De igual manera se pretende observar su posible continuidad con la llegada de la independencia en el siglo XIX y la creación de los Estados republicanos. Se lleva a cabo un profuso análisis del concepto frontera en el ámbito euroamericano, el cual transita, inexorablemente unido, con el de territorio y el de territorialidades. Palabras clave: Thesaurus: América Latina; colonialismo; fronteras; territorio. Autores: ocupación/desocupación. ‘Aquende et allende stremo’: From Ibero-American Bordering Ethnoshistorial Consequences to Abya Yala/Quilombola Decolonise Opening Abstract: A review of Border(s) Studies is introduced from an ethno-historical point of view, addressing the discussion from the angle of the Iberian fixing * Doctor en Filosofía-Antropología Social por la Universidad Nacional de España a Distancia (UNED). Profesor de la Universidad Pública de Navarra. Entre sus últimas publicaciones en coautoría están: “El décalage de los modelos inclusivos de la población adulta mayor en políticas públicas rurales”. Methaodos. Revista de Ciencias Sociales 5 (2): 276-291, 2017; “Nékya transetnográfica sobre un homúnculo intervenido”. Revista Sans Soleil 7: 236-266, 2015. *santiago.martinez@unavarra.es ** Antropólogo Social, doctorando en Sociología por la Universidad de Murcia. Investigador del Departamento de Sociología de la Universidad de Murcia. Entre sus últimas publicaciones en coautoría están: “Hacia una ciudad en velocípedo: el papel de los niños como agentes esenciales de cambio”. Revista de Antropología Experimental 16: 167-181, 2016. *fvv1@um.es
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Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 32 · Bogotá, julio-septiembre 2018 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 3-31 https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.01
of frontiers and the different ways of expelling people from their lands to later occupy their territories. That occupation turned into a legal precedent and later on, this model was transferred to America. Similarly, we seek to examine the manner in which this model was perpetuated with the attainment of independence in the 19th century and the creation of republican states. This article presents a broad analysis of the concept of the border in the Euro-American ambit which, as it develops, is unavoidably joined to the ones of territory and territorialities. Keywords: Thesaurus: Colonialism; Latin America. Authors: Borders; occupation/expelling; territory. ‘Aquende et allende stremo’: das produtividades etno-históricas da fronteirização ibero-americana à abertura descolonial de Abya Yala/Quilombola
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Resumo: apresenta-se uma revisão do conceito fronteira(s) sob um olhar etno-histórico, que aborda o debate a partir das fronteirizações ibéricas e das diferentes formas de ocupação por desocupação como instrumento jurídico, e da posterior projeção desse modelo à América. Além disso, pretende-se observar sua possível continuidade com a chegada da independência no século XIX e a criação dos estados republicanos. Realiza-se uma profusa análise do conceito fronteira no âmbito euro-americano, o qual transita, inexoravelmente unido, com o de território e o de territorialidades. Palavras-chave: Thesaurus: América Latina; território; colonialismo. Autores: fronteiras; ocupação/desocupação.
E
sta introducción pretende ser una revisión parcial, necesariamente, del conglomerado que supone el concepto frontera(s), haciendo hincapié solo en algunos de sus muchos elementos y aristas, y referenciado sobre todo a los territorios y las territorialidades o dispositivos de territorialidad: en tanto los primeros refieren las extensiones terrestres delimitadas por la posesión —lo que procura la jurisdicción sobre la idea de cerramiento— la territorialidad supone el control del espacio así clausurado por una parcialidad de poder (Montañez y Delgado 1998, 123-124). Sujeto además a discusión, como no podría ser de otro modo. La producción sobre este tópico es inabarcable, afectando además a numerosísimos casos históricos de territorialización y desterritorialización (Nates Cruz 2011), elevación de naciones con o sin Estado (si al fin pudiéramos averiguar qué cosa son lo uno y lo otro), donde los dispositivos fronterizos son quizá otros o los mismos. Sin embargo, y dado nuestro contexto, hemos privilegiado una mirada centrada en el repaso crítico de la productividad etnohistórica y la crítica americanista, que recuerde el debate desde las fronterizaciones ibéricas en sus fuertes contornos
‘Aquende et allende stremo’: de las productividades etnohistóricas de la fronterización iberoamericana a la apertura descolonial Santiago Martínez-Magdalena y Fulgencio Villescas Vivancos
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africanos, y su dramática proyección belicosa que desconfiguró las extensiones iberoamericanas y posteriormente republicanas en nuevos estatutos; hasta el cuestionamiento descolonial (Soto Acosta 2017) que, reconstruyendo la espacialidad indígena y sus territorialidad política (Surrallés y García Hierro 2004), pregunta y demanda igualmente a Europa en su ensimismamiento fronterizo respecto a los “flujos migratorios”; y que, trasladado el imperio y sus derivaciones, anuda hoy la frontera por antonomasia en América como suma de muchas fronteras consecutivas. Es así que podemos observar con asombro, hoy, dos resultados de frontera tremendos en el mundo, dos pugnas de correlación histórica por desplazamiento: los dispositivos de la frontera sur estadounidense y las vallas de Ceuta y Melilla, con dos apartheids continentales (Balibar 2003, 191-192), siempre un Sur: espacios territorializados y transterritorializados por colonización, naciones fallidas, contingentes migrantes de África y de América del Sur..., que nos sugieren estos contornos de difícil inteligibilidad si no atendemos a la crítica latinoamericana. La metodología es por ende doble y conjugada: comparativa pero no detenida, sino donde el efecto comparador produce el traslado de fronteras abiertas y cerradas, vencedoras y derrotadas/contestatarias de la regionalización, la mundialización y la globalidad contemporánea, atendiendo a las distintas formas de fronterización ocluida como envés (la andalusí y la inca, e. g., comparables solo en cuanto el otro frente de la especificidad bifronte de las fronteras), y conformando nuevos estatutos no solo ad intra y ad extra en torno a una raia, sino necesariamente quebrados, móviles y multirreferenciados. Es decir, donde lo comparativo y exportable no puede serlo sin desplazamiento, cuando las unidades regionales e históricas pueden no ser conmensurables (Martínez-Magdalena y Benítez-Burgos 2017). Aseguran Lois y Cairo (2011, 16) que “las fronteras ibéricas son un buen laboratorio para analizar diferentes tipos de frontera, o, mejor, los diferentes tipos de procesos de fronterización”. Distinguen las fronteras hispano-francesa e hispano-portuguesa, en cuanto fronteras entre Estados iguales sometidas hoy a desfronterización europea; de la hispano-marroquí, impuesta de facto y de jure por España, desaparecida en la colonización y reaparecida en la descolonización, para ser refronterizada desde la Unión Europea (UE) en la actualidad bajo el criterio de la seguridad. Algo similar se ha aventurado respecto de América Latina: “La historia de Latinoamérica ha sido en gran medida una historia fronteriza y sigue siéndolo en muchos lugares de ella. Tiene, por lo tanto, un relieve especial y estudiarla contribuye a comprender en profundidad la trayectoria de sus pueblos” (Villalobos 1991, 294). Sin embargo, cualquier pretensión de tratar “sobre fronteras”, como en nuestro caso, es un artefacto fronterizo o de fronterización (Boccara 2005b). Cualquier intento de abordar este tópico (por ende, objetual y reificado) supone una territorialización cognitiva, cuyo dispositivo analítico es disciplinar y posicionado. La productividad cognitiva que repasa un tópico como el de las fronteras y territorialidades no solo produce y reproduce una territorialidad intelectual y disciplinaria, sino que ahonda en la fronterización epistemicida. Si bien las antropologías americanas y del mundo han abierto en canal la ridícula trascendencia europea,
Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 32 · Bogotá, julio-septiembre 2018 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 3-31 https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.01
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y en relación con la teoría de la eremación1 que veremos presidir toda “ocupación” de América, podemos recordar que hablar del vaciado del espacio y su ocupación no solo constituye una redundancia, sino más bien una retórica de trascendencia política. La fronterización epistemológica se hace evidente, por ejemplo, cuando Fernández Retamar (1978, 5-6) comienza por matizar el término Latinoamérica, partiendo además de la anotación etimológica e histórica de “español”, de procedencia provenzal, para notar la necesaria ampliación incluyente de Nuestra América al Caribe no latino, y desde luego al cuerpo indígena latinizado y resistente. Por eso, tendremos ocasión de advertir sobre el estatuto fronterizo de América Latina (o, más bien, de América Latina como producción fronteriza), puesto que la fronterización euroamericana atrapa el espacio latinoamericano en una pinza histórica (transitando entre la conquista, el uti possidetis iure y los diferendos republicanos), deteniéndose la expansión iberoamericana en la frontera con Estados Unidos (retirada la economía colonial, aparece el capitalismo); lo que perversamente sitúa al espacio latino como equiparable a África en la detención en Ceuta y Melilla, es decir, como Sur neocolonial (granero de expansión agropecuaria y de mano de obra, y gran mercado de consumo) y, por ende, objeto-víctima y victimizado, en especial por la historiografía medievalista hispanoportuguesa, pero ingenuamente también por la americanista, que persisten como instrumentos de dominación cognitiva. Corsé que se rompe atendiendo a que se debate entre la dominación fundacional ocasionada por la expansión euroamericana, por un lado, y su liberación y estatuto diferencial, por otro, contribuyendo a revertir el espacio euroamericano en latinoeuropeo: y que viene sobrepasado por las demandas indígenas. Sea como fuere, la diversidad latinoamericana depende de condiciones ecopolíticas, además de socioeconómicas, porque aceptar su espacio como expansión y continuidad del europeo lleva “inevitablemente a la fragmentación de la visión histórica [...], [dividido] en compartimentos estancos, conceptualmente percibidos como prolongaciones de Europa” (Armillas 1983, 295-296). No hay que olvidar que los esfuerzos historiográficos, que la antropología ayuda a sustentar en ocasiones, o desde donde se alimenta en otras perdiendo la oportunidad de ejercer una mayor crítica, pueden estar obedeciendo al nacionalismo más obtuso, por un lado, y al turnerismo neocivilizador, constitutivo de nuevas naciones, por otro (Mitre 1997, 10 ss.). La consideración del expansionismo europeo tendrá sentido únicamente mientras dure la disputa territorial del Brasil, es decir, en cuanto Portugal y Castilla seguían compitiendo allende los mares como lo hacían en la raya peninsular y en las posesiones africanas. No obstante, confines de disputa para la ocupación, que con las reformas borbónicas troca el Reino por el dominio y el Estado, dan inmediatamente la “frontera colonial” (Néspolo 2013).
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Aludimos con esta noción a la producción ideológica del desierto como tierra vacía y por ende apta para ser ocupada.
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Teoría y metodología de las fronteras en el ámbito euroamericano
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Las fronteras serán defendidas en la teoría política continental por Schmitt (1950). La imposibilidad del derecho sin tierra (iustissima tellus), es en Schmitt uno de los elementos centrales en torno a la comunidad religada sobre un suelo de posición frentista; y el estatuto de la propiedad. El principio “tomar la tierra” o iustissima tellus derivaría del asentamiento humano primitivo ordenado socialmente que habita en cerramientos, es decir, resultado de una “medida interna” que ordena el espacio como posesión. La noción de nomos se objetiva como espacio de comparecencia pública en él. La necesaria homogeneización de la sociedad “igual” se alcanza por una fuerza decisoria: ni la igualdad general ni la igualdad en cuanto personas sería igualatoria, puesto que eliminaría la posibilidad de la política. Hay que mencionar que la teoría schmittiana fue recibida por la trayectoria jurídica española, al mismo tiempo que aquella se fundamentó en el tradicionalista español Donoso Cortés (López García 1996); para América Latina, Martínez de Bringas (2009, 12) pone el iustissima tellus como conquista a partir del patrón de la racialidad. Tripolone (2014, 352) vuelve a cerrar toda posibilidad al subrayar la condición espacial del Derecho internacional, “ya que a partir de las divisiones territoriales se diferencia exterior de interior y, por ende, comienzan a relacionarse dos sujetos distintos”. Como instrumentos de espacialización sociojurídica por derecho de posesión y conquista, las fronteras proporcionan una existencia regulada o comunitaria a grupos concentrados en espacios sociales abiertos y extendidos. De ahí que el territorio, o mejor, la territorialidad, dé la sociedad en orden, pacificada y, nominalmente, igual: determinación espacial del imperio de la ley, normatividad jurídica entonces, estableciendo contornos de legalidad e ilegalidad, en una topología dentro-fuera del territorio (soberanía, extranjería, política exterior) y dentro-periferia en su ampliación mundial. El que los grupos se doten de espacio constituye una legitimidad histórica por lo demás concurrente con la condición política de los grupos organizados en el Estado-nación. El estudio de las fronteras y los procesos de fronterización son objeto de la historia política y la territorialidad geográfica, la ciencia política, los estudios jurídicos, y de las relaciones internacionales. La antropología lo acoge tardíamente añadiendo el énfasis sobre los grupos étnicos, la territorialización simbólica de los Estados-nación y los flujos migratorios; discutiendo la metodología, que procurará ser etnohistórica y comparativa. No obstante, las fronteras y sus procedimientos de fronterización se han constituido como un vasto campo específico de investigación multidisciplinaria, con modelos y metodología propios. No siendo posible desatender de todos modos tanta producción, cualquier objeto de investigación deberá ser conjugado entre la comparatividad histórica y socioantropológica (Nacuzzi y Lucaioli 2014), la antropología ecológica de fronteras (Fábregas y Tomé 2002; Tomé 2008), y la foucaultiana sospecha de una empresa sostenida en el tiempo y coincidente (si no coordinada) con la modernidad-globalidad. Uno de los debates importantes ha venido siendo el de la posible continuidad medieval en la conquista y ocupación americanas (Crespo 2010), y en él, el de los modelos socioeconómicos de la ocupación (Viales Hurtado
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2006, 154 y ss.). Se ha debatido, asimismo, tanto desde Europa como en la crítica latinoamericana, que la expansión europea, protagonizada por Castilla y Portugal, dio lugar a distintas formas de ocupación, una regionalización que deshomogeneiza una supuesta empresa común, convergente o coordinada (e incluso un continente: América), y que fue condicionada principalísimamente por la respuesta resistente de los pueblos y naciones originarios. La discusión sobre la operación de los términos frontera(s), que requieren ser conceptualizados como unidades iguales en la comparación, no pudiendo serlo en los espacios iberoamericanos, es de vital importancia. Baud y Van Schendel (1997) abogan por una comparatividad desde la periferia y lo regional, y sus amplitudes sociales, puesto que además la comparación entre fronteras hispánicas o anglo- y franco-americanas es discutible. Además del problema comparativo, podemos considerar el método historiográfico de la longue durée aplicada por Braudel en 1958; así como el genealógico, por cuanto las fronteras son dispositivos de gubernamentalidad y biopolítica: aplicada a las fronteras americanas, la metodología de la longue durée permite criticar la hipercentralidad de los Estados (Boccara 2005b) en su productividad fronteriza estática y detenida, donde las fronteras históricas, en cuanto aparato jurídico y cristalización político-historiográfica, que otrora fragmentaron poblaciones y nacionalidades originarias, son respondidas hoy desde la perspectiva indígena resistente (Campion Canelas 2016). Antes es necesario cuestionar la enunciación europea. Para el caso español, nos parece importante mencionar la perspectiva combinada, comparativa, de longue durée y traductológica, de los trabajos de Stallaert (1998 y 2006) sobre la etnogénesis casticista y racista hispana. Sobre todo, por introducir la etnicidad y religiosidad dominantes como elemento fundamental de análisis, y por cierto, las identidades contrahegemónicas de las comunidades culturales ibéricas (Stallaert 2012). Estas consideraciones nos llevan igualmente a la tercera consideración teórica, en lo tocante al aparataje fronterizo de detención, fragmentación y reanudación del avance sobre tierra aniquilada o nula: los dispositivos de frontera o la frontera como dispositivo bifronte. Las fronteras contemporáneas son dispositivos sofisticados que vigilan los movimientos de los “flujos” migratorios conformados por quienes fueron expulsados, perseguidos, renegaron o abandonaron sus Estados; lo que sugiere de nuevo el estatismo frente a un enemigo sin Estado e itinerante, es decir, un no reconocido que pulula además por entre los Estados reconocidos entre sí. Se alimentan aquellas, instrumentalmente, de la tecnología del muro (Rosière 2011), y la contención animal con alambre de púas como producto industrial de acería posterior al cerramiento con vallado de los enclosures en los open fields/common lands británicos (Razac 2015).
Ocupación de tierras baldías y teoría de la eremación Se ha entendido, prematuramente, que las fronteras, en cuanto instrumentos de separación entre Estados, operan procurando a estos una juridicidad ad intra que reconoce una ad extra. La frontera precisa entonces de una instrumentación de desplazamiento/
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Es necesario recordar para América que la noción límite territorial llevaba en sí misma la productividad racista (Mignolo 2007, § 1), y cuyos productos de fronterización por asimilación de lo distinto hacia lo igual bifronte asimilaron en políticas de la diversidad asimétrica las antiguas poblaciones (des-organizadas) en nuevas sociedades presididas por las élites criollas y bajo la idea plausible de mestizaje como forma de igualamiento aparente.
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En las tesis de Schmitt el derecho de gentes británico tiene una concepción distinta de la del ius publicum europaeum de guerra terrestre limitada: la primera se desenvuelve como contienda comercial en el ámbito naval, y no tanto entre iguales y uniformados, sino que afectaría a la población “que ve bloqueados sus puertos y disminuidas sus provisiones” (Tripolone 2014, 367 ss.). Se abre aquí, por tanto, la doctrina del mar abierto (al comercio) y la insularidad.
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colonización y administración de poblaciones. El término frontera abre un campo semántico y técnico que se unifica en cuanto archilexema (Ena Álvarez 1996, 315), recogiendo el limes romano y la raya hispánica. Es un concepto reductor de gran productividad. Si el limes romano entendía la separación entre la juricidad ad intra y un exterior no equiparable ni reconocible sino bárbaro, la frontera medieval diferencia productivamente entre iguales, entre reinos, sean cristianos o musulmanes (Martín Martín 1996-2003, 277-278). Parece adecuado pensar entonces que la frontera responde al resultado primero, sine qua non, de un territorium o espacio sobre el que impera la ley, es decir, de una jurisdicción que primero se adentra socialmente desde el confín (nomos-naturaleza)2, y que luego se encuentra con un igual, en cuanto asimilable: como para el caso de los límites y las fronteras en Roma, que después de ser un imperium sine fine, su descomposición abriría el reconocimiento de iguales reinos o imperios, habilitando, por tanto, las fronteras (Cañizar Palacios 2017); para a continuación retrotraerse de nuevo al límite en la expansión imperial, en la pretensión universal de las territorialidades islámicas (Buresi 2001, 61) o de la dilatatio christianitatis (Crespo 2010) y la monarchia universalis a partir del imperium (Korstanje 2007); o bien a la amplitud económica (más en las colonias sajonas y francas) que hace de las fronteras unas aduanas —o un control del flujo migratorio laboral— y que afecta a la población civil de varias maneras3. La frontera conlleva —si no lo es— un sistema litigante. Para las extensiones americanas, no considerando como iguales a las poblaciones nativas con un cuerpo jurídico irreconocible-ininteligible, en los casos de los pueblos nómadas, para los que operaba el término jurídico de desierto (Nacuzzi y Lucaioli 2014, 42 y ss.), la frontera era siempre expansiva hasta la asimilación, en cuanto espacio abierto de conquista bajo el derecho de guerra. Ahora bien, tal y como se discutió en las Juntas de Burgos (1512) y Valladolid (1550-1551), el otorgamiento de vasallaje a las poblaciones nativas americanas reconoció una igualdad ad intra, nunca ad extra. Con Arendt (2002, 52 y ss.), podemos conjeturar que las partes en contienda no fueron históricamente iguales (hómoioi), por mucho que el vasallaje las quisiera traer como idénticas o equidistantes; cuya simetría no podía ser efectiva por la distancia servil redituable en la guerra a favor de los vencedores. Es decir, no fueron hómoioi en el tiempo, al encontrarse bajo el principio de la aculturación.
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El uso de la palabra frontera es citado tempranamente en la documentación histórica, arrastrando los fines y confines, extremum/extremitas, en relación con el “confinio sarracenorum” o “in fronteria maurorum” (Buresi 2001, 54 y ss.). El “frente” de la frontería, es decir, el tener alguien enfrente, reconocía al consortio paganorum del limes en el enemigo (por ende, igual) habitante en la terra sarracenorum (Mitre 1997, 30). Se ha especulado con que la indianidad americana estaría reducida a la paganía, más que a la morería: es decir, frente a un no igual, que a un igual, habitante del límite, más que de un reino interlocutor, si bien los ejemplos que recogemos impiden considerarlo así en buena parte. De cualquier forma, la frontera medieval no era tanto una línea cuanto un dispositivo de contención y posesión en forma de franja vaga, discontinua, imprecisa, tornadiza, incluso poblada por comunidades con capacidad de subsistencia y de negociación de las fidelidades contingentes (Martín Martín 1996-2003, 279); que iría evolucionando hacia su secularización estatal en cuanto productora de realidades político-territoriales, militares, económicas y fiscales. La casuística de las fronteras evoluciona en paralelo sobre la demarcación de la propiedad (Buresi 2001, 56). Ahora bien, estas descripciones siguen, si no tienen en cuenta las fuentes musulmanas, una precisa “lógica conquistadora” (Rebollo Bote 2015, 186) de la ocupación y el reparto ibérico-cristiano, y que no quiere atender tampoco a que el fenómeno fronterizo andalusí es correlativo a otros contextos no ibéricos (Chalmeta 1991). La concepción fronteriza islámica en la península ibérica (taġr/tuġūr) se ha considerado alógena, alcanzando a definir los dominios periféricos de al-Andalus (dār al-islām) como regiones de guerra (dār al-ḥarb) (Buresi 2001, 57). Sin embargo, la construcción historiográfica de esta relación puede estar comprometida. El encaje de al-Andalus en la historiografía española es aún muy controvertido, y no está colaborando en la necesaria y pronta descolonización de España. La administración territorial andalusí (kūrah como administración territorial y taġr como marca fronteriza) se ha venido superponiendo historiográficamente a la de Hispania. La tesis de la frontera andalusí como zona de guerra y botín puede revocarse al menos en parte, por cuanto estuvo dotada igualmente con políticas fiscales de (re)población y concesión de tierras (manzil wa maḥrat) (Chalmeta 1991, 21). La ambigüedad de las fronteras pareció ser el elemento externo de la administración periférica mientras se iba conformando la autoridad centralista de los Estados (Mitre 1997, 38 ss.). La patria estaba supeditada a un sentido patrimonial y étnico (regnum), no tanto a un arraigo al suelo, pudiendo este permutarse por otro, venderse, ganarse o perderse, o dar en pago, siendo sus villas y tierras motivo de los contratos matrimoniales. La frontera aquí sería siempre un elemento de movilidad. La precisión territorial será posterior, pasando el término patria “a ser sinónimo de territorio delimitado por una personalidad moral [la posesión del monarca comunis patria] al que se dota de unos confines precisos”, haciendo de la patria la tierra (Mitre 1997, 46). La tierra cuidada del Reino para que resulte productiva y aumente la población vino definida aristotélicamente en las partidas alfonsinas como huerto
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vallado por las leyes (Martín Martín 1996-2003, 279). La nación (grupo de personas nacidas bajo las mismas condiciones, es decir, la afinidad noble) y la fraternitatis naturalis o lazo de los habitantes del Reino entre sí merced a la vecindad y la convivencia se irán constituyendo como entidades necesitadas de gobierno: donde la diplomacia y la guerra iban dando la medida de los contornos de una patria fronterizada (Mitre 1997, 46 y ss.). Las fronteras se ampliaban mediante conquista militar y repoblación consecuente, siendo entonces un aparato solidario. El embate militar despoblaba por efecto de la guerra, o en cualquier caso sometía a la negación de las instituciones jurídico-territoriales de los pueblos conquistados (o su desmantelamiento). La repoblación suponía por ende una despoblación anterior, y una ocupación territorial (sobre territorio, bienes y asentamientos, o mediante fundaciones y refundaciones): desertus/eremus. La última frontera ibérica al interior, el reino granadino, llevará las fronteras al Mediterráneo. Las grandes alianzas territoriales que van significando proyectos de largo aliento nacional articulan fenómenos de detención territorial fuerte, continental incluso: es el caso papal contra el turco y el ibérico con África. Los reinos interiores se expandieron mediante la desocupación y la repoblación, bajo formas y derecho de la aprisio (Pirineos), presura (valle del Duero, siglos VIII-IX), repoblaciones concejiles (concejo con su alfoz) mediante Cartas Pueblas, y capitulaciones de las poblaciones de musulmanes luego trasladados extramuros, y asimilados (conversos) y expulsados, por medio de las órdenes militares en la forma de encomiendas, o los repartimentos; lo que suponía, al menos en varias formas, la vacancia de propiedad de la tierra ocupada. La tierra se repartió formando grandes extensiones de dominio noble, militar, funcionarial y eclesiástico, obligando a sus propietarios, si no a permanecer en los donadíos, sí a costear la repoblación; como también en los heredamientos, extensiones más pequeñas otorgadas a los caballeros y sus peonías. La historiografía ha discutido las formas de ocupación por desocupación: desde las primeras consideraciones de la ocupación del yermo —es decir, de un espacio de frontera poco habitado o vacío/vaciado en el contexto del empuje de Reconquista— hasta la ocupación de espacios poblados pero desorganizados producto de los conflictos fronterizos y que conllevaron procedimientos de aculturación y expulsión (García de Cortázar 1999). Las fronteras como locii móviles y expansivos sobre res derelictae (espacios vacíos por desocupación jurídica), o res nullius (espacios de nadie que, ocupados con esta legitimidad, conforman la territorialidad ibérica), han dado lugar a dos tendencias en agrios debates: ambas posiciones se rastrean, con fuertes posos nacionalistas, tanto en la historiografía portuguesa como en la española, iniciando con el inaugural estudio de Alexandre Herculano Historia de Portugal (de 1846), donde refiere los espacios vaciados del valle del Duero, extensiones descritas en cuanto cercados o rodeados: “O novo estado, a o passo que se fortalecia com o desenvolvimento artificial da população, lançava ás vezes em volta de si, como defensa e barreira, uma cincta de desertos” (reproducido en Escudero Manzano 2016, 157, n. 32). Autores consecutivos como Sánchez-Albornoz aseveraron esta posición
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eremizadora con distintos argumentos y fuentes documentales: eremación o desertificación causada por los efectos de las expediciones cristianas y las aceifas musulmanas, hambrunas y epidemias, y la guerra interna (fitna) entre bereberes y árabes, todo lo que llevaría a grandes desplazamientos de población, y traslados libres o incentivados de nueva población. La crítica a la literalidad de los espacios de frontera como abiertos a la ocupación en cuanto abandonados y, por ende, etimológicamente desérticos, como segunda posición, sería la de autores contestatarios que propugnan una continuidad poblacional o en todo caso un vaciamiento administrativo (metafórico), más que poblacional: como desorganización merced a los cambios de autoridad o su falta en los momentos transicionales del desplazamiento fronterizo. Se discute también si la repoblación fue espontánea y libre, o guiada y regulada por las autoridades y las respectivas coronas como una estrategia de repoblación. El vacío, de todas formas, habría sido más bien administrativo, y el desierto tendría un sentido figurado, poniendo las fronteras inmediatamente como dispositivos regulatorios expansivos. La eremación funge por ende como economía ideológica que desacredita la organización andalusí (antes la africana y después la americana) y acredita la ibérico-cristiana tornando aquella(s) al límite o a la frontera en lo que se considera herencia hispana y sus extensiones de conquista legítima o misionera. Es decir, se trataría de una frontera siempre expansiva, en cuanto aparato político de guerra, inacabable en su tarea de incorporación de tierras ilegítimas en las manos de los enemigos usurpadores4, pero cuyo fin es la provincia hispana de la Mauretania Tingitana/ Transfretana (Gozalbes Cravioto 1993). El aparato jurídico prosigue además sobre la aptitud económica de frontera: las grandes propiedades se dedicaron a la ganadería en los inmensos espacios abiertos producidos por la ocupación de las franjas de frontera (más apta para el rápido aprovechamiento ganadero), cuyos conflictos con el campesinado darán lugar a la Mesta castellana (1273-1836). En esta institución se encomienda a las autoridades la entrega a los concejos de aquellos “mesteños e ganados mostrencos”, es decir, el ganado cimarrón que “no obiese duenno” (Klein 1920, Appendix G y C) como bien común o pretendido por los privilegios nobiliarios, o como fuente de ingreso para sufragar la Cruzada. Posteriormente los bienes mostrencos pasan al dominio real y público, y a América (Klein 1920, 276). Siguiendo esta misma doctrina en América las fronteras agrarias sobre baldíos son en rigor límites de avance jurídico de posesión sobre tierras indígenas incluso reconocidas: podemos observar esta aplicación del derecho en ejemplos de expropiación de las tierras de resguardo indígena declaradas como bien vacante (mostrenco). Solano y Flórez Bolívar (2007) lo ilustran para el caso entre siglos del estado de Bolívar, donde se abolió la propiedad indígena de ciertas tierras mediante una declaratoria de vacancia. Fundamentada en la extinción del pueblo 4 La historiografía nacionalista hispana, que liga frontera con reconquista, comprende la expansividad como una “proyección hacia adelante [...], exigencia de correrse [la frontera] hacia adelante” (Maravall 1997, 272-273).
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La rraya de los Tratados de Alcáçovas y Tordesillas y el principio (americano) uti possidetis (iure) Si se ha estimado un comienzo de la proyección fronteriza con América es debido a un antecedente mayor o fundacional, la rraia colombina (Rumeu de Armas 1995). Tordesillas sobre todo, tratado que se constituye como frontera de dominio global (elemento, además de militar, técnico), abre la etapa del colonialismo moderno. El Tratado de Tordesillas estaría precedido, en este continuismo jurídico, por la tradición hispanoportuguesa de las particiones medievales, trocando el ideal de cruzada por el de evangelización, el de “sucedanía” papal, por su función arbitral inter-Estados, y la reconquista detenida en la Mauritania Tingitana/Hispania Transfretana por el de soberanía expansiva hacia el Atlántico. Se establece el origen de la raia colombina como probablemente la hispanoportuguesa, conocida aún como la Raya (Medina García 2006) y reconocida en la Concordia de Alcañices de 1297. Las disputas territoriales entre los reinos de Portugal y León se resolvieron con el intercambio de plazas
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nativo de la zona, tenida la tierra como baldíos igualmente, o bien debido al abandono de las tierras, se ampara en la declaración de vacancia de un bien inmueble rústico abandonado por su propietario o estando sin dueño conocido. Después de la ocupación por desocupación de las alteridades históricas, la regeneración de la población conformó en España una política al interior, pretendiendo finalizar la homogeneización de un Estado en lo nacional. Ambas estrategias de expansión y uniformización fueron juntas como un mismo sistema, una biopolítica practicada en los ensayos dificultosos de instaurar nuevas poblaciones en la España absolutista, que se extendió por supuesto a América (De Paula 2000) contribuyendo a la conformación de los espacios fronterizos, y que venía siendo práctica común en Europa. Contemporáneamente, estudios de la espacialidad racializada asumen la frontera exterior de la UE a partir de las “cuestiones históricas y raciales”, donde la construcción de la identidad nacional española desde el siglo XVI fundamentaría, al menos en parte, la “exclusión racializada en la España actual” (Vives 2011, 63). Las fronteras, en cuanto máquinas de alteridad, funcionarían como productos-producciones-productoras de racialización, pero también serían sus recursos de ejecución; aspecto diferenciador que se comprueba en el distinto tratamiento jurídico de la inmigración según el origen. El espacio de inmigración latino sería aquí un contingente intermedio (es decir, ya domesticado por la lengua y la asimilación parcial) en los extremos raciales del espectro español, mientras que las producciones de la frontera con Marruecos serían una defensa contra la alteridad inmigrante. La diferencia entre los aeropuertos y las vallas de Ceuta y Melilla —todos ellos en cuanto dispositivos de frontería— es aquí importante. Los aeropuertos europeos, en especial Madrid-Barajas y Lisboa-Portela, se convierten en fronteras reducidas (Del Valle Gálvez 2005, 4), que bajo conceptos como el de “invasión”, complementariamente con el de “asalto” en Ceuta y Melilla, excusan pérfidamente el dispositivo fronterizo europeo (Rodrigues y Magalhães 2016).
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fuertes y villas, además de alianzas matrimoniales, llegando a constituir una de las fronteras europeas más antiguas y longevas (García Fernández 1999), pero desde luego no carente de una larga evolución que va más allá de los tratados de Badajoz de 1267 y el de Alcañices, y cuyas etapas pueden conjeturarse como de conquista, de tratados y de contiendas (Martín Martín 1996-2003). La raya hispanoportuguesa se constituyó con fuerte proyección simbólica, puesto que sirvió de elemento fundacional del rito de reparto territorial. La colonización del territorio hispanoamericano fue interpretada como empuje diferente del modelo turneriano, aunque no del propuesto por Walter P. Webb en los años veinte, que refería el progreso civilizatorio individual sobre el límite y no sobre la frontera institucionalizada por la pugna hispanolusa (Villalobos 1991); atendiendo, más allá del impulso individual, a las “estructuras de colonización”, que hacen hincapié en el suelo y el poblamiento, y no solo en las fronteras expansivas (Jara 1973). Se aseveró la condición mixta de la empresa indiana, emprendida con iniciativa y financiamiento privados, pero con un funcionamiento regulado por la Corona; y lo primero además con afán señorial por mérito mediado por un sistema de mercedes, que, por último, con la explotación del agro y el subsuelo compuso una sociedad colonial de sustrato indígena. La ordenación territorial supondrá traslados masivos de población en permutas, cesión de terrenos y transmigración de pueblos de indios adscritos a las reducciones religiosas en la delimitación fronteriza hispanoportuguesa (Santos Hernández 1973, 65). La zona araucana sería la fronteriza en el espacio militar hispano, debiendo la Corona sufragar un ejército regular superpuesto a la guerra privada, dado que esta fue incapaz de retener un dominio sobre un territorio que “no era posible asimilar a las formas europeas de producción” (Jara 1973, 9). La frontera, posteriormente, podía ser inverosímil, advirtiéndose sobre la inutilidad del ejército de frontera, disperso y entregado al comercio. Sin necesidad de ser exhaustivos, la territorialidad americana acusará todas estas proyecciones fundadas en criterios de posesión efectiva, primero, y de iure, después, que no pueden resumirse como cristalizadas con un sentido teleológico en las repúblicas bajo el principio del uti possidetis (iure), puesto que en rigor fueron igualmente fronterizadas antes y después desde unas centralidades fuertemente urbanas con unas periferias “a la espera” de una efectiva asimilación territorial. Es decir, los diferendos abren aún la nueva potestad territorial, aunque solo se resolverá con las nuevas iniciativas de los Estados plurinacionales y las territorialidades indígenas que superen el uti possidetis (Barié 2003, 24 y ss.). No obstante, se concluyó jurídicamente que habían seguido los elementos principales de la administración colonial y sus reformas, como las intendencias, capitanías y audiencias (Pozuelo Reina 1995, 1778, n. 13), en una transición ficcional de la posesión, es decir, por ley (Gutiérrez Baylón 2010, 22 y ss.). De tal modo que la administración virreinal proporcionó en su segregación los distintos territorios de los Estados republicanos, aunque con numerosas particiones más en Centroamérica, una lucha común y de alianzas sin fronteras en los distintos procesos de independencia, diferentes
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Si en Brasil se daba en rigor el uti possidetis, otros gobiernos hispanoamericanos sustentaron el uti possidetis juris, independiente de la ocupación efectiva (Ramos Acevedo 2012, 155). Además de Brasil, algunas otras delimitaciones fueron hechas con este criterio de ocupación histórica antecedente; o bien, cuando ni la una ni la otra fueron efectivas, mediante laudos arbitrales.
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proyectos de unidad regional pensados por próceres en formas autónomas y federales, en fin, perdiéndose el norte del río Bravo (Ibarra 1994, 53 y ss.). Con esto, amparándose en la propuesta del Congreso de Angostura de 1819 de asumir provisionalmente las delimitaciones de 1810, concluye Pozuelo Reina (1995, 1779) que los problemas de delimitaciones de los imperios metropolitanos son heredados de lleno por las nuevas administraciones independientes americanas. El principio del uti possidetis, de posesión territorial de los Estados sobre los límites ya definidos por la ocupación histórica (uti possidetis, ita possideatis)5, se ha considerado una de las aportaciones latinoamericanas al Derecho internacional (Ramos Acevedo 2012). Asumiendo las delimitaciones coloniales, quedan como diferendos entre las repúblicas los territorios apenas o mal delimitados. La militarización de los diferendos en América Latina, cuando el principio no opera, es relativamente escasa, aunque tan variada como la guerra del Chaco en 1932 o la disputa por las Malvinas en 1982. Las cartas políticas y las constituciones de los Estados americanos (incluido el utis possidetis incorporado con la doctrina Monroe) se circunscribieron a que la simultaneidad de las proclamaciones de la independencia en los diversos Estados hizo que no se admitiera la existencia de territorios que jurídicamente pudieran calificarse de res nullius, no obstante que grandes extensiones de ellos permanecían inexplorados (Gutiérrez Baylón 2010, 20-21). Así, el resultado será la incorporación del principio de juris en los sucesivos tratados de unión, liga y confederación, tratados de paz entre repúblicas, así como posteriores de límites y arbitrajes de límites, llegando a ser un corolario convencional (Parodi 2002, 6). La Declaración de independencia colombiana de 1810 marcará un después jurídico propio de las delimitaciones americanas correspondientes, entre un uti possidetis de iure y otro de facto, especialmente para el caso de brasileño (Parodi 2002, 5 ss.). No podemos obviar que las fronteras con los Pueblos y Naciones originarias respondían no a la equidad y el reconocimiento jurídico, porque cuando lo fue, no lo será con arreglo a tratados, sino a los tenidos por rudimentos de mediación híbrida; por lo demás bajo la soberanía lingüística, tales como las juntas de indios, juntas de guerra y los parlamentos/coyagtun hispanomapuches, donde estos, “en su acepción de ‘tratado’ parece[n] haber sustituido al de ‘paces’ a inicios del s. XVII” (Payàs, Curivil y Quidel 2012, 250, n. 1). Una vez reconocidos los derechos territoriales por el principio del uti possidetis iure tendrá lugar la ocupación efectiva de los márgenes poco definidos o liminares. La distribución territorial habilitará tanto los repartos como los vacíos o baldíos sobre los que medra la nación de manera continuada: los baldíos luego como reserva de colonización interna en la extensión de los espacios agropecuarios y el modelo extractivista; donde el concepto desierto, en cuanto categoría colonial (Tomé 2012) y nacional
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(Nacuzzi y Lucaioli 2014), pasó a deslindar, después de los lugares inhabitados y estériles, los no trabajados y apropiados por el capitalismo (Navarro Floria 2002, 140).
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La crítica latinoamericana: entre la continuidad feudal y el capitalismo global Si la conquista territorial estuvo dotada con el dispositivo jurídico dominador, las otredades liminares crearon un despliegue inverosímil de cuestiones en la expansión americana. Tanto así que se va a debatir sobre la res nullius y sus formas de ocupación y dominio. Ahora bien, la geno- y etnocida (Bartolomé 2003) conquista del desierto patagónico (Navarro Floria 2002) y del desierto verde chaqueño (Lois 1999) en la historia nacional argentina, que ideó una vacancia disponible (un vaciado sistemático) como programa político, ha sido contestada, circulando e incorporándose entre las fronteras y las zanjas, y en los discursos memoriales, por las distintas trayectorias indígenas (Hernández 2006). De cualquier modo, las disputas por la conceptualización de las fronteras en América Latina suman fronteras de origen anglosajón especialmente (Ortega y Medina 1981), que “cierran” el espacio latinoamericano por el norte. Se ha puesto en relación, de todos modos, con las discusiones sobre el sistema capitalista como motor distinto y moderno de la expansión americana. Serje de la Ossa (2017) destaca cómo los conceptos frontera y periferia alcanzan el sentido contemporáneo en la historia del mundo capitalista moderno, contrastando con otras formas de fronteras y confines distintas. Se ha discutido si las empresas ibéricas en la conquista y la colonización americanas fueron capitalistas o protocapitalistas, alcanzando un estatuto pobre y marginal en el esquema analítico de F. Braudel (1984), que situó los espacios evolutivos del capitalismo entre Venecia y Amberes en el siglo XVI, Génova y Ámsterdam en el XVII, Londres y Nueva York en el XVIII-XX. Lo que instala ya en la historia la dependencia subdesarrollada de América Latina, y que en los discursos economicistas de la política latinoamericana surjan las asunciones retóricas del feudalismo. El debate sobre los modos de producción en América viene de lejos, y se conjuga en diferentes frentes ideológicos que no es posible repasar aquí. Palerm (1979) situó la formación colonial mexicana como resultado del sistema económico mundial, no derivada naturalmente desde una evolución endógena del capitalismo incipiente en la relación “comunidades nativas-repartimentos-encomiendas-haciendas”, sino como producto de un factor externo, la fuerza expansiva del capitalismo mundial, en la que la ordenación anterior pasa a ser una de sus fuerzas que vincula las colonias con las metrópolis. Stavenhagen (1965) había recogido como errores para las Ciencias sociales algunos de estos destilados, que designaban una dualidad latinoamericana afectando a las concepciones, entre otras, de las ruralidades latinoamericanas. La sociedad arcaica (eminentemente rural) arrastraría la condición feudal en la que ambos polos son partes integrantes. La crítica contemporánea, por ejemplo, siguiendo a Dussel (2002), resitúa la disputa en la distinción epistemológica de una modernidad entre el paradigma eurocéntrico y el paradigma mundial: entre la centralidad autónoma y concentrada del devenir europeo desde su evolución media expansiva y
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La progresiva implantación de nociones occidentales de territorialidad y las exigencias de los funcionarios, por ejemplo hacer mapas de las tierras de los pueblos y marcar sus fronteras con cruces mojoneras, fueron cambiando las formas indígenas de pensar el territorio [...], [contribuyendo] a la progresiva fragmentación de los Pueblos indígenas y de las áreas que antes ocupaban [...]; perdiendo memoria
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difusionista, y el sistema-mundo wallersteiniano que administra la centralidad incorporando para su crecimiento la periférica Amerindia (Dussel 2002, 50 y ss.; y 78, nn. 35, 37 y 38). La centralidad europea será producto de su esencialismo, que se nutre en su estrecho horizonte regional impuesto como centralidad mundial; pero siendo el producto en rigor del intento hispánico de acercarse a la centralidad del sistema interregional asiático y musulmán del que era periferia (Dussel 2002, 55); y siendo la resultante, después de la incorporación de Amerindia, que sufragó la guerra, del traslado de la centralidad a las ciudades holandesas y británicas (Dussel 2002, 77, n. 32) generando el capitalismo mercantil, industrial y hoy transnacional. La captura de América Latina ha sido señalada por Santos (2010), quien sobre la refundación del Estado latinoamericano ve problemática una imaginación política que estuviera fundamentada en la errónea concepción de que el capitalismo no parece tener fin. Mignolo (1996) encuentra adecuado el término posoccidentalismo de Fernández Retamar, donde se extraen como preocupación fundamental “las relaciones entre América Latina y Europa, al menos hasta 1898, y las relaciones de América Latina y América sajona desde y a partir de 1898, momento en el que los esfuerzos locales y los proyectos de independencia en Puerto Rico y Cuba se encontraron en un nuevo orden mundial y en una situación muy diferente a la de los movimientos de independencia al comienzo del siglo XIX” (1996, 679). Ciertamente, el capitalismo se sobrepone aquí, como mejor civilizador, a la máxima alberdiana de 1852, “en América gobernar es poblar” (Fernández Retamar 1978, 26). La crítica latinoamericana a la concepción eurocentrada, euroamericana, asume, por otra parte, que la fronterización es el vector más importante de la etnogénesis indígena, puesto que la tierra y su jurisdicción indígena son elementos trascendentales en la última (Boccara 2005a). No solo porque trabaja desde el envés o el revés (Boccara 2003), sino porque toma el protagonismo designante, narrativo, ideológico, teórico y metodológico, epistémico en definitiva, y definidor demandante y administrador de sus territorios (Saguier 2018, 19 y ss., y 25 y ss.); y toma igualmente la ocupación y reocupación de la tierra ancestral como presencia y población histórica, y no como la ausencia del vacío que supuso una vacancia territorial en la que la noción de desierto los había puesto (Bartolomé 2003). En este sentido, Campaña (2013) repasa las demandas y políticas de biteralidad entre Estados y Pueblos Indígenas (fundadas en el derecho de consentimiento previo, libre e informado), es decir, al interior de los Estados unitarios, si bien ha de pasarse a la trascendencia contemporánea de los Territorios (Toledo Llancaqueo 2004, ii). Máxime cuando:
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de ellos y encapsulando gradualmente las nociones de Pueblo y territorio étnico en los niveles comunitarios y agrarios (Barabas 2004, 108).
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La etnoterritorialidad (Barabas 2014) sugiere un nuevo aparato jurídico en su concepción (jurisdicción indígena), así como un concepto de soberanía igualmente repensado. La re-construcción de las territorialidades históricas de los Estados, pueblos y naciones originarias, toda vez que fue aniquilada en buena medida su organización político-económica, no puede depender solo de la confianza arqueológica y una historiografía no siempre atenta al enfoque y la teoría sobre fronteras. La cartografía de las territorialidades autóctonas y sus adaptaciones ha requerido grandes esfuerzos. El trabajo de Tanck de Estrada (2005) ubica en mapas del espacio de dominio de las intendencias de la Nueva España a los pueblos de indios, con una metodología mixta. Esta regionalización enciclopédica de los indios, situados en los mapas, que les da existencia histórica, y no obstante la utilidad documental, pedagógica y genealógica, reconoce la existencia previa sancionada por el Virreinato de entidades territoriales como el altépetl, dando relevancia histórica. Lo cierto es que “las fronteras” de estas instituciones, si bien se deben a las reducciones analíticas del procedimiento etnohistórico, son de importancia, aun a riesgo de fronterizar étnicamente por la vía del análisis6, que en ocasiones arroja como único dispositivo de frontera la guerra interétnica. Este riesgo se viene asumiendo por su producción política y demandante, pero, de cualquier manera, no hay que olvidar que el aparato cognitivo desertiza como epistemicidio, y que el liderazgo de y entre las fronteras nacionales ha de ser indígena. Otros ejemplos de mapeado son los de Hirt y Lerch (2014), que cartografiaron las territorialidades indígenas en los Andes bolivianos a partir de las necesidades abiertas por las reformas agrarias: ayllukuna, markakuna y el suyu como unidades político-territoriales, así como socioeconómicas, siguen cuestionando el espacio nacional. La apropiación de los mapas —en cuanto estos son considerados por distintas autoridades como mediadores y objetos-frontera— permite reivindicar el sistema comunitario de la tierra, desmembrado por las administraciones de la conquista, la colonia y la república, así como por el mercado. Podemos asumir que la articulación territorial indígena prehispánica requirió sistemas auto- y heterorreferenciales, y por ende, administración de las alteridades, concepciones espaciales estáticas y móviles con desarrollo urbano y centros y medios de control territorial, pucaráes, etcétera (Campion Canelas 2018). Porque aunque simplemente podamos traer aquí las readaptaciones y resistencias indígenas respecto al entramado fronterizo hispánico, e, inmediatamente, sus proyecciones7, las concepciones territoriales originarias anun6
Millones (1972, 38) piensa que preguntarse por las fronteras del Tahuantinsuyo no deja de ser un ejercicio de extrañamiento comparativo como en el que los cronistas mestizos o los etnohistoriadores modernos ya fundamentaron en la idea del imperio romano (sudamericano: digamos, aquí, las fortalezas del Cuzco-tuyo) y su caída a manos de los bárbaros de frontera (digamos, los Chiriguanos).
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Hay que preguntarse por el altísimo grado de contestación en la concepción espacio-territorial (circuitos de peregrinación coloniales y criollos, administración y poblamiento) y económica (extracción de recursos)
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Fronteras de cierre del espacio europeo y latinoamericano Los intentos de otros países europeos de hacerse con territorios americanos, entendiendo positivamente la disputa por la libertad del mar (el utis possidetis no podría aplicarse al mar, so pena de clausurarlo), abrieron otras territorialidades a un capitalismo más esforzado que el incipiente caudal ibérico. El territorio de las Guayanas fue que suponen las sublevaciones indígenas, “fronteras hasta las cuales se propagaron las utopías andinas” (Faverón Patriau 2006, 211).
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ciaron sentidos parentales del entorno físico, cosmogónicos y biocentrados de la mayor relevancia. Los dominios del tawantin suyu, repartidos los ayllukuna en mitades, cuadrantes y ceques, con pisos andinos verticales, estaban dotados con fronteras complejas que determinaban una territorialidad sustentada en amojonamientos y delimitaciones (suyu), la implantación de la administración colonial incaica, sistemas tributarios y de trabajo (suyu para la mita agrícola), fortificaciones militares y colonizaciones (yanaqkuna y mitmaqkuna/mitimaes) y trasplantes de población (Sanhueza Tohá 2004). Lo cual trajo complejidad con la reactivación de los conflictos étnicos precoloniales que habían sido reorganizados previamente por el Imperio inca, además de dificultar las relaciones entre los grupos andinos y amazónicos (Millones 1972, 39). Ahora bien, la asimilación de la territorialidad inca al esquema analítico fundamentado en Estados dotados de fronteras y políticas fronterizas es algo discutible (Sanhueza Tohá 2004), y que solo puede caer en la traducibilidad terminológica y cognitiva que abre espacios jurídicos. Territorios, en fin, calificados hoy como “ancestrales” (Herreño Hernández 2004) y que tienen una concepción jurídica equivalente a la de “terras tradicionalmente ocupadas” (Berno de Almeida 2004), son inconmensurables en las traducciones terminológicas, como ya comentamos. Por ello, deben repensarse con categorías jurídicas autóctonas reconocibles. Aunque es manifiesta la concepción mixta de una territorialidad más biocentrada, como intentan recoger las constituciones de Ecuador y Bolivia, está aún por resolver la concepción de Estados-naciones plurales fundados en analogías interjurídicas. Si la frontera es un productor de la materialidad jurídica, queda por solventar su falta de futuro aquí. La crisis del Estado unitario puede recibirse también atendiendo a otras hipótesis que territorializan inter-Estados en una unión continental originaria, que estaría depositada en la comunicación marítima (baste recordar el comercio de Spondylus al sur y al norte de Ecuador) y, especialmente, fluvial de los pueblos y naciones americanos; tesis designada por Saguier (2018) como de las hidrovías (conectadas las cuencas del Orinoco, el Amazonas y el Plata). Estas hidrovías que conectan a los pueblos y naciones americanos tendrían el sentido de espacios sin fronterizar, al menos en el cerrado sentido eurocéntrico y atlántico. Existiría una “cartografía ancestralmente memorizada”, también regulada en los itinerarios económicos y las peregrinaciones religiosas, que contribuye a la etnogénesis del territorio (Saguier 2018, 19 y ss., y 25 y ss.).
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siempre disputado y resistente, cimarrón (Crespo Solana 2006), conformando fronteras inconclusas en cuanto territorios marginales (frontera caríbica) no acabados de incorporación definitiva (Perera 2006). Cuba, el circuncaribe (Von Grafenstein 1997) o el Caribe fractal (Ette 2004) y el emblemático Haití (Alfonso et al. 2010) han conformado, por último, una abertura al cierre del espacio fronterizo hispanoportugués e imperial europeo y angloestadounidense. De cualquier forma —y ante el cierre de América Latina por el sistema económico global entre las fronteras estadounidenses del sur, y la detención africana de Europa en su retirada colonial, que en el caso de España, perdida definitivamente Filipinas, se sigue abriendo a Hispanoamérica (Portugal aún conserva sus influencias lusófonas)— ocurre que en la comparación de los dispositivos fronterizos estadounidenses y españoles en Marruecos (Calavita 2006), estos se pueden considerar como equivalentes, en este sentido, de la injerencia continental bajo la excusa de la vigilancia. Aunque la frontera estadounidense como ejemplo anglo ha sido tremendamente productiva (Álvarez 1995), habría que prestar atención al equívoco estatuto de las fronteras marginales y sumatorias del capitalismo como cierre definitivo de la espacialidad latinoamericana que la misma Abya Yala/Quilombola se ocupa de contestar. Belice es uno de los últimos vestigios del colonialismo británico. Guatemala reclama Belice con el argumento de ser aquella la heredera de los derechos de España sobre el territorio con base en el derecho de sucesión otorgado por el uti possidetis iure (Paz Salinas 1979). Si bien la Corona española no fundó asentamientos permanentes debido a la ausencia de metales preciados y a lo inhóspito del terreno que presuponía como propio, otros países europeos que disponían de burguesía y estructuras sociales y económicas, que les permitían alimentar mercados de consumidores de productos tropicales como la madera de caoba, estuvieron interesados en el futuro territorio beliceño, en virtud de la libertad del mar (Bosch 1970). Siendo un territorio marginal a la Corona, reducto de disidencias de las milpas mayas, renegados europeos, y cimarrones y deportados, se reclamará a España la plena soberanía esgrimiendo el derecho de posesión que les otorgaba la ocupación efectiva del territorio (Paz Salinas 1979, 36). Ahora bien, aunque la soberanía no dejó de ser española, la frontera anglosajona se fue imponiendo en los tratados internacionales con el derecho a la explotación comercial. También México reclamó la soberanía de Belice. Sin embargo, Inglaterra sostenía que los tratados de 1783 y 1786 (Versalles y Convención) seguían vigentes, por lo que la soberanía sobre el territorio beliceño recaía aún en España, y que ni México ni Guatemala tenían la posesión efectiva del territorio, no pudiendo ser interlocutores; hasta la firma del convenio de límites de 1859, origen del actual diferendo limítrofe entre Belice y Guatemala. Al renunciar México al territorio beliceño se establecieron las fronteras utilizando como referencia el río Hondo. En 1981 Belice logra la independencia convirtiéndose en miembro de las Naciones Unidas y de la Commonwealth. Guatemala no aceptó ninguna conciliación. Posteriormente se determinó acudir a la Corte Internacional de Justicia (CIJ), lo que tiene que ser
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8 La retirada de España de sus posesiones históricas africanas, la provincia hispánica de la Mauritania Tingitana/Hispania Transfretana, siempre fue incompleta. La tardía “presencia española” en el “reparto” africano, en su colonia del Sahara Occidental, que se replegó sin resolver el conflicto saharaui, con nefastas consecuencias fronterizas (Martin-Márquez 2006), dejó contenido el apartheid africano en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.
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aprobado por ambos países a través de un referéndum (Toussaint 2009, 124-126). En el caso que nos ocupa, las fronteras están en gran parte delimitadas por ríos navegables: lo que no deja de ser una discrecionalidad, dado que el recurso natural muda, dejando de ser confiable. El método de demarcación que define la línea divisoria en el canal más profundo de la corriente principal deja de ser operativo cuando en la frontera entre México y Belice desaparece el cauce (García y Kauffer 2011, 151). Esto favorece los flujos migratorios, convirtiéndose el agua en lugar de tránsito de personas a través de los límites fronterizos. En las vallas de Ceuta y Melilla podemos atisbar un denso resultado acumulativo en el mismo sujeto histórico. Espacios híbridos que se van transformando y donde confluyen prácticas de sujetos e instituciones que se encuentran situadas en diferentes contextos espaciales dependientes de estructuras coloniales8; reforzando discursos, mitos y estereotipos de la colonización de la frontera como un espacio vacío (Ferrer-Gallardo 2008, 132). A través de sus mutaciones es posible percibir las políticas de fronteras de la UE. En 1998 era un muro de tres metros de altura y se realizó una ampliación de este, doblando su altura, en el 2005. Años después se añadirá una alta sirga tridimensional, mallas antitrepa y alambres de cuchilla (Ferrer-Gallardo y Gabrielli 2018, 13-14). El control de las fronteras, en cuanto bifrontes asimétricas, muestra el compromiso con el dispositivo, debido a distintos motivos de dependencia y soberanía. Lytle Hernández (2015) recuerda, a través de documentación del mexicano Archivo Histórico del Instituto Nacional de Migración, cómo el control de la frontera no ha sido históricamente exclusividad de Estados Unidos como resultado de la defensa de su soberanía, el control de la mano de obra o de la inmigración indeseada. En sus diferentes departamentos de migraciones, desde 1926 se hacía cumplir la ley de inmigración mexicana, a través de las labores de vigilancia y regulación de los contingentes migrantes, gestionando la salida y el regreso de sus ciudadanos mexicanos u otros, e impidiendo que contingentes laborales cruzaran de manera ilegal hacia Estados Unidos (Lytle Hernández 2015, 33-34). El Gobierno marroquí, por otra parte, ha desempeñado un papel de cooperación con el español en el control migratorio, desarrollando una notable capacidad para gestionar los tiempos del control fronterizo. Al igual que sucede con otros países, el control de flujos migratorios “en tránsito”, que gestiona Marruecos, es un instrumento de gran importancia en las relaciones bilaterales con sus vecinos del norte (Ferrer-Gallardo y Gabrielli 2018, 29). Las políticas encaminadas a la deslocalización del control fronterizo comienzan con el programa de La Haya en 2004. La UE impulsará este proceso a través de diferentes instrumentos de política de vecindad. Las “devoluciones en caliente” que practica el
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Gobierno español a través de distintas reformas normativas devuelven a los ciudadanos no europeos a través de la frontera. En el caso de Estados Unidos-México, esta política de externalización se manifiesta en diferentes programas, con el fin de atender y controlar los flujos migratorios centroamericanos hacia Estados Unidos (Castañeda 2015). Surge ilusoriamente, tras la declaración de una crisis humanitaria por parte del Gobierno estadounidense por el alto volumen de migración centroamericana, principalmente, menores no acompañados y familias con niños, y el requerimiento de este a los gobiernos de la región para contener el flujo migratorio. Se pretendió conseguir también el ordenamiento fronterizo en los cruces oficiales con Guatemala y Belice, creando Centros de Atención Integral al Tránsito Fronterizo; mejorando las condiciones de los albergues y estaciones migratorios. También especificaba la puesta en marcha de medidas de corresponsabilidad regional y colaboración multilateral, aunque la política mexicana de migración adquirió un carácter de detención y deportación. Hoy, tanto la población hispana estadounidense como la población mexicana y centroamericana en marcha hacia la frontera-muro retan a Estados Unidos. Ceuta perteneció a Portugal en 1415 y pasó a manos españolas en 1668. El Reino de Castilla conquistó Melilla en 1497 (Ferrer-Gallardo y Gabrielli 2018). En 1863, durante el reinado de Isabel II, ambas ciudades se convirtieron en puerto franco, lo que incentivó el comercio, dejando de ser simples puestos militares (Castan 2009). Luego del protectorado español en Marruecos, entre 1912 y 1956, Marruecos logró la independencia, pero sin los enclaves españoles: Ceuta y Melilla siguieron bajo la soberanía española. En 1986, con la entrada de España en la Unión Europea, el Gobierno español negoció que ambas ciudades se mantuvieran al margen del territorio aduanero comunitario, lo que supuso que conservaran un régimen fiscal especial acarreando que la entrada de mercancías quedara exenta de aranceles. Esta excepcionalidad se mantuvo tras el acuerdo de Schengen: es decir, ninguna de las dos ciudades se encuentra dentro de la Unión Aduanera Comunitaria. Su economía es, por tanto, la de un “comercio atípico” (Fuentes Lara 2016) a través del paso del Tarajal I, por donde pueden circular personas, pero no mercancías. Marruecos no reconoce esta frontera como aduana comercial, ya que reivindica el territorio como propio. Sí existe aduana comercial en Melilla, desde 1896, ya que era la salida natural para exportar los minerales del Rif (Ferrer-Gallardo y Gabrielli 2018). Las porteadoras provienen de las inmediaciones, cuya residencia permite el acceso sin visado a Ceuta, pero les prohíbe pernoctar. Todos los días que se abre el paso del Tarajal, trasladan fardos cuyo peso puede oscilar entre los 50 y los 90 kilos. Para subir este peso a la espalda se necesitan hombres estibadores. Las mujeres suelen trabajar por comisión, portando ropa y calzado, enseres, tecnología y artículos de ferretería. Al otro lado los espera el cliente para recoger la mercancía. Después regresan a sus casas en taxis colectivos. En febrero de 2017 abrió el nuevo paso El Tarajal II, que sustituyó al anterior, donde las mujeres tenían que cruzar por un angosto puente. Tenían un tiempo limitado para realizar el tránsito, sufrían
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arbitrariedad policial a ambos lados de la frontera y largas esperas en la playa bajo temperaturas de 45 °C; les podían requisar parte de la mercancía, sufrir agresiones de los agentes cuando estos intentaban mantener el orden, y en ocasiones se producían avalanchas con muertes (Ferrer-Gallardo y Gabrielli 2018).
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La perforación de las fronteras en las agendas migratorias propias, la unidad regional y el pluralismo territorial La integración regional latinoamericana (integración centroamericana, andina y caribeña), aunque pueda ser primariamente industrial, financiera y comercial, abre algunos espacios novedosos (Sanahuja 2009), donde se articulan los distintos países históricamente comprometidos, con distintas opciones (Alalc, Aladi, MCCA, Caricom, CAN, Unasur, Mercosur, Alba), y donde al menos se abren a políticas de reconocimiento transmigratorio como el pasaporte andino, así como desarrollo fronterizo, por ejemplo, en la Comunidad Andina-CAN (Ramírez 2008). El Mercosur, más restrictivo, ha establecido junto con la CAN y Chile, un Área de Libre Residencia de tipo laboral. Lo cierto es que en lo relativo a las fronteras —más allá de las controversias sobre la seguridad, especialmente entre las fronteras de Brasil, Venezuela y Colombia, que dificulta su integración regional (Briceño Monzón 2009)— se han vislumbrado numerosos avances en la Región Andina tendientes a la cooperación y la apertura de “oportunidades”; a pesar de “la cultura política y la tradición institucional de la región [americana], que se caracteriza por distintos grados de centralismo, y por una marcada defensa de la inviolabilidad y la integridad del territorio de cada Estado, desde que fuera adoptado el principio de intangibilidad de las fronteras del periodo colonial a partir de sus independencias políticas” (Sanahuja 2009, 41). De igual manera, y aunque se haga necesario posicionarse en transversalidades interculturales y feministas, el desborde de las fronteras encarnizadas que aporta el estudio de los feminicidios, violaciones, encierros y maltratos en la frontera norte e in itinere (Monárrez y Córdoba 2007) y la teoría transgénero es importante. Hoy se ha abierto la discusión sobre las analogías jurídicas en el derecho intercultural y el pluralismo jurídico (Sánchez-Castañeda 2011); y las fronteras afuera y adentro de las naciones pueden contener comunidades diversas con itinerarios históricos y jurisdicciones territoriales distintos en marcos incluso liberales. Las comunidades afrodescendientes americanas hacen hincapié necesariamente en una “territorialidad de vida”, en el suelo ocupado marginalmente por el cimarronaje y los quilombos/palenques/cumbes, y las zonas de mayor concentración afroamericana “remanente”: a causa de la desintegración de las reducciones y haciendas en las que eran esclavos, compra, donación, concesiones estatales, legado testamentario, abandono de patronos y cultivos o minas, etcétera; dado que los “territorios nacionales son espacios de poder fundamentales en esta cartografía de la política racial” (Lao-Montes 2009, 231), aunque en conflicto con territorios ancestrales indígenas (Hoffmann 2002), y puesto que la responsabilidad mundial por la esclavitud (agenda de Durban) aún no se ha dirimido (Lao-Montes 2009).
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De la mayor relevancia para contestar las fronteras nacionales americanas, como sus fronterizaciones consecutivas e inacabadas al interior, es vislumbrar el sentido político de las poblaciones originarias no contactadas o retornadas al bosque (Parellada 2007), como por supuesto los movimientos de ocupación de tierras en la lucha agraria (Veltmeyer 2008). El retorno al bosque es un procedimiento político de reocupación del territorio, que, como en el pueblo chaqueño ayoreo, se hace presente en territorios ancestrales en los casos de acoso y expulsión, y que en la Amazonía se han constituido como “terras tradicionalmente ocupadas” (Berno de Almeida 2004). Por último, aunque las migraciones alcancen agenda propia, distinta a la de los gobiernos y sus acuerdos fronterizos, queda por ver una plurinacionalidad menos rígida que las contenciones nacionales, unitarias y pluriculturales, puesto que el uti possidetis (de iure o de facto) viene roto por la distribución geográfica indígena (Barié 2003, 24 y ss.), que pone de retorno a las migraciones indígenas como vanguardia aún, tremenda, de las posibilidades o imposibilidades no tanto de una postnacionalidad como de una plurinacionalidad genuina.
Referencias
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Procesos de formación de subjetividades migrantes por los mecanismos de poder de frontera* Pablo Domenech** Universidad de Murcia, España https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.02 Cómo citar este artículo: Domenech, Pablo. 2018. “Procesos de formación de subjetividades migrantes por los mecanismos de poder de frontera”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 32: 33-51. https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.02 Artículo recibido: 30 de agosto de 2017; aceptado: 09 de abril de 2018; modificado: 25 de abril de 2018.
Palabras clave: Thesaurus: estado de excepción; frontera; soberanía. Autor: biopolítica; dispositivo de poder; Frontex. *
Este artículo forma parte de una investigación doctoral en el programa de Formación de Profesorado Universitario (FPU), financiado por el Ministerio de Educación, Ciencia y Deporte (MECD) de España. Referencia: FPU13/00716.
** Máster en Filosofía Contemporánea por la Universidad de Granada de España. Investigador predoctoral de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Murcia. Entre sus últimas publicaciones están: “Excepción en la frontera. Laberintos legitimadores de la violencia soberana en los límites del Estado”. Ágora: Papeles de Filosofía 36 (2): 75-100, 2017; “Cruzando el cuerpo. Dispositivos de frontera y procesos de subjetivación”. Daimon. Revista Internacional de Filosofía 5: 667-677, 2016. *pablo.domenech@um.es
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Resumen: la política europea de fronteras ha experimentado numerosos cambios a lo largo de los últimos años, intentando dar diferentes soluciones al fenómeno conocido como crisis migratorias. Y, en virtud de dichas modulaciones, ha mutado también la formación de subjetividades migrantes desde el punto de vista de los poderes que gestionan las fronteras europeas. Así, en función de los mecanismos de control migratorio en sus variantes terrestre y marítima, se ha tratado a los migrantes según principios antropológicos heterogéneos. Ello nos exige comprender el régimen fronterizo europeo en función de las relaciones entre las estrategias tecno-políticas y las figuras de subjetividad que precisan para su legitimidad. Pero a pesar de una supuesta convergencia institucional y estratégica, sorprende que la gestión de las migraciones dé lugar a una pronunciada diversidad en las prácticas gubernamentales, en función de si las fronteras son terrestres o marítimas, y ante ciertos eventos especialmente trágicos asociados a las migraciones globales. Por lo tanto, trazaremos un mapa conceptual destinado a mostrar las diferentes formas de codeterminación entre los mecanismos de poder en la frontera y los procesos de subjetivación asociados a ellos, y así poder identificar los elementos claves que puedan dar lugar a antropología filosófica desde el marco del dispositivo fronterizo integral en el que se ha convertido la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex).
Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 32 · Bogotá, julio-septiembre 2018 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 20 11-4273 · pp. 33-51 https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.02
The Processes of the Formation of Migrant Subjectivities by the Border Mechanisms of Power
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Abstract: European border politics have gone through numerous changes in recent years as they try to find different solutions to the phenomenon known as the migratory crisis. And as a result of these shifts, the formation of migrant subjectivities has also mutated, as shown in the viewpoint of the powers that manage the European borders. So, in accordance with variations in the mechanisms of migration control at terrestrial and maritime borders, the migrants have been dealt with in accordance with heterogeneous anthropological principles. This means that we must examine the border regime in terms of the relations between the techno-political strategies and the figures of subjectivity which those strategies need to legitimize themselves. But, despite the supposed existence of an institutional and strategic agreement, it is surprising that the management of migration in Europe has led to widely diverse governmental practices, depending on whether the border is a land or maritime one and the impact of some especially tragic events which occur in global migrations. Therefore, we draw a conceptual map of the different modes of codetermination between the mechanisms of power on the borders and the processes of subjectification associated with them, in order to identify the key elements which may lead to a philosophical anthropology, in the framework of the integral frontier mechanism which the European Border and Coast Guard Agency (Frontex) has become. Keywords: Thesaurus: Boundaries; sovereignty; state of emergency. Author: Bio-politics; Frontex; mechanism of power; philosophical anthropology. Processos de formação de subjetividades migrantes pelos mecanismos de poder de fronteira Resumo: a política europeia de fronteiras tem experimentado numerosas mudanças ao longo dos últimos anos, na tentativa de dar diferentes soluções para o fenômeno conhecido como crises migratórias. Por isso, tem mudado também a formação de subjetividades migrantes do ponto de vista dos poderes que administram as fronteiras europeias. Assim, de acordo com os mecanismos de controle migratório em suas variantes terrestre e marítima, os migrantes têm sido tratados segundo princípios antropológicos heterogêneos. Isso nos exige compreender o regime fronteiriço europeu em função das relações entre as estratégias tecnopolíticas e as figuras de subjetividade que precisam para sua legitimidade. Contudo, apesar de uma suposta convergência institucional e estratégica, surpreende que a gestão das migrações torne evidente uma pronunciada diversidade nas práticas governamentais, a depender de se as fronteiras são terrestres ou marítimas e ante certos eventos especialmente trágicos associados às migrações globais. Portanto, traçaremos um mapa conceitual destinado a mostrar as diferentes formas de codeterminação entre os mecanismos de poder na fronteira e os processos de
Procesos de formación de subjetividades migrantes por los mecanismos de poder de frontera Pablo Domenech
subjetivação associados a eles, e assim poder identificar os elementos-chave que possam dar lugar à antropologia filosófica no âmbito do dispositivo fronteiriço integral no qual a Agência Europeia da Guarda de Fronteiras e Costeira (Frontex) se converteu. Palavras-chave: Thesaurus: soberania. Autor: biopolítica; dispositivo de poder; estado de exceção; fronteira; Frontex.
Ceuta y Lampedusa. Dos trágicos eventos con diversas respuestas gubernamentales
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n octubre de 2013 se ahogaron 350 personas en un accidente naval junto a la costa de Italia. Cuatro meses después, quince personas murieron en la costa de España por acción directa de las fuerzas del orden. La negligencia del primer caso llevó a la puesta en marcha de una operación estatal de rescate sin precedentes. La responsabilidad de los actos criminales está aún pendiente en el segundo caso. En primer lugar, estamos hablando de la operación Mare Nostrum. Esta comenzó el 18 de octubre de 2013, después de que en ese mismo mes dos sucesos produjeran una gran conmoción en la opinión pública. El 3 de octubre de 2013, un barco con más de 500 migrantes a bordo se hundió, después de un incendio a bordo, a media milla náutica de la costa de la isla italiana de Lampedusa. Tan solo sobrevivieron 155. El día 11 otro navío con 200 personas naufragó frente a la costa de Sicilia, causando la muerte a 30 (IOM 2014, 5). Una semana después se puso en marcha Mare Nostrum con el objetivo de rescatar a migrantes clandestinos a la deriva en un área de más de 27.000 millas cuadradas (69.929 kilómetros cuadrados) en el canal de Sicilia, que llegaba hasta las aguas territoriales de Túnez y Libia. Fue un gran éxito, y fueron rescatados más de 166.000 seres humanos. Sin embargo, apelando a su alto coste y a un posible “efecto llamada” que intensificara la migración, Italia decide finalizar la operación el 31 de octubre de 2014 (AI 2015a, 15-16). Así, en noviembre de 2014 es sustituida por la operación Tritón, coordinada por la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex), desde 2016, cuyo objetivo declarado es, en cambio, el control y vigilancia de las fronteras en el Mediterráneo central (Frontex 2016). Por otro lado, hemos introducido los eventos sucedidos en la playa del Tarajal, en la ciudad española de Ceuta, en África, la madrugada del 6 de febrero de 2014. En ellos 300 personas de origen subsahariano intentaron llegar a la costa española bordeando el espigón que la separa del territorio marroquí. Las fuerzas de seguridad de Marruecos consiguieron detener a unos 100 migrantes, aproximadamente, y el resto llegaron al agua, pertrechados con flotadores. En ese momento, los marroquíes dejaron de actuar, y los agentes de la Guardia Civil española empezaron a intervenir. Estos comenzaron disparando al aire material antidisturbios: disparos de fogueo, pelotas de goma y gas lacrimógeno. Pero cuando ello no detuvo a los
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migrantes, pasaron a apuntar al agua, a los flotadores y a los cuerpos. Veintitrés personas llegaron al territorio soberano español, pero inmediatamente fueron expulsadas a territorio marroquí, por el procedimiento que se conoce como “devoluciones en caliente”, práctica ilegal por la que se expulsa inmediatamente a los inmigrantes llegados a suelo patrio, impidiendo la posibilidad de solicitar derecho de asilo. Quince personas se ahogaron, dos resultaron desaparecidas y hubo múltiples heridos (Caminando Fronteras 2014; Mugak 2014). A la gravedad del caso hay que añadir el continuo intento por parte de las autoridades del Gobierno español de esconder y desvirtuar la información sobre los hechos. En pocos días se sucedieron varias versiones oficiales sobre lo acaecido, que continuamente eran desmentidas por testigos, periodistas y material gráfico (Sánchez 2014). Sin embargo, no se trató del primer caso de víctimas mortales a causa de la acción directa de las fuerzas de seguridad españolas o marroquíes. Ya en 2005 hubo al menos catorce víctimas mortales de migrantes que intentaban traspasar las fronteras terrestres entre Marruecos y España (APDHA 2014, 26-27). Tampoco es una novedad que las fuentes oficiales escondan o tergiversen la información sobre los efectos de la violencia fronteriza1. Lo inaudito del caso de Tarajal no es la escala de la tragedia humana, ni el modo de actuar de los agentes de la ley. Tampoco lo fue la ultrajante respuesta gubernamental, impropia de un Estado de la Unión Europea (UE). Lo lacerante de este caso fue la absoluta impunidad con que las instituciones públicas actuaron en perjuicio de migrantes en una situación de vulnerabilidad. Las agresiones, la falta de socorro, las expulsiones extrajudiciales, las mentiras y las manipulaciones, todo ello se sucedió ante la vista de la opinión pública. Finalmente, en octubre de 2015, el Juzgado de instrucción número 6 de Ceuta archiva el caso por el que se había imputado a dieciséis guardias civiles las quince muertes, responsabilizando a los propios migrantes de su trágico final (Sánchez 2015). Los dos hechos sucedidos con escasos meses de diferencia, y en el contexto homogéneo de situarse en las fronteras meridionales de la Unión Europea, dieron lugar a respuestas muy distintas en lo institucional y en lo humanitario. Mientras que la tragedia de Lampedusa, producto de una negligencia, llevó al Gobierno italiano a organizar la mayor misión de búsqueda y rescate en alta mar de las que se tenga constancia, los hechos de Tarajal, producto de la acción deliberada de las fuerzas del orden españolas, no hicieron mella en el inmovilismo institucional. La respuesta más sencilla a esta divergencia sería que el flujo migratorio en el Mediterráneo central al que se enfrenta Italia es de mayores proporciones que el que debe gestionar España en el Mediterráneo occidental. También se puede señalar acertadamente que el número de víctimas fue mucho mayor en el primer caso. Sin embargo, aunque así sea, ello conlleva dos problemáticas a las que hay que dar respuesta. La primera se refiere a la necesidad de comprender por qué se da tal 1
Por ejemplo, Gabriela Sánchez informa (2013b) sobre las falsas versiones oficiales del intento de salto de la valla fronteriza de Melilla por cerca de 300 migrantes subsaharianos, el 26 de junio de 2013 (Sánchez 2013a).
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La reducción antropológica del migrante en la frontera terrestre soberana Comenzaremos con el caso de Tarajal, porque la tragedia apenas si produjo cambios institucionales. La Guardia Civil tan solo prohibió el uso de pelotas de goma para rechazar el cruce irregular de fronteras (Sanmartín y Sánchez 2014). También conllevó que el Gobierno de España realizara una reforma legislativa con el objetivo de dar cobertura legal a las devoluciones en caliente par parte de las fuerzas de seguridad y sin mediar orden judicial. Esta práctica se había ejercido al menos desde el 2001 (AI 2005, 20) al margen de la legalidad nacional e internacional vigente, pero con la Ley Orgánica 4/2015 “se decidió a dar el paso hacia adelante de hacer coincidir la realidad legal con la realidad material” (APDHA 2016, 9). Sin embargo, esta ley apela a “la normativa internacional de derechos humanos y de protección internacional de la que España es parte” (BOE 2015, 27242), normativa que explícitamente sanciona la deportación inmediata de los migrantes sin antes ofrecer la posibilidad de solicitar asilo y que su expulsión esté avalada judicialmente (AI 2005, 9-10; Caminando Fronteras 2017, 54). Así, la regulación del rechazo en frontera -como lo denomina la ley- queda
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heterogeneidad de políticas asumidas por Estados que comparten el mismo marco institucional de la Unión Europea, y que se enfrentan a dos aspectos de un mismo evento migratorio. La segunda cuestión trata de hasta qué punto los códigos legitimadores de ambos modelos de control migratorio se asemejan. Cuestión que viene reforzada porque las dos estrategias difieren además en las consecuencias sobre las formas en que los migrantes son tratados y considerados desde el punto de vista jurídico y administrativo, afectando a sus trayectorias vitales, como individuos y como colectivos, esto es, afectando a sus procesos de subjetivación. Precisamente profundizaremos a continuación en las raíces estructurales y las consecuencias antropológicas que han producido dos modelos fundamentalmente diferentes de gestión de la problemática migratoria. No se trata de esclarecer la legitimidad de regímenes políticos concretos -como propone James Hampshire (2013), por las paradojas a las que se enfrentan los Estados liberales respecto a la migración- sino que nuestro enfoque pretende establecer las condiciones de racionalidad de las distintas formas de poder en las fronteras, en función de la materialidad ontológica y antropológica sobre la que se ejercen dichas formas de poder. El objetivo es comprender la relación que tienen las formas de subjetividad con las disímiles formas de poder que las gobiernan en cada momento y lugar. Así, el modo en que se gestiona la frontera conlleva diversas estrategias de cruce por parte de los migrantes y, a partir de ello, formas distintas en que estos se insertan y habitan en las sociedades de acogida. Con ello nos proponemos realizar una cartografía esquemática de las modulaciones del poder y las formas de subjetividad en los espacios que abre la frontera global. Finalmente, intentaremos articular una hipótesis que permita comprender estos fenómenos heterogéneos dentro del mismo paradigma político y antropológico, haciendo referencia para ello al dispositivo integral de gestión de fronteras que es la agencia Frontex.
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reglamentada pero sin garantías de su propia legalidad dentro del corpus legislativo (CEAR 2016). Esta necesidad de regular, aunque sea espuriamente, prácticas que vulneran los derechos humanos de los migrantes no significó un cambio de perspectiva gubernamental, sino el deseo de legalizar prácticas ya normalizadas en la cotidianidad de la gestión de las fronteras de Ceuta y Melilla. Esta defensa de la arbitrariedad estatal en las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla indica un peculiar celo gubernamental en la búsqueda de legitimación de la violencia física y jurídica sobre las personas que intentan cruzar la frontera. Y esta tensa relación entre violencia y legalidad que se da en las fronteras contemporáneas pone en juego la forma de poder de la soberanía (Bauman 2004; Brown 2015; De Lucas 2015; Sassen 2015). Más concretamente, la soberanía es la forma de poder privilegiada en las fronteras territoriales de los Estados-nación porque, al menos desde la Paz de Westfalia (1648), el sistema internacional de los Estados modernos se funda en el poder absoluto de los Estados dentro de sus confines como dispositivo2 de seguridad contra la violencia física entre los súbditos, y contra los ataques de fuerzas extranjeras (Campillo 2008, 215-218). Lo paradójico del autoritarismo fronterizo es que, mientras que se legitima en la lógica de la soberanía territorial, al mismo tiempo vulnera el régimen internacional fundado en 1945 -aquel que se constituyó con la Organización de las Naciones Unidas, también heredero del derecho internacional westfaliano- (Velasco 2016). Esta contradicción se debe a que dicho sistema se basa en los Estados-nación como unidad operatoria a nivel geopolítico, mientras sitúa un conjunto de derechos fundamentales, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, por encima de la soberanía nacional (Campillo 2008, 221). Y uno de los síntomas más evidentes de la tensión entre los Estados-nación y los procesos de globalización es la proliferación de dispositivos fronterizos. La demarcación de las fronteras responde a que “cada nuevo período y cada nueva época de la coexistencia de pueblos, imperios y países, de potentados y potencias de todo tipo, se basa sobre divisiones del espacio, nuevas delimitaciones y nuevas ordenaciones espaciales de la tierra” (Schmitt 2002, 45-46). Pero la proliferación de muros fronterizos no responde al nomos originario de la tierra, porque si bien desde la teoría clásica de la soberanía “fue vallando el espacio como nació la soberanía” (Brown 2015, 66), no es menos cierto que hasta recientemente las fronteras no necesitaban de cierres materiales para demarcar su poder3, sino que se hacía normativa y cartográficamente. En el caso de Ceuta y Melilla, la demarcación fronteriza se
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Entendemos la noción de dispositivo tal y como la tematiza Michel Foucault en Vigilar y castigar (2002), en referencia a los dispositivos disciplinarios y penitenciarios, y en La voluntad de saber (2005), en referencia al dispositivo de la sexualidad. Aunque Foucault expone más explícitamente qué entiende por dispositivo en una entrevista (1980) aquí seguiremos el análisis crítico de Gilles Deleuze (1990).
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Con escasas excepciones, siendo la más notable la del Muro de Berlín.
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Las fronteras de Ceuta se demarcaron topológicamente en 1860, y las de Melilla se dibujaron geodésicamente en 1891. En ambos casos se marcaron con mojones y estacas, sin suponer un obstáculo geográfico (Remacha 1994).
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Solo así se pueden explicar los más de 18.000 kilómetros de fronteras fortificadas tan solo en 2012 (Rodier 2013, 56), los cuales no han dejado de crecer.
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hizo a través de tratados y convenios según el derecho internacional4, sin necesidad de construir vallas (Remacha 1994) hasta la década de 1990 (Ferrer-Gallardo 2011). En cambio, los dispositivos fronterizos contemporáneos son un elemento central de la dinámica que Wendy Brown ha venido a describir como un exuberante espectáculo de apología del poder soberano: “los nuevos muros funcionan a menudo como escenificaciones teatrales, proyectando un poder y una eficacia que en realidad no ejercen ni pueden ejercer y que ellos mismos contradicen performativamente” (Brown 2015, 36). En el contexto de la globalización, el Estado encuentra cada vez más difícil legitimar históricamente el principio de su autoridad, y, en consecuencia, el poder soberano se segmenta, supeditado a estructuras internacionales e internacionales (Ricciardi 2016). Y, por tanto, los Estados contemporáneos han acudido a la categoría de frontera para hacer frente a este estado de anomia operativa y simbólica. Y ello por dos motivos: por un lado, porque marcan el topos que legitima su poder soberano según la lógica westfaliana. Por otro lado, porque dan una solución simbólica al fenómeno transnacional de las migraciones globales: narran al ciudadano que el Estado todavía lo protege, y al migrante indeseado, que no es bienvenido. Por todo ello, la protección de las fronteras es muy importante para los gobiernos estatales. En ausencia de una estrategia clara, las vallas y los muros fronterizos dan una respuesta improvisada al fenómeno de las migraciones globales (Bauman 2004, 142-143), a pesar de ser fundamentalmente ineficaces (Brown 2015, 158-163). Y además, los muros fronterizos permiten mecanismos de justificación del poder estatal constreñido por los procesos de la mundialización (Brown 2015). De allí, la necesidad imperiosa de constituir un marco normativo para el uso y el mantenimiento de estos violentos dispositivos. Sin embargo, este circularismo -la necesidad de justificar los propios mecanismos legitimadores del poder a través de su propio ejercicio- conlleva una serie de tensiones no resolubles desde la lógica soberana, como ya expusimos en otra parte (Domenech 2017). Aun así, la fortificación de las fronteras se ha convertido en una especie de dogma gubernamental en los últimos años5, y en función de este se puede comprender el inmovilismo institucional ante la tragedia del Tarajal. Y si bien la tendencia a justificar la violencia en las fronteras globales puede explicarse por la confrontación de las tendencias globalizadoras con el previo sistema moderno de los Estados-nación, no se entienden de este modo los efectos que tienen sobre los procesos de subjetivación individuales y colectivos que se dan durante la migración y el cruce de fronteras. Ello es así porque en todo dispositivo de poder es inmanente la formación de subjetividades sobre las que gobernar y, recíprocamente, sobre las que se puede organizar la resistencia al dispositivo mismo (Deleuze 1990). Así, el dispositivo fronterizo contemporáneo requiere un sujeto determinado por dos formas complementarias: la primera es antropológica, sobre la
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que legítimamente puede ejercer su fuerza; y la segunda es la figura prospectiva de un sujeto rentabilizable por parte de las estructuras macroeconómicas en las que se insertan las fronteras contemporáneas. Respecto a esto último, hay que tener en cuenta que, mientras que muros fronterizos cumplen con una función teatral de promoción del poder de los Estados actuales, también cumplen una función para con el sistema económico global. Ante todo, son un lucrativo negocio para empresas de seguridad, de tecnología y de armamento (Rodier 2013). Pero también cumplen una función de control y gestión del mercado laboral global. Ello es posible porque el dispositivo fronterizo es estructuralmente asimétrico: mientras que es permeable para el tránsito de capitales y bienes mercantiles, es rígido y difícil de cruzar para los cuerpos humanos (Velasco 2016; Mezzadra y Neilson 2013), y la fuerza de trabajo es intrínsecamente indisociable de los cuerpos vivos (Mezzadra y Neilson 2013, 19). En este sentido, las fronteras semipermeables actuales funcionan como una suerte de filtro del mercado laboral, que por un lado establece un potencial diferencial en el coste de mano de obra, permitiendo la externalización de la explotación de las fuerzas del trabajo; y por otro lado crea un sistema de inclusión diferencial que hace de los migrantes ciudadanos de segunda mediante un sistema de signos jurídicos, culturales y raciales que los hace susceptibles de ser explotados, marginados y expulsados (Mezzadra y Neilson 2013, 157-166). Y el mecanismo más eminente de inclusión diferencial de migrantes es el dispositivo fronterizo. Pero esta subjetivación por inclusión diferencial debe pasar por el mecanismo selectivo de unas fronteras terrestres gobernadas por la lógica soberana. En este proceso, la frontera soberana reclama un sujeto antropológico determinado por la teoría clásica del Estado soberano, esto es, el enemigo. Thomas Hobbes justificaba la autoridad suprema del rey en la capacidad de proveer la seguridad física de sus ciudadanos, a partir del supuesto antropológico de que el ser humano naturalmente tiende al estado de guerra “de todo hombre contra todo hombre” (Hobbes 1980, 224). Pero fue Carl Schmitt quien estableció esta hostilidad connatural del ser humano, no como aquello que debe prevenir el soberano, sino como fundamento del poder político. Así, Schmitt define la esencia de la política como la capacidad de cada grupo social, sea cual sea, de delimitar a los amigos de los enemigos, y capaz de declarar la guerra contra estos en defensa de aquellos (Schmitt 1998). De ello se deduce que, desde la lógica soberana, el Estado precisa de un enemigo que legitime su autoridad, bien sean los otros Estados, sobre lo que justifica el ius belli westfaliano, bien sean otros sujetos, definidos como enemigos en función de una antropología pesimista que los hace esencialmente hostiles. En este sentido, las fronteras terrestres, en cuanto elemento fundamentalmente configurado desde la lógica soberana, definen territorialmente al amigo y al enemigo, y establecen la dialéctica nosotros/los otros. Así, cuando las fronteras estaban abiertas había una tensión sostenida entre los Estados-nación, que constituía potenciales enemigos contra quienes era legítimo hacer la guerra. Sin embargo, en la era de la
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globalización, “el Estado contemporáneo se ve obligado a buscar otras variedades, no económicas, de la vulnerabilidad y la incertidumbre sobre las cuales descansar su legitimidad” (Bauman 2011, 77), y encuentra esa inseguridad en la alteridad que representan los migrantes. Estos se han convertido en el perfecto chivo expiatorio para que las sociedades de acogida se sientan inseguras y den rienda suelta a su victimismo (De Lucas 2015, 35). La presencia del migrante en el territorio nacional siempre presenta al “pensamiento del Estado” una situación de incompletitud, una marca viva de la heterogeneidad irreparable de la sociedad, por un lado, y de la potestad soberana de discriminación y expulsión de la alteridad -con lo que ello implica para la construcción de la subjetividad de los inmigrantes- (Sayad 2010, 385-404). De este modo, la construcción de barreras físicas genera la percepción pública de los migrantes como asaltantes e invasores, que vienen a allanar el suelo patrio. Por tanto, las víctimas de la tragedia del Tarajal, desde el punto de vista de la soberanía territorial, estaban asaltando e invadiendo el Estado español, legitimando así la defensa violenta de la frontera. Pero, aun aceptados simbólicamente como enemigos, no pasaron desapercibidas las características raciales y sociales de los de migrantes. Por lo tanto, la categoría enemigo no es suficiente para hablar de las víctimas de la frontera global. Sin embargo, la dialéctica entre derecho -de asilo- y seguridad -nacionalpara legitimar la arbitrariedad y la violencia hacia los migrantes en la frontera es un falso dilema. Como afirma Walter Benjamin, la violencia más allá del derecho no funda ni conserva el derecho, sino que lo suprime (Agamben 2004, 80-81). En cambio, en las fronteras estatales la alternativa que se da, ha sido planteada por la jurista francesa Danièle Lochak en État de droit ou état de siège?: o bien se sigue la vía democrática del Estado de derecho, o bien estamos abocados al estado de excepción como “lógica específica y permanente en relación con un sector de la población, los inmigrantes” (De Lucas 2015, 36). Esta situación sería un síntoma más de fenómeno de generalización del empleo de la fórmula estado de excepción como paradigma de gobierno (Agamben 2004, 11), por la cual los decretos de ley declarados por el Poder Ejecutivo habrían sido el mecanismo privilegiado de legislación en Occidente desde la Primera Guerra Mundial (Agamben 2004, 23-38). En este sentido, la hipersoberanización de las fronteras fortificadas ha establecido un estado de excepción permanente, cuyo efecto inmediato es la constitución de un espacio de anomia, un limbo jurídico o un “infraderecho” que se les aplica sistemáticamente a los inmigrantes racializados del sur del Mediterráneo, privándolos de sus derechos más básicos (De Lucas 2015, 37-39). Esta suspensión soberana y sistemática de los derechos -“mediante la institución de un umbral entre anomia y nomos, entre vida y derecho” (Agamben 2004, 125)- produce nuevas figuras antropológicas que entran en tensión con los procesos de subjetivación de los propios migrantes. En el límite, los migrantes clandestinos derivarán en nuda vida, esto es, “la vida a quien cualquiera puede dar muerte pero que a la vez es insacrificable” (Agamben 1998, 18). El migrante agredido, el migrante deportado sumariamente,
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el migrante muerto en la frontera, es un ser humano reducido por el poder a mero cuerpo vivo, desprendido de sus categorías civiles y jurídicas, susceptible de toda violencia más allá del derecho. De este modo, la frontera reproduce la lógica del campo de concentración, en tanto que la excepción se convierte en norma (Agamben 2001, 37-43), legitimando la violencia arbitraria y la reiterada práctica ilegal de las devoluciones en caliente. Por tanto, desde el punto de vista de la excepcionalidad impuesta por el poder soberano se pueden comprender los hechos acaecidos en Ceuta en febrero de 2014 y la falta de consecuencias institucionales. Los migrantes ahogados y los migrantes expulsados sumariamente no eran sujetos de derecho, sino meros cuerpos que se deben gestionar, y en el límite, sacrificables en el altar de la seguridad nacional. Así, la frontera terrestre se transforma en un espacio permanente de excepción, umbral lógico y geográfico entre la ley y la decisión soberana.
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Gestión gubernamental del sujeto migrante en la frontera marítima Frente a la reducción antropológica producida por la excepcionalidad de las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla, parece que la reacción del Gobierno italiano ante la tragedia de Lampedusa discurrió en la dirección divergente. En el contexto de la crisis migratoria del Mediterráneo, Mare Nostrum, en efecto, se trató de una misión humanitaria que reconstituyó los canales de subjetivación de los migrantes alejándolos de las figuras del enemigo invasor y del cuerpo desnudo de derechos. Sin embargo, sin cuestionar aquí la encomiable labor de la Marina italiana, debemos preguntarnos el porqué de su corta duración. Al fin y al cabo, la operación Mare Nostrum supuso el paréntesis de apenas un año en la ruta migratoria más mortífera del planeta, que se había cobrado al menos 22.400 vidas entre 2000 y 2014, según estimaciones de la Organización Internacional para las Migraciones (IOM 2014, 20). Debemos, pues, dar respuesta al porqué de la eventualidad y fugacidad de esta perspectiva y acción humanitarias, ya que las cifras eran ya dramáticas tiempo antes de la puesta en marcha de esta iniciativa, y no han dejado de crecer desde que se clausuró6. Y es por esto mismo que no podemos apelar a los meros números para explicar tal respuesta. El régimen imperante en la ruta migratoria hacia Italia, hasta el momento de los naufragios relatados, era similar al de las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla, pues también estaba enfocado en la criminalización de los migrantes clandestinos. La Ley Turco-Napolitana, de 1998, y la Bossi-Fini, de 2002, impusieron la posibilidad de encierro extrajudicial de migrantes indocumentados -de hasta 18 meses, desde el 2008- las deportaciones forzadas y el establecimiento de un estado de inseguridad permanente para los migrantes irregulares (Ricci 2015, 111-116). Este estado de indefensión jurídica de ciertos sujetos forma parte del proceso de expansión de la excepcionalidad fronteriza en el interior del territorio -lo cual afecta no solo 6 En 2015 se registraron 3.771 muertes (Acnur 2016a), y en 2016 murieron más de 5.000 personas en el Mediterráneo (Acnur 2016b).
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7 A comienzos de 2015, al término de la operación Mare Nostrum, se llegó a la escalofriante cifra de un fallecimiento por cada dieciséis migrantes que tomaban la ruta el Mediterráneo central (AI 2015b). 8
Uno de los cuatro elementos de todo dispositivo de poder es el régimen de luz, que configura aquello que es visto o no desde las instancias gobernantes y gobernadas que se relacionan en las prácticas del dispositivo (Deleuze 1990).
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a Italia, sino también a España y, en mayor o menor medida, a todos los países del Primer Mundo- y lo más pernicioso es que con ello se degrada el propio Estado de derecho de los países receptores de migrantes (De Lucas 2015). En la relación problemática entre derechos, seguridad y migración -the “migration-security-rights trilemma”- hay una tendencia a priorizar la seguridad frente a los derechos de los migrantes y propios, sobre todo en el marco amplio de posibles amenazas de violencia terrorista (Lahav y Courtemanche 2012). En este clima sociopolítico, es en la frontera marítima donde esta deriva tiene más graves consecuencias, pues es allí donde la vulnerabilidad de los migrantes llega al extremo, por el alto riesgo de muerte7. A pesar de ello, tanto el Gobierno italiano como las instituciones comunitarias, lejos de buscar una solución, han padecido un caso de abulia institucional que ha agravado la situación. Por un lado, no han dado solución a las necesidades que ha generado el gran número de rescates en alta mar realizados por el sector naval civil y mercante (Aarstad 2015). Por otro lado, en algunas ocasiones han llegado a desincentivar tales rescates a través del uso espurio de las instituciones judiciales, tal y como lo demuestra Tugba Basaran con los casos de Cap Anamur y Morthada/El-Hedi de 2009 (Basaran 2014). Debido a ello se han producido numerosos casos en los que navíos civiles desatendieron el deber moral y legal, asentado en sendos tratados internacionales, de ayudar a embarcaciones en peligro en las que viajaban migrantes clandestinos (Basaran 2015). Estas prácticas y negligencias sistémicas han llevado a una indiferencia colectiva hacia la suerte de los refugiados globales, coordinada desde las instituciones soberanas (Basaran 2015). De este modo, el canal de Sicilia ha sido durante años un espacio de excepcionalidad, donde las leyes de protección internacionales no se han aplicado sobre aquellos que huían de África. Y aquellos que llegaban a tierra debían pasar por los filtros de inclusión diferencial, análogos a los del dispositivo soberano de la frontera terrestre. Así, en paralelo a la situación en Ceuta y Melilla, en la frontera marítima se ha dado la construcción de un sujeto similar al homo sacer agambeniano (Campesi 2015, 32), hacia el que no se tiene la obligación de prestar ayuda y cuya muerte no implica incurrir en delito alguno. Sin embargo, este régimen halló su punto de fractura con la tragedia de octubre de 2013 cerca de Lampedusa. Los códigos de legitimidad soberana no eran suficientes para justificar la indiferencia gubernamental, y la desafección popular encontró su límite en la cruda visibilidad de centenares de personas ahogándose cerca de la costa. Por ello, la operación Mare Nostrum no debe juzgarse únicamente en términos humanitarios, sino también como correctora del régimen de visibilidad del dispositivo8 fronterizo. Así, tal y como explica Martina Tazzoli (2015), Mare
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Nostrum cumplió dos importantes funciones. Primero, desempeñó un significativo papel en la restauración de la imagen pública de la República Italiana. Y segundo, ayudó a que, con la visibilización de los rescates marítimos, pasaran desapercibidas las políticas de movilidad de migrantes dentro de territorio italiano y europeo. Esta perspectiva nos ofrece fines estratégicos que explicarían el porqué de su eventual aparición y de su corta duración. Aun así, al igual que el régimen de excepcionalidad fronteriza producía efectos desde el poder en los procesos de subjetivación, Mare Nostrum significó la clausura de la reducción antropológica a nuda vida de los migrantes. La operación supuso la introducción por parte de los poderes gubernamentales de una perspectiva biopolítica9, en la que los sujetos -individuales y colectivos- se convertían en un elemento positivo sobre el que gobernar. Se trataría de la aplicación del principio de “hacer vivir o arrojar a la muerte”, desplazando el derecho soberano de “hacer morir o dejar vivir” (Foucault 2005, 146). Ello, como anteriormente en otros ámbitos de las sociedades humanas, ha permitido la reapertura del campo antropológico más allá de la sustracción del poder soberano (Foucault 2005, 143-148). De este modo los migrantes clandestinos vuelven a ser considerados por el poder como seres humanos, revirtiendo parcialmente el proceso de soberanización de las fronteras actuales. Sin embargo, con el fin de Mare Nostrum, y su sustitución por la muy menor operación Triton (AI 2015a, 19-21), nos encontramos con una resemantización de los regímenes de subjetivación del dispositivo fronterizo. El hecho de que se haya reconocido que la nueva operación ya no tenga el rescate de migrantes como objetivo principal (Ortiz 2015) no significa que se haya vuelto a imponer la lógica soberana10, sino que se ha producido una modulación en la concepción biopolítica de la gestión gubernamental de la ruta migratoria marítima. Esto se debe a que Mare Nostrum introduce la caracterización del migrante como sujeto biopolítico de forma directa, sin mediar la categorización propia de las sociedades liberales. El migrante rescatado es considerado meramente como ser humano que tiene derecho a la vida, y por ello debe ser salvado. Pero esta concepción no va más allá de la estipulada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, y de su formulación en términos de derechos abstractos. En cambio, la gestión de Frontex ha impuesto una biopolítica neoliberal en las fronteras de la UE. El régimen neoliberal de Frontex ha prescindido del objetivo del cierre total de las fronteras. En cambio, se basa en una gestión diferencial de la circulación (Campesi 2015, 33). Este régimen opera instalando controles locales, provistos de sofisticada tecnología securitaria y coordinados por la agencia comunitaria, dando lugar a un mecanismo de identificación y clasificación de los migrantes con el cual se genera 9 Entendemos la biopolítica como el “conjunto de mecanismos de conducción de conductas y fenómenos naturales relacionados con el ser humano en tanto que organismo viviente y en cuanto especie viviente, sujeto como tal a toda una serie de procesos biológicos de alcance colectivo” (Cayuela 2011, 259). 10 En realidad, las diferentes formas de poder no desaparecen cuando aparecen las otras, sino que se solapan, articulan y contraponen unas con otras (Cayuela 2008, 33-37).
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El dispositivo fronterizo Frontex y su paradigma antropológico No obstante, mientras se dan estas variaciones antropológicas, los migrantes siguen pereciendo por miles en las fronteras europeas. Tal vez no importa qué mecanismos de subjetivación hayan sido puestos en juego por las estructuras de poder mientras se suceden los naufragios en el mar, así como las muertes violentas y las devoluciones en caliente en la frontera terrestre. Sin embargo, la divergencia en las respuestas ante los dos sucesos relatados al inicio del artículo implica que la muerte de seres humanos no es siempre ontológicamente homogénea y, por tanto, que la cualidad antropológica de los migrantes divergía en ambos casos y exigía distintas operaciones institucionales. Esto quiere decir que los procesos de subjetivación de los dispositivos de poder están estrechamente coimplicados. Las diferentes formas de ejercer el poder en la frontera han dado lugar a distintas concepciones antropológicas de los migrantes, pero son procesos determinados por dos factores. En el primero, los
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una estratificación de discriminación sistemática (Campesi 2015). Se trata de un dispositivo que ha resignificado la política de fronteras, envolviéndola en un multimillonario cordón securitario (Rodier 2013), en el que se practica una retórica humanitaria para esconder las prácticas de inclusión diferencial (Campesi 2015), y en el que el rescate de migrantes está privatizado, a través de la labor de las ONG -hasta once activas en el Mediterráneo, en la primavera de 2017- (Europa Press 2017). La lógica neoliberal impuesta en la gestión de las fronteras europeas está basada en la biopolítica del liberalismo clásico, pero redibuja las líneas de subjetivación, estableciendo un paradigma antropológico propio. Este sería heredero de la figura del homo œconomicus liberal, al que añade la teoría del capital humano, según la cual cada persona es un empresario de sí mismo (Foucault 2009, 220-236). Desde esta perspectiva, la movilidad es considerada un modo de aumentar las posibilidades de capital humano y, por tanto, la “migración es una inversión, [y] el migrante es un inversor” (Foucault 2009, 234). Esta configuración de la subjetividad hace del migrante un individuo autónomo plenamente responsable de las consecuencias de su inversión migratoria: el coste, la violencia y el riesgo continuo de muerte, así como la posición subordinada en los países de llegada (Pieret 2016). De este modo, se ha configurado la concepción de que la Unión Europea y sus Estados miembros no tienen un deber especial para con las víctimas de las rutas migratorias irregulares, pues al fin y al cabo son producto de una decisión libre. Entonces, los dispositivos fronterizos solo deben limitarse al control y seguridad del territorio comunitario. El problema de esta perspectiva antropológica es que, en los espacios de la frontera global, el sujeto migrante debe enfrentarse a una incertidumbre irreductible que hace imposible la realización de un cálculo racional sobre los riesgos de la inversión vital que va a realizar (Pieret 2016, 199). Desde este paradigma, el dispositivo fronterizo europeo ha capitalizado la biopolitización de los migrantes realizada por la operación Mare Nostrum, canalizando a los supervivientes a través de los mecanismos de inclusión diferencial del mercado de trabajo comunitario.
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propios migrantes portan consigo códigos de subjetivación exógenos al poder fronterizo. En el segundo, las propias configuraciones antropológicas que emergen en las fronteras globales afectan y problematizan las formas de poder que intentan aprehenderlas, pudiendo llegar incluso a fracturar los dispositivos y desencadenar su mutación y readaptación (Deleuze 1990). Entonces, mientras que la hipersoberanización de las fronteras terrestres ha permitido la configuración del migrante como enemigo, susceptible de convertirse en homo sacer, a su vez es esta conceptualización del migrante la que determina y permite la construcción legítima de mecanismos soberanos de contención de la alteridad migratoria. Por otro lado, este régimen político-antropológico no fue capaz de justificar el régimen fronterizo del canal de Sicilia, produciendo en un determinado momento una tensión que exigió la mutación del dispositivo en uno de configuración preeminentemente biopolítica. Y al mismo tiempo, el sujeto biopolítico permitió la introducción de la gubernamentalidad neoliberal como forma de gestión completa de las migraciones globales hacia Europa (Pieret 2016, 171-174, 181-186). Con esto queremos establecer una relación intrínseca entre las líneas de subjetivación y los dispositivos fronterizos, y cómo ello conlleva que ciertos paradigmas antropológicos se coimplican con las estructuras de poder que los capitalizan o que se resisten a dichos paradigmas. Sin embargo, queda abierta la cuestión de cómo es posible que dos sucesos análogos como los relatados den lugar a estrategias tan diversas, más aún si se tiene en cuenta que se desarrollan en el mismo marco institucional de la Unión Europea y con unas características geográficas similares. Esto lleva a preguntarnos si es posible aunar las líneas de fuerza y/o subjetivación de los dispositivos de frontera terrestres, como los de Ceuta y Melilla, y los marítimos, como el del Mediterráneo central. Si así fuera, habría que pasar obligatoriamente por el análisis de Frontex. Al fin y al cabo, Frontex fue creado en 2004 para dar una respuesta comunitaria a la fuerte presión migratoria a la que están sometidos los países de la frontera sur de Europa: España, Italia, Malta y Grecia, aunque no son sus únicas competencias. Tiene capacidad de coordinación, diversificación y delegación de los diferentes efectivos nacionales (Campesi 2015). Establece una estrategia de migration management en función de una gubernamentalidad neoliberal en consonancia con la de la Unión Europea (Pieret 2016). Y además actúa como agente económico autónomo, como si fuera una empresa, pudiendo en último término coordinar la externalización de los controles migratorios a países periféricos (Rodier 2013). Así constituido, el dispositivo Frontex tendría como fin estratégico el dar salida al problema migratorio de fondo de la globalización, esto es, a cómo la expansión del modelo político y económico occidental ha llevado a la producción en masa de refugiados (Bauman 2008, 28); en un mundo pleno, sin ningún exterior, donde se han cancelado las válvulas de escape de los excedentes de población que genera el sistema mundial (Bauman 2008). Por tanto, el neoliberalismo global ha fabricado mecanismos de expulsión interna de las poblaciones sobrantes (Sassen 2015), de los cuales Frontex sería el mejor ejemplo en cuanto a la gestión de las migraciones globales.
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Y para ello debe poner en juego un régimen antropológico de poder-saber capaz de capitalizar las diferentes formas de subjetivación mientras neutraliza las resistencias. Hay que tener en cuenta que la operatividad de los Estados soberanos se subordina en gran medida a las funciones del mercado global. Este necesita de una alteridad subjetual para poder fundamentar los regímenes de explotación laboral. Para ello, se ponen en marcha mecanismos discursivos que fabrican la imagen del migrante peligroso, contra el que debemos defendernos (Rodier 2013, 64-76; Brown 166-179). Para dar una materialidad jurídica y simbólica a estos sujetos enemigos, los Estados soberanos ponen en funcionamiento toda una serie de mecanismos materiales, jurídicos y simbólicos -aunados sintéticamente en la frontera fortificada-que generan una heterogeneización de los espacios del capital global -ya sea por el diferencial entre regiones del mundo, o compartimentando estructuralmente los territorios unificados-, dando lugar a la multiplicación de las formas de trabajo explotable (Mezzadra y Neilson 2013, 61-93). Las fronteras se convierten, así, en mecanismos de demarcación y producción de sujetos susceptibles de explotación, haciéndolos coincidir con los sujetos susceptibles de detención, expulsión, y de darles muerte. En el caso de las fronteras terrestres, el dispositivo fronterizo europeo ha sabido aprovecharse de la lógica soberana que ya imperaba en el topos de la frontera estatal. La materialidad de las vallas, de los controles y de la violencia de los agentes del orden (MSF 2013, 13-20) reproduce los mecanismos soberanos de excepción y decisión que marcan físicamente a los migrantes en su futura estratificación social (Domenech 2016). De este modo podemos comprender que el auto de la jueza del caso de Tarajal haga responsables de su fin a los migrantes muertos (Sánchez 2015). En el caso de las fronteras líquidas, y después de varios ensayos, han introducido el mecanismo de los hotspots, en los puertos y otros puntos de gran afluencia de llegadas de migrantes marítimos. En estos enclaves los migrantes son procesados por un sistema de selección y ordenamiento -dentro del marco del Common European Asylum System (CEAS)- que los clasifica entre aquellos dignos de concesión de asilo y acogida, y los que serán reconducidos por los canales de detención y expulsión extrajudiciales (Campesi 2018). Por otro lado, el paradigma neoliberal de Frontex incorpora las formas de subjetividad producidas por las máquinas soberanas en el gobierno biopolítico de la UE. Los signos soberanos que operan desde la dialéctica amigo/enemigo son interiorizados y asimilados por la biopolítica de poblaciones, con los que se estratifican y gestionan las diferentes especies de sujetos. Así, figuras como el inmigrante ilegal, un sujeto político no autorizado pero reconocido, conllevan la fragmentación de la ciudadanía y el cortocircuito de los canales de subjetivación modernos (Mezzadra y Neilson 2013, 251-257). En el límite aparecen figuras intrínsecamente contradictorias, que confunden al solicitante de asilo con el apestado que debe ser expulsado o encerrado. De este modo el homo sacer, el humano sagrado pero matable, se introduce en la gestión gubernamental de las migraciones globales. De ello se entiende que el salvamento de migrantes no sea una prioridad de las operaciones de Frontex.
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Frontex, en su triple cualidad -coordinadora de las máquinas soberanas de frontera, agencia de la gubernamentalidad comunitaria y empresa multinacionales un dispositivo integral de fabricación, gestión y explotación de las diferentes subjetividades que se dan en la nueva frontera global, haciendo emerger una nueva forma de antropología del poder.
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Movimientos migratorios en la periferia de la Europa poscolonial: imaginación política, prácticas de lucha y redes sociales en Marruecos y España | 57-79
Kristine Wolf
Navigating and Negotiating the City: Irregular Migrants Experiences with Borderscapes in Madrid, Spain | 81-103 Laura Vásquez-Roa
Pensando a través de la errancia: travesías y esperas de viajeros africanos en Quito y Dakar | 105-123
Jonathan Echeverri Zuluaga y Liza Acevedo Sáenz
Alteridades, intercambio y marchantes en Codpa, extremo norte de Chile, mediados del siglo XX | 125-146
Cristhian Cerna, Shirley Samit-Oroz y Leslia Véliz
A Mass Grave, Florencia, Caquetรก, 2014.
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Movimientos migratorios en la periferia de la Europa poscolonial: imaginación política, prácticas de lucha y redes sociales en Marruecos y España* Kristine Wolf** Humboldt Universität zu Berlin, Alemania
https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.03 Cómo citar este artículo: Wolf, Kristine. 2018. “Movimientos migratorios en la periferia de la Europa poscolonial: imaginación política, prácticas de lucha y redes sociales en Marruecos y España”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 32: 57-79. https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.03 Artículo recibido: 12 de septiembre de 2017; aceptado: 09 de abril de 2018; modificado: 25 de abril de 2018.
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Este artículo forma parte de los estudios doctorales de la autora dedicados a los distintos efectos provocados por la movilidad migrante transnacional en los márgenes de la Unión Europea, redes y movimientos sociales. En Rabat (Marruecos) y Murcia (España), dos contextos sociales precisos en la zona fronteriza euroafricana, estudio alianzas sociales y solidaridades políticas emergentes entre personas “migrantes” y supuestxs ciudadadnxs nacionales “no-migrantes”. Focalizo en los conocimientos y las imaginaciones que lxs actores ponen en marcha en sus diversos proyectos de vida y de lucha social.
** Candidata a PhD en Antropología en el Humboldt Universität zu Berlin, Institut für Europäische Ethnologie/ Social and Cultural Anthropology; antropóloga social y cultural de la Universidad de Sevilla. Entre sus últimas publicaciones están: “‘Kris, nous voilà à Eisen’. Migrantische Bewegungen, Solidaritäten und Soziale Imagination im Kosmopolitisierten EU- Europa”. En Witnessing the Transition: Refugees, Asylum-Seekers and Migrants in Transnational Perspective, editado por Gökçe Yurdakul, Regina Römhild, Anja Schwanhäußer y Birgit zur Nieden, 35-60. Berlín: Berlin Institute for Empirical Integration and Migration Research (BIM). *wolf.kristine@googlemail.com
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Resumen: la zona fronteriza hispano-marroquí, en la periferia de la Unión Europea, forma parte del régimen EUropeo de control de fronteras y de migración en el Mediterráneo, extendiéndose cada vez más allá, a los países del África subsahariana. Gritos eufóricos de personas migrantes al superar estas fronteras físicas, así como violentas devoluciones en caliente efectuadas por las guardias españolas y marroquís, evidencian tanto el carácter mortal de este régimen como su crisis y sus nuevas perspectivas. La migración global y multicausal convirtió a Marruecos, así como a España, en sociedades diversas y cosmopolitizadas. Están formadas por las movilidades cambiadas y renovadas, así como por los efectos de diversos encuentros entre residentes nacionales supuestamente no-móviles y personas en migración. Este artículo enfoca algunas formas de colaboración solidaria surgidas en los últimos años en esta zona. Se examina el ensamblaje de actorxs principales de las luchas sociales acoplando personas migrantes y “nativas” implicadas en alianzas locales como el sindicato de migrantes ODT-I, en Rabat, y la Plataforma de Afectados
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por la Hipoteca, en Murcia. A partir de una perspectiva crítica y postcolonial, esta contribución etnográfica analiza las relaciones de poder, los discursos hegemónicos, minorizados, y prácticas de potentes (contra-)conocimientos de lxs protagonistxs. Afirma que aquellos movimientos y diversas luchas por derechos ciudadanos desafían desde abajo el proyecto político y discursivo dominante de la Unión Europea (UE) y participan en la constitución de otra Europa contemporánea, plural y democrática. Palabras clave: Thesaurus: luchas sociales; movimientos migratorios; Unión Europea; zona fronteriza hispano-marroquí. Autor: redes sociales; solidaridad. Migrant Movements at the Periphery of Postcolonial Europe. Political Imagination, Practices of Social Struggle and Networks in Morocco and Spain
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Abstract: The Spanish-Moroccan border zone on the periphery of the European Union is part of the EU-European mechanism of border and migration control in the Mediterranean which has increasingly spread to the countries of sub-Saharan Africa. The euphoric cries of some migrants as they pass these physical borders and the way that others are violently turned back by Spanish and Moroccan border guards show the heartless nature of this regime as well as the crisis it faces and the search for solutions. Global migratory movements, with many different causes, turned Morocco and Spain into diverse cosmopolitan societies. They have been shaped by the changing and renewed movements of migrants, along with the effects of diverse encounters between supposedly sedentary national residents and migrant actorxs. This article focuses on some forms of solidarian collaboration which have arisen in this area in recent years. It examines the assemblage of the main actorxs in social struggles fought by migrants and “natives” who establish local alliances, like the migrants’ trade union ODT-I in the Moroccan city of Rabat and the “Platform for People Affected by Mortgages” (PAH) in the Spanish city of Murcia. From a critical and postcolonial standpoint, this ethnographic study analyzes the power relations, the related hegemonic and minority discourses and the practices of a powerful (counter) knowledge by the protagonistxs. It concludes that those movements and diverse struggles for civil rights represent a challenge, from below, to the dominant political and discursive project of the European Union (EU) and form part of the establishment of another concept of contemporary Europe which is plural and democratic. Keywords: Thesaurus: European Union; migrant movements; social struggle; Spanish-Moroccan border zone. Author: Social networks; solidarity. Movimentos migratórios na periferia da Europa pós-colonial: imaginação política, práticas de luta e redes sociais em Marrocos e Espanha Resumo: a zona fronteiriça hispano-marroquina, na periferia da União Europeia, faz parte do regime europeu de controle de fronteiras e de migração no Mediterrâneo, estendendo-se cada vez mais além aos países da África subsaariana. Gritos eufóricos de pessoas migrantes ao superarem essas fronteiras físicas,
Movimientos migratorios en la periferia de la Europa poscolonial: imaginación política, prácticas de lucha y redes sociales Kristine Wolf
bem como violentas devoluções efetuadas pelas guardas-civis espanhola e marroquina, evidenciam tanto o caráter mortal desse regime quanto sua crise e suas novas perspectivas. A migração global e multicausal converteu Marrocos e a Espanha em sociedades diversas e cosmopolitizadas. Estão formadas pelas mobilidades mudadas e renovadas, bem como pelos efeitos de diversos encontros entre residentes nacionais supostamente não móveis e pessoas em migração. Este artigo foca algumas formas de colaboração solidária surgidas nos últimos anos nessa zona. Examina-se a estrutura de atorxs principais das lutas sociais ligando pessoas migrantes e “nativas” implicadas em parcerias locais como o sindicato de migrantes ODT-I, em Rabat, e a Plataforma de Afetados pela Hipoteca, em Murcia. A partir de uma perspectiva crítica e pós-colonial, esta contribuição etnográfica analisa as relações de poder, os discursos hegemônicos, opacados e as práticas de potentes (contra-)conhecimentos dxs protagonistxs. Afirma que aqueles movimentos e lutas por direitos cidadãos desafiam o projeto político e discursivo dominante da União Europeia (UE) desde a base e participam da constituição de outra Europa contemporânea, plural e democrática. Palavras-chave: Thesaurus: União Europeia. Autora: lutas sociais; movimentos migratórios; redes sociais; solidariedade; zona fronteiriça hispano-marroquina.
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adio1 acababa de regresar de Marruecos a su tierra natal, Guinea-Conakry, cuando conversamos por primera vez en julio de 2011. Una amiga en común de Alemania nos había puesto en contacto, y Sadio se convertiría dentro de poco en unx2 de lxs participantes de mi investigación más importantes. Conectadx conmigo desde un concurrido cibercafé, me contó acerca de su trayectoria y sus aspiraciones3, donde EUropa4 fungía como telón de fondo. Como Sadio, muchas personas en migración con diferentes motivaciones dirigen sus expectativas 1
Todos los nombres de lxs entrevistadxs han sido modificados para guardar su anonimato.
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Dado que el lenguaje es uno de los medios de expresión más importantes en nuestras sociedades, vehiculando normas y valores y representando así nuestra realidad social, la no-mención, y con ello, la invisibilización de la diversidad de géneros en el idioma resulta discriminatorio y refuerza los modos estereotípicos de pensar y actuar socializados hoy día. En consecuencia, uso un lenguaje sensible al género para que tanto las mujeres como las personas queer, inter- y transexuales se traduzcan también lingüísticamente en todas aquellas partes donde son mencionadxs o podrían ser mencionadxs.
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Cuestionando terminologías y categorizaciones usadas en estudios convencionales acerca de la migración, como en una reciente investigación sobre los refugiados, rechazo la diferenciación entre “huida” y “migración”, sus figuras sujeto respectivas de “refugiadx” y “migrante” y sus correspondientes motivaciones migratorias como algo separado. Es preciso no dejar de lado que en el marco de las biografías migratorias se solapan situaciones de vida y motivaciones muy diversas que imposibilitan una separación terminante.
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La noción “EUropa” se utiliza aquí para indicar, en primer lugar, que la Unión Europea no es sinónima de Europa y que, en segundo lugar, el proyecto europeo de la UE no se reduce a las instituciones de la UE.
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de manera afirmativa hacia un espacio imaginado como país o continente de inmigración y de derechos humanos. Dado que los intentos de Sadio por llegar a EUropa con un visado para trabajar habían fracasado, en 2009 optó por acercarse a este destino lo máximo posible marchándose a Marruecos, país para el que las personas de Guinea-Conakry no necesitan un visado de entrada. Aunque es hijo de una familia de comerciantes con ingresos suficientes, le costó reunir los 900 dólares necesarios para su viaje en avión. Sadio llegó a la capital marroquí con esperanzas de empezar un máster en Química y la idea imprecisa de atreverse a pasar en patera a los enclaves de Ceuta y Melilla, ciudades autónomas españolas situadas en terreno marroquí a 14 km de la península ibérica, o directamente a “gran España”. Rechazó este plan rápidamente tras la experiencia de haber perdido amigxs queridxs, que habían arriesgado sus vidas en las aguas frías y caprichosas del estrecho de Gibraltar.
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La zona hispano-marroquí: un espacio fronterizo, migratorio e imaginado El espacio euroafricano en el Mediterráneo constituye una zona donde, desde hace siglos, los diversos flujos de movilidad, las condiciones que los determinan y las conexiones que los crean han convertido la migración en un proyecto complejo, que comprende diferentes estrategias, competencias y restricciones (Römhild 2012, 8-9). En términos epistemológicos, se puede entender la zona hispano-marroquí como un espacio de frontera, migración, y de saber e imaginación. Es un escenario que funciona como laboratorio de la europeización. Se interrelacionan discursos hegemónicos con otros “minoritarios”, (co-)imaginaciones tanto sociales como políticas5 y diversas prácticas de conocimiento. Este borderland, como manifiesta Balibar (2009), es producido, cooptado y transformado por un gran número de actorxs con diferentes niveles de formalización, tales como asociaciones de migrantes, iniciativas de la sociedad civil, ONG euroafricanas, organizaciones internacionales, intergubernamentales y agencias de la UE. Dicho de otro modo, se trata de un paisaje entrecruzado por relaciones de poder, donde las prácticas de conocimiento sobre la gestión migratoria dominante 5 El enfoque teórico aplicado aquí intenta unir las nociones de imaginario, conocimiento/saber y práctica social, lo que implica ampliar el concepto de saber común usado en antropología. Se concibe como un saber y conocimiento generados, transmitidos y modificados de forma situacional en interacciones de la vida cotidiana. La concepción de la “imaginación social” parte de la idea de que cada producción de saberes es efectuada por muchas personas móviles en muchos lugares diferentes, pero conectados por redes de “imaginación social” relacionadas. Como subraya Arjun Appadurai (1996, 5-6), la imaginación es uno de los principales recursos de práctica social y acción diaria. Appadurai vincula conceptualmente la migración con la comunicación intensificada por los medios (sociales). A causa del creciente uso de las tecnologías de la información y comunicación, cada vez más personas (privilegiadas o no) se guían por las imágenes y los imaginarios, narraciones, ideas y emociones ofrecidos por los medios. De ahí, el importante rol que desempeñan estos nuevos medios en las representaciones habituales de la Europa de la UE y la subjetivación migrante. El potencial de esta perspectiva consiste en el hecho de que ya solo imaginar puede significar promover un cambio. Así pues, la imaginación social y practicada no significa un saber mejor sino ante todo una comunicación sobre saberes e imágenes que pueden generar formaciones y prácticas sociales móviles. Además, es productiva porque permite ampliar la noción de migración, comprendiendo la movilidad de personas y mercancías o cosas, pero también de ideas, culturas e identidades que viajan del mismo modo.
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Con la perspectiva reflexiva de una investigación crítica de regímenes fronterizos y migratorios (entre otros: Casas-Cortes 2014; Hess y Kasparek 2010), en la que este trabajo está situado, no solo se afila una mirada sensible a las relaciones de poder en cuanto a las prácticas estatales y no-estatales de control migratorio. También se estudian regímenes, dinámicas, así como la interacción de distintos discursos, prácticas, actores y subjetividades en el cuadro de las relaciones sociales de poder. Al mismo tiempo se presupone que los mismos movimientos migratorios ejercen un impacto relativamente autónomo sobre estas relaciones que no es completamente controlable. Se pone el foco sobre espacios sociales, espacios fronterizos con diversas formas de- o reterritorializadas donde se reproducen y, asimismo, se cuestionan estas relaciones globales (entre otros: Bojadžijev y Karakayali 2010; Moulier-Boutang 1998 [2006]; Rumford 2006; Karakayali y Tsianos 2010; Mezzadra y Neilson 2013, 2012; Walters 2015). El objetivo de este enfoque de investigación es producir conocimiento que pueda contribuir al avance de los movimientos sociales emancipatorios y a las luchas de la migración. Esta corriente heterogénea se viene desarrollando desde los años 2000 en el ámbito germanófono, englobando numerosos enfoques distintos y en parte contradictorios, así como planteamientos histórico-materialistas, etnográficos, postestructuralistas, teorías de género y feministas, teorías del racismo, interseccionales y postcoloniales.
7 Mi trabajo de doctorado fue realizado como un proyecto etnográfico multisituado. Para ello, llevé a cabo una investigación de nueve meses en Marruecos, la mayoría de ellos en Rabat. Al otro lado del estrecho de Gibraltar, Murcia sirvió como setting comparativo, donde acompañé a los actores durante unos cuatro meses.
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EUropea se ven confrontadas y modificadas en una densa interrelación entre resistencia y complicidad. Conceptualizo este campo de investigación como un tipo de assemblage (en el sentido de Saskia Sassen, Aihwa Ong o Paul Rabinow), un tejido desordenado que caracteriza bien el régimen EUropeo de migración y frontera. Este tejido implica una potente imaginación social y política donde se negocian a diario proyectos de migración y proyectos de vidas posibles, todo ello, usando estrategias dominantes de regulación, modificándolas colaborativamente. Una etnografía de la problemática situada (Collier y Ong 2005; Haraway 1988) permite analizar cómo lxs actorxs se apropian la EUropa poscolonial mediante sus particulares visiones del mundo y construyen también de forma simultánea diferentes versiones de una nueva Europa. Con Balibar y De Genova podemos hablar de un Mediterráneo de migración como un espacio multifacético, productivo y contestatario que representa un contrapunto al arraigado imaginario eurocéntrico. Es un área producida por la movilidad de personas que la cruzan (Garelli y Sciurba 2017, 1). Mi propósito aquí es precisamente analizar y describir etnográficamente cómo los actuales movimientos migratorios subvierten táctica y situacionalmente el orden hegemónico, lo vadean y transforman. Se trata de averiguar cómo la pericia e imaginación transnacionales funcionan en este, por así decirlo, espacio de saber-frontera6. Tanto Rabat, la capital del así llamado Reino de Marruecos, como Murcia, la capital de la homónima región y comunidad autónoma en el sudeste del también llamado Reino de España, están situadas en esta zona fronteriza. En ambas localizaciones de mi investigación de campo para mi trabajo de doctorado7 se deben tener en cuenta los efectos masivos y locales de una persistente crisis múltiple: financiera, política e ideológica. Esta crisis, por una parte, da lugar a muestras de rechazo violento y racismo, y por otra, a nuevas formas de movilización, redes de solidaridad y protestas sociales contra los programas de austeridad. En este contexto movilizatorio surgen también nuevas alianzas entre lxs presuntxs nativxs locales y personas
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migrantes que son de gran importancia. En relación con los movimientos migratorios, la frontera se hace muy perceptible aquí. Cabe destacar cómo este caso particular hace visibles las paradojas y tremendas desigualdades sociales que se incorporan a las vidas de varixs actorxs. Por así decir, la migración caracteriza lo que no se deja subsumir bajo el orden actual de un Estado concebido como nacional. Se trata de un actor poderoso que cuestiona críticamente este orden, desafiándolo, y por tanto provocando un fuerte contrapoder.
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El régimen fronterizo EUropeo en el Mediterráneo occidental y la gestión de flujos migratorios Pero Sadio no cruzó el mar Mediterráneo. Desde hace al menos dos décadas la zona fronteriza hispano-marroquí en el Mediterráneo occidental se ha vuelto un espacio controvertido y mortal por lo que respecta a la movilidad migratoria y los efectos del régimen de frontera español y EUropeo. Al mismo tiempo, dicho espacio fue mediatizado de forma ocasional por medio de una iconografía dominante que mostraba barcos repletos. Esto permite ver que las prácticas de gestión de la migración8 se materializan hasta el día de hoy en un implacable régimen de control de fronteras externalizado de forma progresiva a nuevas zonas búfer9 en los países vecinos al sur y al este del espacio Schengen10. Esta política cultiva un patrón euroimperial que ejerce un régimen neocolonial sobre la fuerza de trabajo flexible. Por todo lo anterior, podemos afirmar que esta gestión de la migración crea un nuevo sistema de apartheid europeo, como lo formula Balibar cuando señala que “la ciudadanía europea se presenta como el mecanismo que incluye determinadas poblaciones históricas presentes en el espacio comunitario, rechazando a otras, la mayoría con una larga historia, que contribuyen también al desarrollo de la sociedad civil del nuevo organismo político” (Balibar 2003, 73). Remitiendo a sus obligaciones frente a los otros miembros de la UE, en el marco de los tratados de Schengen, España impulsó desde finales de los años noventa, a modo de ejemplo, el equipamiento tecnológico
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El concepto “Integrated Border Management” (IBM) fue desarrollado por el Consejo y la Comisión de la UE. Es parte de una política de migración y asilo que utiliza la frontera como instrumento de control y la europeíza, al tiempo que dificulta considerablemente el acceso al asilo.
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Son territorios, los cuales crean una distancia entre la UE y los países de África subsahariana.
10 Schengen es sinónimo de la invención de una frontera exterior europea. Fue en el balneario luxemburgués de Schengen donde lxs representantes de Alemania, Francia, Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo firmaron en 1985 el convenio homónimo (Schengen I). Dicho acuerdo abrió por primera vez la perspectiva de abolir las fronteras interiores entre estos cinco Estados, un designio para el que se construyó un cuadro concreto en 1990 (Schengen II). El convenio apuntó desde el principio a la defensa frente a los movimientos migratorios, por lo que en la Unión Europea las políticas de fronteras y de migraciones se encuentran estrechamente entrelazadas. La política de fronteras convertida en política de migración se tornó en el impulso de un proceso de europeización, en el que la migración —un fenómeno transfronterizo por definición— se volvió el punto central, y aquel donde se estableció una cooperación institucional más profunda en EUropa. Se desarrolló una red de instituciones, procesos, prácticas y discursos que formularon, realizaron y continuaron estas políticas. La migración ha sido definida, así, como un “problema” paneuropeo para el que se debía ofrecer una solución en común (Kasparek 2017, 17-20).
Movimientos migratorios en la periferia de la Europa poscolonial: imaginación política, prácticas de lucha y redes sociales Kristine Wolf
de su frontera sur exterior con África del Norte11. A partir de los años 2000 intensificó el esfuerzo de implicar a Marruecos en el control de la migración. Sobre todo, los así llamados “asaltos de Ceuta y Melilla” en 200512 significaron una censura a la política EUropea de migración y fronteras: debilitaron la relativa certidumbre de que un control migratorio podía realizarse por la vía del reforzamiento en la seguridad de las fronteras exteriores. Según Hein de Haas (2005), los enclaves de Ceuta y Melilla representan literalmente la Europa en África. Alrededor de estas ciudades autónomas pasa la única frontera terrestre de la Unión Europea con el continente africano. Constituyen, por lo tanto, un símbolo paradigmático del hecho de que los nexos que subyacen a esta condición migratoria siguen influyendo e interconectando Marruecos y España y, más generalmente, África y EUropa, dentro de una historia, compartida y dividida al mismo tiempo, de colonialismo y de migración transnacional (Conrad y Randeria 2002, 10-11). Los intentos más o menos exitosos de superar las vallas, así como su rechazo violento por las autoridades estatales, siguen teniendo lugar a intervalos irregulares y pueden ser leídos como expresión de la fuerza migratoria que exige el derecho al movimiento libre. El así llamado colapso del sistema de Dublín en 201113 y el largo verano
12 Visto que se complicó el pasaje a España cruzando el mar a causa del SIVE y de la operación conjunta “Hera”, de la entonces Agencia Europea de Control de Fronteras (hoy Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, Frontex), en la ruta del África Occidental entre Mauritania, Senegal y las Islas Canarias, a partir de agosto de 2005 grupos de migrantes subsaharianxs de hasta 500 personas intentaron varias veces derribar las vallas de alambre de espino de Ceuta y Melilla, con una altura de tres metros. La policía española y marroquí trató de impedir estas acciones mediante el uso de la violencia física, pelotas de goma y, en parte, munición de guerra, lo que provocó varios casos de muertes. A consecuencia de estos acontecimientos, las vallas se ampliaron hasta los seis metros y el Consejo EUropeo formuló con el “Global Approach to Migration and Mobility” una nueva estrategia para tratar la migración como un fenómeno global. Es importante señalar que la gestión de fronteras está vinculada con lógicas humanitarias y políticas de cooperación al desarrollo. Mientras que la frontera como técnica de control mantiene una parte fundamental de este enfoque, se hacen más visibles las rutas de la migración, y los países atravesados por estxs migrantes son considerados como socios de diálogo. 13 Ya a partir de 2011, con el aumento de las llegadas a Italia, el sistema de Dublín, que entró en vigor en 1997, se había convertido en el centro de la polémica en torno al régimen fronterizo EUropeo. El convenio de Dublín determina qué Estado será el único responsable de los procedimientos de asilo. Su núcleo consiste en el concepto de “países seguros”, que es aplicado a los países miembros de la UE. Este convenio garantiza a cada persona el derecho de hacer una solicitud de asilo. El criterio principal de “rule of first entry” dice que el primer país EUropeo donde llega una persona buscando refugio es responsable de los procedimientos de asilo. Esta fórmula demuestra que no se trata de un sistema solidario, basado en un reparto obligado entre los países de entrada y los países más grandes, más poblados o con una economía fuerte y capaz de acoger a un número más alto de personas en busca de protección. En realidad, los países en el sur y sureste de la UE con frontera europea exterior, como Chipre, Grecia, Malta o Italia, son desproporcionadamente agobiados por los criterios de Dublín, mientras que los países EUropeos del norte, por ejemplo, la Alemania de los años 2000, rodeada de “países seguros”, registraron una migración de refugio muy escasa. Los criterios y el funcionamiento de Dublín pueden ser interpretados precisamente como una aplicación del principio de que “el que la hace la paga” (Kasparek 2017, 36-37).
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11 El Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE), gestionado por la Guardia Civil, era la primera inversión en tecnología fronteriza hasta entonces, y sin precedentes. Puesto en marcha entre 1999 y 2004, el proyecto costó alrededor de 150 millones de euros. Capacidades de control como las instalaciones de radares y cámaras de video posicionadas a lo largo de la costa mediterránea española permiten a la policía de fronteras avistar e interceptar barcos y llevar a lxs ocupantes a Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) en tierra española.
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de la migración son otros acontecimientos más recientes que ofrecen la misma lectura del proceso migratorio como movimiento social, desafiando a EUropa. Al mismo tiempo, este colapso representa la más profunda crisis en la que ha entrado por partida triple el régimen EUropeo de fronteras hasta el 2015. Esta nueva crisis alcanzó una triste notoriedad bajo el nombre de la llamada “crisis de lxs refugiadxs”, una noción alarmista. En realidad, se trató de la llegada de más de un millón de personas huyendo de las zonas de guerra, de conflictos y también de la carestía de recursos en Siria, Afganistán, Irak, Somalia, Eritrea, Sudán y otros países del Sur global, dejando atrás las fronteras exteriores de la UE a través de diferentes rutas14, desplazándose hacia el norte a través de un “corredor humanitario” de nueva formación. En este contexto, EUropa se encontró en un estado de excepción por lo que respecta a su política migratoria. En primer lugar, las fronteras exteriores resultaron de facto incontrolables; en segundo lugar, se quebró el Sistema Europeo Común de Asilo (CEAS), creado a partir de 1999 como compensación por la abolición de las fronteras interiores, y en tercer lugar, se puso masivamente en duda el principio EUropeo de la libre circulación de personas y la idea de una unión social. Frente a esta crisis, la Comisión Europea propuso en mayo de 2016 una reforma del CEAS que pretendía crear un “sistema europeo común de asilo equitativo y sostenible”. La propuesta del nuevo Reglamento de Dublín iv, aún debatida en el Parlamento EUropeo, ha sido criticada por parte de diputadxs EUropexs y de la sociedad civil como otro ataque masivo al derecho de asilo, que favorece la consolidación de la externalización de las fronteras con más control y más retornos. En noviembre de 2017 lxs críticos llegaron a tumbar el proyecto de ley (Von Uwe 2017). España y Marruecos cooperan estrechamente mediante varios convenios EUropeos15 y procesos políticos informales como el “proceso de Barcelona” para el Mediterráneo (desde 1995) y el “proceso de Rabat” para África del Norte (a partir de 2006). Son aliados en los mismos ámbitos políticos, por lo que respecta a medidas relacionadas con la seguridad interior, exterior, la democratización y los derechos humanos. Además, participan en el control de la migración “irregular”. Esa cooperación se caracteriza por estructuras Norte-Sur claramente jerárquicas pero a la vez de beneficio mutuo16. Las interacciones cómplices entre España y Marruecos explicitan 14 Las principales rutas utilizadas atravesaron el Mediterráneo oriental vía Turquía y Grecia; el Mediterráneo central vía Libia hacia Italia, o en el oeste la vía por Argelia y Marruecos hasta Ceuta y Melilla. La ruta terrestre pasa por Turquía, Serbia, Hungría o Bulgaria, para llegar preferentemente a Austria, Alemania, Suecia o Noruega. 15 Existen diferentes convenios EUropeos, como el convenio de readmisión con España, firmado en 1992 y reactivado después de las “avalanchas de Ceuta y Melilla” en 2005. Se firmó una “alianza de movilidad” con la UE y nueve de sus miembros en junio de 2013, que apuesta todavía por una respuesta represiva a la migración irregular e indocumentada, vinculada con el empeño de maximizar el efecto positivo de la migración en el desarrollo económico, agilizar el visado para algunas categorías de ciudadanxs marroquíes y el fomento de los derechos de refugiadxs. 16 Marruecos sigue su propio cálculo y agenda política: apoya la política EUropea de externalización del control de fronteras y, al mismo tiempo, utiliza los movimientos migratorios en África del Norte como medio de presión. Conserva de esta manera su propio margen de maniobra, por ejemplo, en cuanto a la
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negociación de convenios de readmisión para personas migrantes de “países terceros” (no-nacionales), de demandas económicas, de la consolidación de derechos para lxs marroquíes que viven en países europeos, o con respecto a la cuestión del reconocimiento del Sáhara Occidental. Por otro lado, en materia de proyectos actuales de refugio, asilo e integración llevados a cabo en Marruecos, entidades financieras EUropeas sacan provecho del hecho de que personas en migración estén inmovilizadxs ahí. 17 La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) condenó en junio 2017 la muerte de cerca de 6.000 personas que desde 1997 intentaron alcanzar España (“APDHA cifra en 6.000 las muertes confirmadas en el Estrecho en 20 años, fruto de ‘políticas asesinas’”). 18 La ley entraba en vigor en julio de 2015 y merma sensiblemente los derechos de reunión, huelga y manifestación y las libertades de expresión y de movimiento, sobre todo para las personas migrantes.
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el nivel sofisticado de cooperación en los territorios fronterizos, donde la brutalidad diaria17 de los mecanismos de control se ha normalizado. Reifican un omnipresente régimen fronterizo EUropeo que, ya antes de llegar a impedir efectivamente las diversas movilidades migratorias, crea un nuevo sujeto en la frontera: el sujeto precario privado de derechos civiles, el migrante ilegal. A pesar de esta realidad, en los años 2000, en los que aumentó la presencia de migrantes subsaharianxs en Marruecos, las autoridades marroquíes perpetuaron la convicción de que Marruecos era un país de emigración y —en cualquier caso— de tránsito, por lo menos hasta 2013. Se estimaba un número de personas migrantes indocumentadas de entre 20.000 y 40.000. Por lo tanto, no existía una política de migración, asilo o integración, sino que el Gobierno ejecutó medidas puntuales. Con la firma de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de Ginebra, en 1957, se puso en marcha la Oficina Marroquí para Refugiados y Apátridas como representación del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), que tenía una función meramente simbólica. Solo en el contexto de la reorientación de la política EUropa acerca de la externalización activa del asilo en 2004, la Oficina intensificó sus actividades y negoció un mandato válido. En vinculación con la lucha contra la inmigración irregular y simultáneamente con la “ley anti-terrorista 03-03” se legisló la así llamada “ley 02-03”, que regulaba la entrada y residencia de “extranjerxs” en Marruecos a partir de 2003. De ese modo, Marruecos demuestra su célebre y controvertido desempeño como “guardián de los confines de la UE” en redadas y arrestos arbitrarios numerosos de personas en migración en Tánger, así como en los campamentos provisionales en los bosques cerca de los enclaves españoles y en las controvertidas “devoluciones sumarias en caliente”, directamente en las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla. Cabe destacar que las devoluciones son prácticas concertadas y violentas entre las autoridades españolas y marroquíes que han sido legalizadas bajo la nueva figura jurídica del “rechazo en frontera”, en el marco de la nueva ley de Seguridad Ciudadana de 201518. Dicha ley ampara la devolución sin más a Marruecos de los migrantes interceptados, sin pasar por los procedimientos legales a los que hasta entonces tenían derecho. Es decir, abrir un expediente, proporcionarles asesoría jurídica, averiguar su procedencia y la posibilidad de que se acojan al asilo. Las prácticas derivadas de esta ley fueron popularmente conocidas como leyes “mordaza”, y muchos colectivos y organizaciones
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políticas, sociales, vecinales y ecologistas caracterizan esta situación como lo más parecido a un estado de excepción, porque dota de una impunidad inmensa. Mientras que la ley afirma que, en todo caso, la expulsión se realizará respetando la normativa internacional de derechos humanos y de protección internacional, el Consejo General de la Abogacía Española (CGAE), junto con numerosas organizaciones en ambos lados del Estrecho, criticó que una expulsión de este tipo nunca puede cumplir con el ordenamiento internacional. Sin muchas explicaciones, el ministro de Interior aseguraba que “los subsaharianos no piden asilo” (Vargas 2015). Por su parte, el actual Comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Nils Muižnieks, pidió al Gobierno español que reconsidere y rectifique la ley. Gracias a la lucha jurídica en alianza con colectivos en solidaridad con las personas migrantes en la zona hispano-marroquí e interconectados de manera inter- y transnacional, España ha sido denunciada ante las Naciones Unidas por incumplimiento de las obligaciones derivadas de la “Convención Internacional para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial”. La denuncia se refiere a las oficinas de asilo en Ceuta y Melilla habilitadas desde marzo de 2015. En ella se subrayó el gran contraste entre la pertinente recepción que debería prestarse a los inmigrantes en las oficinas y la situación de los solicitantes de asilo sirios, que pagan altos sobornos a la policía marroquí para poder entrar en las oficinas, por una parte, y las personas subsaharianas que no tienen ningún acceso ni a las oficinas ni al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), por la otra19. Como primer éxito parcial se puede entender la sentencia única hasta entonces que pronunció el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, en octubre de 2017. Condenó a España a indemnizar con 5.000 euros a dos personas que cruzaron de manera irregular la frontera con Marruecos en Melilla y que fueron inmediatamente expulsadas de vuelta a territorio marroquí, en contra de su voluntad.
Autoorganización migrante y redes solidarias: entre la lucha diaria individual y el activismo colectivo En Rabat, numerosxs actorxs participan de forma muy variada en la implementación de la gestión migratoria. Esta red estrecha que teje la producción de saber es vital para el asesoramiento político y la externalización de tareas políticas de organizaciones y agencias que operan transnacionalmente. Se trata de una de las características elementales de la gestión de fronteras EUropeas. Rabat representa un escenario político y social ejemplar de estos lazos. Por ejemplo, actorxs dominantes del borderwork (Rumford 2008) consultan, cooptan y hacen suyas prácticas de saber humanitarias, originalmente críticas y solidarias. Ante la intensa amalgama de intereses en juego se vuelve difícil una categorización clara de actorxs según su estatus formal, su ámbito de actividades, discursos, 19 Por su parte, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) dice que cerca del 70% de las personas que tratan de alcanzar EUropa a través de Ceuta y Melilla son potenciales solicitantes de protección internacional.
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20 Me baso en datos de 2015 del Banco Mundial.
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estrategias y financiación. Este proceso, al que podemos llamar ONG-ización del régimen fronterizo, crea un migration apparatus (Feldmann 2013), integrando a muchxs actorxs que, anteriormente, eran más bien observadores neutros, críticos u oponentes. Es decir, actorxs que se situaban en un espacio público y/o académico más allá de la esfera inmediata de la gobernanza política, tales como activistas de la sociedad civil, periodistas con una vocación humanitaria, teóricxs de la migración e investigadorxs académicxs que estimulaban la producción de saberes y los debates sobre la migración. Por su parte, Sadio siguió sin perder de vista su rumbo: Europa. Continuó con su vida en la ciudad de Rabat año tras año, instalándose laboralmente en un limbo precario entre las prácticas no remuneradas en su área de estudio y trabajillos, pagando caro todos los años la renovación de su estatus de residencia, a través de la inscripción en una escuela universitaria privada. Vivía una inseguridad diaria en un Marruecos liderado de forma autocrática pero alabado no obstante por parte de la UE por sus “esfuerzos de democratización”, y donde la “crisis” es percibida como perpetua por una gran parte de sus habitantes, con el sistema de salud y el de educación arruinados y con una tasa de desempleo que ronda el 10%, pero que se dispara hasta el 40% entre los jóvenes de áreas urbanas y alcanza al 20% entre los que tienen formación20. Al recurrir a sus experiencias de activismo político como estudiante en Guinea, como afiliado pasional del partido de oposición Unión de Fuerzas Democráticas en Guinea (UFDG), Sadio se involucró con mucho entusiasmo en la autoorganización y creación de redes con la sociedad civil marroquí y transnacional EUropea, que estaba en aumento en aquellos tiempos. En nuestras conversaciones volvía constantemente sobre el triste papel de “mercancía” que desempeñan los migrantes para Marruecos y la UE. Aunque la ley marroquí solamente preveía actividades asociativas por parte de entidades extranjeras legalizadas en su territorio, las primeras asociaciones migrantes empezaron a fundarse de manera informal en los años 2000, por ejemplo, la Asociación de Refugiados y Solicitantes de Asilo Congoleses en Marruecos (Arcom). Elementos característicos de esta fase de autoorganización y reivindicación de derechos migrantes son la afiliación por nacionalidades de las comunidades subsaharianas y la directa aparición en el nombre del supuesto estatus de residencia de lxs socixs autoatribuido. Centraron sus demandas en la reubicación en países EUropeos, así como en Estados Unidos. y Canadá, convocando a concentraciones puntuales frente a la oficina de Acnur en Rabat. El número de grupos autoorganizados creció después de los acontecimientos dramáticos en las vallas de Ceuta y Melilla, en 2005, cuando grupos de migrantes subsaharianos francófonos de países de África Occidental y Central se organizaron con el objetivo de denunciar la violencia militar abusiva. Por otro lado, con el Consejo de Migrantes Subsaharianxs en Marruecos (CMSM) se formó por primera vez una asociación de migrantes que pretendió ser un colectivo más abierto saliendo de las líneas de separación según origen, lengua,
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comunidad y motivos de migración, lo que señaló el uso de la noción más inclusiva de “migrante”. Sadio fue secretario general del CMSM en 2011 y ocupó esa posición durante varios años. Se debatió en varias ocasiones la posibilidad de eliminar la “S” en la sigla, para poder abordar también e incluir a los migrantes anglófonos, así como a personas migrantes del Este global (Bangladesh, Pakistán, India, Filipinas, Siria, Líbano y otros)21. Las reivindicaciones se ampliaron a la situación diaria precaria de las personas en migración expuestas a todas las formas de discriminación, incluida la discriminación respecto a sus derechos sociales y políticos, y sobre todo al tema de la legalización legislativa de su estatus. Figura 1. Plantón contra el racismo en Marruecos
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Fuente: fotografía Younèz Fizazi, 14 de septiembre de 2013.
En paralelo, a partir de 2006 se estableció en Rabat una red heterogénea de malla estrecha de ONG, colectivos e iniciativas humanitarias y defensoras de los derechos humanos, tanto marroquíes como EUropeos, organizadas localmente, pero también trans- e internacionalmente, con estados de formalización y legitimación oficial diferentes22. La red apoya y se solidariza con la causa de las personas en migración, exponiendo públicamente los problemas más urgentes encontrados por lxs 21 Otras asociaciones siguieron este modelo más integrador, como el Colectivo de Comunidades Subsaharianas en Marruecos (CCSM) o la Asociación de Lucha contra la Inmigración Clandestina en Marruecos (Alecma). 22 Marruecos usa a veces su autoridad para impedir o retirar a ONG no-nacionales el mandato de ejecutar actividades en su territorio, demostrando de esa manera su poder dominante en los asuntos relacionados con el sistema de ayuda internacional humanitaria y de solidaridad con lxs migrantes.
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23 Estas demandas políticas concretas son dirigidas al Estado a través de la participación activa en foros sociopolíticos (Foro Social Magrebí, Foro Social Mundial), así como en protestas públicas, concentraciones delante de las comisarías, juzgados y embajadas, y también en manifestaciones en la calle.
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migrantes sin residencia legal, por ejemplo, en lo referente al acceso a las infraestructuras de salud, a la vivienda a un precio equitativo, a la educación o al empleo. Igualmente denunciaron las estructuras subyacentes de racismo institucional y el sufrido en el día a día, existentes en gran parte de la sociedad y que no se discutían a nivel político en aquellos tiempos. Exigieron también el respeto a los derechos humanos, así como a las convenciones internacionales y a los derechos ratificados en la Constitución marroquí para “extranjeros”23. Además, se creó una plataforma de ayuda humanitaria urgente en Rabat, de la cual formaban parte representantes de las asociaciones migrantes. La plataforma, conectando estructuras de ayuda para migrantes en las ciudades más grandes de Marruecos y grupos de ayuda humanitaria y activistas solidarixs en países EUropeos, se dio a conocer rápidamente en el entorno administrativo y político de la ciudad, haciendo de mediadora sobre todo al promover el debate sobre la ley 02-03. Lxs activistas de la red calificaron esa ley de represiva, exclusivamente securizadora y lesiva para los derechos humanos, al conceder a las autoridades marroquíes un enorme ámbito discrecional y arbitrario. Las asociaciones de migrantes alcanzaron un nivel alto de estructuración de su trabajo, movilización, y cierto reconocimiento legítimo frente a las autoridades, también gracias a esa red y a algunos de sus actorxs con más peso y renombre, como Cáritas o Médicos Sin Fronteras. Crearon proyectos de investigación a corto plazo, que reúnen información sobre la situación de lxs migrantes que viven en campos informales cerca de los enclaves españoles y en barriadas de migrantes como Boukhalef, en Tánger. Asimismo, las asociaciones migrantes colaboraron en campañas antirracistas, como “¡núm. 9 – Para la violencia en las fronteras!”, de 2013, o “No me llamo Azziz”, de 2014, dado que “azziz” es una noción peyorativa en el dialecto del árabe marroquí, también llamado magrebí o dariya, empleada en general para los negros. No obstante, junto con estas prácticas dialógicas de empoderamiento cabe destacar las relaciones asimétricas, muchas veces no-reflexivas, entre actorxs marroquíes o EUropeos, protegidos por su pasaporte, y lxs actorxs migrantes con residencia legal precaria o incluso inexistente. Esa relación entre la mayor parte de ONG y actorxs migratorixs se puede describir como paternalista. Refleja el discurso dominante de desarrollo euroamericano, reproduciendo relaciones coloniales de poder y conocimiento. Esta relación desigual fue muy persistente, si observamos la programación de actividades que las asociaciones migratorias desarrollaban: como las asociaciones de migrantes carecían de un estatus oficial, por lo menos hasta 2014, cada actividad era planeada estratégicamente para que se pudiera realizar con ayuda financiera o en cooperación con el entorno oficialmente reconocido de ONG, agencias y fundaciones. Lxs actorxs migrantes, muchas veces varones, ponen a menudo sus pequeños recursos privados para instalar una infraestructura de trabajo provisional.
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Esta situación de dependencia extrema de las ONG oficiales causó una competencia conflictual y frustrante por el presupuesto entre las asociaciones, pero al mismo tiempo motivó prácticas ingeniosas. A menudo, la oferta de un proyecto resultó ser una lucha por “el mando” entre actorxs migratorixs en cooperación con una entidad legal de la sociedad civil. Al mismo tiempo las asociaciones de migrantes aspiraban a vencer la imagen negativa de patrocinio y abuso de poder atribuida por varias ONG.
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La Organización Democrática de Trabajadores–Sección Inmigrantes (ODT-I) La ODT-I, creada en Rabat en junio de 2012, es el primer grupo sindical de trabajadores inmigrantes en Marruecos y en toda la región africano-musulmana. Sadio forma parte de la oficina central todavía hoy y cuenta anécdotas sobre los diferentes “mitos de la fundación oficial” que circulan sobre esta primera estructura sindical de trabajadores migrantes. Aunque, la creación de la sección de trabajadores inmigrantes fue muy apreciada por el entorno de apoyo en la sociedad civil euroafricana. Esta se trataba menos de un acto fruto de la autonomía “grassroot” de migrantes organizados únicamente “desde abajo” —como proclamaron muchos medios activistas— que de una estrategia de colaboración por parte de actores reconocidxs24. Emprendida junto con el comité central de la ODT-I por la organización migrante CMSM, apoyada por la “Asociación de trabajadores marroquíes en Francia” (ATMF), por el Grupo de Acompañamiento y Defensa del Emigrante en Marruecos (Gadem) y por estructuras prominentes como el paraestatal “Consejo Nacional por Derechos Humanos” (CNDH) y la Organización Internacional del Trabajo, la ODT-I consiguió movilizar grupos, tanto de migrantes subsaharianxs como de asiáticxs, en especial, mujeres filipinas empleadas en hogares. La fundación de la ODT-I causó una grieta seria dentro del CMSM, cuando su anterior portavoz se involucró en su fundación, y fue elegido jefe del comité directivo, tras lo cual abandonó la asociación. Desde entonces, persiste un conflicto entre aquellxs que abandonaron el Consejo a fin de apoyar exclusivamente la ODT-I, lxs que optan por una actividad en ambas estructuras y aquellxs que permanecen escépticxs frente al apoyo de la sección del sindicato. Estxs concibieron la ODT-I como un rival potencial, pero también como un aliado táctico debido a su nivel más alto de formalización. La ODT-I tiene interconexiones múltiples con diversas organizaciones informales, estatales y paraestatales, por lo cual la intervención y cooperación a diferentes escalas sociales y políticas están básicamente garantizadas. La organización se impuso como iniciativa visible y en parte contrahegemónica frente al posicionamiento de Marruecos como partidario cooperativo en la batalla EUropea contra la migración 24 Por consiguiente, son reveladoras las versiones contradictorias sobre el origen de esta alianza, y sobre quienes fueron lxs iniciadorxs que inspiraron el proyecto. Las versiones enfrentadas y en competencia reflejan de un modo más general varios intereses y luchas internos en cuanto a colaboraciones estratégicas en el campo de la política representativa entre actorxs migrantes y las estructuras (trans)nacionales.
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Figura 2. Manifestación de la ODT y ODT-I, en el centro de Rabat
Figura 3. Manifestación de la ODT y ODT-I, en el centro de Rabat
Fuente: fotografía Kristine Wolf, 1º de mayo de 2013.
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Fuente: fotografía Kristine Wolf, 1º de mayo de 2013.
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irregular. En esta perspectiva, la ODT-I es una de las alianzas tácticas más interesantes que los actorxs migrantes han construido y que mantienen junto con “locales nacionales”. A pesar de ello, cada paso tiene que ser tenazmente negociado, porque dentro del sindicato existe un problema con la toma de decisiones común y de manera horizontal sobre la base de principios de democracia directa y transparente. La monopolización de la causa de lxs migrantes, la explotación de actorxs migratorixs como “trabajadores sin empleo” para la promoción de la central del sindicato, así como el modo paternalista de la supervisión de los dos comités, el subsahariano y el filipino, son críticas frecuentes y persistentes. A partir de 2013, con la reorientación del país hacia una política migratoria de integración propia e independiente, al menos en imagen, la ODT-I parece operar cada vez más de forma acaparadora, en un marco tolerado por el actual rey alauita Mohamed VI, una actitud que sirve a la promoción del discurso público democrático reluciente del Reino hacia el exterior.
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La iniciativa “Papeles para Todos” y la política de migración e integración marroquí En el contexto de la política de migración “radicalmente nueva, global y humanista”, anunciada por el rey Mohamed VI en septiembre de 2013, se puede constatar una dinámica de formalización de los movimientos sociales y la integración de lxs actorxs de la sociedad civil migrante y no-migrante en procesos de decisión política consensuales. El rey prometió una nueva visión en lo referente a las cuestiones migratorias, el asilo y la integración de personas migrantes, un paso considerado como algo inédito en el contexto norteafricano. La nueva orientación comprendió la constitución de un nuevo ministerio25, una operación excepcional de legalización de migrantes sin estatus de residencia legal (2013/2014) según criterios específicos26 y la realización de dos proyectos de ley fundamentales27. Además se reconocieron oficialmente las asociaciones migrantes, que hasta entonces carecían de estatus legal propio, lo que produjo un crecimiento significativo en la fundación de nuevas asociaciones, dispuestas a tomar parte en los prometidos proyectos de cooperación para la integración social de lxs migrantes. Mientras que la ONU y portavoces de la UE, como el embajador de su Delegación en Rabat, reconocieron este avance, la asociación antirracista Gadem, un actor de la sociedad civil prominente en Marruecos, saludó el anuncio del gabinete real con reservas, visto el enfoque securizador que se venía aplicando continuamente en las fronteras EUropeas. Si bien cabe reconocer la contribución fundamental de lxs activistas a esta reorientación política aparentemente “humanitaria”, a pesar de todo, este cambio sirve 25 Ministerio de Asuntos Exteriores, encargado de los Marroquíes Residentes en el Extranjero y Asuntos de Migración. Antes los asuntos migratorios eran competencia del Ministerio de Interior. 26 Durante esta operación se legalizaron unas 18.000 personas. En 2016 se anunció una segunda fase de legalización para todo el 2017. 27 Se trata de un proyecto de legislación de asilo y otro en sustitución de la ley 02-03 sobre la entrada y estancia de extranjeros en Marruecos, emigración e inmigración.
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La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) Al otro lado del estrecho de Gibraltar, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca desempeña un papel crucial en la imaginación política y democratizadora que se está desarrollando en los últimos años. En una España sumida en la crisis económica global y política a partir del colapso de la burbuja del mercado inmobiliario en 2007, los grupos vulnerables de migrantes fueron de los primeros que se enfrentaron a las consecuencias del régimen de austeridad impuesto por el Gobierno español y dictado por la UE y los administradores de la deuda. En consecuencia, surgieron diversas formas de protesta que fueron en aumento, y que originaron un movimiento heterogéneo en 2011 bajo los nombres de 15M, las Acampadas, Mareas, los Indignados y Democracia Real Ya, teniendo repercusiones a una escala mayor y de manera persistente. Personas sin residencia legal se vieron privadas de la tarjeta sanitaria, es decir, el derecho a la asistencia médica. Visto que la compra de vivienda por endeudamiento era la forma habitual de alojamiento impulsada desde el Gobierno, muchas personas con sueldos bajos y puestos de trabajo inestables, entre ellas muchxs inmigrantes con un estatus de residencia vinculado a su situación laboral, han sido muy afectadxs por los desahucios de sus viviendas.
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también para propagar una imagen democrática de un país con una política interior muy represiva. Por lo tanto, con el objetivo de observar este proceso de legalización de forma minuciosa se creó en Rabat la “Coordinadora para la regularización de migrantes irregulares en Marruecos”, a finales de 2013. Bajo el nombre “Papeles para Todos”, el grupo, impulsado fundamentalmente por Gadem junto con otras once organizaciones civiles, empezó con la monitorización de la operación de regularización, con la intención de asegurar el éxito de las nuevas campañas. Su misión consistió en la escucha del proceso de regularización, en dar apoyo e información a lxs candidatxs a este proceso, así como en la comunicación y la defensa de derechos. En el curso de varios meses, “Papeles para Todos” empujó a la constitución de la “Comisión nacional de acompañamiento y de recurso”, compuesta por entidades diversas de la sociedad civil y del Gobierno, como el nuevo ministerio tratando asuntos de migración, la CNDH, activistas de asociaciones migrantes, investigadorxs, miembros de ONG y sindicalistas. En este marco se podían realizar críticas a la operación y negociarlas: de este modo los criterios fueron calificados como demasiado restrictivos y muy complicados de cumplir. La Comisión llegó a compromisos notables. Por ejemplo, se modificaron los criterios de solicitud, lo que facilitó la legalización de todas las mujeres solicitantes. Por lo tanto, la coordinadora y la Comisión representan una alianza estratégica, capaz de ejercer presión y situarse como interlocutores creíbles para las autoridades marroquíes, y de alcanzar consensos significativos.
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Figura 4. Ni casa sin gente, ni gente sin casa. Carteles de la PAH en Murcia
Fuente: fotografía Kristine Wolf, 2014. 74
La primera persona desahuciada en España que hizo público su caso era una mujer ecuatoriana. Entretanto, el paro subió drásticamente, y muchas personas de clase media pasaron a encontrarse también amenazadas de perder su única casa mientras seguían conservando la deuda íntegra y los intereses. La base legal que apoya este procedimiento es una ley hipotecaria muy rigurosa que incluso fue juzgada incompatible con la directiva EUropea sobre prácticas abusivas en los contratos de consumidores por el Tribunal de Justicia Europeo, en 2013. El desahucio llegó a ser el emblema de la crisis en España: en 2014 más de medio millón de desahucios fueron decretados, es decir, 500 personas o 95 familias cada día. Murcia se encuentra entre las provincias con mayor impacto de las consecuencias de una crisis que combina un alto desempleo con la caída del precio de la vivienda y la restricción del crédito28. En el primer trimestre de 2017 se ejecutaron 837 desahucios en total, de los cuales 266 correspondieron a impagos de alquiler, de forma que cada día se han ejecutado 8,3 desahucios. Así, la PAH llegó a ser un movimiento social muy efectivo frente a esta situación social drástica. Se opone con mucho éxito a la ley hipotecaria vigente, desacreditando la gestión EUropea y española de la crisis. La plataforma lucha por el empoderamiento de todxs lxs residentes en España, desafiando el modelo contemporáneo liberal de 28 Aún en 2015, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en la lista de los diez municipios con mayor riesgo de pobreza encontramos tres de la región de Murcia. Un 37,2% de los murcianos vivían en hogares con ingresos menores de 7.961 euros al año. En 2017 se registraron en Murcia los ingresos medios anuales más bajos de toda España: un 25% tenía dificultad para llegar a final de mes y un 73% de las comunidades de vecinxs de la región afirmaba contar con vecinxs morosxs (“Un 73% de las comunidades de vecinos de la Región cuenta con vecinos morosos”).
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29 La PAH de Barcelona alcanzó mucha fama al impedir un gran número de desahucios, así como por el protagonismo mediático de su anterior portavoz, la actual alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Entretanto hay más de 200 grupos de la PAH en toda España. 30 Con la entrada en vigor en abril de 2015 de la llamada Ley de Seguridad Ciudadana, conocida también como Ley mordaza, lxs activistas de la PAH se ven confrontadxs con fuertes multas de hasta 30.000 euros o más.
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democracia. Los grupos locales de la PAH en Murcia-Centro y en El Palmar, un barrio de las afueras estigmatizado por su alto número de habitantes migrantes, fueron dos de los primeros creados en toda España en el 2010, tras la constitución de la PAH en Barcelona un año antes29. Una de las características de la PAH más destacadas y pertinente para nuestra argumentación es su manera de negociar el estatus y la categoría del “migrante” en este contexto. La PAH logra transferir problemas y realidades sociales, comúnmente adscritos a personas marcadas como migrantes, a contextos y espacios discursivos que generalmente no son invocados y relacionados con los debates sobre la “migración”. El marco discursivo de la PAH tiene como punto de partida los derechos fundamentales, es decir, el derecho a una vivienda digna, al agua, la electricidad, el acceso al sistema sanitario y la educación, entre otros. Son derechos básicos que representan comunes colectivos, compartidos entre todxs justamente porque no están vinculados a ningún origen nacional, social-étnico, o por el hecho de tener un trabajo (estable), sino a derechos civiles básicos. Colectivamente se discuten, elaboran y ejercen mecanismos de protesta y de desobediencia civil, tales como los intentos de paralización de los desahucios, las ocupaciones pacíficas de sucursales bancarias o los llamados “escraches” (protestas frente a domicilios de políticos)30. De este modo, se ha logrado forzar la apertura de corredores de negociación con lxs directorxs de bancos para conseguir soluciones concretas, como por ejemplo la “dación en pago”, la “condonación de la deuda”, el “alquiler social”. Desde 2011 la PAH puso en pie la campaña “obra social”, con referencia irónica al homónimo programa social de las grandes entidades bancarias. Se trata de ocupar pisos vacíos que volvieron a manos de los bancos y están deshabitados. En conjunto, en los últimos años la PAH se apuntó varios éxitos a nivel político: en marzo de 2017 la PAH Murcia logró una “tregua temporal” para 16.000 ejecuciones hipotecarias, tras el anuncio de que la Audiencia Provincial suspendía todos los desahucios, a la espera de que el Tribunal de Justicia de la UE se pronunciara sobre la legalidad de las “cláusulas suelo”. Un activista murciano apunta que esta acción y el ejemplo de Murcia “no es fruto de ningún Servicio de Mediación del Gobierno Regional, sino de la lucha de la PAH por poner en la agenda el problema de la vivienda y las hipotecas en España” (“La PAH, de enhorabuena por la ‘tregua temporal’ para 16.000 ejecuciones hipotecarias”). En mayo de 2016 la comunidad autónoma de Murcia reformó su ley de vivienda para incluir artículos antidesahucios. La PAH consiguió que el Gobierno regional y los ayuntamientos estuvieran obligados a realojar a hogares desahuciados. Lo anterior se produjo debido a que el número de desahucios había subido como consecuencia de las leyes de “desahucio exprés” aprobadas por los partidos PSOE y PP en 2013. Actualmente, el grupo nacional de la PAH ve la necesidad urgente de que se
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apruebe su propuesta para una ley de vivienda, la cual fue presentada en marzo de 2017 ante todos los grupos parlamentarios del Congreso de los Diputados31. Figura 5. Acción del grupo PAH junto a lxs afectadxs por desahucios en Murcia
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Fuente: fotografía Carlos Trenor, 2014.
Conclusiones y perspectivas Las observaciones lanzadas —en el marco restringido de este artículo— sobre una serie de situaciones arrojadas por los estudios de caso, señalan un cuadro ambivalente y revelador de las sociedades marcadas por la inmigración en la periferia de EUropa. Como se argumenta aquí, el fenómeno migratorio pone en la agenda política cuestiones democráticas cruciales, las cuales tienen que ver con nociones tales como: ciudadanía, exclusión y participación. En este sentido, seguimos a Manuela Bojadžijev al sostener la idea que la migración puede concebirse como un sismógrafo de la condición democrática de una sociedad (“Ein neues Koordinatensystem!”). En definitiva, es esa perspectiva de la migración —su obstinación, su persistencia y voluntad de no someterse al régimen fronterizo europeo— lo que constituye su fuerza dinamizadora. La totalidad de los numerosos proyectos migratorios individuales expresan un movimiento, no solamente en el sentido físico sino en un sentido social 31 La propuesta se compone de los cinco puntos siguientes: 1) dación en pago retroactiva y eliminación y compensación por cláusulas abusivas; 2) alquiler asequible, para garantizar estabilidad y precios adecuados; 3) stop desahucios, para que no haya ni un solo desahucio más; 4) vivienda social, para realojar familias en pisos vacíos en manos de la banca; 5) suministros básicos garantizados, para que toda familia tenga acceso a agua, luz y gas (“Ley de Vivienda de la PAH”).
Movimientos migratorios en la periferia de la Europa poscolonial: imaginación política, prácticas de lucha y redes sociales Kristine Wolf
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y político. La reivindicación tenaz de una posición sólida dentro de la sociedad y la suspensión de exclusiones sociales y políticas formulan una visión y una fuerza para el cambio social (Kasparek 2017, 10). Así, los escenarios de crisis también abren espacios de creación altamente inclusivos, eficientes y dinámicos, arenas de comunicación y de prácticas políticamente participativas. En ellos, la realidad de una cotidianeidad migrante y su pluralidad de voces forman el trasfondo. Incluye prácticas diversas de producción y el compartir saberes, aspiraciones y esperanzas, así como, nuevas imaginaciones sociales y políticas. Notablemente la PAH, y en cierto modo el sindicato ODT-I o la iniciativa “Papeles para Todos”, pueden leerse como agrupaciones sociales que rompen la diferenciación obsoleta entre “autóctonos/nacionales” versus “migrantes/extranjeros”, las cuales son distinciones basadas en categorizaciones del Estado-nación y su orden jerárquico de mayorías y minorías. Más allá, se demuestra que las luchas de migrantes en Rabat y Murcia no se ocupan únicamente de la representación manifiesta, la reivindicación de derechos y la denuncia de políticas de fronteras en sí. Son más que nada luchas invisibles en la vida diaria vinculadas a formas emergentes de subjetivación. Consisten en el mero hecho de persistir en un espacio determinado, a pesar de las leyes, los derechos y la política migratoria. Hay un repertorio inmenso de pericia e imaginación sociocultural, saberes y habilidades acumulados, que sirven de forma creativa para subvertir y superar fronteras en su dimensión geopolítica, cultural y simbólica. Esto requiere un conocimiento sensitivo sobre cómo socavar las fronteras, sobre las rutas migratorias, los contactos y las redes que operan alrededor de un lucrativo “negocio-migración” de confines borrosos. Se trata de una gigante zona entre legalidad e ilegalidad con asistentes, personas de negocios y empresarixs que crea una economía local, así como modos flexibles de autoorganización económica. Sadio se volvió un comerciante de este tipo y abrió en los últimos dos años tres tiendas en Rabat y Casablanca, las cuales ofrecen productos de uso diario en África Occidental. Ahora, tiene el éxito suficiente para financiarse la construcción de una casa grande en Guinea-Conakry, y al mismo tiempo pudo ayudar a su hermana menor, ingeniera, a que viajara a Ceuta y que de allí consiguiera llegar a Alemania para seguir con su vida.
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Sa Terra, Pinus Village, Sardinia, 2016.
Navigating and Negotiating the City: Irregular Migrants Experiences with Borderscapes in Madrid, Spain* Laura Vásquez-Roa** Carl von Ossietzky Universität Oldenburg, Germany
https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.04 How to cite this article: Vásquez-Roa, Laura. 2018. “Navigating and Negotiating the City: Irregular Migrants’ Experiences with Borderscapes in Madrid, Spain”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 32: 81-103. https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.04 Artículo recibido: 18 de septiembre de 2017; aceptado: 09 de abril de 2018; modificado: 14 de mayo de 2018.
Keywords: Author: Borderscapes; internal borders; irregular migration; Madrid-Spain; multi-ethnic cities; navigating the city. Navegando y negociando la ciudad: experiencias de migrantes irregulares en los paisajes fronterizos de Madrid, España Resumen: basado en el trabajo etnográfico, este artículo estudia los procesos de creación de fronteras (borderscaping) a los cuales se enfrentan los migrantes irregulares en Madrid. El objetivo es estudiar cómo se construyen las fronteras internas y/o fronteras sociales en esta ciudad, a medida que los in-
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The data presented in this paper is the result of fieldwork conducted in Madrid, Spain, which was part of the research undertaken for the author’s European Master’s in Migration and Intercultural Relations –EMMIR thesis.
** Graduate Student of the European Master’s in Migration and Intercultural Relations –EMMIR of the Carl von Ossietzky Universität Oldenburg, Germany. *lauravasquezroa@gmail.com
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Abstract: Based on ethnographic fieldwork, this paper investigates the borderscaping processes that irregular migrants face as well as their living conditions in Madrid. It aims to study how internal borders/social boundaries are constructed in the city as irregular migrants live their lives, and how they deal with work, life, access to healthcare, etc., in a borderscapes context that is present in everyday life. In doing so, this paper highlights the practices which irregular migrants use to overcome borderscapes in an urban context of precariousness while they employ different tactics to successfully negotiate and give meaning to the urban space. This paper provides an insight into how, through explicit ways of challenging borders, such as activism, or subtler ways, by just using the public space, irregular migrants are fighting for their place in Madrid. Finally, this study is a contribution to the academic literature on the relation between irregular migration and its impact on multi-ethnic cities.
Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 32 · Bogotá, julio-septiembre 2018 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 81-103 https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.04
migrantes irregulares se desplazan viviendo sus vidas en la cotidianidad. Para ello, este trabajo destaca las prácticas que los migrantes irregulares utilizan para superar estas fronteras en un contexto urbano de precariedad, mientras hacen uso de diferentes tácticas tratando de encontrar un margen de maniobra para negociar su lugar en la ciudad. Por último, el documento contribuye a ampliar la literatura sobre la relación entre la migración irregular y su impacto en las ciudades multiétnicas. Palabras clave: autora: ciudades multiétnicas; fronteras internas; Madrid-España; migración irregular; navegar la ciudad. Navegando e negociando a cidade: experiências de migrantes irregulares nas paisagens fronteiriças de Madri, Espanha
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Resumo: baseado no trabalho etnográfico, este artigo estuda os processos de criação de fronteiras (borderscaping) aos quais os migrantes irregulares enfrentam em Madri. O objetivo é estudar como as fronteiras internas ou fronteiras sociais são construídas nessa cidade, à medida que os imigrantes irregulares se deslocam e vivem na cotidianidade. Para isso, este trabalho destaca as práticas que os migrantes irregulares utilizam para superar essas fronteiras num contexto urbano de precariedade, enquanto fazem uso de diferentes táticas que tentam encontrar uma margem de manobra para negociar seu lugar na cidade. Por último, este documento contribui para ampliar a literatura sobre a relação entre a migração irregular e seu impacto nas cidades multiétnicas. Palavras-chave: autora: cidades multiétnicas; fronteiras internas; Madri-Espanha; migração irregular; navegar a cidade.
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n the current global economy, where every day there are ever more flows of people and goods, migration has become a central issue. Governments, policy makers, scholars, and the mass media have focused their attention on migrants from several perspectives: many related to control practices securitization, and particularly border controls. Although it has been largely demonstrated that migration is not a recent phenomenon, the contemporary flows of people are central issues on the political agenda and in the mass media, especially when the movement is from the Global South to the Global North. The discussion of human mobility in this context is unavoidably linked to the geographies of power. The resulting world distribution, which is the consequence of unequal relations in the flux of different forms of capital, as well as individual agency, have produced movements that can be framed as part of global processes of interaction between nations. Thus, human mobility is not only the result of global disparities, but also a continuation of movements marked by power relations that have already been informed and constituted by colonial history (Grosfoguel, Oso and Christou 2015). Criminalizing people’s mobility is associated with a fundamental
Navigating and Negotiating the City: Irregular Migrants Experiences with Borderscapes in Madrid, Spain Laura Vásquez-Roa
concept in political science: the constitution of nation-state and its role in the era of globalization where borders have become stronger (Anderson 1991). According to nationalist narratives, laws, and practices, people’s relation to space has been territorialized to a specific place, thus “one’s wage rates, access to employment, to rights, to welfare benefits, to land, etc. were all bound to one’s recognized legal residence in particular spaces” (Anderson, Sharma and Wright 2012, 76). In this sense, borders are the result of State-led sovereign action and have an ideological dimension. For Anderson, Sharma and Wright (2012), “the migrant” is a concept centered on the nation-state. It implies that rights, access to employment, and welfare benefits for individuals are subject to the condition of being part of a territory. In view of the politics of borders, borders place people in a particular condition of power relations with others, so only those recognized with a legal residence in a particular space are allowed to claim these rights. Borders place people in new types of relations that inexorably exceed their physical characteristics. Figure 1. Street vendors hold their merchandise, ready to escape from police operations
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Source: Laura Vásquez-Roa, March 2017.
Border control and securitization may seem contradictory at a time when globalization was conceived during an era of mobility and there were less obstacles among nations. Nevertheless, concerns about security turned certain types of mobility into a problem and subsequently made it necessary to restrict and control. As Mezzadra and Neilson argue, “the idea presented there of a zero-sum game between globalization and borders (insofar as globalization progresses, the relevance
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of borders will be diminished), has been very influential but has been rapidly displaced by evidence of the increasing presence of borders in our present” (Mezzadra and Neilson 2013, ix). In contrast, together with other scholars, they affirm that the nation-state has been reorganized by globalization, and traditional conceptions of borders have been replaced by new ideas of the border (social, cultural, political, and economic) that “play a key role in the production of the heterogeneous time and space of contemporary global and postcolonial capitalism” (Mezzadra and Neilson 2013, ix). The European Union Schengen Area illustrates an interesting shift in new forms of constituting borders. For instance, internal border dismantling in the EU has led to compensatory measures in terms of both supranational cooperation on the externalization of borders and internal practices that reproduce social boundaries and racialized policies (Bendixsen 2016). For Sandro Mezzadra and Brett Neilson, in the current social world order, borders are more than solely geographical divisions: they are “complex social institutions, which are marked by tensions between practices of border reinforcement and border crossing” (2013, 3). Correspondingly, for Debra Shutika (2011), in areas where borderlands are the result of conflict and the subsequent negotiations that shape space, they are found further away from their simple geographical location. Shutika agrees that the spatiality in which people live exceeds the geographical space or the physical world; therefore, “boundaries between places are constructed and maintained through social processes that are the product of human construction and not natural features of the social or physical environment” (Shutika 2011, 10). The border can be in a different place than the boundary between two or more countries. Similarly, Dimitris Papadopoulos et al. explore the notion of territorial regimes beyond the classic idea of the nation-state (2008). This is extremely relevant in a time when borders are being redefined based on new paradigms. Within a proliferation of borders and securitization context, different scholars have shown how borders, beyond their geographical significance, are entities that can be experienced as a result of different practices in everyday life (Balibar 2000; Aas 2005; Nyers 2010; Shutika 2011; Bendixsen 2016; 2017). Furthermore, borders can also operate as the result of exercises in territorialization marked by disagreements. Thus, the multiplication of borders has resulted not only restrictions on mobility; there are also new subjectivities regarding unequal access to human rights where the image of the border as a wall goes beyond simply being a tool of exclusion, and “operate[s] to produce differentiated forms of access and ‘rights’” (De Genova, Mezzadra and Pickles 2015, 57). As an additional contribution to the conceptualization of borders, Prem Kumar Rajaram and Carl Grundy-Warr used the term borderscapes, which functions as an entry point permitting the study of borders as mobile, perspectival, and relational in practices, performances, and discourses (2007, x). Coined by Suvendrini Perera, the term borderscapes refers not to a specific location, “but [recognizable] tangentially in struggles to clarify inclusion from exclusion.” (Rajaram and Grundy-Warr 2007,
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xxviii). Works from scholars such as Arjun Appadurai (1996) have provided a typology of ‘-scapes’ that exist in the current globalized world: ethnoscapes, mediascapes, technoscapes, financescapes, and ideoscapes. His contribution to border studies relies on the conception of these -scapes as not fixed but fluid. Likewise, Brambilla comments on the value of borderscapes as a concept that takes into account the complexity of the border, and considers that they are continuously “traversed by a number of bodies, discourses, practices and relationships that highlight endless definitions and shifts in definition between inside and outside, citizens and foreigners, and hosts and guests across state, regional, racial and, other symbolic boundaries” (Brambilla 2015, 19). Even though exclusion is present in the everyday life of racialized migrants, it particularly affects the experiences of individuals who also live in an irregular administrative situation. A border may be considered as not as something that is fixed but flexible. As Étienne Balibar (2004) suggests “[a] borders follow people and surround them as they try to access paid labour, welfare benefits, health, labour protections, education, civil associations, and justice” (Anderson, Sharma and Wright 2009, 6). However, and following Balibar’s argument, due to the polysemic nature of borders (2002, 82), they are experienced differently by everyone. Irregular migrants tend to perceive the border differently from other individuals with a legal immigration status because of their lack of rights and the possibility of being deported. Considering that irregular migrants are not a homogenous group; gender, ethnicity, the concept of race, and even contact with networks of other fellow citizens affect the experience and the position of an irregular migrant in a city. Moreover, De Genova explains how, for people without status, “everyday activities (working, driving, and going to school) are at risk of being transformed into criminal and illicit acts with dire consequences” (Genova 2002, 427, cited in Nyers 2010). Borders are present in diverse spaces and times; they discourage irregular migrants to be active members of society where detention and deportability are a constant threat if their lack of formal status is discovered (Nyers 2010, 133). The internal construction of borders is displayed in common space for irregular migrants to be reminded of. These borders create inequalities in the enjoyment of rights and the access to basic services, and they also exclude migrants from being active members of society who have responsibilities and are proportionally liable if at fault. Using public space and even simply moving around may be difficult experiences for an irregular migrant. In response to these limitations, irregular migrants develop ways to contest borders. Migrants’ performances, according to Erving Goffman (1959), lead to practices where visibility and invisibility become tactics that irregular migrants need to adopt in order to adapt their experiences to the reality of Madrid. Moreover, it also may help them to take advantage of the ambivalence of the Spanish State towards irregular migration. According to the French philosopher Michel de Certeau (1984), in a political dimension, strategies differ from tactics in the sense that the former are the result of relationships of subjects of power and the latter are the response of the “weak” to
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these strategies. Tactics, unlike strategies, depend on time and migrants must “watch for opportunities that must be seized” (De Certeau 1984, xvii). As such, tactics and ways of contesting borders become fundamental in irregular migrants’ lives.
Exploring Borderscapes in Madrid The experiences and reflections presented in this paper are the result of the fieldwork conducted in Madrid, Spain, during two different periods. The first (summer 2016) was an initial exploration of the city and the network of organizations supporting migrants. The second (December 2016–June 2017) was devoted to involvement within two organizations, Médicos del Mundo Madrid, an NGO focused on healthcare access issues, and the Association of People without Papers in Madrid (ASPM), a civil organization that works together with the Sindicato de Manteros y Lateros (Union of Manteros and Lateros). The ASPM and the Union are comprised of migrants and locals working together against the different forms of institutional racism, as they state in different spaces such as demonstrations or talks. I was also in contact with a day center run by a religious congregation. The center’s services are meant only for sub-Saharan migrants (including asylum seekers and refugees). 86
Figure 2. Group of manteros selling on the streets of Madrid
Source: Laura Vásquez-Roa, April 2017.
The ethnography is the outcome of several interactions with migrants who have different legal statuses (mostly irregular migrants), and with activists, NGO workers, and other key informants from several areas. However, most of the cases are related
Navigating and Negotiating the City: Irregular Migrants Experiences with Borderscapes in Madrid, Spain Laura Vásquez-Roa
To face the government is like running into a wall. Any administrative proceeding is running into a wall. They stop you on the streets, and the first thing they ask you
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to the previously-mentioned groups. My interlocutors have different origins; they mainly come from sub-Saharan countries and some are from Latin America. The narratives collected are part of many conversations, some were taped. Most of the interviews and conversations were held in Spanish, and a small number were held in French and Wolof with the help of interpreters. I also gained insights from participatory observation, informal conversations, and a social cartography workshop with a group of West African migrants who are regular visitors to the day center. The aim of this workshop was to inquire as to their relationship with the city as well as places that represent certain emotions and their perceptions of mobility, security, and the use of public space. For ethical reasons, as well as to protect their stories, I changed all the participants’ names. Some explicitly asked me to change them while others did not. However, I concluded that I needed to use their information anonymously. Almost all the interviews were audio-taped and later transcribed; I also took notes in my fieldwork journal. Few of my interlocutors did not agree to the conversations being taped. Since narratives of my interlocutors were central for the analysis, I decided to attribute them with an important place in this text. Moreover, during my fieldwork, I participated in several activities connected to issues related to migration, racism, and exclusion in Madrid. Consequently, my position as a researcher was influenced by different elements: my role as an activist and my position as a migrant from Colombia, a former Spanish colony, which makes me a racialized subject in that country. However, being an international student, a Spanish speaker, having “lighter” skin, and especially being involved in activists’ groups where most of the members are Spaniards, made me forget sometimes I was also a migrant. At the end, my positionality was ambivalent. Sometimes I felt like an outsider, and sometimes I felt like an insider. Considering the characteristics of this research, and that ethnographical writing is a vital element and not only a deliberate way of presenting the fieldwork (Geertz 1988), this paper is also an attempt to acknowledge the presence of narratives: not only my interlocutors’ but also my own. Furthermore, discussing borderscapes with all my interlocutors was fruitful in many ways. However, some narratives allowed me to gain a better understanding of the mechanisms in which borders are present in the lives of irregular migrants. Noé, a thirty-year-old man from Equatorial Guinea who has lived in Madrid for eight years became one of my main guides during my months in Madrid because of his own experience and his sharp ways of analyzing the situation of irregular migrants in Spain. He framed his situation as an irregular migrant in Madrid as one similar to the stories of other migrants without residence permits. For him, the Spanish government and its apparatus are present as a constant reminder that he is an individual without any rights in the society:
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for, even to buy a ticket for the stadium, is the DNI (National ID). You cannot go to a soccer match, buy a phone, anything. It’s like you don’t exist. There is a sense of anguish. In 2013, I wanted to kill myself because many things happened. My illness had come back as I had neglected treatment because it was expensive, and I didn’t have the money. Before, I spent 250 euros on food, then 90 and then sometimes only 50. My girlfriend left me. I had to repeat the school year. I felt like they weren’t ever going to accept me. These people were telling me that I had to leave. I asked myself what I was doing here. But then I thought “you cannot go back.” If I had already been gone for five years, I had to come back to the country with something in my hands. It’s not that I’m afraid of going back home; I want to go back, but I want to go back with a degree to be able to get a job. I don’t want to just go to start over again. That’s my story, but at least I arrived by plane, I have lived in a house. Some others have gone through worse things. (Noé, March 2017, taped conversation)
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In Noé’s narrative, the lack of National ID or DNI represents the materialization of the border in everyday activities. Without that document, Noé, as an irregular migrant, is caged in a condition where he is not able to develop a free life in Spain. He is not legally allowed to apply for or accept a job. The precariousness of the still persistent underground economy may allow him to find a job but generally under unfair conditions, e.g. short-term jobs or with poor payments. The administrative practice implemented by the Spanish State of controlling foreigners through the DNI is a central issue in migrants’ lives, not only illegal migrants: […] It really screws you up knowing that you are the only one who is different, just because you don’t carry a plastic card with your name, birth date, a letter and a number in your pocket. It is very annoying to know that this plastic card predetermines your life. Without documents, I’ve felt anger and frustration, and I have felt that I am sneaking around a place where nobody likes me. Why? Because you cannot work. When you cannot work, you cannot live by yourself. Look at me; I have no physical impediment, I can look after myself if the law permits. Many times, you feel bad because it is as if you knocked on a door and they opened, but when they see who you are, slam! They shut the door in your face. You can knock 5,000 more times, but they won’t open. (Noé, March 2017, taped conversation)
Faced with this continuous reminder of exclusion, migrants respond using tactics as a way of continuing with their lives despite the difficulties of residing in the city.
Finding Ways to Navigate Madrid During my fieldwork, I observed that the relationship of irregular migrants with the city was mediated by their legal status, but also by the tactics they implemented in order to obtain the greatest possible benefit from it. Three specific aspects emerged from the material I collected concerning navigating the city: first, mobility/immobility as factors that shape the movements of irregular migrants in the city; second,
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the migrant’s visibility/invisibility (being in the right place with the right attitude and with the right people) that creates their room for maneuver in each situation; and third, the tacit agreements that irregular migrants and authorities may have and the consequences if these agreements are breached. Navigating the city is an experience in urban life where one has, or acquires, knowledge that is used through tactics that allow the urban space to be negotiated and the borders in everyday life to be circumvented. Decisions have to be made about where to go and how to get there, including deciding not to leave the house at certain times: this is a case of mobility and immobility, and thought needs to be put into resources and the ways of moving. Finally, browsing is also a reading exercise. It is necessary to read the city to know how to move in it.
I wanted to leave Lavapiés, but if you don’t have documents you can’t rent a flat. No one will rent you anything if you can’t sign a contract. I used to avoid places
1
Manteros is the Spanish word for referring to street sellers that usually display their merchandise on blankets (mantas) along the sidewalks in touristic areas or at metro stations. They normally sell imitation jewelry, pirate copies of sunglasses, bags, and movies. Not all street vendors are manteros. For instance, street sellers of drinks in cans are called by others and by themselves as “lateros” (lata = can in Spanish). Not all, but most of the manteros in Madrid are Senegalese or Gambian migrants, and the lateros are migrants from Bangladesh or Pakistan.
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Mobility/Immobility Irregular migration is highly connected to issues including mobility/immobility (Nyers 2015). In a global order with multiple borders, mobility restrictions can take different forms, both external and internal to the nation-state. Considering that invisible borders are also reproduced internally, mobility constraints may affect irregular migrants within spaces that are not perceived as borderlands for other individuals such as Spaniards or other people living legally in Spanish territories. Instead, borderscapes are present for irregular migrants: legal residents cannot see them. In Madrid, decisions of where to go and how to get there, where to live and when to go out, can be crucial for individuals without residence permits. My fieldwork has shown that for irregular migrants, transiting the city of Madrid is considered a skill that has to be developed after direct experiences of negative encounters with the police or through stories from other migrants and other Spanish citizens. Asking about irregular migrants’ relations with public space was an important part of the interviews, and I talked informally with most of my interlocutors about this topic. Not only irregular migrants, but staff from organizations explained the difficulties in terms of mobility for irregular migrants in Madrid. In those cases, people without legal residence permits prefer to stay at home, avoid certain places and behave carefully. Morr, a thirty-year-old Gambian, has spent around seven years in Spain and was recently awarded legal residence. Nowadays he works as a cook, but he previously worked as a mantero1. For him, the constant presence of the police shaped various aspects of his life in Madrid, as he told me:
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you usually find police controls, especially main bus stations. Some cops let you leave, but others catch you. We normally only try to go out when is necessary. (Morr, May 2017, taped conversation)
Sayfulie, from Ivory Coast, also preferred to stay at home. He is 33 years old and had spent ten months in Spain when we had our conversations. He clarified that he went out only whenever he needed to, and that his careful behavior was his way of living: I usually go where I want to go, but I avoid going out at night or going to places where there are a lot of people. It is not fear, it is my way of living, being careful, attentive to things. If I have to do something, I’ll do it. (Sayfulie, April 2017, taped conversation)
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My female interlocutors, all from Latin-America, commonly mentioned their wish to be at home and not get involved in too many activities outside the house. For those I interviewed who work as domestic employees, public space is part of their movements around the city but mainly for going to work or for things that have to be done outside. Elvira, a 32 year-old Dominican exemplifies this situation: she has been in Madrid for three years, she has a daughter, and her husband is in prison in Spain. She has no legal residence, but has to go outside to work: You have to know how to move here in Madrid, you have to always go the way you need to go and make no deviations. That’s why I think nothing has happened to me. I try not to go out much. I go out to work or do paperwork for my daughter or for my husband. If not, I do not go out. I do not even go to discos or bars, none of that. (Elvira, April 2017, taped conversation)
Irregular migrants’ mobility or immobility is highly linked with them becoming deportable subjects (De Genova 2002). The result of fearing deportation is that irregular migrants adopt a certain behavior in order to be more inconspicuous except when they interact with certain actors; this will be analyzed in the visibility/invisibility subsection. Jorge (32) is a Dominican who has spent more than five years in Spain. He very recently received notification that his legal residence permit was approved. I found a similar narrative about how he tried to avoid risky situations in Jorge’s story: I met many Dominicans who were deported, but all those deported had a previous expulsion order. They didn’t do anything to remove the order, they didn’t work, they spend the day lived on a corner, they were on the street the whole day. While I was not working, I was in my house, I used to leave the house on only very few occasions. I used to come out less because I was afraid I would be with them [other Dominicans] and something could happen. You entertain yourself with your phone, with the TV, I used to spend the day in the gym if I wasn’t working. (Jorge, April 2017, taped interview)
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Another key aspect of mobility is racial profiling. This practice is frequently used by police. Although this has not been permitted by the Ministry of the Interior since 2012, and it has also been condemned on a national and EU level in the European Court of Human Rights2, it is still a common practice in Madrid and other Spanish cities. All my interlocutors, to some degree, mentioned the restriction of mobility as a result of their lack of legal residence permit. However, the frequency of being stopped by the police was higher for sub-Saharan migrants. Jessica’s (a Dominican woman who has lived in Madrid for around eight months) fears of being stopped were based on recommendations from fellow citizens and from her boss. Noé’s has a different experience with the police. In eight years in Madrid he has been stopped so many times, that he has lost the count. For Noé, racial profiling is evident when he has been stopped. When his reaction is not passive, he faces even more trouble. The police do not expect migrants to state their rights. Doing so does not help him because he risks not being given those rights. In Noé’s experience, controls are not only implemented by the police but by other actors such as train or metro inspectors. In these cases, both mobility and time are affected as well as daily routines and private lives. Being stopped means being in the spotlight in a public place, for example:
Due to the migration system in Spain, irregular migrants live and work in precarious conditions; being detained by the police for three days has a serious effect on their lives because they earn money based on the days they are able to work. Additionally, being aware that the police can stop them at any moment can be very embarrassing as Noé explained to me in his metro station story. It is also interesting that he talks about always having his metro ticket, which his way to avoid problems. This behavior corresponds to Shahram Khosravi’s writing about the constant feeling of being under surveillance that works as a disciplining mechanism for migrants. The result is that “ironically, the undocumented migrant exemplifies the impeccable citizen” (Khosravi 2010, 91). 2
In 2017, a young Pakistani man took the Spanish State to the European Court of Human Rights after failing nationally to win his case of police abuse based of racial profiling in 2013. This process was supported by local NGOs and the case is currently being revised by the court. http://www.eldiario.es/desalambre/ Espana-Tribunal-Europeo-Derechos-Humanos_0_640436765.html Retrieved, June 2017.
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The police are quite selective. If you and I go to the street, they will stop me, not you, because I have the perfect no-document immigrant profile. They are quite selective; they know where to find us. Whenever they want to, they find us. I’ve been stopped a million times; there are plenty of people but they stop only me. Not only the police, the metro inspectors are also the same. They see everyone, and they don’t ask them for the tickets, but they ask you for yours […] you see that many people come in but only you are asked for the ticket. If you are in a hurry to take the train, they make you miss it by checking your documents. (Noé, March 2017, taped conversation)
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Some of my interlocutors expressed their preference for not going to public places with a large concentration of people, such as major tourist areas, because there will be more police officers. However, the areas they avoid are determined by their accumulated experience before coming to Madrid. It also depends on the community to which they belong; even though some avoid the city center, there is another large group of my interlocutors who enjoy being there. For other nationalities, it is more common to only interact in neighborhoods where other fellow citizens reside. Many ethnic communities have their own place in Madrid: like the Senegalese in Lavapiés. The neighborhood means two things for irregular migrants: For some, it is like being at home. As Baccar, a twenty-three-year-old man, mentions: “I love living in Madrid, we call Lavapiés “The Dakar.” “The majority of Senegalese are here, the shops, the restaurants, and I feel glad to be here”. Baccar, from Senegal, already has a legal residence permit and enjoys living surrounded by the Senegalese community. For others, however, regular police controls in the area make them avoid the neighborhood. At the same time, a place like Lavapiés also represents the opportunity to be in the public space with others and not to be totally exposed to the police. Cherno’s experience concurs with this use of public space. This was the answer when I asked him about his favorite place in Madrid: 92
Nelson Mandela Square [in Lavapiés]3. I feel lonely at home; I have to go out to talk with my friends. I don’t know many places; I couldn’t talk about places I don’t like. I don’t go out. I only leave home to work and talk with friends. (Cherno, May 2017, taped conversation)
Cherno, a twenty-eight-year-old man from Senegal has lived in Madrid for five months; he is devoted to learning Spanish and sells merchandise in his manta. He has lived in Lavapiés since arriving in the city, and he spends most of his time at home or going out to sell. He is only on the street when he is in Lavapiés: always together with other fellow citizens. When we talked about places he likes in Madrid, he was only able to talk about his own neighborhood. Being a mantero, he mentioned the presence of the police as a factor that influenced his desire to go out several times. Similarly, in my conversations with street vendors (mostly manteros) they told me about comparable experiences with the police. However, due to their occupation, the manteros are marked by even more restrictions in terms of mobility compared to migrants who are covered by the Humanitarian Assistance Program (HAP)4. The beneficiaries of this program usually receive an ID that proves the affiliation they have with the center in which they live. Since every center is autonomous in the administration 3 Nelson Mandela Square was renamed in 2014 after the South African leader’s death the. This square is typically occupied by residents of sector who are mainly Senegalese migrants. 4 The Humanitarian Assistance Program was regulated by the Royal Decree 441/2007. Spain has implemented this program for migrants and asylum seekers arriving to the Spanish territory’s coasts (CEAR 2017). Since the Humanitarian Assistance Program only focuses its scope on this type of migration, many NGOs dedicate their efforts to this population and work as operators funded by the Spanish State.
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of the services they provide, each ID is different. Although these IDs are not legal residence permits, and they do not prove the individual is an asylum seeker, the police are potentially less likely to detain migrants with this kind of document5. However, since the manteros work on the streets, they have to move around very carefully to avoid two types of police controls: 1) The operations carried out by the National Police, which is in charge of checking migrant status, and 2) The city police (Policía Municipal), which controls the uses of the public space and controls street sellers. The manteros have a constant risk of violent encounters with the police. The job is risky, hard, and unpleasant, but is one of the few options that they have as irregular migrants in Madrid if they want to avoid illegal businesses. Working as a street salesperson is not desirable, but it is normally what they can do. Working with the manta implies at least two major risks for irregular migrants: They have no legal documentation to be in Spain, for which they can be detained. Also, they are carrying out an illegal activity, which reinforces their vulnerability and sense of deportability. Baccar tells me about his first experience selling on the street and the hard conditions this job entails:
There are many undercover police in Madrid. If there is a tense relationship between uniformed police officers and irregular migrants, the presence of undercover police means the situation is even harder and more stressful, especially for street vendors. In the next subsection, I will describe how encounters with the undercover police and other actors are marked by the need to play the visible or invisible role depending on both the situation and the actors.
Visibility/Invisibility Roles Moving freely or with restrictions is not the only factor that irregular migrants have to consider when navigating the urban space: not only where to go, but how to get there, is a key element in their movements around the city. Employing different 5
Asylum seekers receive a red card that is a valid ID and allows them to work while they are waiting for a decision.
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People are aware of that working with the manta has no future, you just earn some money. You carry a 20 kg weight and the police chase you. I’m not sure if police here are racist, but they discriminate against you. When you’re running, they discriminate against you. You have a weight on your back when you are running. The first day I was astonished, “am I really doing this?” It was brutal because we were on the Gran Vía when they started yelling: “Undercover; undercover”. I asked “Where?” I automatically took my blanket and went into the road and we fled. From the Gran Vía to Plaza España; from Plaza España to Casa Real, later to Puerta de Toledo, then to Parque del Retiro, that at least was 7 Km. We went separate ways and the police didn’t know who to chase. Some were safe, others got caught. Some were deported, some spent 45 days at the Aluche [detention center], but most of them were deported. (Baccar, March 2017, taped conversation)
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ways of moving around is a tactic that irregular migrants use in their daily routines. Within the context of irregular migration in Madrid, having a knowledge of the city and how to navigate it becomes crucial to take advantage of available opportunities while evading the ever present risks of the invisible borders. Many irregular migrants who work as manteros complained during our conversations about the undercover police who used their “invisibility” to pursue manteros. In Madrid, street vendors, normally locate in very touristy and busy areas such as the Gran Vía. The manteros are constantly ready to quickly gather together their blankets containing their merchandise and run if the police arrive. Undercover police usually work without obvious signs on their clothes to catch the street vendors unawares. Although the presence of undercover officers may be unnoticed to other city dwellers and tourists, many manteros told me they know how to recognize some undercover officers who normally work in the same areas. Figure 3. After of a mantero’s merchandise was taken by undercover police officers, their colleagues look from the other side of the street the scene
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Source: Laura Vásquez-Roa, May 2017.
Encounters with undercover police are normally accompanied by violent actions toward the manteros: sometimes only words or attitudes but other times physical. These encounters may seem confusing for pedestrians who are not aware that undercover police play a role in these kinds of operations. In several conversations with regular dwellers in Madrid, I had to explain in detail about the situation of irregular migrants in the city because outside the activist groups people are unaware.
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I often go to Sol and Gran Vía. Downtown I feel like a fish in water. That’s the only place where you see people wandering freely; as there are many people, no one has time to look at the details. There are many people, but everyone is anonymous. I like that feeling so much: feeling anonymous, passing unnoticed. It’s as if you were there but were not at the same time. That’s also a good feeling; it’s a beautiful spiritual calm. It’s to enjoy looking at many people without knowing them. Those people are in front of me, but they don’t know me and are not interested in meeting me. (Noé, March 2017, taped conversation)
For the manteros, on the other hand, being invisible could also mean being in public spaces but implementing tactics to avoid the police. Going out in groups or at times the police change shift, are part of the pre-established team agreements. Cherno explained the different times to go out and sell, “the police are looking for you; they chase you. I go out around [certain hours] then, at night, from [certain hours]. We take advantage of the police shifts to go out.” In these daily events, communication plays a key role in their success. In Goffman’s words (1959, 112), by colluding together, the manteros are able to share messages that allow them to sell with the least amount of hassle. Morr, like other manteros, explained the importance of going out in groups to protect each other: People without documents normally avoid places where there are a lot of people attend because the police are always there, like in Sol. You go there to sell, but we
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For the manteros, as well as for other of my interlocutors, the role of the undercover police is a constant threat which is hard to elude. A uniformed officer also represents a threat for irregular migrants, but he or she can be easily detected from a distance so the migrant can avoid an encounter. The more knowledge the migrant has about how to move in the city, the better chances they have of protecting themselves. Contrary to the previous situation, being visible can be convenient in certain circumstances. The interactions between irregular migrants and public and private institutions are crucial to establish support networks, although not all irregular migrants reach this stage. A good example of the need to being visible is the case of migrants who arrive at the southern border and register for the humanitarian Assistance Program. In that program, irregular migrants receive basic assistance for at least three months. If migrants do not register with the Spanish authorities, they do not benefit from this aid. Furthermore, public participation in events organized by social networks based on ethnicity or nationality may be important to obtain benefits. A third situation where irregular migrants could decide to go into a public space is when undertaking activism. On other occasions, the decision to appear in public does not necessarily mean being visible. While some of my interlocutors avoided touristy areas because of the police presence, for others those places allowed them to be in public without getting too much attention. Due to the diversity of people who are normally in the crowded areas, some feel they can pass unnoticed. Noé explains this point with the example below:
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don’t go alone; we go in a group, all together in order to protect each other. We go and come back all together. We usually go out when the police change shift. We go before they come. We learn how to identify the undercover police and their behavior by going out every day. The first day, you don’t know. But then, since you go out often, you start to recognize their faces. If we recognize one undercover cop, we tell or call the other manteros to let them know. Not all the cops are mean; some are good people. We organize ourselves and decide what time to go out. There’s always a natural leader who organizes the calls, the time we go out, and the meeting point. (Morr, May 2017, taped conversation)
Tacit Agreements
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The blurry characteristics and ambiguity of the migratory apparatus in Spain take different forms. On the one hand, Spain supports programs that provide support to irregular migrants, and on the other hand, it has reinforced securitization and deportation, which affects the same population. This ambiguity emerged as part of discussions about the perception that irregular migrants have about their mobility in the city. Through social cartography activities, my interlocutors expressed that main metro stations are the places they most fear or that they try to avoid. Areas that are near the places where they sleep are normally considered safe places. However, some of my interlocutors told of their experiences with police presence surrounding soup kitchens or shelters that are visited by irregular migrants on a daily basis. They deemed this to be strange and even petty behavior by the police. They expected to face uniformed officers in touristic places or at events with large concentration of people, but not in places that are meant to be for migrants. When I asked Morr, a Gambian man, about places he used to avoid, he mentioned: In Moncloa, there are a lot of police raids. Many people go to the hospital to the emergency room, but there are many police raids. In Chamartín metro station, there are usually police as well. I think police officers there are very racist. They always stop you and ask you for documents if you are black. I asked why they stopped me if I’m not the only one in the station; I asked if it is because I’m black. I said I could be Spanish, and they replied black people are not normally from Spain. (Morr, May 2017, taped conversation)
Morr’s statements reveal that both the police’s presence at the places near where irregular migrants go and their racism as the reason for being stopped in public spaces. The participants in the social cartography workshop also told of police presence near to the social centers they used to attend.
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Figure 4. “Stop police harassment”
The relationship between irregular migrants who are part of the Humanitarian Assistance Program (HAP) and the police is also ambiguous. Although they have not official residence permit, there is some permissiveness with regards to detaining them. Since the legal maximum stay in the detention center is sixty days, they cannot be detained once again if there is no repatriation agreement with the migrant’s country of origin or if they have no new contravention (penal record). As was previously mentioned, irregular migrants are given IDs by the reception centers or from other associations that support migrants, and, unofficially, police are usually more relaxed when presented with these documents. However, this an unofficial agreement and the result depends on each individual officer. As irregular migrants, workers in social centers for migrants, and local activists mentioned, these unofficial documents are useful at police check-points, but they do not prevent detention. Even though not all encounters with police will end in deportation, people are sometimes taken to the police station for up to three days. Ana, a social worker in a reception center, remarks that certain groups are targeted and then generally detained by the police. Sub-Saharan and also young Maghrebis, for instance, are often stopped. “The police make them criminals because they always focus on the illegality when migrants are forced to live illegally, not by choice” (Ana, April 2017, taped conversation). Another example of the ambiguity that is also characteristic of borderscapes in Madrid has to do with access to public healthcare. Royal Decree 16 of 2012 limited
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Source: Laura Vásquez-Roa, April 2017.
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irregular migrants’ access to healthcare, but in 2015 entities such as the Autonomous Community of Madrid decided to allow irregular migrants in the system. This is a favorable measure for irregular migrants; however, the decision is still not totally clear in administrative terms. Currently, irregular migrants are assigned with two different codes. One of the codes covers almost all kinds of services, as it does for other users, but the other code does not cover medication subsidies. It is not clear how the administrative staff decide to use which code, so some migrants are still receiving incomplete health care. Cherno, for example, told me about a negative experience he had several months ago: I’ve been to the doctor, but as I have no primary care doctor, they could not help me. They sent me to emergencies, and the specialist told me that only the emergency service could help me. In the end, I had to go back home because I had no documents or primary care doctor. (Cherno, April 2017, taped conversation)
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In healthcare-related issues, a local NGO reported two main problems with access due to this confusing application of regulations. Migrants who seek support from this NGO are confronted with barriers both in health centers and hospitals. Most encounter an administrative barrier at the health center when it comes to enrolling in the system. In hospitals, the most frequent problem is that they are billed for the services they are used (and this is not supposed to happen); they are not denied access, but they are charged for it. Last, but not least, another tactic I observed during my fieldwork linked to health issues is to take advantage of white people’s “difficulty” in distinguishing one black person from another. I found this not only with my interlocutors from sub-Saharan origin, but also in the narratives of other researches of similar populations; racism may be used as a tactic to contest the border. Baccar explained his experience in this regard: Right now, a friend of mine is pregnant. She has not been treated because she has no health card thanks to not covered by social security. She’s illegal, so they don’t treat her or care for her. What we do nowadays is, as black people look all look the same to white people, we ask for a friend who is working for a health card, and that’s how we can go to the doctor. Another time, I took a friend of mine with a problem to Moncloa hospital, and they told him that he needed insurance and so he had to pay. I told them that I was carrying a patient; that he was ill, but I didn’t have the documents. I was mean to the assistant. In the end, I went somewhere else, I erased my face from my card and gave it to my friend for him to be treated. (Baccar, March 2017, taped conversation)
Sometimes tacit agreements that tolerate irregular migration are part of the interaction between people without legal residence and the representatives of the State
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(police officers in this case). However, due to this ambivalence, when one of these tacit agreements was broken, irregular migrants were treated harshly.
The times they stopped me the most were from 2010 to 2012. I don’t know whether it is because I didn’t go out; I hadn’t settled. After 2012, I haven’t been stopped too much either, maybe because I feel more confident now; I’m a veteran. I think they [the police] see your attitude. I don’t know how they choose who to stop, but they are really good at spotting who has no documents. I avoided going to the city center because of that. I avoided going by the metro, and I got used to using buses. I avoid big public events because you are easy prey there. In my case, they don’t stop me that often now; maybe they see I’m confident. It might be because I arrived here when I was 23, and I have now got experience. You look more like a man: an adult. All those things may have an influence. (Noé, March 2017, taped conversation)
For the manteros, negotiating public space is vital for them to work and live. As Alpha stated in a conference about the right to the city, street vendors are mistreated by the police while all they are doing is trying to survive. Him, a thirty-four-year-old Senegalese man, is a spokesman for the Union of Manteros and Lateros at different public events in Madrid, and for the ASPM (Association of People without Papers in Madrid, in Spanish: Asociación Sin Papeles de Madrid). One
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Discussion Taken together, these findings suggest that irregular migrants in Madrid face borders in several situations and places, and also that having a knowledge about how to navigate the city is crucial for them. Immersed in borderscapes, the city becomes a place to be navigated. Many different tactics could be used to navigate the city. Irregular migrants (as do regular) make use of urban space as a response to the limitations that their legal status imposes upon them. The city of Madrid itself plays a role in the irregular migrants’ daily practices. Each place has its own way of creating borders. Thus, the city is more than a simple background of the migration system. Although debates around the right to the city are beyond the scope of this research, terms such as “right to the city”, a term coined by Henri Lefebvre, and “city for all” were common in our conversations and within activist circles (natives and migrants) in which I was participating. Irregular migrants, as well as any other city dweller, give meaning to the city while inhabiting it. Migrants negotiate their place in the urban space. The city may produce changes in their lives, and at the same time, migrants may change the city. On one hand, following Arjun Appadurai’s (1996) argument on translocality, many global processes take place at the local level, changing the ways the non-nationals are part of new demands on civic and national rights and resources. On the other hand, Noé mentioned the changes he had experienced while living in Madrid. His ways of moving around, for example, have given him the knowledge and the characteristics that now help him to look more confident and to be less bothered by the police:
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frequently used street vendor motto in demonstrations where they work together raising awareness about the prosecution they suffer is, “To survive is not a crime” (Sobrevivir no es delito). Figure 5. Demonstration in front of the Ministry of Employment and Social Security, government agency in charge of the Humanitarian Assistance Program
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Source: Laura Vásquez-Roa, April 2017.
His opinion about the restrictions on movement was also an argument for his right to be part of the city: to use the streets regardless of the borders around. He was aware of the danger of his way of moving around; however, he thought it was his right to do so. I asked him if he used to avoid any areas while he was selling, and he said: You never know where they [the police] are going to be; you can’t live like that. If I want to live my life, I can’t think about them. I didn’t. I said to myself that I had to make my life without thinking about them. (Alpha, April 2017, taped conversation)
Alpha’s attitude towards the police’s actions is also connected to his way of understanding his position in the city and the power relations involved in this situation. Even knowing that his behavior may get him into difficulties, Alpha decided to assume a more visible role. He did not worry about the police’s presence, regardless of his disadvantaged position as a street vendor. This was a determinant factor for subsequently getting involved in activism. Currently, self-organized migrant associations are key in social struggles to get better conditions for irregular migrants in Madrid.
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Conclusions
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At various times during my fieldwork, I realized that the migration apparatus in Spain has ambivalent and unclear attitudes towards irregular migration. On the one hand, securitization and border control, especially on the southern border, are part of the Spanish State’s obligations as an EU member. External borders are reinforced internally through methods including deportation, summary push-backs, and detention centers. Borders are present in irregular migrants’ lives as part of the constant interactions with representatives of the nation-state. Borderscapes surround irregular migrants in their daily lives through discourses, laws, and practices. Yet, at the same time, Spain could be described as a country where informal institutions, intertwined with legitimate institutions, have supported irregular migration for several reasons (Engbersen and Broeders 2009). Part of this ambivalent attitude can be seen in the processes of regularization or even in programs that support irregular migrants in precarious conditions. Irregular migrants face, negotiate, and/or get through borderscapes in the city by using different tactics. As part of this process, irregular migrants may find spaces where negotiation is possible and, at the same time, this negotiation becomes part of their ways of giving meaning to the urban space. Being visible/invisible is an important factor for such negotiation. They are visible in the places in which they can be visible, otherwise they try to remain unnoticed to the police or any other actor representing the Spanish State. However, on other occasions, remaining invisible is not possible. Street vendors have to negotiate their presence on the streets, thus they try to become invisible by using tactics. As has been stated, there are certain spaces where being visible is convenient and preferable, such as in social aid centers, NGOs, soup kitchens, and shelters while other spaces are avoided. When the police locate themselves at the exit of metro stations and close to social centers where migrants receive assistance it is as if the tacit agreement is being broken, and the result is an incomprehensible experience. It may be possible that the tacit agreement simply does not exist, but the surprise expressed by my interlocutors (irregular migrants and members of staff at social centers) also suggested that this was the result of the Spanish State’s ambivalent attitude towards migrants. Since borderscapes are not only at the frontiers that divide countries —they are found inside social spaces— migrants face other forms of borders when they reach their destination country (Fassin 2011). In the case of Madrid, these borders are the result of the internal borders exercised through laws and practices. The Foreigners Law is restrictive in terms of mobility, but it also restricts how migrants behave. Through border practices, irregular migrants face boundaries that others pass unawares. These practices, however, shape a particular type of migrant. Borders exist for irregular migrants in different scenarios, partly as a reminder of their lack of membership. At the same time, migrants passively respond to these border constructions and border controls, but also, by navigating the city, they find ways to produce space and to make room for themselves. There are also political responses to
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the State and its strategies: through explicitly contesting borders through activism or in subtler ways by just using the public space, irregular migrants are disputing their place in Madrid. The simple act of navigating the city, knowing both where to go and how to get there, is crucial to create urban space that they cannot take for granted.
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Pensando a través de la errancia: travesías y esperas de viajeros africanos en Quito y Dakar* Jonathan Echeverri Zuluaga** Universidad de Antioquia, Colombia Liza Acevedo Sáenz*** Instituto de Estudios Regionales (INER), Colombia https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.05 Cómo citar este artículo: Echeverri Zuluaga, Jonathan y Liza Acevedo Sáenz. 2018. “Pensando a través de la errancia: travesías y esperas de viajeros africanos en Quito y Dakar”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 32: 105-123. https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.05 Artículo recibido: 11 de septiembre de 2017; aceptado: 09 de abril de 2018; modificado: 29 de abril de 2018.
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El proyecto fue financiado a través de la Convocatoria de Estímulos para el Fomento de la Antropología Visual Nina S. de Friedemann del Instituto Colombiano de Antropología (ICANH) (2014-2015). Como resultado de este proceso se realizó el documental etnográfico El futuro es brillante. Ver en https://vimeo. com/181808482 En cuanto al trabajo etnográfico en Dakar, este fue financiado por el International Development Research Fellowship (IDRF) del Social Science Research Council (SSRC). A través de una estancia postdoctoral en el Museu Nacional, Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ) (2015-2016) fue posible darle continuidad a esta investigación. Las ideas presentadas aquí acerca de la errancia en Dakar ya han tenido un tiempo de maduración. En cambio, las ideas sobre la circulación de viajeros africanos en América tienen un carácter preliminar. Agradecemos a todos nuestros interlocutores, quienes nutrieron esta reflexión con sus historias que decidieron compartir generosamente con nosotros.
** Ph.D en Antropología de University of California, Davis, Estados Unidos. Profesor del Departamento de Antropología de la Universidad de Antioquia (UDEA). Entre sus últimas publicaciones está “El viaje y el engaño entre africanos buscando horizontes fuera de África”. Boletín de Antropología 31 (51): 153-170, 2016. *jonathan.echeverri@udea.edu.co *** Antropóloga de la Universidad de Antioquia (UDEA) y comunicadora audiovisual de la Universidad de Medellín (UDEM). Miembro del grupo de investigación Cultura, Violencia y Territorio del Instituto de Estudios Regionales (INER). *lizasaenz01@gmail.com
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Resumen: a partir del cambio de milenio, Ecuador se ha convertido en un lugar de paso, pero también de residencia para migrantes de diferentes países del mundo. Mientras que la fuerza de atracción de este país proviene de requisitos migratorios flexibles como resultado de una política de ciudadanía universal, las condiciones económicas no estimulan la posibilidad de quedarse. Este artículo tiene como punto de partida una reflexión previa sobre el concepto errancia que surgió de un acercamiento a las historias de africanos que esperaban en Dakar (Senegal) para continuar el viaje fuera de su continente. Contrastamos esta experiencia con la de otros africanos que han atravesado el Atlántico y han llegado a Quito. Dos opciones se presentan a estos últimos: continuar el viaje hacia Estados Unidos o quedarse. En ambos casos, las políticas migratorias, el valor de los papeles (pasaportes y visas) y las formas de socialidad influyen en su experiencia
Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 32 · Bogotá, julio-septiembre 2018 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 105-123 https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.05
como viajeros. En el caso de quienes continúan el viaje hacia Estados Unidos, los riesgos de la travesía se convierten en pruebas de aptitud para recibir asilo. Palabras clave: Thesaurus: África; Ecuador; política migratoria; Senegal. Autores: errancia. Thinking through Errance: Journeying and Waiting among African Travelers in Quito and Dakar
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Abstract: Since the beginning of the 21st century, Ecuador has been a point of transit but also of residence for migrants from around the world. While the attraction of this country resides in the flexible regulations of migration which stem from its policy of universal citizenship, the economic conditions there do not encourage migrants to stay. The starting point of this article is a previous study of the concept of errance which emerged from listening to the stories of Africans who were waiting in Dakar, Senegal, as they sought a way to leave from the continent from Africa. The article contrasts their experiences with those of other Africans who manage to cross the Atlantic and land in Quito. There are two options available for them: to either continue the journey toward the United States or remain in Ecuador. In both cases, migration policies, immigration papers and socialities are factors which shape their experience as travelers. For those who continue on their journey to the United States, the risks they run become a proof of their worthiness to be granted asylum. Keywords: Thesaurus: Africa; Ecuador; migration policy; Senegal. Authors: Errance Pensando por meio da errância: travessias e esperas de viajantes africanos em Quito e Dakar Resumo: desde a virada do milênio, o Equador tem se tornado um lugar de passagem, mas também de residência, de migrantes de diferentes países. Enquanto a força de atração desse país provém de requisitos migratórios flexíveis como resultado de uma política de cidadania universal, as condições econômicas não estimulam a possibilidade de ficar. Este artigo tem como ponto de partida uma reflexão prévia sobre o conceito errância que surgiu de uma aproximação às histórias de africanos que esperavam em Dakar (Senegal) para continuar a viagem fora de seu continente. Contrastamos essa experiência com a de outros africanos que atravessaram o Atlântico e chegaram a Quito. Duas opções foram apresentadas a estes últimos: continuar a viagem rumo aos Estados Unidos ou ficar. Em ambos os casos, as políticas migratórias, o valor dos documentos (passaporte e visto) e as formas de socialidade influenciaram em sua experiência como viajantes. No caso dos que continuam a viagem para os Estados Unidos, os riscos da travessia tornam-se em testes de aptidão para receber asilo. Palavras-chave: Thesaurus: África; Equador; Senegal. Autores: errância; política migratória.
Pensando a través de la errancia: travesías y esperas de viajeros africanos en Quito y Dakar Jonathan Echeverri Zuluaga y Liza Acevedo Sáenz
[...] Ten siempre en tu mente a Ítaca. La llegada allí es tu destino. Pero no apresures tu viaje en absoluto. Mejor que dure muchos años, y ya anciano recales en la isla, rico con cuanto ganaste en el camino, sin esperar que te dé riquezas Ítaca. Ítaca te dio el bello viaje. Sin ella no habrías emprendido el camino. Pero no tiene más que darte. Y si pobre la encuentras, Ítaca no te engañó. Así sabio como te hiciste, con tanta experiencia, comprenderás ya qué significan las Ítacas (Viaje a Ítaca, Constantino Cavafis 1991, 61).
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Introducción
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Algunos de los nombres de los lugares y de las personas que hacen parte de esta investigación etnográfica han sido cambiados para proteger su identidad.
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a idea de este artículo tiene como antecedente una transformación en los vectores de la movilidad de los habitantes del Sur global. A lo largo del siglo XX la orientación del desplazamiento era mayoritariamente hacia el Norte —Europa, Estados Unidos y Canadá—. En la actualidad vienen emergiendo destinos y puntos de paso en el Sur global a consecuencia de los rígidos controles migratorios en el Norte, pero también de las conexiones que los medios de transporte y comunicación han establecido entre diferentes puntos del Sur global. El proyecto de investigación de uno de los autores, realizado entre 2009 y 2012, sirvió como punto de partida para acercarnos a las rutas que se forman como efecto de esa transformación. El proyecto consistió en reconstruir las historias de viajeros de diversas procedencias (Camerún, Nigeria, Guinea, Ghana, Mali, Liberia, Sierra Leona, entre otros), cuyas travesías fuera del continente africano se habían interrumpido en Dakar (Senegal). Se preguntaba por las razones de la salida, por el hecho de “estar varado” en Dakar y por las estrategias para continuar la travesía. Un interlocutor clave en esta investigación es Prince1, un nigeriano que logró salir de Dakar y moverse por otros rincones del globo en América del Sur (Ecuador y Colombia), el Medio Oriente (Emiratos Árabes) y África (Marruecos, Togo y Nigeria). Con el pasar de los años, Prince se ha vuelto un gran amigo y una inmensa fuente de inspiración para el trabajo académico y para la vida. Seguimos sus huellas y en 2015, en el marco de un proyecto de antropología visual, logramos conocer las historias de otros africanos que habían llegado a Ecuador. Las facilidades migratorias que hacían parte de una política de ciudadanía universal, adoptada por el Estado ecuatoriano en 2008, los habían atraído a ellos y a muchos otros viajeros del Sur global a Quito.
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A lo largo de los años, conocer las experiencias de viajeros en Quito y en Dakar motivó una reflexión sobre el concepto “errancia” como alternativa para entender el viaje interrumpido y la espera a medio camino. En el diccionario, los significados del término errancia aluden al “andar sin rumbo fijo”, a la aventura, al viaje y al error. Estos elementos se relacionan con los bucles en las rutas de nuestros interlocutores y sus desviaciones del rumbo esperado; con su temeridad y con las formas de fraude a las que quedan expuestos produciendo desconfianza e incertidumbre en la búsqueda de una salida. En el ámbito académico, el concepto errancia ha sido trabajado por los estéticos franceses, quienes la definen como la “búsqueda del lugar aceptable” (Laumonier 1997; Depardon 2003). Esta perspectiva nos es útil pues desarrolla también la noción de “otraparte” como mecanismo que impulsa la errancia. La otraparte resuena con la persistencia de nuestros interlocutores para buscar nuevos posibles destinos cuando los proyectos para retomar el viaje se desvanecen. De modo más general, partimos de una concepción de la vida humana como asociada al movimiento. Retomamos a De Genova (2010, 39), quien afirma que la vida humana es “inseparable de la capacidad desinhibida para moverse, una premisa necesaria para el libre y resuelto ejercicio de los poderes creativos y productivos [de los seres humanos]”2. Varios autores han señalado la inadecuación del concepto migración para explicar las incertidumbres que rodean la movilidad humana en el mundo contemporáneo, especialmente su amarre al Estado-nación. Según los autores del transnacionalismo, es común equiparar las ideas de Estado-nación y sociedad, circunscribir el análisis a sus fronteras territoriales y asociar a la identidad nacional las diferencias culturales implicadas en el desplazamiento (Levitt y Glick-Schiller 2004). Pero estos mismos autores reconocen las dificultades para producir conocimiento que no cuestione la existencia empírica del Estado-nación (Whitehouse 2012, 16): es paradójico que “el propio nombre de ‘transnacionalismo’ ponga a la ‘nación’ por delante de otras distinciones geográficas o culturales”. Un factor que dificulta deshacer este amarre es la estrecha relación entre teoría de la migración y políticas gubernamentales (Sayad 2018; De Haas 2014). Es por esto que se hace necesario multiplicar las herramientas conceptuales con las que se piensa la movilidad humana. En el caso de los africanos varados en Dakar y de quienes lograban cruzar el Atlántico para llegar a Quito, el concepto errancia fue la alternativa para acercarnos a su movimiento. La mayoría de los que llegan a esta ciudad viven en la zona Sur, pero algunos lugares importantes para la socialidad —iglesias evangélicas, restaurantes y bares— están ubicados en los alrededores de la Avenida Amazonas, un nodo en la ciudad en el que tienen presencia tanto turistas del primer mundo como viajeros del Sur global. La etnografía en Quito se centró en un restaurante llamado “Casa del Ají”, el cual estuvo 2 El original en inglés dice así: [Human life] “is inseparable from the uninhibited capacity for movement which is a necessary premise for the free and purposeful exercise of creative and productive powers”. La traducción es nuestra.
Pensando a través de la errancia: travesías y esperas de viajeros africanos en Quito y Dakar Jonathan Echeverri Zuluaga y Liza Acevedo Sáenz
La ciudadanía universal ecuatoriana en el contexto andino Después de considerar varias opciones en Dakar, Prince eligió Ecuador para continuar su viaje y poner fin a su espera de casi dos años. Ecuador era en ese tiempo el único país en América Latina que no le exigía visa de entrada. Como muchos, aterrizó en Quito en el 2011 sin tener un contacto fijo (solo historias de otros antes que él que se habían quedado sin mayores problemas) y le pidió a un taxista en el aeropuerto que lo llevara a donde hubiera africanos. El taxista lo dejó en la Avenida Amazonas, en el restaurante “Casa del Ají”, donde rápidamente hizo amigos y estableció contactos para trabajar. Durante ocho meses vivió en Quito, luego viajó a Colombia y buscó por dos años establecerse allí, pero múltiples obstáculos le impidieron obtener los papeles necesarios para prolongar
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funcionando hasta 2016. Prince nos puso en contacto con Lenny, su administrador, un hombre bajito, calvo y sonriente que nos dio una calurosa acogida en su negocio. A través de Lenny fue posible conocer africanos con diferentes trayectorias de vida, edad y tiempo de permanencia en Quito. En algunos clientes se notaba la familiaridad con el lugar: llegaban al restaurante acompañados de sus esposas africanas o ecuatorianas, saludaban efusivamente a Lenny y Ruddie, su compañero de trabajo, y estrechaban manos con muchos de los otros clientes. Por el contrario, en otros se notaba el hecho de ser recién llegados pues su comunicación con Lenny y Ruddie era menos fluida, buscaban informarse sobre asuntos de adaptación básica como la forma de activar sus celulares y los lugares para cambiar dinero. También querían saber sobre cómo seguir el camino. Las actitudes de los clientes de “Casa del Ají” dan cuenta de elementos para la comparación de las formas en que nuestros interlocutores en Dakar y Quito se relacionaban con el viaje y la espera. Mientras unos seguían el camino hacia Estados Unidos o el Cono Sur, otros se quedaban articulándose a las ofertas de trabajo locales, que oscilan entre empleos poco lucrativos como la construcción, los servicios a la comunidad africana (por ejemplo, restaurantes, peluquerías, bares) y las actividades clandestinas relacionadas con el comercio transfronterizo; finalmente los intentos de quedarse de otros cuantos eran infructuosos, y como opciones se les presentaba seguir o devolverse. Dos elementos adicionales nos sirven de puntos de comparación: el rol que tienen los papeles (pasaportes y visas) en la construcción de las trayectorias y las formas de socialidad que se establecían con los anfitriones ecuatorianos y con otros miembros de la comunidad africana. Este artículo busca analizar las transformaciones de la errancia entre aquellos que como Prince consiguen cruzar el océano Atlántico y llegan a tierras suramericanas. Para ello, se pregunta en un primer momento por los marcos jurídicos de Colombia y Ecuador, y la manera en que buscan regular las trayectorias de los africanos. Establece también, en un segundo momento, un paralelo entre Quito y Dakar reflexionando en torno a la migración y sus limitaciones para pensar la movilidad humana. Se abordan dos momentos: la travesía y la espera, y dos elementos que posibilitan ambos estados de movimiento: los papeles y la socialidad. El artículo cierra comparando las formas en que la errancia emerge en Dakar y Quito.
Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 32 · Bogotá, julio-septiembre 2018 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 105-123 https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.05
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su estadía. En el 2014 tuvo que volver a Nigeria para intentar tramitar desde allí los documentos que le permitirían obtener la residencia en Colombia. En 2015, emprendimos un viaje a Quito para volver sobre los pasos de Prince. Cuando llegamos, notamos que la comunidad africana se destacaba entre toda la población extranjera. Nigerianos, cameruneses, congoleses, ghaneses, senegaleses, malienses y sudafricanos transitaban por la Avenida Amazonas con atuendos y gestos que contrastaban con la introversión de los quiteños. Mientras que algunos estaban establecidos y desempeñaban trabajos fijos, otros buscaban empleo y otros iban y venían haciendo contactos para seguir la ruta hacia Estados Unidos. Tanto Prince como la comunidad de africanos que encontramos en Quito fueron atraídos a este paraje en el corazón de los Andes por la flexibilidad de las políticas migratorias amparadas en una filosofía de ciudadanía universal y libre movilidad. Según la Constitución de la República de Ecuador, estos principios se fundamentan en “[...] el progresivo fin de la condición de extranjero como elemento transformador de las relaciones desiguales entre los países, especialmente Norte-Sur” (Constitución Ecuador 2008, art. 416 numeral 6). Este avance constitucional hizo de Ecuador un lugar de paso para muchos cubanos, haitianos, africanos y asiáticos que deseaban llegar a Estados Unidos. Este aumento del flujo migratorio afectó directamente a otros países que no tenían tanta apertura en términos legislativos, y cuyas iniciativas de regulación de la movilidad se reducían a la protección de la seguridad nacional o a la flexibilización de las disposiciones migratorias para el ingreso de inversionistas. Colombia, por ejemplo, es un paso obligado para los viajeros que deciden llegar a Estados Unidos por vía terrestre; a pesar de esto, el país no cuenta con una ley o un estatuto de migración que garantice un enfoque de derechos en el trato a los viajeros. El territorio nacional solo tiene una serie de decretos3 que dictan procedimientos y condiciones para la obtención o cancelación de visas y permisos, mas no tiene disposiciones legales que garanticen la protección y defensa de los derechos de los migrantes. Esta ausencia de un marco legal y jurídico claro para el tratamiento de la migración en Colombia deja en manos de un ente administrativo4 decisiones que requieren el estudio y la intervención de otras entidades estatales, generando así menos garantías para los viajeros (Sánchez 2014). En el 2016 el Gobierno de Panamá cerró la frontera con Colombia frenando el paso de estas personas mientras buscaba soluciones para quienes ya estaban estancados en su territorio (Portafolio 2016). Las noticias de viajeros esperando en el municipio de Turbo (Antioquia) (el lugar más al norte al que se puede llegar por la carretera Panamericana) inundaron los medios de comunicación colombianos. Migración Colombia abordó este flujo desmedido5 como un problema de redes de 3
Decreto 834 de 2013, Decreto 1067 de 2015 y Decreto 1743 de 2015.
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Migración Colombia es la autoridad estatal encargada de la regulación y el control migratorio en Colombia.
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De acuerdo con un informe entregado por la entidad, en el 2016 se identificaron 34.000 migrantes irregulares en el territorio nacional, cifra que supera en cuatro veces la del informe del año anterior (Migración Colombia 2017).
Pensando a través de la errancia: travesías y esperas de viajeros africanos en Quito y Dakar Jonathan Echeverri Zuluaga y Liza Acevedo Sáenz
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Ley 1899 y Ley 1897 de 1971, construidas bajo una doctrina de seguridad nacional con el objetivo de impedir la “propagación de ideologías en la guerra fría” (Correa 2016, 14).
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tráfico de migrantes (El Tiempo 2016a). Su mecanismo de confrontación fue la deportación voluntaria, y obligatoria después de un tiempo, a los lugares de procedencia de cubanos, haitianos y africanos que se encontraban en Turbo (El Tiempo 2016b). En el caso colombiano, las medidas iban dirigidas a restringir la libre movilidad humana, y no a buscar mecanismos que confrontaran las redes de tráfico de migrantes que se consolidaron en toda Latinoamérica. En contraste, las autoridades migratorias de Panamá enfrentaron la crisis de los migrantes en su territorio mediante estrategias que les permitieran a los viajeros seguir su camino, por ejemplo, pagaron a algunos de ellos tiquetes de avión a México (Portafolio 2016). Las tensiones que provocaba el paso de africanos ya habían sido abordadas por el Sistema de Integración Centroamericana (SICA), el cual presionó desde 2010 a Ecuador para que empezara a solicitar el visado a personas de Afganistán, Bangladesh, Eritrea, Etiopía, Kenia, Nepal, Nigeria, Pakistán, Somalia y Senegal, y en noviembre de 2016, a personas de Cuba. “En ambos casos la invocación de los riesgos del tráfico y el coyoterismo, han constituido el argumento justificativo para la imposición de visado como mecanismo de contención de flujos migratorios con finalidades de tránsito hacia Estados Unidos” (Correa 2016, 14). La presión de otros países fue reduciendo poco a poco la apertura que tenía Ecuador para viajeros que veían en la ciudadanía universal una posibilidad de buscar un lugar en dónde establecerse. A esto se le sumaba la contradicción que representaba, por un lado, contar con un principio constitucional que estimulaba la llegada de viajeros de varias partes del mundo y, por el otro, tener vigentes las leyes migratorias de 19716. En aeropuertos y fronteras terrestres estas leyes eran utilizadas ocasionalmente para impedir la entrada de viajeros (Correa 2016, 14). Sin embargo, y como respuesta a dicha contradicción, el 5 de enero del 2017 entró en vigencia la Ley Orgánica de Movilidad Humana (LOMH) en Ecuador, la cual deroga principios inconstitucionales de las otras leyes migratorias e integra en un solo cuerpo legal todas las disposiciones referentes a la regulación y el control de la migración (Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana 2018). En el caso colombiano, el tratamiento de la migración sigue a la espera de un enfoque que le permita concebir al viajero como un sujeto de derechos (Sánchez 2014). Los trabajos académicos tampoco han contribuido sustancialmente a la comprensión del fenómeno. Pocos han sido los estudios alrededor de la situación de los inmigrantes que llegan a Colombia pues la mayor parte se enfoca en el punto de vista del emigrante, es decir, en las dinámicas de los ciudadanos colombianos que se instalan y laboran fuera del país (Ardila 2006; Cárdenas y Mejía 2006; Mejía 2012; Palma 2015; Guarnizo 2006). Estos estudios hacen un especial énfasis en los emigrantes colombianos y en las dinámicas que generan tanto dentro como fuera del país. Las remesas, las condiciones laborales, las causas de la salida (entre las cuales se destaca el conflicto armado) y los lugares receptores de estos ciudadanos son los principales
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focos de aproximación de los estudios, dejando por fuera a los inmigrantes que circulan o llegan a instalarse en nuestro país. Los estudios alrededor de los flujos de viajeros del Sur global por Ecuador también son escasos. Algunos acercamientos (CEAM 2010; Flacso 2011; OIM 2013) señalan que desde el 2008 ha habido un aumento de flujos migratorios extracontinentales en América del Sur y Centroamérica, reconociendo a Ecuador como una de las principales entradas de africanos y asiáticos al continente. Los acercamientos realizados por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), en 2011, y por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en el 2013, reconocen la incidencia de la declaratoria constitucional de ciudadanía universal de Ecuador en la consolidación de estas rutas migratorias, pero a su vez señalan las contradicciones presentes en una política que abre las puertas a personas de otras nacionalidades, pero que no ofrece las garantías necesarias para su bienestar. Otros estudios como el de Ahmed Correa (2016) abordan los retrocesos en esta política pues siguen aplicándose procesos selectivos que niegan o aceptan la entrada de ciertas personas al territorio ecuatoriano. La imposición de visas a algunas nacionalidades deja entrever, según el autor, cuáles personas son deseadas o no en el país que promulga constitucionalmente la Ciudadanía Universal. A pesar de las restricciones de esta política, Ecuador representa una excepción respecto a las libertades migratorias que contempla, pues las estrictas legislaciones de países como Colombia siguen impidiendo el tránsito y la llegada de los migrantes del Sur global. Es en esta perspectiva que la errancia, propuesta conceptual de este artículo, se hace relevante. Este concepto entiende la movilidad humana como algo que va más allá del punto de partida o llegada; no reduce la identidad de quienes viajan al criterio de la nacionalidad; no da por sentada la correspondencia entre documentos, ciudadanía y pertenencia a un Estado-nación; y por último, cuestiona la tendencia a limitar sus motivaciones a factores como la penuria económica o la persecución. En el caso de Prince, Ecuador no es el punto final donde terminaría su errancia. Los bajos salarios trabajando primero como obrero y luego como administrador de un bar llevaron a Prince a buscar otro lugar para instalarse. Llegó a Colombia en el 2012 y en el 2014 tuvo que devolverse a Nigeria, su país natal, a fin de obtener los papeles necesarios para tramitar la residencia y volver a Colombia. En el 2015 viajó a Dubái y durante un par de meses trabajó con el fin de recoger el dinero suficiente para el tiquete. A finales del 2015 lo recibimos en Colombia, y hasta ahora su historia, al igual que muchas otras, guía nuestra reflexión alrededor del lugar de la errancia en Latinoamérica.
La errancia en Quito En Dakar, el concepto errancia surgió de encontrar elementos comunes en las trayectorias de refugiados y migrantes: la aspiración a llegar a un destino sin coordenadas fijas —una “otraparte”—, los cambios de ritmo en la búsqueda de formas de continuar el viaje; los fraudes con documentos de viaje, dinero y tiquetes (Echeverri 2016); y el carácter solitario de la experiencia de viaje, marcada por relaciones de
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Papeles En “Casa del Ají” conocimos a Astrid y Charlie, dos primos cameruneses que habían llegado recientemente a Quito en busca de un lugar donde instalarse. Nuestras primeras conversaciones fluyeron con facilidad pues estábamos rodando el documental sobre el viaje de Prince, y Charlie es un realizador audiovisual experimentado que se acercó curioso cuando nos vio con cámaras en el restaurante. Poco a poco ellos dos se volvieron interlocutores claves en la pieza audiovisual, pero también en el ejercicio etnográfico que nos propusimos en Quito. En una ocasión tuvimos la idea de rodar una conversación alrededor de la incidencia de los pasaportes para viajar. Astrid y Charlie aceptaron estar en la escena, e incluso convencieron a tres amigos más de que compartieran sus historias. En la mesa de un bar nos sentamos una tarde a conversar cuatro cameruneses, un senegalés y uno de nosotros, un colombiano. En el centro había cinco pasaportes de
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Mientras que algunos autores lo usan para entender lógicas de movimiento en sociedades no occidentales desde las categorías propias del grupo estudiado (Monnet 2010), otros autores desarrollan una idea de nomadismo universal. Attali (2010), por ejemplo, lo asocia a prácticas que buscan desafiar códigos y normas, y a formas de disolver la subjetividad desde una perspectiva idealizada. De acuerdo con Chateau (2007), entre los estéticos franceses sucede algo parecido con el concepto errancia pues se piensa como adverso a cualquier intento de codificación, sin tener en cuenta la perspectiva de quienes la practican.
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proximidad y distancia con familiares, amigos y anfitriones, en el lugar de origen y en el de llegada. Hacer etnografía en Dakar consistió principalmente en describir la espera, lo que permitió distinguir la errancia de otros conceptos como el nomadismo7 que hacen énfasis en la ausencia de límites y horizontes. Aunque los africanos que esperaban en Dakar para continuar el viaje no tenían rumbo fijo, su propósito era claro: encontrar paz, alternativas económicas y respeto a la dignidad. La investigación en Quito consistió en un acercamiento a las condiciones que propician la travesía y, también, a nuevas situaciones de espera. Para iniciar esta discusión, vale la pena preguntarse por el significado de tres estados de movimiento: la espera, la travesía y el quedarse. Es difícil distinguir en dónde comienza uno y se acaba otro. En relación con la travesía, señalar el punto de partida y el punto de llegada no necesariamente implica su final. Hay viajeros que son deportados después de llegar a su destino, pero regresar al punto de origen no es el fin de la travesía. Ser devuelto puede convertirse en un momento más de la errancia. Podemos deducir de esto que los tiempos que componen cada parte del movimiento los definen el viajero y las circunstancias que lo rodean. En Dakar nos encontramos con personas que esperaron quince años para continuar el viaje, y en Quito, a otros que decidieron quedarse al poco tiempo de haber llegado. En todas las situaciones observadas, dos elementos eran determinantes: los papeles y las formas de socialidad. Los primeros representan la relación —en constante disputa— con el Estado, y las segundas, los vínculos que emplean los viajeros por fuera de este.
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nacionalidades diferentes. En un momento de la conversación, Daniel, un camerunés que había trabajado en un barco petrolero, tomó un pasaporte al azar y afirmó: Daniel: El pasaporte es para viajar. Si tú consigues un pasaporte visado entonces puedes viajar. Si tú puedes conseguir dinero entonces tú puedes viajar…, no veo… Yo no veo, no [sé] por qué tiene que haber una diferencia.
Otro camerunés llamado Michel, un hombre grande y fornido que prefirió ocultar su rostro en la grabación, interrumpió a Daniel en su afirmación: Michel: Todos somos iguales en el mundo, tú puedes ir a cualquier parte del mundo, mira este —tomando un pasaporte— de Estados Unidos, con este tú puedes ir a cualquier lado del mundo y ¿por qué? Jonathan–investigador [entre risas]: porque son ricos y poderosos.
Todos asienten y Michel toma una vez más el pasaporte de Estados Unidos y lo ubica junto al pasaporte de Senegal. Michel: Mira, este no tiene permitido ir a cualquier lugar [señala el pasaporte senegalés], es el mismo pasaporte. Es lo mismo: son solo papeles. 114
Daniel repite la frase de Michel “son solo papeles”, mientras manipula los pasaportes que estaban en la mesa. Les pedimos que los ordenen empezando por el que consideran que facilita más sus viajes. De primero ponen el de Estados Unidos y le siguen el de Ecuador, Camerún, Senegal, y en último lugar el de Colombia. Este episodio recoge un aspecto clave de la relación que nuestros interlocutores tenían con los papeles. Una propiedad que comúnmente se les atribuye a los papeles es la relación fija y estática entre documentos, personas e identidad nacional. Al ordenarlos, nuestros interlocutores reproducían las jerarquías de viaje que se desprenden del sistema de control de la movilidad. A su vez, al decir “Son solo papeles” reconocían que podían ser instrumentalizados de acuerdo a los objetivos del viaje, desafiando, así, dichas jerarquías. En sus historias de viaje, nuestros interlocutores decidían no llevar sus documentos o adquirían documentos que, posteriormente descubrirían, eran falsos. En otras ocasiones gestionaban con persistencia diferentes tipos de visas, solicitudes de refugio, salvoconductos, y buscaban nacionalizarse; todo esto teniendo conciencia de la función de los papeles en su espera o travesía. Ruddie, por ejemplo, contaba con un pasaporte de Nigeria, pero vivió durante cinco años en Quito esperando conseguir uno ecuatoriano. En 2016 logró casarse con una mujer del país y, así, obtener los papeles necesarios para buscar otros lugares que ofrecieran alternativas de trabajo mejor remunerado. Actualmente vive en Corea del Sur. A través de los pasaportes los individuos adquieren una serie de derechos y garantías que se desprenden del Estado-nación en el que nacieron; es este Estado-nación el que emite el documento, es decir, la pertenencia nacional (Ho 2006). En el caso de Ruddie, nuestro interlocutor toma prestadas esas garantías de otro Estado,
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Socialidades Las formas en que nuestros interlocutores movilizaban lazos familiares, étnicos y religiosos en Quito y Dakar se diferencian en varios aspectos. En general, se puede decir que en Dakar, el sentido de comunidad se nutría más de la identidad nacional. En Quito, por el contrario, las personas se sentían convocadas por su procedencia africana y había espacios que atraían, incluso, a migrantes de otras nacionalidades (colombianos, dominicanos, haitianos, venezolanos y cubanos). Otra diferencia tiene que ver con el carácter solitario del viaje y con el asentarse. En Dakar, la mayoría de nuestros interlocutores eran hombres y evitaban emparejarse con mujeres senegalesas. En Quito, por el contrario, algunos africanos tenían esposas ecuatorianas o habían hecho traer a sus esposas africanas, al parecer para establecerse allí. En esta ciudad encontramos tres espacios en los que transcurre la cotidianidad de los africanos: el restaurante, que ya hemos descrito, el lugar de culto y la discoteca. Estos lugares evidencian otras similitudes y diferencias entre las formas de socialidad en Quito y Dakar. “Casa del Ají” era un espacio de encuentro privilegiado para los africanos en Quito. La mayor parte de sus clientes eran de la etnia igbo y había también clientes yorubas. Las habilidades culinarias de Lenny y Ruddie eran muy apreciadas pues
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poniéndolas en función de su plan de viaje. Otro ejemplo es el de Prince, quien nació en Nigeria, pero para llegar a Ecuador utilizó un pasaporte de Sierra Leona, el cual le permitió ingresar al país andino sin ningún tipo de restricción. En estas dos experiencias las pertenencias que los pasaportes representan no son fijas, los viajeros las cambian según las oportunidades que ellas les den. Algo similar ocurre con las categorías de migrante y refugiado. Tanto en la teoría clásica de la migración como en las definiciones institucionales, estas categorías son difícilmente intercambiables. Un refugiado es alguien que se desplaza en contra de su voluntad (De Haas 2014, 7), perseguido por sus convicciones políticas, religiosas, sexuales, o por su procedencia étnica. El migrante, por el contrario, decide partir voluntariamente y sus motivaciones son entendidas como el resultado de lógicas económicas de maximización de la relación medios-fines. En las historias de viajeros en Dakar y Quito encontramos que una misma persona podía apelar en ciertos momentos de su vida al estatuto de refugiado y en otros momentos al de migrante para lograr moverse. Estas y otras categorías del universo teórico de la migración —como, por ejemplo, emigrante e inmigrante— dan cuenta de la estrecha relación que este campo académico tiene con las políticas gubernamentales (Sayad 2018; De Haas 2014) pues son usadas para controlar las trayectorias de quienes sobrepasan las fronteras nacionales. Tanto en las experiencias que conocimos en Dakar como en Quito, los papeles se convierten en dispositivos que materializan la concepción de migración del Estado, concepción burocrática y arbitraria distante de la experiencia real de movimiento de la gente (Herrera 2006). Hacer de los papeles algo intercambiable, moldeable e incluso descartable da cuenta de que los mecanismos utilizados por los viajeros exceden las características que buscan estandarizar la movilidad humana.
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sabían adaptar las recetas nigerianas a la oferta de ingredientes ecuatorianos. Las conversaciones eran en igbo, en pidgin nigeriano y en inglés. Sin embargo, el restaurante también congregaba a africanos francófonos: congoleses, senegaleses y malienses. En este espacio se activaban lazos étnicos, nacionales y panafricanos para dar consejos, hacer contactos y cerrar negocios. En Dakar, por el contrario, la identidad étnica y nacional creaba formas de socialidad más exclusivas, y las relaciones panafricanas tenían menos fuerza que en Quito. Un factor que posiblemente influye en esto es el hecho de estar por fuera del continente africano, y, en consecuencia, pasar a ser minoría. En cuanto a la discoteca, esta se diferenciaba del restaurante en que era frecuentada por personas no africanas, en su mayoría mujeres, sin un estatus migratorio privilegiado: haitianas, cubanas, venezolanas, colombianas y dominicanas. Las únicas personas de nacionalidad ecuatoriana que asistían a estos espacios eran las esposas de los africanos. Nuestros interlocutores se quejaban de la falta de hospitalidad y sinceridad de los ecuatorianos, de la misma manera que los viajeros en Dakar se quejaban de sus anfitriones senegaleses. En “Casa del Ají” conocimos al pastor de la iglesia “Cristo Sana y Salva”, lugar de culto ubicado cerca de la Avenida Amazonas. En el interior del templo, las banderas que colgaban en la pared detrás del atril recordaban las diversas procedencias de los feligreses: colombianos, ecuatorianos, venezolanos, congoleses, ghaneses y otros anglófonos de África Occidental. El pastor, un congolés que llevaba varios años viviendo en Quito, y que predicaba en español, hacía énfasis en la importancia de la fe que necesitan los viajeros para alcanzar sus metas y cumplir con las expectativas de sus parientes: “Imagina que la fortuna de la familia es 5.000 dólares, que la familia vende todo lo que tiene para hacerle viajar, para buscar día mejor afuera. Si llega acá y no tiene de Dios no va a obtener nada... la familia verá perdido todo” (Pastor de la iglesia Cristo Sana y Salva, Quito, junio de 2015). La importancia de la intercesión divina era también común entre los interlocutores en Dakar: la fe, la oración y las comunidades religiosas les ayudaban a tener paciencia para soportar la espera en Dakar y renovaban sus esperanzas de partir. En las socialidades de la iglesia, el restaurante y el bar, la familia de origen no participa de manera directa. Sin embargo, es una fuente muy importante de apoyo pues aporta recursos para la partida, pero también en momentos críticos del viaje, como ocurría en Dakar. En el caso de Astrid y Charlie, un pariente cercano que vive en Estados Unidos hace largo tiempo y tiene visa de residencia los ayudó económicamente con la solicitud de asilo ante las autoridades de este país. La familia en Camerún también prestó apoyo económico y moral para el viaje. Por el contrario, las parejas que se formaban en Quito y su descendencia estimulaban a los africanos a echar raíces. Estas formas de socialidad crean opciones para prolongar la espera o interrumpirla.
La travesía Al comienzo de su estadía en Quito, en mayo de 2015, Charlie y Astrid no tenían muy claro si quedarse allí o seguir la ruta, pero después de aproximadamente dos
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Santiago Valenzuela (2018) realiza un estudio pionero de los viajeros que pasan por Turbo (Antioquia) en su ruta hacia Estados Unidos mostrando cómo, en paralelo con los abusos, hay gestos de firme solidaridad por parte de los locales.
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meses decidieron tomar rumbos diferentes: Charlie se quedó e invirtió en el negocio de un hostal y Astrid continuó su viaje hacia Estados Unidos. En esa época ya empezaban a aparecer noticias sobre la violencia de los “exparamilitares” que se habían dedicado en Colombia al coyoterismo y monopolizaban el tránsito desde Rumichaca (en la frontera colombo-ecuatoriana) hasta la selva del Darién (la frontera entre Colombia y Panamá). Estas advertencias no disuadieron a Astrid, quien intentó dos veces cruzar desde Tulcán (Ecuador) hacia Colombia por el paso de Rumichaca. La primera vez lo hizo por su propia cuenta, pero la devolvieron. La segunda vez pagó y pudo llegar a Colombia. Supimos que lo había logrado un mes más tarde a través de una llamada por Skype, en la que nos contó que estaba en Paso Canoas, un poblado en la frontera entre Panamá y Costa Rica. Desde Rumichaca había viajado por vía terrestre hasta Turbo (Antioquia), donde comenzó un trecho en lancha y a pie por la selva del Darién en un grupo de aproximadamente cien personas guiado por coyotes. Astrid envió por WhatsApp fotos y videos de personas que podrían ser africanas, caribeñas o del Indostán caminando por la orilla de un río en medio de la selva, haciendo fila para recibir comida y embarcándose en una canoa. Solo en una imagen de video aparece otra mujer, además de ella. Un par de días después de hablar desde Paso Canoas, Astrid se comunicó de nuevo por Skype desde un lugar en Nicaragua, donde la travesía se detuvo por un mes, y luego desde Ciudad de México. Después desapareció otra vez por algunos meses y volvió a aparecer sana y salva entre sus parientes en Estados Unidos. Entretanto, la vida para Charlie en Quito se complicó. Tuvo problemas con su socio, perdió dinero, y seguir a Astrid se convirtió en su única opción. Charlie no se comunicó durante la travesía, pero supimos que logró llegar a Estados Unidos. Hablamos con él después de algunos meses de estar viviendo allí, en marzo de 2017. No quería recordar en detalle la experiencia pues todavía no lograba asimilarla. Había escrito un diario durante la travesía que fue su forma de escape. Lo había escaneado para no perderlo y nos lo mostró, pero no quería leerlo ni dejarlo leer por otros. Charlie habló de los abusos durante el viaje por parte de personas del común, transportadores, fuerzas del orden y coyotes que cobraban tarifas excesivas por todo tipo de transacciones aprovechando que los viajeros desconocían las tasas de cambio y el idioma8. Nos contó también que, cruzando el golfo de Urabá, estuvo a punto de perder la vida pues la lancha en que viajaba se volcó debido a la marea. Mientras esperaban ser rescatados por horas aferrados a la lancha, una viajera murió. Los relatos de viajeros y turistas que frecuentan la zona cuentan que es común encontrar huesos humanos en las trochas del Darién. La ayuda estatal a lo largo de la travesía por Colombia es escasa o nula. Mientras que la presencia del Estado colombiano se limita a expedir un salvoconducto en Turbo, en otros países de la ruta, como Panamá, declararse refugiado permite acceso
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a centros de acogida. Un aspecto que llama la atención, según nos contó Charlie, es que en diferentes momentos de la travesía por América Central, las autoridades migratorias de países como México y Panamá, en asocio con las estadounidenses, verifican la identidad, y hacen triangulación de perfiles peligrosos (teniendo en cuenta asociaciones entre ciertas nacionalidades y actividad terrorista) y un registro fotográfico de los viajeros en su recorrido. Las historias de Charlie y Astrid dan cuenta de una travesía poblada de peligros que ponen a quien viaja en un constante estado de alerta. Cada decisión tomada durante la travesía puede conllevar una nueva espera, una vuelta en reversa o incluso la muerte. Estos elementos que componen la travesía encajan difícilmente en los presupuestos de la teoría de la migración, para la cual el acto de moverse se reduce a lo que ocurre en el punto de partida y en el de llegada. La travesía no tiene valor en sí misma, se aplana. Básicamente es entendida como un “paso entre dos puntos”, pero como lo evidencian las historias de Astrid, Charlie, Prince y Ruddie, se trata de un espacio en el que se juegan la vida y la posibilidad de llegar. Incluso, en algunos casos, la trayectoria se convierte en una forma de habitar (Dumans 2013). El diagnóstico realizado por la Flacso, antes mencionado, anota algunos apuntes alrededor de la travesía, avanzando hacia una concepción más compleja del fenómeno. El estudio propone un acercamiento a lo que denomina “migración extracontinental”, no desde rutas fijas sino desde “múltiples plataformas migratorias y puntos intermedios” (2011, 19). Divide la experiencia de viaje en cuatro puntos: plataformas de entrada, plataformas de salida, puntos de llegada y sitios de paso. Sin embargo, no realiza un análisis profundo de cada uno de estos puntos y de su incidencia en la experiencia del viajero. Esta visión no tiene en cuenta cómo los marcos jurídicos de cada país estructuran dichos puntos y crean categorías como “migrante clandestino”, “solicitante de asilo” y “refugiado”. De este modo, los Estados desdibujan su responsabilidad en la creación del fenómeno que pretenden controlar. Al contrastar las travesías que pasan por Dakar con las que pasan por Quito se evidencian tendencias en la regulación de la movilidad a nivel global. Es el caso de las fronteras de Estados Unidos, donde los programas de deportación implementados por Guatemala y México desde el 2001 son ejemplos de la creación de una “zona expandida de amortiguación de seguridad gradual”, según De Genova y Peutz (2010, 5). Algo similar ocurre en el caso de la Unión Europea. Diferentes autores han mostrado cómo en este contexto, los controles migratorios, en lugar de obstruir la entrada de personas, permiten “dosificar” la cantidad de mano de obra que entra allí. Por ejemplo, Papadopoulos, Stephenson y Tsianos afirman que los campos de detención a orillas del mar Egeo “marcan una geografía provisional de estaciones a lo largo de diferentes rutas de migrantes”. Estos campos “funcionan menos como un bloqueo dirigido en contra de la migración, que como un tiquete de entrada al siguiente trecho del viaje” (2008, 193). La historia de viaje de Astrid parece funcionar de un modo similar al descrito por estos autores. Ella permaneció por variados períodos en centros de detención en
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Panamá, Nicaragua, y finalmente en Estados Unidos. Mientras que la utilización de la fuerza de trabajo que representa Astrid fue diferida y finalmente puesta en uso, en el caso de Daniel, el camerunés que trabajó en un barco petrolero, su fuerza de trabajo se descartó. Después de hacer un recorrido similar al de Astrid, llegó a Estados Unidos, donde permaneció un año en un centro de detención. Al cabo de ese año fue deportado a Camerún.
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Para una descripción más amplia de las dinámicas de espacio y tiempo de la errancia, remitimos al lector a Echeverri (2015).
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Esperar y quedarse El contexto etnográfico al que nos aproximamos en Dakar era una interrupción del viaje a medio camino prolongada indefinidamente. No se sabía bien cuándo la espera se terminaría. Mientras que solo un puñado de interlocutores logró reanudar el viaje después de dos años en Dakar, otros debieron esperar por más de siete años. Esta vida en la que las aspiraciones se posponen está marcada por formas particulares de experimentar el tiempo y el espacio. El tiempo para nuestros interlocutores se expandía y se contraía de acuerdo con las opciones para continuar el viaje que aparecían en el horizonte y los recursos para hacerlas efectivas. A estos cambios de velocidad en la vida cotidiana los denominamos “ritmos espasmódicos”. En cuanto al espacio, en Dakar había una relación particular con el lugar de destino, que ya denominamos “otraparte”, un lugar sin coordenadas fijas que condensaba las aspiraciones de nuestros interlocutores. Además de los destinos más comunes, como Estados Unidos o Europa, otros países en el Sur global aparecían en sus horizontes de viaje, ya sea como parte de rutas más largas, o como destinaciones en sí mismas. Países como Corea del Sur, Singapur, Emiratos Árabes, Barbados, Ecuador, Argentina, Brasil y Sudáfrica se perfilaban como opciones, puesto que no exigían visado para ciertas nacionalidades africanas u ofrecían facilidades para obtenerlo9. Quito hace parte de rutas de africanos, asiáticos y caribeños que se desvían antes de dirigirse hacia otros destinos en América del Norte y del Sur, pero quedarse allí es también una opción que muchos exploran. Las posibilidades de empleo que Quito ofrece a los africanos se reducen a prestar servicios a la comunidad africana en restaurantes, bares, barberías y negocios de telefonía, y a ocupaciones en el campo del comercio transfronterizo, las cuales producen más ganancias, pero son mucho más riesgosas. Estas condiciones hacían que para nuestros interlocutores en Quito la experiencia cotidiana de espacio y tiempo se diera de forma diferente a como se daba en Dakar. En general, conseguían reanudar el viaje más rápido y su lugar de destino tenía coordenadas más precisas: la mayoría viajaba hacia Estados Unidos, y el resto, hacia destinos en el Cono Sur como Argentina o Chile, y también a Brasil. En el caso de Brasil, a partir de la crisis económica y política, que tuvo su clímax en 2016 con el golpe que depuso a Dilma Rousseff, algunos de los que habían llegado allí desde Ecuador regresaron para tomar la ruta en dirección norte.
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Estas condiciones alrededor de detenerse en Quito también dificultaban la decisión de esperar o quedarse. Tres factores que condicionaban esta decisión eran las relaciones de pareja, los hijos y los papeles. Algunos interlocutores se enamoraban al poco tiempo de llegar y afirmaban que querían quedarse, pero debían modificar sus planes un tiempo después ante las pocas opciones de trabajo. Unos pocos se quedaban de modo definitivo al tener hijos pues lo consideraban una gran responsabilidad. Finalmente, otros más, aunque tenían trabajo y habían vivido en Quito por varios años, veían su estadía como una espera para obtener la nacionalidad y poder continuar el viaje. Aunque los criterios económicos no se pueden dejar de lado para entender la decisión de quedarse o esperar, estas dinámicas dan cuenta de cómo las decisiones obedecían lógicas diferentes de la eficiencia en la relación medios-fines.
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Conclusiones Esta reflexión sobre la errancia surgió de los encuentros etnográficos con viajeros africanos en Dakar y Quito. Un punto importante en dicha reflexión tiene que ver con el alcance explicativo de los conceptos. Retomamos la posición de Deleuze y Guattari, según la cual, en lugar de representar múltiples casos, los conceptos están amarrados espacial y temporalmente al evento del que surgen (Deleuze y Guattari 2005, xiii). Etnografiar la travesía y la permanencia en Quito suscitó preguntas por las transformaciones de la errancia: ¿Qué relaciones se tejen entre la movilidad humana y los marcos legales y jurídicos que buscan regularla? ¿En qué medida el cruce de fronteras trastoca las conexiones entre individuos, identidad nacional y documentos? ¿Qué peligros y formas de solidaridad habitaban la ruta? ¿Qué pasa cuando la gente llega a otraparte? ¿Aparecen nuevos destinos en el horizonte convirtiendo el lugar de llegada en una nueva interrupción antes de llegar al destino final del viaje? Los derechos y las garantías, el señalamiento y la persecución a viajeros, dan lugar a prácticas estatales que parten de una visión limitada de la movilidad. Las formas de control que crea el Estado para regular, e incluso coartar el movimiento, generan una serie de prácticas clandestinas que convierten al viajero en un sujeto vulnerable y sospechoso. Mientras que en Senegal una buena parte de los africanos podía circular sin visa y en Ecuador había un principio constitucional que les daba algunas garantías, en Colombia se veían sometidos a controles que negaban su condición de sujetos de derechos. Esto influía en la clandestinización. Fueron múltiples las historias de africanos que se sometieron a situaciones límite para cruzar las fronteras. Por ejemplo, un ghanés que conocimos en Quito murió en la selva del Darién llegando a la frontera de Colombia con Panamá. Nuestros interlocutores decían que su muerte se debió a que no tenía el suficiente dinero para viajar, sugiriendo que su deceso no fue por razones naturales. Las diferencias en las formas de control a lo largo de la ruta influenciaban la relación con los papeles (visas, pasaportes, salvoconductos) de un modo similar. En ambos lugares, la instrumentalización de los papeles en función de las necesidades de la travesía o la espera era una parte clave de la errancia. Sin embargo, mientras
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Referencias
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que en Dakar y Quito había mecanismos para intercambiar los papeles y la nacionalidad (aunque en el segundo caso más informales que en el primero), en la ruta hacia Estados Unidos era necesario hacerlos desaparecer pues descubrir la nacionalidad del viajero podía significar su deportación. En cuanto a las socialidades, un elemento constante en Dakar, en Quito y en la travesía es su importancia para gestionar el viaje y garantizar que se reanude. Es más, ellas mantienen la independencia del movimiento con respecto al Estado, de un modo similar al que plantea Tarrius (2015) cuando describe los territorios circulatorios en los que mercancías y personas se mueven entre Asia, África y Europa. La socialidad y solidaridad panafricanas no se constituyen solo desde la nación. Sin embargo, mientras que en Dakar las solidaridades se expresaban con los compatriotas y en Quito estas se extendían a nivel panafricano, en la travesía se establecían relaciones efímeras con los compañeros de ruta y con locales que los auxiliaban en algunos momentos del viaje (Valenzuela 2018). Finalmente, con respecto a la travesía, seguir a nuestros interlocutores permitió ver cómo la espera se prolongaba en América del Sur. En el caso de Dakar, los viajeros no tenían un rumbo fijo, su objetivo era salir del continente, y ante ellos se desplegaban múltiples opciones. En cambio, en Quito el destino era más claro, pero no los tiempos, las rutas para llegar y las posibilidades de quedarse. Si hay algo que caracterice las formas globales de control de la movilidad en el momento actual es su constante cambio, y esto hace que sea más incierto si el lugar de llegada es el destino final o una nueva interrupción en la ruta a otraparte. Aunque Daniel llegó a Estados Unidos (en teoría, un lugar que tiene las condiciones para hacer reales sus aspiraciones), fue deportado a Camerún. Sin embargo, al poco tiempo de estar allí, ya tenía nuevos planes para dirigirse a Australia o Japón. La historia de Daniel está marcada por el error, el cambio de rumbo, las esperas y el persistente anhelo de llegar a “otraparte”. En su trayectoria se evidencia la inseparable relación entre la vida humana y el movimiento, la cual es necesaria para el ejercicio de los poderes creativos del ser humano (De Genova 2010). La errancia hace visibles esa relación y los avatares que implica desplegarla. Como lo afirma el poema de Cavafis con el que abre este artículo, para algunos, la vida no está en el punto de llegada sino en la travesía misma.
Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 32 · Bogotá, julio-septiembre 2018 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 105-123 https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.05
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Pensando a través de la errancia: travesías y esperas de viajeros africanos en Quito y Dakar Jonathan Echeverri Zuluaga y Liza Acevedo Sáenz
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Alteridades, intercambio y marchantes en Codpa, extremo norte de Chile, mediados del siglo XX* Cristhian Cerna** Universidad de Tarapacá, Chile Shirley Samit-Oroz*** Universidad de Chile Leslia Véliz**** Universidad de Tarapacá, Chile
https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.06 Cómo citar este artículo: Cerna, Cristhian, Shirley Samit-Oroz y Leslia Véliz. 2018. “Alteridades, intercambio y marchantes en Codpa, extremo norte de Chile, mediados del siglo XX”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 32: 125-146. https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.06
Resumen: el artículo presenta resultados de investigación sobre el intercambio de productos en el caravaneo andino fronterizo desde sectores altos hasta los valles precordilleranos a mediados del siglo XX, analizando el caso del valle de Codpa, extremo norte de Chile. A través de un estudio de caso etnográfico multisituado y extendido se propone una lectura relacional y contextual del fenómeno histórico de los “marchantes” y su práctica de “dejar hijos”, que fueron contingentes indígenas provenientes de la frontera boliviana con Chile. Se abordan fuentes orales complementadas con fuentes documentales, para *
Este artículo es resultado de los proyectos PLU160025 (Conicyt-Chile), FCS-IN 1405 Universidad de Chile, y Fondecyt Nº 1130667 (Conicyt-Chile).
** Magíster en Sociología y antropólogo de la Universidad de Chile y antropólogo social de la Universidad de Tarapacá. Becario doctoral del Programa BIO Fulbright-Conicyt. Asociado a Universidad de Tarapacá, Centro de Investigaciones del Hombre en el Desierto, Arica-Chile. Entre sus últimas publicaciones en coautoría están: “Shepherds of Huallancallane. In the Margins of the Territory and the National Society in the Dawn of S. XXI, Northern Chile”. Journal of Southern Anthropologies (7): 219-234, 2017; “Descendent Groups and the Aymara Land Ownership in the Highland at the Northern Chile (Arica-Parinacota Region)”. Revista Austral de Ciencias Sociales (25): 47-64, 2013. *cristhiangcerna@gmail.com *** Magíster en Estudios de Género y Cultura, Mención Humanidades de la Universidad de Chile, historiadora de la Universidad de Tarapacá. Becaria Conicyt. *shirleysamit@gmail.com **** Magíster en Antropología de la Universidad de Tarapacá-Universidad Católica del Norte, doctorante en Antropología de la Universidad de Tarapacá. Profesora de Historia y Geografía de la Universidad de Tarapacá y funcionaria de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi), Región de Arica y Parinacota. *leslia.veliz@gmail.com
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Artículo recibido: 01 de septiembre de 2017; aceptado: 09 de abril de 2018; modificado: 30 de abril de 2018.
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advertir las experiencias de los actores locales y su universo de significados. Como resultado, se evidencia que los marchantes fueron “mediadores culturales” en la (re)producción de una alteridad fronteriza del área, promoviendo componentes socioculturales que se inscribieron en el parentesco local. Palabras clave: Thesaurus: población indígena; aimara; sistemas económicos; Chile. Autor: intercambio; alteridades; Codpa, extremo norte de Chile. Alterities, Exchange, Marchantes (Merchants) in the Codpa Valley, Northern Chile, in the mid-20th Century
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Abstract: This article presents the results of an investigation of the exchange of products between the border caravans from the Andean highlands and the sub-cordillera valleys which took place in the Codpa valley in northern Chile in the middle of the 20th century. Making use of a multi-situated and extended ethnographic case study, it offers a relational and contextual interpretation of the historical phenomenon of the marchantes and their practice of “leaving children” from indigenous communities on the Bolivian border with Chile. We analyze oral sources, complemented by documentary ones, to detail the experiences of local actors and their universe of meanings. As a result, we argue that the marchantes were “cultural mediators” in the (re) production of the alterity of the frontier, using sociocultural practices that were inscribed in local kinship customs. Keywords: Thesaurus: Aymara; Chile; indigenous people; economic systems. Authors: Alterities; Codpa; exchange; Northern Chile. Alteridades, intercâmbio e marchantes em Codpa, extremo norte do Chile, meados do século XX Resumo: este artigo apresenta resultados de pesquisa sobre o intercâmbio de produtos na caravana andina fronteiriça desde setores altos até os vales pré-cordilheiranos a meados do século XX, analisando o caso do vale de Codpa, extremo norte do Chile. Por meio de um estudo de caso etnográfico multissituado e estendido, propõe-se uma leitura relacional e contextual do fenômeno histórico dos marchantes e sua prática de “deixar filhos”, que foram contingentes indígenas provenientes da fronteira boliviana com o Chile. Abordam-se fontes orais complementadas com fontes documentais, para advertir as experiências dos atores locais e seu universo de significados. Como resultado, evidencia-se que os marchantes foram “mediadores culturais” na (re)produção de uma alteridade fronteiriça da área, promovendo componentes socioculturais que são inscritos no parentesco local. Palavras-chave: Thesaurus: Chile; intercâmbio; sistemas econômicos. Autores: aimará; alteridades; Codpa; extremo norte do Chile; população indígena.
n el extremo norte de Chile, desde inicios del siglo XX, tras las consecuencias culturales de la Guerra del Pacífico, los denominados “pueblos del interior”, ubicados sobre 1.000 m s. n. m. en espacios de ocupación histórica indígena y rural, se encontraron débilmente conectados con los centros urbanos litorales de Arica e Iquique, que ya para la época fueron concentrando a la población y oportunidades de desarrollo, en detrimento de otras zonas. La dificultad de acceso a la conectividad vial y telecomunicativa hacía costosa la circulación de personas, objetos e ideas, siendo prioridad del Estado la inversión en la modernización de tales contextos. Esto estuvo fundado en una apuesta de aseguramiento de la soberanía continua y la promoción de una cultura centralista en el área, que gatilló la (re)formulación de representaciones sobre la alteridad de “pueblo” del interior, en clave nacional (González, Gundermann e Hidalgo 2014). De manera paralela ocurría un intenso flujo fronterizo de colectividades indígenas provenientes de Perú y Bolivia, manifiesto en los arreglos que posibilitaron la circulación de personas en busca de oportunidades económicas que, desde mediados del siglo XIX, ya se advertía con la activación de centros mineros y ciudades costeras (Larson 2004; Rivière 1982, 1983). Esta dialéctica permitió también la llegada de miembros de otras ecozonas altoandinas a las localidades de pisos precordilleranos y de valles —caracterizados por su más intensa referencia a la matriz hispana— que fueron “andinizando” las localidades en las que se asentaron, así como “desandinizándose” en ellas (Gundermann 2001; Murra 2004). En este escenario, el espacio regional del “interior” de Arica se conectó interdigitalmente. A través de circuitos articulados por “mediadores culturales” a nivel intra- y transregional —en el sentido que les otorgan O’Phelan y Salazar-Soler (2005)— se fueron actualizando relaciones socioculturales y económicas. En un caso, vehiculizadas por personas con adscripción local e indígena, con caballos y mulares, que transportaban materia prima y productos en las localidades de las ecozonas de precordillera/altiplano/valles bajos, y la ciudad de Arica. Teniendo vigencia hasta la década de 1970, como actividad mixta en modalidad de trueque e incorporación subsecuente de la moneda como valor de transacción universalizada, fue reemplazada esta práctica por la masiva adopción del transporte motorizado, a través de empresas-almacén del Estado, como la Empresa de Comercio Agrícola (ECA), que llevaba insumos de subsistencia para necesidades de consumo y, luego, por la movilización de los propios comuneros, y los arreglos de locomoción pública. En otro caso, hasta entrada la década de 1970 se mantuvo el circuito indígena del sector altiplánico con Bolivia. Esto comprendió caravanas de camélidos dirigidas por contingentes de personas hacia cordones de los valles intermedios y litorales del flanco occidental, para intercambiar y/o comercializar productos de la ecozona altiplánica con la vallestera (García y Ajata 2016; García y Romero 2015). Esta práctica, reconocida en la memoria oral como propia de los “marchantes” o “caravaneros”, perduró hasta la rigidización de las fronteras con Perú y Bolivia, en 1975, a consecuencia de un drástico cambio en el paradigma de la conducción del Estado chileno, desde
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E
Alteridades, intercambio y marchantes en Codpa, extremo norte de Chile, mediados del siglo XX Cristhian Cerna, Shirley Samit-Oroz y Leslia Véliz
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un enfoque desarrollista y popular a otro de geopolítica agresiva, vigilante y neoliberal. Las vinculaciones caravaneras hasta entonces vigentes se vieron constreñidas por las acciones gubernamentales, que leyeron en estas dinámicas vehículos para el tráfico ilícito y vulneración al resguardo del espacio nacional. Si bien los flujos caravaneros se extinguieron, se sabe también que luego fueron instalándose en la memoria histórica e identidad de los pueblos de precordillera, donde se preservan activos sus principios en el sustrato de las dinámicas de negociación fronteriza e indígena en los sectores hoy signados como despoblados. Sin embargo, estas experiencias de identificación local andina no se encuentran exhaustivamente documentadas desde la disciplina antropológica, considerando su prolongación en prácticas, clasificaciones, representaciones y dimensiones simbólicas. De esta forma, mediante la precisión de esta dimensión es posible indagar acerca de las trayectorias seguidas para la diferenciación de entidades socioculturales, así como sobre la configuración de la estructura de relaciones macro/microrregionales en el contexto indígena, y sus negociaciones interculturales más globales, en escenarios de hegemonización de sus imaginarios por parte del Estado y la sociedad mayor, siguiendo la propuesta analítica de Jenkins (2008). En este trabajo se propone establecer un análisis de las dinámicas sociales del intercambio de productos a través de flujos de comunidades en la frontera del norte de Chile y Bolivia, a mediados del siglo XX, en una localidad rural del extremo norte de Chile, denominada valle de Codpa. En este sentido, como hipótesis se propone que estos flujos consuetudinarios sirvieron como plataforma para la formación de un universo de negociaciones comunitarias y fronterizas, donde los marchantes fueron “mediadores culturales” de la (re)producción de la alteridad negociada, promoviendo componentes socioculturales que se inscribieron en el parentesco local de los pueblos del interior de Arica. El artículo se estructura de la siguiente manera. En primer lugar, se exponen los aspectos metodológicos seguidos para la documentación del caso. En segundo lugar, se describen los arreglos socioeconómicos establecidos entre los agentes locales de Codpa y los marchantes. Luego se revisan la práctica de “dejar hijos” y la elaboración de relaciones comunitarias y ecológicas. Por último, se realiza una discusión sobre la (re)producción de la alteridad local.
Aspectos metodológicos Se documentó el caso del valle de Codpa, ubicado a una altitud de 1800 m s. n. m., y a 113 km de la ciudad de Arica, en el sector rural de la Región de Arica y Parinacota, limítrofe con Perú y Bolivia, en el extremo norte de Chile. Para ello se siguió un enfoque etnográfico de frontera y multisituado entre la localidad y la ciudad de Arica, desde el 2012 hasta el 2016 (ver la figura 1). Desde una aproximación relacional al ámbito de alteridad (Jenkins 2008) se registraron aspectos de la memoria oral. En tal criterio se analizaron la experiencia
Alteridades, intercambio y marchantes en Codpa, extremo norte de Chile, mediados del siglo XX Cristhian Cerna, Shirley Samit-Oroz y Leslia Véliz
de organización social instalada y sus arreglos de alterización. En este sentido, se abordaron la práctica de “dejar hijos” y el establecimiento de vínculos locales de servidumbre como mecanismo de instalación de personas altiplánicas y afianzamiento de relaciones ecoproductivas. Para ello, se sistematizaron fuentes secundarias del período 1960-1970 —considerando los diarios La Defensa, Concordia y El Morro, con circulación local en Arica, y con referencias a los pueblos del interior y sus dimensiones de desarrollo socioeconómico y territorial— e información primaria de cuarenta entrevistas en profundidad a 25 mujeres (18 con adscripción aimara y 7 sin ella) y 15 hombres (9 con adscripción aimara y 6 sin ella) entre los 35 y los 80 años de edad. También se relevó información genealógica para abordar la estructura social y se aplicaron fichas de caracterización a los actores. Luego se analizó la información siguiendo el enfoque de teoría fundamentada, identificando aspectos de la teoría emergente desde los relatos de actores. Figura 1. Mapa de ubicación de área de estudio, y unidad de observación (valle de Codpa)
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Fuente: los autores.
Organización de marchantes e intercambios zonales Desde fines del siglo XIX, en el valle de Codpa se da una intensiva conexión con el sector limítrofe con Bolivia, a través de un contingente indígena altiplánico de mediación cultural y productiva, en torno a lo cual se instaló un conjunto de arreglos de
Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 32 · Bogotá, julio-septiembre 2018 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 125-146 https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.06
intercambio interzonal entre pisos altiplánicos y el valle. A nivel local, a estos actores se los denominó “marchantes”1. Siguiendo pautas de resiliencia económica y sociocultural en la ocupación ancestral en la biogeografía andina del área, que asciende de 0 a 6000 m s. n. m. en 200 km2, los contingentes se especializaron en la articulación del territorio oriental y occidental, de acuerdo a sistemas viales de tipo informal, institucionalizando la práctica de tránsito entre costa, sierra y altiplano. Observa un actor: Los marchantes eran de mucho antes que yo naciera. Yo conocí a los marchantes. Pero luego se fue terminando, porque ya entraron las carreteras; al entrar las carreteras, ya fue la facilidad de conseguir la mercadería en la ciudad. Siempre tiene que haber existido, si este como era territorio de otro, peruano y boliviano, y la pobreza siempre existió, uno no puede decir de tal año a tal año es.2
En las primeras cuatro décadas del siglo XX, en un escenario de débil conexión vial y comunicacional con la ciudad de Arica, el valle mantuvo relaciones productivas por mecanismos de intercambio con los colectivos marchantes, según la estimación de valor de equivalencia; arreglo definido por conjunto de materia prima/ productos (ver la figura 2). 130
Figura 2. Materias primas y productos intercambiados entre marchantes y el valle de Codpa MARCHANTES
VALLE DE CODPA
PRODUCTO/MATERIA PRIMA
PRODUCTO/MATERIA PRIMA
Carne de camélidos Charqui Chuño (papa deshidratada) Papa Queso Sal (trozos provenientes de salares 6 altiplánicos) 7 Grasa (uso sustituto de aceite)/Manteca 8 Alcohol (Cocoroco) 9 Soga/Alforjas/Tejidos de fibra 10 Chuca 11 Quinua Fuente: los autores, registro etnográfico.
Orejón (Pera de pascua deshidratada) Higo Huesillo (durazno deshidratado) Membrillo (deshidratado) Pasas (uva deshidratada)
Nº 1 2 3 4 5
Vino Pintatani
Otros frutos deshidratados
En modalidad de trueque se imputó un conjunto de convenciones para la transferencia y circulación de recursos diferenciales con otros pisos ecológicos del 1
A propósito de la temporalidad del fenómeno, nos señala un informante: “[...] Yo me fui el año 60, y venían hasta el año 70. Ya después dejaron de venir. Después del golpe de Estado era más crítico venir [...]”. I14/ E10, masculino, 76 años, sector Chitita-Palca.
2
I12/E8, masculino, 64 años, poblado de Guañacagua-Esquiña.
Alteridades, intercambio y marchantes en Codpa, extremo norte de Chile, mediados del siglo XX Cristhian Cerna, Shirley Samit-Oroz y Leslia Véliz
espacio regional, y el transnacional de Bolivia. Al referirse a la contingencia de los arreglos relativos a esta práctica, continúa el actor anterior: Siempre venían gente. Ya muchas veces se hacían conocidos, ya; porque todos los años venían. Entonces, no solamente llegaba un marchante, sino que otro está saliendo, otro está llegando, otros están viviendo; casi seguido. Casi en tiempo de fruta llegaban, porque ellos más le interesaban llevar la fruta seca. Por ejemplo, la pera que le llamamos nosotros “orejón”; le decíamos charquear la pera, hacerla secar al sol, y eso se llama orejón. Igual el membrillo, lo charqueamos así en torrejitas. Igual el durazno, el huesillo. La uva, la pasa. Entonces, todo se secaba, y eso lo venían a buscar los marchantes que le dicen; marchantes, de marchar viene la palabra. Venían caminando. Decían: “¡Acá viene un marchante, viene un marchante!”. Venían con hartas llamas, tocando su tarca.3
A este tenor describe aspectos de la organización del trueque y del establecimiento de un registro escrito de los miembros locales, según la distribución de recursos:
Aquello da cuenta del mecanismo para la búsqueda de certidumbres, generando tejidos sociales que actuaban como soporte local de la práctica, conforme a la institucionalización de los circuitos transnacionales. Otro actor advierte las referencias geográficas desde donde venían los marchantes: Generalmente venían de Carangas, Huachacalla, y Sabaya. Está cerca de la frontera entre Chile y Bolivia. Entonces les quedaba más cerca pa’ acá.5
Asimismo, otros colectivos de pueblos próximos de precordillera, como Esquiña, participaban en este tipo de prácticas, que mantuvieron dos niveles de interacción. Uno, respecto del espacio regional, con la catalogación de arrieros. Otro, de tipo transnacional, donde destacó la relación con las caravanas de marchantes (ver la figura 3)6. 3
I12/E8, masculino, 64 años, poblado de Guañacagua-Esquiña.
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I12/E8, masculino, 64 años, poblado de Guañacagua-Esquiña.
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I14/E10, masculino, 76 años, sector Chitita-Palca.
6 En este orden, se observa que la noción marchantes se aplica de manera compartida a nivel del valle de Codpa. En otros sectores de precordillera, como en Timar y Ticnamar, también se ha podido anotar información etnográfica y documental al respecto. En Socoroma se ha advertido la presencia de estas alteridades,
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Aquí tenían pa’ repartir una persona encargada. En ese tiempo le llamaban inspector, y no sé cuánto le llamaban también. Esa persona era la encargada de recibir las cosas del marchante, y anotar cuánta gente quiere hacer trueque. Y también había viveza de los marchantes, porque siempre a ellos les convenía traer harta sal, y aquí la gente estaba hasta la coronilla con tanta sal. Y había que agarrárselo porque era la forma de trueque que había. Por ejemplo, usted quería agarrar un cuarto de carne, le decíamos una pieza de llamo, una roda de papa, dos o tres trozos de sal, y un poco de chuño, un poco de grasa. Eso tenía que cambiarlo sí o sí. Esa era la forma del trueque. Era todo un englobado, todo. Y tenía que recibirlo no más.4
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Los flujos de personas en torno a los circuitos de intercambio tuvieron un soporte institucional, que les brindó sostenibilidad. A través de la (re)creación contextual de relaciones de parentesco, ya sean de tipo real o ficticio, se fueron convocando vinculaciones de orden estructural y emotivo7. Aquello fue congruente con la acumulación de experiencias prehispánicas, coloniales, así como republicanas tempranas y en parte tardías, manteniéndose vigente en el sector como práctica local hasta mediados del siglo XX. Figura 3. Imagen alusiva al ganado camélido vinculado a la práctica marchante, pueblo de Guañacagua
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Fuente: los autores, registro etnográfico.
Cada época fue imprimiendo nuevas configuraciones al sentido de las relaciones. (Re)elaborándose las alteridades conforme a horizontes de interacción, la construcción local de la propia diferencia se moduló por la generación de categorías sociales y representaciones de los otros, a partir de los asentamientos de referencia de los grupos: ya fueran del valle, precordilleranos o altiplánicos. a las que se les reconoce como “llameros”, asociados a sus caravanas de camélidos. En todos los casos, la presencia de “forasteros” ha conformado la ascendencia y/o alianza de los grupos de parentesco local, si se analiza la trayectoria de la propiedad de la tierra, por ejemplo. 7
Al respecto, cabe una observación etnográfica del sector precordillerano, que tiene relación con la teoría de la alteridad y la adhesión a grupos territoriales. En este plano, se generan identidades que guardan un grado de endogamia territorial, soportadas por la oposición con identidades de “otros” pueblos, así como por las complementariedades con otros también (si esto no se respeta, hay una acusación velada sobre el origen antagónico o inferior del miembro). De tal modo, la afinidad local vendría dada por las posibles complementariedades con el territorio-comunidad y las comunidades empáticas, en oposición a las identidades opuestas (por ejemplo, Belén y Chapiquiña; Socoroma y Putre; Codpa y Guañacagua). La posibilidad de exogamia viene dada por los flujos migrantes bolivianos y peruanos, así como por la vía de la alianza con pueblos complementarios. Conforme a aquello, son posibles las relaciones con indígenas de transfrontera, porque ellos no se encuentran definidos por la pugna de identidades territoriales, sino que remiten a las nociones de “forastero” y “ser en tránsito” que, eventualmente, pueden anclarse al territorio, ya sea mediante alianza, flujo, o relocalización residencial y adopción de labores agropecuarias y/o cargos comunitarios o festivos/patronales.
Alteridades, intercambio y marchantes en Codpa, extremo norte de Chile, mediados del siglo XX Cristhian Cerna, Shirley Samit-Oroz y Leslia Véliz
Figura 4. Representación gráfica de un conjunto de personas andinas caminando en la frontera Bolivia-Chile
Fuente: “Visitas de contrabando”, Concordia, 11 de septiembre, 1961.
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A fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, con la acción del Estado chileno, como agente soberano y productor de fronteras socioculturales y geopolíticas continuas, los flujos transnacionales adoptaron nuevas conceptualizaciones. Para las autoridades estatales, los desplazamientos de marchantes se asociaron al tráfico ilícito, y los arrieros dejaron de ser catalogados como indígenas. Se contuvo en las categorías de chileno, peruano y boliviano un conjunto de procesos socioculturales relacionales, permeando la (re)elaboración global de las vinculaciones posibles. Esto no fue taxativo. Se correspondió con la modulación extensionista de identidades colectivas locales, que integraron diversas referencias, también a nivel de su reproducción social y poblacional. Así, se complementaron catalogaciones identitarias en referencias opuestas, de acuerdo a la interacción contextual, produciendo un escenario de otredad en los miembros, entendido como la incorporación de propiedades cualificadas propias respecto a las no-propias, en un universo específico de relaciones. Integrándose los marchantes a través del reconocimiento del parentesco local y transnacional, se manifestó un esquema de relaciones plurales. Esto pervivió mediando el agenciamiento de los procesos socioculturales involucrados. Según la vigencia de los circuitos de interacción en torno a las ecozonas, aquello enmarcó la integración de las personas, en calidad de “forasteras”, a la composición de los residentes de las localidades del valle. Los criterios de inclusión a la esfera local pasaron por mecanismos como el compadrazgo y el establecimiento de la residencia. Correlativamente, en la década de 1960, por parte de la sociedad regional y el Estado, se fijó la conceptualización de los flujos. Para estas entidades fue menester la asimilación del soporte sociocultural local al ámbito del imaginario nacional. Con ello, se propendió a la generación de una oposición con la alteridad transfronteriza (ver la figura 4). La dinámica comunitaria local se sirvió de estos procesos para su propia diferenciación. Asimismo, los incluyó en su imaginario y mediación identitaria, desde la generación local de esquemas de percepción.
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Asociada a la figura 4, se incorpora la siguiente nota del diario Concordia de mediados del siglo XX: Cerca de la frontera de nuestro país [Chile], con Bolivia, Concordia descubrió ayer una visita inesperada y no muy legal que digamos. Se trataba de un grupo de ciudadanos del país hermano, quienes eludiendo toda vigilancia policial, se habían internado en Chile para ir al Valle de Lluta —según nos expresaron— a trabajar, ya que en los pueblos que ellos viven no había en qué desempeñarse y la vida se les hacía difícil. De acuerdo a informaciones, solamente en la mañana de ayer habían pasado a Chile ilegalmente, más de 300 ciudadanos de Bolivia.8
En el contexto de origen de los marchantes se dieron privaciones materiales, que iban sorteando a través de la articulación territorial. Convocado aquello por diferenciaciones de arraigo a sus pueblos de origen, en el altiplano fronterizo. Si bien la actividad se asoció con agregados inclusivos, corporativos y complementarios, como lo fueron las relaciones de parentesco, también se basó en la integración de los miembros que se hallaron en condiciones de exclusión y marginación. En este género, los marchantes incorporaban a niños y niñas. Al respecto, hace notar un residente que fue marchante: Viajaba con don Luciano González [un marchante]. Viajaba yo; viajes largos como marchante. Viajaba a Chiapa, Nama; no sé dónde más llegaba. Y viajaba también con Pablo Aguilar. Vivió 135 años. Con esos aprendí trabajar. A mí me empleó mi abuelita a los seis años; mi abuelita era de una familia bien pobrecita, no había que comer. Así que me dijo, “Sabe qué más, hijo, tiene que trabajar”.9
134
Continúa el actor dando luces sobre la temporalidad del proceso que vivenció, mencionando los soportes sociales de la actividad marchante, así como los circuitos que cubría: Yo llegué el año 1966 acá [al valle de Codpa]. Pero antes de llegarlo acá definitivamente, yo venía a la pasaíta no más. A conocerlo cómo era el lugar. Entonces, de ese año, de 1966, ya, quedé estable. Después me gustó el Valle, el lugar, y recorrí así medio mundo; así, pues. Recorrí, a donde fue me puedo quedar mejor. Me gustó acá, pero rodando siempre todo del sur, el norte de Iquique, eh, todas esas fronteras. O sea, que todos los pueblitos ya he salido a trabajar a los seis años. Entonces, le estaba contando del caballero que tenía 135 años, 125 años. Entonces viajábamos para acá.10
En el contexto de la articulación de circuitos informales, que conectaron diferentes ecozonas del flanco occidental, los marchantes circularon de acuerdo al 8
Concordia, 11 de septiembre, 1961.
9
I11/E15, masculino, 68 años de edad, Guañacagua.
10 I11/E15, masculino, 68 años de edad, Guañacagua.
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intercambio de materia prima, productos y la disposición de su fuerza laboral estacionaria para la labor agropastoril. Estos desarrollaron itinerarios logísticos, generando un fenómeno de flujos constantes y reticulares de población. Aquello se mostró como un dispositivo de inclusión de personas en las localidades, por alianza y/o parentesco ficticio (ver la figura 5). Figura 5. Patrón de relación por alianza de la ocupación indígena “marchante” en el espacio regional
Ayllo Carabaya Ayllo Pabillón
-1-
Unguenpata
Vitacoyo (Sabaya)
Tapioco
Huachacalla
Carangas
Bolivia, frontera limítrofe con Chile
Altiplano
Precordillera
-2-
Ciudad de Arica
-3-
ESPACIO REGIONAL Asentamientos de origen de la población indígena identificada en Codpa
Perfiles ecológicos del flanco occidental andino (0 a 6000 m s. m. m.), Región de Arica y Parinacota
Miembros (masculinos/femeninos) reconocidos por descendencia y articuladores de las colectividades en (trans)frontera (criterio agnaticio de base, y cognaticio en la 3a generación) Miembros (masculinos/femeninos) reconocidos por alianza a las colectividades en (trans)frontera
-1,2,3-
Generaciones según desplazamiento en el flanco occidental andino (caso Codpa, y Región Arica y Parinacota) Relaciones de matrimonio sostenido, generalmente en las zonas de origen, con lo que se llega como unidad familiar nuclear con hijos que están afectos a relaciones de compadrazgo local en la zona de recepción (Codpa) Relaciones de alianza local vía “junta”, práctica de convivir con miembros del área que puede derivar en hijos y relaciones de compadrazgo
Fuente: los autores, registro etnográfico.
Al respecto, la población del sector boliviano contó con dos estrategias complementarias en su despliegue. Una, mediante la llegada directa a la localidad de destino, insertándose como fuerza de trabajo en faenas locales y asentándose en el sector. Otra, a través de oficiar en cuanto marchante, es decir, circulando por el flanco oriental al occidental, con el objeto de hacer trueque con otras zonas ecoproductivas diferenciadas. Hace notar aquello un actor que fue marchante. Algunos venían por tierra, haciendo trabajo, y ahí se quedan en un pueblo que les gusta. En cambio, yo me fui a rodarme, como marchante, por todas partes, hasta
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Valles litorales
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que al fin de cuentas me gustó Codpa, y ahí me quedé. Ya me hice mi vida, mi pareja, y mis hijos ya acá.11
La conjunción de los mecanismos de inclusión simbólica, productiva y reproductiva proveyó capital suficiente para las excursiones de los marchantes. En este orden, sus viajes se correlacionaron con la organización de las festividades patronales y con los carnavales, en correspondencia con el calendario litúrgico y de agroproducción. En efecto, esta práctica se asoció a un sistema de prestigio en las comunidades de referencia de los marchantes. A propósito, el fruto seco intercambiado en los valles tenía un valor social y simbólico, que actuó como diferenciador interno de estatus en el altiplano boliviano. Al respecto señala un actor: El boliviano llevaba fruta seca; llegaba para allá para los carnavales con fruta seca. El que llegaba allá —me contaban ellos— y tenía fruta seca hacía un jugo para invitar a sus amigos; era el gran señor. Tenía más cosas pa’ invitar a la gente. Y el que no salía a buscar, era más pobrecito. Se lucía el que llevaba huesillo, orejón; todo eso. Entonces venían a eso. Llegaban allá, y eran grandes señores estos.12
Sobre este intercambio, nota un siguiente actor: 136
Ellos venían a hacer un trueque con nosotros. ¿Qué es lo que van a llevar? El corazao [fruto seco y sin cuesco]. Siempre venían pa’ esta época [febrero]. Se llevaban el membrillo, porque ellos celebraban sus carnavales allá. Venían como en enero, febrero, o marzo, según el calendario litúrgico. Ellos venían una semana antes de los carnavales. Gran cantidad de marchantes venían. Ellos venían regularmente antes, y el año que me recuerdo, es el año 1955 a 1960.13
Complementa otro actor, señalando: No contábamos con huella, con carretera, con nada. Lo que teníamos lo cambiábamos por lo que traían la gente del otro lado, los marchantes. Y ahí hacíamos trueque. Esa era nuestra salvación, en aquellos tiempos. Y lo que no se conseguía, había que viajar en animales hasta Arica, y a buscar. Y eso nos duraba poco, y de nuevo, de nuevo.14
Tras el viaje de diez o veinte días, las caravanas traían al valle sal, papa, chuño, quinua, grasa animal, charqui, sogas/alforjas, queso, alcohol y ganado de camélidos. Al llegar a la localidad, las cabezas de ganado eran faenadas en corrales ubicados en las laderas de los cerros próximos, para que su carne fuera intercambiada con los
11 I11/E15, masculino, 68 años de edad, Guañacagua. 12 I12/E8, masculino, 64 años, poblado de Guañacagua-Esquiña. 13 I18/E20, masculino, 74 años, poblado de Guañacagua. 14 I12/E8, masculino, 64 años, poblado de Guañacagua-Esquiña.
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habitantes de Codpa, de acuerdo a los asentamientos. Señala un actor que fue marchante los aspectos del itinerario que siguió:
Adiciona otro actor aspectos de la llegada de los marchantes y su recepción local: Se carneaban en corrales [a los camélidos]. Llegaban en la mañana, temprano, y la gente esperando, todo por carne. Porque la carne no se conseguía tan fácilmente, porque Codpa no es para criar animales. Pura fruta.16
También observa un actor aspectos de la organización interna y el control social de la práctica, donde un “inspector” desempeñó un rol relevante en materia de redistribución de los elementos sometidos a la relación: Llegaba mucho marchante acá. Hacían cambio de mercadería. Ellos llegaban con llamos; venían a distintos sectores del pueblito de Codpa. Acá en Chitita, Chuca Chuca, Guañacagua, Guatanave, Marquirave, así. Llegaban tropas con llamos y hacían trueque. Traían charqui, queso, sal en trozos. Veían acá el higo, el orejón, el membrillo [...] Traían manteca, grasa, charqui, sal, quesos. Ahora ya no vienen. Yo he conversado con algunos que me he encontrado después. Dice que pa’ allá 15 I11/E12, masculino, 68 años de edad, Guañacagua. 16 I12/E8, masculino, 64 años, poblado de Guañacagua-Esquiña.
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Como marchante con burrito, con llamito; teníamos 20, 15, 18 llamitos; así andábamos. Entonces, meses tenía que caminar. Se sale a las 7 o a las 5 de la mañana, más o menos, calculando, las horas a ese punto donde vamos a descansar. Porque no podí pasear más. No podí pasear ni media hora más, ni una hora más. Porque ese es el lugar donde uno se estaciona, y se busca el alojamiento. Ese lugar se le decía jara, que es donde uno va a descansar. Es como un corralito, o cueva. Por ejemplo, tú sales a ese lugar donde te decía que se llama Panacaca, son nueve horas; ya saliendo de Guañacagua, después Chitita, después viene el desierto, después llega a Valparaíso, donde se llama Corralones. De Corralones, se llama Chacagua. Frente a Chacagua está Orijakta, donde no se entra para la quebrada, sino que así por el cerro no más. Entonces, ahí hay un lugar que se llama Panacaca. Tiene unas cuevas grandes, y así donde se aloja; donde el animal puede también descansar, puede alimentarse. Pero no hay agua; solamente pa’ nosotros no más. Hasta ahí podí llegar. Y no puedes pasar más; porque no puede avanzar, porque ya no tiene dónde descansar. Y después, ahí entro al territorio boliviano. De Guañajara se parte a Yiscalla, de Yiscalla se parte hasta Tomaco, y de Tomaco se llega a Rivera, que está en la frontera. Entre fronterizo, no hay diferencia. Como son ganadería, allá no hay agricultor; entonces ahí, como una familia viven. Porque acá en el centro hay diferencia. Es diferente la manera de vivir. Nosotros vivimos así, en la frontera no hay diferencias. No hay ningún’ clase de diferencia. Y ahí se conocen y se hacen familia ya; unos con otros, ya se hacen su vida matrimonial, y los hijos ya estén ya.15
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pa’ Bolivia no había huellas. Pa’ ir a los valles a buscar fruta, estaban muy lejos. Por eso venían para acá, porque acá les quedaba más cerca. Y traían tropitas de llamos de 20, 30 llamitos para llevar la fruta pa’ allá. Se llevaban la uva, el membrillo, sobre todo en épocas cerca del Carnaval, venían a buscar membrillo. Allá juegan, dicen, a ondazos que le llaman. Entonces así venían a buscar, y hacían trueque acá. Carneaban llamos acá, y repartían carne. Y en cada pueblito había un inspector que le llamaban, que lo nombraban en el pueblo. Entonces esa persona se encargaba de hacer la repartija: que todos tocaran igual, pa’ que nadie quedara sin nada. Entonces a todos les tocaba su poco de mercadería que traían de allá, y tenían que pagar con fruta. El vino lo vienen a buscar, el Pintatani en aquellos tiempos cuando había harto.17
138
El trueque se soportaba en la permuta de materia prima y productos. Esto tuvo una diferenciación según los asentamientos y sus procesos históricos locales. Por ejemplo, a nivel global, los actores locales reconocieron como elemento de transacción a los “orejones” y otros frutos secos, así como el vino local de Pintatani. Mientras tanto, en Guañacagua se utilizó la noción de “corazao”18 como categoría inclusiva para referirse a algunos de estos frutos deshidratados en el valle dispuestos para el intercambio. Hace notar un actor esta experiencia, revelando aspectos de la organización por roles de género en la actividad marchante: Llegaban los marchantes de Bolivia con treinta o cuarenta llamos cargados. Venían caminando a pie. Venían hombres y mujeres. Venían mujeres que no sabían nada del idioma castellano. Yo les hablaba, y decían ellas “no entiendo, no entiendo”. Claro, no entendían nada. Lolita, venían lolitas, jovencitas. Venían eso sí, más hombres. Entonces, ellos traían mercadería. Traían quinua, sal en trozos, faenaban a los llamos acá.19
Este arreglo implicó la instalación de protocolos ante la relación de intercambio, que privilegió a los miembros varones como agentes de administración. Tales roles se vieron ecualizados por las diferenciaciones de género. En el caso de los marchantes, esto se medió por una mayor castellanización de los miembros masculinos respecto de los femeninos, ya fuera como una estrategia, o como una efectiva competencia diferencial. Aquello muestra la desagregación de los miembros en términos de público/privado. Por otro lado, lo observado en el caso de los marchantes también se dio en las localidades para el caso del inspector20 o “repartidor”, y su rol en la localidad. 17 I14/E10, masculino, 76 años, sector Chitita-Palca. 18 En referencia a la observación etnográfica más extensa realizada en el 2016, en el terminal agropecuario de la ciudad de Arica es utilizada la noción de “corazao”, para referirse al fruto seco y sin cuesco, dispuesto al consumo y/o preparación. 19 I18/E20, masculino, 74 años, poblado de Guañacagua. 20 Esta función elaboraba registros escritos de los miembros locales y sus grupos familiares de acuerdo a la
Alteridades, intercambio y marchantes en Codpa, extremo norte de Chile, mediados del siglo XX Cristhian Cerna, Shirley Samit-Oroz y Leslia Véliz
Este fue quien administró el proceso de intercambio con la alteridad marchante y la comunidad, como advierte un actor que ofició en este cargo: Yo fui inspector, significa que es como autoridad de la comunidad. La comunidad elegía al inspector. Nos elegía la comunidad. Se hacía una reunión de diez, quince, veinte personas que vivíamos acá. Ya, ¿quién va a ser inspector? Ya, este es más metío, poh [...] ¿Cuál era el cargo del inspector? Anotar todas las personas. “¿Cuántas casas hay acá?”. “Doce casas”. “Muy bien, doce casas”. Solamente la cabeza de la casa. Si ella estaba a cargo de la casa, ella. Entonces, “¿Cuántos llamos va usted a faenar?”. “Cuatro”. “Muy bien, ¿para cuántos va alcanzar?”. Esos cuatro tenía yo que hacerlo alcanzar para cuatro personas. Para las doce familias, les tocaba un cuarto. Cuarto le llamamos a un brazuelo, o sea, por diez kilos. Porque el llamo se partía en seis partes. La cabeza, el cuello, el lomo, los dos brazuelos y las piernas. Esa era la labor del inspector; de que a todos les alcanzara igual. Algunos no alcanzaban, y ahí un cuarto se partía en dos. “¿Cuánto pesó el cuarto?”. “Diez kilos”. “Ya, cinco kilos cada uno”. Eso se cambiaba por corazao, que le llamábamos nosotros. El corazao era el huesillo, que lo secábamos nosotros en el cerro; el durazno; el membrillo; el orejón, que era la pera de Pascua, la partíamos.21
No existían los medios de locomoción que hoy tenemos a la puerta de la casa. La gente del interior bajaba a comprar fruta a nosotros, porque era el único valle frutal que había acá. Para el interior no existe la uva, la pera, la ciruela, la tuna posiblemente, porque era más del altiplano. Ellos venían a comprar fruta a nosotros, y traían queso, traían carne, traían chuño, por eso que hay esa diferencia entre nosotros; y de allá, los indios de allá, y el chuño que es del frío. Y acá no hace frío. Es otro clima. Y ellos nos decían a nosotros, “Qué vienen acá estos codpeños como peras verdes”. Y nosotros le decíamos: “Que son ustedes indios mugrientos, ‘patas raja’, que hacen el chuño con las ‘patas raja’”. Esa es la diferencia que existía.22
En las primeras cuatro décadas del siglo XX se mantuvieron constantes los flujos de movilidad poblacional Oeste-Este, siendo referente el contingente de origen indígena del sector altiplánico boliviano. Este fenómeno afectó la elaboración de la identidad en Codpa, definida autoperceptivamente por su raíz hispana asentada versus la matriz indígena de los pisos altiplánicos; que correspondía a las áreas distribución de los elementos intercambiables. Tales registros no se conservaron, pues su consideración fue solamente instrumental. 21 I18/E20, masculino, 74 años, poblado de Guañacagua. 22 I18/E20, masculino, 74 años, poblado de Guañacagua.
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Aquello se combinó con un conjunto de elaboraciones sobre la alteridad local “nata” codpeña versus las provenientes de otros “pisos ecológicos”, catalogando a los agentes de zonas de mayor altitud como “indios”, de manera genérica. A propósito, señala un actor:
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comprendidas en el espacio regional, así como de Bolivia, y en menor grado a las de Perú. De acuerdo con esto, la relación con las poblaciones altiplánicas se sostuvo sobre la oposición de identidades a nivel retórico y una complementación a nivel simbólico, organizativo e institucional.
140
Práctica de “dejar hijos” Se estableció un conjunto de arreglos aditivos que actuaron en la elaboración de mecanismos de inclusión de la alteridad marchante en la comunidad local. Uno de aquellos fue la práctica de “dejar hijos” a cargo de familias locales. Sirviendo como una forma de afianzar relaciones, se mostró como un compromiso de que, en el próximo viaje, se los llevarían de vuelta; dado el arduo viaje de varios días como el que implicaba el circuito altiplano-precordillera. Los infantes dejados —en su mayoría, de sexo masculino entre 4 y 13 años de edad— no volvían a sus lugares de origen, criándose con las familias locales hasta la mayoría de edad. Luego se radicaban en Arica. En estos casos, los infantes tomaban un rol de “chaperones”. O sea, de pequeños ayudantes o asistentes de las familias (apoyo en la chacra, cuidado de los niños de las familias y asistentes de mandados), sin priorizar su educación, aunque sí comprometiéndose, en la relación inicial, con los marchantes, a llevarlos a la escuela. Un actor señala algunos de los pliegues de la experiencia de “dejar hijos”: En cada sector había una persona que se encargaba de recibir al marchante, a veces venían dos o tres; a veces venían el esposo y la señora, no más. Ahí traían los hijos. Y entonces ofrecían sus hijos, si alguien quería quedarse con alguno. Decían: “Te lo voy a dejar por un año”. Pasaba el segundo año, el tercer año, el cuarto año, quinto año. No lo recogían más.23
Anota otro actor, revelando una estrategia de conexión institucional: Dejaban a sus hijos acá. No siempre. Sí esporádicamente, de vez en cuando; dejaban para ellos volver. Ahora que ellos se olvidaban de sus hijos, eso es otra cosa. Pero ellos los dejaban para volver aquí. Primero, porque traían niños chicos, y el largo trayecto de caminar, diez, quince, veinte días. Depende de ello, la distancia que venía. Era, según ellos, de los diferentes pueblos que ellos vivían. Antes se hacía la raya de la línea entre Chile y Bolivia. Y de allá, igual que allá pa’ acá, hay pueblos más cerca, otros más lejos. Igual pa’ allá. Entonces, los que venían de más lejos, lógico que se demoraban más. Igual pa’ devolverse. Llegaban acá los cabritos chicos, ya no podían volver. Y todo lo hacían caminando. Los niños chicos no podían volver, porque apenas llegaban pa’ acá. Ahora el trayecto de vuelta. Porque aquí saben estar dos o tres días no más. Entonces, ahí buscaban el medio. Decían, “Sabe qué más, a la vuelta voy a volver y ahí me lo llevo. Ya está descansadito el niño”. Y se quedaban. Cuando volvían, los niños ya no querían irse. Porque aquí 23 I9/E23, femenino, 67 años, pueblo de Codpa-Marquirave.
Alteridades, intercambio y marchantes en Codpa, extremo norte de Chile, mediados del siglo XX Cristhian Cerna, Shirley Samit-Oroz y Leslia Véliz
comían fruta, comían mejor, estaban mejor. “Me quedo otro viaje más; a la vuelta te llevo”, y así iban creciendo los niños.24
Observa un siguiente actor, advirtiendo una racionalidad económica del fenómeno: Venían hombres y mujeres; y, en esos tiempos, traían niñitos que los dejaban por acá, trabajando. A lo largo del valle dejaban niños. De ocho, diez años, doce años. Se quedaban con la persona que se interesaba en tenerlos. Entonces ahí los tenían un tiempo. Prácticamente, trabajaban por la comida no más. Le daban la ropa, la comida. Y muchas familias los arreglaron bien, porque los educaron, ya después crecieron, y se buscaban trabajo independiente. Y muchos se iban para sus pueblos también. Los venían a buscar. Hay muchos en Arica. Conocí un caballero de apellido Rojas; llegó niño acá. Y se hizo su familia en Arica, y tiene una empresa ahora.25
Sobre el particular, revisando aspectos de la responsabilidad asumida en la vinculación marchante-familias locales, adiciona otro actor:
Complementa un siguiente actor, sobre la proyección de relaciones de reconocimiento y de relacionamiento, que se estableció: Los dejaban solamente por la comida, y si se podía que lo pusieran al colegio. Mi papá tuvo dos, primero. Tuvo dos jóvenes. También venían mujeres, pero menos. Lo que más venían eran hombres, niños hombres. ¿Por qué los dejaban hombres? Para que le enseñen a trabajar y a estudiar. Medio día a trabajar y medio día al colegio. Esos niños hasta mayores, hasta digamos 18 o 20 años, se quedaban acá trabajando. Algunos se iban a hacer el servicio [militar] a Bolivia; otros se quedaban acá. Los que tenían más amor por su patria se iban; extrañaban, se iban, ya cuando tenían su mayoría de edad. Mi papá tuvo a dos jóvenes, que uno estudió para cura. Se fue y regresó vestido de cura. Otro que estudió abogado; fue a Argentina y dijo que había estudiado para abogado. Y también vino a hacerle el reconocimiento a mi papá, pero mi papá ya no estaba en esa fecha, cuando ellos
24 I12/E8, masculino, 70 años, poblado de Guañacagua-Esquiña. 25 I14/E10, masculino, 76 años, sector Chitita-Palca. 26 I27/E20, femenino, 45 años, pueblo de Codpa.
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Mi suegra, ella llegó de Bolivia, como a los seis años ella llegó. Porque su papá traía para hacer intercambio de mercadería, y la trajeron. Entonces la dejaron a cargo de una familia. Esa familia tenía una hija del mismo porte de ella, entonces, la señora para acompañarse, que la iba a mandar al colegio. Al final nunca fue así, porque nunca la mandaron al colegio, la tuvieron como empleada, porque la hacían cargar agua, madera y todas esas cosas. Aquí han llegado varias personas que eran de Bolivia, y han llegado así, ayudando a dar comida a los animales, llegaron así.26
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vinieron. Porque ya eran mayores ellos. Vinieron a darle las gracias a mi papá por haberlos educado, y ellos ahora eran profesionales.27
En este punto se manifiesta que la organización de la actividad de marchantes estuvo vinculada a tejidos sociales, elaborados a través de la generación de lazos de alianza y de descendencia, así como de relaciones de parentesco ficticio o compadrazgo. Según una miembro local: Por permanencia de tantos años, entonces buscaban a alguien que los apadrine, como que eran como papás tutores. Se cambiaban los apellidos. Se ponían el apellido de los papás tutores. A veces elegían un apellido, pero se iba generando eso. Se volvían como familia.28
Tal evento implicó la definición de una red de relaciones, que se fue instituyendo en los diversos “pisos ecológicos”. También, a escala horizontal, se revelaron otros asentamientos de la misma altitud29. Observa una informante aspectos de la biografía de un sujeto marchante que conoció:
142
Los marchantes dejaban los hijos. Por ejemplo, el “Cepita” era un boliviano que llegaba con tropa, y después el hijo estudió en Oruro música, y después llegaba con su banda acá. Bien encachao.30
Continúa otra informante, notando la práctica de “cambio” de apellidos como medio de inserción local: Aquí hay varios que han llegado, para abajo también han llegado varios, y se han ido después. Incluso han formado familia acá. El que era casado con mi hermana también, mi hermana mayor. Él tenía otro apellido, y él se puso, se cambió apellido. Acá se cambiaban el nombre.31
Tal plataforma trascendió al puro intercambio y disposición de capital humano como fuerza laboral destinada a las necesidades de las unidades domésticas. Se buscó reafirmar esta relación, atribuyendo nuevos elementos, que tuvieron que ver con vinculaciones con la comunalidad territorial; expresándose en uniones de personas locales con las de otros sectores, así como con otras del altiplano del espacio regional, del boliviano y con peruanos —si cabe utilizar estas disposiciones conceptuales—. Aquí, la alianza a través de matrimonios, o conforme a “juntas” de miembros locales 27 I22/E45, femenino, 72 años, pueblo de Codpa-Marquirave. 28 I20/E45, femenino, 72 años, pueblo de Codpa. 29 Uno de los arreglos referente a los vínculos horizontales se realizó mediante la formación de equipos de fútbol de pueblos, a mediados del siglo XX. Así se fueron integrando hijos de marchantes. Se coordinaban encuentros con los asentamientos del valle, así como con otros próximos (por ejemplo, Ticnamar), y con la ciudad de Arica. 30 I22/E45, femenino, 72 años, pueblo de Codpa-Marquirave. 31 I20/E45, femenino, 72 años, pueblo de Codpa.
Alteridades, intercambio y marchantes en Codpa, extremo norte de Chile, mediados del siglo XX Cristhian Cerna, Shirley Samit-Oroz y Leslia Véliz
con este contingente suscrito como transfronterizo, fue intensa. Configuró parte importante de los orígenes de los ascendientes históricos en las cuatro primeras décadas del siglo XX. Teniendo su manifestación en la formalización de uniones conyugales vía el matrimonio civil y religioso, y en los vínculos de “juntarse así no más”32, a su vez mantuvo flujos por arreglos de compadrazgo con núcleos familiares provenientes de otros sectores a la comunalidad local, lo cual operó en los procesos migratorios subsiguientes (ver la figura 6). Figura 6. Historicidad de la migración local en Codpa, según alteridades en el valle
Emigración Permanencia Retorno
Origen
Destino Tipo de itinerario Agenciamiento Naturaleza de la relación de origen Naturaleza de la relación de destino
Sujetos precordilleranos Sujetos bolivianos y altiplánicos MOTIVACIONES Educación e Educación e inserción Educación e inserción asalariada asalariada inserción asalariada Apoyo económico Apoyo económico al ingreso del grupo al ingreso del grupo Instrumental doméstico, y modos de doméstico, y modos vida local de vida local Jubilación o Jubilación o marginación Instrumental marginación laboral laboral ITINERARIO Ayllo Carabaya, Grupos con Ayllo Pabillón, ascendencia en la Grupos de Unguenpata, altitud (precordillera y descendencia local Vitacoyo (Sibaya), altiplano) del espacio Taipioco regional Valle de Codpa/ Arica Valle de Codpa/Arica valles litorales/Arica Escalonado/informal Directo Escalonado y formal SOPORTE Colectivo Colectivo Colectivo Sujetos codpeños
Parentesco
Parentesco
Parentesco
Parentesco
Comunitaria
Comunitaria
TEMPORALIDAD (desde actores)
Inicio migración
1940-1980
1940-1980
Movilidad
1960
1960
Fuente: los autores, registro etnográfico. 32 I18/E20, masculino, 71 años, sector de Guañacagua.
1900-1975 en condición de marchantes, que luego fue inmigración por pasos fronterizos 1980
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Dimensiones
Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 32 · Bogotá, julio-septiembre 2018 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 125-146 https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.06
Conclusiones
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Los actores locales generaron arreglos socioeconómicos para establecer pautas de interacción (trans)territorial. Desde la consideración interdigital del espacio, el intercambio de productos y materias primas siguió su realización mediante los soportes de parentesco y memoria oral. En este sentido, es posible advertir que los marchantes fueron partícipes en la (re)producción de la alteridad en Codpa, estableciendo mecanismos para su integración en las relaciones de la parentela local (real y/o ficticia). Especialmente, la experiencia marchante y su práctica de “dejar hijos” comprendieron un sustrato de negociación. Con ello se aspiró a la generación de certidumbres vehiculizadas por la empatía y/o afinidades locales. Con la llegada de la década de 1970 se dio el cambio de régimen en la institucionalidad del Estado, afectándose la dinámica marchante. Así, los agentes locales del valle se integraron a los imaginarios de progreso con nuevos bemoles respecto de la inscripción nacional, que connotaron una cultura centralista y una geopolítica más estricta, que limitó la dinámica marchante. A su vez, estos agentes locales fueron adoptando recursos propios de diferenciación, que actuaron de forma paralela y desde la sinergia sociocultural del territorio para viabilizar, desde las dimensiones de parentesco, memoria y membresía, una (re)elaboración de la colectividad “propia”, que reconocía el origen (trans)fronterizo en el entendimiento local de las alteridades comunitarias. Se configuró un escenario de intensificación de la segmentación del territorio. Esto tuvo como correlato la desestructuración de los flujos informales de frontera, sumada a la adopción de tecnologías de conectividad más eficientes para la época. Tal evento se manifestó en Codpa con la desarticulación de los circuitos de los marchantes, y su práctica de “dejar” hijos; experiencia que graficó parte de las redes sociales que se establecieron a partir del trueque transfronterizo, configurando la diferenciación colectiva de los “pisos” ecológicos, según la noción de Murra (2004). No obstante, los marchantes se relocalizaron en el valle, imputando a agentes que diversificaron la matriz sociocultural local. Siguiendo las investigaciones del área, el estudio de caso concierta con las propuestas de Gundermann (2001), Gundermann y González (2009), Gundermann y Vergara (2009) y Vergara y Gundermann (2007), según las cuales debe considerarse la historicidad de los fenómenos andinos, donde la cultura y las clasificaciones colectivas se advierten como hechos sociales relacionales y contextuales (Jenkins 2008). En esta coordenada, las entidades resultantes responden a dinámicas de cambio y continuidad, como igualmente señalan estos autores y, desde un plano más general, apuntaban Abercrombie (2006), Albó (1979) y Salomon (2012), entre otros. De este modo, en el marco de relaciones desiguales se fue estableciendo un entorno con racionalidad contextual para la (re)formulación de espacios de intercambio y reproducción social. De acuerdo a la (re)actualización de la diferenciación cultural, desempeñaron un importante rol los fenómenos comunitarios anclados a la historicidad del territorio. Así planteado, los procesos históricos han ido modulando la diferenciación interna de los sujetos colectivos, y su comprensión de la
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alterización interna (en la misma estructura social) y externa (por el Estado y la sociedad mayor). Según este criterio, cabe considerar la comunalidad como una serie de construcciones sociales de alterización. En estos términos, es relevante detenerse en la construcción de “lo propio” en un contexto de dominación, subalternación y multiculturalidad. En este esquema, lo “propio” supone una construcción mediada por relaciones asimétricas. En este particular acierta Di Méo (2001) al observar que el territorio ha sido una unidad colonizada. En tanto que se le imprime un conjunto de elementos que le dan atributos y definen procesos colectivos, el territorio es un espacio de sentido y es aprehendido culturalmente. Esto, según la elaboración de planos socioeconómicos y simbólicos, donde establece parámetros la producción política de fronteras y horizontes, en la coordinación de lo propio y de lo otro. En este énfasis, el caso de “marchantes” permitió advertir aspectos de la configuración de las relaciones sociales macro/microrregionales, en el contexto indígena transfronterizo andino, y sus negociaciones de sentidos, en escenarios de hegemonización de sus imaginarios y la propia definición de alteridad, que importa continuar documentando desde otros casos y temporalidades en el área.
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Referencias
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D O C U M E N T O S Huellas, sĂmbolos y fotogenia: la frontera entre el poder y el territorio | 153-158 Ana Cristina Ayala yViviana Peretti
Aperturas onto-epistĂŠmicas: conversaciones con Marisol de la Cadena | 159-177
Marisol de la Cadena, Helene Risør y Joseph Feldman
Radieuse Marseille, 10 Chemin des Goudes, Marsella, 2013.
Colombia: A Mass Grave, Bogotรก, 2016.
Huellas, símbolos y fotogenia: la frontera entre el poder y el territorio Ana Cristina Ayala* Universidad de los Andes, Colombia Viviana Peretti** Universidad de los Andes, Colombia
https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.07 Cómo citar este artículo: Ayala, Ana Cristina y Viviana Peretti. 2018. “Huellas, símbolos y fotogenia: la frontera entre el poder y el territorio”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 32: 153-158. https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.07 Ensayo recibido: 03 de diciembre de 2017; aceptado: 23 de mayo de 2018; modificado: 06 de junio de 2018.
* Magíster en Periodismo de la Universidad de los Andes, artista plástica por la Universidad Nacional de Colombia. Algunas de sus publicaciones pueden ser consultadas en: https://cerosetenta.uniandes.edu.co/ author/ana-cristina-ayala/ *anacristinaayala@hotmail.com ** Magíster en Fotografía Documental y Fotoperiodismo del Internacional Center of Photography (ICP) de Nueva York, especialista en Periodismo de la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá y antropóloga de la Universidad de Roma. Fotógrafa independiente y profesora del Centro de Estudios en Periodismo de la Universidad de los Andes. Algunos de sus trabajos pueden ser consultados en: http://www.vivianaperetti.com *peretti72@gmail.com
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E
sgrafiada sobre una lámina de metal aparece la palabra “somos”. Una palabra que manifiesta una identidad, y una identidad que se reúne en un límite. Se repite el ejercicio cuando, sobre un muro de cemento, aparece la palabra “Patria”. La relación entre el muro y la palabra —entre el límite y el concepto— connota un choque que habita desde lo simbólico. Como diría el escritor argentino Martín Caparrós, en una entrevista para El Espectador, a propósito de su más reciente libro Todo por la Patria: “La patria es más bien unos grandes lentes de colores que los gobernantes consiguen ponerle a muchos de sus súbditos para lograr sus propósitos” Ochoa 2018. La patria, por ser un concepto de poder, se limita por una frontera que no es física —o no podría ser física— sin antes ser ideológica. Pero como es propio del confín de todo cuerpo, por los poros de una soberanía se intercambian y filtran sustancias que a su paso la agotan y envejecen. Y solo esa piel envejecida se asegura de que su estética sea igual a su historia. Que su fotogenia sea un retrato de sus tránsitos e intercambios.
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Viviana Peretti (Italia, 1972) es una fotógrafa nómada. La curaduría de este foto-ensayo revela las fronteras en donde se encuentran distintas tensiones del contexto. Son huellas de las circunstancias que influyen sobre el aspecto material —y por eso visual— de un territorio. Se significan en el encuadre, un valor con el que la fotógrafa cuestiona el mundo y, en su justicia, lo ordena. El conglomerado de gestos que permean el territorio tras el advenimiento de los conceptos supremos es lo que, en últimas, determina su estética. Esta selección de fotografías en blanco y negro muestra la piel de una naturaleza tallada por múltiples expresiones de los mecanismos políticos, económicos y sociales. De la serie podemos suponer que su intención como fotógrafa es similar a la de un coleccionista. En su oficio recopila fragmentos espaciales en los que el humano —como ser social— demuestra su poder de impregnar la materia a través de los conceptos. Para este caso, la estética obedece a la vieja definición de balance entre forma y contenido1 (Heidegger 2016, 9). No hay ejercicios de estilo, no hay pastiche ni maquillaje, lo que se ve es lo que se evoca. Pero también, luego de que dichos conceptos de poder movilizan el entramado social y se imprimen en el territorio, la estética, la foto misma, se convierte en una impronta del encuentro, de la frontera y del traspaso de esas distintas fuerzas. En la fotografía de la serie Radieuse Marseille, por ejemplo, un hombre mira hacia el Mediterráneo desde una de las orillas costeras de Plages du Prado, en el sur de Francia. De esa manera, la fotógrafa, desde su subjetividad, evoca su anhelo por el mar. Un anhelo por el Mediterráneo visto desde Marsella. Con la contemplación del horizonte azul, el viajero —enmarcado en el deseo propio de la fotógrafa2— lleva a cabo un encuentro con lo sublime. Con el lejano intangible. Una frontera azul que, como dice Rebecca Solnit cuando se refiere a ese color, “[…] es el borde lejano de aquello que puede ser visto, ese color de los horizontes, de las cordilleras de las montañas remotas, de cualquier cosa lejana e inalcanzable” (Solnit 2013, 99). Esta frontera intangible me remitió, inevitablemente, al hito estético que Caspar Friedrich demarcó con el Caminante sobre mar de nubes. Pero contrario a un caminante erguido frente a una naturaleza indómita, la del viajero de la fotografía es una mirada que reposa sobre el cemento. Las costas de Plages du Prado son artificiales, lo cual argumenta la mirada —y lo sublime— desde la invención humana y la condición de una época posterior a la Revolución industrial. Por otro lado, el lugar desde donde se captura y, por eso, desde donde nos ubicamos como espectadores, no es desde la espalda de un hombre que reverencia un paisaje elevado, sino desde el artificio mismo. Desde una orilla producida para contener y contemplar el mar. 1
Esta definición de la estética la acuñó Martin Heidegger cuando escribió El origen de la obra de arte. A partir de ahí, filósofos posteriores analizaron la estética basados en esa definición. No fue sino hasta el siglo XX, cuando se cuestionó el concepto belleza, que la estética sufrió cambios significativos. Esto, debido a que el filósofo planteó una relación irreductible entre belleza y estética.
2
Viviana Peretti, por su lado, ha dedicado varias series fotográficas al Mediterráneo. El Mediterráneo, también, es de los pocos territorios que retrata a todo color. En esas fotografías ha referenciado el lejano horizonte azul como un anhelo. Un sueño personal. Y toma las palabras de Rebecca Solnit para hablar del azul como una frontera inalcanzable, un sueño al que uno se acerca, pero nunca llega.
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Desde el punto de vista temporal y espacial de la fotógrafa, la composición revela una humanidad que no solo es espectadora sino también productora del paisaje. No es el individuo que conquista la montaña —la naturaleza— para darse el regalo de lo sublime, sino el colectivo humano que produce un lugar para luego ensoñarlo. Peretti nos señala esa frontera intangible —la que separa al hombre del paisaje e, incluso, la del horizonte— y la enfatiza con su punto de vista. Por un lado, con la orilla de concreto desde donde toma la foto y le da mayor peso a la imagen, y, por el otro, con un mar que sublima la imaginación —y, por eso, un deseo condicionado por su contexto— por cuanto lo deja por fuera del marco de la fotografía. Francia, Italia, Colombia y Estados Unidos son los países que, además de ser fuente estética de Peretti, hacen parte de la itinerante residencia de la fotógrafa. Con insistencia busca en ellos las respuestas sociales que terminan por marcar la superficie del lugar. Y es precisamente allí donde Peretti, una y otra vez, nos demuestra que sus reacciones fotográficas son una forma de revelación de todo el compendio de fronteras simbólicas que habitamos y padecemos. En otras palabras, la estética del territorio —de la superficie— es el resultado de las fricciones o los lazos entre el poder y las fuerzas que lo subyacen. Entre lo conocido y lo desconocido; entre lo cercano y lo lejano; entre lo tangible y lo intangible. Sin embargo, la obra de Peretti no puede ser entendida desde el dualismo. Por el contrario, siempre deja entrever que su búsqueda personal está conexa a una colectividad humana transformadora de su realidad. Su búsqueda es un encuentro tanto místico —como el del Caminante sobre mar de nubes de Friedrich al contemplar la inmensidad de la naturaleza— como sociológico. Esta serie evoca los lugares modelados por el hombre, por sus luchas y conquistas, y, por eso, no deja de lado el contexto producido por fuerzas sociales —y no solo naturales— que lo desbordan como individuo. Es importante saber que la estética no siempre fue considerada un acto político, sino, por el contrario, un don del artista y un hacer independiente de las coyunturas humanas. Con los cambios sociales que aparecieron tras la Revolución francesa y la Revolución industrial, y el inminente cambio en las miradas de los artistas, la estética pasó a ser parte de los estudios sociológicos. Las expresiones del hombre dejaron de ser marginales o atemporales y, en cambio, pasaron a estar en consonancia con un compendio de variables contextuales. Desde la economía, la política y la época hasta los determinantes personales como la “raza” o los factores psicológicos. Estas fracturas históricas argumentan que la estética es, en principio, una suerte de nudo que reúne las diferentes corrientes de un momento. Esto es igual a decir que al campo del arte le correspondía el estudio de la expresión como frontera simbólica entre hegemonías y contrahegemonías, es decir, que el individuo es ese lugar o testigo de la colisión entre poderes, quien a la vez reacciona frente a dicha colisión. Este foto-ensayo obedece, deliberadamente, a la búsqueda de esos roces entre poderes. Las fotografías nunca dejan de señalar a ese individuo que habita sin cesar en medio de alguna frontera social. Desde allí también muestra su anhelo, o,
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más bien, un anhelo supeditado al contexto. En últimas, la estética es el usufructo resultante de variables que se estorban, dialogan, dominan y se intercambian en un campo fronterizo, del que Peretti, sin más, hace uso. Una frontera cuyo padecimiento se podría mistificar, esta vez, dentro de una nueva frontera: los bordes de la fotografía. Para Peretti, su labor como fotógrafa está en las determinaciones que involucran, en principio, la elección del formato (o de la cámara), del encuadre y, sobre todo, de la posición del cuerpo. Sin embargo, al tratarse de una imagen técnica, la estética se plantea desde cierto naturalismo3 (Zola 2008 [1890]). Sin embargo, es una cualidad siempre en tensión con su psicología antropológica. El historiador de arte Hippolyte-Adolphe Taine, uno de los representantes del naturalismo, incluso llegó a determinar la estética como la “ciencia del arte”. Ciencia que relaciona, como cualquier otra, la capacidad racional con la experiencia empírica (Taine 2016 [1865], 17). La estética de Peretti delata su posición, también liminar, frente a su oficio. Su fotografía es fronteriza al habitar el campo del fotoperiodismo y el campo del arte al mismo tiempo. Por un lado, cuestiona los códigos habituales del uso de la imagen en el periodismo, que, en su mayoría, son meramente ilustrativos. En ese sentido, la fotografía pierde valor como lenguaje independiente frente al texto, que, por el contrario, ya evolucionó, al punto que la estética (el uso de la literatura) y la mirada de autor son el fundamento de las olas del nuevo periodismo. Por otro lado, la objetividad —un valor polémico dentro de las escuelas de periodismo— es un elemento desvirtuado en las fotografías de Peretti. Como ya hemos sintetizado en este ensayo, su mirada social nunca está desligada de sus anhelos y cuestionamientos personales, y, en ese sentido, se mantiene como si caminase en una cuerda floja entre la significación periodística y su mirada autoral. Pero precisamente allí, su fotografía adquiere uno de sus valores más significativos como documento, porque es solo bajo hábiles códigos de abstracción propios de su mirada, que ha trabajado a lo largo de su carrera, que se develan, cada vez con más contundencia, dichas fronteras simbólicas —y por eso, quizá, poéticas— puestas en los territorios. En su trabajo relacionado con Colombia aparece la búsqueda de aquello que solo se puede entender a través de “el otro”, a través del símbolo, y cuyo desconocimiento deviene en ritual: la muerte. Pero a Peretti le interesa la muerte, por fuerza, inconclusa. Aquella que, a menudo, comienza con las discusiones conceptuales e ideológicas del poder y termina con la masificación y el ocultamiento de los huesos bajo la frontera del suelo. Debajo de la tierra o debajo de los ríos. En los cementerios, simulando una muerte justa, o en las fosas comunes, para congestionar la verdad. La desaparición forzada es un fenómeno que convierte a Colombia en un gran camposanto. Es decir, en una gran piel bajo la que se silenciaron y ocultaron voces 3
El escritor francés Émile Zola fue el mayor representante del naturalismo y expuso todo su fundamento teórico en su novela Le roman expérimental (1890). Consistía, principalmente, en juntar la estética (sobre todo literaria) y la realidad. Cuando llegó a América fue el fundamento del denominado nuevo periodismo, que luego encontró su mayor representación y auge en América Latina con el género crónica de no ficción.
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y huesos. Y pese a la masividad y sistematización de la muerte y desaparición violenta de colombianos, la búsqueda fotográfica de Peretti enfrenta la paradoja de que, incluso, la frontera simbólica de la muerte —su ritual— está silenciada. La desaparición forzada durante más de cincuenta años de guerra sostenida en el país representa una de las mayores ambiciones que Peretti ha emprendido como fotógrafa. La ambición está en evocar esa piel que delata al poder y sus heridas, en un gesto que siempre procuró no dejar huella física, y, por eso, sin visualidad. Por un lado, dos de las fotografías de este foto-ensayo que corresponden a Colombia denotan la frontera como una paradoja. Vemos, por ejemplo, una puerta negada con el bloque de ladrillos, o un límite creado a partir de puertas. Al unir —puerta y bloqueo— Peretti desvirtúa por completo el sentido de la frontera y, en cambio, muestra la perversidad de la cultura que se niega su realidad. Allí es capaz de expresar, como si fuera una sentencia —y su perspectiva de una determinada condición de la cultura colombiana— la contradicción que sufre el territorio colombiano y su inminente necesidad de sublimar la paradoja mediante experiencias místicas y estéticas. En contraste, otras dos de las fotografías de Colombia que hacen parte de este foto-ensayo exploran la cruz como símbolo ritual frente a la muerte. Pero al estar dislocadas y expuestas a través de reflejos se hacen símbolos también de lo monstruoso. Para explicar lo anterior, haré un paralelo entre la fotógrafa que busca una frontera invisible y el Perseo que emprende una expedición para matar a Medusa. La cruz se halla en el reflejo, en el fuera de cuadro. La cruz representa la inexorable necesidad de muchos colombianos del protocolo católico o cristiano para resolver los nudos que mantienen a la muerte sin su cuerpo correspondiente. Ese símbolo vuelve a aparecer reflejado en la fachada de vidrio de un edificio. De un lugar urbano que mide la guerra desde la distancia, desde la autoridad. Sobre esta fachada, de nuevo, se relatan los conceptos del poder que han convertido a Colombia en un territorio azotado por la desaparición forzada. Esa es la Medusa a la que Peretti, al igual que el pueblo colombiano, no pueden ver. Y así como Perseo logra matar a Medusa cuando la ve en el reflejo de su escudo de bronce, la búsqueda del reflejo en la formalidad de la fotografía es una retórica que narra lo no-narrable. Lo que, por el momento, se mantiene en cifras periodísticas y relatos orales. Un tabú que no hace parte de la cultura, y, por eso, ha dejado muy pocas huellas en el territorio. Peretti busca dimensionar desde la sensibilidad, y no desde la cifra, la línea que separa la cotidianidad colombiana y su monstruosa realidad. Viviana Peretti lleva más de veinte años de oficio fotográfico. Sus fotografías nos desplazan por territorios contra-turísticos. Desde ahí nos expresa que el lugar se conoce por su frontera. Por donde reacciona y se debate entre la pérdida de identidad y la renovación. En donde colisionan visualidades opuestas y se significan haciéndose fotogénicas. Viviana Peretti nos revela que, para ir de un lugar a otro, hay que atravesar su verdadera frontera: su estética.
Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 32 · Bogotá, julio-septiembre 2018 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 153-158 https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.07
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Aperturas onto-epistémicas: conversaciones con Marisol de la Cadena* Marisol de la Cadena University of California, Davis, Estados Unidos** Helene Risør Pontificia Universidad Católica de Chile*** Joseph Feldman Pontificia Universidad Católica de Chile****
https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.08 Cómo citar esta entrevista: De la Cadena, Marisol, Helen Risør y Joseph Feldman. 2018. “Aperturas onto-epistémicas: conversaciones con Marisol de la Cadena”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 32: 159-177. https://doi.org/10.7440/antipoda32.2018.08
M
arisol de la Cadena es profesora de Antropología en la Universidad de California, en Davis. Nacida en Lima (Perú), De la Cadena estudió Antropología en la Pontificia Universidad Católica del Perú antes de efectuar estudios de posgrado en École des Hautes Études en Sciences Sociales (Francia) y la Universidad de Durham (Reino Unido) y realizar su doctorado en Antropología en la Universidad de Wisconsin, en Madison (Estados Unidos). Es autora de Indigenous Mestizos: The Politics of Race and Culture in Cuzco, Peru, 1919-1991 (2000) y coeditora de Indigeneidades *
La versión completa de esta entrevista la puede ver en: https://www.youtube.com/watch?v=ji4YdQORqOU&t=244s
** PhD en Antropología de University of Wisconsin-Madison. Profesora del Departamento de Antropología en la University of California, Davis. *mdelac@ucdavis.edu *** PhD en Antropología por la University of Copenhagen, Dinamarca. Profesora asistente del Programa de Antropología en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Entre sus últimas publicaciones están: “Clausuras de bares y cantinas: seguridad civil, labor policial y Estado en Bolivia urbana”. Estudios Atacameños 54: 259-274, 2017; “Civil Victimhood: Citizenship, Human Rights and Securitization in Post-Dictatorship Chile”. Anthropological Theory (en prensa). *hrisor@uc.cl **** PhD en Antropología por la University of Florida, Estados Unidos. Profesor asistente del Programa de Antropología en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Entre sus últimas publicaciones están: “‘Miserable San Damian—But what Treasures!’: The Life of Aleš Hrdlička’s Peruvian Collection”. History and Anthropology 27 (2): 230-250, 2016; Yuyanapaq no entra: Ritual Dimensions of Post-Transitional Justice in Peru”. Journal of the Royal Anthropological Institute (en prensa). *joseph.feldman@uc.cl
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Entrevista recibida: 03 de noviembre de 2017; aceptada: 25 de abril de 2018; modificada: 15 de mayo de 2018.
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contemporáneas: cultura, política y globalización (De la Cadena y Starn 2010). Su libro más reciente, Earth Beings: Ecologies of Practice across Andean Worlds (2015), ha generado mucha reflexión y debate dentro y fuera de la antropología latinoamericana, reforzando su posición como una de las voces más importantes y originales de la antropología contemporánea. Durante su visita a Santiago en junio del 2017 para dar la Clase Inaugural del Programa de Antropología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, la Dra. De la Cadena concedió la siguiente entrevista a Helene Risør y Joseph Feldman. En la conversación, De la Cadena reflexiona sobre una amplia gama de temas, entre ellos su trayectoria intelectual, las relaciones Norte-Sur en la academia, su posicionamiento en relación con el llamado “giro ontológico” y su proyecto actual en Colombia. Se agradece el apoyo del Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR) y de la Vicerrectoría Académica de la Pontificia Universidad Católica de Chile por hacer posible este encuentro. Asimismo, se reconoce la colaboración de Marisol de la Cadena y de Santiago Martínez Medina y Luis Carlos Castro Ramírez en la preparación de la versión escrita de la entrevista.
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Helene Risør (HR): En realidad pensábamos en comenzar a..., hablar un poco acerca de su trayectoria como antropóloga, comenzando en Lima, y en la actualidad estando como docente en la Universidad de California, en Davis. Y nos interesa pensar un poco en esa trayectoria, las diferencias, influencias que ha tenido, o sea, teóricas, por un lado, pero también humanas e institucionales, que nos van marcando en nuestro quehacer como antropólogos. Entonces, no sé si hay algo que se le viene a la mente cuando le hablo sobre influencias, trayectorias, hitos, personas, instituciones, textos que particularmente han marcado diferentes momentos en su trayectoria académica. Marisol de la Cadena (MD): Respondo esa pregunta retrospectivamente. Respondo recordando. Estoy hablando retrospectivamente, y esa retrospección de repente va a ser sumamente selectiva y arbitraria. Es importante pensar en la trayectoria entre varios mundos: entre mundos latinoamericanos y mundos europeos, y norteamericanos ahora. Pero también mundos en los Andes, y mi mundo limeño. Son muchos mundos que se juntan y que hacen lo que yo estoy escribiendo ahora, y ahora sí tengo awareness de esas conexiones. Me gusta usar palabras en inglés cuando hablo en castellano, y en castellano cuando hablo en inglés, para que quede también muy claro que lo que yo hago es y está entre cruces, en crossroads, entre mundos, entre vidas y en traducción. Tener el awareness de que mi antropología es un cruce y mostrar ese. Me doy cuenta que mi antropología es un cruce, y mostrar ese awareness. Es un cruce que ha ocurrido a través de muchos años y que se ha densificado como cruce. No puedo pensar fuera de estos cruces, y los busco en cualquier proyecto en el que participe. Pensando en textos que se cruzan. Por ejemplo, un texto que se cruza siempre —y que no es solamente un texto, es una persona textual, casi como la conceptual persona de Deleuze y Guattari (1999)— es José María Arguedas. José María
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Arguedas es una persona conceptual súper densa, y súper densa para lo que hago. Es tan densa que no se puede simplificar en indígena o mestizo, y no se puede simplificar en solamente peruano o solamente andino. Es esa densidad y esa imposibilidad de separar, de purificar, de simplificar a la persona, lo que significa esta persona-concepto. Creo que ese concepto-persona está muy presente en mi trabajo desde temprano y hasta ahora. Está presente en Indigenous Mestizos (2000) —que en realidad se tiene que traducir al castellano como “mestizos indígenas” y no como “indígenas mestizos”— porque lo que yo quería era indigenizar la categoría mestizo, que es una categoría estatal. Cuando digo estatal quiero decir biopolítica; por ende, quería romper la categoría biopolítica indigenizandola, no diciendo que el mestizo es el que se ha pasado de un lado al otro, sino que pasar es separar y eso es imposible. Ese concepto mestizo indígena rompe la colonialidad de la indianidad, y ese rompimiento no quiere decir aculturación. Este es un eco complicado de una declaración de Arguedas cuando recibió un premio que le dio el Estado peruano. Su discurso se titula: “Yo no soy un aculturado”; parafraseándole, afirma: yo no soy un aculturado, yo soy un demonio infeliz que habla en muchos idiomas al mismo tiempo. Esto está súper presente en mis textos pero no solamente para los Andes, [está] en mi manera de enseñar también, pues está en enseñar complejidad, en enseñar la imposibilidad de separar, la imposibilidad de purificar, enseñando también que cuando se purifica, esa purificación es un acto de poder —que se puede hacer— pero que nunca resulta completo, que siempre es incompleto. De alguna manera Arguedas se conecta muchísimo con la idea de “nunca fuimos modernos”, de Latour (2007), pero esa conexión complica también muchísimo a Latour. Eso me encanta. La idea de que Arguedas complique, o le hable complejamente al nunca fuimos modernos, y le hable en su mismo lenguaje. Entonces esa idea de conversar entre textos de la academia del Norte, con personas conceptuales de la academia del Sur, y del mundo político del Sur, o de los mundos políticos del Sur, es algo que yo creo que marca lo que hago, y que hace ligeramente diferente, por ejemplo, a la gente que ahora trabaja lo que se llama “giro ontológico”, y que yo quiero llamarle apertura ontológica. Esta idea de conversar entre textos de academias hace también diferencias y posibilidades, también posibles similitudes con gente como Arturo Escobar, o Mario Blaser, Cristina Rojas o Silvia Rivera [Cusicanqui], a pesar de que Silvia nunca ha leído nada de lo que yo he escrito, aunque me conoce muchísimo y yo la conozco muchísimo —acabamos de estar juntas en Colombia— ella me intuye, y yo también la intuyo. No siempre la leo porque no tengo tiempo y porque no está traducida al inglés, y el tiempo que tengo es para leer las cosas que tengo que enseñar, y tengo que enseñar en inglés. Entonces, no tengo tiempo para leerla, pero la intuyo, la escucho, ella es un texto persona. Respecto a instituciones que me han marcado, no sé..., quizás las instituciones que me han marcado son sitios como la parroquia de Ocongate, la parroquia de Andahuaylillas, la Teología de la Liberación. Sin ser necesariamente creyente ortodoxa, la idea de pensar más allá de la categoría científica me acerca a la gente de la
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Teología de la Liberación, sin que yo esté pensando teológicamente. Tienen además el atrevimiento de desafiar cuidándose y cuidando la institución que es la Iglesia católica, o sea, desafían y la cuidan porque son parte de ella. Esa idea de desafiar y cuidar me parece súper bonita. Pienso muy específicamente en amigos jesuitas como Bruno Revesz, Vicente Santuc, el Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de las Casas, en Cusco. En cuanto a textos clásicos, yo diría que Los cuadernos de la cárcel (Gramsci) siempre va a estar conmigo, a pesar de que critique toda la modernidad que contiene; El 18 de brumario de Luis Bonaparte (Marx); La ideología alemana (Marx y Engels); el primer tomo del Capital (Marx), que lo leí con teólogos de la liberación en Lima, cuando estudiaba en la Pontificia Universidad Católica del Perú. En los últimos años me ha marcado una mezcla súper ecléctica de autores y textos, porque junto con ese marxismo bonito y lleno de posibilidades no seculares, pero tampoco sagradas, hay gente nueva en mi vida como Marilyn Strathern, Isabelle Stengers, Donna Haraway, la gente que ustedes conocen. Y alguien que marca mucho también porque creo que tiene una mezcla semejante es Arturo Escobar. Él fue formado por jesuitas, y yo creo que, si hubiera sido hombre, me hubiera encantado ir a un colegio jesuita, aunque después hubiera renegado de ellos. (Risas) HR: Y solo una pregunta en relación con eso, no sé cómo formularla, pero quizás como alguien que también en mi modesta manera tengo como distintos mundos. En qué circunstancia siente que eso se convierte en energía o virtud, y en otra circunstancia es, quizás…, no dolor de cabeza, pero un… MD: Ah, no, siempre es un problema. HR: Siempre es un problema, ¿no? MD: Siempre es un problema. Nunca es fácil, nunca es “ah, qué lindo”. Siempre es un problema. Pero también es muy productivo. Es difícil. No es fácil vivir entre mundos, y no se convierte solamente en energía, y por eso digo que estaba hablando retrospectivamente. Bueno, no sé si ser solamente de un sitio no sería un problema, pero es un problema no ser de ningún lado. No soy de ningún lado y siento muy fuertemente en todos lados. Siento muy fuertemente en Estados Unidos. Me emociona mucho ver a la gente en las calles después de la elección de Trump, y esa energía se demuestra aunque después no sirva para mucho, pero se demuestra. Se sale a las calles, las calles se llenan y después todos los que salieron se van a sus casas y cierran las puertas. Esas cosas no las entiendo porque en América Latina la gente se va a las calles y se queda en las calles o se hace huelga de hambre o hace algo hasta que las cosas cambien, si es que son tan terribles como es Trump en Estados Unidos. Y esta parte no la pueden poner porque si no me quitan el pasaporte. (Risas) Vivir entre mundos nunca es simple, nunca es solamente energía, nunca es solamente positivo. Te das cuenta de muchas cosas que de otra manera no te das
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Nota de los entrevistadores: la sigla STS (Science and Technology Studies) se refiere a un campo interdisciplinario que examina las relaciones entre ciencia, tecnología, sociedad y política.
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cuenta. Eso sí. Es como si fueras una mosca con muchos ojos, y estás mirando…, miras mucho, mucho que de otra manera no te das cuenta porque no sabes que existe. Pero toma mucho tiempo también. Yo salí para Estados Unidos en 1988, hace casi treinta años, y recién me siento relativamente cómoda allí. Pero me encanta seguir sintiéndome provinciana. No me siento at home in the world, cosmopolita. No, I’m never at home in the world, no me gusta ser cosmopolita. Joseph Feldman (JF): Sí, y, tal vez, no sé, hablando del mundo y mundos intelectuales, podría platicar más acerca de…, entre estos dos mundos, de más, del STS1, el giro ontológico, y por otro lado, estudios andinos o la antropología peruana. Porque creo que —tal vez estoy simplificando las cosas demasiado diciendo esto— hay algunos que ven su primer libro, ven a Indigenous Mestizos…, como un análisis bien gramsciano, histórico… MD: Normal. JF: Normal, más tradicional, más… MD: Tradicional, fácil. JF: Fácil… MD: Entendible..., que se acepta fácilmente. JF: Sí, sí, ¿y qué piensan ahora? ¿Cómo ha sido la recepción de su proyecto actual? MD: Cuando tú dijiste antropología peruana yo pensé que hace tiempo que no hago antropología peruana porque hace treinta años que me fui del Perú. Entonces sería demasiado pretencioso de mi parte pensar que he estado en diálogo con mis colegas en el Perú durante estos treinta años, y no solamente sería pretencioso sino mentiroso. Sí, yo soy peruana, pero no hago antropología peruana. De hecho, siempre he pensado que ni siquiera es antropología lo que hago. Es decir, es una antropología que he practicado y la he crafted. La he hecho en los Andes y está marcada por esos cerros. Está marcada por el ayllu. Está marcada por los tirakuna, por los runakuna. No sé cuánto se reconoce Earth Beings dentro de la etnografía andina. Y creo que la gente que hace etnografía andina va a tener rechazo a Earth Beings. Creo, no sé. No creo que [la antropóloga peruanista] Catherine Allen tendría rechazo a Earth Beings, pero —y no voy a nombrar en quiénes pienso que tendrían rechazo y quiénes no— hay mucha gente que escribe antropología andina que va a pensar que eso que yo digo en Earth Beings ya se ha dicho. JF: Y solo está agregando estas cosas como seres no humanos y un lenguaje diferente, pero… MD: Exacto, que ya se ha dicho, y yo creo que no. Y por eso es que en el libro siempre digo, el ayllu ha sido pensado de esta manera y no está mal —and that’s not wrong— pero yo lo voy a pensar a través de este otro tipo de relación, y esto
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introduce una gramática analítica diferente. Sí, yo hablo de ayllu, pero el ayllu se ha pensado tradicionalmente como territorio y gente, entidades separadas. Así pensando ayllu es un colectivo de gente que tiene tierra colectivamente, que habita colectivamente un territorio. Pero la idea gente y territorio expresa una relación sujeto-gente; objeto-territorio; una relación de habitación, de propiedad colectiva, pero siempre sujeto-objeto. También hay en la etnografía andina mención a lo que yo llamo “seres-tierra”, llamándoles mountain spirits, el espíritu de la montaña, o se llama, no sé, “montaña sagrada”. Pero a esa montaña sagrada, a ese mountain spirit, o a ese apu, se lo considera otra vez en una relación de sujeto-objeto, o de objeto-sujeto con gente que entonces tiene worship —relaciones de worship con estas entidades que pueden ser sujetos u objetos— pero es una relación sujeto-objeto. Y lo que yo hago es intrarrelacionar todo esto, y decir ayllu es un complejo que tiene lugar —en el sentido de take place— tiene lugar relacionalmente. Ese “tiene lugar relacionalmente”, ocurre en el tiempo y en el espacio relacional y simultáneamente, impide la separación gente y territorio, los dos son al mismo tiempo. Esa relación no es la de gente por un lado y territorio por otro: los dos juntos on ayllu. Esa es una diferencia con la noción tradicional de ayllu. Y esa diferencia hace otra diferencia grande: si gente y territorio no son separables, no pueden haber relaciones de worship. No hay gente separada venerando/worshipping montañas, sino que son [juntos]. HR: Son. JF: Sí, son. MD: Son en la intrarrelación: intra-son. Yo entiendo lo que se ha dicho antes, y yo no digo que está mal. Yo digo que lo que yo hago es otra traducción. Tampoco digo que lo que yo digo es representación de lo que es de verdad... y eso también lo digo en el libro. Yo no puedo saber cómo Mariano sabe el tirakuna, cómo es con el tirakuna, o sea, ¿cómo puedo yo saber cómo un runakuna es con el tirakuna? Hay gente que me dice que lo podría haber sabido si es que me hubiera entrenado para hacerlo. Pero no sé si podría yo ser ayllu. No sé si puedo yo ser ayllu, que es lo que yo creo que habría que ser para poder ser, como Mariano y Nazario, con el tirakuna. Yo no creo que esto que he hecho sea antropología peruana. Es una antropología hecha en ese sitio específico que es la punta de un cerro que es un ser-tierra junto con runakuna. En cuanto a los STS, es algo a lo que recurro casi por presión implícita de la gente con la que estoy trabajando —Mariano y Nazario Turpo— haciendo un mundo con cosas. Quienes hablan de cómo se hace mundo con cosas, son los que hacen actor-network-theory, entonces empiezo por ahí. Y leo obviamente diferentes cosas de Latour, y de ahí de Latour leo Isabelle Stengers, leo Cosmopolitics (Stengers 2010), leo sobre sus trabajos con un etnopsiquiatra como Tobie Nathan. Pienso que ahí hay algo que puedo aprender, pero también pienso que ella no ha hecho el trabajo de campo, que Tobie Nathan no está en África, que hay muchas cosas con las que estoy en tensión… Aunque hay algo ahí que me sirve.
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Luego, encuentro a Eduardo Viveiros de Castro a través de STS. No lo encuentro a través de la antropología latinoamericana. Lo encuentro a través de STS. Lo encuentro a través de Latour, y por medio de Viveiros encuentro a Marilyn Strathern. No es que compartir la región latinoamericana haya hecho que yo encuentre a Eduardo Viveiros, sino son Mariano y Ausangate (el cerro), quienes me empujan a Latour y, las cosas de la ciencia; y encuentro a Latour citando a Descola, Descola en tensión con Viveiros, Latour citando a Stengers, Viveiros yéndose a Cambridge a trabajar con Marilyn, Strathern, y así…, pero todo empieza con Mariano y Ausangate, Nazario y Ausangate. En 2004 o 2005, la gente empieza a trabajar junta en giro ontológico. En ese momento, sin conocerlos, encaro un problema semejante. Empiezo a leer lo mismo que están leyendo ellos. Y esas coincidencias, no sé por qué ocurren; son coincidencias históricas de un momento, una coyuntura histórica que hace semejanzas. En una reunión política grande, en una demonstration, les llamamos manifestaciones en castellano, empiezo a tomar realmente en serio a los earth-beings, a los tirakuna. En ese momento que todavía recuerdo, estoy con Nazario y con la gente de Pacchanta en la Plaza de Armas del Cusco defendiendo a tirakuna. Los traducían como “montañas”, “medioambiente”, como “montaña sagrada”, porque la iglesia tiene ahí un santuario. En medio de mi desconcierto —yo pensaba que estábamos protestando en defensa del medioambiente, y Nazario me aclara que él está allí defendiendo tirakuna— me doy cuenta de que el marco de interpretación cultural no me va a servir. Yo no puedo traducir como creencia algo que la gente me está explicando cómo siendo y haciéndolo. ¡No podía pensar tirakuna como creencia cultural! Y me doy cuenta de eso en el momento histórico del extractivismo: el momento en el cual lo que nosotros llamamos montañas están amenazadas por la posibilidad increíble hace cien años de desaparecer transformada en cualquier tipo de mineral. JF: Bueno, creo que un tema transversal en su trabajo —estoy pensando en Indigenous Mestizos, pero también en su ensayo clásico, muy citado, “Las mujeres son más indias” (1991)— es la intersección entre género, raza y nación. Y especialmente con respecto al tema del género, ¿cómo ve este interés o este compromiso reflejado en su trabajo más reciente, en Earth Beings? O tal vez otra forma de preguntarlo podría ser, ¿cómo podemos considerar Earth Beings y sus propuestas, sus puntos de vista conceptuales, como parte de un proyecto feminista? MD: Feminista es diferente de género. JF: Sí, claro. MD: Una de las preguntas que me han hecho cuando converso sobre Earth Beings es que no hay mujeres, que de Liberata, la esposa de Nazario, solo aparecen sus manos en una foto y que la menciono muy pocas veces. La respuesta es: no hay mujeres porque no quise y porque no era de ningún interés de Mariano, y yo no quise contradecirlo. El libro era inicialmente sobre Mariano, y era con Mariano. Después que Mariano murió fue un libro con Nazario, pero no era un libro sobre Mariano o con Mariano como patriarca. No era un libro con Mariano como hombre en las
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categorías que nosotros conocemos. No era un libro con Mariano sobre género, en las divisiones categóricas con las que pensamos género. Entonces “género” simplemente no estaba. No era una categoría analítica, incluso si hubiera conversado con Liberata o con Valentina [una de las hijas de Nazario] o con Norma [la nuera de Nazario]. Incluso si hubiera conversado con ellas, yo creo que género no hubiera sido una categoría. Las voces de ellas tres hubieran estado, creo, que ni siquiera hubiera sido capaz de llamarles voces de mujeres, sino warmikuna. Y warmikuna también es runakuna. O sea, runakuna es qhari-warmi (hombre-mujer). Runakuna es gente, y yo estaba trabajando con gente. No estaba trabajando con hombres y no estaba trabajando con mujeres. No estaba haciendo eso; estaba trabajando con gente, y no había mujeres. Yo creo que es feminista todo aquello que quiera cambiar, que quiere descentrar el logos. El logos es hombre-céntrico, hombre como humano “H”, con “H” mayúscula de humano y de hombre. Logos es hombre centrado, y feminista es todo aquello que quiera descentrar ese logos, y en ese sentido yo creo que mi libro quiere atrevidamente descentrar el logos y quiere hacer de la ausencia del logos un espacio para pensar. HR: Pensando en relación con eso, porque mencionó hace un ratito atrás también a Donna Haraway como alguien que entró en esos textos y esas trayectorias, y yo inevitablemente también estuve pensando, bueno, primero pensé justo lo que acaba de mencionar, ¿dónde están, o sea, dónde están la señora, la madre, etcétera? Es casi inevitable no pensarlo cuando uno está acostumbrado a leer un tipo de monografía, y después justamente estuve pensando, estuvimos conversando también con Joe ese traspaso, bueno, del ya clásico ensayo de Haraway (1991) sobre el cyborg, y pensarlo en esa valoración entre el tirakuna y runakuna. No sé si sería como llevarlo demasiado más allá, pero sí es también a su modo una figura de cyborg. MD: Podríamos decir que es una figura de cyborg, y que el cyborg es una manera de ayllu. Del cyborg lo que me inspira es la conversación de Marilyn [Strathern] con Donna [Haraway] sobre partial connections. También me inspiro en la manera como Donna usa cyborg para retar en 1979, o 1978 o 1980, la demanda de la izquierda en el mundo, y de la izquierda feminista, o del feminismo izquierdista. El cyborg reta la demanda de monolitismo ideológico. Ella dice “más que uno, menos que dos” con el cyborg. Eso rompe el estás conmigo o estás en mi contra, ¿no? Podemos ser diferentes y estar juntos. Es más, siendo uno no somos nada. Además, no somos uno, nunca somos uno, siempre somos más que uno, pero también podemos ser menos que dos. Tenemos que dividirnos, ese neediness, ¿no? Esa palabra es bien bonita. Me encanta —needy— necesitado. Esa necesidad de… HR: De necesitar. MD: De necesitar, exacto. Entonces, sí, puedo pensarlo como cyborg, pero prefiero pensar el cyborg como ayllu. JF: En su trabajo actual habla de ontological openings o aperturas ontológicas, en vez del giro ontológico. Entonces ¿podría hablar un poco acerca de esta distinción,
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o tal vez dónde se posiciona usted y su trabajo con Earth Beings en relación con el llamado giro ontológico? MD: A ver, hay muchas razones por las cuales me molesta la palabra turn, ontological turn. Creo que una de las cualidades que tiene el grupo que está trabajando en esto, que se llama Ontological Turn, es que they turn in many ways. El turn es muy, muy heterogéneo. Yo creo que ellos mismos, Martin [Holbraad], Eduardo [Viveiros de Castro] y Morten [Axel Pedersen] le dieron el nombre de giro, creo, no estoy segura de dónde sale. Pero me parece que mucha de la crítica al ontological turn asfixia la posibilidad de apertura que ocurre cuando nos damos cuenta de los límites analíticos de “cultura” Cuando nos damos cuenta de que no se trata de analizar la manera como la gente conoce, o los significados que da a lo que hace, sino que es necesario pensar lo que la gente hace, y cómo hace las relaciones en las que ella misma es. Yo no sé cómo Martin, Eduardo y Morten llegaron a la ontología como como herramienta analítica, pero yo llegué en ese momento que les he contado, en ese momento de la manifestación en Cusco, en que la gente está defendiendo algo que es. No algo que piensan. No algo que creen. No cómo conocen, sino algo que es y con lo que ellos son. Entonces yo cómo, “¡Guácala! ¿Cómo pienso esto?”. Esto es no lo que ellos piensan. Esto es lo que ellos son. ¿Por qué le llamo apertura? Pienso ontología como categoría analítica que sirve para abrir, para abrir conceptos…, y ver qué cosa está dentro de ellos. Por ejemplo, a mí me ha servido para, muy rudimentaria y lentamente, abrir la categoría moderna de política. Abrirla, para ver qué cosa la hace. Así como me sirve para entender qué cosa hace al ayllu, al ayllu como relación-concepto, también me sirve para saber qué cosa hace al concepto política. Me sirve para abrir conceptos y me sirve también para abrir la posibilidad de pensar de otra manera, para abrir el straight jacket del análisis que usa “cultura” y sus conceptos conectados. Por ejemplo, el requisito que tiene la cultura de utilizar representación. HR: Exacto. MD: Entonces me sirve para abrir mi trabajo más allá de representación. Para pensar, abrir seriamente la idea de traducción como un espacio que la etnografía habita, no solamente como herramienta de pasar de un concepto al otro concepto, sino hacer de la traducción el espacio que la etnografía habita. El espacio en etnografía no es el otro, sino la traducción. HR: La relación también. MD: Exactamente, la relación…, yo pienso que mi trabajo no es sobre el “otro”, sino el otro conmigo, otro-conmigo siendo una palabra. Convertido en una palabra, “otro-conmigo”. El otro-conmigo... no hay otro fuera de ti. Es el otro-conmigo. Es una condición compuesta, compleja, que es una relación. HR: Y que también pasa… No voy a decir que no es difícil, la etnografía siempre es difícil, pero yo creo que es difícil, no sé si más o menos, en el fondo da lo mismo, pero es una dificultad particular yo creo cuando justamente nos centramos en esa…
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En esa relación, porque no es que somos nosotros el etnografiado, pero somos parte de la etnografía. MD: Exacto. HR: Y entra lo que yo percibo también en el Earth Beings, entra también la pregunta por la colaboración, y la pregunta por las posibilidades y las dificultades de dicha colaboración. Me fijé en el libro que usa… JF: Como “co-labor”. HR: Sí, por ejemplo, que también a mí siempre me ha sido interesante pensar con su discusión de colaboración. Y yo sé que aquí pasó dificultades, tragedias entremedio, porque tenemos seres, y seres queridos que fallecen en el proceso, pero no toca en el prefacio… dice que tenía pensado en escribir junto con… MD: Con Nazario… HR: Con Nazario…, lo que me pareció muy interesante, bonito, pero también un desafío de dimensiones pensando en un sujeto quechuahablante que una y otra vez en la etnografía se refiere a sí mismo como aquel que no sabe, justamente relacionado con esos regímenes de iliterato versus literato, etcétera. Entonces yo sé que estamos sobre supuestos aquí, porque no se dio, no se pudo dar, pero no sé cómo tenías pensado… MD: Esa pregunta, son dos preguntas. La primera es más fácil. Yo decía otro-conmigo. Este es el sitio de la etnografía, el otro-conmigo, y es obviamente una relación, y es una relación cyborg. Es la conversación que es una colaboración. Retomando, y para aclarar que esta no es una relación A-B, Marisol-Nazario, sino es una… HR: Es el set de la relación. MD: Es una partial connection. Me han preguntado sobre colaboración y sobre el prefacio, sobre la muerte de Nazario. Mi respuesta es que yo no tengo la menor idea de cómo hubiera salido el libro si es que Nazario no se hubiera muerto. No tengo la menor idea de cómo lo hubiéramos hecho. No tengo la menor idea de cómo hubiéramos negociado nuestras diferentes relaciones con lo que iba saliendo, que no hubiera sido solamente un texto escrito a pesar de que el medio hubiera sido solamente la escritura. Es decir, hubiera sido un texto complejo donde la oralidad hubiera seguido estando presente, aun cuando en medio de la oralidad hubiese escritura. Quizás hubiera tenido más layers aun de los que tiene. No tengo idea... Tampoco me hubiera gustado resolverlo de una manera simple. No hubiera hecho, por ejemplo, un video en el que Nazario hable para que se le escuche. ¿Cómo hubiera sido una traducción que no hubiera sido solamente del castellano al quechua, sino de lo oral a lo escrito, sin que la traducción a lo escrito pierda la oralidad? Y la oralidad en quechua —que ni siquiera sé si le podemos llamar oralidad— porque el quechua puede ser solamente oral. Entonces no sé… el quechua es una simi. Es una lengua. No es que sea oral y escrita. Simplemente es una lengua, es un habla. Es un habla, y se usa habla incluso cuando se está hablando de la escritura. No sé si ustedes se acuerdan en el libro cuando Nazario me dice, cuando le pregunto qué cosa es pukara, que “pukara es pukara”.
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Nota de los entrevistadores: el comentario de Charles Hale vino en el contexto de una mesa redonda sobre Earth Beings en el Congreso Internacional de LASA de 2017 en Lima, Perú (“La política y el conocimiento desde su exceso: Discutiendo Earth Beings: Ecologies of Practice across Andean Worlds”, organizada por Salvador Schavelzon). En sus comentarios preparados —que por lo general elogiaron Earth Beings— Hale dirigió la atención a la siguiente frase: “Formerly snow white, the mountains are currently graying, perhaps due to that ubiquitous phenomenon called global warming” (De la Cadena 2015, 38), planteando la posibilidad de que las intervenciones conceptuales del libro puedan correr el riesgo de no considerar suficientemente la autoridad legítima de ciertas formas de conocimiento.
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JF: Sí, pukara es pukara… MD: Y luego me dice, “cuando lo escribas va a ser otra cosa, cuando lo pongas en tu libreta, otra manera de hablar va a ser”. Entonces es hablar. “Cuando lo escribas otra manera de hablar va a ser”. No tengo idea de cómo hubiera sido “escribir” con Nazario. Hubiera sido un reto muy fuerte, muy creativo. A ver, algo más de “apertura ontológica.” Creo que es mejor que “giro” porque esta última palabra sugiere implícitamente que trabajar con “ontología” es mejor y debe reemplazar los análisis de cultura. Yo no propongo eso —no creo que sea “mejor” ni que haya que dejar de trabajar con “cultura”. Es simplemente otra cosa— otro tipo de análisis. Ontología no puede ser leído con el hábito con que se leían las etnografías que utilizan cultura como herramienta. Ontología no es algo que el otro tiene, como acostumbramos pensar cuando leemos a través de cultura: la diferencia cultural es algo que el otro tiene. Utilizar ontología como herramienta analítica demanda metodológicamente otro análisis. Es un análisis en el cual lo que estás haciendo resulta en aquello que será, que emergerá, de lo que estás haciendo; aquello sobre lo que estás trabajando no es antes de la práctica. JF: Sí, creo que esa frase de “la alteridad radical no es algo que los otros tienen…” MD: Los indígenas tienen. JF: Los indígenas tienen. MD: Sí, exacto. JF: Y yo creo que también se nota esta humildad con respecto a otros abordajes, perspectivas en el libro, en su discusión del trabajo de Catherine Allen y otros antropólogos que han trabajado bajo… O tomando una perspectiva más de la cultura, que no necesariamente están metidos en… MD: Y también creo que Catherine, por ejemplo, y otros —no solamente ella— trabajan en un espacio que no era solamente representacional, era también performativo. Cuando trabajas con un análisis performativo, no solamente estás haciendo análisis de cultura; al performar analíticamente haces. JF: Bueno, tuve la oportunidad de asistir a la mesa redonda sobre Earth Beings. MD: Ah, en LASA [Latin American Studies Association: International Congress]. JF: En LASA, y que estuvo muy interesante. Recuerdo que algo que me llamó la atención fue el comentario de…, o la observación de Charles Hale. MD: Ah, de Charlie. JF: Dirigiendo la atención a esta frase: “Formerly Snow White…” MD: Perhaps2.
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JF: Ya, y el “perhaps”. Entonces para abrir, no sé si quiere responder, o tal vez una pregunta más abierta podría ser: ¿qué relevancia tiene…? O ¿podría hablar acerca de la relevancia de su trabajo, de sus insights o puntos de vista para desarrollar o posiblemente desarrollar una política de cambio climático, un climate politics? O tal vez otra pregunta puede ser: ¿cómo se transforma nuestro concepto del cambio climático si pensamos desde el ayllu o si tomamos Ausangate como nuestro enfoque? MD: Primero el perhaps. El perhaps se entiende como si fuera una duda mía sobre la realidad del cambio climático, y de ninguna manera es una duda mía al respecto. O sea, el cambio climático es, y punto. El perhaps es una introducción a la ambivalencia de una sola explicación. La explicación de “esto es cambio climático”, perhaps. Quizás también ahí me faltó “perhaps also climate change”. El perhaps ahí quiere abrir espacio a que climate change no sea la única explicación. Es una explicación importante, pero quizá localmente hay otra explicación que no pasa por la ciencia y que puede coincidir con la ciencia, sin ser traducida a la ciencia. En la charla de mañana [Clase Inaugural Antropología UC 2017] voy a hablar de una posibilidad de pensar que un evento puede ser dos. Lo que voy a explicar, no es cambio climático, sino del extractivismo, un evento en los Andes, en la selva y en todo espacio en que hay mineral. Los dos van de la mano, son el mismo fenómeno. Son el mismo fenómeno y al mismo tiempo también son dos fenómenos diferentes. El extractivismo es la manera en la que, yo creo, el Antropoceno se hace presente en América Latina de una manera muy fuerte. Si el Antropoceno es un grupo humano transformado, en fuerza geológica, ¿qué más que el extractivismo para observar esa fuerza geológica? [Un fenómeno] que es capaz de remover montañas, desviar ríos…, cambiar la Amazonía en otra… Entonces desde el Ausangate, o desde ser con Ausangate, el extractivismo es una amenaza mucho más inmediata que el cambio climático. Porque el cambio climático lo va a hacer gris. Y es un problema que esté gris, pero es un problema que no destruye, cambia. El cambio climático cambia las relaciones con el Ausangate pero no las cancela. Las cambia porque, por ejemplo, el Quyllur Rit’i —que es una peregrinación en la que el hielo es importante— cambia. No va a haber hielo. O incluso puede ser más peligrosa porque lo que era nieve se ha convertido, se está convirtiendo solamente en hielo, y entonces treparlo puede ser más peligroso que treparlo cuando era también nieve y no solo hielo. O sea, el cambio climático cambia la relación, pero no… HR: Pero no desaparece… MD: No la desaparece. HR: O por lo menos no hay el mismo eventfulness. MD: No con el mismo eventfulness, y con la misma urgencia. Entonces, cómo pensar el cambio climático con el Ausangate, debe haber explicaciones locales, y no las conozco, pero sí te puedo contar una anécdota, que no sé si la narro en el libro o no. Creo que sí la cuento pero no recuerdo. Es cuando Nazario va a la inauguración
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del National Museum of the American Indian y lo invitan junto con otros participantes en la inauguración al Banco Mundial, y el presidente del Banco Mundial habla del climate change, hablando de “calentamiento”. HR: Ah… MD: ¿Sí lo cuento en el libro? JF: Sí. MD: Nazario dice: “ah, ya, entonces así es como se lo voy a decir la próxima vez, que el Ausangate se está calentando”, que en castellano es molestándose, se está molestando. “Entonces cuando quiera pedir ayuda voy a decir que pido ayuda porque el Ausangate se está molestando” (véase también De la Cadena 2015, xxii). Pero no sé qué interpretaciones locales hay. No tengo la menor idea. Quizás porque yo he dejado de ir a Pacchanta desde el 2008, 2009… Nazario se murió en el 2007, y desde entonces he ido dos veces más, pero ya no a pensar con él, obviamente, sino a estar, a llorar, a participar de fiestas también y de la vida de la familia. Pero no sé, no sé cómo se puede pensar. La respuesta es que no sé cómo se pueda pensar el cambio climático del Ausangate como earth-being. Pero puedo pensar desde Ausangate el extractivismo, y creo que los dos van de la mano. No son lo mismo pero tampoco son dos cosas separadas. Me gusta que te hayas fijado en eso del perhaps, en ese momento pensé: wow!, no me di cuenta de que se podía leer como una duda mía sobre el cambio climático. JF: Sí, claro, como si fueras Donald Trump o algo… MD: Exacto, no… Me pareció... yo dije: “¡Charlie!” (Expresando perplejidad). (Risas) MD: That’s one word. But it was an important one. HR: Bueno, quería conversar un poco acerca de relaciones parciales y también las distintas formas de violencia que están presentes también, a mi modo de ver, en estas relaciones parciales. Porque una de las cosas que yo creo que funciona y que está súper bonito, me gustó muchísimo cuando yo estoy leyendo Earth Beings, es esta descripción o análisis tan evocativo de estas relaciones parciales entre distintos mundos, y que también nos permite descubrir los procesos históricos y actuales que sitúan ellos en una relación de desigualdad —y quizás falta otra palabra— y también de violencia. Ese relato de Mariano como sujeto, como forjador de la historia y sin embargo invisibilizado en la “Historia” con “H” mayúscula, ¿no? MD: Y en la historia con minúscula también, porque los historiadores que hacen cosas chiquitas tampoco la observan. HR: Tampoco lo ven, o esa referencia de cómo él queda como un indígena, pero sin nombre que algún…, revolucionario, izquierdista, sí recuerda, pero como “un indígena más”, o inclusive “un indio más...” MD: Y no un “hacedor de historia”, Mariano estuvo entre quienes hicieron posible la reforma agraria. Y a nadie se le ocurre que alguien como él, “un indígena analfabeto”, hiciera posible la reforma agraria. HR: No lo vieron como forjador, no queda como…
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MD: Mariano y el ayllu… HR: Exacto, y ahí está ese exceso que describes, ¿no? De cómo siempre excede lo que es el campo político reconocible, entendible. Y la manera como ese exceso, a mi modo de ver, está ahí embutido, sumergido en relaciones de violencia, una violencia que a tiempo es directo, el gamonal u otro..., sobre todo una violencia que es estructural, o algunos dirían que es simbólica… MD: Es mucho más que estructural, porque es una violencia que ni siquiera es… HR: Exacto, porque ahí como hace referencia…, está fuera de lo sensible en los términos de Rancière, ¿no? MD: De Rancière. HR: Entonces, está la relación, está la relación parcial, está Mariano. Es un forjador de historia, pero está fuera de lo que es lo sensible, la violencia en el exceso, me interesa. MD: La violencia para con el exceso, o sea el exceso al que no se le permite ser. HR: Exactamente. MD: Esa es la violencia que ni siquiera es. HR: Exacto. Entonces eso me ha hecho pensar, ¿cómo podemos pensar, o cómo pensamos en relaciones parciales que serán siempre sumergidas en esa “violencia que no es”, lo que acabamos de decir? ¿O podemos pensar también en otras formas de relaciones parciales? MD: No, no, yo creo que no es otra forma de relaciones parciales. Me encanta esta pregunta. Es bien bonita. Es sobre la violencia de negar la violencia, y yo creo que la única manera de que esa violencia que supuestamente no es sea, es aceptando el exceso. Yo creo que se tiene que controlar la negación del exceso, y esa es una manera muy bonita de mezclar Rancière con Viveiros, y de cambiarlos a ambos, y a través de nuestras etnografías hacerlos decir cosas que ellos no dicen. Yo creo que eso es lo lindo de las etnografías, que piensas con las teorías y las cambias. Yo diría que es la única manera de poner en evidencia esa violencia, porque ni siquiera es controlando el poder que tiene “el conocimiento” de definir lo que es. Cuando se dice que no se puede conocer Ausangate con otra herramienta que no sea cultura hay violencia: a través de cultura el Ausangate es creencia. Y como es creencia, entonces, Ausangate como ser-tierra no es. Ese análisis es el que performa la violencia. No necesitas analizar la tortura de Mariano, que le disparen, le jalen los pelos a la esposa, lo traten de embrujar, lo traten de sobornar, lo metan a la cárcel, le nieguen la vida física. El análisis que no permite ser a Mariano con Ausangte es violento: es la negación de ser de Mariano con Ausangate una relación que se violenta conceptualmente para conocer como creencia. Esa es la violencia. Es una violencia ontológica, no es solamente una violencia epistémica. Es una violencia ontológica ejercida por el poder del conocimiento, por el poder de la epistemología moderna. Por el poder que nosotros le damos a la epistemología moderna de decidir lo que es.
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Yo creo que eso es lo que hay que controlar, ese poder del conocimiento moderno de decidir lo que es, de tal manera que aquello a lo que no puede acceder desaparece. Ese poder de decidir lo que es y hacer desaparecer aquello a lo cual no puede acceder es lo que debe ser controlado. Esa es la violencia que hay que controlar. Aparecen así conexiones parciales que tienen exceso, que siempre van a tener exceso, pero no en todos casos ocurre negación del exceso, se puede dejar ser sin conocerlo, sin tenerlo en cuenta. El exceso se niega cuando aparece públicamente y no se puede reconocer, no solo porque no hay herramientas epistémicas para conocer, y entonces no se puede reconocer, sino porque conocer altera las condiciones ontológicas de lo que se conoce, y entonces puede ser reconocido. Por ejemplo: aceptar como ser-tierra lo que se conoce como montaña altera las condiciones ontológicas de montaña. En la era extractivista esto tiene repercusiones graves. Esa es la diferencia de este tipo de conexión parcial con consecuencias políticas con otro tipo de relación parcial que, coyunturalmente, no tiene consecuencias políticas. HR: Y ese exceso es lo más angustiante que existe, ¿no? Cualquier proyecto de soberanía es tremendamente angustiante porque el poder es el límite también. Poder colocar el límite de lo que existe. MD: Exactamente. Exactamente. No sé. No lo he pensado así, pero…, controlando la soberanía del conocimiento de decidir lo que es. No sé. Habría que mirar teorías de soberanía y pensar cómo se puede hablar de soberanía del conocimiento. HR: Hay un tema de violencia de soberanía que subyace, siento yo, de esa discusión… MD: Pero es soberanía epistémica y ontológica. No es soberanía política que pasa a través de la teoría del Estado. Es soberanía ontológica-epistémica. No es la soberanía de la que habla Agamben. Así como leo a Rancière y le hago decir otra cosa, leo a Viveiros y le hago decir otra cosa, de repente podríamos leer Foucault o Agamben y hacerles decir otra cosa. Hacerles decir en relación con aquellos mundos de los cuales no tienen ni la menor idea, y sobre los cuales incluso sus teorías sobre soberanía ejercen soberanía del conocimiento. No sé si llamarle soberanía del conocimiento, sino este poder que niega aquello que no conoce: lo que ese poder no conoce, no es. Linda la pregunta, porque no la había pensado, a pesar de que el libro es sobre violencia. La vida de Mariano fue una vida sometida a la violencia, y la vida de Nazario fue una vida sometida a otro tipo de violencia. Y la vida del ayllu está sometida a violencia, y como es tan sometida a violencia, pero tan sometida por la violencia, no quería que la violencia ocupara… HR: Un rol prominente. MD: Sí, un rol agobiante en el libro, que asfixiara todo. Y eso fue lo que me dijo alguien hace tiempo: es un libro sobre violencia sin ser sobre violencia. HR: Sí, sí. No sé, o tengo otra pregunta pero que va más desde mi…, o como bolivianista. Es que…, bueno, como alguien que ha trabajado y que lee mis textos también sobre los Andes, los procesos políticos indígenas, etcétera, centrados en Bolivia, cuando estuve leyendo Earth Beings, inevitablemente me vino a la mente también un libro que
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es muy distinto, pero que también he disfrutado mucho, que es Intimate Indigeneities (2012) de Andrew Canessa. Y que es interesante, en el sentido de que tenemos el mundo rural, en este caso aimara, que va describiendo su, por un lado, empoderamiento, en la medida que se va indigenizando la política y también el Estado boliviano, y al mismo tiempo se va generando una sensación de un mundo que va desapareciendo a medida que el indígena se va urbanizando. Y la noción que usan algunos de sus interlocutores es, se referencia a sí mismo como jaqi —como “humano”, en aimara— y dicen en algún momento que pronto “here won’t be humans no more”. Ya no habrá jaqi… MD: I would say that they would be only humans. HR: Exacto. Entonces quería ver un poco cómo, ¿cómo ves tú eso? Esos procesos, o esas transformaciones, porque pareciera que hay otra visión. MD: Yo creo que hay que tener más cuidado; hay que ir más despacio…, cuestionando las categorías con las cuales pensamos para evitar esa violencia de que hemos estado hablando. Yo diría que, por un lado, la sensación del jaqi, que dice “ya no voy a poder seguir siendo jaqi”, es una sensación completamente presente. Es una sensación completamente presente porque se siente lo arrollador de la manera como te van quitando lo que eres y aquello con lo que eres. No solamente te lo quita el Estado, también te lo quita el extractivismo. La sensación es terriblemente válida. Muy, muy válida. Pero hay que tener cuidado con el análisis. Ese “yo estoy amenazado en mi jaqiness..., en mi posibilidad de ser jaqi” es algo que se ha sentido en los Andes desde 1500. Y no han dejado de ser jaqi. No han dejado de ser runa. Entonces creo que hay que tomarlo con más cuidado. Yo creo que el análisis tiene que hacerse más despacio, sin apresurarnos con categorías habituales. La idea de que porque el indio se urbaniza deja de ser jaqi es algo que yo trabajo en Indigenous Mestizos. Y digo, hasta los antropólogos que son cusqueños —de la ciudad del Cusco— hasta los antropólogos, es decir, alguien que tiene prácticas de vida, de conocimiento moderno, es indígena. Se desindianiza, pero no se desindigeniza. Creo que hay que pensarlo más históricamente, o más procesualmente... También creo que la amenaza está constantemente presente. Dicho eso, creo que lo que pasa en Bolivia es muy complejo. Nosotros nos entusiasmamos muchísimo cuando Evo Morales fue elegido conductor del Estado boliviano. Nos entusiasmamos muchísimo con la Asamblea para hacer la República Plurinacional de Bolivia. Y nos entusiasmamos muchísimo pensando que se podía descolonizar el Estado. Y yo creo que el Estado no se puede descolonizar. Yo creo que ni el Estado, ni el conocimiento se pueden descolonizar, que lo que tiene que hacer el conocimiento para no ser colonial es parar, es decir “eso no lo conozco, pero no niego que sea”. Dejar de ser conquistador, de apropiarse de aquello que le es ajeno. Aceptar que existe lo que le es ajeno. Eso es lo que tiene que hacer el conocimiento. Si el conocimiento sigue siendo lo que es, no se va a descolonizar. Solamente parando —ni siquiera slowing-down— parando y dejando ser aquello que no puede asimilar porque le es ajeno. Yo creo que algo semejante pasa con el Estado. El caso boliviano es un sitio para pensar Estado...
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Nota de los entrevistadores: bovine idiom es una referencia al estudio del antropólogo E. E. Evans-Pritchard (1977 [1940]) sobre los nuer, quien al hablar de la centralidad del ganado en esa sociedad afirmó que “su idioma social es un idioma bovino” (Evans-Pritchard 1977, 10).
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Estado y los límites descolonizadores de su poder. Yo creo que el Estado boliviano está atrapado en sí mismo. Su poder lo atrapa si es que se propone descolonizar. El poder lo atrapa y no puede. Es una self-trap, una autotrampa. Por otro lado, eso es algo que dijo Cristina Rojas, que es una politóloga maravillosa colombiana, que trabaja en Ottawa [Carleton University]: lo que ha hecho Evo es un Estado que culturaliza al indígena. Ha introducido la cultura indígena dentro del Estado, y eso lo hace un Estado culturalmente indígena. Performa cultura indígena. Performar cultura indígena es hacerle el juego al Estado, pero también abre posibilidades ónticas más allá de la cultura. Esa performance de cultura indígena incluye excesos, que el Estado no atrapa. Es muy complejo porque Evo performa. Evo y [el vicepresidente] García Linera performan cultura indígena. Se visten de indígenas, hacen tinkus, hacen challas. Al mismo tiempo que persiguen políticamente a aquellos que son su oposición ideológica y que también pueden ser su oposición ontológica. Porque la oposición ideológica puede tener una propuesta ontológica distinta a la del Estado moderno, por muy plurinacional que sea. Entonces ahí hay un montón de vetas de análisis. JF: Si tenemos tiempo, quizás algunas palabras acerca de su proyecto actual. Tal vez ¿cómo llegó a este proyecto? Se llama Learning Cow, ¿no? MD: Eso lo puse para tomarme a mí misma el pelo, y para fastidiar… Es una tomadura de pelo, un pun a lo que nosotros los antropólogos hacemos cuando vamos a estudiar, por ejemplo, Bolivia. Aprendemos aimara, o aprendemos castellano, o aprendemos quechua. Entonces si voy a estudiar vacas tengo que aprender cow. Entonces, cuando me preguntan ¿qué estás haciendo? I’m learning cow, estoy aprendiendo vaca. Vaca como idioma, pero también como práctica. La idea es que hay muchísimas prácticas de hacer vaca, y quiero mirar las muchas prácticas de hacer vaca, no son solamente prácticas que terminan en vaca; son prácticas de todo tipo que cruzan otras cosas que no son vaca. Cruzan el mercado mundial, y son hechas por el mercado mundial, cruzan y son hechas por la ciencia; al hacerlo también hacen vaca. Eso quiere decir learning cow. Y lo otro que quiero decir con learning cow es que quiero… ¿Se acuerdan de bovine idiom3? (JF y HR asienten) MD: De bovine idiom surgió la idea de learning cow. Pero learning cow es un modern bovine idiom. No es el bovine idiom de un grupo humano en Sudán en 1940, sino es incluso el idioma del Estado. Es el idioma de las petroleras. Es el idioma de la confrontación entre las petroleras y los grandes ganaderos; no solamente de campesinos ganaderos, sino de grandes ganaderos que no quieren vender sus tierras a la extracción petrolera. Mañana [en la ponencia] voy a hablar un poquitito de eso… Pero poquito y tangencialmente… Es el idioma de los veterinarios, de los
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vendedores, salesman, de toros en el mercado global. Es el idioma de la leche, de los cortes de carne, de la política colombiana moderna. ¿De dónde me vino la idea? Me vino por fastidiar. Yo estaba trabajando con Mariano y Nazario y estaba conversando con dos amigos, un amigo y una amiga peruanos en un LASA. Me dijeron: “¿qué haces estudiando esas cosas si van a desaparecer?”, y eso me irritó muchísimo. Entonces me dijeron, “te volviste gringa”, o “tienes tiempo para perder, y plata para trabajar en esas cosas”, y para ver si yo era rescatable me preguntaron: “bueno, ¿y cuál va a ser tu siguiente proyecto?”. Yo entonces pensé en ese instante, cómo los fastidio, y dije mi siguiente proyecto es: “vacas. Voy a trabajar con vacas”. Y después pensé, pero ¿y por qué no? Porque le dije a uno de ellos, al hombre, mi amigo, le dije —es un politólogo— le dije: “a la vaca la atraviesa el Estado”. Y luego pensé, es verdad que a la vaca la atraviesa el Estado. Sí, lo dije por fastidiar, pero luego me tomé en serio... Así empecé. Quiero trabajar otra vez una relación otro-conmigo, donde el otro no sea humano, y el conmigo no sea yo solamente. Pero no quiero hacer un multispecies ethnography. Quiero deshacer multispecies precisamente, porque creo que multispecies… JF: ¿Refuerzan esas…? MD: Dice, dice todo. JF: Ah, okay. MD: Porque dice species y dice multi. Entonces no dice otroconmigo, sino dice tú y yo juntos… O sea, en realidad, separados. O dice naturaleza y cultura, y no quiero que diga naturaleza y cultura. Esa frase repite las categorías y su separación… Quiero ver qué pasa sin esa separación, es un experimento: ¿se puede pensar sin separación? Pero no sé cómo lo voy a hacer. No, no sé nada.
Referencias
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of Andean Life. Durham: Duke University Press. De la Cadena, Marisol. 1991. “‘Las mujeres son más indias’: etnicidad y género en una comunidad del Cusco”. Revista Andina 1: 7-47. De la Cadena, Marisol. 2000. Indigenous Mestizos: The Politics of Race and Culture in Cuzco, Peru, 1919-1991. Durham: Duke University Press. De la Cadena, Marisol. 2004. Indígenas mestizos: raza y cultura en el Cusco. Lima: Instituto de Estudios Peruanos. De la Cadena, Marisol. 2015. Earth Beings: Ecologies of Practice across Andean Worlds. Durham: Duke University Press. De la Cadena, Marisol y Orin Starn, eds. 2010. Indigeneidades contemporáneas: cultura, política y globalización. Lima: Instituto de Estudios Peruanos. Deleuze, Gilles y Félix Guattari. 1999. ¿Qué es la filosofía? Barcelona: Anagrama. Evans-Pritchard, Edward Evan. 1977 [1940]. Los nuer. Barcelona: Anagrama.
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9. Haraway, Donna. 1991. “A Cyborg Manifesto: Science, Technology, and Socialist-Feminism
in the Late Twentieth Century”. En Simians, Cyborgs and Women: The Reinvention of Nature, 149-181. Nueva York: Routledge. 10. Latour, Bruno. 2007. Nunca fuimos modernos: ensayo de antropología simétrica. Buenos Aires: Siglo Veintiuno. 11. Stengers, Isabelle. 2010. Cosmopolitics I. The Science Wars Translated by Robert Bononno. Minneapolis: University of Minnesota Press.
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Política editorial Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología (Antipod. Rev. Antropol. Arqueol.) es una publicación indexada de carácter periódico que se acoge a criterios internacionales de calidad, posicionamiento, periodicidad y disponibilidad en línea. Su objetivo es contribuir al avance y difusión del conocimiento antropológico y arqueológico, y al análisis crítico de temas socioculturales, metodológicos y teóricos relevantes para los diversos subcampos de la disciplina y de otras disciplinas afines de las ciencias sociales y humanas. La Revista fue creada en 2005 y es financiada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia). Actualmente, es una publicación trimestral (enero-marzo, abril-junio, julio-septiembre y octubre-diciembre) que circula al inicio de cada periodo señalado, Antípoda no cobra a los autores los costos de los procesos editoriales. Todos los contenidos digitales son de acceso abierto a través de su página web. La versión impresa tiene un costo y puede adquirirse en la Librería y Tienda Uniandes.
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Es requisito indispensable que en el momento de la remisión los artículos cumplan con los parámetros de la Revista: • Tener una extensión de máximo 9.000 palabras incluidas notas de pie de página y referencias bibliográficas.
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• Estar escritos en formatos Word, tamaño carta, márgenes de 2,5 cm, doble espacio, letra Times New Roman 12 puntos, numeración de página desde 1 hasta n, en el margen superior derecho, con un uso mínimo de estilos: negrita solo para títulos y subtítulos y cursiva para énfasis dentro del texto. Las citas textuales deberán aparecer siempre entre comillas. • Tener el título del artículo y un resumen en español o en el idioma escrito y en inglés. • El resumen debe tener un rango entre 150 y 250 palabras y debe describir los objetivos, métodos, hallazgos más importantes y conclusiones del artículo; debe ser informativo y no debe incluir ninguna cita ni abreviación. • Todo artículo debe tener entre tres y seis palabras clave tanto en inglés como en español. Las palabras clave deben reflejar el contenido del artículo, rescatando las áreas de conocimiento en las que se inscribe y los principales conceptos. Se recomienda revisar los términos y jerarquías establecidos en los listados bibliográficos (Thesaurus), y buscar correspondencia entre títulos, resúmenes y palabras clave. Cuando una palabra no se encuentre normalizada en Thesaurus, debe señalarse. • El nombre del autor no debe figurar en el artículo. • En un archivo aparte, el autor debe incluir la siguiente información: títulos académicos, afiliación institucional, cargo actual, estudios en curso, grupo de investigación al que pertenece (si aplica), últimas dos publicaciones y correo electrónico. En ese mismo archivo debe incluir la información de procedencia del artículo. En caso de que este sea resultado de una investigación, la información del proyecto del que hace parte y el nombre de la institución financiadora. 180
• Cuando los contenidos utilizados tengan un número de identificación DOI, este debe incluirse en el listado de referencias. • Todos los cuadros, gráficas, mapas, diagramas y fotografías serán denominados “Figuras”, las cuales deben ser insertadas en marcos o cajas de línea delgada, numeradas, en orden ascendente, e identificadas y referenciadas en el texto mediante un pie de foto. En la versión inicial que se suba al administrador de contenidos, las imágenes deben estar en baja resolución. Cuando el artículo se aprueba para publicación estas deben ser enviadas en formato .jpg o .tiff de alta resolución, es decir, de 300 pixeles por pulgada (ppp). Los autores asumen la responsabilidad de transformar las figuras a escalas de grises y de suministrar los archivos de alta resolución. Es responsabilidad del autor conseguir y entregar a la Revista el permiso para la publicación de las imágenes que lo requieran. • Todas las figuras representadas por mapas deben estar: 1) enmarcadas en una caja de línea delgada, 2) estar geográficamente referenciadas con flechas que indiquen latitud y longitud o con pequeños insertos de mapas que indiquen la localización de la figura principal, y 3) tener una escala en km. • El autor debe emplear los pies de página estrictamente en los casos en los que desea complementar información del texto principal. Los pies de página no se deben emplear para referenciar bibliografía o para referenciar información breve que puede ser incluida en el texto principal. Se exceptúan aquellos casos en los que el autor desea hacer comentarios adicionales sobre un determinado texto o un conjunto de textos alusivo al tema tratado en el artículo. Las notas van a pie de página, en letra Times New Roman tamaño 10 y a espacio sencillo.
Parámetros para la presentación de reseñas y ensayos visuales
Las reseñas no están asociadas con los números de la Revista, no tienen DOI y se encuentran alojadas en la sección “Reseñas” de la página web. • Las reseñas deben ser enviadas al correo electrónico de la Revista: antipoda@uniandes.edu.co • Estar escritas en formato Word, letra Times New Roman tamaño 12, paginado, en papel tamaño carta y márgenes de 2,5 cm.
• Tener una extensión entre 5 y 8 páginas a espacio doble. • Incluir los datos completos del texto reseñado (autor, título, fecha, ciudad, editorial y páginas totales). • Incluir datos completos del autor: títulos académicos, afiliación institucional, grupo de investigación (si aplica) y correo electrónico. • Se espera que las reseñas no solo informen sobre el contenido del libro, sino que incorporen una perspectiva crítica y analítica.
Antípoda ofrece un espacio para la reflexión con y desde la imagen, mediante la publicación de series de fotografías, dibujos, comics, pinturas, ilustraciones y collage que se relacionen críticamente con la realidad social latinoamericana, expresen un uso creativo entre la imagen y el texto, y generen nuevas formas de conocimiento antropológico sobre su tema de objeto. • Los ensayos visuales deben ser enviados al correo electrónico de la Revista: antipoda@uniandes.edu.co • Deben ser enviadas en formato jpg e ir acompañadas de un texto reflexivo con un rango entre 2.500 y 3.000 palabras. • Una vez seleccionadas para su publicación las imágenes deben estar disponibles en formato tiff a 300 ppp, 5000 x 3500 px. • Para las series fotográficas que incluyan personas con rostros identificables, los autores deben proporcionar la autorización respectiva de los sujetos retratados. No se publicarán retratos de menores de edad. • Las imágenes serán expuestas en Antípoda a lo largo de su edición impresa y el texto o entrevista hará parte de su sección Documentos.
Reglas de edición
• Las subdivisiones en el cuerpo del texto (capítulos, subcapítulos, etcétera) deben ir en número arábigos, excepto la introducción y la conclusión que no se numeran. • La primera vez que se use una sigla o abreviatura, esta deberá ir entre paréntesis después de la fórmula completa; las siguientes veces se usará únicamente la sigla o abreviatura. • Las citas textuales que sobrepasen cuatro renglones deben colocarse en formato de cita larga, a espacio sencillo, tamaño de letra 11 y márgenes reducidos. • Antípoda utiliza el formato de estilo del Chicago Manual of Style, última edición, para presentar las referencias incluidas en el artículo. • Todas las referencias bibliográficas deben estar organizadas en estricto orden alfabético, numeradas en número arábigos, en orden ascendente, y deben listarse al final del artículo. Ver modelos de presentación de los datos bibliográficos en los siguientes ejemplos:
Libro con un solo autor o editor
Para libros de un solo autor, invertir el nombre en la lista de referencia; en el texto, incluya únicamente el apellido. En caso de citar una frase, la página específica o el rango de páginas se incluye en la cita dentro del texto (separado del año por una coma), pero no en la lista de referencias. Referencias: Jaramillo, Pablo. 2014. Etnicidad y victimización. Genealogías de la violencia y la indigenidad en el norte de Colombia. Bogotá: Ediciones Uniandes. En el texto:
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(Jaramillo 2014, 99-100) Los libros con un editor en vez de autor incluyen la abreviación ed. (de editor; para más de un editor usar la abreviación eds.). La citación dentro del texto no incluye dicha abreviación. Referencias: Steiner, Claudia, Carlos Páramo y Roberto Pineda, eds. 2014. El paraíso del diablo. Roger Casement y el informe del Putumayo, un siglo después. Bogotá: Ediciones Uniandes. En el texto: (Steiner, Páramo y Pineda 2014, 42)
Libros con múltiples autores
Para libros de dos autores, solo el apellido del primer autor se invierte en la lista de referencias. Referencias: Espinosa, Mónica y Alex Betancourt. 2014. El poder en plural. Entre la antropología y la teoría política. Bogotá: Ediciones Uniandes. En el texto: (Espinosa y Betancourt 2014, 52) Para libros de tres autores, se cita de la siguiente manera: Referencias: 182
Tickner, Arlene, Carolina Cepeda y José Luis Bernal. 2013. Colombia, las Américas el mundo 2012.Opinión pública y política exterior. Bogotá: Ediciones Uniandes. En el texto: (Tickner, Cepeda y Bernal 2013, 188-189) Para libros de cuatro o más autores, incluya todos los autores en la lista de referencias. El orden y la puntuación son exactamente iguales a los de libros de dos o tres autores. Sin embargo, dentro de texto se cita únicamente el apellido del primer autor, seguido por et al. En el texto: (Suárez et al. 2008, 118-119) Libros con autor, más editor o traductor En la lista de referencias, no abrevie Editado por ni Traducido por. Referencias: García Márquez, Gabriel. 1988. Love in Time of Cholera. Traducido por Edith Grossman. Londres: Cape. En el texto: (García Márquez 1988, 242-255)
Capítulo de un libro editado
Para citar un capítulo de libro de un libro editado, incluya el autor y el título del capítulo entre comillas. Luego, el título del libro en cursivas y el nombre de quien lo editó. Note que el rango de páginas se escribe antes de la ciudad y la editorial. Referencias: Serje, Margarita. 2014. “La selva por cárcel”. En El paraíso del diablo: Roger Casement y el informe del Putumayo un siglo después, 151-172. Bogotá: Ediciones Uniandes.
En el texto: (Serje 2014, 153)
Artículo en revista indexada
Las citaciones para revistas incluyen el volumen, el número de la edición y la fecha de publicación. El número del volumen sigue inmediatamente después del nombre en itálicas de la revista. La referencia a la página específica se incluye en el texto. El rango de páginas que comprende el artículo se incluye en la lista de referencias, precedido por dos puntos. El número de la edición aparece entre paréntesis, justo después del número del volumen. Referencias: Aparicio, Juan Ricardo. 2015. “El retorno a Mulatos y la Comunidad de Paz de San José de Apartadó: contingencias y momentos de ruptura”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 21: 73-95. En el texto: (Aparicio 2015, 74) Para citación de revistas consultadas online, Chicago recomienda incluir preferiblemente el DOI del artículo, o el URL, en la lista de referencias. Briones, Claudia. 2015. “Políticas indigenistas en Argentina: entre la hegemonía neoliberal de los años noventa y la “nacional y popular” de la última década” Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 21 (enero-abril): 21-48. Doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda21.2015.02 (Briones 2015, 40) Briones, Claudia. 2015. “Políticas indigenistas en Argentina: entre la hegemonía neoliberal de los años noventa y la ‘nacional y popular’ de la última década” Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 21 (enero-abril): 21-48. http://antipoda.uniandes.edu.co/view. php/313/index.php?id=313 (Briones 2015, 44)
Política ética La Revista cuenta con una serie de lineamientos éticos, que señalan las responsabilidades y conductas que tienen los editores, autores y pares evaluadores.
Equipo editorial
• Cuando ingresa un artículo acusa recibido, garantiza un proceso de revisión eficiente, e informa de manera oportuna a los autores el proceso en el que se encuentra su artículo. • Toma la decisión final sobre la aceptación o rechazo de un manuscrito, teniendo en cuenta las recomendaciones derivadas del proceso de evaluación y la revisión editorial del artículo, con referencia a los criterios de calidad, importancia, relevancia, originalidad y contribución a la disciplina. • Identifica cualquier conflicto de interés que pueda surgir en el proceso de evaluación del artículo entre autores y evaluadores. • Realiza la búsqueda de evaluadores teniendo en cuenta su trayectoria académica, su conocimiento y producción en la temática a evaluar, y garantiza su anonimato durante el proceso de evaluación. • Considera el uso de pares propuestos por un autor, asegurándose de que el concepto emitido sea objetivo. Además no emplea árbitros que un autor haya solicitado no consultar, a menos de
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que pueda garantizarse la elaboración de un arbitraje imparcial. • Cuando el editor es autor de un manuscrito y quiera someterlo a evaluación, debe entregarlo a otro miembro del Equipo Editorial para realizar la selección de árbitros. • Respeta la posición intelectual y las ideas expuestas por el autor en su manuscrito. • Los editores no pueden emplear información de los artículos recibidos en cualquiera de sus convocatorias en beneficio de sus propias investigaciones. • Debe responder de manera diligente ante la petición de retractación, corrección, reclamo y aclaraciones, asegurando la realización de una investigación adecuada tendiente a la rápida resolución de un problema. • Se encarga de hacer las correcciones y/o aclaraciones en la página web de la Revista, cuando se reconozca una falta de exactitud o un error en un contenido publicado. • Define y revisa de manera continua las políticas editoriales, para que la Revista cumpla con los estándares que permitan su posicionamiento como una publicación académica con reconocimiento nacional e internacional. • Es responsable de la difusión y distribución de los contenidos publicados, entre los autores, evaluadores y las entidades con las que se haya establecido acuerdos de intercambio, así como entre los repositorios y sistemas de indexación, nacionales e internacionales, en los tiempos acordados. • Cuando la Revista tenga interés en reproducir un artículo previamente publicado, se compromete a pedir la autorización correspondiente al autor y a la editorial donde apareció por primera vez. 184
Autores
• Los artículos presentados a la Revista deben ser originales e inéditos y no deben estar simultáneamente en proceso de evaluación ni tener compromisos editoriales con otra publicación. • Son los responsables de las ideas expresadas en su artículo. En la autorización de derechos patrimoniales de autor deben hacer explícito que el texto es de su autoría y que en el mismo se respetan los derechos de propiedad intelectual de terceros. • Deben solicitar las autorizaciones para usar, reproducir e imprimir el material que no sea de su propiedad/autoría (cuadros, gráficas, mapas, diagramas, fotografías, etcétera). • Cuando se empleen ideas que no son propias se debe reconocer los respectivos créditos a su autor y hacer una correcta citación y referencia, de acuerdo con la normatividad de Derecho de autor. En caso contrario, se consideraría que el autor está incurriendo en plagio. • La Revista puede calificar como fraude la elaboración de un artículo sin documentación que respalde las ideas expuestas y que suprima o altere los datos presentados. • Puede incurrirse en una falta ética cuando se presenta un manuscrito que ya ha sido publicado por el autor, sin citar la publicación anterior y sin demostrar nuevos avances sobre lo publicado. • Cuando deseen reproducir, traducir y publicar un artículo publicado en la Revista deben solicitar autorización al Equipo Editorial. • No sugerir evaluadores con quienes el autor o autores hayan tenido trabajos colaborativos. • Declarar todas las fuentes de financiamiento y que no existe conflicto de interés. • Dar créditos a todos los participantes en el trabajo, y aquellos que hayan contribuido significativamente a la investigación deben ser considerados como coautores. A su vez, no debe incluir autores que no hayan contribuido de manera directa en la elaboración del manuscrito. • Asegurar que el artículo no contiene una crítica personal a otros académicos. Si se produce crítica de otros trabajos, debe estar justificada con claridad.
• En aquellos casos en los que la investigación involucró el uso de animales o humanos, es necesario adjuntar una declaración en la que se indique el método experimental, el consentimiento informado para la experimentación con humanos y el nombre de las instituciones que aprobaron los experimentos.
Evaluadores
• El Equipo editorial remite al par evaluador el artículo y un formato que incluye preguntas con criterios cuidadosamente definidos, que deben ser tomadas en cuenta para la elaboración del concepto. • Evaluar el artículo de manera objetiva, neutral e imparcial, indicando los aspectos que requieren fortalecerse, y sin elaborar críticas personales en la revisión. • En caso de conflicto de interés personal o profesional debe informarse al editor, quien decide si el evaluador puede continuar arbitrando el manuscrito. • Soportar y explicar de manera clara los cuestionamientos elaborados sobre la investigación valorada, para que el autor pueda contar con elementos suficientes que le permitan fortalecer su escrito. • Comunicar al Equipo Editorial cualquier similitud existente entre el artículo arbitrado y otro que ya haya sido publicado. • El evaluador no debe emplear el artículo sometido a evaluación en beneficio de sus investigaciones o del trabajo de terceros. • Indicar dentro del artículo evaluado y en el concepto remitido a la Revista, cuándo el manuscrito contenga plagio o datos falsificados que comprometan el trabajo de otros investigadores. • Los evaluadores tienen la responsabilidad de sugerir la aceptación, rechazo o aprobación con modificación del artículo arbitrado, y remitir su concepto a la Revista en los plazos convenidos.
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Editorial Policy Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología (Antipod. Rev. Antropol. Arqueol.) is an indexed publication of a periodical nature which adheres to international standards of quality, positioning, periodicity and availability on line. It aims to contribute to the advancement and dissemination of anthropological knowledge, and to the critical analysis of sociocultural, methodological and theoretical topics that are relevant for the diverse subfields of the discipline and of other related fields in the social and human sciences. The Journal is a publication that comes out every three months (January-March, April-June, July-September, October-December) at the beginning of each of the periods indicated. It was created in 2005 and funded by the School of Social Sciences of the Universidad de los Andes (Colombia). Antípoda does not charge the authors for the costs of the editorial processes. All the digital contents of the journal are open access through its website. The printed version has a cost and may be acquired at the bookstore of the Universidad de los Andes.
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Antípoda constitutes an open, critical and pluralist forum in which unpublished articles and other works are published in Spanish, English and Portuguese. In exceptional cases, it includes translations of articles which have previously been published in languages other than those specified above, when their relevance to the discussions and problems it deals with are acknowledged. All of the published articles have a DOI identification number, which facilitates the drafting of bibliographical references, the search for articles on the web and the cross-referencing of citations among different repositories. The DOI should be cited by the authors who use the contents of the magazine. The Journal counts on an Editorial Team and an Editorial Council. The Editorial Team is responsible for the operational procedures of the Journal, decisions about the contents to be published, proposing themes for monographic issues, meeting quality standards, indexing procedures and the dissemination of the magazine´s contents. The Editorial Team is also responsible for choosing and inviting the academics who make up the Editorial Council and periodically overseeing the turnover of some of its members, taking into account the time they have served on the Council, the bodies of knowledge which should be strengthened, the inclusion of new institutions and their participation in assessing the Journal. The Editorial Council proposes guidelines for defining the editorial policies of the Journal, establishes the themes for the dossier, oversees its compliance with national and international quality standards, holds debates about the sections which house the contents of the Journal and proposes ways of circulating, disseminating and indexing the magazine.
Norms for Authors Reception and Evaluation of Articles
• The Journal only receives articles when the calls for papers are open. The reception dates may be found on the web site of the magazines: http://revistas.uniandes.edu.co/, academic and social networks and by e-mail. • The articles should be sent to the platform for the management of contents through the link found on the website of the Journal, and, in exceptional cases, by e-mail. • The texts sent to the Journal may not be simultaneously under evaluation by another publication. • Taking into account the amount of articles which the Journal receives for each call for papers, it does not publish another article by a previously published author until a period of two years has passed. • When an article arrives, its receipt is immediately acknowledged and the Editorial Team begins to determine whether it meets its basic requirements (norms for citations and formal presenta-
tion), as well as its relevance for a scientific publication (aim, theoretical framework, methodology, conclusions and bibliographies). When it does not meet that standard, it will be rejected. • The articles which pass the review by the Editorial Team are then scrutinized by a tool for detecting plagiarism. When a whole or partial plagiarism is detected, the text will not be sent for evaluation and the authors will be notified of the reason for the rejection. • The articles which pass the evaluation of the Editorial Team will be subjected to an arbitration procedure headed by two reviewers, at least one of whom should have an international affiliation. The reviewers are chosen on the basis of their academic career, knowledge and publications on the theme to be evaluated. • During the evaluation, the names of both the authors and the reviewers will remain anonymous. • The magazine will inform the authors of the results of the evaluation within a maximum term of six months. If it is longer, Antípoda will inform the authors. • When the final version of the text is received, it is the Editorial Team which reviews the changes which have been made. If it sees that the author has not included the changes asked for, it may decide to not publish the article. • The Editorial Team is responsible for the final decision to publish or reject an article, and the body which notifies the author of the decision by means of a written opinion.
Editorial Procedure
• The articles which receive the best evaluations are reviewed by the Editorial Team and remitted to the authors so that they may undertake the indicated changes, within a previously agreed on time limit. • The texts which are approved within the framework of a thematic call for papers are published in the issue dedicated to that dossier. In the case of articles where there is a free choice of subject, the Editorial Team defines the issue in which it is published. • During the process of editing and the correction of style, the authors are consulted in order to resolve existing concerns. The Editorial Team reserves the right to make minor changes of style. • Antípoda has procedures for diagraming the issue, in accordance with the design and layout pertaining to each publication. • In the process of evaluation and editing, the medium of communication with the authors is the platform for the management of contents, and in particular cases, e-mails. • The authors and/or title-holders of the accepted articles will authorize the use of the author´s property rights (reproduction, public communication, transformation and distribution) by means of a written consent to the inclusion of their article in a given number of the Journal (in both the digital and printed version), addressed to the Facultad de Ciencias Sociales (Social Sciences Faculty) of the Universidad de los Andes. • In the case of other contents, their use in the digital and printed version is also authorized by a written consent of the author about the author´s property rights. • When someone wants to republish an article from Antípoda in another written or digital publication, an authorization is asked of the author and the Journal. The full data of the original publication should be included in the republication of the article.
Guidelines for the Presentation of Articles
It is indispensable that the articles comply with the following guidelines when they are presented for publication in the journal: • Articles should not exceed 9.000 words, including footnotes and bibliographic references. • They must be written in Word formats, letter-size pages with 2.5 cm margins, double spaced,
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in Times New Roman 12 point font, page numbers from 1 to N in the upper right-hand corner, with a minimum use of different typesets: bold for titles and subtitles only, and italics for emphasis within the text. Quotes within the text must always be placed in quotation marks. • They must include the title and an abstract of the article in Spanish or in the language in which it was written, and in English. • The abstract must be from 150 to 250 words long and should describe the objectives, methods, most important findings, and conclusions of the article. It should be informative and should not include any quotes or abbreviations. • Every article must have from three to six keywords in both English and Spanish. The keywords should reflect the content of the article, indicating the areas of knowledge in which they are inscribed and the main concepts. The terms and hierarchies established in the bibliographic listings should be checked (Thesaurus) and the titles, abstracts, and keywords should be in concordance with each other. When a word does not appear normalized in Thesaurus, this fact should be pointed out. • The author’s name should not appear in the article. • The author should also provide the following information in a separate file: academic degrees, institutional affiliation, current position, ongoing studies, research group (if applicable), two most recent publications, and e-mail address. This same file should include the source information for the article. When an article is the result of a research study, the information on the project of which it forms part and the name of the financing institution should be included. • When the contents used have a DOI identification, it should be included in the reference. 188
• All charts, graphs, maps, diagrams and photographs will be denominated “Figures,” which should be inserted in thin-line frames or boxes, numbered in ascending order and identified and referenced in the text by captions. In the initial version which is uploaded onto the administrator of contents, the images must be in low resolution. When the publication of the article is approved, those images should be sent in a jpg or tiff 300 dpi format and in 240 pixels at high resolution. When an article is accepted for publication, the authors assume responsibility for converting the figures to grayscales and for providing high-resolution files. All the copyright permissions related with images must be provide for the authors. • All figures represented by maps should be: 1) framed within a slim-line box, 2) geographically referenced with arrows to indicate latitude and longitude, or with small maps inserted to indicate the location of the main figure, and 3) be on a scale measured in kilometers. • The author must use footnotes only in cases in which it is desirable to complement information from the main text. Footnotes should not be used to reference bibliography or to reference brief data that may be included within the main text. The exceptions are cases in which the author wishes to make additional comments on any given text or on a set of texts alluding to the topic dealt with in the article. The notes go at the foot of the page, in Times New Roman font, type size 10 and single-spaced.
Guidelines for Presenting Reviews and Visual Essays
The reviews are not associated with the issues of the Journal, do not bear a DOI and are found in the “Review” section of the website. • They must be sent to antipoda@uniandes.edu.co • They must be presented in Word format, Times New Roman Font size 12, and letter-size numbered pages with 2.5 cm margins. • They must be from 5 to 8 pages long, double-spaced. • They must include the complete data regarding the text reviewed (author, title, date, city, publishing house, and total number of pages).
• They must include the complete data on the author: academic degrees, institutional affiliation, research group (if applicable), and e-mail address. • Reviews should not only inform about the content of the book, but also incorporate a critical, analytical perspective. • The notes go at the foot of the page, in Times New Roman font, type size 10 and single-spaced.
Antípoda offers a space for reflection both with and from images, by means of the publication of series of photographs, sketches, comics, paintings, illustrations and collages that relate critically to Latin American social reality, express a creative of the relation of image to text, and generate new forms of anthropological knowledge about their subject matter. • Visual Essays must be sent to antipoda@uniandes.edu.co • Series should be submitted in jpg format, accompanied by a reflexive text of approximately 2.500 or 3.000 words. • Once selected for publication, the images should be available in tiff format, at 300 ppp, 5000 x 3500 px resolution. • The author should be willing to be interviewed by the editorial team in order to complement the presentation of the work • For photographic series that include identifiable faces, the authors must obtain the respective authorization from the individuals portrayed. Pictures of minors will not be published. • Images published in Antípoda will appear throughout the printed edition, while the corresponding text or interview will appear in the Documentos section. The series selected will also be published in the Web version of the same issue.
Editing Rules
• The subdivisions within the body of the text (chapters, subchapters, etc.) should be numbered with Arabic numerals, except for the introduction and the conclusion, which are not numbered. • The first time that initials or abbreviations appear, they should be placed in parenthesis after the full form, and only the initials or the abbreviation should be used on subsequent occasions. • Quotes more than four lines long should be put in a special format for long quotes, single space, in Font 11, with reduced margins. • Antípoda uses the style format of the Chicago Manual of Style, last edition, for presenting the references included in the articles it publishes. • All bibliographical references should be organized in strict alphabetical order, numbered in ascending order with Arabic numbers, and listed at the end of the article. See models for presenting bibliographical data in the following examples:
Books with Only One Author or Editor
For books with only one author, invert the order of the first and last name on the reference list; include only the last name in the text. When a phrase is cited, the specific page or range of pages is included in the quote within the text (separated from the year by a comma), but not in the list of references. References: Jaramillo, Pablo. 2014. Etnicidad y victimización. Genealogías de la violencia y la indigenidad en el norte de Colombia. Bogota: Ediciones Uniandes. In the text:
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(Jaramillo 2014, 99-100) References to books with an editor instead of an author include the abbreviation ed. for editor (for more than one editor use the abbreviation eds.). The citation within the text does not include said abbreviation. References: Steiner, Claudia, Carlos Páramo and Roberto Pineda, eds. 2014. El paraíso del diablo. Roger Casement y el informe del Putumayo, un siglo después. Bogota: Ediciones Uniandes. In the text: (Steiner, Páramo and Pineda 2014, 42) Books with More Than One Author For books with two authors, only the first author’s name is inverted in the list of references. References: Espinosa, Mónica and Alex Betancourt. 2014. El poder en plural. Entre la antropología y la teoría política. Bogota: Ediciones Uniandes. In the text: (Espinosa and Betancourt 2014, 52)
Books with Three Authors Are Cited as Follows: References:
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Tickner, Arlene, Carolina Cepeda and José Luis Bernal. 2013. Colombia, las Américas el mundo 2012. Opinión pública y política exterior. Bogota: Ediciones Uniandes. In the text: (Tickner, Cepeda and Bernal 2013, 188-189) For books with four or more authors, the names of all the authors are included in the list of references. The order and punctuation are exactly the same as for books with two or three authors. However, only the last name of the first author is cited within the text, followed by et al. In the text: (Suárez et al. 2008, 118-119)
Books with Author, plus Editor or Translator
Do not abbreviate Edited by or Translated by on the list of references. References: García Márquez, Gabriel. 1988. Love in Time of Cholera. Translated by Edith Grossman. Londres: Cape. In the text: (García Márquez 1988, 242-255)
Chapter of an Edited Book
To cite a chapter of an edited book, include the author and the title of the chapter in quotation marks, followed by the book title in italics, and then the name of the editor/s. Note that the range of pages is indicated before the city and the publisher. References: Serje, Margarita. 2014. “La selva por cárcel”. In El paraíso del diablo: Roger Casement y el
informe del Putumayo un siglo después, 151-172. Bogota: Ediciones Uniandes. In the text: (Serje 2014, 153)
Article in an Indexed Journal
Citations of magazines include the volume number, the issue number, and the date of publication. The number of the volume comes immediately after the name of the magazine written in italics. The reference to a specific page number is included in the text. The range of pages that the article covers is included in the list of references, preceded by a colon. The issue number appears in parenthesis, just after the volume number. References: Aparicio, Juan Ricardo. 2015. “El retorno a Mulatos y la Comunidad de Paz de San José de Apartadó: contingencias y momentos de rupture.” Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 21: 73-95. In the text: (Aparicio 2015, 74) For citing magazines consulted online, Chicago recommends including the DOI of the article, or the URL, in the list of references. Briones, Claudia. 2015. “Políticas indigenistas en Argentina: entre la hegemonía neoliberal de los años noventa y la “nacional y popular” de la última década” Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 21 (January-April): 21-48. DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda21.2015.02 (Briones 2015, 40) Briones, Claudia. 2015. “Políticas indigenistas en Argentina: entre la hegemonía neoliberal de los años noventa y la ‘nacional y popular’ de la última década” Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 21 (January-April): 21-48. http://antipoda.uniandes.edu.co/view. php/313/index.php?id=313 (Briones 2015, 44)
Ethical Policy Antípoda has a series of ethical guidelines which outline the responsibilities and conducts which the editors, authors and peer reviewers should follow.
Editorial Team
• When an article is sent to them, they acknowledge its receipt, guarantee an efficient process of review and inform the authors of the process which the article is undergoing in an opportune manner. • The Editorial Team makes the final decision to accept or reject a manuscript, taking into account the recommendations derived from the evaluation process and the editorial review of the article, with reference to the criteria of quality, importance, relevance, originality and contribution to the discipline. • It spots any conflict of interest between the authors and reviewers which may arise in the process of evaluating the article. • It undertakes the search for evaluators, taking into account their academic career, knowledge and publications on the theme to be evaluated, and it guarantees their anonymity during the process of evaluation.
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• It considers the use of peers proposed by an author, making sure that the opinion in question is objective. In addition, it does not use arbiters whom an author has asked it not to consult, unless it may guarantee the establishment of an impartial arbitration. • When the editor is the author of a manuscript and wishes it to be submitted to evaluation, he or she must hand it over to another member of the Editorial Team so that that member may undertake the choice of arbiters. • It respects the intellectual position and ideas expounded by the author in his or her manuscript. • The editors may not use information from the articles received in any call for papers for the benefit of their own investigations. • The Editorial Team should respond, in a diligent manner, to any request for retractions, corrections, complaints and clarifications, ensuring that there is a suitable investigation which leads to a quick solution of the problem. • It is responsible for placing corrections and/or clarifications on the website of the magazine when it recognizes a lack of accuracy or a mistake in a published content. • It defines and continually reviews its editorial policy, so that the Journal complies with standards which enable it to position itself as an academic publication with a national and international standing. • It is responsible for the dissemination and distribution of the published contents among the authors, evaluators and entities with which it has exchange agreements, as well as national and international repositories and indexing systems, within the agreed on time limits. 192
• When Antípoda is interested in reproducing a previously published article, it commits itself to requesting the authorization of the author and publication where it first appeared.
Authors
• The articles submitted to the Journal should be original and unpublished and must not simultaneously be in a process of evaluation by or have editorial commitments with another publication. • The authors are the ones who are responsible for the ideas expressed in their article. In the author´s authorization of property rights, they must explicitly state that the text is of their authorship and in the same authorization that they respect the intellectual property rights of third parties. • They must request the due authorizations for the use, reproduction and printing of the material which is not of their property/authorship (charts, graphics, maps, diagrams, photographs, etcetera.) • When they use ideas which are not their own, they must acknowledge and give credit to their author and make a correct citation and reference, in accordance with the norms on Rights of the author. Otherwise, the author will be considered to have committed plagiarism. • The Journal may call the drafting of an article a fraud if it does not provide documentation which supports the ideas which are set forth and suppresses or alters the data which are presented. • The author may commit an ethical fault when he or she submits a manuscript which has already been published by the author without citing the previous publication or showing new advances on the previously published material. • When someone wishes to reproduce, translate or publish an article published in Antípoda, they must ask for an authorization by the Editorial Team. • The author should not suggest evaluators with whom the author or authors has/have previously done collaborative studies. • The authors should state their sources of funding and that there are no conflicts of interest.
• The authors should give credit to all those who participated in the study and those who have made significant contributions to the investigation should be regarded as co-authors. Likewise, authors who have not directly contributed to the drafting of the manuscript should not be included. • The authors should ensure that the article does not contain personal criticisms of other academics. If criticisms of other studies are made, they must be clearly justified. • In cases when the investigation involved the use of animals or humans, it is necessary to annex a declaration which indicates the experimental method, the informed consent for the experimentation with humans and the name of the institutions which approved the experiments.
Peer Reviewers
• The Editorial Team will remit the article to the peer reviewer and a format which includes questions with carefully defined criteria which must be taken into account for the writing of the opinion. • They must evaluate the article in an objective, neutral and impartial manner, indicating the aspects which need to be strengthened and without making personal criticisms in the review. • In the case of personal or professional conflicts of interest, they should inform the editor, who will decide whether the evaluator should continue arbitrating the manuscript. • The peer reviewers should support and clearly explain their doubts about the investigation they are assessing, so that the author will have a sufficient notion of the article´s faults and will be able to strengthen the article. • They should inform the Editorial Team about any similarity between the article they are arbitrating and another which has already been published. • The reviewers should not use the article submitted for his evaluation to benefit his or her own investigations or the work of third parties. • In the evaluated article and the assessment sent to the Journal, the peer reviewers should indicate parts where the manuscript has plagiarism or falsified data which compromise the work of other investigators. • The reviewers are responsible for suggesting that the article be accepted, rejected or approved with the modifications they suggest and should send their decision to the Journal within the agreed on time limits.
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Política editorial A Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología (Antipod. Rev. Antropol. Arqueol.) é uma publicação indexada, de caráter periódico, que acata critérios internacionais de qualidade, posicionamento, periodicidade e disponibilidade on-line. Tem como objetivo contribuir para o avanço e a difusão do conhecimento antropológico e a análise crítica de temas socioculturais, metodológicos e teóricos, relevantes para os diversos subcampos da disciplina e de outras áreas afins das ciências sociais e humanas. A Revista é uma publicação trimestral (janeiro-março, abril-junho, julho-setembro e outubro-dezembro), que circula no início de cada período mencionado. Ela foi criada em 2005 e é financiada pela Faculdade de Ciências Sociais da Universidad de Los Andes (Colômbia). A Antípoda não cobra dos autores os custos dos processos editoriais. Todos os conteúdos digitais são de acesso aberto por meio de sua página web. A versão impressa tem um custo e pode ser adquirida na Librería Uniandes.
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A Antípoda conforma um fórum aberto, crítico e plural, em que são publicados artigos e trabalhos inéditos em espanhol, inglês e português. Em casos excepcionais, são incluídas traduções de artigos que já foram publicados em idiomas diferentes aos publicados pela Revista, quando se reconhecer sua pertinência dentro das discussões e problemáticas abordadas. Todos os artigos publicados contam com um número de identificação DOI, que facilita a elaboração de referências bibliográficas, a busca de artigos na web e o cruzamento de citações entre diferentes repositórios. O DOI deve ser citado pelos autores que utilizam os conteúdos. A Revista conta com uma Equipe Editorial e um Conselho Editorial. A Equipe é responsável pelos processos operativos da Revista, pelas decisões sobre os conteúdos a publicar, por propor temáticas para os números, pelo cumprimento dos padrões de qualidade, pelos processos de indexação e pela difusão dos conteúdos. Além disso, está encarregada de selecionar e convidar os acadêmicos que formarão o Conselho Editorial, de revisar periodicamente a relevância de alguns de seus membros, considerando o tempo de permanência, as áreas de conhecimento para fortalecer, a inclusão de novas instituições e sua participação na assessoria à Revista. O Conselho Editorial propõe lineamentos para definir as políticas editoriais da Revista, estabelece as temáticas de dossiê, zela pelo cumprimento de padrões de qualidade nacionais e internacionais, debate sobre as seções que abrigarão os conteúdos da Revista e propõe formas de circulação, difusão e indexação.
Instruções aos autores Recepção e emissão do parecer de artigos
• A Revista somente recebe artigos quando os editais estiverem abertos. As datas de recepção podem ser consultadas na página web das revistas da Universidad de los Andes http://revistas. uniandes.edu.co/, nas redes acadêmicas e sociais, e pelo e-mail da Revista. • Os artigos devem ser enviados pela plataforma de gestão de conteúdos, pelo link disponibilizado na página web da Revista; em casos excepcionais, ao e-mail da Revista. • Os textos submetidos à Revista não podem estar simultaneamente em processo de avaliação em outro periódico. • Considerando a quantidade de artigos recebidos pela Revista em cada edital, não são publicados artigos do mesmo autor em um período de dois anos. •
Quando o artigo é recebido, é informado imediatamente o recebimento, e a Equipe Editorial procede a conferir se cumpre com os requisitos básicos (normas de citação e apresentação formal),
bem como sua pertinência para estar numa publicação científica (objetivo, referencial teórico, metodologia, conclusões e bibliografia). Caso o texto não esteja nesses padrões, será recusado. • Os artigos que passam pela revisão da Equipe Editorial são submetidos à ferramenta de detecção de plágio. Se for detectado total ou parcialmente plágio (ou seja, se não houver citação correspondente), o texto não será enviado aos pareceristas, e os autores serão notificados sobre a recusa. • Os artigos que passarem pela revisão da Equipe Editorial serão submetidos a um processo de emissão do parecer sob a responsabilidade de dois pareceristas, em que, pelo menos, um deve contar com afiliação internacional. Os pareceristas são selecionados por sua trajetória acadêmica, seu conhecimento e produção na temática. • Durante a avaliação, tanto o nome dos autores quanto o dos pareceristas mantêm-se no anonimato. • Os pareceres emitidos são informados no prazo máximo de seis meses; caso se ultrapasse esse tempo, a Revista comunicará os autores. • Quando a versão final do texto for recebida, a Equipe Editorial confere os ajustes realizados. Se for constatado que o autor não tenha incorporado as mudanças solicitadas, a Revista pode tomar a decisão de não publicar o artigo. • A decisão final de publicar ou recusar um artigo é da Equipe Editorial, que a notifica aos autores por escrito.
Processo editorial
• Os artigos que receberem melhor avaliação são revisados pela Equipe Editorial e remetidos aos autores para que estes realizem as alterações indicadas no prazo previamente estipulado. • Os textos aprovados no âmbito do edital são publicados no número definido para esse dossiê. Para o caso dos artigos de tema livre, a Equipe Editorial define em que número serão publicados. • Durante o processo de edição e revisão de texto, os autores podem ser consultados para resolver dúvidas. A Equipe Editorial reserva o direito de fazer revisão técnica de língua portuguesa e adequação ao padrão gráfico da Revista. • A Revista conta com processos de diagramação de acordo com o desenho gráfico (layout) de cada publicação. • No processo de avaliação e edição, o meio de comunicação com os autores é a plataforma de gestão de conteúdos; em casos particulares, será utilizado o e-mail. • Os autores e/o titulares dos artigos aceitos autorizam por escrito o uso dos direitos patrimoniais autorais (reprodução, comunicação pública, transformação e distribuição) à Universidad de los Andes/Faculdade de Ciências Sociais, para incluir o artigo no número determinado da Revista (versão digital e impressa). • No caso de outros conteúdos, também é autorizado por escrito o uso dos direitos patrimoniais autorais nas versões digital e impressa. • Quando se quiser republicar o artigo da Antípoda em outro periódico (versão digital ou impressa), deve-se pedir autorização ao autor e à Revista. Na republicação do artigo, devem-se incluir os dados completos da publicação original.
Parâmetros para a apresentação de artigos
É requisito indispensável que, no momento da remissão, os artigos cumpram com os parâmetros da Revista relacionados a seguir. • Ter uma extensão de máximo 9.000 palavras, incluídas notas de rodapé e referências bibliográficas.
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• Estar escritos em formatos Word, tamanho carta, margens de 2,5 cm, espaço duplo, fonte Times New Roman tamanho 12, numeração de página a partir de 1 até n, na margem superior direita, com um uso mínimo de estilos: negrito só para títulos e subtítulos, e itálico para ênfase dentro do texto. As citações textuais deverão aparecer sempre entre aspas. • Ter o título do artigo e um resumo em espanhol ou no idioma escrito e em inglês. • O resumo deve ter entre 150 e 250 palavras e deve descrever os objetivos, métodos, descobertas mais importantes e conclusões do artigo; deve ser informativo e não deve incluir nenhuma citação nem abreviação. • Todo artigo deve ter entre três e seis palavras-chave, tanto em inglês quanto em espanhol. As palavras-chave devem refletir o conteúdo do artigo e resgatar as áreas de conhecimento nas quais se inscreve e os principais conceitos. Recomenda-se revisar os termos e hierarquias estabelecidos nas listas bibliográficas (Thesaurus), além de procurar correspondência entre títulos, resumos e palavras-chave. Quando uma palavra não se encontrar normalizada em Thesaurus, deve ser indicada. • O nome dos autores não deve aparecer no artigo. • Em um arquivo à parte, o autor deve incluir a seguinte informação: títulos acadêmicos, filiação institucional, cargo atual, estudos em curso, grupo de pesquisa ao que pertence (se aplicar), últimas duas publicações e e-mail. Nesse mesmo arquivo, deve incluir a informação de procedência do artigo. Caso este seja resultado de uma pesquisa, a informação do projeto do qual faz parte e o nome da instituição financiadora. 196
• Quando os conteúdos utilizados tiverem um número de identificação DOI, este deve ser incluído na lista de referências. • Quadros, gráficos, mapas, diagramas e fotografias serão denominados “figuras” e devem ser numerados em ordem ascendente, e identificados com uma legenda, bem como ter sido mencionados no texto. Na versão inicial submetida à plataforma de gestão de conteúdos, as imagens devem estar em baixa resolução. Quando o artigo for aprovado para a publicação, estas devem ser enviadas em formado .jpg ou .tiff, 300 dpi e 240 pixels, em alta resolução. Quadros, tabelas, gráficos e imagens devem ir numerados no final do documento. Além disso, devem estar anexados em arquivos separados do texto. Os autores assumem a responsabilidade de transformar as figuras em escala de cinzas. • Todas as figuras representadas por mapas devem: 1) estar enquadradas em uma caixa de linha fina, 2) estar geograficamente referenciadas com setas que indiquem latitude e longitude ou com pequenas inserções de mapas que indiquem a localização da figura principal, e 3) ter uma escala em km. • O autor deve usar as notas de rodapé estritamente nos casos em que quiser complementar informação do texto principal. As notas de rodapé não devem ser usadas para referenciar bibliografia ou para referenciar informação breve que pode ser incluída no texto principal. Excetuam-se aquelas situações em que o autor desejar fazer comentários adicionais sobre um determinado texto ou um conjunto de textos alusivos ao tema tratado no artigo. As notas vão em rodapé, em fonte Times New Roman, corpo 10 e espaço de entrelinhas simples.
Parâmetros para a apresentação de resenhas e ensaios visuais
As resenhas não estão associadas com os números da Revista, portanto não têm DOI e encontram-se na seção “Resenhas” da página web da Revista. • Elas devem ser enviadas ao e-mail da Revista: antipoda@uniandes.edu.co • Estar escritas em formato Word, fonte Times New Roman, tamanho 12, paginado, em papel tamanho carta e margens de 2,5 cm.
• Ter uma extensão entre 5 e 8 páginas com espaço duplo. • Incluir os dados completos do texto resenhado (autor, título, data, cidade, editora e páginas totais). • Incluir dados completos do autor: títulos acadêmicos, afiliação institucional, grupo de pesquisa (se aplicar) e e-mail. • Espera-se que as resenhas não apenas informem sobre o conteúdo do livro, mas que também incorporem uma perspectiva crítica e analítica.
A Antípoda oferece um espaço para a reflexão com e a partir da imagem com a publicação de séries de fotografias, desenhos, histórias em quadrinhos, pinturas, ilustrações e collage que se relacionem criticamente com a realidade social latino-americana, expressem um uso criativo entre a imagem e o texto, e gerem novas formas de conhecimento antropológico sobre um tema de objeto. • As séries devem ser enviadas em formato .jpg e acompanhadas de um texto reflexivo com um intervalo entre 2.500 e 3.000 palavras. • O autor deve estar disposto a ser entrevistado pela equipe editorial a fim de complementar a apresentação de seu trabalho. • Assim que as imagens forem selecionadas para sua publicação, devem estar disponíveis em formato .tiff a 300ppp, 5000 x 3500 px. • Para as séries fotográficas que incluírem pessoas com rostos identificáveis, os autores devem entregar a respectiva autorização dos sujeitos retratados. Não se publicarão retratos de menores de idade. • As imagens serão expostas na Antípoda ao longo de sua edição impressa, e o texto ou entrevista fará parte de sua seção Documentos. A série ou séries selecionadas também serão publicadas na versão eletrônica da revista.
Regras de edição
• As subdivisões no corpo do texto (capítulos, subcapítulos, subtítulos primários etc.) devem estar em números arábicos, exceto a introdução e a conclusão. • Na primeira vez que se usar uma sigla ou abreviatura, esta deverá ir entre parênteses depois da fórmula completa (do nome por extenso); nas seguintes vezes será usado somente a sigla ou a abreviatura. • As citações textuais que ultrapassarem as quatro linhas devem ser colocadas em formato de citação longa, com espaço simples, tamanho de letra 11 e margens reduzidas. • A Antípoda utiliza o formato de estilo do Chicago Manual of Style, última edição, para apresentar as referências incluídas no artigo. • Todas as referências bibliográficas devem estar organizadas em rigorosa ordem alfabética, numeradas com números arábicos, em ordem ascendente, e devem ser listadas ao final do artigo. Ver modelos de apresentação dos dados bibliográficos nos seguintes exemplos.
Livro com apenas um autor ou editor
Para livros de apenas um autor, inverter o nome na lista de referência; no texto inclua unicamente o sobrenome. Ao citar uma frase, a página específica ou o intervalo de páginas inclui-se na citação dentro do texto (separado do ano por uma vírgula), mas não na lista de referências. Referências: Jaramillo, Pablo. 2014. Etnicidad y victimización. Genealogías de la violencia y la indigenidad en el norte de Colombia. Bogotá: Ediciones Uniandes.
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No texto: (Jaramillo 2014, 99-100) Os livros com um editor em vez de autor incluem a abreviação ed. (de editor; para mais de um editor usar a abreviação eds.). A citação dentro do texto não inclui essa abreviação. Referências: Steiner, Claudia, Carlos Páramo e Roberto Pineda, eds. 2014. El paraíso del diablo. Roger Casement y el informe del Putumayo, un siglo después. Bogotá: Ediciones Uniandes. No texto: (Steiner, Páramo e Pineda 2014, 42)
Livros com vários autores
Para livros de dois autores, apenas o sobrenome do primeiro autor inverte-se na lista de referências. Referências: Espinosa, Mónica e Alex Betancourt. 2014. El poder en plural. Entre la antropología y la teoría política. Bogotá: Ediciones Uniandes. No texto: (Espinosa e Betancourt 2014, 52) Para livros de três autores, cita-se da seguinte maneira: 198
Referências: Tickner, Arlene, Carolina Cepeda e José Luis Bernal. 2013. Colombia, las Américas el mundo 2012.Opinión pública y política exterior. Bogotá: Ediciones Uniandes. No texto: (Tickner, Cepeda e Bernal 2013, 188-189) Para livros de quatro ou mais autores, inclua todos os autores na lista de referências. A ordem e a pontuação são exatamente iguais às de livros de dois ou três autores. No entanto, dentro do texto cita-se unicamente o sobrenome do primeiro autor, seguido por et al. No texto: (Suárez et al. 2008, 118-119)
Livros com autor, mais editor ou tradutor
Na lista de referências, não abrevie Editado por nem Traduzido por. Referências: García Márquez, Gabriel. 1988. Love in Time of Cholera. Traduzido por Edith Grossman. Londres: Cape. No texto: (García Márquez 1988, 242-255)
Capítulo de um livro editado
Para citar um capítulo de livro de um livro editado, inclua o autor e o título do capítulo entre aspas. Depois o título do livro em itálico e o nome de quem o editou. Note que o intervalo de páginas escreve-se antes da cidade e da editora. Referências:
Serje, Margarita. 2014. “La selva por cárcel”. Em El paraíso del diablo: Roger Casement y el informe del Putumayo un siglo después, 151-172. Bogotá: Ediciones Uniandes. No texto: (Serje 2014, 153)
Artigo em revista indexada
As citações para revistas incluem o volume, o número da edição e a data de publicação. O número do volume vai imediatamente depois do nome em itálico da revista. A referência à página específica inclui-se no texto. O intervalo de páginas que compreende o artigo inclui-se na lista de referências, precedido por dois pontos. O número da edição aparece entre parênteses, logo depois do número do volume. Referências: Aparicio, Juan Ricardo. 2015. “El retorno a Mulatos y la Comunidad de Paz de San José de Apartadó: contingencias y momentos de ruptura”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 21: 73-95. No texto: (Aparicio 2015, 74) Para citação de revistas consultadas on-line, Chicago recomenda incluir preferivelmente o DOI do artigo, ou o URL, na lista de referências. Referências:
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Briones, Claudia. 2015. “Políticas indigenistas en Argentina: entre la hegemonía neoliberal de los años noventa y la ‘nacional y popular’ de la última década” Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 21 (janeiro-abril): 21-48. Doi: http://dx.doi.org/10.7440/ antipoda21.2015.02 No texto: (Briones 2015, 40) Referências: Briones, Claudia. 2015. “Políticas indigenistas en Argentina: entre la hegemonía neoliberal de los años noventa y la ‘nacional y popular’ de la última década” Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 21 (janeiro-abril): 21-48. http://antipoda.uniandes.edu.co/ view.php/313/index.php?id=313 No texto: (Briones 2015, 44)
Políticas éticas A Revista conta com diretrizes éticas que indicam as responsabilidades e condutas que os editores, autores e pareceristas devem seguir.
Equipe editorial
• Quando um artigo é submetido, a Equipe Editorial acusa o recebimento, garante o processo de conferência dos requisitos básicos de maneira oportuna e informa os autores do processo em
que o artigo se encontra. • A Equipe toma a decisão final sobre a aceitação ou recusa de um manuscrito, considerando as recomendações vindas dos pareceristas e da revisão editorial do artigo, com referência aos critérios de qualidade, importância, relevância, originalidade e contribuição para a disciplina. • Identifica qualquer conflito de interesse que puder surgir no processo de avaliação do artigo entre autores e pares avaliadores. • Realiza a busca de pares avaliadores considerando sua trajetória acadêmica, conhecimento e produção na temática a avaliar, e garante seu anonimato durante o processo de emissão de parecer. • Considera o uso de pares avaliadores propostos por um autor, contanto que o parecer emitido seja objetivo. Além disso, não emprega árbitros que um autor tiver solicitado não consultar, a menos que possa ser garantida a elaboração de um parecer imparcial. • Quando o editor é autor de um manuscrito e quiser submetê-lo à avaliação, deve entregá-lo a outro membro da Equipe Editorial para realizar a seleção de pareceristas. • Respeita a posição intelectual e as ideias expostas pelo autor em seu texto. • Os editores não podem utilizar informação dos artigos recebidos em qualquer de seus editais em benefício de suas próprias pesquisas. • A Equipe Editorial deve responder de maneira diligente à petição de retratação, correção, reclamação e esclarecimentos, garantindo a realização de uma investigação adequada que tenda à rápida resolução do problema. 200
• A Equipe encarrega-se de fazer as correções e/ou esclarecimentos na página web da Revista quando se identificar uma falta de exatidão ou erro no conteúdo publicado. • Define e revisa de maneira contínua as políticas editoriais para que a Revista cumpra com os padrões que permitem seu posicionamento como publicação acadêmica com reconhecimento nacional e internacional. • É responsável pela difusão e distribuição dos conteúdos publicados entre autores, pareceristas e entidades com as quais tiver acordos de intercâmbio, bem como entre repositórios e sistemas de indexação, nacionais e internacionais, nos tempos estabelecidos. • Quando a Revista tiver interesse em reproduzir o artigo previamente publicado, compromete-se a pedir autorização por escrito ao autor e à editora em que apareceu pela primeira vez.
Autores
• Os artigos apresentados à Revista devem ser originais e inéditos, e não devem estar simultaneamente em processo de avaliação nem ter compromissos editoriais com outra publicação. • Os autores são os responsáveis pelas ideias expressas em seu artigo. Na autorização de direitos patrimoniais autorais, devem deixar explícito que o texto é de sua autoria e que nele são respeitados os direitos de propriedade intelectual de terceiros. • Devem solicitar as autorizações para usar, reproduzir e imprimir o material que não for de sua propriedade/autoria (quadros, gráficos, mapas, diagramas, fotografias etc.). • Quando são empregues ideias que não são próprias, devem-se reconhecer os respectivos créditos ao seu autor e fazer uma correta citação e referência, de acordo com a normatividade de direitos autorais. Caso contrário, seria considerado que o autor está cometendo plágio. • A Antípoda pode qualificar como fraude a elaboração de um artigo sem documentação que comprove as ideias expostas e que suprima ou altere os dados apresentados. • Pode incorrer-se numa falta ética quando for apresentado um manuscrito que já tenha sido publicado pelo autor sem ser citada a publicação original e sem demonstrar novos avanços sobre o tema.
• Quando houver interesse em reproduzir, traduzir e publicar um artigo já publicado em outro meio, deve-se solicitar autorização à Equipe Editorial. • Não sugerir pareceristas com quem o autor ou autores tiverem realizado trabalhos colaborativos. • Os autores devem declarar todas as fontes de financiamento e declarar que não há conflito de interesse. • Dar crédito a todos os participantes do trabalho, e aqueles que contribuíram significativamente para a pesquisa devem ser considerados como coautores. Por sua vez, não devem incluir autores que não tiveram contribuição direta na elaboração do texto. • Garantir que o artigo não contenha uma crítica pessoal a outros acadêmicos. Se isso ocorrer, deve haver uma justificativa clara sobre a crítica. • Caso a pesquisa tenha envolvido o uso de animais ou humanos, é necessário anexar declaração na qual se indique o método experimental, o consentimento informado para a experiência com humanos e o nome das instituições que aprovaram as experiências.
Pareceristas/pares avaliadores
• A Equipe Editorial envia ao parecerista o artigo e um formulário que inclui perguntas com critérios cuidadosamente definidos, as quais devem ser consideradas para a emissão do parecer. • O parecerista deve avaliar o artigo de maneira objetiva, neutra e imparcial, indicando os aspectos que precisam ser fortalecidos e sem elaborar críticas pessoas no parecer. • Caso haja conflito de interesse pessoal ou profissional, deve-se informar o editor, o qual decidirá se o parecerista pode continuar no processo de avaliação do manuscrito. • Justificar e explicar de maneira clara os questionamentos elaborados sobre a pesquisa avaliada para que o autor possa contar com elementos suficientes que lhe permitam fortalecer seu texto. • Comunicar a Equipe Editorial sobre qualquer semelhança existente entre o artigo avaliado e outro que já tenha sido publicado. • O parecerista não deve utilizar o artigo submetido à avaliação em prol de suas pesquisas ou do trabalho de terceiros. • Indicar dentro do artigo avaliado e no parecer emitido à Revista quando o texto contiver plágio ou dados falsificados que comprometam o trabalho de outros pesquisadores. • Os pareceristas têm a responsabilidade de sugerir a aceitação, a recusa ou a aprovação com modificações do artigo avaliado e remeter seu parecer à Revista no prazo estipulado.
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Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Antropología Dirección postal: Carrera 1 este No. 18ª – 12 - Edificio Gb, Piso 4, oficina 417 Bogotá D.C., Colombia Teléfono: 57.1.339.4949, Ext. 3483, 2550 – Telefax: 57.1.3324056 http://antipoda.uniandes.edu.co
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Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 32 Se terminó de imprimir en el mes de julio de 2018. Las opiniones e ideas aquí consignadas son de responsabilidad exclusiva de los autores y no necesariamente reflejan la opinión del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes. El material de esta revista puede ser reproducido sin autorización para uso personal siempre y cuando se mencionen como fuente el artículo y su autor y a Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes. Para reproducciones con cualquier otro fin es necesario solicitar primero la autorización del Editor de la revista.
Radieuse Marseille, Marsella, 2013.
Surreal Rome, Ostia, 2015.
ANTIPODA 32
R E V I S T A
D E
A N T R O P O L O G Í A
Y
A R Q U E O L O G Í A
EDITORIAL Nota editorial | viii-ix
MERIDIANOS ‘Aquende et allende stremo’: de las productividades etnohistóricas de la fronterización iberoamericana a la apertura descolonial de Abya Yala/Quilombola | 3-31 Santiago Martínez-Magdalena – Universidad Pública de Navarra, España Fulgencio Villescas Vivancos – Universidad de Murcia, España Procesos de formación de subjetividades migrantes por los mecanismos de poder de frontera | 33-51 Pablo Domenech – Universidad de Murcia, España
PARALELOS Movimientos migratorios en la periferia de la Europa poscolonial: imaginación política, prácticas de lucha y redes sociales en Marruecos y España | 57-79 Kristine Wolf – Humboldt-Universität zu Berlin, Alemania Navigating and Negotiating the City: Irregular Migrants Experiences with Borderscapes in Madrid, Spain | 81-103 Laura Vásquez-Roa – Carl von Ossietzky Universität Oldenburg, Alemania Pensando a través de la errancia: travesías y esperas de viajeros africanos en Quito y Dakar | 105-123 Jonathan Echeverri Zuluaga – Universidad de Antioquia, Colombia Liza Acevedo Sáenz – Instituto de Estudios Regionales (INER), Colombia Alteridades, intercambio y marchantes en Codpa, extremo norte de Chile, mediados del siglo XX | 125-146 Cristhian Cerna – Universidad de Tarapacá, Chile Shirley Samit-Oroz – Universidad de Chile Leslia Véliz – Universidad de Tarapacá, Chile
D O CUMENTOS Huellas, símbolos y fotogenia: la frontera entre el poder y el territorio | 153-158 Ana Cristina Ayala – Universidad de los Andes, Colombia Viviana Peretti – Universidad de los Andes, Colombia Aperturas onto-epistémicas: conversaciones con Marisol de la Cadena | 159-177 Marisol de la Cadena – University of California, Davis, Estados Unidos Helene Risør – Pontificia Universidad Católica de Chile Joseph Feldman – Pontificia Universidad Católica de Chile
Publicaciones · Facultad de Ciencias Sociales Carrera 1 No. 18A-12 Bogotá, D.C., Colombia Tels: +571 339 4999 Ext 5567 Fax: +57(1) 332 4539 https://publicacionesfaciso.uniandes.edu.co publicacionesfaciso@uniandes.edu.co
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